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BREVE HISTORIA DE LA LÓGICA MODERNA

Carlos Axel Flores Valdovinos


UNAM / FES Acatlán

Prefacio

Una primera cuestión en este ensayo se orienta a responder ¿qué sentido tiene la lógica
en la actualidad?, ¿para qué sirve?, ¿cómo y para qué enseñarla?, ¿cuáles son sus retos y
tareas? Con ello, pretendemos mostrar un acercamiento a la didáctica de la lógica como un
diseño o estrategia para entender mejor los avances y desarrollos en las diversas áreas del
conocimiento científico, ya que en ellas no hay un orden y coherencia, sino un propósito,
una intención o un sentido. Detrás de la didáctica de la lógica se halla una serie de
convicciones filosóficas que la sustenta, la nutre y le da dirección, esto es, una filosofía de
su didáctica. Ya que frecuentemente no se ha permitido que las cuestiones filosóficas
interfieran, dejando de lado problemas tan importantes en filosofía de la lógica. Para ello,
se pretende fortalecer el estudio de la filosofía desde una introducción o propedéutica hasta
llegar a una didáctica de la lógica.
Una segunda aproximación nos lleva a distinguir los diferentes tipos de lógica: lógica
silogística, formal o menor, que retoma la lógica aristotélica o escolástica, y por otra parte;
la matematización de la lógica, llamada: de primer orden, de predicados, simbólica o
álgebra de conjuntos; hasta lógicas polivalentes, etc… Para nuestro objetivo, intentaremos
comprender ¿en qué consiste la lógica matemática?, ¿cuáles son los problemas que se
derivan en filosofía de la ciencia?, ¿qué es una teoría, un sistema o un conjunto?, ¿cuál es el
sentido de la metalógica?, y ¿qué relación existe entre la necesidad, nombre y referencia?
Nuestro propósito consiste en presentar, de manera propedéutica, los temas
fundamentales de la lógica moderna: la relación entre lenguaje y metalenguaje, ¿qué
criterios se establecen en teoría de conjuntos?, ¿en qué consisten los problemas de la
aritmetización gödeliana de la sintaxis?, ¿qué estudia la filosofía de la lógica o metateoría
de la lógica?, ¿es metamatemática o metalógica?, ¿qué relación existe entre ontología,
lógica y lenguaje?, y ¿cuál es el significado o sentido de la lógica? De esta manera haremos
un breve repaso con la intención de dar a conocer los distintos campos de estudio de la
lógica y sus problemas filosóficos.

1
Didáctica de la lógica

¿Cuál es la actualidad de la enseñanza de la lógica?, ¿para qué sirve?, ¿qué desafíos


presenta para las nuevas generaciones? Los libros de texto sobre lógica moderna tienden a
ocuparse más de las técnicas lógicas, de la construcción de sistemas lógicos o sistemas
formales deductivos, olvidando los problemas de la teoría lógica, los dilemas conceptuales
o prácticos y las nuevas direcciones que está tomando la lógica; empero la verdadera
controversia debe tratar con la teoría o filosofía de la lógica más que con sus técnicas. La
mayor parte de los textos contemporáneos de lógica están dedicados fundamentalmente a
describir e ilustrar esas técnicas. La lógica debe impulsar y fomentar las discusiones
fructíferas desarrollando nuevas habilidades. A partir de la lógica podemos desarrollar
diferentes habilidades de pensamiento: razonamiento, inferencias, análisis, comparación o
analogía, deducción, inducción, abducción, contrastación e interpretación, asimismo se
hallan vinculadas las inteligencias múltiples o la inteligencia emocional, ya que se
desarrollan habilidades intelectuales y socio-afectivas que se ponen en juego dentro del
salón de clases o en la vida cotidiana al tratar de evaluar un problema y encontrar posibles
soluciones, por ende, es necesario enseñar a pensar dentro y fuera del ámbito académico,
esto es, pasar de la teoría a la práctica. De esta manera, se enriquece la lógica con las
teorías de la argumentación, ya que muchas confusiones se derivan a raíz de los problemas
retóricos, o del uso que le damos al lenguaje en sus diferentes acepciones. Recordemos que
la argumentación es una actividad de persuasión entre dos o más personas, el cual busca
apoyarse en premisas y lograr que el adversario acepte la conclusión. Recientemente se han
desarrollado alternativas dentro de la lógica como son las herramientas para diseñar juegos
de recreación e interacción, tal es el caso de las “Damas Lógicas” propuesto por un grupo
de integrantes de la Facultad de Filosofía y Letras, o el juego virtual de “Logical Beast”, en
sus dos versiones, proyecto realizado por el Seminario de Filosofía de la Lógica en Acatlán;
en las Olimpiadas de Lógica que se realizan en las diferentes escuelas donde se ejercitan los
estudiantes en el entrenamiento lógico; además se incluye el estudio de la lógica en los
programas de Filosofía para niños, en programas para diseñar estrategias y teorías de la
argumentación, en las materias de Retórica, Ética, Estética, Derecho, Ciencias y Filosofía
donde se requiere ejercer la crítica, la argumentación y la conceptualización.

2
Introducción a la lógica moderna

La lógica es filosofía, ciencia y arte, abarca en verdad muchos enfoques, puesto que
puede ser teórica o práctica. En muchos casos se utiliza para la dirección mutua y
esclarecedora del pensamiento y la acción, usando un conjunto de reglas y principios que
ordenan y dan sentido al entendimiento o razón. Por lo que nos permite elaborar ideas con
claridad, orden y profundidad, ya que nos ayuda a hilvanar o tejer correctamente nuestros
pensamientos. Además: “La lógica ayuda a identificar, analizar, evaluar, crear y presentar
razonamientos y argumentos, pero también permite comprenderlos”.1
La filosofía y la lógica se dirigen a comprender el ser de todas las cosas, el ser de razón,
el ser del mundo, es decir, todo ser: real o ideal. La definición etimológica de Lógica o
“Logiké” que proviene del griego logos, significa: razón, discurso, pensamiento, idea o
espíritu. En este sentido, la lógica quiere decir, ciencia de la razón o discurso racional,
además de ser una ciencia de la correcta estructura del pensamiento, de la coherencia y
armonía de las ideas, del ser y de la adecuación de la verdad con el pensamiento. La Lógica
se identifica con la Filosofía Racional, no solamente por su acuerdo con la razón, sino por
el acto mismo de la razón. De esta manera, “la lógica es una ciencia directiva del acto
mismo de la razón”.2 Actualmente, el campo de estudio de la lógica va mucho más allá de
ser una ciencia de los razonamientos correctos, ya que su campo de estudio se ha ampliado
con la Filosofía de la Lógica y sus controversias conceptuales. Por una parte, se ha dado un
nuevo giro en torno a la relación que existe entre los dos tipos fundamentales de la lógica:
formal, es decir, la Lógica tradicional o silogística y, por otro lado, la Lógica moderna,
simbólica o matemática, es decir, la de primer orden, en caso concreto, desde la lógica
cuantificacional o de predicados. Por lo que se considera que entre ellas no hay oposición,
sino evolución, ya que la lógica formal se contiene en la lógica de primer orden. Algunos
de los precursores de la lógica moderna se encuentran en los antecedentes de la teoría de
conjuntos como son: la figura representativa de George Cantor 3 y su contribución al
encontrar una teoría transfinita de los números, el álgebra de George Boole 4 o lógica de
enunciados, la axiomática-cuantificacional de Frege5-Russell6, los cálculos de deducción
natural de Gentzen,7 el método metamatemático de Hilbert, 8 la semántica de Tarski,9 y los
últimos resultados de Post, Skolem, Gödel-Henkin10 y Church.11

3
El precursor de la lógica simbólica es G. W. Leibniz 12 (siglo XVIII), quien propuso
aplicar las técnicas de la deducción matemática a los razonamientos filosóficos. Para ello,
construyó un cálculo racional que consiste en un sistema de reglas que permitiera trazar, de
modo exacto, un lenguaje con carácter universal. A pesar de que no llegó a concluir su
proyecto, se reanudó por distintos cauces en el siglo XIX por George Boole y Gottlob
Frege. Por una parte, fue el inglés George Boole, quien publicó en 1854 una obra titulada
Las leyes del pensamiento13, en donde independientemente de Leibniz, descubrió y
desarrolló un álgebra del pensamiento o “álgebra lógica”, basándose en la exactitud del
álgebra matemática. Cabe reconocer que Boole y Frege son los grandes creadores de la
lógica simbólica y matemática, sin olvidar el lugar que tiene en la historia moderna de la
lógica las figuras de B. Bolzano14, C. S. Peirce15 y los lógicos A. De Morgan,16 J. Venn17,
W. S. Jevons18 y E. Schröder.19 Gottlob Frege publicó en 1879 una obra titulada
Conceptografía,20 donde conforma una nueva escritura regida por un cálculo lógico exacto
que da cuenta de la formalización completa de una lógica deductiva o matematización de la
lógica formal. La lógica de Frege tuvo poca difusión debido a que su escritura simbólica es
muy compleja. Una escritura que tuvo más aceptación a lo largo de la historia de la lógica
moderna se halla en el Formulario matemático del matemático italiano Giuseppe Peano21,
quien elaboró un sistema axiomático de aritmética elemental. El sistema de Peano se
encuentra en la base de las más modernas axiomatizaciones de la aritmética, pero con
algunas precisiones y modificaciones. Cabe reconocer, sin duda, la influencia de ambos
pensadores en la historia de la lógica del siglo XX. El simbolismo de Peano fue ampliado
por Alfred N. Whitehead y Bertrand Russell, pero este simbolismo no reflejaba algunas
importantes relaciones entre operadores como la dualidad entre conjunción-disyunción; la
equivalencia de la bicondicional, con dos condicionales de direcciones opuestas; la relación
entre conyunción y cuantificación universal o entre disyunción y cuantificación existencial,
etc… Sin embargo, el simbolismo de Peano fue abandonado para abrir paso a nuevos
signos más adecuados. Pese a las varias transformaciones que sufrió la lógica moderna, no
se ha llegado todavía a un acuerdo o consenso universal que logre la uniformidad o
convención de los signos lógicos. Por el contrario, hemos visto que durante el siglo XX se
han desarrollado varios sistemas de lógica que se distancian de los principios de la lógica
clásica, dando lugar a nuevas reflexiones filosóficas sobre los fundamentos de la lógica.

4
La matematización de la lógica

La matematización de un cálculo lógico considera el uso de un simbolismo adecuado,


seguro y exacto para la construcción de argumentos. Manuel Garrido en su Lógica
simbólica establece que: “La matematización de la lógica ha tenido como resultado un
mayor y más perfecto control técnico en la práctica del razonamiento, un mejor
conocimiento teórico de las leyes lógicas y el descubrimiento de nuevos y variados
sistemas de reglas de razonamiento que de otro modo no es fácil que hubieran sido
detectados”.22 La “lógica matemática” significa, una lógica que se sirve de métodos
matemáticos. Por otro lado, la matematización de la lógica no solo se concibe como la
subordinación de la lógica al método matemático, ya que podemos decir que la lógica
incorpora solamente sus técnicas de precisión y rigor científico en la búsqueda de la
construcción de un lenguaje simbólico adecuado y exacto para la formulación de las reglas
de operación que conformen un cálculo racional o lógica matemática. De esta manera, cabe
resaltar que la matematización de la lógica nos lleva a problematizar ¿hasta qué punto su
objeto es o no idéntico al objeto de la matemática? Ahora bien, la matemática es solamente
una de los campos de aplicación de la lógica, ya que existen ámbitos extramatemáticos que
se consideran en metalógica. Esta cuestión es de gran interés para la filosofía de la lógica,
pero rebasa los límites de la lógica formal. La lógica formal ofrece solo un marco dentro
del cual resulta posible controlar de modo riguroso la axiomatización de teorías científicas
no estrictamente lógicas, en especial, las teorías matemáticas. A las teorías que pueden ser
formalizadas y axiomatizadas con la ayuda de la lógica elemental o de primer orden, se
llaman teorías de primer orden. La lógica de primer orden es suficiente para servir de
plataforma a las mayorías de las teorías matemáticas, tomando en cuenta los conceptos que
se pretenden incluir dentro de la teoría que se quiera axiomatizar. Incluso la teoría de
conjuntos puede ser formalizada y axiomatizada con el elemental aparato de la lógica de
primer orden. La axiomatización no influye en el progreso de las ciencias empíricas, sino
más bien, en la matemática, pero sin duda nos puede servir para clarificar y analizar las
teorías que proponen las ciencias fácticas. Una de las tareas más importantes de la lógica se
orienta al desarrollo de algoritmos generales que nos permitan mecanizar o normalizar
determinados procesos intelectuales.

5
¿Metamatemática o metalógica?

Me parece necesario tratar de comprender la relación analógica entre lógica y


matemática. Se puede decir que los matemáticos son los que pueden aprender lógica
matemática, aplicando las leyes y principios de su disciplina, por lo que se puede decir que
la matemática determina el pensar lógico, pero es indispensable, a su vez, tratar de
distinguir el ámbito matemático y el campo extramatemático de la lógica. En filosofía de
las matemáticas se intenta responder ¿qué son los objetos matemáticos?, ¿qué tipo de
existencia tienen? Tal como se ve, por ejemplo, en el platonismo matemático, donde los
objetos que tienen realidad dependiendo de nuestras mentes, es decir, cuando son objetivos.
No así, para un realista. De igual manera, consideramos la pregunta ¿existen los conjuntos?,
y si existen, ¿qué tipo de existencia tienen?, ¿son los conjuntos entidades abstractas o
reales? Este es el camino que tiene que seguir la lógica, no podemos dejar de lado que los
conjuntos existen o no existen, sin embargo, ese no es el problema a saber. La pregunta,
más bien, se orienta a responder ¿qué sentido tiene la expresión lógica matemática?
Por otra parte, una solución posible se da en la manera en que empleamos los elementos
de relación como la conjunción, disyunción y negación, ya que un sistema de deducción
natural es una colección de reglas de inferencia. De esta forma, consideramos que es
necesario seguir una serie de reglas o establecer unos principios básicos que den cuenta de
las condiciones correctas de la inferencia. Por otra parte, podemos investigar los aspectos
semánticos de los argumentos buscando el valor de verdad, ya que las estructuras con las
que se abordan estos aspectos se llaman modelos, en lo cuales se analiza la noción de
validez de un argumento y la de validez universal de un enunciado. Por otra parte, es una de
las cuestiones críticas de la metateoría establecer que: “un sistema formal, sea natural o
axiomático, es una estructura sintáctica vacía de contenido, pero no enteramente arbitraria,
puesto que se la construye con la intención de someterla a interpretación (semántica) y
desde la perspectiva de una metateoría que no prescinde de la crítica ni del razonamiento
intuitivo”.23 Para ello es necesario comprender que la metateoría nos proporciona la validez
de las teorías considerando pertinente una crítica donde se revise si las teorías satisfacen
ciertos criterios de valoración, a saber, si un sistema no presenta contradicción, si podemos
obtener conclusiones para poder decidir en todo caso si un sistema es consistente.

6
Uno de los pensadores que aborda estas cuestiones es, sin lugar a dudas, David Hilbert
(1862-1966), fundador de la escuela formalista. Su orientación, si se nos permite decir,
oscila entre el pensamiento clásico y el intuicionismo, afirmando que una teoría
formalizada a través de un lenguaje objeto, regido por los principios de la lógica clásica; y
haciendo un análisis crítico, elaborado desde un metalenguaje informal e intuitivo, se puede
llegar a demostrar su consistencia por métodos constructivos. De esta manera, Hilbert
propuso una metamatemática vista como una metateoría de teorías matemáticas que toman,
como base, criterios constructivos. Asimismo, David Hilbert y Wilhelm Ackermann
mostraron en 1928 que la versión dada por Whitehead-Russell del cálculo-cuantificacional
es consistente. Por otro lado, la escuela intuicionista encontró serias controversias sobre el
principio del tercero excluido, afirmando que se puede prescindir de este principio de
validez cuando se aplica a conjuntos infinitos. A razón de ello, se ha hecho necesaria la
distinción en matemática y en lógica entre pruebas clásicas y no constructivas, cuyo eje
problemático es el tercero excluso, y por otra parte, entre pruebas constructivas o finitistas,
cuyos tópicos de la lógica y de la matemática consideran que son el principio de no
contradicción y de inducción matemática. Por otro camino se halla la influencia de Alfred
Tarski, quien consideró que la metamatemática y la metalógica son teorías metalingüísticas
de teorías formales, pero sin dejar de lado la cuestión acerca de las pruebas
metamatemáticas basadas en el uso de los principios de la lógica clásica. Sin embargo: “La
definición de la sustitución plantea serias dificultades. La primera versión completamente
explícita de un sistema lógico de primer orden, la de Hilbert y Ackermann de 1928 resultó
inconsistente por una mala definición de la sustitución. Tarski ha mostrado en 1951 cómo
la sustitución puede ser evitada. Sin embargo, el disponer de la sustitución en todo su
alcance y potencia simplifica enormemente las deducciones y la metateoría”. 24 Tarski
considera que la lógica de primer orden requiere de la interpretación de un formalismo y la
comprensión de los conceptos de satisfacibilidad, consecuencia, etc… Asimismo, frente a
la metamatemática de Hilbert, finitista y constructiva, la metamatemática de Tarski, resulta
ser clásica e infinitista. Por otro lado, Gerhard Gentzen presentó en 1934 los dos primeros
cálculos lógicos sin axiomas y manejando solamente las reglas de inferencia, que resultaron
ser más familiares a los viejos cálculos llamados “cálculos de deducción natural”, lo que ha
motivado a diversas variantes y simplificaciones de la propuesta de Gentzen.

7
La aritmetización de la sintaxis gödeliana.

Es imprescindible en la historia de la lógica matemática las aportaciones de Kurt Gödel,


cuya investigación publicada en 1931 “Sobre las proposiciones formalmente indecidibles
de los Principia Mathematica y sistema conexos”,25 conocida como el teorema de Gödel
nos abre hacia una de las aventuras de la lógica más emocionantes, al tratar de responder a
las paradojas metalógicas. La revolución que hizo Gödel en la filosofía de la lógica no
tiene parangón, ya que sus aportes socavan los cimientos de las matemáticas. Un repaso
breve sobre geometría elemental nos permite demostrar que es una disciplina deductiva,
orientada por el método axiomático, cuyos principios o postulados son la piedra angular de
toque de queda, de los cuales se derivan los demás axiomas o teoremas. Los axiomas son la
base del sistema y los teoremas son la superestructura, regulados por los principios de la
lógica. Por mucho tiempo, el método axiomático no se puso en tela de juicio, es decir, fue
evidente. De esta manera, se consideró que el pensamiento matemático fue el sustento de la
lógica, cuyos axiomas encierran la totalidad del sistema. Al parecer Gödel derrumbó esta
idea, considerando que hasta la aritmética más elemental no puede llegar a ser
perfectamente axiomatizada. De ello, se deduce que es imposible establecer la consistencia
lógica interna de algunos sistemas deductivos, es decir, que no hay garantía o seguridad
para confirmar si un sistema por sí mismo es consistente. Sin embargo, su esfuerzo no es en
vano, ya que intentó desarrollar nuevas técnicas de análisis proponiendo una filosofía de la
matemática y una filosofía del conocimiento. Uno de los problemas que más sedujo a los
matemáticos y a los lógicos fue el quinto postulado de Euclides acerca de si es posible que
por un punto externo a una línea pueda trazarse una sola recta. Fue hasta el siglo XIX
cuando aparecieron Gauss, Bolyai, Lobachevsky y Riemann, quienes trataron de demostrar
la imposibilidad de deducir de otros axiomas el axioma de las paralelas. En este sentido, las
geometrías no-euclidianas presentaron nuevas versiones del quinto postulado, tratando de
demostrar que es posible en otros espacios no lineales como el curvo o esférico. Sin
embargo, parece hallarse un círculo vicioso, ya que al demostrar la consistencia de las
geometrías no-euclidianas se apela a una petición de principio o de autoridad, al decir que
su consistencia depende de la consistencia de la geometría euclidiana. Con ello, no es
posible resolver el problema de si los axiomas euclidianos son consistentes por sí mismos.

8
¿Cómo se forma la consistencia de un sistema o teoría?, es decir, ¿qué son las pruebas
de consistencia?, ¿son absolutas o relativas?, además ¿en qué consiste la completud?, y
¿cuando son decidibles o indecidibles? Para demostrar la validez de una teoría o sistema es
necesario considerar que no tenga contradicciones internas, y que sea capaz de generar
nuevas conclusiones en el conocimiento, permitiendo criterios decidibles: “Consistencia,
completud y decidibilidad son propiedades que afectan al sistema formal globalmente
considerado. La demostración de que éste posee algunas de ellas, no es una tesis del
sistema, susceptible sin más de ser deducida en términos de lenguaje formal, sino una tesis
acerca del sistema, que deberá ser abordada con los criterios y métodos de la metateoría”. 26
De esta manera, podemos mostrar si un sistema es consistente, esto es, que no se contradice
a sí mismo. En la consistencia se vinculan las nociones sintácticas de derivabilidad o
deducibilidad formal con las semánticas que refieren a la verdad lógica. Por otra parte, la
completud de un sistema nos permite rastrear si una teoría se deduce de los axiomas
contenidos y, además si un sistema congruente. Una comparación entre la consistencia y la
completud muestra que: “La primera exige que sólo puedan deducirse verdades lógicas,
mientras que la segunda exige que puedan deducirse todas las verdades lógicas. Por la
primera se afirma que la verdad lógica es condición necesaria de la deducibilidad formal;
por la segunda, que la verdad lógica es condición suficiente de la deducibilidad formal”.27
Un tratamiento a estos problemas se halla en la propuesta de David Hilbert, quien
formuló las pruebas absolutas de consistencia, como otra vía a las pruebas relativas,
desarrollando una completa formalización de un sistema deductivo, vaciando de significado
las expresiones dentro del sistema mediante un conjunto de reglas precisas. Los postulados
y los teoremas se vuelven como “hileras” de signos vacíos que se entretejen formando una
red o conjunto de hileras. De esta forma, se puede vislumbrar claramente las relaciones
lógicas con las proposiciones matemáticas. Para ello, es necesario observar cómo se unen y
se desvían, se combinan entre sí las hileras de signos carentes de significado. Podemos
decir que este campo pertenece a la metamatemática, que intenta poner entre paréntesis a la
matemática, por medio de un lenguaje extramatemático o metalenguaje, utilizando el
entrecomillado. Asimismo, la matemática se enfoca a comprender un sistema de signos que
carecen de significado, mientras que la metamatemática estudia el orden y las relaciones
entre los signos, es decir, las declaraciones significativas que se hacen de las matemáticas.

9
El teorema de Gödel publicado en 1931 nos muestra la aplicación de la prueba de
consistencia a una parcela de los Principia Mathematica,28 a partir de una formalización de
los signos en congruencia con las reglas de formación. Las reglas permiten desarrollar las
diversas combinaciones posibles dentro del sistema mediante un vocabulario adecuado y
preciso que permita el intercambio entre los signos. De esta forma, es menester atender a
las reglas de transformación, como son las reglas de deducción, que interpretan las
relaciones entre fórmulas y su derivación dentro de una estructura para poder establecer de
aquellos teoremas de sistemas, algunos axiomas o fórmulas primitivas que servirán de base
para todo el sistema. La prueba o demostración consiste en un conjunto limitado de
fórmulas, de las cuales algunas pueden servir de plataforma como axiomas o puede ser
derivada de fórmulas anteriores mediante las reglas de deducción. La prueba de Gödel
resulta ser más compleja de lo que parece, ya que realizó una adaptación del sistema
empleado en los Principia. De esta manera: “Gödel describió un cálculo formalizado dentro
del cual pueden expresarse todas las acostumbradas notaciones aritméticas y establecer las
relaciones aritméticas ya conocidas”.29 El cálculo formal que descubrió Gödel contiene un
sistema de numeración que emplea siete signos constantes que representan una clase de
signos elementales, es decir, constantes y variables. Los signos constantes son siete, aunque
pueden llegar a ser 10; mientras que las variables son tres: numéricas, sentenciales y
predicativas, que se representan mediante “números Gödel”.30 Además de los axiomas y las
fórmulas primitivas, se sirve de los teoremas y las fórmulas que se derivan de los axiomas
mediante las reglas de transformación. De esta manera, Gödel realizó “la aritmetización de
la metamatemática” demostrando que “todas las proposiciones metamatemáticas acerca de
las proposiciones estructurales de las expresiones contenidas en el cálculo pueden ser
adecuadamente reflejadas dentro del cálculo mismo”.31 En este sentido, se considera la
aritmetización gödeliana de la sintaxis: “si la aritmética es consistente, es incompleta”, ya
que si “la aritmética es consistente”, lo cual equivale a decir que: “existe por lo menos una
fórmula de la aritmética que no es demostrable”, se sigue que la consistencia de la
aritmética no puede ser demostrada por la matemática. “Es preciso evitar una errónea
interpretación de este importante resultado del análisis de Gödel: no excluye una prueba
metamatemática de la consistencia de la aritmética. Lo que excluye es la posibilidad de que
una prueba de consistencia sea reflejada sobre las deducciones formales de la aritmética”.32

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Necesidad, nombre y referencia

Por una parte, es necesario comprender la relación entre ontología y lógica, ya que la
distinción ordinaria que se ha venido haciendo entre sujeto y predicado como algo
gramatical, ha sido puesta varias veces en crisis por los lógicos actuales. 33 Por otro lado, es
conveniente diferenciar entre una teoría del significado y una teoría de la referencia.
Podemos decir que “el nombre no tiene a su portador como significado, sino que se refiere
directamente a su portador. Es decir, el objeto nombrado por un nombre es el portador de
éste. Y el nombre (como ya decía Aristóteles) no dice referencia al tiempo, es decir, se
refiere a su portador independientemente del tiempo en que le fue dado ese nombre”.34
El texto publicado por Saúl Kripke titulado El nombrar y la necesidad, escrito entre
1963 y 1964 se basa en los análisis sobre la teoría de los modelos de la lógica modal
considerando el principio leibniziano de “la indiscernibilidad de los idénticos”, lo cual no
debe confundirse con la identidad de los indiscernibles. Para ello, Kripke propone tres tesis
distintas para comprender este principio. La primera consiste en entender la relación entre
identidad y necesidad; la segunda considera que los enunciados de identidad entre
designadores rígidos, sean verdaderos y necesarios recíprocamente; y la tercera que los
enunciados de identidad entre “nombres” sean verdaderos y, por ende, necesarios. De esta
forma, se presentan tesis que atañen a la filosofía de la lógica por ser cuestiones de
metalenguaje y/o metalingüística. En la primera conferencia presentada en enero de 1970 y
transcritas en la Universidad de Princeton, Kripke propone hablar sobre la “tesis de la
identidad”, a partir de problemas sobre la argumentación epistemológica que versa acerca
de cuestiones que van desde la dicotomía “mente-cuerpo” hasta referirse a las sustancias y
la clases naturales. El primer tópico se refiere al nombrar: “Entenderé aquí por un nombre
un nombre propio, esto es, el nombre de una persona, de una ciudad, de un país, etcétera”. 35
Para luego intentar relacionar nombres y descripciones, tratando de ubicar su referencia, su
connotación y denotación, su extensión e intensión, en suma, su sentido y significación. En
el caso de los nombres propios, John Searle afirma que “el referente de un nombre se
determina, no mediante una sola descripción, sino mediante un cúmulo de descripciones o
familia de descripciones. Cualquier cosa que en algún sentido satisfaga la mayoría o un
buen número de las descripciones de la familia es el referente del nombre”.36

11
¿Por qué tenemos nombres propios? La cuestión de Kripke se orienta a la distinción
entre los nombres, suponiendo que la referencia de un nombre se determina mediante una
descripción o un cúmulo de descripciones. Si existe una relación de identidad entre el
nombre y las descripciones, entonces no será un designador rígido, ya que: “no designará
necesariamente el mismo objeto en todos los mundos posibles, ya que otros objetos podrían
haber tenido las propiedades en cuestión en otros mundos posibles, a menos de que
usásemos propiedades esenciales en nuestra descripción”.37 Sin embargo, existe cierta
ambigüedad entre los filósofos acerca de las descripciones que se usan en el lenguaje
cotidiano, ya que no designan de manera rígida, universalmente, el objeto de la misma
manera, llevando a la imposibilidad de la traducción y a la relatividad del significado, ya
que la idea de fijar la referencia, resulta ser contraria a la idea de definir un término como
significando otro. Kripke considera alternativa al problema que lo llevará a un callejón sin
salida: “El sustituto es que, aunque un nombre no sea una descripción disfrazada, o bien
abrevia algún cúmulo de descripciones o, de cualquier manera, su referencia determina
mediante algún cúmulo de descripciones. La pregunta es si esto es verdadero”. 38 Para ello,
intenta descomponer en varias tesis que se dividen en tesis subsidiarias para mostrar el
problema de los enunciados de existencia, los enunciados de identidad, etc… ya que las
tesis subsidiarias proporcionan los análisis de enunciados existenciales singulares.
En la segunda conferencia presentada el 22 de enero de 1970 retoma, de lo
anteriormente expuesto, la teoría del nombre donde identifica que a cada nombre o
expresión designadora le corresponde un cúmulo de propiedades. De esta manera, señala
que una teoría no tiene que caer en la circularidad. Para tratar de evitar este círculo vicioso
es conveniente tomar en cuenta: “¿cuál es la verdadera imagen de lo que sucede? Tal vez la
referencia realmente no tiene lugar en absoluto. Después de todo, realmente no sabemos
que sea correcta ninguna de las propiedades que usamos para identificar a la persona. No
sabemos que seleccionen a un único objeto”. 39 De esta manera, se señalan un conjunto de
condiciones necesarias y suficientes para la referencia que delimitan a una comunidad
epistémica o comunidad intersubjetiva para que puedan satisfacer las propiedades que
identifican a un nombre y a un cúmulo de descripciones, distinguiendo verdades necesarias
y verdades contingentes para determinar la referencia de los nombres. De hecho resulta
complejo identificar una verdad necesaria y una contingente en el acto de nombrar.

12
En la tercera conferencia expuesta el 29 de enero de 1970, Kripke señala los alcances de
la tesis relativa al nombre y la necesidad cuestionándose sobre la relación confusa entre
nombre y referencia. Frege considera que la identidad es una relación entre nombres, por lo
que: “La identidad no es la relación entre un objeto y sí mismo, sino la relación que se da
entre dos nombres cuando éstos designan el mismo objeto”. 40 De esta manera, se concluye
que un enunciado de identidad entre nombres, cuando es verdadero, es necesariamente
verdadero, aun cuando no lo podamos conocer a priori. Ya que por lógica: “Uno sabe a
priori, mediante el análisis filosófico, que si dicho enunciado de identidad es verdadero,
entonces es necesariamente verdadero”.41 Con ello, Kripke entra en debate con las teorías
científicas como son las cognitivas, epistemológicas, materialistas, biologicistas,
internalistas, neurofisiológicas y fenomenológicas. Advirtiendo el peligro que corren las
teorías al no ser interpretadas adecuadamente, ya que unas pecan de esencialismo, otras de
sustancialismo, materialismo, entre otros problemas. El autor acude a numerosos ejemplos
para ilustrar la complejidad de las teorías de la identidad entre mente-cuerpo, también
considera necesario la observación entre las sustancias, las clases naturales, las propiedades
esenciales, los enunciados de identidad, considerando cuestiones contrafácticas, incluso,
imaginando mundos posibles, etc… Las conclusiones a las que llega se pueden sintetizar:
1) “Primero, mi argumento—señala Kripke—concluye implícitamente que ciertos términos
generales, los de clases naturales, tienen un parentesco más estrecho con los nombres propios que el
que generalmente admitimos”.42
2) “Segundo, la posición aquí presentada afirma, en el caso de los términos de especies y de los
nombres propios, que uno debe tener en mente la distinción entre las propiedades contingentes,
aunque tal vez a priori, que acompañan al término y que son dadas por la manera cómo se fijo su
referencia y, por otro lado, las propiedades analíticas (y por lo tanto necesarias) que pueden
acompañar a un término, las cuales son dadas por su significado”. 43
3) “Tercero, en el caso de las clases naturales, usamos ciertas propiedades que creemos que son por
lo menos aproximadamente características de la clase, y creemos que se aplica a la muestra original,
para colocar dentro de la clase nuevas cosas que estaban fuera de la muestra original”. 44
4) “En cuarto lugar, (…) en general, al investigar la ciencias los rasgos estructurales básicos, trata
de encontrar la naturaleza, y por lo tanto, la esencia (en el sentido filosófico) de la clase”. 45
5) “En quinto lugar, e independientemente de las investigaciones científicas que acabo de
mencionar, la <muestra original> crece a medida que se descubren nuevos ejemplares”. 46

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NOTAS AL FINAL

14
1
Eduardo Harada O. (Comp.) Irving Copi y la enseñanza de la lógica. UNAM. México, 1ª edición, 2010. Véase la
Introducción, p. 25. Cfr. I. Copi, Introducción a la lógica. EUDEBA, Buenos Aires, 1962.
2
Francisco García Olvera, Lógica formal para principiantes, UNAM FES Acatlán, 1ª ed., 2008. pp. 17-20.
3
Cfr. George Cantor, “Contributions to the founding of the theory of transfinite numbers”, Dover, 1965.
4
Cfr. George Boole, Tha Mathematical Analisys of Logic; Being en Essay toward a Calculus of Deductive Reasoning,
London & Cambridge, 1847. Traducción al español: Análisis matemático de la lógica, La Plata, 1960.
5
Cfr. G. Frege, Philosophical Writings of G. Frege. Selección y traducción de P. Geach y M. Black, New York, 1952.
6
Cfr. Bertrand Russell, The principles of Mathematic, I, Cambridge, 1903. Trad. Española: Los principios de las
matemáticas, Buenos Aires & México, 1951. También se recomienda: B. Russell, Introduction to Mathematical
Philosophy, London, 1919. Trad. Española: Introducción a la filosofía matemática. Buenos Aires, 1945. (Notas de F. D.
Jaime).
7
Cfr. Gerhard Gentzen, Collected papers, (Comp.) M. E. Szabo, Amsterdam: NorthHolland, 1969, XII, 338 págs.
8
Cfr. D. Hilbert y W. Ackermann, Grudzüge der theorischen Logik, Berlin, 1928; 4a ed., Berlin-Göttingen-Heidelberg,
1959.
9
Cfr. Alfred Tarski, Logics, Semantics, Methamatematics. Papers From 1923 to 1948, versión inglesa de J. H Woodger,
Oxford; Clarendon Press, 1956, IX, 469 págs; además, recomendamos una versión en español: Introducción a la lógica
matemática y a la metodología de las ciencias deductivas, Espasa-Calpe, Madrid.
10
L. Henkin, “The Completeness of the First-Orde Functional Calculus”, en Journal of Simbolic Logic, 14, (1949).
11
Alonzo Church, Introduction to the mathematical Logic. Vol I. 3. Edit. Princeton: Princeton Univ. Press (1956) 1962. X,
376 S. (Princeton Mathematical Series. 17).
12
Obras principales: El arte combinatorio (De arte combinatoria, 1666); Nuevo sistema de la naturaleza y de la
comunicación de las sustancias (1695). Ensayo de una Teodicea, (1719).
13
George Boole, An Investigation of the Laws of Thought, on which are founded the Mathematical Theories of Logic and
Probabilities, London, 1864. (La edición de obras de Boole, George Boole´s Collected Logical Works, 2 vols, Chicago &
London, 1916, al cuidado de P. E. B. Jourdain, contiene The Mathematical Analisis of Logic y An Investigation of the laws
of Thought, en el volumne titulado: Studies in Logic and Probability, al cuidado de R. Rhees, London, 1952.
14
Bernard Bolzano, Wissenschaftslehre, 4 vols, Silzbach, 1837. Reedición en Leipzig: Schulz, 1929-1931. Una selección
con introducción de Friedrich Kambartel ha aparecido recientemente en Hamburg: Meiner, 1963. Una traducción inglesa de
textos seleccionados por Rolf George con el título Theory of Science ha aparecido en Oxford: Blackwell, 1972.
15
Charles Sanders Peirce, “On the algebra of logic: a contribution to the philosophy of notation”, en The American Journal
of Mathematic, vol. 7, 1885, pp. 180-202.
16
Cfr. A. De Morgan, Formal logic; or, the Calculus of Inference, Necessary and Probable, London, 1847.
17
John Venn, Simbolic Logic, Londres, 1881; 2a edición 1894. Reimpresión en Bronx, Nueva York: Chelsea, 1971,
XXXVIII, 540 págs.
18
W. S. Jevons, Pure Logic, or the Logic of Quality apart From Quantity; with Remarks on Boole´s System and on the
Relation of Logic and Mathematics, London, 1864, Trad. esp.: Lógica, 2a ed. Madrid, 1952.
19
Ernest Schröder, Vorlensunger der Algebra der Logik Exakte Logik, 3 vols. Leipzig, 1890, 1891, 1895. Reedición en
Nueva York: Chelsea, 1966.
20
Gottlob Frege, Conceptografía. Begriffsschrift, (1879) edición bilingüe en alemán y castellano. Introducción, traducción y
notas de Manuel Garrido y José Sanmartín, Madrid: Tecnos, (en prensa). También véase en G. Frege, Conceptografía. Los
fundamentos de la aritmética. UNAM. México, 1972.
21
Giuseppe Peano, Formulaire de Mathématiques, 4 vols., Turín: Bocca y Clausen, 1895-1903. Revise también la reciente
impresión facsímil, con introducción y notas de Ugo Cassina, Roma: Edizione Cremonense, 1960, titulada: Formulario
Mathematico, vol V, Turín: Fratres Broca, 1908.
22
Manuel Garrido, Lógica simbólica, Editorial Tecnos, Madrid, 1979, p. 24 y ss. Véase la “Breve historia de la lógica
simbólica”.
23
Ibid, p. 308.
24
Jesús Mosterín, Lógica de primer orden, Editorial Ariel, Barcelona, 1ª edición, 1983. Véase el prólogo a la primera
edición, pp. 5-8.
25
Cfr. Kurt Gödel, “Uber formal unentscheidbare Sätze der Principia Mathematica und verwandter Systeme I”,
Monathshette für Mathematik und Physik, Vol. 38 (1931) págs. 173-198.
26
Manuel Garrido, op. cit, 1979, p. 309.
27
Ibid, p. 310.
28
A. N Whitehead y B. Russell, Principia Mathematica, I, Cambridge, 1910; II, Cambridge, 1912; III, Cambridge, 1913; 2
ed., I, 1925; II, 1927. Reimpresión parcial (hasta 56), Cambridge, 1962.
29
Ernest Nagel y James R. Newman, El teorema de Gödel. Traducido por Adolfo Martín. Editorial Tecnos. Madrid, 1970.
p. 87.
30
Así tenemos que el 1= negación / 2= disyunción / 3= condicional / 4= existencial / 5= igualdad / 6= cero / 7= sucesión
inmediata / 8= paréntesis inicial / 9= paréntesis final / 10= signo de puntuación o coma. Por otra parte, se consideran tres
variables: numéricas, sentenciales y predicativas. Las numéricas son: “x”, “y”, “z”, etc… Las sentenciales son: “p”, “q”, “r”,
etc… Y las predicativas son: “P”, “Q”, “R”, etc… Asimismo se aplica a las variables numéricas un número primo distinto
mayor de 10; a las sentenciales el cuadrado de un número primo mayor de 10; y a las predicativas el cubo de un número
primo mayor de 10.
31
Ibid, pp. 95-96. Más adelante se señala lo siguiente: “Cada proposición metamatemática se halla representada por una
única fórmula dentro de la aritmética; y las relaciones de dependencia lógica entre las proposiciones metamatemáticas se
reflejan plenamente en las relaciones numéricas de dependencia entre sus correspondientes fórmulas aritméticas. Una vez
más, la representación facilita una investigación de la estructura. La exploración de las cuestiones metamatemáticas puede
ser desarrollada investigando las propiedades aritméticas y las relaciones de ciertos números enteros”.
32
Ibid, pp. 115-116. Más adelante se concluye lo siguiente: “De hecho, se han construido pruebas metamatemáticas de la
consistencia de la aritmética, en particular, Gerhard Gentzen, miembro de la escuela de Hilbert, en 1936, y por otros
estudiosos posteriores. Estas pruebas poseen una gran importancia lógica, entre otras razones porque proponen nuevas
formas de construcciones metamatemáticas y porque, en consecuencia, iluminan la cuestión de cómo es preciso ampliar la
clase de reglas de deducción para demostrar la consistencia de la aritmética. Pero estas pruebas no pueden ser representadas
dentro del cálculo aritmético; y, como no son finitistas, no alcanzan los anunciados objetivos del primitivo programa de
Hilbert”.
33
Por ejemplo, por Ramsey y Quine. Cfr. R. Quezada, “Gramáticas perspicuas”, en Teoría, 1, México, 1980, p. 398.
34
Mauricio Beuchot, Lógica y ontología, Departamento Editorial de la Universidad de Guadalajara. México, 1986, p. 37.
35
Saúl Kripke, El nombrar y la necesidad. Traducción de Margarita M. Valdés. UNAM México, segunda edición revisada,
2005. p. 29.
36
Ibid, p. 36. Cfr. John Searle, “Proper Names”, Mind, 67, 1958, pp. 166-173.
37
Ibidem, p. 59. Más adelante, advierte el autor, que “Frege y Russell ciertamente parecen tener la teoría bien acabada de
acuerdo con la cual un nombre propio no es un designador rígido u es sinónimo de la descripción a la que reemplazó. Pero
otra teoría podría sostener que esa descripción se usa para determinar una referencia rígida”.
38
Ibid, p. 62-63.
39
Ibid, p. 91.
40
Ibid, p. 106.
41
Ibid, p. 108.
42
Ibid, p. 130-131.
43
Ibid, p. 132. Advierte el autor lo siguiente: “En el caso de las especies, así como en el de los nombres propios, la manera
como se fija la referencia de un término no debe considerarse como un sinónimo del término. En el caso de los nombres
propios, la referencia puede fijarse de diversas maneras”.
44
Ibid, p. 133.
45
Ibid, p. 134.
46
Ibid, p. 135. El autor señala en una nota a pie de página que: “Obviamente hay también algunas cuestiones artificiales en
toda esa versión. Por ejemplo, puede ser difícil decir cuáles cosas constituyen la muestra original. El otro pudo haberse
descubierto independientemente por varias personas en momentos diferentes. No creo que tales complicaciones alteren
radicalmente este modo de ver las cosas”.

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