A partir de la década del 60, se comienza a generar la llamada “revuelta
historicista” de la filosofía de ciencia, en parte de la mano de los trabajos de Thomas Kuhn; quien toma su análisis de la historia como herramienta para construir un modelo de cambio científico adecuado al desarrollo efectivo de las ciencias en el curso de su historia. Aborda toda su concepción epistemológica dentro de una perspectiva historicista. Sus análisis de los periodos de ciencia, los paradigmas y la inconmensurabilidad de los mismos, se fundamentan en la historia de la ciencia. No solo como argumento sino como proceso de ejemplificación constante. Por lo cual la historia no solo sirve como punto de apoyo de sus teorías, sino como punto de vista pedagógico. Deja en claro su idea en los primeros párrafos donde expone “Su objetivo [del ensayo] es bosquejar el concepto totalmente distinto de ciencia que puede surgir de los registros históricos de la propia actividad investigadora”. De la historia él tomara en muchos casos las justificaciones pertinentes para sus exposiciones teóricas. Para Kuhn una nueva imagen de la ciencia vendrá de la mano del estudio de la historia de la ciencia. Los paradigmas como intento de resolución de enigmas nos ponen delante de puzzles que la ciencia normal se ocupa de resolver en determinado campo de conocimiento. La ciencia normal no es más que la “investigación basada firmemente en uno o más logros científicos pasados, logros que una comunidad científica particular reconoce durante algún tiempo como el fundamento de su práctica ulterior”. La naturaleza de la práctica científica normal radica para Kuhn en el reto de cómo solucionar los rompecabezas, sobre todo los residuales. La discusión sobre los rompecabezas y las reglas, son parte axial en la práctica científica normal. La fuente principal de esta metáfora, según Kuhn es la existencia de una poderosa red de compromisos conceptuales, teóricos, instrumentales y metodológicos, que relacionan la ciencia normal con la resolución de puzzles. Kuhn no consideraba a los periodos de ciencia normal como aspiracional innovadores, marcando que la innovación puede de hecho provenir de teorías anteriores, por lo cual no solo se coloca frente a Popper, sino que reivindica en gran parte la revisión histórica en la filosofía de la ciencia. Kuhn plantea el concepto de “revolución científica” para referirse al advenimiento de un nuevo paradigma, luego de un periodo de crisis de la ciencia normal. La cual acumula una cantidad de puzzles sin resolver, o mejor dicho, que el paradigma vigente no puede resolver, acumulando así lo que el filósofo estadounidense denomina “anomalías”. Estas se transforman en un cúmulo lo suficientemente conflictivo como para poner en crisis el periodo de ciencia normal, se pone en duda que los problemas sean solucionables desde las teorías o reglas dominantes y se inicia el periodo de crisis que puede decantar en el cambio del paradigma vigente. Esto no ocurre porque el nuevo paradigma responda mejor a antigua preguntas, o a mas, sino porque las antiguas disciplinas y paradigmas son más incapaces de resolver las anomalías más urgentes. Puntualmente en la revolución se introducen nuevas formas de ver el mundo; no es un proceso acumulativo, tenemos que tener muy presente este punto, ya que se puede caer fácilmente en la creencia que el nuevo paradigma soluciona todos los problemas dejados por el anterior, lo cual no es así. El nuevo paradigma soluciona nuevos puzzles pero hará surgir otros que decantaran en una nueva crisis. “Los cambios revolucionarios son diferentes y bastantes problemáticos. Ponen en juego descubrimientos que no pueden acomodarse dentro de los conceptos que eran habituales antes de que se hicieran dichos descubrimientos”. A mi entender la noción de revolución científica kuhniana contienen en sí una noción de progreso, no lineal, una versión de progreso distinta, desde otra perspectiva. Entiendo que el progreso de la ciencia se juega en la resolución de rompecabezas por parte de los paradigmas en los periodos de ciencia normal, y que de hecho la revolución científica no es más que pasos axiales en ese progreso. En el mismo proceso revolucionario tenemos progreso, ya que como expone el mismo Kuhn “los cambios revolucionarios [...] ponen en juego descubrimientos que no pueden acomodarse dentro de los conceptos que eran habituales antes de que se hicieran dichos descubrimientos” Creo que la teoría de Kuhn lleva en sí conceptos de progreso, la solución de rompecabezas implica un acercamiento a la verdad en esa área, en donde el rompecabezas se jugaba, se intenta resolver. Kuhn nos dice que resolver los problemas es aprender cosas importantes acerca de la naturaleza, lo cual implica un aprendizaje, un proceso evolutivo; nos marca la posibilidad de uso, ante la semejanza en los rompecabezas, de soluciones anteriores, las cuales fueron aplicadas a otros rompecabezas. Hay una referencia de progreso en el conocimiento que me permite resolver lo estudiado y a su vez plantear nuevos problemas. Kuhn en el capítulo “El progreso a través de las revoluciones” expone las condiciones de progreso en la ciencia en contraposición a otras áreas de estudio, y allí nos dice que de hecho “que la mayor parte del tiempo no haya escuelas rivales que pongan en tela de juicio los objetivos y normas de los demás, torna mucho más fácil ver el progreso de una comunidad de ciencia normal”. Considero que el progreso de la ciencia está implícito en el concepto de revolución como también lo da a entender en su obra “La Teoría del Cuerpo Negro y la Discontinuidad Cuántica”, donde analiza la revolución en la física cuántica, y como fue un proceso revolucionario que devino de mucho antes que las ideas, revolucionarias también, de Max Plank. De hecho también considero que el periodo de pre-ciencia conlleva en sí un concepto de progreso, esos periodos de desacuerdos, debates, justificaciones de teorías no es acaso, en sí un progreso para el pensamiento científico. Sé que el concepto de inconmensurabilidad fue uno de los causantes de las críticas, y analizarlo excede el fin del presente parcial, solo diré que Kuhn emana una interesante respuesta al respecto, junto con una comparación al mismo concepto en Feyerabend en su texto “¿Qué son las revoluciones científicas?”. En Kuhn la ciencia es discontinua, no lineal, de allí las críticas que hemos analizado en la pregunta sobre su relativismo y su concepción del progreso. Creo que si suponemos la crisis como condición necesaria para la aparición de nuevas teorías, debemos aceptar que el único progreso probable vendrá de la discontinuidad crítica. La incapacidad de resolver los puzzles por parte de un paradigma, y la acumulación de anomalías generaran una ruptura, un quiebre, una grieta que decantaran en la crisis y posterior proceso revolucionario. Por lo cual estas líneas de ruptura de Bachelard me remiten a esos conceptos kuhnianos. Creo que Kuhn podría ser objetado por Popper acudiendo a una supuesta estratagema convencionalista. Popper nos dice que los convencionalistas sostienen que las leyes naturales son libres creaciones, invenciones, convenciones nuestras, ven a estas leyes como una construcción lógica. No ven en ellas propiedades del mundo, sino que la construcción es la que determina las propiedades de un mundo artificial. Nos dice Popper también que los convencionalistas, ante la amenaza de los nuevos experimentos falsacionistas, darán explicaciones que eliminaran las incompatibilidades que puedan haber surgido. Lo cual se asimila bastante al los nuevos paradigmas y su efectividad ante las anomalías que los hicieron surgir. Estimo que Popper culparía o arremetería contra Kuhn culpándolo de, sino un convencionalista, poseer estratagemas símiles a ésta. El concepto de ciencia normal, anomalías, paradigmas, que revolución mediante, estabilizan la ciencia normal, creo que sería considerada por Popper como convencionalista. Popper Previo a comprender cualquier proceso de análisis y estudio de los métodos científicos, debemos definir lo más exactamente posible la noción de base empírica, o qué podemos entender por base empírica. Considero oportuno diferenciar los objetos y entidades empíricas por un lado, y por otro objetos y entidades teóricas; está es la distinción inicial que debemos tener en mente para luego conceptualizar lo que entendemos por base empírica. Nuestro conocimiento de algunos objetos es directo, y de otros indirecto. Con directo referimos a aquellos objetos que conocemos sin mediación de teorías o instrumentos. O dicho de otra forma, son aquellos objetos que se nos presentan directamente a la experiencia. Lo opuesto, claro está, son los indirectos, los cuales requieren para ser conocidos, para presentarse a nuestra experiencia, una mediación, que medie una teoría, o un instrumento, un ejemplo claro son los átomos. Dicho lo cual denominaremos base empírica al conjunto de objetos que puede ser conocido directamente. La base empírica posee una función clave en lo que podemos denominar proceso de contrastación. Debemos partir de la base que, como dijimos en el punto anterior, la realidad, aquello a lo cual accedemos directamente, se nos presenta por lo se denomina base empírica. Por lo que parece evidente que cuando intentamos contrastar, corroborar nuestras hipótesis, compararemos lo que se ha conjeturado con lo que se advierte en la base empírica. Por lo que su función parecería ser de verificador último de la teoría, sustento en el cual podremos corroborar la misma y determinar su utilidad. Dígase, ante una hipótesis y luego de un proceso deductivo obtendremos lo que se denomina consecuencias observacionales de la hipótesis, los cuales son enunciados acerca de lo observable. Estos serán comparados con lo que nos muestra la base empírica. El proceso de comparación y puesta en prueba de la consecuencia observacional derivada de nuestra hipótesis, con la base empírica es lo que Popper denomina “contrastación de la hipótesis”. Del resultado de la misma se puede obtener la refutación de la hipótesis o su conservación, no así su verificación, nunca podemos afirmar la verdad de la hipótesis, sólo su resistencia. Recordemos que nunca se puede demostrar la verdad de una hipótesis, por el simple hecho de que de premisas falsas se puede obtener una conclusión verdadera, ergo si mi conciencia es verdadera, no implica que la hipótesis lo sea. Esto nos muestra la función de variante de contrastación que posee la base empírica, como nos sirve para el proceso de corroboración en Popper, ser parte clave del criterio de demarcación. La base empírica son los enunciados básicos contra los cuales se va a contrastar la teoría. Debido a que la captación de entidades no es un fenómeno que se nos dé sin dispositivo alguno, ya que contamos indefectiblemente con el lenguaje ordinario, el uso de este es lo que nos permite la primera captación de la realidad. Siempre que hablamos de objetos directos, su captación deviene de la intervención de un aparato semántico. Aclaramos esto para dar cuenta de que el conocimiento científico se propone mediante enunciados, y son estos elementos lingüísticos los que median y los que serán tomados como elementos constituidos de la base empírica; los cuales devienen en enunciados empíricos básicos, estos hablaran de la base empírica epistemológica. Como nos marca Juan Samaja, para Popper un camino para establecer el vínculo con la base empírica es el llamado hipotético-deductivo, el cual consiste en proponer teorías y extraer conclusiones, hasta obtener enunciados que hagan referencia directa a situaciones observacionales particulares. Estos serán base para el proceso de contrastación. Tenemos puntos concordantes así como grandes diferencias marcadas por Popper, en lo que corresponde a la base empírica entre el método que el autor expone con lo que denotan las bases empíricas del psicologismo y el naturalismo. Sabemos por el punto anterior que, como nos dice Popper, “hemos reducido la cuestión de la falsabilidad de las teorías a la de la falsabilidad de los enunciados singulares que he llamado enunciados básicos”; pero en el psicologismo estos enunciados, los que forman la base empírica, no sólo son enunciados justificativos sino también lo integran la experiencia perceptiva, integran la base empírica que nos va a determinar la corroboración de una teoría. Sí podemos decir, como también nos dice el positivismo, que la experiencia sensorial ha de ser la única fuente de conocimiento de todas las ciencias empíricas. Ya que nuestro conocimiento de mundo deviene de nuestra experiencia en el mismo, nos dice el autor, que “en las epistemologías del sensualismo y del positivismo se supone, sin más, que los enunciados científicos empíricos «hablan de nuestras experiencias»[…] En mi opinión, esta doctrina se va a pique con los problemas de la inducción y de los universales: pues no es posible proponer un enunciado científico que no trascienda lo que podemos saber con certeza «basándonos en nuestra experiencia inmediata»”. Para el psicologismo, las ciencias empíricas se pueden reducir a percepciones sensoriales y por lo tanto a nuestra experiencia. Para Popper el psicologismo es la doctrina por la cual los enunciados no solamente pueden justificarse por medio de enunciados, sino también por la experiencia perceptiva. Notamos que las bases empíricas remiten, en cierta forma, al enunciado empírico básico, pero en el caso del psicologismo interviene la experiencia perceptiva subjetiva. Como marca Popper, los enunciados en el psicologismo se justifican por medio de otros, como también vimos que se propone en las demás doctrinas; pero aquí interviene la experiencia perceptiva como un factor extra con el cual también se puede contar para la justificación de un enunciado. Si bien tienen una base común, la experiencia subjetiva es la fuente de conocimiento que da contenido a los enunciados. De hecho el mismo Popper define su perspectiva de la ciencia como “ligeramente diferente de la propugnada por las diversas escuelas psicoanalíticas”, recordemos que el filósofo austriaco se propone distinguir “netamente entre ciencia objetiva, por una parte y nuestro conocimiento por otro [...]estoy dispuesto a admitir que solamente la observación puede proporcionarnos un conocimiento acerca de los hechos” pero esto no justifica la verdad de ningún enunciado para Popper, quien reconoce la cercanía de su propuesta con la psicologista, al exigir la observabilidad teniendo que aclarar el mismo su forma de interpretar el concepto de evento observable. Desde mi punto de vista la objetividad de la base empírica y la falsabilidad están relacionadas, ya que la búsqueda por parte de Popper de una base empírica objetiva decanta en la posibilidad de enunciados básicos más fácilmente comprobables, más accesiblemente contrastables, cuya objetividad decantara en la posibilidad misma de un proceso de contrastación objetivo. Para Popper una teoría es científica si solo si es falsable. El factor objetivo buscado por el autor en el proceso de formación de la base empírica, por el cual discute con distintas doctrinas, como el psicologismo visto en el punto anterior, es un factor determinante, ya que él busca distinguir entre una ciencia objetiva y nuestro conocimiento subjetivo. Ya que considera la objetividad de los enunciados como punto de partida para la posibilidad de falsación de la hipótesis. La falsabilidad como criterio demarcatorio, nos indica que la viabilidad de una hipótesis depende de las relaciones lógicas que existen entre estas y las clases de enunciados básicos contra las cuales las contrastamos. Los enunciados básicos aceptables constituyen la base para esta corroboración. Lo que implica que si estos no son o no garantizan cierto grado de objetividad, sería casi imposible que se puedan constatar las teorías bajo el criterio de falsación objetivamente. La posibilidad de análisis intersubjetivo, no solo es una de las condiciones de la falsabilidad, sino que es una de las condiciones científicas claves de la objetividad. Lakatos Desde mi punto de vista la objetividad de la base empírica y la falsabilidad están relacionadas, ya que la búsqueda por parte de Popper de una base empírica objetiva decanta en la posibilidad de enunciados básicos más fácilmente comprobables, más accesiblemente contrastables, cuya objetividad decantara en la posibilidad misma de un proceso de contrastación objetivo. Para Popper una teoría es científica si solo si es falsable. El factor objetivo buscado por el autor en el proceso de formación de la base empírica, por el cual discute con distintas doctrinas, como el psicologismo visto en el punto anterior, es un factor determinante, ya que él busca distinguir entre una ciencia objetiva y nuestro conocimiento subjetivo. Ya que considera la objetividad de los enunciados como punto de partida para la posibilidad de falsación de la hipótesis. La falsabilidad como criterio demarcatorio, nos indica que la viabilidad de una hipótesis depende de las relaciones lógicas que existen entre estas y las clases de enunciados básicos contra las cuales las contrastamos. Los enunciados básicos aceptables constituyen la base para esta corroboración. Lo que implica que si estos no son o no garantizan cierto grado de objetividad, sería casi imposible que se puedan constatar las teorías bajo el criterio de falsación objetivamente. La posibilidad de análisis intersubjetivo, no solo es una de las condiciones de la falsabilidad, sino que es una de las condiciones científicas claves de la objetividad. Ambas posiciones tienen una visión teleológica de la ciencia. El primer paso de Lakatos consiste en distinguir entre dos tipos de falsacionismo: el falsacionismo dogmático (o naturalista) y el falsacionismo metodológico. Recordemos que el falsacionismo dogmático establece que, al las teorías científicas no poder ser demostradas ni hacerla probables, la evidencia empírica contraria y consolidada es el único árbitro para poder juzgarlas. Lakatos es particularmente crítico en referencia al falsacionismo dogmático, el cual llama “la variedad más débil del falsacionismo”. Su crítica se focaliza en dos puntos que considera erróneos; en primer lugar, admite una distinción fundamental entre proposiciones teóricas y proposiciones observacionales. En este aspecto, el filósofo intenta demostrar que, en realidad, es posible separar hechos y teorías, ya que nuestras observaciones nunca son objetivas, aunque estén cargadas de teoría. La segunda hipótesis que critica Lakatos, es la idea de que el valor de verdad de las proposiciones observacionales pueda ser establecido con certeza. En este caso Imre Lakatos retoma parcialmente la crítica al inductivismo. Aunque calificamos de observaciones algunas proposiciones, son elementos lingüísticos, que solo pueden derivar en otros elementos lingüísticos. En lo referente a el falsacionismo metodológico, el cual Lakatos divide en ingenuo y sofisticado, nos indica que no es legítimo asumir la existencia de hechos puros – hechos sólidos para Lakatos- y simples, objetivos e irrefutables: lo que nosotros consideramos hechos son en realidad proposiciones de naturaleza conjetural e hipotético. En lo referente a el falsacionismo metodológico, el cual Lakatos divide en ingenuo y sofisticado, nos indica que no es legítimo asumir la existencia de hechos puros – hechos sólidos para Lakatos- y simples, objetivos e irrefutables: lo que nosotros consideramos hechos son en realidad proposiciones de naturaleza conjetural e hipotético. El pensador distingue dos formas de convencionalismo, una conservadora y otra revolucionaria. El conservador sostiene que los científicos aceptan por convención teorías universales respecto de las cuales se toma la decisión de no permitir que sean refutadas por ninguna observación o experimento. El revolucionario, en cambio, sostiene que las teorías científicas se mantienen en virtud de convenciones pero ofrece además criterios que establecen en qué condiciones se han de eliminar de una teoría para dar paso a otra mejor. Lakatos constituye el falsacionismo metodológico sofisticado partiendo de la constatación de que el destino de una teoría no está establecido exclusivamente por un análisis: ninguna teoría ha sido desestimada simplemente por experimentos o afirmaciones observacionales fundamentales, como defendía el ingenuo. El pensador húngaro dice que “el falsacionismo sofisticado transforma así el problema de cómo evaluar las teorías en el problema de cómo evaluar las series de teorías. Lakatos está convencido de que para poder proceder a la falsación es imprescindible haber elaborado ya una teoría rival respecto a la dominante en un determinado periodo. El filósofo descarta la pretensión de encontrar una base confiable del conocimiento, ya sea en la razón o en la experiencia. Lo que nos quiere marcar el autor es que el falsacionismo no puede ser considerado una simple relación binaria entre una teoría y su base empírica, sino que debe ser concebido como una relación múltiple entre teorías rivales, la base empírica original y el crecimiento empírico que tiene su origen en la confrontación. El falsacionismo dogmático no es capaz de eliminar la clase más importante de las teorías científicas, ya que siendo éstas enunciados universales en su mayoría, implica que no pueden prohibir ningún fenómeno observable. Son lo que Lakatos denomina “enunciados universales de no-existencia” (Lakatos, 1989:29) por lo que no pueden, claro está, formar parte de la denominada “base empírica de contrastación”. Los mismos no son observables, y por ende no pueden ser, por el momento, probados por la experiencia. Carecen de base empírica, como también nos dice el filósofo, “el falsacionismo dogmático las relega al ámbito de la metafísica”. Esto es realmente un escollo a mi entender insalvable para el falsacionismo dogmático, ya que al descartar estas teorías por su falta de base empírica, le quita no solo una posibilidad de desarrollo a la teoría en sí sino a la ciencia en general; en este aspecto me parecen muchos más plausibles las posturas tanto de Lakatos como la de Kuhn salvando las distancias, ya que el filosofo estadounidense no pregona por un desarrollo teleológico de la ciencia. Lakatos vs. Kuhn Lakatos elige un método que permita reflejar el desarrollo de la ciencia, recordemos que él avala el desarrollo de la ciencia, una visión teleológica de la misma, coincidiendo así con Popper. Por ende desarrolla una unidad de análisis que denomina “programa de investigación científica”. El pensador húngaro nos explica que “según esta metodología, las grandes realizaciones científicas son programas de investigación que pueden evaluarse por sus cambios de problemas, progresivos y degenerativos; y las revoluciones científicas consisten en un programa de investigación que sobresee a otro. Esta metodología ofrece una nueva reconstrucción racional de la ciencia” (Hacking, 1985:220). Las teorías no deben examinarse en forma aislada, sino integrada en una secuencia de teorías que comparten un núcleo firme común. Un programa de investigación científica es una sucesión de teorías emparentadas. El “núcleo firme o duro” se halla resguardado por un cuerpo de hipótesis auxiliares, que forman un “cinturón protector” alrededor del núcleo. Dichas hipótesis pueden ser modificadas o directamente sustituidas, a fin de lograr el ajuste entre las teorías y resultados observaciones. No podemos olvidar que el programa de investigación proporciona las reglas que han de guiar las transformaciones necesarias y allí intervienen las heurísticas, negativa y positiva. La negativa prohíbe refutar el núcleo firme. La segunda, la heurística positiva, cumple una doble función, el primer lugar indica qué transformaciones se deben realizar en el cinturón protector para resolver las anomalías y, en segundo término, indica cómo encauzar la investigación, para que conduzca al descubrimiento de nuevos hechos. Siendo esta la función más importante. Lakatos es tajante, “donde Kuhn ve «paradigmas» yo veo también «programas de investigación» racionales”. Kant Immanuel Kant expone un concepto de naturaleza, el cual a lo largo del texto enfoca desde distintos ángulos, pero principalmente hace una extensión del análisis, o de las ideas expuestas sobre la naturaleza en su “Crítica de la Razón Pura”. Nos detalla, en la “Crítica del Juicio”, a la naturaleza como “la idea universal de naturaleza como la suma de los objetos de los sentidos”. “mero mecanismo”, independiente a la intervención del sujeto, y plenamente inteligente, naturaleza tomada como principio interno de causalidad. Sería recomendable, a mi entender, también tomar la definición, o mejor dicho, una de las definiciones de naturaleza que brinda el filósofo alemán en su Crítica de la Razón Pura, donde nos marca la diferenciación de dos conceptos que en muchas ocasiones usamos como equivalentes de forma errónea, según el autor. Siendo éstas expresiones: mundo y naturaleza. La primera nos la expone como el “todo matemático de todos los fenómenos y la totalidad de la síntesis de ellos (...) Pero este mismo mundo se llama naturaleza en la medida en que es considerado como un todo dinámico.” Kant en la crítica del juicio hace hincapié en la naturaleza como un todo dinámico que el sujeto constituirá a partir de su entendimiento, a través de la actividad subjetiva como función trascendental del conocer. El vínculo con ésta concepción de la naturaleza está, o debería estar, mediada por la actividad transformadora del sujeto. La capacidad del juicio es la capacidad de pensar o concebir lo particular como contenido en lo general. Un juicio teleológico de los fenómenos, considera a determinados objetos como si su concepto o idea incluyera en su origen o desarrollo. Hay que recordar que dos requisitos hacen falta para que una cosa puede ser considerada como fin de la naturaleza: las partes sólo deben ser posibles por su relación con el todo, y deben ser entre sí causa y efecto recíprocos de su forma. Según los propios medios del sujeto constituyente kantiano, su capacidad reflexiva será orientada a la organización del exterior natural, de ésta naturaleza dinámica, que debe ser abordada, comprendida y organizada por el sujeto, para así ser útil a los fines del mismo. Mediante la capacidad de juzgar reflexionante los organismos quedan dispuestos como meros agregados, correspondiendo a lo que Kant llama “idoneidad subjetiva” -los objetos que no son organismos serán la idoneidad objetiva-. Ésta facultad nos da la posibilidad de pensar el mundo en términos de finalidad y propósitos. Según él, lo único que prueba el principio de orden sistemático de la naturaleza es que no podemos dar cuenta de nuestro conocimiento del mundo, sin apelar a una finalidad. Debemos hacer comprensible la naturaleza, pero esto es sólo mediante nuestra subjetividad, sólo mediante la actividad del conocer. El ser humano, el sujeto humano, debe a través de la explicada idoneidad subjetiva organizar la naturaleza teleológicamente para no solo comprenderla, sino explicarla y ponerla a disposición para sus propios fines, como hemos mencionado. Recordemos también que la teleología, para Kant, es simplemente la necesidad de postular la unidad en lo diverso. El conocimiento es función de enlace y no determinación individual. Bajos estas características se aclara cómo se lleva adelante la función cognitiva del sujeto. La finalidad como teleología se proyecta a la Naturaleza como si ella obrara orientada fines de razón (modelo). Es la propensión del sujeto racional de sistematizar la teleología a toda la Naturaleza en su conjunto. Según el filósofo alemán, la materia organizada presenta tres características fundamentales. Kant nos marca que una cosa existe como fin natural cuando es causa y efecto de sí mismo: El filósofo alemán nos explica que la principal características de la materia organizada es que tienen la capacidad de producirse a sí mismo, en este caso la especie constantemente se presenta, según Kant, como efecto y causa de sí mismo. Manteniéndose constantemente como especie, perpetuarse como especie. Como segunda cualidad, el filósofo alemán nos marca el crecimiento de la misma, pero entendido éste como pro creación como segunda cualidad, el filósofo alemán nos marca el crecimiento de la misma, pero entendido éste como procreación. Y por último lugar, existe una reciprocidad en la conservación de las partes del todo, de las partes de la materia organizada. Kant escribe en la Crítica del Juicio que “la formación de una parte de esta criatura se opera de tal suerte que la conservación de una de estas partes depende de las demás y viceversa”. Una de las más “maravillosas” cualidades de la materia organizada es, como la naturaleza se defiende, como se protege habiendo sido mutilada. La materia organizada es la que implica necesariamente el concepto de ella como un fin natural.