Auto Supremo Nº 276 Sucre, 16 de octubre de 2017 Correspondiendo referir al respecto que la CPE que en su art. 49. III, al referirse a la estabilidad laboral en general, tiene señalado que: “ El Estado protegerá la estabilidad laboral. Se prohíbe el despido injustificado y toda forma de acoso laboral. La Ley determinará las sanciones correspondientes ”; en ese sentido también, el Órgano Ejecutivo a través de la Resolución Ministerial (RM) Nº 107 de 23 de febrero de 2010, en su art. 3, al referirse al retiro voluntario y estabilidad laboral, señaló: “…III. Aquellas renuncias resultantes de presión u hostigamiento por parte del empleador, serán considerados como retiros forzosos e intempestivos para fines de Ley ”; disposiciones protectivas que de ninguna manera pueden pretender ser desconocidas cuando se presenta un hecho real que acomode su accionar en tales previsiones normativas. Si bien nuestra legislación no otorga una definición de lo que debe entenderse como acoso laboral, tampoco el de presión u hostigamiento, que permita así identificar a cabalidad los actos de hostilidad, empero el Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual de Cabanellas, define a la presión como: “… Coacción, Abuso de mando, influjo o autoridad para que otros procedan contra naturales inclinaciones y reconocidos derechos… ”, Así también respecto al acoso, relacionados con términos acosamiento o acosar, se tiene por definición en el mismo catálogo: “La insistencia de fatiga en el trabajo; hostigar, incomodar, molestar…”. Sobre la invocada figura del acoso laboral o moral, llamado también mobbing, cuya positivación de manera genérica se encuentra plasmada en la norma fundamental del Estado, así como en norma reglamentaria emitida por el Órgano Ejecutivo del Estado, figura de la que el Auto Supremo Nº 243 de 19 de agosto de 2005, citando a la doctrina, evidentemente refirió como: “ …se encuentra configurado por conductas deliberadas del superior (vertical) o de los pares (horizontal), que lesionan la dignidad o integridad psíquica o social del trabajador, con incidencias en la degradación de las condiciones laborales, emergente de la humillación o el hostigamiento ejercido, ya sea mediante actos de discriminación (racial, de género, sexo, etc.), aislamiento social, cambios de puesto, no asignarle tareas o asignarle tareas inocuas o degradantes o de imposible cumplimiento, insultos, amenazas o cualquier otra que suponga maltrato psicológico, de los que se generan dos alternativas: la disolución voluntaria del vínculo laboral, que constituye generalmente la finalidad del acoso o la sumisión del trabajador, con sus consecuentes secuelas en el deterioro de la salud” (sic), encontrándose así que sus características más sobresalientes pueden verse reflejadas en: Una conducta ilegítima, abusiva u hostil hacia el trabajador, sea por parte del empleador, sus jefes o superiores o los compañeros de trabajo, a través de distintas actividades; El carácter reiterado y sistemático de la conducta hostil; La existencia de una conducta hostil prolongada; Una conducta deliberada para humillar y denigrar al trabajador; y Finalmente una conducta que ocasiona daño psíquico y psicosomático a la salud del trabajador, conforme se puede inferir de las definiciones que otorgan los estudiosos del derecho respecto al Mobbing o acoso laboral, como son: Leymann, Hirigoyen, Piñuel y Zabala, y Serrano Olivares; las que perturban el ejercicio de las labores del trabajador, de modo que la persona acaba aislada o abandona su trabajo, caracteres que además deben tener la cualidad de ser objetivados de modo que no sean meramente subjetivos. En ese sentido, es necesario observar los datos que constan en el relato fáctico del caso en examen, que en esencia y en los que aquí interesa consisten en los siguientes: que existen tres procesos sumarios consecutivos, que en la Resolución Administrativa Nº 002/2007 resuelve amonestación escrita y multa del 20% del haber básico del trabajador, a fs. 2 consta la rotación de funciones por instrucción de gerencia y la carta de fs. 3 por la cual el trabajador pone en conocimiento el retiro indirecto por rebaja de categoría, con base en lo anterior no es difícil concluir que existió hechos o conductas hostiles concretas e indubitables con incidencia en las condiciones laborales, de tal modo que resultó insostenible la relación laboral, y si bien la normativa prevista en el art. 2 del DS Nº de 09 de marzo de 1937 establece que en caso de rebaja de sueldos, los empleados tendrán la facultad de permanecer en el cargo o retirarse de él, entendiendo por ello que se produce el despido indirecto del trabajador, así también dicho despido indirecto se configura en función a que por culpa atribuible al empleador que incita y obliga al trabajador a tomar decisiones como consecuencia de la alteración de condiciones de la relación laboral, modifica de manera sustancial la armonía de la actividad laboral, pudiendo ser ésta por alteración del horario de trabajo, reducción de salario, traslado del trabajador a un puesto de trabajo inferior o el impago del salario. Consiguientemente al haberse demostrado la existencia de presión y hostigamiento y al haberse determinado la existencia de un retiro indirecto, le corresponde el pago de los beneficios sociales demandados de acuerdo al art. 13 de la LGT, tal como acertadamente determinó el Tribunal ad quem en su fallo, en base a una correcta y adecuada valoración de las pruebas aportadas durante la tramitación del proceso, conforme determina el art. 158 del CPT. No correspondiendo aplicar la sanción prevista por el art. 12 de la LGT, al trabajador, máxime sin en los juicios sociales no se admite la reconvención o mutua petición.