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INTERRUPCIÓN DE LA PRESCRIPCIÓN.

Auto Supremo: 399/2020
Sucre: 30 de septiembre de 2020
En el Auto Supremo Nº 220/2012, de 23 de julio se razonó respecto al
art. 1503 del Código Civil, que dispone: " La prescripción se interrumpe por una
demanda judicial, un decreto o un acto de embargo notificados a quien se quiere
impedir que prescriba, aunque el juez sea incompetente". Recurriendo al criterio
del Autor Luis Moisset de Espanés, “…señala que uno de los problemas más
serios que se presentan en la doctrina y la jurisprudencia es el relativo al
alcance y valor que debe darse al vocablo demanda. Para unos la demanda
judicial a que hace referencia la norma y que interrumpe la prescripción no
puede ser otra que la demanda tendiente al cobro de la acreencia, sin embargo,
otros autores consideran que la palabra demanda, en un sentido más amplio,
comprende todas aquellas peticiones judiciales que importen una manifestación
de la voluntad del acreedor de mantener vivo su derecho, en ese sentido, el
citado autor, anotando el criterio expuesto por la Corte Suprema de la Provincia
de Buenos Aires, apunta que: "el término "demanda", no debe tomarse a la
letra, y no excluye otros actos igualmente formales y demostrativos de la
intención del acreedor de no permanecer en inactividad o silencio para el cobro
de su crédito".
En resumen, podemos señalar que todo acto jurídico procesal que denote una
manifestación de voluntad que acredite en forma auténtica que el acreedor no
ha abandonado su crédito y que su propósito es no dejarlo perder, pudiera
encontrarse inmerso dentro el término "demanda" y pudiera generar el efecto
interruptivo previsto en el citado art. 1503 del Código Civil. Siendo en
consecuencia tres los requisitos esenciales que el acto jurídico procesal debería
reunir para que interrumpa la prescripción: 1) Ser deducido ante un órgano
jurisdiccional; 2) Demostrar inequívocamente la voluntad del acreedor de lograr
el cumplimiento de la obligación; 3) Ser notificado a quien se quiere impedir que
prescriba”.
“Siendo la verdad material uno de los principios en que se funda la jurisdicción
ordinaria, reconocido por el art. 180.I de la Constitución Política del Estado,
debe tenerse en cuenta que el acto preparatorio que reúna esos requisitos, de
manera inequívoca pone de manifiesto la intención del acreedor de no
abandonar o renunciar al ejercicio de su derecho, toda vez que es precisamente
la inacción o abandono del ejercicio del derecho lo que da lugar a la
prescripción, y cuando el interesado deduce un acto jurídico procesal que
encierra los tres requisitos anotados anteriormente, pone de manifiesto su
intención de ejercitar su derecho y no abandonarlo, aunque no lo haga a través
de una demanda dirigida a ejercitar el derecho directamente, sino a preparar la
demanda, pero con el mismo fin, cual es el de ejercitar el derecho subjetivo,
dejando saber a su deudor expresamente que esa es su intención”.
La doctrina establece dos presupuestos para la prescripción, al respecto Díez-
Picazzo y Gullón (Instituciones del Derecho Civil, Vol. I/1, pág. 282) señala
que: “Pero el transcurso fijado en ley no es suficiente para perfilar la
prescripción. Es uno de sus dos presupuestos. El otro lo constituye la falta de
ejercicio del derecho.
La falta de ejercicio del derecho es la inercia o la inactividad del titular ante su
lesión (p. ej., acreedor que no reclama el pago de la deuda, propietario que no
impide que un tercero usufructúe su finca). No obstante, esta falta de ejercicio
debe ir unida a una falta de reconocimiento del derecho por parte del deudor o
sujeto pasivo de la pretensión que contra él se tiene”.
En virtud a lo expuesto, la prescripción para surtir el efecto extintivo del
derecho debe transcurrir el tiempo determinado en ley, unido a la
inactividad del titular ante el incumplimiento de la obligación, y la ausencia de
reconocimiento del derecho por parte del deudor, conforme establece los arts.
1492 y 1493 del Código Civil.
Teniendo la prescripción como base la inercia o inactividad del derecho, es
lógico que el reclamo del derecho imposibilite su acaecimiento, interrumpiendo
la prescripción, reponiendo el tiempo establecido debiendo contarse
nuevamente por completo, que puede permitir, interrupción de por medio, la
duración de un derecho indefinidamente, conforme señala el art. 1506 de la
norma Sustantiva Civil.
El art. 1503 del Código Civil, señala: “I. La prescripción se interrumpe por una
demanda judicial, un decreto o un acto de embargo notificados a quien se quiere
impedir que prescriba, aunque el Juez sea incompetente.; II. La prescripción se
interrumpe también por cualquier otro acto que sirva para constituir en mora al
deudor”.  En tal caso, la norma presenta dos escenarios de interrupción vía
judicial y extrajudicial. La primera mediante actos desarrollados ante
tribunales jurisdiccionales, aún incompetentes, y la otra, es oponer un acto
que sirva para constituir en mora al deudor.
Ricardo J. Papaño, Claudio M. Kiper, Gregorio A. Dillon, Jorge R. Causse en
su Obra Derechos Reales y Guillermo Borda, en su libro Tratado de Derecho
Civil, Derechos Reales I, teorizan sobre la interrupción de la prescripción y
establecen que: “…la interrupción significa una prescripción no cumplida,
porque desde el momento en que el término legal ha transcurrido íntegramente,
se produce ipso jure la adquisición del dominio y la prescripción ha consumado
todos sus efectos.” (G. Borda); en ese mismo sentido se indica “…la interrupción
de la prescripción actúa directamente sobre el elemento posesión (y no sobre el
tiempo, como la suspensión), y priva a ésta del quinto requisito necesario para
usucapir: la interrupción.  Como consecuencia de ello, el efecto de la
interrupción es eliminar totalmente, como si no hubiera existido, la posesión
anterior.  Lo expuesto significa, obviamente, que para que la interrupción
tenga lugar no debe haberse cumplido el término de la
prescripción.” (Papaño, Kiper, Dillon y Causse).
De lo manifestado se concluye que la interrupción de la prescripción
únicamente es posible cuando el término de la misma (prescripción) está
en curso, de ninguna manera resulta correcto afirmar que la prescripción
ya operada pueda ser interrumpida, por actos posteriores a su
consolidación.

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