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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA.

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN.


UNIVERSIDAD NORORIENTAL PRIVADA “GRAN MARISCAL DE AYACUCHO”
FACULTAD DE DERECHO

INFORME ANALITICO
UNIDAD I: LA ETICA

PROFESOR (A). ABG:


ESTUDIANTES:
LIVIA GONZALEZ. GARCIA KLEIRANNELL. C.I.:
19.369.922.
SEMESTRE: 4° 1D1. COLON ANDRES. C.I.:
28.620.128.
FIGUERA YULIANNYS. C.I.: 26.608.789.
MOGOLLON PAOLA. C.I.: 29.895.909.
VELÁSQUEZ FRANCIS. C.I.: 30.497.865.

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MATURÍN, SEPTIEMBRE 2021.
Primeramente debemos señalar que las RELACIONES ENTRE EL
DERECHO Y LA MORAL en el ordenamiento jurídico es factor necesario para la
constitución y organización de toda la sociedad. Así mismo Derecho y Moral
responden a dos modelos distintos en orden al deber, pero intrínsecamente
conectados desde su misma raíz. De lo bueno-malo a lo licito-ilícito. El derecho, lo
mismo que la moral, tiene su fundamento justificación en la ética. Esto quiere decir
que no es lo mismo “licitud jurídica” que “exigencia moral”, porque no responden a
la misma motivación ni mismo origen causal: el acto humano moral se rige por la
conciencia; el jurídico se rige directamente por la ley. El acto humano oral es
autónomo y el jurídico es heterónomo.
Por otra parte, la moral y el derecho se distinguen en sus consecuencias
prácticas: las normas jurídicas son coercitivas por heterónomas; las normas
morales son, o indiferentes o plausivas o conflictivas o reprensorias, por
autónomas. Las jurídicas se reducen a la materialidad de la acción, al
cumplimiento de una ley; las morales se valoran por la rectitud de intención,
fundada en la “voz-ley” de la propia conciencia.
Según Kant, legalidad es el acuerdo de una acción; oralidad, en cambio es el
carácter de una acción, movida por el imperativo del deber. De lo dicho podemos
concluir que, si bien el derecho y moral son cualitativamente distintos, son
interdependientes y deben proyectarse al ser-moral-social, síntesis del
humanismo ético, basado en el deber-ser del hombre.

LA ÉTICA de acuerdo con Sánchez A. en su acepción etimológica responde


al sustantivo griego ézos (costumbre, hábito), que deriva a su vez de los verbos
ézo (tener costumbre, estar acostumbrado) y ezídso (acostumbrarse, habituarse,
soler). En Aristóteles la expresión ézos viene ya expresamente asociada al
carácter y comportamiento del hombre, a su modo de conducirse y actuar. De aquí
que la concepción inicial y más simple de la ética, la define como la ciencia de las
costumbres. Y esta será la interpretación tradicional griega que, al hablar del
origen y naturaleza de la ética, no la considera cualidad innata, sino virtud
adquirida por la repetición de actos, llegando así a convertirse en hábito o
costumbre normal del hombre.

En cuantos a sus GENERALIDADES debemos señalar, que a la naturaleza


humana original la ética añade una “segunda naturaleza”, es decir, una propia y
personal forma de ser y de actuar que sobre el ser natural imprime el ser moral en
el mejor ejemplo de autogénesis; Es por ellos, que en términos Generales
podemos definir ética como la ciencia de la conducta , bien sea derivada de la
naturaleza del hombre en razón del fin que debe conformarse y de los medios
ordenados a conseguirlo, o en razón del impulso motor de la conducta humana y
de los actos que la determinan.

LA ÉTICA PÚBLICA estudia el comportamiento de los funcionarios en


orden a la finalidad del servicio público que le es inherente. Por tanto es la ciencia
que trata la moralidad de los actos humanos en cuanto realizados por funcionarios
públicos. Esta disciplina ofrece definitivamente al servidor público un conocimiento
que lo lleva a actuar de una determinada manera en cada situación, ofreciendo
auxilio con respecto a la elección de lo que es conveniente o no para la
colectividad, estableciendo los criterios con el fin de lograr un bien para la
comunidad.
En síntesis es la ética aplicada en los servidores públicos, entendiendo por
éstos aquéllas personas que ocupan u cargo público ya sea por elección,
oposición u otra medio, y que tienen una responsabilidad ante el Estado. La ética
pública se refiere entonces a los actos humanos en tanto que son realizados por
gobernantes y funcionarios públicos en el cumplimiento del deber.

HISTORIA DE LA ABOGACÍA.
Si bien hoy día esta profesión conforma una parte sustancial de la vida de la
humanidad, la misma en su accionar no tiene raíces recientes; pues mucho antes
de conocer a los Abogados, litigantes en este caso, como los vemos hoy día; han
pasado miles de años de historia de la civilización humana donde el Derecho ha
estado presente en cada etapa de la vida propia, y con ello el inicio del actuar en
su debida etapa de los insignes Abogados.
Primeramente debemos saber ¿de qué se encarga la Abogacía? Pues bien,
la misma ha sido entendida durante miles de años muy básicamente como la
actividad de quien se dedica a interceder por otro. En la antigua Grecia, para los
años 590 a.C. comenzaban a verse los primeros indicios de profesionalización de
esta actividad, esto producto de que comenzaron los Jueces de los Tribunales
Griegos a obligar a las partes a sostener por sí mismos sus Derechos en cuestión
con base en la antigua Ley de Solón, la cual destacaba que quienes necesitaban
dirimir alguna “litis” debían defender su causa en forma personal; fue así hasta que
las Leyes promulgadas por el legislador y uno de los siete sabios de Grecia,
Solón, dispusieron una serie de reglas para que las partes contaran con la
asistencia de un pariente o de un amigo que completara sus alegatos jurídicos,
siendo la abogacía signada en este momento con el nombre de “synagor” en la
mencionada Grecia, tiempo después aparecen en la vida jurídica de los Tribunales
en la misma, los llamados “logógrafos”, quienes vendían a los ciudadanos
defensas preparadas de antemano para las causas.
Comenzaban a verse entonces rasgos más claros del ejercicio del Derecho
tal como lo conocemos hoy día. Algunos de estos primitivos abogados fueron
ilustres como el Filósofo; Antifonte de Atenas, el orador ático Iseo, o el mismísimo
estadista Pericles, quien es considerado el primer abogado de la historia de la
humanidad; quienes sin ser profesionales del Derecho como los conocemos hoy
día, escribían discursos de defensa o acusación para las causas fuera de los
Tribunales y los vendían a las partes para su lectura en la audiencia. En las
mismas leyes de Solón se encontraron estatutos para el ejercicio de la Abogacía,
en las cuales desataca un punto histórico el cual es que las mujeres por razón de
género no podían ejercer como Abogadas.
Ahora bien, la antigua Roma es reconocida históricamente como la creadora
del Derecho Occidental, pues es acá por ende donde se tienen más claros
conocimientos del ejercicio de la Abogacía hace miles de años como hoy día; es
destacable primeramente que en Roma la administración de Justicia o las
formulas procesales del Derecho estaban en mano de los Sacerdotes, no obstante
mil años después Justiniano destaca que los Jurisconsultos pueden ser
considerados sacerdotes de la Justicia; alta relación entre ambas, por ende. En el
antiguo foro romano, donde se llevaban a cabo los actos de justicia, quien tenía la
capacidad de ejercer defensa o interceder por otro ante el tribunal en cuestión
tenía la figura de “Patrono” por lo que es aquí, en la antigua Roma donde se
origina la hoy conocida función del Abogado con un enfoque más profesional;
cambiada la denominación luego a “advocati” o “causidici” que es cuando la
defensa ante el Tribunal de Justicia se convierte plenamente en una verdadera y
legitima profesión de ejercicio. Uno de los datos mas llamativos es que en principio
esta práctica era sin fines de lucro y significaba a quien la ejercía un alto honor; sin
embargo posteriormente se autorizaron las llamadas, contraprestaciones, y se
debía entonces celebrar un contrato de arrendamiento de servicio para tales
efectos. Esto ya muy semejante a las prácticas de Derecho de hoy día en la tarea
de Abogados que ejercen la Defensa Privada en las causas, quienes actúan en
litigios bajo la defensa de un procesado, a cambio de intereses previamente
establecidos.
Asimismo la historia de la antigua roma, donde conocemos el inicio
profesional de los abogados, nos habla de otro tipo de estos; como lo fueron los
Abogados que realizaban funciones notariales, acciones que al principio fueron
atribuidas a diferentes oficiales públicos y privados, algunos con los nombres de
“notarri”, los “amanuenses”, “cognitor” o “logofraphis”; sin embargo el antecedente
fijo y más conocido a estos abogados que actuaban como notarios eran los
tabullarius y el tabellio. De esta forma clara se es entendido el ejercicio de la
abogacía a lo largo del tiempo, que nunca ha dejado a un lado su actitud de
defensa e intercesión por los demás, persiguiendo justica, ante tribunales
pertinentes.

MORAL Y DEONTOLOGÍA JURÍDICA.


Es menester conocer de antemano el campo de la Deontología como tal, ya
que partiendo de ésta, conoceremos su compenetración con la moral, y su
posterior influencia para el mundo jurídico. La deontología en concepto claro y
práctico debemos entenderla como la ciencia que estudia los fundamentos del
deber; usualmente sirve ella para definir los criterios de acción en un ámbito
profesional. Partiendo de este concepto, entendemos que la deontología es
ejemplo sustancial de una teoría ética que se ocupa de regular los deberes;
traduciéndolos en preceptos claros y normas morales. En tanto al servicio de la
misma respecto a un ámbito profesional; es donde podemos mencionarla en el
mundo Jurídico, en consecuencia de ello conociendo a la mencionada Deontología
Jurídica.
Esta Deontología es comprendida como aquella que instituye el conjunto de
deberes y obligaciones, de tipo legal y ético, que debe regir el proceder, la
conducta y el desempeño específicamente de los profesionales del área del
Derecho. Es entonces la Deontología Jurídica parte fundamental del ejercicio del
Derecho, ya que toca directamente la ética en el accionar de los actuantes en el
campo jurídico. Existen tres esenciales puntos relacionados que le dan nacimiento
a la Deontología Jurídica tal y como la conocemos, los cuales son; la ética, la
moral y la axiología jurídica. Este trío es entendido por algunos autores como la
forma de desglosar la Deontología Jurídica, y a su vez forman parte de la Filosofía
Jurídica. Pues bien, la ética como ya lo hemos mencionado es uno de los
conceptos que persigue proteger la Deontología Jurídica; ya que esta apela la
conciencia moral de la persona, esa capacidad interna del ser humano de hacer lo
correcto o lo incorrecto, lo bueno o malo, el buen vivir, la felicidad o el saber; la
moral por su parte defiende lo bien aceptado socialmente, siendo las costumbres
sociales o en este caso jurídicas quienes construyan la moral del ser, y por su
parte la Axiología jurídica, la cual es la ciencia que estudia y trata los valores
jurídicos, es decir, vela porque los valores hagan un correcto modelo derecho o
que primen cuando se ejerza el Derecho. Por ende su estructura consolida la
razón de la Deontología en la misión de regular el proceder correcto y apropiado
del abogado en su ejercicio profesional.
Es por ello que una de las importancias de la Deontología Jurídica desde el
punto de vista jurídico radica en su contribución a humanizar la profesión en la
práctica del Derecho, pues dada la dimensión humanista de la abogacía, resulta
fundamental disponer de una serie de reglas que superando dicha idea,
fortalezcan esta vertiente humana de la profesión, lo que sin duda repercute en las
relaciones diarias del abogado con los clientes y el resto de los operadores
jurídicos, por ejemplo. A su vez que como la Deontología Jurídica proporciona
todo un conjunto de principios y reglas que regulan el comportamiento del
abogado, estas sirven de orientación y guía al profesional en aquellas
circunstancias en las que se planteen problemas en sus relaciones con clientes,
con los compañeros o con los órganos judiciales en cuestión. Siempre con el
objeto de proteger y fomentar los deberes morales de los profesionales del
Derecho en su accionar jurídico, consolidando entonces la deontología jurídica y la
moral una sólida relación que constituye todos los deberes aprobados para el
ejercicio de una profesión, lo que le brinda el carácter colectivo conceptual de la
moral y la Deontología Jurídica.
POTESTAD LEGISLATIVA Y ANÁLISIS DEL CÓDIGO DE ÉTICA
PROFESIONAL DEL ABOGADO VENEZOLANO.
En primer término hacemos saber que la “potestad legislativa” se refiere a
aquella capacidad de promulgar leyes en pro de la república; corresponde
entonces esta facultad, en nuestro caso venezolano, en dos fases; la primera
pudiéramos decir de forma micro a cada Estado en su Consejo Legislativo
conformado por un número no mayor de quince ni menor de siete integrantes,
quienes proporcionalmente representarán a la población del Estado y de los
Municipios en cuestión, cuyos legisladores pueden proponer leyes y acuerdos ante
el Consejo Legislativo e intervenir en las discusiones y votaciones de los mismos.
No obstante, de forma macro, quien cuenta con potestad legislativa respecto al
ordenamiento jurídico nacional es la Asamblea Nacional de la República; quien
detenta el Poder Legislativo de la Nación, uno de los Poderes Públicos
Nacionales; cuya Asamblea está integrada por diputados electos directamente por
el pueblo en sufragio universal en sus distintos circuitos; en el seno de la misma,
entre otras funciones, se promulgan las leyes de la nación que conforman el
ordenamiento jurídico nacional.
Ahora bien, en oportunidad de culminar nuestro analítico informe,
señalamos un, no por último, menos importante punto, el cual está relacionado
con el tan sustancial Código de Ética Profesional del Abogado Venezolano. Pues
este Código, específicamente en sus artículo del 1 al 20 establece una serie de
reglas y normativas a los profesionales del Derecho que deben ser muy bien
entendidas e internalizadas para el buen ejercicio de esta profesión; esto en
consecuencia de los puntos anteriormente destacados en este informe, bajo los
principios de ética y moral propia necesaria del correcto actuar de un Abogado.
Es propicio destacar que se ubica en este código en los artículos mencionados los
principios morales y éticos más necesarios y sustanciales en la práctica del
ejercicio del Derecho; de esta forma entendemos pues a este Código como un
textual garante del cumplimiento de los mismos

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