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Comentario art.

2 LPC

Rodrigo Momberg U.

Artículo 2º.- Quedan sujetos a las disposiciones de esta ley:


a) Los actos jurídicos que, de conformidad a lo preceptuado en el Código de Comercio u
otras disposiciones legales, tengan el carácter de mercantiles para el proveedor y civiles
para el consumidor;
b) Los actos de comercialización de sepulcros o sepulturas;
c) Los actos o contratos en que el proveedor se obligue a suministrar al consumidor o
usuario el uso o goce de un inmueble por períodos determinados, continuos o discontinuos,
no superiores a tres meses, siempre que lo sean amoblados y para fines de descanso o
turismo;
d) Los contratos de educación de la enseñanza básica, media, técnico profesional y
universitaria, sólo respecto del Párrafo 4º del Título II; de los Párrafos 1º y 2º del Título III;
de los artículos 18, 24, 26, 27
y 39 C, y respecto de la facultad del o de los usuarios conforme a los procedimientos que
esta ley establece, para hacer efectivos los derechos que dichos Párrafos y artículos les
confieren.
No quedará sujeto a esta ley el derecho a recurrir ante los tribunales de justicia por la
calidad de la educación o por las condiciones académicas fijadas en los reglamentos
internos vigentes a la época del ingreso a la carrera o programa respectivo, los cuales no
podrán ser alterados sustancialmente, en forma arbitraria, sin perjuicio de las obligaciones
de dar fiel cumplimiento a los términos, condiciones y modalidades ofrecidas por las
entidades de educación;
e) Los contratos de venta de viviendas realizadas por empresas constructoras, inmobiliarias
y por los Servicios de Vivienda y Urbanización, en lo que no diga relación con las normas
sobre calidad contenidas en la ley Nº 19.472, y
f) Los actos celebrados o ejecutados con ocasión de la contratación de servicios en el
ámbito de la salud, con exclusión de las prestaciones de salud; de las materias relativas a la
calidad de éstas y su financiamiento a través de fondos o seguros de salud; de la
acreditación y certificación de los prestadores, sean éstos públicos o privados, individuales
o institucionales y, en general, de cualquiera otra materia que se encuentre regulada en
leyes especiales.

I.- Introducción.
El actual artículo 2 de la LPC es consecuencia de la reforma introducida por la ley
N°19.955 de 14 de julio de 2004. Su deficiente y reglamentario texto refleja las diversas y
numerosas modificaciones que se le introdujeron durante la tramitación parlamentaria,
influidas más de las veces por situaciones de contingencia que por una adecuada técnica
legislativa.1 Por medio de una enumeración casuística, se buscó evitar que los proveedores
1
Demostrando el carácter netamente instrumental de la enumeración contenida en el artículo 2, Jara sostiene
que durante la tramitación parlamentaria “se hizo necesario por la vía de excepciones al requisito del acto
mixto, introducir aquellas actividades económicas que en opinión de los legisladores habían generado el
mayor número de reclamos por parte de los consumidores durante los años de vigencia de la Ley N°19.496”;
Jara, Rony, “Ámbito de aplicación de la ley chilena de protección al consumidor: aplicación de la ley 19.496
y modificaciones de la ley 19.955”, en La protección de los derechos de los consumidores en Chile,
evadieran su responsabilidad alegando la inaplicabilidad de la LPC a estas situaciones
puntuales. Sin embargo, al mismo tiempo se introdujeron una serie de contra excepciones a
cada uno de los numerales, que en definitiva hacen que el texto legal sea de difícil
interpretación, y quede incluso en algunos casos (como en su letra f) casi desprovisto de
sentido o aplicación. A lo anterior se une su controvertida relación con el artículo 2 bis, tal
como se explicará más adelante.
La norma que se comenta es además, particular del sistema chileno, no teniendo
símil en derecho comparado. En este sentido, lo mejor sería que una futura reforma
prescindiera de este tipo de enumeraciones, por definición incompletas y sujetas a
constantes requerimientos de actualización. Un concepto amplio de consumidor, proveedor
y de relación de consumo, como asimismo una norma precisa que establezca la prevalencia
(o no) la LPC sobre otras legislaciones especiales, constituyen los medios más adecuados
para asegurar una efectiva protección al consumidor.

II.- Los actos mixtos


La letra a) del artículo 2 señala que quedan sujetos a la aplicación de la LPC “Los
actos jurídicos que, de conformidad a lo preceptuado en el Código de Comercio u otras
disposiciones legales, tengan el carácter de mercantiles para el proveedor y civiles para el
consumidor”.
Este artículo hace referencia a los denominados actos mixtos, categoría propia del
Derecho Mercantil y que implica que un mismo acto puede ser a la vez mercantil para una
de las partes (en este caso el proveedor) y civil para la otra (el consumidor). En nuestro
ordenamiento, los principales actos de comercio se encuentran enumerados en el artículo 3
del Código respectivo, artículo que según la doctrina tiene carácter taxativo, pero que
debido a la amplitud en la redacción de algunos de sus preceptos (p. ej. el Nº5 parte final y
el Nº16), permite la inclusión de actos no expresamente señalados en él.2 Además, existen
actos de comercio no mencionados en el artículo 3 del Código de Comercio, como el
contrato de cuenta corriente mercantil o las sociedades mercantiles. Para efectos de
determinar la mercantilidad de un acto, especial importancia cobra la denominada “teoría
de lo accesorio”, en virtud de la cual se presumen mercantiles (civiles) ciertos actos cuando
se relacionan con una profesión, actividad o acto jurídico principal de carácter comercial
(civil), ya sea porque lo facilitan, contribuyen a acrecentarlo o realizarlo, o simplemente lo
garantizan.3 De esta manera, actos que por su naturaleza son civiles, deberán entenderse
mercantiles para efectos de su calificación jurídica y viceversa. En todo caso, la aplicación
de esta teoría tiene excepciones, en el caso de actos esencialmente civiles o bien aquellos
que por mandato legal deben siempre considerarse mercantiles.
Sin duda que el carácter mixto del acto era antes de la reforma del año 2004 uno de
los requisitos generales para la aplicación de la LPC. Así, el texto derogado del artículo 2
señalaba en su inciso primero que “Sólo quedan sujetos a las disposiciones de esta ley los
actos jurídicos que, de conformidad a lo preceptuado en el Código de Comercio u otras
disposiciones legales, tengan el carácter de mercantiles para el proveedor y civiles para el

Cuadernos de Extensión Jurídica 12, 2006, Santiago, Facultad de Derecho de la Universidad de Los Andes, p.
43.
2
Sandoval López, R., Manual de Derecho Comercial, Tomo I, 3ª Ed. Actualizada, Ed. Jurídica de Chile,
Santiago, 1992, p. 137.
3
Sandoval (n. 2), p. 85.
consumidor”. La norma, al utilizar la expresión “sólo” tenía entonces el claro sentido de
excluir del ámbito de aplicación de la LPC a aquellos actos jurídicos que no tuviesen el
carácter de mixtos, salvo las excepciones que el mismo artículo contemplaba: los actos de
comercialización de sepulcros o sepulturas y aquéllos en que el proveedor se obligaba a
suministrar al consumidor el uso o goce de un inmueble por períodos determinados,
continuos o discontinuos, no superiores a tres meses, siempre que lo fuesen amoblados y
para fines de descanso o turismo.
Al contrario, el nuevo texto del citado artículo no está redactado en términos
excluyentes, sino que se limita a enumerar actos y contratos a los cuales es aplicable la
LPC. Tal como se señaló, la norma enumera una serie de actos o contratos de naturaleza o
carácter especial o particular, por lo que también los actos mixtos deben considerarse
especiales o particulares para efectos de la LPC. Del análisis comparativo de ambos textos,
puede deducirse que la circunstancia que el acto objeto de la relación de consumo tenga
carácter de mixto, ha dejado de ser un requisito general y sólo es uno más de los casos en
que la Ley se aplica, de manera que ésta puede perfectamente aplicarse a actos que no
tengan tal carácter según la ley mercantil.4 El hecho que el requisito del doble carácter del
acto de consumo sea particular de nuestro ordenamiento, es también un argumento para
sostener al menos una interpretación restrictiva del mismo.5
Reafirma la interpretación anterior la norma de contra excepción general que se
establece en el artículo 2 bis, el cual hace que la LPC sea aplicable siempre que se trate de
alguno de los presupuestos contemplados en la referida norma, independientemente de la
naturaleza jurídica del acto o contrato. Lo anterior, ya que con la expresión “No obstante lo
prescrito en el artículo anterior”, con que comienza el precepto, se da a entender que sin
perjuicio de lo indicado en la norma precedente, esto es, que deba tratarse de un acto mixto,
en los casos señalados por el nuevo artículo 2 bis la LPC deberá aplicarse necesariamente,
sin examinar la naturaleza del acto o contrato, sino tan sólo si se trata de una relación entre
consumidor y proveedor.6
Las consecuencias de la tesis planteada son significativas: permite no excluir a
priori al profesional, comerciante o empresario como consumidor, aun cuando actúe dentro
del giro de su negocio o actividad; y por otra parte, admite que importantes actos que por
definición se consideran civiles, como los recaídos sobre inmuebles o los relativos a la
actividad agrícola, puedan ser incluidos en el ámbito de aplicación de la LPC, si se cumplen
los demás requisitos para ello.

4
Véase, Momberg, Rodrigo, “Extensión del ámbito de aplicación de la Ley Nº19.496 sobre protección a los
derechos de los consumidores. Cuestiones generales”, Revista de derecho, Universidad Austral de Chile,
2004, vol.17, pp. 41-62.
5
Vidal, Álvaro, “Contratación y consumo. El contrato de consumo en la Ley Nº19.496 sobre protección a los
derechos de los consumidores”, en Revista de Derecho, Universidad Católica de Valparaíso, t. XXI, 2000, p.
235.
6
Véase Momberg, (n. 4). En el mismo sentido, véase Barrientos, Francisca, “La responsabilidad civil del
fabricante bajo el artículo 23 de la ley de protección de los derechos de los consumidores y su relación con la
responsabilidad civil del vendedor”, en Revista Chilena de Derecho Privado, N°14, julio 2010, pp. 109-158;
Pinochet, Ruperto, “Delimitación material del Derecho de consumo: Evolución de la noción de consumidor
en la doctrina nacional”, en Estudios de Derecho Comercial, Santiago, Legal Publishing, pp.343-368. En
contra, Jara, Rony, “Ámbito de aplicación de la ley chilena de protección al consumidor: aplicación de la ley
19.496 y modificaciones de la ley 19.955”, en La protección de los derechos de los consumidores en Chile,
Cuadernos de Extensión Jurídica 12, 2006, Santiago, Facultad de Derecho de la Universidad de Los Andes,
pp. 21-58.
III.- Los actos de comercialización de sepulcros o sepulturas
Los actos de comercialización de sepulcros y sepultura, junto con los contratos de
tiempo compartido, estaban ya contemplados en la LPC antes de la reforma introducida por
la ley 19.955. La doctrina los señalaba como excepciones al requisito del acto mixto,
cuestión que ya no se justifica por lo explicado anteriormente respecto de la pérdida de
vigencia de tal requerimiento con el texto actual de la LPC.7

IV.- Los contratos de tiempo compartido


La letra c) del art. 2 hace referencia a los denominados contratos de tiempo
compartido, también conocidos como de multipropiedad o time-sharing. El legislador
chileno, al contrario de lo que sucede en derecho comparado, especialmente en Europa, 8 ha
decidido no regular especialmente este tipo de práctica comercial, sino sólo de manera
general incluirla expresamente dentro del ámbito de aplicación de la LPC.
Por esta razón, la norma debe entenderse en un sentido amplio, incluyendo las
diversas modalidades en que se manifiesta esta práctica comercial, no sólo en lo referente a
la naturaleza jurídica del derecho que se adquiere (personal o real), sino también a las
características particulares de dicho derecho: por tiempo y unidad fija a perpetuidad,
derecho a uso por período determinado, propiedad fraccionada, programas de puntos,
tiempo flotante, etc.9
Debe señalarse que la doctrina, en base a la historia legislativa de la ley 19.955, es
unánime respecto a que el derecho de retracto concedido en el artículo 3bis letra a), esto es,
para el caso de compra de bienes y contratación de servicios realizadas en reuniones
convocadas o concertadas con dicho objetivo por el proveedor, es especialmente aplicable a
los contratos de tiempo compartido.

V.- Los contratos de educación


La letra d) del artículo en análisis hace aplicable expresamente la LPC a los
contratos de educación de enseñanza básica, media, técnico profesional y universitaria, pero
sólo en lo relativo a las normas de equidad en las estipulaciones y en el cumplimiento de
los contratos de adhesión (Párrafo IV del Título 2); las normas sobre información y
publicidad y las relativas a promociones y ofertas (Párrafo 1 y 2 del Título 3); el art. 18
(cobro de un precio superior al exhibido, informado o publicitado); el art. 24 (multas por
infracción a la LPC); el art. 26 (prescripción); el art. 27 (reajustabilidad); el art. 39 C
(métodos de cobranza extrajudicial).
En su inciso segundo, la norma establece expresamente que no queda sujeta a la
LPC el derecho a recurrir por la calidad de la educación o por las condiciones académicas
fijadas en los reglamentos internos de las instituciones.

7
Jara, Rony, “Ámbito de aplicación de la ley chilena de protección al consumidor: inclusiones y exclusiones”,
en Derecho del consumo y protección al consumidor, Ed. Univ. de los Andes, Santiago, 1999, p. 52-53.
8
Véase la Directiva 2008/122/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, de 14.01.2009, relativa a la
protección de los consumidores con respecto a determinados aspectos de los contratos de aprovechamiento
por turno de bienes de uso turístico, de adquisición de productos vacacionales de larga duración, de reventa y
de intercambio.
9
La Directiva citada distingue entre contrato de aprovechamiento por turno de bienes de uso turístico,
contrato de producto vacacional de larga duración, contrato de reventa y contrato de intercambio.
De manera a lo menos equívoca, agrega la norma a continuación que tales
reglamentos no podrán ser alterados sustancialmente en forma arbitraria, y que las
entidades de educación deberán dar fiel cumplimiento a loa términos, condiciones y
modalidades ofrecidas. Al efecto, se ha señalado que el incumplimiento por parte de los
proveedores educacionales de las obligaciones recién señaladas no está incluido dentro del
ámbito de aplicación de la LPC.10 Lo anterior sin embargo priva de todo sentido a la norma,
ya que es obvio que un contrato no puede alterarse por voluntad unilateral de una de las
partes y que deben respetarse sus términos y las condiciones ofrecidas o convenidas, de
manera que la mención expresa por parte de la norma no puede tener sentido sino en cuanto
otorgar aplicación a la LPC a través del art. 12 de la misma. Por ello, la interpretación
correcta debe ser que en caso de alteración sustancial y arbitraria de los contratos
educacionales, o de incumplimiento de las condiciones ofrecidas o convenidas con el
estudiante, éste podrá recurrir a la normativa de la LPC para perseguir la responsabilidad
infraccional y civil del proveedor.
Tal como se indicó, la norma establece expresamente materias específicas respecto
de las cuales los contratos de educación se sujetan a la normativa de la LPC. Relacionando
esto con lo dispuesto en el art. 2 bis, que hace aplicable la LPC en todas aquellas materias
no regidas por leyes especiales (siempre que se trate de una relación de consumo), surgen
dos problemas que deben resolverse, comunes también a la materia de contratos de
vivienda (letra f) y salud (letra g):
a) ¿Pueden, vía art. 2 bis, quedar sujetas al ámbito de aplicación de la LPC materias
excluidas por el art. 2? Así por ejemplo, si bien la calidad de la educación ha sido excluida
del ámbito de aplicación de la LPC (art. 2), la redacción del art. 2 bis (No obstante lo
prescrito en el artículo anterior, las normas de esta ley no serán aplicables…salvo:) podría
interpretarse en el sentido que permite al consumidor a recurrir a las normas de la LPC,
especialmente aquellas de tipo procesal, para hacer valer sus derechos. La determinación de
esta cuestión es relevante, especialmente si se considera que la LPC es la única que
contempla un procedimiento para la defensa de los intereses colectivos o difusos, y que aún
en el caso de intereses individuales, la mayoría de las demás leyes no contemplan un
procedimiento indemnizatorio especial que permita al consumidor demandar la reparación
de toda clase de perjuicios.
No obstante que admitir la aplicación al menos de las normas procesales de la LPC
a todos los casos (incluyendo los excluidos por el art. 2) sería sin duda la alternativa más
favorable al consumidor; creemos que ante una exclusión expresa no puede reincorporarse
la materia específica excluida a través de otras normas generales de la misma ley, ya sea de
carácter sustantivo o procesal.11 La última parte del inciso primero de la letra d) del artículo
2 en análisis reafirma lo señalado, ya que hace aplicable los procedimientos establecidos en
la LPC para los contratos de educación, pero sólo para hacer efectivos los derechos
establecidos en los Párrafos y artículos mencionados en primera parte de la misma norma.
b) ¿Qué sucede si alguna de las materias específicas expresamente incluidas en el
ámbito de aplicación de la LPC por el art. 2 es también regulada en una ley especial?
Nuevamente hay dos alternativas: la regulación especial deberá prevalecer sobre la LPC,
según lo previsto en el art. 2 bis; o bien, la LPC mantiene su aplicabilidad en virtud de la
norma expresa (art. 2) que así lo establece. Para esta situación, creemos que debe preferirse

10
Jara (n. 1), p. 49.
11
Más referencias en Jara (n. 1), pp. 46-52.
la segunda alternativa, manteniéndose la aplicación de la LPC si así lo prefiere el
consumidor. La lógica es la misma que para el caso anterior: si existe una norma expresa
que señala una materia particular a ser regida por la LPC, debe prevalecer por aquella que
establece la regla general, en este caso, el art. 2 bis.12
La jurisprudencia ha denegado la aplicación de la LPC a casos no expresamente
contemplados en el artículo 2 letra d); como en el caso en que se reclamó por un estudiante
universitario la negativa de la universidad a convalidar algunos de los ramos que había
cursado anteriormente en otra institución de educación superior, lo cual fue interpretado por
la Corte como un reclamo relacionado con las condiciones académicas fijadas en los
reglamentos internos vigentes a la época de ingreso (CA de Antofagasta, Rol 105-2008, N°
Legal Publishing 40366); y en otro en el cual se reclamó la homologación unilateral de
asignaturas de la carrera de Derecho ante un cambio del plan de estudios por parte de la
universidad, sin que se acreditara que tal modificación había sido sustancial y arbitraria
según el tribunal (CA de Santiago, Rol 6913-2007).13
Sin embargo, existen también fallos que han aplicado a los contratos de educación
normas de la LPC no incluidas en el art. 2 letra d). Así, se condenó a un instituto
profesional por no dictar una carrera ofrecida en horario vespertino, señalándose como
fundamento de la decisión del tribunal la infracción a los artículos 12 y 23 de la LPC por no
respetar los términos, condiciones y modalidades conforme a los cuales se convino con el
consumidor la prestación del servicio (CA Santiago, Rol 537-2008, N° Legal Publishing
38577). Asimismo, otro fallo condenó a un instituto profesional por infracción a los
artículos 3 letra b) y 12 de la LPC en relación con contratos de educación celebrados con
sus estudiantes (CA de Santiago, Rol 10239-2009, MJJ 22663). Como se dijo, la última
parte del artículo 2 letra d) en análisis, puede interpretarse justamente en el sentido de
otorgar competencia a la LPC, a través del art. 12, para los casos de incumplimiento por
parte de los proveedores de los términos, condiciones o modalidades conforme a los cuales
se haya ofrecido o convenido la prestación del servicio.
Por otra parte, los tribunales han aplicado en diversas oportunidades la LPC en las
materias contempladas expresamente en el art. 2 letra d) a los contratos de educación. Así
ha sucedido por ejemplo en casos en que se ha demandado la nulidad de cláusulas
contenidas en tales contratos por considerárseles abusivas (CA de Santiago, Rol 8775-2004,
N° Legal Publishing 39241; y Rol 2335-2008, N° Legal Publishing 39609) y en causas en
que se han alegado prácticas de publicidad engañosa (p. ej., CA de Temuco, Rol 934-2008,
MJCH_MJJ 19089; CS, Rol 7855-2008, MJJ21437).

VI.- Los contratos de venta de viviendas


La letra e) del artículo 2 incluye expresamente dentro del ámbito de aplicación de la
LPC a los contratos de venta de viviendas, celebrados por el consumidor tanto con
empresas constructoras, inmobiliarias como con el Servicio de Vivienda y Urbanización.
Siguiendo el principio establecido en el caso anterior respecto de los contratos de
educación, la LPC excluye expresamente las materias relacionadas con las normas sobre
calidad, contenidas en la ley 19.472 que modificó la Ley General de Urbanismo y
Construcciones, estableciendo normas sobre la calidad de la construcción.

12
En contra, Jara (n. 1), p. 49.
13
La Corte agregó además que los artículos 12 y 23de la LPC, alegados como infringidos por el consumidor,
no eran aplicables a los contratos de educación por no estar incluidos en el art. 2 letra d).
Se plantean en relación con esta materia problemas similares a los expuestos para el
caso de los contratos de salud. Teóricamente, las soluciones planteadas para dicho caso
pueden aplicarse también respecto de los contratos de venta de vivienda. Así, se ha
establecido por los tribunales que la acción para demandar daños que tiene su origen en
defectos o vicios de la construcción es competencia de los tribunales civiles y no de los
juzgados de policía local, debiendo además someterse a las reglas del procedimiento
sumario, por expresa disposición del artículo 19 de la Ley General de Urbanismo y
Construcciones (CA de Santiago, Rol 1287-2010, MJJ24909). Es interesante destacar que
la Corte señala expresamente que en el caso no es aplicable la letra c) del artículo 2, que
autoriza al consumidor a demandar la indemnización de todo perjuicio originada en el
incumplimiento de una obligación contraída por un proveedor cuando no existan
procedimientos indemnizatorios en la ley especial que se trate, justamente debido a la
existencia de un procedimiento especial para esta materia en la Ley General de Urbanismo
y Construcciones.14 Interpretando el fallo a contrario sensu, se puede estimar que a falta de
dicho procedimiento, el consumidor podría recurrir al menos a la normativa procesal de la
LPC para reclamar sus derechos.
En relación al problema que se presentaba respecto a la posibilidad de ejercer, por
medio de una acción colectiva, demandas relativas a la calidad de la construcción, la ley
20.443 modificó la Ley General de Urbanismo y Construcciones haciendo aplicable, con
determinadas particularidades, el procedimiento especial para la protección del interés
colectivo o difuso establecido en la LPC. De esta manera, hoy en día no cabe duda que un
grupo de propietarios afectados por defectos en la construcción podrá recurrir a tal
procedimiento para hacer efectivos sus derechos.15
Por último, es interesante destacar que algunos fallos han declarado la nulidad de
cláusulas contenidas en contratos de promesa de compraventa de inmuebles, no por la vía
del artículo 2 letra e), sino aplicando directamente el artículo 16 por estimarse que se trata
de contratos de adhesión celebrado entre un proveedor y un consumidor.16

VII.- La contratación de servicios en el ámbito de la salud


La letra f) del artículo 2 incluye dentro del ámbito de aplicación de la LPC a los
actos ejecutados o celebrados con ocasión de la contratación de servicios en el ámbito de la
salud. Sin perjuicio de las exclusiones que el mismo artículo señala, debe entenderse que la
norma se refiere tanto a los contratos de servicios de salud como a los actos o contratos
accesorios, complementarios o conexos a aquellos.17 Así, tales actos y contratos quedarán
regidos por la LPC en todo aquello que no haya sido excluido expresamente por la citada
letra f), además de las materias reguladas por leyes especiales, cuestión que deberá
determinarse caso a caso.
En relación con la aplicabilidad de la LPC a las materias excluidas en el artículo 2
letra f) vía el artículo 2 bis, la solución debe ser la misma planteada al analizar los contratos
de educación: ante una exclusión expresa no puede reincorporarse la materia específica

14
En el mismo sentido, Jara (n. 1), p. 47.
15
Antes de la reforma, parte de la doctrina se había pronunciado en contra de esta alternativa. Véase Corral,
Hernán, “Responsabilidad civil en la construcción de viviendas. Reflexiones sobre los regímenes legales
aplicables a los daños provocados por el terremoto del 27 de febrero de 2010”; disponible en
www.microjuris.com.
16
Véase CA de Copiapó, Rol 24-2010, MJJ24611.
17
En el mismo sentido, Jara (n. 1), p. 51.
excluida a través de otras normas generales de la misma ley, ya sea de carácter sustantivo o
procesal. Así por ejemplo, no podría pretenderse por un grupo de consumidores el recurrir
al procedimiento colectivo para reclamar derechos relativos a la calidad de las prestaciones
de salud.
Antes de la reforma legal que fijó el texto actual del artículo 2, incorporando la letra
f) en análisis, se había fallado que un centro médico organizado como sociedad anónima
tenía el carácter de empresa mercantil y por tanto eran aplicables a su respecto las normas
de la LPC en sus relaciones con los consumidores de sus servicios médicos, siendo
responsable por la calidad del servicio prestado en los términos del artículo 23 de la LPC
(CA de Santiago, Rol 2290-1998).
Si bien podría estimarse que con el texto vigente tal interpretación no es posible, sin
perjuicio del claro tenor actual del artículo en comento, dos fallos de la CS parecen
entender aplicables las normas de la LPC a las prestaciones de salud, incluyendo lo relativo
a la calidad de las mismas. Así, la Corte Suprema rechazó un recurso de queja interpuesto
por un centro médico contra una resolución de la CA de Santiago, que había confirmado la
sentencia condenatoria de primera instancia por deficiente prestación de los servicios
relativos a un examen clínico, que quedó inconcluso por una falla en los equipos del
proveedor. Tanto la CA como la CS señalaron en sus fallos que la materia debatida decía
relación con la calidad de las prestaciones de salud, fundándose la sentencia de segunda
instancia en el artículo 3 letra d) de la LPC, que establece como derechos básicos del
consumidor “La seguridad en el consumo de bienes o servicios, la protección de la salud y
el medio ambiente”. Al rechazar el recurso de queja, la CS señaló expresamente que “lo
debatido se vincula a materias relativas a la calidad de las prestaciones de salud, que la letra
f) del artículo 2 de la ley 19.456 (sic) sujeta expresamente a su ámbito de aplicación.” (CS,
Rol 3667-2007).
Recientemente, la CS nuevamente se pronunció en virtud de un recurso de queja
respecto de una denuncia relativa a las prestaciones de salud convenidas entre un
consumidor y un hospital (CS, Rol 8905-2011, MJJ30281). En el caso, se reclamaba la falta
de coincidencia entre el presupuesto entregado por concepto de una intervención quirúrgica
y los costos finalmente cobrados por tal prestación, muy superiores a los originalmente
informados. En primera y segunda instancia, el hospital fue condenado por infracción a los
artículos 3 letra b) (Derecho del consumidor a una información veraz y oportuna sobre los
bienes y servicios ofrecidos, su precio, condiciones de contratación y otras características
relevantes de los mismos), 12 (obligación del proveedor de respetar los términos
convenidos para la prestación del servicio) y 18 (cobro de un precio superior al exhibido,
informado o publicitado). La CS acogió el recurso de queja interpuesto por el proveedor,
revocando la sanción infraccional por estimar que del mérito del proceso aparecía como
evidente que no se habían producido las infracciones denunciadas. Lo relevante del fallo es
que, a pesar que evidentemente una operación quirúrgica es una prestación de salud, no hay
referencia alguna por parte de la CS al artículo 2 letra f) como norma que excluye del
ámbito de aplicación de la LPC lo relativo a dichas materias, de lo que puede deducirse que
se confirma el criterio de la Corte de entenderlas sujetas a la normativa de protección al
consumidor, aún a pesar del texto expreso de la norma.

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