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Art. 984. Definición. El contrato por adhesión es aquel mediante el cual uno de los
contratantes adhiere a cláusulas generales predispuestas unilateralmente, por la
otra parte o por un tercero, sin que el adherente haya participado en su redacción.
El contrato clásico resultado de las ideas que acompañaron a las revoluciones norteamericana
y francesa tenía como modelo la discusión paritaria entre dos sujetos “libres e iguales” que no
podían sino velar cada uno por su propio interés y por tanto la conclusión era “quien dice con -
tractual, dice justo”. Para la celebración de los contratos el modelo a seguir era el del mercado
en la plaza, en donde el propio productor o elaborador de las mercaderías las ofrecía a las per -
sonas y naturalmente se daba la discusión sobre los términos del acuerdo.
Todo este conjunto de cosas que suceden en la sociedad y que resulta imposible pelear con
ellas, debe de alguna manera ser abordada por el derecho y con ello velar por que sus fines se
consagren.
Quiero decir, parece a primera vista malo, dejar a una sola de las partes establecer los térmi -
nos del acuerdo que se aplicará a todos los demás por el riesgo implícito que significa que el
predisponente aproveche esta oportunidad que se le brinda para incluir en el contrato cláusu -
las que desequilibren el acuerdo y solo velen por los intereses de quien predispone, quebran -
do de esta manera el equilibrio que todo contrato debe tener.
Lo que se debe observar es, entonces, cuales son los términos que la ley establece para que se
utilice esta figura.
Por otro lado, el impedir remisiones a otros documentos que no se acompañan en el momento
de la celebración evita el vicio de sorpresa, es decir, la incorporación de cláusulas que contradi-
gan o desdigan a aquel documento que el predisponente entregó, que no tiene que ver con el
contexto que el contrato predispuesto mostraba, que agrava la situación jurídica del adheren -
te, y que, de haberlas conocido, probablemente no hubiera celebrado el contrato.
Esta deber de información tiene como complemento necesario la información del producto,
sus usos y características que hacen a su aprovechamiento, más cuando se trata de productos
tecnológicos o técnicos específicos, en donde para la satisfacción de una necesidad particular
se necesita un producto específico.
Art. 986. Cláusulas particulares. Las cláusulas particulares son aquellas que, nego-
ciadas individualmente, amplían, limitan, suprimen o interpretan una cláusula ge-
neral. En caso de incompatibilidad entre cláusulas generales y particulares, preva -
lecen estas últimas.
El artículo 986 pone de manifiesto una circunstancia que debe ser observada, en la inmensa
mayoría de las relaciones de consumo la posibilidad de modificar el contrato predispuesto re -
sulta una materia imposible y ello se da, fundamentalmente, por la diferente capacidad nego-
cial que existe entre proveedor y consumidor y, además, del hecho que el consumidor rara-
mente puede ponerse en contacto directo con quien decide los términos del contrato para in -
tentar negociarlo, es decir, el empleado que vende no tiene ninguna facultad o poder para
cambiar aquello que ha sido establecido.
Podría interpretarse este artículo 987 como un corolario del artículo 985, es decir, al momento
de la redacción de las cláusulas de un contrato de adhesión, el predisponente asume la obliga -
ción de ser absolutamente claro en su redacción para que los adherentes puedan conocer los
términos del contrato.
Art. 988. Cláusulas abusivas. En los contratos previstos en esta Sección, se debe
tener por no escritas:
El modo en que nuestro derecho ha reaccionado frente a la realidad social de los contratos por
adhesión ha sido evitar que quien predispone los términos de un contrato saque provechos
que no puedan justificarse y lo hace sancionando con la nulidad de las cláusulas consideradas
abusivas, obsérvese que lo que se anula son las aquellas disposiciones que se consideran reñi-
das con el equilibrio natural que todo contrato debe tener y no así el contrato, el cual deberá
integrarse, si es necesario, con aquellas normas que sean, o bien orden público en función de
un contrato de consumo, o supletorias cuando el contrato sea discrecional.
El código hace una descripción de aquello que considera abusivo sin establecer un listado es-
pecífico, ello tiene la ventaja de evitar que la creación humana supere el límite establecido y
queden sin cubrirse situaciones que caen en el concepto de cláusula abusiva.
Coincidiendo con el Dr. Rubén Stiglitz (Rubén Stiglitz, Nuevos temas incorporados a la teoría general del
contrato en el Código Civil y Comercial. La Ley, publicado en Suplemento especial Nuevo Código Civil y Comercial.
Contratos, 2015, 25/02/2015), como está redactado el artículo 988, “… las cláusulas que desnaturali-
zan las obligaciones del predisponente y las que importan una renuncia o restricción de dere-
chos del adherente, o amplían los derechos del predisponente que resulten de normas suple-
torias parecen referirse a lo mismo, dado que no hay modo de desnaturalizar las obligaciones
o la relación obligacional que no sea ampliando significativamente los derechos del predispo -
nente o suprimiendo sus obligaciones, o restringiendo los derechos del consumidor o amplian -
do sus obligaciones…”.
Esta desnaturalización significa disminuir o eliminar para el predisponente, o aumentar para el
adherente, obligaciones que son propias del tipo específico de contrato de que se trata.
A título de ejemplo, la obligación de saneamiento de todo contrato a título oneroso, pero de-
bemos distinguir entre contrato de consumo y contrato discrecional, además en este segundo
supuesto, debemos hacer una distinción.
Es el supuesto que plantea el último párrafo del art. 985, en cuanto que del contexto del ins-
trumento que se tiene ante sí no puede esperarse que alguna otra documentación lo contradi -
ga, cambiando las reglas de juego que se han establecido y por las cuales el adherente decidió
la celebración del contrato.
Esto pone de manifiesto un doble control en estos casos particulares, el primero de la autori -
dad administrativa y también en última instancia de la judicial.
Ahora, conforme el principio de conservación de los actos y velando por el interés del adheren-
te, que normalmente necesita la cosa objeto del contrato, se opta por la anulación parcial, es
decir, solo de la cláusula que se considera abusiva.
Entonces, sí resulta necesario el juez deberá integrar el contrato, ya sea con las disposiciones
de orden público, tratándose de contratos de consumo, o de lo contrario, las normas supleto-
rias que rigen la contratación discrecional.