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RECURSOS PARA PREDICAR

Esdras

Introducción

El Judaísmo

Esdras y las Crónicas

La deportación a Babilonia de las elites del pueblo de Judá, en los años 606 y 587, puso fin a la
nación de Israel en la tierra de Palestina. La mayor parte de ese pueblo, las tribus del norte:
Efraím, Manasés y las otras menos importantes, habían ya dejado de existir como “reino de Israel”
después de las deportaciones asirias de los años 634 y 621.

Cuando el persa Ciro se apoderó de Babilonia, su edicto del año 538 invitó a los deportados de
Judá a reconstruir, no ya su reino, sino una provincia persa de Jerusalén. Pero nada parecido
ocurre con las tribus del norte. Estas nunca pudieron imponer su cultura y su religión a los
cananeos y a los nuevos inmigrantes con los cuales se habían mezclado (2Re 17,24-34).

La historia de Israel en Palestina será en adelante la de la provincia de Judá, y de la palabra Judeo


se derivó la palabra Judío. La comunidad religiosa y cultural que va a nacer y desarrollarse, será
conocida por la historia como el Judaísmo.

Las Crónicas y los libros de Esdras son los testimonios de la formación del Judaísmo. Estos libros,
que sólo entraron muy tardíamente a la Biblia hebrea, son inseparables.

Esdras y Nehemías

No es fácil discernir lo que corresponde a cada uno de estos dos hombres. Además de las otras
razones que pudieron inducir al autor a mezclar la obra de los dos, se dejó engañar por el hecho
de que sus documentos mencionaban en diversos lugares al rey Artajerjes (Esd 4; 7; 8,1; Ne 1; 2; 5;
13...) como si hubiera sido uno solo. Ahora bien, hubo dos reyes con ese nombre: Artajerjes I que
reinó de 465 a 423, y Artajerjes II, de 404 a 358.

Lo más probable es que Nehemías haya llegado a Jerusalén el 445 y que volvió donde el rey el 433.
Luego regresó para una segunda misión en una época no determinada. Tal vez ya no estuviera
cuando reinó Darío II (423-404). Y fue sólo el séptimo año de Artajerjes II (Esd 7,8), o sea el 398,
cuando Esdras llegó a Jerusalén.

Las etapas de la reconstrucción de un pueblo

El decreto de Ciro del 538 fue un signo de su benevolencia con las diferentes culturas y religiones
de los pueblos que había reunido en su inmenso imperio. Pero había también intenciones
políticas. Sea como fuere, no se equivocó al confiar en los judíos. Los judíos que habían ya
emigrado a muchas regiones del Medio Oriente habían adquirido la fama de personas más
confiables. La reconstrucción del pueblo de Dios será, pues, tanto fruto de la pedagogía de Dios en
los siglos anteriores como producto de las circunstancias que Dios había previsto en la historia
mundial.

Zorobabel

Una primera ola de deportados regresa al país de Judá y se esfuerza por abrirse un espacio allí
donde otros han ocupado los espacios abandonados. Zorobabel, un descendiente de Joaquín, el
último rey, se destaca entre los exiliados y toma la iniciativa de reconstruir el Templo, aunque sólo
levanta una pobre réplica de éste. El asunto no era tan simple como parecía (Esd 4,1-6). Los
profetas Ageo y Zacarías estimulan el trabajo. El templo es reconstruido el año 520 (Ag 1,1; Za 1,1).
Ésa fue una primera etapa.

Nehemías

La reconstrucción del Templo produjo roces entre los repatriados y el pueblo que se había
quedado en el país. Cuestión de intereses, es cierto, por el temor de los que estaban ante la
llegada de grupos más motivados y que contaban con el apoyo del rey. Pero también cuestión
religiosa, porque si el pueblo de Dios ya no se identifica con una nación ni con un territorio, hay
que fijar de nuevo los criterios de pertenencia a la comunidad.

Transcurrieron así cerca de ochenta años. El entusiasmo de los repatriados decayó, la moralidad se
rebajó al nivel mismo de la población del país. Los profetas Zacarías, Malaquías y el tercer Isaías
denuncian las mismas fechorías que los profetas anteriores.

Es entonces cuando Nehemías se siente llamado. Comprende que la comunidad no será respetada
si no tiene fronteras. No pretende independizarse del imperio persa, pero se necesitan murallas
para hacer frente a las amenazas y violencias de los poderes intermediarios y de los vecinos.
Luego, será necesario reorganizar la comunidad, exigiendo a los más ricos la solidaridad con sus
hermanos necesitados, y respetando la prioridad que se debe al culto divino. La comunidad
escapará al peligro de ser asimilada por el medio ambiente merced a barreras que se impondrán
de a poco: no habrá más matrimonios mixtos y la familia será judía; se respetará el descanso
sabático; el poder civil será responsable de la fidelidad religiosa al igual que los sacerdotes.

Esdras

Esdras llega veinte años después de Nehemías. El Gran Rey quiere que cada pueblo tenga un
código de leyes escritas; por eso confía, para los judíos, en un maestro de la Ley. La Ley del pueblo
judío estaba toda en los libros sagrados. Aunque no se sabe de forma precisa si Esdras participó
personalmente en la redacción de los libros santos, a él se debió su recopilación (Ne 8,1). Él fue
quien realmente instauró el “judaísmo” al hacer de la lectura y de la puesta en práctica de esa Ley
la regla suprema de la comunidad. El documento que se lee en Ne 10 (el nombre de Nehemías en
el versículo 2 es una inserción anacrónica) es la confirmación de lo que éste ya había emprendido.

Con Esdras, que es un sacerdote, y con su misión oficial, los sacerdotes pasan a ser el grupo
dominante. Estarán ligados al poder imperial persa y serán los garantes de la estabilidad, lo que,
en el plano religioso, contiene una amenaza para el porvenir. Se pensará que la prosperidad del
Templo, los sacrificios, la aceptación de la Ley aseguran las correctas relaciones entre Dios y su
pueblo. Pero la espera de tiempos nuevos se va debilitando; el profetismo pasa a ser marginal y
sus obras tardías se incluirán en los libros anteriores tal como fue el caso de Joel y de la segunda
parte de Zacarías.

De ese judaísmo no se renegará, sino que será seriamente cuestionado por la invasión de la
cultura helénica, y como una respuesta del alma judía aparecerá el movimiento asideo. Véase al
respecto la introducción a Daniel.

PASAJE BÍBLICO: Nehemías 8:1-3, 5-6, 8-10

EXÉGESIS:

EL CONTEXTO:

Estos eventos toman lugar aproximadamente un siglo después de que los judíos exiliados pudieran
regresar de Babilonia a Jerusalén tras un largo exilio. La vida no había sido fácil. El pueblo había
sufrido en manos de vecinos hostiles y cosechas fallidas. Aunque lograron reconstruir el templo,
su nuevo templo no se comparaba con el de Salomón – el templo destruido por los babilónicos
cuando saquearon Jerusalén.

Como gobernador, Nehemías (5:14; 8:9), ha supervisado la reconstrucción de los muros que
rodean la ciudad (6:15-19) y que protegen sus habitantes de vecinos hostiles (4:1-23). También
demostró una excelente capacidad de liderazgo ante los males sociales que existían en su
comunidad (5:1-18).

Sin embargo, la dificultad de la situación ha traído desilusión y cansancio espiritual. Ahora, Esdras,
sacerdote y escriba (v. 9), viene ante la multitud reunida para leer las santas escrituras. Esdras,
que puede trazar su linaje a Aarón, el primer sacerdote, tiene credenciales impecables (Esdras 7:1-
5). Más importantemente, él es “el cual era escriba diligente en la ley de Moisés, …la mano de
Jehová su Dios sobre él” (Esdras 7:6).

VERSÍCULOS 7:73b – 8:1-3: Y DIJERON Á ESDRAS QUE TRAJESE EL LIBRO DE LA LEY


7:73bY venido el mes séptimo, los hijos de Israel estaban en sus ciudades. 8:1Y juntose todo el
pueblo como un solo hombre en la plaza que está delante de la puerta de las Aguas, y dijeron á
Esdras el escriba, que trajese el libro de la ley de Moisés, la cual mandó Jehová á Israel. 2Y Esdras
el sacerdote, trajo la ley delante de la congregación, así de hombres como de mujeres, y de todo
entendido para escuchar, el primer día del mes séptimo. 3Y leyó en el libro delante de la plaza que
está delante de la puerta de las Aguas, desde el alba hasta el medio día, en presencia de hombres
y mujeres y entendidos; y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al libro de la ley.

“Y venido el mes séptimo” (v. 7:73b). Las murallas de Jerusalén se terminaron el día 27 de Elul – el
séptimo mes – pocos días antes de esta asamblea.

Ley judía pide la observación de un día de descanso el primer día del séptimo mes – el mes de
Tishri (Levítico 23:23; Números 29:1). Este día han de hacerse ofrendas al Señor (Levítico 23:25;
Números 29:2-6). Es el día que judíos modernos observan como Rosh Hashanah, el Año Nuevo
Judío, y se observa a finales de septiembre o principios de octubre.

“los hijos de Israel estaban en sus ciudades” (v. 7:73c). Las murallas de la ciudad dan a la gente un
sentido de seguridad que no habían tenido hasta ese momento. El pueblo comienza a sentirse
asentado.

“Y juntose todo el pueblo como un solo hombre” (v. 1a). Se unieron como un solo hombre – hoy
diríamos algo como “una sola mente.” Aquí existe unidad – no división – no hay distensión.

No sabemos cómo supieron que debían reunirse en este lugar. El texto no dice que Esdras o
Nehemías reunieran al pueblo, pero es probable que lo hicieran. Reunir una gran asamblea de
gente requiere algún tipo de notificación previa. De otra manera, la gente no se habría dado
cuenta de la reunión y no hubiera venido.

“en la plaza que está delante de la puerta de las Aguas” (v. 1b). Tienen un templo, pero deciden
reunirse en la plaza ante la puerta de las Aguas – seguramente para asegurar el acceso de todos (v.
2a) en vez de limitar la participación a solo los hombres.

Aunque hay preguntas acerca de la localidad de la puerta de las Aguas, seguramente se ubica en la
muralla del este, cerca del punto sudeste de la ciudad – donde el Valle de Hinnom (al sur de la
ciudad) se une con el Valle de Kidrón (al este de la ciudad). Su nombre sugiere que ofrece acceso
al Arroyo de Gihón en el lado este de la ciudad – una fuente de agua vital para la vida de la ciudad.

“y dijeron á Esdras el escriba, que trajese el libro de la ley de Moisés, la cual mandó Jehová á
Israel.” (v. 1c). No fue Nehemías el que le dijo a Esdras que trajera el libro de la ley, sino el pueblo.
El pueblo se encuentra espiritualmente hambriento. Anhela oír la palabra del Señor.

“Y Esdras el sacerdote, trajo la ley delante de la congregación, así de hombres como de mujeres, y
de todo entendido para escuchar” (v. 2a). Nadie es excluido de esta asamblea. Hay hombres – y
mujeres – y “de todo entendido para escuchar,” supuestamente, niños capaces de comprender,
por lo menos en parte. Un niño no necesitaba comprender todo para darse cuenta de que ésta
era una asamblea importante – una empresa santa. Aún adultos solo logran entender la Biblia y
los sermones en parte.

“el primer día del mes séptimo” (v. 2b). Véase arriba versículo 7:73b.

“Y leyó en el libro delante de la plaza que está delante de la puerta de las Aguas, desde el alba
hasta el medio día, en presencia de hombres y mujeres y entendidos” (v. 3a). Aunque Esdras
seguramente leía del Pentateuco, no podría leer todo en voz alta en estas pocas horas. No
sabemos qué partes seleccionó, pero sí sabemos que se interpretó la lectura (vv. 7-8).

“y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al libro de la ley” (v. 3b). Nosotros a quienes nos
cuesta mantener la atención durante un sermón de veinte minutos, a penas podemos imaginar
cómo esta gente podría prestar atención a la lectura del Pentateuco durante varias horas. Esta
gente, sin embargo, estaba acostumbrada a escuchar, porque era la única manera que podían
aprenderse las escrituras. Antes de ser inventada la imprenta, la gente no tenía su copia personal
de las escrituras. La mayoría de la gente no podía leer ni escribir. Podemos estar seguros de que
se daban cuenta del significado de esta asamblea.

También, su hambre espiritual les ayuda a escuchar. Entregan todo su corazón con el deseo de oír
la palabra de Dios – están atentos para poder renovar su herencia espiritual.

VERSÍCULOS 4a, 5-6, 8: Y LEÍAN EN EL LIBRO DE LA LEY DE DIOS


4aY Esdras el escriba estaba sobre un púlpito de madera, que habían hecho para ello….

5Abrió pues Esdras el libro (hebreo: seper) á ojos de todo el pueblo, (porque estaba más alto que
todo el pueblo); y como lo abrió, todo el pueblo estuvo atento. 6Bendijo entonces Esdras á Jehová,
Dios grande. Y todo el pueblo respondió, ¡Amén! ¡Amén! (hebreo: ‘amen, ‘amen) alzando sus
manos; y humilláronse, y adoraron á Jehová inclinados á tierra…

8Y leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la
lectura.

“Y Esdras el escriba estaba sobre un púlpito de madera, que habían hecho para ello” (v. 4a). La
plataforma debe ser grande, porque a Esdras le acompañan trece hombres – seis a su derecha y
siete a su izquierda (v. 4b). La plataforma está elevada para que todos puedan ver y oír (v. 5).

El leccionario omite versículo 4 por la inclusión de los trece nombres en versículo 4b. Quizá sería
mejor incluir versículo 4a en la lectura y omitir versículo 4b.

“Abrió pues Esdras el libro (seper) á ojos de todo el pueblo, (porque estaba más alto que todo el
pueblo)” (v. 5a). Un seper puede ser cualquier tipo de documento escrito – una carta, un
pergamino enrollado, o un documento legal. En este caso, es casi seguro que Esdras abre un
pergamino – seguramente varios de ellos.

“y como lo abrió, todo el pueblo estuvo atento” (v. 5b). Esdras se puso de pie para leer las
escrituras. Como señal de reverencia, la gente también se pone de pie para oírlas. Nos hace
pensar que todos están de pie durante toda la lectura – varias horas.

“Bendijo entonces Esdras á Jehová, Dios grande. Y todo el pueblo respondió, ¡Amén! ¡Amén!
(‘amen, ‘amen) alzando sus manos; y humilláronse, y adoraron á Jehová inclinados á tierra” (v. 6).

Hay tres muestras de reverencia en este versículo:

• La primera es la bendición del Señor por parte de Esdras y la respuesta del pueblo (“¡Amen,
Amen!”). “‘amen… es una afirmación de la verdad o de los propósitos de Dios… A menudo se
pronuncia como una respuesta de alabanza y agradecimiento hacia Dios” (Renn, 31).
• La segunda muestra es el alzar las manos, un reconocimiento de su necesidad espiritual y su
dependencia en el Señor.

• La tercera es la humillación (inclinar la cabeza) y el adorar a Dios con el rostro inclinado hacia la
tierra, reconociendo su servidumbre ante el Señor y su sumisión ante su palabra y voluntad.

Versículo 7 se omite de la lectura del leccionario porque incluye los trece nombres de los hombres
levitas que ayudaron al pueblo a comprender la lectura de la ley. No obstante, dice que estos
levitas “hacían entender al pueblo la ley: y el pueblo estaba en su lugar.” Esto sugiere que los
levitas circulaban por la multitud ayudando a los que no podían mantener la atención o que
necesitaban ayuda para comprender.

“Y leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la
lectura” (v. 8). Antes, el texto dijo que Esdras leyó las escrituras (v. 3), pero versículo 7 dice que
los trece levitas “hacían entender al pueblo la ley.” Ahora, este versículo dice que ellos “leían en el
libro,” y repite que eran ellos los que “ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura.”
Claramente, esto no se trata del esfuerzo de un solo hombre, sino de un esfuerzo común por parte
de Esdras y otros líderes espirituales de la comunidad para ayudar a la gente a comprender las
escrituras – a entender la voluntad de Dios – y a entender su propia responsabilidad en relación al
Señor.

Parte de la necesidad de interpretación seguramente tiene que ver con las dificultades del idioma.
Las escrituras estaban escritas en hebreo, pero en este tiempo muchos habían adoptado el
arameo (una lengua semítica relacionada) para sus conversaciones diarias.

Pero a menudo las escrituras son demasiado complejas y están demasiado enraizadas en un
tiempo en particular y, por lo tanto, requieren explicación aún cuando el idioma no tiene nada que
ver con la comprensión. La gente necesita saber lo que significaban las escrituras al momento de
ser escritas – y cómo se aplican a sus propias vidas, que toman lugar en un tiempo y lugar
diferente. Esta era la responsabilidad de los líderes judíos, y es hoy la responsabilidad del pastor a
través de la homilía.

VERSÍCULOS 9-10: DÍA SANTO ES. NO OS ENTRISTEZCÁIS.


9Y Nehemías el Tirsatha, y el sacerdote Esdras, escriba, y los Levitas que hacían entender al
pueblo, dijeron á todo el pueblo: Día santo es á Jehová nuestro Dios; no os entristezcáis, ni lloréis:
porque todo el pueblo lloraba oyendo las palabras de la ley. 10Díjoles luego: Id, comed grosuras, y
bebed vino dulce, y enviad porciones á los que no tienen prevenido; porque día santo es á nuestro
Señor: y no os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra fortaleza.

“Y Nehemías el Tirsatha, y el sacerdote Esdras, escriba, y los Levitas que hacían entender al
pueblo, dijeron á todo el pueblo: Día santo es á Jehová nuestro Dios; no os entristezcáis, ni lloréis:
porque todo el pueblo lloraba oyendo las palabras de la ley” (v. 9). Esta es la primera vez que
oímos de Nehemías, el gobernador, en este capítulo. Ha sido un gran líder, pero su especialidad es
el liderazgo civil y no el espiritual. Esdras, el sacerdote, es la figura clave en este capítulo.

El texto no nos dice por qué el pueblo lloraba, solo nos dice lo que hizo:

• Seguramente lloraban, en parte, porque la lectura de la ley les reveló sus deficiencias ante la ley
– es decir, les condenó por sus pecados.

• Esta lectura de la ley seguramente incluía recuerdos de su historia – una historia anteriormente
más gloriosa que su situación actual. Lloraban por lo que habían perdido – y en el exilio habían
perdido todo. Su regreso del exilio ha sido difícil, y han recuperado solo parte de lo que perdieron
cuando los babilónicos destruyeron Jerusalén y les forzaron a vivir en cautiverio.

• Pero seguramente también se trata de lágrimas de alegría – alegría al oír las escrituras de nuevo
– alegría porque tienen un templo y una ciudad con murallas – alegría por sentirse “unidos” de
nuevo como pueblo.

Cualquiera que sean sus razones por el llanto, sus líderes dejan claro que tristeza y lamentación no
son apropiadas para esta ocasión. Es un día sagrado – un día cuando el Señor está con ellos – un
día en que pueden empezar a reconstruir su herencia espiritual. La respuesta apropiada para un
día así es la alegría, no la tristeza.

“Id, comed grosuras, y bebed vino dulce, y enviad porciones á los que no tienen prevenido” (v.
10a). Como se anota arriba en los comentarios para versículo 7:73b, la gente no debe trabajar
este día, en vez, debe hacer ofrendas al Señor – ofrendas quemadas, ofrendas de grano y de
bebidas (Números 29:2-6; véase también Levítico 23:25). Aunque porciones de esas ofrendas han
de ser quemadas como ofrendas al Señor y otras han de ser para apoyar a los levitas, una parte
significante de las ofrendas debe ser consumida por los que hacen los sacrificios. Entonces, es un
día de celebración, no de ayuno – un día de celebración y de conversaciones amenas. Se parecería
algo a una comida o barbacoa de los miembros de una iglesia actual – un tiempo para relajarse y
comer buena comida y disfrutar de buena compañía.

Por eso, han de “comed grosuras” – la mejor parte de la carne – como la carne de res que hoy se
aprecia. Han de “bebed vino dulce” – no el vino menos deseable que se solía poner en la mesa a
diario.

Y han de compartir su comida con vecinos menos afortunados que ellos, los que no tienen nada
para comer o beber. No solo han de alegrarse ellos mismos, pero han de hacer lo mejor posible
para asegurar que todos tengan razón para estar alegres en este día tan especial.

“porque día santo es á nuestro Señor: y no os entristezcáis, porque el gozo de Jehová es vuestra
fortaleza” (v. 10b). Estas son las razones por las que sentirse agradecidos:

• Primero “día santo es á nuestro Señor.” Esto nos dice que el día no solo se debe considerar
sagrado por parte del pueblo, pero que también es contado como sagrado por el Señor. Es el
Señor el que ha ordenado que la gente descanse en lugar de trabajar este día. Es el Señor el que
ha dictado sus acciones en este día sagrado – comer, beber, rememorar, descansar, y compartir –
acciones que se aproximan a la alegría más que a la tristeza.

• Segundo, “el gozo de Jehová es vuestra fortaleza.” Una persona desanimada y desesperada es
una persona débil – no hay fuerza en la desesperación. Pero el optimismo y la alegría no solo dan
la impresión de fuerza, pero también pueden aumentar la fuerza dentro de la persona optimista y
alegre. Anna captura un poco de esta realidad en “El rey y yo” cuando canta, “Silbo una canción
alegre // Y cada vez // La alegría en la canción // Me convence de que no tengo miedo.”

Pero esta gente tiene más que un “silbido en la oscuridad” para darle fuerza. La fundación sobre
la cual se construye su alegría es el Señor – el amor del Señor – la gracia del Señor – su historia con
Dios que les ha demostrado una y otra vez que el Señor les puede salvar de amenazas
aparentemente insuperables – y el pacto con Dios que une a Dios e Israel.

El Señor les ha llamado a pasar este día sagrado descansando, recordando su herencia espiritual,
comiendo buena comida, bebiendo buen vino, y disfrutando de la compañía de los demás. Es un
día para estar alegre – y su experiencia este día les dará fuerza.
POSDATA: El alcance de la lectura de la escritura es limitado por necesidad, ya que gente hoy día
no está preparada para escuchar la escritura leída durante horas seguidas, como lo estaba en los
tiempos de Esdras.

No obstante, el pastor debe entender que hay más en este día sagrado de lo que cubre nuestra
lectura del leccionario. El pueblo ha de seguir y celebrar el Festival de Tabernáculos (8:13-18).
Debe hacer una larga confesión, en la que recuerdan la lealtad del Señor y la falta de lealtad de sus
antepasados (9:1-37). Sus líderes (nombrados en 10:1-26) entonces firman un convenio en el que
prometen que “andarían en la ley de Dios” (10:28; Véase también el resto de capítulo 10). Es
decir, hacen que este día sagrado sea aún más sagrado a través de la promesa de fidelidad hacia el
Señor.

Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para
enseñar en Israel sus estatutos y decretos.

Para considerar al sacerdote Esdras de acuerdo al evangelio de Jesucristo, es bueno y recordemos


algunas de las cosas que este hombre hizo y dijo. Así apreciaremos la obra de Dios en su vida y
podremos apropiarnos [con toda consciencia] de lo que Dios hace en nuestras vidas.

MINISTERIO DE ESDRAS (Capítulo 7)

Provenía de una familia sacerdotal, del linaje mismo de Aarón. Era de los exiliados en Babilonia y
diligente escriba en la ley de Moisés (v.6). Gozaba de alta estima pues era tan versado en las
Escrituras que los rabinos le consideraban como el segundo después de Moisés.

Artajerjes mismo, rey de Persia, debe haber reconocido los talentos de Esdras pues le envió a
Jerusalén con permiso especial y le concedió todo lo que pidió –tesoros de oro y plata
provenientes de las arcas reales- además de autoridad para guiar al pueblo, proponer impuestos,
levantar jueces, enseñar la ley de Dios y liderar a Israel.

Y yo, fortalecido por la mano de mi Dios sobre mí, reuní a los principales de Israel para que
subiesen conmigo (v.28). Esdras tenía voluntad para liderar.

También tenía corazón santo. Vemos esto en los capítulos 9 y 10 cuando confronta un gran pecado
en la vida de Israel: matrimonios con mujeres idólatras. Nehemías fue agresivo contra este pecado
(Nehemías 13:25), pero Esdras tomó una conducta diferente. Rasgó su vestido y su manto, arrancó
pelo de sus cabellos y barba y se sentó angustiado en extremo. Y a la hora del sacrificio de la tarde
me levanté de mi aflicción… [Se confiesa en oración y ¡se incluye entre los transgresores!] Oh
Jehová Dios de Israel… nuestras iniquidades se han multiplicado sobre nuestra cabeza, y nuestros
delitos han crecido hasta el cielo… henos aquí delante de ti en nuestros delitos; porque no es
posible estar en tu presencia a causa de esto (9:5,6,15).

El efecto de la confesión fue dramático. El pueblo siguió su ejemplo e hicieron sus propias
confesiones (10:1). Las lágrimas de Esdras provocaron más cambios espirituales reales que todas
las coléricas palabras de Nehemías. Esdras tenía corazón de santidad, y pudo transferir su corazón
al corazón del pueblo.

Esdras tenía mente bíblica. Cuando reúne al pueblo en Jerusalén con el fin de renovar el pacto,
trajo el Libro de la Ley de Moisés y leyó desde la mañana hasta la noche, explicando también
mientras leía (Nehemías 8:8). Uno de nuestros primeros y mejores modelos de predicación
expositiva. Esto es la esencia de un ministerio fiel de predicación: leer la Palabra de Dios y darle
sentido de manera que todos entendamos.

EL SECRETO DEL ÉXITO DE ESDRAS

Voluntad de ser líder, corazón santo, mente bíblica. Fue un gran hombre. Y si anhelamos seguir su
ejemplo hemos de preguntar qué lo hizo tan bueno.

En un sentido, fue la gracia de Dios, por supuesto. La Biblia es muy cuidadosa en esto:

¿Por qué halló favor ante el rey Artajerjes? …porque la mano de Jehová su Dios estaba sobre él
(Esdras 7:6).

¿Cómo fue capaz de viajar hasta Jerusalén? …estando con él la buena mano de Dios (v.9).

¿Dónde halló valor para gobernar al pueblo de Israel? …fortalecido por la mano de DIOS.

Es la mano de gracia divina que capacita a un hombre o a una mujer a cumplir su ministerio. Es la
mano de Dios que da valor para liderazgo espiritual, humildad para el arrepentimiento corporativo
y sabiduría para enseñar la Palabra de Dios.

Demos gracias a Dios por Su mano de guía que nos ha traído a nuestro presente lugar de servicio,
gracias por Su mano providencial que suplirá todas nuestras necesidades, gracias por Su mano de
disciplina que nos entrenará en caminos de rectitud y gracias por Su mano de consuelo que nos
sostendrá en aflicciones.

La mano de Dios está sobre nosotros para bendición.

Pero hay otro sentido en todo esto. Esdras tenía la mano de Dios sobre él, pero al mismo tiempo él
tenía que ser fiel al llamado. Esdras no era un títere. Esdras fue un hombre con una mente, un
corazón, una voluntad, hechas para glorificar a Dios. Por tanto, necesitaba ser fiel al encargo que
Dios le hizo. Necesitaba entrenar sus dones para el ministerio y luego ponerlos en ejecución.
Esdras lo hizo. La Biblia nos deja ver lo que había en su interior, cuál era el enfoque de este
hombre sobre la vida y sobre su trabajo: porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la
ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos (7:10).

¿Qué le permitió ejercer un ministerio tan exitoso? Reflexiona Esdras 7:10.

ESTUDIANDO, HACIENDO Y ENSEÑANDO LA LEY

Es impecable la lógica del verso. Tres cosas por hacer, en el debido orden [el único que además
tiene sentido]: el corazón dispuesto al estudio, luego ejecución, luego enseñanza. Compromiso de
corazón, dirección de vida, intención manifiesta del alma.Estudiando la Palabra de Dios.
Necesitamos saber lo que Dios quiere que hagamos, por eso estudiamos. Esdras se deleitaba en la
ley de Jehová, y meditaba día y noche (Salmo 1:2). Criado en una familia piadosa, leyó la Escritura
desde su niñez; sin duda gastó horas diarias leyendo la Biblia, preguntándose cosas, discutiendo
implicaciones con otros entendidos. En aquellos días un escriba como Esdras habría memorizado
grandes porciones también. La santa ambición de su vida era conocer la Palabra de Dios. Esdras
era esta clase de estudiante, ¿somos nosotros así?

Viviendo la Palabra de Dios. Esdras no se detuvo en la teoría. Hacer significa amar a Dios con todas
nuestras fuerzas y amar a nuestro vecino como nos amamos a nosotros mismos. Hacer significa
guardar los Diez Mandamientos. Hacer significa vivir en santidad lo que se dice en adoración
pública. Hacer significa vivir todo lo posible dentro de la ley de Dios.

Esdras entendió que la única teología verdadera es la teología aplicada.

Este fue el enfoque de Esdras. ¿De qué sirve estudiar la Biblia, a menos que vivamos por ella?

Enseñando la Palabra de Dios. Sí, hay un tercer paso. No es simple “ven, hagámoslo”. No. Esdras
preparó su corazón para estudiar cómo hacerlo, pensó si valía la pena hacerlo y esperó la voluntad
divina para enseñar a otros.

Observe el alcance de la visión: enseñar la ley de Dios “en Israel”. ¡Alcanzar la nación entera con la
Palabra de Dios! Se dio cuenta de su responsabilidad hacia la amplia comunidad espiritual.

Tuvo el llamado y privilegio de pasar largas horas estudiando la Palabra de Dios. Pero no para
beneficio privado sino para la edificación del pueblo del Señor. Y Dios le concedió el deseo de su
corazón. Esdras fue maestro de Biblia para el reino. Ahora bien, Esdras no era maestro, sino que se
convirtió en uno.

Luego sucede que algunos se sienten llamados a un ministerio de enseñanza, y se adentran sin
haber hecho el duro trabajo de ser verdaderos maestros de Biblia. Lo único que tienen es su
propia experiencia espiritual, serán incapaces de compartir las profundas riquezas de la Palabra de
Dios.
Otras veces –algo muy tentador realmente-, estudian y de inmediato se lanzan a la enseñanza sin
haber permitido que la Palabra de Dios transforme sus vidas.

La palabra sale de la mente a la boca sin haber pasado por el corazón.Como Esdras, somos
llamados a ser estudiosos de Biblia. No como academia, sino como estudio devocional,
alimentando nuestra relación de amor con Cristo. Meditando, memorizando, disponiendo lo mejor
de nosotros mismos a aprender lo que Dios ha dicho en su Palabra.

Significa poner atención especial en áreas de obediencia personal.

¿Qué me dice Dios hoy? ¿Qué practicaré hoy? ¿Qué aprenderé mañana?

Empezar primero a vivir la verdad y después se nos podrá confiar enseñar a otros.

No perder de vista que este es el objetivo final de todo estudio. No estudiamos para beneficio
propio, sino por el bien de otros. El conocimiento alcanzado es un sagrado encargo que Dios nos
hace para que lo demos a otros.

Dispón tu corazón a estudiar la Palabra de Dios, cumplirla y enseñarla donde Dios te llame a
hacerlo.

ESTUDIANDO, HACIENDO Y ENSEÑANDO EL EVANGELIO

Esdras supo de Cristo por fe. Nosotros tenemos el cumplimiento de la promesa hecha por Dios en
la salvación provista por Jesucristo. ¿Qué sucedería si tomamos el enfoque de Esdras y lo
aplicamos a nuestra relación con Cristo? ¿Si reemplazamos la palabra “ley” con la palabra
“evangelio”? Por supuesto que nos preocupamos de la ley, pero el evangelio es nuestra salvación.

Piensa, ¿qué tal si tomamos Esdras 7:10 y decimos?: porque [yo] he preparado mi corazón para
inquirir el evangelio de Jesucristo y para cumplirlo, y para enseñar la crucifixión y la resurrección
en mi comunidad.

Estudiando el evangelio. Primero, disponer el corazón para estudiar –no solo para incluir
Hermenéutica o el Viejo testamento o Historia de la Iglesia o Soteriología- el evangelio. Más bien
significa que toda nuestra teología y sistema de pensamiento se halla embebida de la persona de
Cristo. Al estudiar Biblia, vemos cómo se entrelazan los sufrimientos de Cristo y la revelación de su
resurrección en toda la Escritura. Y sentimos el peso abrumador de la gracia de Dios para
pecadores necesitados en nuestra meditación diaria. Y vemos como cada ganancia teológica se
convierte en material de alabanza de la gloria de Dios. Dispón tu corazón y estudia el
evangelio.Viviendo el evangelio. Segundo, dispón tu corazón a cumplir haciendo. Si sabéis estas
cosas, bienaventurados seréis si las hicieres (Juan 13:17), dice Cristo a sus discípulos. Hacer el
evangelio significa vivir por gracia.

Esto es crucial, pues si crecemos en conocimiento nos convertiremos en gigantes espirituales o en


fariseos cada vez más grandes. Nuestra única esperanza es vivir por gracia, no sirviendo al Señor
basados en nuestras propias fuerzas sino dependientes momento tras momento en el poder de su
Santo Espíritu quien nos capacita.

Vivir por gracia es aceptar lo que somos –individuos egoístas, arrogantes, depravados, salvos solo
por la sangre de Cristo.

Significa creer que Jesús murió por nuestros pecados y que nuestro valor delante de Dios no
depende de cuánto sabemos o cuán bien lo hacemos o qué tan productivos somos o a cuánta
gente le predicamos hoy o cualesquier otro estándar humano… nuestro valor se basa sólo en los
méritos de Cristo.

Significa vivir en profunda dependencia al poder capacitador del Espíritu Santo.

Y significa vivir para otros según el modelo de Cristo, de tal modo que su cruz se convierte en el
patrón de nuestro discipulado y su resurrección en el poder de nuestro ministerio.

Vivir por gracia es la esencia del hogar. En ninguna otra parte es más importante. Cuando un
hombre ama a una mujer con el amor de Cristo –el amor sacrificial modelado en la cruz- cambia
por completo la vida de esta mujer.

Si no ama así, hasta su ministerio será amargo para ella. Y cuando una mujer ama con el amor de
Cristo –en la sumisión del amor que mostró al caminar hacia la cruz, haciendo la voluntad del
Padre y no la suya propia- ella se convierte en la mujer plena a que Dios la llama.

Aprende: la prueba más importante de nuestra educación o de nuestro ministerio es la manera


como tratamos a la gente con quienes vivimos cuando es difícil amarlos.

Enseñando el evangelio. Tim Keller dice que la teología reformada es como el plutonio: si todo lo
que haces es ingerirlo, te enferma; pero si lo enrollas como un cable alrededor de tu vida y lo
expones, explota.

¡Toma ventaja de las oportunidades que tengas de compartir lo que has aprendido!

Dispón tu corazón para enseñar el evangelio en la iglesia. Pero enseña también a quienes no lo
conocen. ¿A quién hablaste esta semana? ¿Por quién oras para que Cristo venga y le salve?

Mediante el poder del Espíritu Santo el evangelio que estudiamos tiene influencia transformadora
en nuestra comunidad, nuestra ciudad, nuestro país, nuestro mundo.

¿Para qué has dispuesto tu corazón este nuevo año?


Es maravilloso el relato escritural sobre Esdras. Sería igualmente maravilloso si Dios escribiera lo
mismo de nosotros: que dispusimos nuestro corazón a estudiar el evangelio de Jesucristo, a vivir
bajo el poder de su crucifixión y resurrección, y a enseñar la cruz y la tumba vacía a otros.

Quiera Dios hacernos aptos en toda obra buena para hacer su voluntad, haciendo él en nosotros lo
que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
(Hebreos 13:21)

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