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El editorial periodístico
8) Utilizar “verbos baúl”. Son los verbos que más se utilizan y menos
significan: haber, tener, ser, estar, etc... Hay que reemplazarlos por verbos
que incluyan más información. Este tipo de verbos en general sólo se
permiten en verbos compuestos (p. Ej “Tengo pensado”).
9) Utilización de adjetivos. Conviene no abusar de ellos, salvo contadas
excepciones. Es mucho mejor buscar el verbo adecuado, que ya incluya el
significado de ese adjetivo. Tampoco conviene el abuso de adverbios
terminados en “mente”.
10) Utilización de gerundios. Salvo excepciones y verbos compuestos, no
se deben utilizar nunca. Es mejor cambiar la frase o poner un punto y
seguido.
11) Recurrir a las frases largas y a las estructuras complejas. El lenguaje
periodístico se forma de frases cortas. Hay que evitar utilizar demasiadas
oraciones subordinadas. El sujeto debe estar cerca del verbo y se deben
evitar los dobles sentidos. Cuando una frase es demasiado larga, lo mejor
es poner un punto y dividir la frase. No conviene utilizar el punto y coma
(se suele sustituir por el punto y seguido).
12) Recurrir a hechos no comprobados o rumores. Frases como “al
parecer”, “se dice”, verbos en condicional como “habría robado”, etc... no
deben utilizarse.
13) Mala utilización de los tiempos verbales. Conviene no utilizar el
presente histórico en la narración de hechos pasados.
14) Enumeraciones interminables: hay que evitar estructurar los artículos
como enormes enumeraciones: se crean frases largas, que terminan
siendo poco comprensibles. Por ejemplo: “Las directivas de la UE son: en
primer lugar....” y así hasta el infinito.
15) Terminar el artículo con una conclusión en boca del autor. Es mucho
mejor hacerlo con una cita textual de alguna persona especialmente
interesante.
16) Uso de un lenguaje sexista / uso de la arroba (@). Diagonal, no utiliza
la arroba o recursos similares (el asterisco, la barra a/o, etc) con objeto de
incluir el género femenino y masculino (l@s pres@s, un@s campesin@s,
etc) en sus artículos. No lo hace porque complica la lectura, resulta
farragoso y, muchas veces, sobretodo en personas que no están
habituadas a estas formas, supone un freno a la hora de abordar un texto.
Esto no significa que no estemos preocupados/as por construir un
lenguaje no sexiste. Para ello, recomendamos, siempre que se pueda, usar
el genérico o términos neutros (“el vecindario” en vez de “los vecinos”,
“las personas que participaron” en vez de “los manifestantes”, etc.) y, si el
espacio lo permite, en ocasiones, los dos géneros: “los vecinos y
vecinas”,…
Las otras funciones del lenguaje son: función poética, función apelativa o
conativa, función fática, función emotiva y función metalingüística.