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Historia de la criminología en España

Tema 3.- El crimen a lo largo de la Historia:


la Edad Media y la Edad Moderna

Índice de Contenidos

1. Introducción
2. Edad Media: evolución histórica del derecho en España
2.1.Visigodos
2.2. Musulmanes
2.3.Feudalismo
2.3.1. El Feudalismo en España
2.3.2. Manifestaciones de la criminalidad
2.3.3. La figura de los tribunales
3. Edad Moderna
3.1. La Hermandad General
3.2. Inquisición española y su organización
3.2.1. Procedimiento Inquisitorial
3.2.2. La Sentencia y la Pena en la Inquisición
3.2.3. Decadencia y fin de la inquisición
3.3. El procedimiento penal
3.4. Multiplicidad de normas
4. Referencias bibliográficas
5. Prácticas

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1. Introducción

La Edad Media es el período histórico comprendido entre los siglos V y XV, se inicia con
la caída del Imperio romano (476) y las invasiones de los pueblos bárbaros (húngaros,
normandos, vikingos y musulmanes), dónde Europa se convierte en una zona de gran
inseguridad. Con las invasiones bárbaras la administración romana desapareció, pero no el
derecho romano que siguió estando vigente hasta el emperador Justiniano, que promulgó la
obra Corpus Iuris Civilis compuesta por siete libros y uno de ellos estaba dedicado al derecho
penal (donde se establecía un sistema de penas por la comisión de delitos, el uso de la
tortura, etc.).

En el año 313, el Cristianismo se convierte en la religión oficial del imperio con


Constantino mediante la publicación del Edicto de Milán, surge una nueva clase social el
clero. Durante este período la nobleza sólo podía ser juzgada por sus iguales con penas
leves, mientras que el pueblo llano estaba sujeto a la administración de justicia que dictaba
penas muy duras. Mientras que en Bizancio (Turquía) se mantuvo la aplicación del derecho,
en Occidente fue un derecho subsidiario, ya que los pueblos bárbaros desarrollarán su
propia legislación a través del Código de Eurico y la Lex Romana Visigothorum.

Cronología Periodo histórico


V-XI
Alta Edad Media
(476-1000)
XII-XV
Baja Edad Media
(1001-1494)
Tabla 1. Periodos de la Edad Media.

2. Evolución histórica del Derecho en España


2.1. Visigodos

Al comienzo de la Edad Media, se publicó el Código de Eurico (476) que fue redactado en
latín y promulgado por un monarca de estirpe germánica (Eurico) que influiría en otras
leyes de pueblos bárbaros como la Lex salica, la Lex burgundionum o la Lex baiuwariorum (de
los salios, borgoñones y bávaros, respectivamente). Sus redactores debieron ser juristas
romanos, no regulaba cuestiones de derecho público sino de derecho privado, penal y
procesal. Tuvo en cuenta las condiciones culturales del pueblo visigodo, incluyendo la

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regulación de las figuras del derecho romano como la propiedad privada, el testamento, el
préstamo con interés o los impedimentos matrimoniales de parentesco, antes desconocidos
entre ellos y que ahora adoptan, aunque con ciertas modificaciones en consonancia con sus
concepciones jurídicas. Solo se podía aplicar a los visigodos, a su pueblo, porque lo que
recogía era un compendio de sus costumbres y modos de vida.

Posteriormente se publicó la Lex Romana Visigothorum o Breviario de Alarico (507) se


recoge el derecho romano vigente o recopila el derecho oficial de los romanos, que ya
estaba incluido en varias y muy importantes recopilaciones y códigos, de donde las toma,
añadiendo siempre algún comentario o interpretación para su más fácil comprensión.

2.2. Musulmanes

La invasión del año 711 supuso la islamización y el sometimiento del territorio, sin
enfrentamientos, al conquistar los musulmanes la casi totalidad del mismo ante la rendición
de la nobleza goda. Tras la conquista, la Península se incorporó a la comunidad política
musulmana, cuya base es el precepto religioso de obediencia a la ley y al hombre justo
(Imán), que dirige la vida religiosa, social y política.

Las características principales del derecho musulmán es la vinculación entre la ley divina y
la ley natural. La fuente principal del derecho musulmán sea la revelación divina (saria),
pero el mensaje religioso se ha manifestado en sus diversas las fuentes:

 Coran (Al-Korán): Texto escrito inspirado por Alá a Mahoma cuya décima parte
(200 normas) son preceptos de ámbito jurídico. Al principio fue la única fuente jurídica,
pero al resultar insuficiente fue preciso acudir a otras fuentes que presentan entre si una
especie de jerarquía u orden de prelación.
 Sunnah. es la conducta de Mahoma, es decir, lo que dijo el profeta, lo que hizo y lo
que consintió (silencio positivo) transmitido oralmente, convirtiéndose en la tradición oral,
ya que se rechaza cualquier tradición escrita. Es necesario fijar un sistema que garantice la
autenticidad de esa transmisión, para lo cual surge la ciencia del hadit.
 Iymá. Es la revelación genérica o tácita de Alá a los creyentes, manifiesta en el
unánime asentimiento de la comunidad musulmana sobre ciertas cuestiones. Su
fundamento es una presunta asistencia divina al pueblo, que confiere cierto grado de
infalibilidad al sentir común.

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 Quiyas. Es la analogía, a la que es preciso acudir, pues los casos aparecen
formulados para situaciones muy concretas. En defecto de norma escrita, oral o sancionada
por la comunidad, se acudía al procedimiento deductivo por analogía.

En el Islam no existe ningún sistema aprobatorio sino que los delitos se juzgan en base a
los testimonios presentados ante el juez (“Cadi”). La justicia es directa e inmediata y las
sentencia son simultáneas. La única figura forma el sistema jurídico musulmán es el juez.
Tanto el Cadi y la justicia son aceptados socialmente. El crimen se basa en la aceptación
social y se juzga en función de la alarma social que genera.

2.3. Feudalismo

Fue una forma de organización social y política extendida en la Alta Edad Media por toda
Europa Occidental, como resultado de un proceso complejo que se fraguó en el reino
franco en los siglo VII y XI. Se trata de un sistema de ayuda al poder público débil e
incapaz de ofrecer seguridad a los súbditos, que ocasionó la proliferación de los vínculos
dependencia entre unos hombres y otros, y por la desmembración de la soberanía en
beneficio de los poderosos que tendieron a la autonomía en sus tierras.

El Estado no pudo garantizar la seguridad física de las personas, por lo que estas buscan
protección y ayuda en aquellos individuos poderosos que pueden dársela, como son los
señores feudales. Los reyes al no poder defender todo su territorio confiaron su defensa a
los poderosos nobles locales, que ofrecían su juramento al rey, así como ayuda militar. Con
el tiempo, acabaron gobernando las tierras que defendían como si fueran de su propiedad,
dejando en herencia a sus hijos el poder, dando lugar a lo que hoy conocemos como
feudalismo.

La estructura social estaba formada por una organización jerárquica, en la cual cada persona
estaba vinculada a otra, al ser humano se le imposibilitaba el cambio de estamento social,
cada una persona nacía y moría dentro del mismo estamento o clase social.

En la Europa medieval la sociedad se organizó con arreglo a un sistema "feudal", basado en


la entrega de tierras a cambio de servicios. El rey otorgaba tierras, o feudos, a sus nobles
más importantes (barones, obispos) y, a cambio, los nobles prometían ayudarle con
soldados en tiempo de guerra. A su vez, los grandes nobles solían repartir las tierras entre

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los nobles inferiores, o caballeros, que se convertían en vasallos suyos. De ese modo, el
feudalismo abarcaba desde la cúspide hasta las clases inferiores de la sociedad. En el lugar
más bajo se encontraban los campesinos que trabajaban la tierra y estaban vinculados a ella,
con pocos derechos, escasa propiedad y ningún vasallo.

Con arreglo a las leyes medievales, los siervos se podían dividir en dos grupos: 1) los
siervos domésticos, cuya vida estaba unida a la figura del señor, y 2) los siervos de la gleba1,
cuya vida estaba unida a la tierra, aunque ésta cambiase de dueño, ellos no se desligaban de
la misma.

2.3.1. Feudalismo en España

La existencia del derecho municipal o local de esta etapa surge como un instrumento
jurídico para favorecer la repoblación, pretende incentivar el asentamiento de poblaciones
en zonas fronterizas con los musulmanes otorgando a los pobladores privilegios
económicos, sociales y políticos inexistentes en otras zonas.

A través de las Cartas Pueblas2 o Fueros municipales conceden a sus pobladores una serie
de privilegiados como exenciones de trabajo personal, fiscal, concesión de tierras, etc., con
la finalidad de repoblar determinadas zonas geográficas.

Los Fueros municipales son redacciones del Derecho vigente en una localidad o territorio
que reúnen normas de origen diverso otorgados a esa localidad por el monarca u otras
autoridades, derecho consuetudinario de la comarca, etc. Algunos fueros, debido al estatuto
ventajoso que dispensaban a sus pobladores vecinos, fueron utilizados como modelo para
otras localidades reconquistadas, por ejemplo, los Fueros son las surgidas del Fuero de
Sepúlveda y Cuenca.

La monarquía, para unificar el derecho dentro de su territorio favoreció la política de


concesión de un mismo texto como fuero municipal para varias localidades creando
amplias zonas regidas por una normativa semejante, por ejemplo los Fueros de Alcaraz, de
Ubeda, etc., son copias casi literales del Fuero de Cuenca. El monarca confirmaba por
escrito añadiendo diversos privilegios fiscales, penales, procesales

2.3.2. Manifestaciones de la criminalidad

1 Esclavo de un señor
2 https://es.wikipedia.org/wiki/Carta_Puebla

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En lo relativo a la criminalidad y al orden público, en este período el Estado no tiene
capacidad suficiente para reprimir la delincuencia y garantizar la seguridad jurídica de sus
individuos, por lo que estas tareas quedan, en gran medida, en manos de la sociedad y, en
último caso, de los individuos.

En el feudo, el señor era amo, juez y verdugo a la vez; las más pequeñas faltas, las
contravenciones más insignificantes y hasta las acciones más inocentes eran objeto de
crueles sanciones aplicadas sin piedad. El señor feudal tenía el denominado derecho de pernada
que consistía en la potestad señorial de tener relaciones sexuales con toda doncella, sierva
de su feudo, recién casada con otro siervo suyo.

En estas sociedades si se distingue entre el delito y el pecado, el adulterio era perseguido


porque afectaba al sagrado vínculo del matrimonio (influencia claramente religiosa). El
adulterio femenino se ha interpretado como el mayor de los atentados contra la fidelidad
conyugal, el honor masculino y el sistema de relaciones de parentesco, pues sólo el hombre
era depositario de la honra en exclusiva. Por ejemplo, el adulterio femenino como delito en
el derecho foral navarro se perseguía a través de la justicia privada, que dejaba al marido
ofendido el derecho a ejercer la venganza contra la adúltera y su amante siempre que
concurriera la flagrancia, y otra en la que la justicia pública las penas para los delincuentes.

Tanto el adulterio como la homosexualidad eran reprobables del punto de vista moral,
además eran perseguidos como delitos. Los delitos comunes o más repetidos eran los
cometidos contra las personas (asesinatos, riñas, agresiones sexuales, asaltos, étc.), y en los
delitos contra la propiedad (el robo). El elevado número de delitos violentos se ha
explicado en un contexto social y cultural en el que la violencia está presente en todas las
capas de la sociedad y en todos los ámbitos de la vida, desde las relaciones dentro del
propio hogar a las relaciones entre comunidades.

La violencia, en el contexto medieval, constituye uno de los pilares de la interacción social y


su uso como medio de resolución de disputas a cualquier escala no solo no era visto como
algo negativo por el conjunto de la sociedad, sino que, con frecuencia, se alentaba desde los
modelos sociales de comportamiento. La aparente menor cantidad de delitos contra la
propiedad se ha justificado en que la mentalidad medieval contribuía a que las clases
marginadas aceptaran su situación como un hecho inevitable, algo que se alentaba desde los
planteamientos de la Iglesia, que, en este sentido, funcionaba como un verdadero

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instrumento de orden público al alentar la conformidad con su suerte entre los más
desfavorecidos.

Otra razón para este desequilibrio entre delitos violentos y contra la propiedad es el hecho
de que la sociedad medieval estaba construida en torno a los conceptos de honor y estratos
sociales, no sólo sobre la riqueza, aunque solía ir aparejado.

Existen diferencias en los tipos de delitos cometidos los entornos urbanos y los entornos
rurales. En los primeros abundan más los delitos contra las personas, cometidos por mayor
frecuencia por personas de las clases altas, mientras que el mundo rural abundan más los
robos, cometidos en su mayor parte por desposeídos y gente humilde. Incluso los robos
son diferentes según el contexto: en el mundo urbano se roba sobre todo dinero y bienes
de lujo; el mundo rural, bienes de primera necesidad, tales como alimentos, ropa o
herramientas.

Desde la Baja Edad Media hasta la Edad Moderna, se produce una evolución notable de la
delincuencia y de su papel en la sociedad. Se produce un proceso de especialización, por el
cual el delito se convierte en una actividad cada vez más circunscrita a los círculos de
delincuentes profesionales, mientras que el delincuente ocasional va desapareciendo, como
fruto de un proceso en el que el delito y la violencia dejan de estar integrados en la vida
ordinaria de la sociedad.

El crecimiento de las ciudades dio lugar también a cambios en los fenómenos delictivos.
Este crecimiento creó bolsas de pobreza y barrios marginales donde el delito se constituyó
en una forma de vida para la práctica totalidad de los habitantes. Así aparecen los primeros
barrios marginales, cuya existencia pervive en las ciudades de nuestro tiempo. No todo el
delito puede asociarse al mundo de los marginados sociales, menos aún en la época final de
la Edad Media. En este período seguía siendo frecuente, aunque menos que en el pasado, el
tipo social del noble que dirigía una banda de malhechores, o el que recurría con asiduidad
a la violencia para saciar sus apetitos sexuales.

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2.3.3. La figura de los tribunales
Aparte de la existencia de los tribunales de justicia, existían procedimientos de influencia
religiosa que se denominaban Ordalías3 o juicios de Dios, utilizado para evitar la pena de
muerte u otros castigos corporales. Había distintos tipos de ordalías. La más conocida era
la de hacer caminar descalzo al acusado sobre nueve rejas de arado puestas al rojo vivo; y si
a los pocos días las plantas de sus pies estaban sanas se absolvía al acusado. Otra ordalía
consistía en arrojar al presunto culpable a un río con una piedra de grandes dimensiones
atada al cuello, si conseguía salir del agua recibía la absolución al haber manifestado Dios su
inocencia.

Durante la Baja Edad Media, los Estados comenzaron a preocuparse de la persecución del
delito y la represión del crimen, creando instituciones dedicadas a ello, reformando la
justicia y elaborando leyes de validez general que terminaran con la multiplicidad de
jurisdicciones, característica de la Edad Media, que limitaba mucho cualquier actuación
contra la delincuencia. La seguridad pública se convirtió en una de las cuestiones de las que
dependía la popularidad y credibilidad de los gobernantes.

El término Inquisición, hace referencia al Tribunal eclesiástico medieval establecido para


descubrir y castigar las faltas contra la Fe (la herejía) o contra las doctrinas de la Iglesia. Su
origen no español, esta institución la crea el papa Lucio III, mediante la bula papal Ad
Abolendam (1184) para combatir la herejía de los valdenses (predicadores itinerantes del sur
de Francia y norte de Italia). En el año 1208, el papa Inocencio III, proclama una nueva
cruzada para luchar contra los herejes cátaros. Hubo tribunales de la Inquisición pontificia
en varios reinos cristianos europeos durante la Edad Media.

En España, destaca en la Corona de Aragón un tribunal establecido en el año 1231 por el


papa Gregorio IX cuyo principal representante fue el dominico Raimundo de Peñafort,
confesor del rey, si bien a mediados del siglo XV prácticamente había, dejado de actuar. En
Castilla no hubo tribunal de la Inquisición Pontificia. Los encargados de vigilar y castigar
los delitos contra la fe eran los diferentes obispados.

A partir de 1476, se crea en España la nueva Inquisición a instancias de los Reyes Católicos,
cuya principal peculiaridad es que las sentencias de la Inquisición se convertían,

3 https://es.wikipedia.org/wiki/Ordal%C3%ADa

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automáticamente en sentencias de los tribunales laicos y eran de obligado cumplimiento.
Estas sentencias terminan en lo que se conoce como Actos de Fe. Estos tribunales de
justicia de la inquisición española comenzaron en la época de 1480 en Sevilla y Levante, y
después crearon un tribunal supremo integrado en la administración regia, conocida como
La Suprema (Consejo de la Santa Inquisición).

A partir del siglo XIII, la justicia será atribución del Estado, lo que supone, por otra parte,
la suplantación de la justicia con carácter público sobre el ejercicio de la justicia privada,
herencia del pasado germánico. Cancillería y el Consejo real asumirán nuevas competencias
en cuanto a tribunales de justicia, sin menoscabo de la suprema jurisdicción reconocida en
la figura del Rey, a quien se le consideraba juez supremo del Reino.

A partir de la publicación de la obra “Las Partidas” (1256) por el Rey Alfonso X, el sabio,
comienza a surgir un sistema penal de carácter público. Concretamente en la partida
número siete establece un catálogo penas y de escarmientos. Se plantea que debe existir una
justicia especial para la corona se refiere a dos ámbitos:

- Cualquier delito que suceda en las proximidades de la Corte, sólo lo juzgan los Alcaldes
de Corte.
- Aquellos casos que se produzcan en cualquier lugar, que tengan una especial gravedad en
razón a la persona (oficiales del rey) o en razón la materia: los casos de incendio, la
violencia entre las personas, es decir, la violación, el riepto4 (los duelos) y los homicidios y
asesinatos con especial violencia (ensañamiento). A esto se añadió un tiempo después, el
quebrantamiento de la paz de la casa (allanamiento de morada)

Se han propuesto dos líneas interpretativas sobre los motivos de estos cambios:

- Teoría de la civilización de las costumbres: la disminución de la violencia responde a un


proceso cultural de sensibilización en su contra, así como de la interiorización del
autocontrol de las emociones y reacciones por parte de la sociedad, que acepta que es el
Estado quien debe monopolizar el uso de la violencia.

4Se entiende la acusación que un ofendido hacía de un ofensor que hubiera incurrido en delitos contra su
persona y su honra o en traición. Este paso constituía el inicio de un proceso judicial en la Edad Media,
presentándose siempre públicamente ante el rey y su corte, y concluyendo, la mayor parte de las veces, en un
desafío, duelo.

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-Teoría de la urbanización: el crecimiento de las ciudades y el desarrollo en su seno de


procesos económicos ligados al capitalismo, como la conversión de la riqueza en medida de
prestigio social, aumentaron el número de delitos contra la propiedad, y disminuyeron, en
proporción, los delitos contra las personas.

3. Edad Moderna

Para algunos historiadores el punto de partida de la Edad Moderna se inicia con el


descubrimiento de América (1492), mientras que para otros se iniciaría con el reinado de
los Reyes Católicos (1474), o con la caída de Constantinopla ante los turcos (1453). Se trata
de construcciones culturales que los propios historiadores llevamos a cabo para poder
analizar nuestro pasado, por tanto cualquier referencia es apta. Ahora bien, centrándonos
en España y siguiendo el sistema cronológico clásico tomaremos como referencia el
descubrimiento de América.

Durante el reinado de los Reyes Católicos (1474-1505), existe una mayor preocupación por
parte de las autoridades por persiguen los delitos y administran justicia que por la
elaboración de un sistema procesal penal. El panorama que encontraron al comienzo de su
reinado, en diciembre de 1474 fue de completo desorden en la Administración de Justicia y
usurpación de funciones jurisdiccionales por los grandes señores, por lo que afrontaron
como más urgente necesidad la consecución del restablecimiento de la justicia. La
reposición de la misma habría de comenzar por la solución de una serie de deficiencias en
el orden jurídico asiduamente repetidas, tales como denegar los recursos de apelación ante
los tribunales superiores, alargar innecesariamente la duración de los procesos, dejar sin
castigo los delitos cometidos por los señores, causar o permitir alteraciones de orden
público o invadir el ámbito de otras jurisdicciones (otros tribunales).

Frente a tal caos, se consagrarían como principios del sistema jurídico: el adecuado
funcionamiento de las alzadas5 ante el Tribunal del Rey, su Audiencia o Consejo Real, el
derecho de los naturales del reino a acudir a la Corte y ser escuchados cuando sufrieran
«mengua» de la justicia, así como la obligatoriedad de que las disposiciones reales fueran
ajustadas al Derecho.

5Recurso de apelación.

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La creación del Derecho es en esta época un privilegio del rey y se aplica en todo el Estado.
La ley se convierte en obra de la razón, acto debido a la voluntad del legislador y destinado
al bien público de sus súbditos, a quienes obliga, nace con carácter de estabilidad y
vocación de utilidad para el mejor funcionamiento de la sociedad y finalmente,
debidamente promulgado para asegurar su eficacia.

La progresión de la potestad legislativa de los monarcas coincide con la crisis institucional


de las Cortes, al ir abandonando su participación los estamentos nobiliario y eclesiástico,
controlados por la monarquía absolutista de la que son claro exponente los Reyes
Católicos. El reconocimiento de esta potestad, entendida como capacidad de crear y
modificar el Derecho a través de los actos de voluntad o decisiones individuales de los
monarcas, es lo que se ha denominado como decisionismo jurídico castellano.

Entre las principales disposiciones normativas emanadas del poder real pueden señalarse:

- El Libro de las Bulas y Pragmáticas de 1503.


- Las Leyes de Toro de 1505, constituirán el núcleo fundamental del Derecho privado
castellano para materias tan importantes como el derecho de las personas, filiación,
capacidad de la mujer y otras materias del Derecho matrimonial y del Derecho sucesorio,
así como la relevante institución del mayorazgo y diversas normas de carácter civil, penal y
procesal, que se convirtieron, como el Preámbulo afirma, en leyes generales del reino con
preferente aplicación en los tribunales, al encomendar a los jueces que juzguen con ellas y
asimismo se enseñaron en las universidades de Salamanca, Alcalá de Henares y Valladolid y
posteriormente serían integradoras de la Nueva Recopilación, impresa en 1576 y la
Novísima Recopilación, editada en 1805.

La presencia española política, jurídica, económica, cultural, social y religiosa alcanzaría


insospechadas dimensiones que comportaban graves responsabilidades, a las que hubo que
hacer frente mediante una organización burocrática, la modificación del sistema militar
(con la profesionalización de los ejércitos garantes del mantenimiento de la nuevas y
dilatadas fronteras y del protagonismo internacional de España) y la adopción de una
política centralista que reforzaría la tendencia hacia el absolutismo. Nacía así una nueva
organización política, el Estado moderno, consideración de una estructura política gestada

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en la Baja Edad Media y cuya esencia era la concentración del poder en el monarca. Las
tradicionales fuentes de creación del derecho, las Cortes y el Rey, producen la decadencia o
crisis de los derechos locales por una mayor fijación del derecho general.

3.1. La Hermandad General

Con el crecimiento de las ciudades y el desarrollo del comercio (la organización de las
primeras ferias de ganado y los mercados), las autoridades locales comenzaron a
organizarse para intentar garantizar la seguridad de las mismas frente a la delincuencia
existente. El crecimiento de las ciudades dio lugar también a cambios en los fenómenos
delictivos. Este crecimiento creó bolsas de pobreza y barrios marginales donde el delito se
constituyó en una forma de vida para la práctica totalidad de los habitantes. Así aparecen
los primeros barrios marginales, cuya existencia pervive en las ciudades de nuestro tiempo.
Cada localidad contaba con un juez local y un alguacil que representa la autoridad pública.

En España, surgen en las vascongadas6 y en los montes de Toledo las primeras


organizaciones de seguridad de carácter popular, formadas por los propios habitantes de
los municipios para erradicar la inseguridad, que se conocen como las hermandades7. Estas
tenían como función garantizar la seguridad de la comarca, y la más famosa fue la Santa
Hermandad de Toledo. Con la llegada de los Reyes Católicos se convierte en una
institución pública la Santa Hermandad de Toledo, transformándose en la Hermandad
General de 1476.

Fue creada siguiendo el modelo ideado por el rey de Francia, con la doble finalidad de
control del orden público y profesionalización del ejército, así como pretensiones de
convertirla en el brazo armado de la justicia, pues solo esta institución aparecía como
recurso policial para asegurar dicho orden. Se estableció en el Ordenamiento de Madrigal
de 19 de abril de 1476, era obligatoria formar parte de la misma, en caso contrario podría
ser sancionado con una multa. Su competencia se ejercía también sobre despoblados
(aquellos lugares que contaran con menos de cincuenta vecinos). Todas las ciudades, villas
y lugares del reino, así de realengo como de señorío estaban obligadas a ingresar en la
misma y todos sus vecinos a contribuir para el sostenimiento de las cuadrillas, iniciándose

6 Se refiere a la antigua demarcación geográfica del territorio del País Vasco, que coincide con el
actual.
7 Milicia urbana, de cuya fusión nació la Santa Hermandad en tiempo de los Reyes Católicos.

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la conciencia popular de que dicha competencia no hacía distinciones y que sería un
organismo enfrentado a la nobleza.

Se asignaron jueces especiales para el conocimiento de dichas causas, en las que no era
necesaria la intervención de parte, no existía lugar donde el delincuente pudiera obtener
amparo. Una vez cometido un delito y denunciado el hecho, los cuadrilleros (cuadrilla de
miembros de la Hermandad) iniciaban la búsqueda del mismo, haciendo repicar las
campanas, extendiéndose la obligación a todas las villas y lugares, en una extensión de
cinco leguas; incluso tales cuadrilleros tenían la facultad de entrar en una vivienda y
registrarla.

Una vez capturado el delincuente era entregado a los alcaldes. El juicio precisaba de
pruebas; los delincuentes no capturados eran declarados rebeldes o en rebeldía, si
posteriormente aparecían tenían derecho a un juicio con todas sus pruebas. Los Alcaldes de
Hermandad podían ejecutar por sí mismos las multas fijadas por las leyes e incluso la
ejecución de la sentencia de muerte.

En diciembre de 1485 se aprobó el Cuaderno de las Leyes de la Hermandad, en la Junta


General de Torrelaguna, en la que aparecen definidos dos cauces: el de la justicia ordinaria,
que correspondía a los alcaldes y jueces, y el de los «casos de Hermandad», que se atribuían
a dos alcaldes de cada lugar, un caballero, designados cada año; así todos los delitos
correspondían a la justicia ordinaria, salvo los atribuidos a la Hermandad. Los hechos que
podían enjuiciar o juzgar la Hermandad eran:

1) Los hurtos, robos con intimidación en personas o fuerza en los bienes, se les aplicaban
unas penas pecuniarias o dinerarias. Mientras que en las violaciones se aplicaba la pena de
muerte.
2) Asalto en caminos, muerte o herida a traición o con alevosía en despoblado y acechando
sin consumar el delito para cometer robo o asesinato, eran comportamientos o conductas
penas con la muerte.
3) Secuestro, cárcel privada o prendimiento efectuado por personas que no fuesen jueces o
no contasen con mandamiento de juez. Se consideraba agravante si el hecho se cometía en
la persona de algún recaudador o arrendador de rentas reales.

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4) Incendio provocado cuando afectaba a casas, viñas, mieses o colmenas, en despoblado o
yermo
5) Muerte, herida o detención de cualquiera de los oficiales de Hermandad en el ejercicio de
sus funciones.

La institución de la Hermandad General funcionó hasta el año 1498.

Los procedimientos judiciales realizados por las hermandades tuvieron un enorme éxito y
se convirtió en una fuerza de orden público permanente con una formación militar, estas
agrupaciones prestaron sus servicios en la guerra de Granada, en la revuelta de los
comuneros, entre otros. A partir de las hermandades, se fueron formando otros cuerpos de
seguridad, los corregidores que eran autoridades locales o territoriales que contaban con un
equipo (milicia concejil) ayudaban en el mantenimiento del orden público.

3.2. Inquisición española y su organización

El 1 de noviembre de 1478, respondiendo a las peticiones de los Reyes Católicos, el Papa


promulgó la bula “Exigit sinceras devotionis affectus“, por la que quedaba instituida la
Inquisición para la Corona de Castilla, siendo el nombramiento de los inquisidores
competencia exclusiva de los Reyes. El primer “auto de fe” se celebró el 6 de febrero de
1481, siendo quemadas vivas seis personas.

También la Corona de Aragón solicitó el establecimiento de la Inquisición en su territorio,


nombrándose como Inquisidor General, Tomás de Torquemada, que ejercía sus funciones
en Castilla y en Aragón. La Inquisición fue la única institución con autoridad en todos los
reinos de la monarquía hispánica y con el paso del tiempo ambas ramas inquisitoriales se
unificaron y crearon una sola organización.

El máximo órgano de gobierno era el Consejo de la Suprema y General Inquisición,


conocido simplemente como la Suprema. Estaba formado por seis miembros, nombrados
por el rey –aunque el número varió con los años, nunca siendo superior a diez- y su
presidencia recaía en el Inquisidor General, máxima autoridad de la Inquisición.

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A nivel local, estaban los tribunales locales que se encargaban de velar por ortodoxia de la
fe en sus respectivas jurisdicciones. Cada tribunal contaba con dos inquisidores apoyados
por varios cargos auxiliares, como calificadores, alguaciles, fiscales y con tres secretarios.

Otras figuras que formaban parte de estos tribunales locales son:

- El familiar era un servidor laico del Santo Oficio que debía estar a su disposición en
cualquier momento, para cumplir con los deberes que se le encomendara. A cambio,
disfrutaba de privilegios especiales y, sobre todo, daba prestigio social.
- Los comisarios eran sacerdotes locales que actuaban para la Inquisición
suministrándole información sobre lo que ocurría en su diócesis.

3.2.1. Procedimiento Inquisitorial

Su ejercicio se impartía no solo en esferas de su competencia por razón de la materia


(cuestiones que afectaban a la religión católica), sino también para las causas civiles o
criminales con ellas relacionadas, como el matrimonio, la herejía, la hechicería, el sacrilegio
y la usura. Además, dicha jurisdicción era competente para juzgar a aquellas personas que
fueran inculpadas por sacerdotes, familiares o dependientes de éstos (siervos).

Los miembros del tribunal presentaban sus credenciales a la iglesia local y a las autoridades,
para anunciar la lectura del edicto, que solía realizarse un día festivo después de misa.

Al principio, se trataban de edictos de gracia, dónde se invitaba a las personas que habían
cometidos actos contrarios a la Fe a presentarse ante los inquisidores, para confesar sus
faltas a cambio de recibir castigos mínimos. A partir del siglo XVI, el edicto de gracia fue
sustituido por edicto de Fe, por el cual se obligaba a la población a denunciar a los herejes y
quienes no los denunciasen serían como si lo fuera.

Las denuncias eran anónimas, debían ser confirmadas por testigos además del delator. Una
vez cumplidos estos requisitos, se procedía a la detención del acusado y varios funcionarios
de la Inquisición inventariaban los bienes del reo, que pasaban a ser administrados por el
tribunal para pagar los gastos de su mantenimiento y las costas procesales.

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El proceso era secreto, ni se daba a conocer públicamente el mismo, ni se informaba al reo
de la acusación, ni quién le denunciado. Tras un interrogatorio preliminar al reo, se iniciaba
el núcleo del proceso, con la lectura de los cargos; si el reo los negaba, el tribunal le
designaba un abogado, que se comprometía bajo juramento a ayudar al acusado, salvo que
descubriera que era culpable, en cuyo caso podía abandonar el proceso. Los medios de
prueba utilizados por La Inquisición para establecer la culpa o inocencia de los acusados
eran la confesión y la prueba testifical. La primera era voluntaria y podía realizarse en
cualquier momento del proceso. La prueba testifical (pieza fundamental en la inquisición
española) de la acusación la realizaba el fiscal, el interrogatorio de los testigos se realizaba
de forma secreta y sin la presencia del denunciado. Posteriormente, se hacían públicas sus
declaraciones, pero los nombres de las personas no eran revelados al acusado.

Por su parte, la defensa con los siguientes medios para defender la inocencia de su cliente:

- Los testigos de abono eran aquellas personas que presentaba el abogado, para que
hablasen bien del reo.
- El escrito de tachas es documento que presentaba el acusado, dónde éste hacía una
lista de enemigos que podrían desearle algún mal; si el delator o los testigos estaban en esta
lista, sus testimonios se podrían ver desacreditados.
- Las pruebas indirectas podrían servir para tratar de demostrar que algunas de las
manifestaciones de los testigos del fiscal eran falsas.

Los reglamentos internos de la Inquisición señalaban la importancia de la confesión,


admitiendo la tortura si los inquisidores no conseguían una confesión voluntaria y que el
delito del que se acusaba al reo estuviera penado con un castigo mayor que la propia
tortura. Además, solo podía aplicarse en casos en los que la culpabilidad estuviera casi
probada y se requería el acuerdo de los inquisidores para su aplicación. Si el reo confesaba
bajo tortura, la validez de la confesión quedaba supeditada a la posterior ratificación días
después. Este sistema era considerablemente más garantista que el existente en la
jurisdicción civil, donde no existía limitación alguna a la aplicación del tormento.

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Historia de la criminología en España
3.2.2. La Sentencia y la Pena en la Inquisición

Una vez determinada la inocencia o culpabilidad del reo, se emitía la sentencia, que siempre
era motivada. Las sentencias de culpabilidad siempre eran públicas, pero las de inocencia
podían ser privadas.

Las lecturas públicas de las sentencias se hacían de forma colectiva en los autos de Fe, una
ceremonia a la que asistían las autoridades inquisitoriales y civiles, así como grandes
muchedumbres para presenciar los castigos y ejecuciones. Las penas que podían imponer a
los reos culpables era:

- Abjuración: el reo juraba rechazar herejía, además se le imponía un castigo leve al


reo, normalmente, la realización de actos de penitencia durante la misa de los domingos.
- Penas vergonzantes: eran penas contra el honor de las personas (azotes), o la
obligación de usar sambenito (una vestimenta blanca) cada vez que se apareciera en público
durante un número determinado de años.
- Penas Pecuniarias: la más grave era la confiscación de los bienes, aunque podían
imponerle multas.
- Penas privativas de libertad: Podía recibirse una sentencia de prisión o condena a
remar en las galeras del rey durante un número determinado de años.
- Pena de muerte: Se imponía en los casos más graves de herejía e iba siempre
acompañada de la excomunión y la confiscación de bienes. La sentencia se cumplía en la
hoguera, si el reo no se retractaba, o mediante garrote si el reo se retractaba.

3.2.3. Decadencia y fin de la inquisición

La llegada de la Ilustración a España, a lo largo del siglo XVIII, frenó la actividad


inquisitorial. La Inquisición se reconvirtió a lo largo del siglo: las ideas ilustradas eran las
amenazas a combatir. Muchos de los ilustrados españoles fueron procesados por el Santo
Oficio: Olavide, Iriarte o Jovellanos.

La Inquisición trató de acentuar su función censora de las publicaciones, pero encontró que
Carlos III había secularizado los procedimientos de censura. No obstante, a partir de la

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Revolución Francesa, se decidió reactivar la Inquisición, a la cual se le encomendó la
persecución de las obras francesas revolucionarias.

Con la invasión napoleónica se inicia una serie de aboliciones y restablecimientos del Santo
Oficio durante las primeras décadas del siglo XIX, acentuando su inevitable decadencia. La
Inquisición fue definitivamente abolida el 15 de julio de 1834 por un Real Decreto firmado
por la regente María Cristina de Borbón.

3.3. El procedimiento penal

En esta época este procedimiento tenía una serie de garantías:

1) El juramento de la parte demandante (reclamante) que lo que reclama es


verdadero.
2) La fianza personal, que corresponde otorgar al demandado.
3) La detención como forma de garantizar la presencia del reo en el proceso
criminal y como medio subsidiario por no haberse prestado fianza.
4) El embargo, como garantía patrimonial subsidiaria de la garantía personal, por
incomparecencia o ausencia maliciosa y por rebeldía tras tres emplazamientos.

Desde el Ordenamiento de Alcalá8 (1348) se distingue entre el embargo antes citado, de


naturaleza preventiva, y el embargo realizado para ejecución de la sentencia. El
procedimiento judicial se divide en cuatro fases:
1) La iniciación,
2) La perfección,
3) La prueba, y
4) La resolución.

La prueba se puede realizar mediante:

a) medios subjetivos: confesión, juramento, testimonio, notoriedad, presunción y tormento;

8 Es un conjunto de 131 leyes, divididas en 32 títulos, promulgadas con ocasión de


las Cortes reunidas por Alfonso XI en Alcalá de Henares (1348). Son consideradas parte importante
del corpus legislativo principal de la Corona de Castilla de la Baja Edad Media, desde entonces
hasta 1505 (Leyes de Toro).

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b) medios objetivos: como son los documentos, libros de comerciantes, dictámenes de
peritos e inspección ocular;
c) medios ordálicos: en los que se encomienda a una actitud de la divinidad que el hombre
interpreta a través de signos materiales.

La carga de la prueba corresponde a quien alega su derecho y la apreciación de la misma


puede ser realizada:

a) de forma automática, atendiendo exclusivamente a su resultado,


b) de forma legal, interpretándola conforme a las reglas legales,
c) de forma libre, con arreglo a la convicción obtenida por el juez.

El proceso finaliza mediante la sentencia, en la cual se resuelven los aspectos planteados en


el pleito. El juez está obligado a dictar sentencia, no pudiendo rehusar el fallo amparándose
en silencio, oscuridad o insuficiencia de la ley. En la redacción de las sentencias se han de
cumplir una serie de requisitos de formales: ha de ser motivada y en ella se expondrán
separadamente los resultandos (hechos), los vistos (normas aplicadas), los considerandos
(razones por la que se han aplicado dichas normas y el fallo dónde se determina la condena
o absolución del acusado).

El condenado puede recurrir las sentencias judiciales de naturaleza ordinaria, cuya


resolución se encomienda al órgano superior jerárquico, y son el de alzada o apelación y
aquellos cuya resolución corresponde a una autoridad suprema, que son el de súplica y
casación.

3.4. Multiplicidad de normas

La progresiva desaparición de los derechos locales, en beneficio del derecho territorial y el


fortalecimiento del poder del Estado se traduce en una elevada actividad creadora de
nuevas disposiciones, unas veces requeridas por los nuevos problemas, otras por ofrecer
nuevas soluciones cuando aquellos son contemplados con diferentes criterios.

En estos periodos de inseguridad jurídica y social se instauran en el ámbito penal


procedimientos de represión instantánea de los delitos, entre los que se encuentran: el

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procedimiento in fraganti, el de aprehensión, el de acorralamiento, el de elección de enemigo
y el de desafío.

Tanto el monarca como las cortes, artífices de las leyes desde la época anterior, prosiguen
legislando si bien el pretendido equilibrio de poderes entre ambos órganos se rompe, por
regla general, ahora en beneficio del monarca, especialmente en la Corona de Castilla.
Mediante la recopilación no se crea Derecho sino que se limita a recoger el ya creado, que
se presenta comúnmente de forma individualizada.

Estas autoridades del orden público van a sufrir a lo largo del siglo XVII y XVIII el mismo
proceso y el mismo problema que el resto de la administración pública, la burocratización
(forman parte de los órganos del estado). Estas figuras estaban controladas por toda la
administración y por el consejo (órgano supremo de la administración), podían someterles
a todo tipo de control en el ejercicio de su autoridad.

A lo largo del siglo XVII, todos los oficios de alguaciles, corregidores, milicias, etc., eran
remunerados. Cada oficio tenía dos partes, por un lado nombramiento real por el cual se le
concedía autoridad y, por otro lado, el sueldo, pero como el Estado no existía se le asocian
unas rentas.

Se crea un tribunal superior de justicia estable, permanente y con sede en Valladolid.


Después de la conquista de Granada (1482-1492) establece una segunda sede en Ciudad
Real. Cada uno de estos tribunales supremos tendrá una competencia jurisdiccional propia
(La de Valladolid, del norte del río Tajo en la península, y la de Granada, toda la península
al sur del río Tajo y las Islas Canarias). Estos tribunales tenían competencias en el ámbito
civil y penal.

Hubo otras las autoridades de seguridad y orden público vinculadas al tribunal superior de
justicia, como fueron la Real Audiencia y Chancillería. Los alguaciles de la Chancillería eran
alguaciles que formaban parte de un cuerpo jerarquizado, compuesto por un jefe y un
alguacil mayor que era el que mandaba. A diferencia de los alguaciles municipales no son
nombrados por los ayuntamientos sino por el rey, cobraban de la chancillería (cobraba del
secuestro de bienes, como la inquisición). Estos alguaciles constituían un cuerpo de
seguridad de gran importancia que a mediados del siglo XVII superaban el centenar de

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efectivos en cada una de estas chancillerías. Éstos junto con los oidores de la audiencia
(eran los encargados de recoger las reclamaciones de los ciudadanos y trasladarlas a los
jueces competentes) son los encargados de capturar a los delincuentes, realizar las pruebas
testifícales y recabar toda la información del procedimiento judicial para el juicio. Los
reglamentos de las audiencias vinieron a regular cuáles eran las funciones de los oficiales y
en qué procedimientos podían participar los oficiales o alguaciles.

Con la llegada de los Borbones (1700), aparece una nueva figura de influencia francesa: los
intendentes. Con ellos se establece el ejército permanente que se encarga del orden público,
surgen acuartelamientos en todas las ciudades. Los cuerpos militares participaran en la
función de seguridad y por eso en la época contemporánea será fácil identificar las nuevas
autoridades de seguridad con los cuerpos militares.

4. Referencias bibliográficas

Clemente Díaz, M. (2013): Introducción a la Criminología. Ed. Centro Estudios


Financieros.
Martínez Peñas, Leandro (2015): Introducción a la Historia de la Criminalidad y el orden
público en España. Ed. Asociación Veritas para el Estudio de la Historia, el
Derecho y las Instituciones.
Serrano Gómez, A (2007). Historia de la criminología en España. Ed. Dykinson.
Serrano Maíllo, A. (2009): Introducción a la Criminología. Ed. Dykinson.

5. Prácticas
Se entregarán a lo largo del desarrollo del tema.

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