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Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación

Zona Escolar 036 Nopala de Villagrán

5.1.2 Modelo Pedagógico Planes y Programas de Estudio

Ponencia: “Hacia la construcción del Plan y Programa de la Nueva Escuela Mexicana”

López Rodríguez, Jesús Armando


Delegación Sindical DI-30
Primaria Generales
Teléfono celular 7716848121
Correo Electrónico: chucho_110_1@hotmail.com
PALABRAS CLAVE

Planes y Programas, Ley General de la Educación, Ley de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, Didáctica,

Pedagogía, Secretaria de Educación Pública, Currículum, Nueva Escuela Mexicana.

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo se basa en el libro “El docente y los programas escolares lo Institucional y lo didáctico” escrito
por el Dr. Ángel Díaz Barriga surge como una reflexión para estructurar el nuevo plan de estudios para la Nueva
Escuela Mexicana, se tomarán fragmentos del mismo para ayudar a los profesores, investigadores y representantes
de las diversas instituciones y cambiar la mentalidad para empezar a crear nuestros propios planes y programas y
no seguir copiando modelos que no responden a las necesidades multiculturales en México.

En primer lugar debemos partir del Artículo 58° de Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes
en donde se establece que la educación debe buscar la formación integral de todas las niñas, niños y jóvenes al
mismo tiempo que cultive la convicción y la capacidad necesarias para contribuir a la construcción de una sociedad
más justa e incluyente; aunado a esto se debe tener en cuenta el Artículo 7° de la Ley General de Educación en
donde el propósito de la educación básica y la media superior es contribuir a formar ciudadanos libres,
participativos, responsables e informados, capaces de ejercer y defender sus derechos, que concurran activamente
en la vida social, económica y política de México y el mundo. En otras palabras, la Secretaria de Educación Pública
presentaba el Modelo Educativo 2017, teniendo como ejes rectores el educar a personas que tengan la motivación,
la capacidad de lograr su desarrollo personal, laboral y familiar, dispuestas a mejorar su entorno social y natural,
así como continuar con su formación académica y profesional.

En México se tiene en cuenta lo que menciona Zabalza (1987) al utilizar el término de programa solo es para
atender la dimensión institucional y deja a un lado la didáctica del docente, los planes y programas de estudio
funcionan como un ordenador institucional que debe seguirse esto dificulta el trabajo pedagógico en su tarea
didáctica. En cuanto a las instituciones son los contenidos que se deben ver, trabajar y aprender durante los ciclos
escolares, menciona Díaz (2005), que pasa a un segundo término la dimensión académica de la actividad educativa
y el análisis del rol que pueden desarrollar maestros y estudiantes frente al programa.

Se cuentan con programas detallados que incluyen objetivos, contenidos, metodologías, apoyos, bibliografía, etc.
Igualmente se está sistematizando la evaluación, de suerte que no es el profesor a título individual quien decide
cómo evaluar. (Martínez 1989). No existen estudios que realicen esta delimitación sobre la docencia, lo cual ha
posibilitado que se construya una imagen del docente como el ejecutor del sistema educativo. Para Díaz (2005)
Delimitar el ámbito de las habilidades técnico-profesionales del docente permitiría establecer en qué aspectos de
la tarea educativa tiene la responsabilidad profesional de la acción. Con ello se desea enfatizar la tarea docente
como una actividad intelectual y de que por tanto los programas deben ser espacios para la recreación intelectual
y no programas rígidos en el centro de trabajo educativo.

Al término de la ponencia se pretende que los órganos gubernamentales e instituciones miren al docente como un
aliado pues en su día con día frente al grupo ejecutan el programa instaurados por estos órganos y quien mejor que
un docente para respetar la multiculturalidad y así generar espacios en donde el niño explote sus máximas
capacidades y el docente sea el que guie el proceso teniendo una verdadera autonomía para enseñar los contenidos
básicos, pero también trabajar con los contenidos regionales, científicos y tecnológicos para un mejor
aprovechamiento escolar.
DESARROLLO

Para entender mejor de donde surgen los planes y programas debemos posicionarnos en el siglo XVII, con
Comenio es de los primeros en utiliza el término “plan de estudios” para instituirlo, como un conjunto de temas a
trabajar en el sistema escolar, conforme pasan los años las nuevas visiones del pragmatismo y las que la
precedieron, apoyadas en el liberalismo cambiaron la visión respecto a los fines de la educación. La concepción
que tenemos hoy en día respecto de los planes y programas de estudio es propia del siglo XX, para ello Díaz (2005)
se basa en la pedagogía estadounidense que podemos encontrar en el ensayo de John Dewey, El niño y el programa
escolar (1902) en este se ve que por medio de la interacción de los actores (Docente y Alumno) se desarrolla un
currículo vívido, en el libro de Franklin Bobbit, The curriculum (1918) se expresa en el prólogo una discusión
entre un aprendizaje enciclopédico (sólo para saber) y un aprendizaje útil para resolver los problemas que a un
ciudadano se le presentan en el mundo cotidiano, esto nos hace recordar el Plan y Programa 2011 para los alumnos
de tercero a sexto y 2017 para primero y segundo de primaria emitido por la Secretaria de Educación Pública en
donde se desglosan los 12 y 14 principios pedagógicos con el fin de que el alumno adquiera un conocimiento pero
a su vez sepa responder a las problemáticas mundiales por medio de una crítica reflexiva y posteriormente, en la
Declaración del Comité de la Sociedad Nacional para el Estudio de la Educación (1926), presentada bajo el título
de El nuevo programa escolar.

Díaz (2005) comenta que los planes y programas de estudio responden a múltiples intereses y sentidos y pueden
convertirse en un eje de conflicto por los intereses intelectuales y pedagógicos del docente y los intereses de gestión
de la institución. La institucionalización de la escuela fue exigiendo que poco a poco se detallaran con mayor
precisión dichos instrumentos a su vez se derivaron varias concepciones sobre el sentido institucional de los
mismos; mientras que para unas instituciones los planes y programas de estudio son la norma a cumplir, para otras
sólo constituyen una orientación, pero cuando se considera que son la norma a seguir, se pone en funcionamiento
un conjunto de mecanismos que pretenden garantizar que todos los maestros cumplen, al mismo ritmo, el programa
escolar.

Por ello Díaz (2005) utiliza la reflexión de Hernández Ruiz profesor de España pero que radico en México durante
la instauración del franquismo nos ayuda a entender que los planes y programas se han burocratizado y se ha
minimizado el papel del docente:
“Soy testigo personal de que en España los maestros gozábamos en la década del 20 al 30 de una absoluta libertad
en la disposición y desarrollo de nuestro trabajo, pues no se nos imponían programas oficiales de ninguna especie
y estaban legalmente prohibidos los exámenes de promoción. Nosotros mismos elaborábamos los programas de
cada curso a la vista de un plan nacional que cabía en una hoja de papel de fumar y los inspectores los revisaban
con nosotros en función de los resultados. Es justamente a partir de 1939 cuando se inician los planes cerrados:
planes nacionales estrictamente obligatorios y herméticamente cerrados; programas inmensos y detalladamente
circunstanciados; subordinación de maestros y alumnos a concepciones abstractas de origen burocrático
garantizadas por exámenes; pruebas de tuerca y tornillo, es decir, con respuestas ajustadas a una clave
(catequísticas).” Cfr. Didáctica general, Fernández Editores, México, 1972, pág. 129.

La institucionalidad de los planes y programas de estudio se da con la aprobación de las autoridades educativas en
este caso sería la Secretaria de Educación Pública, y de las correspondientes instancias de gobierno federal y
estatal. Esta institucionalidad origina que los planes y programas sean aprobados por organismos centrales y que,
por lo tanto, se los considere legalmente obligatorios; comenta Cleaves (1985) que solamente las universidades
públicas tienen la facultad de establecer sus propios currículos siempre respondiendo a las necesidades de la
población a educar.

Los planes y programas obedecen a múltiples dinámicas; se destacan las burocrático-administrativas que fungen
como los grandes rectores de las orientaciones del trabajo pedagógico, en donde aparecen como un elemento
indispensable para estructurar el funcionamiento de la escuela, lo que paulatinamente va dando lugar a una visión
administrativa de los mismos y deja de lado el proceso académico que subyace en ellos. En ocasiones, son pensadas
en función de lo mínimo que se debe cumplir en un curso y sirven inicialmente a la institución como elemento
central para planificar qué cursos se deben abrir, qué tipo de maestros se pueden asignar a los mismos, en qué
secuencia se pueden llevar las asignaturas, etc.

Se considera que, para poder efectuar una discusión básica sobre los elementos de un programa escolar, resulta
indispensable tener presente que su estructura, por demás variada, depende de una articulación puntual entre:

a) Un sistema legal o administrativo de la institución educativa, que establece las normas para presentar y
aprobar los programas de estudio o, en su caso, establece los programas como instrumentos que deben
seguir o cumplir los docentes.

b) Una concepción educativa, que se adopta en la institución de manera explícita o implícita, pero que
condiciona tanto el papel de los programas de estudio como los elementos que lo configuran. En términos
precisos, una institución se autodefine como ordenada y disciplinada, de excelencia académica y calidad
educativa, humanista o vinculada con la tecnología, innovadora o alternativa. Finalmente, el docente
adopta (de forma consciente o no) una perspectiva educativa, cuando acepta o asume determinadas
propuestas para elaborar los programas, o bien cuando busca alternativas frente a los mismos.

c) El rol (o la función) del programa en el contexto del plan de estudios. Existen diversos tipos de programas
en un plan de estudios, en estrecha dependencia con el rol que se les asigna respecto del mismo. Este rol
condiciona los elementos que conforman su estructura, así como la responsabilidad de elaborarlos.

CONCLUSIONES

Para Bourdieu (1990) dice acerca del tratamiento de los contenidos, al sugerir que, conforme se avance en el
sistema educativo debe existir una mayor libertad para ajustar las temáticas a trabajar a las condiciones de los
alumnos, a los procesos de investigación de cada docente y a los avances de la ciencia y la tecnología. Pero la
realidad es que las instituciones que se encargan de elaborar y aprobar estos aún no entienden que el programa de
estudios es un trabajo colectivo en el que los maestros debatan junto con las instituciones y se construya una
propuesta acorde como se está realizando en este momento con los espacios para la reflexión y discusión para
estructurar la Nueva Escuela Mexicana que tanto deseamos.

En esta perspectiva para Díaz (2005) es reivindicar la función intelectual y social del maestro. El programa de
estudios, en particular, es concebido como un espacio propio del educador, espacio que define a partir de su
concepción amplia del mundo, de la sociedad y de su desarrollo intelectual. Por ello para Díaz (1984) se deben
tener ideas claras sobre el nuevo programa que se pretende crear y es que sea sintético, analítico y programa guía
que constituye una posibilidad de atender a los intereses institucionales, al mismo tiempo que a los intereses
intelectuales y pedagógicos de los profesores.

La formulación de un programa puede llegar a ser una tarea exigente para los maestros; sin embargo, también nos
abre la posibilidad de ir conformando expresiones propias de la dimensión intelectual de nuestro trabajo. Es cierto
que todos los docentes no estén de acuerdo con una propuesta curricular porque toda propuesta emana de una
posición teórica, ideológica y técnica.

A la vez, es necesario pensar que todo plan y programa de estudios necesita darle sus propios espacios de
flexibilidad para no asfixiarse en su propia implantación. El problema es técnico, pero tiene una profunda
repercusión intelectual y política. Díaz (2005) menciona que no es posible aprobar los planes y programas de
estudio de tal forma que no se puedan realizar los necesarios ajustes a los contenidos, conforme avanza el
desarrollo del conocimiento. Esto significa que los propios planes y programas de estudio deben invitarlo a efectuar
una experimentación constante de ideas y estrategias de aprendizaje.

Dice Díaz (2005) que un elemento clave en la elaboración de este tipo de programas es que sean construidos a la
luz de todos los contenidos que se pretende desarrollar en un plan de estudios. Quienes participan en su elaboración
deben tener claridad sobre el conjunto de referentes conceptuales que permiten la selección y organización de
determinados contenidos. Estos referentes son, entre otros, los estudios realizados para determinar el plan, la
orientación global que se imprime al mismo, la traducción de estos elementos en los planteamientos centrales o
ejes, como por ejemplo el perfil del egresado, la determinación de la práctica profesional, la precisión de los
objetivos, la función que el plan de estudios le asigna al contenido (información, desarrollo del pensamiento,
elaboración de síntesis) y los supuestos que existen en relación con el aprendizaje). Finalmente, es necesario tener
en cuenta a los sujetos de la educación, las condiciones de los estudiantes y de los docentes; es necesario atender
a sus motivaciones y su situación psicosocial, así como a la necesidad de una visión cultura antropológica que
permita entender aspectos básicos de su identidad y de las condiciones laborales en que el docente desempeña su
tarea. Estos elementos constituyen el punto de partida, el marco referencial para la construcción del Nuevo Plan
de Estudios para la Nueva Escuela Mexicana.

BIBLIOGRAFIA

 A. Díaz Barriga (1984), Didáctica y currículum, Nuevo mar, México.


 A. Díaz Barriga (2005) El Docente y los programas escolares lo institucional y lo didáctico. Ediciones
Pomares Barcelona – México.
 Artículo 58° de la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, obtenido del link
https://www.cndh.org.mx/sites/default/files/doc/Programas/Ninez_familia/Material/ley-guarderias-
ninos.pdf
 Artículo 7° de la Ley General de Educación obtenido en el link
https://www.sep.gob.mx/work/models/sep1/Resource/558c2c24-0b12-4676-ad90-
8ab78086b184/ley_general_educacion.pdf
 Cleaves (1985), Las profesiones y el Estado. El caso de México, La Jornada, Colegio de México, México.
 J. Dewey (1902), The child and the curriculum, Chicago. Traducido al Castellano “El niño y el
programa escolar”, Losada, Buenos Aires, 1945.
 M. Zabalza (1987), Diseño y desarrollo curricular, Narcea, Madrid, páginas 14-1 5.
 Martínez Rizzo et al. (1989), Metodología para el diseño y revisión de carreras, Universidad Autónoma
de Aguascalientes, Aguascalientes, pág. 25.
 P. Bourdieu (1990), «Los contenidos», en Revista Universidad Futura, Universidad Autónoma
Metropolitana-Atzcapozalco, México.
 Plan y Programa 2011. Secretaria de Educación Pública SEP México.
 Plan y Programa 2017. Secretaria de Educación Pública SEP México.

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