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Así como en salud se nos ha mostrado un rostro diferente del Perú, también
en educación... Hay docentes que estaban haciendo sus clases por ejemplo
en Skype pero con su teléfono al frente, le cuento, de más de setenta es-
tudiantes, con su celular, ¿por qué?, porque los hijos están utilizando su
computadora si es que la tiene, ¿no?, entonces nos muestra esa realidad,
¿no?, que no todos tienen lamentablemente y más aún el internet. Ese es el
problema, y muchos más.
A este trabajo, que describe la situación de Ecuador pero que difiere en otros
países de la región, incluimos testimonios recogidos en la encuesta de preguntas
cerradas vía formulario de Google Form a docentes de todos los niveles que, a
comienzos de año, investigadores/as de la Universidad de País Vasco con colabo-
ración de investigadores/as de diferentes países de América Latina realizamos.
Uno de los datos interesantes fue que el formulario dejaba abierta y opcional una
última pregunta que habilitaba si había algo más que quisieran compartir. Dado
el carácter de la encuesta imaginamos que no serían muchos quienes utilizarían
¿Y AHORA QUÉ? POLÍTICAS Y FORMACIÓN DOCENTE EN AMÉRICA LATINA 49
ese campo pero en el caso de Argentina, donde la encuesta fue completada por
docentes de todos los niveles y de 24 jurisdicciones, en esta opción abierta re-
cibimos muchísimos testimonios. Varios de ellos agradecían la oportunidad de
compartir lo que les sucedía.
La encuesta en Argentina fue respondida por un 85% de mujeres que dieron cuenta
de la intensificación del trabajo y de cómo este se intensifica aún más para ellas.
como en «piloto automático», algo que hace tiempo podríamos haber revisado?
Aparecieron entonces preguntas acerca de cómo preservar el sentido de la ta-
rea, el intercambio y el trabajo colaborativo entre pares (de estudiantes con es-
tudiantes/ de docentes con docentes). Cómo desarrollar propuestas para todas/
os y para cada una/o contando con el apoyo y el acompañamiento indispensables
para poder realizarlas. Cuestionamientos que valen tanto pensando en las y los
estudiantes como cuando, desde la responsabilidad de los Estados, la dirección
de una escuela, la coordinación de un área, pensamos en el trabajo con los do-
centes. Buscamos planificar y desarrollar las propuestas identificando elemen-
tos que nos permitan hacerlo en función del contexto, buscando asegurar que
existan y sigan existiendo situaciones que vinculen a los y las estudiantes con la
escuela, entre sí, con sus docentes y con el conocimiento.
ALGUNAS CERTEZAS
Uno de los aspectos positivos que tal vez deje esta pandemia, es que quienes
no son docentes comenzaron a percibir la importancia del saber de los docentes
como un saber experto. La comunidad revalorizó el saber y el trabajo docente.
Fue evidente que no por saber leer y escribir podemos enseñarles a nuestros hijos
e hijas a hacerlo ni que, en los casos en que tenemos educación superior, esta es
suficiente para la enseñanza aún en el campo que nos es propio. Enseñar requiere
de un diseño y de una acción que conjuga saberes de diferentes campos. Quedó
claro que la familia no puede sustituir la tarea de enseñanza, puede colaborar,
pero la enseñanza requiere de saberes, de competencias profesionales que se
construyen a lo largo de la formación (inicial y continua) y del hacer profesional
de las y los docentes.
Otra de las evidencias ha sido que en aquellas instituciones educativas en las
que había una mayor construcción colectiva, fue mucho más sencillo responder a
la pregunta acerca de qué preservar y qué modificar de la propuesta pedagógica,
así como fue más fácil diseñar propuestas que aliviasen el peso de docentes, estu-
diantes y familias generando experiencias coordinadas y compartidas.
El estrés fue inversamente proporcional a la cultura instalada de trabajo co-
laborativo. Y en aquellas instituciones donde esto no fue posible, los y las docen-
tes comenzaron a visibilizar lazos y redes y/o generaron nuevos espacios para
compartir propuestas y saberes entre docentes de instituciones distantes que tal
vez nunca antes se habían vinculado. Es momento de hacer nuevas preguntas a
la formación docente, un sector de la educación superior que en muchos casos
quedó perplejo ante esta situación y tuvo dificultad para imaginar su propia con-
tinuidad pedagógica.
En los últimos treinta años varias de las recurrentes preguntas que se ha hecho
la formación docente están resueltas desde diferentes marcos conceptuales, pero
muchas de ellas siguen irresueltas en las prácticas formativas y en las políticas
docentes que incluyen mucho más que formación, carrera y salarios.
Sin dudas hay preguntas que nos hacemos más allá de la pandemia y que nos
deberemos seguir haciendo. Vale la pena la interrogación constante por los sen-
tidos de la formación, sigue siendo válido y legítimo mantener abierta la dis-
cusión acerca de para qué formamos a los docentes, qué debe comprender un
futuro docente en su formación inicial y cómo contribuimos a la formación de
una profesión que es por su naturaleza colectiva. Cómo trascender la idea de la
formación docente desde una mirada de las profesiones liberales y entenderla en
el marco de una profesión colectiva que tiene la responsabilidad ética y política
de contribuir a garantizar a todos/as el derecho a la educación. Es imprescindible
mantener siempre abierto el debate acerca de la pertinencia y la relevancia de
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La escuela que conocemos no siempre fue así. Parecería que de un día para otro
hemos comenzado a crear otras maneras de hacer escuela, pero esto no es nuevo.
América Latina es rica en experiencias de otros modos de hacer escuela, es rica
en experiencias que han permitido garantizar el derecho a aprender haciendo
escuela de otras maneras.
Es cierto que desde la formación trabajamos mucho para desnaturalizar el
formato escolar hegemónico, y que la pandemia que estalló este dispositivo per-
mitió visibilizar que no dejamos de hacer escuela cuando modificamos algunas
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y que las políticas docentes se entenderán de una manera más amplia como po-
líticas públicas intersectoriales de sociedades comprometidas con el derecho a la
educación.
REFERENCIAS
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