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Unidad 5: Evangelio de Marcos

“Os saluda Marcos, mi hijo querido” (I Pe: 513)

Este evangelio ha sido uno de los más importantes descubrimientos en la investigación crítica del
Nuevo Testamento. Desde que al Evangelio de Mateo se le concedió un lugar preferente en la
vida de la Iglesia -realidad acontecida de manera muy inmediata- el Evangelio de Marcos pasó a
un discreto segundo plano, pues se llegó a pensar que era simplemente un resumen de Mateo y
Lucas. Esta posición cambió cuando, a comienzos del siglo XIX se planteó la hipótesis sinóptica,
la cual intentaba explicar las semejanzas y diferencias existentes entre los tres primeros
evangelios. Muy pronto se llegó a la conclusión que Marcos era el más arcano y que tanto Mateo
como Lucas, lo habían utilizado en la composición de sus respectivos relatos sobre Jesús.

A partir de aquí, los estudios sobre Marcos han ido revelando la sorprendente riqueza y
originalidad de este evangelio. Hay que considerar, entonces, que Marcos no sólo es el evangelio
más antiguo, sino el que puso las bases para transmitir de una forma nueva los recuerdos sobre
Jesús. La novedad y originalidad de Marcos, que todavía seguimos descubriendo, sólo se
entiende bien cuando se conocen las tradiciones que éste utilizó, cómo las incorporó en su relato
y cuál fue la forma final que dio a su obra.

1. Las antiguas tradiciones palestinenses acerca de Jesús.


Pese a que muchos han sugerido fechar la composición del Evangelio de Marcos en época muy
arcana, un inmenso número de investigadores está de acuerdo en que fue escrito hacia el año 70
d.C., es decir, en el paso de la primera a la segunda generación cristiana. Su autor, a quién
solemos identificar como “Marcos”, utilizó diversas tradiciones sobre Jesús que habían sido
conservadas durante 40 años por sus discípulos. La identificación de dichas tradiciones ha sido
posible gracias a los estudios histórico-críticos de las últimas décadas, los cuales nos han
facilitado distinguir cada vez más y con mayor precisión entre los elementos tradicionales y los
redaccionales, es decir, entre los materiales anteriores a Marcos y su labor como autor de la obra
definitiva.

Al leer con marcada atención a Marcos, advertimos casi de modo inmediato que las tradiciones
utilizadas por este, le llegaron en dos diversos modos: como tradiciones sueltas y en breves
colecciones. Algunas de ellas son innegablemente tradiciones sueltas, como por ejemplo, el
pasaje de la purificación del leproso (Mc: 140-45), el cual está ubicado en el centro de un tríptico
propio del evangelista20. En otros casos las tradiciones llegaron hasta él agrupadas en colecciones
o composiciones más extensas, las cuales son fácilmente identificables en su relato. Observemos,
a modo de ejemplo, que las controversias de Jesús con sus adversarios, tanto las que sostiene con
fariseos en Galilea (Mc: 2-36), como las sostenidas con variados interlocutores en Jerusalén (Mc:
1213-37), se presentan reunidas en un sólo bloque. Lo mismo acontece con las parábolas a la orilla
del lago y los milagros que le siguen (Mc: 41-34; 435-543). Es muy poco probable que el Señor se
dedicara de forma ordenada primero a discutir, luego a pronunciar parábolas y más tarde a hacer

20
El papiro Egerton 2, contiene este mismo relato como tradición independiente. El texto de este papiro se puede
hallar en: A. de Santos Otero, Los evangelios Apócrifos (Madrid: BAC. 2001) p.38.
milagros. ¿No será más bien, que Marcos ha insertado en su relato colecciones ya existentes de
controversias, de parábolas y de signos milagrosos?

Lo más dable es que tanto las tradiciones sueltas como las colecciones y composiciones
conservadas en los primeros grupos de discípulos, llegan hasta Marcos por medio de la tradición
oral, sin descartar claro está, la posibilidad de que algunas de ellas hubieran sido ya fijadas por
escrito. En todo caso, estas colecciones seguían conservando el estilo y el sabor de su génesis
oral, dado que todavía no se había llevado a cabo el proceso de composición literaria semejante
al que realizó Marcos. De ahí que podamos considerar, que la tradición anterior a Marcos fue
básicamente oral.

Estas tradiciones orales se conservaron y transmitieron en contextos diferentes. Los eruditos de


la Escuela de las formas, quienes descubrieron su importancia, pensaban que habían sido
conservadas, transmitidas, y hasta creadas, en los distintos contextos de la vida comunitaria, que
ellos identificaban con la predicación, la catequesis y la liturgia. Nadie niega la importancia y
trascendencia de dichos contextos para la composición definitiva de los evangelios, pero hoy
sabemos que no todos los grupos de discípulos de la primera generación tenían una organización
tan compleja. Hemos llegado a saber que las tradiciones no sólo se transmitían en diversos
contextos comunitarios, sino en diversos grupos de discípulos, quienes solían tener
sensibilidades diversas, se habían organizado de modos diferentes y acentuaban aspectos
distintos. Esto quiere decir, que cada uno de estos grupos conservó un tipo de tradiciones y que
utilizó mecanismos diferentes para transmitirlas.

La identificación de estos diversos grupos en que se transmitieron las tradiciones sobre Jesús es
trabajo arduo y difícil, ya que poseemos mínimas informaciones sobre éstos. El grupo de
discípulos de la primera generación que mejor conocemos es el formado en torno a la figura de
Pablo, pero a juzgar por sus cartas no se transmitieron entre ellos muchas tradiciones sobre las
acciones y palabras de Jesús. Estas se transmitieron sobre todo, entre los discípulos de Jesús en
Palestina, que era donde habían nacido y donde se daban las mejores condiciones para su
transmisión oral. Ahora bien, sobre estos grupos sólo tenemos informaciones indirectas que
podemos deducir precisamente, de las composiciones y agrupaciones anteriores a los evangelios.
En ellas encontramos indicios que nos permiten identificar tres formas de seguimiento de Jesús
en Palestina durante la primera generación: sus “seguidores” galileos; sus “discípulos” galileos y
su “comunidad” jerosolimitana.

v El grupo de “los seguidores”:

Estaba integrado por antiguos simpatizantes pertenecientes, en su mayoría, al estrato social más
popular, el de los campesinos. En los evangelios están bien representados por la “gente” o las
“multitudes” que buscaban a Jesús para escuchar sus enseñanzas o para solicitar de él algún
beneficio. Luego de la muerte de Jesús, estos seguidores no crearon nuevas estructuras sociales,
sino que se mantuvieron integrados en sus anteriores grupos de pertenencia (familia y aldea).
Entre éstos se conservaba el recuerdo de que Jesús había anunciado y hecho presente el reinado
de Dios. Estos recuerdos se transmitieron como una tradición “popular”, la cual daba mucha
importancia a los milagros de Jesús. De ella proceden, probablemente, una buena parte de las
sanaciones, exorcismos y otras acciones portentosas que Marcos ha recogido en su evangelio,
aunque con ciertas reservas, como se advierte en los diversos mandatos de no difundir algunos de
ellos (Mc: 144; 543; 736; 826).

v El grupo de “los discípulos”:

Formado por antiguos seguidores suyos, adheridos a él desde Galilea. Es decir, el grupo de sus
discípulos más cercanos, que le seguían a todas partes y recibían de él una enseñanza particular.
Después de la muerte de Jesús formaron, junto con las familias que les habían ofrecido apoyo
durante el ministerio público de Jesús, un grupo más organizado. Estos discípulos conservaron
sobre todo, la tradición “discipular” de los dichos de Jesús (sentencias, parábolas, controversias
y anécdotas), porque en ellos hallaban las claves para definir su identidad como grupo y para
orientar su comportamiento. Estas tradiciones se transmitieron de modo informalmente
controlado, es decir, con la ayuda de una estructura social que no estaba específicamente
orientada a preservar la fidelidad de la transmisión, pero que de hecho realizaba esta tarea.
Marcos asumió esta tradición al integrar en su relato las enseñanzas de Jesús, sus parábolas (Mc:
41-34), las anécdotas sobre él y las controversias con sus adversarios (Mc: 21-36), pero lo hizo
también de forma crítica, como se advierte en su forma de presentar a los doce, que son los
principales representantes de este grupo.

El grupo reunido en torno a la “comunidad” de Jerusalén:

Sobre todo en el período en que esta estuvo bajo la guía de Santiago (43-62 d.C.). Formado por
antiguos seguidores de Jesús vinculados al judaísmo. Después de su muerte estos discípulos
siguieron adheridos a su grupo de origen o formaron grupos de discípulos de Jesús cercanos a los
fariseos (Gálatas: 211-15; Act: 112; 155). A este grupo debemos las tradiciones “comunitarias”,
que se transmitieron de manera formalmente controlada, es decir, con ayuda de estructuras
sociales bien determinadas orientadas específicamente a garantizar la fidelidad de dicha
transmisión, como corresponde a una comunidad más organizada21. Marcos asumió también
estas tradiciones otorgando a una de ellas, el relato de la pasión (Mc: 14-16), un lugar clave en su
relato.

Es así entonces, que el autor del evangelio Marcano se encontró con diversas formas de la
tradición sobre Jesús conservadas y transmitidas en grupos diferentes de discípulos. Es
importante observar que dichos grupos estaban asentados en galilea y en Judea, donde se había
desarrollado la actividad de Jesús, ya que este dato aporta luz al debate sobre el lugar de
composición del evangelio. La tradición más antigua sostiene que fue compuesto en Roma, y he
aquí, la opinión más difundida entre los estudiosos, aun hoy. No obstante, son cada vez más los
que opinan con buenos argumentos que fue compuesto cerca de Palestina, tal vez en la región de
Siria. Esta región tenía estrechos lazos comerciales con Galilea y era lugar de paso entre Judea y
Siria, lo cual explicaría bien que el autor del evangelio de Marcos conociera tanto las tradiciones
populares y discipulares de Galilea como las comunitarias de Jerusalén. La tradición de que este
evangelio procede de Roma podría referirse, entonces, no tanto a que hubiese sido compuesto
allí, sino a que se difundió desde aquella comunidad, que era, a la sazón uno de los grandes
centros del cristianismo naciente.
21
Grupo palestinense mejor conocido, gracias a las informaciones de las cartas paulinas, libro Actas Apostólicas y
escritos del historiador Flavio Josefo. De forma indirecta, el relato de la pasión, compuesto en esta comunidad,
ofrece también algunas informaciones sobre ella.
Después de la guerra judeo-romana y de la destrucción del templo de Jerusalén (70 d.C.) la
situación de Palestina cambió drásticamente y los grupos de discípulos de Jesús asentados en ella
se dispersaron, desaparecieron así las condiciones para la transmisión oral de los recuerdos sobre
él. Uno de los méritos de Marcos consiste en haber conservado estas tradiciones al incorporarlas
en su relato. Otro no menos importante fue el haberla articulado para componer, a partir de ellas,
un relato coherente.

2. La articulación de las tradiciones sobre Jesús en forma de relato.


Comparando las colecciones y composiciones que recogen las antiguas tradiciones sobre Jesús
con el evangelio de Marcos, de entrada advertimos dos diferencias bastante significativas. La
primera es que ninguna de estas tradiciones abarca todo el conjunto de la actividad de Jesús,
como hace Marcos, sino que se centran en aspectos parciales de ellas como sus milagros, sus
parábolas, sus controversias o su pasión. La segunda es que el evangelio de Marcos es un relato,
mientras que ninguna de estas colecciones y composiciones, a excepción del relato de la pasión,
tenía forma narrativa. Es cierto que los relatos de milagros y las anécdotas contienen algunos
elementos narrativos, pero refieren episodios puntuales débilmente conectados entre sí. La
originalidad de Marcos consistió en haber creado a partir de estas tradiciones un relato en el que
estos episodios forman parte de una trama más compleja.

En la tarea de elaborar un relato coherente sobre Jesús a partir de las tradiciones ya existentes,
Marcos pudo haberse inspirado en dos modelos ya existentes y que él combinó magistralmente.
El primero fue un esquema temporal tradicional, que le permitía reunir en una composición
unitaria la mayor parte de las tradiciones precedentes. El segundo, el relato de la pasión, que le
brindaba un modelo narrativo.

• Esquema tradicional y modelo narrativo.

En las primeras comunidades y grupos cristianos circulaban breves resúmenes que incluían los
episodios y momentos más significativos de la actuación de Jesús en un esquema temporal. Las
Actas Apostólicas contienen varias versiones de uno de estos resúmenes. En estos resúmenes la
actividad de Jesús se situaba en un marco temporal que comenzaba con la predicación del
bautista y terminaba con su exaltación. Buen ejemplo de este tipo de resúmenes es el que Pedro
incluye en su alocución a Cornelio y su familia (Actas: 107-42).

En este resumen, la muerte y resurrección de Jesús ocupan un lugar central, lo mismo que en la
antigua fórmula recibida y transmitida por Pablo (I Cor: 153-5). No obstante, el autor de Marcos
no se inspiró en este resumen. Si así hubiese sido, habría narrado las apariciones del resucitado,
las cuales ocupan en él un lugar bastante relevante. Debió inspirarse, más bien, en otro muy
parecido a éste, que también circulaba entre los primeros grupos cristianos. Dicho resumen
comenzaba como el anterior, con la predicación de Juan el Bautista, pero concluía con la venida
del Hijo del hombre a final de los tiempos, y en él se daba mucho menos importancia a la muerte
y resurrección de Jesús.

De este segundo esquema no ha llegado hasta nosotros una formulación resumida como la que
hemos citado más arriba de las Actas Apostólicas, pero sí dos composiciones que se inspiraron
en el documento Q y los trece primeros capítulos del evangelio de Marcos. En efecto, tanto Q
como Mc: 1-13 comienzan con la presentación del Bautista, a la que sigue el bautismo y la
tentaciones de Jesús (Q 32b-414 =Mc: 11-13), y terminan con un discurso de Jesús sobre la
venida del Hijo del hombre (Q 1723-2230=Mc:13). Esta coincidencia es sorprendente, porque
estas dos composiciones son muy diferentes entre sí, tanto por el género literario dominante
(narrativo en Marcos y discursivo en Q), como por el tipo de tradiciones que recogen.

Es muy dable, por tanto, que Marcos se sirviera de un esquema temporal tradicional que
comenzaba con la predicación de Juan Bautista y terminaba con el anuncio de la venida de Jesús
como Hijo del hombre para componer los trece primeros capítulos de su evangelio, articulando
narrativamente diversas tradiciones populares, discipulares y comunitarias.

El segundo modelo en el que parece haberse inspirado fue, probablemente, el relato de la pasión.
Este relato es la composición narrativa más antigua del cristianismo naciente y la única de este
género que conoció Marcos. Un análisis redaccional minucioso de los tres últimos capítulos de
su evangelio (Mc: 14-16) permite identificar detrás de estos un relato más antiguo que posee
todos los rasgos característicos de una narración: un marco espacio-temporal preciso, unos
personajes bien caracterizados y una trama que relaciona de forma articulada los diversos
episodios referidos. Este relato pudo haber servido de modelo a Marcos en el momento de
componer su relato sobre Jesús. Un indicio de ello es la importancia que le otorga desde el punto
de vista literario y teológico en el conjunto de su obra. Tanto, que algunos han llegado a definir
este evangelio como “un relato de la pasión con un amplio prólogo”.

• Fusión del esquema tradicional con el modelo narrativo.

Marcos fundió con gran maestría las tradiciones reunidas en los primeros trece capítulos según el
esquema temporal y teológico tradicional con el relato de la pasión. De este modo, el relato
menos articulado de Marcos 1-13 se integró dentro de un verdadero marco narrativo. Esta fusión
de los dos grandes bloques del evangelio se advierte al observar las referencias cruzadas que el
evangelista introdujo en ellos.

Observamos, en primer lugar que en Mc: 1-13 se han introducido referencias explícitas al relato
de la pasión para crear una tensión narrativa y vincularlos con los capítulos finales (Mc: 14-16).
Veamos algunos ejemplos: El primero podría ser la conclusión de las controversias galileas (2-
36), que dice así: “En cuanto salieron, los fariseos se confabularon con los herodianos para
planear el modo de acabar con él” (36). Esta conclusión no formaba parte de la colección de
controversias que utilizó Marcos, sino que fue añadida por él para hacer presente la pasión de
Jesús en el momento del primer enfrentamiento con sus enemigos.

Las alusiones más claras a la futura pasión de Jesús se encuentran en los llamados “anuncios de
la pasión”. Es posible que estos tres anuncios se hayan compuesto a partir del segundo (Mc:
931), el cual reproduce, probablemente palabras de Jesús. Este desarrollo, sin embargo, ha
tenido presente el relato de la pasión, pues la formulación del primer anuncio y sobre todo la del
tercero reproduce literalmente los diversos momentos de dicho relato (Mc: 1032-34)22.

22
Dentro de la sección en que se encuentran estos tres anuncios, pueden identificarse otros tres añadidos
redaccionales en los que se alude a la futura pasión de Jesús: el anuncio de su futura resurrección (Mc: 910); la
La futura pasión de Jesús se anticipa también en la forma de presentar la entrega del Juan el
Bautista (Mc: 114) y su posterior pasión (Mc: 617-29; 911-13) que anticipa la de Jesús. El evangelista
utiliza aquí una terminología característica del relato de la pasión, lo mismo que en la
caracterización de Judas Iscariote (319: “El que lo entregó”) y en el anuncio de los sufrimientos
que aguardan a los discípulos (Mc: 139-13: “os entregarán”).

Todas estas referencias indican que Marcos ha tenido un especial interés en vincular los trece
primeros capítulos de su evangelio con el relato de la pasión, anticipando lo que después se narra
con mayor detenimiento. Esta misma intención es la que lo movió a introducir en dicho relato
una serie de añadidos que retomaban temas narrativos o teológicos esbozados en los primeros
trece capítulos.

Dos de estos añadidos vinculan la pasión de Jesús con el principal escenario de su actividad:
Galilea. El primero de ellos, la promesa de un reencuentro en Galilea después de la resurrección
(Mc: 1428), hallado en la escena en que el Señor anuncia el abandono de los discípulos y las
negaciones de Pedro (Mc: 1426-31). El segundo evoca esta misma promesa en la escena del
sepulcro vacío (Mc: 167). Se trata de dos versículos redaccionales que tienen la función de
cohesionar las dos partes de relato.

Marcos ha acentuado también la presentación negativa de los discípulos en el relato de la pasión,


haciendo de él el momento culminante de un proceso de incomprensión iniciado en los capítulos
precedentes (Mc: 143-10.11-12. 32-42). Para subrayar su incomprensión y su fracaso como seguidores
de Jesús ha incluido una serie de personajes secundarios que se comportan como verdaderos
discípulos del Señor. Estos personajes comienzan a aparecer ya desde los capítulos 1-13, pero en
el relato de la pasión son más notables. Todos ellos encarnan actitudes propias del discípulo que
contrastan con el abandono, la traición y la negación que caracterizan al grupo de “los Doce” en
este momento decisivo: una mujer anónima unge a Jesús en casa de Simón (148); Simón de
Cirene toma sobre sí la cruz de Jesús (1521); el Centurión romano le reconoce como verdadero
Hijo de Dios en la Cruz (1539); José de Arimatea, quien espera el reinado de Dios, baja de la
Cruz el cuerpo sin vida de Jesús y le brinda honras fúnebres (1542-47); y las mujeres, presencian
su sepultura y reciben el anuncio de su resurrección (Mc: 1540-41; 161-8).

Finalmente, es el relato de la pasión donde culmina la presentación de Jesús iniciada de forma


oculta y enigmática en los capítulos precedentes. El momento clave de esta revelación es su
comparecencia ante el sumo sacerdote. En ella Jesús responde a la segunda pregunta, que se
refiere a su identidad, reconociendo que él es “el Mesías, el Hijo del Bendito” (1461). Ahora
bien, esta segunda pregunta no formaba parte del relato tradicional de la pasión, que sólo
contenía la acusación de haber anunciado la destrucción del templo (1457-58). En este momento,
lo mismo que en la confesión del centurión ante la cruz (1539), se revela la condición de Jesús
como Mesías e Hijo de Dios es inseparable de su pasión y muerte. Marcos desvela así el secreto
sobre la verdadera identidad de Jesús que ha dominado los capítulos precedentes (830), y

referencia al “bautismo” que sufrirá Jesús, en clara alusión a su muerte (Mc: 1038) y el anuncio de que dará su vida
por todos (1045).
entrelaza la presentación que hace de Jesús durante su ministerio público con el relato de su
pasión23.

El resultado de este trabajo redaccional de Marcos es una obra coherente que posee una
personalidad propia desde el punto de vista literario y teológico. Este es un aspecto que han
subrayado recientemente los estudios narrativos sobre Marcos, mostrando de modo convincente
que este evangelio, tal como ha llegado hasta nosotros, posee los rasgos propios de un auténtico
relato. De esta manera Marcos introdujo la tradición precedente sobre Jesús en un molde nuevo
llamado a tener gran fortuna en el cristianismo naciente.

• La composición de la primera biografía de Jesús.

El evangelio de Marcos se ajusta a las indicaciones que daban los maestros de retórica
contemporáneos sobre cómo debía componerse una diégesis (un relato). Ahora bien, el relato era
un género literario muy amplio y flexible, y por ello cabe preguntarse si se trataba de un tipo de
relato particular. Este planteamiento nos introduce en una problemática que ha sido objeto de
debate desde los comienzos de la investigación crítica de los evangelios: su género literario.

Los estudiosos de los evangelios en general y de Marcos en particular han aportado dos
soluciones a este problema. Algunos de ellos afirman que los evangelios constituyen un género
literario peculiar creado por los primeros cristianos. Otros, no obstante, consideran que siguen el
modelo de las biografías antiguas. La afirmación de que los evangelios constituyen un género
literario peculiar está muy vinculada a la convicción de que pertenecían a la literatura popular y
no eran, por lo tanto, asimilables ni comparables a las obras literarias de la época. Según esta
opinión los evangelios serían una especie de kerigma narrado, cuya principal intención habría
sido exponer narrativamente los contenidos fundamentales de la predicación. En cambio, la
afirmación de que los evangelios siguen el modelo de las biografías antiguas se fundamenta en
una comparación con este tipo peculiar de relato, que en la literatura griega recibía el nombre de
bios y en la latina era denominada vita.

Las biografías antiguas eran relatos breves compuestos a base de anécdotas en las que se ponía
de manifiesto el honor del protagonista. Solían comenzar hablando sobre sus antepasados y
educación, luego se exponían sus acciones memorables y se elogiaban sus virtudes y, finalmente,
se narraba su muerte y las consecuencias de la misma. A medida que se estudian dichas
biografías y se descubre la variedad de formas que podían adquirir, se impone la convicción de
que Marcos se inspiró en ellas para componer su relato sobre Jesús. Es interesante observar que
fue él el primero que utilizó este molde literario, pues aunque la inclinación hacia este género
biográfico es ya perceptible en el documento Q, según lo veremos más adelante, el mérito de
haber compuesto la primera biografía de Jesús corresponde a Marcos.

En este proceso la incorporación del relato de la pasión fue un paso decisivo, porque aportaba
una información determinante para las antiguas biografías: el relato de las circunstancias de la

23
El “secreto mesiánico” es uno de los rasgos más característicos de la presentación de Jesús en Marcos. A través de
este recurso el evangelista trata de precisar en qué sentido puede expresar que Jesús es Mesías. Lo importante de
este punto de vista de la composición del evangelio, es que este motivo propio del redactor, sirve para vincular
estrechamente la manifestación de Jesús en los primeros trece capítulos y en el relato de la pasión. Sobre este tema
tan bello y fascinante volveremos más tarde, querido eunuco.
muerte de Jesús (pasión) y de sus consecuencias (resurrección). En el esquema tradicional,
centrado en las dos venidas del Señor, esta información tenía muy poca importancia, porque su
orientación no era tan decididamente biográfica. La incorporación del relato de la pasión
propició la fusión del esquema temporal tradicional con el esquema temporal propio de las
biografías, que situaba la actividad del protagonista entre su nacimiento y su muerte. Con la
introducción del esquema biográfico, las palabras y las acciones del Jesús terreno quedaban
situadas en el pasado. Su muerte y resurrección introducían un corte que las situaba en una época
distinta. Aparece así en el horizonte de la tradición sobre Jesús la categoría del recuerdo, como
evocación de un pasado significativo para el presente. Esta categoría, que no era tan importante
en Q debido a su esquema temporal, es no obstante, clave en la biografía de Jesús compuesta por
Marcos y lo será en las de Mateo y Lucas, que siguieron su modelo.

La composición del evangelio de Marcos supuso, por tanto, un avance decisivo en la


configuración de la tradición sobre Jesús. Enmarcó las composiciones sueltas y las colecciones
precedentes en un marco temporal y geográfico que les confería unidad, y al mismo tiempo
elaboró el conjunto siguiendo un esquema biográfico que daba una personalidad propia a su
obra.

A pesar de todo, el resultado de su intento fue limitado. La limitación es especialmente visible en


el comienzo de su relato, donde Marcos parece no seguir el modelo de las biografías antiguas.
Según la perspectiva de la época, las biografías debían comenzar narrando la infancia y la
educación del protagonista para demostrar que procedía de una estirpe honorable, que había
nacido en un lugar renombrado y que había recibido una educación adecuada. Marcos, sin
embargo, comienza su relato con la presentación de un Jesús ya adulto. Pese a ello, no renunció a
dicho objetivo tan importante de las biografías antiguas. Lo consiguió en cierto modo
presentando a Jesús como Hijo de Dios, que había sido anunciado en los oráculos proféticos y
que había experimentado un proceso de iniciación bajo la guía de un gran profeta (Mc: 19-13),
mostrando así, que el honor de Jesús no procede de su descendencia humana, sino de su relación
con Dios. Algunos años más tarde, Mateo y Lucas vieron la necesidad de ajustar su relato al
modelo común de las biografías e incluyeron una narración sobre la infancia de Jesús (Mt: 1-2;
Lc: 1-2).

Estas consideraciones sobre el género literario de Marcos muestran que la actividad redaccional
llevada a cabo por su autor era ensamblar el relato de la actividad de Jesús (Mc: 1-13) con el
relato de la pasión (Mc: 14-16) no tuvo sólo como objetivo dar una mayor unidad literaria al
conjunto de su obra, sino también incorporar las tradiciones sobre Jesús a un molde literario bien
conocido en la literatura de entonces: la biografía (bios-vita). La adhesión a este género literario
tuvo importantes implicaciones teológicas.

En la tradición precedente el centro de atención eran aspectos parciales de la actividad de Jesús:


sus enseñanzas, sus acciones, su pasión; y esta concentración en aspectos parciales daba como
resultado visiones fragmentadas de él. En el relato de Marcos, sin embargo, todo el interés se
centra en la “persona” de Jesús. Se trata de un cambio de acento, que será decisivo en el
desarrollo de la cristología. Lo importante no eran sus acciones o sus enseñanzas, sino su
persona, su carácter, su honor, lo que significa para nosotros. Por esta razón, tanto las biografías
antiguas como en el evangelio de Marcos se advierte un especial interés por caracterizar al
protagonista24.

El género biográfico permitía, en efecto, una caracterización más precisa y compleja de los
personajes, lo cual, a su vez, facilitaba la expresión de la fe en Jesús y la presentación de
modelos a imitar. Estos dos aspectos constituyen la principal novedad teológica de Marcos con
respecto a las composiciones precedentes. Este evangelio es, en efecto, el primero que presenta a
Jesús como un personaje complejo, que se va manifestando a lo largo del relato hasta llegar a la
revelación abierta de su verdadera identidad, la cual, paradójicamente, tiene que ver con la cruz.
La presentación de los discípulos ocupa también en él un lugar importante. Son igualmente
personajes complejos, que primero siguen incondicionalmente a Jesús y luego lo abandonan.
Esta presentación de Jesús y de los discípulos, que constituye el eje narrativo y teológico del
evangelio de Marcos, no habría sido posible si su autor no hubiera articulado la tradición
precedente en forma de relato y si este relato no hubiera adoptado la forma de una biografía.

] La innovación de Marcos tuvo una enorme fortuna, pues determinó de manera decisiva la
forma como la Iglesia Apostólica recibió la tradición sobre Jesús. De hecho, la tradición
normativa sobre Jesús, es decir, la recogida en el canon del N.T., han llegado hasta nosotros a
través de cuatro relatos, dos de los cuales dependen directamente de Marcos. Tanto Mateo como
Lucas emprendieron de forma independiente la tarea de reelaborar la “vida” de Jesús con el
objeto de completarla, ajustarla mejor al modelo de las biografías helenistas y adaptar su mensaje
a la situación de sus destinatarios. Sin embargo, es Marcos a quien corresponde el mérito de
haber compuesto la primera biografía del Hijo de Dios”.25

ANEXO

El Mensaje Revelado en el Evangelio de Marcos.


La Cristología de Marcos se puede resumir en una pregunta crucial: ¿Quién es éste? (441); a tal
pregunta corresponden dos respuestas: Pedro tomando la vocería de los demás Apóstoles dirá:
“Tu eres el Cristo” (829), culminación de la primera parte del evangelio; por su parte, el
centurión romano en el calvario exclamará: “Verdaderamente este hombre era hijo de Dios”
(1539), culminación y cenit de la segunda parte. Éstas son dos respuestas de fe que Marcos graba
como los dos carriles que nos Conducirán en la comprensión de Jesús a lo largo de su evangelio.

Evangelio: Sin olvidar la etimología y en concreto, el significado de esta palabra, para Marcos,
evangelio significa más que un feliz mensaje. Para este evangelista mensaje y mensajero se
identifican de tal manera que, el evangelio es Jesús en persona: “Quien pierda su vida por mí y
por el evangelio, la salvará”: 835; 1029-30. Es decir, sacrificarse o morir por el evangelio es
hacerlo por Jesús mismo. Con esto, Marcos refleja la razón de ser del Kerigma primitivo, pues

24
Curioso es advertir que, aunque en el nivel de la tradición oral existen abundantes semejanzas entre las tradiciones
rabínicas y las tradiciones sobre Jesús, las primeras no dieron lugar a biografías, mientras que las segundas sí –Jesús
no es un simple rabino, él es verdaderamente el Hijo de Dios– (R. A. Burridge).
25
Temática tomada, con ligeras acomodaciones y adaptaciones, de “Los Cuatro Evangelios”. Santiago Guijarro
Oporto. Sígueme. Salamanca. España. Páginas: 201-281. 2010.
antes de centrarse en la doctrina, se centra en la persona de Cristo. De hecho, Marcos nos
encamina en su evangelio a descubrir de manera fascinante el misterio de Jesús.
Jesús (Yeho-shúa: “Yhwh salva”) Mc: 124: Todos los evangelistas nos presentan a Jesús
semejante en todo a sus hermanos los hombres (no sólo en los momentos de su pasión dolorosa,
sino también en los momentos ordinarios de la vida). Pero es san Marcos quien con más fuerza y
frecuencia acentúa la dimensión humana de Jesús previniéndonos contra la tendencia docetista,
es decir, contra la tentación de soslayar las limitaciones propias de la naturaleza humana en aquel
que adoramos como persona divina. Por eso, Marcos habla con toda naturalidad y espontaneidad
de las emociones intensas de Jesús, mientras que Mateo y Lucas, quizás por respeto religioso y
por pedagogía pastoral, tienden a omitirlas o mitigarlas en los pasajes que comparten con este
evangelista. Así, Jesús es sumamente emotivo en:
• Compasión: Mc. 141: (splagcnisJheiV = conmovido en las entrañas...)” ¹ Mt: 83; Lc:
513.
• Disgusto: Mc. 35: Mt: 1213; Lc: 610/ Mc: 812 ¹ Mt 164; Lc: 1129, Mc: 1014 p.
• Ternura: Mc. 1016: Mt: 1915; ¿Lc?/ 1021; “fijando en él su mirada le amó” ¹ Mt y Lc.
• Pregunta (no sabe todo): 530; 638; 827; 921; 933. Con ello muestra la dimensión humana de
Jesús27

Marcos y “El Secreto Mesiánico”:

Marcos es el evangelista que más destaca la voluntad de Jesús de silenciar ante el pueblo su
dignidad mesiánica, exige silencio a los demonios (134; 312); a los beneficiarios en cualquiera de
sus milagros (144; 543; 736; 826), y aún a sus mismos discípulos (830; 99).

Según los racionalistas W. Wredwer y R. Butlmann, el “secreto mesiánico” de Marcos no es


histórico, porque Jesús nunca tuvo conciencia mesiánica; fue la comunidad primitiva quien
“creó” la fe en la mesianidad de Jesús, y luego “inventó” el “secreto mesiánico” a fin de
“explicar” por qué el pueblo no lo había reconocido como Mesías en su vida pública.

El presupuesto de esta teoría –Jesús no era consciente de ser el Mesías– críticamente es


insostenible…
La confesión de Pedro aceptada por Jesús, su entrada solemne en Jerusalén dispuesta por el
mismo; su repuesta enfática al sumo sacerdote: “Si yo soy”; el título de la Cruz con la causa de
su condena: “Este es el rey de los judíos”; son hechos históricos inexplicables sin una
reivindicación mesiánica. Por el contrario, Jesús sabe quién es y para donde va. “La conciencia
mesiánica de Jesús es el hecho central de su vida” (W. F. Albright).

El llamado “Secreto Mesiánico” de San Marcos no es una falsificación de la historia.


Corresponde a la realidad. Jesús no podía obrar de otra manera, ya que sus compatriotas
encalabrinados en sus sueños nacionalistas y revanchistas, aguardaban un Mesías político y
bélico; falsa idea ambiental que hasta algunos de sus discípulos no escapaban a semejante

27
Jesús tenía como todo hombre, ciencia experimental adquirida, única en la que podía progresar (cf. Lc: 246–47.52).
Sus preguntas, por consiguiente, no eran fingidas, aunque algunas podrían ser “socráticas”, a fin de provocar una
respuesta que diera pie para una enseñanza, ejemplo: la de Mt: 2220:“¿De quién es esta imagen y la inscripción?”.
Mc: 820: “Jesús insistió: ¿Cuántas cestas llenaron con lo que sobró cuando repartí los siete panes entre los cuatro
mil?”; Mt: 1725b etc.
mentalidad. Ejemplos de esto no nos faltan, más bien nos sobran: Mc: 1035–45; Lc: 2421; Act: 16.
Ahora, humildemente podríamos señalar las causas determinantes por las cuales el Señor,
probable y pedagógicamente decidió silenciar su identidad mesiánica:

§ La mentalidad errada acerca del Mesías por parte del pueblo y de sus discípulos. Quienes
lo hubiesen entendido en sentido político y lo hubiesen proclamado rey temporal (¡como bien
lo intentaron! Cfr. Jn: 614) desviando el sentido auténtico del mesianismo de Jesús que busca la
conversión del corazón y de toda estructura humana.

§ El peligro romano: Si Jesús se declara Mesías abiertamente y con tanta antelación, el


gobierno imperialista lo hubiese arrestado inmediatamente como traidor al César, y le hubiese
ejecutado como bien lo hicieron con Teudas y Judas el Galileo (cfr. Act: 537–38), y no hubiese
tenido tiempo Nuestro Señor de anunciar con holgura la noticia sobre el reino de Dios, un reino
desligado del estado, un reino de paz y de amor28.

§ Los dos anteriores criterios tradicionales, se pueden entender bajo el criterio de la


“prudencia o discreción de Jesús”; pero hay que ser honrados al reconocer que esta
explicación, aunque es valida, sin embargo, es insuficiente. Pues con romanos o sin romanos en
Palestina, el misterio de la persona de Jesús sólo podía ser comprendido claramente desde la
perspectiva de la Pasión y Resurrección del Señor. He aquí las razones:
• La humanidad de Jesús constituía un velo difícil de remover. Su misterio no podía ser
plenamente desvelado mientras le veían vivir entre ellos y como uno de ellos. Era
imprescindible la pasión para hacerles comprender que Jesús, en realidad, era el Siervo
Sufriente de Yhwh que expiaba los pecados del mundo. Era necesaria la Resurrección y
la efusión del Espíritu Santo para convencerles de que él pertenecía verdaderamente al
mundo divino (Benoit).
• La muerte en la Cruz no fue una prueba en contra de su mesianidad, sino a favor de la
misma. Fue el signo paradójico de su victoria, su epifanía como el verdadero Mesías
según las Escrituras. Tan sólo la cruz seguida de la Resurrección podían revelar quién era
él en realidad: el Cristo o Mesías, y no solamente el Mesías, sino mucho más: el Hijo de
Dios sentado a la diestra de Dios Padre (¡El Señor!).
• De ahí, que el título preferido por Jesús para auto-designarse como Mesías fuese el de
“Hijo del Hombre”, confesado solemnemente ante el Sanedrín , porque sugería de modo
misterioso, pero suficientemente claro que el Mesías según las Escrituras debía padecer y
así entrar en la gloria (Lc: 2426–27).

Ì “El Hijo del Hombre”.

28
La liberación es ciertamente el núcleo del mensaje de Jesús. Pero el no vino a liberar a su pueblo del yugo de los
romanos por medio de una revolución armada, sino del yugo del pecado por su muerte expiatoria (Mt: 121; 417; I
Tm: 115). Ahora, esto no significa que el evangelio propugne la indiferencia o resignación ante las diferentes formas
de opresión social, política o económica, sino que pone el acento en la conversión del corazón, sin la cual, toda
liberación externa es ilusoria. Jesús vino a luchar por la liberación integral del hombre por la fuerza, no de las armas,
que generan nuevas formas de opresión y violencia, sino de la verdad y del amor. Y ante todo, por medio de la
conversión personal. Porque sólo hombres transformados transformarán el mundo (Citado libremente de “Encuentro con la
Biblia” de Albert Vidal i Cruañas” Paulinas. 1989. pág. 307).
² Vocablo: Esta expresión tan familiar y tan enigmática al mismo tiempo, aparece en los
evangelios 82 veces: 14 en Marcos; 30 en Mateo; 25 en Lucas; 13 en Juan; y siempre,
exclusivamente en boca del Señor Jesús, para designarse a sí mismo. Los críticos admiten su
historicidad en virtud de su aramaísmo arcano, pues ni los cristianos primitivos, ni el mismo
Pablo hablaban de Jesús utilizando dicho calificativo, sino que le nombraban más bien como
“Cristo” o “Señor” (si los evangelios lo han conservado, es por fidelidad a la genuina tradición
de Jesús).

² ¿Qué significa? En el Antiguo Testamento se nombra como “ben adam” (en hebreo); “Bar
enash” (en arameo). No significa “hijo de un hombre determinado”, sino que es un modismo
muy semítico para decir simplemente “hombre”. Subraya la condición limitada y mortal del ser
humano (Sal: 85; 8018), especialmente en el libro de Ezequiel, allí aparece 90 veces para acentuar
la debilidad humana del profeta frente a Dios: Ez: 21.3.6.8; 31–2.4.10.17; 41. En cambio, en la visión
de Daniel sólo aparece una vez (71–14) como una figura celeste, glorificada y junto a Dios como
juez universal escatológico.

² “Como un hijo de hombre” es una “personalidad corporativa”, es decir, una


personificación del “Reino de los santos del Altísimo”, representa entonces una colectividad que
incluye también un sentido individual (Dn: 7). Por lo tanto, el “Hijo del Hombre” de Daniel es
el reino mesiánico con el Mesías humilde y perseguido en su fase terrena, pero glorioso al final
de los tiempos cuando recibirá de Dios la soberanía universal. Y es este aspecto glorioso y
trascendente el que Jesús destacó y se aplicó en la solemne declaración ante el Sanedrín y que le
costó su sentencia de muerte.

² Utilización significativa: En el evangelio de Marcos, en las 14 veces que aparece el “Hijo


del Hombre” se pueden distinguir fácilmente dos grupos de textos (lo mismo que en los otros
evangelistas). Un primer grupo donde prevalece el aspecto humilde (8 veces) y un segundo
grupo donde prevalece el aspecto glorioso (6 veces).
“Hijo del Hombre” ð Glorioso. “Hijo del Hombre” ð Humilde.
1. Mc: 831. (Debe sufrir mucho y ser reprobado).
1. Mc: 210. (Tiene poder para perdonar pecados). 2. Mc: 912. (Sufrirá mucho y será despreciado).
2. Mc: 228. (¡Es Señor del Sábado!). 3. Mc: 931. (Será entregado en manos de los
3. Mc: 838. (“Cuando venga en su gloria…”). hombres).
4. Mc: 99. (“Hasta que resucitara de entre los 4. Mc: 1033–34. (Entregado a sacerdotes y
muertos”). gentiles…).
5. Mc: 1326. (Entonces le verán venir con pode y 5. Mc: 1044–45. (Ha venido a servir no a ser servido).
gloria). 6. Mc: 1421a. (Se va… como está escrito de él)
6. Mc: 1461–62. (Sentado a la diestra del poder y 7. Mc: 1421b. (Entregado por uno de los suyos).
venir). 8. Mc: 1441. (Entregado en manos de los pecadores).

² En suma: Al designarse Jesús a sí mismo con este título bivalente: “Hijo del Hombre”, se
identifica por un lado con la figura de Isaías del “Siervo de Yhwh” quien sufre y muere por la
salvación de todos, y, por otro, con la figura de Daniel del “Juez Supremo de toda la
humanidad”. De este modo, Nuestro Señor enlaza su primera venida en debilidad mortal con la
segunda en gloria y majestad29. Es decir, funde en su persona el abajamiento más profundo como
hombre y con la majestad más soberana como Dios. Y así prepara progresivamente la revelación
del título supremo de Hijo de Dios.

Ì “HIJO DE DIOS”.

Este es el título fundamental de la cristología de Marcos. Por ello al modo de una gran inclusión,
está al principio y al final de su evangelio (11à1539), dándole un sentido pleno como expresión
de la fe de la Iglesia apostólica en la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo... Sin embargo, esto
no quiere decir que en todo el discurso marquiano tenga siempre la misma plenitud de sentido,
sobre todo, cuando son los otros quienes llaman a Jesús “Hijo de Dios”, dado que la idea de una
filiación divina en sentido estricto era muy difícil de aceptar (por no decir imposible) por el
rígido monoteísmo hebreo, no obstante, la expresión “Hijo de Dios”, quedaba abierta en
sentido pleno, y de hecho lo asimilarán un día, cuando los evangelistas redacten sus escritos, una
vez hayan sido iluminados por la Resurrección y avalados por el Espíritu Santo. Ahora, ¿Qué
significado tiene este título en los textos sagrados en los que los hallamos? :

v En el A.T. son llamados hijos de Dios en un sentido amplio de filiación, espiritual, moral o
adoptiva: *Los Ángeles que forman la corte divina (Sal: 291; 897; Job: 16). *Israel por ser el
pueblo elegido (Ex: 422; Dt: 141; Os: 111). *Cada Israelita fiel, especialmente en la época
postexílica cuando se desarrolla el individualismo religioso (Sal: 10313; Sab: 216–18; Si: 410).
*El Rey de forma particular (II Sm: 714), por eso el día de la unción, Dios se dirige al rey con
estas palabras –especialmente al futuro rey Mesías–“Tú eres mi hijo; yo te he engendrado
hoy” (Sal: 27)29.

v Para el Evangelio de San Marcos, ¿qué significa que Jesús sea “Hijo de Dios”?
+ En boca de los demonios es el reconocimiento de que Jesús es “el Santo de Dios” (124),
“El Hijo de Dios” (311; 57); es decir, que reconocen su dignidad mesiánica o filiación
adoptiva. Así por ejemplo, en las tres tentaciones (Lc: 43–4.41). Aunque el sentido de estos
pasajes no puede ser que los demonios reconocen el verdadero ser de Jesús, viene en ellos
expresado un conocimiento superior al de los judíos: Jesús se halla en una relación
especialísima con Dios, y ellos mismos se encuentran sometidos a él.
+ La voz del Padre en el bautismo y en la transfiguración de Jesús (111; 97) es una clara
referencia a dos pasajes mesiánicos del A.T: - Sal: 27 (referido al rey y Mesías); - Is: 421
(referido al Siervo doliente de Yhwh). Por eso, la Iglesia vio desde el principio en las escenas
del bautismo y transfiguración la filiación divina del Señor Jesús.
+ El centurión romano confiesa que verdaderamente este hombre es hijo de Dios (15 39). Pero
no es probable que reconociera en Jesús una filiación divina propiamente dicha. Este hombre
recto, como todos los centuriones que aparecen en el Nuevo Testamento, se pone noblemente
29
Así mismo como lo proclamamos y celebramos en el prefacio I del Adviento (¡Léalo por favor!) ¡Es hermoso! ¿No
le parece, mi querido mequetrefe?
29
Denominaciones como “Padre, Pastor y Rey”, eran tan sólo expresiones de amor y preocupación de Dios por “su
pueblo”, el cual los había escogido (Dt: 327-15). Por tanto, dichas expresiones nunca podrán ser tomadas en el rigor
natural y literal de las palabras. Sólo Jesús de Nazareth es el Hijo de Dios en el sentido pleno, natural y directo de la
palabra.
de parte del “Hijo de Dios” crucificado y ultrajado, reconociendo en él a un hombre inocente
y santo, como se ve en el texto paralelo de San Lucas (2347). No obstante, Marcos y sus
lectores lo entienden en sentido pleno aquí y al principio de su evangelio.
+ Jesús mismo revela gradualmente la dimensión misteriosa y divina de su persona:
Implícitamente: a través de sus milagros, credenciales de su misión divina e inseparables
de su vida desde el principio hasta el fin. Obraba los milagros con poder propio y connatural.
Su simple querer y su palabra bastaban. En suma, sus milagros insinuaban que él era “O
KurioV” (113): * Señor que perdona los pecados, facultad propia de Dios (22.10), *
Señor de los secretos del corazón –prerrogativa divina– (28). * Señor de la naturaleza (441). *
Señor de la vida –sana y resucita– (529.41–42). * Señor de la ley mosaica (102–12). * Señor del
tiempo y del futuro (831; 1039; 131–2).* Señor del destino eterno del hombre, ya que la
salvación depende de la decisión que frente a él se tome (834–38). * Señor de David (1235–37).
*Señor de los ángeles (113; 1327). * Señor del “fuerte” de este mundo, el maligno (123-27. 32–34;
311. 23–27; etc.).
Explícitamente: Especialmente en dos pasajes y ya al final de su vida; Jesús no es Hijo de
Dios por adopción, sino por comunión de naturaleza divina; no es hijo, es el Hijo Único de
Dios (Mc: 121–12 y 1332). Además, Jesús siempre se expresa así: “Mi Padre” (833), o bien,
“Vuestro Padre” (1125); pero nunca dice “Nuestro Padre”. El Padre Nuestro, nunca es un
excepción, porque es la oración de los discípulos: “Vosotros orad así” (Mt: 6 9ss).

Jesús se dirige a su Dios invocándole con un término que únicamente Marcos nos ha conservado
en su forma original aramea: “Abbá” (1436), término que demuestra que Jesús es consciente de
una relación personal sui generis con su Dios. Lo original en Jesús era la reiteración normal y
ordinaria al invocar o hablar de su Padre. Esto no era normal en la espiritualidad de un judío de
su época

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