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CARNES
Para las carnes rojas, vino tinto. Esta es una cuestión, sobre la que no hay
dudas. Pero ¿qué vino tinto escoger ? Un entrecot, un chuletón, un solomillo
( de buey) sin más adorno, que una sencilla guarnición, es la gran oportunidad
para abrir cualquiera de los grandes vinos tintos crianza o reserva que hay en
el mercado. Puede ser de Rioja, Ribera del Duero, Priorato, Somontano,
Penedès. Aquí no se busca tanto un tipo de variedad de uva como que sea un
vino bien elaborado, robusto, potente y con concentración.
POLLO
El pollo es una carne neutra que nos permite diferentes tipos de vino. Si lo
prepara con un sofrito de tomate, cebolla y plantas aromáticas escogeríamos
un vino tinto estructurado pero no demasiado robusto. Nos decantaríamos por
un tempranillo, preferiblemente un semicrianza, buscando una ligera
carnosidad y un tanino frutal y agradable.
PESCADO
Para los pescados en fritura preferimos vinos elaborados con las variedades
autóctonas de Andalucia como Palomino. Pulpos, sepias, mejillones y mariscos
casan muy bien con albariño, verdejo y godello. Para los guisos de pescado en
cazuela de barro, que combinan pescado con algún molusco y están
aderezados con perejil, nos gustan los blancos de macabeo, parrellada y xare-
lo. Una merluza rellena de gambas y con una salsa cremosa, pide un vino
blanco fermentado en barrica: un sauvignon blanc o un chardonnay. Para otros
pescados como el rodaballo, la lubina o el besugo que tienen mucho sabor y
caracter, los blancos con crianza son una buena opción, pero la elección
dependerá una vez más de su preparación.
PASTA
En los platos de pasta, la salsa lo es todo. Con unos spaguetti con salsa
boloñesa tomaremos un tinto joven o con una crianza de 3/4 meses en barrica.
Si se trata de un plato de pasta con fondo de tomate y verduras podemos
seguir con un tinto joven o tomar un rosado. Si no lleva más que mozarella,
orégano y aceite de oliva, un rosado es lo que mejor le va. Sin embargo,
escogeríamos un blanco con crianza para unos spaguetti al pesto.
Aunque muchas veces resulta una armonía perfecta, el vino blanco no es siempre
la mejor opción para acompañar un pescado
Los pescados muy grasos como el salmón maridan muy bien con tintos jóvenes.
PESCADOS
MARISCOS
En la edición de agosto, el editor ejecutivo de la revista Food & Wine, Ray Isle explica
cómo se puede hacer para evitar una mala combinación entre vino y comida con una
lista de: ¿Qué no hacer?.
1. Alcachofas.
Las alcachofas odian al vino. Ellas crecen en sus pequeños tallos pensando, "No me
gusta el vino. Ooh, lo odio. Voy a crecer aquí por un tiempo, luego voy a ir a estropear
un poco de vino." La razón de por qué hacerlo es que la alcachofa tiene un compuesto
llamado cinarina, lo que básicamente hace que el sabor del vino sea horrible. Si a pesar
de lo anterior todavía estas dispuesto a comer alcachofas y beber vino, la mejor opción
sería uno de cuerpo ligero, joven y blanco. Pero siempre sería mejor una cerveza: una
buena cerveza negra debería funcionar mucho mejor.
2. Servir el vino demasiado caliente (si es tinto) o demasiado frío (si es blanco).
El vino tinto caliente tiene un sabor elevado a alcohol y flácido. Si sirves los tintos a una
temperatura por debajo de la temperatura ambiente no son sólo será más agradable de
beber, pero también sabrá mejor con la comida (colócalos en el refrigerador por 30
minutos antes de beberlos). Los vinos blancos helados no saben a nada, así que es mejor
sacarlos de la nevera unos minutos antes de servirlos.
Los aceites del pescado reaccionan con dureza a los taninos, por lo que no es
aconsejable, por ejemplo, servir caballa con Cabernet, esto es igual al sabor que
obtienes al lamer un rollo de monedas de un centavo. Con pescados grasos se deben
omitir los tintos del todo y utilizar blancos. Cualquiera de los vinos frescos, minerales
de la costa como un Albariño de España, Vermentino de Italia, o un Sauvignon Blanc de
Chile en la costa del Pacífico. Todas esas son buenas opciones.