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A traves de las Escrituras

Profundizando en el estudio de las sagradas Escrituras

¿Quienes eran los Fariseos?


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Publicado en mayo 28, 2016

El nombre “fariseo” aparece primeramente en el contexto de los primeros reyes sacerdotes


asmoneos. La palabra “fariseo” signi ca separado.

Heb: Fariseo: ‫פּ ַרשׁ‬ parásh


ָ #H6567 – Raíz primaria; separar, literalmente (dispersar) o
gurativamente (especi car); también (por impl.) herir: claramente, dar dolor, declarar, esparcir.

Gr: Fariseo: φαρισαῖος fariseos # G5330- Origen hebreo [Compare H6567]; un separatista, i.e.


exclusivamente religiosamente; fariseo, i.e. judío sectario: fariseo.

Los fariseos y saduceos aparecen como partidos distintos en la última mitad del siglo II
a.C., aunque representan tendencias que se pueden seguir mucho más atrás en la historia
del judaísmo, tendencias que se acentuaron después del retorno de Babilonia (537 a.C.).
Los progenitores inmediatos de los dos partidos fueron, respectivamente, los jasideos y los
helenistas; los últimos, antecesores de los saduceos, tenían la intención de eliminar la estrechez del
judaísmo, y participar en las ventajas de la vida y cultura griegas.

Los jasideos, una transliteración del término hebreo jasidim, esto es, los piadosos, eran un grupo de
hombres celosos de la religión, que actuaban bajo la conducción de los escribas, en oposición al
impío partido helenizante; se refrenaron de oponerse al legítimo sumo sacerdote incluso cuando este
se puso de parte de los helenistas. Así, los helenizantes eran una secta política, en tanto que los
jasideos, cuyo principio fundamental era una separación completa de los elementos no judíos, eran el
partido estrictamente legal entre los judíos, y llegaron nalmente a ser el partido más popular e
in uyente.

En su celo por la ley casi llegaron a dei carla, y su actitud se tornó meramente externa, formal y
mecánica. Ponían el énfasis no en la rectitud de la acción, sino en su corrección formal. Como
consecuencia, fue inevitable su oposición a Cristo; su manera de vivir y su enseñanza.

Sufrieron grandemente bajo Antípater y Herodes (Josefo, Guerras de los judíos 1. 647–655), y
evidentemente comprendieron que no se puede lograr nes espirituales mediante medios políticos,
porque después de la muerte de Herodes algunos de ellos piden un gobierno romano directo.

Por la misma razón la mayoría de ellos se opuso a la rebelión contra Roma (66–70 después de
Cristo). En consecuencia, Vespasiano favoreció a Yohanán ben Zakkai, uno de los líderes de ellos, y le
permitió establecer una escuela rabínica en Jamnia (Yavneh).

Para entonces las controversias entre el partido del riguroso Shammai y el del más liberal Hillel
habían terminado en un acuerdo, los saduceos habían desaparecido, y los zelotes estaban
desacreditados—después de la derrota de Barcoquebá en 135 después de Cristo ellos también
desaparecieron de modo que los fariseos se convirtieron en los líderes incuestionados de los judíos.

Para el año 200 después de Cristo judaísmo y fariseísmo constituían términos sinónimos.
Parte de lo que creían…

Para la concepción farisaica de la religión resultaba básica la creencia de que el exilio bábilónico tuvo
su origen en el hecho de que Israel no guardó la Tora, y guardarla constituía una obligación individual
como también nacional.

Pero la Torá no es simplemente “ley” sino también “instrucción”, es decir consistía no sólo en
mandamientos jos sino que se adaptaba a las condiciones cambiantes, y de ella podía inferirse la
voluntad de Dios para situaciones no mencionadas expresamente.

Esta adaptación o inferencia era la tarea de quienes habían hecho un estudio especial de la Torá. Y la
decisión de la mayoría debía ser acatada por todos; una de las primeras tareas de los escribas fue la
de determinar el contenido de la Torá escrita.

Establecieron que contenía 613 mandamientos, 248 positivos, 365 negativos. El paso siguiente
consistió en “poner una cerca” alrededor de ellos, es decir interpretarlos y complementarlos de tal
modo que se eliminara la posibilidad de quebrantarlos por error o por ignorancia.

El ejemplo más conocido lo constituyen las frecuentemente citadas treinta y nueve especies
principales de actos prohibidos en el día de reposo.

Los fariseos estaban convencidos de que tenían la recta interpretación de la Torá, y sostenían que
esta “tradición de los ancianos” (Mr. 7.3) provenía de Moisés en el Sinaí.

La reprobación de que fueron objeto por parte de nuestro Señor (* Hipócrita) tiene que interpretarse
a la luz del hecho indudable de que éticamente ocupaban una posición más elevada que la mayoría
de sus contemporáneos.

El lugar destacado que los fariseos asignaban al diezmo, y su negativa a comprar comestibles a
los no fariseos, o a comer en sus casas, por temor a que la comida no hubiese sido diezmada, como
ocurría con frecuencia, se debía a las muy pesadas cargas creadas por los diezmos, agregados al
régimen impositivo introducido por los asmoneos, los herodianos, o los romanos.

Para el fariseo diezmar plenamente constituía una marca de lealtad a Dios.

Los fariseos defendían la doctrina de la predestinación, que estimaban compatible con el libre
albedrío. Creían en la inmortalidad del alma, en la resurrección corporal, en la existencia de los
espíritus, en las recompensas y en los castigos en el mundo de ultratumba. Pensaban que las almas
de los malvados quedaban apresadas debajo de la tierra, en tanto que las de los justos revivirían en
cuerpos nuevos (Hechos 23:8).

Estas doctrinas distinguían a los fariseos de los saduceos, pero no constituían en absoluto la esencia
de su sistema. Centraban la religión en la observancia de la Ley, enseñando que Dios solamente
otorga su gracia a aquellos que se ajustan a sus preceptos. De esta manera, la piedad se hizo
formalista, dándose menos importancia a la actitud del corazón que al acto exterior.

La interpretación de la Ley y su aplicación a todos los detalles de la vida cotidiana tomaron una gran
importancia. Los comentarios de los doctores judíos acabaron formando un verdadero código
autorizado.

Josefo, él mismo un fariseo, dijo que los escribas no se contentaban con interpretar la Ley con más
sutilidad que las otras sectas sino que además imponían sobre el pueblo una masa de preceptos
recogidos de la tradición, y que no guraban en la Ley de Moisés.
Jesús declara que estas interpretaciones rabínicas tradicionales no tienen ninguna fuerza (Mt.

15:2-6). Los primeros fariseos expuestos a la persecución se distinguían por su integridad y valor,
eran la élite de la nación.

El nivel moral y espiritual de sus sucesores descendió. Los puntos débiles de su sistema se hicieron
hegemónicos y les atrajeron duras críticas. Juan el Bautista llamó a los fariseos y a los saduceos «raza
de víboras».

Jesús denunció su orgullo, hipocresía y su negligencia de los elementos esenciales de la ley, en tanto
que daban la mayor importancia a puntos subordinados (Mt. 5:20; 16:6, 11, 12; 23:1-39).

En la época de Cristo los fariseos formaban una astuta camarilla que tramó una conspiración contra
Él (Mr. 3:6; Jn. 11:47-57).

Sin embargo, siempre hubo entre ellos hombres sinceros, como Nicodemo (Jn. 7:46-51). Antes de su
conversión, Pablo fue fariseo. Hizo uso de ello en sus discusiones con los judíos (Hch. 23:6; 26:5-7; Fil.
3:5). Gamaliel, que había sido su maestro, era también fariseo (Hch. 5:34).

Fariseos Buenos y Malos:

A pesar de que el fariseísmo enfatizaba la obediencia a la Ley, Jesús criticó a los fariseos por causa de
sus palabras piadosas carentes de actos correspondientes.
Es interesante notar que el Talmud de Jerusalén también critica a los fariseos de manera semejante.

El Talmud describe siete distintos tipos de fariseos, cinco de los cuales son hipócritas, y dos que son
buenos:

1. El fariseo “de hombro” exhibía sus buenas obras delante de los hombres como si portara una
medalla de honor sobre su hombro o pecho. Yeshúa comenzó sus denuncias con la mención de
este tipo de fariseo (Mat. 23:4).
2. El fariseo “espera para ver” le pediría a alguien que esperara un momento para que le pudiera
ver realizar alguna obra de caridad.
3. El fariseo “ciego” cerraría sus ojos para evitar ver a alguna mujer, aunque tuviera que tropezar o
golpearse contra la pared.
4. El fariseo “mortero” caminaba con la cabeza baja para evitar ver alguna tentación.
5. El fariseo “contador” siempre estaba contando sus buenas obras para saber si contrarrestaban
sus malas obras.

– Los dos fariseos buenos eran:

6. El fariseo “temeroso de Dios”, quien era un hombre justo y virtuoso como Job.                    7. El
fariseo “amador de Dios”, que tenía un verdadero amor a Elohim como lo tenía Abraham
(Moseley, 110).

Tanto el Nuevo Testamento como la literatura judía describen a varios fariseos justos, sinceros y
honestos. Nicodemo como lo mencionamos mas arriba (Juan 3:1) y José de Arimatea creyeron el
mensaje de Jesús y se esforzaron en seguirle (Juan 7:50; Juan 19:39; Mar. 15:43).

Gamaliel, el maestro de Pablo, apeló para que fueran más tolerantes con los cristianos. En por lo
menos una ocasión, algunos fariseos le informaron a Jesús que Su vida peligraba, y otros
demostraron su hospitalidad al Maestro (Luc.13:31, 7:36, 11:37, y 14:1) (Moseley, 111).

Saulo de Tarso es decir el Apóstol Pablo, el escritor más prolí co del Nuevo Testamento, era un
fariseo (Hech. 23:6).

Jesús y los Fariseos:

Las enseñanzas de Jesús eran más semejantes a las de los fariseos que a cualquiera otra secta de Sus
tiempos, en especial a las del famoso rabino Hillel.

Dentro del fariseísmo había gran discordia entre la Escuela de Hillel y la Escuela de Shammai.

Hillel era más compasivo en su interpretación de la Ley que Shammai, quien era bastante
conservador e intransigente.

Hillel era de como 30 años mayor que Jesús, y resumía la Ley de la siguiente manera: “Lo que ustedes
no quieran que otros les hagan, no se lo hagan ustedes a ellos; ésta es toda la Ley, y el resto es
simple comentario”. Esta expresión es muy semejante a la famosa frase de Jesús, conocida como la
Regla de Oro: “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así
también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas” (Mat. 7:12).

A manera interesante, muchos de los ataques farisaicos contra Jesús provenían de la Escuela de


Shammai, y el Maestro utilizaba las enseñanzas de la Escuela de Hillel para establecer Sus
argumentos.

Si muchas de las enseñanzas de Jesús parecían estar estrechamente relacionadas a los principios


básicos del fariseísmo, entonces, ¿cómo explicamos la fuerte condena de Jesús contra los fariseos?
Los acusa de ser hipócritas y pretenciosos, culminando con la terrible frase:“¡Serpientes, generación
de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del in erno?” (Mat. 23:33).

Se debe destacar que la mayoría de los siete “ayes” tienen que ver con la forma en que los fariseos
practicaban la Ley, y no con lo que decían. Jesús comienza sus condenas con lo siguiente: “…hacen
todas sus obras para ser vistos por los hombres. Pues ensanchan sus lacterias, y extienden los
ecos de sus mantos; y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las
sinagogas, y las salutaciones en las plazas, y que los hombres los llamen: Rabí, Rabí” (Mat. 23:5-7).

Las lacterias son pequeñas cajas que contienen una escritura bíblica, las que todavía se amarran los
hombres judíos sobre su frente y brazo izquierdo.

Dios ordenó que los hombres judíos usen tanto las lacterias como los ecos en las esquinas de sus
mantos (Exodo 13:9, 16 y Números 15:37-41).

Sin embargo, muchos fariseos decoraban estos símbolos signi cativos con adornos pretenciosos
para impresionar a los demás.

La Mishná menciona que algunos fariseos tenían ecos en sus mantos de oración tan largos que
arrastraban tras ellos mientras caminaban.

Otras de las actitudes orgullosas mencionadas por Jesús quizás también las podamos encontrar en
nuestros propios corazones.

Cuando Jesús criticó el contenido de las enseñanzas farisaicas, lo hizo en referencia a Ley Oral y no a
la Ley Escrita. Se re rió a la Ley Oral con el término “tradiciones de hombres”, la cual era tan
venerada como la Biblia (Mat. 23:16-22,23).
Jesús dijo: “Bien invalidáis el mandamiento de Elohim para guardar vuestra tradición” (Mar. 7:9; Mat.
15:3).

Estas “tradiciones de hombres” habían sustituído y, en ocasiones, invalidado los mandamientos de la


Palabra escrita de Dios.

Jesús no criticó la autoridad ni la validez de la predicación de quienes se sentaban en la cátedra de


Moisés, pero dijo: “todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo” (Mat. 23:2). Pero
muchas de las demandas minuciosas de la tradición oral representaban una carga demasiado difícil e
inecesaria, con las que los fariseos presionaban al pueblo (Mat. 23:4).

No pudieron mantener una consistencia entre la tradición y la Ley escrita, por lo cual se convirtieron
en “ciegos guías de ciegos” (Mat. 15:14; 23:16-26). Aún nosotros los cristianos nos debemos cuidar de
no considerar ciertas “doctrinas” que carecen de base escrituraria como si estas “tradiciones de
hombres” fueran Palabra de Dios.

La preocupción excesiva de los fariseos con lo externo en contraste con el cambio interno del
corazón inevitablemente los condujo a que ignoraran las cosas más importantes de la Ley (Mat.
23:23). “…pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Sam.
16:7)

Jesús citó a Isaías cuando les dijo: “Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios
me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de
hombres que les ha sido enseñado” (Is. 29:13; Mar. 7:6-7).

Por medio de los “ayes”, Jesús enseñó que enfatizar la apariencia externa antes del corazón era como
limpiar “lo de fuera del vaso y del plato”, mientras permanecían “llenos de robo y de injusticia”. Eran
como “sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro
están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia” (Mat. 23:25, 27).

Les dijo: “Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio”
(Mat. 23:26).
¿Qué Signi ca Ésto para Nosotros?

De manera ideológica, el fariseísmo era bueno porque tenía intención de que las personas vivieran
vidas rectas delante de Dios.

El hecho es que muchas de las enseñanzas de los fariseos eran doctrinalmente muy semejantes a las
del cristianismo. Aunque ya no existe una secta judía exactamente como la de los fariseos, podemos
aseverar que el contemporáneo grupo de los conservadores guardan gran parecido a ellos, con
algunas de sus cualidades buenas como malas que los hacen un tanto controversiales (Moseley, 116).

Debemos agradecerle a los fariseos una cantidad de contribuciones signi cativas.

1. Primeramente, fueron los fariseos quienes preservaron para nosotros las Escrituras Hebreas
(Antiguo Testamento).
2. También formularon mucha de la doctrina antigua, la que ahora forma parte de la teología
cristiana.
3. De los fariseos también heredamos algunos elementos de su organización en la sinagoga.
4. Los fariseos fueron los primeros en evangelizar y enviar misioneros. Vivían con la expectativa
de ver la llegada del Mesías, y de este grupo salieron muchos de los primeros creyentes en
Jesús el Mesías (Moseley, 117).
5. Además, los fariseos lucharon ardientemente por proteger y preservar la nación de Israel.

Es importante reiterar que las enseñanzas de Jesús eran más semejantes a las de los fariseos que a
cualquiera de las otras sectas judías. Quizás fue esa la razón por la que se molestaba tanto con ellos.
Al declarar que “en la cátedra de Moisés se sientan”, Jesús con rmaba la autoridad de su mensaje,
pero denunciaba su práctica.

Algunos eruditos opinan que este hecho, de que los fariseos habían errado al blanco, angustiaba
profundamente a Jesús. Aunque estaban muy cercanos a la verdad, se habían desviado.

Jesús sufría gran ansiedad por esta causa, y anhelaba que Su pueblo Israel lo reconociera. Los
fariseos esperaban al Mesías, pero no lograron reconocer al “verbo hecho carne”, la revelación de
Dios al hombre, en cumplimiento de la Torá.
Sorprendentemente, fue al nal de esta serie de denuncias que Jesús demostró cuánto amor y
compasión sentía por Su pueblo. Estando sobre el Monte de los Olivos, lloró sobre Jerusalén y dijo:
“¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas
veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste!”
(Mat. 23:37).

Jesús no estaba rechazando a los fariseos ni a Su pueblo. Al contario, les estaba dirigiendo un fuerte
mensaje profético para que se arrepientan de corazón y establezcan una relación correcta delante de
Dios.

Las obras justas vendrían como resultado de su comunión con Dios y una vida justa, contrario a las
obras basadas en un conocimiento intelectal y cumplimiento religioso. De la misma manera, si
carecemos de una relación íntima con Dios, y hacemos obras basándonos en esfuerzos legalistas en
lugar de que sean producto de nuestra fe (Ef. 2:8-9), son en vano e impiden que nos acerquemos a
Dios.

Éste es el mensaje central para todos nosotros. Mirémonos como en un espejo.

¿Seremos igualmente culpables de lo mismo que los fariseos y escribas? ¿Hemos eliminado todo el
orgullo y egoísmo de nuestra propia vida? ¿Obedecemos la Palabra de Dios simplemente por cumplir
con un deber religioso, o brotan nuestras acciones justas de lo más profundo del corazón como una
expresión de nuestro amor y nuestra relación genuina con Él? ¿Nos encontramos predicando una
cosa y haciendo otra? ¿No hemos sido todos hipócritas en algún momento durante nuestro caminar
con el Maestro…o tal vez en estos instantes?
No podemos vestirnos externamente de la justicia de Dios como si fuese una prenda de vestir, sino
que debe venir desde el interior. “…por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de
Dios, siendo justi cados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en El Mesías
Jesús…¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida…” (Rom. 3:23-24, 27a).

Ninguno de nosotros es justo por nuestro propio mérito. Isaías dijo: “Si bien todos nosotros somos
como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia…” (Is. 64:6).

Sólo podemos alcanzar la justicia cuando reconocemos y renunciamos a nuestro pecado, aceptando
por fe la obra redentora del Mesías sobre la cruz. “Reconciliaos con Dios. Al que no conoció pecado,
por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Elohim en él” (2 Cor.
5:20b, 21)”

El apóstol Santiago señaló lo siguiente: “Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma”
(Sant. 2:17). Dijo además: “Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores,
engañándoos a vosotros mismos” (Sant. 1:22).

Ésta no es una contradicción, sino una declaración de que si tuviésemos verdadera fe y una íntima
relación con Dios, nuestra vida llevaría mucho fruto como resultado natural e inevitable de esa fe.
Pablo le escribió a los Gálatas: “Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Pero los que son de El Mesías
han cruci cado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por
el Espíritu” (Gál. 5:22-25).

No sé respecto a usted, pero reconozco que yo todavía tengo mucho que aprender para expresar
mejor mi fe en el Maestro. Es un proceso que durará toda la vida.

Las palabras de Jesús dirigidas a los fariseos calaron profundamente en mi corazón, y puedo


reconocer que todavía estoy “en el proceso”. Diariamente necesito examinar mi corazón, mis
motivos, mi tendencia a la auto-justi cación y a veces hasta mi hipocresía. Solamente Jesús, el que es
sin pecado, podría juzgar a los fariseos o a cualquiera otra persona.
No nos corresponde juzgar a los demás, sino que nos corresponde ordenar nuestra propia vida
delante de Dios.

Este mensaje a los fariseos debe ser una advertencia para que cada uno de nosotros examinemos
nuestro corazón y nuestra vida en el espejo de Dios. Sólo así Su luz podrá alumbrar al mundo por
nuestra palabra y nuestro hecho.

S H AR E T H I S :

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R E L AC I O N A D O

11. Ciudadanos de la Tierra ¿Quienes eran los zelotes? Aclaración a Isaías 6, Mateo 3
Santa En «Artículos varios» y Génesis 3
En «Estudios Varios» En «Estudios Bíblicos»

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2 PENSAMIENTOS EN “¿QUIENES ERAN LOS FARISEOS?”

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Matthew Perri
en abril 18, 2017 en 3:40 am dijo:

PABLO EL FANFARRON
Canta a la melodia de “Rapture” por Blondie
Traduccion del ingles al espanol de Boss Paul the Pharisee

Soy Pablo el fanfarron


Hay hipocresia en mi corazon
Voy por la tierra, viajo el mar
Haciendo conversos mi ejemplo copiar

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