Está en la página 1de 12

SECTAS RELIGIOSAS EN LA ÉPOCA DE JESUS

FARISEOS
I. Historia

La obra de *Esdras fue continuada por los que trataban de dominar el texto y la
enseñanza de la ley en todos sus detalles—los escribas del NTNT Nuevo
Testamento fueron sus descendientes espirituales—y por el círculo más amplio de
los que meticulosamente trataban de poner en práctica su enseñanza. A comienzos
del ss.ss. siglo(s) II a.C.a.C. antes de Cristo los encontramos con el nombre de
hséÆdéÆm, e. d.e. d. es decir los fieles de Dios (* Asideos).

El nombre “fariseo” aparece primeramente en el contexto de los primeros reyes-


sacerdotes asmoneos. Los asideos probablemente se habían dividido. La minoría,
basándose en la ilegitimidad del sumo sacerdocio y el abandono de ciertas
tradiciones, se retiró de la vida pública a la espera de una intervención escatológica
de Dios. La mayoría se proponía lograr el control de la religión del estado. La
interpretación tradicional de los fariseos como “los separados” es mucho más
probable que la sugerencia de T. W. Manson del sobrenombre “los persas”. Sus
puntos de vista sobre el diezmo (véase inf.inf. infra (lat.), abajo) hicieron ineludible
su separación de la mayoría.

Bajo Juan Hircano (134–104 a.C.a.C. antes de Cristo) tuvieron mucha influencia y
contaron con el apoyo del pueblo (Jos.Jos. Josefo, Ant.Ant. Josefo, Antigüedades
de los judíos 13. 288–300), pero al romper con él, este se volvió hacia los saduceos.
La oposición farisea bajo Alejandro Janeo (103–76 a.C.a.C. antes de Cristo) llegó a
tal punto que hasta apelaron al rey seléucida, Demetrio III, en busca de ayuda.
Janeo triunfó y crucificó a unos 800 opositores importantes (Jos.Jos. Josefo,
Ant.Ant. Josefo, Antigüedades de los judíos 13.380). En su lecho de muerte,
empero, le aconsejó a su mujer, Alejandra Salomé, quien lo sucedió (76–67 a.C.a.C.
antes de Cristo), que pusiera el gobierno en manos de los fariseos, los que desde
ese momento mantuvieron una posición influyente en el sanedrín.

Sufrieron grandemente bajo Antípater y Herodes (Jos.Jos. Josefo, GJGJ Josefo,


Guerras de los judíos 1. 647–655), y evidentemente comprendieron que no se
puede lograr fines espirituales mediante medios políticos, porque después de la
muerte de Herodes vemos que algunos de ellos piden un gobierno romano directo.
Por la misma razón la mayoría de ellos se opuso a la rebelión contra Roma (66–70
d.C.d.C. después de Cristo). En consecuencia, Vespasiano favoreció a Yohanán
ben Zakkai, uno de los líderes de ellos, y le permitió establecer una escuela rabínica
en Jamnia (Yavneh). Para entonces las controversias entre el partido del riguroso
Shammai y el del más liberal Hillel habían terminado en un acuerdo, los saduceos
habían desaparecido, y los zelotes estaban desacreditados—después de la derrota
de Barcoquebá en 135 d.C.d.C. después de Cristo ellos también desaparecieron—
de modo que los fariseos se convirtieron en los líderes incuestionados de los judíos.
Para el 200 d.C.d.C. después de Cristo judaísmo y fariseísmo constituían términos
sinónimos.

II. Relación con otros partidos

Los fariseos fueron siempre un grupo minoritario. Bajo Herodes su número fue algo
superior a los 6.000 (Jos.Jos. Josefo, Ant.Ant. Josefo, Antigüedades de los judíos
17.42). La posterior acritud en su relación con el pueblo común (>am ha'aµres,
evidenciada por muchos pasajes talmúdicos del ss.ss. siglo(s) II d.C.d.C. después
de Cristo, indica que la rigurosidad de su interpretación de la ley no tenía ningún
atractivo intrínseco. Los apocalípticos tenían poca influencia excepto a traves de los
zelotes, y su atracción parece haberse manifestado principalmente entre un
proletariado desesperado. Los saduceos provenían en su mayoría de los
terratenientes acomodados; la tradición talmúdica distingue claramente entre ellos
y sus aliados, la casa de Boeto, el clan sumo sacerdotal. A su modo eran tan
rigurosos como los fariseos, sólo que aplicaban las leyes y sus tradiciones sin
pensar en las consecuencias: dada su riqueza podían aguantarlas. Los fariseos
siempre tuvieron en cuenta el interés público. No es mera coincidencia el que
Shammai, el fariseo riguroso, procediera de una familia aristocrática y rica, mientras
que Hillel era hombre del pueblo. Para el pueblo el atractivo principal de los fariseos
era que en su mayoría provenian de la clase media baja y de las mejores capas de
los artesanos y que, comprendiendo al hombre común, trataban sinceramente de
hacer que la ley les resultase llevadera.

Las diferencias que destaca Josefo (GJGJ Josefo, Guerras de los judíos 2. 162–
166)—la creencia farisea en la inmortalidad del alma, que habría de reencarnarse
(e. d.e. d. es decir reanimar el cuerpo de resurrección), y en la anulación del destino
(e. d.e. d. es decir Dios), mientras que los saduceos no creían ninguna de las dos
cosas (cf.cf. confer (lat.), compárese Mt. 22.23; Hch. 23.8)—eran secundarias
evidentemente. Fundamentalmente los saduceos consideraban que el culto del
templo constituía el centro y el propósito principal de la ley. Los fariseos destacaban
el cumplimiento individual de todos los aspectos de la ley, del que el culto era sólo
una parte, como la razón de su existencia. Las diferencias externas expresaban sus
actitudes internas.

III. Enseñanza

Para la concepción farisaica de la religión resultaba básica la creencia de que el


exilio bábilónico tuvo su origen en el hecho de que Israel no guardó la Tora (la ley
mosaica), y guardarla constituía una obligación individual como también nacional.
Pero la Torá no era simplemente “ley” sino también “instrucción”, e. d.e. d. es decir
consitía no sólo en mandamientos fijos sino que se adaptaba a las condiciones
cambiantes, y de ella podía inferirse la voluntad de Dios para situaciones no
mencionadas expresamente. Esta adaptación o inferencia era la tarea de quienes
habían hecho un estudio especial de la Torá, y la decisión de la mayoría debía ser
acatada por todos. Una de las primeras tareas de los escribas fue la de determinar
el contenido de la Torá escrita (toÆraÆ sûe-bik_tab_). Establecieron que contenía
613 mandamientos, 248 positivos, 365 negativos. El paso siguiente consistió en
“poner una cerca” alrededor de ellos, e. d.e. d. es decir interpretarlos y
complementarlos de tal modo que se eliminara la posibilidad de quebrantarlos por
error o por ignorancia. El ejemplo más conocido lo constituyen las frecuentemente
citadas treinta y nueve especies principales de actos prohibidos en el día de reposo.
Sin embargo, no tienen nada de irrazonable o ilógico cuando se acepta la
prohibición literal de trabajar en dicho día. Los mandamientos fueron aplicados por
analogía a situaciones no contempladas directamente por la Torá. Todas estas
elaboraciones, juntamente con las treinta y una costumbres de “uso inmemorial”,
formaban la “ley oral” (toÆraÆ sûe-bƒ->al peh), cuya elaboración completa es
posterior al NTNT Nuevo Testamento. Estaban convencidos de que tenían la recta
interpretación de la Torá, y sostenían que esta “tradición de los ancianos” (Mr. 7.3)
provenía de Moisés en el Sinaí.

Más allá de una insistencia absoluta en la unidad y la santidad de Dios, la elección


de Israel y la autoridad absoluta de la Torá para él, el enfoque en la religión del
fariseo era ético, no teológico. La reprobación de que fueron objeto por parte de
nuestro Señor (* Hipócrita) tiene que interpretarse a la luz del hecho indudable de
que éticamente ocupaban una posición más elevada que la mayoría de sus
contemporáneos. El lugar destacado que los fariseos asignaban al diezmo, y su
negativa a comprar comestibles a los no fariseos, o a comer en sus casas, por temor
a que la comida no hubiese sido diezmada, como ocurría con frecuencia, se debía
a las muy pesadas cargas creadas por los diezmos, agregados al régimen
impositivo introducido por los asmoneos, los herodianos, o los romanos. Para el
fariseo diezmar plenamente constituía una marca de lealtad a Dios.

Bibliografía. M. Simón, Sectas judías en tiempos de Jesús, 1962; C. F. Pfeiffer,


“Sectas judías”, °DBA°DBA C. F. Pfeiffer, Diccionario bíblico arqueológico, eds. J.
T. Poe, trad. del ing. por R. Gama, 1982, pp.pp. página(s) 584ss; J. Leipoldt, W.
Grundmann, El mundo del Nuevo Testamento, 1973, pp.pp. página(s) 293–298; F.
López, “Fariseos”, °EBDM°EBDM Enciclopedia de la Biblia (en 6 t(t).), dirigida por
A. Díez-Macho y S. Bartina, 1965, t(t).t(t). tomo(s) III, cols. 451–455; E. Schürer,
Historia del pueblo judío en tiempos de Jesús, 1985, t(t).t(t). tomo(s) Il, pp.pp.
página(s) 497–538; W. F. Albright, Los judíos: su historia, su aporte a la cultura,
1956.

G. F. Moore, Judaism in the First Centuries of the Christian Era, 3 t(t).t(t). tomo(s)
1927, 1930; L. I. Finkelstein, The Pharisees², 1962; J. W. Bowker, Jesus and the
Pharisees, 1973; A. Finkel, The Pharisees and the Teacher of Nazareth², 1974; J.
Neusner, The Rabbinic Traditions about the Pharisees before 70, 3 t(t).t(t). tomo(s)
1971; id.id. idem (lat.), el mismo autor, From Politics to Piety, 1973.

H.L.E.H.L.E. H. L. Ellison, B.A., B.D., ex Profesor tutor principal, Moorlands Bible College,
Inglaterra.
SADUCEOS

Todas nuestras fuentes son hostiles e inadecuadas para ofrecer un cuadro acertado
de los saduceos. Ellas son (1) Josefo, GJGJ Josefo, Guerras de los judíos 2.119,
164–166; Ant.Ant. Josefo, Antigüedades de los judíos 13.171–173, 293–298; 18.11,
16–17; 20.199; Vit. 10–11; (2) la Misná, >erubin 6.2, Hagigah 2.4, Makkoth 1.6,
Parah 3.3, 7, Niddah 4.2, Yadaim 4.6–8; (3) el NTNT Nuevo Testamento, Mt. 3.7;
16.1–12; 22.23–34; Mr. 12.18–27; Lc. 20.27–38; Hch. 4.1–2; 5.17; 23.6–8.

Tanto el nombre como los orígenes de este partido son motivo de discusión. El
nombre se ha derivado de Sadoc, ya sea el contemporáneo de Salomón a cuyos
descendientes se consideraba de pura estirpe sacerdotal (cf.cf. confer (lat.),
compárese Ez. 44.15s; 48.11) o un fundador hipotético o jefe del partido en los
primeros tiempos (la afirmación en Aboth del rabí Natán 5 de que Antígono de Soco
tuvo dos discípulos, Sadoc y Boeto, que cayeron en la herejía, probablemente tenga
poca base histórica). Pero la familia asmonea sumo sacerdotal gobernante no era
sadoquita (1 Mac. 2.1; 14.29), y es difícil explicar la doble “d” en las formas heb.heb.
hebreo y gr.gr. griego del nombre si efectivamente deriva de Sadoc. T. W. Manson
piensa que su origen está en el gr.gr. griego syndikoi, ‘inspectores fiscales’ (la doble
“d” aparecería así por asimilación de la “n”). La relación con el término séÆq, ‘justo’,
puede haber sido un caso de asonancia posterior.

Hay cuatro teorías sobre el origen de los sadureos. M. H. Segal, sobre la base de lo
propuesto por Wellhausen, piensa que se trataba principalmente de un partido
político derivado en última instancia de los helenistas de Judea. G. H. Box, siguiendo
a Geiger, pensaba que se trataba de un partido religioso, y que algunos de los
escribas mencionados en los evangelios eran escribas saduceos. L. Finkelstein
creía que originalmente constituían un cuerpo aristocrático rural, a diferencia de los
fariseos, que eran urbanos. T. W. Manson creía que habían sido funcionarios de
estado originalmente (cf.cf. confer (lat.), compárese sup.sup. supra (lat.), arriba).

Los modales de los saduceos eran bastante groseros, eran descorteses con sus
iguales como si estos fuesen extranjeros, y consideraban una virtud disputar con
sus maestros. No tenían seguidores entre las masas populares, sino solamente
entre los de buena posición económica. Eran más severos en sus juicios que otros
judíos. Muchos de los sacerdotes, aunque no todos, eran saduceos; pero casi todos
los saduceos parecen haber sido sacerdotes, especialmente de las familias
sacerdotales más poderosas. Bajo los primeros asmoneos algunos saduceos
desempeñaron cargos en la gerousia (cuerpo de “ancianos”, “senado”, o sanedrín).
Juan Hircano, ofendido por el pedido de Eleazar, miembro de una diputación farisea,
de que renunciara a su sacerdocio, transfirió su lealtad de los fariseos a los
saduceos. Los saduceos disfrutaron del favor de los gobernantes asmoneos hasta
el reinado de Salomé Alejandra (76–67 a.C.a.C. antes de Cristo), que prefirió a los
fariseos. Bajo los Herodes y los romanos los saduceos predominaron en el sanedrín.
Este partido desapareció con la destrucción del templo en 70 d.C.d.C. después de
Cristo Josefo dice que, aun estando en el poder, el temor al pueblo llevó a los
saduceos a ponerse de acuerdo con los fariseos.

La marca religiosa de los saduceos fue su conservadurismo. Negaban la validez


permanente de toda ley que no formara parte de los escritos del Pentateuco.
Rechazaban las doctrinas tardías del alma y su existencia en el más allá, la
resurrección, las recompensas y retribuciones, los ángeles y los demonios. Creían
que no existía el destino, que el hombre podía elegir libremente entre el bien y el
mal, y que la prosperidad y la adversidad eran resultado de las propias acciones del
hombre.

Bibliografía. F. López Melús, “Saduceos”, °EBDM°EBDM Enciclopedia de la Biblia


(en 6 t(t).), dirigida por A. Díez-Macho y S. Bartina, 1965, t(t).t(t). tomo(s) VI, cols.
345–350; J. Leipoldt, W. Grunhnann, El mundo del Nuevo Testamento, 1973, t(t).t(t).
tomo(s) I, pp.pp. página(s) 281–283; E. Schürer, Historia del pueblo judío en tiempos
de Jesús, 1985, t(t).t(t). tomo(s) II, pp.pp. página(s) 497–539; J. Jeremias, Jerusalén
en tiempos de Jesús, 1975.

HJPHJP E. Schürer, A History of the Jewish People in the Time of Christ, 2 t(t)., trad.
ing. 1885–1901; eds. rev., M. Black, G. Vermes y F. Millar (eds.), 3 t(t)., 1973-², 2,
pp.pp. página(s) 404–414; M. H. Segal, Expositor 8ª serie, 13, 1917, pp.pp.
página(s) 81ss; G. H. Box, Expositor 15, 1918, pp.pp. página(s) 19ss, 401ss, y 16,
1918, pp.pp. página(s) 55ss; L. Finkelstein, HTRHTR Harvard Theological Review
22, 1929, pp.pp. página(s) 185ss; T. W. Manson, BJRLBJRL Bulletin of the Israel
Exploration Society 22, 1938, pp.pp. página(s) 144ss; J. Z. Lauterbach, en Studies
in Jewish Literature in honour of Prof. K. Köhler, 1913, pp.pp. página(s) 180–190; J.
W. Lightley, Jewish Sects and Parties in the Time of Jesus, 1923, pp.pp. página(s)
5–178. Véase también L. Finkelstein, The Pharisees, 1938; J. Le Moyne, Les
Sadducéens, 1972; J. Lightstone, “Sadducees versus Pharisees: the Tannaitic
Sources” en J. Neusner (eds.eds. edición, editor(es), editado), Christianity, Judaism
and other Greco-Roman Cults, 3, 1975, pp.pp. página(s) 206–217.

A.G.A.G. A. Gelston, M.A., Profesor de Teología, Universidad de Durham, Inglaterra.

ESENIOS
(gr.gr. griego Esseµnoi, Essaioi, saioi, muy probablemente del arm.arm. arameo
<aµseÆn, <aµsayyaÆ, plural de <aµseÆ, <aµsyaÆ, ‘sanador’; cf.cf. confer (lat.),
compárese Therapeutai de Filón), comunidad religiosa judaica que floreció en el
ss.ss. siglo(s) I a.C.a.C. antes de Cristo y en el I d.C.d.C. después de Cristo, y es la
tercera de las “filosofías” o escuelas de pensamiento judías mencionadas por Josefo
(GJGJ Josefo, Guerras de los judíos 2. 119–161; cf.cf. confer (lat.), compárese
Ant.Ant. Josefo, Antigüedades de los judíos 18. 18–22). Aparte de Josefo, tenemos
dos descripciones de ellas, una de su contemporáneo judío (de mayor edad que él),
Filón de Alejandría (Quod omnis probus 750–91; Hypothetica ap. Euseb., Praep. Ev.
8. 2), y una de Plinio el mayor HNHN Plinio, Historia natural 5. 17). Una descripción
posterior en Hipólito (Refut. 9. 20. 13–23) sigue en general a Josefo, pero incluye
información aparentemente obtenida de fuentes independientes.

La descripción que hace Filón de los esenios tiene como fin ilustrar su tesis de que
solamente el hombre verdaderamente bueno es verdaderamente libre. Estima en
unas 4.000 su número, y nos dice que viven en aldeas, trabajando duramente en
tareas agrícolas y otras semejantes, dedicando mucho tiempo al estudio
comunitario de cuestiones morales y religiosas, incluyendo la interpretación de los
textos sagrados. Prestan atención escrupulosa a la pureza ceremonial; tienen toda
su propiedad en común, se abstienen de hacer sacrificios de animales, practican el
celibato, no tienen esclavos, proveen para los miembros que no pueden trabajar por
razones de enfermedad o edad avanzada, no hacen juramentos, no toman parte
alguna en actividades militares o comerciales, y en general cultivan todas las
virtudes. La descripción de Plinio aparece en el curso de su descripción del mar
Muerto. Dice que los esenios viven en su lado occidental, arriba de Engadi. Han
vivido allí durante generaciones incontables, dice, renunciando tanto a las mujeres
como al dinero; y sin embargo su número se ha mantenido, dado que son tantos lo
que acuden constantemente a plegarse a esa existencia solitaria por haberse
cansado de la vida común. Plinio escribe entre 73 y 79 d.C.d.C. después de Cristo,
pero probablemente depende de escritores anteriores para su conocimiento sobre
los esenios, escritores tales como Alejandro Polihistor (s.s. siglo(s) I a.C.a.C. antes
de Cristo).

Las descripciones en Filón y Plinio están idealizadas y llenas de exageración


retórica. Las de Josefo (una vez descontada la tendencia de dicho autor a modificar
la verdad histórica para sus propios fines) nos parecen objetivas y basadas en
información de primera mano. Según Josefo, había esenios en todas las ciudades
de Judea, incluyendo Jerusalén. Practicaban la hospitalidad; un esenio procedente
de un lugar distante seguramente era tratado como un hermano por cualquier otro
esenio a cuya casa acudiese. Pero buena parte de la descripción de Josefo pone
de manifiesto una vida comunitaria imposible de practicar en las ciudades; es
posible que los esenios plenamente iniciados vivieran en comunidades separadas,
al mismo tiempo que tenían miembros asociados vinculados a su orden, que vivían
en las ciudades y continuaban viviendo como los demás.

Josefo nos proporciona un relato bastante detallado del procedimiento de iniciación


de los esenios. Comprendía un noviciado de tres años. Al finalizar el primer año el
novicio (que ya vestía el hábito blanco de la orden) era admitido al ritual de la
purificación en agua, pero debían pasar dos años más antes de que fuera admitido
para compartir la comida comunal. Evidentemente esto era señal de integrante
pleno. Antes de pasar definitivamente del noviciado a la integración plena se le
exigía al candidato que prestase una sucesión de juramentos solemnes.

Este relato ofrece una semejanza general con las reglas de admisión a la comunidad
de Qumrán tal como se detallan en 1QS1QS Manual de disciplina de Qumrán

Las ediciones se indican mediante un pequeño número volado: LOT9, si bien difiere
en una serie de detalles; por ejemplo, 1QS1QS Manual de disciplina de Qumrán

Las ediciones se indican mediante un pequeño número volado: LOT9 establece un


noviciado de dos años, en lugar de tres.

El día de los esenios, según Josefo, comenzaba antes de la salida del sol con
oraciones matutinas, dirigidas al sol, “como rogándole que salga”. Luego se
encaminaban a cumplir las tareas asignadas, bajo la dirección de capataces, y
trabajaban hasta el medio día. Al medio día los miembros se bañaban y participaban
de una comida sencilla en común; luego volvían a ponerse la ropa de trabajo y
continuaban con sus tareas hasta la noche, cuando se reunían nuevamente a
comer.

Hipólito no dice nada sobre la plegaria de los esenios dirigida al sol: según él
continúan en oración desde muy temprano, y no hablan una sola palabra hasta que
han cantado un himno de alabanza a Dios . La práctica descrita por Josefo puede
haber sido la de los sampseos, un grupo posiblemente asociado con los esenios,
que adquirió su nombre (cf.cf. confer (lat.), compárese el heb.heb. hebreo sûemesû,
‘sol’) de actos de homenaje supuestamente rendidos al sol como manifestación de
la divinidad. El término esenio, en efecto, se usaba algunas veces para abarcar a
un conjunto bastante amplio de cuerpos sectarios judaicos que se separaban de la
corriente principal de la vida judía. Uno de ellos, casi seguramente, era la comunidad
de Qumrán; puede haber habido varios más, de los cuales sabemos tan poco como
lo que sabíamos de la comunidad de Qumrán antes de los descubrimientos de 1947
y años subsiguientes. (* Rollos del mar Muerto; * Qumrán )

Si se llegara a demostrar que la comunidad de Qumrán era una comunidad esenia


(tal vez de aquellos esenios que Josefo distingue de los demás porque no se
abstenían de casarse), la literatura de Qumrán tendrá que ocupar un lugar superior
a todos los otros relatos sobre los esenios que nos han llegado de la antigüedad,
por cuanto procede de dentro de sus propias filas. Entonces corresponderá
confrontar las afirmaciones de los autores antiguos con los textos de Qumrán, y no
a la inversa.

Bibliografía. K. Shubert, La comunidad del mar Muerto, sus orígenes y enseñanzas,


1961; J. Leipold, W. Grundmann, El mundo del Nuevo Testamento, 1973, t(t).t(t).
tomo(s) I, pp.pp. página(s) 234–280; C. Guignebert, El mundo judío hacia los
tiempos de Jesús, 1959, pp.pp. página(s) 160–177.

C. D. Ginsburg, The Essenes, 1864, reimpreso en 1955; J. B. Lightfoot, “On Some


Points Connected with the Essenes”, en The Epistle to the Colossians, 1879, pp.pp.
página(s) 348–419; D. Howlett, The Essenes and Christianity, 1957; H. Sérouya,
Les Esséniens, 1959; A. Dupont-Sommer, Essene Writings from Qumran, trad.trad.
traductor, traducción, traducido ing.ing. inglés, inglesa 1961; H. Kosmala, Hebräer-
Essener-Christen, 1959; G. Vermes, Post-Biblical Jewish Studies, 1975, pp.pp.
página(s) 8–36.
F.F.B.F.F.B. F. F. Bruce, M.A., D.D., F.B.A., Profesor emérito de Crítica y Exégesis Bíblicas
en la cátedra Rylands de la Universidad de Manchester, Inglaterra.

SAMARITANOS
En las trads. casts. del ATAT Antiguo Testamento solamente se menciona a los
samaritanos en 2 R. 17.29 (°vrv2°vrv2 Versión de Reina y Valera, rev. 1960 “los de
Samaria”), pasaje que describe la religión sincretista de los pueblos que el rey de
Asiria transportó al reino del NN norte, Israel, para remplazar a la población nativa
que fue exiliada después de la caída de Samaria (722/721 a.C.a.C. antes de Cristo).

Varias razones nos llevan a rechazar de plano la identificación, favorecida por


Josefo, y muchos otros después de él, de este grupo con los samaritanos tal como
se los conoce por el NTNT Nuevo Testamento (Mt. 10.5; Lc. 9.52; 10.33; 17.16; Jn.
4.9, 39–40; 8.48; Hch. 8.25), algunos de cuyos descendientes viven actualmente en
dos pequeñas comunidades en Nablús y Holón: (i) la voz empleada
(hasûsûmroµnéÆm) simplemente significa, según parece, “habitantes de (la ciudad
o provincia de) Samaria (sûoµmroÆn)”, que es lo que mejor concuerda con el
contexto de 2 R. 17; (ii) no hay pruebas de que los samaritanos posteriores hayan
habitado Samaria. Las más antiguas referencias seguras con respecto a ellos, en
cambio, indican claramente que su lugar de residencia fue Siquem (Ecl. 50.26; 2
Mac. 5.22s; 6.2; cf.cf. confer (lat.), compárese Jn. 4.5s, 20), mientras que una de las
fuentes de Josefo los llama “siquemitas” (cf.cf. confer (lat.), compárese Ant.Ant.
Josefo, Antigüedades de los judíos 11.340–347; 12.10); (iii) nada de lo que
conocemos de la religión y la práctica posteriores de los samaritanos sugiere las
influencias paganas de 2 R. 17 o Esd. 4.

Probablemente no se deban buscar los orígenes de los samaritanos, como grupo


distintivo, antes del comienzo del período helenístico (fines del ss.ss. siglo(s) IV
a.C.a.C. antes de Cristo), época en la que se reconstruyó Siquem después de un
largo período de desolación. Los enemigos de la comunidad judía en el período
persa primitivo mencionados por Esdras y Nehemías serían, en consecuencia,
algunos de los habitantes de la provincia del NN norte, cuya oposición a la
reconstrucción de Jerusalén habría obedecido principalmente a motivos políticos.
No debe sorprender que algunos hayan abrazado la fe israelita (Esd. 4.2), ya que el
ATAT Antiguo Testamento dice que no todos los habitantes del antiguo reino del NN
norte fueron exiliados en 721 a.C.a.C. antes de Cristo (2 Cr. 30), y es muy posible
que algunos de los recién llegados se hubiesen asimilado a los que quedaron.

No se sabe con precisión qué factores llevaron a repoblar Siquem, y la consiguiente


cristalización de la comunidad samaritana. Una sugerencia atractiva es que
después de la completa helenización de Samaria, luego de las conquistas de
Alejandro Magno, un grupo de puristas religiosos (a los que posiblemente se unieron
algunos sacerdotes que por su casamiento con mujeres del NN norte no pudieron
seguir residiendo en Jerusalén) decidieron comenzar de nuevo en un lugar en el
que les fuera posible practicar su religión sin ser molestados. El hallazgo de más de
200 esqueletos (junto con papiros originados en Samaria) en una remota cueva en
Wadi ed-Daliyeh, alrededor de 14 kmkm kilómetro(s) al NN norte de Jericó, sugiere
que quizás otros refugiados no fueron tan afortunados.

De cualquier manera, una vez que la comunidad adquirió identidad propia y se hubo
erigido un templo en el mte.mte. monte Gerizim (tanto Josefo, Ant.Ant. Josefo,
Antigüedades de los judíos 11.321ss, a pesar de las otras dificultades que plantea
su narración en este punto, como los restos arqueológicos, de haber sido
correctamente identificados, concuerdan con una fecha en el período helenístico),
resultaba inevitable que empezaran a endurecerse las actitudes entre los judíos de
Jerusalén y los samaritanos. Si bien puede resultar engañoso hablar de un
determinado cisma, evidentemente Ben Sirá (ca.ca. circa (lat.), aproximadamente,
alrededor de 180 a.C.a.C. antes de Cristo) consideraba que los samaritanos
constituían un grupo completamente separado (Ecl. 50.26), lo que se habría
acentuado debido a su capitulación en el período de la revuelta macabea cuando
su templo fue dedicado a Zeus Xenios. No obstante, es probable que el cisma se
haya hecho definitivo cuando ca.ca. circa (lat.), aproximadamente, alrededor de del
128 a.C.a.C. antes de Cristo Juan Hircano extendió la dominación asmonea de la
zona con la captura de Siquem y la destrucción del templo de Gerizim.

Pero de ninguna manera marcó esto el fin de la fricción. Tomando como base las
limitadas fuentes de que disponemos sabemos que entre 6 y 9 d.C.d.C. después de
Cristo algunos samaritanos esparcieron huesos en el templo de Jerusalén durante
la pascua. En 52 d.C.d.C. después de Cristo los samaritanos asesinaron a un grupo
de peregrinos galileos en En-ganim, aunque en la consiguiente disputa ante
Claudio, que siguió a una incursión de represalia de los judíos, la decisión favoreció
a estos. Además, los samaritanos sufrieron a manos de los dominadores romanos:
en 36 d.C.d.C. después de Cristo un fanático samaritano reunió a una multitud en
el mte.mte. monte Gerizim prometiéndoles revelar el misterio de los recipientes
sagrados que se creía había ocultado allí Moisés, y muchos de ellos fueron
asesinados por Pilato. Un año después de comenzada la guerra judía (66–70
d.C.d.C. después de Cristo), un grupo de samaritanos cambió de parecer y se unió
a los revoltosos, pero fueron exterminados por Vetuleno Cerealis en el mte.mte.
monte Gerizim.

Como los principales escritos teológicos de los samaritanos (p. ej.p. ej. por ejemplo
Memar Marqah, la liturgia samaritana conocida como el Defter, y cierto número de
crónicas) no van más allá del ss.ss. siglo(s) IV d.C.d.C. después de Cristo, y a
menudo son muy posteriores, es casi imposible reconstruir detalladamente sus
creencias en el período neotestamentario. Por ello es necesario obrar con cautela
cuando se intenta encontrar un fondo distintivamente samaritano en (p. ej.p. ej. por
ejemplo) Jn., Hch. 7, o Hebreos.

Únicamente los cinco libros del Pentateuco en su recensión samaritana (s.s. siglo(s)
II a.C.a.C. antes de Cristo) se han considerado canónicos, y esto se refleja en su
credo, cuyos elementos seguramente datan de tiempos primitivos: la aceptación de
un solo Dios, de Moisés el profeta, de la ley, del mte.mte. monte Gerizim como el
lugar establecido por Dios para los sacrificios (lo cual se toma como el décimo
mandamiento en el PSPS Pentateuco samaritano), del día del juicio y la
recompensa, y del regreso de Moisés como Taheb (el “restaurador” o “el que ha de
retornar”).

La actitud de la Misná y el Talmud judíos hacia los samaritanos, como la de Josefo,


es ambigua. Esto puede reflejar una actitud favorable que reconoce afinidad
esencial, tanto racial como religiosa, con los samaritanos, pero que posteriormente
se vio considerablemente influida por la polémica que surgió más tarde, estimulada
por el creciente antagonismo y basada en 2 R. 17 y Esd. 4.

Es digno de tener en cuenta, por lo tanto, que el NTNT Nuevo Testamento casi
siempre les es favorable (véanse las refs. anteriores), y que los samaritanos
aparecen respondiendo con entusiasmo tanto a Jesús mismo como a la predicación
de la iglesia cristiana primitiva.

Bibliografía. L. Arnaldich, “Samaritanos”, °EBDM°EBDM Enciclopedia de la Biblia


(en 6 t(t).), dirigida por A. Díez-Macho y S. Bartina, 1965, t(t).t(t). tomo(s) VI, cols.
441–444; F. F. Bruce, Israel y las naciones, 1979, pp.pp. página(s) 115–119, 128–
131.

Para detalles sobre ediciones de los textos samaritanos y alguna otra bibliografía,
cf.cf. confer (lat.), compárese J. Macdonald, The Theology of the Samaritans, 1964.
Sigue teniendo valor J. A Montgomery, The Samaritans, 1907, reimpreso en 1968.
Estudios más recientes incluyen: G. E. Wright, Shechem, 1965, cap(s).cap(s).
capítulo(s) 10; J. D. Purvis, The Samaritan Pentateuch and the Origin of the
Samaritan Sect, 1968; R. J. Bull, BABA Biblical Archaeologist 31, 1968, pp.pp.
página(s) 58–72; H. G. Kippenberg, Garizim und Synagoge, 1971; C. H. H. Scobie,
NTSNTS New Testament Studies 19, 1972–3, pp.pp. página(s) 390–414; R.
Bergmeier, Journal for the Study of Judaism 5, 1974, pp.pp. página(s) 121–153; J.
D. Purvis, NovTNovT Novum Testamentum 17, 1975, pp.pp. página(s) 161–198; R.
J. Coggins, Samaritans and Jews, 1975; K. Haacker, NIDNTTNIDNTT C. Brown
(eds.), The New International Dictionary of New Testamento Theology, 3 t(t)., 1975–
8 3, pp.pp. página(s) 449–467.

H.G.M.W.H.G.M.W. H. G. M. Williamson, M.A., Ph.D., Profesor adjunto de Hebreo y


Arameo, Universidad de Cambridge, Inglaterra.

ZELOTE
(gr.gr. griego zeµloµteµs). A uno de los doce apóstoles se le llama Simón el Zelote
(Lc. 6.15; Hch. 1.13; °vm°vm Versión moderna (hecha por H. B. Pratt), eds. rev.
1929, °vp°vp Dios habla hoy, “versión popular”, 2ª eds. 1983 “celote”), ya sea a
causa de su temperamento celoso o apasionado o por alguna asociación con el
partido de los zelotes (* Cananita). Pablo dice de sí mismo que fue celoso en lo
religioso (Hch. 22.3; Gá. 1.14), y a los muchos miembros de la iglesia de Jerusalén
se los describe como “celosos por la ley” (Hch. 21.20).

El partido de los zelotes, descrito por Josefo como la “cuarta filosofía” entre los
judíos (GJGJ Josefo, Guerras de los judíos 2.117; Ant.Ant. Josefo, Antigüedades de
los judíos 18.23), fue fundado por *Judas el galileo, quien dirigió una rebelión contra
Roma en el 6 d.C.d.C. después de Cristo (* Censo). Se oponían a que Israel pagase
tributo a un emperador pagano, sobre la base de que se trataba de traición a Dios,
el verdadero rey de Israel.

Se les llamaba zelotes porque seguían el ejemplo de Matatías y sus hijos y


seguidores, que manifestaron celo por la ley de Dios cuando Antíoco IV intentó
suprimir la religión judía (1 Mac. 2.24–27), y el ejemplo de Finees, que evidenció un
celo parecido en momentos de apostasía en el desierto (Nm. 25.11; Sal. 106.30s).
Cuando fue aplastada la rebelión del 6 d.C.d.C. después de Cristo mantuvieron vivo
el espíritu de la misma durante 60 años. Los miembros de la familia de Judas fueron
líderes zelotes; dos de sus hijos fueron crucificados por el procurador Alejandro
ca.ca. circa (lat.), aproximadamente, alrededor de 46 d.C.d.C. después de Cristo
(Jos.Jos. Josefo, Ant.Ant. Josefo, Antigüedades de los judíos 20.102), y un tercer
hijo, Manahem, intentó apoderarse del liderazgo de la rebelión antirromana en el 66
d.C.d.C. después de Cristo (Jos.Jos. Josefo, GJGJ Josefo, Guerras de los judíos
2.433). Los zelotes estuvieron activos durante la guerra de 66–73 d.C.d.C. después
de Cristo; la última plaza fuerte de los zelotes, Masada, cayó en mayo del 74
d.C.d.C. después de Cristo, pero ni aun entonces fue completamente aplastado el
espíritu zelote. (* Sicarios )

Bibliografía. J. Leipoldt, W. Grundmann, El mundo del Nuevo Testamento, 1973,


t(t).t(t). tomo(s) I, pp.pp. página(s) 299–304; E. Schürer, Historia del pueblo judío en
tiempos de Jesús, 1985, t(t).t(t). tomo(s) I, pp.pp. página(s) 188ss, 619ss.

F. J. Foakes-Jackson y K. Lake, “The Zealots”, en BCBC F. J. Foakes-Jackson y K.


Lake, The Beginnings of Christianity, 5 t(t)., 1920–33, 1, 1920, pp.pp. página(s)
421ss; W. R. Farmer, Maccabees, Zealots and Josephus, 1956; M. Hengel, Die
Zeloten², 1976; Y. Yadin, Masada: Herod’s Fortress and the Zealots’ Last Stand,
1966; D. M. Rhoads, Israel in Revolution 6–74 c.e.: A Political History based on the
Writings of Josephus, 1976.

F.F.B.F.F.B. F. F. Bruce, M.A., D.D., F.B.A., Profesor emérito de Crítica y Exégesis Bíblicas
en la cátedra Rylands de la Universidad de Manchester, Inglaterra.

HERODIANOS
Se los menciona como enemigos de Jesús, una vez en Galilea y luego en Jerusalén
(Mr. 3.6; 12.13; Mt. 22.16). Su asociación con los fariseos en la cuestión referente
al pago del tributo al César sugiere que estaban de acuerdo sobre este asunto, o
sea el nacionalismo por oposición a la sumisión al yugo extranjero. Este hecho, y la
formación de la palabra (cf.cf. confer (lat.), compárese caesariani), parecen probar
que constituían un partido judío que favorecía a la dinastía herodiana. La opinión de
que constituían un partido religioso conocido en la literatura rabínica como los
“boetosianos”, e. d.e. d. es decir adherentes de la familia de Boeto, cuya hija
Mariamne fue una de las esposas de Herodes el Grande, y cuyos hijos fueron
elevados por él al sumo sacerdocio, actualmente no tiene gran aceptación.

Bibliografía. V. Taylor, Evangelio según san Marcos, 1979, pp.pp. página(s) 251; J.
González-Echegaray, “Herodianos”, °EBDM°EBDM Enciclopedia de la Biblia (en 6
t(t).), dirigida por A. Díez-Macho y S. Bartina, 1965, t(t).t(t). tomo(s) III, cols. 1206–
1207.

H. Hoehner, Herod Antipas , 1972; N. Hillyer, NIDNTTNIDNTT C. Brown (eds.), The


New International Dictionary of New Testamento Theology, 3 t(t)., 1975–8 3, pp.pp.
página(s) 441–443.

J.W.M.J.W.M. J. W. Meiklejohn, M.B.E., M.A., ex Secretario de la Inter-School Christian


Fellowship de Escocia.

Diccionario bíblico Certeza

También podría gustarte