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El fariseísmo

Llamar fariseo a alguien es considerado hoy un insulto. Se le puede decir a alguien que
se apega a las reglas incluso por encima del daño que les puede causar a otras personas.
Mejor dicho comúnmente, es otra forma de llamar a alguien “hipócrita”.

En parte, esto hace alusión a Jesús mismo, quien en repetidas ocasiones se refirió a los
fariseos de manera negativa, llamándolos “sepulcros blanqueados” (Mt. 23:27) y
teniendo diversos encuentros negativos con estos personajes.

Aunque en esa época, de Jesús y sus apóstoles, ser fariseo era algo de mucha estima.
Eran importantes, eran el grupo conservador dentro del judaísmo, y afirmaban muchas
de las mismas cosas que Jesús y los discípulos afirmaban.

Algunas cosas más sobre estos son:

Su origen aunque desconocido, parece venir del hebreo parush, que significa
separación, implicación a su separación de los gentiles, de los judíos que no se apegaban
a sus reglas, y aún de la impureza alrededor de ellos.

Inician su siclo los fariseos en segundo siglo antes de Cristo, es por esto que no se
mencionan en el Antiguo Testamento, y sobrevivieron como grupo hasta después de la
destrucción de Jerusalén. Surgieron de los sacerdotes y maestros de la ley que hicieron
resistencia a los saduceos, quienes tenían más asociación con el sumo sacerdote y con
las autoridades.

Se podía iniciar como simpatizante y participante alguien con el simple juramento,


claro, delante de testigos, de que vivirían su vida completa honrando toda la ley.

Los fariseos eran considerados una secta o grupo del judaísmo, y ejercían mucha
influencia social. Sin embargo, tal influencia no era oficial, sino más bien una muestra
de respeto y admiración por parte del pueblo. Aunque no eran la mayoría en el Sanedrín
–el tribunal oficial judío–, ni tampoco representaban el partido de mayor afluencia
económica, sí tenían muchos seguidores dentro de los judíos, y eso les daba una gran
voz en los conflictos y las decisiones importantes.

También tenían dentro de sí divisiones en sus creencias, representadas principalmente


por las escuelas de Shamai (con un apego más estricto a las leyes) y Hilel (con una
interpretación más flexible y contextual).

A los fariseos los consideraban los más expertos y apropiados intérpretes y expositores
de la ley. entre ellos compartían creencias como el monoteísmo, la apreciación de todo
el Antiguo Testamento, la resurrección de los muertos, los ángeles, y el reinado terrenal
del Mesías, su enfoque constante era hacia una aplicación diaria de la ley de una manera
significativa para los judíos.

El Nuevo Testamento contrasta frecuentemente a los fariseos con los saduceos.

Este otro grupo. Los Saduceos solo creía en aquello que estuviera claramente revelado
en la ley de Moisés, los cinco primeros libros del Antiguo Testamento, Los Saduceos
regularmente tenían una mejor posición socioeconómica y religiosa que los fariseos.
Los evangelios hacen referencia a Los Fariseos unas 100 veces.

Los podemos ver pidiéndole a Jesús señales (Mt. 12:38),

Haciéndole preguntas capciosas (Mt. 19:3),

Molestándose con Él por no cumplir sus reglas (Mr. 3:6), y hasta

Invitándolo a compartir (Lc. 7:36).

Los Fariseos como grupo forman uno de los antagonistas principales de Jesús,
incluyendo el haber sido instrumentales en Su asesinato (Jn. 11:47), sin embargo, Jesús
frecuentemente aprobaba sus enseñanzas más conservadoras, en contraste con los otros
grupos religiosos de su tiempo (Mt. 23:2-3).

En la Biblia hay personajes muy famosos que pertenecían a los fariseos.

Nicodemo, considerado por Jesús como maestro de Israel, y quien también intercediera
a favor de Él en su muerte (Jn. 3:1-2; 50-51; 19:39).

Pablo este hombre sobresaliente por la voluntad de El ETERNO y algunos cristianos


tempranos también fueron fariseos (Hch. 15:5),

Flavio josefo, el reconocido historiador Josefo también era parte de este grupo.

El apóstol Pablo ataba su adherencia a la ley de Moisés a su posición como fariseo (Fil.
3:4-7; Hch. 26:5). En su defensa en Jerusalén, en Hechos 23:6, él tomó el lado de los
fariseos, quienes creían en la resurrección de los muertos, en los ángeles, y en los
espíritus.

Al día de hoy, los judíos mantienen a los fariseos en alta estima. Ellos fueron
responsables de mantener las sinagogas como lugares de adoración a falta de un templo
físico, y su énfasis en que las enseñanzas de la ley pueden y deben aplicarse al día a día
terminó en lo que hoy es conocido como el judaísmo rabínico, la base de la religión
judía en la actualidad.

Hoy, como en el tiempo de los Gálatas, podemos orar y predicar de manera tal que todo
hombre sepa “que nadie es justificado ante Dios por la Ley.

Deseamos que las personas de nuestro entorno sean lo más parecidas a nuestra forma de
ser y pensar, pero no es así, Dios no hizo robots, solo nos queda orar para que Dios le
cambie la parte que nos disgusta y que fortalezca la parte que nos agrada, en el nombre
de la voluntad sagrada de Dios, con muchísima fe, para ser justos.

Es evidente, porque ‘el justo vivirá por la fe’” (Gá. 3:11).

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