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LOS SADUCEOS
Saduceos (gr. saddoukáios, “partidarios de la justicia”; transliteración del heb.
tsadûqîm, que podría provenir del verbo tsâdaq [“ser justo”] o de Tsâdôq [Sadoc],
el nombre de un sumo sacerdote de la época de David [2Sa 8:17; 15:24], de quien
pretendían ser descendientes todos los sumos sacerdotes que vinieron después).
Partido judío político-religioso, minoritario, de los tiempos del NT, que
representaba el ala rica, liberal, aristocrática y secularizada del judaísmo.
Origen
Casi nada se sabe de sus orígenes ni de la primera etapa de su historia. En la
época de los Macabeos, Alejandro Janeo (103-73/75 a.C.), hijo de Juan Hircano I,
1029 favoreció a los saduceos hasta el punto de crucificar a una considerable
cantidad de fariseos. Pero hacia el fin de su vida se disgustó con ellos, y en su
lecho de muerte le aconsejó a su esposa que favoreciera a los fariseos, lo que ella
efectivamente hizo. Después de su deceso, los saduceos se pusieron de parte de
su hijo Aristóbulo II el menor y más capaz de sus 2 hijos, y apoyaron sus
pretensiones en contra de su hermano Juan Hircano II. Más tarde se aliaron con el
partido de los herodianos y colaboraron con los romanos. Manifestaron mucho
interés por los asuntos seculares de la nación, aceptaron con gusto diversos
cargos públicos y ejercieron una influencia que excedía por mucho a la que
correspondía a su número. Durante la dominación romana y el gobierno de los
Herodes, la conducción de las actividades políticas de los judíos estaba
mayormente en sus manos. En Israel controlaban los impuestos, al principio los
saduceos no eran un grupo religioso, pero con el tiempo, para defender sus
intereses, apoyaron al sumo sacerdote. Hasta la mitad del siglo I después de
Cristo controlaban el sanedrín. Después, al serles quitado el poder secular,
primero por los Zelotes y después por los romanos, desaparecieron del judaísmo.
Doctrinas
A diferencia de los fariseos y los esenios, quienes dejaron una cantidad de
escritos con información referente a sus creencias, los saduceos no legaron obras
de tal naturaleza. Por eso, nuestra información acerca de sus opiniones y sus
doctrinas es más bien escasa, y debernos basar nuestro conocimiento de ellas
mayormente en Josefo y el NT. La mayoría de los sacerdotes de los primeros
siglos (a.C. y d.C.) pertenecían a esta secta, aunque no todos los saduceos eran
sacerdotes. Por lo general constituían un núcleo de personas altamente
privilegiadas, por ejemplo, comerciantes ricos y funcionarios gubernamentales
Como partido religioso, se enorgullecían de su estricta interpretación de “la Ley”,
es decir, de los 5 libros de Moisés, que eran los únicos que ellos aceptaban como
inspirados, al punto que rechazaban toda doctrina que no tuviera un apoyo
explícito en ellos. Sin duda, éste es el Fundamento de la acusación de Jesús de
que erraban “ignorando las Escrituras y el poder de Dios” (Mat 22:29). La marca
religiosa de los saduceos fue su conservadurismo. Negaban la validez permanente
de toda ley que no formara parte de los escritos del Pentateuco. Rechazaban las
doctrinas tardías del alma y su existencia en el más allá, la resurrección, las
recompensas y retribuciones, los ángeles y los demonios. Creían que no existía el
destino, que el hombre podía elegir libremente entre el bien y el mal, y que la
prosperidad y la adversidad eran resultado de las propias acciones del hombre.
Al negar la resurrección, la vida futura y la idea de un castigo venidero (Mat 22:23;
Act 23:8), le daban destacada importancia a los intereses seculares y materiales
de la vida. Creían que Dios le prestaba muy poca atención a los seres humanos y
manifestaba escaso interés en sus asuntos, y sostenían a la vez que el hombre
era el árbitro de su propio destino. Negaban la existencia de ángeles y de espíritus
(Act 23:8).
Los modales de los saduceos eran bastante groseros, eran descorteses con sus
iguales como si estos fuesen extranjeros, y consideraban una virtud disputar con
sus maestros. No tenían seguidores entre las masas populares, sino solamente
entre los de buena posición económica. Eran más severos en sus juicios que otros
judíos. Muchos de los sacerdotes, aunque no todos, eran saduceos; pero casi
todos los saduceos parecen haber sido sacerdotes, especialmente de las familias
sacerdotales más poderosas. Bajo los primeros asmoneos algunos saduceos
desempeñaron cargos en la gerousia (cuerpo de “ancianos”, “senado”, o
sanedrín).
Tanto los saduceos como los fariseos fueron objeto de las punzantes denuncias
de Juan el Bautista (Mat 3:7). Se unieron a los fariseos para pedirle a Cristo una
señal del cielo (16:1-4), y Jesús previno a sus discípulos acerca de ambos (vs 6-
12). Después de la ascensión, se unieron a los sacerdotes para perseguir a Pedro
y a Juan (Act 4:1-3). Había fariseos y saduceos presentes en el juicio de Pablo
ante el Sanedrín, y el apóstol, al darse cuenta de esa circunstancia, puso a discutir
a los unos con los otros (23:6-10). Un sumo sacerdote saduceo presidió el
Sanedrín responsable de la muerte de Santiago, hermano de nuestro Señor, y de
otros cristianos. Cuando el templo fue destruido en el 70 d.C., con la desaparición
del estado judío, los saduceos dejaron de existir como partido.
Su oposición a Jesús se hallaba principalmente sobre consideraciones políticas.
HERODIANOS
Partidarios de la casa de Herodes Antipas, seguramente judíos políticos con
influencia ante el rey y mantenedores del gobierno de Herodes, sostenían que un
gobernador extranjero era mejor garantía para la protección de la vida y la
propiedad.
Acerca de su carácter y doctrinas, nada se sabe con certeza. Los Herodianos se
aliaron con los fariseos, a pesar de ser contrarios, para buscar la manera de
sorprender a Jesús en alguna palabra que sirviera para prenderle. Los Herodianos
y los fariseos fueron quienes interrogaron a Jesús sobre si era lícito pagar el
tributo al César, Mt 22, 16-22; Mc 12, 13. Cuando Jesús entró en la sinagoga y
curó en día sábado a un hombre que tenía la mano paralizada, los fariseos le
asechaban y al salir se confabularon con los Herodianos buscando eliminarle, Mc
3, 6.
LOS ZELOTES
gr.gr. griego zeµloµteµs (“el lleno de celo [entusiasta; fanático]”, “el patriota”)
A uno de los doce apóstoles se le llama Simón el Zelote (Lc. 6.15; Hch. 1.13; ya
sea a causa de su temperamento celoso o apasionado o por alguna asociación
con el partido de los zelotes (* Cananita). Pablo dice de sí mismo que fue celoso
en lo religioso (Hch. 22.3; Gá. 1.14), y a los muchos miembros de la iglesia de
Jerusalén se los describe como “celosos por la ley” (Hch. 21.20).
Origen
El partido de los zelotes, descrito por Josefo como la “cuarta filosofía” entre los
judíos. Se les llamaba zelotes porque seguían el ejemplo de Matatías y sus hijos y
seguidores, que manifestaron celo por la ley de Dios cuando Antíoco IV intentó
suprimir la religión judía (1 Mac. 2.24–27), y el ejemplo de Finees, que evidenció
un celo parecido en momentos de apostasía en el desierto (Nm. 25.11; Sal.
106.30.
El movimiento, no mencionado como tal en el Nuevo Testamento, comenzó
cuando Judas el galileo encabezó una sublevación contra los romanos en el año 6
después de Cristo (Hch 5.37), considerándose el sucesor espiritual de los
macabeos. Cuando aplastaron la sublevación, los zelotes quedaron como el ala
extremista de los fariseos, dispuestos a recurrir a las armas antes que pagar
tributo.
Los zelotes tomaron parte activa en la gran rebelión de 66–73 después de Cristo
en contra de los romanos, siendo los últimos en ser reducidos en su fortaleza de
Masada, cerca del mar Muerto, recientemente investigada por los arqueólogos.
Simón debe de haber sido miembro del partido antes de acudir a Jesús. El
fanatismo de los zelotes contribuyó a desencadenar la guerra entre judíos y
romanos.
Los zelotes eran vistos como un partido de patriotas judíos militantes del primer
siglo. Su movimiento comenzó con Judas de Galilea en los días de Quirino como
una oposición clandestina al poderío romano. Ellos sostenían que la violencia era
justificada si libraba a la nación de sus opresores extranjeros. Josefa los describió
como fanáticos cuyas extravagantes demandas y destemplada imprudencia se
transformaron en obstáculos para su propia causa.
Doctrinas
En doctrina eran muy parecidos a los fariseos a causa de su interpretación
nacionalista en extremo del Antiguo Testamento, y en espíritu eran como los
macabeos. Su intenso deseo de un reino independiente pudiera, haber llevado a
algunos de ellos a buscar la compañía de los discípulos de Jesús. Por lo menos a
uno de ellos, Simón, se distingue de Simón Pedro por ser llamado “el zelote” (Lc.
6:15; Hch. 1:13
BIBLIOGRAFIA