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La figura de Merlín
Claude Mettra
France Culture
Este escrito es la trascripción de una parte del diálogo mantenido entre Marie-Louise
von Franz y Claude Mettra, en el programa de radio « El grito de Merlín », que tuvo
lugar en France Culture, el 18 de febrero de 1978. Traducción de Iván Martínez.
Claude Mettra: -La leyenda cuenta que esta criatura, Merlín, hijo de una
virgen y del diablo, después de haber estado largo tiempo errando por el
mundo sucumbe finalmente a los encantos de Niniane-Viviane, cae enfermo
por ella y después desaparece de nuestro mundo, para perderse en un
mundo del más allá, donde no nos puede alcanzar más que bajo la forma de
un grito. Ahora bien, yo creo, MlvF, que ese grito de Merlín ha sido muy
significativo para usted, así como el personaje de Merlín.
CM: -Retomemos dos puntos importantes que Jung nos propone de la vida.
El primero es que Merlín reconoce por nacimiento que el mal no está fuera de
él, sino en él, como lo está en cada ser humano. En consecuencia esa zona de
sombra, que usted acaba de nombrar, se revuelve por su reconocimiento
como de nuestra propiedad y además, a continuación, procura que se integre
en nuestra personalidad y que no sea excluida, porque si se excluye, se está
expuesto a grandes trastornos y desgarros psicológicos.
MlvF: –Es una palabra que los freudianos también utilizan. Para ellos la
proyección, es que yo veo en el otro alguna cosa mía que yo he reprimido a
causa de un conflicto neurótico. Mientras que para Jung todo está proyectado
de nuestra alma, normalmente, incluso si no hay represión. Todo lo que
aparece en nuestra psique, y que nosotros no reconocemos, o no reconocemos
aún, nos aparece afuera. Él dice que sólo podemos hablar de proyección
cuando ha llegado el momento de retirarla. Hay ciertos síntomas. Las gentes
se vuelven inestables, fanáticas, exageran, tienen afectos y emociones
exageradas. Entonces hay que preguntarse: ¿por qué el señor tal o cual me
irrita más que de costumbre? No me cae bien, pero yo no tengo necesidad de
alterarme de esa manera. Si yo me altero demasiado, y no hay ninguna razón
para estar tan furioso, entonces es una proyección; eso que me exaspera de él,
está en mí, es algo mío que yo veo en él. Se intenta retirarla tras una reflexión
(…) que es una cualidad que tengo en mí mismo, entonces el señor tal,
objetivamente, se vuelve bastante normal..
CM: –Es decir, que los problemas del mundo están en nosotros.
CM: -¿Cómo reconocer en el mundo que nos rodea y donde nosotros tenemos
nuestras obligaciones, lo que es bueno para nosotros, para nuestra
personalidad, para nuestra integridad y aquello que debemos evitar?
MlvF: –Si usted aún no está muy neurótico, usted tiene aquello que se llama
instinto, un sentimiento semi-inconsciente. No comemos las cosas que no nos
gustan. Si uno está neurótico se vuelve inseguro. Decimos: «¿Por qué pienso
así?». La gente se fuerza a hacer cosas contra su instinto y se deben corregir
por los sueños, porque los sueños expresan los instintos. Si yo estoy inseguro, si
me encuentro en una situación en la cual me pregunto: «Esta situación es fea,
eso no me gusta, pero no puedo poner el dedo encima, no sé que es lo que
hay. ¿Debo retirarme o debo soportar esa situación?» Entonces observo mis
sueños y los sueños generalmente dan una indicación clara: «Retirarte» o bien
«Debes tener el coraje de soportar esas dificultades». Todo es posible. (…)
MlvF: –Sí, se ha querido hacer del instinto la base de las reacciones psíquicas
-pero hay también impulsos espirituales en el inconsciente. Si usted toma
solamente el rango de los instintos, según Jung, el hambre, la necesidad de
nutrición son aún más primarios que la sexualidad. También está el instinto
de dominación que Adler reveló. Ya hay tres. Pero para nosotros también está
el impulso de individuación, de llegar a ser uno mismo, que es aún más
fuerte que los otros. Este impulso es el más fuerte, es la necesidad de ser uno
mismo. (…) El hombre está pervertido por su curiosidad, que ha heredado de
sus ancestros primates. La deriva de sus instintos está ahí, la noche enmienda
eso por el sueño. Por eso le damos tanta importancia al sueño. (…) Vemos
muy a menudo que las gentes sueñan motivos arquetípicos; cuando les
preguntamos: «¿qué relación tiene usted con esta figura?», se quedan
asombrados. Le puedo contar un ejemplo: yo analicé a un Mexicano, católico,
médico. (…) Un hombre simpático había llegado. Me sonreía y decía todos
los días: «sí, sí». Entonces yo decía: «¿Eso tiene sentido?, ¿usted no
reacciona ?, ¿usted comprende esta reacción ?». «Oh, sí, señorita, sí». Y no me
miraba a los ojos. Yo me preguntaba: «¡O bien es él quien está loco o lo estoy
yo!». Él tenía muchos sueños personales. Como ya había tenido un análisis, lo
hacía muy bien: traía los sueños, interpretábamos los sueños, y yo me sentía
muy mal. Yo tenía el sentimiento de que no nos comprendíamos. Y he aquí
que un día trae un sueño: «Él ve una piedra de obsidiana en un árbol, una piedra
enorme. La piedra de obsidiana salta del árbol y comienza a perseguirlo. Él corre y
corre y la piedra lo persigue y de repente ve a unos obreros que han hecho una fosa
cuadrada en la tierra y le dicen, «Ven aquí, rápido, metete en medio, quédate
tranquilo.» Él lo hace y la piedra de obsidiana se hace pequeña y se pone en sus pies.»
Eso se me había escapado y dije: «¡Pero en el nombre de Dios! ¿qué relación
tiene usted con el dios Tezcatlipoca?». Pues como usted sabe, la obsidiana es
el símbolo de ese dios. Entonces él me miró completamente asombrado y dijo
«No lo sé». Pero entonces surgió una historia: él era tres cuartas partes azteca,
y también hablaba nahuatl en su juventud. Pero como en México aún hay
racismo, había reprimido completamente ese tema. El hecho de que él fuese
indio se había convertido en una cuestión personal; era un problema
reprimido que había surgido en ese momento. Pero de Tezcatlipoca no sabía
nada de nada, no tenía asociaciones. Pero todo llegó por ese sueño,
puramente arquetípico, por esa piedra de obsidiana que se le apareció. Y el
sueño le decía: los dioses de tus ancestros te acechan. (...)
CM: –Merlín ilustra muy bien aquello que Jung retomó más tarde bajo el
nombre de imaginación activa, es decir, que en una situación difícil,
complicada, Merlín no cesa de inventarse caminos que le permiten rodear las
dificultades, y de crear así los universos en los cuales va a estar a sus anchas,
y en consecuencia derivarse constantemente a algún tipo de retorno.
MlvF: –Sí. En uno de los textos medievales, aparece con dos serpientes
alrededor del cuello; eso en el fondo muestra que, como en el caduceo de
Hermes, une los opuestos. (…)
CM: –El desarrollo de esta imaginación activa, que es la llave del desarrollo
de la personalidad, como el de quien practica, un hombre o una mujer en
estado de padecimiento, ¿se puede hacer en movimiento?
MlvF: –Ustedes tienen muchos poetas que han hablado de la mujer interior.
Piense en Baudelaire en «Las flores del mal», en ese poema: «A un transeúnte»,
donde él ve a una mujer de luto que pasa y le dice: «Un relámpago… después
la noche!». Él está embargado por una emoción enorme, ella se esconde y el
dice: «Oh, tú, a quien yo he amado. Oh, tú que lo sabías!» Es una magnífica
descripción del reencuentro con el ánima. Jung me dijo una vez que él se dio
cuenta de su ánima por primera vez cuando su amiga la Señora Wolff le
mintió. Estaba tan furioso que quiso dejar la relación. Entonces regresó a su
casa y en seguida se preguntó: «¿Por qué tengo esta necesidad imperiosa de
que ella no debe mentir nunca? Ella es otra persona que tiene el derecho de
hacer lo que quiera». Entonces se dio cuenta de que era su propio
sentimiento, que no soportaba las mentiras en el amor. Se dio cuenta de que
tenía la imagen, en sí mismo, de una mujer que no mentía jamás y que él la
ponía sobre su amiga, que la tiranizaba pidiéndole jugar a ella ese papel. Eso
es lo que los hombres hacen hasta hoy: intentan forzar a sus mujeres a
comportarse según la imagen que ellos tienen de ella, que es por decirlo así,
el símbolo de su style amoroso.
CM: –Esta cara del amor donde el ánima es el reflejo, el espejo, es difícil de
desvelar.