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Farmacodinamia

Mecanismos de acción y relación entre la concentración y el efecto de los fármacos. Elliot M. Ross

La farmacodinámica, o farmacodinamia, se define como el estudio de los efectos bioquímicos y fisiológicos


de los fármacos y sus mecanismos de acción. El análisis de la acción medicamentosa busca definir las
interacciones químicas o físicas entre el medicamento y la célula “blanco”, e identificar la sucesión o
secuencia completa y amplitud de acciones de cada agente. El análisis completo mencionado sentara las
bases para el empleo terapéutico racional de cada fármaco, y para la formulación de nuevos y mejores
agentes terapéuticos.

Mecanismos de acción de los medicamentos

Los efectos de casi todos los fármacos son consecuencia de su interacción con componentes
macromoleculares del organismo; dichas interacciones modifican la función del componente pertinente y
con ello inician los cambios bioquímicos y fisiológicos que caracterizan la respuesta o reacción al fármaco.

El termino receptor fue acuñado para denotar el componente del organismo con el cual se supone
interactúa el agente químico.

La afirmación de que el receptor de un fármaco puede ser cualquier componente macromolecular funcional
del organismo ha tenido varias consecuencias importantes. Una de ellas consiste en que el medicamento
es capaz de modificar la velocidad con que ocurre cualquier función corporal, y otra, que no genera
efectos, sino modula funciones.

Receptores de fármacos

Desde el punto de vista cuantitativo, las proteínas constituyen la clase más importante de receptores de
fármacos. Estos normalmente actúan como receptores de ligando reguladores endógenos (por ejemplo,
hormonas, neurotransmisores u otras). Los fármacos que se ligan a receptores fisiológicos o remedan los
efectos de los compuestos reguladores endógenos reciben el nombre de agonistas. Otros se ligan a los
receptores, pero no simulan la unión del agonista endógeno sino que la interfieren; dichos compuestos,
que por sí mismos carecen de actividad reguladora intrínseca, pero que ejercen su efecto al inhibir la
acción de un agonista, reciben el nombre de antagonistas. La clasificación de los fármacos tiene otras
sutilezas; sobre tal base, los agentes que son parcialmente eficaces como agonistas reciben el nombre de
agonistas parciales, y los que estabilizan al receptor y lo protegen de cambios conformacionales
productivos independientes del agonista se denominan antagonista negativos o agonistas inversos.

La unión de los fármacos con los receptores comprende todos los tipos de conocidos de interacciones:
ionica, por uniones de hidrogeno, hidrófobas, por fuerzas de van der Waals, y covalentes. En casi todas
las interacciones entre una y otras partes, es probable que sean importantes las ligaduras o uniones de
múltiples tipos.

Relaciones estructura-actividad y “diseño” de los agentes farmacológicos

La afinidad de un medicamento por su receptor y el grado de actividad intrínseca posee depende de su


estructura química, y esta relación a menudo es muy precisa. Las modificaciones relativamente menores
en la molécula medicamentosa pueden producir grandes cambios en las propiedades farmacológicas.

Sitios de acción de los medicamentos en las células

El sitio y grado de acción de un medicamento dependen de la localización y capacidad funcional de los


receptores específicos con los que debe interactuar, y de la concentración o cantidad de fármaco que se
presenta al receptor. De este modo, la localización selectiva de la acción medicamentosa dentro del
cuerpo humano no depende obligatoriamente de la distribución selectiva del fármaco.

Receptores de moléculas reguladoras fisiológicas


El término receptor se ha aplicado en forma práctica para denotar cualquier macromolécula celular con la
cual se liga un fármaco para iniciar sus efectos. La identificación de las dos funciones de los receptores
(unirse a ligandos y propagar un mensaje) permitió especular sobre la existencia de dominios funcionales
dentro del receptor: un dominio de unión con ligando y otro dominio efector.

Los efectos reguladores de un receptor pueden ejercerse en forma directa en sus objetivos celulares, es
decir la proteína o las proteínas efectoras, o pueden ser transmitidas a blancos celulares por moléculas
intermediarias, que son los transductores. Se conoce como sistema de receptor-efector o vía de
transducción de señales al conjunto de receptor, su “blanco” o sitio celular o cualesquiera moléculas
intermediarias. Tal vez ni siquiera la proteína efectora será el componente celular final en la cadena, sino
que puede sintetizar o liberar otra molécula señalizadora o “semafórica”, por lo común un metabolito
pequeño o un ion también denominado segundo mensajero.

Una propiedad importante de los receptores fisiológicos, que los vuelve también "blanco" excelente de los
fármacos, es que actúan por mecanismos catalíticos y, por tanto, son amplificadores de señales
bioquímicas. La naturaleza catalítica de los receptores resulta evidente cuando uno de éstos es en sí una
enzima, pero, formalmente, todos los receptores fisiológicos conocidos son catalizadores.

Receptores fisiológicos: familias estructurales y funcionales

Los receptores de moléculas reguladoras fisiológicas pertenecen a varias familias funcionales cuyos
miembros tienen en común mecanismos de acción y, con excepción de las proteincinasas, estructuras
notablemente homologas; dicha homología y los resultados de extensos estudios bioquímicos y genéticos
han permitido salir de sus confines teóricos al concepto de "dos dominios" de la estructura de los
receptores. De cada familia de receptores se tienen conocimientos por lo menos rudimentarios acerca de
las estructuras de los dominios de unión con ligandos y de los dominios efectores, así como de la forma en
que la unión con agonistas influye en la actividad reguladora del receptor. El escaso número de
mecanismos y formatos estructurales tiene enorme trascendencia en la integración de señales desde los
receptores, para que la reciban diversos ligandos y la regulación de los sistemas de receptores y de
receptores-efectores por parte de la célula blanco. También facilita tener una idea clara de las vías de
señalización que suelen ser aplicables a diversos tejidos, estados patológicos y agentes terapéuticos.
Los receptores como enzimas: Proteincinasas receptoras. Los receptores de hormonas peptídicas que
regulan el crecimiento, la diferenciación y el desarrollo (y en algunos casos, la actividad metabólica aguda)
suelen ser proteincinasas ligadas a membranas plasmáticas que actúan por fosforilación de "proteínas
blanco" (predeterminadas como un blanco de tiro), dichas proteínas pueden ser enzimas (incluidas otras
cinasas), y proteínas reguladoras o estructurales, y la fosforilación puede alterar sus propiedades
individuales o influir en sus interacciones con otras proteínas reguladoras o efectores.

Receptores con otra actividad enzimática. La estructura de dominios que hemos descrito en las
proteincinasas de superficie celular varia en otros receptores que utilizan otras "señales de salida". En los
receptores de los péptidos natriuréticos auriculares y el péptido guanilina, el dominio intracelular no es una
proteincinasa, sino una guanilil ciclasa que sintetiza el segundo mensajero que es GMP cíclico. Los
receptores con actividad de guanilil ciclasa también sirven como receptores de feromonas en
invertebrados; puede haber otras variantes en esta topología transmembrana.

Canales (conductos) iónicos. Los receptores de varios neurotransmisores forman canales regulados por
agonistas y con selectividad iónica en la membrana plasmática, que se han denominado conductos o
"canales " iónicos, para la entrada de ligandos que emiten sus señales al modificar el potencial de
membrana celular o la composición iónica; el grupo mencionado incluye el receptor colinérgico nicotínico;
el de GABAA para ácido y-aminobutírico y los receptores de glutamato, aspartato y glicina. Son proteínas
con múltiples subunidades, cada una de las cuales está destinada a abarcar todo el espesor de la
membrana plasmática.

El modo de asociación de las subunidades parece ser lo que forma el conducto o canal. De importancia
terapéutica es que los modificadores modificadores alostéricos de la entrada a estos canales puede tener
notables efectos farmacológicos; por ejemplo, con mecanismos alostéricos, las benzodiazepinas
intensifican el transporte de ion cloro a través del receptor GABA.

Receptores acoplados a proteína G- Muchos receptores en la membrana plasmática regulan diferentes


proteínas efectoras por mediación de un grupo de proteínas ligadas a GTP, las llamadas proteínas G.

Una célula determinada puede expresar múltiples proteínas G, cada una de las cuales reacciona a
diferentes receptores y regula efectores distintos con un patrón característico de selectividades. Los
receptores ligados a proteína G y las proteínas G mismas constituyen familias de proteínas homologas.
Los receptores son proteínas hidrófobas que abarcan todo el espesor de la membrana plasmática en siete
segmentos helicoidales a. El sitio de unión de ligandos pequeños puede ser una "concavidad" dentro del
haz de hélices que cubren el espesor de la membrana, pero para la unión de ligandos con carga negativa,
como el glutamato, o de hormonas peptídicas es importante un dominio extracelular sustancial. Los
receptores interactúan con las proteínas G en su faz citoplásmica y ha sido posible definir regiones
específicas de las estructuras de receptor acopladas a proteína G encargadas de regulación y de la
selectividad de las diferentes proteínas G.

Las proteínas G se ligan a la faz interior de la membrana plasmática; son moléculas heterotriméricas
(subunidades a,/? Y y), y su clasificación se basa en la identidad de sus diferentes subunidades a. Los
polipéptidos mencionados tienen enormes dominios homólogos de unión a nucleótido de guanina, y
diferentes dominios para interacciones con receptores y efectores.

Si una célula posee receptores que regulan un efector común o que utilizan un transductor común, es
posible la integración de muchas señales extracelulares individuales que generen una señal intracelular
acumulativa. Los sistemas de efector/receptor acoplado a proteína G constituyen ejemplos impresionantes
de dicha integración, asi como la capacidad de dirigir una señal a efectores celulares divergentes. No es
raro que varios receptores en una célula en particular activen una sola proteina G; varios agonistas pueden
estimular a la adenilil ciclasa, a través de una sola proteína G, llamada Gs. También un receptor puede
regular varias proteínas G; un receptor individual de trombina puede inhibir la acción de la adenilil ciclasa y
activar la fosfolipasa C por interacciones en por lo menos dos proteínas G distintas; en la misma tónica,
una sola proteína G regula varios efectores. Por ello, los sistemas de receptor-proteína G-efector son
redes complejas de interacciones convergentes y divergentes, que permiten una regulación
extraordinariamente multifásica de la función celular.

Factores de transcripción. Los receptores de hormonas esferoides, hormona tiroidea, vitamina D y los
retinoides son proteínas ligadoras de DNA soluble que regulan la transcripción de genes específicos. Son
integrantes de una familia mayor de factores de transcripción, cuyos miembros pueden ser regulados a su
vez por fosforilación, por "asociación" con otros factores proteínicos, o por unión a metabolitos o ligandos
reguladores celulares. Los receptores en cuestión actúan como dímeros, algunos como homodímeros y
otros como heterodímeros, con proteínas celulares homologas, pero pueden ser regulados por
oligomerización de orden superior con otras moléculas reguladoras.

Segundos mensajeros citoplásmicos. Las señales fisiológicas también se integran dentro de la célula,
como resultado de interacciones entre vías de segundos mensajeros, de los cuales se conocen pocos de
los presentes en el citoplasma. Por tal razón su síntesis o liberación refleja las actividades de muchas vías.
Los segundos mensajeros influyen directamente entre sí, por alteración de sus metabolismos y, de manera
indirecta, al compartir blancos intracelulares; este patrón, al parecer confuso, de las vías reguladoras,
permite a las células reaccionar a agonistas, solos o en combinación con un conjunto integrado de
segundos mensajeros y respuestas citoplásmicas.

Regulación de receptores

Es importante advertir que los receptores, a más de iniciar la regulación de las funciones fisiológicas y
bioquímicas, en sí mismos están sometidos a muchos mecanismos de control homeostático y de
regulación.

Por ejemplo, la estimulación ininterrumpida de células por agonistas suele culminar en un estado de
desensibilización (llamado también estado refractario o de regulación sustractiva), de modo que disminuye
el efecto que surge con la exposición continua o ulterior del fármaco a la misma concentración. El
fenómeno mencionado puede adquirir enorme importancia en situaciones terapéuticas.

Son varios los mecanismos que explicarían la desensibilización de diversos tipos. En algunos casos se
atenúa solamente la señal proveniente del receptor estimulado, proceso conocido como "desensibilización
homologa", el cual puede entrañar la modificación covalente del receptor, su destrucción o su recolocación
dentro de la célula. La síntesis de receptores también está sometida a regulación por retroalimentación. En
otras situaciones pueden perder eficacia receptores para hormonas diversas que actúan en una sola vía
de señalización, cuando uno de ellos recibe estimulación continua; dicha desensibilización heteroíoga
puede ser consecuencia de modificación de cada receptor por un mecanismo de retroalimentación común,
o por los efectos ejercidos en algún punto común de la vía efectora en sentido distal al propio receptor. En
los últimos capítulos, dedicados a las familias de receptores individuales, se expondrán en mayor detalle
los mecanismos que intervienen en las desensibilizaciones homologa y heteroíoga de los receptores y vías
de señalización específicas.

Como sería de esperar, a menudo se observa hiperreactividad o supersensibilidad a agonistas de


receptores después de disminución duradera del grado de estimulación de receptores.

Enfermedades consecutivas a disfunción de los receptores. Además de la variabilidad entre individuos en


las reacciones a los fármacos, se sabe de ciertas enfermedades que surgen por disfunción de los
receptores o de los sistemas receptores- efectores. La pérdida de un receptor en un sistema de
señalización altamente especializado puede ocasionar un trastorno fenotípico relativamente limitado como
la deficiencia genética de receptor de andrógeno en el síndrome de feminización testicular. Las
deficiencias de sistemas de señalización más amplios conllevan un espectro de efectos más general,
como se observa en la miastenia grave o en algunas formas de diabetes sacarina insulinorresistente, que
son consecuencia de la depleción antiinmunitaria de los receptores colinérgicos nicotínicos o de los de
insulina, respectivamente.
La lesión en un componente de la vía de señalización que utilizan muchos receptores puede ocasionar una
endocrinopatía generalizada. La deficiencia heterocigótica de proteína G, o sea la proteína G que activa la
adenilil ciclasa en todas las células, ocasiona cuadros endocrinos múltiples. La enfermedad ha sido
clasificada como seudohipoparatiroidismo de tipo la. Se presupone que la deficiencia homocigótica de
proteína G, sería letal.

Clasificación de los receptores y efectos de los medicamentos

Por costumbre, los receptores de medicamentos se han identificado y clasificado más bien conforme al
efecto y la potencia relativa de agonistas y antagonistas selectivos. Por ejemplo, los efectos de la
acetilcolina que son "remedados" por el alcaloide muscarina y son antagonizados de manera selectiva por
atropina, reciben el nombre de muscarínicos. Otros efectos de la acetilcolina que son simulados por la
nicotina y que no son antagonizados fácilmente por la atropina, pero que de manera selectiva son
bloqueados por otros agentes como la tubocurarina, han recibido el nombre de nicotínicos. Por extensión,
se dice que estos dos tipos de efectos colinérgicos son mediados por receptores muscarínicos o
nicotínicos.

La clasificación anterior de los receptores ha generado un esquema con congruencia interna que refuerza
el criterio de que participan ambos tipos de receptores. Dicha división en categorías, si bien a menudo
aporta poco a la identificación del mecanismo de acción farmacológica, sienta una base cómoda para
resumir los efectos medicamentosos. La afirmación de que un fármaco activa un tipo específico de
receptor viene a resumir su y de efectos y de los agentes que los antagonizarán. De modo similar, la
afirmación de que un medicamento bloquea un tipo particular de receptor, especifica también los agentes
que los antagonizarán y los sitios precisos de acción. Sin embargo, hay que advertir que la precisión de
dicha afirmación quizá disminuya cuando se identifiquen más subtipos de receptores o se revelen más
mecanismos o efectos adversos de cada fármaco.

Importancia de los subtipos de receptores. Al ampliarse la diversidad y selectividad de los fármacos se


ha podido observar que existen múltiples subtipos de receptores dentro de clases que habían sido
definidas. Aún más, la clonación molecular a menudo ha revelado la presencia de varios subtipos
estrechamente relacionados de receptores, en casos en que se pensaba que había una sola especie y se
ha demostrado que algunos subtipos se expresan en forma diferencial durante el desarrollo. El
conocimiento de los subtipos de receptores es un punto de interés para el investigador y de utilidad para el
clínico que desea "manipularlos".

En el caso del receptor colinérgico nicotinico, al que aludimos en párrafos anteriores, se advierten
diferencias netas en cuanto a sus propiedades de unión a ligandos y las referentes a función, entre los
receptores que están en los ganglios del sistema nervioso autónomo y los que se localizan en la unión
neuromuscular somática. Dicha diferencia se aprovecha con fines terapéuticos. Sobre tal base, los
antagonistas que actúan de modo preferente en los receptores nicotínicos o en los ganglios, pueden
utilizarse para regular la presión arterial sin paralizar el músculo estriado. La tubocurarina y agentes
similares constituyen el ejemplo contrario: su capacidad de antagonizar la acción de la acetilcolina está
relativamente circunscrita a los sitios receptores en la unión neuromuscular.

Los mecanismos de acción de algunos subtipos de receptores pueden ser muy semejantes, y diferir sólo
en forma mínima en su cinética o su actividad reguladora, si bien otros subtipos muestran diferencias
fundamentales en sus actividades bioquímicas o de regulación celular; entre los ejemplos están los
receptores a i y a2 adrenérgicos, y los receptores colinérgicos muscarínicos Mr y M2-. Los cuatro subtipos
de receptores regulan proteínas G, pero los adrenérgicos ai y los muscarínicos M,- (y M3-) inician el envío
de señales al ion de calcio por medio de la proteína Gq, en tanto que los receptores adrenérgicos a2 y los
muscarínicos M2- (y M4-) regulan otras vías de señalización a través de la proteina Gi, y otro a proteína
que liga GTP, que es G. La expresión de los subtipos de receptores mencionados permite que un solo
agonista desencadene respuestas peculiares en células o tejidos específicos.
La identificación de innumerables subtipos de receptores por medio de la clonación molecular plantea
dudas sobre su importancia, en particular cuando prácticamente son idénticos en sus mecanismos de
señales y especificidad por ligandos endógenos. Quizá la multiplicidad de genes facilita su expresión
independiente, citoespecifica y con control basado en el desarrollo, y permite la expresión independiente
de subtipos de receptores, con base en las necesidades "de desarrollo" propias del organismo. Sean
cuales sean las consecuencias mecanísticas (si existen), los esquemas de clasificación de los receptores
han facilitado la obtención de innumerables agentes terapéuticos que muestran selectividad por tipos o
subtipos específicos de receptores. La síntesis de estos fármacos ha puesto en manos del clínico
compuestos que poseen proporciones mayores de efectos terapéuticos, que de efectos tóxicos o
indeseables.

Acciones de fármacos no mediadas por receptores

Si la definición de lo que son los receptores se restringiera a las macromoléculas, podría afirmarse que
algunos fármacos actúan por mecanismos que no entrañan su combinación con receptores. Algunos
fármacos interactúan de modo específico con moléculas o iones pequeños que aparecen de modo normal
o anormal en el organismo.

Algunos medicamentos que son análogos estructurales de productos biológicos normales, pueden ser
incorporados en componentes celulares, y con ello modificar su función; dicha propiedad se ha
denominado "mecanismo de incorporación espuria" y ha sido particularmente útil en el caso de análogos
de pírimidinas y purinas que se han incorporado en ácidos nucleicos; dichos fármacos han sido útiles en
seres humanos sometidos a quimioterapia anticancerosa y antiviral.

CUANTIFICACION DE LAS INTERACCIONES FÁRMACO-RECEPTOR Y LA RESPUESTA PRODUCIDA

Desde 1878, incluso antes de que se acuñara el término sustancia receptora, Langley sugirió que las
combinaciones entre fármaco y células, y con ello las acciones y efectos efectos de los medicamentos,
quizá estaban gobernadas por la ley de acción de masas; dicha teoría fue ampliada todavía más por A. J.
Clark en el decenio de 1920, y sigue siendo un dato fundamental para conocer los mecanismos de acción
de fármacos.

La extensión del análisis de las interacciones fármaco-receptor, más allá de la unión inicial entre estos dos
elementos, plantea dudas importantes, como serían la relación entre el número (concentración) de
complejos fármaco-receptor, y la magnitud del efecto observado. En la teoría clásica sobre los receptores,
planteada por Clark, se suponía que el efecto de un fármaco es proporcional a la fracción de receptores
por él ocupados, y que surgían efectos máximos cuando estaban ocupados todos los receptores.

Tales suposiciones quizá sean válidas en ciertos casos, pero las excepciones son comunes. En
consecuencia, Ariens (1954) introdujo el término de actividad intrínseca (o a, una "constante de
proporcionalidad") para describir la relación que media entre el efecto E producido por un medicamento, A
y la concentración de los complejos fármaco-receptor: E = a[DR]. La relación mencionada también abarcó
la observación anómala de que algunos fármacos no generan una respuesta máxima aun cuando estén
ocupados al máximo todos los receptores (aparentemente).

Sin embargo, fue Stephenson (1956) quien propuso el concepto de relaciones de concentración-respuesta,
y las hizo avanzar todavía más al brindar una explicación de relaciones no lineales entre la "ocupación" de
receptores y la respuesta, y también la capacidad de un grupo de agonistas para producir respuestas
iguales, en tanto ocupaban proporciones diferentes de la población de receptores. Dicha explicación
incluye la propiedad de un agonista que Stephenson llamó eficacia.

De este modo, las diferencias en los efectos de un fármaco en los distintos tejidos son un reflejo de las
contribuciones de las propiedades del medicamento, las de su receptor y las del tejido, en términos de
densidad o número de receptores y el acoplamiento de la ocupación de receptores a la reacción final.
Hoy en día, los términos actividad intrínseca y eficacia se utilizan indistintamente, y para fines prácticos se
les considera sinónimos. La descripción matemática de las relaciones de dosis respuesta no denota
mecanismos moleculares, pero los conceptos descriptivos básicos resultan orientadores y permiten
apreciar la forma en que la concentración de un medicamento en el órgano "blanco", es el elemento que
rige la respuesta terapéutica. Si se supone que un fármaco agonista interactúa de modo reversible con su
receptor, que el efecto resultante es proporcional al número de receptores ocupados y que surge un efecto
máximo cuando están ocupados todos ellos, como proponía el modelo original de A. J. Clark.

Un antagonista no competitivo evita que el agonista, en cualquier concentración, produzca un efecto


máximo en un receptor particular; esto quizá se deba a la interacción irreversible del antagonista en
cualquier sitio para evitar la unión del agonista, o a la interacción reversible o irreversible con un
componente del sistema, de modo que disminuya o elimine el efecto de la unión de aquél.

Los antagonistas pueden clasificarse como de acción reversible o irreversible. Si la sustancia en cuestión
se liga en un sitio activo para el agonista, los antagonistas reversibles serán competitivos, no así los
irreversibles. Sin embargo, si la unión se produce en cualquier sitio, no son válidas estas normas simples,
y será posible cualquier combinación de resultados funcionales.

Si dos fármacos se unieran al mismo receptor en el mismo sitio, cabría preguntarse por qué uno será
agonista y el otro no producirá efecto alguno, es decir, actuará como antagonista. Este planteamiento
fundamental de la farmacodinámica también es de máxima importancia para conocer la estructura de las
proteínas y las interacciones entre éstas y los ligandos. Su respuesta proviene de dos criterios
experimentales activos y complementarios.

Como se señaló en párrafos anteriores, los términos actividad intrínseca o eficacia se aplican a
propiedades de los fármacos que se unen al mismo sitio receptor, pero que no producen efectos máximos
iguales. En términos simples, la eficacia de un agonista completo podría considerarse como igual a la
unidad, la del antagonista sería igual a cero y la del agonista parcial, entre cero y 1. El efecto fraccionado,
por consiguiente, es igual al producto de la ocupación fraccionada del receptor y de la eficacia fraccionada.
Stephenson fue el primero en advertir que estos factores de corrección dependen de las propiedades
moleculares de los receptores y de las concentraciones e interacciones de proteínas transductoras y
efectoras. Por tanto, los factores en cuestión son fiables solamente en una situación definida y controlada:
cambiarán en diferentes tejidos y cuando se midan respuestas distintas. A pesar de todo, los parámetros
anteriores son útiles para evaluar y comparar la utilidad terapéutica de múltiples fármacos. Por último, hay
que destacar que el uso del término eficacia en ocasiones es desorientador. Si bien un antagonista
competitivo no tiene eficacia en cuanto a que "no sirve" como iniciador de una acción que culmine en una
sucesión de efectos, puede tener enorme eficacia terapéutica o eficacia clínica cuando se utilice para
bloquear efectos de los agonistas en seres humanos.

Aun cuando la acción molecular proximal de un agonista a nivel del receptor es proporcional a su eficacia y
al número de sitios receptores ocupados, los efectos en las siguientes etapas de la vía de señalización a
menudo complican obtener una interpretación cuantitativa válida de la respuesta dependiente de la dosis.

PERSPECTIVAS

La incesante identificación y expansión de las familias moleculares de receptores, junto con la


caracterización cada vez más expedita de sus mecanismos finos de acción, han generado nuevas
oportunidades terapéuticas, dado que los conocimientos más refinados de las vías de transducción de
señales celulares sugieren nuevos objetivos para la modificación específica o la intensificación de la
íunción celular, más allá de la ocupación de receptores. Estos posibles blancos múltiples para los
fármacos, junto con la enorme posibilidad de generar nuevas moléculas con química de combinación o
estrategias de DNA recombinante, permiten prever el inicio de una época en que la intervención
terapéutica se caracterizará por una gran diversidad y especificidad.

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