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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria


“Universidad Nacional Experimental de los Llanos Occidentales
Ezequiel Zamora”. U.N.E.L.L.E.Z - Pedraza.

Taller
RELACIONES ENTRE EL DERECHO Y
OTROS SISTEMAS NORMATIVOS

PROFESORA: ESTUDIANTE:
ABG. ANA MARLENI QUINTERO YANDER SIMANCAS C.I: V-17.766.267
1er AÑO DE DERECHO.
SUBPROYECTO:
INTRODUCCIÓN AL DERECHO

CIUDAD BOLIVIA, MAYO DE 2.021


RELACIONES ENTRE EL DERECHO Y OTROS SISTEMAS NORMATIVOS

El Derecho es un sistema normativo que tiene como principal finalidad organizar


la
sociedad y regular los distintos conflictos que pueden surgir en esta de acuerdo con
determinados criterios establecidos en normas. Sin embargo, las normas jurídicas no son las
únicas a las que están sometidas las conductas humanas. Al contrario, coinciden en la
ordenación de dichas conductas con otras normas. De hecho, en muchas ocasiones una
misma acción humana puede estar regulada al mismo tiempo por normas de distinto tipo. De
ahí que frecuentemente se tenga una concepción errónea de lo que es el Derecho.
Estas otras normas a las que nos referimos son las reglas de trato social y las normas
morales, que, a pesar de su separación conceptual con el Derecho, presentan cierta
conexión con él.
Como acabamos de mencionar, el Derecho no tiene el monopolio de la
normatividad social, aunque tiene un afán expansionista de regular todas las normas y
conductas sociales por las que nos guiamos los seres humanos.
Los sistemas con los que el Derecho tiene que convivir en la regulación de los
comportamientos sociales son:
 Sistema moral: diferentes moralidades que se pueden dar en determinados momentos
históricos. Compite con el Derecho a la hora de establecer conductas, ejercer control
social.
 Sistema de reglas del trato social: conjunto de normas, costumbres, reglas del trato social
que condicionan nuestras relaciones. Expresan normas de comportamiento igual que
las normas jurídicas.
El punto de partida es el Derecho, porque es el que quiere regular nuestros
comportamientos sociales.

LOS ORDENAMIENTOS NORMATIVOS – CONCEPTOS GENERALES


Las normas reguladoras de la conducta humana no se encuentran aisladas y en desorden,
si no que constituyen conjuntos orgánico-sistematizados de preceptos vinculados entre sí.
En este sentido los Ordenamientos Normativos son definidos como el conjunto
sistematizado de normas que regulan el obrar o comportamiento del hombre y tienen la misma
razón de validez.
Pertenecen las normas a un ordenamiento determinado, porque entre todas las que lo
integran, existe un elemento común o vínculo de enlace, constituido por la misma razón de
validez. Hay tantos ordenamientos normativos como especies de normas ya estudiadas, a saber:
Religioso, Moral, De trato social, y Jurídico.
Al respecto se tiene que existen cuatro fundamentales:
a. Normas Religiosas: conforman el conjunto de creencias o dogmas acerca de la divinidad,
sentimientos de veneración y temor hasta ella. Se caracteriza porque atiende el mandato
de lo divino, el perfeccionamiento del individuo hacia Dios y la unilateralidad, es decir
sólo impone deberes.
b. Convencionalismos sociales: llamados también normas de etiqueta o de trato social. Las
que se refieren al modo de vestir, de saludar, de presentarse en los actos, en fin del
decoro.
c. Normas Morales: son las que rigen las acciones humanas con miras al bien individual y
que se cumplen espontáneamente, sin presión exterior, es decir hacer el bien. Abarcan
conjunto de costumbres, valores del grupo social que orientan acerca del bien o el mal.
d. Normas Jurídicas: Son las que rigen la conducta humana en la vida social con miras al
bien común y pueden, por lo tanto, ser exigidas exteriormente por medio de una coacción
organizada por el estado.

En conclusión se tiene que las diversas clases de normas, tienen dentro del ordenamiento
a que pertenecen, su regulador y su fin o ideal. El regulador de las normas religiosas es la fe, de
las morales, la conciencia, de las de trato social el consenso social y de las jurídicas el Estado.
Asimismo el ideal o fin de las normas religiosas es Dios, de las normas morales el bien, de las de
trato social el decoro y de las normas jurídicas la justicia.
De igual forma una misma conducta humana puede ser imperada por varias normas de
distintos órdenes, que en algunos casos se superponen y refuerzan mutuamente: el precepto de
“no matar”, es moral, religioso y también jurídica.
MORAL Y DERECHO
El problema de las relaciones entre Derecho y moral radica en la búsqueda de los
elementos necesarios para distinguir el Derecho de la moral, para no confundir ambos conceptos,
para establecer entre ellos una diferenciación clara, pero sin escindirlos, sin separar radicalmente
el Derecho de la moral.
Derecho y moral son órdenes normativos que regulan la conducta humana. Por ello,
ambos pueden considerarse englobados dentro del ámbito ético en sentido amplio, en cuanto
orden regulador del comportamiento humano, que hace referencia la posibilidad de las acciones
no en el plano físico o empírico, sino en el valorativo de la permisibilidad de las mismas. No
obstante, entre Derecho y moral existen importantes diferencias.
El Derecho contempla las acciones humanas atendiendo a su perspectiva social, desde el
punto de vista de su relevancia o trascendencia social. La moral la contempla atendiendo
primordialmente a su dimensión personal, a su valor y a su significado personal. En este sentido
sigue siendo buena la distinción entre buen hombre y buen ciudadano, aunque ello no signifique
en modo alguno que a la moral no le interesen las acciones sociales. La diferencia es de
perspectiva o de punto de vista.
No obstante, la importancia de este primer rasgo distintivo del Derecho reside en poner de
manifiesto los límites de lo jurídico, en el sentido de que hay materias que son objeto de
regulación por parte de la moral y en las, en cambio, el Derecho no debe intervenir por pertenecer
al ámbito de la moral estrictamente privada y carecer de relevancia social. Respecto de esta esfera
el Derecho debe limitarse a reconocer y garantizar a la persona una zona de liberta dentro de la
cual pueda moverse sin trabas, sin injerencias por parte de los demás n de los poderes públicos.
También se suele señalar como rasgo de distinción el de la mayor exterioridad del
Derecho en comparación con la mayor interioridad de la moral. Con ello de lo que se trata de
subrayar es el mayor interés del Derecho por las acciones externas, mientras que a la moral le
interesa primordialmente el aspecto interno de las mismas. El Derecho admite ser cumplido con
cualquier ánimo, mientras que a la moral le importa también el modo como la acción se realiza, el
motivo de la acción.
Se ha señalado también como rasgo distintivo del Derecho respecto de la moral el de la
tipicidad. Esto consiste en que no se refiere a la persona globalmente considerada, sino en cuanto
ocupa determinadas posiciones jurídicas que el Derecho regula de forma genérica y en las que
puede encontrarse en diferentes momentos cualquier persona (nacional, extranjero, comprador,
reo, etc.) Así, pues, la dimensión de la persona que opera en Derecho no es la persona en sí
globalmente considerada, sino el llamado sujeto de Derecho, que es la persona exclusivamente
considerada en su dimensión social, y en concreto, en cuanto que se encuentra en determinadas
situaciones jurídico-sociales.
Puede decirse que el Derecho se diferencia también de la moral (al menos de la moral
personal y de la religiosa) en que la moral en estas dimensiones es incoercible. Su cumplimiento
no puede imponerse por la fuerza, ya que supone ante todo una actitud interior, una disposición
de ánimo del sujeto.
La moral impone deberes y obligaciones. El Derecho impone deberes, pero también
atribuye derechos subjetivos y pretensiones como correlato de los deberes jurídicos. Cada deber
jurídico que el Derecho impone a una persona tiene su correlato en el derecho de otra a exigir el
cumplimiento de esa obligación.
La moral social, sin embargo, se encuentra mucho más próxima al Derecho. Al igual que
el Derecho se refiere a los comportamientos sociales de la persona en sus relaciones con los
demás y con la comunidad. También, y en la medida en que se expresa a través de los usos
sociales, está también dotada de coacción externa, de ahí que para diferenciarla del Derecho se
vuelva a recurrir al criterio de la institucionalización.
La necesidad de distinguir el Derecho de la moral no significa que no existan conexiones
entre una y otro.
Aun cuando se interprete el deber jurídico como algo específico y distinto del simple
deber moral, la cuestión del fundamento del deber jurídico implica consideraciones de orden
moral. Frente a autores para quienes el fundamento de la obediencia a las leyes reside en la
fuerza, en la existencia de coacción, otros sostienen que la obediencia las leyes descansa sobre la
aceptación de sus destinatario, esto es sobre la convicción de éstos acerca de la validez, de la
obligatoriedad de las normas jurídicas. No se trata de un reconocimiento individual, sino general;
no se trata del reconocimiento de las normas jurídicas, sino del reconocimiento por la mayoría de
los principios jurídicos fundamentales.
Frente a estas dos posturas se puede decir que ambos factores, la fuerza y el consenso,
influyen realmente en la obediencia al Derecho.
Características Diferenciales Entre Derecho y Moral:
a) La moral es unilateral y el Derecho es bilateral.
b) La interioridad de la moral y la exterioridad del derecho.
c) La autonomía de la moral y la heteronomía del derecho.
d) La moral es incoercible y el Derecho es coercible.
e) La imperatividad-atributividad del Derecho y la imperatividad de la moral
f) El Derecho obliga y la moral aconseja.
g) Las normas morales son imperativos categóricos y las jurídicas son juicios hipotéticos.
h) La moral regula la vida auténtica y el Derecho a la vida social.
i) El criterio de validez de la norma jurídica.

RELIGIÓN Y DERECHO
Las creencias religiosas tienen un origen divino; en tanto que las ideas jurídicas surgieron
únicamente del hombre. Tanto la observancia de los preceptos jurídicos y de los religiosos tiene
como punto de partida el libre albedrío y quien los viola está sujeto a sanciones; pero mientras las
unas son de carácter ultraterreno (penas del infierno, remordimiento), las otras son sanciones de
carácter material (multa, decomiso, privación de la libertad).
La religión es un conjunto de creencias que tratan de conducir al hombre hasta su
salvación eterna. En cambio que el derecho es un orden normativo que se impone con fines
actuales, en el sentido de que no caben en su campo supuestos para el más allá. Surge el derecho
autónomo de los demás órdenes, aun cuando quedó siempre con una imposibilidad absoluta de
alejarse de la religión y de lo moral. El orden jurídico reconoce primacía, por el origen, tanto a la
religión como a la moral, y permanece íntimamente ligado a ellas.
Históricamente estos dos términos, Religión y Derecho, aparecen siempre el uno al lado
del otro. No sólo porque siempre o casi siempre la vivencia colectiva de las creencias religiosas
termina organizándose colectivamente creando el Derecho confesional, sino también porque la
religión aparece indisolublemente unida a la organización jurídica de la convivencia civil o
Derecho secular.
La religión, o una ética religiosa determinada, tienen siempre la pretensión de ser el
contenido de ese Derecho secular.
Unas veces sobre la base de una auténtica subordinación jurídica del poder secular y de su
Derecho al poder religioso y al Derecho divino, por identificación de ambos, total (teocracia) o
parcial (confesionalidad) con el inexorable resultado de la confesionalización del Derecho secular
y la secularización del Derecho confesional.
En otras ocasiones la Iglesia se arroga una potestad directiva sobre el poder secular y su
Derecho o intenta influir en ese sentido utilizando las mayorías, identificando la ática válida para
todos con la de la mayoría, pretensión a la que responden los partidos políticos confesionales.
Claro que también ocurre lo contrario: el poder político es el polo dominante invirtiéndose
en ese caso el sentido de la identificación, tanto total dando lugar al cesaropapismo, o parcial
abocando al modelo de Iglesia de Estado. En ambos supuestos es el Estado el que utiliza a la
Iglesia, dando lugar a la secularización del Derecho confesional y a la equiparación y mimetismo
de las Iglesias respecto del Estado.
El Estado es consciente de la capacidad y fuerza de arrastre de las creencias religiosas,
para la legitimación del poder y del Derecho, para la cohesión social y la eficacia en la
consecución de los ideales comunes, en sentido positivo, y para la deslegitimación del Derecho,
la desvertebración social y la obstaculización de la consecución de esos ideales comunes, en
sentido negativo. De ahí su permanente interés en la utilización a su favor de esa fuerza potencial
de las creencias religiosas.
En la historia de Occidente serán la ruptura de la unidad religiosa, política y político-
religiosa, primero, y el fenómeno de la progresiva secularización después, lo que pondrá freno a
la obsesión de ambos polos por dominarse y utilizarse, polarizando en adelante el grueso de sus
energías en la consecución de la autonomía e independencia mutuas.
En el mareo de las coordenadas del progresivo reconocimiento del derecho de libertad de
conciencia y de la recuperación de esa autonomía mutua, viene desarrollándose la historia del
proceso de secularización con un objetivo final cada vez más evidente: la laicidad del Estado y de
su Derecho. Pero quedan todavía importantes reminiscencias del pasado.
Las confesiones religiosas no han abandonado su pretensión de que el Derecho estatal sea
traducción de la ética particular de cada una de ellas a la contra del reconocimiento del
pluralismo como uno de los principios cimeros de los ordenamientos. Han cambiado los métodos,
pero no el objetivo.
Los Estados, por su parte, reivindican la autonomía e independencia de su Derecho de
cualquier moral o ética concretas en aras de ese pluralismo, al tiempo que reconocen la de las
Confesiones para decidir sobre sus asuntos internos con dos importantes limitaciones: la no
contradicción de ese ordenamiento interno confesional con el orden público propio de una
sociedad democrática y su subordinación al ordenamiento estatal en los supuestos en que este
reconozca o atribuya efectos civiles a normas confesionales o a actos y negocios jurídicos
nacidos a su amparo.
Características Diferenciales Entre Derecho y Religión:

a) Los preceptos jurídicos emanan de la autoridad competente del Estado; mientras que las
normas religiosas son dictadas por la divinidad.
b) Las normas jurídicas están circunscritas a un determinado país y se aplican a todos los
habitantes nacionales o extranjeros, independientemente de la confesión religiosa a la que
pertenezcan; mientras que, las normas religiosas son comunes a todos los miembros de una
determinada confesión religiosa cualquiera sea el país en que se encuentren.
c) Las normas jurídicas imponen deberes para con los demás, la justicia es el bien para todos;
mientras que las normas religiosas imponen deberes para con Dios.
d) Las normas jurídicas son impuestas por el Estado y cuentan con el apoyo de la coerción para el
caso de resistencia al cumplimiento o de violación de la misma; mientras que los mandatos o
preceptos religiosos son impuestos por Dios a los individuos.
e) El Derecho es temporal, su fin es regular la conducta de las personas para que puedan coexistir
pacíficamente en sociedad; mientras que la norma religiosa tiene carácter divino, sagrado,
absoluto.
f) La violación de una norma jurídica implica una sanción jurídica; mientras que la violación de
las normas religiosas constituyen "pecado".

LAS REGLAS DE TRATO SOCIAL Y EL DERECHO


Los actos humanos son regulados también por otras reglas de conducta llamadas normas o
reglas de trato social.
La sociedad recoge ciertos usos y los trasforma en algo general e impone a sus integrantes
y los convierte en costumbres de tipo social. Por eso “el mayor caudal de las normas de trato
social es de origen consuetudinario”.
A estas últimas se denominó reglas de trato social cuya esfera de acción abarca a círculos
sociales que “Se distinguen unos de otros por la diferente situación económica, política, religiosa,
cultural de sus integrantes”.
Las reglas de trato social son indicativos de convivencia para que a través de la
observancia de ellas se realice en mejor forma de vida social. Su fundamento no es la justicia ni
la perfección interior sino la sociabilidad humana.
Luís Recassens Fiches emanara una serie de normas de trato social. “La decencia, el
decoro, la corrección de maneras, la cortesía, la gentileza la caballerosidad, la galantería, etc. Y
en suma, todas las especiales deberes de comportamiento que derivan del hecho de pertenecer a
un determinado círculo social”.
Los usos sociales son un conjunto de prácticas, pautas y reglas de comportamiento
generalmente admitidas en una sociedad o en algunos de sus sectores y que afectan a
numerosísimos aspectos de nuestra vida. Dentro de los usos sociales se suele distinguir entre los
normativos y los no normativos. Estos consisten en prácticas mayoritarias pero sin que se le
atribuya un carácter vinculante, normativo, obligatoria, y sin que, por consiguiente, la conducta
que se aparta de esa práctica provoque una reacción social adversa, esto es, sin que el grupo
ejerza presión sobre quienes actúan de modo distinto. Lo usos sociales normativos, o usos
sociales en sentido estricto, se caracterizan por revestir una cierta obligatoriedad o
vinculatoriedad social y porque el grupo social ejerce una presión para obtener su cumplimiento,
determinando su inobservancia una reacción social adversa que puede ir desde la mera
reprobación social hasta la marginación del grupo.
En este sentido los usos sociales normativos presentan dos importantes semejanzas con el
Derecho: su obligatoriedad social y estar provistos de coacción externa. La diferencia radica, sin
embargo, en la institucionalización de la sanción. En efecto, en el ámbito del Derecho existen
ciertos órganos específicamente creados para tal fin por el ordenamiento jurídico y especialmente
encargados de disponer la aplicación de sanciones o de aplicarlas efectivamente, mientras que la
sanción de las normas sociales no está institucionalizada. Las sanciones sociales presentan un
carácter difuso, informal, desorganizado. Paralelamente frente a la ambigüedad y vaguedad de las
normas sociales, el Derecho se caracteriza por una mayor certeza, base precisamente de la
seguridad jurídica.

DESLINDES O DIFERENCIALES ENTRE DERECHO Y REGLAS DE TRATO SOCIAL

El Derecho es bilateral y los Convencionalismos sociales son unilaterales.


Es decir, frente al jurídicamente obligado hallamos siempre otro facultado para exigir el
cumplimiento del deber, mientras que al obligado en virtud de un uso social nadie le puede exigir
el cumplimiento de su deber social; por ejemplo de galantería. Así, mientras alguien llamado
acreedor me puede exigir el pago de la deuda, nadie puede exigirme que ceda el puesto a una
dama en el bus. Esta diferencia técnicamente puede formularse diciendo que la estructura del
Derecho es imperativa, mientras que la de los Convencionalismos sociales es sólo imperativa.
Además, si los usos sociales colocaran frente al sujeto obligado un sujeto pre-tensor, perderían su
naturaleza de usos o convencionalismos y devendrían en normas jurídicas.

El derecho es coercible y los convencionalismos sociales son incoercibles.


Esto quiere decir que el Derecho puede llegar a ser impuesto mediante el uso de la fuerza
física mientras en los convencionalismos sociales no puede suceder lo mismo, por el monopolio
que el Estado tiene de la coercibilidad. Esta diferencia es una consecuencia del carácter bilateral
del derecho, pues si no hay coercibilidad (al menos potencial), de nada sirve tener la facultad de
exigir el cumplimiento de una conducta. La fuerza característica del Derecho es una fuerza
organizada socialmente, técnicamente ordenada; el derecho es esencialmente coercible. En
cambio, los Convencionalismos, carecen de un aparato coercitivo socialmente organizado. Esta
es para Kelsen la diferencia principal, pues él considera la coercibilidad como el elemento
distintivo y fundamental del Derecho.

La sanción del Derecho es determinada y la de los Convencionalismos es indeterminada.


En el derecho la sanción está determinada siempre en cuanto a la forma y cantidad de la
misma o, al menos es determinable de acuerdo con procedimientos y por personas definidas por
el ordenamiento jurídico. En los convencionalismos sociales las sanciones son generalmente
indetermina-das no sólo en cuanto a su intensidad sino también en cuanto a su forma y
naturaleza.
Por lo mismo, las sanciones jurídicas son objetivas por estar previamente señaladas en las
normas; y, además, deben aplicarse por órganos especiales de acuerdo con un procedimiento
determinado. No se puede decir lo mismo de la sanción de los usos sociales, pues ellas no pueden
preverse siempre y su intensidad y forma dependen de circunstancias esencialmente subjetivas.
Es que al incumplir una norma de cortesía nadie sabe exactamente, de antemano, la consecuencia
que en el círculo social respectivo conllevará su actuación, ni la forma, clase e intensidad de la
sanción.
Y, además mientras la sanc1on jurídica busca obtener el cumplimiento forzado de lo
prescrito en la norma; o, la sanción correspondiente a la conducta contraria, la sanción de los
convencionalismos sociales se traduce en una represalia del grupo pero, generalmente, no
pretende forzar su cumplimiento.

SEMEJANZAS O RELACIONES ENTRE EL DERECHO Y REGLAS DE TRATO


SOCIAL

Ambos ordenamientos normativos tienen un carácter social.


Tanto el Derecho como los convencionalismos regulan la conducta del hombre en la
sociedad. Por ello, ambos sistemas normativos enfocan tal conducta social-mente. De otro lado,
no habría motivo para hablar de los deberes sociales de una persona aislada.

La exterioridad
Tanto el Derecho como los Convencionalismos miran el aspecto exterior de la conducta
humana. Aunque el primero se preocupa de lo externo fundamental pe-ro no exclusivamente,
pues algunas veces considera lo interno. En cambio, los Convencionalismos sólo atienden lo
externo, es decir, la actuación objetiva del sujeto.

La heteronomía
Las normas jurídicas, según se vio, son heterónomas porque su obligatoriedad no depende
de la voluntad o albedrío del sujeto obligado sino de una voluntad extraña. En la misma forma,
los convencionalismos sociales son heterónomos; no son meros consejos, sino que surgen del
grupo social que quiere que sean fielmen-te acatados por las personas que a él pertenecen. Son
exigencias que reclaman el sostenimiento de la persona, independientemente de lo que piense.

La particularidad
El Derecho (positivo) no es universalmente válido, sino que es diferente según cada
estado. De la misma forma los Convencionalismos sociales son particulares, debido a que son
observados por determinados círculos de personas.

La variabilidad
Es característica de varios ordenamientos. El derecho varía de acuerdo con las épocas. Al
igual que los Convencionalismos sociales cambian con el tiempo.
Doctrinas que no distinguen los convencionalismos.
DEL VECCHIO opina que la conducta humana sólo puede ser objeto de regulación
moral o jurídica, es decir, imperativas o impero-atributivas. Por lo que los convencionalismos
no constituyen una clase especial de normas, sino que pertenecen a la moral por no
ser exigibles.
RADBRUCH sostiene que los usos representan una etapa embrionaria de las
normas de derecho o una degeneración de éstas.

Doctrinas que distinguen los convencionalismos.


STAMMLER los distingue atendiendo a su grado de pretensión de validez. Las
normas jurídicas tienen pretensión absoluta e incondicional de validez, mientras que los
convencionalismos son invitaciones de la colectividad al individuo. Lo anterior es
inacertado puesto que no son invitaciones; ambas tienen la misma pretensión de validez.
JHERING las distingue por la fuerza obligatoria y por las materias que regulan
históricamente. El derecho tiene un poder coactivo físico; los usos aplican una coacción
psicológica por parte de la sociedad. Las materias reguladas por los convencionalismos son
y han sido distintas que las jurídicas. Las excepciones a las materias reguladas son tan frecuentes
que tampoco es aceptable su teoría.
FELIX SOMLO las distingue por su origen. Los convencionalismos son creados por
la sociedad; el derecho por el Estado. Lo anterior es falso puesto que el derecho consuetudinario
también deriva de la sociedad.
RECASENS SICHES hace una buena comparación entre las normas morales, sociales y
jurídicas y concluye que la diferencia está en la naturaleza de las sanciones y en la
finalidad que persiguen. Los usos tienden al castigo del infractor más no al cumplimiento
forzado de la norma, como las jurídicas donde inclusive se recurre a la coacción.

PRINCIPALES TEORÍAS QUE PRETENDEN DIFERENCIAR EL DERECHO Y LOS


USOS SOCIALES.
Estas teorías buscan determinar la relación entre los convencionalismos sociales, el
derecho y la moral.

Teoría de Giorgio del Vecchio


Sostiene que la conducta humana está regulada solamente por dos órdenes normativos: La
moral, a través de normas imperativas unilaterales, y el derecho, con sus normas imperativo-
atributivas bilaterales. Los convencionalismos sociales no constituyen una categoría especial de
normas diferentes de las morales o las jurídicas, sino que pertenecen a la moral, en cuanto no
faculten a nadie a existir su comportamiento, o al derecho, cuando obliguen y también faculten.

Teoría de Stammler.
Distingue las normas del derecho de las del trato social atendiendo al diferente grado de
pretensión de validez que tienen unas y otras.

Teoría de Von Ihering.


El criterio por el cual se distinguen las normas del derecho de las de los
convencionalismos sociales radica en la materia propia de unas y otras. Hay materias que por su
fin pertenecen al derecho, lo mismo ocurre con los convencionalismos sociales. Pero Ihering
reconoce que a través de la historia el derecho puede aparecer con la materia de
convencionalismos sociales, y viceversa, con lo que acepta que el criterio de distinción por él
sostenido no es absoluto.
Teoría de Recasens Siches.
El autor español propone distinguir los convencionalismos sociales no solo del derecho
sino también de la moral; formula las características propias de cada grupo de normas señalando
las diferencias y los puntos en común.

Teoría de García Máynez.


Para este autor la distinción radica en la bilateralidad propia de las normas jurídicas que
tienen una estructura imperativo-atributiva, y la unilateralidad de las reglas de trato social que
obliga pero no facultan.

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