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DERCHO ROMANO II
UNIDAD V DERECHO HEREDITARIO
PROFESORA: INTEGRANTES:
ABOG. ROSAURA PEÑA. DORFLER B., JOSE RICARDO
C.I. NO.; 11.084.500
ASIGNATURA: DORFLER B., OSCAR ALFREDO.
DERECHO ROMANO II C.I. NO.: 13.071.431
DORFLER B., SILVIA ELENA
C.I. NO.; 10.644.486
INDICE
INTRODUCCION
He ahí todas las posibilidades que se encierran en este fundamental principio del
Derecho romano: es herencia la sucesión en la personalidad patrimonial del difunto.
I. Derecho Hereditario (Hereditas, de Cujus, Haeredes).
Desde el antiguo derecho romano se ve el típico caso que después de la muerte
de la cabeza de la familia o del cujus como lo llamaban en el derecho romano al jefe de
familias. Ocurría que el grupo de personas que conformaban la familia, muchas veces se
disgregaba por la falta de un sucesor inmediato, lo cual acarreaba a la sucesión, con la
designación del nuevo jefe, quien debía asumir la jefatura tras la muerte del
paterfamilias; era como norma general que el paterfamilias designara mediante un
testamento quien sería su sucesor, el cual especificaba de entre todos los sui. Pero
también se veía casos que él no designaba a nadie y por ley le correspondería la
sucesión al más digno de los agnados, y así se evitaba la disgregación de la familia.
De cuius (de cujus succesione agitur”) fué la expresión abreviada que los
romanos utilizaron para referirse, en el ámbito de las sucesiones, a la persona que ha
fallecido y de cuya sucesión se trata.
Haeredes Sus; herederos de derecho propio. Referida principalmente a los hijos
del causante y sucesores de éstos. Ellos deben en principio ser instituidos herederos o
desheredados. También eran los hijos que estaban en potestad del difunto o todos
aquellos que estaban en lugar de hijos.
I.I Concepto.
I.II Objeto.
No todas las relaciones jurídicas de que era titular el difunto, era objeto de la
herencia; si bien, la transmisibilidad era la regla general, algunas no pasan a los
herederos. En el caso del Derecho privado, las Magistraturas o cargos que el difunto
desempeñaba, son intransmisibles las relaciones jurídicas familiares como la manus, la
tutela, etc. Y algunas de carácter patrimonial, como el usufructo, las obligaciones ex-
delito. Cesaban también con la muerte de alguno de los contratantes, la sociedad y el
mandato.
I.III Requisitos.
Eran incapaces para tener herederos los esclavos, los peregrinos y los
filiifamilias. Posteriormente Justiniano reconoció a los filius está capacidad para
tener sucesor.
I.IV El causante.
Conocido entre los romanos como defuntus, mortus. Es esta la persona que
transmite los derechos sucesorios al heredero. El causante debía tener derecho a dejar
una sucesión testamentaria, lo cual implicaba que no era suficiente el tener el
commercium, sino que debía poseer el derecho a testar y el poder de ejercerlo.
Los sordos y los mudos, es decir, aquellos que no entendían ni hablaban de una
manera absoluta. Pero si su enfermedad era accidental, y con anterioridad habían
hecho el testamento antes de estar atacados, éste producía todos sus efectos.
Era un acto mortis causa, que sólo producía sus efectos después de la muerte del
causante, en que tiene lugar la llamada a la herencia. De esta existieron las formas
antiguas y clásicas.
En cuanto a las formas antiguas fueron dos: el testamento ante los comicios
curiados y ante el ejército.
Desaparecidas las dos formas más antiguas, que respondían a las necesidades de
una comunidad reducida, sólo perdura en época clásica el testamento por el bronce y la
balanza.
I.VI Sucesión.
"Es la sustitución o suplantación de una persona por otra en una relación
jurídica".
En palabras del Jurista Hugo Ángel Oderigo, la sucesión tiene dos conceptos:
(Siu), herederos de derecho propio: son los hijos que estaban en potestad del
difunto o todos aquellos que estaban en lugar de hijos.
(Adgnati), agnados: son aquellos que están unidos por parentesco legítimo por
línea de varón, es decir, los que estarían sometidos a una misma potestad si el
común paterfamilias no hubiese muerto.
Gentiles: los parientes de la misma gens, constituidas por las familias
procedentes de un antecesor común, con el mismo apellido o nombre gentilicio.
Para corregir las estrictas normas de las XII Tablas, el pretor estableció un nuevo
orden de llamadas a la herencia, basado en el parentesco de sangre o cognación para
concederles la posesión de los bienes. En el sistema de edicto perpetuo, las categorías de
personas llamadas eran las siguientes:
Unde liberi: Hijos y descendientes (liberi); el pretor llamaba a todos los hijos
con independencia de que estén o no sometidos a potestad.
Unde legitimi: Legítimos (legitimi); son los herederos llamados a suceder por las
XII Tablas. Son los agnados (hermanos, sobrinos, línea de varón).
Unde cognati; Cognados; eran aquéllos parientes ligados al de cuius por vínculos
de sangre (cognatio), sin importar lo que sean por línea masculina o femenina.
Los cognados son llamados hasta el sexto grado, y hasta el séptimo si es hijo de
un primo segundo.
Unde vir et uxor. El marido y la mujer (vir et uxor). El cónyuge tenía derecho a
suceder al otro cónyuge, teniendo en cuenta la existencia de matrimonio válido
(iustum matrimonium), con independencia de la manus.
II. La delación.
La herencia era llamada deferida, o sea abierta (delata) cuando alguno está
llamado a recogerla, de manera que esté en su mano el adquirirla: “Delata hereditas
dicitur, quam quis possit adeundo consequi”. Por regla general la herencia surtía efecto
en la época del fallecimiento del causante, anqué a veces podía ser aplazada para una
época posterior, por tratarse de un heredero instituido bajo condición, u otras razones
especificadas en la ley.
II.I Concepto.
En el Derecho romano la "delación" es el llamamiento, y en caso concreto,
otorga a una persona el derecho a heredar; le "defiere" u ofrece la herencia. Y Para que
ésta se produjera debía estar causada. Aunque no era necesaria para los heredis
(heredero), ya que eran continuadores del dominio del causante).
La herencia era deferida por testamento o por ley, y por regla general existieron
dos especies de delación: la testamentaria y la legítima, sin que hubiera otro modo. La
herencia especialmente (a diferencia de lo que ocurre en el derecho común, en el que se
dejaron sentir las influencias germánicas) no podía deferirse por convención: las
convenciones relativas a una herencia futura están generalmente prohibidas, como
contrarias a las buenas costumbres y por referirse a un objeto que no tiene existencia
jurídica.
II.III Requisitos.
La delación de la herencia exigía: a. que la persona de cuya herencia se tratase
haya muerto (hereditas viventis non datur), y b. que la persona llamada a la herencia
exista en el momento de la delación, y que fuera capaz de suceder.
Los peregrinos.
La viuda que se vuelve a casar dentro del año del luto nada puede adquirir por
testamento, y tampoco puede ab intestato heredar de sus parientes más que hasta
el tercer grado.
II.VIII Adquisición.
Estudiadas las sucesiones nacidas por imperio de la ley y proveniente de la
voluntad de testador, nos toca considerar ahora el tema concerniente a la adquisición de
la herencia y a los efectos jurídicos que la misma producía, tanto para heredero ab
intestato, como para terceros vinculados al de cuis antes de su muerte o al heres legitimo
o testamentario.
Era obligatorio como requisito indispensable para que la herencia pudiera ser
adquirida por los herederos voluntarios que hubiera sido deferida, esto es, abierta a
favor del heredero. Dicha apertura o delación de la herencia, se producía tanto en la
sucesión intestada como en la testamentaria, en el instante de la muerte del causante, a
menos, en esta última, que la institución estuviera sujeta a condición, en cuyo caso la
adquisición no tenía lugar hasta su cumplimiento.
El patrimonio del causante, era persona que transmite su patrimonio por causa de
su fallecimiento. En el Derecho romano se le llamó (as) y se dividía en cuotas ideales
llamadas uncias (12 y sus múltiplos).
III.III Colaciones.
Toda donación hecha por el causante en vida a uno de los herederos forzosos se
considera como un simple adelanto de herencia, es decir, que en el momento de hacer la
partición de la herencia se computará dentro de su porción lo recibido con anterioridad
en concepto de donación, compensándose a los otros con bienes de igual valor.
Por el testamento el paterfamilias designaba entre los sui al más digno para
continuar la jefatura política de la familia. En el ius civile la sucesión era estrictamente
regulada y, por efecto de ley prevalecía la testamentaria, debido a la calificación
negativa dada a la sucesión intestada. En las XII Tablas (Tabla V) decía: si muere
intestado el que carece de heredero familiar, tenga la herencia el próximo agnado, y si
no hay agnado tenga la herencia los gentiles. Los agnaticios no se hacen herederos, sino
que sólo tienen el poder de apropiarse de la familia.
IV.I El testamento.
En el Derecho Romano la persona que testaba designaba ante todos; uno o varios
herederos, bien directamente o bien como sustitutos de los instituidos en primer lugar.
Pero el testador también estaba capacitado para hacer otra clase de disposiciones, como
por ejemplo; los legados o fideicomisos, las concesiones de libertad a esclavos (no eran
propiamente manumisiones), la asignación del patronato, los nombramientos de tutores
o la ordenación de sepultura.
IV.II Concepto.
IV.III Característica.
Acto jurídico.
Unilateral.
En el antiguo Derecho Civil, existían dos testamentos “in calatis comitiis”, “in
procinctu”. Posteriormente se agregaron otras fórmulas, que fue apareciendo en la
medida que se fue transformando la economía romana.
In calatis comitiis: Se convocaba previamente al pueblo dos veces al año. El
pueblo era testigo. Solo se limitaba a darle autenticidad al acto. Exigía la
presencia de los pontífices quienes cuidaban de las solemnidades. Los
representantes de los pueblos deliberaban si era procedente la testamenti facti
activa y pasiva, por cuento con esta decisión se ponían en juego el interés y la
integridad del patrimonio de clan. Generalmente lo realizaban los soldados que
iban a la guerra aun cuando era el testamento de la paz. Era esencialmente
irrevocable a menos que se convocaran nuevamente los comicios. No podían
usar de esta forma testamentaria: las mujeres, los peregrinos, los plebeyos, los
impúberes y los sordomudos.
In procinctu: Era hecho en forma precipitada por la urgencia del caso en el frente
de batalla que así sustituía al pueblo. Era el testamento de la guerra.
Per aes et libram: Era derivada de la anterior pero por la cual el heredero era
constituido por una de las maneras solemnes en un simple custodio e
intermediario para que a la muerte del de cujus dispusiera de la herencia y la
distribuyera entre los beneficiarios, siendo esta fórmula la custodia o de
intermediarios eminente revocable. Usaba el mismo procedimiento de la
mancipatio. Se mantiene el secreto mediante forma oral que refrendaban los
testigos. Pero se instituye la necesidad de la forma escrita refrendada igualmente
por los testigos. Era revocable.
IV.V Capacidades.
Gayo (2. 114), afirmó que para saber si un testamento era válido, primero se
debía ver si el testador tenía la facultad de testar. Esta facultad no se refiere sólo al
testador, sino también a su relación con las otras personas mencionadas en el
testamento.
Igualmente se exigía que el testador fuese libre, ciudadano romano y sui iuris.
Los sometidos a potestad o alieni iuris podían disponer mortis causa sólo del peculio
castrense o cuasi castrense.
Los juristas romanos elaboraron una serie de reglas sobre la interpretación de las
cláusulas testamentarias en las que debía prevalecer siempre la voluntad del testador.
La nulidad podía ser inicial (ab initio) cuando el testamento adolecía de un vicio
inherente a su redacción, o sobrevenida, cuando siendo válido en el momento de su
redacción, posteriormente dejaba de serlo.
Esta se daba en caso que no reuniere los requisitos exigidos por ley para su
validez por las causas siguientes:
Revocar, del latín revocare, significa dejar sin efecto una disposición. Como ya
hemos aprendido, el testamento es un acto revocable y el testador es libre de modificar
hasta el momento de su muerte las disposiciones testamentarias.
Justiniano decide que el testamento pudiese ser también revocado por simple
declaración hecha ante un Magistrado o ante tres testigos, admitiendo, desde
luego la revocación mediante la redacción de un segundo testamento, que
invalida mediante la redacción de un segundo testamento, que invalida
automáticamente un testamento anterior.
V Disposiciones testamentarias.
V.I Fideicomiso.
Fideicomiso era la transmisión de uno o más bienes, cantidades de dinero o
derechos, presentes o futuros, a una persona natural o persona jurídica llamada
fiduciario, para que sean administrados o invertidos de acuerdo a un contrato, a favor
del propio fideicomitente o de un tercero, llamado beneficiario.
El legado sólo podía disponerse a cargo del heredero testamentario, mientras que
el fideicomiso podía ser dispuesto a cargo del heredero testamentario o ab
intestato, de un legatario o del propio fideicomisario, esto es, a cargo de
cualquier persona que recibiese algo de la herencia.
Florentino (D. 30, 116 pr.): Legado es una detracción de la herencia, con la cual
quiere el testador que sea dado a otro algo de lo que en su totalidad habría de ser
del heredero.
Modestino (D. 31, 36): El legado es una donación dejada por testamento.
Justiniano (I. 2, 20, 1): Legatum est donatio quaedam a defuncto relicta.
De estas observancias se podría afirmar que el legado fue toda liberalidad mortis
causa, ordenada por el testador en el testamento o en un codicilo, a favor de una persona
(legatario) sin conferirle el título de heredero. Nuestro Código civil no nos ofrece
definición alguna de legado.
V.III Codilicios.
"Hay donación a causa de muerte cuando el donante prefiere tener él a que tenga
el donatario, y que tenga su donatario a que tenga su heredero" (Marciano, 9 inst. D.
39.6.1 pr). Por lo tanto, era una donación con vistas a una muerte próxima o futura.
Las donaciones mortis causa fueron válidas, aunque por lo general excedían de
la tasa establecida para las donaciones, y eran otorgadas en codicilo, es decir, sin
insinuación judicial. Igualmente se hallaban sujetas a las normas deductivas de la
quarta falcidia a favor del heredero, y coincidían también con los legados en que su
efectividad presuponía la solvencia del caudal hereditario, y sólo podían satisfacerse
cuando quedaban bienes líquidos suficientes después de saldar las deudas.
CONCLUSION
BIBLIOGRAFIAS