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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA.

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN


UNIVERSITARIA.

UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LOS LLANOS


OCCIDENTALES “EZEQUIEL ZAMORA”.

NÚCLEO ACARIGUA - EDO. PORTUGUESA.

2DO. AÑO DERECHO, SECCIÒN “A”.

DERCHO ROMANO II
UNIDAD V DERECHO HEREDITARIO

PROFESORA: INTEGRANTES:
ABOG. ROSAURA PEÑA. DORFLER B., JOSE RICARDO
C.I. NO.; 11.084.500
ASIGNATURA: DORFLER B., OSCAR ALFREDO.
DERECHO ROMANO II C.I. NO.: 13.071.431
DORFLER B., SILVIA ELENA
C.I. NO.; 10.644.486

ACARIGUA, JULIO 31 2021.

INDICE
INTRODUCCION

La presente investigación ha sido elaborada con el fin de enriquecer nuestros


conocimientos con referente al tema de “Derecho Hereditario” a los hechos de sucesión
de aquella antigua época.

La investigación será realizada a través de la ayuda y consultas de libros e


internet, sobre los diferentes procesos y formas de testar de los romanos Derecho
Romano, en la antigua época, en este caso me he referido a la herencia en todo su
concepto y sus formas de trasmisión, además de sus libertades. Para lo cual hemos
tocado el Legado en todo su concepto.

La idea inspiradora de la herencia en las fuentes romanas tomó por punto de


enfoque fundamental los derechos hereditarios de los hijos. Éstos los (sui heredes)
continúan la personalidad del paterfamilias fallecido, subrogándose, con este carácter,
en sus deberes de culto y hospitalidad, así como en las relaciones patrimoniales; y lo
mismo ocurría al heredero extraño, llamado en lugar del hijo.

En cuanto al rumbo ulterior que tomarían las instituciones hereditarias, servirían


en el posterior desempeño del papel preponderante e interés práctico de los acreedores
de la herencia. Fue evidente, el concepto de sucesión en la personalidad que tenía para
ellos grandes ventajas, toda vez que les ofrecía un nuevo deudor personalmente
responsable, como el antiguo. Y a éste se une el interés de los deudores, puesto que
ahora pueden abrir crédito a la persona sin el temor de que, al morir ésta, la deuda
caduque; para los efectos del Derecho privado, la personalidad patrimonial se
inmortaliza.

He ahí todas las posibilidades que se encierran en este fundamental principio del
Derecho romano: es herencia la sucesión en la personalidad patrimonial del difunto.
I. Derecho Hereditario (Hereditas, de Cujus, Haeredes).
Desde el antiguo derecho romano se ve el típico caso que después de la muerte
de la cabeza de la familia o del cujus como lo llamaban en el derecho romano al jefe de
familias. Ocurría que el grupo de personas que conformaban la familia, muchas veces se
disgregaba por la falta de un sucesor inmediato, lo cual acarreaba a la sucesión, con la
designación del nuevo jefe, quien debía asumir la jefatura tras la muerte del
paterfamilias; era como norma general que el paterfamilias designara mediante un
testamento quien sería su sucesor, el cual especificaba de entre todos los sui. Pero
también se veía casos que él no designaba a nadie y por ley le correspondería la
sucesión al más digno de los agnados, y así se evitaba la disgregación de la familia.

En ese entonces la herencia se transformó de política en patrimonial, pero


también se afirmó el principio de poder instituir libremente a un sujeto extraño a la
familia, la costumbre reacciona contra ello. En la época posclásica son modificados el
viejo Derecho civil y el Derecho pretorio, hasta llegar a una fusión y confusión de
ambos sistemas.

El derecho pretorio favoreció a los principios de la familia natural, siguió la


legislación imperial, encaminada a desterrar los vínculos civiles o agnaticios, a asegurar
para ciertos herederos, no ya su simple nombramiento o desheredación, sino la
asignación de una partición legítima o debida, y a limitar la facultad de legar.

Hereditas; en Derecho romano, fue el conjunto de derechos, obligaciones,


situaciones posesorias y responsabilidades patrimoniales que los herederos recibían del
causante. Los herederos eran permanentes, a título universal y sobre cosa incierta (si
concurren varios herederos la hereditas se repartía en cuotas).

De cuius (de cujus succesione agitur”) fué la expresión abreviada que los
romanos utilizaron para referirse, en el ámbito de las sucesiones, a la persona que ha
fallecido y de cuya sucesión se trata.
Haeredes Sus; herederos de derecho propio. Referida principalmente a los hijos
del causante y sucesores de éstos. Ellos deben en principio ser instituidos herederos o
desheredados. También eran los hijos que estaban en potestad del difunto o todos
aquellos que estaban en lugar de hijos.

I.I Concepto.

La herencia en el derecho romano consistía en repartir el patrimonio de cujus, en


referencia al paterfamilias cuando éste fallecía, a las personas que estaban bajo su
potestad, directamente sometidos a él. Y consistía en el conjunto patrimonial
transmisible; bienes, derechos y obligaciones dejados por el fallecido.

Ulpiano decía que la herencia no representa a la persona del heredero sino a la


del difunto como está comprobado por múltiples argumentos del ius civile.

La herencia romana exalta el concepto de sucesión universal y sobre él


construye la sucesión en la personalidad. El heredero se subroga en todas las relaciones
patrimoniales del difunto (activas y pasivas); pasa a ocupar en un todo su posición
jurídica patrimonial; adquiere sus bienes, ostenta sus créditos, asume sus deudas

En nuestra legislación la herencia representa el conjunto de derechos y deberes


que por la muerte de una persona se trasmite a los sucesores. La herencia no es más que
la sucesión en todo el derecho que tenía el difunto.

I.II Objeto.

No todas las relaciones jurídicas de que era titular el difunto, era objeto de la
herencia; si bien, la transmisibilidad era la regla general, algunas no pasan a los
herederos. En el caso del Derecho privado, las Magistraturas o cargos que el difunto
desempeñaba, son intransmisibles las relaciones jurídicas familiares como la manus, la
tutela, etc. Y algunas de carácter patrimonial, como el usufructo, las obligaciones ex-
delito. Cesaban también con la muerte de alguno de los contratantes, la sociedad y el
mandato.

I.III Requisitos.

 La muerte de una persona.


 Capacidad del difunto para tener herederos. El causante tenía, además, que ser
capaz, es decir, ser libre, ciudadano romano y, sui iuris.

 Eran incapaces para tener herederos los esclavos, los peregrinos y los
filiifamilias. Posteriormente Justiniano reconoció a los filius está capacidad para
tener sucesor.

I.IV El causante.

Conocido entre los romanos como defuntus, mortus. Es esta la persona que
transmite los derechos sucesorios al heredero. El causante debía tener derecho a dejar
una sucesión testamentaria, lo cual implicaba que no era suficiente el tener el
commercium, sino que debía poseer el derecho a testar y el poder de ejercerlo.

La persona del causante para poder disponer de un patrimonio debía estar en el


pleno ejercicio de sus derechos, siendo en principio solamente permitido testar a los
ciudadanos, privándose de esta facultad a los peregrinos; a los latinos junianos y los
dediticios; las mujeres ingenuas sui iuris; los hijos de familia; las mujeres in manu, etc.

Para el pueblo romano, el fallecimiento ocasionaba no solamente la transmisión


de bienes patrimoniales, sino que llevaba consigo un interés social y religioso, por lo
que fue regulado tanto por el derecho civil como por el derecho pretoriano.

No tenían ejercicio del derecho de testar:

 Los impúberes sui iuris, porque carecían de juicio necesario.

 Los locos. Estos sólo podían testar válidamente en un intervalo lúcido.

 Los pródigos interdictos, porque ya no tenían el commercium.

 Los sordos y los mudos, es decir, aquellos que no entendían ni hablaban de una
manera absoluta. Pero si su enfermedad era accidental, y con anterioridad habían
hecho el testamento antes de estar atacados, éste producía todos sus efectos.

I.V Sucesión testamentaria.

Se trata de una declaración solemne ante testigos, se destaca la voluntad


(voluntas) o la intención (mens) del testador. Debe hacerse en forma solemne y
conforme a lo establecido en el derecho.
Es el Derecho Romano se trató de un acto conforme al derecho civil y con las
solemnidades en él establecidas. Ello supuso que sólo los ciudadanos romanos podían
otorgar testamento, por tratarse de un acto unilateral en el sentido de que sólo era
requerida la voluntad del disponente y esencialmente revocable hasta el momento de la
muerte de éste.

Era un acto mortis causa, que sólo producía sus efectos después de la muerte del
causante, en que tiene lugar la llamada a la herencia. De esta existieron las formas
antiguas y clásicas.

En cuanto a las formas antiguas fueron dos: el testamento ante los comicios
curiados y ante el ejército.

 Testamento ante los comicios curiados: (testamentum calatiis comitis): se realiza


en tiempos de paz en las reuniones que los comicios dedicaban dos veces al año
a la confección de testamento.

 Testamento en procinto o en pie de guerra (in procintu): es decir, cuando se


tomaban las armas para ir a la guerra (procinto), así era llamado El Ejército
cuando está dispuesto y armado.

Posteriormente se añadió después una tercera clase:

 Testamento por el bronce y la balanza (testamentum per aes et libram): consisten


en el acto solemne de la mancipatio, por la que el disponente vendía sus bienes a
una persona de confianza (mancipatio familiae), en presencia del portador de la
balanza (libripens) y de cinco testigos.

Desaparecidas las dos formas más antiguas, que respondían a las necesidades de
una comunidad reducida, sólo perdura en época clásica el testamento por el bronce y la
balanza.

Desde el final de la República se admite el llamado Testamento pretorio: el


pretor concede la posesión de los bienes, conforme al testamento (bonorum possessio
secundum tabulas), al que se encuentre designado como heredero en tablillas o escritos
sellados por las siete personas que intervenían en la mancipatio (cinco testigos más el
libripens y el emptor -comprador-). Lo que se entendía como aceptación de la herencia.

I.VI Sucesión.
"Es la sustitución o suplantación de una persona por otra en una relación
jurídica".

Según el diccionario de la Real Academia Española, la palabra sucesión


proviene del latín "successio", "successionis", que posee varios significados a saber:

 Conjunto de bienes, derechos y obligaciones transmisibles a un heredero o


legatario.

 Entrada o continuación de una persona o cosa en lugar de otra.

 Entrar en una persona o cosa en lugar de otra o seguirse de ella.

 Descendencia o procedencia de un progenitor.

En su acepción estricta: "es el cambio de titular en el conjunto de relaciones


jurídicas de una persona por fallecimiento de ésta".

En palabras del Jurista Hugo Ángel Oderigo, la sucesión tiene dos conceptos:

"En sentido amplio: Sucesión es el cambio de titular de un derecho subjetivo,


vale decir, la sustitución de una persona por otra en una relación jurídica".

"En sentido estricto: Sucesión es cambio de titular en el conjunto de relaciones


jurídicas patrimoniales de una persona, por muerte de esta".

Según la doctrina, la sucesión es de dos clases: a título universal, que comprende


la trasferencia de todo el patrimonio en bloque, por lo que se entiende la continuación
por ella de todas las relaciones jurídicas del causante en su conjunto y la Sucesión a
título particular, que comprende tan sólo el traspaso de una parte del patrimonio dejado
por el causante.

Según el derecho Romano, la sucesión: es el hecho jurídico mediante el cual una


persona llamada heredero, pasa a ocupar dentro de un conjunto de relaciones
patrimoniales, de todos los derechos transferibles y transmisibles no extinguibles el
lugar de otra denominada causante.

Dentro del derecho romano, la sucesión se podía efectuar de dos formas, la


primera era la sucesión entre vivos y la segunda la sucesión mortis-causa.

El término sucesión ha pasado a nuestro derecho de la siguiente manera: Título


II De Las Sucesiones C.V. articulo 807; Las sucesiones se difieren por la ley o por
testamento. No hay lugar a la sucesión intestada sino cuando en todo o en parte falta la
sucesión testamentaria.

I.VII Sucesión intestada.

Se denomina sucesión intestada o ab intestato aquella que era ejercida en virtud


de llamamientos legítimos, sin intervenir la voluntad del causante expresada en su
testamento válido. Es decir, que la sucesión intestada se basó en una o más vocaciones
legítimas en ausencia del testamento del causante que instituía herederos. Sin embargo,
se advertía que la vocación legítima, o llamamiento legal a la adquisición hereditaria, no
solo suplía la ausencia del testamento, y si así ocurriese, dicho llamamiento bien podría
encuadrarse como régimen supletorio, aun cuando los herederos o llamados por la ley,
gozarán de una vocación legitimaria, era imperativo para el causante, en el sentido
tradicional que no podía excluirlos "sin justa causa de desheredación"

La sucesión ab intestato se ejecutaba en los siguientes casos:

 Si una persona ha muerto sin testamento.

 Si el testamento carecía de los requisitos exigidos o si se había hecho nulo con


posterioridad o era revocado.

 Si los herederos testamentarios no llegaban a adquirir la herencia.

En el antiguo derecho civil romano, si alguno fallecía sin dejar testamento y no


había ningún heredero de derecho propio; tenga la herencia el más próximo agnado, si
no hay ningún agnado tengan la herencia los gentiles. (Ley de las XII Tablas).

Según esta norma de la ley decenviral, se llamaba a tres clases de heredero:

 (Siu), herederos de derecho propio: son los hijos que estaban en potestad del
difunto o todos aquellos que estaban en lugar de hijos.

 (Adgnati), agnados: son aquellos que están unidos por parentesco legítimo por
línea de varón, es decir, los que estarían sometidos a una misma potestad si el
común paterfamilias no hubiese muerto.
 Gentiles: los parientes de la misma gens, constituidas por las familias
procedentes de un antecesor común, con el mismo apellido o nombre gentilicio.

 La sucesión intestada en el edicto del pretor.

Para corregir las estrictas normas de las XII Tablas, el pretor estableció un nuevo
orden de llamadas a la herencia, basado en el parentesco de sangre o cognación para
concederles la posesión de los bienes. En el sistema de edicto perpetuo, las categorías de
personas llamadas eran las siguientes:

 Unde liberi: Hijos y descendientes (liberi); el pretor llamaba a todos los hijos
con independencia de que estén o no sometidos a potestad.

 Unde legitimi: Legítimos (legitimi); son los herederos llamados a suceder por las
XII Tablas. Son los agnados (hermanos, sobrinos, línea de varón).

 Unde cognati; Cognados; eran aquéllos parientes ligados al de cuius por vínculos
de sangre (cognatio), sin importar lo que sean por línea masculina o femenina.
Los cognados son llamados hasta el sexto grado, y hasta el séptimo si es hijo de
un primo segundo.

 Unde vir et uxor. El marido y la mujer (vir et uxor). El cónyuge tenía derecho a
suceder al otro cónyuge, teniendo en cuenta la existencia de matrimonio válido
(iustum matrimonium), con independencia de la manus.

II. La delación.

La herencia era llamada deferida, o sea abierta (delata) cuando alguno está
llamado a recogerla, de manera que esté en su mano el adquirirla: “Delata hereditas
dicitur, quam quis possit adeundo consequi”. Por regla general la herencia surtía efecto
en la época del fallecimiento del causante, anqué a veces podía ser aplazada para una
época posterior, por tratarse de un heredero instituido bajo condición, u otras razones
especificadas en la ley.

La herencia se adquiría cuando la persona a cuyo favor se defirió la hace suya, y


en general no se adquiere sino mediante un acto de aceptación, aunque en ciertos casos
se adquiría de pleno derecho en el momento en que se defería.

II.I Concepto.
En el Derecho romano la "delación" es el llamamiento, y en caso concreto,
otorga a una persona el derecho a heredar; le "defiere" u ofrece la herencia. Y Para que
ésta se produjera debía estar causada. Aunque no era necesaria para los heredis
(heredero), ya que eran continuadores del dominio del causante).

La delación, era un título estrictamente personal que atribuyó al llamado (no la


herencia), sino la facultad de adquirirla mediante un acto libre y voluntario llamado la
(aceptación). Precisamente de este carácter personal derivó su inalienabilidad, no
pudiendo por tanto, enajenarse la delación ni transmitirse por sucesión hereditaria, salvo
algunas excepciones, como el caso del heredero que no haya podido en espera del
nacimiento de un póstumo del causante, y haya muerto antes del nacimiento del mismo.

II.II Clases de delación.

La herencia era deferida por testamento o por ley, y por regla general existieron
dos especies de delación: la testamentaria y la legítima, sin que hubiera otro modo. La
herencia especialmente (a diferencia de lo que ocurre en el derecho común, en el que se
dejaron sentir las influencias germánicas) no podía deferirse por convención: las
convenciones relativas a una herencia futura están generalmente prohibidas, como
contrarias a las buenas costumbres y por referirse a un objeto que no tiene existencia
jurídica.

La herencia testamentaria ocupó el primer lugar, y sólo en su defecto se


ejecutaba la sucesión intestada o legítima, sin que puedan coexistir ambas especies de
herencia: "nemo pro parte testatus, pro parte intestatus decedere potest", lo cual
significa que la herencia no puede ser en parte testamentaria y en parte intestada. De
esta regla se deducen dos importantísimas consecuencias:

 Si el testador dispuso solamente de una parte de su herencia, la otra parte no


corresponde a los herederos legítimos, sino al testamentario.

 Si uno de los coherederos testamentarios no aceptaba la herencia, la parte


vacante correspondía por derecho de acrecer a los demás coherederos
testamentarios.

II.III Requisitos.
La delación de la herencia exigía: a. que la persona de cuya herencia se tratase
haya muerto (hereditas viventis non datur), y b. que la persona llamada a la herencia
exista en el momento de la delación, y que fuera capaz de suceder.

Según el derecho romano, eran absolutamente incapaces de suceder:

 Los herejes y los apóstatas.

 Los peregrinos.

 Los condenados a una pena capital.

 Los hijos de los reos de alta traición.

 La viuda que se vuelve a casar dentro del año del luto nada puede adquirir por
testamento, y tampoco puede ab intestato heredar de sus parientes más que hasta
el tercer grado.

 En cuanto a las personas jurídicas, el derecho romano concedió la capacidad de


suceder al fisco, a las comunidades, iglesias y fundaciones piadosas, pero no a
las demás corporaciones, excepto cuando lo hubiesen obtenido por privilegio
especial.

No hay que confundir la incapacidad de suceder con la de recibir por testamento


(incapacitas) y la indignidad.

II.IV Momento de la delación.

El momento en que se produce la "delación" es, comúnmente, el de la muerte del


causante; si la institución de heredero es testamentaria y se sujeta a una condición, la
herencia no se "defiere" hasta tanto que la condición no se haya cumplido. También
puede acontecer que el testamento otorgado no entre en vigor (verbigracia, por renuncia
de los herederos instituidos), en cuyo caso para la sucesión a los herederos abintestato, a
quienes se "defiere" en el instante en que el testamento caduca.

II.V Carácter personal.

Por regla general no era transmisible la delación. Sin embargo se daban


excepciones:

 En la intestada el agnado antes de aceptar.


 Transmisión al descendiente si el titular no ha podido aceptar porque muere.

 Se transmite por el menor de 7 años que muere antes de adir.

Justiniano tanto en la testada como en la intestada generalizó la transmisión al


descendiente cuando el heredero ha muerto antes de la aceptación heres legitimus ante
aditionem.

II.VI In iure cesto hereditatis.

La in iure cessio constituye en el Derecho romano un modo de transmitir la


propiedad tanto de las cosas mancipables (res mancipi) como de las no mancipables.
Aunque es imposible constatar sus orígenes, probablemente fué una institución muy
antigua, quizá anterior a las XII Tablas. Así como Gayo nos presenta la mancipatio
como una venta imaginaria, la in iure cessio no es otra cosa que un litigio imaginario,
pues se recurría ficticiamente al procedimiento de una cosa, con la verdadera finalidad
de transmitir la misma.

II.VII Usucapio pro herede.

Dentro del Derecho romano, esta figura de la usucapión a título de heredero se


aplicó como un medio para inducir al heredero voluntario a aceptar una herencia y
evitar así una situación de yacencia (situación transitoria en la que se encuentran los
bienes de la persona fallecida, desde el momento de su muerte y hasta que la herencia es
aceptada por los herederos; se dice que la herencia yace, porque no ha sido aceptada
formalmente). Esta figura de la 'usucapio pro herede' buscaba evitar una yacencia
inconvenientemente larga o una vacancia eventual, lo que impedía el pago de las deudas
de la herencia, así como la continuidad del culto familiar, pues no existía un plazo
definido para que el heredero pudiera aceptar la herencia.

Para el s. I d.C., la 'usucapio pro herede' fue limitada solamente a la propiedad


de los objetos singulares que se hubieran poseído y ya no a la totalidad de la herencia,
por lo que el poseedor no tiene calidad de heredero y no responde de las deudas
hereditarias.

II.VIII Adquisición.
Estudiadas las sucesiones nacidas por imperio de la ley y proveniente de la
voluntad de testador, nos toca considerar ahora el tema concerniente a la adquisición de
la herencia y a los efectos jurídicos que la misma producía, tanto para heredero ab
intestato, como para terceros vinculados al de cuis antes de su muerte o al heres legitimo
o testamentario.

De pleno derecho (ipso iure) adquirían la herencia los herederos necesarios o


domésticos. Esto significaba que la adquisición se producía inmediatamente, por el solo
hecho de la muerte del autor de la sucesión, sin que el heredero tuviera que realizar acto
alguno de aceptación, pues se hacía dueño de la herencia sin su consentimiento y contra
su voluntad.

Pertenecían a la categoría de los herederos necesarios, los herederos suyos y


necesarios (heredes sui et necessarii), que eran los hijos con derecho a la sucesión
testamentaria a ab instestato del paterfamilias que estuvieran bajo su potestad en el
momento de su muerte, así como la mujer in manu, que ocupaba el lugar de hija. Se los
llamaba herederos propios o suyos (sui), porque se consideraba que se sucedían a ellos
mismos, ya que venían a adquirir los bienes del pater que habían contribuido a formar
como instrumentos de adquisición paterna; y se los denominaba necesarios (necessarii)
desde que adquirían forzosamente la herencia abierta a su favor, sin derecho a renunciar
a ella.

Todos los herederos que no tenían el carácter de domésticos, es decir, que no


estaban sometidos a la potestad del de cuis. Estos eran llamados herederos extraños o
voluntarios (heredes extranei vel voluntarii) y podían adquirir la herencia, no de pleno
derecho, sino por un acto de aceptación, llamado aditio hereditatis (anteriormente
explicado).

Era obligatorio como requisito indispensable para que la herencia pudiera ser
adquirida por los herederos voluntarios que hubiera sido deferida, esto es, abierta a
favor del heredero. Dicha apertura o delación de la herencia, se producía tanto en la
sucesión intestada como en la testamentaria, en el instante de la muerte del causante, a
menos, en esta última, que la institución estuviera sujeta a condición, en cuyo caso la
adquisición no tenía lugar hasta su cumplimiento.

La aceptación de la herencia fue para los romanos una declaración de voluntad,


que debía dar nacimiento a la adquisición de derechos hereditarios, podía ser expresa o
tácita. Cabía al heredero voluntario la posibilidad de renunciar a la herencia. Tal
renuncia o repudio no estaba sujeta a actos formales y podía, por tanto, resultar de una
conducta de significado concluyente, como si el heredero dejaba transcurrir el plazo sin
hacer la adición.

Al realizarse la adquisición de la sucesión, las personas denominadas herederos


que adquieren un conjunto de relaciones patrimoniales junto a todos los derechos
transferibles y transmisibles del causante, los cuales se presentaban de dos clases: los
herederos necesarios que adquirían la sucesión de forma obligatoria, por el solo hecho
de encontrarse vivos y ser capaz de poseerlas desde el momento desde que se les
concediese; presentando así ninguna condición para llevarse a cabo, puesto que no
resultaba imprescindible que el heredero fue infante, impúbero o loco, ya que estos no
manifestaban voluntad alguna para recibir dicha sucesión. Sucedía todo lo contrario por
decirlo así, sus propios herederos: heredero sui. En esta clase de herederos sucedían al
difunto en primer término a los suit et necesarii, a falta de éstos se daba la herencia al
agnado más próximo y en su defecto a los gentiles.

El criterio inspirador de la sucesión ab intestato es la preemencia del parentesco


agnaticio y la conservación de la estructura jerárquica de la familia arcaica. Por ello,
estaban los siguientes herederos:

 Herederos voluntarios: Todos los herederos no instituidos en las categorías


anteriores eran herederos externos o voluntarios:

 Externos (extranei): Estaban fuera de la potestad del testador.

 Voluntarios: La herencia no la adquirían de pleno derecho, siendo libres de


aceptarla o rehusarla.

En efecto, cuando se devolvía la sucesión a un heredero voluntario, no la


adquiría más que aceptándola, yendo por ella; de aquí vienen las expresiones adire
hereditatem, aditio.

II.IX Adición y repudio de la herencia.

La adición era el acto en virtud del cual el heredero expresaba su intención de


aceptar (cretio) la herencia, este acto podía ser expreso o tácito. En el primer caso es la
expresión de la voluntad verbal o escrito. En el segundo basta sólo con que el heredero
se maneje o ejecute actos como heredero, considerándose al fin como el continuador,
sucesor de la persona que ha fallecido.

En cuanto al repudio de la herencia el Derecho antiguo no la admitía. En la


época clásica, en cambio, si se podía realizar válidamente, de cualquier modo que fuese
expresada la voluntad de no heredar. La repudiación, al igual que la adición, era
irrevocable.

En Derecho clásico, fue considerada nula si el testador imponía el requisito de la


cretio; en tanto que no transcurriese el plazo fijado, quedaba siempre la posibilidad de
realizarla, y si el heredero quería repudiar la herencia, no tenía otro recurso que dejarlo
expirar. Las normas sobre la cretio carecían de toda importancia práctica, en la época de
Justiniano gracias a la ley de Arcadio y Teodosio que declaró abolida esa institución.

III. Confusión hereditaria.

Con la adquisición se produce la confusión de patrimonio del heredero y del


causante.

Durante la fase del Derecho romano clásico, el fenómeno de la sucesión suponía


además de un cambio de titularidad en el patrimonio hereditario, una profunda
alteración de las deudas de éste que no sólo cambiaban de titular sino que ni siquiera
seguían afectando separadamente al patrimonio del causante; por el contrario una vez
confundidos los bienes de la herencia con los del heredero, habían de concurrir con las
deudas particulares de éste. De este modo, e integrados los bienes del causante en el
patrimonio del heredero, los acreedores del difunto y los particulares del heredero
podían dirigirse indistintamente contra los bienes propios del heredero. Se produce pues
la confusión del patrimonio del causante con el patrimonio del heredero.

III.I Patrimonio del causante y del heredero.

El patrimonio del causante, era persona que transmite su patrimonio por causa de
su fallecimiento. En el Derecho romano se le llamó (as) y se dividía en cuotas ideales
llamadas uncias (12 y sus múltiplos).

Dentro del mismo contexto de la sucesión, el patrimonio del heredero lo


constituían la persona o conjunto de personas que recibían el patrimonio del causante.

III.II Derecho de acrecer.


Cuando varias personas son llamadas a la misma herencia o al mismo legado, en
el caso de que alguna de ellas no llegue a adquirir, su parte pasa a los coherederos o
colegatarios por derecho de acrecer (ius adscrescendi).

El acrecimiento es una institución de carácter general que tiene lugar en caso de


comunidad jurídica, cuando el mismo derecho pertenezca solidariamente a una
pluralidad de personas. Por ello el derecho de acrecer se aplica también al condominio.

En derecho hereditario se distingue la llamada a herederos o legatarios


conjuntamente, o en grupo (coniunctim), o separadamente (disiunctim).

El derecho de acrecer tiene lugar tanto en la sucesión intestada como en la


testamentaria, y en ésta se aplica a la institución de heredero y a los legados. En la
sucesión intestada o legítima el acrecimiento se da siempre en los casos de pluralidad de
herederos.

En los supuestos de pluralidad de legatarios se distinguen:

 Si el legado es vindicatorio, que atribuye al legatario la propiedad de la cosa


legada, si no adquiere uno de los colegatarios, la cuota o parte vacante acrece a
los otros. Lo mismo ocurre en el legado preceptorio.

 Si el legado es damnatorio, la obligación a cargo del heredero, se fracciona en


tantas partes cuantas sean los legatarios. Por ello, si uno de ellos no adquiere, no
tiene lugar el acrecimiento de los otros legatarios, sino que su parte se queda en
la herencia, es decir, el heredero no tiene que pagarle.

 En el legado vindicatorio de usufructo, con varios legatarios, y lo mismo en el


preceptorio, se da un acrecimiento a favor de los otros usufructuarios como
consecuencia de que el derecho de usufructo es personal e indivisible.

III.III Colaciones.

Se llama acción de colación a la obligación que tenía un heredero forzoso de


traer a la masa hereditaria el valor de aquellos bienes que recibió del causante en
concepto de donación.

Toda donación hecha por el causante en vida a uno de los herederos forzosos se
considera como un simple adelanto de herencia, es decir, que en el momento de hacer la
partición de la herencia se computará dentro de su porción lo recibido con anterioridad
en concepto de donación, compensándose a los otros con bienes de igual valor.

III.IV Comunidad hereditaria y división de la herencia.

Es la situación de cotitularidad hereditaria que se crea con la posibilidad de una


delación conjunta y simultánea a varios herederos que aceptasen la herencia deferida a
su favor. En virtud de esta comunidad y puesto que el llamamiento a la herencia tiene
carácter universal, el derecho sobre los bienes que la constituyen pertenece al conjunto
de los coherederos designados. Luego la comunidad hereditaria es una peculiar
situación jurídica en que se encuentran los herederos frente al acervo hereditario.

Tanto en el antiguo consortium como en la más moderna comunidad, tiene la


función de traducir en cosas concretas aquellas cuotas ideales y abstractas que
corresponden a cada coheredero. Por tanto, es el acto que, haciendo cesar la comunidad,
atribuye a cada uno la titularidad plena de determinadas cosas en lugar de la cuota
abstracta. Tal consortium podía cesar en cualquier momento y procederse a la división
por unánime voluntad de los coherederos. Si no se llegaba a la división de común
acuerdo, ésta podía actuarse judicialmente mediante el ejercicio de cualquier heredero
de la llamada actio familiae erciscundae: familia equivale en el lenguaje arcaico a
patrimonio hereditario, y erciscere se entiende por los juristas clásicos (Gayo 2, 219) en
el sentido de dividir; así pues, la acción de división de herencia.

III.V Acciones hereditarias (Hereditatis petitio, quorum bonurum).

Competen, naturalmente, al heredero, como sucesor universal, las acciones


correspondientes a cuantas relaciones jurídicas componen la herencia; v. gr.: las
acciones reivindicatorias, basadas en las propiedades de su causante, contra todo el que,
indebidamente, retenga las cosas heredadas. No necesita más, cuando el litigio
planteado sólo verse sobre una relación concreta y el demandado discuta la existencia
del derecho que el demandante como heredero ejercita. Supóngase, por ejemplo, que un
deudor del difunto, demandado por el heredero, niegue la deuda o no reconozca el
derecho del causante, o bien que el heredero reivindique una cosa material incluida en la
herencia y el demandado alegue que no pertenecía al difunto, sino que es de propiedad
suya o de un tercero. Para ejercitar estas "acciones singulares" no es preciso hacer valer
los derechos hereditarios, sino la existencia en concreto del derecho de que se tata,
adquirido con la herencia.
Principalmente el heredero se halla asistido por una acción de carácter universal,
basada en su derecho hereditario:

 La hereditatis petitio o acción de petición de herencia, mediante la cual puede


reclamarla cuando se encuentre en manos de un tercero. Tiene por especial
cometido esta acción dirimir los litigios que versen directamente sobre el
derecho hereditario, pudiendo ejercitarse solamente contra quien posea pro
herede o pro possessore. Se entiende que posee pro herede el que se arroga
derechos hereditarios –no simples derechos concretos, pertenecientes a la
herencia– y apoyado en ellos –alegando, por consiguiente, un título universal, se
apropia de ciertos bienes como hereditarios, reteniendo cosas que, jurídicamente
o de hecho, pertenecen a la herencia –corporis possessor– o bien negándose a
pagar lo adeudado al difunto, alegando ser él su heredero –juris possessor–.
Possidens pro possessore se llama, en cambio, a quien no invoca título alguno
que justifique la retención de los bienes. El heredero puede exigirle también la
devolución de la herencia, es decir, de cuanto la compone, aun de aquellas cosas
en que al difunto sólo correspondiese una posesión de hecho.

 Quorum bonurum: Interdicto que se concedía al heredero pretorio o bonorum


possessor contra quien poseía los bienes de la herencia como heredero o como
poseedor sin causa. El fin del ejercicio de este interdicto era reclamar los bienes
de la herencia.

IV. Sucesión testamentaria.

Por el testamento el paterfamilias designaba entre los sui al más digno para
continuar la jefatura política de la familia. En el ius civile la sucesión era estrictamente
regulada y, por efecto de ley prevalecía la testamentaria, debido a la calificación
negativa dada a la sucesión intestada. En las XII Tablas (Tabla V) decía: si muere
intestado el que carece de heredero familiar, tenga la herencia el próximo agnado, y si
no hay agnado tenga la herencia los gentiles. Los agnaticios no se hacen herederos, sino
que sólo tienen el poder de apropiarse de la familia.

IV.I El testamento.

En el Derecho Romano la persona que testaba designaba ante todos; uno o varios
herederos, bien directamente o bien como sustitutos de los instituidos en primer lugar.
Pero el testador también estaba capacitado para hacer otra clase de disposiciones, como
por ejemplo; los legados o fideicomisos, las concesiones de libertad a esclavos (no eran
propiamente manumisiones), la asignación del patronato, los nombramientos de tutores
o la ordenación de sepultura.

IV.II Concepto.

Es la disposición de última voluntad con que una persona determina el destino


de su patrimonio después de su muerte.

En derecho romano, el testamento (en latín testamentum) fué un acto jurídico


solemne por el que una persona con capacidad para ello hacía constar su voluntad
dispositiva acerca de su propio patrimonio para después de su fallecimiento. Por este
acto se permite a una persona sui iuris, en la que no concurra ninguna incapacidad que
lo impida, otorgar una ley a su propio patrimonio. Para los romanos esta institución solo
podía entrar en vigor para el momento de la muerte de la persona.

El jurisconsulto Modestino definió el testamento: "testamentum est voluntatis


nostrae iusta sententia de eo quod quis post mortem suam fieri velit"; pero esta
definición es defectuosa, ya que, identificado en ella el testamento con cualquiera
declaración de última voluntad, no expresa el verdadero carácter por el cual se distingue
el testamento de los codicilos, que es precisamente la institución de heredero.

IV.III Característica.

Sus características fueron:

 Acto jurídico.

 Unilateral.

 Personalísimo y Solemne (por ser formal o estricto).

 Revocable (porque se pude volver a modificar por parte del Testador).

IV.IV Tipos de testamentos.

En el antiguo Derecho Civil, existían dos testamentos “in calatis comitiis”, “in
procinctu”. Posteriormente se agregaron otras fórmulas, que fue apareciendo en la
medida que se fue transformando la economía romana.
 In calatis comitiis: Se convocaba previamente al pueblo dos veces al año. El
pueblo era testigo. Solo se limitaba a darle autenticidad al acto. Exigía la
presencia de los pontífices quienes cuidaban de las solemnidades. Los
representantes de los pueblos deliberaban si era procedente la testamenti facti
activa y pasiva, por cuento con esta decisión se ponían en juego el interés y la
integridad del patrimonio de clan. Generalmente lo realizaban los soldados que
iban a la guerra aun cuando era el testamento de la paz. Era esencialmente
irrevocable a menos que se convocaran nuevamente los comicios. No podían
usar de esta forma testamentaria: las mujeres, los peregrinos, los plebeyos, los
impúberes y los sordomudos.

 In procinctu: Era hecho en forma precipitada por la urgencia del caso en el frente
de batalla que así sustituía al pueblo. Era el testamento de la guerra.

 Per mancipatio familiae: Consistía en una manera privada muy peculiar de


testar, por la cual el de cujus vendía todo su patrimonio por entero al heredero
mediante el procedimiento de la Mancipatio, pero reservándose los frutos de
todos esos bienes de por vida. Solo era revocable por una remancipatio.

 Per aes et libram: Era derivada de la anterior pero por la cual el heredero era
constituido por una de las maneras solemnes en un simple custodio e
intermediario para que a la muerte del de cujus dispusiera de la herencia y la
distribuyera entre los beneficiarios, siendo esta fórmula la custodia o de
intermediarios eminente revocable. Usaba el mismo procedimiento de la
mancipatio. Se mantiene el secreto mediante forma oral que refrendaban los
testigos. Pero se instituye la necesidad de la forma escrita refrendada igualmente
por los testigos. Era revocable.

 Nuncupativae: Era el acto de otorgar testamento oral mediante la declaración


oral designando al heredero, en presencia de siete testigos o revocando uno
anterior con otro nuevo. Ofrecía menos garantías, y se hacía cuando había
urgencia del caso, no era necesario dejarse por escrito.

IV.V Capacidades.

Gayo (2. 114), afirmó que para saber si un testamento era válido, primero se
debía ver si el testador tenía la facultad de testar. Esta facultad no se refiere sólo al
testador, sino también a su relación con las otras personas mencionadas en el
testamento.

Igualmente se exigía que el testador fuese libre, ciudadano romano y sui iuris.
Los sometidos a potestad o alieni iuris podían disponer mortis causa sólo del peculio
castrense o cuasi castrense.

IV.VI Contenido del testamento.

Característica esencial del testamento, en lo que atañe a su contenido, es la


institución de heredero. Este requisito es, nos dice Gayo (II, 229), "velut caput et
fundamentum totius testamenti"; más aún, se considera nula toda disposición de última
voluntad contenida en el testamento que anteceda a esa cláusula capital: "ante heredis
institutionem inutiliter legadura". Hasta Justiniano, no fue derogado este formalismo de
la institución testamentaria. El nombramiento de heredero debe expresarse en palabras
categóricas y precisas –certis et imperativis verbis– y recaer sobre persona determinada:
"Titius heres esto"; "Tititum heredem esse jubeo", etc.

El Derecho romano declaró nula la institución de incertae personae; no se


admitía, por ejemplo, dejar por herederos a "los pobres". Persona "incierta" se considera
asimismo la que otro haya de designar, así como, en general, la determinable en un
momento ulterior –por ej. "quisquis primum ad funus meum venerit heres esto"– o que
no haya nacido aún. Se exceptúan solamente los postumi sui, cuya institución y
desheredación fue admitiéndose paulatinamente.

Al principio también se consideró nula, como de personae incertae, la institución


de personas jurídicas; pero más tarde, en el transcurso de los tiempos, se va extendiendo
la testamentifacción pasiva a las públicas, y el Derecho justinianeo declaró lícito el
nombramiento hereditario de personas "inciertas", si entraña una fundación pía de
carácter eclesiástico –por ej., a favor de los pobres o de los enfermos–.

La institución de heredero podía sujetarse a condición o a término suspensivos;


por ejemplo, Tito será mi heredero si no hay guerra con Tracia; o bien, Mario será mi
heredero cuando Tricio fallezca; sin embargo, la condición y el termino resolutorios no
se permitieron, pues contrariaban el principio de que “el heredero una vez instituido es
siempre heredero” (semel heres, semper heres), por lo tanto, no se admitía ninguna
disposición que lo privara de tal calidad y en caso de que el testador lo hubiera incluido,
se tenía por no admitido.

IV.VII Interpretación de la voluntad testamentaria.

La eficacia del testamento tiene su fundamento en la voluntad del disponente.

Los juristas romanos elaboraron una serie de reglas sobre la interpretación de las
cláusulas testamentarias en las que debía prevalecer siempre la voluntad del testador.

En la jurisprudencia republicana se daba mayor relevancia a la voluntas defuncti,


y según Tuberón «las palabras eran sólo un medio de expresión de esa voluntad». Celso,
afirmó que «la intención del que testa es anterior y de mayor relevancia que la voz».

En relación con las condiciones que se disponían en los testamentos, Ulpiano,


afirmó que «tiene preferencia la voluntad del difunto que es la que impera a las
condiciones». Esta prevalencia de la voluntad perdura hasta Justiniano, el cual reconoce
que siempre seguimos los vestigios de la voluntad del testador.

IV.VIII Nulidad ab initio de los testamentos.

La nulidad podía ser inicial (ab initio) cuando el testamento adolecía de un vicio
inherente a su redacción, o sobrevenida, cuando siendo válido en el momento de su
redacción, posteriormente dejaba de serlo.

La nulidad inicial se presenta cuando faltan algunos de los requisitos exigidos


por la ley, a saber: capacidad de disponer por testamento (testamentifactio), la forma
exigida para su otorgamiento, institución de heredero hecha válidamente.

IV.IX Invalidación de los testamentos.

Esta se daba en caso que no reuniere los requisitos exigidos por ley para su
validez por las causas siguientes:

 Cuando el testador perdía la capacidad para disponer después de redactar el


testamento (por ejemplo si caía en la esclavitud).

 Cuando era preterido (omitido) un hijo póstumo de uno u otro sexo, el


testamento era válido inicialmente, pero luego de sobrevenir el nacimiento del
póstumo, se invalidaba por completo.
 Cuando el testador revocaba el testamento, u otorga otro que invalidaba el
anterior.

 El testamento también pierde sus efectos cuando el heredero o herederos


instituidos no quieren o pueden aceptar la herencia, y entonces se hablaba de un
testamento desertum. Esto es lo que ocurre, por ejemplo, cuando el heredero
muere antes que el testador.

IV.X Revocación de los testamentos.

Revocar, del latín revocare, significa dejar sin efecto una disposición. Como ya
hemos aprendido, el testamento es un acto revocable y el testador es libre de modificar
hasta el momento de su muerte las disposiciones testamentarias.

Ahora bien, la revocación podía realizarse de distintas formas:

 El Derecho civil sólo conoce un modo de revocar el testamento, y esto es,


redactando uno nuevo. El testamento nuevo anula el precedente; de ahí que si un
testador muere dejando varios testamentos, el último es el único válido.

 Teniendo en cuenta que en el Derecho pretorio lo decisivo es el documento, el


Pretor admite que para revocar un testamento, el testador no tiene porqué
redactar otro nuevo, pues basta con que destruya las tablillas donde fue
redactado, rompa los sellos, o borre nombres o disposiciones.

 Justiniano decide que el testamento pudiese ser también revocado por simple
declaración hecha ante un Magistrado o ante tres testigos, admitiendo, desde
luego la revocación mediante la redacción de un segundo testamento, que
invalida mediante la redacción de un segundo testamento, que invalida
automáticamente un testamento anterior.

V Disposiciones testamentarias.

El modus en las disposiciones testamentarias se desarrolló en el Derecho Ro-


mano como un medio por el cual el testador beneficiaba con ciertos bienes o
prestaciones de su herencia a determinadas personas que no tenían capacidad para ser
herederos o legatarios.

V.I Fideicomiso.
Fideicomiso era la transmisión de uno o más bienes, cantidades de dinero o
derechos, presentes o futuros, a una persona natural o persona jurídica llamada
fiduciario, para que sean administrados o invertidos de acuerdo a un contrato, a favor
del propio fideicomitente o de un tercero, llamado beneficiario.

Al principio en el Derecho romano, el fiduciario sólo tenía una obligación moral,


y no existía medio jurídico alguno para exigirle el cumplimiento del encargo. Pero a
partir de Augusto (s. I d.C.) se admitió que, cuando el fraude a la voluntad del
disponente fuese particularmente reprobable, el fideicomisario podía dirigirse extra
ordinem al magistrado (concretamente los cónsules) para obtener una ejecución
mediante medidas coactivas. A partir de ahí, pronto fue reconocida una fuerza
obligatoria, creándose un Pretor especial (Praetor fideicommissarius) que tenía
jurisdicción para ocuparse de todas aquéllas cuestiones atinentes a los fideicomisos.

Los fideicomisos, aunque modelados a imagen y semejanza de los legados,


originariamente los distanciaban notables diferencias:

 El fideicomiso puede estar contenido tanto en un testamento como en un


codicilo, mientras que el legado sólo podía ser ordenado por testamento.

 El legado sólo podía disponerse a cargo del heredero testamentario, mientras que
el fideicomiso podía ser dispuesto a cargo del heredero testamentario o ab
intestato, de un legatario o del propio fideicomisario, esto es, a cargo de
cualquier persona que recibiese algo de la herencia.

 Originariamente, a diferencia del legado, el fideicomisario podía ser cualquiera,


incluso personas privadas de testamentifactio, por ejemplo, extranjeros.

 Mientras el legado debía ordenarse con palabras solemnes e imperativas


(imperativis verbis) y utilizando la lengua latina, el fideicomiso no estaba sujeto
a formalidad alguna (precativis verbis = a modo de ruego), podía encargarse por
escrito o verbalmente, mediante cualquiera palabras, incluso por signos
(Ulpiano, Reg. 25, 3), admitiendo también el uso del griego.

Paulatinamente estas diferencias se atenuaron, y legados y fideicomisos que


habían sido figuras netamente distintas y seguido caminos diferentes, fueron, por la
identidad de sus funciones, avecinándose gradualmente, hasta casi su total unificación
bajo Justiniano.
V.II Legados.

El legado fué una disposición contenida en el testamento, por la cual el testador


concede a una persona cosas determinadas o derechos, que segrega de la herencia sin
conferir a esa persona el título de heredero.

La institución de legatario se distingue de la institución de herederos, en que el


primero recibe bienes determinados, servicios, prestaciones concretas e individuales, en
cambio el heredero, recibe un patrimonio o una parte alícuota de él, en que se incluye
bienes, derechos y obligaciones. Si no hay disposiciones especiales, los legatarios se
regirán, por las mismas normas de los herederos.

El Derecho romano nos ofrece varias definiciones de legado:

 Florentino (D. 30, 116 pr.): Legado es una detracción de la herencia, con la cual
quiere el testador que sea dado a otro algo de lo que en su totalidad habría de ser
del heredero.

 Modestino (D. 31, 36): El legado es una donación dejada por testamento.

 Justiniano (I. 2, 20, 1): Legatum est donatio quaedam a defuncto relicta.

Tales definiciones no son demasiado exactas. La de Florentino, porque el legado


no siempre implica una detracción de las cosas pertenecientes al caudal hereditario,
puesto que podían legarse cosas del heredero o de un tercero. Las de Modestino y
Justiniano, porque no siempre el legado importa un enriquecimiento para el legatario,
rasgo característico de la donación: al legatario puede imponérsele un gravamen
equivalente al valor de lo legado.

De estas observancias se podría afirmar que el legado fue toda liberalidad mortis
causa, ordenada por el testador en el testamento o en un codicilo, a favor de una persona
(legatario) sin conferirle el título de heredero. Nuestro Código civil no nos ofrece
definición alguna de legado.

V.III Codilicios.

Se utilizaba para completar el testamento, como un apéndice al mismo. Forma


más libre y flexible. En él no podía recogerse la institución de heredero pero si
manumisiones, legados, nombramiento de tutores. Fué compatible con la apertura de la
sucesión intestada.
V.IV Donatio mortis causa.

"Hay donación a causa de muerte cuando el donante prefiere tener él a que tenga
el donatario, y que tenga su donatario a que tenga su heredero" (Marciano, 9 inst. D.
39.6.1 pr). Por lo tanto, era una donación con vistas a una muerte próxima o futura.

Esta donación, conocida desde época antigua, sustituía prácticamente al


testamento y servía para evitar algunos de sus inconvenientes. Por ella se podían realizar
atribuciones patrimoniales de carácter particular.

Se distingue, por ello, la donación mortis causa de la "verdadera y definitiva


donación que se confiere de modo que no se puede revocar en ningún caso" (Paulo, D.
39.6.35.2).

La donatio mortis causa entra también en la categoría de las mortis causa


capiones. No proviene de la herencia, sino que se adquiere en el último momento de la
vida del donante, siendo, por lo tanto, independiente de la adquisición hereditaria; sin
embargo, era regida generalmente por las normas sobre legados, ya que ésta, mermaba
la herencia, y en cierto sentido representaba una disposición indirecta sobre los bienes
hereditarios.

Las donaciones mortis causa fueron válidas, aunque por lo general excedían de
la tasa establecida para las donaciones, y eran otorgadas en codicilo, es decir, sin
insinuación judicial. Igualmente se hallaban sujetas a las normas deductivas de la
quarta falcidia a favor del heredero, y coincidían también con los legados en que su
efectividad presuponía la solvencia del caudal hereditario, y sólo podían satisfacerse
cuando quedaban bienes líquidos suficientes después de saldar las deudas.

La donación era considerada perfecta sólo en el momento de la muerte del


donante y era revocable mientras esté estuviese vivo.

En derecho clásico se produce un proceso de acercamiento entre la donación


mortis causa y el legado, que culmina en el derecho justinianeo.

V.V Mortis causa capione.

Se denominó mortis causa capiones; todas aquellas adquisiciones basadas en la


última voluntad de una persona, y que no adoptaba la forma de herencia ni de legado o
fideicomiso.
Con el tiempo la regulación de las donaciones mortiscausa se acercó a la del
legado y se le aplicaban sus normas como por ejemplo; la cuarta falcidia.

CONCLUSION
BIBLIOGRAFIAS

Instituciones de Derecho privado romano, R. Sohm, páginas 587 - 588.


http://www.derechoromano.es/2011/12/h.erencia-yacente.html.
Instituciones de Derecho privado romano, R. Sohm, páginas 575 - 583.
Junio 10, 2019 CBC, DERECHO, derecho latinoamericano, derecho romano, facultad,
sucesiones, UBA
MONOGRAFIA-DERECHO-SUCESORIO-EN-EL-DERECHO-ROMANO.docx
Derecho Privado Romano - Antonio Ortega Carrillo de Albornoz.

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