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1.

Contexto histórico Kant


Immanuel Kant vivió en el siglo XVIII, de 1724 a 1804, coincidiendo con la Revolución francesa
en 1789 y los inicios de la Revolución Industrial. Estos cambios estuvieron vinculados a la
consolidación del capitalismo y al ascenso social y político de la burguesía, quien impuso un
nuevo modelo cultural: la Ilustración. Kant la describe como aquella actitud mental por la que
el hombre se decide a salir de su “minoría de edad” utilizando su razón sin ayuda de otro.
En el siglo de las luces se pretende desenterrar al hombre del oscurantismo en que viven por
ignorancia, como transmitía la enseñanza religiosa. En el terreno político, predomina el
despotismo ilustrado, sistema en el que los monarcas aplicaban las reformas sociales
propugnadas por los ilustrados, para buscar un régimen adecuado a la razón humana. 
El prototipo de monarca ilustrado fue Federico II el Grande, muy admirado por Kant y
Rousseau también. La Ilustración lleva al hombre a responsabilizarse de su saber y de su obrar,
ejerciendo la fuerza del pensar por sí mismo y decida sus acciones personalmente.
Todos los ilustrados pensaban que los avances educativos, científicos y tecnológicos harían
posible una humanidad más justa e igualitaria. Así, Kant proponía fundar una Sociedad de
Naciones que acabara con la rivalidad entre los Estados. En el terreno científico, la ciencia
avanzó considerablemente con la física de Newton que culminó la obra de Copérnico, Kepler y
Galileo, con una concepción de la ciencia basada en la combinación de la experimentación y el
cálculo matemático.
En esta época, Kant extrae que la conciencia del deber o la virtud no nacen desde fuera de la
razón humana, sino desde dentro del propio sujeto. En el ámbito religioso destacan tres
corrientes: el deísmo, el pietismo, secta protestante que basaba la religión en la reflexión
personal y en la práctica de la virtud, a la cual, la familia de Kant y el mismo eran creyentes; y
el ocultismo místico.

2. La razón practica
El imperativo categórico
La razón humana no se ocupa solamente de “lo que es” el conocimiento sino de lo que se
“debe hacer”, la moral. El primero es su uso teórico y el segundo el práctico, ahora nos
centraremos en el práctico donde se parte en La crítica de la razón práctica. Esta parte del
factum morale: un hecho del cual todas las personas tienen conciencia de la bondad o la
maldad de sus actos. La crítica mencionada intenta determinar cuales son las condiciones de la
moralidad. La práctica determina la voluntad, por lo tanto, su objetivo es la acción. Por eso, el
deber se expresa en imperativos.

Los imperativos pueden ser de dos clases:

a) Los imperativos hipotéticos: son aquellos que determinan la voluntad solo cuando se
quiere un objetivo. Por ejemplo, “si quieres aprobar el curo, DEBES estudiar”. Tener o
no tener el deseo de alcanzar ese fin algo que depende del actuante, por ello, su
necesidad esta condicionada al fin que se propone.
b) Los imperativos categóricos: son aquellos que determinan la voluntad simplemente
como voluntad, prescindiendo de los efectos que pueda lograr la acción. El imperativo
categórico dice “debes”, por ejemplo, “debes decir siempre la verdad”. Por ello, son
leyes prácticas que resultan válidas INCONDICIONALMENTE, para el ser racional. Esta
incondicionalidad es la esencia de la moralidad, es decir, son leyes morales porque la
incondicionalidad las hace universales y necesarias. El deber moral es aquel que se
quiere por si mismo, simplemente por tu deber. Por lo tanto, la voluntad moral se guía
por imperativos categóricos, lo que la razón determina como e deber en sí mismo, lo
que ha de ser.
Por ello, lo que determina que una acción sea buena es si responde a un imperativo
categórico, así que no es el contenido de la acción, sino por qué se hace esa acción, es
decir, su FORMA, se hace simplemente porque es su deber. En conclusión, no es buena
la acción, sino la voluntad que la realiza.
La buena voluntad para Kant es la que actúa solo por deber. El actuante realiza la
acción, como dice Kant “por puro respeto a la ley”.

De esta ley se derivan dos características de la moral kantiana:

- Es formal: los contenidos son por qué se hace lo que se hace, nos dice cómo es el
deber. La razón humana es la que determina que se debe hacer en cada caso siguiendo
el imperativo categórico (máximas de actuación), por eso es a priori.
- Es autónoma: la ley no es impuesta desde fuera (heteronomía), sino desde la propia
voluntad (autonomía). Esta autonomía constituye la libertad: el sujeto racional actúa
libremente por deber, respetando el mandato que proviene de su propia razón. La
heteronomía para Kant constituye una forma de esclavitud ya que implica una
negación de la racionalidad de un sujeto racional.

Las leyes morales pueden no cumplirse porque está sujeta a la razón y a las inclinaciones
sensibles, en cambio, las leyes naturales se cumplen estrictamente.

Los postulados de la razón práctica


Acabamos de ver como la libertad es una condición sin la cual no sería posible la
moralidad. Pero la existencia de la libertad es solo una exigencia, es decir, un supuesto
necesario. Es lo que Kant llama un “postulado”. No es una afirmación teórica la libertad (ya
que dice que debe existir). Además, esto implica dos postulados más: la inmortalidad del
alma y la existencia de Dios.

- La libertad: recordemos que la categoría de la causa se aplicaba al mundo fenoménico.


Y aunque sea imposible aplicarla teóricamente al noúmeno, si es posible aplicarla en la
moral a la voluntad pura y, por lo tanto, es posible concebir la voluntad pura con como
causa libre. El hombre se descubre como perteneciente a dos mundos: como
fenómeno se reconoce en cuanto determinado y sujeto a la causalidad mecánica, en
cambio, se descubre como ser inteligible y libre, en virtud de la ley moral.
- La inmortalidad del alma: la acción moral tiene como objetivo alcanzar el sumo bien.
Pero este, para el hombre, que es un ser finito, no solo consiste en la virtud, sino
también en la felicidad a la que aspira como ser racional y finito. Pero en este mundo,
el fenoménico, virtud y felicidad no van unidas ya que son dos cosas distintas, una no
implica a la otra. Para poder ser propiamente digno de la felicidad el ser humano debe
poder promover hasta el infinito su perfeccionamiento moral y solo en ella se dará la
perfecta unión entre virtud y felicidad. Pero ningún ser racional puede alcanzarla.
- La existencia de Dios: deriva de lo anterior. La existencia de Dios como condición de la
conexión sintética entre la virtud y la felicidad. Puesto que la unión de virtud y
felicidad solo puede ser producto de una voluntad santa y omnipotente.

Así, pues, en aquel mundo inteligible y nouménico: la libertad, la inmortalidad y Dios dejan
de ser simples ideas para convertirse en postulados.
3. Vocabulario de Kant
La filosofía kantiana tratará de responder tres preguntas fundamentales:

¿qué puedo conocer?

GNOSEOLOGÍA O EPISTEMOLOGÍA. Crítica de la razón pura.

¿Qué debo hacer?

ÉTICA. Crítica de la razón práctica.

¿Qué me cabes esperar?

RELIGIÓN. La religión dentro de los límites de la mera razón.

Todas se resumen en una: ¿Qué es el hombre? ANTROPOLOGÍA

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