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Pruebas de evaluación de eficiencia y comparación de tratamientos

profilácticos y terapéuticos en aves


Realización de ensayos con infección experimental de bacterias patógenas
para pruebas de eficiencia de vacunas, desinfectantes, antibióticos u otros
agentes profilácticos o terapéuticos en aves de diferentes edades tanto en
gallinas ponedoras como en pollos parrilleros.

Para la realización de los ensayos se dispone de 2 bioterios para la cría y recría de aves libres de
enfermedades bajo alto nivel de bioseguridad. Estas instalaciones cuentan con 5 salas separadas con
calefacción, sistema de control de luz, extracción de aire, piso y paredes de cerámicos. Se pueden criar
aves desde el primer día de vida hasta cumplir el ciclo de vida productiva - 1 año en ponedoras o hasta
60 días de pollos parrilleros-. Además existe la posibilidad de incubar huevos embrionados en la sala de
incubación experimental (hasta 2000 huevos) que funciona en edificio anexo.

Por otro lado, en un edificio independiente, está la unidad de infección experimental que cuenta con alto
nivel de bioseguridad. En estas instalaciones hay 23 cubículos experimentales de diferentes tamaños.
Estos cubículos están hechos de cemento con puertas de vidrio y pisos metálicos elevados para evitar
el contacto de las aves con los excrementos. El agua se administra mediante sistema de niples y el
alimento se administra desde el exterior de los cubículos mediante tubos plásticos hacía los comederos,
evitando contacto del personal con las aves infectadas. Estas instalaciones cuentan con calefacción,
sistema de control de luz y aire forzado.

Ya están establecidos los modelos de infección experimental con Salmonella sp. (Tifosis y Paratifosis


aviar), Pasteurella multocida (Cólera Aviar), Avibacterium paragallainrum (Coriza infecciosa de las aves)
y otras. Se realiza un diseño experimental según la prueba requerida tales como  pruebas de eficiencia
de vacunas, adyuvantes, desinfectantes, antibióticos, ácidos orgánicos, probióticos, prebióticos u otros
tratamientos profilácticos o terapéuticos.
Seguimos con una faena récord de 2
millones de pollos por día”
Esto lo afirmó Roberto Domemech, presidente del Centro de Empresas
Procesadoras Avícolas (CEPA), entidad que representa los intereses de una
industria que produjo 10 millones de toneladas de alimentos, en los últimos cinco
años.

FACUNDO SONATTI
facundo@motivar.com.ar

En los últimos 15 años, la industria avícola argentina


triplicó su producción. Las más de 2 millones de toneladas que se procesaron en 2016, constituyen un negocio de US$
3.000 millones, equivalente a poco más del 0,6% del PBI nacional.
Si bien esta proeza se consiguió en base a ventajas comparativas y competitivas, inversión y precio, algunas variables
comienzan a mostrar señales de alerta.
“Todos esperamos una mejora en el tipo de cambio, aunque sabemos que no llegará este año”, analizó Roberto
Domenech, presidente del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA) y referente con medio siglo en la actividad,
en un interesante mano a mano con MOTIVAR.
“Seguimos con una faena récord de 2 millones de pollos por día, pero una mejora en los reintegros es otra de las
alternativas para mantener las líneas de producción y exportación”, agregó el directivo. Y avanzó: “al no ser competitivos
ya en el mercado internacional, los excedentes se vuelcan al mercado interno, con su consiguiente impacto en los precios,
arrastrando toda la industria a una situación crítica”.
Un negocio de alto vuelo
En Argentina se producen dos de cada 100 toneladas de pollo que se crían en el mundo y ese valor se incrementa hasta
cerca de un 5% si se posa la lupa sobre los distintos países de América.
Ranking de productores   

Facturación
Grupos Socios US$ Aves Faenadas Participación/total %

Granja Tres
Arroyos Familia De Grazia 556.668.381 129.617.532 18,47

Aves Soychú Familia Santangelo 303.830.902 72.320.028 10,3


Las Camelias Familia Marsó 204.238.494 48.614.323 6,93

Noelma Familia Eggs 162.971.127 38.791.566 5,53

Alibué Familia da Costa 108.161.028 25.745.270 3,67

Proteinsa (ex Familias Perea Amadeo,


Rasic) Ripoll y Lacau 99.234.629 23.620.544 3,37

Fuente: Información propia en base a cifras del Senasa y empresas. Año 2016.

Sin embargo, nuestro país no tiene hoy un peso relevante en el comercio internacional de “carne blanca”.
Mientras que a nivel global se producen cerca de 100 millones de toneladas cada año, el continente americano aporta 44
millones. Pero son los Estados Unidos y Brasil los que se quedan con dos terceras partes de ese volumen.
México completa el podio, a razón de 3 millones de toneladas por año y en el cuarto lugar aparece la Argentina.
En ese contexto, vale decir que solo el último año, la faena local ascendió a 705 millones de cabezas, con una distribución
geográfica que tiene a Entre Ríos (51%) como la provincia más relevante.
Más atrás, están Buenos Aires (35%); Córdoba y Santa Fe, con un 4,6% de participación, cada una. ¿Más datos?
La industria logra una conversión de dos kilos de cereales por cada kilo de carne de pollo. Es decir, ya sin menudencias ni
plumas. En números, esto significa que el sector avícola (carne) deglute unas 4,4 millones de toneladas: 66% de maíz y
27% de soja cada año, entre otros insumos que componen el ítem “nutrición”.
Para Luis Grieco, director de Avimetría, no existe margen para incrementar los volúmenes de consumo en el país.
“Una de las críticas que he vertido incluso frente a los industriales locales es que el pollo que presentamos en las góndolas
aún puede aumentar su calidad; todavía no estamos en el camino de la industria de carne, como ya lo están países como
Brasil y Chile con precocidos congelados, empanados, trozos más desarrollados”, disparó el consultor.
Y agregó: “se debe alimentar al consumidor argentino con 45 Kg. anuales de pollo, pero ofreciendo una mejor calidad”.
Más allá de esto y en los últimos 15 años, el consumo por habitante experimentó una suba igual de espectacular que la
producción y las exportaciones.
Según las cifras que comparte CEPA, pasó de 20 Kg. por habitante en 2003, a una proyección por encima de los 47 kilos
este año; tan alto, como en 2016.

Crecimiento a zancadas
El año 1976 fue un punto de inflexión para la industria avícola. Allí comenzó el proceso de integración que sentó las bases
de lo que ocurre actualmente.
“Hasta entonces, el consumo no superaba los 7 kilos per cápita. El pollo se vendía vivo, se elegía y se degollaba, sangraba
y pelaba para entregar al consumidor en el momento”, recordó junto a MOTIVAR Roberto Domenech.
“El proceso de integración representó una baja drástica de los costos”, afirmó el presidente de CEPA y explicó: “este
cambio propició mejoras en todas las etapas productivas que manejaban bajos niveles de rentabilidad. Logramos reducir
costos en materia de huevo fértil; pollitos bebé y alimento. La medicación nunca se integró del todo, pero en este proceso
los veterinarios pasaron de cobrar por visita a ser empleados fijos de las empresas”.
Fue también en esos años cuando el criador (integrado), decidió incluir un determinado valor fijo por su servicio, además
de un plus por ciertas pautas.
“Todo esto terminó con los pollos saliendo de los frigoríficos como el primer producto integrado, generando una baja
notable en los costos y un cambio espectacular en el consumo”, recuerda Domenech los años en que el pollo pasó de ser
una especialidad en restaurantes a integrar el plato diario familiar.
A su vez, fue en los años ’80 que comenzó el comparativo con la carne bovina.
“Si en los ’60 el pollo costaba como el lomo; en los ’70 era equivalente al cuadril; en los ’80 a la milanesa; y en los ’90 al
asado. Hoy, tres kilos de pollo equivalen a un kilo de asado. En la medida que nos despegamos del valor de la carne,
pasamos a 30 Kg., en los ’90, y a más de 45 Kg, en los últimos años”, graficó.
“El consumidor es el mismo, pero cambió el lugar; ya no está en los restaurantes, porque cuatro veces por semana se
consume en el hogar. Y ese lugar que supo tener el pollo, ahora fue ocupado por el pescado en la carta de los
restaurantes”, reflexiona Domenech y agrega: “más del 50% de la producción sale de los frigoríficos como pollo entero,
porque -al igual que lo ocurre en el resto del continente- los argentinos demandan productos grandes”.
Respecto de este tema, Grieco aportó: “la comercialización se reparte entre la venta mayorista (40%), los supermercados
(30%) y el canal minorista”.
Si se cortan las alas…
“Los valores al consumidor ya son bajos, situación que nos enorgullece. Pero es importante aclarar que es un precio
ficticio”, aclaró Domenech y advirtió: “hay empresas que están desactivando parte de su línea de producción. Esto sin
dudas impactará en una pérdida de productividad. Un frigorífico que faena 10.000 pollos por hora, baja a 8.000
repercutiendo en el desarrollo de toda la cadena. Lo grave es que si se desarma hasta la gallina, en el momento de querer
reponerla, puede demandar un año”.
El próximo frente de tormenta del sector es la discusión salarial.
“No tenemos problemas con que los trabajadores ganen más en pesos, porque el 90% de la producción de pollo se
consume internamente; el tema es ese valor medido en dólares: es muy grande la diferencia que tenemos con otros
países”, aseguró el presidente de CEPA, quien una vez más destacó el rol que jugaría una nueva devaluación del Peso
argentino para empatar los aumentos de costos.
“Seguramente la industria aumentará a unos $24 por kilo el precio interno (US$ 1.500 la Tn) para recuperar parte del
incremento de los salarios. Con ese valor, se abre la puerta a la posibilidad de que comiencen a ingresar al país pollos
desde el exterior”, concluyó.

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