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Tabla de contenido

Introducción.....................................................................................................................................1
La salud física y mental en la en la educación................................................................................2
Determinantes de la salud escolar...................................................................................................3
Cómo cuidar la salud física y mental de los estudiantes................................................................4
Recomendaciones para fomentar la salud mental de los niños: consejos para padres y
educadores........................................................................................................................................5
Conclusión........................................................................................................................................8
Referencias bibliográficas................................................................................................................9
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Introducción.
Introducción La salud física y mental en la escuela arroja cifras significativas que
reflejan un deterioro en el bienestar físico y mental de los estudiantes universitarios, debido
a que estos se sitúan en una etapa evolutiva que los dirige a una mayor adaptación en los
diferentes contextos en donde se desenvuelve, esto es a nivel social, familiar, personal,
educativo, laboral, religioso y de pareja, haciéndolos susceptibles a presentar problemas a
nivel físico o mentales, por esta razón, es significativo describir los factores de riesgo y
protectores basados en el modelo ecológico de Bronfenbrenner, con el fin de atender a la
problemática que se presenta a nivel nacional de deserción académica, enmarcado en la
línea de investigación de salud y sociedad.
La psicología aborda la salud física y mental como un tema de interés central, pues
eso permite un desenvolvimiento biopsicosocial estable y saludable, ahora bien, cabe
resaltar que el ser humano al estar bajo interacción constante con los diferentes contextos
en los que se desarrolla, modifica su salud física y mental, de esta manera, la investigación
actual da lugar ante la respuesta de interacción con los sistemas y como este interviene en la
deserción académica de los estudiantes universitarios, contemplando los factores de riesgo
y protectores que atribuyen las alteraciones en la salud física y mental.
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La salud física y mental en la en la educación


Cuando los niños tienen problemas de salud física, las escuelas pronto se dan cuenta
de ellos. Del mismo modo, las actividades de sensibilización sobre la importancia de la
salud física son comunes, ya sea que se centren en la nutrición, la higiene o el deporte.
Pero, aunque los niños tienen la misma probabilidad de sufrir problemas mentales que de
salud física, es mucho menos probable que se aborde la salud mental en las escuelas. ¿Por
qué es esto y cuál es el impacto de descuidar la salud mental en la educación?
En ese mismo contexto, la salud mental de manera individual, es moderada por
diferentes factores; sociales, como la pobreza, bajo niveles de escolaridad, biológicos y
psicológicos, las afectaciones de la salud mental se atribuyen a los cambios sociales
significativos que sean de manera rápida, al estrés laboral, exclusión social, hábitos de vida
no saludables, discriminación de género, violencia de diferentes tipos, factores de
personalidad y psicológicos que generan que un individuo este predispuesto a tener
trastornos mentales, por lo tanto, se debe trabajar en la promoción de la salud mental y
prevención de los factores de riesgo que derivan enfermedades (OMS, 2018).
Si bien las dolencias físicas suelen tener un aspecto visible, a menudo se ocultan
problemas de salud mental. No solo nos sentimos menos cómodos hablando de salud
mental, sino que evitamos especialmente pensar en la salud mental de los niños.
Independientemente de nuestra incomodidad y evitación del tema, la Organización Mundial
de la Salud estima que hasta uno de cada cinco niños y adolescentes padecen problemas de
desarrollo, emocionales o de conducta, y uno de cada ocho tiene un trastorno mental.
A pesar de estas estadísticas preocupantes, la información del país en Youth Wiki
confirma los hallazgos de un reciente informe de la UE sobre salud mental y las escuelas
que muestra que los países a menudo no tienen políticas específicas de salud mental
dirigidas a niños y adolescentes. Tampoco pueden especificar los recursos dedicados a este
grupo de edad y no tienen intervenciones para grupos de jóvenes “en riesgo”.
La tendencia a realizar pruebas más extensas en los alumnos es omnipresente en
todas “las pruebas estandarizadas a nivel nacional se están desarrollando cada vez más para
satisfacer la necesidad de datos estandarizados sobre el rendimiento de los alumnos”. A
nivel internacional, las pruebas PISA de la OCDE se tratan como un punto de referencia
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importante para comparar los sistemas educativos. Si bien estas pruebas pueden servir para
fines útiles, aumentan la ansiedad y el estrés tanto para profesores como para estudiantes.
Muchas políticas bien intencionadas pueden reforzar inconscientemente los
problemas de salud mental. La necesidad de juzgar el éxito o el fracaso de la política
educativa a través de pruebas estandarizadas ha llevado a centrarse en medir los
“resultados” a través de las pruebas.
También hay poca reflexión sobre el impacto del entorno escolar en los discentes
potencialmente vulnerables. Por ejemplo, un objetivo comúnmente expresado de la
educación es hacer que los niños sean más “resilientes”. La resiliencia se trata de hacer
frente a la dificultad, y esto es realmente importante. Sin embargo, si los niños internalizan
la idea de que experimentar dificultades es un signo de debilidad, pueden tratar de ocultar
problemas y desarrollar un miedo al fracaso. Si bien esto es perjudicial para su aprendizaje,
también es probable que sea perjudicial para su salud.

Determinantes de la salud escolar.


La interacción con el medio le exige a cada niño poner en práctica habilidades que
ha aprendido con su familia y con sus compañeros en el ambiente escolar. Los contextos de
aprendizaje en estas instancias validarán o no sus patrones de relaciones sociales. Lo
anterior determinará los esquemas cognitivos y afectivos saludables o disfuncionales del
niño. Éstos últimos serán considerados conductas de riesgo para su salud mental. Estas
conductas de riesgo se expresan en el no desarrollo de habilidades sociales, fallas en la
regulación emocional y bajos logros de aprendizaje. Cabe destacar que, si bien tales
características se encuentran en todos los grupos de una sociedad, su efecto es más notorio
en los grupos sociales más vulnerables. Así lo demuestran estudios que destacan que el
comienzo y la duración de la pobreza impactan sobre el desarrollo neurocognitivo, la
conducta impulsiva y los problemas de autorregulación socioemocional y conductual del
niño.
Es precisamente en este espacio donde la escuela cobra la relevancia como agente
de salud mental, pues posibilita la oportunidad de acortar la brecha de desigualdad en la
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salud de los niños. Diversos estudios coinciden en sostener que una salud emocional
positiva impacta en el desarrollo de características y competencias personales útiles para
afrontar la desafiante vida cotidiana y para sobreponerse a la adversidad, lo que potencia la
salud mental y la resiliencia psicológica. En el plano cognitivo se ha demostrado la
influencia positiva de este factor sobre procesos intelectuales como el razonamiento, la
resolución de problemas, la atención, el estado de alerta, la memoria y el procesamiento de
información, así como su contribución en la mejora de los logros de aprendizaje.
Por último, es necesario señalar que para mejorar el aprendizaje en los niños no
basta la realización de diagnósticos y tratamientos médicos, sino que es necesario
considerar la salud escolar desde una lógica preventiva a través del desarrollo y
fortalecimiento de la salud emocional y el monitoreo constante para el tratamiento
temprano y oportuno de enfermedades mentales. Lo anterior no es posible si no se realiza
un trabajo interdisciplinario entre profesionales de la educación, las ciencias sociales y la
salud, especialmente el área de la salud emocional y mental, en la cual hay falencia de
estudios en la materia y una visión de la política pública que no es integradora. Sin duda,
este enfoque puede contribuir a mejorar los índices de la política pública en salud y en
educación, y a permitir que los niños sean capaces de enfrentar de mejor manera, con las
herramientas adecuadas y -por qué no decirlo- más felices, la desafiante vida que el
contexto globalizado les presenta.

Cómo cuidar la salud física y mental de los estudiantes


Una de las tantas enseñanzas que nos ha dejado esta pandemia es la innegable
importancia de la salud física y mental. El confinamiento que hemos tenido que asumir
puede tener un fuerte impacto en los pensamientos y comportamientos sociales tanto de
adultos, como de los más pequeños.
Los cambios de rutina y la presión por ajustarse a esta “nueva realidad”, pueden
causar estrés y desmotivación en los niños, además de perjudicar su salud, autoestima y
hasta la forma de ver el mundo. Los más pequeños no cuentan aún con las habilidades
socioemocionales de un adulto, por lo que es fundamental trabajar con ellos en el control de
sus emociones y ser una guía en este proceso tan desafiante para todos.
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Uno de los primeros aspectos a tomar en cuenta es la condición familiar del niño,
algunos deben lidiar con dificultades al interior de su núcleo familiar o se encuentran en
una situación socioeconómica complicada. Será importante establecer límites en la ayuda
que se le puede brindar, pues algunos inconvenientes no pueden ser solucionados por los
docentes o simplemente se salen de sus manos. En este punto el docente debe ser empático
y hacerle saber al estudiante que se encuentra a su disposición para hablar, así como estar al
tanto de los servicios de apoyo psicológico o económicos que ofrezca la institución
educativa a la que pertenece para poder entregar una información acertada.
Es importante comprender el miedo y la incertidumbre de algunos ante el virus o
ante un posible contagio, debemos hacerles saber que la situación actual es temporal y que
en algún momento todo volverá a ser como antes para ayudarlos a mantenerse motivados.
Este tipo de situaciones pueden ser las indicadas para incentivar actividades de cuidado
personal, como el lavado de manos, dientes y las duchas, que no solo los ayudarán a tomar
conciencia de su cuerpo y evitar enfermedades, sino a tener rutinas que hagan su día más
llevadero. Estas rutinas de cuidado personal y ejercicio son importantes para los niños más
pequeños, ya que para ellos es crucial el poder compartir y jugar con otros niños. Igual de
importante será incentivar los buenos hábitos alimenticios por medio de herramientas como
la Pirámide NAOS de alimentación e implementar rutinas de ejercicio de al menos una hora
diaria.
Experiencias como esta pandemia pueden tener repercusiones a largo plazo en la
salud mental de los más jóvenes, pero mantener rutinas y hábitos saludables puede ayudar a
lidiar con la incertidumbre, el aburrimiento, la depresión y enfrentar los nuevos retos
académicos. Ahora más que nunca es importante enseñarles a los estudiantes a desarrollar
técnicas de autocontrol que les permitirán llevar una vida estable y saludable.

Recomendaciones para fomentar la salud mental de los niños: consejos para padres y
educadores
Por lo tanto, tenemos una serie de recomendaciones para los padres y profesores, a tener en
cuenta si se quiere fomentar la salud mental de los niños y adolescentes en el ámbito
educativo:
- Crear un sentido de pertenencia. Crear relaciones sólidas y positivas entre los estudiantes,
los profesores y los padres es importante para promover el bienestar. Sentirse aceptado por
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los demás y confiar en los compañeros y en ellos mismos, es fundamental para una buena
adaptación.
- Promover la resiliencia. Las adversidades forman parte de la vida y ser resiliente es
importante para superar los desafíos y tener una buena salud mental. Sentirse que forman
parte de la escuela, ayudar a los demás y enfrentar con éxito situaciones difíciles pueden
contribuir a fomentar la resiliencia.
- Desarrollar competencias. Los niños necesitan saber que pueden superar los
desafíos y lograr los objetivos a través de sus acciones. Lograr un buen rendimiento
académico, así como desarrollar talentos e intereses individuales, les ayuda a sentirse
competentes y más capaces de manejar el estrés positivamente. La competencia social, es
decir tener amigos y relaciones cercanas, puede ayudar a mejorar el bienestar mental.
- Asegurar un ambiente escolar positivo y seguro. Sentirse seguro en la escuela es
fundamental para el aprendizaje y para la salud mental de los estudiantes. Hay que
promover conductas positivas como el respeto y la responsabilidad, así como prevenir
conductas negativas como la intimidación y el acoso. Para ello hay que proporcionar reglas
de conducta comprensibles y prácticas de disciplina justas. Hay que enseñar a los niños a
trabajar juntos para enfrentarse a las dificultades, animándolos a acercarse a los niños más
solitarios.
- Enseñar y fomentar la toma de decisiones. Conviene trabajar las habilidades
sociales, la resolución de problemas y la resolución de conflictos para tener una buena
salud mental. Si se consigue que tengan experiencias exitosas, se consigue reforzar los
comportamientos positivos y tenderán a repetirlos.
- Animar a ayudar a otros. Las conductas prosociales desarrollan la autoestima,
fomentan la conexión y refuerzan la responsabilidad personal. Ayudar a los demás hace que
se sientan parte del entorno.
- Fomentar la buena salud física. Una buena salud física respalda una buena salud
mental. Hábitos alimenticios saludables, ejercicio regular y pautas de descanso adecuadas,
protegen a los niños contra el estrés de las situaciones difíciles. El ejercicio también ayuda
a reducir las emociones negativas, como la ansiedad, la ira o la depresión.
- Educar a los profesores, padres y estudiantes sobre los síntomas más habituales de
los problemas de salud mental. La información ayuda a romper el estigma que hay en torno
a la salud mental y permite reconocer cuándo tienen que pedir ayuda. Profesionales de la
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salud mental infantil pueden proporcionar información útil sobre los síntomas de problemas
como la depresión o el riesgo de suicidio (como por ejemplo: cambio de hábitos,
retraimiento, disminución del rendimiento académico o aumento de quejas físicas).
- Asegurar el acceso a servicios de salud mental en la escuela. Proporcionar
servicios de salud mental para estudiantes que van desde la promoción del bienestar, hasta
la evaluación e intervención tempranas, intervención en crisis, asesoramiento o derivación a
otros servicios.
- Proporcionar servicios de salud mental. Los servicios de salud mental escolar
deberían ser parte de un continuo de atención a la salud de los niños y los adolescentes.
- Establecer un equipo de respuesta en crisis. Estar preparado para responder a una
crisis es importante para salvaguardar el estado mental y físico de los estudiantes. Además
de la seguridad, se debe proporcionar servicios de prevención, intervención y post-
intervención en salud mental.
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Conclusión
Por otro lado, los factores de riesgo son de vital importancia, pues es fundamental
intervenir sobre estos, ya que derivan las diferentes conductas guiadas a las alteraciones de
la salud física y mental, a través del análisis de las entrevistas, se identificó que los sistemas
que más factores de riesgo posee son el microsistema y el exosistema, haciendo énfasis en
el microsistema pues en primera instancia al situar estudiantes de ingreso, interaccionan de
forma constante con la familia, amigos, pareja, religión y la institución educativa, debido a
que están en la constante conformación de nuevos vínculos que le permitan un mayor
desenvolvimiento y adaptación a nivel social, académica y personal.
En los últimos años, según las cifras mencionadas con anterioridad, el problema es
significativo para la salud física y la salud mental, sobre todo en la población de estudiantes
quienes a su vez están atravesando por una etapa evolutiva que trae consigo diferentes
cambios.
Por lo que se refiere al impacto generado en la población, el reconocer los factores
protectores y de riesgo de acuerdo con Paramo (2011) “permite que el individuo cuide de
su salud mental y física para que dichas herramientas pueden transversalizar en otros
sistemas en los cuales el individuo se desenvuelve, por tanto, los hallazgos de este proyecto
no se limitara al área académica sino que podrán colaborar a otras áreas en las cuales
interactúa el ser humano, de esta manera existirá mayor probabilidad de que su calidad de
vida y bienestar mejore, además que al iniciar una nueva etapa evolutiva el adquirir esta
herramientas disminuirá el impacto negativo en su salud física y metal, teniendo en cuenta
que la salud no se limita solo a la enfermedad sino también se encuentra inmersa en
aspectos relacionados en su cotidianidad y la interacción con la misma.
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Referencias bibliográficas.
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