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Título : SENTIDO DEL TRABAJO SOCIAL EN SALUD

Autora : Amaya Ituarte Tellaeche

Diplomada en Trabajo Social. Psicoterapeuta Familiar y de Pareja.

Servicio de Planificación Familiar del Centro de Salud de Ortuella

(Osakidetza – Servicio Vasco de Salud).

Resumen: Partiendo de tres conceptos fundamentales: Salud; Social; Trabajo


Social en Salud, se analizan las aportaciones que el Trabajo Social hace al
campo sanitario; se plantea el problema de la invisibilidad (o dificultad de
identificación) de los trabajadores sociales en el sistema de salud en nuestro
país y se señalan algunas posibles hipótesis explicativas del problema, que
tratan de abrir nuevas vías de discusión en la búsqueda del sentido del Trabajo
Social en Salud. Para la mayor claridad de la exposición, el texto se ha dividido
en cuatro apartados: 1. Introducción. 2. Salud. Social. Trabajo Social en Salud.
3. Algunas hipótesis para seguir profundizando. 4. Conclusiones.

Palabras Clave : Salud. Social. Trabajo Social en Salud.

1.- INTRODUCCIÓN.

Estamos reunidos en esta mesa con el objetivo de reflexionar sobre el sentido,


es decir sobre la razón de ser o la finalidad, que tiene la presencia del Trabajo
Social en el amplio campo de la atención a la salud y, más concretamente, en
los diferentes contextos sanitarios.
2

Para ayudarnos a centrar la reflexión partiré de una realidad: la presencia


efectiva (desde hace más de un siglo en EEUU y en algunos países europeos,
y desde hace más de cincuenta años en España) del Trabajo Social en los
contextos sanitarios; haré una breve exposición de las razones que justifican y
exigen la presencia de nuestra profesión en este campo y expondré además el
concepto y los objetivos del Trabajo Social en Salud tal como yo los entiendo; y
para finalizar esta primera parte de mi intervención señalaré cómo, a pesar de
todo lo expuesto, los trabajadores sociales somos en muchas ocasiones si no
invisibles sí difícilmente identificables (y, muy a menudo, erróneamente
identificados) para y por los diferentes componentes del sistema sanitario.

Señalaré algunas hipótesis que me parece pueden ayudarnos a explicar esta


situación: 1) El hecho de que a pesar de que formalmente se acepta la
definición de salud de la OMS y la más actualizada definición ecológica de
salud, en la práctica el sistema sigue primando la atención a lo biológico sobre
lo psicológico y lo social, no comprendiendo realmente el significado que este
término encierra. 2) Tal vez los TTSS no hemos explicado – ni nos hemos
explicado a nosotros mismos- adecuadamente el significado del concepto
social en el contexto científico-teórico y práctico-profesional del Trabajo Social.
3) La identidad profesional del trabajador social sanitario no está bien definida
ni delimitada y ésa es otra –importante- parte del problema.

Entiendo que no me corresponde, en mi papel de moderadora, dar respuestas,


sino plantear preguntas o presentar líneas de discusión. Eso es lo que pretendo
hacer a partir de este momento esperando que estas ideas, unidas a las
aportaciones de los ponentes, propicien una reflexión y una discusión
participativa y abierta que nos permitan ir avanzando en la búsqueda del
sentido del Trabajo Social en Salud y en su correspondiente plasmación en
nuestra presencia en el Sistema de Salud.

2.- SALUD. SOCIAL. TRABAJO SOCIAL EN SALUD.


3

Según la OMS:

“La salud es un estado de completo bienestar, físico, psicológico y social; y no


solamente la ausencia de enfermedad o discapacidad” . (OMS, 1948. Citado en
Ferrara et al., 1976: 3).

“La definición de Salud de la OMS:

1. Supuso un importante avance sobre concepciones anteriores, que


reducían la salud a la ausencia de enfermedad.

2. Introdujo la necesidad de tener en cuenta los aspectos psicológicos y


sociales, además de los físicos o somáticos.

3. Sin embargo, no es suficientemente explicativa, ni universalmente


aplicable, es absoluta y atemporal.

4. No tiene en cuenta los aspectos subjetivos.

5. Parece establecer una preeminencia de lo físico sobre los psicológico y


social, que no se justifica; y finalmente

6. Es poco operativa”. (Ituarte, A., 2001: 3).

“Concepto Ecológico de Salud:

• “Situación relativa, variable y dinámica que se produce en la interacción


positiva entre los seres humanos y su contexto ecológico (natural y
social).

• Si la interacción es negativa, se produce la enfermedad” (Basado en:


San Martin, H., 1975: 3; 11-18).

“Las características del concepto ecológico de salud son:

• Es explicativo y se refiere a interacciones

• Universalmente aplicable

• Tiene en cuenta el tiempo: es histórico


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• Tiene en cuenta los aspectos subjetivos: vivencias

• No establece solución de continuidad entre salud ------- enfermedad,

(no es un concepto absoluto)

• Afirma que salud y enfermedad son procesos sociales que se producen


en y de la interacción entre los seres humanos y su contexto (natural y
social)

• Es operativo y permite establecer medidas de prevención primaria,


secundaria y terciaria” (Ituarte, A., 2001: 3-4).

La salud y la enfermedad son, por tanto, procesos sociales y personales en las


que lo somático, lo psicológico y lo social (que implica lo relacional, lo cultural,
lo ético, lo estético, etc., etc.) son tres aspectos relacionados e indisociables. Y
ello tiene consecuencias tanto en la atención a la salud de la comunidad (Salud
Pública) como en la atención a la salud de las personas individuales o de
grupos concretos de población.

“De ahí podemos inferir:

• Que la clásica disociación entre los aspectos biológicos, psicológicos y


sociales del ser humano carece de fundamentos (reales y científicos)
serios en los que sustentarse.

• Que, por el contrario, esos tres aspectos están totalmente


interrelacionados e imbricados, de tal manera que configuran una
realidad única e irrepetible, una persona concreta en una situación
concreta.

• Que, por lo tanto, no será posible comprender la realidad de esa persona


si no se tienen en cuenta todos ellos, sus interrelaciones y las
consecuencias de esas interrelaciones, así como el hecho de que sus
vivencias, su realidad interna, no son un mero reflejo de la realidad
externa.
5

• Que un conflicto, un problema o una disfunción en cualquiera de esos


aspectos afecta al conjunto de la persona (y ello implica a su contexto
relacional) y puede, consecuentemente, afectar a su estado de salud,
mientras que cualquier problema de salud afectará a todos ellos.

• Finalmente, como consecuencia de todo lo anterior, que la atención en


salud implica necesariamente la atención a esos tres aspectos y ello
tanto en lo que respecta a los niveles de prevención primaria, como de
prevención secundaria o terciaria”. (Ituarte, A., 2001: 12).

Parece importante, en este momento, reflexionar acerca del significado del


concepto social. Lo haremos siguiendo una interesante aportación de H. S.
Falck.

“Existe, entre los trabajadores sociales médicos y psiquiátricos, una tendencia


importante a considerar que los pacientes tienen un contexto social, como si se
tratara de algo externo a ellos... Desde el punto de vista del Trabajo Social la
enfermedad no es un acontecimiento médico; es un acontecimiento social. Los
miembros del contexto social del paciente están tan afectados por la
enfermedad de éste como lo están por todo lo que él/ella hace. Están
afectados, son responsables, sus vidas están influenciadas por la enfermedad,
y ellos a su vez también ejercen influencia sobre el curso y a menudo sobre la
naturaleza de la enfermedad. La situación es social, el acontecimiento es
social, la intervención es social... Los valores del Trabajo Social... proclaman la
interdependencia entre los seres humanos, no sólo como un ideal sino como un
hecho científicamente demostrable... La ética del Trabajo Social descansa en la
idea sagrada (sic) de la persona en su contexto social... El trabajador social
médico o psiquiátrico puede hablar con una sola persona ... pero aquello de lo
que habla, aquello en lo que se centra, la preocupación esencial es la persona
como parte de otros... Hay que ver a la persona como un individuo en una
situación social, no separado de esa situación e individualizado”. (Falck, H.S.,
1990: 70).
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Es de esa comprensión de lo social como relacional o psicosocial, de donde se


deriva la razón y la necesidad del Trabajo Social en Salud, como campo
específico de intervención profesional, y de la presencia de los trabajadores
sociales en los diferentes contextos del sistema sanitario. Presencia histórica, a
la que ya nos hemos referido, pero que en nuestro país sigue siendo difícil y
conflictiva. Así, sin ánimo de hacer una revisión exhaustiva, en los hospitales
(donde los TTSS llevan más de cincuenta años de ejercicio) es todavía poco
habitual encontrar Departamentos de Trabajo Social, bajo la dirección de
trabajadores sociales, con dependencia directa de la gerencia, y con un rango
similar al de otros departamentos hospitalarios. Tampoco es habitual (ni
posible, dada la general escasez de trabajadores sociales en los hospitales)
que los TTSS se integren en los distintos equipos y especialidades e
intervengan en todo el proceso de atención a los pacientes y a sus familias
(tarea que los TTSS sanitarios deberían primar). Por el contrario, suelen ser
llamados para la atención o resolución de necesidades concretas, en
momentos puntuales del proceso y no suele existir, en muchas ocasiones,
ninguna continuidad de cuidados. La existencia de excepciones, no niega la
generalidad de las situaciones a que me refiero.

En Atención Primaria (A.P.) y Especializada (A.E.) las cosas no son mejores.


Respecto de la segunda, la presencia de TTSS es prácticamente testimonial. Y
a pesar de que la Ley General de Sanidad exigía la presencia de TTSS en los
dispositivos de A.P., hay muchos centros de A.P. sin trabajador social; en
ocasiones un solo trabajador social debe atender varios equipos y grandes y
diversas áreas de población. La situación varía mucho de unas comunidades
autónomas a otras y entre las diversas comarcas sanitarias dentro de una
misma comunidad. Y cuando los TTSS están presentes no siempre son
considerados como miembros naturales del equipo y a menudo encuentran
grandes dificultades para realizar Trabajo Social. Lo que muchas veces se
espera de ellos es que resuelvan problemas concretos relacionados,
generalmente, con el uso de “recursos sociales”, sin inmiscuirse en la situación
del paciente y de la familia (¡!). ¡Y eso después de más de veinte años de
presencia en A.P.!. Y en la Ley de Ordenación de Profesiones Sanitarias
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sencillamente ¡no aparecemos!. Pero algo de todo esto tendrá que ver, sin
duda, con nuestra –ya larga- práctica en el campo sanitario.

Como definió Teresa Zamanillo,

“El Trabajo Social es la disciplina científica que se ocupa, precisamente, de


todos los fenómenos que tienen que ver con el malestar psicosocial de las
personas, prestando especial atención tanto a los factores que influyen en la
génesis de los conflictos psicosociales como a las diversas formas que
adquiere la vivencia personal de esos conflictos”. (Zamanillo, T., 1992: 68).

La finalidad del Trabajo Social no es, sin embargo, el mero conocimiento sino la
intervención psicosocial dirigida a prevenir la aparición de esos conflictos
psicosociales y a ofrecer medios de tratamiento que permitan superar, o
cuando menos aliviar, el padecimiento personal del malestar psicosocial.

Por tanto, podemos definir el Trabajo Social en Salud como

“La actividad profesional que tiene por objeto la investigación de los factores
psicosociales que inciden en el proceso salud --- enfermedad, así como el
tratamiento de los problemas psicosociales que aparecen en relación a las
situaciones de enfermedad, tanto si influyen en su desencadenamiento como si
derivan de ellas”. (Ituarte, A., 1994: 277).

“El Trabajo Social aporta al campo sanitario:

1. La comprensión de la interrelación entre factores psicosociales y calidad


de salud de individuos, grupos y comunidades.

2. El estudio, diagnóstico y tratamiento de las situaciones concretas de


malestar psicosocial que inciden en la aparición o exacerbación de
trastornos físicos y/o mentales, o que puedan producirse como
consecuencia de procesos patológicos y que deben ser tenidas en
cuenta en el contexto general de la intervención sanitaria.

De ahí se siguen dos objetivos generales y complementarios del Trabajo Social


en Salud:
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1. Objetivo Socio-Epidemiológico: Investigación comprensión e


interpretación de los factores psicosociales que inciden en la salud de la
comunidad, y de las formas en que lo hacen; análisis de procesos
sociales emergentes y de sus posibles consecuencias respecto de la
salud de la población; actitudes y comportamientos de los grupos
sociales respecto de la salud y de la enfermedad; demanda y utilización
real de los servicios sanitarios; niveles de adecuación de los servicios
existentes, en cuanto a calidad y cantidad, a las necesidades reales de
la población; establecimiento de estrategias de intervención psicosocial y
socio-sanitaria tendentes a potenciar los aspectos psicosociales más
saludables y a disminuir los que presentan mayores riesgos para la
salud.

2. Objetivo Clínico: Investigación, diagnóstico y tratamiento (individual,


familiar o grupal) del padecimiento psicosocial de las personas en
relación a los problemas de salud.

Ambos objetivos y, consecuentemente, las diferentes formas de intervención


del trabajador social en el contexto sanitario a que dan lugar, son igualmente
importantes e imprescindibles. No solamente no son contrapuestas sino que
son complementarias y están estrechamente relacionadas: la intervención
socio-epidemiológica sirve de marco operativo general a la intervención clínica,
que a su vez aporta datos relevantes para la primera”. (Ituarte, A., 2001: 18-19.
2004: 88-89).

A modo de resumen de lo expuesto hasta el momento, podemos señalar:

1. “La salud y la enfermedad son resultado de la interacción entre factores


sociales, físicos y psicológicos.

2. La atención de salud implica, por lo tanto, la atención a esos tres tipos


de factores.
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3. El Trabajo Social, como disciplina que se ocupa de los fenómenos que


tienen que ver con la génesis de los conflictos psicosociales y con el
tratamiento de las situaciones de malestar psicosocial, tiene un
importante (e histórico) campo de intervención en el contexto sanitario.

4. El trabajador social interviene, en ese contexto, de dos maneras


genéricas: a) como epidemiólogo social; y b) como clínico.

5. Ambas formas de intervención son igualmente importantes e


imprescindibles para el logro de los objetivos de salud. La intervención
socio-epidemiológica sirve de marco operativo a la intervención clínica,
que a su vez aporta datos relevantes a la primera.

6. En la práctica y aunque el mayor peso recaiga según la ubicación del


trabajador social en el contexto sanitario en uno u otro tipo de
intervención, el trabajador social sanitario siempre deberá integrar
ambos aspectos como consecuencia de aquello que
profesionalmente le define y le identifica: la comprensión de la
realidad psicosocial como lugar de encuentro entre la persona y su
contexto y como marco en el que se producen los conflictos
psicosociales y el malestar psicosocial que son, precisamente, el
objeto de su intervención. (Ituarte, A., 2001:30.2004:88-89).1,2,3

1
REALIDAD PSICOSOCIAL (O INTERPERSONAL): es la realidad vivencial dialéctica del
sujeto o lugar de encuentro de la intersubjetividad. Y se refiere a la forma estrictamente
individual y particular en que una persona determinada, a partir de las primeras relaciones
objétales, ha introyectado su contexto interpersonal o social (el otro, los otros) y a la manera en
que, consiguientemente, se relaciona con ese contexto. (Ituarte, A., 2002:42).
2
CONFLICTO PSICOSOCIAL: es el que se produce por la colisión entre las demandas y
expectativas del sujeto y las del contexto que, respectivamente, no pueden satisfacerse. El
origen último del conflicto psicosocial puede radicar en factores intrapsíquicos, interpersonales,
o de cualquier otra índole (culturales, religiosos, económicos ...), pero siempre se manifiesta en
el terreno de las relaciones interpersonales. (Ituarte, A., 2002: 42).
3
MALESTAR PSICOSOCIAL: es el correlato vivencial del conflicto psicosocial, que casi
siempre precede a cualquier conciencia de ese conflicto y con frecuencia lo enmascara
totalmente. (Ituarte, A., 2002: 42).
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Una última y breve reflexión acerca de la invisibilidad o identificación errónea


de la que hablaba al principio; no quisiera que se entienda como una crítica,
sino como la constatación de una situación que merece un análisis y necesita
un cambio.

A mi entender esa invisibilidad tiene mucho que ver -aunque no sea,


ciertamente, la única explicación- con una actitud reactiva de los TTSS, que
esperan que alguien (el paciente, la familia, otro profesional...) se dirija a ellos
con una solicitud y es a partir de ahí donde comienzan su intervención que, de
esa manera aparece muchas veces como tangencial, desgajada, del resto del
tratamiento del paciente. ¿Qué sucedería si actuasen en forma más autónoma,
proactiva, tomando ellos la iniciativa, participando en los programas desde el
primer momento, haciendo propuestas, etc.?. Se me dirá, y es probablemente
cierto, que encontrarían muchas resistencias por parte del personal sanitario;
que con atender a la “demanda” ya tienen suficiente carga de trabajo; que hay
pocos trabajadores sociales, etc.

Pero la función hace al órgano y eso no sólo tiene que ver con lo somático. Si
el trabajador social se hace presente en un servicio, en un departamento,
abierto a los demás y dispuesto a ofrecerles sus conocimientos, es decir su
saber y buen hacer profesional, en forma que resulte útil para la más adecuada
atención al paciente (atendiendo, por ejemplo, a las familias; sirviendo de nexo
de unión entre éstas y el equipo sanitario que, muy a menudo, las perciben
como una dificultad añadida ...) y sirva de apoyo profesional ante situaciones a
menudo muy difíciles y estresantes a los miembros del equipo sanitario, me
atrevería a afirmar que, en un plazo relativamente corto, su labor se entendería
y se aceptaría como un elemento importante del conjunto de la intervención
sanitaria.

Mientras las tareas principales de los trabajadores sociales sanitarios se


centren en la búsqueda y gestión de recursos (gestión, por lo demás, muy
relativa, ya que el sistema de salud no posee recursos sociales o socio-
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sanitarios sino en muy pequeña medida y es preciso acudir a otros sistemas


de protección social, que son los que evidentemente los gestionan) además de
que, desde luego, no cumplen con sus más importantes funciones y
responsabilidades profesionales, no dejarán de ser elementos marginales
dentro del sistema de salud.

Los recursos sociales y socio-sanitarios son un instrumento (en ocasiones


necesario, a veces imprescindible y, otras veces, superfluo y hasta
contraproducente) que podemos utilizar, cuando están debidamente indicados
tras el correspondiente diagnóstico psicosocial, en el proceso clínico de
atención psicosocial, que es lo que –insisto, integrado con la intervención
socio-epidemiológica- corresponde hacer al trabajador social en el contexto
sanitario. Pero de la misma manera que la indicación de fármacos no es –no
debiera ser, al menos- la esencia de la atención médica, ni la administración de
ellos la de la atención enfermera, el uso de los recursos no puede convertirse,
sin negar la esencia misma del Trabajo Social, en el eje de la intervención
profesional.

3.- ALGUNAS HIPÓTESIS PARA SEGUIR PROFUNDIZANDO.

1. A pesar de que, formalmente, se acepta la definición de salud de la OMS


y el, más actualizado, concepto ecológico de salud, en la práctica
concreta, cuando hay que responder a las demandas concretas de
personas concretas cambia la óptica: en vez de considerar y afrontar los
problemas de salud desde una perspectiva interactiva y
multidimensional, se enfocan desde perspectivas unidimensionales y, a
menudo, reduccionistas, de actuación ante la enfermedad, en las que
unas veces prima la atención a lo somático y otras a lo psicológico,
como si fueran no sólo aspectos distintos sino totalmente disociados,
mientras que la atención a lo social se relega a otras instancias o,
simplemente, se obvia.

Puede haber varias explicaciones de este funcionamiento. Sin ánimo de hacer


un análisis exhaustivo trataré de referirme a algunas de entre ellas. Una
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primera explicación puede encontrarse en una concepción clásica pero todavía


vigente, en la que se identifica la salud con lo somático o biológico, en otros
términos con aquello que tiene que ver con el cuerpo. Hay también una
dificultad para comprender lo psicológico y sus implicaciones en el estado de
salud de las personas, que queda relegado en manos de “expertos” (ni siquiera
hay acuerdo acerca de quiénes son esos expertos, ya que también en este
campo hay grandes pugnas entre escuelas y orientaciones). Lo social,
finalmente, tiende a entenderse como algo externo a la persona, ajeno a su
propia esencia, a menudo de orden material y por completo ajeno a las
preocupaciones y capacidades del personal sanitario. Este enfoque
unidimensional y reduccionista es, desafortunadamente, todavía una realidad
en todos los niveles de atención de salud.

Y, sin embargo, la realidad se impone a pesar de los prejuicios. Y lo que la


realidad muestra es que el ser humano no se produce a sí mismo, sino que es
fruto, siempre e inevitablemente, de algún tipo de relación. Es, desde su propio
origen, un producto relacional, por tanto un producto social. Es un producto
relacional ya antes de su concepción, en cuanto expresión de un deseo –
consciente o inconsciente- de sus progenitores (o, al menos, de alguno de
ellos); lo es en el momento de su concepción (sea por el método que sea; si es
por un método clínico las relaciones se multiplican y se hacen más complejas,
pero siempre es fruto de unas relaciones complejas y multifactoriales).

Y a partir de ese momento, todo su desarrollo, en todas sus fases, está basado
en intrincados y particulares juegos relacionales. Sólo así llegará a ser un ser
humano. Es a través de las relaciones especiales del feto con su madre –que a
su vez, están mediatizadas con las que ésta mantiene con su entorno- como
éste va creciendo. Después de su nacimiento, será también a través de la
relación con el otro (la madre u otra figura significativa) como el niño empezará
a percibir la existencia de ese otro (primero en forma parcial, más adelante
como otro total) y de un mundo externo, que finalmente le permitirán percibirse
a sí mismo. Su crecimiento y desarrollo físico y mental están inextricablemente
ligados a sus relaciones. Como dice Tizón: “La génesis pues de la realidad
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interna, de la realidad mental, sus características y estructuras básicas, va a


coincidir y apoyarse en la génesis de la primera relación (de objeto) o, en
términos más amplios de las primeras relaciones sociales”. Y añade: “Esa
importancia no se refiere sólo a las pautas reaccionales, de conducta
(Bergeret), sino incluso a pautas más biológicas como pudieran ser las pautas
vegetativas, las inmunitarias, las metabólicas...” (Tizón, J.L., 1998: 23-24).

2. Los trabajadores sociales no hemos sabido explicar (explicar-nos?) con


exactitud qué significa el concepto social en Trabajo Social.

El término social es un término de uso generalizado, con diversos significados


en contextos diferentes. Pero dentro del contexto científico y profesional del
Trabajo Social tiene un significado particular, que es necesario precisar lo más
posible tanto para delimitar aquello de lo que estamos hablando como para
poder transmitírselo a terceras personas.

Seguiremos, de nuevo, a Falck, en este intento de explicación. En una


traducción lo más exacta posible pero necesariamente libre, dice así:

1) “Los problemas a los que los trabajadores sociales se dirigen son sociales
en su naturaleza y conllevan un alto grado de probabilidad de ser aliviados
por medio de modificaciones en los acuerdos sociales. Social significa que
sus causas tienen que ver con comportamientos que implican a más de una
persona, tanto en el momento presente como en el futuro. Acuerdo significa
acción/es de varias personas en relación con cada una de las otras.

2) El método de mejoramiento y resolución de problemas es social, esto es,


las personas actúan en relación a las demás de manera que los resultados
sean más deseables que las condiciones que habían propiciado la solicitud
de ayuda. Los participantes en este proceso son el/los cliente/es y el
trabajador social. Hay que señalar que en una situación que es social a
menudo hay clientes, a saber, en [el] trabajo con grupos, en [el] trabajo con
familias, en instituciones, que ayudan a cada uno de los otros y por lo tanto
a sí mismos.
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3) El trabajador social aporta los recursos que [él] tiene disponibles y es parte
de su función ponerlos a disposición de sus clientes, mediante el uso que
clientes y trabajador social hacen de ellos en la relación profesional. Estos
son algunos de esos recursos:

• a) El conocimiento de la vida y del desarrollo humano en


términos generales, es decir, lo que es común a la mayoría
de la gente.

• b) El conocimiento acerca del/de los cliente/es particular/es


en la situación (problema) específica.

• c) Habilidades (y técnicas) específicas que se consideran


aplicables a esa situación, y basadas en experiencias
anteriores con otras personas.

• d) La habilidad del trabajador social para controlar la


calidad de su intervención por medio de su auto-
observación durante la acción, y en relación con una
conciencia permanente acerca de lo que está sucediendo
con el cliente en el proceso de ser ayudado.

• e) La habilidad de ambos, cliente y trabajador social, para


evaluar los resultados de su trabajo conjunto.

Todas estos aspectos son descriptivos de la práctica del Trabajo Social [y]
ayudan a esclarecer por qué son necesarios los trabajadores sociales en los
contextos sanitarios”. (Falck, H.S., 1990: 68).

Lo que este autor hace no es más que explicar algo que forma parte esencial
de los principios del Trabajo Social: la consideración de que los principales
recursos en el proceso psicosocial de ayuda son el cliente (o los
clientes), el trabajador social y la relación (o lugar de encuentro de la
intersubjetividad – Ituarte, A.: 2001, 2002) que se produce entre ellos y que
es la que propicia el cambio. Algo aparentemente tan evidente –tan claro en
la teoría- pero sin embargo tan poco inserto en la praxis profesional de muchos
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trabajadores sociales, que lleva a muchos de ellos a considerar que no pueden


hacer nada porque carecen de recursos. Y eso se escucha, demasiado a
menudo, entre los TTSS que ejercen en el campo sanitario.

3. La identidad profesional de los TTSS sanitarios no está bien definida:

a) Muchos TTSS sanitarios, y a pesar de tener muchos años de práctica


en contextos sanitarios, siguen definiéndose a sí mismos –y
explicándose por lo tanto a sí mismos y sus funciones- como “si fueran
[ los representantes de] los Servicios Sociales en el contexto sanitario”.
Esta “autodefinición” o autopercepción (que, indudablemente, implica
una consideración recíproca por parte del resto del sistema sanitario en
sentido amplio: institucional, profesional, y de los potenciales pacientes
y/o clientes) tiene consecuencias de gran importancia:

• Desde el punto de vista de los diferentes sistemas significaría la


intrusión de un sistema (los Servicios Sociales) en otro (el Sistema de
Salud), y, lo que desde el funcionamiento real y cotidiano es aún más
importante, una colisión entre políticas y formas de organización que,
aunque puedan responder –al menos en teoría- a principios comunes,
en su realidad práctica y cotidiana tienen intereses, objetivos, finalidades
y formas de intervención muy diferentes, cuando no contrapuestas.

• Ese planteamiento hace que lo que el sistema sanitario espera del TS se


limite a una prestación de recursos sociales que resuelva problemas
puntuales que resultan “molestos” al funcionamiento del sistema
sanitario; y a la vez sitúa al trabajador social en una posición extraña,
ajena al sistema, en el que aparece como un mero prestador –externo-
de servicios.

• Niega la posibilidad de que el trabajador social, como un profesional


más, intervenga desde su área específica de conocimiento en el
análisis, diagnóstico y tratamiento de los problemas de salud, tanto
desde el punto de vista epidemiológico como en la atención a los
problemas personales de salud.
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• Dificulta la comprensión que el paciente y su contexto tienen de la ayuda


que puede aportarles el trabajador social; muchas personas no sienten
la necesidad de recurrir a los servicios sociales, ante una situación de
malestar que identifican –adecuadamente- con aspectos emocionales,
afectivos y relacionales, para los que sí perciben que pueden necesitar
ayuda (psicosocial) ; otros se preguntan para qué necesitan otro
trabajador social si ya tienen uno referente en los correspondientes
servicios sociales y, a menudo, pueden sentirse molestos por la irrupción
en su vida y en su intimidad de un tercero al que no logran identificar
adecuadamente ni en el contexto sanitario ni en el social.

b) El trabajador social sanitario tiene que sentirse, en forma simultánea e


inseparable, como trabajador social y como sanitario. Desde ahí:

• Será posible su efectiva integración, como un profesional más, en el


sistema sanitario, a cuyo mejor funcionamiento en todos los niveles
debe hacer aportaciones desde su especificidad profesional como
trabajador social.

• Ello implica que sus objetivos y los objetivos sanitarios deben de ser
coincidentes, aunque siempre revisados a la luz de los principios y
conocimientos del Trabajo Social, desde donde puede –y debe- hacer
propuestas enriquecedoras para una mejora de la atención en salud
(tanto desde el punto de vista epidemiológico como clínico-asistencial).

• Implica, también, la necesidad y la exigencia de una formación básica y


amplia en cuestiones relacionadas con la salud en la formación pre-
grado; y de una formación permanente de los trabajadores sociales
sanitarios en aspectos generales relacionados con la salud y la
enfermedad y en los aspectos específicos de los problemas de salud
con los que trabajan.

• Supone asumirse plenamente como profesionales sanitarios, sin


renunciar por ello a ser profesionales del Trabajo Social y sin temor a
posibles reacciones desfavorables de otros grupos profesionales. El
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reconocimiento y el respeto mutuo se logran trabajando juntos,


escuchando y respetando las opiniones de los otros, exponiendo
posiciones científicamente correctas y fundamentadas y realizando una
práctica coherente y de resultados perceptibles.

c) El reconocimiento (y auto-reconocimiento) de nuestra identidad como


trabajadores sociales sanitarios propiciaría:

• Una mejor atención a los problemas de salud de la población, por cuanto


se tendrían en cuenta los aspectos psicosociales (relacionales) a los que
nos hemos referido y que tanto peso tienen no sólo en la aparición de
problemas sanitarios sino en su evolución y pronóstico.

• Una ampliación del espacio de intervención del trabajo social sanitario,


que abarcaría todos los posibles problemas de salud y todos los campos
de intervención sanitaria y permitiría la utilización de diferentes modelos
y formas de intervención profesional desarrollados en el Trabajo Social;
y que no quedaría limitado (como de hecho sucede con mucha
frecuencia) a problemas relacionados con la discapacidad, la
dependencia o las necesidades de cuidados o de apoyo asistencial
básico.

• La posibilidad de que los trabajadores sociales estuvieran presentes y


pudieran ofrecer sus conocimientos y su experiencia en todos los
contextos sanitarios, no sólo en el sistema sanitario público, sino en
contextos privados e incluso desde la propia práctica privada, como
asesores, consultores, docentes y/o clínicos.

4.- CONCLUSIONES.

Un par de ideas más para terminar esta exposición. Para lograr que el Trabajo
Social en Salud ocupe realmente el lugar que le corresponde en el campo
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sanitario y para que los trabajadores sociales sanitarios (TSS ?)puedan ejercer
y ser reconocidos plenamente como tales, considero imprescindible:

1. El compromiso personal de cada trabajador social sanitario en lo


referente a su formación continua, a sus esfuerzos de integración en el
correspondiente contexto sanitario, en la transmisión del conocimiento
tanto hacia dentro del sistema (trabajador social sanitario ◊ contexto
sanitario) como hacia fuera (trabajador social sanitario ◊ Trabajo Social,
estudiantes, sociedad en general ...).

2. El compromiso de las organizaciones profesionales, especialmente


Colegios Profesionales y Consejo General, para que el Trabajo Social
Sanitario sea reconocido como una especialidad en el ejercicio del
Trabajo Social y como una más de y entre las profesiones sanitarias.

Y aquí termino esta presentación. Como ya dije antes no soy yo quien debe
plantear conclusiones. Son los ponentes, a los que ahora cedo la palabra,
quienes van a aportarnos su pensamiento, sus reflexiones, sus argumentos...
que nos abrirán caminos nuevos o diferentes por los que transitar en la
búsqueda de ese Sentido del Trabajo Social en Salud. Ellos, por supuesto, y
todos Uds. con su participación activa en la discusión posterior.

BIBLIOGRAFÍA CITADA:

1.- FALCK, Hans S. (1990). “Social Work in Health Settings”. DAVIDSON, K.W.
y CLARKE, S.S., eds. (1990). Social Work in Health Care. A Handbook for
Practice. Part I (63 – 73).New York. The Haworth Press.
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2.- FERRARA, Floreal .A., ACEBAL, Eduardo , PAGANINI, José M. (1976).


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Zaragoza, mayo 2009

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