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Alumna: ¿???

Carrera: Tecnicatura Superior en


Psicopedagogía

Materia: Filosofía

Título: “Hacia un abordaje de la teoría


del conocimiento”
“Hacia un abordaje de la teoría del conocimiento”

Introducción

 Pregunta inicial: ¿Qué aportes epistemológicos nos serán de utilidad para llevar a
cabo nuestra tarea como Psicopedagogos?
 Hipótesis: Sobre la base de la descripción fenomenológica hay que realizar una
explicación e interpretación filosófica, una teoría del conocimiento
 Objetivos :
 Conocer el origen del conocimiento bajo los conceptos filosóficos.
 Determinar el criterio para consolidar a un conocimiento como científico.
 Decretar la validez del conocimiento, comprendiendo las leyes lógicas del
mismo.
 Fundamentar cómo estos aportes colaboran en nuestro quehacer
profesional.
 Marco teórico: Para el desarrollo de la presente monografía, utilizamos los
siguientes textos que fueron de suma importancia para la comprensión y el
aprovechamiento de los conceptos: Adolfo P. Carpio “Principios de Filosofía: una
introducción a su problemática”, Johannes Hessen “Teoría del conocimiento” y
Alicia E. Gianellla “Introducción a la Epistemología y Metodología de la Ciencia”

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Desarrollo
¿Qué es la epistemología?
Podemos afirmar que, en la actualidad, la gnoseología y la epistemología son las
disciplinas que desde la filosofía se ocupan del problema de cómo conocemos, del origen,
las condiciones y los límites de nuestro conocimiento. Cabe destacar, que si bien la
epistemología arremete ser lo mismo que gnoseología o teoría del conocimiento también
le es de su propiedad otro uso muy difundido; que muestra una faceta de la epistemología
más restringida, circunscribiendo su temática a todo lo referido al conocimiento científico.
Ya sea que se la considere parte de la filosofía o como “ciencia de la ciencia”, desde
ambas perspectivas demuestra ser una disciplina meta teórica, ya que no se encierra a un
dominio determinado de la realidad, sino que reflexiona y teoriza sobre el conocimiento
mismo.
Para poder realizar un abordaje completo y expeditivo sobre la teoría del conocimiento,
realizaremos en el análisis de la presente monografía, un pequeño recorrido que
comprenderá una perspectiva más filosófica y otra más científica, buscando la correlación
entre ambas; y resaltando sus principios más viables hacia la comprensión del concepto
de conocimiento.

Definición de Filosofía y sus orígenes

Nos acercaremos a una primera definición de Filosofía, partiendo de la significación de la


palabra, ésta procede de la lengua griega y vale tanto como amor a la filosofía, o lo que
quiere decir lo mismo, deseo de saber, de conocimiento.
Si bien las conceptualizaciones esenciales discrepan mucho entre sí en la historia de la
Filosofía, nos proponemos comenzar a analizarla desde la representación general que
toda persona culta tiene de ella. Como dice Dilthey: “Lo primero que debemos intentar es
descubrir un contenido objetivo común en todos aquellos sistemas, a la vista de los
cuales se forma la representación general de la filosofía” (Hessen, 2006, pág. 5). Tales
sistemas son los de Platón y Aristóteles, Descartes y Leibniz, Kant y Hegel. Si
profundizamos en ellos, hallamos ciertos rasgos esenciales comunes, a pesar de todas
las diferencias que presenten.

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Atribuimos que la filosofía se ocupa de la totalidad de los entes, se ha dicho alguna vez
que el filósofo es un especialista de generalidades, y esto la diferencia del resto de las
ciencias, ya que cada una trata de un determinado sector de entes. Desde aquí, entonces,
no hay ningún saber que tenga mayor alcance que aquel que es propio de la filosofía.
Ella, se ocupará de discernir las propiedades que le corresponden al ente en cuanto ente
es, sus características más generales.
Por ello, para poder precisar mejor el sentido de la afirmación según la cual la filosofía se
ocupa con la totalidad del ente, nos ocuparemos de abordar brevemente el origen de la
misma.
Bajo las indicaciones del principio de razón, quien afirma que todo tiene su porqué o
fundamento, nos cabe preguntar ¿Cuál es el fundamento de los entes en totalidad? ¿Qué
es lo que hace que los entes sean, en qué consiste el ser de los entes, de cada uno de
ellos de la totalidad? Estas preguntas, son las que nacen del asombro del hombre frente
a la totalidad del ente, surgen del asombro ante el hecho de que haya entes cuando bien
pudo no haber habido nada. Es por esto, que desde Platón y Aristóteles, que el asombro
o sorpresa es el origen de la filosofía, lo que impulsa al hombre a filosofar.
Este asombro surge, cuando el hombre, libre de las exigencias vitales más urgentes y
también libres de las supersticiones que estrechan su consideración de las cosas, se
pone a contemplar el mundo y así formularse las preguntas como las ya mencionadas. En
el momento que el hombre fue capaz de realizarse esas preguntas de manera conceptual,
desarraigado de toda concepción mítica, religiosa o tradicional; es el momento donde
había nacido la filosofía.
El segundo origen de la filosofía se gesta bajo los cimientos del error, el conocimiento
humano se encuentra atravesado por él y esto ocurre no solo en la filosofía sino también
en la ciencia y en la vida diaria. Ante la satisfacción obtenida por el asombro, mediante el
conocimiento filosófico ésta, comienza a perder fuerza y se transforma en duda; frente a
la multiplicidad de los sistemas filosóficos y su desacuerdo recíproco.
Nuestro conocimiento es sometido entonces a crítica, y con él, nuestras facultades de
conocer; y es entonces la duda, la desconfianza radical ante todo saber lo que se
convierte en origen de la filosofía.
De manera inocente todos creemos en la posibilidad de conocer, el conocimiento se nos
ofrece como una evidencia original. Pero esta evidencia desaparece pronto y la abunda la
duda ni bien se toma conciencia de la inseguridad y la poca certeza de todo saber. La

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duda tiene lugar cuando analizamos qué tan seguras y fiables son nuestras percepciones
(interpretaciones captadas por nuestros sentidos) y los razonamientos.
Nos encontramos, entonces, ante la posibilidad de confluir los conceptos del último origen
de la filosofía, ellas son las situaciones límites. Podemos decir que con la duda, se
inaugura la reflexión del hombre sobre sí mismo, cuando él se hace consciente de sus
situaciones límites. Esta expresión la titularizó así, un filósofo contemporáneo, Karl
Jaspers (1883-1969). Partiendo de ella, podemos afirmar que el hombre siempre se
encuentra en situaciones insuperables, situaciones más de las cuales no se puede ir,
situaciones que el hombre no puede cambiar porque son constitutivas de su existencia; es
decir, son las propias de nuestro ser-hombres.
De cierto modo, dichas situaciones exponen la finitud del hombre, ya que él no puede
dejar de morir, o de sufrir, o de sentir culpa; es por ello que lo limitan, le fijan ciertas
fronteras más allá de las cuales no puede ir. Asimismo, Epicteto sostuvo que el origen del
filosofar reside “en la conciencia de la propia debilidad e impotencia” del hombre (Carpio,
2004, pág. 28); y enseñaba que hay dos órdenes de cosas y situaciones: las que
dependen de nosotros, y las que no dependen de nosotros. En función de éstas últimas,
profundiza, que se encuentran determinadas por el destino y lo único que debe hacer el
sabio es conformarse con él, o mejor aún, alegrarse por el destino ya que es el resultado
de las sabias disposiciones de la divinidad.
En conclusión, lo único que depende de nosotros son nuestros pensamientos, nuestras
opiniones, nuestros deseos, o en una sola palabra, todo acto del espíritu. Esto es lo único
que podemos modificar, y el hombre logrará la felicidad en la medida en que se aplique
solamente a éste propósito.

El conocimiento científico y el conocimiento natural

Arribaremos al conocimiento científico comprendiendo las discrepancias que admite con


el conocimiento natural.
Comenzaremos diciendo que el conocimiento natural es el que se adquiere en forma
espontánea e informal, siendo imprescindible para la supervivencia humana en el medio
natural y social y constituyéndose sobre prácticas muy básicas que pasan a formar el
“sentido común”; el lenguaje natural es su vía de expresión y transmisión. Reúne una
amplia gama de conocimientos, que van desde aquellos de orden social hasta la
constitución personal y subjetiva de cada ser humano.

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Esta compleja trama de conocimientos espontáneos constituye la base, para que a partir
de ella adquiramos habilidades, pensemos, infiramos, comparemos, formulemos
preguntas, establezcamos regularidades, hipoteticemos y valoremos.
En cuanto a la integración del conocimiento científico con el natural, hay distintos modos
de concebirla, mientras unos sostienen la completa continuidad entre una y otra forma de
conocer; otros en cambio marcan radicales diferencias.
El conocimiento natural tiende a ser rígido y responde a estereotipos, el conocimiento
científico en cambio, es crítico. Esta característica nos remonta a la historia de la ciencia,
en cuanto a su constitución y desarrollo, pudiendo reconocer la confluencia del
pensamiento teórico con la observación y experimentación empírica.
Podemos decir, entonces, que el mayor atributo de la ciencia es la búsqueda de la
verdad, esto significa que cualquier otro fin estará subordinado a este fin principal que es
el acceso al conocimiento. Es necesario aclarar, que no es lo mismo buscar la verdad que
alcanzarla, o tener certeza acerca de ella. Es sabido que la verdad no siempre se logra en
el contexto de la ciencia.
Por otra parte, es también un conocimiento racional, en el sentido de que debe ser
coherente y fundado en razones, es decir sostenido argumentativamente. Pretende
además ser un saber crítico, sistemático, que hace que la ciencia no sea nunca la suma
de conocimientos aislados, sino que busca su integración en distintos sistemas y
estructuras complejas; lógicamente articulados.
Es además un saber que intenta ser preciso, logra serlo por un lado, utilizando un
lenguaje técnico con significados menos ambiguos que los del lenguaje natural; y por otro
lado mediante el empleo de herramientas formales, traduciendo sus hipótesis a
ecuaciones y formulas de la lógica y la matemática y distintos recursos simbólicos como
los de la química.
Otro de los rasgos de la ciencia, es su carácter metódico, en el sentido de que requiere
del empleo de determinados procedimientos que gozan de confiabilidad, para la obtención
y validación de los conocimientos. También, tiene la propiedad de ser general, busca
formular leyes generales que expresen regularidades, sin perder, en muchos casos la
singularidad.
A diferencia del conocimiento filosófico, la ciencia acepta la existencia de supuestos que
no se cuestionan acerca de los aspectos muy básicos de los objetos de estudio, su
existencia, su continuidad en el tiempo y el mejor modo de conocerlos.

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El concepto y el criterio de la verdad
Nos referiremos a mencionar el criterio de la verdad, estableciendo que no es suficiente
que nuestros juicios sean verdaderos, sino que necesitamos además de la certeza de que
lo sean. Para confirmar si un juicio es verdadero o falso, debemos apelar al criterio de la
verdad.
En la descripción del fenómeno del conocimiento encontramos que, para la conciencia
natural, la verdad del conocimiento consiste en la concordancia del contenido del
pensamiento con el objeto; designando a ésta concepción como el concepto trascendente
de la verdad.
Sin embargo, hay otro término que puede designarse como concepto inmanente de la
verdad y quien afirma que la esencia de ésta reside dentro del pensamiento mismo; para
este principio, la verdad es la concordancia del pensamiento consigo mismo. Un juicio es
verdadero cuando está formado con arreglo a las leyes y a las normas del pensamiento,
la verdad significa según esto, algo puramente formal; coincide con la corrección lógica.
Ampliaremos el concepto inmanente de la verdad visualizándolo, desde una posición
epistemológica que Eduard von Hartmann llama el “idealismo inconsecuente”, y que
nosotros conocemos con el nombre de fenomenalismo. Según éste, hay objetos
independientes del pensamiento, cosas en sí pero son completamente incognoscibles.
Por eso, según ésta postura no es válido considerar la verdad como la concordancia del
pensamiento con los objetos, ya que no conocemos a los objetos. Por ende, este principio
parte de que la verdad del conocimiento solo puede consistir en la producción correcta
(conforme a las leyes) del objeto, esto es, en que el pensamiento concuerde con sus
propias leyes.
Habiéndonos informado sobre estas dos maneras de comprender la verdad del
conocimiento, es necesario expandir aún más el criterio de la verdad bajo el ala del
dualismo contenido del pensamiento y objeto. Kant, ha reflexionado al respecto
explicando que los objetos cumplen un papel importante en la explicación genética del
conocimiento. Ellos son la causa de las sensaciones, que se producen porque las cosas
en sí afectan nuestra conciencia y le atribuye un fundamento objetivo en la medida que
las propiedades de los objetos nos invitan a emplear la intuición.
Esta posición aun así, ha sido debatida y es aquí donde un aporte de Külpe establece “…
hay un tercer término: una aprehensión de las realidades no dadas, pero que se revela

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por medio de lo dado” (Hessen, 2006, pág. 60). Nuestro conocimiento está y estará en
relación con los objetos, y dicho vínculo será coordinado, será una relación regular. Los
contenidos de nuestro pensamiento funcionarán como símbolos de las propiedades
transubjetivas.
La cuestión del criterio de la verdad está en conexión estrecha con la cuestión del
concepto de la verdad. Retomando los aportes del principio inmanente del conocimiento,
podemos estipular que nuestro pensamiento concuerda consigo mismo cuando está libre
de contradicciones, y si bien la ausencia de contradicción es en efecto un criterio de la
verdad; no es un criterio general válido para todo el conocimiento sino para una esfera
determinada. Aquí alojamos a las ciencias formales o ideales, como la lógica y la
matemática ya que se emplean por medio de objetos mentales.
La solidez de este criterio se ve afectada cuando se trata de objetos reales, para este
caso necesitamos buscar otros criterios de la verdad. Mencionaremos el criterio de la
presencia o realidad inmediata del objeto pensado, caracterizado como una certeza pre
lógica; lo que significa que en esta certeza todavía no tiene parte el trabajo del
pensamiento. Volket incluye en esta clase de certeza, no sólo la percepción inmediata de
determinados contenidos de conciencia, sino también la de las relaciones existentes entre
ellos (similitudes y diferencias, por ejemplo).
En relación al criterio de la evidencia inmediata, nos cabe preguntar si éste es válido tanto
para los contenidos de la percepción como para los contenidos del pensamiento, esta
cuestión equivale a la de si además de la evidencia de la percepción, hay una evidencia
del pensamiento conceptual y si podemos ver en ella un criterio de la verdad.
Respondiendo afirmativamente a lo antedicho, nos compete darle un doble sentido: se
puede entender por evidencia algo irracional o algo racional. En el primer caso, la
evidencia es sinónimo del sentimiento de evidencia, esto es, de una certeza emocional
inmediata. Y al ser subjetiva no puede pretender validez universal. La peculiaridad de la
certeza intuitiva consiste justamente en que no puede ser probada de un modo
lógicamente convincente, sino que solo puede ser vivida personalmente.
En otra perspectiva se haya el conocimiento científico, quien sí posee validez universal, y
esto nos conduce a no tomar a la evidencia como criterio de la verdad, en la esfera teórica
y científica.
Por ello, podemos establecer que el fundamento lógico de los juicios citados no reside en
la evidencia, sino en las leyes lógicas del pensamiento, amparadas por el principio de

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identidad y el principio de contradicción. En ellas radica, últimamente la verdad de
aquellos juicios y por tanto constituyen el fundamento de la validez de los mismos.
Si nos preguntásemos ¿cuál es el fundamento de las mismas leyes supremas del
pensamiento? Es evidente que estas leyes tienen que fundarse en sí mismas, reposando
en los supuestos necesarios de todo pensamiento y conocimiento que tienen.
Podemos entonces decir, que bajo estas leyes, todo pensamiento y conocimiento se hace
posible.

Conclusión
Luego de haber citado los conceptos más generales de los autores elegidos, podemos
realizar una conclusión que nos ayude a determinar qué aspectos nos serán de utilidad
para nuestro rol como Psicopedagogos.
Comprendiendo que nuestro objeto de estudio, es un sujeto atravesado por situaciones de
aprendizaje, en tanto nos refiere saber cómo aprende, bajo que contexto, cuáles son sus
mayores interés etc; la epistemología será la ruta que nos guíe a tratar dichas
incumbencias. Nuestro punto de partida, será ir en busca de esos conocimientos
naturales que viene imbricados con el sujeto desde el nacimiento y desde su contexto
más primitivo: la familia; y al tener este bagaje poder inferir por medio de nuestro
conocimiento formal utilizando herramientas como la observación y la experimentación.
Por otro lado, tomamos los aportes del objeto trascendente de la verdad, comprendiendo
que por ellos y gracias a ellos, somos propietarios de emociones y sensaciones
particulares, constructoras de nuestra subjetividad, y son el motivo por el que se alimenta
nuestra curiosidad, nuestras ganas de saber.
Nuestro conocimiento estará sustentado por las evidencias irracionales y racionales, es
decir, desde lo que emocionalmente nos despierte tal experiencia y desde la
incorporación en cuanto a nuevo saber adquirido nos otorgue.

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Bibliografía
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http://www.ataun.eus/BIBLIOTECAGRATUITA/Cl%C3%A1sicos%20en%20Espa
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Principios de la Filosofía: una introducción a su problemática (págs. 21-30). Buenos Aires:
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Durkheim, E. (21 de junio de 2009). Durkheim.com. Recuperado el 3 de julio de 2017, de http//

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