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Sidicaro Ricardo cap.

2 “El Estado peronista y el cuestionamiento de los predominios


de los principales actores socioeconómicos 1946-1955”
Se sostiene que el Estado Intervencionista y sus aparatos estatales, con capacidad de
acción sobre la sociedad, y más específicamente sobre la economía,
considerablemente ampliada en los últimos años del régimen conservador se
convirtieron en una condición estructural y objetivo que facilito la creación del
peronismo. Sin embargo, Sidicaro sostiene que sería una simplificación atribuir al
carácter del Estado intervencionista el papel de causa exclusiva en la explicación de los
cambios políticos que se inician en 1946. Así consiente de estos otros aspectos, en su
recorte analítico, privilegia la dimensión estatal en el estudio de las transformaciones
de las políticas de los gobiernos peronistas. Por lo cual, siguiendo ese enfoque, se
ocupará de las relaciones que se establecieron entre 1943-55 entre el Estado y los
actores socioeconómicos predominantes.
El gobierno militar 1943-46 y la prefiguración del peronismo.
El gobierno de 1943, va a intentar mejor las relaciones del Estado con los actores
socioeconómicos predominantes. Sin embargo, lo que se ira marcando a partir de ese
año será la creciente autonomía del Estado con respecto a los intereses de los
principales sectores propietarios
En el plano social el gobierno militar impuso disposiciones legales para mejorar las
condiciones de vida y de trabajo de los asalariados. Si bien no altero las bases del
sistema económico, despertó el rechazo de varias patronales. La estrecha relación
entre la politica social del gobierno militar y lo que luego fue el proyecto de los
promotores del peronismo tuvo como consecuencia que las entidades patronales
reforzasen su oposición a las medidas favorables a los asalariados. Las relaciones entre
las reformas sociales y la agudización de los conflictos obreros modificaron el modo en
que hasta entonces se habían planteado los vínculos entre la politica y el sindicalismo.
En el mundo rural, las políticas sociales del gobierno militar, vinieron a romper con las
relaciones laborales más informales y de tendencia paternalista (patrón- obrero).
Sobre todo, mediante el Estatuto del Peón, mediante dichas disposiciones sociales se
buscaba mejorar la situación de los obreros rurales fijando salarios, categorías,
descansos, etc.
Con respecto a la posición de los sectores industriales frente a la formación del
peronismo se han planteado diferentes interpretaciones. Mientras que la Sociedad
Rural Argentina y los grandes propietarios se opusieron el gobierno militar y al
peronismo, el desenvolvimiento opositor de la Unión Industrial Argentina y de sus
dirigentes corporativos fue más contradictorio y si bien la entidad fabril termino
alienada en el anti peronismo, la linea de ruptura no fue muy nítida. Probablemente el
anti peronismo de la UIA, se vio acrecentado por la existencia de los conflictos internos
que dividían a sus miembros y a pesar de que fue solo una minoría la que adhirió al
nuevo movimiento político, en la dinámica intracorporativa esta división sirvió para
radicalizar las posiciones de los adversarios del gobierno militar y de sus anunciados
continuadores.
Las propuestas sobre el aliento a la actividad industrial que se destacaron entre los
proyectos del gobierno del 43 y el de los promotores del peronismo fueron entre
otras: la protección de las industrias surgidas por la guerra mundial; el desarrollo de
nuevas actividades industriales y la expansión del mercado interno mediante mejoras
de los ingresos de la población y en especial de los asalariados.
El autor en este punto señala algunas diferencias entre el sector agropecuario y el
industrial. Sostiene asi que mientras los primeros tendian homogenizar sus actividades
porque si en el mercado los precios cambiaban, el efecto o las consecuencias eran
iguales, en cambio en los industriales era mas notoria la competencia y su division,
pues los efectos económicos se hacían sentir de diversas maneras dependiendo del
rubro de la industria.
Siguiendo algunos aspectos de la industrialización en Argentina, se hace necesario
distinguir entre las industrias tradicionales (alimentos, textiles y cuero) y las industrias
dinámicas (productos químicos, caucho, metalúrgicas y aparatos eléctricos). Esta
diferencia serán un factor que permitirá entender el comportamiento que asumen
algunos empresarios frente a los cambios políticos que se suceden a partir de 1943.
Para las industrias tradicionales las propuestas “industrialistas” del gobierno militar y
de los promotores del peronismo no eran de su interés, porque sus productos no
encontraban mayor competencia con los productos importados. El fomento de las
nuevas actividades industriales podía resultar atrayente para algunos empresarios,
pero no era una demanda del conjunto. Las materias primas que empleaban las
industrias tradicionales eran de origen nacional y sus precios aumentaban con el
incremento de los salarios.El poco atractivo de las propuestas del peronismo para la
gran industria tradicional se combinó, sin duda, con las dificultades que les ocasionaba
la politización de los conflictos sociales. Asi si bien Peron, busco la adhesión de la UIA,
esos intentos no impidieron que la coporacion fabril se volcara al antiperonismo.
Tomadas en su conjunto, las resistencias de los industriales frente a las iniciativas
sociales de la administración militar deben ser interpretadas como la expresión de la
lucha politica más que por los efectos negativos sobre sus intereses económicos.
Probablemente el punto más alto de la protesta patronal fue la enconada oposición,
que hacia 1945, despertó la resolución del gobierno militar, estableciendo la
bonificación anual denominada “aguinaldo”. En el rechazo de esta medida, la UIA, se
unió a las demás entidades empresarias y la convirtió en un motivo de enfrentamiento
directo con los asalariados. Ahora bien si se compara el ingreso anual promedio de
1945 con el año anterior surge que con el cobro del aguinaldo de 1945 los asalariados
no vieron modificado su ingreso anual promedio de 1944. Es por esto que mas que una
practica de defensa de su intereses económicos, las protestas de las patronales contra
el aguinaldo, fueron una medición de las fuerzas políticas.
En este apartado el autor también sostiene que ni antes ni después de 1943, los
empresarios de industrias dinámicas estructuraron una acción politica propia y con
capacidad de incidir en las orientaciones estatales.
El gobierno de Perón y los principales actores empresarios
Con la llegada de Perón al gobierno los conflictos con las grandes corporaciones del
país se acallaron y se llegaron a un acuerdo. Esto cambios se debieron talvez a la
decisión del gobierno peronista de intervenir la UIA, la cual quedo marcada como una
amenaza permanente para las demás entidades empresarias. Sobre los miembros de la
UIA que ocuparon posiciones en el gobierno, el mas destacado fue el caso de Miguel
Miranda, quien deserto de la UIA y se unio al proyecto del gobierno. Después de
pasados algunos años de comenzada la gestión de Perón, las relaciones con los
industriales mejoraron y, seguramente la incorporación a la entidad patrocinada por el
gobierno, la Confederación General Economica, fue voluntaria para algunos dirigentes
de la disuelta UIA. La Bolsa de Comercio de Bs. As, fue una de las primeras entidades
de acercarse al gobierno peronistas, ante la amenaza de alguna represalia. La S.R.A se
adaptó a un ritmo mas lento al gobierno peronista.
Los intereses de los grandes empresarios rurales
A partir de su posición económica estratégica y de su influencia cultural e ideológica, la
gran burguesía agraria era el sector económico con más capacidad politica para
orientar a los restantes actores empresarios y era un fuerte opositor al peronismo .
El gobierno de Perón no pretendió modificar la estructura de la distribución de la
propiedad rural. Sin embargo, desarrollo un conjunto de políticas económicas
tendientes a operar transferencias de ingresos de la actividad agraria hacia otros
sectores de la producción. Ese objetivo se buscó por intermedio de la acción del
Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI), entidad que monopolizo las
exportaciones agrícolas, fijando precios de compra a los productores que en los
primeros años de la gestión peronistas fueron más bajos que los obtenidos en los
mercados mundiales. Con estas medidas los grandes propietarios perdían la
posibilidad de beneficiarse con las alzas de los precios internacionales. Los primeros
años del peronismo estuvieron marcado por un gran incremento de las exportaciones,
cuyos beneficios obtenidos por el IAPI, se orientaron al sector industrial. ( El modelo
economico de Peron estuvo marcado por la intervención estatal en el comercio
exterior. La intervención del IAPI, en el comercio fue necesario para que fuera el único
vendedor. En la defensa interna, se ha procedido con un criterio de fijación anticipada
de los precios, politica que empezó hacerse evidente a partir de 1950. Esta
anticipación de los precios consistía en fijar un precio preliminar, que es el reflejo del
costo medio de producción y, una vez terminada la cosecha, el organismo hace un
reajuste, de acuerdo con el precio que se haya obtenido en el exterior).
Con las actividades del IAPI, los grandes empresarios agrarios veían revertir los
mecanismos que clásicamente se habían utilizado para defender sus intereses
económicos. Sus críticas a la politica económica del gobierno abarcaban tanto la
fijación de precios como el monopolio estatal del comercio exterior.
Tal como sostuvieron Guido Di Tella y Manuel Zymelman, “el IAPI se encargaba de
comprar a los productores a precio fijo y de revender a precios internacionales. Estos
precios eran tan rígidos que los productores rurales no pudieron disfrutar de los años
de bonanza y tampoco se vieron aliviados durante la caída de los precios.
La politica de precios se modifico a partir de 1950, época en que produjo una caída de
los precios internacionales de los granos, por efecto de la politica económica
estadounidense. La cual consistio en ofrecer una ayuda económica a los países
europeos devastados por la segunda guerra mundial, este plan se denomino “Plan
Marshall”. Ante esta situación el gobierno argentino opto por pagar a los productores
un nivel de precios mayor que el obtenido por el I.A.P.I
Pero la modificación de los precios oficiales de los productos no supuso un cambio
sustancial en la politica hacia el sector rural. En efecto, los precios de los cereales
siguieron establecidos por el ente estatal y fueron ajustados con los índices de
inflación que evolucionaban de modo diferente a los valores de esos productos en los
mercados internacionales. En las coyunturas de caída de las cotizaciones mundiales, el
IAPI, pago precios más elevados que los externos, pero mejoro muy poco los ingresos
reales de los sectores agrarios.
Así para asegurar la continuidad del proceso de industrialización, en contexto de
caída de los precios agrarios, se hizo necesario aumentar los saldos exportables, para
ello Peron pidió ayuda los productores rurales al anunciarle las nuevas cotizaciones
que pagaría el ente oficial. Pero los déficits del AIPI, evidenciaron muy rápido los
límites del proyecto peronista con respecto a la introducción de modificaciones en la
estructura de la propiedad agraria y a su deficiente nivel de productividad.
Sin una propuesta de modificación de la estructura agraria, el gobierno peronista
oscilo entre ofrecer compensaciones para incrementar la producción y formular
amenazas de expropiación.
Las relaciones del SRA, con el gobierno peronista mejoraron durante el segundo
gobierno de Perón. Pero esa relación no impidió, que cuando, se suscitó el Golpe del
´55, la sociedad se aliara con el bando triunfador y exigiera la recuperación de las
situaciones perdidas. Así la desarticulación del intervencionismo económico fue la
primera demanda
Los intereses de los propietarios de la industria
En el periodo de 1946-1955, los intereses de los propietarios de las industrias
tradicionales retrocedieron en comparación con los otros sectores manufactureros.
Ese deterioro fue el resultado de distintas medidas, cuyo objetivo no era afectar a este
tipo de industrias.
El lento crecimiento de las industrias vegetativas era consecuencia del tipo de bienes
que elaboraban y de su baja elasticidad a las variaciones de ingresos, la cual fue
perdiendo terreno respecto a las industrias dinámicas, esta ultimas, aumentaban el
producto por persona ocupada junto con el incremento del “capital global” y del
“producto global”. Esto era consecuencia de la creciente demanda de sus
producciones y de la incorporación de mejoras tecnológicas. Las industrias vegetativas
por su parte con una demanda que se mantenía inmóvil, el aumento del producto por
persona ocupada suponía una reducción del número de asalariados, combinada con
una modernización de las plantas fabriles. La posibilidad de aumentar los precios a sus
productos era vedada por la fijación estatal de los precios máximos.
Respecto a la modernización tecnológica de las plantas febriles de las industrias
vegetativas. Se dice que las dificultades de modernización de dichas empresas,
durante la guerra mundial, periodo en el cual la demanda había alcanzado su punto
mas altos, provoco el desgaste de la capacidad instalada que llevo a su deterioro
tecnológico. Además cuando las industrias vegetativas podían adquirir nuevas
maquinarias están eran de baja calidad y en su mayoría eran adquiridas del mercado
local.
Sobre las transformaciones operadas en la estructura de las importaciones argentinas
Aldo Ferrer sostiene que el crecimiento de la produccion industrial dio, como
consecuencia un aumento de importancia de la industria dinámica, quien paso de
aportar en el PBI, un 34% entre 1945-49 a 42% en 1950-54.
En cuanto a las orientaciones políticas de los pequeños empresarios surgidos durante
el gobierno de Peron, cabe destacar que no existieron asociaciones de articulación de
intereses que puedan considerarse como portadoras de su representación. Además las
pequeñas empresas eran menos controladas por el Estado, por el cual podían eludir las
reglamentaciones laborales.
Al intentar el gobierno buscar una mayor racionalización a los procesos económicos,
se sancionan diversas medidas cuya meta era aumentar los controles sobre las
pequeñas empresas. El plan económico de 1952 estipulaba la creación de un régimen
de licencias para instalar nuevas industrias. Siguiendo esta orientación, se creó el
“registro de establecimientos industriales”, en el deberían inscribirse… todas las
empresas de cualquier índole…”. Si bien la multiplicación de los pequeños
establecimientos era un objetivo del gobierno, las autoridades reconocían las
deficiencias de esta forma de desarrollo industrial.
La Confederación General Economica: ¿los empresarios peronistas?
La CGE se constituyó orgánicamente entre diciembre de 1852 y agosto de 1853. Se
concretaba así una antigua aspiración del gobierno, la cual consistía en la creación de
una entidad patronal aliada a su politica.
La Confederación Economica Argentina fue una de las entidades que convergió en
1952 en la formación de la CGE, uniéndose a la mayoría de las entidades empresarias
existentes de la época. Confederaciones Rurales Argentinas y la Sociedad Rural
Argentina, también participaron en la creación de la CGE. A esta entidad auspiciada por
el peronismo se integraron igualmente la Cámara Argentina de Comercio, la Bolsa de
Comercio de Bs. As. Participaban también la CAPIC, que representaba a los
empresarios de algunas provincias del interior argentino.
La CGE dio su adhesión a la mayoría de las iniciativas del gobierno y en lo económico se
preocupó por el aumento de la productividad, el mejoramiento de los equipos y
maquinarias y por la necesidad de la radicación de capitales extranjeros. Por otro lado,
se puede decir que esta institución oficial, también tuvo el objetivo de mejorar las
relaciones entre Perón y los empresarios tradicionales. Sin embargo, en 1955, muchos
empresarios rurales sobre todos los miembros de la Sociedad Rural, sostuvieron que se
integraron a la CGE, presionadas por el gobierno.
El Estado organizador y los políticos peronistas
Peron desde antes de llegar al poder, expresaba ya sus ideas sobre la relación entre el
Estado y la sociedad. El sostenía que el Estado orientar el ordenamiento social y
económico, sin por ello intervenir en la acción individual que corresponde al industrial,
al comerciante, al consumidor. Ellos pueden fijar sus propias objetivos, pero siempre y
cuando sean a fines a los grandes proyectos que trace el Estado.
En la esfera económica, la intervención del Estado y la multiplicación de los controles y
de las medidas de planificación indicativa suscitaron la disconformidad de los
principales sectores propietarios.
El concepto teórico que adjudicaba al Estado la función de planificador de la economía
fue incorporado por el peronismo a la constitución mediante las reformas de 1949.
Arturo Enrique Sampay, el inspirador intelectual de la reforma constitucional, escribió
en 1951 un libro donde expuso las principales teorías del Estado, reflejando su
predilección por la idea del bien común en el sentido tomista.
Cuando el gobierno de Perón busco modificar las políticas seguidas en los primeros
años y mejorar las relaciones con el gran empresariado, no altero sus principios
centrales estatistas. Para los peronistas el protagonismo estatal no era tema de
discusión y el manejo de la economía no salía de su órbita.
Las funciones sociales de los aparatos estatales se expandieron en esa década
siguiendo lógicas distintas, pero complementarias. El Estado se encargó de regular las
relaciones entre el capital y el trabajo, proponiéndose como instancia neutra, pero al
mismo tiempo se establecieron mecanismos para preservar los intereses de los
sectores socialmente más vulnerables. La racionalidad acordada de la acción del
Estado, le dio a este un importante aumento de legitimidad, pero esa comenzó a
deteriorarse en la visión de quienes disentían de esas orientaciones. Además, el Estado
se introdujo en dominios culturales, de empleo de tiempo libre, de control de los
medios de comunicación, de vigilancia de las organizaciones socio profesionales o
estudiantiles, y casi nada quedo fuera de su órbita.
En esas condiciones de ampliación del Estado combinadas con su politización
doctrinaria, resulto fácil percibir los elementos de ineficiencia burocrática que emergía
de la doble función asumida. Por un lado, se buscaba que el Estado cumpliera con las
tareas burocráticas modernas que requerían conocimientos propios de los saberes
técnicos correspondientes. Por otro, se esperaba la lealtad politica de quienes ejercían
responsabilidades administrativas en los más disimiles niveles y se sesgaba con
preferencias partidistas las incorporaciones y promociones de los empleados y
funcionarios. Esto puede ilustrarse en el documento titulado “plan político de 1954”.
Ese documento resumía las perspectivas de las autoridades peronistas con respecto a
la función pública. Los criterios burocráticos valoraban la eficiencia, pero se
superponían con los patrones evaluativos cuya primacía se ponía en la lealtad politica y
el adoctrinamiento justicialista para alcanzar el mejor funcionamiento de la
administración publica.es posible afirmar, a partir de esas directivas del año 1954, que
homogeneizar doctrinariamente al personal burocrático fue una meta no alcanzada a
lo largo de todo el decenio.
Una reflexión importante para entender el gobierno peronista será la de Jarach, quien
remite a los distintos objetivos que se superponían en la orientación de un gobierno
estructurado en torno al intervencionismo estatal, pero en el cual la acción de
dirigentes políticos y la conducción carismática de Perón, desarrollaban estilos de
comportamiento y fijaban metas que desorganizaban las practicas estatales. Dado que
la racionalidad económica propia del funcionamiento estatal capitalista y los límites
impuestos por la estructura económica entraron en contradicción con los intereses
materiales y simbólicos de la dirigencia politica y de su jefe carismático y las
alternativas antes estimadas promisorias y abiertas se transformaron en los dilemas
que marcaron el camino al final de su gestión.
Finalmente, el autor sostiene que la década peronista fue el escenario de inauguración
del “stop and go” (pare y siga) provocado por el estrangulamiento de la provisión de
divisas. Por su parte la gran burguesía agraria perdió en esos años no solo el
reconocimiento político e ideológico, sino que se deterioró, la idea, que sostenía que
favorecer el campo podía ser la fórmula para iniciar un nuevo ciclo de crecimiento
económico.

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