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CARRERA DE INGENIERÍA CIVIL

ECOLOGÍA Y AMBIENTE

LECTURAS RECOMENDADAS

GENÉTICA DE LA POBLACIÓN
ECUATORIANA
Los dos artículos que se reproducen a continuación pueden ser descargados en su ver-
sión original del blog del autor: https://www.cesarpazymino.com/

César Paz y Miño


Director del Centro de Investigación Genética y Genó-
mica de la Facultad de Ciencias de la Salud "Eugenio Es-
pejo", Universidad UTE, Quito-Ecuador

Origen e historia genética de las migraciones ancestrales


de la población ecuatoriana

En una nueva publicación del grupo de investigadores del Centro de Investi-


gación Genética y Genómica de la Universidad UTE, se muestra el origen y
distribución de genes tras la migración de los pueblos ancestrales y post con-
quista española. Como bien se conoce, el origen del hombre en América
empieza con la llegada desde Asia por el estrecho de Bering, entre 40 a 14
mil años atrás, arribando a América del Sur hace 12 mil años. Hay alguna
evidencia que existió una migración desde Oceanía.

Nuestro parentesco, histórico es con Asia y Oceanía y la genética lo respalda.


Durante varios años se ha investigado el origen ancestral de los ecuatorianos,
tomando en consideración el gran evento migratorio, que según registros his-
tóricos comienza en 1526 con las primeras expediciones de los españoles
junto a esclavos africanos que llegaron por la costa de lo que hoy se conoce
como Ecuador.

Según datos censuales del 2010, somos 17 267 986 ecuatorianos distribuidos
en las 24 provincias del país, en las 4 regiones diferentes: Costa (8 523 453),

1
Sierra (7 733 725), Oriente (937 406) y la Región Insular (32 320). También du-
rante el censo se pidió auto identificarse étnicamente obteniéndose 71,9 por
ciento mestizos, 7,4 por ciento montubios, 7,2 por ciento afroecuatorianos, 7
por ciento Indígenas y 6,1 por ciento blancos.

Con estos antecedentes nos propusimos estudiar el origen ancestral migrato-


rio de una muestra de la población ecuatoriana (240 individuos) dividida en
las tres provincias continentales, haciendo uso en conjunto de huellas gené-
ticas específicas para esta meta y comparar estos datos con los resultados
de diferentes estudios nacionales previos. Para el análisis usamos la informa-
ción de tres huellas genéticas: cromosomas no sexuales (autosomas), cromo-
soma Y (heredable solo por vía paterna) y ADN mitocondrial (exclusivamente
heredado por línea materna).

Los resultados obtenidos muestran un mestizaje interesante. En los pobladores


de la Costa la composición genética de los tres grandes grupos étnicos mun-
diales es de 51,7 por ciento de genes nativo americanos, 16,3 por ciento de
africanos y 32 por ciento de europeos; en la Sierra, 64,6 por ciento de genes
nativo americanos, 8,5 por ciento de africanos y 26,8 por ciento de europeos;
en el Oriente, 66,7 por ciento de genes nativo americanos, 7,6 por ciento de
africanos y 25,7 por ciento de europeos.

Estos porcentajes reflejan la historia de nuestro origen: la “conquista” espa-


ñola y la llegada de población afro por la costa, unida voluntaria o involun-
tariamente a la amerindia. Este hecho se reafirma en las proporciones gené-
ticas diferentes y refleja la manera de desplazarse de los nuevos habitantes
de la colonia, que inician en la costa y sus genes permanecen ahí, y asciende
a la sierra, para pasar al oriente donde se demuestra menor proporción ge-
nética de componente europeo y africano, pero mayor proporción de nativo
americano.

El uso de marcadores de cromosomas no sexuales (X e Y) muestra similitud en


todos los estudios nacionales y coincide así en el origen de los ecuatorianos,
apegado a la historia. Para el cromosoma Y se muestra un gran componente
de origen europeo (conquistadores), mientras que el ADN mitocondrial es
mayoritariamente indoamericano (conquistadas). Del origen oceánico solo
existe un dato que se debe confirmar con más estudios, por lo que queda
esta incógnita.

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Nuestros genes trihíbridos, cuentan la historia de un proceso migratorio fuerte
vivido hace cientos de años atrás. Estos estudios tienen interés actual, al re-
lacionarlos con cuestiones prácticas de la medicina personalizada, esto es,
identificar la predisposición que tendrá un individuo o grupo a padecer una
u otra enfermedad, ser mayor o menormente sensible a tratamientos, res-
puestas a fármacos y tóxicos, adaptación a la altura, susceptibilidad a las
enfermedades, de acuerdo al componente ancestral.

Origen genético de los ecuatorianos:


Ni racismo, ni determinismo

En mi artículo anterior sobre el origen genético de los ecuatorianos, hice refe-


rencia a los porcentajes de información genética “no esencial”, que tene-
mos, y con los cuales podemos compararnos, así como trazar un mapa ge-
nético del origen de nuestra población y de nuestros ancestros. Resumiendo,
los hallazgos de la información genética y cotejándolos con los tres grupos
más representativos étnico-genéticos: nativo americanos, europeos (cauca-
soides) y afrodescendientes, los ecuatorianos somos una población cruzada
de origen triple (trihíbrida).

El artículo mencionado generó una curiosa discusión con algunos lectores y


deseo enrumbar la temática. Durante siglos hemos manejado e incluso acep-
tado que los humanos tenemos razas. ¡Esto es falso! Existe una sola raza: la
humana, y todos pertenecemos a ella. No existen individuos mejores o peores
genéticamente hablando, lo que sí existe son variantes del ADN de porciones
no esenciales, que se acumulan en grupos poblacionales diversos y que, al
rastrearlas y compararlas entre sí, asociándolas a un origen, con lo cual se
puede elaborar mapas genéticos de la población.

Es clave entender que las variantes genéticas, que nos permiten caracterizar
poblaciones, no proporcionan mejores características a las personas o pobla-
ciones; son variantes no esenciales, incluso no son genes verdaderamente,
sino porciones de ADN. Aunque dentro de los genes humanos existen también
variantes más o menos frecuentes.

Clasificar a las personas en razas, sería un sacrilegio científico, ya que las ca-
racterísticas que se utilizan son artificiales y al mismo tiempo muy variables.
Por ejemplo, el color de la piel, que es el más utilizado en el argumento de las
razas, trae un conflicto, pues existen al menos 230 colores de piel. Entonces,

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no es útil, aunque por supuesto que sí existe diferencia al comparar los extre-
mos blanco y negro, pero eso no significa nada en términos de eficiencia
biológica. Algo igual pasa con la talla, el peso, la forma de la cabeza, la
forma de la nariz, orejas, o cualquier otra característica atribuida a la raza. A
lo sumo, las variantes, podrían determinar más o menos aptitudes en ciertos
desempeños individuales, o podrían tener que ver con riesgos de adquirir cier-
tas enfermedades, pero nada más. No le hacen a una persona más o menos
inteligente, rico o pobre, etc.

Profundicemos un poco más. El color de la piel tiene que ver con la cantidad
de melanina que producen las células, esta es producida por al menos dos
genes, que son los mismos genes en todos los humanos, solamente que en
unos hay mayor secreción de melanina y en otros menos. La piel más negra
protege mejor de los rayos ultravioleta, pero no se puede tener 100 por ciento
de melanina, porque no se tendría vitamina D y padecerían de raquitismo,
por tanto, hay un juego entre el color de la piel, la melanina y la vitamina D.
Pero curiosamente, si reciben mucho sol, las personas más blancas, con poca
melanina, hacen cáncer. La pregunta lógica entonces es: Qué es mejor: ¿te-
ner piel negra y protegerse del sol y tener riesgo de raquitismo, o tener piel
blanca y hacer cáncer de piel? Donde no hay sol la piel se aclara para ob-
tener mayor disponibilidad de vitamina D y para que no aparezca raquitismo.
Esta dualidad se originó en el proceso evolutivo.

La diversidad genética es una realidad, es medible, es comparable, pero solo


tiene sentido si la correlacionamos con algún factor específico; así: predispo-
sición a enfermarse, resistencia a enfermedades, mayor o menor período de
vida, mejor o peor respuesta a tratamientos, toxicidad mayor o menor a fár-
macos o químicos, respuesta a vacunas, resistencia a infecciones, entre otras.
Las poblaciones, según su composición genética no esencial, presentan dife-
rencias.

Al observar poblaciones del mundo encontramos variantes muy interesantes.


Hay poblaciones que resisten mejor al frío porque tienen genes de resistencia,
es decir, genes de metabolismo más alto, por tanto, mayor temperatura cor-
poral. Hay poblaciones que se alimentan solo de proteínas y no tienen los
problemas patológicos presentes en otras poblaciones que ingieren escasas
cantidades de proteínas. Hay poblaciones que se adaptan mejor a la altura
(tibetanos) por tener un gen que hace de su hemoglobina más apta para

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captar oxígeno y generar más vasos sanguíneos, mientras los andinos no tie-
nen esta característica y se adaptan a la altura produciendo más glóbulos
rojos, lo cual les proporciona mayor riesgo cardiopulmonar. La población afro
tiene más anemia de células en forma de media luna, pero eso no impide
que en otras partes del mundo también se tenga esta enfermedad; lo que
varía es la frecuencia. Los ecuatorianos tenemos avidez por los sabores
umami, salado y dulce, lo que nos determina riesgos de diabetes. Somos más
o menos tolerantes a la leche, según tengamos más o menos genes euro-
peos; mientras más genes amerindios menos tolerantes, y así muchas carac-
terísticas que se presentan en diferentes grupos poblacionales y con similares
orígenes; sin embargo, jamás esto significa superioridad o inferioridad. Los
datos históricos y económicos dan cuenta de la organización social de la hu-
manidad, y esta no es por genes; es por herencia cultural e histórica del po-
der. No hay esclavitud o prepotencia por genes.

Aceptar las razas como principio biológico infalible sería un determinismo ge-
nético absurdo, y el determinismo genético fue superado hace mucho. Hay
rezagos de la influencia de Darwin y sus postulados de superioridad y adap-
tación del más fuerte, lo que se llama “social darwinismo”, pero este está
cuestionado por muchos hallazgos. Justamente la variabilidad genética tan
diversa, en que se muestra que unas poblaciones son más adaptadas para
unas cuestiones en detrimento de otras o viceversa, es lo que destruye los
conceptos biologistas puros, el determinismo y el social darwinismo. Al final
de cuentas solo somos homínidos con los mismos genes, con variantes gené-
ticas no esenciales y pertenecemos a la única raza: la humana.

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