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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE SANTO DOMINGO

FACULTAD DE INGENIERÍA Y ARQUITECTURA

Dirección De Postgrado Y Educación Permanente

Programa:
Maestría en Administración de la Construcción 2020-2022

“TAREA 1. INFORME INDIVIDUAL”

Maestrante:
Ing. Joel Arturo Vásquez Brito

Profesor:
Dr. Julián Álvarez

Asignatura:
Ética Profesional en la Construcción
FIL-8260

Fecha:
Junio 2021
“ÉTICA, ÉTICA DE LA VIRTUD Y ÉTICA DE LOS NEGOCIOS”
Vivimos en una sociedad donde la ética ha jugado un papel muy
importante desde tiempos remotos. El desarrollo de todo ser humano consiste
en su crecimiento a partir de determinadas situaciones que ocurrirán en el
trascurso de su vida, las cuales le permitirán aprender de sus errores y
corregirlos de una u otra manera. Este proceso será más efectivo cuando estén
involucradas las emociones, así como la capacidad de asociar las experiencias
propias con las sociales. De este modo, uno de los papeles más importantes
dentro de la percepción es ocupado por los valores éticos, que definen nuestra
personalidad y la forma en que vemos el mundo.

Es importante definir qué es la ética y cuál es su relevancia en la vida


cotidiana. Básicamente, se trata de una disciplina filosófica que está encargada
de estudiar las diferencias que existen entre el accionar que es considerado
correcto y el equivocado. Es el estudio de conceptos tales como el bien, lo bueno,
lo correcto, el mal, lo malo, lo incorrecto, la obligación moral o el deber, y de las
distintas clases de razonamiento (a menudo denominado razonamiento práctico)
empleadas para determinar qué habría que hacer en determinadas
circunstancias, y de manera más general, cómo se debería vivir.

El principal objetivo de la ética es identificar las costumbres y normas que


regulan el comportamiento de las personas. Esto es lo que se conoce como
moral, que representa un conjunto de valores que son indispensables para la
coexistencia armónica dentro de la sociedad. En la vida cotidiana es
indispensable desarrollar un pensamiento ético para alcanzar el éxito en el plano
personal, así el beneficio propio y el de la sociedad no entrarán en conflicto.

Hay que decir, no obstante, que aunque cabe esperar resultados de gran
valía de este trabajo empírico e interdisciplinar como lo es el estudio de la ética,
de entrada suscita cuando menos las dos consideraciones siguientes: en primer
lugar, este trabajo es íntegramente descriptivo, mientras que el principal objetivo
de la reflexión ética no es sólo descriptivo, sino también normativo, esto está
orientado a ayudarnos a decidir qué hacer. En segundo término, las
circunstancias de la vida ética son principalmente sociales, es decir, que la
decisión y la acción éticas residen en el ámbito interpersonal, en las instituciones
formales e informales de la vida social, en la complejidad de las relaciones.

Cabe destacar que existe una interesante distinción que hay que señalar
entre moral y ética. El primer término, derivado del latín, está relacionado con el
de mores («costumbres), y tiene el significado de “conducta correcta o
adecuada”. Por su parte, el término ética procede del griego, y tiene el significado
de forma de vida, carácter. A partir de estas etimologías cabe plantear de
inmediato la hipótesis de que el de ética es un concepto más amplio que el de
moral. La ética tiene que ver con la clase de persona que se es, y, en
consecuencia, comprende también la propia moral; pero abarca más que ésta.

Así, la propia estética, la propia manera de vivir, las propias decisiones en


torno a cosas que no son principalmente o en absoluto cuestión moral, forman
parte de la propia ética (del propio Ethos o forma de ser general). La moralidad
se ocupa, en cambio, más estrictamente de lo que es correcto o incorrecto en el
propio comportamiento, especialmente si ello afecta a otros.

La ética de la virtud es la corriente de estudio de la moral que parte en


que esta surge de rasgos internos de la persona, las virtudes, en contraposición
a la posición de la deontología, donde la moral surge de reglas y del
consecuencialismo, la moral depende del resultado del acto. La diferencia entre
estos tres enfoques de la moral yace más en la forma en que se abordan los
dilemas morales que en las conclusiones a las que se llega.

La ética de virtud es una teoría que se remonta a Platón y, de modo más


articulado, a Aristóteles, según la cual una acción es éticamente correcta si
hacerla fuera propio de una persona virtuosa. Busca explicar la naturaleza de un
agente moral como fuerza motriz para el comportamiento ético, en lugar de
reglas (deontología) o consecuencialismo, que se deriva como correcto o
incorrecto del resultado del acto en sí mismo.

El tipo de conducta buena que hacemos habitualmente, es una ética que


afirma que el fin de los seres humanos en la vida es conseguir la felicidad. Para
ser feliz, el hombre tiene que llevar una vida virtuosa, excelente. El hombre feliz
dice Aristóteles, es el que obra siempre según lo exige la virtud perfecta.

En ética a Nicómaco, Aristóteles presenta la ética de la virtud y explica


que estamos orientados por nuestra naturaleza hacia la felicidad, pero ésta sólo
se alcanza mediante la práctica de las virtudes. Es decir, actitudes de equilibrio
en todos los ámbitos de la vida humana.

Sócrates, Platón y Aristóteles son los máximos representantes del modelo


ético del hombre virtuoso. Los tres convirtieron el dominio de la razón sobre las
pasiones e impulsos, en el núcleo de sus teorías éticas.

Sócrates identifica la virtud con el conocimiento, no podemos hacer lo


justo si no lo conocemos, y es imposible que no hagamos lo justo una vez lo
conocemos. Así, lo que nos hace virtuosos es conocer la virtud verdadera.

Platón sigue el concepto de Sócrates, pero lo eleva a la sabiduría, las


ideas del bien, justicia, valor y piedad. La vida buena, es la vida virtuosa, aquella
en la que alcanzamos la armonía. Y la armonía surge cuando las tres partes del
alma hacen lo que les corresponde, de tal manera que dominen o sean
dominadas entre sí conforme a la naturaleza.

Aristóteles va más allá y define la virtud como una acción. La virtud es la


excelencia de nuestra parte esencial que es el alma. Así, distingue las virtudes
del alma, o virtudes intelectuales; y las virtudes de la voluntad, o virtudes éticas.
Para Aristóteles no es suficiente conocer el bien, también hay que desearlo y
hacerlo.

La ética en los negocios es un tipo de ética aplicada o ética


profesional que analiza los principios éticos y morales que se aplican en el
mundo de los negocios. Comprende todos los aspectos de la conducta de los
negocios y es relevante en cuanto a las conductas individuales de las personas
como la de las organizaciones en su conjunto. Las organizaciones forman parte
del tejido social en el que se desenvuelven, por lo que su comportamiento en el
marco de su relación con la sociedad es de gran importancia y conviene
analizarlo.

La ética en los negocios no siempre ha sido aceptada de buena manera


en la sociedad a través del tiempo, no siempre ha gozado de una buena
reputación. Un gran éxito en los negocios trae aparejada una gran riqueza, casi
siempre se le ha relacionado con términos como la codicia y la avaricia. Y no
solo esto Jesús nos ha dicho que es “más fácil que un camello pase por el ojo
de una aguja que un hombre rico entre al reino de Dios”. Lo cual ha sido
interpretado de diversas maneras.

En la antigua Grecia el comercio con fines de lucro era mal visto y


condenado, ya que en ese entonces los filósofos afirmaban que carecía de virtud
y que era una actividad producto de una conducta egoísta. Con el paso del
tiempo y gracias a diversos economistas, fueron cambiando la percepción que
se tenía sobre el mundo de los negocios, esto unido a el desarrollo urbano, las
sociedades cada vez más grandes y los avances tecnológicos que permitieron
que los negocios se convirtieran en la institución central de la sociedad moderna.

Actualmente la ética en los negocios ya no está exclusivamente centrada


en la crítica de los negocios y de la práctica de estos, sino que lo que interesa
es como las corporaciones no solo deben perseguir beneficios propios o
preocuparse solamente por encaminar sus acciones y esfuerzos para
obtenerlos, ya que también deben tener en cuenta la responsabilidad social, la
productividad y la manera en cómo pueden servir mejor, tanto a sus propios
empleados como a la sociedad que les rodea. Es por esto que los negocios y las
empresas deben tomar en consideración para la toma de decisiones, que estas
tendrán de alguna manera repercusiones en la sociedad, ya sea en los
consumidores, o en los empleados que laboran en la empresa. Los empresarios
deben de satisfacer las necesidades de los clientes y a su vez tienen la
obligación moral de velar por su bienestar.

La investigación ética presupone que somos libres para elegir como


conduciremos nuestras vidas, esto es, que podemos ser honestos o
deshonestos, actuar con coraje o con cobardía, con prudencia o no. Sin libre
albedrío, la ética no tendría sentido, tanto como una doctrina o como un consejo.
Si no se puede elegir como actuar, tiene poco sentido que se crea que se deba
actuar en tal o cual sentido. Simplemente uno hace lo que estaría determinado
a hacer.

La interpretación de la ética que parece más fértil es la naturalista que


heredamos de Aristóteles. Sostiene que la vida que conduce al bien implica
actuar conforme a la naturaleza humana. Esto lo podemos generalizar a todo lo
que tiene vida. Algunas condiciones son buenas y otras resultan malas.

Nuestras elecciones se dirigirán hacia el bien o hacia el mal. Podemos


actualizar la potencialidad de nuestra naturaleza de un modo tal que alimente
nuestras vidas o podemos abandonar esta obligación. Y acá es cuando aparece
la moral o la ética. Aquí es precisamente donde la bondad o la maldad asociada
con el ser humano está íntimamente vinculada a nuestra elección porque somos
moralmente responsables. Y también necesitamos principios fundamentales que
guíen nuestras acciones, esto es, necesitamos de la ética.

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