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I'U'IKMIM «EXEliAL INF". I .

1-9 LA SELVA

CANTO PRIMERO

PROEMIO GENERAL

EL EXTRAVIO, LA FALSA VIA Y EL GUIA SEGURO

La selva oscura. El poeta se extravia en ella en medio de la noche. Al


amanacer sale a un valle y llega al pie de un monte iluminado por
el sol. Se atraviesan en su camino tres animales simbólicos. Re-
trocede y se le aparece la sombra de Virgilio, que lo conforta, y le
ofrece llevarlo al linde del paraíso al través del infierno y del pur-
gatorio. Los dos poetas prosiguen su camino.

En medio del camino de, la vida,


errante me encontré por selva oscura,
en que la recta vía era perdida.
¡Ay, que decir lo que era, es cosa dura,
esta selva salvaje, áspera y fuerte,
que en la mente renueva la pavura!
i Tan amarga es, que es poco más la muerte!
Mas al tratar del bien que allí encontrara,
otras cosas diré que,vi por suerte.

a
PROEMIO GENEBAL 18 V. I . ÍO-39 EL DULCE MONTE

No podría explicar como allí entrara,


tan soñoliento estaba en el instante
en que el cierto camino abandonara.
Llegué al pie de un collado dominante,
donde aquel valle lóbrego termina,
de pavores el pecho zozobrante;
miré hacia arriba, y vi ya la colina
vestida con los rayos del planeta,
que por doquier a todos encamina.
Entonces, la pavura un poco quieta,
del corazón el lago, serenado,
pasó la angustia de la noche inquieta.
Y como quien, con hálito afanado
sale fuera del piélago a la riba,
y vuelve atrás la) vista, aun azorado;
así mi alma también, aun fugitiva,
volvió a mirar el temeroso paso
del que nunca salió persona viva.
Cuando hube reposado el cuerpo laso,
volví a seguir por la región desierta,
el pie más firme siempre en más retraso.
Y aquí, al comienzo de subida incierta,
una móvil pantera hacia mí vino,
que de piel maculosa era cubierta;
como no se apartase del camino
y continuar la marcha me impedía,
a veces hube de tornar sin tino.
Era la hora en que apuntaba el día,
el sol subía al par de las estrellas,
como el divino amor, en armonía

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PROEMIO GESEKAL I N F . I . 40-69 LAS TEES PIEHAS

movió al nacer estas creaciones bellas;


y hacíanme esperar suerte propicia,
de la pantera las pintadas huellas,
la hora y dulce estación con su caricia:
cuando un león que apareció violento,
ti'ocó en pavor esta feliz primicia.
Venía en contra el animal, hambriento,
rabioso, alta la testa, y parecía,
hacer temblar el aire con su aliento.
Y una loba asomó; que se diría,
de apetitos repleta en su flacura.,
que hace a muchos vivir en agonía.
De sus ardientes ojos la bravura,
de tal modo turbó mi alma afligida,
que perdí la esperanza de la altura.
Y como aquel que gana de seguida,
se regocija, y al perder desmaya,
y queda con la mente entristecida,
así la bestia, me tenía a raya,
y poco a poco, en contra, repelía
hacia la parte donde el sol se calla.
Mientras que al hondo valle descendía,
me encontré con un ser tan silencioso,
que mudo en su silencio parecía.
Al divisarle en el desierto umbroso,
«¡Miserere de míh clamé afligido,
«hombre seas o espectro vagaroso.»
Y respondió: «Hombre no soy: lo he sido;
Mantua mi patria fué, y Lombardía
la tierra de mis padres. Fui nacido,
PROEMIO GENERA!, I N F . I . 70-99 VIRGILIO

«Sub Julio, aunque lo fuera en tardo día,


y a Roma vi, bajo del buen Augusto,
en tiempo de los dioses de falsía.
«Poeta fui; canté aquel héroe justo,
hijo de Anquises, que de Troya vino,
cuando el soberbio Ilion quedó combusto.
«¿Mas tú, por qué tornar al mal camino,
y no subes al monte refulgente,
principio y fin del goce peregrino?»
«¡ Tú eres Virgilio, la perenne fuente
que expande el gran raudal de su oratoria !»
le interrumpí con ruborosa frente,
«¡ Oh! de poetas, luminar y gloria,
¡válgame el largo estudio y grande afecto
que consagré a tu libro, y tu memoria!
«• Oh mi autor y maestro predilecto!
de tí aprendí tan sólo el bello estilo,
que tanto honor ha dado a mi intelecto.
«Esa bístia me espanta, y yo vacilo:
¡ de ella defiéndeme, sabio famoso,
que hace latir mis venas, intranquilo!»
Al verme tan turbado y tan lloroso,
«Te conviene tomar», dijo, «otra vía,
para salir ele sitio tan fragoso.
«La bestia que tu marcha contraría,
no permite i pasar por su apretura
sino al que se le rinde en agonía.
«Es tan maligna, empero su magrura,
que de apetitos y de cebo henchida,
hambrea más cuanto es mayor su hartura.

n
PROEMIO 8ÜEÍEF.AL I M F . I. 100-Í23 LA LOBA, EL LEBREL

«Con muchos animales hace vida,


y muchos más serán, hasta que encuentre
al Lebrel que la inmole dolorida.
«Este no vivirá de tierra y güeltre,
sino de amor, virtud, sabiduría,
y su nación, será entre Peltre y Feltre.
«El salvará la humilde Italia, un día,
por quien murió Camila y Eurialo,
y Niso y Turno, heridos en porfía;
«perseguirá do quier sin intervalo
esa bestia feroz, hasta el infierno,
que de la. envidia fué el enjendro malo.
«Mejor que tú, por tí pienso y discierno;
sigue, seré tu guía en la partida,
hasta llevarte a otro lugar eterno.
«Oirás allí la grita dolorida,
y verás los espíritus dolientes,
que claman por perder segunda vida.
«Después verás, en llamas siempre ardientes
vivir contentos, llenos de esperanza,
los que suspensos sufren penitentes,
«porque esperan gozar la bienandanza;
y si quieres subir, alma más digna,
te llevará a celeste lontananza;
«pues el Emperador que allá domina,
porque desconocí su ley eterna,
me veda acceso a su ciudad divina.
«El universo desde allí gobierna:
ese es su trono y elsvado asiento:
¡Feliz el que a sus plantas se prosterna!»
PítOEMIO GEWEBAL I N F . I . 130-136 LA YERDADEEA VIA

«Poeta», dije, en suplicante acento:


«por el dios que te fué desconocido,
sálvame de este mal y de otro evento.
«Llévame donde tú me has ofrecido,
de san Pedro a la puerta luminosa,
al través de ese mundo dolorido.»
Marchó y seguí su planta cautelosa.

s
PROEMIO IXF. I N F . I I . 1-9 PRELUDIO

CANTO SEGUNDO

PROEMIO DEL INFIERNO

rAVOTJ HUMANO Y CONSUELO DIVINO, LAS T R E S MU.IEKES


BENDITAS

El camino del infierno. El poeta hace examen de conciencia. Sobreco-


gido, trepida en proseguir el viaje. Virgilio le dice que es enviado
por Beatriz p a r a s a l v a r l e . Le r e l a t a la aparición de Beatriz en
el limbo. El poeta se decide a seguirle al través de las regiones
infernales.

Ibase el día, envuelto en aire bruno,


aliviando a los seres de la tierra
de su fatiga diaria, y yo, solo, uno,
me apercibía a sostener la guerra,
en un camino de penar sin cuento,
que trazará la mente, que no yerra.
¡ Oh musas! ¡ oh alto ingenio, dadme aliento!
¡ O mente, que escribiste mis visiones,
muestra de tu nobleza el nacimiento!

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