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Ibid.

, crisi XII
Comparecieron ante el divino trono de luceros el hombre y la mujer a
pedir nuevas mercedes: que a Dios y al rey, pedir y volver. Solicitaban su
perfección de manos de quien habían recibido el ser. Habló allí el hombre en
primer lugar y pidió como quien era, porque viéndose cabeza, suplicó le fuese
otorgada la inestimable prenda de la sabiduría. Pareció bien su petición, y
decretósele luego la merced, con tal que pagase en agradecimientos la media
anata. Llegó ya la mujer, y atendiendo a que, si no es cabeza, tampoco es pies,
sino la cara, y suplicó con mucho agrado al Hacedor divino que la dotase en
belleza.
—Fata la gracia —dijo el gran Padre celestial—: serás hermosa, pero
con la pensión de tu flaqueza.
Partiéronse muy contentos de la divina presencia, que de ella nadie sale
descontento, estimando el hombre por su mayor prenda el entendimiento y la
mujer la hermosura: él la testa y ella el rostro.
Ibid., parte II, crisi VI, 1653
[…] decía bien uno que las hermosas son diablos con cara de mujeres y las
feas son mujeres con caras de diablos
Ibid., parte III, crisi V, 1657
Iba dando sin parar la vuelta la rueda [del tiempo] y volteando con ella
cuanto hay. Salía una ciudad con sus casas de tierra y los palacios a piedra y
lodo, paseaban sus calles en carros los caballeros, […] las damas, como tan
recatadas, ni eran vistas ni oídas: cuando mucho, salían a alguna romería, que
no se nombraban las ramerías. Más colorada se volvía entonces una mujer de
ver un hombre que ahora de ver un ejército; y es de advertir que entonces no
había otro color que el de la vergüenza y el blanco de la inocencia. Parecían
de otra especie, porque eran muy calladas, no andariegas, honestas,
hacendosas; al fin, mujeres para todo y no como ahora para nada. Pero daba la
vuelta la rueda, hundíase aquella ciudad y al cabo de tiempo volvía a salir
otra, digo la misma, pero tan otra que no la conocían.
[…]
¡Oh, quién viera aquellos hombres con sus sayos y aquellas mujeres con
sus cofias y sus ruecas, que desde que se arrimaron los usos, no se usa cosa
buena! ¿Cuándo volverá la reina doña Isabel la Católica a enviar recados:

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