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«Cº

TESORO DE AUTORES ILUSTRES

DANTE ALIGHIERI

LA

DIVINA COMEDIA
TRADUClDA Y AN0TADA

El 7STA DE SUS MAS CLEBRES COMETADORES


P. O R.

p. Peoro Purgsó

BARCEL0NA.
LIBRERÍA DE D. JUAN 0LIVERES, EDITOR, IPRESOR DE S. I.,
CALLE DE EscUDILLERs, nº 57.
1868.
EL INFIERNO. ()

CANTO I.

A la mitad del viaje de la vida, se separa Dante del buen camino,


arrastrado por tres grandes pasiones, que simbolizan la Lujuria, el
- Orgullo y la Avaricia.—Beatriz (ó la Teología), su amada en la
juventud, la envia en su socorro al Génio de la Poesía (Virgilio),
que, por medio del estudio de lo grande y de lo bello, le condu
cirá gradualmente á la contemplacion de las cosas celestes.— Es
el método platónico.-Este poema, oscurísimo en sus detalles, es
muy claro en su idea primitiva y en la disposicion de sus partes.—
Virgilio, ó la Poesía, guiará á Dante al través del Infierno y del
Purgatorio, y Beatriz ó la Teología, será su guia en el Paraiso.

A la mitad del viaje de nuestra vida (2), nos encontra


mos en un bosque oscuro (3), por habernos separado del
recto camino. Ah qué penoso y difícil me sería decir
veyrº silvestre, áspero y espeso era aquel bosque cuyo solo
recuerdo renueva todos mis temores ! Era tan triste, que ni ºr--- a 4 -s- sa

aun la misma muerte puede serlo mucho mas. Para hablar


empero del bien que hallamos en él, preciso nos será reve- ** ------

lar todo cuanto allí vimos. -----º


ass ...acºsº

(1) Sentimos vernos obligados á manifestar que es esta traduccion de la


Divina Comedia la primera de las dos en prosa que se ha pubicado en Barce
lona, no porque esté exenta de faltas, que á ser así nos alegráramos, y si
tan solo para que no se nos confunda con los que procuran utillzar el tra"
bajo ajeno en beneficio propio.
(2) Dante descendió al Infierno á la edad de treinta y tres años, en el dia
del Viernes Santo del año 1300, recorrió todos los círculos en veinte y cuatro
horas. « Ego dixi: In dinnauio dierum meorum vadam ad portas inferi »
(Isaías, xxVIII, 10.) -

(3) Símbolo de las pasiones.


6 - EL INFIERNO

Imposible nos será repetir el modo con que entramos en


aquel bosque sombrío, tan profundo era el sueño que nos
dominaba al abandonar la verdadera senda; pero sí que
cuando llegannos al pié de la colina en que terminaba el va
lle que tanto nos llenó el corazon de espanto, fijamos la
vista en su cumbre, dorada ya por los rayos del planeta (1)
que seguramente nos guia en todos los caminos; solo en
tonces se calmó algun tanto aquel miedo que había queda
do en el fondo de nuestro corazon, en toda aquella noche
que pasamos en tan terrible angustia; y, semejante al náu
frago que sale jadéante del mar y se vuelve desde la orilla
hácia la ola peligrosa, nuestro espíritu huyendo aun se vol
via para céntemplar el paso del que nunca hombre alguno
salió vivo. (2)
Despues de haber dado algun descanso á nuestro cuerpo
rendido de fatiga, y yaos á seguir nuestro ni o por la
desierta playa (3, haciendo de modo que el mas firme de
muestros piés fuese siempre el sentado. Pero he aquí que
al empezar la subida, se nos presentó una pantera (4) en
estremo ágil, y cuya piel cubrian vistosas manchas, que ni
un solo instante se a partaba de nuestra vista, cerrándonos
tan resueltamente el camino, que varias veces nos volvi
mos para retroceder. - --

Acababa de romper el dia; iba el sol á emprender su ma


gestuoso curso en medio de las mismas estrellas que le ro
deaban, cuando el amor divino dió el primer movimiento á
aquellas maravillas de la creacion. La hora matutina y la
hermosa estacion, hicieron nacer en nosotros la esperanza
de alcanzar la hermesa piel de la fiera; no tardando empero
en suceder á la esperanza el terror por habérsenos presen
tado un leon (5) á corta distancia. Parecia dirigirse contra

(1) El sol.
(2) Aquel paso es el pecado mortal.
3) El camino que conduce á la virtud.
(4) Simbolo de la Lujuria.
(5). Símbolo del Orgullo y la Ambicion.
LA Dl VINA COMEDIA 7

nosotros con la cabeza levantada é impulsado por el ham


bre;
blaba era
en tan terrible
torno suyo. su aspecto, que todo nos pareció tem
*º -sº

A su vez se presentó una loba (1), que en su flaqueza,


parecia estar llena de deseos; y que habia obligado ya á
muchos hombres á vivir miserables. Fué tal el entorpeci
miento que nos causó el fuego que brotaba de sus ojos, que
hasta llegamos á perder la esperanza de salvar la colina. ----
Así como el que solo se complace en adquirir Tora y se
entristece en todas sus ideas el dia que esperimenta una
pérdida, así nos dejó á nosotros sin reposo aquella fiera que
nos salió al encuentro, rechazándonos poco á poco hasta
donde el sol se calla. Mientras íbamos retrocediendo hácia .

el valle, se presentó alguien á nuestros ojos que parecia


haber enmudecido, á causa de su largo silencio; así que le -nre-seºs

vimos en aquel gran desierto le gritamos: — «Cualq era


*,
due seas, sombra ó criatura humana, apiádate de nosotros.» º- es so- . ... es e - «A-
A lo que contestó: —«En otro tiempo fuí hombre, pero ya
dejé de serlo; mis padres fueron lombardos y ambos man
tuanos. Nací en los últimos años del reinado de Julio, y
viví mas tarde en Roma durante el del buen Augusto, en
tiempo de los falsos dioses.» Luego prosiguió: º a es

«Fuí poeta, y canté al piadoso hijo de Anquises, que vino -----.


de Troya despues de haber sido condenada á las llamas la
soberbia Ilion; pero tú, ¿por qué no das tregua á tu dolor?
¿por qué no subes el delicioso monte que es principio y
causa de toda alegría ?» —«¡Ah le contesté con el rubor
en la frente, ¿luego eres tú ese Virgilio, ese manantial que
se estiende como un ancho rio de poesía?»
«¡Oh luz y honor de los demás poetas, que el estudio y
el amor que me han hecho ir en busca de tu obra, me sir.
van de recomendacion cerca de tí! Tú eres mi maestro y m
autor querido; de tí he aprendido el hermoso estilo que me
ha procurado tanta gloria. Mira esa fiera ante la cual re.
U1) Símbolo de la Avaricia.
8 EL INFIERNO

trocedo, y ayúdame contra ella, sabio famoso, puesto que


hace temblar mis venas y latir con violencia mi pulso.»
- «— Preciso te es seguir distinto camino, me contestó al
verme llorar, si quieres salir de este lugar temido; sabe que
esa fiera que tanto te hace temblar, no permite á ningun
mortal pasar por su camino es por naturaleza tan mala y
tan cruel, que nunca vió satisfechos sus ávidos deseos, y
tiene despues de haber comido mas hambre que antes. Mu
-
chos son los animales que le sirven de pasto, y tendrá aun
. ... -- muchos mas hasta el tiempo en que venga el Lebrel (1) que
la hará morir en el dolor. No se alimentará este de tierra ni
A Xil de estaño reinado, sino que serán su alimento la sabiduría,
- el amor y el esfuerzo; su pais será entre Feltro y Feltre.
Será la salvacion de esta humildeltalia, por la que murie
ron cargados de heridas la vírgen Camila, Turno, Eurialo
y Niso.
« Dará caza á la loba de ciudad en ciudad hasta arrojarla
nuevamente al Infierno, del que en otro tiempo la hizo
salir la Envidia. Ahora por tu bien, pienso y veo claramen
te que es mejor que me sigas; yo seré tu guia y te condu
ciré fuera de aquí al través del reino eterno, en el que
- oirás los ahullidos de la desesperacion, y verás las almas
afligidas de los antiguos condenados que piden á voz en grito
una segunda muerte. (2) -

«Verás tambien á los que están contentos en las llamas,


porque esperan (en un tiempo dado), ocupar un puesto en
tre las sombras bienaventuradas; si quieres luego subir
hasta ellas, te acompañará otra alma mas digna que yo de
hacer aquel viaje, y al separarme de títe dejaré con ella;
porque aquel emperador que reina en lo alto, no quiere,
por haber sido yo rebelde á su ley, que vengan por mí para
conducirme á su ciudad. Gobierna en todas partes, pero

(1) Can Grande della Scala, señor de Verona y protector de Dante.- Segun
algunos comentadores, Uguccione della Faggiola.
(2) Desiderabunt mori, et mors fugiet ab cis. (Apoc. CAP. lx, v. 6.)
LA DIVINA (OMEDIA 9

allá arriba es donde reina; allí tiene su gran ciudad y su


elevado trono. Dichoso aquel á quien se digna escoger
para su reino!»
Y yo: «Poeta, te pido en nombre de ese Dios que no
nas conocido, te dignes librarme de ese mal, así como de
cualquier otro peor aun que pueda amenazarme, y que me
conduzcas á donde me has dicho, á fin de que vea la puerta
de San Pedro y á los que me anuncias están tan desconso
lados.»
Entonces empezó á andar, y yo seguí tras él.

CANTO II

En vista de lo espuesto, cualquiera comprenderá al poeta católico y


podrá emprender con él su gran viaje. — Dante sigue á Virgilio, y
parten ambos entrada ya la noche. — Invocacion á las Musas. —
Dante se estremece de horror á la sola idea del viaje infernal. —-
Tranquilizado por Virgilio, que le dice ser el enviado de Beatriz,
se decide por fin á seguir á su guia y á su maestro.

Iba á estinguirse el último albor del dia, y el aire pesado


anunciaba á los séres animados de la tierra que debian de
jar sus fatigas; solo yo me preparaba para los combates que
debia sostener durante el camino, pensando en las cosas
dignas de piedad que iban á presentarse á mi vista, y que
os trazará mi memoria sin cometer error ni olvido alguno.
¡Oh musas, oh poderoso génio, acudid ahora en mi au.
silio ! ¡Oh memoria que escribiste lo que ví, aquí se verá tu
fidelidad y tu nobleza
No pude menos de esclamar: «Poeta que me guias, juzga
si será bastante mi esfuerzo, antes de que me espongas en
ese profundo paso; tu refieres que el padre de Silvio (1)
descendió con su cuerpo sensible y corrupto al reino inmor s

1) Eneas.
10 EL 1NFIERNO

tal; pero tal vez el enemigo de todo mal le fué favorable,


pensando en los grandes efectos que debia producir su viaje:
¡ qué hombres y qué calidad de hombres!
No parece este indigno á ningun ser inteligente, puesto
que en el cielo empíreo habia sido elegido por padre de la
fecunda Roma y de su imperio. Uno y otro, á decir verdad,
solo fueron establecidos en favor del santo lugar donde n
el sucesor del primer Pedro.
« Durante aquel viaje, por el cual tanto le ensalzas, oyó
cosas que presagiaron su victoria y el manto papal; luego
el vaso de eleccion (1) fué elevado hasta el cielo para con.
fortar la fé, que es el principio de la via de salvacion. Pero
yo, ¿por qué he venido aquí? ¿ quién puede habérmelo
permitido? No soy un Eneas ni un san Pablo, por lo que
ni ante nadie ni ante mí mismo, Duedo ser digno de seme
*ºs,

Jante honra. --.


«Así es, que al acometer esta empresa, temo por mi toco
mpeño; pero tú eres sabio, y comprendes mejor que yo
no espreso el sentido de todas mis palabras. Y, semejante
á aquel que ha dejaío de desear lo que antes apetecia, y

donando lo empezado, he reducido yo á nada la empresa


que habia acometido con tanto árdor, al empezar esta ás
pera subida.» -

«Si he comprendido bien tus palabras, contestó aquella


sombra magnánima, está tu alma poseida de espanto:
¡ cuántas veces se apodera este del hombre y le hace renun
l
ciar á una gloriosa empresa, obligándole á veces, como al
bruto, á retroceder ante una vana sombra !
« Por desvanecerte ese temor, te revelaré la causa de m,
aparicion, y lo que he sabido en el instante mismo de apia
darme de tí. Estaba entre aquellos que ni se han salvado ni
perdido (2), cuando fuí llamado por una dama tan casta y
- a es esºs º * x.

(1) San Pablo, elevado al Paraiso en éxtasis santo: «Qu0; Aam vas electio
tts est muihu iste. » (Act. 1x.
(2) Che son sospesi» que están en suspenso , esto es, en el Linho.
LA DIVINA COMEDIA 11

tan hermosa, que no pude menos de suplicarla se sirviese


trasmitirme sus órdenes. (1) Sus ojos brillaban mas que las
estrellas, y con voz angelical me habló de esta manera:
«Alma gentil de Mantua, cuya fama dura aun en el
mundo y durará mientras deba prolongarse su movimiento;
mi amigo, que no lo es de la fortuna, se vé tan apurado
en la desierta playa, que estaba ya á la mitad de su viaje,
cuando el miedo le ha hecho retroceder. Temo (por lo que
se me ha dicho acerca de él en el cielo ), que esté tan es -
traviado, que llegue yo tarde en su ausilio.
«Vé pues, y con tus elocuentes palabras, y con todo lo que
es capaz de salvarle , ayúdale hasta el punto de que pueda
yo quedar consolada. Soy Beatriz, y yo mismo te digo que
vayas. Vengo de un sitio ai que deseo volver: Amor es quien
me guia y me hace hablar. Cuando estaré al lado de mi se
ñor, con frecuencia me congratularé de haberte hallado en
mi camino.» Entónces se calló, y yo repuse.
«Señora, solo por la virtud que te adorna, iremia en

qigridad la especie humana á todos los demás séres que


cobija la celeste bóveda, cuyos círculos son los mas limi
tados. Me es tu órden tan sumamente agradable, que ann
habiendo dado ya cumplimiento á ella, creeria haberla cum
plido demasiado tarde: no hay necesidad de que vuelvas á
manifestarme tu deseo. Pero, dime, ¿cómo es posible que
no temas venir al fondo de este centro, desde lo alto de
aquellos inmensos sitios á los que ardes en deseos de vol
Ver '» -

«Ya que tanto deseas saberlo, voy en pocas palabras á


satisfacer tus deseos, me contestó ella, y á decirte porque
no tem o venir á este abismo. Solo deben temerse las cosas
que pueden causr daño á otro, pero no aquellas, que de nin
gun modo pueden ser temidas. Por la gracia de Dios soy de
tal modo, que no puede alcanzarme vuestra miseria, ni
cercarme ias llamas de ese incendio.

(1) Beatriz, símbolc de la Teología.


12 EL INFIERNO

« Hay en el cielo una hermosa Dama, (1) que siente tanto


los obstáculos contra los que te envio, que por su caridad,
revoca el duro fallo de la divina Justicia. Se ha dirigido en
sus preces á Lucía (2) y la ha dicho: «Tu fiel te necesita, y
yo te la recomiendo.» Lucía, enemiga de todo corazon cruel,
se ha enfernecido, y, dirigiéndose al sitio que yo ocupaba
junto á la antigua Raquel, (3) me ha dicho:
« Beatriz, verdadera alabanza de Dios, ¿por qué no vas á
socorrer al que tanto te amó, y que por tí salió del vulgar
rebaño ?» ¿Por ventura no oyes sus sentidas quejas? ¿No
ves la muerte contra la cual combate en ese rio mas tempes
tuoso y terrible que el mismo mar?
«Nunca hubo en el mundo persona que corriese con mas
afan en pos de un beneficio, ni que huyese mas velozmente
de un peligro, de lo que corrí yo, asi que me fueron diri.
gidas aquellas palabras. Descendí presurosa de mi trono de
dicha, y vine volando aquí abajo, llena de confianza en la .
sabia palabra que te distingue y honra á todos cuantos la
han oido. » ,
« Luego de haberme hablado de esta manera, volvió llo.
rando hácia mi sus ojos brillantes, lo que me obligó á partir
aun con mas presteza.
«Me he dirigido hácia tí segun su voluntad, y te he pre
servado de la fiera que te cerraba el mas corto de los cami
nos que conducen al hermoso monte. Así, ¿por qué te pa
ras? ¿Por qué abrigas tanta cobardía en tu corazon y care
ces de todo valor y esfuerzo, cuando hay tres mujeres ben
ditas que velan por tí en la corte celestial, y cuando mi
palabras te prometen tanta dicha?»
Así como se enderezan y entreabren las florecillas que in
clina y cierra el frio de la noche tan pronto como el sol la
besa, así se reanimó mi espíritu abatido, sintiendo pene

(1) La clemencia divina.


(2) Lucía, la gracia divina, ó mejor, la gracia que ilumina. Lucia, lur, luz
(3) Raquel, hija de Laban y esposa de Jacob , su lubolo de la v1da contem
plativa.
º LA Dl VíNA COMEDIA 13

l V
-
trar en mi corazon un ardor benéfico, que me hizo esclamar
como hombre decidido:
«Es tan caritativa la persona que me ha socorrido, como
benéfico tú que tan pronto has dado cumplimiento á las
palabras de verdad que te ha dirigido. Tu voz ha dispuesto
de mi corazon y llenádole hasta tal punto del deseo de em
prender el gran viaje, que vuelvo ya á abrigar nuevamen
/ te mi primer proyecto. Sigue pues, y será en lo sucesivo
uno solo nuestro deseo; tú eres mi guia, tú eres mi señor,
tú eres mi dueño.» Así le hablé; y como él emprendiese
r/ inmediatamente la marcha, entré en el camino profundo y
X

CAN. V. III

Llegan ambos poetas á la puerta del Infierno. — Inscripcion, — El


Infierno, segun Dante, tiene la forma de un embudo ó de un cono
boca arriba. — Además de un vestíbulo, se compone de nueve cír
culos, en los que aumentan los suplicios en intensidad á medida
que se van estrechando los círculos. — En el vestíbulo, encuentran
los poetas á las almas que vivieron sin virtudes y sin vicios, las
cuales son incesantemente aguijoneadas por millones de insectos.—
El Aqueronte. — Caronte, se negaba á admitir un viviente en su
barca, pero cede á la órden de Dios.— Sorprende á Dante un sueño
profundo.
«Por mí se va á la ciudad del llanto, por mí se va al
eterne dolor, por mí se va hasta la raza condenada; la jus
ticia inspiró á mi arquitecto sublime; fuí formada por el
poder divino, por la suprema sabiduría y por el primer
amor. (1) No hubo cosa alguna creada antes que yo, escepto
lo eterno, y yo duro tambien eternamente Vosotros que
- entrais, dejad toda esperanza.» Ví escritas estas palabras en
caractéres negros en lo alto de una puerta, por lo qne no

(1) Esto cs, por la Trinidad , que es Poder, Sabiduría y Amor,


1. F). INFIERNO

pude menos de esciamar: « Maestro, el sentido de estas


palabras me parece duro, »
Y él como hombre lleno de seguridad, me dijo: « Nece
sario es dejar aquí todo temor; preciso es que aquí acabe
toda cobardía.
« Hernos llegado ya al sitio en que te he dicho verias á las
tristes razas que han perdido el bien de la inteligencia. »
Puso entonces su mano en mi mano con un aire risueño
que reanimó mi valor, y me hizo penetrar en el arcano de
los secretos. Los suspiros, quejas y profundos gemidos que
allí se oian, bajo un cielo sin estrellas, me hicieron prorum
pir en llanto; los diversos idiomas, discursos horribles,
palabras, dolores, acentos de cólera, voces altas y enron
quecidas y fuertes palmoteos, formaban un tum ulto que va
rodando siempre por aquel espacio eternamente oscuro,
como la arena cuando sopla un torbellino.
Y como me hallase aun envuelto en el error, dije; «Maes
tro, qué es lo que oigo ? ¿Cuál es ese pueblo que de tal modo
parece vencido por el dolor?»
A lo que me contestó: «Tal es la miserable suerte que
está reservada á las tristes almas de los que vivieron sin
merecer la alabanza ni el desprecio; están confundidas entre
el coro perverso de los ángeles que no fueron rebeldes ni
fieles á Dios, y que solo vivieron para ellos. El cielo les es
pulsó por no ser menos bello, y el profundo infierno no les
admiró, á fin de que los culoables no reportasen de ello
blguna gloria. »
A mi vez repuse : « Maestro, ¿ cual es el punzante aolor
que les obliga á lamentarse tanto ? A lo que me contestó:
e Te lo diré en pocas palabras. No tienen la esperanza de
una segunda muerte. y es tanta su esºrºedad - gue breiern
rian cualquiera otra suerte a la suya. El mundo no conser
va de elios ningun recuerdo, y la misericordia y la iüs
cia les desprecian; no hablemos mas de ellos º mira y
gasa.»
Y como mirase con atentos ojos, víagitarse con tal rapi
LA ) WINA COMEDIA 15

dez una bandera de una á otra parte, que parecía querer


impedir el mas leve descanso. Seguia tras ella tanta gente,
que nunca habria creido que la muerte la hubiese des
truido. Como conociese á algunos, miré con mas detencion
y ví la sombra de aquel que por cobardía senegó á cumplir
el mas grande de todos los deberes. (1) Luego comprendí
y tuve la certeza de que aquella numerosa cohorte era la
de los miserables tan despreciables á los ojos de Dios como
á los de sus enemigos. Aquellos desgraciados, que nunca
gozaron del placer de la vida, iban desnudos y eran sin ce
sar aguijoneados por enjambres de moscas y avispas, que
hacían chorrear de su rostro la sangre que, confundida con
sus lágrimas, era recogida á sus piés por repugnantes gusa
nos. Procurando luego estender mas la vista, logré distin
guir otras almas á orillas de un gran rio; así que, diie á
mi Maestro :
«Dígnate decirme cuales son aquellas armas, y cuan la
ley que las obliga á mostrarse tan solícitas para pasar el rio,
conforme me es dado ver por esta débil luz.» A lo que me
contestó: «Satisfaré tu deseo cuando logremos pisar las
riberas del Aqueronte. 2)»
Con el rubor en el rostro v la vista inclinada, me abstuve

(1) Segun algúnos comentadores, es Esau , el cual renuncio á su derechº


de primogenitura ; segun otros, Diocleciano, que abdicó el imperio ; segun
Venturini, el papa Celestino V; segun Lombardine, un jefe de los Blancos ó
Gibelinos, Torregiano de Cel chi, etc. Véase la nota de Grangier: «Pone en
tre los hombres de la nada al papa Celestino V, que fué sin embargo un va
ron virtuoso y contado entre el número de las almas santas y bienaventura
das tra natural de Sulmerre , poblacion del reino de Napoles, y habla sido
mucho tiempo ermitaño. cuando fué elegido por los cardenales , sucediend
á Nicolas IV en el Dontificado. Entonces el cardenal Berlio de Anania. úes
pues Bontacio Vlli , per dimision del referido Celestino V. aconsejo a aque
buen hombre que se relirase nuevapre,e a su ermita y que al a lomase lo
dignidad papal, en lo que siguió su consejo.» Nosotros creemos que el ques.
nego a cumpur con en mas granue de todos los deDeres fue Pitalos
í2) Es el Aqueronte e rio que se encuentra en el vestibulo el Infierno
Luego se pasa la laguna Estugla, despues el Fiegeton , y por último el Cociº
to, porque el Leteo corre por el Purgatorio, donde son las faltas olvidadas,
De este modo procuró acomodar Dante las ideas del paganismo á su lnfiernº
Cristiano.
16 EL INFIERNO ----

entonces de hablar hasta llegar al rio, por temor de que


C
fuesen importunas mis preguntas. En aquel momento vimos
trg
á un anciano de cabello blanco, dirigirse hácia nosotros en
º
un esquife gritando: «¡ Desgraciadas de vosotras, almas
perversas! No espereis volver nunca mas á ver el cielo, llev
pues vengo para conduciros á la opuesta orilla, en medio tier

de eternas tinieblas, do reina el calor y el frio. Y, tú, vi por


viente, que te atreves á presentarte aquí, aléjate de los que (3.

murieron.» Pero viendo luego que no me movia , añadió:


« Otro es el camino, otro es el puerto que debe conducirte tan
á la playa; no esperes llegará ella, pasando por aquí: el da a
barco que ha de conducirte debe ser mas ligero.» ien
A lo que le contestó mi guía : « Caronte, no te irrites de per
este modo; así lo han dispuesto allí donde se alcanza todo Sut
lo que se quiere : no preguntes nada mas.» Bastaron estas
palabras para serenar el velludo rostro del barquero de las
ívidas lagunas, el cual tenia círculos de llamas en derredor
de sus ojos. (1) Desde empero que las almas desnudas oye
ron aquellas terribles palabras, cambiaron el color y sus
dientes castañetearon. Blasfemaban de Dios, de sus padres,
de la especie humana, del sitio, del tiempo de su nacimien
to, de la prole de su prole y de su procreacion. le
Luego se retiraron juntas llorando amargamente hácia la des
En
maldita orilla, en la que solo se aguarda al que no ha te l
mido á Dios. El infernal Caronte, de inflamados ojos, las $8.
reunió á todas con una señal, y dió con su remo á las mas
perezosas. Como las hojas que van cayendo en el otoño una
bs
en pos de otra hasta que las ramas han devuelto á la tierra e n
sus últimos despojos, se lanzaba de una á otra orilla la raza ey
perversa de Adan á una simple señal del barquero, acudien
tm
do como el pájaro al reclamo del cazador. e d
Apenas empezaban aquellas almas á surcar las negras on
das, puesto que no habian llegado aun á la opuesta orilla,
el
se había reunido ya otra cohortc en la ribera que aquellas
lee
(1) Miguel Angel Se ac0Iuv de estos versos en su sublime fresco.
d
ºjo

rº --
LA DIVINA COMEDIA 17

acababan de abandonar. « Hijo mio, me dijo el buen maes


tro, aquí acuden de todos los paises los que mueren sin me
recer el perdon de Dios; espoleados por la divina justicia,
llevan tanta prisa para pasar el rio , , que su temor se con
vierte en deseo. Nunca ha pasado por aquí una alma pura;
por esto Caronte se ha irritado contra tí; ya sabes ahora la
causa de sus quejas.»
Terminadas estas palabras, retembló la campiña sombría
tan fuertemente, que el recuerdo de mi espanto me inun
da aun de sudor; de la tierra de lágrimas se levantó otro
viento, llevando en sus alas rojizas centellas, que me hizo
perder el sentido, y caer como un hombre rendido por el
SUCIl 0,

CANTO IV

Despues de haber pasado el rio de los Muertos, despierta Dante y


desciende al primer círculo del Infierno, que contiene el Linbo.—
En él moran las almas virtuosas é inocentes que no recibieron el
bautismo.- Verdes praderas y amenos bosquecillos, habitados por
guerreros ilustres poetas y sábios.

Desvaneció de tal modo un trueno mi profundo sueño,


que me agité como el que despierta en sobresalto; levanté
me y dirigí una mirada tranquila en torno mio para infor
marme del sitio en que me hallaba. Vime junto al borde
del abismo de dolor, triste valle del que se levantan con
fundidos mil gemidos, produciendo un rumor parecido al
retumbo del trueno,
Era el abismo tan profundo, tan nebuloso y tan euro, /4
que en vano intenté fijar mi vista en su fondo, pues no lo.
gré distinguir en él cosa alguna. «Descendamos ahora al
a bajo, al mundo tenebroso, me dijo entonces el poeta cor
. 2
18 EL INFIERNO

el rostro desencajado y pálido; yo seré el primero, y tú se


guirás en pos de mí. »
Pero como notára yo su palidez, le contesté: ¿Cómo es
posible que yo pueda descender si á títe espanta el hacer
lo; y esto que estás acostumbrado á fortalecerme en mis in
certidumbres?»
A lo que repuso: « La angustia de los desgraciados que
están allí abajo hace reflejar en mi rostro un sentimiento de
piedad, que tú crees es de terror. Vamos pues enseguida, ya
que así lo exije la larga distancia que hemos de recorrer. »
Y sin proferir ninguna otra palabra, penetró y me hizo en
trar en el primer círculo que rodea al abismo. Allí, á pesar
de ser todo oidos, no llegó hasta mí queja alguna, y sí tan
solo algunos gemidos que hacian retemblar la eterna bóve
da; lo que procedia del dolor sin sufrimiento de una multi
tud inmensa de niños, hombres y mujeres. Entonces el
buen maestro me dijo: «¿No me preguntas cuales son los
espíritus que ves aquí? Sin embargo, quiero que lo sepas
antes de pasar mas adelante. Son los que no han pecado,
pero que no han tenido méritos bastantes, puesto que les
faltó el bautismo, esa puerta de la fé, en la cual tienes toda
tu creencia; y si vivieron antes del cristianismo, no ador -
ron á Dios como debian; yo tambien soy uno de ellos. Por
esto, y no por ningun crimen estamos condenados, consis
tiendo nuestra única pena en vivir en el deseo sin ninguna
esperanza.»
Causáronme semejantes palabras un dolor profundo, por
conocer entre ellos á un gran número de hombres suma
mente apreciables, que estaban como en suspenso en el
Limbo. « Dime, maestro mio, dime, señor, esclamé en
tonces para confortarme en esa fé que triunfa de todo er
ror, ¿no ha podido ninguna de esas sombras por su propio
mérito ó por el de otros, salir de este Limbo para llegará la
beatitud ?»
Y, comprendiendo él estas palabras encubiertas y oscu
ras, contestó: «Al poco tiempo de mi llegada á este sitic
LA DIY NA COMEDIA 19
ví venir á él un Ser poderoso, coronado con el signo de la
victoria (1); y sacó de él la sombra del primer padre, la de
Abel su hijo, y las de Noé y de Moisés, legislador y súbdito
obediente. Tambien libró á Abrahan patriarca, á David,
rey, á Israel (2) junto con su padre y sus hijos; á Raquel,
por la que hizo tanto Israel; haciendo tambien felices á ... ..."
º,
o tras muchas de ellas. Sabrás así mismo que no podian las. ºr, sºsteº, -- reº, «ºrº 3
almas antes salvarse.»
íbamos continuando nuestra marcha mientras estaba mi
guia hablándome de aquel modo y cruzando sin detenernos
el bosque, sí, el bosque de los espíritus. Ya estábamos á
corta distancia de la puerta del abismo, cuando ví un fuego
que dominaba el hemisferio de las tinieblas; pero no está
bamos tan lejos que no distinguiese á las personas dignas
que ocupaban aquel sitio,
« Oh tú, que honras toda ciencia y todo arte, dime, --
¿cuáles son esos cuya gloria es tan grande, que les vale u a serez-vºs. 3 º rºcreº sº:
sitio enteramente separado del de los demás?» A lo que me
contestó: «La noble fama que pregona su nombre en lo a
alto, donde tu vives, les ha valido esta gracia del cielo qu «º ºrº, s:

quiere distinguirles de esta manera.» -

Entonces oí una voz que decia: « Honrad al sublime poe


ta 3), ved ahí á su sombra que llega despues de habernes
dejado » Cuando calló la voz, ví dirijirse hácia nosotros
cuatro grandes sombras, sin que estuviese su rostro triste
ni alegre. El buen maestro entonces me dijo: «¿Ves á ese
que espada en mano va al frente de los otros tres, como si
fuera su jefe? Es Homero, el príncipe de los poetas; des
pues de él sigue Horacio, el satírico; Ovidio es el tercero.
y el último es Lucano; cada uno de ellos merece como yo,"
el nombre que ha repetido una voz unánime; hacen bien
en dispensarme esta honra.»

(1) El descens0 de Jesus al Limbò,


2) Jacob.
D) Virgilio.

r
20 EL INFIERNO

De este modo ví reunirse la hermosa escuela de aquel


príncipe del canto sublime, que vuela como el águila sobre
Nº todos los demás cantos. Luego de haber estado hablando
entre sí un rato, se volvieron hácia mí, y me saludaron
con un gesto que hizo sonreir á mi maestro; luego me dis
pensaron una nueva honra, admitiéndome en su compañía,
de modo que fuí el sexto entre aquellos grandes génios. Así
fuímos adelantando hácia la luz, hablando de cosas que con
viene tanto callar aquí como preciso era decirlas en el sitio
en que nos hallábamos. Llegamos al pié de un noble casti
lo, rodeado por siete recintos de altas murallas, y defen
dido por un hermoso riachuelo (1), que pasamos sin mo
jarnos, como por tierra firme; á mi vez entré en él con los
siete sabios, por siete distintas puertas, hallándonos luego
en un verde prado. Habia tambien en él otros personages
de mirada tranquila y grave, y cuyo esterior revelaba una
grande autoridad; solo hablaban raramente, siendo su voz
en estremo dulce. Luego nos retiramos hácia uno de los án
gulos de aquella pradera, en un sitio abierto, elevado y
luminoso, desde el cual podia descubrir á todas las hermo
sas almas; alí de pié sobre el verde esmalte, pude contem
plar los grandes espíritus, haciéndome estremecer aun la
dicha que me causó su vista.
Allí víá Electra (2) con muchos de sus compañeros, en
tre los que conocí á Hector y á Eneas así o no tambien á
César, con sus ojos de gavilan, perfe, tan te armado. Ví
en otra parte á Camilo y Pentesilea asi como tambien al
rey Latino, sentado junto á su hija Lavinia; tambien víá
aquel Bruto que arrojó á Tarquino, y aun á Lucrecio; á
Julio, Marcio, Cornelio; Saladino tanbien estaba allí, solo

(1) Segun Clairions este el castillo la fama inmortal que ddquieren los
poetas por sus obras. Las siete mur llas indican las siete virtudes ósean
a usticia, la Fuerza, la Ten, anza, la Prudencia, la lnteligencia, 10
Sabiduría y la Ciencia. El riachuelo indicaria la elocuencia.
(2) Electra, madre de Dardano, del que descendió Eneas, fundador del
¿mperio romano.
¿A VENA 33 MEDIA 21

y algo apartado Luego levantando un poco mas los ojos,


ví al hábil maestro de todos los que saben (1), sentado en
medio de su inmensa familia de filósofos; todos ellos le ad
miraban, todos le prestaban homenage; allí ví tambien á
Sócrates y á Platon, que eran los que le estaban mas cerca.
Luego habia Demócrito que hizo salir al mundo de la ca
sualidad, Anaxágoras y Thalés, Empedocles, Heráclito y
Zenon. Ví al buen observador de la cualidad, esto es, á
Dioscorides (2), así como tambien á Orfeo, Tulio, Lino y
Séneca el moralista; el geómetra Euclides, Ptolomeo, Hi
pócrates, Avicena, Gallieno y Averrhoes, que hizo el gran
comentario. (3)
Imposible me es acordarme de todos; el largo tema que
debo seguir me arrastra á pesar mio, y son las palabras
muchas veces harto breves para el asunto propuesto. No
tardó la compañía de los seis en disminuir de dos: el sabio
guia me condujo por otro camino, en el que el aire lejos de
ser inmóvil tiembla y pronto llegué á otros sitios en los que
no brilla resplandor alguno.

CANTO V

Segundo círculo, en el que están los lujuriosos.—Van errando sin ce


sar, agitados por el viento.—Minos juzga á las almas.—Dante en
cuentra á Francisca de Rímini y á Pablo, su amante. - Al tierno
relato de su desgracia, el poeta se desmaya.

Así descendí del primer círculo al segundo, que contiene


menos espacio, pero mucho mas dolor, dolor punzante que
arranca desesperados gritos En él impera el horrible Minos
rechinando los dientes; á él le toca examinar las faltas de
los que entran, é indica su condenacion al juzgarse con un
(1) Aristóteles.
(2) Dioscorides escribió un tratado sobre los vegetales,
(3) El comentario sobre Aristóteles.
32 EL INFIERNO «-

movimiento de su cola, Digo que cuando una uma crimi


mal se le presenta y le confiesa todas sus miserias, dispone
aquel gran inquisidor del pecado cual es el lugar del infier
no que le corresponde, y se ciñe con su cola tantas veces
cuantos son los artículos inferiores á que debe ser enviada. (1)
Muchas son las almas que tiene siempre en su presencia,
acudiendo á su juicio una en pos de otra; hablan, escuchan
y luego son arrojadas al abismo. «Oh tú que vienes á la
mansion del dolor, me dijo Minos al verme, suspendiendo
sus graves funciones, piensa como has entrado aquí y en
quien confias: haz que no te engañe la latitud de la en
trada. (2) »
Entonces le contestó mi guia: «¿Por qué gritas de este,
modo? No te opongas á su viaje que dispone el destino, por
quererlo así en lo alto, donde se puede todo cuanto se quie.
re: no intentes saber nada mas. »
Luego empezaron á hacerse oir voces quejumbrosas; ha
biamos llegado al punto en que los gemidos estremecen el
alma; acabábamos de entrar á un lugar mudo (3) de to”a
luz, que muge como el mar al verse azotado por vientºs
contrarios. El torbellino infernal en su curso incesante ar
rastra á los espíritus, les hiere y atormenta; cuando se en
cuentran ante su soplo, que es su mas cruel suplicio, re
chinan de dientes, se quejan, se lamentan y blasfeman de
la virtud divina,

(1) Nec vero hae sine sorte datae, sine judice sedes.
Quaesitor Minos urnaln movet. ille silentfm
Concilium que vocal, vitasque et crimina discit.
(AENEIp. I. v.)
(3) ... Facilis descensus Averni:
Noctes atque dies patet atri janua Ditis º
Sed revocare gradum, superasque evadere ad auras,
Eoc opus, hic labor est.
(AENE1D. I. Vt,
Lata porta et a es via es nº ducitad perditionem.
(SAN M \TE o , vit.)
(8, 10 Vcni in . egu diogli luce muto.
LA DIVINA (¿OMEDIA 23

Allí supe que eran condenados á aquel horrible tormento


los pecadores carnales que someten la razon al apetito de
los sentidos. Tales como los estorninos que veloces apare
cen en tiempo frio en anchas y compactas bandadas, se ven
los espíritus malignos arrebatados por el torbellino, que de
uno á otro punto les arrastra, sin que les halague ni la mas
débil esperanza de un corto descanso, y ni siquiera la de
ver disminuir su castigo. Como las grullas que pasan con \ º
tando su endecha y formando en los aires una estensa línea,
vívenir arrojando sus quejas las sombras llevadas por el
torbellino; á su vista no pude menos de esclamar: «Maes
tro, ¿cuáles son esas almas que ese fiero viento castiga tan
cruelmente? —La primera de las que deseas conocer, me
dijo entonces, reinó sobre una multitud de pueblos que
hanlaban distintos idiomas; se entregó de tal modo al vicio
de la lujuria, que permitió en sus leyes todo cuanto escita
ba al placer, para mejor ocultar la bajeza en que yacia. Es
Semiramide, que segun la historia, sucedió á Nino y fué su
esposa: reino en los paises do impera el soldan. é
« La otra es la que se suicidó por amor quebrantando la *º-eºs,

* ------
fé prometida á los inanimados restos de Siqueo. Luego sigue
la lasciva Cleópatra. »
Ví tambien á Helena, á la que fueron debidos tiempos
tan funestos; estaba tambien allí el grande Aquiles, que
al fin se vió obligado á combatir contra el amor. Así mismo
ví á Páris, á Tristan y á otras mil sombras que me señaló con
el dedo, y á los que Amor arrojó del mundo. Despues que
el sabio me hubo nombrado á las antiguas damas y caballe
ros, me sentí dominado por la piedad, y no pude menos de
esclamar: «Poeta, quisiera hablar á esas dos que vuelar
juntas y tan veloces en alas del viento.» A lo que me con
testó: «Aguarda á que estén mas cerca de nosotros, y su.
plicándoselo por el amor que les guia se dirigirán hácia tí.»
Asi que el viento les impulsó hácia nosotros, levanté la
voz: « Almas atormentadas las dije, venid á hablarnos, s,
es que nadie se oponga á ello.»
2, EL INFIERNO

Tales como dos palomas, llamadas por sus deseos, vue.


lan hácia el dulce nido con ala tendida y firme, llevadas en
los aires por una misma voluntad, salieron las dos almas de
entre la multitud en que estaba Dido, dirigiéndose hácia
nosotros, sin que les arredrára el aire mal sano que debian
atravesar, tanta era la fuerza de mi llamamiento afectuoso.
« Ser agraciado y compasivo, que vienes á vigilarnos en
esta mansion oscura, á nosotros que inundamos el mundo
de sangre: si nos amase el rey del universo, le pediríamos
tu reposo, ya que te compadeces de nuestro amargo dolor.
Todo lo que te placerá oir y decir, nosotros tambien lo
oirémos y dirémos con gusto, mientras cese el viento que
ahora ruje. La tierra en que nací (1) está situada en el gol
fo donde el Pó desciende con todos los rios que le siguen
para ir á dormirse en el mar. Amor, que inflama con pres
teza al noble corazon, unió este á aquel hermoso cuerpo
que me fué robado (siento aun el punzante dolor que me
causó aquel golpe inesperado.)
Amor que no dispensa de amar á ningun sér amado, me
unió tan fuertemente al placer de que se embriagaba éste,
que como ves, nunca me abandona. Amor nos condenó á
la misma muerte; allí está aguardando Cain (2) al que nos
quitó la vida.» Tales fueron las palabras de aquellas dos
Sombras.
Desde que oí aquellas dos almas heridas, bajé la cabeza,
y como la conservase por mucho tiempo inclinada, me dijo
el Poeta: «¿En qué piensas?» Ah , esclamé, al contes
tarle: «¡Cuántos dulces pensamientos, cuántos ardientes
deseos les han conducido á este triste sitio !» Luego me vol.
ví hácia ellos y les hablé de esta manera: « Francisca, tus

(1) La ciudad de Ravena, situada ahora átres millas del mar. Francisca era
hija de Guido da Podenta, señor de Ravena. A pesar de que amaba á Pablo de
Rímini y del que era tambien amada, casó con su hermano mayor, Lanciotto,
príncipe cojo y deforme. No pudieron los dos amantes olvidar su inclinacion
primera ; cierto dia que eslaban ambos leyendo las aventuras de Lancelole
del Lago, el marido, que los estaba acechando, les pasó de una eslocada.
(2) Cain , esto es, el circulo de Cain,
LA DIVINA COMEDIA 25

desgracias me llenan de tristeza y compasion; me obligan


á derramar abundantes lágrimas. Pero dime, ¿de qué mo
do os permitió Amor en tiempo de los dulces suspiros cono
cer vuestros inciertos deseos?»
Contestóme ella : « No hay dolor mas vehemente que el
recordar en la miseria los tiempos felices: bien lo sabe tu
maestro. (1) Pero, ya que deseas tan ardientemente saber
cuál fué la primera raiz de nuestro amor, haré como el que
á la vez llora y habla. Leíamos cierto dia por pasatiempo las
aventuras de Lancelote y el modo como cayó en las redes
del amor; estábamos solos y sin desconfianza, muchas ve
ces hizo aquella lectura que se buscasen nuestros ojos y que
cambiase de color nuestro rostro; pero fué un solo pasaje
el que decidió nuestra suerte. Cuando vimos la dulce son
risa de la amada interrumpida por el beso del amante, és
te, que nunca se separará de mí, me besó en la boca, tré
mulo de emocion , y desde entonces aquel libro y el que le
escribió, fueron para nosotros un nuevo Gallehaut (2); sin
que volviésemos ya á leer en todo aquel dia.
Mientras que uno de los espíritus me hablaba de aquel
modo, lloraba el otro tan amargamente, que me sentí des
fallecer como si debiese morir, y caí como cae un cuerpo
sin vida.

CANTO VI

Despues de haber vuelto en sí el poeta se encuentra en el tercer cír


culo, donde son castigados los golosos.— Bajo una lluvia incesan
te, y hundidos en el fango, se vén atacados y mordidos por el can
(1) Sed si tantus amor casus cognoscere nostros...
Quamquam animus meminisse horret, luctuque refuglt ,
Incipiam.
(MENE1D. l, v1.)
Boecio ha dicho: «In omni adversitate fortunae, infelicissimum genus es
Dfortunii fuSSe felicen »
(2) El que secundó los amores de Lancelote y de la reina Ginebra.

-
26 EL INFIERNO

Cerbero, perro de tres cabezas, cuya garganta en vez de pelo está


erizada de serpientes.—Dante encuentra á Ciacco, quien le habla
de las discordias de Florencia, y despues parte para bajar al cuarto
círculo, ó sea el de los pródigos y de los avaros.

Al recobrar el sentido que me habían hecho perder la


piedad y la tristeza que escitó en mí la suerte de mis dos
-- parientes, se presentaron en torno mio nuevos tormentos y

nuevos torturados; do quiera fijase mi mirada ó mi planta,
allí estaba siempre el dolor á su colmo. Estoy en el tercer
círculo de la lluvia eterna, pesada, maldita y fria, que
continua cayendo siempre con la misma violencia. A torren
tes caen confundidos de un cielo oscuro, pedrisco, agua y
nieve, siendo infecta la tierra que les recibe.
Cerbero, animal cruel y monstruoso, ladra con sus tres
bocas contra los condenados allí sumergidos; (1) tiene los
ojos encarnados, el pelo negro y doble, el vientre ancho y
las patas provistas de garras; desuella los espíritus, les
desgarra y les descuartiza. La lluvia les hace aullar como
perros; y unidos entre sí los miserables condenados, se for
man un muro con sus costados, volviéndose sin cesar.
Desde que nos víó el Cerbero, (2) aquel enorme gusano
abrió sus bocas y nos mostró sus dientes teniendo agitados
sus miembros todos. Mi guia abrió entonces las manos, co
gió puñados de tierra y los arrojó á las ávidas gargantas de
la fiera que, cual perro que se agita ladrando y se calma al
morder su presa para poder devorarla en secreto, cerró sus
mandíbulas impuras que aterran á las almas hasta el punto
(1) Hic ferus umbras territat stygius canis, etc.
(SÉNECA.)
Cerberus haec ingens latralu regna trifauci
Personat, adverso rocubans immanis in antro.
Cuivates horrere videns jam Colla Colubris,
Melle soporatam et medicatis rugibus offam
Objicit: ille fame rabida tria guttura pandens,
Corripit objectam , atque immania terga resolvit
Fusus humi, totoque ingens extenditur antro
(AENE1D. l. v. .)
(2) Cerbero il gran vermo.
*

EA DIvINA cóMEDIA 2rº


de hacerlas desear quedarse sordas. Pasábamos á través de
las sombras que la pesada lluvia abate, fijando nuestra plan
ta sobre sus fantasmas en forma de cuerpos. Todos yacian
en el suelo, escepto uno solo, que hizo un rápido esfuerzo
por sentarse, al vernos pasar frente á él.
«Oh tú, me dijo, que recorres estos infiernos, conóceme,
si puedes, ya que antes de ser yo desecho fuiste tu hecho.»
A lo que le contesté: « La angustia que te tortura te
borra tal vez de mi memoria; no creo haberte visto nunca;
pero dime quien eres, tú que has sido arrojado á tan triste
sitio y condenado á un suplicio tal, que si hay otro ma
yor, no puede ser mas repugnante.»
Yá su vez repuso: «Tu ciudad tan llena de envidia (1),
que como se dice del vaso, se desborda, me tuvo dentro
sus muros, donde llevaba una vida agradable y serena :
vosotros, los habitantes de aquella ciudad, me llamasteis
Ciacco. (2) Por el grave pecado de la gula, me ves aquí
espuesto y tendido á la lluvia; no soy yo la sola alma tris
te: todas estas otras están tambien condenadas á igual pe
na por la misma falta.» Y como permaneciera silencioso
despues de haber proferido estas palabras, le dije:
« Ciacco, tu sufrimiento hace correr mis lágrimas; pero
dime, si lo sabes, ¿á dónde irán á parar los habitantes
de esa ciudad tan dividida en facciones? ¿Se encuentra en
ella un solo justo? ¿Cuál es la causa de que haya penetra
do la discordia en sus muros?»
Contestóme entonces : « Despues de un largo debate,
derramarán á torrentes la sangre, y el partido del monte (3)
arrojará al otro partido, (4) causándole pérdidas inmensas.
(1) Florencia.
2. Ciacco, puerco. — Este florentino fué un bufon que hacia siempre re
con sus chistes, pero que estaba enteramente entregado á la pasion de la
gula.
(3) Esto es el partido mandado por los Chersi, familia de la moderna no
íleza, que acababa de salir de los bosques de Val di Níevoli. Era el partido
de los Blancos, al que pertenecia Dante.
(4) Tal era el partido de los Negros, que tenia por jefe á Corso Donati.

=r----
28 EL INFIERNO veº

Luego será preciso que el partido vencedor sucumba á su


vez despues de tres revoluciones solares, y que el partido
antes vencido se levante con el ausilio de aquel príncipe,
que aun está ahora en la calma y el reposo. (1)
Por mucho tiempo irá esta faccion con la frente erguida,
teniendo á la faccion rival bajo un ominoso yugo, de lo
que me lamento y avergüenzo. Hay aun dos justos (2) en
la ciudad, pero no son atendidos en lo mas mínimo, por
que el Orgullo, la Envidia y la Avaricia son las tres únicas
antorchas que inflaman todos los corazones.» Aquí dió fin
Ciacco á sus tristes palabras, por lo que le dije:
«Quiero que me enteres mas y que me hagas el obsequio
de contestar aun á algunas de mis preguntas: «Dime, don
de están Farinata (3) y Tegghiajo, que fueron tan virtuo
sos, así como tambien Jacobo Rusticucci, Arigo y Mosca, y
los demás que emplearon constantemente su genio en favor
del bien; y haz que pueda conocerles. Ardo en deseos de
saber si el cielo derrama sobre ellos su bálsamo ó el infier
IO SUl V62In en O.)) -

A lo que me contestó: «Están entre las almas mas ne


gras, por haberles sumergido otros pecados en un círculo
mas profundo: si te atreves á descender hasta él podrás
verles. Cuando te halles empero en el mundo agradable,
preséntame, te suplico, á la memoria de mis conciudadanos;
nada mas te digo; ya no volveré á responderte.» Entonces
sus ojos fijos se oblicuaron, me miró un instante, bajó la
cabeza, y volvió á caer entre los demás ciegos. Miguia me
dijo: «No se levantará ya mas que al sonido de la trom
peta del ángel, cuando venga el poder enemigo del pecado.
Entonces volverá cada cual á encontrar su triste sepulcro,
tomará nuevamente su carne y su forma, y oirá el juicio
que ha de resonar en la eternidad.»
(1) Cárlos de Valois, hermano de Felipe el Hermoso, que acudió en au
8ilio de los Negros, y los restableció en Florencia el año 1301
(2) Estos dos justos son Dante y Guido Cavalcanti, su amigo; segun otros
comentadores, son Barduccio y luan de Vespignano.
(3) Farinato degli Uberli, ilustre jefe de los gibelinos.
LA DIVINA COMIEDIA 23

De este modo fuímos atravesando á paso lento aquella re


pugnante mezcla de sombras y de lluvia, discurriendo un
poco acerca de la vida futura, lo que me hizo esclamar:
«Maestro, ¿ aumentarán aun estos tormentos despues de la
gran sentencia ? ¿Serán menores, ó bien tan agudos como
ahora?»—«Acuérdate de tu ciencia, me dijo, ya que te
enseña que cuanto mas perfecta es una cosa, mas siente el
bien y el mal. Aun cuando esa raza maldita no deba llegar
nunca á la verdadera perfeccion, confia estar mas cerca de
ella despues del juicio, de lo que lo está ahora. »
Dimos la vuelta á aquel círculo hablando de muchas mas
cosas que no refiero aquí, y llegamos al punto en que el
camino marca un descenso: allí hallamos á Pluton, el capi
tal enemigo,

CANTO VII

Llegado ya al cuarto círculo halla en su entrada á Pluton que es el


guardian y señor de este círculo. Habiendo obtenido por la inter
cesion de Virgilio pasar adelante, vé á aquellos infelices condena
dos á empujar eternamente y entre sí enormes moles.—Retrato de
la Fortuna.

« Pape Satan, Papen Satan, aleppe » gritó Pluton con


voz ronca (1}; y aquel sábio gentil que todo lo supo, dijo
para darme aliento: «Que no te dañe el temor de que es
tás poseido, porque por grande que sea su poder, no te im
pedirá descenderá este círculo.» Luego volviéndose hácia
aquel mónstruo de hinchados labios, le dijo: «Cállate,
maldito lobo (2,, con súmete interiormente con tu propia
rabia. No se hace sin motivo este viaje á los profundos abis
(1) Canci, orientalista romano, tradujo asi estas palabras hebrea
«Splendi, aspetto di Satana, splendi, aspetto d Satana primato.»
(2 En el primer canto, es la loba el emblema de la A varicia, y Pluton e
dios de los avaros; he aquí porque el poeta dice: «Maladetto lup0.»
30 L INF ERNO

mos, sino que está dispuesto en lo alto, donde vengó Mi


guel la violacion que consumó el orgullo. (1)»
Así como caen las velas hinchadas por el viento cuando
se rompe el mástil, así dió con ella al suelo la terrible fiera;
bajamos entonces á la cuarta cavidad y nos acercamos á
aquella mansion de dolores en que se engolfa todo el mal
del universo. ¡Oh justicia divina! ¿quién dispone y reune
todas las penas y tormentos que he visto? ¿Por qué nues
tras faltas nos roen de este modo ? Como la ola que se es
trella contra la ola en el escollo de Carybdis, se chocan
entre sí los condenados. En ningun otro círculo les habia
visto en tan gran número: estaban divididos en dos ban
cas, haciendo rodar enormes pesos con todo el esfuerzo de
que eran capaces; al encontrarse se herian, y retrocedian
bruscamente gritando: «¿Por qué detienes, por qué arro
jas?» -

De este modo iban sin cesar ai punto opuesto, en aquel


circulo negro, repitiéndose las mismas palabras. Luego
cuando cada cual habia llegado á la mitad de su círculo, se
volvian todos juntos para empezar nuevamente otra justa;
no pudiendo yo entonces contener por mas tiempo el dolor
que me oprimia el corazon, dije : « Maestro, indícame á
que clase han pertenecido estos desgraciados: ¿han sido
c.érigos todos esos tonsurados que están á nuestra izquierda?»
A lo que me contestó: « Fueron todos ellos tan ciegos en
su vida primera, que no fueron capaces de hacer ni un solo
gasto moderado: harto claramente lo ahulla su voz cuando
llegan á los dos puntos del círculo en que les separa su
opuesta vida. Los que no tienen pelo para cubrir su ca
beza han sido clérigos, papas y cardenales, á quienes impu
so la avaricia su terrible yugo.» Entonces le dije : «Maes
tro, me parece que deberia yo conocer á algunos de estos,
que han llegado á ser tan inmundos por sus vicios. » Pero
1) Et factum est pralium iu coelo a Michael et Angeli ejus praeliabantur
Cum DracOne.
(APOCAz.)
LA DIVINA COMEDIA 31

él me contestó: «Vano es tu pensamiento; porque la vi


da sórdida que los ha hecho deformes, los desfigura y los
hace desconocer. Continuarán chocando eternamente entre
sí; estos saldrán del sepulcro con el puño cerrado, y aque
llos con la cabeza rapada. Por haber mal dado y mal guar
dado, perdieron el mundo celeste, y están condenados á
ese terrible combate, que no necesito describirte con pom
posas palabras.
Ya ves, hijo mio, cuan pronto pasan esos bienes efíme
ros de fortuna, por los que la raza humana tanto se enor
gullece y se disputa. Todo el oro que ha habido y hay
bajo la luna, no podria procurar un instante de reposo á
una sola de esas almas fatigadas.»— Maestro, le dije, «¿cuál
es esa fortuna de que me hablas? ¿Cómo puede disponer
á su antojo de todo cuanto halaga al mundo?» Contestóme
entonces: «¡Oh locas criaturas cuan grande es la igno
rancia que os estravia! Por esto quiero alimentarte con mi
doctrina. Aquel cuyo saber es superior á todo, creó los cielos
y les dió un conductor; de modo, que cada parte brilla para
cada parte, por una distribucion igual de la luz; asi tam
bien para las grandezas humanas nombró una reguladora
que administrándolo todo, haria pasar de tiempo en tiem
po las vanas riquezas de una á otra familia y de una á otra
nacion, á pesar de todos los obstáculos de la prudencia hu
mana. Hé aquí porque una nacion impera mientras la otra
se debilita, á juicio de la que está oculta como la serpiente
en la yerba. (1) Vuestro saber nada puede con ella (2), por
que atiende, juzga y prosigue su reinado, como prosigue
el suyo cada una de las demás deidades. Sus cambios no
tienen tregua, por obligarla á ser rápida la necesidad; así
es que se le vé con frecuencia cambiar de aspecto. Tal es
aquella que tantas veces se vé puesta en cruz por los mis
mos que solo deberían tributarle alabanzas, y que sin mo
(1) Latet anguis in herbà, (VIRG.)
(2) La nortuna.— Magnífica personificacion,-Véase la oda de Horacio:
0 divu gratum, quae regis Antium,
32 EL INFIERNO

tivo la hacen objeto de sus quejas y de sus maldiciones.


Pero ella es dichosa y no oye semejantes injurias; porque
tranquila entre las demás criaturas primitivas, continua
girando en su esfera y goza en su beatitud. Descendamos
ahora hasta los mas grandes y lamentables males; ya se
baja cada estrella (1) que subia cuando he emprendido mi
curso, y no nos es permitido ningun retardo.
Atravesamos el círculo por el otro lado, no léjos de un
manantial en ebullicion que va aumentar la corriente de
un riachuelo, y cuyas aguas son mas oscuras que azuladas;
luego tomamos otro camino mas bajo que el antiguo, se -
guidos siempre de la onda tenebrosa. Hay una laguna lla
mada Estigia, que fué formada por aquel triste riachuelo
al descenderá sus rojizas é infectas playas. Y yo, que
todo lo contemplaba con atenta mirada, ví en aquel panta
no á almas cenegosas, desnudas y de irritado aspecto, que
no contentas de herirse con las manos, la cabeza, el pecho
y los piés, se desgarraban con los dientes. El buen maestro
me dijo: «Hijo mio, hé aquí las almas de los que se deja
ron dominar por la cólera; así mismo quiero te convenzas
que debajo de esta agua hay una raza condenada que sus
pira, la cual hace borbotar el agua en la superficie, confor
me lo verás do quiera fijes tu mirada. »
Y en efecto, desde el limo á que estaban pegadas aque
llas almas, decian: «Tristes estuvimos siempre aun al aire
dulce que el sol alegra, llevando en nuestro interior un
humo denso y pesado; tambien ahora estamos tristes en
este negro pantano. (2)» Balbuceaban este himno en el fon
do de su garganta, sin que pudiesen pronunciar una pala
bra entera. De este modo describimos un gran arco en tor
no de la fétida laguna, entre la enjuta ribera y el estanque,
fijos los ojos en los que se tragaban el fango. Llegamos
finalmente al pié de una torre.
(1) Es media noche.
(2) «Requiescens acudiosus in faucibus Suis» (JFREMl As.) Dav "d dee ha
blando de los perezosos , «nixus sum in limo Profundis.»
LA DIVINA COMEDIA 33

CANTO VI

virgilio y Dante descienden al quinto círculo.— Es este círculo el de


los ódios y la cólera.—Los dos poetas atraviesan la Estigia én el
barco de ¿” Encuentran á Felipe Argenti.—La ciudad de
Dite,— Los damonios, con gran asombro de Virgilio, les cierran
las puertas de la ciudad.

Digo, prosiguiendo (1), que muy antes ya de que llegá


semos al pié de la alta torre, se fijaron nuestros ojos en la
parte superior de ella, donde habia dos pequeñas llamas;
notábase la misma señal en otra torre, pero estaba esta á
tanta distancia, que apenas podian los ojos distinguirla.
Volviéndome entonces hácia el mar de toda ciencia (2,
esclamé : « ¿qué es lo que indica ese fuego, al que corres
ponde aquel otro ? ¿Quiénes son los que dan estas seña
les ?»
A lo que me contestó: «Ya puedes ver lo que se espera
en estas turbias aguas, si es que no te lo oculten los vapo
res de la laguna.» Jamás hubo arco que arrojara flecha tan
veloz, como lo era la barquilla que ví en aquel instante
dirigirse hácia nosotros; conducíala un solo remero gri
tando: «Por fin llegaste, alma desleal »— Flegyas, Fle
gyas, (3) Vanos son por esta vez tus gritos, le contestó mi
señor; solo nos tendrás á tu lado en el momento de pasar
la laguna.» Flegyas, en su reprimida cólera, se pareció
al hombre que acaba de descubrir el engaño de que ha sido
1) Sea su camino ó su relRcion.
(2) Virgilio.
(3) Flegyas es el emblema de la cólera y de los orgullosos. Era hiiu de
Marte
ver rey de que
la yarenta los lapltas; fueron
Apolo habia sus áhijos
hecho Ixion
su hija, y Coronis.
incendió Indignado
el templo al
de aquel r

Dios, que le mató a flechazos en castigo de su audacla.


Phlegyasque misserrimus omnes
Admonet, et magna testatur voce per umbras:
Discite justitlam m hiti, et non temnere divos.
(VIRG. I. VI.)
3
34 EL INFIERNO

víctima. Descendió mi guia a la barquilla, á la que me hizo


entrar despues, sin que pareciese estar cargada hasta que
yo estuve dentro. Así que fuímos miguia y yo en el esquife, l
se deslizó su antigua proa, dejando en el agua un surco mu
cho mas profundo que el que acostumbraba abrir al llevar
á los demás pasageros. Mientras recorrfámos aquel canal de l
agua muerta , se me presentó una sombra cubierta de lodo,
diciéndome : «¿Quién eres tú, que vienes aquí antes de
a hora ? º
A mi vez contestéle: «Si vengo, no es por quedarme;
pero, dime; quién eres tú , que te has convertido en un
sér tan repugnante ?» Respondióme la sombra : « Bien ves
que soy uno de los que están llorando.» Entonces yo re- th
puse : «Quédate en el llanto y los gemidos, alma maldita;
por mas que estés cubierta de lodo, te conozco.» Tendió h
entonces sus manos hácia la barquilla, pero mi prudente s
maestro le rechazó diciendo: «Déjanos y vete con los de
más perros !» Luego me echó los brazos al cuello, me besó%
y me dijo; « Alma santamente desdeñosa, bendita sea t.
la mujer que te llevó en su noble seno ! Ese fué en e
mundo un sér hinchado de orgullo, sin que ninguna virtud
haya honrado su memoria; por lo que su sombra está º
aqui siempre furiosa. Cuantos hay allá arriba que son con
siderados como grandes reyes, que cual puercos serán arro
jados en este pantano, sin dejar en pos de sí mas que hor
rible desprecio.» « Maestro, le dije, antes de salir de este
lago, desearia en gran manera verá aquel pecador sumido
en el lodo.» A lo que me respondió « Quedarás satisfecho
antes de apartarte de la orilla: preciso es que se cumpla tu
deseo., “ - --
Con efecto, de tal modo le ví estrechado poco tiempo
despues por las demás sombras, que aun ahora estoy dan
do gracias á Dios por haberme permitido presenciar seme
jante espectáculo. Todas las sombras gritaban: « ¡Ah Felipe
Argenti » Y este florentino, espíritu orgulloso, volviéndose
contra sí mismo, se desgarraba con sus propios dientes.
,º ) VN ("{} 312. A 35

Allí le dejamos sin ,ue de él nada mas referir quiera.


Llegó de pronto á mis oidos un triste acento, que me
obligó á mirar con atencion en torno mio; entonces el buen
maestro me dijo: «Hijo mio, ya se acerca la ciudad llama
da Dite (1): sus habitantes son desgraciados y en gran nú
mero.» A lo que le contesté: , Maestro, en verdad distingo
sus mezquitas en el fondo del valle; pero son tan rojizas, que
parece acaban de salir de entre las llamas.» «El fuego eter
no que las consume en el interior, repuso, les dá ese color
rojizo que vés en el bajo infierno.»
Por fin entramos en los fosos profundos abiertos en torno
de aquella tierra desolada; pareciéronme de bronce sus
muros. Fuímos á parar, no sin haber dado antes un buen
rodeo, á un sitio en el que nos gritó el barquero 2) en voz
muy alta : « Salid, ahí ten is la entrada.» Ví al propio
tiempo en las puertas á mas de mil sómbras caidas del cielo
como una lluvia, que decian con concentrada cólera :
«¿Quién es el que sin la muerte, se va por el reino de los
muertos? indicóles entonces mi guia que queria hablarles
en secreto; por lo que procurando ocultar su cólera, le dije
ron: «Ven tú solo, y que se aleje el que con tanta audacia
ha penetrado en este reino. Que se vuelva solo por su loco
camino, salga solo si puede, puesto que tu vas á quedarte
aquí, despues de haberle guiado hasta la oscura region en
que estamos.»
Juzga lector, si podia yo estar muy tranquilo al oir se
mejantes palabras; creia no volver unas á la tierra. «Oh guia
querido, que mas de siete veces me has restituido la calma
y librádome de los inminentes peligros que me rodeaban,
no me abandones, le dije, en el estado de abatimiento en
que me veo; si no me es permitido ir mas adelante, retro
cedamos desde luego.» El maestro que me habia guiado
(1) Dite deriva de Dis, que es el nombre de Pitt0.
Noctes atque dies patet atri janua ) is
(Rg.)
(2) Flegyas.
38, EL INFIERNO

hasta allí, me dijo: «Nada temas: nadie hay que pueda


cerrarnos el paso, por habérnosle cedido el que puede mas
que todos nosotros juntos.» Pero aguárdate aquí; aliéntate
y reanima con la esperanza tu espíritu abatido, puesto que
no te abandonaré en el mundo infernal.»
Dicho esto, se va mi buen padre dejándome solo; que
déme en la incertidumbre, combatiéndose el si y el no en
mi mente. Imposible me fué oir lo que les proponia, pero
no permaneció mucho con ellos, porque todos se dirigieron
corriendo á la ciudad. Como nuestros enemigos cerrasen
sus puertas á mi maestro al llegará ella, y se quedase fuera,
volvió hácia mí á paso lento. Tenia la vista inclinada, y
en medio de su abatimiento decia suspirando : «¿Quién
puede haberme negado la entrada á la mansion del dolor?»
Volvióse entonces hácia mí, diciéndome: «¿No te alarme
mi cólera: sabré vencer esa prueba, cualesquiera que sean
los que se reunan en su interior para defenderse. No es
nueva su insolencia , puesto que la mostraron ya ante una
puerta menos secreta que está aun sin cerradura. (1) Ya
has visto sobre ella la inscripcion de muerte; pero ya mas
acá de aquella puerta, va descendiendo solo por la monta
ña y atravesando los círculos, el que debe abrirnos la ciu
dad. (2)

CANTO IX

Se presentan tres Furias y algunos mónstruos amenazando á los poe


tas.—Un ángel acude en su ausilio y abre las puertas de la cíudad
de Dite.— Sexto círculo ó el de los hereges é incrédulos encerra
dos en tumbas ardientes.

La cobardía que me hizo demudar el semblante cuando


(1) Porque no obstante la resistencia de los demonios fué la puerta hecha
astillas por el Cristo, á su descenso al Limbo. «Hodie portas mortis et scras
pariter Salvator noster diripuit.» (Oficio del sábado santo.)
(2) El ángel enviado por Dios.
LA DIvINA coMEDIA 31
ví á mi gnia volver atrás, causó tambien en él sn re
ciente palidez.— Púsose atento, cual hombre que escucha,
por no poder penetrar su mirada al través de aquel
cielo negro y de aquella densa nube : y sin embargo hemos
de vencer en este combate, empezó á decir, cuando se nos
ha ofrecido semejante aliado (1).... Ah cuánto me tarda la
llegada de otro ...» No se me escapó que ocultaba lo que
habia empezado á decir con otra idea que le acudió luego,
y que fueron sus últimas palabras muy distintas de las
primeras; sin embargo, su discurso me llenó de espanto,
por dar yo á aquellas palabras entrecortadas un sentido
peor del que en sí tenian. Hícele entonces esta pregunta:
«¿Ha descendido nunca espíritu alguno del primer círculo
á la triste concha, donde hay por sola pena el perder la
esperanza?» A lo que me contestó: «Si bien es cierto que
en otra ocasion me ví obligado á descender aquí abajo por
las conjuraciones de aquella cruel Ericto, que llamaba las
sombras á sus cuerpos (2), raramente sucede que haga nin
guno de nosotros este camino. Hacia poco tiempo que esta
ba mi alma separada de su cuerpo, cuando me hizo entrar
dentro estos muros para sacar un espíritu del círculo de
Judas; es este círculo el mas profundo, mas oscuro y mas
lejano del cielo que todo lo rodea. Puedes estar sin cui
dado; sé muy bien el camino que conduce á él. Esa laguna
que despide tan gran fetidez, es la que circuye la ciudad
de dolor, en la que no podremos en lo sucesivo penetrar
sin cólera.
Dijo aun otras muchas cosas que no tengo ya presentes,
porque mis ojos me habian arrastrado enteramente hácia la
alta torre coronada de llamas. Allí ví de repente aparecer
tres furias infernales teñidas en sangre, cuyos miembros y
gestos eran de mujer; ceñíanla verdosas hidras, y eran
sus cabellos pequeñas serpientes y cerastas que se enros
(1) En este oscuro soliloquio, alude Virgilio ái ángel que vuela en su au
5ilio. -

(2) Er y eto, mágica de Tesalia. (VID. LA FARSAL 1A, I. v 1.)


38 EL INIIl N)

caban en torno de sus horribles sienes. Y él que desde lue


go conoció la servidumbre de la reina del dolor eterno:
« Mira, me dijo, las feroces Erinnzas; esta de la izquierda
es Mejera ; la que está llorando á mano derecha es Alecto;
Tisifona está en medio de ellas.» Terminadas estas palabras
guardó silencio.
Se desgarraban el pecho con sus uñas, se azotaban con
las manos y gritaban con voz tan alta, que desconfiando de
su rábia, me acerqué mas y mas al poeta.
«Que venga Medusa y la convertirémos en piedra, gri
taban mirando hácia abajo : nos hemos vengado mal de la
entrada audaz de Teseo.» —Vuélvete y cierra los ojos, por
que si aparecia Gorgona y llegabas á verla, no habria ya
para tí esperanza de subir nuevamente allá arriba.
* Despues de hablar mi maestro de esta manera, me hizo
retroceder; y no fiándose aun bastante de mis manos,
me cerró tambien los ojos con las suyas. Vosotros que teneis
recto juicio, revelad la doctrina que ce oculta bajo el velo
de estos estraños versos. Oíase á través de las turbias ondas
un espantoso ruido que hacia retemblar ambas orillas,
pareciéndose al viento impetuoso que arranca de cuajo los
árboles del bosque, que destruye los frutos y las flores, y
que levantándose en nubes de polvo, ahuyenta á los pasto
res y ganados. Al desta parme me dijo: «Dirije ahora tus
ojos hácia aquella antigua espuma, que es donde es el va
por mas maligno.»
Cual ranas que huyen ante la serpiente enemiga, disper
sándose á través del agua para volver á reunirse en el
cieno, huian mas de mil almas condenadas ante alguien
que atravesaba ápié enjuto la laguna Estigia. Separaba con
su rostro el aire pesado, llevando de vez en cuando hácia
delante una de sus manos, y de cuyo único trabajo parecia
estar ya cansado. Como desde luego conociese que era un
mensagero del cielo, ve víme háciu mi maestro, que con
una señal me indicó parar é inclinarme. Ah cuán lleno
de desdén me pareció aquel mensajero! Liegó cerca de la
LA DIVINA (OMEDIA 39

puerta, y la abrió con una varita sin ningun obstáculo.


Demonios arrojados del cielo, raza desgraciada, esclamó
desde el umbral horrible, ¿cómo habeis podido conservar
vuestra arrogancia? ¿Por qué cocear de este modo contra
aquella voluntad que ha de lograr siempre su objeto, y
que tantas veces ha aumentado vuestros dolores? ¿De qué
sirve luchar contra el destino? Vuestro Cerbero, si os acor
dais de ello, tiene aun pelado su cuello y su hocico.»
Luego se volvió hácia el camino cubierto de lodo, sin
dirigirnos palabra, como hombre agijoneado por nuevos
cuidados, que ninguna relacion tenian con las personas
que se hallaban en su presencia. Nosotros, confiados en las
palabras santas, dirijimos nuestra marcha hácia la tierra
de Dite, en la que penetramos sin ninguna resistencia. Pe
ro como yo deseaba saber la suerte de los que encierra
aquella fortaleza, empecé á dirigir curiosas miradas asi que
hube entrado en ella, y víá cada lado un vasto campo lle
no de dolores y de tormentos crueles. Asi como en los al
rededores de Arles, donde está estancado el Ródano, y
como en Pola, cerca del Quarnaro, que cierra la Italia y
baña sus fronteras (1), hay sepulcros que forman numero
sos promontorios, se levantan aquí tambien sepulcros por
do quiera, con la sola diferencia de que es aquí mas terri
ble su aspecto, por separarles un mar de llamas que les
convierte en lechos de fuego; no hay hierro tan candes
cente cualquiera que sea la elaboracion que sufra y el ob
jeto á que se le destine. Vodos sus cobertizos estaban levan
tados, llegando al esterior tristes gemidos, parecidos á los
de los pobres ajusticiados. Dirijíme entonces á mi maestro
y le dije:
«¿Cuáles son esas gentes que, sepultadas en semejantes
arcas, se anuncian por medio de tan dolorosos suspiros?»
Yá su vez contestóme: «Son los heresiarcas y sus parti
darios de todas las sectas: están esas tumbas mucho mas

( ) Pola, Ciudad de Isria , en el Adriático.


40 EL INFERNO

llenas de lo que puedes figurarte. Cada cual está sepultado


aquí con su semejante, y todas las tumbas están ardiendo
mas ó menos.» Entonces se volvió á la derecha, y pasamos
entre los mártires y los altos muros.

CANTO X

Deseoso Dante de hablar con alguno de aquellos condenados, Virgilio


le conduce á presencia de Farinata y de Cavalcante y con gran
asombro ve que los condenados tienen conocimiento de las cosas
futuras y no de las presentes.

Siguió mi maestro un estrecho sendero que hay entre los


muros de la ciudad y las tumbas de los mártires, y conti
nué yo siguiendo sus huellas. «Oh virtud soberana, escla
mé, que me impulsas á tu antojo por los círculos impios,
dígnate hablarme y satisfacer mis deseos. ¿Seria permitido
ver á los que yacen en los sepulcros? Todas las losas están
levantadas, y no hay guardia que lo impida en su alrede
dor.» A lo que me contestó: «Todos estarán cerrados cuando
hayan vuelto de Josafat las almas con los cuerpos que han
dejado allá arriba. Epicurio y todos sus sectarios, que quie
ren que el alma muera con el cuerpo, tienen su cemente.-
rio en este lado. Asi que, en breve contestarán allí dentro
á la pregunta que me haces, y hasta al deseo que me ocul
tas aun. » Por lo que le dije : « Buen guia, solo oculto mi
corazon por no hablar demasiado; siempre estoy dispuesto
guardar á tu lado la reserva que antes y ahora has sabido
imponerme.»
« 0h toscano, tú que en vida recorres de este modo la
ciudad de fuego, hablando con modestia, dígnate pararte
en este sitio. Tu lengua me indica claramente el noble pais,
á que fuí tal vez yo harto funesto.» Tales fueron las pala
bras que súbitamente salieron de un sepulcro, y que me
obligaron á acercarme trémulo á mí guia, que me dijo:
LA DIVINA COMF. A º
«Vuélvete, ¿qué es lo que haces? Mira á Farinata que se
ha incorporado en su tumba; y podrás verle desde la cin
tura á la cabeza. (1)» Tenia ya fija en la suya mi mirada,
mientras estaba él levantando el pecho y la frente como si
hubiese tenido al infierno en gran desprecio. Entonces mi
guia con robusta y pronta mano me empujó hácia él á
través los sepulcros, diciéndome: «Que sean claras tus
palabras.»
Cuando estuve al pié de su tumba, me miró un rato, y
con aire de desdén, nie preguntó: «¿Quiénes fueron tus
abuelos?» Yo, que solo deseaba obedecerle, nada le ocul
té; se lo descubrí todo. Él entonces levantó un poco las
cejas, diciéndome: « Fueron enemigos capitales mios, de
mi familia y de mi partido, por lo que los desterré dos ve
ces.—Si fueron espulsados, volvieron de todas partes una
y otra vez, le contesté; no pudiendo los vuestros hacer
siempre otro tanto.» Entonces surgió un sombra del lado
en que estaba abierta la tumba, que se levantó, en mi
concepto sobre sus rodillas (2), y miró en torno mio, co
mo si hubiese deseado ver si habia alguien conmigo, y solo
cuando se hubieron desvanecido sus sospechas, me dijo
llorando: « Sí, hijo, ¿y por qué no se encuentra á tu lado?»
A lo que le respondí: «No vengo por mi propia voluntad;
el que está allí me guia al través de estos sitios; quizá vues
tro Guido le miró con sobrado desdén.»
Sus palabras y la clase de su suplicio me habían indicado
ya el nombre de aquella sombra; así es que fué acertada y
precisa mi respuesta. Oido esto, se incorporó de repente y
gritó: «¿Cómo has dicho? le miró, ¿acaso no vive ya? ¿No
brila ya á sus ojos la dulce luz del dia?»

(1) Farinata , de la familia de los Cbert en llorencia. El fué quien man


dando á los gibeliños, partidarlos de los emperadores, ganó la famosa ha
talla de Monte Aperto. Esta en los sepulcros de fuego como partidario de
Epicure.
(2) Es Cavalcante de Cavalcanti, padre de Guido, amigo de Dante y poe
ta, pero que sacrificó la poesía al estudio de los filósofos.
42 EL INFIERNO

Al ver que tardaba yo en contestarte cayó de espaldas


sobre su sepulcro, y no volvió á aparecer. Empero aquel
otro magnánimo (1), por quien me habia quedado, no
cambió de color, no volvió el cuello, ni inclinó el pecho.
«El que no supieran hacer otro tanto, dijo, continuando
su primera conversacion, me atormenta aun mas que este
lecho. Pero la deidad que reina aquí (2), no alumbrará
cincuenta veces su rostro, sin que tú sepas cuan difícil es
hacer lo que dices. Y, á fin de que vuelvas al dulce mun
do, dime, ¿por qué es ese pueblo tan desapiadado para
con los mios en cada una de sus leyes?» A lo que le res
pondí : « La gran matanza que enrojeció el Arbia produce
aquellos discursos en nuestro templo.»
Despues que hubo meneado la cabeza suspirando : « No
estaba yo solo en el Arbia, dijo, y en verdad no obré sin
razon respecto á los demás. (3) Pero estaba yo solo allí don
de fué propuesto por cada cual destruir á Florencia, y fuí
yo quien la defendíá cara descubierta. (4)— ¡Ah! le con
testé, ojalá pueda vuestra raza verse repuesta un dia !
pero os lo suplico, deshaced el nudo que ha sujetado mi
pensamiento. Me parece, á no haberlo comprendido mal,
que preveis lo que el tiempo ha de llevar en pos de sí, por
mas que os suceda todo lo contrario respecto á lo presen
te.— Nosotros, repuso, somos como los cortos de vista;
vemos las cosas lejanas, merced á una luz que nos concede
el guia soberano. Cuando las cosas se acercan ó existen,
toda nuestra inteligencia es vana, y si otro no viene á in
formarnos de ellos, nada sabemos de vuestros aconteci
mientos humanos. (5) Por lo mismo ya puedes comprender
(1) Farinata.
(2) La luna, llamada en el infierno Proserpina.
(3) El Arbia, pequeño rio situado cerca del Monte Aperto, donde alcan
zaron una victoría los gibelinos.
(4) Florencia levantó hace algunos años una estátua al que la salvó, de
bajo de la galería de los oficios. Esta la de Dante en frente de ella.
(5) Fatendum est nescire mortuos quid agitur; sed postea vero audire ab
iis, qui hinc ad eos moriendo pergunt. Possunt eliam ab Angelis audire
aliquid. (S AN AGUSTIN.)
, A lº VINA COMEOIA 43

que toda nuestra inteligencia será muerta el dia en que


quedará cerrada la puerta de lo porvenir.» •

Como arrepentido de mi falta, entonces le dije: « Comu


nicad á aquel que tan pronto ha desaparecido, que su hijo
está aun entre los vivos. Si he guardado silencio en el mo
mento que debia contestar, decidle, que era por preocu
parme la duda que vos habeis desvanecido.» Dábame ya
el nombre de maestro, por lo que supliqué mas pronta
mente al espíritu que me dijera cerca de quien estaba. A
su vez me contestó la sombra : « Estoy echado aquí entre
mas de mil; allí dentro hay el segundo Federico, y allí
tambien el cardenal. (1) Acerca de los demás me callo,
Ocultóse terminadas estas palabras, y yo dirigí mis pa
sos hácia el antiguo poeta, pensando en sus palabras, que
me parecian amenazadoras y terribles. Él emprendió la
marcha, y cuando estábamos ya andando me dijo: ¿Por
qué estás tan turbado?» Y despues de haber contestado á
su pregunta, añadió: « Procura ahora estar atento.» Y lue
go dijo, levantando el dedo: « Cuando estarás ante la dul
ce mirada de aquellos cuyos ojos lo ven todo (2), sabrás
por ella el viaje de tu vida.»
Dicho esto, giró á mano derecha; asi que, dejamos los
muros y nos dirigimos hácia el centro por un sendero que
conduce á un valle. Despedia aquel valle una fetidez inso
portable.

(1) El emperador Federico Il, que con frecuencia estuvo en guerra con los
papas, contra los que escribió versos; fué escomulgado por Gregorio IX é
Inocencio IV, y murió en el año 1250. — Octaviano Degli Ubaldini, de Flo
rencia, que, a pesar de ser cardenal, perteneció al partido gibelino. El mis
mo dijo en cierta ocasion que, caso de tener a una, la perderia por los gibe
linos.
(2) Beatriz.
44 EL INFIERNO --.

CANTO X.

Continuacion del sexto círculo, el de los Herejes. — Hediondez horri


ble.—Tumba del papa Anastasio.— Páranse los dos poetas, y Vir
gilio esplica á Dante el modo con que son castigadas las violencias,
el fraude y la usura en los tres círculos que siguen.

Al llegar al estremo de una escarpada orilla que formaban


grandes piedras rotas y amonto nadas en círculo, nos vimos
sobre un abismo aun mas terrible.
Para librarnos allí de las horribles exhalaciones y de la
fetidez que lanzaba el abismo profundo, nos colocamos de
trás de la losa de un gran sepulcro, en la que ví una ins
cripcion que decia:
« Encierro al papa Anastasio, arrastrado por Fotin fuera
del recto camino, º 1)
«Preciso es descender aquí lentamente para acostumbrar
nuestros sentidos á este triste hedor; despues no le hare
mos ya caso.»
Así me habló el maestro, y yo á mi vez entonces le
dije: « Busca un medio para que el tiempo no pase sin pro
vecho;» á lo que me contestó: « Bien ves que estoy pen
sando en ello.
« Hijo mio, continuó, hay en medio de estos peñascos
tres círculos que van estrechándose por grados como los
que acabas de dejar.
«Todos ellos están llenos de espíritus malignos; pero, á
fin de que te baste el verlos sabe como y porque están en
cerrados.» -

La justicia es el fin de todo mal que se atrae el ódio del


cielo: y se llega siempre á aquel fin que daña á otro, por
medio de la violencia ó del engaño.

(1) La crónica del hermano Martin de Polonia engañó al p0bta. Fué el em


perador Anastasio, y no el papa de este nombre, el que adontó la heregía del
diácono Fotin. -
LA Duy INA, coMEDIA 45.
Pero como el fraude es un mal inherente en el hombre,
desagrada mucho mas,á Dios; por esto los tramposos están,
debajo, y son, presa, de un dolor mas grande. -

« Este primer círculo pertenece á los violentos, pero es


tá construido y dividido en tres girones (1), por ser tres las.
personas á que puede hacerse violencia :
«A Dios, á uno mismo y á su prójimo. Y digo que se les
puede hacer violencia en sus personas ó en sus bienes, co
mo vas á comprenderlo por estas claras razones: -

«Se hace violencia al prójimo dándole la muerte ó cau


sándole heridas dolorosas; se le violenta al arruinarle en
sus bienes, por medio del incendio ó del robo.
«Por esto los homicidas, los que causan heridas, los in
cendiarios y los bandidos, son atormentados en el primer
giron.
«El hombre puede haber llevado una mano violenta contra
sí mismo ó contra sus bienes: justo es por lo tanto que pur
gue su falta en el segundo giron, sin esperanza de mejorar
su suerte.
• El que voluntariamente se destierra del mundo en que
tu vives, que juega, malgasta sus bienes, y llora allí don
de habria debido estar siempre alegre. -

«Se puede hacer violencia á la Divinidad, negándola en


su corazon, blasfemando contra ella, despreciando á la na
turaleza y su bondad. -

« Hé ahí porque el mas pequeño giron ha marcado con ,


su sello á Sodoma y Cohors (2), y á cualquiera que despre
ciando á Dios, le injurie en sus palabras y en su corazon.
El fraude deja remordimientos en todas las conciencias;
el hombre puede usarlo con el que tiene confianza en él, y
hasta con el que desconfia.
« Este segundo fraude parece romper los lazos de amor
formados por la naturaleza; y por ello están cargados de
cadenas en el segundo círculo.
(1) Giron ó circulo
(2) Cahors, en Quercy, ciudad en la que habla muchos usureros,
46 EL INFIERNO

Los hipócritas, los aduladores, los falsos augures, los


falsarios, los ladrones, los simoníacos, los rufianes, los tram
posos y todos los que tienen semejantes manchas.
El primer fraude destruye el amor que establece la natu
raleza, y el otro sentimiento que le sigue, del que resulta
la confianza.
Por esto se vé el traidor eternamente atormentado en el
.mas pequeño de los círculos, centro del universo y funda
mento de Dite. »
A mi vez le dije: « Maestro, tu claro razonamiento me
muestra exactamente con todas sus divisiones á ese abismo
Y al pueblo que le habita. Pero, dime: los que están su
mergidos en esa laguna, los que se lleva el viento, los que
azota la lluvia, y los que están chocando entre sí pronun
ciando palabras tan duras, ¿por qué si han merecido la có
1era de Dios no son castigados en la ciudad de fuego y lo
son de este modo ?»
A lo que me contestó: «¿Por qué contra lo de costumbre,
delira tu espíritu hasta tal punto? ¿En qué piensas? ¿No te
acuerdas de las palabras de la Etica (1) que has estudiado
y en la que se trata de las tres disposiciones reprobadas por
Dios: la incontinencia, la malicia y la loca bestialidad; y
que es la incontinencia la que menos ofende á Dios y la
menos vituperable ? -

Si examinas bien esta sentencia, al recordar quienes son


los que hacen penitencia fuera de este recinto, verás por
que están separados de estos traidores, y porque, aunque
menos irritada la justicia divina, con todo, les castiga.
¡Oh sol!, esclamé, que curas toda vista turbada, me
complaces tanto al esplicarme una idea, que casi me es
tan grato judar como saber. -

Una vez mas, vuelve un poco atrás y esplícame como la


usura ofende á la bondad divina; corta este nudo.
La filosofía, me contestó, enseña en mas de una parº

(1) La Etica de Aristóteles ó ciencia de la mo.


LA DIVINA C6 MEDIA 7

al que la estudia, que la naturaleza procede del intelecto


divino y de su arte; y si consultas bien tu física hallarás,
sin necesidad de volver muchas páginas, que el arte hu
mano imita en lo posible á la naturaleza, como el discípulo
á su maestro; de modo que el arte humano es como el nie
to de Dios. -

Y partiendo de estos dos principios, la naturaleza y el


arte, si te acuerdas del Génesis, sabrás que la naturaleza
nos da la vida, y que viene luego el arte en su apoyo.
El usurero sigue distinta via, y desprecia la naturaleza
y al arte que le acompaña, y fija en otra parte su espe
tan Z3.
Ahora, empero, sígueme porque me complazco en avan
zar. La señal de los Peces sube en el horizonte, el Carro ha
volcado en el Coro (1)
Y mas á lo lejos el peñasco se inclina. »

- CANTO XI

Primer recinto del séptimo círculo, ó de los Violentos. Los dos poe
tas encuentran al Minotauro, encargado de su custodia.—Los Vio
lentos contra la vida y los bienes del prójimo están sumergidos en
un rio de sangre.— Mas abajo encuentran los poetas una manada
de centauros. — Uno de ellos, el centauro Neso, lleva á Dante
en su grupa hasta allende el Flegeton.

El punto á que habiamos de descender por el precipicio


era tan impracticable, y estaba de tal modo obstruido, que
toda vista se apartaria de él.
Como la ruina que hirió al Adige en la ladera aquende

(1) Esto es, hé aquí la Aurora.


4S EL, Nº Ett NO

Trenfo, de resultas de un terremotor ó por falta de apo


yo (1);
Desde la cumbre del monte en que se desmoronó hasta
el llano es la roca tan boquiancha, que de ningun modo
podria ser un paso para el que se encontrase arriba.
Tal era el descenso de aquel precipicio; y en la parta
superior de la peña entreabierta estaba echado el mónstruo
oprobio de Creta, que fué engendrado en una supuesta be
cerra. (2)
Al vernos se mordió á sí mismo, como el que se ve de
vorado interiormente por la cólera.
Gritóle entonces mi sabio: «¿Por ventura crees que es
ta aquí el jefe de Atenas que te dió muerte allá arriba en
el mundo ?» (3)
Apártate, mónstruo; no viene este instruido por tu her
mano, y sí tan solo para presenciar vuestro castigo.»
Como el toro que se dobla del lado en que recibe el golpe
mortal, y que sin poder volverse, brinca hácia una y otra
parte.
Ví yo que hacia el minotauro; entonces mi sabio maestro
esclamó: « Corre á la abertura, porque será bueno descien.
das mientras está enfurecido.»
Nos dirijimos hácia aquella multitud de piedras desgaja
das que á cada instante el nuevo peso hacia rodar debajo
de nuestros piés.
Iba pensativo siguiendo mi marcha, por lo que él me
dijo:
«¿Piensas tal vez en la ruina guardada por aquel furor
bestial que he estinguido?
Pues quiero que sepas que la última vez que descendía
bajo infierno, no estaba a un desmoronado;
Solo lo fué un poco antes (á no engañarme) que viniese

(1) Los desplomes del molate Barco, entre Verona y T ento.


(2) El minotauro.
(3) Theseo.

- r: - -- -
LA DIVINA COMEDIA

del círculo divino aquel (1) que arrebató la gran presa á.


Dite, º é.
En todas partes retembló tan profundamente el valle im
puro que el universo todo pensé sentia aquel amor, por el
que pueden creer algunos haya vuelto á caer varias veces
el mundo en el caos: entonces se desprendió tambien de una
y otra parte aquella antigua roca.
Fija la vista en el valle; pero hé aquí el rio de sangre
en que ha de ser zambullido todo el que dañe con violencia
á los demás. »
¡Oh pasion ciega oh loca cólera! ¡que de este modo
nos aguijoneas en nuestra corta vida, y que despues por toda
una eternidad nos arrojas á semejantes aguas !
Ví una ancha fosa en forma de arco, como la que com
prende toda la llanura, conforme habia dicho mi guia.
Y entre el pié de la roca y aquella fosa corrian en fila
centauros armados de flechas, como tenian costumbre de
ir en el mundo al dedicarse á la caza.
Cada uno de ellos se paró al vernos bajar, y se separa
ron tres de la manada, teniendo preparados su arco y su
flecha.
Uno de ellos gritó desde lejos: «¿Cuál es el martirio que
os está reservado á vosotros que bajais la cuesta ? decidme
de donde sois, sino disparo el arco.»
Mi maestro dijo: « Contestarémos á Chiron, aquI presen
te; por tu desgracia siempre fueron harto vivos tus deseos.»
Luego me tocó y me dijo : « Ese es Nesso, que murió
por la hermosa Dejanire y vengó él mismo su propia muerte.
Y el de enmedio, que está mirándose el pecho, es el gran
Chiron, que educó á Aquiles; aquel otro es Folo, que es
tuvo siempre poseido de una ciega cólera. 43
En derredor de la fosa habia á miles de ellos, atravesando
con flechas á toda alma que saliese de la sangre mas de lo
que su falta permitia. »

(1) Jesucristo, que despues de su pasion, descendió al Limbo.


50 EL INFIERNO

Como fuésemos acercándonos á aquellos mónstruos ágiles,


Chiron tomó una flecha y se retorció la barba detrás de sus
quijadas.
Cuando hubo descubierto su enorme boca, dijo á sus com
pañeros: «¿Habeis notado que el de detrás hace mover cuanto
toca ?
No es esto lo que acostumbran hacer los piés de los muer
tOS. »
Y mi guia, que estaba ya tocándole el pecho, repuso :
«Es un viviente, y solo yo debo enseñarle de este modo el
valle sombrío. Es la necesidad, y no su eleccion, la que le
conduce aquí.» ---

« La que me ha confiado este nuevo oficio, cesó por un


momento de cantar aleluya. No es él un bandido, ni yo
tampoco un alma criminal
Pero en nombre de aquella virtud que dirije mis pasos
en tan áspera senda, dame uno de los tuyos para que nos
acompañe, nos indique un punto vadeable y lleve á este en
grupa, ya que no es ningun espíritu que vaya por los aires.»
Chiron se volvió hácia su derecha y dijo á Nesso: «Vé,
guíales, y si les encuentra alguna manada, sepárala.»
Fielmente escoltados emprendimos nuestra marcha hácia
lo largo de las riberas de aquella roja espuma cuyos anega.
dos en ella lanzaban horribles gritos.
Como los hubiese que estaban sumergidos hasta los pár
pados, el gran centauro dijo: «Esos son los tiranos que vi
vieron de sangre y de rapiña.
Aquí se lloran las faltas impías; aquí está Alejandro (1),
y tambien el cruel Dionisio, que tantos años de dolor hizo
pesar sobre Sicilia.
Ese rostro de tan negro pelo es Ezzelino (2), y aquel
(1) Segun casi todos los comentadores, Alejandro de Feres, tirano de Te
salia.
(2) Ezzelino, tirano de Padua. Fué hecho prisionero por los príncipes de
Lombardia, y conducido herido á Soncino, donde no quiso que fuesen cura
das sus heridas, y se negó á tomar alimento alguno. Murió de hambre y de
desesperacion en 1260.
LA DIVINA CONE). A 51

otro rubio, Obezzo de Este (1), que fué verdaderamente


asesinado por su yerno allá arriba en el mundo.»
Entonces me volví hácia al poeta, el cual me dijo: «Sea
Nesso aquí tu primer intérprete; yo seré el segundo.»
Un poco mas lejos se detuvo el centauro sobre unos con
denados que vimos sacaban la cabeza fuera del rio, y nos
indicó una sombra que estaba separada de las demás, dicién
donos :
«Aquel hirió, en el recinto de Dios, á un corazon que
se ve honrado todavía en las riberas del Támesis.» (2)
Luego víá otros que tenian la cabeza y casi todo el cuer
po fuera del lago, y de los que conocí un gran número.
Como la sangre iba á cada paso disminuyendo y no cubriese
ya allí mas que el pié, pasamos la fosa.
Ya que ves en esta parte disminuir la corriente, dijo el
centauro, quiero creas que en la otra es mayor á cada ins
tante su fondo hasta que vaya á reunirse con el en que está
la tiranía condenada á gemir.
Allí es donde la divina justicia sepultó á aquel Atila que
fué su azote en la tierra, á Pirro y á Sexto (3); y que por
toda una eternidad arranca las lágrimas que escapan al me
nor borboton á Renato de Corneto y á Renato de Pazzi (4),
que hicieron tan cruda guerra en las grandes vias.»
Luego volvió atrás y repasó el vado.

(1) obezzo de Este, marqués de Ferrara y de la marca de Ancona.


(2) Guido de Monforte, el cual para vengar la muerte de Simon , su padre,
muerto en lnglaterra por Eduardo, asesinó el año 1271 en una iglesia de Viº
terbo á Enrique, hermano de Eduardo, mientras estaba el sacerdote elevando
á Dios.
(3, Pirro, rey de Epiro ó Pirro, hijo de Aquiles, que dió muerte á Priam
é inmoló á Polixeno sobre la tumba de Aquiles.-Sexto, hijo de Tarquino el
Soberbio, ó Sexto, hijo de Pompey0.
(4) Renato Corneto, noble famoso por sus robos y sus asesinatos.- Benito
de Pazzi, jóven noble, descendiente de la antigua familia de los Pazzi de Flo
rencia, era tambien ladron y salteador de caminos; llegó á ser tan terrible,
que era imposible recorrer con seguridad las comarcas por él infestadas.
52 EL INFIERNO

CANTO XIII

Segundo recinto del séptimo círculo, ó sea el de los violentos contra


sí mismos. Los suicidas están encerrados en árboles y zarzales.—
Los disipadores son perseguidos por perros. —Pedre Desvignes,
Lano de Siennes, Jacobo de Padua.

No habia llegado aun Nesso á la otra parte, cuando no


sotros penetramos en un bosque que no tenia sendero al
guno. El follaje no era verde, sino de color negruzco; las
ramas lejos de ser lisas, eran nudosas y entremezcladas; no
había fruta alguna pero si espinos y veneno.
No son tan ásperas y espesas las selvas de las fieras que
talan los campos cultivados de entre el Cecina y Corneta. (1)
Allí hacen su nido las arpías brutales que arrojaron á los
troyanos de las Strofades con el triste augurio del mal fu
turo. (2)
Tienen anchas alas, cuellos y rostros humanos, las patas
con garfíos y un gran vientre cubierto de pluma. Contínuos
son sus lamentos en aquellos árboles raros.
Mi buen maestro: «Antes de seguir mas adelante debes
saber que estás en el segundo recinto, empezó á decirme, y
que estarás en él hasta que entres en los horribles arenales.
Debes estar atento, porque verás cosas que no las creerías
si yo te las contase.»
De todas partes oia ya salir hondos gemidos, sin que me
fuese dado ver á las personas que les exhalaban, por lo que
me paré asombrado.
Creo, creyó que yo creia salidas aquellas voces del pecho

(1) Cecino, rio de Toscana que va á perderse en el mar entre Liorna y el


Piomblno. — Corneto, Ciudad de los Estados Pontificios.
(2) Tristius haud llís monstrum, nec saevior ulo
Pestls et ira deum stygiis sese extalit undis.
Virginei volucrum vullus, faedissima ventris
Proluvies, unceque manus, et pallida semper
Ora fame. (Eneida, 1. II.)
LA DIVINA COMEDIA 53
de personas ocultas á nuestros ojos; por lo que mi maestro
me dijo: «Si desgajas alguna pequeña rama de uno de esos
árboles, verás cuan equivocados son tus pensamientos.»
Entonces tendí la mano hácia adelante, cojí una rama de
un gran árbol y su tronco esclamó: «¿Por qué me rom
pes?»
Y luego estuvo negro de sangre, y empezó á gritar nue
vamente: «¿Por qué me arrancas de este modo? ¿No hay
en tí ningun sentimiento de piedad?
Hemos sido hombres, y ahora somos árboles; tu mano
habria debido ser mas compasiva, aun cuando hubiésemos
sido almas de reptiles.»
Cual tizon verde encendido por uno de sus estremos, que
gime y chisporrotea por el otro á causa del aire que sale,
arrojaba aquel tronco á la vez sangre y palabras; por lo que
dejé caer la rama, y me paré como hombre que teme.
«Alma herida, contestó mi sabio, si él hubiese creido en
un principio lo que sin embargo ha visto en mi poema, no
habria levantado su mano hasta tí; pero lo inverosímil de
la cosa me ha hecho aconsejarle lo de que yo mismo me ar
repiento; pero dile quien fuiste, para que en compensacion
haga revivir tu memoria en el mundo, al que le es permi
tido volver.
El árbol : « Tienen tal cebo para mí tus dulces palabras,
que no puedo callarme; que no os sea pesado, si me olvido
un tanto al hablar con vosotros.
Yo soy aquel (1) que tuvo las dos llaves del corazon de
Federico, y que las manejó tan suavemente para cerrar y
abrir, que casi á todos apartó de su confianza, era tanta mi
fé en aquel glorioso cargo, que por él perdí el sueño y la
vida.

(1) Pedro Desvignes, jurisconsulto de Capua. Fué por mucho tiemp0 favo
rlto del emperador Feorerico, del que era canciller. Acusado del delito dº
traicion , le fueron arrancados los 0.0s Su desesperacion fué tal que se es
trelló la cabeza contra los muros de su calaD0z0. Fue en 1249.
34 EL INFIERNO

La cortesana (1) que nunca apartó del palacio del Cé


sar (2) sus desvergonzados ojos, peste y vicio comun en las
cortes, inflamó contra mí todos los ánimos, é inflamados
inflamaron de tal modo á Augusto (3), que mis alegres ho
nores se trocaron en triste luto.
Mi alma, en desdeñoso transporte, creyendo con la
muerte evitar el desden, me hizo injusto contra mí que era
tan.justo.
Por las tiernas raices de este bosque os juro que nunca
dejé de ser fiel á mi amo, que tan digno fué de toda honra.
Y si uno de vosotros vuelve al mundo realzad mi memo
ria, ya que yace aun bajo el golpe que le asestó la Envidia. »
El poeta aguardó un instante, y luego: «Puesto que se
calla, me dijo, no pierdas tiempo; pregúntale, si es que
desees saber algo mas.»
A lo que repuse: «Pregúntale aun tu mismo lo que creas
que pueda interesarme; porque yo no podria, tanta es la
piedad que me contrista.»
Por lo que volvió á empezar de este modo: «Si este hom
bre hace puntualmente lo que tu súplica reclama, espíritu
encarcelado, dígnate aun decirnos como el alma se encier
ra en esos nudos; y dinos, si puedes, si hay alguno que se
desprenda nunca de semejante cuerpo.»
Entonces el tronco resopló con fuerza y el viento exhala
do se convirtió en esta voz: «Os contestaré brevemente.
Cuando el alma feroz ha salido del cuerpo de que se ar
rancó ella misma, Minos la envia al séptimo círculo. Cae
en el bosque, sin que se escoja el sitio; pero do quier que
la suerte le arroje, germina como un grano de espelta.
Brota en retoño y en árbol; las arpías al saciarse en sus
hojas, le causan dolor y hasta la predisponen para aquel
mismo dolor.

(1) La Envidia.
(2) Esto es, el emperador.
(3) FeúCrico II.

—-
4.A DIVINA COMEDIA 55
Como las demás almas, desearíamos recojer nuestros des
pojos, á pesar de que ninguno de nosotros pueda revestirse
con ellos, porque no es justo tener aquello de que uno mis
mo se privó.
Les arrastrarémos aquí; y en este lúgubre bosque, cada
uno de nuestros cuerpos será colgado del árbol en que se ve
atormentada su sombra. »
Continuábamos atentos, creyendo que el tronco iba á
proseguir, cuando nos sorprendió un rumor parecido al que
oye el cazador cuando se dirige el jabalí al puesto que ocu
pa, seguido del mugido de la jauria y del ramaje.
Y hé aquí, que aparecen á nuestra izquierda dos desgra
ciados, desnudos y desgarrados, huyendo tan velozmente,
que rompian todas las pequeñas ramas del bosque.
El que iba delante: «¡Acude, muerte, acude!» Y el otro,
que se complacia en ir á paso lento, gritaba: « Lano, no
eran tus piernas tan ágiles en el combate de la Pieve del
Toppo;» y luego sin duda le faltó el aliento, puesto que de
él y de un arbusto hizo uno solo. (1)
Estaba tras ellos lleno el bosque de perras negras, que
ávidas corrian como los lebreles al quitárseles su cadena: Se
arrojaron dentellando sobre el condenado que estaba ocul
to, y despues de despedazarle, se llevaron sus miembros
palpitantes.
Mi guia me tomó entonces de la mano y me condujo has.
ta el arbusto que, en vano se quejaba de sus heridas que
manaban sangre.
« ¡Oh Jacobo de San Adrés! (2) decia, ¿por qué me has

(1) Lano de Siennes, habiendo sido atacado por las tropas de Arezzo, pre
firió Lano la muerte á la fuga, y pereció combatiendo heróicamente.
(2) Jacobo de San Andrés, jóven noble de Padua, que malbarató toda su
fortuna en poco tiempo. Se cuenta de él, dice Grangier, que yendo a Venecia
por el Brenta con otros jóvenes de la nobleza, al ver que cada uno de ellos
tocaba algun instrumento ó cantaba, se entretenia Jacobo por no estar ocioso
en arrojar sus escudos al rio. Como fuesen en otra ocasion varios nobles á
visitarle en su quinta, al verles desde lejos hizo pegar fuego á todas las ca
bañas y alquerías de sus colonos para recibir á sus amigos con mas pompa"
56 EL INFIERNO

tomado por amparo? ¿es falta mia si tu vida fué culpable?»


Luego de haberse detenido mi maestro cerca de aquel ar
busto, dijo: «¿Quién eres tú que acribillado de heridas,
exhalas con tu sangre palabras tan quejumbrosas?»
A lo que nos contestó (1): «Oh almas que habeis acudido
para presenciar el estrago que acaba de separarme de mis
hojas, reunidlas en torno de su triste arbusto; fuí de la
ciudad (2) que dejó su primer patrono por San Juan Bau
tista; así es que, resentido aquel patrono la contristará
siempre con su arte terrible; y aunque solo estaba en el
puente del Arno, todavía queda de él a guna imagen:
Los ciudadanos que reconstruyeron aquella ciudad sobre
las cenizas que dejó Atila á su paso, hicieron trabajar en
vano. Yo mi casa la con vertí en horca.

CANTO XIV
Ar

Tercer recinto del séptimo círculo, ó sea el de los violentos contra


Dios, contra la Naturaleza y contra la Sociedad.

Enternecido á la voz del amor patrio, reuní las esparci


das hojas, y las restituí al que estaba ya enronquecido.
Desde allí nos dirigimos al punto en que el segundo cír
culo se separa del tercero, y donde se ve el poder terrible
de la divina justicia.
Para esplicar mejor las nuevas cosas, digo que llegamos
á una llanura que rechaza á toda planta de su superficie.
El bosque de dolor es su guirnalda, así como lo es del bosque
(1) Créese ser esta sombra la de Bocio de Mozzi que se suicidó despues de
haber malgastado todos sus bienes, ó Loto de Agli, otro florentin0 que se
estranguló por haber dado una sentencia injusta.
(2) Florencia, cuyo antiguo patrono era el dios Marte. Su estátua ecuestre
se veia aun el año 1337 en el Ponte-Vecchio, de donde fué arrancada, Junto
con una parte del puente, por un desbordamiento del Arno.
LA DIVINA COMEDIA 57
el foso de sangre; allí quedaron como clavados nuestros
piés en su borde. Cubria el suelo una arena espesa y árida
como la que fué en otro tiempo pisada por Caton. (1)
¡Oh Venganza de Dios! ¡ cuán terrible ha de ser para el
que lea lo que se presenta á mis ojos Ví mas de una nu
merosa grey de almas desnudas que lloraban todas misera
blemente, á pesar de parecer distinta su sentencia. Unas
estaban echadas boca arriba, otras sentadas en estrecho cír
culo, y otras andaban de contínuo.
Las que daban la vuelta al círculo eran en mayor núme
ro, y las menos eran las que estaban echadas para su su
plicio; en cambio, tenian para quejarse la lengua mas
suelta.
Llovia lentamente el fuego en la arena á grandes copos,
parecidos á los de la nieve que cae en los Alpes cuando no
sopla el viento. Así como Alejandro en las ardientes zonas
de la India vió caer sobre su ejército llamas que ni aun en
el suelo se estinguian, teniendo que mandar á sus soldados
las pisáran, por apagarse mas fácilmente el vapor solo ; así
descendia el fuego eterno, abrasando la arena como abrasa
el pedernal la yesca, para aumentar el sufrimiento de las
almas.
Sus desgraciadas manos no tenian nunca reposo por tener
que apartar siempre de una y otra parte nuevas brasas.
No pude contenerme: « Maestro, que has vencido todos
los obstáculos, escepto los que nos han opuesto los demo
nios inflexibles en la puerta; (2)
¿Cuál es aquella gran sombra que parece no inmutarla
el incendio, yaciendo tan feroz y desdeñosa, como si fuese
insensible á esa lluvia abrasadora ? -

Notando la sombra (3) que hablaba de ella mi guia, es

(1) Arena de la Libia que atravesó Caton de Utina despues de la muerte


de Pompeyo para reunirse con el ejército de Juba.
(2) La puerta de la ciudad de Dite.
(3) Capanea, que Stacio definió de esta manera: Supe um contemptor c¿
dequi, (Theb. I. 111.)
58 EL INFIERNO

clamó: «Tal fuí vivo, tal soy muerto. Aun cuando Júpiter
cansara á su forjador, del que tomó en su cólera el rayo
agudo con que fuí herido en mi último dia; y aun cuando
fatigase uno en pos de otro todos los negros operarios del
Etna, gritando: Ayudadme, ayudadme, buen Vulcano
como lo hizo en el combate de Flegra (1), y me pasase con
todas sus flechas, no lograria vengarse de mí cumplida
mente. » -

Habló entonces mi guia con tanta fuerza, que nunca le


habia oido hablar en voz tan alta: «Oh Capaneo, tu orgu
llo es la causa de tu mayor castigo. Ningun martirio hay
comparable con el dolor que te hace esperimentar tu rabia.»
Luego se volvió hácia mí, y me dijo con dulce labio:
« Fué uno de los siete reyes que cercaron á Thebas. (2) Des
deñaba y parece aun desdeñar á Dios, sin que parezca di
rigirle preces; pero, como se lo he dicho ya, son sus des
denes digno premio de su corazon.
Pero, ponte detrás de mí, y guárdate de asentar aun el
pié en la ardiente arena; consérvate cerca del bosque.»
Llegamos en silencio al punto en que sale del bosque un
riachuelo cuyo siniestro fulgor me asusta todavía. Como el
torrente que sale del Bulicamo (3) y que se comparten entre
sí las pecadoras, corria aquel riachuelo por la abrasada
arena.

Eran de piedra el fondo y ambas riberas, por lo que


pensé que debia ir ó andar por ellas.
«Entre todo lo que te he mostrado desde que entramos
por la puerta cuyo umbral puede pasar cualquiera, nada
han visto tus ojos tan notable como esta corriente, en la que
van á morir todas las llamas.»

1) Flegra, en Tesalia, donde se libró el combate de los dioses y de los gi


gantes.
(2) Aquellos siete eran Adrasia, Polinice, Tydeo, Hippomedon, Amfiaraus,
Parthenopes y Capanes.
(3) Manantial de aguas minerales, á dos millas de Viterbo, donde iban á
tomar baños las mugeres de mal vivir.
LA DIVINA COMEDIA 59

Tales fueron las palabras de mi guia; por lo que le su


pliqué me procurase el alimento que tanto me habia hecho
desear.
«En medio del mar hay un pais convertido en ruinas,
dijo él entonces, que se llama Creta, en el cual hubo un
rey (1) bajo cuyo gobierno fué el mundo casto; hay allí
un monte, llamado el Ida, en el que no faltaban antes
aguas y follage, y que como toda cosa antigua está hoy de
sierto.
En otro tiempo le escogió Rhea para cuna fiel de su hijo;
y para mejor ocultarlo cuando lloraba, disponia ella hu
biese siempre gran clamoreo.
En el interior de la montaña se conserva de pié un gran
anciano (2), vuelto de espaldas hácia Damieta (3) y con la
visto fija en Roma (4) como si se mirase en un espejo.
Su cabeza es de oro puro, y de fina plata sus brazos y
su pecho; es de cobre hasta la horcajadura, y el resto del
cuerpo de hierro escogido, escepto el pié derecho que es de
barro, y sobre el que descansa mas que sobre el otro.
Cada parte, escepto la de oro, está surcada por una hen
dedura, de la que gotean lágrimas que al reunirse agujerean
la montaña; formando el Aqueronte, la Estigia y el Flege
ton; luego descienden por un estrecho cauce hasta los sitios
de los que no se puede descender ya mas, donde forman el
Cocyto; ya verás aquel lago, del que por esto no te habla
ré aquí.»

(1) Saturno.—Juvenal habia dicho:


Credo pudicitiam Saturno rega, moratam
In terriS.
(2) La descripcion de esta estátua es parecida á la de que habla Daniel en
el capítulo de su profecía. Aqui quiere Dante figurar el Tiemp0.— « La cabeza
de oro, dice Grangier, significa el estado de inocencia, á la que llaman los
poetas edad de oro; el pecho y los brazos de plata, la parte de bronce hasta
los muslos y las piernas de hierro, indican las tres edades de plata, bronce y
hierro que iban siempre en decadencia.
(3) Damieta, ó la idolatría.
(4) Roma, ó la relgion verdadera.
60 EL INFIERNO.

Preguntéle entonces: «Si el riachuelo que tengo á la vista


nace en nuestro mundo, ¿por qué no es visible hasta llegar
á la orilla de este bosque?»
A lo que me contestó: «Ya sabes que este sitio es redon
do; así es, que aun que hayas andado mucho, y descendido
siempre hácia el fondo por la izquierda, no has recorrido
aun todo el círculo; por mas que te parezca cosa nueva, no
debe pintarse la sorpresa en tu rostro. »
Todavía repuse: «¿Dónde están el Flegeton y el Leteo?
Sobre uno de ellos te callas, y solo me dices formarse el
otro de esta lluvia de lágrimas.
Todas esas preguntas me complacen, contestó, pero el
mugido de esa agua roja habria debido evitar una de las que
me haces.
Verás el Letheo pero fuera de este recinto; está allí donde
las almas van á lavarse cuando se ha perdonado (1) la falta
espiada.»
Luego añadió: «Es ya tiempo de apartarse del bosque;
procura seguirme; las orillas no arden y nos ofrecen paso;
en ellas todo vapor ardiente se apaga, »

CANTO XV

Continuacion. — Dante encuentra á su maestro Bruno Lalini que le


vaticina su destierro de Florencia. — Le recomienda su Tesoro.

Seguimos entonces uno de aquellos caminos de piedra,


mientras formaba el humo del arroyo sobre él una niebla
que preservaba del fuego á la onda y sus orillas. Como los
flamencos que al temer la corriente que avanza hácia ellos,
entre Cadsandt y Bruges, levantan un dique para hacer
retroceder al mar; y cual lo hacen tambien los paduanos á

(1) Es el Purgatorio.
LA DIVINA COMEDIA 61
lo largo del Brenta, para defender sus ciudades y castillos
antes de que el Chiarentana sienta el calor (1), construyó
allí el ingeniero, cualquiera que fuese, diques por el mismo
estilo, si bien no eran tan altos ni anchos.
Estábamos ya tan lejos del bosque, que imposible me
habria sido descubrirle por mas que hubiese vuelto la vista
atrás, cuando encontramos una partida de almas que se
dirijia hácia nosotros á lo largo de la ribera, mirándonos
cada una de ellas, como es costumbre mirarse de noche uno
á otro á los rayos de una nueva luna; y fijando en nosotros
su vista como la fija el viejo sastre en el ojo de su aguja.
Despues de tan detenido exámen, fuí conocido por una
de ellas que, me cogió del vestido esclamando: « ¡Qué ma
ravilla!»
Y yo, mientras ella me tendía los brazos, miré con tal
atencion su rostro quemado, que á pesar de lo muy desfi
gurado que estaba me fué dado conocerla á mi voz; por lo
que bajando mi mano hácia su rostro le dije: «¿Vos aquí,
ser (señor) Brunetto? (2)»
A lo que me contestó: «¡ Hijo mio! no te incomode el
que Brunetto Latini vuelva un poco atrás contigo y deje
pasar la partida.»
Y yo le dije: «De todas veras os lo suplico; si quereis
que me sienta con vos lo haré, si este no se opone, porque
voy con él.»
— Oh hijo mio, dijo, cualquiera de nosotros que se pare
un solo instante, queda despues cien años sufriendo esta.
lluvia, sin poder sacudir el fuego que le hiere.
Sigue pues adelante, y yo iré á tu lado, volviendo á reu-.

(1) Chiarentana, montaña de los Alpes, en la que nace el Brenta.


(2) Brunetto Latini, orador, poeta, historiador, filósofo y teólogo; nació
en Florencia, y estaba al frente de una escuela célebre de la que salieron
Guido Cavalcante y Dante. Fué tambien secretario de la república y se le
confirieron varias embajadas. Escribió sobre física y matemáticas una obra
titulada Tesoretto, dedicada á San Luis. Obligado á emigrar como güelfo,
fue a establecerse en Paris, donde escribió en francés el Tesoro,
62 EL INFIERNO

nirme luego con la partida que va llorando sus eternos su


frimientos.»
No me atreví á bajar para nivelarme con él, pero seguí
mi camino con la cabeza inclinada, en actitud respetuosa.
Empezó de esta manera: «¿Cuál es la suerte ó destino
que te conduce aquí abajo antes de tu última hora? Y,
¿quién es el que te indica el camino ?
— Allá en lo alto, en la vida serena, le contesté, me
estravié en un valle antes de haber llegado al complemento
de la edad. -

«Cuando en la mañana de ayer volvia atrás, se me pre


sentó este, y me puso por esta via en mi camino.»
A su vez él me dijo: «Si sigues tu estrella, no puedes
menos de llegará un puerto glorioso, si he consultado bien
tu hermoso destino.
Y si yo no hubiese muerto tan pronto, al ver que te era
tan próspero el cielo, habria procurado infundirte el aliento
necesario para la continuacion de la obra.
Pero aquel pueblo ingrato y malo, que en otro tiempo
descendió de Fiesole (1), y que conserva aun la aspereza de
sus montes y de su peñasco, se declarará tu enemigo, solo
á causa del bien que estarás dispuesto á hacer, como co
munmente sucede; no es entre ásperos serbales donde debe
madurar el sabroso higo.
Una antigua fama les da en el mundo el nombre de cie
gos; raza avara, envidiosa y soberbia: ¡Que sus costumbres
no te manchen nunca l
La fortuna te reserva tanta gloria, que uno y otro bando
anhelarán tu regreso; que esté siempre la yerba lejos de su
pico.
Sirvan sus cuerpos de lecho á las bestias de Fiesole, y que
no puedan alcanzar la planta, si es que todavía crezca algu
na en su estiércol, en la que reviva la santa semilla de

(1) Fiesole, villa situada mas allá de Florencia, considerada como la cuna
de los florentin0s.
LA DIVNA COMEDIA 63
aquellos romanos que quedaron todavía despues de cons
truido aquel nido de perversidad.
— Si todos mis votos se viesen cumplidos, le contesté,
no estariais vos aun fuera de la humana naturaleza, porque
tengo siempre fija en mi memoria, y me aflige en este ins
tante, vuestra querida, buena y paternal imágen, al ense
ñarme en el mundo como debia el hombre eternizarse; os
estoy tan vivamente reconocido, que no cesaré de publi
carlo mientras viva.
Lo que me referís acerca de mi destino, lo escribo y lo
guardo para hacérmelo esplicar, con otro texto (1) por una
Dama, que sabrá hacerlo, si puedo llegar hasta ella. Solo
quiero sepais que, con tal que mi conciencia no haya de
¿ de ello, estoy pronto á hacer todo cuanto esté de
mí exija la fortuna. -

No son tales arras nuevas para mí, vuelva como quiera


la fortuna su rueda y el labrador su azada.»
Mi maestro se volvió entonces hácia la derecha, me miró
y me dijo: «Bien, escucha á quien lo nota. (2)»
No por esto dejaba de hablar con ser Brunetto, al que
pregunté cuales eran sus compañeros mas notables y emi
nentes.
Contestóme: «Bueno será que sepas algunos de sus nom
bres; pero no podré hablarte de todos porque el tiempo
seria corto para una relacion tan larga.
En una palabra, sabe que fueron todos clérigos y letra
dos de gran fama, y todos manchados en el mundo por un
mismo pecado.
Vase Prisciano (3) con aquella desolada turba, y tam
bien Francisco de Accorse (4); si te hubiese halagado tan
repugnante espectáculo, habrias podido ver al que fué tras

(1) La prediccion de Farinata (canto X ) que le será esplicada por Beatriz.


(2) Virgilie quiere decir: «Ya recuerdas bien mi verso:
« Superanda omnis fortuna ferendo est.»
(3) Prisciano, gramático de Cesarea.
(4) Francisco de Accorse, jurisconsulto de Florencia.
64 EL INFIERNO

ferido por el siervo de los siervos de Dios del Arno al Bachi


glione, donde dejó todos sus miembros crispados. (1)
Te diria aun muchas cosas; pero no puedo adelantar ni
hablarte mas, porque veo salir de entre la arena un nuevo
humo; viene otra gente con la que yo no puedo estar; te
recomiendo mi Tesoro en el que vivo aun, y nada mas te
pido.»
Luego se volvió; como aquellos que en Verona se dispu
tan en una carrera el palio (2) verde, parecia, al correr, ser
el que gana y no el que pierde el premio

CANTO XVI

Llegado el Dante con Virgilio, casi al estremo del último círculo, en


cuentran á Guidoguerra, Tegghiajo y Rusticucci, ilustres guerreros
de Florencia.—Llegados al borde del abismo en que hay el octavo
círculo, aperciben á Gerion, imágen del Fraude.— Retrato de Ge
rion.—Luego habla Dante de los usureros encerrados en el tercer
recinto de los Iracundos.

Me encontraba ya en el sitio donde se oia el rumor del


agua al caer en el otro círculo, parecido al zumbido que
hacen las colmenas, cuando á la vez se separaron tres som
bras de un grupo que pasaba bajo la lluvia del áspero mar
tirio.
Las tres se dirigieron hácia nosotros gritando: «Detente,
tú que por el traje, pareces ser un hijo de nuestra culpable
patria. »
¡Ah! ¡Cuántas llagas antiguas y recientes ví en sus miem
bros quemados! No puedo recordarlas sin conmoverme en
teramente. A sus gritos, se paró mi maestro, y fijó los ojos
(1) Andrés de Mozzi, que fué destituido de la diócesis de Florencia por su5
vicios, y trasladado luego á la de Vizancio donde pasa el Bachiglione.
(2) El palio es una especie de paño verde que se da en premio al que es
mas veloz en la carrera.
- LA DIVINA COMEDIA (;

en mi , diciéndome : Aguarda aquí, si quieres mostrarte


cortés con esos.
Si no fuese la llama que abrasa este sitio, te diria, será
tí, mas bien que á ellos, á quien conviene este encuentro.»
A que nos paramos, repitieron las sombras su amones
tacion primera; y al llegará nosotros, se formaron los tres
en círculo, como acostum braban hacerlo los gladiadores
desnudos yuntados, mirando su presa y su ventaja antes de
luchar y de herirse entre sí. -

Mientras iban dando vueltas, dirijía cada una de ellas su


rostro hácia mí, de modo que sus cabezas hacian un movi
miento opuesto al de sus piés.
«Por mas que la miseria de este suelo movedizo y su as
pecto triste y desgarrador nos leguen al desprecio y hagan
desoir nuestras preces, dijo una de ellas, pueda nuestra
fama mover tu corazon á decirnos quien eres; tú, que de
este modo asientas sin temor alguno tu planta en el in
fierno. v.

Ese de quien me ves borrar las huellas, á pesar de su


desnudez repugnante, ocupó un puesto mas alto de lo que
puedes figurarte. Fué nieto de la púdica Gualdrada, llamó
se Guidoguerra, é hizo en vida prodigios con la ciencia y
con la espada. (1)
El otro que tras de mí aplasta la arena, es Tegghiajo
Aldobrandi, cuya voz allá arriba en el mundo hubiera de
bido ser siempre escuchada. (2)
Y yo que estoy puesto en cruz con ellos, soy Jacobo
Rusticucci; y en verdad mi cruel esposa, mas que todo me
dañó. (3)

(1) Guidoguerra, nieto de la hermosa Gualdrada, fué esforzado caballerº,


y hombre de gran prudencia y consejo; en la batalla de lienevento, cntre
Cários 1 y Manfredo, se le atribuyó en gran parte la victoria.
(2) Tegghiajo Aldobradini de la familia de los Adimari, desaprobó la em
presa de los florentinos contra los sienenses, empresa en la que los floren
sinos fueron derrotados en el valle de Arbía. -

(3) Jacobo Rusticucci atribuye la causa de su de8yrasia á su esposa que,


per ser tan mala, se vió obligado a separarse de ella.
5
665 EL INFIERNO

A haber podido librarme de la lluvia de fuego, me ha


bria arrojado entre los de abajo, pues creo que mi maestro
la habria permitido, pero como me habria quemado y co
cido, el temor venció á la buena intencion que me inspi
raba el deseo de abrazarlos.
Luego empecé de esta manera: «No es el desprecio, sino
un dolor imborrable, es el que vuestra condicion en mí ha
escitado, así que mi maestro me ha dicho las palabras que
debian indicarme la llegada de gente tan distinguida como
sois vosotros.
Soy de vuestra tierra, y siempre he citado y oido con
gusto vuestros actos y vuestros honrosos nombres; huyo
de la hiel para ir en busca de los sabrosos frutos que me
han sido prometidos por mi síncero guia; pero, preciso me
es antes descender hasta el centro. -

— ¡Que por mucho tiempo guie aun el alma tus miem


bros, contestó entonces la sombra, y que despues de tí res
plandezca tu fama Dinos si la cortesía y el valor continman
habitando como antes nuestra ciudad, ó si han sido dester
rados enteramente de ella; porque Guillermo Borsière que
hace poco está gimiendo con nosotros y va allí con nuestros
compañeros, nos tortura con sus palabras: (1)
— La nueva gente y las súbitas ganancias, han engen
drado en tí, Florencia, tanta inmoderacion y orgullo, que
ya tu misma empiezas á quejarte de ellos.»
Contestéles con la frente erguida; y al oir las tres som
bras mi respuesta, se miraron una á otra, como es costum
bre hacerlo cuando se oye una gran verdad.
«Si siempre puedes á tan poca costa complacer á los de

(1) Borsière fué un caballero de Floréñcia de una familia bastante noble,


que frecuentaba las cortes de los príncipes. Dícese de él que hallándose en
Génova, se le presentó Herminio Grimaldi, hombre tan rico como avaro,
preguntándole qué pintura podia ponerse en una sala , que no hub se o
vista hasta entonces; á lo que contestó Borsièr : (s indicare una cosa la
que no teneis conocimiento, ni os habeis podido formar idea alguna; pinvad
la liberaldad.

-
LA DIVINA COMR)IA 67
más, contestaron las tres sombras, dichoso tú que así te es
dado hablar cuando te cuadra. Por esto si sales de estos si
tios sombríos y vuelves á ver las hermosas estrellas, cuando
quieras decir: yo estuve, haz que se hable de nosotros en
tre los hombres.» Luego rompieron el círculo, y fué tal la
rapidez de su fuga, que parecian sus piernas ágiles haberse
convertido en alas.
Desaparecieron en menos tiempo del que se necesita pa
ra decir amen; por lo que mi maestro resolvió partir. Se
guíale, y apenas habiamos dado algunos pasos, cuando estu
vo ya tan cerca el rumor del agua, que apenas al hablar
nos, habriamos podido oirnos.
Como aquel rio que sigue su curso al salir de Montviso
hácia levante por la izquierda de los apeninos, que se lla
ma Acquacheta antes de arrojarse á un cauce mas profundo,
donde pierde su nombre en Forli, y que formando luego
una cascada muge sobre el San Benedetto, donde para mil
hombres pudiera ser un retiro; (1)
Asi nosotros de debajo de la escarpada roca, oimos re
tumbar tan fuertemente el agua teñida de sangre, que
quedó en breve atronado mi oido. Tenia una cuerda ceñi
da, con la que pensaba antes apoderarme de la pantera de
piel atigrada; despues de habérmela quitado, conforme me
mandó mi guia, se la presenté arrollada. Él entonces se
volvió hácia la derecha, y de bastante distancia del borde
la arrojó al profundo abismo.
Preciso será dije para mí, que algo corresponda á la nue
va señal que el maestro dá. « ¡Ah! ¡Cuán circunspectos
deberian ser los hombres cerca de aquellos que no ven so
lamente los actos, sino que leen con inteligencia en el fon
do de los entendimientos »
Él me dijo : « Pronto va á llegar lo que espero, y preciso
será que en aquel mismo instante sepas y veas claramente
lo que ahora tanto te ocupa.»
(*) La Abadía de San Benedetto podria por su capacidad y las ventajas de
Su posicion contener hasta mil religiosos.
68 EL INFIERNO

Siempre debe el hombre cerrar los labios, mientras pue


da, ante la verdad que tiene visos de mentira, sino quiere fal
tar, sin esponerse á la vergüenza. Pero aquí no puedo ca
llarme, y por los versos de esta comedia (1) á la que deseo
eterno aplauso, te juro, lector que vívenir nadando (2) por
un cielo oscuro y denso una figura sorprendente hasta para
el corazon mas esforzado, asemejándose al marino que á ve
ces desciende para descender el áncora agarrada al escollo,
ó á buscar cualquier otro objeto oculto en el fondo del mar,
y que tendiendo sus brazos, se pliega sobre sus piés.

CANTO XVII

Salen los poetas del séptimo circulo, llevados por Gerion. —0ctavo
círculo ó el de los Fraudulentos.

Hé aquí la fiera de acerada cola que perfora los montes


y rompe muros y armas; hé aquí lo que infecta al mundo
todo.
De este modo empezó á hablarme mi guia, haciendo una
señal al mónstruo para que se acercára al borde de nuestro
marmóreo sendero.
Y aquella fea imágen del Fraude se acercó avanzando la
cabeza y el cuerpo, sin poner no obstante su cola en la ori
lla. Era su cara la de un hombre justo; tenia la piel muy
suave, pero era de serpiente la parte restante de su cuerpo.
Tenia dos tiras velludas que le llegaban hasta el sobaco, y
estaban su espalda, se pecho y sus costados cubiertos de
nudos y de manchas redondas. Nunca entre los tártaros y
turcos hubo tela alguna cuyo anverso y reverso fuesen mas
ricos en variados colores, ni fueron nunca mas pintados los
lienzos de Aragné. ,

(1) Título que dió Dante á su poema.


(2) Virgilio ha dicho: Remigium alarum.
LA DIVINA COMIEDIA 69

Como las barquillas que se ven á veces en la orilla, mi


tad en el agua y mitad en tierra, ó como el castor que se
acurruca para hacer la guerra entre los germanos glotones,
asi estaba la detestable fiera en el borde de piedra que con
tiene la arena. Agitaba toda su cola en el vacío levantando la
punta encorvada y venenosa de que está armada como el
escorpion.
Miguia me dijo : « Preciso nos es ahora dirigirnos hácia
aquella mala bestia que está recostada allí.»
Por lo que descendimos á la derecha y dimos dos pasos
hácia atrás, procurando evitar con cuidado la arena y la
llama. Cuando hubimos llegado cerca de ella, ví un poco
mas allá en la arena á alguna gente sentada cerca del abis
mo. (1) Entonces mi maestro me dijo :
« A fin de que tengas un completo conocimiento de este
círculo, vé é infórmate de su condicion; pero que tu confe
rencia sea corta. Entretanto yo hablaré con este para que
nos preste sus robustos hombros.»
Adelantéme solo hácia el estremo del séptimo círculo, en
el que yacian aquellos desgraciados. Les brotaba de los ojos
el sufrimiento; con ambas manos apartaban de una y otra
parte, tan pronto los vapores como la ardiente arena, pare
ciéndose á los perros que con su hocico y sus patas rechazan
á las pulgas, moscas y tábanos que les muerden durante el
Veran O.

Despues de haber mirado en el rostro á muchos de aque


llos sobre quienes cae la dolorosa llama, sin conocerá nin
guno de ellos, noté que colgaba del cuello de cada uno
una bolsa de cierto color y marcada con cierta señal, y en
que fijaban todos ávidas miradas. (2)
Al acercarme mas á ellos para contemplarlos, ví en una
bolsa cierto color azul que tenia la forma de un leon. (3)
(1) Los usureros.
(2) El poeta no se digna nombrarlos, pero mancha sus escudos.
” (3) Los Gianfigliazzi de Florencia, cuyas armas eran un leon azul en cam
p0 de oro.
70 EL INFIERNO

Luego, prosiguiendo el curso de mis observaciones, ví otra


bolsa, roja como la sangre, que ostentaba una oca mas
blanca que la misma leche. (1)
Uno de ellos, en cuya bolsa blanca se veia una gran man
cha azul (2), me dijo: «¿Qué haces en este círculo? Vete;
y, ya que vives todavía, sabe que mi vecino Vitaliano (3)
vendrá á sentarse aquí, á mi lado izquierdo. Entre todos
estos florentinos, yo soy paduano; por lo que á veces me
ensordecen gritando: «Venga el caballero soberano que
traerá la bolsa con tres picos. (4) Luego torció la boca y sa
có la lengua como el buey que se lame las ventanas de las
narices.
Y, temiendo yo que un retardo mayor incomodase al
que me habia advertido no estuviese largo rato, volví la
espalda á aquellas almas miserables. Encontré á mi guia que
habia saltado ya á la grupa de la terrible fiera (5), y el cual
me dijo: «Sé ahora fuerte y osado.
Solo puede descenderse aquí por escalas como esta. Sube
á la parte de delante, pues yo quiero estar entre la cola y
tú, á fin de que no pueda hacerte daño alguno.»
Como el que empieza á sentir ya la fiebre de la calentu
ra, que tiene pálidaslas uñas y tiembla de todos sus miembros,
tal con solo contemplar la sombra, yo me puse al oir seme
jantes palabras; pero sus amenazas me causaron el rubor
que da aliento á un criado en presencia de un buen amo.
Me coloqué sobre sus anchos hombros, con la intencion
de decir: « Procura sostenerme, » pero me faltó la voz, lo
que yo no esperaba;
Él, no obstante, que ya anteriormente me habia socor

(1) Los Umbbriachi que llevan gules con una oca blanca.
(2) Armas de Scrovigni de Padua.
(3) Vitaliano del Dante, insigne usurero de Padua.
(4) Juan Buiamonte, otro usurero de Florencia.
(5) Gerion, rey de Erytia, imágen del Fraude. Tenia tres cuerpos, y de
aqui sus nombres de tricorpor, triformis, tergeminus. Fué vencido por Hérº
Cules.
LA DIVINA COMF). A 74
rido en el peligro, así que hube montado, me estrechó en
sus brazos, me sostuvo y dijo:
« Gerion, emprende ahora la marcha; no evites los an
chos rodeos y haz que el descenso sea corto: piensa en la
nueva carga que llevas.»
Como el barquich uelo que se aleja de la orilla, empezó á
retroceder, y cuando sintió la libertad de todos los movi
mientos , volvió la cola hácia el pecho, y alargándola, la
agitó como una anguila, atrayendo con sus garras el aire
hácia sí.
No creo que estuviese Faetonte poseido de un terror mas
¿ cuando abandonó las riendas y se abrasó el cielo
como puede verse todavía, ni el desgraciado Icaro cuando
al calentarse la cera, sintió que iba á perder sus alas, y
que su padre le gritaba : « ¡Tomas un mal camino!» de lo
que lo fué el mio, cuando me ví en los aires, sin gozar por
todas partes otra vista que la de la fiera.
Empezó nadando pausado y lentamente; luego dió vuelº
tas siempre en descenso, sin que yo me a percibiese de ello
mas que por el viento que azotaba mi rostro y que gemia
debajo de nosotros.
Al propio tiempo oí que hacia el abismo é mi derecha un
estruendo horrible, que me hizo inclinar la cabeza y los
ojos; entonces fué cuando mas temor me causó el precipi
cio, porque ví fuegos, oígemidos y trémulo me replegué
sobre mí mismo.
Y, asi como antes no veia, ví entonces que descendíamos
dando vueltas en torno de grandes dolores que se nos
acercaban cada vez mas por todas partes.
Como el halcon que por mucho tiempo ha agitado sus
alas sin descubrir señuelo ni ave, y que hace al fin esclamar
el halconero: «¡Ah desciende pues !» cansado, á su voz
desciende de la altura en que trazaba cien círculos rápidos,
y que lleno de despecho y de hiel se posa lejos de su dueño,
al nos dejó Gerion en el fondo del abismo, al pié de un
peñasco ruinoso; y al verse libre de nuestras personas, se
aleió como la flecha al dispararse el arco.
2. EL INFIERNO.

XANTO XVII

Bescribe el poeta el sio y forma del octavo círculo, cuyo fondo se


subdivide en diez zonas pero en este canto solo trata de dos. — Se
divide en diez calabozos,—Hay en el primero los rufianes y los se.
duetores, apaleados por los demonios. — Dante encuentra en él á
Caccianimico y á Jason. — En el segundo hay los aduladores y los
cortesanos sumergidos en un mar de inmundicias.

Hay en el inferno un puesto llamado Malebolge, que es


de piedra y de color cobrizo como el de la cerca que le en
cierra. (1) En el centro mismo de aquella triste llanura, se
abre un pozo ancho y profundo, del que describiré la es
tructura en su lugar correspondiente.
El espacio que media entre el pozo y el pié de aquella
desolada ribera es circular, y está dividido el fondo en diez
valles. Así como para la custodia de los muros, hay nume
rosos fosos que circuyen los castillos, que son por este me
dio mas seguros, presentaba aquellos el mismo aspecto, y
así como tambien hay en las fortalezas pnentos que van de
un punto á otro, así de la base del monte, arrancan peñas
cos que cortan los fosos y abismos hasta el foso en que van
á unirse y perderse.
Al descender de la grupa de Gerion, mos encontramos en
aquel triste sitio. El poeta tomó por la izquierda y yo seguí
trás él; víá mano derecha nuevos objetos de piedad, nuevos
tormentos y nuevos verdugos que llenaban el primer valle.
Los pecadores estaban en el fondo desnudos; la mitad de
ellos se dirigia hácia nosotros, mientras que la otra mitad
seguia nuestra misma direccion, pero adelantando mucho
mas el paso.
Como los romanos, que á causa de la mucha afluencia
que atraviesa el puente San Angelo en el año del Jubileo,

(1) Maetoge, fosos malditos. Palabra compuesta de bolgia, abismo, foso,


saco, y de malo, malo, maldito. En Festo se lee: « Bulgas Gallisacios sºsº
te.0s appcllaní.»

--- — ----
LA ), VINA C)y jA 73

adoptaron la costumbre de que todos los que se dirigen al


castillo y van á San Pedro, sigan por un lado, y vayan por
el otro los que se dirijen al Monte Giordano; así ví aquí y
allá en la negra peña á varios demonios cornudos, armados
de grandes látigos, con los que azotaban cruelmente por la
espalda á los condenados.
De tal modo les hacian levantar las piernas con el pri
mer golpe, que ninguno de ellos aguardaba el segundo ni
el tercero. Mientras iba siguiendo mi camino encontraron
mis ojos á un condenado, y dije para mí desde luego: «No es
esta la primera vez que le he visto.» Por lo que me paré
para poder contemplarle; y mi dulce guia se paró tambien
conmigo, y hasta me permitió retroceder un poco.
Creyó el azotado ocultarse bajando la cabeza, pero de
nada le sirvió, y le dije: «Por mas que fijes la vista en el
Suelo, sabe que si tus facciones no me engañan, eres Vene
dico Caccianimico. ¿Qué falta ha podido someterte á tan
dura pena ?»
Y él á mí: « Lo digo con repugnancia, pero cedo á tu
voz clara que me hace recordar el mundo de otro tiempo.
Yo fuí quien induje á la hermosa Ghuisola á hacer la vo
luntad del marqués, por mas que se haya dicho acerca de
esta historia. (1) No soy el único bolonés que está llorando
aquí; mas bien los hay aquí en tanta abundancia como en
tre el Savana y el Reno. (2) No hay ahora tantas lenguas
acostumbradas á decir sipa (3); y si quieres de ello una
prueba, recuerda nuestra avaricia notoria. »
Como continuase hablando, un demonio le dió un lati
gazo, y le dijo: «Anda, rufian, que no has de hallar aquí
mujeres que vender.»
Me reuní entonces con mi escolta, y despues de dar al
gunos pasos llegamos allá donde un peñasco arrancaba del

(1) Algunos autores disculpan á Venedico.


(2, Rios del Estado de Bolonia.
(3) En lugar de sía, si; los holoneses dicen sipa.
74 EL INFIERNO

monte; le atravesamos prontamente, y volviendo á mano


derecha por la peña, salimos de aquel eterno recinto.
Cuando llegamos al punto en que se abre por debajo para
dar paso á los condenados, me dijo mi guia: «Detente, y
procura ver á esos otros condenados cuyos rostros no has
podido contemplar porque seguían la misma direccion que
nosotros.»
Desde el vetusto puente miramos la fila que se dirigia hácia
nosotros desde la otra parte, y á la cual azotaba igualmente
el látigo. Entonces el buen maestro sin ser preguntado, me
dijo: « Mira á esa gran sombra que viene, y que á pesar de
su sufrimiento, parece no derramar ni una lágrima. ¡Qué
magestuoso aspecto guarda todavía ! Es Jason que, por va
lor y por prudencia, quitó el toison á la Colchida: pasó por
la isla de Lemnos, despues que sus mujeres bárbaras y au
daces hubieron dado muerte á todos los varones que habia
en ella. Allí con sus demostraciones y melífluas palabras
engañó á la hermosa Hypsipyle que, habia engañado antes
á sus compañeras. La dejó en cinta y sola; condenándola
aquel crímen al martirio que es tambien la venganza de
Medea. (1)
Con él van todos los que engañan de este modo ; que te
baste saber esto acerca del primer valle y de los que en él
son torturados.» -

Estábamos ya en el punto en que el estrecho sendero


penetra en el segundo foso, y en que el puente se cruza con
otro. Allí vimos á los que se lamentan en el otro ámbito,
soplando de cólera é hiriéndose á sí mismos.
Las riberas están cubiertas de un moho producido por el
vapor de abajo que atormenta sin cesar la nariz y los ojos.
Es el fondo tan hueco, que fué preciso subir á la cumbre
del arco, desde donde el peñasco domina mucho mas. Alli
vimos en el fondo del foso, á mucha gente hundida en un
estiercol que parecia salir de las letrinas humanas.

(1) Medea, á la que tamblen Jason habia abandonado.


LA DIVINA COMEDIA 75

Y mientras que procuraba penetrar con la vista en el in


terior, ví una cabeza tan manchada de escremento, que era
imposible saber si era laico ó clérigo. Aquella cabeza me
gritó: «¿Por qué me miras con mas avidez que á los otros
desfigurados?
Y yo á él : « Porque si no me es infiel la memoria, te he
visto otras veces con los cabellos enjutos, y tú eres Alejo
Interminelli, de Luca; hé aquí porque te miro mas que á
los otros.» (1)
Entonces él golpeándose la cabeza: «Si estoy sepultado
aquí abajo, es por la adulacion de que no se cansó milen
gua. »
Despues de esto, mi guia : « Haz de modo, me dijo, de
adelantar un poco la cabeza para que puedas ver el rostro
de aquella súcia esclava desmelenada, que se desgarra con
sus repugnantes uñas, y que tan pronto se acurruca como
se en dereza.
Es la cortesana Thais (2) que, cuando su amante le dijo:
«¿Tengo grandes méritos á tus ojos?» le contestó: «Sí, ma
ravillosos.»
« Queden equí saciadas nuestras miradas.

(1) Caballero muy espléndido y genéróso; pero al que Dante pone aquí por
ser un gran adulador.
(2) No se trata de la famosa Thais de Corinto, y sí de un personaje de una
comedia de Terencio: tal es la cortesana imaginaria que Dante coloca en el
infierno. Segun uno de los mejores comentadores, Thais desempeña el prin
cipal papel en el Eunuco de Terencio Fuedria, hijo de Lachés, está perdi
damente enamorado de ella, asi como tambien el capitan Thrason. Envia este
á Thais un jóven esclavo por medio del parasito Gnaton. Cuando éste le dijo
haber desempeñado ya su encargo, le preguntó Thrazon: «¿Ha parecido mos
trarse satisfecha? ¿no le ha encargado que me diºsºs lºs Grees?-Mucho,
y espresivas, le contestó Gnaton.
Magnas vero agere gratos Sassº º
-s D
76 EL INFIERNO

CANTO XIX

Tercer calabozo del octavo círculo, ó de los simoniacos. — Sus cuer


pos están hundidos en el calabozo, y son sus piernas presa de las
llamas.—Halla el Dante en este círculo al papa Nicolás III, y vitu
pera sus malas obras asi como las de otros prelados, aunque hay
algunos autores que dicen que aquel pontífice, oriundo de la casa
de Orsini fué un diguo varon.

¡Oh mágico Simon, oh miserables sectarios, almas ra


paces que prostituís por el oro y la plata las cosas de Dios,
que debian ser las esposas de la virtud! Para vosotros va
ahora á resonar la trompa, ya que os encontrais en el ter
cer foso. ¡Oh sabiduría suprema ! ¡Cuán grande es el arte
que muestras en el cielo, en la tierra y en el mundo malo,
y cuán equitativa tu virtud! (1)
En el borde y en su fondo ví la piedra lívida, llena de
agujeros, todos de la misma anchura, y cada uno de los
cuales era igualmente redondo. No me parecian menos an
chos ni mas grandes que los que hay en mi hermoso San
Juan, para servir de bautisterio. (2) Hace algunos años, que
rompí uno porque estaba en él ahogándose un niño; y
sirva esto para desengañar á todos. (3)
Por la boca de cada uno de aquellos tres agujeros salian
los piés y las piernas de un pecador; y permanecia dentro
la parte restante del cuerpo. Como los piés estaban arrojan
do llamas, se sacudian con tal fuerza las junturas; que eran
capaces de romper lazos y cuerdas. Así como la llama de
los objetos que contienen grasa sube siempre á la superficie,
así aquella llama estaba fija en los talones.

(1) Se lee en las Actas que, Simon, mágico de Samaria, ofreció dinero á.
San Pedro para comprarle el don de hablar todas las lenguas y de hacer mi
lagros, y que fué maldecido por los apóstoles: los simoníacos son todos aque
llos que, como Simon, negocian con las cosas espirituales.
(2) San Giovanni, bautisterio de Florencia.
le (3) Habiendo Toto Dante el cobertor del bautisterio, fué acusado de sacrl
gio. -
LA DIVINA COMIEDIA 77
«M3ectro, quien es aquel que, furioso se agita mucho
mas que sus compañeros, le dije, y al que la llama ator
menta y se ceba con preferencia?»
Y él á mí: «Si quieres descender á la parte inferior de
la ribera, sabrás por él sus crímenes y los de los demás. »
A lo que contesté. «Haré gustoso todo cuanto tu quieras;
eres el maestro y ya sabes que no me separo de tu volun
tad; hasta sabes aquello que se calla.»
Subimos entonces á lo alto de la cuarta calzada y dando
luego la vuelta, descendimos por la izquierda al fondo del
foso estrecho en que habia los agujeros. Y el buen maestro
no me hizo separar de su lado hasta haberme conducido al
agujero de aquel que tanto se lamentaba con su pierna.
« ¡Ah cualquiera que seas, tú que estás vuelto de cabe
za en el suelo y de piés en el aire, alma infeliz, tranquilízate
si puedes. (1)
Era mi posicion la del religioso que confiesa al pérfido
asesino que, cuando está perdido, le llama á sí para evitar
la muerte.
El esclamó á su vez: «¿Ya estás aquí? ¿ya estás aquí
Bonifacio? (2) Muchos años ha que la prediccion ha dejado
de cumplirse. ¿Tan pronto te han saciado aquellos bienes
por los que no temiste casar por el fraude con la augusta
dama (3) y ultrajarla ?
Quedéme como aquellos que se avergüenzan de no com
prender lo que se les dice, y no saben que contestar.
Entonces Virgilio dijo: «Contéstale pronto, no soy aquel,
no soy el que tú eres; » y yo le contesté como me fué pres
crito. Por lo que el espíritu crispó sus dos piés; y luego
lanzando un suspiro, me dijo en voz quejumbrosa: «¿Pues
qué pides?

(1) Es aquella sambra el papa Nicolas III, de la familia de los Orsinl


electo en 1277.
(2) Bonifacio Vill, que murió en 1303. Celesino V ha dicho de Bonifa
cle vIIl « Intravitut vulpes, regnavitut leo, mortuus est utcanis-º
, (3) La Iglesia.
seº EL INFIERNO

«Si deseas saber quien soy hasta el punto de haber sal


vado por ello estos peñascos, sabe que estuve revestido del
gran manto; que fuí verdaderamente hijo de la Osa (1) y tan
concupiscente, que para criar los osesnos, metí todo el oro
de la tierra en mi bolsa, y hasta yo mismo me metí en la
de aquí abajo. (2)
Debajo de mi cabeza hay los otros simoníacos que me
precedieron, sepultados en esta grieta de piedra. Yo tam
bien caeré en ella cuando venga aquel por quien te he to
mado, al hacerte mi súbita pregunta. Pero desde que mis
piés están ardiendo, y que me veo así puesto al revés, ha
transcurrido mas tiempo del en que tendrá que sufrir él en
1os piés el mismo escozor; porque vendrá despues de él, de
la parte de occidente, y cargado de mas crímenes un pastor
sin ley, (3) á quien tocará cubrirme. Será un nuevo Jason,
parecido al de que habla del libro de los Macabeos, y así co
mo su rey fué débil para con éste, lo será tambien el rey de
Francia para con el otro.» -

No sé si fuí aquí harto duro, pero sí que le contesté en


estos términos: «Sin embargo, dime, ¿qué tesoro exigió
Dios á San Pedro antes de poner las llaves en su poder?
Nada le pidió; solo se limitó á decirle : « Sígueme.»
Ni Pedro, ni los demás quitaron á Matías su oro y su pla
ía, cuando fué elevado al puesto que perdió al alma trai
dora. (4)
Quédate pues aquí, ya que tan justamente has sido cas
tigado, y guarda tu mal adquirida riqueza, que te hizo tan
audaz contra Cárlos. (5, Y, á no contenerme el respeto de
las llaves soberanas que tuviste en la dulce vida, usaria aun
contigo palabras mas austeras, porque el mundo se contris
(1) Alude al nombre de su familia Orsini.
(2) Esto es en los fosos llamados Malebolge.
(3) Designa á Clemente V, arzobispo de Burdeos, que, por influencia de
elpe el Hermoso, fué nombrado papa en 1303, despues de la muerte de
onifacio VIII.
(4) El traidor Judas, reemplazado por Matas.
y (s Cárlos 1, rey de la Pulla que era de la casa de Fiatti.
LA DIVINA CÓMEDIA 79,
ta al ver vuestra avaricia, que pisotea á los buenos y en
cumbra á los malos.
Pastores, el Evangelista os vio al contemplar á la que
está sentada sobre las aguas, prostituida ante los reyes, (1)
á la que nació con siete cabezas y sacó su fuerza de sus diez
cuernos, mientras que su virtud plugo á su esposo. Os cons
tituísteis en dioses del oro y de la plata; (2 no hay mas di
ferencia entre vosotros y el idólatra, si no la de que él ado
ra á uno y vosotros adorais á ciento
¡Ah! Constantino De cuántos males fué orígen, no tu
conversion, si no la renta que recibió de tí el primer papa
opulento !»
Y mientras le estaba yo cantando estas notas, fuese cólera
ó que le remordiese la conciencia, sacudió fuertemente los
piés. Creo complací mucho á mi guia, puesto que escucho
siempre con satisfaccion el sonido de las palabras proferidas
con sinceridad. Así es, que me abrazó, y al tenerme apre
tado contra su pecho, volvió á subir por el camino de que
habia descendido, y no dejó de estrecharme contra sí hasta
tenerme á lo alto del puente, que va de la cuarta á la quinta
calzada.
Allí colocó suavemente su dulce peso sobre el duro y ás
pero peñasco, que seria para las cabras un mal sendero.
Desde allí descubrí un nuevo valle.

(1) « Veni, ostendam tibi damnationem meretricis magnae. quae sedet su


per aquas multas. Cum quà fornicati Sum reges terrae.... Vidi mulierem se
dentem super bestiam coccineam, plenam nomnibus blasfemiae, habeatepa
capita septem , et cornua decem.» Ap0Calip. cap XVl
(2) Aurum suum et argentum feccrunt sibi idola. (Osea. )
4
80 EL INFIERNo

CANTO XX.

Cuarto calabozo del octavo círculo, ó sea el de los Adivinos.—Van


paso atrás con el rostro vuelto hácia la espalda.—Tiresias, Arons
y Mlanto Tebana que esplica á Virgilio el orígen y el nombre de
Mantua. — Eurypiles, Miguel Scott, Guido Bonnati.— Los poetas
prosiguen su viage.

Deben cantar aquí mis versos un nuevo suplicio. Será el


vigésimo canto objeto del primer cántico que trata de los
condenados. (1)
Estaba ya dispuesto á contemplar la estensa llanura que
tenia delante, bañada de lágrimas de angustias, cuando ví
venir por el valle circular gentes que, llorando en silencio,
iban pausadamente como las procesiones en el mundo. Al
fijar en ellos de mas cerca mi mirada, me pareció que cada
uno de aquellos condenados, estaba torcido de un modo
estraño desde la barba al principio del torax. Tenian el
rostro vuelto hácia los lomos, y solo podian andar hácia
atrás, porque habian perdido la facultad de ver por de
lante.
Quizá un hombre pueda quedar así contra hecho por la
fuerza de la parálisis; pero nunca lo he visto ni puedo creer
que así sea. ¡Oh lector si Dios te permite sacar algun fruto
de tu lectura, piensa por tísi podian mis ojos permaneceren
jutos, cuando ví de tan cerca nuestro rostro torcido hasta
el punto de correrle las lágrimas por el surco de la espalda.
En verdad lloré, apoyado en una de las peñas de la dura
montaña, de modo que mi guia me dijo: «¿Tú tambien
eres de los insensatos ? Aquí vive la piedad, cuando ha
muerto enteramente. ¿Puede haber mayor criminal que
aquel que se enternece ante la justicia divina ?
Levanta, levanta la cabeza y mira aque por quien se
*.

(1) Sabido es que la Divina Comedia cemprende tres cánticos; à saber: el


nfierno, el Purgatorio y el Pasaiso.
LA DIVINA COMEDIA 81

abrió la tierra á los ojos de los teba os, cuando gritaban :


«Anfiarao (1)¿á dónde caes? ¿ por qué dejas la guerra?w Y
él no cesó de caer en el abismo hasta Minos, que agarró á
cada culpable.
Mira como ha convertido sus hombros en pecho; por ha
ber querido mirar harto pronto hácia adelante, mira ahora
hácia atrás y sigue una direccion retrógrada.
Vé á Tiresias, que cambió de aspecto, cuando de varon
se convirtió en hembra, transformado de piés á cabeza; de
biendo vencer antes con su vara las dos serpientes unidas
antes de recobrar el pelo viril. (2)
El que anda tras su vientre es Aron; (3) en los montes
de Luni, cultivados por el carrarés que habita en su pié,
tuvo entre los mármoles blancos la cantera por morada, sin
que desde allí nada limitase su vista, cuando contemplaba
el mar y las estrellas.
Y aquellas que con sus trenzas desprendidas, se cubre el
seno que no puedes ver, y tiene en la otra parte la piel en
teramente velluda , fué Manto, (4) que recorrió muchos
paises, hasta que se fijó en el sitio en que yo nací; por lo
que me complacerá en gran manera el que me escuches.
Despues que su padre salió de la vida, y que fué hecha
esclava la ciudad de Baco, (5) recorrió ella por mucho tiem
po el mundo.
Allá arriba en la hermosa Italia, hay un lago al pié de
*.

(1) Anfiarao , uno de los siete reyes que sitiaron á Tebas. Habia predicho
que moriria en aquel sitio, y con efecto, abrióse la terrº en lo mas récio del
combate y se lo tragó con su carro.
(2) Tiresias, se volvió Tebano. Vid. Ovid. Metam, lib. II.
(3 Aron , se volvió toscano. Vid. Lucano Farsalia. P. 1.
(*) Manto, mágica, hija del teban0 TI resias. Despues de la muerte de su
padre, abandonó a su patria para librarse de la Irania de Creon, y despues
de halherido por mucho tiempcer ante, llegó a Italia. Tuvo de Tiberino, á
Ocno ó Banor, fundador de Mantua.
... Nam que sepulcrum
Incipit apparere Blanoris....
Qui muros matrisque dedit tibi, Mantua, nomen Virgilio. )
(5) Tebas.
6
82 EL INFIERNO

los Alpes que ciñen la Alemania por la parte superior del


Tirol, que se llama Benaco. Creo que mil corrientes, y aun
mas, van á aumentar entre Garda, Val Canonica y el
Apenino, el agua que duerme en aquel hermoso lago.
Hay en su centro un punto desde que el pastor de Tren
to y los de Brescia y Verona podrian dar la bendicion y
seguir aquel camino. Allí donde es mas baja la orilla, se
asienta Peschiera, hermosa fortaleza, capaz de proteger á
los habitantes de Brescia y de Bérgamo. Allí cae necesaria-,
mente todo lo que no puede permanecer en el seno de
Benaco, y de lo que se forma un rio que desciende por en
tre verdes p stos. Así que emprende el onda su curso, no
se llama ya Benaco sino Mincio hasta Governo, donde cae
en el Pó.
No anda muy lejos sin encontrar una llanura en la quese
estiende y estanca, haciendo que sea mal sano en el estío.
Al pasar por allí la vírgen esquiva vió á la tierra pantanosa,
sin cultivo y sin habitantes, y se detuvo en ella con sus es
clavos para evitar todo consorcio humano y ejercer su arte
mágico, donde vivió y dejó sus mortales restos.
Entonces los hombres dispersados en su derredor se reu
nieron en aquel sitio que, por todas partes, protegia la la
guna; levantaron una ciudad sobre los huesos de la difunta
y del nombre de la primera que habia escogido aquella tier
ra por morada, la llamaron Mántua, sin mas motivo. Fue
ron sus habitantes mucho mas numerosos antes de que Co
salodi fuese víctima del engaño de Pinamonte. (1)
Te informo de ello, á fin de que si oyes dar alguna vez
otro orígen á mi patria, la mentira no ofusque la verdad.»
Contestéle: « Maestro, son tus palabras tan claras para
mí, y de tal modo cautivan mi confianza, que todas las
demás me serian carbones apagados. Pero, dime, si entre
las sombras que se adelantan, hay alguna digna de llamar
la atencion; porque solo esto ocupa mi espíritu.»
(1) Pinamonte de Bonacorsi instó á Casalodi para que desterrase á muchos
nobles que temia; y luego derrocó fácilmente al crédulo conde de Mántua.
LA DIVINA COMEDIA 83

Entonces me dijo: «Aquel cuya barba se le estiende desde


las megillas hasta los morenos hombros, cuando estuvo la
Grecia tan falta de varones, que apenas los habia en las
cunas, fué augur; y dió con Calcas en Aulide la seña de
cortar el primer cable. Tuvo por nombre Euripiles, y así
le canta en algun punto mi alta tragedia; (1) bien lo sabes,
tú que la sabes toda entera.
Aquel otro, cuyos costados son tan huecos, fué Miguel
Scott que, supo verdaderamente el juego de los fraudes
mágicos. (2)
Vé á Guido Bonalti; (3) vé á Asdente, (4) que ahora
quisiera no haber dejado su cuero y su hilo braumante; pero
se arrepiente demasiado tarde. -

Vé á las desgraciadas que dejaron la aguja, la lanzadera y


el huso, para hacerse adivinas; que hicieron meleficios con
yerbas é imágenes.
Pero ven ahora, porque ya el astro en que se vé á Caín
y los zarzales, (5) ocupa el límite de los dos hemisferios, y
toca al mar mas abajo de Sevilla.
En la última noche la luna era redonda; bien debes re
cordar que no siempre te dañó en la selva umbría.»
Hablábame de esta manera, mientras íbauos continuan
do nuestra marcha.

(1) En el libro lI de la Eneida:


Suspensi Eurypylum scitatum oracula Phoeb .
MittimuS.
(2) Miguel Scott, astrónomo del emperador Federico II.
(3) Natural de Forli: nada hacia el conde Guido de Montefeltro sin que se
10 consultase anteS.
(4) Zapatero de Parma, astrólogo.
(5) El pueblo tomaba entonces á la luna por Cain cargado con una haz d9
zarzales.
8. - EL INFIERNO

CANTO XXI

Quinto foso del octavo círculo, que contiene á los que hacen de la jus
ticia un vergonzoso tráfico. Están sumergidos en un lago de pez hir
viente. — Los demonios armados de arpones, se lanzan firiosos
contra los poetas; pero á la órden de su jefe, les dejan libres el
paso.—Infierno grotesco.

De este modo, de puente en puente, y hablando de otras


cosas que mi lira no piensa cantar, íbamos adelantando, y
habíamos llegado ya al quinto foso, cuando nos paramos
para ver la otra grieta de Malebolge y las demás lágrimas
inútiles; estaba sumamente oscura.
Como hierve la pez durante el invierno en el arsenal de
los venecianos, para reparar sus buques averiados, en los
que no pueden navegar y en el que se hace tan pronto un
buque nuevo, cqmo se calafatean los costados de otro que
ha hecho diferentes viajes, y donde el uno golpea en la
proa y el otro en la popa, mientras hacen otros los remos,
tuercen los obenques y reparan la mesana;
Así, no por el fuego, sino por la voluntad divina, her
via en el fondo del hoyo una materia espesa que enviscaba
el borde por una y otra parte.
Yo la veia, pero solo veia en ella las ampollas que el
hervor levantaba, y cuya materia iba hinchándose para
volverá caer aplastada.
Mientras que con la vista fija estaba yo mirando al fon
do, mi guia me dijo: «Ten cuidado, ten cuidado » y me
atrajo hácia sí sacándome del lugar en que estaba.
Entonces me volví cual lo hace el hombre que ansía
ver aquello de que debe huir y que se ve enervado por un
terror súbito; y que no por ver difiere su partida; y ví
detrás de nosotros un diablo negro que venia corriendo
por el puente.
¡Ah! ¡ cuán terrible y feroz era su aspecto, y cuán ame
LA DIVINA COMEDIA Só

nazadores me parecieron sus gestos al verle dirigirse hácia


mí con sus alas desplegadas y con piés ligeros!
Llevaba en su espalda puntiaguda y saliente, un pecador
que tenia agarrado por el nervio de los piés.
Desde nuestro puente dijo: «¡Oh Malebranche (1) Hé
aquí á uno de los antiguos de Santa Zita (2); ponedlo debajo,
que yo aun tengo que volverme á aquella tierra en que
tanto abundan. No hay allí hombre que no sea malo, es
cepto Bonturo (3); allí por dinero, del si os hacen no. »
Arrojólo al fondo, y se volvió por la dura peña, sin que
ningun mastin suelto haya perseguido nunca al ladron con
mas ardor.
El pecador se hundió, sin que tardase en subir entera
mente manchado; pero los demonios, que tenian el puente
por refugio, gritaron: «Ya no se trata aquí de la santa
Faz (4):
Aquí se nada de muy distinto modo que en el Serchio. (5)
Si quieres evitar nuestros rasguños, no rices la superficie
de la pez.»
Luego lo agarraron con mas de cien arpones, diciendo :
«Preciso es que bailes aquí á cubierto, y si puedes preva.
ricar, al menos será ocultamente. »
No lo hacen de distinto modo los cocineros para hundir
por medio de largos tenedores los pollos en el caldero para
que no sobrenaden.
El buen maestro me dijo: «Para que no se note tu pre
sencia aquí, agáchate detrás de una roca que pueda servirte
de amparo;
(1) Malebranche, Garras malditas.— Es el nombre comun de los demc
nios del quinto foso, en el que son castigados los que han convertido la jus
ticia en tráfico «los cuales dice el viejo Grangier, tienen garras y uñas do
leon.»
(2) Santa zita, esto es, la ciudad de Luca, donde se venera á Santa Zita,
(3) Amarga ironía contra aquel Benito Bonturi, de la familia de Daiti,
considerando como el hombre mas venal de la ciudad de Luca.
(4. La Santa Faz, imágen de Jesucristo, que perteneció á Nicodemus, su
liscípulo, y que enseñan los lucanos en su iglesia de San Martin.
(5) El Serchio, rio que pasa cerca de Luca.
36 EL INFI NO

Y nada temas, cualquiera que sea la ofensa que me ha


gan porque son cosas de mí solo sabidas, por haberme visto
va otra vez en la misma contienda.»
Luego acabó de pasar el puente, siéndole indispensable
toda la serenidad que revelaba su frente cuando llegó á la
sexta ribera.
Con el mismo furor impetuoso que se lanzan los perros
sobre el infeliz que implora un socorro á la casa en que se
para, salieron los de debajo del puente, y volvieron sus
garfíos contra mi guia, el cual les gritó: « ¡Que ninguno
une toque
Antes de que vuestras horcas me alcancen, adelántese
uno de vosotros, óigame, y que se pregunte despues si
debe perdonarme.»
A lo que esclamaron todos: «Vé Malacoda. (1)» Entonces
uno de ellos emprendió la marcha, mientras que los demás
permanecian inmóviles, y se adelantó diciendo: «¿En qué
puedo serte útil? -

¿Crees, Malacoda, que me verias aquí, sano y salvo ann,


á pesar de todas vuestras armas, dijo mi maestro sin a
y oluntad divina y el próspero destino ? Permíterne el paso
porque en el cielo se quiere que enseñe á otro ese camino
salvaje.
De tal modo se aplacó entonces el orgullo del demonio,
que dejó caer la horca á sus piés, y dijo á los demás: «Va
mos, que no se le hiera. »
Y mi guia á mí: «Tú, que tan agachado estás entre las
rocas del puente, ven ahora á mí con toda seguridad.»
Por lo que fuí á juntarme con él desde luego; los demo
nios, á su vez, se adelantaron de tal modo, que llegué á
temer faltasen al pacto que acababa de hacerse.
Temblé como ví temblar en otra ocasion á los que en vir
tud de un tratado, salian de Caprona (2), al verse en medio
de tantos enemigos.
(1) Cosa maldita.
(2) Caprona, castillo de los písanos, en las riberas del Arno, del que es
LA DVNA COMEDIA 8.

Cuanto pude me acerqué á mi guia, sin apartar la vista


del rostro de aquellos que nada de bueno me indicaban,
puesto que estaban preparando sus garfíos: «¿Quiéres que
le toque con este arpon?» decia uno de ellos á otro; y to
dos respondian: «Sí, vé á plantárselo.»
Pero aquel demonio que acababa de hablar con mi guía,
se volvió de repente y dijo: «Poco á poco, Scarmiglione. (1)
Luego se volvió hácia nosotros, diciendo: « Idos mas le
jos; no podreis seguir por esa peña, porque el sexto arco
yace en el fondo hecho pedazos.
Con todo, si quereis ir mas adelante, tomad por esa es
carpada roca; hay junto á ella otro puente por el que po.
dreis pasar.
Mil doscientos setenta y seis años hizo ayer, cinco horas
mas tarde de la hora presente, que quedó interrum ido
este camino. 2,
Envió allí á diferentes de los mios para que vean si hay
alguno que saque la cabeza al aire: id con ellos, pues no
os harán ningun daño.
Seguid adelante Alichino (3 y Calcabrina, empezó á de
cir, y tú tambien , Cognazzo; Barbaricia i a la de ena.
Que venga º a de más Libicocco y Daghiena zo, Ciriatto
de los grandes colmillos, y Grafiacane, y Farfarello, y
Rimbicante el loco.
Buscad en torno de la hirviente liga; que lleguen esos
dos sal, os hasta el otro puente entero que conduce al foso.
— ¡Oh maestro! esclamé yo entonces, ¿qué es lo que
apoderaron los lucanos y que por capitulacion entregaron despues á los
vº:SanOS.
(1) Que arralca los cabellos.
2) A consecuencia de un terremoto ocurrido cuando la muertc de Jesu
Cristo.
(3) Auichino que hace inclinar a los demás, quialios inclinat, — Cagnazzo
perro malvado; — Barbariccia, barba erizada;— Librocºcc9, deseo ardiente;
— Draghignazzo, veneno de dragon;— Curiato-Su nulto , colmillo de abal;
- Calcabrina que pisolea el rocio, est0 es, la gracia dlvina — Graffacane,
perro que araña;— Farfarello; charlalan , — Rubicante, lnflamado. Tales
Son los nombres que les da Landin0.
88 EL INFIERNO

veo? ¡Ah! si sabes tú el camino, vámonos los dos sin ess


escolta; no soy yo quien la pide. -

Si eres tan prudente como de costumbre, ¿no ves como


aprietan los dientes y como nos amenazan con la vista?»
A lo que me contestó: «No quiero que te espantes; deja
que aprieten los dientes cuanto quieran. Lo hacen por los
desgraciados que ves aquí hervir.»
Se dirigieron por la calzada de la izquierda; pero antes
cada cual habia apretado su lengua entre sus dientes en
señal de inteligencia con su jefe.
Y este hizo de su ano una trompeta.

CANTO XXI

Continuacion del quinto foso— Los poetas encuentran en él á Giam


polo, ministro del rey Teobaldo, que traficaba con el favor de su
dueño.— Astucia de Giambolo para librarse de los garfíos de los
demonios.—Caen dos diablos riñendo en la pez hirviente.

Habia visto anteriormente á muchos ginetes emprender


la marcha, empezar el combate, batirse, y á veces em
prender la retirada;
Habia visto hacer escursiones á vuestra patria, habitan
tes de Arezzo, y devastarla casi enteramente; habia visto
luchar en los torneos y correr en las justas, tan pronto á
son de trompetas, tan pronto al clamoreo de las campanas,
como al rumor de tambores y de otros instrumentos béli
cos con todo el imponente aparato nacional y estranjero.
Pero nunca , que lo sepa, ningun instrumento tan raro
de viento habia indicado el movimiento ó la marcha á gi
netes ni infantes; nunca, en la tierra ni en los cielos sirvió
de guia á un buque semejante faro.
Seguiamos nosotros á los diez demonios (¡ah qué ter
rible compañía !); pero en la iglesia con los santos y en la
taberna con los glotones.
LA DIVINA COMEDIA 89

Sin embargo, estaba mi atencion concentrada en la pez


á fin de ver todos los rincones del foso y á los que estaban
ardiendo en él.
Como los delfines, cuando encorvados en forma de arco
saltan fuera del agua, y dan señal á los marinos de que
procuren salvar su buque.
Asi algunos condenados para aliviar su sufrimiento, saca
ban la espalda, y volvian á ocultarla mas veloces que el rayo.
Y así como en un charco tienen las ranas la cabeza á flor
de agua, ocultando sus patas y el resto de su cuerpo, esta
ban allí los pecadores sacando tambien su cabeza; pero así
que se acercaba Barbariccia, volvian con prontitud á su
mergirla en la pez hirviente.
Siento aun mi corazon transido de horror, al recordar
que víá uno tardar demasiado en sumergirse, como sucede
con las ranas, entre las que hay siempre una mas perezosa
ó descuidada, cuando Graffiacane, que era el que estaba
mas cerca de él le enganchó por los cabellos en viscados de
pez, y lo sacó fuera como si fuese una nutria.
Sabia yo el nombre de todos aquellos demonios, por ha
berles observado cuando fueron escogidos, y por haberles
oido nombrarse entre sí.
« Rubicante, plántale tu horca en la espalda y desuélla
lo, gritaban todos aquellos malditos.
Dije á mi guia : « Maestro, procura saber, si te es posi
ble, quien es el infortunado que ha caido en poder de sus
enemigos.»
Mi guia se le acercó, y le preguntó de donde era, á lo
que él contestó: Nací en el reino de Navarra. (1)
Mi madre me colocó en casa de un noble; me tuvo de
un dispensador que había destruido su salud y su fortuna;
fuí mas tarde favorito del buen rey Teobaldo, é hice un
tráfico con los empleos y gracias, cuyo crímen espio ahora
en esa inmensa caldera. »
º

(1) Llamábase Giampolo ó Ciampolº.


90 EL INFIERNO

Y Ciriatto, al que salia por cada lado de la boca un col


millo como á un jabalí, le hizo esperimentar cuan desgarra
dor era aquel colmillo.
El raton habia acudido tambien entre aquellos malos ga
tos; pero Barbariccia, le cogió, y dijo : « Estáte ahí, mien
tras que yo le planto la horca.»
Y vol viéndose luego hácia mi maestro, le dijo: «Pregún
tale, si deseas saber algo mas, antes de que se descuartice.»
Mi guia: «Dime, ¿conoces entre los demás culpables
sumergidos en esa pez á algunos que sear latinos?». A lo
que contestó: «Acabo de dejar á uno que fué vecino de
Italia. Asi me viese yo ahora oculto como él, que no teme
ria esas garras ni esos garfios !»
Dijo entonces Libicocco: «Sobrada ha sido nuestra pa
ciencia , º y le cogió los brazos con su arpon, llevándosele
con el golpe todo el antebrazo.
Dragh az vo quiso tambien cogerle por las piernas, pero
su decurrion se volvió hácia todos ellos con furiosos ojos.
Cuando se hubieron calmado un tanto , ni guia se apre
suró á preguitar al que estaba contenando aun su he
rida :
«¿ Cnál es aqnel de quien en mal hora te separaste para
venir á la orilla?» Y él contestó: «Es el hermano Gomi
te (1), gobernador de Gallura, mónstruo de iniquidad, que
tuvo en su poder á los enemigos de su maestro, é hizo de
modo que todos le alabasen;
Tomó su oro y les dejó libres, como lo dice él mismo;
y en todos sus demás empleos no fué un mediocre, sino un
prevaricador perfecto.
Se confabula mucho con él D. Miguel Sancho de Logodo
ro, sin que sus lenguas se cansen nunca de hablar de Cer
deña. (2)

(1) Rehgloso, sardo, que faltó á la confianza de Nino Visconti, nombrado


por los pisanos gobernador de Gallura, en Cerdeña; fué ahorcado.
(2) Miguel Sancho, Senescal de Logodoro, de dunde fué señor, seduciendo
a Adel sia vitº º dº su antiguo dueño. -
LA DIVINA COMEDIA 9.
Ah vedá aquel como aprieta los dientes. Mucho me
temo que se disponga á herirme.»
Pero el jefe de los demonios se volvió hácia Farfarello,
que movia los ojos de una á otra parte, queriendo martiri
zarle, y le dijo : « ¡ Apártate de ahí, mal ave
Si quereis ver ú oirá algunos toscanos ó lombardos, re
puso luego la aterrada sombra, les haré venir.
• Pero que se aparten un tanto las garras crueles, á fin de
que no teman su venganza; y yo mismo, sentándome en
este sitio, á pesar de estar solo, haré venir á siete de ellos,
con solo silvar como tenemos costumbre de hacerlo cuando
saca uno de nosotros la cabeza fuera.
A estas palabras, Cagnazzo levantó el hocico, y meneando
la cabeza, dijo: «¿Oís el medio malicioso, que ha inven
tado para entrar de nuevo en el estanque ?
Entonces la sombra, que tenia tendidos muchos lazos ,
contestó: «En efecto soy malicioso cuando así espongo á
mis compañeros á mayores sufrimientos.»
Alichino no le hizo resistencia alguna; y en abierta opo
sicion con los demás, le dijo: «Si te arrojas á la pez, no
seré yo quien te siga detrás á escape; pero agitaré las alas
sobre la superficie. Vete, dejamos la altura y la orilla por
guarda, á fin de ver si tu solo vales mas que nosotros.»
Pronto verás, lector, un nuevo juego. Cada uno de los
demonios volvió la cabeza bácia la otra parte, siendo el
primero en hacerlo el mas tenaz de todos.
Estuvo el navarro oportunísimo en sus movimientos;
sentó los piés en el suelo, y, arrojándose inmediatamente,
se puso de un brinco al abrigo de sus malos designios.
Mohinos se quedaron los demonios al ver su torpeza,
particularmente aquel que habia sido causa de la desgracia;
por lo que se lanzó al estanque esclamando: Te tengo.»
Pero en vano, sus alas no pudieron igualar en celeridad
á las del miedo; el uno entró en la pez, y detenido el otro
en la superficie, se remontó en el aire.
Tal se zambulle el pato cuando el halcon se acerca, sin
92 EL INFIERNO

que quede á este mas recurso que el de retroceder furioso


y fatigado.
En su ciego furor Calcabrina al verse engañado, voló
tras el demorio, deseando ardientemente que le escapase
la sombra para tener un motivo de querella.
Y cuando el prevaricador hubo desaparecido, volvió sus
garras contra su compañero, se las hundió en el cuerpo so
bre la superficie misma del estanque.
Pero este, gavilan de buena raza , hizo uso tambien de
sus garras, y cayeron ambos en medio de la pez hirviente.
No tardó el calor en separarles; pero les fué imposible
levantarse, por estar sus alas enteramente enviscadas.
Descontento Barbariccia, al igual que los suyos, hizo vo
lar hasta cuatro á la otra parte con todos sus arpones, sin
perder momento.
Luego de haber descendido al punto designado, alargaron
sus garfíos á los dos demonios que habian caido en la pez y
que ya estaban medio asados.
Y nosotros les dejamos aun allí enredados.

CANTO XXIII

Sexto foso del octavo círculo, ó sea el de los hipócritas.—Andan in


clinados bajo el peso de una plancha de plomo. — Los poetas en
cuentran en él á Catalano y á Loderingo de Boloña.

Solos, en silencio, y sin escolta, íbamos uno tras otro,


como acostumbran ir los frailes menores.
La querella que habíamos presenciado me recordaba la
fábula de Esopo; en que se habla de la rana y del raton.
Las dos palabras mo é issa me parecian no tener mas re
lacion entre sí de la que tenian con la fábula el principio y
el fin de aquella riña. (1)
(1) Mo é issa son dos palabras lombardas que tienen un mismo significado.
LA DIVINA COMEDIA 93
Y como un pensamiento trae siempre otro en pos, nació
de aquella idea otra que aumentó mi primer temor;
Hé aquí lo que pensé : « Nosotros hemos sido causa de
que fuesen engañados aquellos demonios, y son tantas las
injurias y golpes que han recibido, que creo deben hacerles
sufrir mucho.
Si la cólera se une á su mala voluntad, nos perseguirán
con mas crueldad que la del perro al agarrarse en el cuello
de la liebre indefensa. »
Sentia ya erizárseme los cabellos de medo; en tal esta
do, miré con detencion detrás, y dije: « Maestro, si tu no
nos ocultas á los dos prontamente, temo á los demonios y
á sus malditas garras; nos siguen ya la pista, y estoy tan
seguro de ello, que ya les oigo detrás.»
A lo que él repuso. «Si yo fuese un vaso doble de esta
ño, no lograria atraer tu imágen con mas prontitud que la
con que penetró en el interior de tu alma.
Estaban en este instante tus ideas tan acorde con las
mias, que he tomado de ambos un solo y mismo consejo.
Si la costa que hay en nuestra derecha se inclina lo bas
tante para que podamos descender al otro foso, podrémos
evitar la caza que crees segura. »
Apenas acababa de emitir su opinion, víá los demonios
con las alas desplegadas dirigirse á nosotros, y alargar ya
sus garras para cogernos, tan corta era la distancia que nos
separaba.
Mi guia me tomó súbitamente, como una madre que,
despertada por el rumor, y viendo brillar las llamas cerca
de ella, toma á su hijo en brazos, y huye, y no se para,
pensando mas en él que en sí misma, á pesar de hallarse
cuasi desnuda.
Se dejó resbalar desde lo alto de la calzada, volviendo la
espalda á lo largo de la escarpada roca que cierra uno de
los lados del otro círculo.
No es tan rápida el agua que va á dar movimiento á la rue
da de un molino, cuando se acerca á las llantas de la mis
94, EL INFIERNO

ma, como lo fué en su fuga mi maestro, llevándome apre


tado contra su pecho, mas bien como un hijo que como un
amigo.
Apenas tocaron nuestros piés el suelo del profundo abis
mo, aparecieron ya los demonios en lo alto de la peña sobre
nuestras cabezas; pero no me daban ya cui alguno,
porque la alta Providencia que les habia colocado allí para
ser los ministros del quinto foso, les obligaba permanecer
siempre en él.
Vimos allí abajo un grupo de almas brillantes que anda
ba á paso lento, dando incesantes vueltas lloran o , y que
parecia estar rendido de dolor y de fatiga.
Llevaban todas ellas capas de coro provistas de cogullas
que les llegaban hasta los ojos , teniendo casi la misma
forma de las que llevan los monges de Colonia. (1)
Como estaban doradas en el esterior, eran aquellas ca
pas deslumbrantes, pero eran en el interior de plomo y
tan pesadas, que las de Federico á su lado parecian de
paja. (2
¡Oh manto aterrador por toda una eteruidad. Nos volvi
mos hácia la izquierda y continuamos nuestra marcha con
aquellas almas, escuchando sus tristes gemidos.
Pero, aterrados bajo su enorme peso, andaban aquellas
desgraciadas tan lentamente, que cambiábamos de pareja
á cada paso que dábamos.
Por lo que dije á mi guia: «Procura encontrar una cuyo
nombre y acciones te sean conocidos, y al efecto dirije la
vista en tu derredor.»
Y una de ellas, que oyó la lengua toscana, esclamó de

(1) Dícese que hubo un abad en Colonia, tan ambicioso é insolente, que
pidió permiso al Papa para que sus monges pudiesen llevar capas de escar
lata, cinto, espuelas y estribos de plata dorada cuando montasen. El Papa.
lejos de acceder á su demanda, ordenó que en lo sucesivo él y sus monges
usasen capas negras mal hechas y cintos y estribos de madera,
(2) El emperador Federico II encer aba á los reos de lcsa magestad entre
dos planchas de plomo para hacerlos arrojar de aquel modo á las llamas.
LA DIVINA COMEDIA 95
trás de mí « Detened vuestros pasos, vosotros que tanto
correis á través del aire sombrío ;
Y tú podrás tal vez alcanzar de mí lo que pides.» Luego
se volvió mi guia diciendo : « Aguarda y modera tu paso
hasta igualar el suyo. »
Paréme, y víá dos que mostraban en sus ojos gran deseo
de estar conmigo; pero el enorme peso y lo angosto del
camino, los hacian retardar.
Despues de haberme alcanzado, me miraron con ojos
torvos sin proferir palabra; luego se volvieron uno á otro,
diciéndose :
a Este parece vivo por el movimiento de su garganta;
y? en caso que sean muertos, ¿por qué privilegio se ven li
bres del pesado manto ?»
Luego me dijeron: «Oh Toscano que has logrado llegar
hasta la mansion de los tristes hipócritas, dígnate decirnos
quien eres. »
Y á mi vez les dije: « Nací y he crecido en las riberas
del hermoso rio Arno, en la gran ciudad (1), y conservo
aquí el cuerpo que he tenido siempre.
Pero vosotros. en cuyas mejillas se vé pintado tan gran
sufrimiento, ¿quiénes sois? y, ¿cuál es la pena que pesa
sobre vosotros con tal brillantez?»
A lo que me contestó uno de ellos: «. Estas capas amari
llas son de un plomo tan pesado, que nos hacen inclinar,
como á la balanza inclina el peso.
Fuímos frailes alegres, y ambos boloneses. Yo me lla
maba Catalano y este Loderingo. Tu ciudad nos nombró
magistrados, insiguiendo la costumbre de elegir á un hom
bre neutral para conservar su paz, lo que supimos hacer
nosotros exactamente, segun puede verse aun en las in
mediaciones de Gardingo. (2)

(1) Florencia.
(2 Es el pueblo que aludiendo á la vida alegre de los frailes de Santa
Maria, órden caballeresca fundada por Urbano IV, les dió, despues de haber
degenerado, el nombre de Frailes Alegres.- Dos de ellos Napoleon Catala
96 EL INFIERNO

A mi vez repuse: « Hermanos, vuestros malos....». No


dije mas por haber visto en el suelo á un hombre crucifi
cado en tres palos. (1)
Luego que él reparó en mí, hizo una contorsion de do
lor, y empezó á hacer agitar su barba con la fuerza de sus
suspiros; al notarlo fray Catalano, me dijo:
«Ese crucificado que estás mirando, persuadió á los fari
seos que debia un hombre sufrir el martirio por el pueblo.
Está tendido desnudo al través del camino, conforme
ves, para que esperimente el peso de cada uno de los que
pasan por aquí.
Su suegro está sufriendo el mismo suplicio en aquel
foso, así como los del consejo, que fueron para los judíos
una semilla de desgracias. »
Ví entonces á Virgilio mirar con asombro á aquel que es
taba tan vergonzosamente tendido en cruz en el destierro
eterno.
Luego se dirigió al religioso en estos términos: «¿Quer
riais decirnos si hay á mano derecha alguna abertura por
la cual podamos salir ambos sin obligar á los ángeles negros
que nos saquen de este abismo?»
A lo que aquel respondió: Mucho mas cerca de lo que
crees se levanta aquí una gran peña que arranca del gran
círculo y atraviesa todos los valles sombríos; pero está cor
tada en esta parte y no continua sobre él. Podreis atravesar
las ruinas que yacen en la pendiente y que cubren el fondo.»
Mi guia estuvo un rato con la cabeza inclinada, y dijo :
« Como nos ha engañado el que tortura á los pecadores! ,
no y Loderingo de Andérolo, que fueron nombrados magistrados de Floren
cla en 1226, despues de haber tenido por algun tiempo una sabia adminis
tracion, se vendieron a los gibelinos, y quemaron los palacios de los Uberti,
construidos en un barrio de la ciudad, llamado el Gardingo.
(1) Segun el poeta, Caifás, su suegro Ananias y todos los que asistieron
al consejo en que fué decretada la muerte de Jesucristo, estan crucificados
en el infierno — Las palabras de Cáifas están en San Juan : Unus autem er
ipsus Caiphas u omine, cum esset pcºntiea omni illius, divil eis; los mescitis
quidquam , nec cogitats quia ea pedit v0bis utunus moriatur lomo pro p0
4ulo, el non nota gens pereat.» (Cap. XI, V 49 y 50.)
LA DIVINA COMIEDIA 97
Repuso entonces el fraile: «He oido contar en Bolonia
los numerosos vicios del demonio, pero era entre ellos el
mayor de todos, el de ser falaz y padre de la mentira. (1)»
Entonces mi guia se alejó precipitadamente, con el ros
tro algo turbado por la cólera. Tambien yo me separé de
aquellos culpables que soportaban un peso tan enorme,
para seguirlas huellas de los piés queridos.

CANTO XXIV

Séptimo foso del octavo círculo, ósea el de los ladrones. —Se ven
mordidos por horribles serpientes.— Vanni Fucci de Pisidia —Sus
predicciones contra su patria y contra Florencia.

En la parte de año nuevo que baña el sol su cabellera en


el acuario, y que empiezan las noches á no usurpar nada á
los dias;
Cuando la helada imita en la tierra el color de su blanca
hermana, para durar poco y moderar su rigor, se levanta
el aldeano que está falto de forrage, mira, y viendo la
campiña blanca se golpea el muslo; y volviéndose á casa
la recorre en todas direcciones, lamentándose como el des
graciado que no sabe como salir de apuros. Luego vuelve á
salir, y renace en él la esperanza al ver la faz de la tierra
cambiada en pocas horas; toma entonces su cayado, hace
salir sus ovejas y se dirige al monte precedido de ellas.
Así mi maestro me llenó de espanto cuando ví su frente
turbada, si bien no tardó en tranquilizarme; porque cuan
do llegamos al puente roto, mi guia se volvió hácia mí y
me miró dulcemente como lo habia hecho ya antes al pié
de la montaña.
Se paró pensativo, y despues de haber tomado su resolu

(1) Diabolus.... mendar est et pater mendacii. (S. Juan, cap. viii, v. 44.) &
7 ,
93 EL INFIERNO

cion y observado bien las ruinas, abrió los brazos, me co


gió; y, como el que trabaja que piensa siempre en lo que
hará terminada su labor, así mi maestro al levantarme so
bre la cima de una roca, distinguia otra y me decia: «Agár
rate primero á esta, pero mira antes, si tal cual está,
puede sostenerte.»
No era en verdad aquel camino el mas propio para los
que llevaban capas de plomo, puesto que apenas podíamos,
Virgilio tan ágil y yo á quien él sostenia, subir de punta en
punta;
Y si el camino no hubiese sido mas corto por aquella
parte de lo que lo era en la otra, no sé lo que habria sido
de mi guia; de mí sé decir que me habria vencido la fatiga.
Pero como Malebolge forma siempre pendiente hácia la
abertura del pozo profundo, cada valle que se recorre pre
senta siempre una parte que se eleva y otra que desciende.
Finalmente llegamos á la punta en que se rompe la última
piedra.
Tenia yo tan poce aliento en los pulmones, cuando es
tuve en lo aito, que me era imposible ir mas adelante; asi
es, que tuve que sentarme á mi llegada.
« Preciso es ahora que sacudas toda pereza, dijo el maes
tro; no estando echado sobre blandos cojines es como se
llega al templo de la Fama. (1)
El que pasa la vida sin gloria, deja en la tierra una hue
lla semejante á la del humo en el aire ó á la de la espuma
en el agua.
Así, pues, levántate, vence la fatiga con el ánimo que
triunfa de toda lucha sino se deja rendir por el peso del
euerpo.
Todavía hay que subir una escala mucho mas larga;
pues no basta haber dejado aquellas piedras tras de noso
tros. Que mi voz te infunda aliento, si la oyes.»
Levantéme entonces, manifestando mas resolucion de la

(1) Pasaje que imita el de Lucano, Farsalia, lib, Ix.


-
LA DIVINA COMEDIA 99

que realmente tenia, y diciendo: «Sigue adelante, pues


soy fuerte y osado.»
Continuamos nuestro camino por una peña que era mu
cho mas áspera, estrecha y difícil que la anterior.
Andaba yo hablando por no parecer débil, cuando una
voz, salida del otro foso articuló una palabra poco distinta
ó clara; no sé lo que dijo, á pesar de hallarme en la cum
bre misma de la bóveda que daba sobre él; solo conocí que
el que hablaba parecia estar poseido de una concentrada
cólera.
Inclinéme; pero como los ojos de un viviente no podian
alcanzar hasta el fondo á través de la oscuridad, dije:
« Maestro, procura llegar al otro círculo, y haz que descen
damos por esa pared: desde aquí, oigo y no comprendo,
veo, y nada distingo.
Yo te contestaré, me dijo, accediendo á lo que tú deseas;
cuando la peticion es justa, debe en silencio atenderse á
ella.» -

Bajamos al puente por la parte en que se une á la octava


ribera. y ví entonces todo el foso.
Y ví allí una espantosa multitud de serpientes de tan di
versas especies, que el recuerdo me hiela aun la sangre.
Que la Libia y sus arenales no se jacten ya de producir
hidras y amfisbenas; 1) -

Que toda la Etiopía y el pais que hay aquende del mar


Rojo, no ostenta ya mas los mónstruos y playas que nacen
e In SUl Sel O :

En medio de aquella multitud terrible y cruel de reptiles,


corrian gentes desnudas y aterradas, sin esperanza de en
contrar un asilo ó una piedra heliótrapo;
Sus manos estaban atadas á la espalda por medio de ser
pientes que formaban enroscadas varios nudos por delante
y les apretaban los riñones con sus cabezas y sus colas en
trelazadas.

(1) Piedra preciosa que, segun se creia, deslumbraba hasta el punto de


hacerlo todo invisible.
100 EL INFIERNO

Y, hé aquí que uno de aquellos desgraciados que estaba


en la misma parte que nosotros, fué mordido por una ser
piente en el punto mismo en que el cuello se une á los hom
bros.
Y, en el breve tiempo que se necesita para trazar una O
y una I, aquel culpable se inflamó, ardió y cayó reducido
á cenizas;
Pero apenas quedó consumido en el suelo, se juntó la
ceniza por sí misma, y volvió á formarse el cuerpo tal co
mo era antes.
Así pretenden los sabios que muere el fénix para renacer
cuando está cerca de su quinto siglo;
No se alimenta de yerbas ni de trigo durante su vida,
sino de amomo y de lágrimas de incienso, formando el nar
do y la mirra su último lecho. (1)
Como el hombre que cae, sin saber como, por la fuerza
de un demonio, ó por efecto de un apreton funesto, y se
levanta asombrado de la angustia cruel que ha sufrido, y
mira en torno suyo y suspira al mirar.
Se levantó el pecador ante nosotros. ¡Ah! ¡qué severa es
la justicia de Dios, cuando asi revela la venganza por me
dio de tales golpes !
Luego mi guia le preguntó quien era, y él contestó:
« Poco ha que caí de Toscana en este horrible foso.
Me sedujo la vida bestial y no la vida humana; fué un
verdadero mulo. Soy Vanni Fucci el bruto, y fué Pistoia
mi digno cubil. »
Y yo al guia: « Dile que no se mueva, y pregúntale cual
fué la causa que lo arrojó aquí abajo. Yo lo conocí colérico
y sanguinario. »
Yá pesar de haberme oido, no se ocultó el pecador, sino
que se volvió atento hácia mí con el rostro encendido de
triste vergüenza.
Luego dijo: «Siento que me veas sumido en tanta mi

(1) El p0eta imita á Ovidio, Met. lib. xv.


LA DIVINA COMEDIA 101

seria mucho mas de lo que lo sentí al verme privado de la


vida.
No puedo negarte lo que pides. Estoy aquí abajo por ha
ber robado en la sacristía los hermosos ornamentos, y por
haber acusado falsamente de este crímen á otro. (1) Pero,
á fin de que te regocijes de mi miseria, si llegas á salir nun
ca de estos sitios sombríos, presta atento oido á lo que voy
á decirte : -

Pistoia en un principio se libra de los Negros, y luego


Florencia renueva sus costumbres y sus ciudadanos. Marte
levanta del valle de Magra un vapor que formando negros
nubarrones, amenaza descargar una tempestad imperiosa
y terrible sobre los campos de Piceno; allí se desgarrará de
repente la nube que ha de anonadar á los Blancos todos. (2)
Y te lo digo porque quiero contristarte. (3,

CANTO XXV

Continuacion del séptimo foso del octavo círculo, o sea el de los la


drones y de los cohechadores. — E. poeta encuentra en él á Caco
bajo la forma de un Centauro; tiene un dragon en sus hombros.-
Encuentro de cuatro florentinos. — Estraña trasformacion que su
fren dos sombras.

Al terminar aquellas palabras, levantó el ladron sus dos


manos é hizo con ellas un gesto indigno gritando: « Toma,
eso es para tí, Dios de los cielos.»
Pero en aquel mismo instante una serpiente, y desde

(1) Vanni Fncci, al verse preso por el robo de los vasos sagrados de Pis
toia, acusó al notario Vanini della Nona, en cuya casa los tenia, y el cuia
fué ahorcado Siendo inocente.
(2) Piceno, donde los Blancos fueron vencidos y derrotados, en 1301, por
el marqués Marcelo Malaspina, que mandaba á los Negros.
(3) Dante que pertenecia al partido de los Blancos, fué desterrado.
102 EL INFIERNO

entonces me gusta su raza, se le enroscó en el cuello como


para decirle: «No quiero que hables mas.»
Otra se agarró á sus brazos, y envolviéndoselos por de
lante con nudos, le ató de tal modo, que no fué ya posible
al condenado hacer ningun movimiento.
« ¡Ah! ¡Pistoia, Pistoia ! ¿Por qué no te decides á redu
cirte tú misma á cenizas para acabar de existir enteramente,
ya que adelantan tus hijos mas y mas cada dia en la senda
del mal?
En todos los oscuros círculos del infierno no he hallaqo
un espíritu tan rebelde ante Dios, ni aun el que cayó de
los muros de Tebas. (1)
El ladron echó á correr sin proferir ni una palabra; y vi
en el mismo instante un centauro enfurecido que venia gri
tando: «¿dónde está el orgulloso, donde está el réprobo?»
No creo que contengan las Marismas tantas culebras
como llevaba el centauro en su grupa hasta el lugar en que
empieza la forma humana.
En sus hombros, tras la nuca, llevaba un dragon con
alas desplegadas que arrojaba llamas contra cualquiera que
se le acercare. -

Mi maestro dijo: «Ese mónstruo es caso que, mas de


una vez debajo de los peñascos del monte Aventino formó
un lago de sangre.
No está con sus hermanos por haber quitado fraudulen
tamente el gran rebaño que pacia en sus inmediaciones.
Pero acabaron al fin sus crímenes bajo la maza de Hér
cules (2), de cuyos cien golpes no sintió siquiera ni una dé
cima parte.»
Mientras estaba hablando mi guia desapareció el centau
ro; luego fueron adelantándose tres espíritus por debajo de

(1) Capaneo.
(2) Semperque recenti.
Cede tepebat humus, humus, foribusque afixa superbis.
Ora virum tristi pendehant pallida tabo.
MENEl D, l. viil.
LA DIVINA COMED. A 103

nosotros, sin que les viésemos hasta que nos gritaron:


«¿Quiénes sois?» Interrumpimos desde luego nuestra
conversacion para mirarios. Yo no los conocia; pero suce
dió lo que acostumbra suceder algunas veces, que uno de
ellos llamó á otro, diciendo:
«¿Cianfa (1) dónde se ha quedado?» Y yo, á fin de que
estuviese atento mi guia, me puse el dedo entre la nariz y
la barba. -

Ahora, lector, no será estraño que te resistas á creer lo


que voy á decirte, porque yo mismo que lo he visto, ape
nas lo creo. -

Mientras estaba mirando aquellos espíritus, se lanzó una


serpiente de seis piés sobre uno de ellos, agarrándosele en
teramente.
Con los anillos del centro le apretó el vientre, con los de
delante los brazos, y luego le mordió ambas megillas.
Estendiendo despues los anillos de detrás sobre sus mus
los, le pasó la cola por entre sus piernas y la alargó por de
trás hasta sus riñones.
Nunca la yedra se agarró tan fuertemente al árbol, como
lo hizo aquel horrible animal cuyos miembros se enros
caban en derredor del culpable.
Llegaron de tal modo aquellos dos séres á refundirse en
uno y á confundir sus colores, que ninguno de ellos parecia
lo que realmente era.
Así el ardor del fuego produce en el papel que se quema
un color rojizo que no es negro aun, si bien dejó ya de ser
blanco.
Los otros dos espíritus miraban á su compañero, gritán
dole: «¡Oh Agnel, (2) cuán demudado estás! No eres mas
ni uno ni dos.»
Ya las dos cabezas no formaban mas que una, y parecial,

(1) Cianía, de la familia de los Donat , en Fiorenc


(2) Agnel Brunelleschi, florentino.
104 EL INFIERNO

en aquel momento dos figuras confundidas en la única parte


en que se habian estraviado.
De cuatro brazos solo quedaron dos, los muslos, y las
piernas, el vientre y el tronco se convirtieron en miembros
que ningun hombre ha visto.
Quedó borrado todo primitivo aspecto, la imágen per
versa parecia duplicada y no era un solo ser, y tal cual era,
empezó á andar á paso lento.
Como el lagarto que bajo el ardor de los dias caniculares
cambia de espino albar, pareciendo un relámpago al atrave
sar el camino, se dirigia arrastrándose hácia los otros dos es
píritus, una pequeña serpiente inflamada, lívida y negra
como un grano de pimienta.
Mordió á uno de aquellos en aquella parte por la que el
hombre antes de nacer recibe el alimento, y cayó luego
tendida en su presencia.
Miróla el herido sin proferir palabra, inmóvil de pié y
bostezando como si tuviese sueño ó calentura.
Y él y la serpiente se miraban; el uno por la herida y el
otro por la boca, despedian bocanadas de humo que se con
fundia.
Cállase ya Lucano allí donde refiere las miserias de Sa
bello y de Nasidio (1), y que escuche atentamente lo que yo
describo.
Que Ovidio se calle tambien acerca de Cadmo y de Are
tusa; por cierto no le envidio el que transformára en su
poema al uno en serpiente y á la otra en fuente.
Nunca trasformó dos naturalezas, una en frente de otra
hasta el punto de que sus formas pudiesen en un momento
cambiar su materia.
El hombre y la serpiente se correspondieron de tal modo,
que el réptil abrió su cola en forma de horca, y el herido,
unió sus dos piés.
(1) Véase en la Farsalia, lib. Ix, la muerte de los soldados Sabelo y Na
sidio, mordidos por dos serpientes. — En Ovid. lib. 111, la metamórí0sis de
Cadmo. — En Virg lib. 11 de la AEneid., el episodio de La0c00n.
LA DIVINA COMIEDIA 105

Sus piernas y sus muslos se apretaron entre sí hasta tal


punto, que en breve no dejó la juntura ninguna señal.
La cola hendida tomaba la forma que se perdia en el
hombre; mientras en una parte la piel se ponia floja, en
otra se endurecia. .
Ví entrar los brazos del hombre en los sobacos, y los dos
piés del animal, que eran cortos, prolongarse tanto como
disminuyan los brazos del condenado.
Los piés traseros de la serpiente retorciéndose formaron
el miembro que el hombre oculta, y el del culpable se con
virtió en dos piés.
Mientras que el humo daba á uno y otro un nuevo color,
y hacia nacer en la serpiente el pelo que quitaba al hombre.
El uno se levantó y el otro cayó al suelo, pero sin apar
tar uno de otro sus miradas furiosas, en los que cada uno
cambiaba de rostro.
Al que estaba de pié se le agrupó el rostro hasta las sie
nes, y del escedente de la carne que se le puso allí le sa
lieron las orejas en la parte superior de sus lisas mejillas.
La parte supérflua de carne que no se inclinó hácia atrás,
sirvió para formar la nariz y abultar convenientemente los
labios.
El que se arrastraba alargó su hocico hácia delante y
retiró las orejas al interior de su cabeza, como lo hace el
caracol con sus cuernos.
La lengua del hombre, que era antes de un solo pedazo,
y hablaba prontamente, se partió; y la lengua hendida de
la serpiente se unió, parándose el humo.
El alma que se habia convertido en bestia huyó hácia el
valle silbando, y la otra la escupió profiriendo algunas pa
labras.
Luego volviéndola su nueva espalda, dijo: «Quiero que
Buoso (1) se arrastre por este camino como yo lo he hecho.»
De este modo ví yo cambiar y cambiarse las naturalezas

(1) Buoso, florentíno de la familia de los Abatti.


106 EL INFIERNO

en el séptimo foso; que la novedad del asunto disculpe la


poca brillantez de mi pluma.
Por mas turbados que estuviesen mis ojos y estraviados
mis sentidos, no pudieron aquellas sombras huir tan ocul
tas que no conociese á Puccio Sciancato (1), único entre los
tres espíritus primeramente llegados, que no fué trasfor
mado.
El otro oh Gaville ! (2) era el que aun estás llorando.

CANTO XXVI

Llegan los poetas al octavo valle del octavo círculo, ó de los Malos
Consejeros.— Están en medio de las llamas.—Ulises refiere al poe
ta su vida errante y su muerte.

Florencia, regocíjate; eres tan grande, que por tierra y


mar bates tus alas, y resuena tu nombre hasta en el mismo
infierno.
Entre los ladrones, hallé en él á cinco de tus ciudadanos
lo que aun me avergüenza y no es para tí gran honra. (3)
Si los sueños de la mañana son los mas verdaderos, sabrás
dentro de poco lo que Prato y los demás te desean.
Si ya te hubiese herido la desgracia, no habría sido an
tes de tiempo; venga pues, ya que debe venir; cuanto mas
yo envejezca, mas pesada me será.
Partimos, y subió mi guia nuevamente la escalera que
para bajar nos formaron las rocas; arrastrándome consigo.

(1) Puccio Sciancatos tambien florentino.


(2) Es Guercio Cavalcante, al que dieron muerte los habitantes de Gaville
en el valle de Arno. Irritados los parientes y amigos de Cavaicante al saber
que habia sido asesinado, ejercieron una venganza terrible contra los ha
litantes de Gaville.
(3) Los cinco ciudadanos de Florencia, son : Ciana, Donati, Agnello Bru
nelleschi, Buoso degli Abbatti, Puccio Sciancato y Francisco Guercio Ca
valcante.
LA DIVINA COMIEDIA 107
Y, prosiguiendo nuestra via solitaria por entre las agu
das puntas de los peñascos, solo se levantaba el pié con el
ausilio de la mano. Entonces me afligí como me aflijo ahora
al recordar lo que he visto, pero preciso es enfrenar aquíá
mi espíritu para que no pierda la virtud su noble guia, si á
una buena estrella ó á alguna influencia mejor debo algun
bien, no quiero yo mismo envidiármele.
Así como en la estacion que el que ilumina al mundo
nos descubre por mas tiempo su faz, vé el aldeano que des
cansa en la colina á la hora en que el zancudo reemplaza
á la mosca, correr bajo sus piés en el valle á una multitud
de luciérnagas en derredor de sus vides y sus trigos; víyo
resplandecer de llamas todo el séptimo foso, desde que á
mis ojos apareció su fondo.
Y, así como aquel á quien los osos secundaron en su ven
ganza (1), vió partir el carro de Elias, cuando los caballos
subian al cielo, mientras pudo su vista seguirles, acaban
do por no descubrir mas que una ténue llama que se eleva
ba cual rojiza nubecilla, se ajitaba tambien cada llama,
conteniendo un pecador en el fondo de aquel nuevo abis
mo, sin manifestar su latrocinio.
Paréme en el puente para contemplar aquel espectáculo;
y á no haberme agarrado á un pedazo de roca, habria ido
rodando hasta el abismo, sin haber sido empujado.
Mi guia al verme mirar con tanta atencion, dijo: « Los
espíritus están en el interior de este fuego, hallándose ca
da cual revestido de la llama que le abrasa. — Maestro, le
contesté, tu palabra acaba de confirmarme mas en lo que
veo, pero ya lo habia notado y queria decírtelo.

(1) El profeta Eliseo: «Cumque pergerent et incedentes sermocinarentur


ecce cursus ignus et equi ignei diviserunt utrumque, et ascendit Eltas per
turbinem in COelum.
«Ascendit autem in Bethel: cumque ascenderet per viam , pueri parvi
egressi sunt de civitate, et illudebant ei, dicentes: Ascende, calve: ascenº
de, calve.
Y «Qui cum respexisset vidit eos et maledixit eis in nomine Domini; egress
que sunt duo ursi de saltu, et laceraverunt ex eis quadraginta duo pueros e
"REC. l. IV. C. II.) ..
108 EL INFIERNO

¿Cuál es esa llama que se divisa sobre el abismo pare


ciéndose á la de la hoguera á que fueron arrojados Eteocles
y su hermano? (1)
A lo que me contestó: «Allí están sufriendo Ulises y Dio
medes, sometidos á la misma venganza por haberse entre
gado ambos á la misma cólera. En aquella llama se está
llorando la celada del caballo de madera que abrió las puer
tas á toda la hermosa raza de los romanos.
Allí se lamenta tambien el artificio con que Deidamia,
muerta como esta, se queja aun de Aquiles, y se sufre el
castigo por el rapto del Palladium.
— Si le es dado hablar desde el centro de aquella llama,
dije entonces al maestro, te pido y te suplico, para que mi
peticion valga por mil, que me permitas aguardar á que
llegue hasta aquí la doble llama; pues ya ves como en mi
deseo me abalanzo hácia ella.»
Y él á mí: «Tu peticion es digna de alabanza, y por esto
la acojo; pero haz de modo que tu lengua se conserve quie
ta; déjame hablar, comprendo lo que quieres, pero quizá
estos pecadores, que fueron griegos, despreciarian tu len
gua. »
Cuando la llama hubo llegado cerca de nosotros, y jus
gó mi maestro ser el sitio y el momento oportuno, le oí
hablar en estos términos:
« Vosotros que sois dos en el mismo fuego, si merecí
bien de vosotros durante mi vida, si de vosotros merecí
poco ó mucho al escribir migran poema en el mundo, no
os alejeis; antes bien uno de vosotros me diga á donde fué
á morir, llevado de su valor funesto.»
La punta mas alta de la antigua llama empezó á remo
verse murmurando como la que el viento agita, luego agi
tando de una á otra parte su cima, como lo hubiera hecho
una lengua próxima á hablar, empezó á lanzar algunos
sonidos hácia el esterior, y se espresó de esta manera:
(1) Tremuere cogi et novus adversa busto.
Pellitur : exundant diviso ver lice flamu mae. STAC THER.
LA DIVINA COMEDIA 109

« Cuando logré sustraerme á Circeo, despues de tenerme


encerrado mas de un año cerca de Gaeta, antes de que
Eneas hubiese nombrado aquel punto (1); ni la dulzura de
los besos de un hijo, ni la piedad debida á un padre ancia
no, ni el amor mútuo que habia de hacer feliz á Penelope,
pudieron vencer en mí el deseo de explorar el mundo y co
nocer los vicios y las virtudes de los hombres.
Resuelto me lancé á la mar desafiando sus iras, con solo
mi buque y el puñado de hombres que no debia abando
flam62,

Ví una y otra orilla hasta España, hasta Marruecos, la


isla de Cerdeña y las demás islas que el mar envuelve y
baña con sus olas. Mis compañeros y yo éramos ya viejos
y casi incapaces de resistir la fatiga, cuando llegamos á
aquella estrecha garganta en que Hércules plantó las dos
señales para indicar al hombre que no debia ir mas allá.
A mi derecha dejaba á Sevilla, como habia dejado á Ceuta
á mi izquierda.
Entonces yo dije Hermanos mios, vosotros que entre
cien mil peligros habeis llegado á Occidente, no os priveis
por el poco tiempo que podeis vivir, de visitar allende el
sol á aquel mundo inhabitado.
Pensad en vuestro orígen; pensad en que no fuísteis crea
dos para vivir como brutos, sino para alcanzar la virtud y
la ciencia. »
De tal modo induje á mis compañeros con aquella breve
locucion á proseguir su viaje, que solo á duras penas pude
despues contenerles.
Y, volviendo nuestra popa hácia levante, por medio de
los remos procuramos alas á nuestro insensato vuelo, y
fuímos adelantando mas y mas hácia la izquierda.
Ya la noche veia brillar todas las estrellas de otro polo
(1) Nombre de su nodriza.
Tu qu0que littoribus nostris, MEneia nutrix.
AEternam moriens famam Gaita, dedisti.
(VIRGlLlo.
110 EL INFIERNO

y estaba el nuestro tan bajo, que apenas parecia levantarse


sobre la superficie marítima. Por cinco veces se habia apa
gado y encendido nuevamente la luz de la luna, desde que
habíamos entrado en aquel mar grande, cuando se nos
apareció una montaña que la distancia hacia oscura, y que
me pareció la mas alta de cuantas habia visto hasta enten
ces. (1)
Alegrámonos en gran manera, pero pronto nuestra ale
gría se convirtió en lamentos; se levantó de aquella nueva
tierra un torbellino que alcanzó la proa de la nave, á la que
hizo dar tres vueltas, levantando á la cuarta la popa, tanto
como hacia descender la proa, mientras plugo al otro (2),
hasta que volvió á unirse el mar sobre nosotros.»

CANTO XXVII

Continuacion. — Relacion del conde Guido de Montefeltro.

Ya la llama (3) volvia á seguir su curso ascendente, y


estaba inmóvil sin proferir palabra, é iba alejándose de no
sotros con permiso del dulce poeta, cuando otra que seguia
detrás me hizo volver la vista hácia su punta por el confuso
rumor que despedia.
Semejante al toro de Sicilia que, arrojando por primer
mugido (como era de justicia) el grito del operario que le
trabajó con su lima (4) mugia por boca de los desgraciades
que contenia, como si realmente el dolor hubiese traspa

(1) Segun los mas antiguos comentadores, Dante designa el Purgatorio con
aquella montaña, sobre la que hay el Paraiso terrestre.— Segun los mas
recientes, designa la Allantida de Plalon ó la América.
(2) Al otro, esto es á Dios.
(3) La llama envolviendo de nuevo á Ulises y Diomedes.
(4) El ateniense Perilles fué el primero que estuvo encerrado en aquel toro
de alambre que el mismo inventó para Falaris, tirano de Sicilia.
LA DIVINA COMEDIA 111

Sado su cuerpo de alambre; así la palabra del espíritu con


tenido en aquella llama, sofocada desde un principio, no
teniendo salida, se convertia en un rumor parecido al que
produce el fuego.
Pero cuando al fin logró abrirse paso por la punta, é
imprimídole aquel movimiento que le dió la lengua al pasar,
pudimos oir estas palabras: «Oh tú á quien me dirijo, y
que estabas hablando ahora mismo la lengua lombarda di
ciendo : «Ahora, vete, pues no tengo ya que preguntarte
mas;
« Por mas que haya llegado tal vez algo tarde, no te nie
gues á hablarme, sobre todo cuando ves que yo estoy ar
diendo (1) y consiento en ello. Si acabas de caer en este
mundo sin luz desde la dulce tierra latina en que yo cometí
todas mis faltas: dime: ¿están los romañoles en paz ó en
guerra? Sabe que nací en las montañas situadas entre Urbino
y las en que nace el Tiber.»
Estaba escuchando aun con atento oido y la frente incli
nada, cuando mi guia me tocó, diciendo: « Háblale, es un
latino.»
Y yo, que tenia ya calculada mi respuesta, empecé sin
tardar de esta manera: « Oh alma que te ocultas aquí
abajo, tu Roniaña ni está ni estuvo nunca sin guerra en el
corazon de los tiranos; con todo, no la he dejado en guer
ra abierta;
Ravena es lo que era ya hace muchos años; el águila de
Polenta ha hecho de ella su guarida, y cubre aun á Cervia
con sus alas. (2) La tierra que está sosteniendo tan larga
prueba , y que contiene ensangrentados miembros de cadá
veres franceses, se encuentra en poder de las garras ver
des. (3)
(1) El espíritu que habla en las llamas es el conde Guido de Montefeltro.
(2) El águila de Polenta es Guido Novello de Polenta, que llevaba en sus
armas una águila de plata y de gules en campo de oro y de azur.
(3) Del leon verde que Sinibaldo Ordelafli, señor de Forli ostentaba en sus
armas la ciudad de Forli habia rechazado con gran pérdida á los franceses
que la cercaban por órden de Martin IV.
112 EL INFIERNO

El viejo dogo y el jóven mastin de Verruchio, que tan


mal parado dejaron á Montaña, reinan allí donde están
acostumbrados á ensangrentar sus dientes. (1)
Las ciudades de Lamona y de Santerno están gobernadas
por el leoncillo de blanca madriguera que del verano al in
vierno (2) cambia de partido.
Y la ciudad cuyos muros (3) baña el Savio, como situada
entre el llano y la montaña, vive entre la libertad y la ti
ranía. -

Ahora te suplico me digas quién eres. No seas mas duro


de lo que lo ha sido con tigo, y que tu nombre ocupe su
puesto en el mundo.»
Cuando el fuego hubo rugido un tanto á su modo, agitó
su aguda punta de una á otra parte, y luego lanzó este so
plido.
«Si me creia contestará un ser que debiese volverá la
tierra, desde ahora mismo quedaria esta llama en reposo.
Pero, puesto que jamás á ser cierto lo que se dice, nin
gun viviente sale de este abismo sin temer la infamia, voy
º contestarte :

« Fuí hombre de guerra y luego franciscano: creí en


mendarme tomando el cordon (4), y ciertamente habria
podido creerlo con toda seguridad, si el gran sacerdote, 5)
á quien deseo eterna desgracia, no me hubiese hecho caer
nuevamente en mis primeras faltas. Quiero que sepas de
que modo y porque causa.

(1) El viejo dogo es Malatesta padre, señor de Rimini; el jóven mastin de


Verrachio es Malatesta hijo, ó Malatestino; posesor del castillo de este nom
bre Montaña jefe del partido de los gibelinos en Rimini, condenado á
muerte por Malatesta hijo,
(2) La ciudad de Faenza, cerca del Lamono; y la ciudad de Immola, cerca
del Santerno estaban gobernadas por Mainardo Pagani, que lleva de plata
el leon de azur.
(3 ) Cesena.
(4) A últimos de su vida, tomó Guido de Montefeltro el hábito de la órden
de Menores en el convento de Asis donde murió.
(5) Bonifacio VIII.
LA DIVINA COMEDA 113

Mientras conservé la forma de hueso y carne que me dió


mi madre, no fueron mis actos los de un leon, sino los de
una zorra. Conocí todas las astucias, todos los caminos cu
biertos, y practiqué con tanto arte el fraude, que resonó
mi nombre de uno á otro confin de la tierra.
Cuando empero me ví en aquella edad, en que deberia
cada cual plegar la vela y enrodar el cordaje, me desagra
dó lo que antes me agradaba, y me entregué al arrepenti
miento; Infeliz de mí!; al confesar entonces mis faltas
habría podido obtener mi salvacion
El príncipe de los nuevos fariseos (1) estaba entonces en
guerra cerca de Latran, (2) y no con sarracenos ni judíos.
(Porque cada uno de sus enemigos era cristiano, y nin
guno de ellos habia ido á conquistar la ciudad de Acre, ni
á hacer su negocio en las tierras del soldan.)
Aquel pontífice no pensó en su supremo ministerio ni es
las órdenes sagradas; tampoco vió en mí el cordon que tanto
enflaquecia entonces á los que le llevaban.
Así como Constantino en los montes de Soracte suplió a
Silvestre que le curase la lepra, él me suplicó á mí que le
curase su orgullosa fiebre; pero yo me callé, por parecer
me sus palabras inspiradas por la embriaguez.
Luego añadió: No abrigue ya tu corazon sospecha algu
na, porque anticipadamente te absuelvo; enséñame á der
ribar los muros de Palestrina. (3)
Sabes muy bien que puedo abrir y cerrar el cielo, porque
tengo las dos llaves de que mi predecesor ignoró el uso.»
Vivamente me impresionaron tan graves palabras, y
pensando que era mejor hablar que callarme, dije: « ¡Oh
Padre mio ya que me absuelves del pecado en que voy á
caer, escucha: el prometer mucho y cumplir poco te hará
triunfar en tu sede sublime.»

(1) El propio Bonifacio VIII.


(2) Con los Colonna.
(3) Palestrina pertenecia á los Colonna.
114 EL INFIERNO

Cuando ocurrió mi muerte, Francisco (1) fué á reclamar


me; pero uno de los negros querubes le dijo: « No puedes
llevártelo; no me prives de lo que me pertenece. Debe ve
nir allí abajo entre mis condenados, por haber aconsejado
el fraude, y le tengo desde aquel dia agarrado por los cabe
llos.
Imposible es absolver al que no se arrepiente; nadie pue
de á la vez desear y arrepentirse del pecado; la contradic
cion no lo permite.
Ah! cuan grande fué mi desgracia cuando el negro que
rube me agarró diciendo: «¿Quizá no pensabas que fuese
tan lógico ? Me presentó á Minos, cuyo juez dió ocho vuel
tas con su cola en derredor de su cuerpo, y mordiéndosela
con gran rabia esclamó:
« Es ese uno de los culpables que debe ser juguete de las
llamas.»
Hé ahí porque yo tambien estoy sepultado en el abismo
en que me vés, y porque gimo al llevar semejante librea.»
Cuando acabó de hablar, se alejó la quejumbrosa llama
mas encrespada que antes y agitando su punta.
Mi guia y yo seguimos adelante, llegando á la cumbre
de la peña en que hay el otro arco que da sobre el calabozo
donde gimen los que mancharon su conciencia escitando la
discordia.

CANTO XXVIII

Noveno valle del octavo círculo, donde son castigados los autores
del escándalo, de cismas y de heregías, — Se vén incesantemente
acuchillados por la espada de un demonio. — Allí observa Dante el
suplicio que sufren Mlahoma, Aly, Pedro de Medicina, Mosca y
Bertran de Bornio.

Ni aun en numerosas palabras sin medida, por mas que


1o intentase varias veces, nadie podria decir toda la sangre
1) San Francisco fué á reclamará Guldo porque era franciscano.
LA DIVINA COMEDIA 115
y las llagas que ví entonces. En verdad no hay lengua entre
nosotros que pueda, sin debilitarlo, espresar lo que apenas
comprende el espíritu.
Reúnanse á la vez todos cuantos derramaron su sangre en
las llanuras de la Pulla, tan disputados á la Fortuna, mien
tras combatieron los romanos durante aquella prolongada
guerra, en la que se hizo, como dice acertadamente Tito
Livio, tan espantosa siega ; los que por haberse armado
contra Roberto Guiscardo, sintieron el dolor de los grandes
golpes (1); y, finalmente, todos aquellos cuyos huesos aun
se recogen tanto en Cepperano, donde fué cada apulio un
traidor (2), como en el valle de Tagliacozzo, donde el an
ciano Allard venció sus armas (3)
Y ni aun todos aquellos miembros tronchados podrán
igualar el aspecto terrible del noveno calabozo. Nadie verá
nunº a una cuba agujereada como ví yo un espíritu hendi
do desde la barba hasta debajo del vientre; sus intestinos
le pendian sobre sus piernas; se le veian además palpitar el
corazon y el triste saco en que se forma de la nutricion el
escremento humano.
Mientras le estaba yo contemplando atentamente, él me
miró, y entreabriéndose el pecho con las dos manos, me
dijo: « ¡Mira como me desgarro Mira cuan deplorable es
el estado en que se vé Mahoma; Aly va delante de mí des
hecho en lagrimas y con el rostro hendido desde la barba
hasta el cráneo. (4)
Todos los demás que vés aquí han sido vivientes, y por
haber difundido el escándalo y el cisma en la tierra, estan
hendidos de este modo.

(1) Roberto Guiscardo, hermano de Ricardo, duque de Normandía, quo


se apoderó de la Pulla y de la Calabria, murió en 1011.
(2) Los habitantes abandonaron á su soberano Manfredo, que combatia
contra Cárlos de Anjou.
(3) El anciano Allard era un caballero francés procedente de Tierra Saluta
al que debió el duque de Anjou la victoria alcanzada sobre Coradno.
(4) Aly, prim0 de Mahoma.
116 EL INFIERNO

Hay allí detrás un diablo que nos hiere así cruelmente,


cuantas veces llega á alcanzar con su tajante espada á algu
no de esta banda, despues de haber dado una vuelta por
este camino del llanto que cierra nuestras heridas, para que
vuelva él á abrirnos otras mas profundas.
¿Quién eres tú, que estás en lo alto de esa peña para ir
quizá mas tarde al suplicio que te han merecido tus propias
acusaciones?
— Ese no ha muerto todavía, ni ha sido conducido aquí
por sus faltas; y sí únicamente para que presencie todos los
suplicios, contestó mi maestro,
Yo, que soy muerto, tengo la mision de acompañarle de
círculo en círculo por todo el Infierno; es esto tan cierto ,
como lo es el que te estoy hablando.»
A estas palabras, mas de cien condenados se pararon en
el calabozo por mirarme, haciéndoles la sorpresa olvidar
Su tormento.
«Tú, que tal vez dentro de poco volverás á ver el sol,
díá Fray Dolcino que, si no quiere venir á unírse me aquí
en breve, haga provision de víveres y no se deje circuir por
la nieve; porque sin el hambre y la nieve, difícilmente
podria el novares vencerle.» (1)
Jespues de haber levantado ya el pié para marcharse,
fué cuando pronunció Mahoma aquellas palabras; luego
sentó la planta y desapareció.
Otro, que tenia la garganta abierta, la nariz cortada
hasta las cejas y le faltaba una oreja, se quedó á mirarme,
lleno de asombro como los demás, y abriendo el agujero de
su boca ensangrentada, dijo: «Oh tú, a quien no ha
conducido aquí ninguna falta; tú á quien yo he visto allá
arriba en la tierra latina, á menos que una gran semejanza

(1) Fray Polcino predicaba el año 1305 en los montes de Novara la comuni
dad de mujeres y de bienes. Habia logrado reunir ya mas de tres mil secta
rios. Perseguido por las tropas del obispo de Benevento, fué hecho prisionero
Con Su esposa Margarita , y quemado vivo con ella en la ciudad de Novara
Maniçgaron amb05 en Su suplicio un valor heróico.
LA DIVINA COMEDIA 117
me engañe; acuérdate de Pedro de Medicina (1), si vuelves
alguna vez á la hermosa llanura que desciende de Vercelli
á Marcabo; dí á los dos mejores de Fano, ó sea á Guiado y
á Angiolello que si la prevision no es vana en estos sitios,
serán arrojados ambos de una barquilla, y ahogados cerca
de Cattolica, por la traicion de un tirano desleal. (2)
Desde la isla de Chipre á la de Mallorca no habrá visto
nunca Neptuno cometer un crímen tan enorme por los
forbantes ó la raza griega.
El traidor que no vé mas que de un ojo y que gobierna
la tierra, y que, tal como está aquí cerca de mí, quisiera
no haber existito nunca, les llamará á una conferencia con
él, y obrará de tal modo, que ni los votos ni las súplicas
tendrán ya necesidad de obrar contra el viento de Fo
cara. » (3)
A lo que le contesté: « Indícame, si quieres que hable
de tí allá arriba, quien es ese á quien el aspecto de aquel
pais fué tan amargo.»
Entonces llevó la mano á la quijada de uno de sus com
pañeros, y le abrió la boca gritando : « Héle aquí; pero no
habla.
Era aquel, que, arrojado de Roma, ahogó la duda en el
corazon de César, afirmando que, para el hombre que es
tá dispuesto, es siempre peligroso el retardo ó la espera. (4)
Ah cuán aterrado me parecia con su lengua troncha
da en su gaznate, aquel Curion que tan audaz fué en el
hablar.
Otro condenado, que tenia las manos cortadas, levantó
sus muñones al aire sombrío hasta tal punto, que la sangre

(1) Medicina, llevaba el nombre de Medicina, pais del Bolonesado. Era un


intrigante que sembró la discordia entre el pueblo y los nºbles boloneses, los
señores de Ravena y de Rimini.
(2, Malatesta, tirano de Rimini.
(3) Esto es, no tendrán que temer el viento de la montaña de Focara,
(4) Curion expulsado del senado como amigo de César, fué á unirse con el
y le decidió á pasar el Rubicon.
Tolle mo as nocuit semper dierre paraºs (LUC. PHa Rs. lib. VIII. )

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118 EL INFIERNO

que derramaba le ennegrecia el rostro, esclamando: «Acuér


date tambien de Mosca (1) ah! yo fuí quien dije: « Una
cosa empezada debe terminarse.» De estas palabras nació
la desgracia de Toscana.
«Y la muerte de toda tu raza » añadí á mi vez. El, en
tonces, aumentando dolor sobre dolor, se alejó como hom
bre de razon estraviada.
Continuaba yo mirando la banda infernal, cuando ví lo
que me atreveria á referir sin otro testimonio, á no estar
alentado por la conciencia, esa buena compañera que, bajo
la armadura de su pureza, tanto fortifica al corazon del
hombre; entonces ví, y me parece ver todavía, á un cuer
po sin cabeza que andaba como los demás que formaban
aquella triste banda; tenia en la mano la cabeza cortada,
suspendida por los cabellos, en forma de linterna, y la
cual nos miraba esclamando « ¡Ah!»
El cuerpo se formó de sí propio una lámpara; eran dos
en uno, uno en dos: como esto puede ser, solo lo sabe
aquel que es á la vez vengador y maestro.
Así que hube llegado al pié del puente, levantó los bra
zos y toda la cabeza para acercarnos mas su palabra, y ha-,
bló de esta manera: «Vé mi tormento cruel, tu que res
piras aun al visitar los muertos; vé si puede haber un
suplicio igual al mio.
Y para que puedas dar noticias mias, sabe que yo fuí
Bertran de Born, el que dió al rey Juan (2) tan pérfidos
consejos.

(1) Buondelmonte habia prometido casarse con una hija de la casa d3


Amidei y de repente casó con una Donati. — Esta conducta excitó las quejas
de los Amidei, y los Uberti y los Lamberti se les unieron para castigar á
Buondelmonte. Los mas ancianos querian que se obrase con prudencia, pero
Mosca ciego de cólera aconsejó que se diese pronta muerte á Buondelmonte,
al cual asestó varias puñaladas. Semejante tragedia originó todas las discu
siones que tan funestas fueron á la república de Florencia.
(2) Bertran de Born, vizconde de Hautefort, fué el que á últimos del
siglo x11 hizo sublevar á Juan IV hijo de Enrique ll, rey de lnglaterra,
COntra Su padre.
LA DIVINA COMEDIA 419
Yo fuí el que armé al padre y al hijo uno contra el otro;
ni Aquitofel exitó con mas furor á Absalon contra David.
Por haber dividido á los que unió naturaleza, llevo ah?
mi cabeza separada, sin que por esto desde que lo fué, deje
de estar tan raramente unida con su tronco.
Así se observa conmigo la pena del talion.»

CANTO XXIX

Décimo y último calabozo del octavo círculo, ó el de los Charlatanes


y de los Falsarios.- Están cubiertos de lepra. — Grafolino de
Arezzo y Capocchio de Siena.

Aquella gran multitud y aquellos diversos tormentos


habian turbado de mal modo mis ojos, que habria querido
pararme para llorar; pero Virgilio me dijo: «¿Qué es lo
que estás mirando? ¿Por qué así tu vista se obstina en
contemplar allí abajo aquellas tristes sombras mutiladas?
No lo has hecho así en los demás antros; si esperas
contar, piensa que tiene el valle veinte y dos millas de
circunferencia. Y ya está la luna bajo nuestros piés. Ade
más, el tiempo que se ha señalado es muy limitado, y te
faltan aun ver otras cosas que no puedes figurarte.
— Si hubieses considerado con atencion , le contesté, la
causa que me obligaba á mirar, tal vez me habrias permi
tido continuar en mi observacion. »
Mi guia se alejaba ya, mientras yo le seguia contestán
dole; luego añadí: «En aquel abismo que tanto atraia mis
miradas, he creido verá uno de mi raza llorando la falta
que tan cara está pagando aquí abajo. »
Entonces el maestro me dijo: «No te enternezca por
mas tiempo la suerte de ese espíritu; piensa en otra cosa y
que se quede él donde está.
Le he visto al pié del puente señalar y hasta amenazarte
120 EL INFIERNO

vivamente con el dedo, y oídole llamar Geri del Bello (1);


pero estabas tú entonces de tal modo ocupado en el que
gobernó á Hautefort, que no miraste hácia aquel punto
hasta que hubo partido. (2)
— Maestro, su muerte violenta, que no ha sio o aun ven
gada, contestéle, por ninguno de nosotros, será sin duda
la causa de su desden; hé aquí porque se fué sin hablarme,
segun mi opinion; pero su conducta, me le hace aun mas
querido.
Asi continuamos hablando hasta llegar al primer punto,
del en que se descubria el otro valle hasta el fondo, si
hubiese en él mas claridad.
Cuando hubimos llegado sobre aquel último claustro de
Malebolge, desde el que podíamos distinguir á sus habitan
tes, cual agudas flechas me traspasaron el corazon mil la
mentos, obligándome á taparme los oidos con las manos.
Si en el mes que separa á julio y setiembre, los hos -
pitales de Valdichiana (3) y los enfermos de las Marismas (4)
y Cerdeña, estuviesen reunidos en un mismo punto, ofre
cerian un cúmulo de dolores como el que entonces ví.
Salia de aquel abismo un hedor parecido al que exhalan
los miembros gangrenados. Descendimos, tomando la mano
izquierda, hasta el último borde de aquella alta peña,
desde donde pudo mi mirada penetrar mas vivamente has
ta el fondo del abismo, en que la justicia infalible, minis
tro del Altísimo, castiga á los falsarios que tiene en su re
gistro.
No creo que el pueblo de Egina, en 1ermo todo entero
cuando se impregnó su atmósfera de vapores malignos hasta

(1) Gori del Bello, pariente materno de Dante, fué muerto por uno de los
Saccheti. Su muerte no fué vengada hasta treinta años despues por Ciene
del Bello su sobr, no.
(2) Bertran de Born , gobernador de Hautefort.
3) Éste valle, cuyo nombre procede de la laguna Uniana, está situado
enle Arezzo, Cortona, Chiusi y Montepulciano.
(á) Las marismas se estienden desde Pisa á Siena.
LA DIVINA COMIEDIA 21
el punto de cansar la muerte á todos los animales y hasta
al gusano mas imperceptible; ni que los antiguos pueblos
cuando, segun refieren los poetas, tuvieron que ser reno
vados por medio de hormigas, ofrecerian tan triste aspecto
como el que presentaban en el oscuro valle aquellos lángui
dos espíritus amontonados en diferentes grupos. (1)
Uno yacia sobre el vientre, otro sobre los hombros del
que tenia al lado, mientras otro se arrastraba á gatas á
través del triste camino ; mientras andábamos nosotros á
paso lento, mirando y escuchando á aquellos enfermos,
que no podían siquiera levantar sus cuerpos.
Víá dos de ellos, sentados, que se apoyaban mútua
mente, pareciéndose á dos tórtoras, puesto uno sobre otro
para ser calentados, que estaban de piés á cabeza cubier
tas de costras. Nunca he visto á criado alguno, aguardado
por su dueño ó velando á su pesar, tan veloz en remover
la almohaza , como lo era cada una de aquellas sombras
en rascarse para calmar la rabia de su comezon, en la que
no podia haber alivio alguno.
Se arrancaban con las uñas las costras de la lepra, como
arranca el cuchillo la escama del escaro ó la mas ancha de
algun otro pescado.
« Oh tú, que desprendes la corteza de tu piel con tus de
dos, dijo á mi guia á una de ellas, los cuales pareces conver
tir en tenazas, dime si hay algun latino entre los que están
aquí, y ojalá puedan tus uñas bastarte eternamente para
ese trabajo
— Nosotros, á quien vés tan deformes, dijo llorando uno
de ellos, somos ambos latinos; pero ¿quién eres tú que
nos preguntas ?»
A lo que contestó mi guia. «Soy un espíritu que he des
cendido con este viviente, de grado en grado, porque estoy
encargado de enseñarle el Infierno. »
(1) Durante el reinado de Eaco, hijo de Júpiter, e'kºual pobló nuevamente
la isla convirtiendo las hormigas en hombres. De aquí procede el nombre de
Mirmidonos.
122 EL INFIERNO

Las dos sombras cesaron entonces en su mútuo apoyo, y


cada una de ellas se volvió temblando hácia mí, junto con
algunas otras que por repercusion tambien lo oyeron.
Entonces el buen maestro se me acercó y me dijo: «Dale
lo que quieras; » y ya que él me lo permitia, empecé d
esta manera: «Que no se borre vuestro recuerdo del mun.
do en que habita el alma humana, antes bien viva bajr
varios soles.
Decidme quien sois y de que nacion, sin que os impida
ese suplicio insoportable y vergonzoso abrirme enteramentº
vuestro pecho.-Yo soy de Arezzo, respondió una de
aquellas sombras; y fuí condenado á la hoguera por Alberto
de Siena; pero no fué la causa de mi muerte la que me con.
dujo aquí.
Es cierto que hablándole, le dije en broma: «Yo sabría
levantarme en el aire y volar, » y él, hombre de escasos
alcances y curioso, quiso que le enseñase aquel arte; y
como no hice de él un Dédalo, me hizo quemar por aquel
que le tenia por hijo. (1)
Solo por haber empleado la alquimia en el mundo, he
sido condenado por Minos, al que no es dado engañar, á
sufrir en el último de los diez círculos.»
Y yo dije al poeta: «¿Puede haber habido nunca un
pueblo tan vano como el pueblo sienés? No por cierto, ni
hasta la misma nacion francesa, a
Entonces el otro leproso que me habia oido, contestó á
mis palabras de esta manera: «Exceptuad á Stricca, que
supo hacer gastos tan moderados (2), y tambien á Nicolo,
que fué el primero en descubrir el uso costoso del clavo de
especia, en el jardin ó huerto en que germina esta grana.
Esceptuad así mismo la sociedad en que Caccia de Ascia
no disipó sus viñas y sus bosques, y á la en que, Abbagliato
(1) Grifolino de Arezzo fué condenado á la hoguera como hechicero por
el obispo de Siena.
(2) Amarga ironía contra Stricca que se arruinó á causa de su lujo inmo
derado, y contra otros disipadores de Siena.


º ria-infad

LA DIVINA COMIEDIA 12

demostró su buen sentido. Pero, á fin de que sepas, quien


es el que de este modo te secunda contra los sienenses
dirígeme la vista de modo que mi rostro te responda.
Verás que soy la sombra de Capocchio, que, falsificó los
metales por medio de la alquimia; y debes acordarte de
que te he mirado bien, (1) y que fuí un buen mono de mi
naturaleza.

CANTO XXX

Continnacion.— Hay falsarios de tres clases. — 1.º Los que toman


º ecto de otras personas no cesan de perseguirse á mordis
c, — 2.º Los monederos falsos, atacados de hidropesía y de una
sed inestinguible.—5.º Los calumniadores, echados los unos so
bre los otros abrasados por la fiebre. — Maese Adam y Sínon de
Troya.

En los tiempos que Juno, celosa de Semelé, estaba irri


tada contra la sangre tebana, como dió de ello tantas y tan
repetidas pruebas, Athames se volvió tan insensato, que
al ver dirigírsele su esposa, y sus dos hijos que llevaba de
la mano, esclamó:
«Tendamos las redes, y coja yo á su paso la leona y sus
cachorros;» y estenuiendo entonces sus desapiadadas garras,
cogió á uno de sus hijos, llamado Learco, le hizo dar unas
cuantas vueltas en el aire y le estrelló contra una peña,
mientras que estaba ahogando la madre con el otro pedazo
de su corazon.
Cuando la fortuna abatió la grandeza de los troyanos,
dispuestos á emprenderlo todo, hasta que el reino y su so
berano cayeron á un mismo tiempo, Hecuba, triste, mise
rable y cautiva, despues de haber visto muerta á Polixena
y al cuerpo de su Polidoro yaciendo en la orilla del mar ,

(*) Ll sienés Capoccio habia estudiado física é historia natural con Dante.
12: EL INFIERNO

quedó su corazon tan desgarrado, que furiosa empezóá


ladrar como una perra, de tal modo llegó el dolor á estra
viar su razon.
Pero ni los tebanos ni los troyanos furiosos mostraron
tºnta crueldad en torturar animales ó cuerpos humanos,
como la que ví en dos sombras desnudas y pálidas, que
corrian mordiendo como un cerdo al escaparse de su po
silga.
Una de aquellas fué corriendo hácia Capocchio, le asestó
un golpe en la nuca y, arrastrándole, le hizo rascar con el
vientre el duro suelo; el aretino (1) me dijo temblando.
«Ese furioso es Gianni Schicci (2), cuya rabia asi maltrata
á los demás.
— An le dije, si la otra sombra no viene á hundir sus
dientes en tu cuerpo, no temas decirme quien es, antes de
que desaparezca. »
Y él á mí: «Es el alma antigua de aquella Mirra crimi
nal, que fué amante de su padre faltando á las leyes del
amor honesto; para cometer aquella falta con su padre,
tomó una nueva forma, lo mismo que aquella otra que va
mas allá y que consistió para ganar la reina de la yegua
cería, en pasar por Buoso Donati y testar en su nombre,
dando al testamento las formas legales. »
Despues que aquellos dos furiosos, que atrajeron mis mi
radas hubieron pasado, me volví para mirar las demás som
bras que nacieron malas.
Víá una de ellas que tenia la forma de un laud, caso de
que estuviese su alma en la parte donde el cuerpo se di
vide como una horca; la pesada hidropesía que hace los

(1) Fsto es Grifolin que era de la ciudad de Arezzo.


(2) Juan Schicci de la familia de los Cavalcanti de Florencia era tan
á propósito para remendar a cualquiera que habiendo muerto sin testar Bu0
so Donati próximo pariente de su amigo Simon Donati, resolvió este para
heredar sus bienes ocultar su muerte; asi que propuso á Schicci que se
metiese en cama y que imitando, Buoso hiciese un testamento nombrando
Simon su heredero, como en efecto así lo hizo mediante una yegua de gran
precio llamada la Donna della Torma.
LA DIVINA COMIEDIA 125

miembros tan desproporcionados á causa del humor, des


naturalizándoles de modo que el rostro no corresponda al
vientre, le obligaba á tener los lábios abiertos, parecién
dose al ético que cuando tiene sed acerca sus lábios, uno
á su nariz y otro á su barba:
«Vosotros, que no sufrís ninguna pena en este mundo
miserable (y no sé porqué), nos dijo, miradme y estad aten.
tos al infortunio de maese Adam. (1) Viví teniendo todo
cuanto deseaba, y ahora, ¡ah! deseo una gota de agua.
Los arroyuelos que desde las verdes colinas de Casentino
descienden al Arno, abriéndose cauces de voluptuosa fres
cura, están siempre á mi vista, y en verdad no en vano,
por enflaquecerme su recuerdo mas que el mal que descar
na mi rostro.
La rígida justicia que me aguijonea, se sirve del sitio
en que pequé para hacerme exhalar mas suspiros.
Allí está Romena, donde falsifiqué la moneda con el cuño
del Bautista, y por lo que dejo un cuerpo quemado en la
tierra. Pero si viese aquí el alma criminal de Guido (2) la
de Alejandro y la de su hermano, no me presentaria á su
vista ni aun por la fuente de Branda.
Ya hay una de ellas aquí dentro, á no mentir las som
bras furiosas que por estos sitios están dando vueltas; pero,
qué me importa á mí, que tengo los miembros en cade
“Lados !
Si al menos fuese ágil para poder en cien años adelantar
una línea, ya me habria puesto en camino, buscándole al
través de esa raza infame en este abismo que tiene once
millas de circunferencia y no menos de media milla de
ancho.
Ellos tienen la culpa de que yo pertenezca á esta raza;

(1) Hábil monedero de Brescia que de acuerdo con los condes de Romena
falsificó los florines que tenian la efigie de San Juan Bautista patrono de
Florencia.
(2) Guido y Alejandro son los condes de Romena y de Casentin antes citados
126 EL INFIERNO

ellos, que me indujeron á acuñar florines que tenian tres


quilates de liga. »
A mi vez le dije: «¿Cuáles son esos dos miserables que
humean como en el invierno una mano mojada, y que tan
apretados entre sí están yaciendo á tu derecha ?
— Ya les hallé aquí, sin que desde entonces les haya
visto moverse, me contestó, y como están del mismo modo
desde que á mí se me arrojó á este abismo, no creo vuel
ven á moverse ya mas.
Es el uno de ellos el tramposo que acusó áJosé, y el otro
el falso Sinon, aquel griego de Troya; y en su ardiente
fiebre arrojan ambos ese vapor denso y fétido »
E indignado uno de ellos, quizá porque se le daba aquel
nombre infame, dió con el puño en el vientre endurecido
del hidrópico, que le resonó como si fuese un tambor.
Maese Adam le dió á su vez en el rostro, con un brazo que
no pareció menos duro, diciéndole:
« Aunque no pueda moverme á causa del peso de mis
miembros, tengo aun el brazo bastante ágil para ejercer
semejante oficio.» Contestóle el otro: — No lo era tanto
cuando ibas á la hoguera, pero lo habia sido aun mucho
mas cuando acuñabas moneda : »
Yá su vez el hidrópico: « Eres en esto verídico, pero no
lo fuíste así en Troya cuando se te pidió la verdad. »
—Si yo afirmé una cosa falsa, tú falsificaste los cuños,
repuso Sinon; yo solo falté una vez; al paso que tienes tú
mas faltas que ningun otro condenado.
— Perjuro, acuérdate del caballo de madera, contestó
el del vientre hinchado, y sé castigado ya que sabe tu crí
men el mundo todo.
- Y tú, dijo el griego, sé castigado por la sed que agrieta
tu lengua, y por esa agua podrida que levanta tu vientre
como una barrera ante tus ojos.»
Entonces el monedero: «Tu boca no se abre sino para
hablar mal, segun tu costumbre; si yo tengo sed y el hu
mor hincha mi cuerpo, tú tienes un fuego interior y te
LA DIVINA COMEDIA 127

duele la cabeza; no seria en verdad preciso instarte mucho


para decidirte á lamer el espejo de Narciso. »
Solo pensaba en escucharles, cuando el maestro me dijo:
• Sigue mirando; casi estoy tentado á reñirte. »
Cuando le oí hablarme con cólera, me volví hácia él con
tal rubor, que conservo vivo aun su recuerdo en mi me
moria. Y, como aquel que sueña en su desgracia, y desea
soñar para seguir soñando, porque aspira á que sea aquello
mismo que ya ha sido, así yo hacia: no podia hablar, por
mas que desease excusarme, y con todo me excusaba sin
que creyese hacerlo.
« Con menos confusion, dijo el maestro, podria borrarse
una falta mayor que la tuya; así pues, disipa toda tristeza,
y acuérdate de que estoy siempre á tu lado, si acontece aun
que la casualidad vuelva á reunirte con séres entregados á
semejantes debates. Porque querer oir tales cosas, es que
rer una bajeza. »

CANTO XXX

Noveno y último círculo, ósea el de los Traidores. — Se divide en


cuatro recintos, en los que son castigados cuatro clases de Traido
res. — Los dos poetas vieron en ellos á Nembrod, Eialto, Anteo
y á otros gigantes que estaban dando vueltas al círculo infer
nal. — Tomó Anteo en brazos á los dos poetas y les llevó al fondo
del noveno círculo.

La misma lengua que antes me habia herido hasta el


punto de hacerme cambiar el color de mis mejillas, despues
me presentó el remedio; siendo como la lanza de Aquiles
y de su padre que, segun he oido decir, causaba al prin
cipio dolor y luego indecible encanto.
Dejamos atrás aquel desgraciado valle, dirigiéndonos sin
proferir palabra á lo largo del borde ú orilla que le cerca.
No reinaban en ella ni la noche ni el dia, por lo que no
128 EL INFIERNO

podia mi vista estenderse á lo lejos.


Pero si oí el horrísono sonido de una trompa que habria
sofocado al retumbo del trueno; y, guiado por los ecos,
fijé la vista en el sitio de donde partia el horrendo sonido.
Ni aun despues de la triste derrota en que Carlomagne
perdió todo el fruto de la santa empresa, tronó con ma
fuerza la trompa de Rolando.
Levanté un poco la cabeza, y me pareció ver un gran
número de altas torres, por lo que pregunté: «Maestro,
¿ qué ciudad es esa?»
A lo que me contestó: «Como pretendes ver de muy
lejos entre tinieblas, te has equivocado; ya verás al llegar
allí; cuanto puede la distancia ofuscar el sentido de la vista;
asi que, adelanta mas el paso.»
Entonces me tomó de la mano con ternura y me dijo:
• Antes de que avancemos mas, sabe, á fin de que aquellos
objetos te parezcan menos raros, que no son torres, sino
gigantes metidos en el pozo de la orilla, desde el ombligo
hasta los piés.
Como la mirada que, al disiparse la niebla, descubre
poco á poco los objetos ocultos por el vapor que envolvia
al aire, descubria yo, á medida que iba atravesando aquel
vapor oscuro y denso, y que me acercaba mas y mas al
brocal del pozo, que por grande que hubiese sido mi error
mo lo era tanto como el miedo que le iba sucediendo.
Porque así como Montereggione (1) corona de torres to
do su recinto, asi se elevaba sobre el brocal del pozo la
mitad de su cuerpo aquellos horribles gigantes, á quienes
amenaza aun Júpiter desde lo alto del cielo cada vez que
truena.
Empecé á descubrir ya el rostro, los hombros, el pecho,
una gran parte del vientre y los dos brazos que tenia ten
didos á lo largo del cuerpo uno de ellos. En verdad, obró
sabiamente natura al olvidar el modo de creará tales móns

(1) Montereggione, quinta ó palacio situado entre Stragia y Siena.


LA DIVINA COMÉoIA 129

truos, puesto que privó á Marte de ejecutores tan terribles.


Aunque ahora crea sin arrepentirse elefantes y ballenas,
el que piense con madurez solo verá en ello una prueba de
su discrecion y de su justicia; porque cuando la razon del
espíritu humano va unida al poder y á la malevolencia, no
hay en el mundo resistencia posible.
Su cabeza me pareció tan grande y prolongada como la
piña de San Pedro en Roma, siendo proporcionados á ella
sus demás miembros; de modo, que contemplados desde la
orilla parecian treinta grandes palmeras, desde el brocal
del pozo hasta el punto en que acostumbra el hombre abro
charse su capa.
« Raphe Imai amechza bialmi», empezó á gritar la or
gullosa boca que no puede proferir salmos mas dulces. (1)
Mí guia entonces le dijo : « Alma insensata, toca esa
trompa para procurarte un alivio cuando la cólera ú otra -

pasion te agite. Busca en tu cuello, alma estúpida, y en


contrarás la correa que sostiene tu trompa, y que sujeta tu
enorme cintura. »
Luego me dijo á mí: «Ese se está acusando á sí mismo:
es Nembrod, cuya loca empresa fué causa de que emplee
el mundo mas de una lengua. (2)
Pero dejémoslo, no hablemos inútilmente, por serle
nuestra lengua tan desconocida como lo es la suya á los
demás hombres.»
Seguimos pues nuestro camino en direccion hácia la iz
quierda, y á cosa como de un tiro de arco, dimos con otro
gigante que era aun mucho mas alto y feroz.
Imposible me es decir quien dispuso que le atasen de
aquel modo; tenia el brazo izquierdo atado delante y el de

(1) Segun el romano Lanci, hé aquí el significado de aquellas palabra


àrabes. « Esalta lo splendor mio nel abisso, Siccome rifolgoro per lo mondo.»
Mn la traduccion hemos adoptado el texto reconstituido por el citado M
Lanei.
2) Nembrod hijo de Chus, uno de los que trabajaron en la torre de Babel
3 Gigantes autem erant Super terram in diebus illis. (GÉNES. cap. VI.)
9
130 L NIERNO

recho detrás, como una cadena que le sujetaba desde el cue


llo hasta el punto que tenia en descubierto, dándole cinco
vueltas el cuerpo.
« Ese orgulloso intentó medir su poder con el soberano
Júpiter, me dijo mi guia; y hé aquí la gloria que le valió
su temeraria empresa. Se llama Efialte, demostró su audacia
cuando los gigantes llegaron á imponer hasta á los mismos
dioses; nunca mas moverá el brazo que entonces levantara.»
A mi vez contestéle: «A ser posible, quisiera ver por mis
propios ojos á ese descomunal Briareo. (1)»
Por lo que me contestó: «Verás á Anteo cerca de aquí,
el cual habla , no está encadenado, y nos conducirá hasta
el fondo de esta mansion de todo mal.
Aquel á quien tu quieres ver está mucho mas lejos: está
encadenado como ese, con la sola diferencia de que tiene
aun el rostro mucho mas repugnante y feroz.»
Nunca terremoto alguno sacudió tan fuertemente unedi
ficio ó torre, ni produjo un estremecimiento igual al que
causó Efialte al agitarse repentinamente.
Mas que nunca temí entonces la muerte; de seguro habria
gucumbido al miedo que se apoderó de mí, á no haber
visto que estaba el gigante fuertemente atado. Continuamos
nuestro camino y no tardamos mucho en llegar cerca de
Anteo que, sin contar la cabeza, salia al menos cinco aunas
del abismo.
«Oh tú que en el dichoso valle en que Escipion alcanzó
tanta gloria cuando Aníbal y los suyos volvieron la espal
da 2), fué tu presa la de mil leones (3), y que á haber to
mado parte en aquella gran guerra de tus hermanos, se
(1) AEgeon qualis, centum cui brachia dicunt
Centenas que manus, quinquagina oribus ignem,
Pectoribusque arsisse: Jovi , cum fulmina contra
Tot paribus streperet clypeis, tet stringe el enses.
\ MENED,... lib. x.)
(? En la batalla de Zama.
(3, Ferunt epulas raptos habuisse leones.
- Pr a Rs lih v.)
LA DIVINA COMEDIA 13.
cree, que habrias asegurado el triunfo de los hijos de la
tierra, (1) dinos, si quieres, en que punto el frio transió al
Cocyto.
« No me hagas dirigirá Ticio ni á Vifeo; mi compañero
puede procurar lo que aquí se desea; así que, inclínate y
no contraigas de este modo tu rostro.
«Este puede llevar aun tu fama al mundo, porque vive y
espera prolongados dias, si la gracia no lo llama á sí antes
de tiempo.»
Terminadas las palabras del maestro, tendió el gigante
la mano y tomó á mi guia en aquellos brazos que, tan fuer
temente habian estrechado á Hércules. Cuando Virgilio se
sintió cogido, me dijo: « Haz de modo que yo pueda asirte, »
lo que él hizo de manera, que no parecíamos él y yo mas
que un solo bulto. Como la Garisenda (2) que parece derri
barse del lado á que se inclina, cuando pasa una nube
sobre ella; me pareció á mi Anteo al verle inclinar; siendo
aquel momento tal para mí, que habria deseado ir por
cualquier otro camino.
Pero nos dejó suavemente en el fondo de aquel abismo
que devora á Lucifer y á Judas: por algunos instantes se
quedó inclinado, pero luego se enderezó como el mástil de
un navío.

CANTO XXXI

Primer recinto del noveno círculo, llamado de Cain , el fratrici


da.—Hay en él los que fueron traidores á sus parientes, sumer
gidos en un lago helado. — Maese Alberto Camiccion de Pazz.-Se
gundo recinto, ósea el de Antenor y de los traidores à la patria
Si fuese mi voz áspera y ronca cual debiera serlo para
(1) Coeloque pepercit.
Quod non Phlegroeis Anteum sustulitarvls. (PHARs, llb. 1y, )
(2) La Garigenda, turre inclinada de Bolonia . llamada bov Torre Mozza
viene 130 pies de altura. Hay tambien á corta distancia la de Aslnelli.
132 EL INFIERNO

cantar el antro sombrío en que descansan todos los demás


círculos, podria espresar mucho mejor mi pensamiento;
pero ya que no tengo aquel poder, solo lo haré temblando
No es esta una empresa que pueda ser considerada como
un juego, ni que deba acometer una lengua aun balbucien
te, por tratarse de describir en ella el fondo de todo el
universo. Pero que vengan en ausilio de mis versos aquellaº
mujeres (1) que ayudaron á Amfion á construir la ciudad
de Tebas, para que no sea mi canto infericr al asunto que
se propone.
Oh raza maldita sobre todas las demás, que habitas este
sitio del que solo se puede hablar con tristeza, ¿por qué no
fuísteis en el mundo simples ovejas ó zebras ?
Cuando estuvimos al fondo del pozo oscuro, debajo aun
de los piés del gigante, como mirase yo los altos muros, oí
una voz que me decia : « Mira donde sientas la planta, por
no pisar las cabezas de infelices hermanos aqui torturados.»
Volvíme desde luego, y ví en frente de mí y debajo de
mis piés un lago helado, que mas bien parecia un cristal
que agua.
Ni el Danubio en Austria, ni el Tanais bajo un cielo frio,
han tenido nunca en todo su curso una capa de hielo tan
espesa como aquella, sobre la que aunque cayesen el Ta
beruick ó Pietra Piana no alterarian su superficie en lo mas
mínimo. (2)
Y, así como al vocear la rana, tiene la cabeza fuera del
agua, en la estacion que el aldeano empieza á espigar,
estaban las lívidas sombras sumergidas en el hielo hasta
aquella parte del rostro en que se pinta el rubor, haciendo
castañear sus dientes, como si fuesen picos de cigüeña.
Tenia cada cual el rostro vuelto hácia abajo, manifestan
do su boca el fric que les transia los miembros todos, y sus

(1) Las Musas.


(2) Tabernick monte de Eslavonia; Pietra-Piana, monte de Toscana, sie
t) á corta distancia de Luca.
LA DIVINA COMEDIA 133

ojos la tristeza de su corazon. Despues de haber fijado la


vista en torno mio, miré en el fondo, y ví dos sombras tan
estrechamente unidas, que se confundia el pelo de sus dos
cabezas.
« Decidme, esclamé, decidme quienes sois, vosotros que
de tal modo estais enlazados.» Levantaron la frente y lue
go de haber fijado en mí sus miradas, las lágrimas que les
llenaban antes los ojos fueron condensadas por el frio en
sus pestañas.
Jamás laña alguna estrechó mas fuertemente entre sí dos
pedazos de madera, de lo que se apretaron aquellos dos
condenados, entrechocando como dos carneros, tanta era
la rábia que les dominaba.
Entonces una sombra, á la que el frio habia hecho perder
sus dos orejas, me dijo inclinando la cabeza: «¿Por qué
nos miras tan detenidamente?
Si quieres saber quienes son esos dos, te diré que el va
lle que recorre el Bizenzio fué la patria de su padre Alberto
y la suya. (1) Ambos salieron de las mismas entrañas; y
aunquer ecorras todo el círculo de Cain, no encontrarás otra
sombra mas digna de estar sumergida en el hielo, (2)
Ni aun aquel á quien de un golpe abrió el pecho la ma
no de Arturo (3) ni Foccacia, (4) ni aquel que me impide
con su cabeza ver mas lejos, y que se llamó Sassolo Mas
cheroni. (5) Si eres toscano, bien debes conocerle ahora; y
para que no me asedies con otras preguntas, sabe que soy

(1) El Bizenzio recorre el valle de Falterona, entre Luco y Florencio. Ale


andro y Napoleon se dieron muerte en él, despues de haber sucumbido su
padre Alberto de Alberti.
(2) Ll círculo de Cain, donde hay los traidores á sus parientes.
(3) Emboscado Mordrec para dar muerte á su padre Arturo, recibió de este
una lanzada que le pasó de parte á parte.
(4) Foccacia Cancellieri, de Pistoya, cortó una mano á su primo, y dió
luego muerte á su tio.
(5) Sassolo Mascheroai, de Florencia, mató igualmente á su tio, y otros
dicen á su sobrino.
134 EE. INFIERNO

Camiccione de Pazzi, y que aguardo á Carlino, L. ausgº


servirá de escusa. (1)
Luego ví otros mil rostros amoratados por el frio, lo que
me causó un estremecimiento tal, que tendré siempre ante
mis ojos aquellos estanques helados. Mientras íbamos avan
zando hácia el centro, á que tiende todo peso, temblaba
yo de espanto en la eterna oscuridad; y no sé si el deseo,
el destino ó el azar, hizo, mientras andaba entre tantas
cabezas, que pisase una fuertemente en el rostro.
El alma desde luego me gritó llorando; ¿Por qué me,
pisas? Si no vienes á aumentar aun la venganza de "Mon
ta-perto, ¿por qué me atormentas de este modo?»
Entonces yo dije: « Maestro, aguárdame hasta aclarar
una duda que tengo acerca de esta sombra, y luego seré
tan veloz como quieras.»
Se paró el guia, y dije yo entonces al que continuaba
aun blasfemando: «¿Quién eres, tú, que asi estás mal
tratando á los demás?
—Pero, dime antes tú ¿quién eres, tú que vas por el
círculo de Antenor (2) hiriendo á los demás en el rostro,
causándoles un dolor tan vivo como podrias causarles aun
siendo vivo?
—Soy viviente, repliqué, y tal vez te sea grato, si no te
es indiferente la fama, que coloque tu nombre al lado de,
los demás quo he logrado reunir. »
A lo que repuso: «Deseo todo lo contrario, apártate de
aquí, y no me importunes por mas tiempo; puesto que mal
puedes halagarnos en estas ondas de hielo.»
Entonces lo cogí de la nuca y le dije: «Tendrás que de

(1) Camiccione de Pazzi asesinó á su pariente Ubertino-Carlino de Pazzi


de Arles, partidarios de los blancos ó gibelinos, y entregó por una suma á
los negros ó güelfos el castillo de Piano di Trevigne, situado en el valle de
Arno.
(2) El círculo de Antenor, en el que están los que fueron traidores á su
paria.—Antenor vendió Troya ocultando á Ulises en su palacio. .
LA DIVINA COMEDIA 135
ººr xº u nombre, si no quieres quedarte sin un solo ca
bello. »
* Pero él me contestó: «Aunque me arranques los cabellos
mite diré, ni siquiera te indicaré quien soy, por mas que
te arrojases mil veces sobre mi cabeza.»
Enroscados tenia sus cabellos en mi mano, habiéndole
arrancado ya mas de un puñado de ellos, mientras estaba
él ahullando con los ojos descarriados, cuando gritó otra
fombra: «Bocca, ¿qué es lo que tienes? ¿No te basta con
rechinar los dientes, que tengas aun de ahullar de este
modo ? ¿Cuál es el demonio que así te atormenta?
— Ahora ya no quiero que hables, le dije, traidor mar
dito; para tu eterno baldon, daré de tí noticias ciertas. (1)
— Vete, me contestó, y refiere todo cuanto quieras; pero
si sales de aquí, no olvides al que tuvo tan lista la lengua.
Aquí está llorando el dinero que recibió de los franceses.
He visto, podrás decir á Buoso Duera, allí donde los peca
dores están en el hielo
Si te preguntan el nombre de los demás que habia, á tu
lado está Becheria, que fué decapitado en Florencia. Creo
que tambien hay algo mas lejos Gianni del Soldaniero, Ga
nellone y Tebadello que abrió las puertas de Faenza mien
tras dormian sus defensores. (2)»
Estábamos ya bastante lejos de aquel, cuando vimos á
otras dos sombras heladas tambien en el mismo foso, dé
modo que la cabeza del uno servia de capirote al otro.
al Y, como el hambriento en el pan, clavó el que estaba
debajo en el otro sus dientes, allí donde el cérebro se une
á la nuca. No majó Tideo con mas saña las sienes de Mene.
lippo, que lo hizo aquel con el cráneo de su víctima.
« Oh tú que demuestras, por medio de tan terrible prue

(1) En la batalla de Monte-Aperto, el güelfo Rocca, seducido por los gi


belinos, cortó traidoramente la mano á Jacobo Pazzi, que llevaba la bandera
de su partido. Espantados los güelfos al caer su bandera se dispersaron en
el mayor desórden y perdieron la batalla. A
(2) Todos ellos traidores á su partia.
136 EL INFIERNO

ba, el ódio contra el que estás devorando, dime la c: " "º


que te induce á ello; porque conviene, si la razon te asis
te, sepa yo su crímen y quienes sois vosotros, para poder
vengarte allá arriba en el mundo, á menos que se seque
antes la lengua que te está ahora hablando. »

CANTO XXXIII

Ugolin y el arzobispo Rogerio. — IIistoria del coude Ugolin. - Ter


cer recinto, ó el de Ptolomeo y de los traidores para con sus
huéspedes — El hermano Alberico.

Aquel pecador apartó la boca de su horrenda comida, y


enjugándola en los mismos cabellos de la cabeza que aca
baba de roer, me habló de esta manera: «Quieres que re
nueve un dolor acerbo y terrible que me oprime el corazon
con solo pensar en él antes de que hable.
« Pero si mis palabras pueden ser una semilla de infamia
para el traidor que devoro, me verás á la vez gemir y ha
blar.
« No sé quien eres ni como has llegado aquí abajo; pero
conozco en tu acento que eres verdaderamente florentino,
Debes saber ante todo que yo soy el conde Ugolin, y este
el arzobispo Ruggieri. (1) Luego te diré porque soy para él
tan terrible vecino.
«Inútil me parece advertirte que, á causa de su perfidia,
yo que me fiaba de él, fuí preso y condenado á muerte. Lo
(1) Ugolin, descendiente de los condes de la Gherardesca, era en 1288 go
bernador de Pisa. Celoso de su autorilad, el arzobispo Ruggieri, esparció la
voz de que era traidor, y apoyado por los Gualandí, los Sismondi y los
Lanfranchi, se dirigió al palacio del conde Ugolin, y le redujo á prision,
unto con sus dos hijos y sus dos nietos, encerrándolos en la torre de la pla
sa Degli Anciani. Las llaves de la cárcel, que, á causa del suplicio de Ugolin
ecibió el nombre de Torre del Hambre, fueron arrojadas al Arno.
(VID.VILLANl, lib vil. cap. cxx. y cxxV11.)
LA DIVINA COMAR DIA 13

que no puedes haber sabido nunca es lo terrible y cruel


que fué mi muerte; pero te lo referiré y sabrás si debo
odiarle. Una pequeña abertura en la torre que, á causa de
mi suplicio, lleva el nombre de Torre del Hambre y en la
que estarán encerrados aun muchos otros, me habia anun
ciado ya por medio de su cercera la aparicion de varios dias,
cuando tuve el sueño fatal que me rasgó el velo de lo por
venir.
Ruggieri se me aparecia en él como señor y dueño, arro
jando á un lobo y sus lobeznos hácia el monte que impide
á los pisanos ver la ciudad de Luca. (1)
El conde Gualandi, acompañado de los Sismondi y los
Lanfranchi, iba delante con algunas perras flacas, pero
adiestradas y ágiles. Al poco tiempo de correr me parecio
que el lobo y sus cachorros estaban cansados, y que se des
garraban los costados con sus agudos dientes.
Cuando me desperté antes de la aurora, oí á mis hijos
que estaban conmigo, que lloraban pidiéndome pan du
rante su sueño.
Muy cruel has de ser si no te enterºmeces ya al pensar en
lo que se anunció desde entonces á mi corazon; y si no ex
cita esto tus lágrimas, ¿qué es lo que podrá excitarlas?
Estaban ya dispiertos, y se acercaba la hora en que de
bian traer el alimento, pero cada cual dudaba en virtud
de su sueño. Por mi parte, oí cerrar las puertas de la es
pantosa torre, y me limité á mirar á mis hijos sin proferir
palabra. -

El manantial de las lágrimas se iba secando en mí á me


dida que iba helando mi corazon la indiferencia; pero ellos
continuaban llorando; al ver mi pequeño Anselmo el ateri
miento de mi corazon, me dijo: «¿Qué tienes, padre mio,
para mirarnos de este modo?»
Sin embargo, ni lloré ni contesté en todo aquel dia y la
noche siguiente, hasta que se levantó otro sol en oriente.

(1) El monte de San Julian.


38 EL INFIERNO

Cuando uno de sus mas débiles rayos se introdujo en la cár


cel dolorosa, y ví en cuatro rostros el aspecto que Geilia te
ner tambien el mio, empecé desesperado á morderme ias
manos; mis hijos, que creyeron lo hacia hosvigado por el
hambre, se levantaron de repente diciéndome : «Padre, si
quereis que no sea nuestro dolor tan acerbo, cómenos á
nosotros; tú -- nos revestistes de esta miserable carne,
despójanos de ella.»
Entonces me calmé por no aumentar mas su pena; pero
en aquel dia y los siguientes permanecimos mudos. Ah
tierra cruel! ¿por qué no te abriste?
Al llegar al cuarto dia, Gaddo se arrojó á mis piés dicién
dome: «Padre mio, ¿por qué no acudes á mi ausilio ?». Y
murió allí mismo sin tener antes fuerza para levantarse;
los tres restantes murieron del quinto al sexto dia. Ciego ya,
fuíme á tientas á abrazarles, llamándolos aun á los dos
dias de haber muerto: luego el hambre pudo mas que el
dolor.»
Despues de haberme hablado de esta manera con torva
mirada, se agarró de nuevo al miserable cráneo, en el que
sus dientes, como las de un perro hambriento y furioso,
penetraban hasta los huesos.
¡Ah Pisa, baldon de las naciones del hermoso pais en
que el sí resuena, ya que tan lentos son tus vecinos en cas
tigarte, derrúmbense Capraja y Gorgona (1) formando un
dique en la embocadura del Arno, para que sepulte á tus
habitantes Si el conde Ugolin fué acusado de querer en
tregar tus castillos, no debias condenar sus hijos á semejante
suplicio, nueva Tebas, por patentizar su tierna edad la
inocencia de Uguccione, Brigata y de los otros dos que he
citado ya en mi canto.
Luego nos dirigimos al punto en que el hielo encierra
cruelmente á otras sombras que no están de pié, sino con
la cabeza vuelta hácia abajo. El llanto allí derramado im

(1) Dos islas, que hay junto á la embocadura del Arno.


LA DIVINA COMEDIA 139

pide correr nuevo llanto, y el dolor que no puede salir por


los ojos se comprime en el interior y aumenta su angustia
Porque las primeras lágrimas se congelan, y llenan co
mo un cristal debajo de los párpados toda la cavidad del ojo:
y aunque mi rostro endurecido como un callo por el frio,
uese casi insensible, me pareció notar que hacia viento.
Maestro, dije, ¿qué es lo que aqui se mueve ? ¿Por ven
tura hay algun soplo que no esté estinguido?»
A lo que me contestó: «Pronto lo sabrás; no tardarás en
ver la causa que produce ese viento.» En aquel mismo ins
tante nos gritó uno de los desgraciados que habia en aquel
témpano de hielo: «Oh almas culpables que habeis sido ar
rojadas al último círculo, arrancadme del rostro estos ve
los endurecidos para que pueda calmárseme un tanto el do
lor que me hincha el corazon, antes de que mis lágrimas
se hielen de nuevo.»
A mí vez contesté: « si quieres que te alivie, dime quien
eres y si despues no te complazco, caiga yo para siempre
en el fondo de la n cv cra. »
Entonces repuso; a Soy fray Alberico; soy el hombre
cuyo jardit produjo males frutos, y aquí recibo un datil
por un higo. (1)
— ¡Ah! le contesté luego; ¿has muerto ya? Y él á mí:
— No sé como estará mi cuerpo allá arriba en el mundo.
El Ptolomeo tiene el privilegio de alcanzar algunas veces
las almas, antes de que sean arrojadas á él por Atropos. (2)
«Y, para que de mejor grado me quites las lágrimas he
ladas de mi rostro, te diré que tan pronto como hace el
alma una traicion como yo hice, le es arrebatado su cuer
po por un demonio que le gobierna hasta llegar al término
de sus dias y el alma cae desde luego en este pozo frio. Quizá

(1) Fray Alberico que habia reñido con todos sus parientes, supuso un
lia querer reconciliarse con ellos, á cuyo fin les invitó á una gran comida,
ro luego de estar servidos los postres les hizo asesinar. Esto dió lugar
.. un proverbio italiano, que dice: « Prob0 las frutas de fray Alberic0.»
(2) El circulo de Ptºlomeo, donde ha y los traidores á la amistad.
140 EL INFIERDO

está aun en lo alto el cuerpo de la sombra que tengo detrás


aquí en el hielo.
« Debes conocerla, si has llegado poco ha : es Branca de
Oria, y eso que han transcurido muchos años desde que
está encerrada aquí. (1)»
— Creo le dije, que me engañas, porque Branca de Oria
no ha muerto todavía; puesto que come, bebe, duerme y
se viste allá arriba.
— « En el foso de Malebranche, dijo, allí donde hierve
una pez obstinada, no habia caido aun Miguel Sancho, que
ya Branca de Oria habia dejado un demonio en su cuerpo
y en el de uno de sus cómplices en la traicion. Ahora es
tiende la mano y ábreme los ojos.»
1’ero yo dejé de abrírseles, porque fué lealtad al ser con
él desleal.
¡Ah genoveses hombres enemigos de todas las virtudes
y llenos de vicios, ¿por qué aun no habeis sido arrojados
del mundo?
Con el genio del mal de la Romaña he encontrado á uno
de vosotros, que por sus actos tiene sumergida el alma en
el Cocito mientras que su cuerpo parece vivir aun en lo alto.

CANTO XXXIV

Cuarto recinto, ó sea el de Judas y de los traidores para con sis


protectores.— Lucifer está en él encadenado. — Virgilio esplica
la fundacion del Infierno. - Salen los poetas de la ciudad del
llanto y vuelven desde luego á ver brillar las estrellas.

Veacilla regis prodeuntinferni (2), y vienen hácia nosotros:


« Mira hácia delante, me dijo mi maestro, por si puede
distinguirlas.»

(1) Branca de Oria, qenovés, asesino de su padre político,


“3) Las bandºras del rey de los inici nos se avanzan.
LA DIVINA COMEDIA 141
Asi como cuando hay una espesa niebla, ó estiende la
noche su manto sobre nuestro hemisferio, se cree verá lo
lejos un molino que el viento hace mover, asi me pareció
á mí ver un edificio lejano. Entonces para guarecerme del
viento, me acurruqué detrás de mi guia, por no haber allí
ningun otro abrigo.
Lleno de espanto, y lo digo en mis versos, estaba ya en
el sitio en que las sombras, enteramente cubiertas de hielo,
parecen por la transparencia á débiles pajas entre cristales.
Las unas están echadas, las otras se conservan de pié, y
ha y algunas que están en forma de arco con la cabeza vuel
ta hácia los piés. Cuando creyó mi guia que habíamos ade
lantado lo bastante para enseñarme la criatura que tuvo
antes tan bello aspecto, se paró delante de mí, y me obli
gó á detenerme: « Hé aquí á Dité (1), me dijo; hé aquí el
punto en que debes apelar á todo tu valor.»
No me preguntes, lector, lo yerto y frio que me quedé
entonces; no quiero escribirlo, porque serian inútiles todas
las palabras. No morí, y sin embargo no vivia, piensa en lo
que hubiera sido de tí por poca imaginacion que tengas, y
comprenderás lo que era de mí en aquel instante al verme
privado de la vida y de la rmuerte.
El emperador del doloroso reino, sacó el pecho de entre
aquel mar de hielo, siendo mi talla mas proporcionada á
la de un gigante, que no lo seria la de éste respecto á la
longitud de sus brazos: juzga pues, cual debia ser el todo,
siendo proporcionado á aquella parte de su cuerpo.
Si fué tan bello como es deforme hoy dia, y si osó levan
tar los ojos contra su Creador, de él debe proceder sin duda
toda fealdad ó mancha.
Fué para mí verdaderamente asombroso, el verle tres
rostros en su cabeza (2); uno encarnado en la parte de de
lante, y los otros dos, reunidos á este, en medio de cada

(1) Dité, Lucifer.


(2) Representando á los europeos, los asiáticos y los africánes.
12 EL INFIERNO

hombro, uniéndose los tres en la parte superior de la ca,


beza.
El rostro de la derecha parecia amarillo y blanco; el de
la izquierda era del color de los que habitan el pais en que
se engolfa el Nilo. De debajo de cada una de sus dos cabe
zas salian dos grandes alas proporcionadas á tan prodigiosa
ave: sin que nuuca haya visto yo vela de buque alguno
que pueda serles comparada.
No tenian aquellas alas ninguna pluma, pareciéndose á
las del murciélago: cuendo las agitaba era tal su aleteo que
producia tres vientos distintos.
Todo el Cocito estaba helado en torno suyo; lloraban ó
la vez sus seis ojos, é inundaban sus tres barbas las lágri
mas y una baba sanguinolenta. Con los dientes de cada
boca trituraba un pecador, pareciéndose á esas máquinas
que trituran el lino, de modo que hacia á la vez tres des
graciados.
Nada eran las mordeduras que sufria el de la parte de
delante, comparadas con las heridas causadas por las garras;
ni piel siquiera tenia ya en los riñones.
«Aquella alma que mas sufre allá arriba, dijo el maestro,
es la de Judas Iscariote, que agita su cabeza en el interior
de la boca y sus piernas en el exterior.
De los dos que tienen la cabeza vuelta hácia abajo, el que
pende de la boca negra es Bruto: mira como crispa sus
miembros, sin proferir ni una palabra; el otro que parece
tan furnido es Casio: pero tenemos la noche encima y de
bemos partir, ya que io hemos visto todo.» (1)
Segun su deseo, me agarré á su cuello; por su parte, él
aprovechó la ocasion y el punto favorable, cuando hubo
tendido lo bastante sus alas, se aferró á las velludas costi.

(1) Bruo y L. Casio están en el circulo de Judas e decida estº es, en el


rentre dei lnierno, como regicidas y traldotes. Recuérdese que Dane erº
partidario de los emperadores.
y LA DIVINA coMEpIA 143
llas de Lucifer, y descendió de pelo en pelo hasta entre e
espeso tuson y los carámbanos.
Cuando hubimos llegado á la parte superior del muslo
mi guia con gran angustia y fatiga, volvió la cabeza hácia
donde tenia los piés, y se agarró del pelo como un hombre
que sube, de modo que creí volvíamos al infierno.
« Cójete bien, puesto que solo por semejante escalera,
dijo el maestro jadeando como hombre cansado, puede sa
lirse de esta mansion del mal.»
Pasó luego por la hendedura de una peña, y me dejó en
su borde para que me sentára, despues de colocar con pru
dencia su pié cerca de mí.
Levanté los ojos y creí verá Lucifer como le habia deja
do, y le ví teniendo las piernas levantadas. Si debí ó no
turbarme, díganlo los turcos humanos, que no han visto
el punto por donde pasé.
« Levántate, me dijo el maestro, porque el camino es
largo y malo, y el sol se acerca ya á la hora octava del
dia. »
No daba á ningun palacio el camino en que estábamos,
y sí tan solo á una verdadera caverna donde era el piso as
pero y la luz dudosa.
«Maestro, dije al estar de pié, antes de separarme de
este abismo, háblame un poco para aclarar mis dudas.
¿Dónde está la nevera, y por qué está Lucifer hundido en
ella boca arriba, y, cómo en tan pocas horas ha hecho el
sol su carrera ?»
Por lo que me contestó: «Tú crees encontrarte aun en
el confin del círculo en que yo me agarré del pelo de aquel
miserable gusano que atraviesa el mundo, y solo has estado
en él mientras yo descendia; pero al volverme, pasaste ya
al punto hácia el cual de todas partes tiende todo peso. (1)
Estás en el hemisferio inmediato y opuesto al que cubre
el gran desierto y bajo cuya bóveda pareció el hombre que

(1) Dante adivinó las leyes de la gravitacion.


1 4 EL INFIERNO

nació y vivió sin pecado. (1) Estás pisando la pequeña esfe


ra que es antípoda de la Judea.
Aquí es de dia cuando es allá de noche, y aquel que con
su pelo nos sirvió de escala, está aun clavado como lo es
taba antes. Cayó del cielo por esta parte, y la tierra que
habia antes aquí, espantada se hizo del mar un velo, y se
'dirigió hácia nuestro hemisferio, y quizá para huir de Lu
cifer, aquella parte que como vés, está amontonada allí
abajo, dejó aquí este vacío. (2)
Hay allí un sitio, alejado de Belcebú por toda la exten
sion de su tumba, que no puede ver, y si tan solo oir el
rumor de un arroyo que desciende á él por el hueco que se
abrió en la peña, en su curso sinuoso y suavemente incli
nado.»
Miguia y yo entramos en aquel camino cubierto para
volver al mundo de la luz; y sin hacer ningun alto, subi
mos, ni guia el primero, y yo en pos de él, hasta que ví
por una abertura circular las bellezas que contiene el cielo;
y por fin salimos para volver á ver las estrellas. (3)

(1) Jesucristo. -

.2 Indica la montaña del Purgatorio. -

(3) Quiso Dante que cada uno de los tres cantos terminase con la palabra
estrellas (stelle. ) — El canto del infierno tiene 720 versos.

fíN DEL N3 ERNO.


EL PURGATORIo

CANTO J.

Despues de una invocacion á las Musas, cuenta el divino poeta qu


encontrándose al romper la aurora en una isla con su guia , hall
Caton de Utica. — En virtud del permiso que recibió para subi
al Purgatorio, se dirigió con Virgilio hácia el mar. — Insiguiend
allí Virgilio el consejo de Caton, lavó el rostro á Dante , y l
puso un cinto de junco.

Preciso es que el esquife de mi génio ize sus velas para


recorrer mejores aguas, y dejar tras de sí un mar tan cruel.
Solo así podré cantar aquel segundo reino, en el que el es
píritu humano se purifica y se hace digno de subir al cielo.
C, si atas Musas! ya que soy vuestro, y que aquí se le.
vanta Callíope (1), haced tambien que la poesía muerta se
eleve; y que acompañe mi canto aquella voz que inmutó á
las miserables Urracas hasta el punto de hacerlas desesperar
del perdon. (2) -

El grato color del záfiro oriental que se unia á la sereni


dad del aire puro hasta aquel primer círculo (3), hizo re
nacer la alegría en mis ojos tan pronto como salí de la at
mósfera mortal que me habia entristecido las miradas y el
COTaZO n.

El hermoso planeta que aconseja amar (4) hacia sonreir

(1) Vos, ó Callíope, precor, aspirate conenti (VIRGIIIo.)


(2) Las hijas de Piero , rey de Pella en Macedonia, que habiendo desafia
d0 á las Musas, fueron veneidas y trasformadas en Urracas, (OVID. V. Mel.}
(3) El cielo de la luna, segun el sistema de Ptolomeº
(á) El planeta de Venus.
1y
146 EL º URGAT0RI0

todo el oriente, borrando el signo de Piscis que seguia en


pos de él. Volvíme hácia la derecha, dirigí mi espíritu há
cia el otro polo, y ví cuatro estrellas (1) que solo han sido
vistas por los primeros hombres.
El cielo parecia complacerse en su resplandor. ¡Oh sep
tentrion, que en tu viudez te ves privado de contemplar
semejantes estrellas! Desvanecida para mí aquella contem
placion, volvíme un tanto hácia el punto del otro polo en
que el carro acababa de desaparecer (2), y ví junto á mí un
anciano solo y digno por su exterior de todo el respeto que
puede inspirar un padre á su hijo. (3)
Llevaba una larga barba entrecana como su cabello, y de
la que un doble mechon le llegaba hasta el pecho. Los rayos
de las cuatro luces santas daban tal resplandor á su rostro,
que podia contemplarlo como si le hubiese inundado el solº
«¿Quién sois vos, que, yendo contra la corriente ciega,
habeis huido de la cárcel eterna, dijo el anciano agitando
su barba venerable ?
«¿Quién os ha guiado, ó cual ha sido vuestra antorcha
para salir de la noche profunda que hace sea contínuamente
negro el infernal valle?
«¿Puede faltarse así á las leyes del abismo? ¿ó se habrá
dado quizás en el cielo un nuevo decreto, por el cual, vo
sotros los condenados, podais venir de este modo á mis gru
tas?»
Indicóme entonces mi guia con sus palabras, sus señas y
sus miradas, que debia mostrarme respetuoso, hincar la ro
dilla é inclinar la vista.
Luego él contestó: «No he venido por mi voluntad; y si
porque una mujer bajada del cielo (4), me ha suplicadº

(1) Las cuatro virtudes cardinales, segun Lombardi, esto es, 1 a l. Aden
cia, la Justicia, la Fortaleza y la Templanza.
(2) El carro de la grande Osa.
(3) Ca de Utica. — Dante imita á Virgilio en el libro v111 de la Eneida,
Secret0s que pios; his dan tem jura Catonem.
(*) Beatriz; Infierno canto I.
LA DIVINA COMn JIA 147
ayudára a éste acompañándole. Pero, ya que es tu deseo te
espliquemos cual es nuestra verdadera condicion, te diré
que consiste la mia en no negar cosa alguna.
Este no ha alcanzado aun su último dia, pero se vió tan
cerca de él por su locura, que solo debia ya trascurrir para
él muy poco tiempo. Entonces, como he dicho ya, fuí en
viado á su encuentro para salvarle, y no habia otro camino
que el que he seguido.
Le he enseñado toda la raza condenada; y quiero ahora
hacerle ver los espíritus que se purifican bajo tus órdenes.
Decirte como le he conducido hasta aquí seria harto prolijo:
de lo alto viene la luz que me ayuda á guiarle aquí para
verte y oirte.
Dígnate, pues, acoger benigno su llegada; va en busca de
la libertad que es tan querida, como lo sabe el que por ella
desprecia la vida. Tú lo sabes, tú que por ella no hallaste
la muerte amarga y dura, y que dejaste en Utica el despojo,
que tan brillante aparecerá en el gran dia.
Los decretos eternos no pueden ser revocados por noso
tros. Este es viviente, y Minos no me detiene; yo soy del
círculo en que hay los castos ojos de tu Márcia, que, pare
ce aun suplicarte, corazon santo, que la tengas por compa
ñera y por tuya. Accede por su amor á nuestra súplica, déja
nos recorrer tus siete reinos; y yo mismo le daré las gracias,
caso de que permitas se pronuncie tu nombre allí abajo.»
«Márcia agradó tanto á mis ojos, mientras estuve en la
tierra, contestó él entonces, que obtuvo de mí cuantas gra
cias quiso; ahora que habita allende el rio culpable, no
puede ya conmoverme, á causa de la ley que fué hecha
cuando salí del Limbo. (1)
Pero, si como dices, una mujer del cielo te anima y te
dirige, no tienes que apelar á esos dulces halagos: te basta
con imolorarla en mi presencia.

(1) A la venida de Jesucristo Infcrno cante uv.


1 48 EL PURGATORIO

Vé, pues, cíñele un junco lexible y liso (1), y lávale el


rostro para borrar en él toda mancha; porque no conviene
se presente con la vista empañada ante el primer ministro
que vas á ver y que es de los del paraiso.
Esta pequeña isla allí abajo, allí al fondo, en aquel sitio que
combaten las olas, produce juncos en su tierra blanda y li
mosa. Ninguna planta con hojas ó que se endurezca puede
aquí tener vida, por serle imposible doblarse á los ataques
de las aguas.
Luego no volvais por este lado. El sol que se levanta os
enseñará á subir la montaña por una pendiente mas suave.»
Desapareció entonces; y yo me levanté sin hablar, y me
coloqué cerca del guia, en el que fijé la vista. Hablóme él
de este modo:
« Hijo mio, sigue mis pasos y volvamos atrás; ya que esta
llanura va por allí bajando hasta sus últimos límites.»
El alba empujaba á la hora de la mañana que iba huyen
do ante ella, y noté desde lejos la ondulacion del mar. Iba
mos por la desierta llanura, como hombres que buscan el
camino que acaban de perder, creyendo andar en vano hasta
haberle encontrado.
Cuando estuvimos en un sitio donde el rocío combate el
ardor del sol, y en el que protegido por la sombra no pue
de evaporarse mucho, puso mi maestro suavemente sus dos
manos abiertas sobre la fresca yerba; y yo, notando su de
signio, le presenté mis mejillas bañadas de lágrimas; y en
las que por su mediacion reapareció el color de que las pri
vó el infierno.
Luego llegamos á la desierta playa que nunca vió nave
gar por sus aguas á hombre capaz de volverá la tierra. Allí
me hizo un cinto, conforme nos habia sido prevenido, y,
¡oh maravilla apenas arrancaba una de aquellas humildes
plantas, se veia de repente brotar otra igual en el mismo
sitio del que acababa de arrancarla! (2)
(1) Emblema de la paciencia, la sencillez y la humildad,
(3) Primo avulso non deficit alter. (VIRGIL. l. v.)
LA DIVINA COMEDIA 14S

CANTO II.

Al salir el sol estaban aun los dos poetas en la orilla, desde la que
vieron deslizarse por el mar una barquilla llena de almas, que un
Angel conducia hácia el Purgatorio. — Entre aquellas almas,
reconoció Dante á su amigo Casella, célebre músico. Casella se
distrae y canta, y Dante á su vez distraido le escucha cantando.
- Cólera de Caton, quien les reprende porque con tanta lentitud
se dirigen al sitio de la purificacion.

Ya el so" habia llegado al horizonte envo meridiano im


pone á Jerusalen su punto mas elevado: y la noche, que
describe su círculo en el lado opuesto (1) , salia del Ganges
teniendo la balanza, que deja caer de sus manos al triunfar
del dia.
Así que, allí á donde aparecia el sol, se convertian les
blancas y rosadas mejillas de la hermosa Aurora, por harto
crecida, en color de naranja. Estábamos aun nosotros á ori
llas del mar, como los viajeros que piensan en su camino,
y cuyo espíritu anda, mientras su cuerpo se queda.
Pero como Marte antes de romper el dia, atraviesa los
densos vapores y va á enrojecer el Poniente sobre el mar;
así se me apareció un resplandor (ojalá pueda volverle á
ver!) que con tal rapidez se acercaba por la parte del mar,
que ninguna ave habria podido igualar e en su vuelo.
Y como yo apartase de él los ojos para preguntar á mi
guia, volví á verle á poco mas grande y luminoso. Luego
me pareció descubrir en cada lado algo blanco de donde sa
lia paulatinamente otro objeto blanco como el anterior.
Mi maestro nada dijo hasta que las primeras formas blan
cas desplegaron sus alas. Entonces conociendo el barquero,
esclamó: «¡Dóblense desde luego tus rodillas! Hé aquí el

(1) Al lado opuesto del signo de Aries, en que se encontraba Daute, codº
dice en el canto l del Infierno, v.38. - t"»

--- ----"-º-º-A ---, cº--- RN -----s -- -----º *- --


150 EL PURGATORIO

ángel de Dios, junta las manos Ya verás en lo sucesivo


iguales ministros.
Mira como prescinde de los medios humanos; pues no
quiere remos ni mas velas que sus alas para atravesar estas
orillas tan distantes de los vivientes. Mira como las tiene
levantadas al cielo, y como azota el aire con sus plumas
eternas que no son mutables como la cabellera de los mor
tales. » -

Cuanto mas se iba acercando el ave divina, mas brillante


parecia, de modo que era imposible á los ojos resistir de
cerca su esplendor; así que, víme obligado á bajarlos,
mientras se iba acercando á la orilla con su barquichuelo
tan frágil y ligero, que apenas surcaba el agua.
Habia en la popa el celeste nauclero, cuya beatitud se
veia impresa en sus facciones, y mas de cien espíritus sen
tados en la barquilla, que cantaban á coro in eacitu Israel
de AEgypto, con un recogimiento digno de aquel gran salmo.
Habiendo hecho el ángel la señal de la santa cruz, sal
taron todos á la playa, y él se volvió con la misma rapidez
que habia venido.
La cohorte allí dejada por el ángel parecia estrangera en
aquel sitio , y así es que miraba en torno suyo como el que
examina cosas nunca vistas.
El sol irradiaba en todos los puntos, habiendo arrojado
ya con sus inevitables dardos al Capricornio del centro del
cielo, cuando la nueva cohorte levantó hácia nosotros la
frente diciéndonos:
«Si lo sabeis, indicadnos el camino que conduce al monte. »
A lo que contestó Virgilio: « Quizás creeis que conoce
mos este sitio, pero, como vosotros, somos estranjeros,
hemos llegado aquí pocos momentos antes que vosotros;
pero por un camino tan áspero y duro, que será para noso
tros el subir la montaña un mero pasa tiempo.»
Las almas, que en mi respiracion notaron ser yo aun vi
viente, palidecieron de asombro; y, así como en torno del
mensajero que lleva la rama de olivo, se agrupa la multi

-
-
--
- - - -
LA DIVINA COMEDIA 15

tud para oir las noticias, sin que nadie tema verse empuja
do, así se suspendieron en torno mio aquellas almas dicho
sas, olvidándose de ir á embellecerse.
Ví á una de ellas adelantarse con tanto afecto para abra
zarme, que me obligó á imitarla; pero, ¡oh vanas sombras
escepto para la vista. Por tres veces intenté circuirla con
mis brazos, y por otras tantas solo estos llegaron á mi pe
cho. (1) -

De seguro debió pintarse el asombro en mi rostro, puesto


que la sombra se retiró sonriendo, mientras que yo conti
nuaba adelantándome hácia ella.
Cálmate, me dijo al fin dulcemente; y cºmo entonces la
conociese, le supliqué se detuviera para hablarme. Contes
tóme ella: «Así como te amé con mi cuerpo mortal, te amo
ahora, libre de mi cuerpo; aquí me quedo. Pero tú, ¿á qué
has venido aquí?
« Casella mio (2), hago este viaje para regresar al mun
do de los vivos, á que aun pertenezco. Pero, ¿cómo es que
á tí te ha sido por tanto tiempo negado este sitio tan dulce
v terrible ?»
Y él á mí: «No es por culpa de aquel que nos pasa cuanco
y como le place, por mas que varias veces se haya negado á
hacerlo; porque hay una voluntad justa á la que debe su
jetar la suya. En verdad ha recogido de tres meses á esta
parte á todos los que han querido entrar con la paz divi
na. (3)
Como yo me encontraba á orillas del mar en que el agua
del Tiber se vuelve salada, me recibió con benevolencia
cerca de aquella embocadura en que él levanta sus alas,

(1) Ter conatus eram collo dare bracchia circum,


Ter frustra comprensa manus effugit imago,
Parlevibus ventis volucrique simillima somno. (V RGIL., l. v.)
(2) « Era un gran músico de Florencia, muy amigo de Dante, con el que
iba á distraerse , al estar cansado del estudio. » (GRANGl ER.)
(3, Esto es, todos los que aprovecharon de las indulgencias del jubileo
empezado en el mes de diciembre de 1360, pcr Bonifacio VIII. s

- -- - sº, - - -

-------- -------> N-º-- - V.-


152 EL PURGATORIO

por reunirse allí siempre los que no descienden hácia e


Aqueronte.» (1)
A mi vez le dije: «Si una nueva ley no te priva de la
memoria ó del uso de los cantos de amor que tanto calma
ban mis penas, consuela un poco mi alma que, al venir
aquí con su cuerpo, se ha llenado de terror y espanto.
Empezó entonces á cantar con tanta dulzura: Amor que
habla á mi mente (2), que su grata voz vibra aun en el fondo
de mi alma.
Mi maestro y yo y las sombras que rodeaban al cantor,
parecíamos estar tan contentos, como si no hubiese debido
ocuparnos ninguna otra idea; así es, que, andábamos sus
pensos y atentos á su canto, cuando hé aquí que esclamó el
noble anciano: «¿Qué es esto, sombras perezosas? ¿Qué
descuido es ese ? ¿Por qué así os retardais? Corred al mon
te para despojaros de la corteza que impide á Dios penetrar
hasta vosotros !»
Cual palomas reunidas que pican el trigo ó la zizaña sin
hacer oir su acostumbrado arrullo, y que de repente le
vantan el vuelo por dominarlas algun temor, tales desapa
recieron las almas nuevamente llegadas para dirigirse hácia
la costa, como el hombre que sigue un camino sin saber á
donde le ha de conducir. -

Tampoco fué menos rápida nuestra fuga.

CANTO III.

Dispónense los dos poetas á subir el monte del Purgatorio, —


Pronto se convencen de lo áspero y penoso de su senda. — Al
mas de los Excomulgados que oeben aguardar cierto tiempo antes
de poder dirigirse al sitio expiatorio. — Hay entre aquellas al
mas la de Manfredo, rey de la Pulla y de Sicilia.

Mientras que aquella repentina fuga dispersaba por la


1) El puerto de Ostia, cerca de Roma.
3) Cancion de Dante.

---- y --- - ----cr - - .


LA DIVINA COMEDIA 153
campiña á aquellas almas que se volvian hácía el monte á
que la razon nos atrae (1), yo me acerqué á mi fiel compa
ñero; ¿cómo habria podido sin él hacer mi viaje? ¿quién
me hubiera sostenudo hasta la cumbre del monte ?
Me parecia sentir por él vivos remordimientos. ¡Oh con
ciencia digna y pura ! ¡Como es para tí cruel mordedura la
mas leve falta -

Cuando dejaron al fin sus piés aquella veloz carrera que


quita á toda accion su nobleza, mi mente, hasta entonces
preocupada, se fijó en el punto á que aspiraba, y dirigí la
vista hácía aquel monte que se eleva hasta el mas alto cielo.
El sol, que tras de mí brillaba rojo, quedaba intercep
tado delante de mi, por ser mi cuerpo un obstáculo para
sus rayos. Volví la cabeza temiendo ser abandonado, y ví
que solo delante de mí estaba oscura la tierra.
Mi sostén entonces me dijo: «¿Por qué esa desconfianza,
y por qué volverte de este modo?¿Crees que ya no estoy á
tu lado?¿Crees que he dejado de ser ya tu guia?
«Ya Vesper se encuentra allí donde está sepultado e,
cuerpo en que formé una sombra. Nápoles lo posee por ha
bérselo quitado á Brindis. (2) Si ninguna sombra se pro
yecta ahora delante de mí no te admire mas que el espectá
culo de los cielos, porque no ha y rayo que proyecte sombra
sobre otro rayo.
« La virtud divina hace que nuestros cuerpos, parecidos
á los vuestros, sufran tambien los tormentos, y el calor y
el frio; pero no ha querido descubrirnos como y porque lo
una hecho
« lnsensato es el que espera que nuestra razon podrá pe
netrar el misterio infinito que tiene una sola sustancia en

(1) La montaña del Purgatorio.


(2) Brindis, donde murió Virgilio.
Mantua me genuit, Calabri rapuere, tene nunc
Parthenope. . . . (VIRG , )

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154 EU. PURGATORIO

tres personas. Raza humana, conténtate con el guia. (1) Si


hubieses podido verlo todo, no hubiera sido necesario el
parto de María.
«Muchos han querido en vano ver satisfecho el deseo que
les ha sido impuesto eternamente como suplicio; hablo de
Aristóteles, Platon y muchos otros.»
Llegamos por fin al pié del monte, donde hallamos tan
escarpadas rocas, que inútiles nos habrian sido las piernas
mas ágiles. El camino que hay mas áspero y desierto entre
Lerici y Turbia (2), es con respecto á aquel, una escalera
ancha y fácil.
«¿Quién sabe ahora por donde desciende el sendero,
dijo mi maestro parándose, á fin de que pueda subir el que
carece de alas?»
Y mientras él tenia la vista inclinada y estaba pensando
en el camino, fijé yo la vista en lo alto de las rocas, y víá
mano izquierda una multitud de almas que se dirigian há
cia nosotros, sin moverse al parecer, tan lenta era su
umarcha.
« Levanta los ojos, dije á mi maestro, y verás hácia este
lado á algunos que nos aconsejarán, º si es que no puedas
aconsejarte contigo mismo.»
Miróme entonces, y en tono mas tranquilo me dijo: « Vá
monos hácia ellas, ya que vienen tan lentamente; y, aní
mate, hijo querido, mejor esperanza.»
Despues de haber dado unos mil pasos, mediaria aun
entre nosotros una distancia igual á la que haria recorrer un
buen hondero á la piedra que arrojára, cuando se reunie
ron todas ellas contra las duras rocas de la escarpada orilla;
permaneciendo inmóviles y apretadas entre sí, como el que
dudando del camino que debe seguir, mira y se detiene.
«Vosotros que tuvisteis un buen fin, espíritus escogidos,

(1) Con el porque. Como Dante en su texto italiano, conservamos en nues


tro idioma todas aquellas fórmulas latinas de escuela.
(2) Dos villas que hay en el Estado de Génova.

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LA DIVINA COMEDIA 155
esclamó Virgilio, decidnos por esa dulce paz que creo tan
to ansiais, cual es el camino que debe conducirnos á la
cumbre del monte, porque es el tiempo tanto mas precioso,
cuanto mayor es el precio que se fija en él.»
Cual las abejas que al salir de su cedilla, inclinan su vista
y su hocico, haciendo todas lo que la primera, sin saber en
u sencilla calma porque obran de aquel modo; ví yo mo
verse y venir hácia nosotros la primera alma de aquella
legion dichosa, con el pudor en la frente y la modestia en
todos sus movimientos.
Cuando vieron que á mi derecha proyectaba la luz mi
sombra en la gruta, paráronse y retrocedieron algunos pa
sos; haciendo otro tanto las que seguian detrás, sin saber
porque.
«Sin aguardar vuestra pregunta, os confieso ser un cuer
po humano el que teneis á la vista; y hé aquí porque veis
la luz del sol proyectada en la tierra. No os admireis, antes
bien creed que es un poder celestial el que le induce á sal
var esta valla. » -

Despues de haber hablado así el maestro, dijo aquella


noble cohorte: «Pues bien, retroceded é id delante de nos
otras, » y todas nos despedian con la mano.
Entonces una de aquellas sombras me habló de esta ma
nera: «Cualquiera que seas, tú, que vas de este modo,
vuelve hácia mí la vista, y procura recordar si me has visto
alguna vez allí abajo. »
Volvíme hácia ella y la miré fijamente: era rubia y de
hermoso aspecto, por mas que una herida dividiese en dos
una de sus cejas.
Cuando le contesté humildemente no haberle visto nun
ca, me dijo: « ¡Mira, pues !», y me enseñó una herida
en la parte superior del pecho; luego repuso sonriendo:
« Soy Manfredo (1), nieto de la emperatriz Constancia; así,

(1) Manfredo, rey de la Pulla y de Sicilia,

- - .------- - ---- - s- , , -r º A-- *--, -- ss ---


156 EL PURGATORIO

pues, te suplico que cuando vuelvas á la tierra, vayas á


visitar á migraciosa hija, aquella madre del honor de Si
cilia y de Aragon, y le digas la verdad, caso de que se su
ponga lo contrario.
Despues de haber recibido mi cuerpo dos golpes morta
les, (1) me entregué llorando al que voluntariamente per
dona. Horribles fueron mis pecados; pero la infinita bondad
de Dios tiene tan largos los brazos, que alcanza siempre á
todos cuantos le imploran.
«Si el pastor de Cosenza, que fué enviado por Clemente
en busca de mis huesos (2) hubiese sabido ver en Dios la
faz de su misericordia, mis restos estarian aun en el pmen
te de cerca de Benevento, bajo la guarda de n esa das losas.»
Ahora están espuestos á la lluvia y e los agita
fuera del reino, casi junto al Verde en que se les arrojó
bajo la maldicion de las antorchas apagadas. Pero su mal
dicion no destierra al amor divino hasta el punto de que no
pueda volver, mientras es la esperanza verde y puede dar
su flor.
Es muy cierto que el que muere contumaz para con la
santa Iglesia, debe, por mas que al fin se arrepienta, estar
fuera de aquella orilla, treinta veces mas tiempo del en que
estuvo en su obstinacion, á menos que abrevien este plazo
tiernos sufragios.
Dígnate pues, si quieres complacerme, revelar á mi bue
na Constancia (3) el modo en que me has visto, y cual es
el entredicho que me detiene; porque aqui se adelanta mu
cho con las preces de allí abajo.

(l En la balalla de Cepperano contra Cárlos de Anjou.


: El obisoo ue Cosenza, en Calabria. enviado por el papa Clemente IV,
pal a desenterrar el cuerpo de Vantredo exc nº s crímenes y sus
hereguas.
(8 su ha, que llevaba el ºasit) noir:bre de la emperatriz Coustancia, sus
biátbuela.

/ -- º - - ---- r"---A - - 2--- - ----------


LA DIVINA COMEDIA 157

CANTO IV.

Apoyado en Virgilio, recorre Dante una angosta y escarpada senda,


por la cual llega á una plataforma, rendido de fatiga. — En
ella están detenidos los Negligentes, ó aquellos que han aguar
dado la hora de la muerte oara arrepentirse. — Dante reconoce
Belacqua.

Cuando por efecto del placer ó del dolor que afecta al


guno de los sentidos del alma se recoge en aquel sentido ó
facultad, sin que al parecer atienda á ningun otro, es para
indicarnos el error de los que creen que en nosotros nace y
se desarrolla una alma bajo otra alma. (1)
Por esto cuando se oye ó se vé una cosa que absorve en
teramente al alma dirigida á ella, el tiempo pasa sin que
el hombre lo note; porque una es la facultad que escucha,
y otra la que cautiva el alma; la una está como atada, la
otra es libre. Allí pude esperimentarlo escuchando al espí
ritu y admirándole mientras me hablaba; puesto que habia
llegado el sol á los cincuenta grados sin yo notarlo, cuando
llegamos á un punto donde todas las almas nos gritaron á
la vez: « Hé aquí el objeto de vuestra demanda. »
Mas ancha es la abertura que cierra el aldeano con su
horca de zarzas al madurar la uva, que lo era el sendero por
el que mi maestro y yo subimos solos, al separarse las al
mas de nosotros.
Se llega á San Leo, se deciende á Noli , se sube con el
ausilio de los piés hasta la cumbre de Bismantua; pero alli
ya es precioso volar (2) en alas de un gran deseo , como lo
hice yo tras el que era toda mi esperanza y que iluminaba
mi camino. -

(1) Véase el canon X del octaro conciijo. « Amparet quosdam in tantum


impietatis Venisse, ut homunem duas animas habere tmpudenter dogmati
zent.» - -

(2) San Leo, ciudad del ducado de Urbiuo; Noli; puerto entre Final y Sa
VOna ; BíSmantua, nlonte de Lombardia.
158 EL PURGATORIO

Solo á duras penas y con el ausilio de mis pies y ma


nos (1) logramos subir por las quebradas puntas de las rocas,
y llegar al borde superior de la alta orilla, desde la que se
descubre mucho : « Maestro, dije entonces, ¿qué senda
seguimos?»
Y él á mí : « No dés un paso atrás; antes buen sígueme á
la cumbre del monte hasta que se nos presente una pru
dente escolta. »
Era la cumbre tan alta, que no habia vista que alcanza
se á ella, y era la costa mas recta que la línea que vá de
en medio del cuadrante al centro.
Cansado de subir, exclamé al fin: «¡Oh dulce padre mio!
vuélvete, y verás que voy á quedar solo si no te detienes.
« Hijo mio, arrástrate hasta aquí», contestó índicándome
un peñasco que por aquella parte dominaba la montaña.
De tal modo me aguijonearon sus palabras, que o dejé
de saltar tras él hasta que estuv o aquella roca cir 1, la 1 t a o
mis plantas. En ella nos asentanios ambos, vue“los hacia
el levante por el que acabábamos de subir, por complacer.
se uno siempre en mirar el camino que ha he ho.
Al principio dirigia yo la vista hácia el ordo, pero luego
la levanté hácia el sc ), y admiróme el tenerlo a la izquierda;
sin que dejasc l poeta de notar mi asombro al ver que es
taba el carro de la luz entre nosotros y el aquilon. Enton
ces me dijo:
Si Castor y Polux siguiesen á ese espejo que arroja su
luz á los puntos superior é inferior, verias al zodíaco enro
jecido rodar a un mas cerca de las Osas, á menos de no se
guir su acostumbrado curso; y si quieres comprender como
es esto posible, concéntrate y piensa que el monte Sion y
esta montaña están situados en la tierra , de modo que tie

(1) Esto demuestra lo difícil que es subir al monte del Turgatorio, pues
lo que para ello debe apelarse al ausilio de los piés que demuestran aqut ei
uen deseo, y al de 1s manos que significan las puenas y santas obras.
(GR ANu. EIt.)
LA DIVINA COMEIDIA 159
nen ambas un mismo horizonte y diferentes hemisferios.
Por esto verias necesariamente el camino que no supo recor
rer el carro de Faetonte en una ladera de esta montaña (1)
al paso que le verias tambien en la ladera opuesta del otro
monte, (2) con tal que no estuviese ofuscada tu inteligencia.»
« En verdad, maestro, le contesté, no habia visto nunca
tan claro como ahora, hasta en aquello en que mi razon no
llega. Asi es que el semicírculo del movimiento superior,
al que da cierto arte el nombre de Ecuador, y que queda
siempre entre el sol y el invierno, segun las razones que
acabas de darme, se aleja de esta montaña hácia el septen
trion, al paso que veian los hebreos á este mismo círculo
en las ardientes regiones del mediodia. Pero, quisiera saber
si tenemos aun que andar mucho, puesto que se eleva aun
esta montaña á mas de lo que puede alcanzar mi vista.
Y él á mí: «Es esta montaña de modo que cansa mucho
en su base, pero que disminuye el cansancio á medida que
uno la va subiendo, así que, cuando te parecerá suave y
será veloz tu paso en sus alturas, como el del esquife que
apenas riza allí abajo la superficie del agua, llegarás al tér
mino de este sendero. Aguarda estar allí para descansar de
tu fatiga. Nada mas te digos pues tengo todo esto por
cierto. »
Apenas acababa de pronunciar estas últimas palabras,
resonó cerca de nosotros una voz que decia «Quizás te veas
antes obligado á sentarte.»
Al sonido de aquella voz nos volvimos, viendo á mano
izquierda una gran piedra, que ni uno ni otro habíamos
notado; nos acercamos á ella, y habia allí algunas almas
tendidas á la sombra del peñasco, como hombres rendidos
por la indolencia.
Una de ellas, que me parecia cansada, y que estaba sen

(1) La montaña del Purgstorio.


2) El monte Sion.
160 EL PUIRGATORIO

tada entre las demás, abrazaba sus rodillas sobre las que
tenia oculto su rostro. (1)
«¡Oh dulce señor mio! dije yo, contempla al que se
muestra tan indolente como si fuese la pereza su hermana.»
Se volvió entonces aquella alma hácia nosotros, nos exa-.
minó mirándonos por debajo su muslo, y nos dijo : « ¡Vé
pues á lo alto, tú que eres tan valiente !»
Entonces conocí á aquel espíritu, y á pesar de la fatiga
que agitaba aun algo mi aliento, me dirigí hácia él;
cuando estuve cerca, levantó un poco la cabeza diciendo:
s ¿Has comprendido porque el sol guia su carro por el lado
de tu hombro izquierdo ?»
Su ademan indolente y sus breves palabras, hicieron aso
mar á mis labios una sonrisa casi imperceptible; y luego le
hablé de esta manera: « Belacqua, he dejado ya de compa
decerte (2); pero, dime: ¿por qué te sientas y te acurrucas
aquí de este modo ? ¿Aguardas una escolta, ó bien continuas
siendo aun esclavo de tus antiguos usos?»
Y él á su vez : « Hermanos, ¿á qué dirigirme á lo alto,
si no me permitiria llegar al sitio de las expiaciones el án
gel de Dios que está sentado junto á la puerta?
Preciso es que el cielo me detenga afuera por un número
de años igual al que pasé en la vida, por haber aplazado
hasta el fin los saludables suspiros de la penitencia; á me
nos que se eleve por mi la oracion de una alma en gracia.
¿De qué me serviria cualquiera otra prez, si tampoco seria
atendida en el cielo ?».
Y ya el poeta subia delante de mí diciendo. «Ven, pues,
ya que el sol toca al meridiano, y que va la noche á asentar
su planta en las playas de Marruecos.»

1) Abscondit piger manus suas sub ascellas suas, et laboratsi eas al 0s


-onvertit. (SALOMoN.)
2) Era un excelente tocador de cítara.
LA DIVINA COMEDIA f6

CANTO V

Llegado á la mas alta cumbre, encuentra el poeta á los que, á pe


sar de haber sido su muerte violenta, tuvieron tiempo bastante
para arrepentirse y reconciliarse con Dios. — Refiere Dante el
triste fin de algunos de ellos. — La Pia.

Habíame separado ya de aquellas sombras, y seguia las


huellas de mi guia, cuando detrás de mí, y señalándome
con el dedo, esclamó una de ellas: Mira como el rayo de
luz no brilla á la izquierda del que va detrás, y que parece
moverse como un sér viviente. »
Volví la vista al oir semejantes palabras, y ví aquellas
almas asombradas contemplándome á mí solo , solo á mí y
á la luz interceptada por mi cuerpo.
« ¿Qué es lo que asi turba tu razon, me dijo el maestro,
que de tal modo retarda tus pasos, y qué te importa todo
cuanto se murmura aquí?
Sigue trás de mí, y deja á esos que hablen cuanto quie
ran. Sé como la sólida torre, cuyas almenas nunca se der
rumban al soplo del viento; porque siempre la acumulacion
de ideas alejan al hombre de su objeto, por debilitarse en
tre sí á causa de su misma impetuosidad.» (1)
¿Podia yo contestar mas que: «Ya vengo ?». Así respond
con aquel rubor que hace algunas veces al hombre digno
de perio a. -

Entre tanto, se dirigian hácia nosotros á través de la cos


ta algunas almas que cantaban los versículos del Miserere.
Cuando notaron que á causa de mi cuerpo, no daba yo paso
á la luz, cambiaron su canto por un Oh! prolongado y
ron co; -

Y dos de entre ellas, á modo de mensageras, nos relie

1) Pluribus intentus mtnor estad singula sensus,


1.
162 EL PURGATORIO

ron al encuentro diciéndonos: « Informadnos de vuestra


sondicion. »
Contestó mi maestro: «Podeis volveros y referir á los
que os envian que el cuerpo de este es de verdadera carne.
Si se han detenido para ver su sombra como me figuro, se
les ha contestado lo bastante; hónrenle ya que puede ser
les muy querido.» -

Nunca ví al anochecer cubrirse mas pronto el puro cielo


de rojizos vapores, ni disipar el sol con mas presteza las nu
bes de agosto, de la con que volvieron aquellas almas á su
punto de partida, y llegadas á él regresar con las demás
hácia nosotros, cual escuadron que corre á todo escape.
« Numerosa es esa cohorte que nos cerca, dijo el poeta,
y viene para suplicarte algo; tú, entre tanto, anda, y
mientras andas escucha.
« Oh alma que te vas para ser dichosa un dia con los
mismos miembros con que naciste, venian gritando, mo
dera un tanto tu paso. Mira si has conocido alguno de no
sotros para que puedas dar de él noticias allá abajo. Ah
¿ por qué te vas? ¡Ah! ¿por qué no te quedas?
Todos morimos de muerte violenta y fuímos pecadores
hasta nuestra última hora, en la que la luz del cielo nos
trasformó hasta el punto de que, errepentidos y perdona
dos saliésemos de la vida en paz con Dios que aguijonea
nuestro corazon con el deseo de verle. »
Y yo á mi vez: «¿Por qué en vuestras facciones demu
dadas no me es dado reconocer á ninguno de vosotros? Si
algo empero de vuestro agrado puedo hacer, espíritus di
chosos, decídmelo y lo haré, en nombre de esa paz que me
arrastra en pos de este guia y me la hace así buscar de mun
do en mundo.»
Y empezó uno de ellos: «Todos fiamos en tu benevo
lencia sin exigirte ningun juramento; solo falta que la im
potencia no destruya tu buena voluntad.
Así, pues, yo que hablo antes que los demás, te suplico:
gue si ves algun dia el pais situado entre la Romania y el
LA DIVINA COMEDIA 163
reino de Cárlos (1), me concedas en Fano el don de tus
preces, á fin de que por la adoracion hecha en mi nombre,
pueda ver purificadas mis graves faltas.
Nací en aquella ciudad, y en aquella ciudad tambien,
antiguo seno de los Antenoridos (2), recibí las profundas
heridas de que brotó la sangre que me animaba, cuando
me creia allí en la mayor seguridad. De Este fué el que
dispuso aquello, por odiarme mucho mas de lo que la jus
ticia exigia. (3)
Si me hubiese fugado hácia la ra, cuando fuí alcanza
do en Oriaco, estaria aun allí donde se respira; pero cor
rí á las lagunas, donde las cañas y el barro me hicieron
medir el suelo con mi cuerpo, y yí allí mismo salir de mis
venas un lago que bañó la tierra.»
Luego otra alma me dijo: «Si alguna vez se cumple el
deseo que te impulsa hácia el elevado monte, dígnate con
tierna piedad atender al mio.
Fuí de Montefeltro, y soy Buonconte. (4) Ni Juana ni los
demás de mí se cuidan ; y hé aquí porque me ves entre
estos con la frente inclinada.»
A mi vez le dije: «¿Qué violencia ó qué aventura te arran
có de Campaldino, á donde, ni siquiera quedó tu sepulcro?»
«¡Ah repuso, pasa al pié del Casentino un rio llama
do el Archiano, que nace en el Apenino y sobre de Ere
mo. (5, Llegué lleno de heridas allí donde pierde su nom
bre, huyendo ápié y dejando la llanura ensangrentada.
Allí perdí la vista y acabó mi palabra por el nombre de
María; allí caí sin que quedára ya mas que mi carne.
Le diré la verdad, y tú la repetirás entre los vivos: el

(1) La Marca de Ancona. - Fan0, ciudad de la RC a.


(2) Esto es, Padua, fundada por Antenor.
(3) Azzon lI de Este hizo asesinar en Oriaco á Jacobo del Cassero cuya
alima aqui le acusa.
V4) Buonconte, hijo de Guido de Montefeltro, y esposo de Juana, fué murrto
sa la batalla de Campaldlao á 11 junio de 1289. Combatia contra los güelfos.
5 ) Convento de Camaldulenses.
164 EL PURGATORIO

ángel de Dios me cogió, y el del infierno gritaba: « Oh tú


del cielo, ¿por qué me lo quitas?
Te llevas su parte eterna, de la que me priva una peque
ña lágrima; pero ya trataré yo de distinto modo á la otra
parte del mismo.»
«Ya sabes como en el aire se condensa aquel húmedo va
por que se resuelve en agua al llegará la region del frio;
llegado pues allí el genio del mal, que solo piensa en el da
ño ageno, desencadenó el viento y los rayos, merced al
poder de su naturaleza. (1)
Luego de haberse estinguido el dia, cubrió el valle de
sombras, desde Prato Magno hasta la cumbre de los Ape
ninos; y dispuso el cielo de modo que el aire denso se con
virtiese en agua. Cayó á torrentes la lluvia, los barrancos
rebosaron el agua que la tierra no pudo absorver, y en
crespadas las corrientes se lanzaron al gran rio, sin que
nada bastase á contenerlas.
Furioso el Archiano halló mi cuerpo helado en su embo
cadura y lo arrastró hácia el Arno, deshaciendo en mi
pecho la cruz que yo formára con mis brazos cuando me
venció el dolor. Despues de haberme arrastrado por sus ori
llas, acabó por sepultarme enteramente en la arena y los
escombros que llevó en su curso.»
« Ah! despues que hayas regresado al mundo y estés
repuesto del largo viaje, añadió un tercer espíritu sucedien
do al segundo: Acuérdate de mí, que soy la infeliz Pia.
Sienna me hizo y Maremme me deshizo; bien lo sabe aquel
que poco antes, al darme su mano, hizo pasar á mi dedo su
alianza de rica pedrería. (2)
(1) Es cosa cierta en teología que los demonios pueden hacer llover, nevar,
caer pedrisco y 0tras cosas semejantes, come lo prueba San Agustin en el
capitulo VIll de la Ciudad de Dios: Omnis transformatio corporalium rerum
que fieri potest per aliquam virtutem naturalem, per daemonem fieri potest.
(GRANG1E R.)
(2) La Pia, hija de la noble familia de los Tolomeos de Siena, fué encer
rada por su esposo messer Nello della Pietra, que la acusaba de adulterio,
en el castillo de los Maremmes, cuyos aires pestilentes le dieron la muerte
Con solo siete versos logró el poeta hacer revivir y vengará la triste Pia. -A
LA DIVINA COMEDIA 165

CANTO VI

Continua hablando de los Descuidados que se arrepintieron en el


momento de su muerte violenta. — Mientras Virgilio preguntaba á
una alma, algo apartada de las demás, cuál era el camino mas fácil
de la montaña, Dante reconoció en ella á Sordello de Mántua.—
Dante y Sordello se abrazan. —Apóstrofe contra las discordias de
Florencia y contra toda Italia.

Mohino está el que pierde al salir del juego de azar, y


triste repite y aprende uno á uno los golpes de que ha sido
víctima. Sigue al otro toda la multitud: aquel va delante y
este detrás; no hay quien no procure escitar un recuerdo
en el afortunado que, sin pararse escucha á uno y otro, y
alargando una mano que no es nunca estrechada, logra li
brarse de la multitud que le cerca.
Tal estaba yo en medio de aquella cohorte compacta,
volviendo á una y otra parte el rostro y haciendo promesas
para librarme de ella.
Allí habia el Aretino (1) que recibió la muerte de la ma
no airada de Ghino di Tacco, y aquel otro que se ahogó
persiguiendo á sus enemigos. (2) Allí oraba, tendidos los
brazos, Federigo Novello (3), y aquel de Pisa que puso en
relieve la grandeza de alma del buen Marzucco. (4)
Ví tambien al conde Urso (5), iba aquella alma separada
de su cuerpo por la astucia y la envidia, y no por sus crí
menes, segun ella misma decia. Me refiero á Pedro de la
Brosse, (6) que mientras permanezca en la tierra, póngase

(1) Messer Benincasa de Arezzo, auditor de la Rota en Roma, fué asesina


do por Ghino di Tacco, cuyo hermano y sobrino habia condenado á muerte
(2) Cione de Tarlatti de Arezzo.
(3) Fué muerto por un Bostoli, apellidado Fornaivolo.
(á) Marzucco besó la mano del asesino de su hijo Farinata.
(5) Orso , hijo del conde Napoleone di Barbaja, fué muerto por el con
de Albel 55, su tio.
(6) Secretario y favorito de Felipe el Hermoso; fué acusado falsamente p0,
a reina de haber querido seducirla, y condenado á la pena de horca.
166 EL PURGATORIO

en guardia la princesa de Bravante para evitar el verse un


dia entre la cohorte atribulada.
Cuando quedé libre de tantas sombras que oraban para
que otros rogasen por ellas, á fin de abreviar el tiempo en
que habian de ser santificadas, empecé yo de esta manera:
«¡Oh luz mia, que niegas rotundamente, me parece, en
tu texto, que la oracion ablanda los decretos del cielo (1)
¿si será vana la esperanza de esas almas que me están pi
diendo eso mismo? ¿ó si no habré logrado yo comprender
tu sentido?»
Y ella á mí: «Muy claro es lo que he escrito; examíne
se con espíritu recto y santo, y se verá que no es falaz la
esperanza de esas almas. Con efecto, la sublimidad del jui
cio de Dios nada pierde en que el fuego del amor haga en
un instante lo que habria debido hacer el alma, aquí des
terrada.
Cuando así lo dispuse, no podia la oracion purgar la fal
ta, por estar separado de Dios el pecador que habria sido
objeto de aquella ovacie n. Sal pues del abismo de esa duda,
y aguarda á la que será la luz entre la verdad y tu inteli
gencia.
No sé si me comprendes; hablo de Beatriz, á la que ve
rás en la cumbre de este monte, sonriente y dichosa, »
Y yo á mi vez: «Buen guia, adelantemos el paso, puesto
que ya no me canso como antes; además, mira que sombra
proyecta ya el monte.
— Adelantarémos hoy todo cuanto podamos, contestó
me; pero tiene este camino una forma distinta de la que te
crees. Antes de llegar allí arriba , verás volver al que ya
oculta esta cuesta, de modo que con tu cuerpo no puedes
romper sus rayos.
— Mira, empero, á aquella inmóvil que, sola y entera
mente separada, dirige hácia nosotros sus miradas; ella nos
indicará la senda mas recta. »

(1) Desine fata deum flecti sperare precando. (VIRGILmo.)


LA DIVINA COMEDIA 167

Llegamos hasta ella: ¡Oh alma lombarda cuán altiva


y desdeñosa estabas Cuán noble y grave eres al dirigir tu
vista hácia nosotros !
Sin proferir palabra alguna nos permitia adelantar, mi
rándonos á la manera del leon que descansa. (1)
Acercósele entonces Virgilio, simplicándola nos indicara el
camino mejor, sin que ella contestase á su súplica; pero se
informó acerca de nuestro pais y nuestra vida; y empezó
mi dulce guia de esta manera: «Mantua....» Incorpora a
de repente la sombia, se lanzó hácia éi desde el sitio en que
estaba, esclamando:
«¡Oh Mantuano yo soy Sordello, de tu tierra querida!».
y se abrazaron mútuamente. (2)
¡Oh Italia esclava posada del dolor, buque sin barque
ro en una tempestad desecha, no eres ya reina de las pro
vincias, sino foco de prostitucion !»
Al dulce nombre de su tierra natal, se apresuró aquella
alma hermosa á festejar á su conciudadano; mientras que
los que viven en ella están en contínua guerra, y hasta los
que un mismo muro y un mismo foso contienen se desgar
ran mútua mente.
Miserable, busca en tus playas, y luego mira hasta en tu
seno si hay una sola parte de tí mismo que goce de verda-”
dera paz. - e.

¿De qué sirve que Justiniano haya dispuesto tu freno, s


la silla está vacía? Sin él seria menor tu vergüenza. ¡Oh raza
que debieras ser obediente y dejar al César que se sentara
en la silla, si comprendieses bien lo que Dios te prescribe,
mira como el bruto se ha vuelto reacio desde que has puesto
la mano en su brida, por no haberle corregido antes con la
espuela!

(1) Tacito si ripose il fier Circasso


Aguisa di leon qua; do Si p0sa
Girando gli occhi. Tasso, Jerus., canto X)
(2) Sordello, poeta de Mantua, que escribia en lengua provºczal. Es autor
del Tesoro de los Tesoros.
168 EL PURGATORIO.

Oh Alberto de Germania que abandonas al bruto, hecho


Indomable, hecho una fiera, cuando debieras apretar sus
ijares, caiga sobre tu sangre el justo fallo de un cielo es
plendente, y que sea nuevo, claro y tal como tu sucesor le
teme. -

¿Por qué alejados de aquí por la concupicencia, per


mitísteis con tu padre que el jardin del imperio quedase
abandonado? Hombre descuidado, ven á verá los Montes
cos y los Capuletos, á los Monaldi y los Filippeschi, estos
ya tristes, y aquellos poseidos de amargas sospechas.
Ven, cruel, ven á ver la opresion de tus nobles, repara
sus descuidos, y verás como Santafiora está en seguridad;
ven y verás á tu Roma que llora, cual viuda abandonada,
gritándole noche y dia «César mio, ¿por qué no estás á
mi lado ?»
Ven á ver como aquí se ama, y si ninguna piedad sientes
por nosotros, avergüénzate al menos de tu triste fama.
Permítame decirlo, oh soberano Jove, que por noso
tros fuiste crucificado en la tierra, ¿no es verdad que tie
nes fija siempre aquí tu justa mirada? ¿Habrás dispuesto
quizá en el arcano de tu consejo, un gran bien inaccesible á
nuestra prevision?
Toda la tierra de Italia está llena de tiranos; el mas vil
de ellos, desde que entra en un partido se convierte en un
Marcelo.
Florencia mia, puedes estar satisfecha de esta digresion
que no te alcanza, merced á la sensates de tu pueblo.
Muchos tienen la justicia en el corazon, pero es su cora
zon lento en revelarla, por no tirar inútilmente el arco;
mientras que tu pueblo tiene la justicia en la punta de sus
lábios.
Algunos en otros puntos rehuyen los cargos públicos;
pero tu pueblo, lleno de solicitud contesta, sin ser invitado,
á los cargos de la ley, y esclama: «Me someto á ella! »
Regocíjate, pues, ya que tantos motivos tienes para ello,
puesto que eres rica, y á tu riqueza van unidas la paz y la
LA DIVINA COMEDIA 169

prudencia. Que es cierto lo que digo, claramente lo de.


muestra el resultado.
Atenas y Lacedemonia con su civilizacion y sus antiguas
leyes, dieron de sensatez débil ejemplo, comparadas contigo
que elaboras en octubre sútiles reglamentos que no alcanzan
uí á mediados de noviembre.
¿Cuántas veces en estos últimos tiempos, como puedes
muy bien recordarlo, has cambiado de leyes, la moneda,
los destinos, las costumbres, y renovado los miembros de la
ciudad ?
¡Ah! si quieres recordarlo y abrir los ojos, te verás como
el enfermo que se agita y revuelve en su lecho, buscando
una posicion que atenue su dolor.

CANTO VII

Virgilio se da á conocer á Sordello de Mántua, que, se postra y abraza


las rodillas de su conciudadano. — Sordello anuncia á los poetas
que no se puede de noche subir el monte del Purgatorio. — Luego
les hace verá los Descuidados que tardaron en arrepentirse, obce
cados por el poder y los honores. — Sentados en una pradera cu
bierta de flores, aguardan el momento de su purificacion. — En
rique de Inglaterra, el marqués de Monferrato.—Llegada la noche,
las almas de que habla el canto precedente, entonan un himno.

Despues de haberse saludado cortés y alegremente por


tres ó cuatro veces, dió Sordello un paso atrás, y dijo:
«¿Quién sois?
—Antes de que se hubiesen dirigido á esta montaña las
almas dignas de subir hasta Dios, fueron sepultados mis
restos por Octavio.
«Soy Virgilio, y por una sola falta perdí el cielo, por la
de no haber tenido fé.» Así contestó mi guia.
Fué tal la impresion de Sordello, que inclinó la vista, se
acercó humildemeute á Virgilio, y abrazándole por la parte
170 EL PURGATORIO

del cuerpo en que la menor se une á la mayor, esclamó:


« ¡Oh gloria de los latinos, por medio de quien nuestra
lengua ha mostrado lo que era!» Honra eterna del sitio en
que he nacido! ¿A qué mérito ó á qué gracia debo tu pre
sencia ? Si soy digno de oir tus palabras, dime si vienes del
infierno y de que recinto.
—He pasado por todos los círculos del reino del dolor
para venir aquí; la virtud del cielo es la que me guia, y
vengo con ella. No es por haber hecho, y sí por haber de
jado de hacer, que perdí el alto sol que tú deseas, y que yo
conocí harto tarde.
Allí abajo hay un sitio (1) tristísimo, no por los tormen
tos, y sí por las tinieblas, en el que las quejas no resuenan
cual gritos, sino como hondos suspiros. Allí estoy con los
inocentes que derribó la Parca inexorable, antes de haber
sido purificados del pecado original.
Allí estoy con los que no estuvieron revestidos de las tres
santas virtudes (2), y que exentos de vicios, conocieron y
observaron todas las demás virtudes.
Pero si lo sabes y puedes, danos algun indicio por el cual
podamos llegar á la verdadera entrada del Purgatorio io
mas pronto posible.»
Contestó la sombra: «No nos está designado ningun si
tio; antes bien me es permitido recorrer la parte superior y
todo cuanto hay en torno mio; do quiera pueda yo ir, á tí
me uno y soy tu guia.
Pero como ya el dia declina, é ir allá arriba de noche es
imposible, harémos bien en buscar un punto seguro. Hay
allí á nuestra derecha algunas almas reunidas, aunque algo
apartadas; y caso de que consientas te acompañaré hasta
ellas, seguro de que te complacerás mucho en conocerlas.
—¿Cómo es eso? contestósele; ¿Si uno intentase subir
de noche habria quien se lo impidiese, ó le faltarian acaso
fuerzas para ello?»
(1) El Limbo.
(2) Las viniudes teologalas.
yLA DIVENA COMEDIA 171

Entonces el buen Sordello hizo con el dedo una raya en


el suelo diciendo: «Ni aun esta raya podrás traspasar cuan
do haya desaparecido el sol, sin que te lo impida otra cosa
que las tinieblas de la noche, que, por la impotencia en que
nos ponen, contienen la voluntad. Podriase sin embargo en
medio de ellas descender y dar vueltas por la cuesta, mien
tras el horizonte nos oculta el dia.
Entonces mi señor, maravillado al parecer, dijo: «Con
dúcenos pues allí donde dices que se puede estar con pla
Cer. ))

Ya nos habíamos alejado un tanto, cuando observé que


el monte formaba un valle parecido á los valles de aquí
abajo. -

« Iremos, dijo la sombra, allí donde forma la cuesta un


recodo, y aguardarémos allí á que amanezca el nuevo dia. »
Habia entre la cuesta y la llanura una senda tortuosa que
nos condujo á la ladera del valle, allí donde es menor que
en el centro la vertiente que acaba.
El oro y la plata fina, la púrpura, el albayalde, el palo
indio brillante y pulimentado y ni aun la fresca esmeralda
en el momento en que se rompe, nada serian comparados
con las yerbas y las flores de aquel valle que las sobrepuja
rian en resplandor, como sobrepuja siempre lo que es mas
á lo que es menos.
No solo ostentaba allí la naturaleza sus mas brillantes co
lores, sino tambien la suavidad de mil aromas que formaban
un conjunto desconocido.
Allí ví sentadas entre el verdor y las flores á algunas al
mas, que no se veian desde el exterior á causa del valle, y
que cantaban la Salve Regina.
«Antes de que el sol acabe de ponerse, dijo el mantuano
que nos habia acompañado allí, no exijais que os guie há
cia ellas; porque desde este cerro veréis los gestos y el ros
tro de todas cuantas hay, mejor que lo hariais en el valle y
estando en su compañía.
Aquel espíritu sentado á mas altura que los demás, cuya
172 EL PURGATORIO )
actitud indica haber descuidado lo que debia hacer, y que
no abre los labios para el canto, fué Rodolfo el empera
dor. (1) Solo él podia curar las heridas de que ha muerto
la Italia, puesto que es ya sobrado tarde para ser reanima
da por otro.
El segundo, que con solo mirarle le alienta, gobernó la
tierra en que nace el agua que el Moldava trae al Elba y el
Eiba al mar.
Ottocar (2) fué su nombre; y ya en mantillas valió mas
que su hijo Wenceslao con toda su barba, que se arrastra
por el lodo de la lascivia y de la ociosidad.
Y aquel romo que consulta con intimidad á aquel cuyo
rostro es tan benévolo, murió en su fuga deshonrando á la
noble flor de lis. (3) Mirad como se golpea el pecho Ved
á aquel otro que suspirando, acaba de convertir la palma
de la mano en lecho para su megilla (4); son el padre y el
suegro del mal de la Francia. Saben cual es su vida abyec
ta y viciosa, y de ahí el dolor que les abruma.
Aquel que parece tan membrudo (5) y que canta en el
mismo tono de aquel otro de nariz pronunciada (6), ciñó
la cuerda de toda honra; si despues de él hubiese quedado
rey el jovencito que está sentado á su lado, no se habria es
tinguido el valor de su raza.
No puede decirse otro tanto de los que le sucedieron;
Jacobo y Federico tuvieron varios reinos, pero ninguno de
ellos poseyó lo mejor de la herencia. Raramente se ve subir
hasta las ramas la probidad humana, por haberlo dispuesto
así, para que se la pidamos, el que nos la concede.
Mis palabras van dirigidas á aquel espíritu de nariz tan

(1) Padre del emperador Alberto, tan rudamente interpelado por el poela
en su apóstrofe á ltalia.
(2) Ottocar, rey de Bohemia.
(3) Felipe el Romo, rey de Francia é hijo de San Luis.
(4) Enrique de Navarra.
(5) Pedro III, rey de Aragon.
(6) Carlos I, rey de las dos Sicilias y conde de Provenza.
LA DIVINA COMEDIA S
pronunciada, no menos que á Pedro, aquel otro que canta
con él, y que causa ya los justos lanuentos de la Pulla y la
Provenza.
Cuanto mas la planta ha degenerado de su semilla, tanto
(mas que Beatriz y Margarita) se enorgullece Constancia (1)
aun de su esposo.
Ved al rey de vida sencilla sentarse allí solo: es Enrique
de Inglaterra. (2) Al menos tiene el consuelo de que son
mejores los retoños salidos de sus ramas.
Aquel que mas abajo está tendido entre ellos mirando
hácia arriba, es Guillermo, por el cual Alejandro y sus
guerreros hacen llorar á Monferrato y el Canavesano. (3)

CANTO VIII.

Armados de espadas flamígeras, descienden dos Angeles, custo


dios del valle.— Luego aparece una serpiente que es arrojada
por los dos Espiritus celestes.- Conrado Malespina predice á
Dante su próximo destierro.

Era ya la hora en que se aumenta la tristeza de los que


navegan, y en la que se les enternece el corazon el dia que
deben despedirse de sus dulces amigos. Era la hora que in
flama de amor al peregrino si oye de lejos la campana que
parece llorar al dia que espira, cuando empecé á no oir
rumor alguno, y á mirará una de las almas, que de pié,
pedia con la mano que se la escuchara.
Juntó y levantó las dos manos, fijando su vista en el
oriente, como si hubiese dicho á su Dios: «No deseo nin
gun otro.»
(1) Constancia, esposa de Pedro Ill; Beatriz y Margarita, hijas de Beren
guer V, conde de Provenza.
12) Hijo de Itucardo.
8} Guillermo, marqués de Monferrato, cuya muerte exclto una guerra
entre sus hijus y los llalbitantes de Alejandria
174 EL PURGATORIO

Y brotó tan devotamente de sus labios y con notas tan


dulces el 1e lucis ante (1), que me obligó aquel himno á ol
vidarme de mí mismo.
Entonces las demás almas fa acompañaron tierna y de
votamente en todo el himno, con la vista fija en las ruedas
celeses.
Contempla aquí lector á la verdad cara á cara, pues es
tan sutil la trama del velo que la cubre, que la penetrarás
fácilmente.
Luego víá aquella hermosa cohorte silenciosa y en acti
tud humilde contemplar el cielo; salir de lo alto y dirigirse
hácia abajo dos ángeles, armados de espadas flamígeras sin
punta; y cuyas túnicas, verdes como las tiernas hojas que
acaban de nacer, flotaban á merced del viento, agitadas
por las verdes, plumas de las alas.
Uno de ellos fué á posarse mas abajo del punto en que
estábamos nosotros, mientras que el otro descendió al lado
opuesto; quedando así las almas colocadas entre los dos.
Podíamos distinguir fácilmente su blonda cabellera, pero
al mirarles el rostro quedábamos deslumbrados, siendo
nuestra vista, lo que una fuerza que por sobrada tension se
amortigua.
« Vienen ambos del regazo de María, dijo Sordello, para
guardar el valle contra la serpiente que ahora mismo va á
llegar. (2)»
Yo, que ignoraba el camino que seguiria para dirigirse
al valle, volvíme, y helado de espanto, fuí á clavar mis
hombros en los de mi fiel maestro.
Sordello continuó de esta manera: «Descendamos ahora
hácia las grandes sombras para hablarlas, ya que les será
tan grato el veros.»
Parecíame haber descendido tan solo unos tres pasos,
euando víá una de ellas que me estaba mirando como si

(1) Himno de San Ambrosio


2) Simpolo de la tentacion.

- S. -- -— --
LA DIVINA COMEDIA 175

me hubiese conocido. Por mas que el aire fuese oscurecién


dose, permitióme aun descubrir entre los ojos de la sombra
y los mios lo que antes me ocultaba; por lo que ella se lan
zó hácia mí, y yo hácia ella. ¡Oh noble juez, oh Nino (1)
¡ con cuánto placer ví que no estabas entre los culpables
No hubo tierno saludo que no nos dirigiésemos. Luego
me preguntó: «¿Desde cuándo has venido al pié del monte
á través de las lejanas olas?
— ¡Ah! le dije, he llegado esta mañana por el camino de
la tristeza y del dolor; aun no he perdido la primera vida,
por mas que adquiriera la otra siguiendo aquel camino.»
Apenas oyeron mi respuesta, Sordello y él retrocedieron
como hombres poseidos de repentino asombro.
El uno se volvió hácia Virgilio, y el otro hácia una alma
que estaba sentada, gritando: «¡Ven, Conrado, ven á ver
lo que Dios ha dispuesto en su misericordia !»
Luego se volvió hácia mí: «Por la gratitud particular
que debes al que tiene tan oculto su manantial primero,
que no hay vado para llegar á él, cuando estés allende la;
anchas ondas, díá mi hija Juana que interceda por sí en
el sitio donde se atiende á los inocentes. (2)
No creo que su madre siga amándome, puesto que ha de
jado ya el blanco velo (3) que debe un dia la infeliz echar
de menos. Por ella pude fácilmente conocer cuanto dura en
una mujer el fuego del amor, si no se vé con frecuencia
atizado por los ojos ó el roce.
La víbora que hay en el escudo de los milaneses no le le
vantará tan hermoso sepulcro como le hubiera levantado el
gallo de Gallura.»
. Al hablar de esta suerte, veíase en todo su exterior la se
ñal del recto celo que con medida arde en el pecho. Avidos
(1) Nino, de la familia de los Visconti de Pisa, juez de Galtura en Cerde
ña, estaba al frente del partido Güelfo.
(2) Deus peccatores non audit. (S. JUAN.)
(3) Los velos de luto, segun la costumbre de aquella épcca. Beatriz de Es
te habia casado en segundas nupcias con Galeas, de la familia de los Viscon
ti de Milan. -
17o EL PURGATORIO

mis ojos se elevaban hácia la parte del cielo en que son las
estrellas mas lentas, como las partes de la rueda mas próxi
mas al eje.
Díjome entonces mi guia: «Hijo querido, ¿qué es lo que
estais mirando allá arriba?»
Y yo á él: «Miro aquellas tres antorchas por las cuales
está el polo ardiendo allí abajo. (1)
Y él á mí: «Las cuatro brillantes estrellas (2) que has
visto esta mañana han descendido allí abajo, y esas han su
bido á donde estaban aquellas.»
Mientras me estaba hablando, Sordello lo atrajo hácia
sí, diciendo:
«¿Ves allí á nuestro enemigo?» Y alargó el dedo para In
dicarle el punto á que debia mirar.
En aquella parte en que queda abierto el pequeño valle,
habia una serpiente, quizá la que dió á Eva el amargo ali
mento. Se adelantaba el pérfido réptil por entre la yerba y
las flores, volviendo de vez en cuando la cabeza hácia su
espalda, y lamiéndose como animal que pretende alisarse.
No ví, y por lo tanto no puedo decir como se movieron
los azores celestes, pero les víá uno y otro en movimiento.
Al oir el aire que se hendia bajo sus verdes alas, la ser
piente huyó y los ángeles subieron nuevamente á sus pues
tos, llevando igual vuelo.
La sombra que se habia acercado al juez cuando él la
llamó, ni un instante dejó de mirarme durante aquella aco
metida.
«Que la antorcha que te conduce á lo alto halle en tu
voluntad tanto alimento como se necesita para llegaral monte
esmaltado; » y luego continuó de esta manera : « Si sabes
algo del valle de Magra ó del pais vecino, dímelo, porque
fuí en aquella tierra verdaderamunte grande.

(1) Las tres virtudes teologales.


(*) Las cuatro virtudes cardinales ó morales, que son: Prudencia, Jus
isla, Fuituecº y Templanza,
La DivINA comedia 177
Llamábanme Conrado Malaspina (1); no soy el primero ,
de este nombre, pero sí uno de sus descendientes. Profesé
á los mios un amor que aquí se apura.
— ¡Ah! le dije, no he recorrido vuestro pais; pero, ¿pue
de uno estar en Europa, donde no haya llegado su nombre?
La gloria que honra vuestra casa da tanto renombre á los
señores y al pais todo, que es conocida aun de aquellos que
nunca le han visto.
Yos juro (¡ ojalá pueda con tanta certeza llegar allá ar
riba!) que vuestra honrosa estirpe conserva la gloria debi
da á una mano liberal y á una espada invencible.
La costumbre y buen carácter le procuraban tantas ven
tajas que, aun cuando el gefe perverso del mundo extravíe
á los demás hombres, ella sola cumple su deber y desprecia
el mal camino.»
Y él: «Ahora vete; y antes que el sol entre siete veces
en el espacio que el Aries ocupa, te será esa opinion cortés
clavada en la cabeza con clavos mucho mas grandes de lo
que pueden ponderar las palabras, á menos de que se de
tenga el curso de la Providencia.»

CANTO X

Refiere el poeta, que, habiéndose dormido, tuvo


una vision.— Al despertar se dirigió hácia el amanece
punto
á un mas elevado;
cerca de su fiel guia, que le condujo hasta las puertas, del Pur
gatorio.—El ángel que guarda aquella puerta, se la abrió dili
gente.

La compañera de la antigua Titho, salida de entre los


brazos de su dulce amigo, asomaba ya al Oriente en toda
su blancura. Resplandecian en su frente hermosas perlº?

(1) Señor de la Lunlgiana.


12
78 EL PURGATORIO

cuya disposicion figura á aquel frio animal (1) que hiere á


los hombres con su cola.
La noche habia dado dos pasos y continuaba su marcha
ascendente en el sitio en que estábamos, mientras que el
tercero hacia ya inclinar sus alas. En cuanto á mí, que ar
rastraba todo cuanto nos viene de Adan, sintiéndome venci
do por el sueño, me tendí en la yerba en que estábamos los
cinco sentados.
A la hora inmediata al alba, en que la golondrina em
pieza sus tristes endechas, en conmemoracion tal vez de sus
primeros dolores (2); á la hora en que nuestro espíritu, mas
estraño á la carne y menos poseido de pensamientos terre
nos, es casi divino en sus visiones, me pareció ver en sue
ños á una águila suspendida en el cielo, con plumas de oro,
las alas tendidas y dispuesta á descender; pareciéndome
que estaba yo allí donde los suyos fueron abandonados por
Ganimedes, cuando se lo llevó la celestial cohorte.
Tambien me asaltó esta idea: «Tal vez esa águila tiene la
costumbre de no cazar mas que aquí, y quizá no se digna
dirigirse á otra parte. »
Luego me pareció que, terrible como el rayo, descendia
sobre mí y me elevaba á la region del fuego, donde creia
arder con ella, sin que tardara aquel ardor imaginario en
desvanecer mi sueño.
No menos debió de estremecerse Aquiles, mirando en
torno suyo sin saber donde estaba, cuando, su madre to.
mándolo en Chiron, dormido en sus brazos lo trasladó á
Scyros, de donde le sacaron despues los griegos; de lo que
yo me estremecí. El sueño huyó de mis ojos, y me quedé
pálido como aquel á quien hiela el espanto.
Solo estaba á mi lado el que me sostenia. El sol había
salido hacia mas de dos horas, y estaba mi rostro hácia
el mar.

(1) El escorpion.
(2) Recuérdese la fábula de Prognco.
La Divina comienta 179
e Nada temas, dijo mi maestro, antes bien tranquilízate,
porque estamos en un puerto seguro; lejos de reprimir
puedes mostrar aquí todo tu vigor.
Has llegado al Purgatorio, mira el muro que le cerca y
e cierra; mira la entrada, vela allí donde está interrum
pido el muro.
Durante el alba que ha precedido al dia, mientras que
tu alma dormitaba allí abajo entre las flores que esmaltan
aquel sitio, ha venido una mujer, y ha dicho: «Yo soy Lu
cia (1), permitid que me lleve á ese que duerme, yo le he
socorrido en su camino.»
Sordello se quedó, así como tambien las otras hermosas
sombras, se te llevó y al ser de dia se dirigió á la montaña,
siguiendo yo sus huellas. Te dejó aquí, despues de haberme
indicado con sus hermosos ojos esta entrada abierta; des
apareciendo á la vez ella y tu sueño.»
Me quedé cual hombre que cree despues de haber duda
do, y en el que al temor sucede la esperanza por haberle
sido la verdad revelada; al verme mi guia sin cuidado al
guno, se dirigió hácia el alto muro, y por mi parte procuré
seguirle hácia la altura.
Ya ves, lector, como elevo el objeto de mis cantos; no
te asombre, pues, el que procure sostenerle cada vez con
mas arte. Nos acercamos, y vimos aquella parte en la que
antes el muro me parecia abierto como por una hendedura
que separa una pared; pero ví en ella una puerta con tres
gradas de derentes colores, y un portero que no proferia
aun palabra álguna.
Y como iba abriendo mas y mas los ojos, ví que estaba
sentado en la grada superior, y que era para mí su aspecto
insoportable. Tenia en la mano una espada desnuda que re
flejaba tan vivamente hácia nosotros sus rayos, que en va
no varias veces intenté mirarla.
«Decid desde aquí lo que quereis, esclamó; ¿dónde está

(1) Lu9la, emblema de la gracia que lumina.


180 EL PURGATORIO

vuestro guia? Haced que vuestra llegada no os sea funesta.


— Una mujer del cielo informada de todo, le contestó
mi maestro, nos ha dicho hace poco: «Id, allí está la
puerta.»
— Que ella asegure vuestros pasos, repuso el cortés por
tero; venid, pues, y subid nuestras gradas. (1)»
Y nos adelantamos; era la primera de un mármol blanco
tan puro y limpio, que me ví en él tal cual parezco á los
demás. Era la segunda grada de un color muy sombrío, y
estaba hendida en toda su estension y latitud. La tercera y
la mas alta me parecia de un pórfido tan encarnado como la
sangre que brota de las venas.
Habia impresos en ella los piés del ángel de Dios, que
estaba sentado en el umbral de la puerta , umbral, que me
pareció estar formado de un solo diamante.
Mi guia me impulsó por las tres gradas á que me llevaba
mi buena voluntad, diciéndome : « Pide humildemente que
la puerta se abra.»
Me postré devotamente á los piés santos, y supliqué que
por piedad se me abriese; pero antes me golpeé tres veces
el pecho. Con la punta de su espada me trazó el ángel siete
veces la letra P en la frente, y me dijo: «Procura, cuando
hayas entrado, lavar esas manchas.» (2)
La ceniza ó tierra desecada seria de un color parecido al
de sus vestidos, de entre los que sacó dos llaves. La una
era de oro, y la otra era de plata; primero con la blanca,
y despues con la amarilla, intentó abrir la puerta, lo que
causó en mi contento. (3)
«Cuando una de estas llaves, nos dijo, faltando á su ob
jeto, no gira con regularidad en la cerradura, la puerta nc

(1) La primera Grada es símbolo de la sinceridad de la confesion; —la se


gunda, simbolo de la contricion; -la tercera, símbolo de la satisfaccion.
(2) Simbolos de los siete pecados capitales.
(3) La llave de oro figura la ciencia de que necesita el sacerdote para po
de juzgar; y la llave de plata, la autoridad que tiene la Iglesia para ab
Selver. -

.—. * - ---
LA DIVINA COMEDIA 181
se abre. La una de estas llaves es mas preciosa, pero la
otra exige mas arte y mas inteligencia, por ser la que hace
mover el resorte.
« La tengo de Pedro, que me dijo ser preferible engañar
me por abrir la puerta que por tenerla cerrada, con tal que
los pecadores se postren á mis piés.» (1)
Luego empujó hácia adentro la puerta sagrada, diciendo:
« Entrad, pero sabed que el que está condenado á salir
debe mirar atrás.»
Entonces la metálica y sonora puerta del reino sagrado
rechinó sobre sus goznes con m33 fuerza que la con que
rugió la torre Tarpeya cuando se arrojó de ella al gran Me
telo, y quedó vacía de su tesero. 2)
Volvíme para escuchar atento el primer rumor, y pare
cióme oir una voz que cantaba entre otros dulcísimos acor
des: Te-Deum laudamus.
Lo que produjo en mí fué un efecto parecido al que se
esperimenta por lo comun cuando las voces y el órgano se
enlazan. Tan pronto se oyen, como dejan de oirse las pa
labras.

CANTO X

Asi que acaban de penetrar en el Purgatorio, suben los poetas al


primer circulo, donde se purifica el pecado de Orgullo. — Em
piezan por ver grabados en las paredes varios ejemplos de humil
dad.— Despues ven á las almas de los Orgullosos andar penosa
mente, abrumados por pesos enormes.

Despues de haber pasado el umbral de la puerta que la


inclinacion maligna de las almas humanas permite abrir

(1) Si Deus benignus, quare sacerdos austerus ? Ubienim pater-faunilias


est 1arsus, dispensator non debet esse tenax. S. CRIsóSTomo )
(2) Tunc rupes Tarpeia sonat, magnoque reclusas.
"Eestatur stridore fores. (LUCAN0.)
182 EL PURGATORO

tan raramente, por demostrar ó hacer aparecer tan recta


la senda tortuosa, conocí por su sonido que habia sido nue
vamente cerrada.
Y si hubiese dirigido la vista hácia ella, ¿qué escusa ha
bria sido digna de semejante falta?
Subimos por entre dos rocas hendidas cuyas sinuosida
des en una y otra imitaban la ola que huye para volver luego.
«Aquí, dijo mi guia, debemos tener la precaucion de
acercarnos siempre hácia el lado en que ha habido mayor
hundimiento. »
Lo que hizo que fuesen nuestros pasos tan lentos y raros,
que ya la luna, entonces menguante, se habia hundido en
su lecho para descansar, cuando nosotros salimos de la an
gosta senda. Al vernos empero mas libres y en descubierto,
allí donde el monte vuelve á echarse hácia atrás, yo cansa
do, y ambos inciertos acerca de nuestro camino, nos para
mos en una plataforma mas solitaria que el camino que
hay al través del desierto.
* Desde el borde del abismo hasta el pié del alta calzada
que va siempre en ascenso, no se habria medido mas que
tres veces el cuerpo de un hombre; por cualquiera parte
que tendiese la vista, siempre me parecian las laderas de
la plataforma á la misma distancia.
Aun no habian subido nuestros piés aquella via, cuando
noté que la parte interior que, recta y cortada á pico, ha
bria sido inaccesible, era de mármol blanco y estaba ador
nada de bajos relieves, que, no solo Polycletes, sino hasta
la misma naturaleza, habria contemplado con envidia.
El ángel que vino á la tierra con la feliz nueva de la paz
clamada por espacio de tantos años y con tantas lágrimas,
y que abrió el cielo despues de la larga prohibicion, estaba
allí esculpido en una actitud candorosa, y era tanta la natu
ralidad con que se nos presentaba, que de ningun modo
parecia ser una figura silenciosa.
Habríase jurado que proferia el Ave, porque allí estaba
representada tambien aquella que deseó las llaves para
LA DIVINA COMEDIA 183
abrir las puertas al amor supremo; y que espresaba en su
actitud esta respuesta: Ecce ancilla Dei, tan exactamente»
como exacta es la huella que deja un objeto en la cera.
« No fijes tu pensamiento en un solo punto, » dijo el dulce
maestro, que me tenia á su lado por el en que los hombres
tienen el corazon,
Así que, adelanté mirando, y despues de María, y hácia
el mismo lado en que estaba el que me hacia adelantar, ví
otra historia esculpida en la peña; por lo que me acerqué,
precediendo á Virgilio, para mejor tenerla á la vista.
Estaban allí representados en el mármol el carro y los
bueyes que arrastraban el arca santa, tan temida por todo
aquel que quiere desempeñar una mision que Dios no le ha
confiado.
Habia mas adelante alguna gente que estaba dividida en
siete coros, la cual daba á entender y hasta hacia repetirá
dos de mis sentidos: canta y no canta. Tambien la vista y
el olfato están en desacuerdo ante la nube de incienso que
envuelve al humilde salmista que precede bailando al vaso
santo y bendito; siendo en aquel instante mas y menos que
un rey.
Desde lo alto de un gran palacio que habia en frente,
Michol le contemplaba con la actitud de una mujer desde
ñosa y triste.
Arranqué los piés del sitio en que estaba, para ver de
cerca otra historia que blanqueaba detrás de Michol; y en
la que habia esculpida la inmortal gloria del príncipe ro
mano que, con su gran virtu, , scitó el papa Gregorio á
una tan gran victoria. (1)

(1) Para comprender esto, debe saberse que, leyendo cierto día el papa
Gregorio el Grande la historia de Trajano, se afectó tanto al pensar que no
podia aquel emperador salvarse, á pesar de sus grandes virludes, por ser
pagano, que entró en una iglesia y oró tan devotamente por el alma de
Trajano, que de rºpºnte tuvo la revelacion de que Dios habia atendido sus
- tes preces, y que Trajano estaba libre de las penas del infierno; pero
propio tiempo se le intimó que no volviese á orar por ningun infiel 0 pa
ºsºs (GRANGl ER.)
184 EL PURGATORIO

Hablo del emperador Trajano. Habia en el freno de su


caballo una viuda desecha en lágrimas; se distinguia en
torno suyo una gran multitud de caballeros, y tendian las
águilas de oro sobre su cabeza las alas al viento.
La infeliz, en medio de ellos, parecia esclamar:
«Señor, venga la muerte de mi hijo; ya ves que tengo
el corazon desgarrado.»
Y él parecia contestarle: « Aguarda á que vuciva. 2 ... -
Y ella, cual persona á la que impulsa el dolor:
«Señor y si no vuelves!» Y él: «Aquel que esté donde
yo estoy sabrá vengarte.» Y ella: «¿De qué te servirá el
bien que otro haga, si tú olvidas lo que has de hacer?»
Y él por último: «Tranquilízate, pues debo cumplir un
deber antes que avanzar. La justicia lo exige, y la piedad
me detiene.»
Aquel que nunca vió cosa nueva (1) fué el que produje
aquellas palabras visibles, nuevas para nosotros, por no
haber en la tierra otras iguales.
Mientras yo me deleitaba contemplando aquellos cuadros
de grande humildad, tanto mas preciosos y dignos de ver
se, cuanto que sabia cual era su artífice, el poeta murmu
raba: «Cuantas almas hay por allí que vienen lentamente;
ellas nos conducirán á las gradas superiores.»
Mis ojos, aunque atentos á contemplar aquellas cosa
nuevas de que son tan ávidos, no tardaron en volverse
hácia él.
No quiero lector, que te apartes de tus buenas disposicio
nes para oir como quiere Dios que las deudas se paguen
No te pares en la forma del martirio, piensa en lo que l
sigue; piensa que cualquiera que sea, no pasará del gran
juicio.
Entonces empecé yo de esta manera: «Maestro, lo que
veo moverse hácia nosotros no me parecen personas, é ig
noro lo que es, no obstante me turbo á su aspecto.»

(1) Di05,
LA DIVINA COMEDIA 1S5

Y él á mí: «La pesada condicion de su tormento les hace


encorvar de tal modo hácia el suelo, que tambien al prin
cipio mi vista ha dudado; pero mira fijamente, y endereza
con tus ojos lo que viene debajo de esas enormes piedras.
Ya puedes juzgar cual es el tormento de cada uno de ellos.»
¡Oh cristianos soberbios, miserables y débiles, que pri
«ados de la vista del entendimento, fiais en vuestros pasos
que os hacen retroceder ¿Acaso no observais que somos los
gusanos nacidos para formar la mariposa angélica (2) que
vuela sin obstáculo á la justicia de Dios? ¿Por qué vuestro
espíritu se endereza como el gallo, cuando solo sois insectos
defectuosos, gusanos miserables cuya formacion abortó?
Asi como para sostener una viga, se ve con frecuencia á
lo largo del maderamen una figura humana con el pecho
unido á las rodillas, causando con su mal ficticio un verda
dero sentimiento en el que la vé; asi ví yo á aquellas almas,
cuando intenté examinarlas.
Es cierto que estaban mas ó menos contraidas, segun el
mayor ó menor peso que llevaban sobre sus hombros; pero
hasta la que con mas paciencia sobrellevaba su tormento,
parecia quejarse en estos términos: «No puedo mas. »

CANTO XI.

«Prez de los orgullosos.—Virgilio les pregunta cual es el camino por


el que puede subirse mas fácilmente. — Mientras siguen andando
los dos poetas, Dante reconoce entre las almas al pintor Oderisi de
Gubbio, que, le cuenta la historia de los pintores italianos, suce
diéndose con tal rapidez, que pronto la gloria de uno hace olvi
dar la del otro.

« ¡Oh Padre nuestro que estás en los cielos, no cir


cunscrito en ellos y si por aquel amor inmenso que tie
(1) El alma.
186 EL PURGATORIO,

nes á los primeros séres que hay en lo alto, alabados sean


por toda criatura tu nombre y tu poder, y gracias te sean
dadas por tu tierna sabiduría
Que la paz de tu reino nos llegue, porque sino viene
ella á nos, no podemos nosotros irá ella, á pesar de nues
tra inteligencia.
Así como los ángeles te hacen el sacrificio de su volun
tad cantando Hosanna, pueden hacértele tambien los hom
bres !
Danos hoy el maná cotidiano, sin el cual va siempre
hácia atrás el que mas se afana por adelantar en este áspe
ro desierto.
Y asi como nosotros perdonamos á todos el mal que he
mos sufrido, perdona tu tambien benéfico sin pararte en
nuestro mérito.
Nuestra virtud que tan fácilmente sucumbe, no la pon
gas á prueba contra el antiguo adversario, antes bien líbrala
de él, ya que sabe tentarla tan fuertemente.
Esta última súplica, Señor querido, no la hacemos por
nosotros que no la necesitamos ya, sino por los que han
quedado detrás de nosotros.»
Asi orando por ellas y por nosotros, llevaban aquellas
almas su peso, parecido al que á veces cree uno llevar en
sueños. Aunque era la carga desigual, todas recurrian an
gustiadas y abatidas la primera cornisa, para purificarse,
de las tinieblas del mundo.
Si siempre se está allí orando por nosotros, ¿qué es lo
que no deben aqui decir y hacer por aquellas almas los que
tienen una voluntad dotada de buenas raices?
Preciso es ayudarlas á lavar las manchas que se llevaron
del mundo, á fin de que puras y ligeras puedan elevarse
hácia la mansion de la luz.
« ¡Ah que la justicia y la piedad os dejen pronto libres
para que podais mover las alas que deben conduciros seguº
vuestro deseo !
«Decidnos porque lado se vá mas prontamente á la escala,
LA DIVINA COMRDA. 187

y caso de haber mas de un pasaje, cual es el mas corto;


porque abrumado aun con el peso de la carne de Adan
el que viene conmigo, sube lentamente, á pesar de su de
620, ))

Las palabras, en contestacion á las que habia proferido


aquel á quien yo seguia, no pudimos conocer quien las
pronunciaba; pero fueron las siguientes: « Venid con no
sotras, á mano derecha, en la orilla, y encontrareis un
punto por el que puede salir un viviente.
«A no ser esta piedra que oprime mi altiva frente, obligán
dome á tener el rostro inclinado, procuraria ver si conozco
al que es aun viviente y no se nombra, por si podia excitar
su piedad con mi suplicio.
«Fuí latino é hijo de un gran toscano; Guillermo Aldo
brandeschi fué mi padre; no sé si habreis oido nunca pro
nunciar su nombre. La antigua alcurnia y los gloriosos
hechos de mis primogenitores me hicieron tan altivo, que
sin pensar siquiera en la madre comun, desprecié á los
hombres hasta tal punto, que fué aquel profundo despre
cio causa de mi muerte, como lo saben los sieneses, y como
lo saben en Campagnatico hasta los niños. (1)
«Soy Humberto, y no solo me dañó á mí el orgullo, sino
que fué tambien la desgracia de todos mis parientes; á
causa de mi pecado, estoy aqui llevando este peso, hasta
que de este modo haya satisfecho á Dios. Lo que no hice
entre los vivos, lo hago ahora entre los muertos.»
Al oirle incliné la cabeza: entonces uno de los espíritus,
no el que habia hablado, se volvió bajo el peso que le
abrumaba, y como me conociese al verme, me llamó, te
niendo con gran dolor fijos sus ojos en mí, que seguia al
lado de ellos con la frente inclinada.
« ¡Ah le dije, ¿no eres tú 0deriso, la gloria de Agob

(1) Irritados los sieneses del orgullo de Humberto, hicieron dar muertº
n Campagnatico á aquel hijo de los condes de Santalora. Su padre era Gºº"
lermo Aldebrandeschi.
188 EL PURGATORIO,

bio, el honor de aquel arte que se llama en Paris ilumi


nacion? (1)»
— Hermano, dijo, mucho mas gusta ahora el papel,
que ilumina Franco Bolognese (2): toda la gloria es para él,
y solo hay para mí una débil parte.
«No habria sido tan cortés mientras vivia, por animarme
el gran deseo de sobresalir en el arte á que mi corazon se
dedicaba. Aqui surro la pena que me ha sido impuesta por
semejante orgullo; y aun no estaria donde me encuentro
ahora, si pudiendo aun pecar no me hubiese vuelto hácia
Dios.
«¡Oh vana gloria del poder humano! planta sin duracion
cuyo verdor pronto se agosta, cuando no crece en tiempos
de barbarie
«Cimabue (3) se creyó dominar el campo de la pintura, y
es ahora Giotto (4) el que está en boga, quedande asi em
pañada ú oscurecida la fama de aquel.
«Tambien un Guido (5) arrebató á otro Guido (6) la glo
ria del habla ó de la lengua, y quizás ha nacido ya un ter
cero que arrojará á uno y otro de su pedestal.
«El rumor del mundo no es mas que un soplo que tan
pronto se agita aquí como allá, y que cambia de nombre al
cambiar de punto.
«¿Seria mayor tu fama si solo debieses despojarte de una
carne minada por la edad, de lo que lo seria habiendo
muerto antes de perder tu gracia infantil? Dime, ¿quién se
acordará de tí antes de que trascurran tres mil años? Lo
que es, comparado con la eternidad, un tienmpo mas corto
que el que se emplea en un movimiento de párpados, com
parado con el astro que gira en el cielo mas lentamente.
(1) Agobbio ó Gubbio, en el ducado de Urbino, patria de Oderisi, el pintón
en miniatura.
(2) Esto es, Francisco de Bolonia.
(3) Cimabue, muerto en 1300.
(4) Giotto, muerto en 1336. l.
(5) Guido Guinicello, poeta de Bolonia.
(0) Guido, otro poeta célebre, hijo de Cavalcante Cavalcanti
LA DIVINA COMEDIA. 189

Toda la Toscana proclamó el nombre del que tienes de


lante de tí, y que tan poco adelanta en su camino; sin que
apenas haya hoy quien lo pronuncie en Siena, de donde
era señor cuando fué destruida la rabia de Florencia, (1)
entonces tan altiva como hoy prostituida.
«Vuestra fama tiene el color de la yerba que brota y pasa,
siendo el que le quita su color el mismo que la hace salir
Verde del seno de la tierra. »
Y yo á él: «Tus palabras llenas de verdad hacen pene
trar en mi corazon una humildad saludable, y empieza ya
á desaparecer mi gran hinchazon; pero dime, ¿quién es
aquel de que hablabas ahora mismo?»
— Es, contestó, Provenzano Salvani: está aquí por haber
tenido la presuncion de regir á Siena por sí solo. Ha an
dado y anda de este modo sin descanso desde que murió:
tal es la moneda que ha de restituir en desquite, todo el que
fué sobrado audaz allí abajo.»
A mi vez repuse: «Si el alma que no se arrepiente hasta
el último trance de su vida, permanece al pié de la mon
taña y no sube hasta aquí (á menos de que venga en su au
silio una prez saludable) mientras no haya trascurrido un
tiempo igual al en que vivió, ¿cómo se le ha permitido á él
llegar hasta aquí?
— Cuando vivia con mas gloria, contestó la sombra, se
arrodilló voluntariamente en la plaza de Siena, deponien
do todo rubor; y para librar á su amigo del dolor que sufria
en la cárcel de Cárlos, tembló de todos sus miembros.
«Nada mas diré, aunque sepa que son oscuras mis pala
bras; pero á no tardar tus conciudadanos obrarán de modº
que podrás penetrar su sentido.
Aquel acto sacó á Provenzano de los confines del Pur.
gatorio.

(1) Fué en la célebre batalla de Monte-Aperto, ganada por los sieneses,


190 EL PURGATOR10»

CANTO XII.

Despues de haber dejado á 0derisi, ven los poetas varios ejemplos de


orgullosos esculpidos en la cornisa.—Se adelantan ya desde allí
guiados por un ángel, que, con un movimiento de sus alas purifica
á Dante del pecado de orgullo.- Suben al segundo círculo. —
Segundo círculo en el que se purifica el pecado de envidia.

Cual yunta de bueyes que andan bajo el yugo, fuímos


aquella alma estenuada y yo de frente, mientras lo permitió
mi dulce pedagogo; pero cuando me dijo: «Déjale y anda;
porque bueno es aqui impulse cada cual su barco con vela
y remos, »
Enderecé mi cuerpo cual debe hacerse cuando se quiere
andar, por mas que mis ideas continuasen encorvadas bajo
el peso del desaliento.
Me puse en movimiento y seguia de buen grado los pasos
de mi maestro, dando ambos una prueba de nuestra agili
dad, cuando él me dijo: «Vuelve la vista hácia abajo, por
que te conviene ver el suelo en que pones los piés para que
sea menos áspero el camino. »
Asi como para conservar la memoria de los que reposan
en las tumbas de las iglesias, se esculpe en las losas su efigie
con tal verdad que á veces nos hace su recuerdo prorumpir
en llanto; asi me pareció el camino que hay entre el monte
y el abismo lleno de figuras, mucho mas parecidas aun,
merced á la destreza del operario que las esculpio.
A un lado veia aquel que fué creado mas noble que todas
las criaturas caer del cielo como el rayo; veia al otro lado
á Briareo, (1) traspasado por un dardo celeste, y tendido
en el Tymbreo, (2) veia á Palas y Marte, armados aun en
torno de su padre, contemplar los esparcidos miembros de
los gigantes; veia á Nembrod (3) al pié de su gran torreá
(1) Briareo, Tilan.
(2) Renombre de Apolo.
(3) Nembrod, uno de los consuuctores de la torre de Dabel.
-
LA DIVINA COMEDA. 191

mirar, como estraviado, á las naciones que fueron con él al


Senaar.
¡Oh Nobel (1) con qué dolor te ví esculpida en el camino
entre siete y siete niños muertos!
¡Oh Saul! como traspasado por tu propia espada, me pa
reciste allí muerto en el Gelboe que desde entonces se na
visto privado de la lluvia y del rocío (2)
¡Oh loca Aragnea allí te veia ya medio convertida en
araña, y triste entre los restos de la obra en mal hora por
tí emprendida.
¡Oh RolJoam! (3) tu rostro ya no me parece aqui amena
zador, puesto que lleno de espanto huyes en un carro an
tes de que los demás te arrojen.
Claramente demostraba aun el duro pavimento lo muy
caro que hizo pagar Alcmeon (4)á la que le dió el ser su des
graciado adorno.
Representaba á los hijos de Senaquerib arrojándose sobre
él en el templo y como lo dejaron muerto.
Indicaba tambien la ruina y el castigo cruel de Cyro
cuando Tomyris le decia: « Has tenido sed de sangre y yo te
lleno de sangre.»
Figuraba cuando huyeron en dispersion los asirios, des
pues que fué muerto Holofernes, y los detalles de aquelia
carnicería.
Veia á Troya (5) en escombros y ruinas: ¡Oh Ilion! (6)
¿Cuán destrozada y envilecida te presentaban las pinturas
que allí habia
¿Cuál fué el maestro y director del pinceló el escoplo que
trazó aquellas sombras y actitudes que no se cansaria de ad
mirar el talento mas sutil?

(1) Hija de Tántalo y esposa de Amion, que segun el poeta tuvo catorce
hljos. º

(2) Montes Gelboe, neque pluvia, neque ros veniant super vos. (Reg., l. Il.)
(3) Roboam, hijo de Salomon; diez de las tribus se sublevaron contra él.
(4) Alcmeon, hijo de Amfiara0
(5) Troya es la provincia.
(0) Ilion, la capital.
92 EL PURGATORIOe

Los muertos parecian muertos, y los vivos parecian vivos.


Ni el que presenció aquel hecho lo vió mejor que yo, mien
tras seguia mi camino, pisándolo todo, con la vista inclinada.
Con todo, enorgulleceos, y andad erguidos, oh hijos de
Eva. Y no inclineis la cabeza para ver vuestra áspera
senda
Habia andado tan gran trecho en derredor del monte,
que se habia adelantado el sol en su carrera mucho mas de
le que pensaba nuestro preocupado espíritu, cuando el que
seguia siempre atento su camino, delante de mí, empezó de
esta manera: « Levanta la cabeza! hora es ya de que de
jemos este paso lento y distraido. -

«Mira al ángel que se dispone á venir hácia nosotros; hé


aquí la sexta sierva del dia que ya ha cumplido su mi
sion. (1)
«Revélese en tu rostro y toda tu persona el mas profundo
respeto, á fin de que se complazca en hacernos subir mas;
piensa que este dia no volverá á brillar.»
Estaba yo tan acostumbrado á sus consejos de no perder
ni un momento, que de ningun modo podian serme acerca
de ello oscuras sus palabras.
Ya se dirigia hácia nosotros la hermosa criatura vestida
de blanco, centelleante el rostro como si fuese la estrella de
la mañana. Despues de abrir los brazos, entreabrió tambien
las alas diciendo: «Venid, hay aqui cerca unas gradas, que
el que está purificado sube fácilmente.»
Pocos son los que responden y acuden á semejante invi
tacion. ¡Oh raza humana, nacida para volar á lo alto! ¿por
qué caes de este modo al menor viento?
El ángel nos condujo á una roca cortada á pico, donde
me dió en la frente con sus alas (2) prometiéndonos luego
un viaje seguro y tranquilo.
Asi como para subir la montaña en que se eleva la iglesia
(1; La hora sexta.
(2) Para borrar una de las P.P. trazadas en la frente del Dante, el pecado
de Orgullo. . .. - --- -- - -
LA DIVINA COMEDIA, 193

que domina á Florencia, (1) la ciudad bien gobernada, al


sobre Ruba conte, hay gradas que hacen menos pesada su
ascension (gradas que fueron construidas en tiempos que
los registros y medidas públicas estaban en seguridad,) así
procura hacerse allí mas suave la pendiente escarpada que
procede del otro círculo y cuyas altas laderas nos cercan por
uno y otro lado.
Como nuestros cuerpos procuraban encaramarse por aquel
desfiladero, cantaron algunas voces con una dulzura que
no hay palabras capaces de espresar: Beati pauperes spiritu.
; A: Cuán distintos son de los del infierno a quellos hue
cos semderos! Se entra aquí en medio de magestuosos can
tos; y allí en medio de horrendos gemidos.
Subíamos ya la santa escalera, y como me pareciese estar
mas ágil que cuando me encontraba en la llanura, esclamé:
* Dime º a estro, ¿de qué enorme peso acaba de librárse
ne, que ya casi no esperimento al andar fatiga alguna?»
A lo que me contestó: «Cuando las P.P. que quedan en
pu frente, aunque ya medio borradas (2) habrán desapare
cidio enteramente como acaba de desaparecer una de ellas,
quedarán de tal n tus piés á disposicion del buen deseo,
que no sentirán y a la fatiga, y fijarán su placer y su dicha
en subir. » -

Como el que lleva algo en a cabeza sin saberlo, hasta que


se lo hacen sospechar los signos de los demás; y que recur
riendo á las manos busca, toca y logra saber lo que el ojo
no podia indagar; asi yo tendiendo los dedos de mi mano
derecha, no encontré mas que seis de las letras que el án
gel portador de las llaves habia marcado en mi frente. Mi
guia no pudo menos de sonreir al contemplarme.
) La iglesia de San M. Diato.
(2) El pecado de Orgullo, el mayor de todos, ha hecho casi desaparecer, al
borrarse, los Seis restantes.

13
19. EU. PURGATO (O,

CANTO XII.

Los poetas encueutrau varios Espíritus que, citan varios eremplos de


Amor, sin interrumpir su vuelo. — Luego contemplan las almas
de los envidiosos recitando las letanías de los santos. — Cubre á
los envidiosos un cilicio y tienen los ojos cosidos con un alambre. —.
Dante habla á Sapia, dama sienesa.

Estábamos en la parte superior de la escalera, donde por


segunda vez vuelve á estrecharse el monte cuya subida pu
rifica á los pecadores.
Allí reina tambien un círculo, como el primero, en der
redor de su cumbre; solo con la diferencia de que está su
arco mas próximo á cerrarse. No hay relieves ni esculturas;
son sus bordes enteramente lisos, el camino es tambien des
nudo y tiene la piedra un color lívido. (1)
x Si aguardamos aqui á alguien para preguntarle cual es
el camino que debemos seguir, decia el poeta , temo quo
huestra eleccion sufra un gran retardo.»
Luego miró fijamente el sol; formó con su pierna del e
cha un centro sobre el que apoyó su movimiento y volvió la
parte izquierda de su cuerpo.
«¡Oh grata luz, bajo la cual entro con esperanza en el
nuevo camino! guíanos, decia, como debe guiársenos en
este recinto. Tu vivificas y alumbras el mundo; y á menos
de que alguna otra razon se oponga á ello, deben tus rayos
ser siempre nuestro guia. »
Merced á nuestra voluntad activa, habiamos recorrido
en breve espacio lo que se cuenta por una milla acá en la
tierra.
Y hé aquí que oímos volar hácia nosotros, sin verlos,
diferentes espíritus, que al hablar, invitaban cortesmente á
la mesa de amor. La primera voz que pasó volando, dijo

41) sºn o el timº ó color de los envidios03. .


LA DIVINA COMEDA. 195

fuertemente: Vinum non habent, (1) é iba repitiéndolo detrás


de nosotros. -

Y antes de que al alejarse dejásemos de oirlo, pasó otra


voz gritando: «Yo soy Orestes» y, como la primera, pasó
sin detenerse.
« 1 Padre mio! esclamé entonces, ¿qué voces son esas?»
Y al hacer mi pregunta, hé aquí otra voz diciendo: «Amad
á los que os han dañado.»
El buen maestro: «Este círculo castiga y azota el pecado
de envidia, siendo el amor el que va agitando su látigo. El
freno de los pecadores produce un sonido enteramente
opuesto. Pienso podrás oirle antes de llegar al paso en que
se perdona.
«Fija empero, al través del aire, tus miradas en este lado,
y verás delante de nosotros á muchos que están tendidos, y
cada uno de los cuales se apoya en la peña. »
Abrí entonces los ojos mas que antes, miré delante de mí
y vívarias sombras envueltas en mantos del mismo color
de la piedra.
Despues de haber adelantado algo mas, oí gritar: «¡Ma
ría, ruega por nosotros !» y gritar de nuevo: «Miguel, Pe
dro y todos los santos, orad por nosotros.»
No creo pise la tierra hoy día un hombre tan duro, que
no se compadeciese de lo que ví luego. Cuando estuve tan
cerca de aquellos espíritus, que no podia pasarme desaper
cibido ninguno de sus movimientos, sentí brotar de mis ojos
un dolor profundo.
Parecíame verlos cubiertos de un vil cilicio, que cada uno
de ellos sostenia á otro en su hombro, y que estaban todos
sostenidos por la peña. Asi se ponen tambien los ciegos fal
tos de pan en los Perdones, (2) donde piden por necesidad,
apoyando cada cual su cabeza en la de otro, á fin de que la
piedad enternezca á los corazones, no solo con el sonido de

1) Palabras de la Vírgen al Crisio en las bodas de Canaan,


2) La iglesias.
196 EL PURGATORI0,

las palabras, sino tambien con la vista, que no la excita


Iºnen0S.

Y asi como el sol no llega hasta los ciegos, asi tambien la


luz del ciego niega sus dones á las sombras de que hablaba;
pues tienen todos ellos los párpados cosidos con un alambre,
como el gavilan que no está aun domesticado, (1)
Como me pareciese un ultrage el mirar á quien no po
dia verme, volvíme hácia mi sabio consejero; y como su
piese ya antes de hablar, lo que yo queria decirle, sin
aguardar mi pregunta me dijo: «Habla, pero sé corto y sen
Sato. »
Virgilio seguia por la parte de la calzada en que puede
caerse al abismo, por no haber borde alguno, y habia al la
do opuesto aquellas sombras, sufriendo de tal modo á causa
de su horrible cosido, que tenian las mejillas inundadas de
lágrimas.
Entonces me volví hácia ellas, diciendo: «¡Oh vosotras,
que estais seguras de ver la luz del cielo, único cuidado de
vuestro deseo Ojalá que la gracia disipe la espuma de vues.
tra conciencia, y que por ella vuelva el rio de vuestro es
píritu á correr puro y cristalino
Decidme (y será para mí una cosa inapreciable y digna)
si hay entre vosotras alguna alma latina, y si la conozco,
quizá podré serle útil.
¡Oh hermano mío! cada una de nosotras tiene una sola y
verdadera ciudad; pero tú quieres decir un alma que haya
hecho en talia la peregrinacion de su vida.
Esta respuesta me pareció oirla un poco mas hácia ade
lante del punto en que yo estaba; por lo que procuré ha
cerme oir aun mas de aquel lado. Entre las demás sombras
víá una que me pareció en actitud de aguardar, y s, se me
pregunta como pude notarlo, fué porque tenia la barbale.
vantada á la manera de un ciego. .
« Espíritu, le dije, que para subir te inclinas, si eres tú
(1) Practica que se obseivaba en la falconeria, antes de la invencion de
caplrele.
LA DIVINA COMEDA, 197

el que me ha contestado, entérame de tu pais ó de tu


nombre. -

— Fuí sienesa, contestóme, y con estos otros purifico en


este sitio mi vida culpable, llorando por aquel que ha de
darse á nosotros. Sabia no fuí, por mas que se me llamase
Sabia (Sapia), pues me alegraron mas las degracias agenas
que mi propia dicha.
«Y para que no pienses que te engaño, oye si fuí, como te
digo, loca: ya empezaba á descender por la vertiente de mis
años, cuando estando mis conciudadanos cerca de Colle,
enfrente de sus adversarios, pedíá Dios una cosa que ya él
mismo queria.
«Todos ellos fueron destrozados y vencidos en aquel sitio,
al paso insostenible de la fuga; mientras que yo, al ver tal
caza, sentí un goce superior á todos los demás goces, un
goce que me hizo levantar al cielo mi cabeza loca para gri
tará Dios: desde ahora dejaré de temerte. Así lo hizo el
mirlo engañado en el invierno por algunos dias de buen
tiempo. -

«En mis últimos años procuré hacer la paz con Dios, y la


penitencia no habria disminuido aun mi deuda, si Pedro
Pettinagno, (1) apiadándose de mis faltas, no se hubiese
acordado de mí en sus santas oraciones. -

«Pero, ¿quién eres tú, que asivas informándote de nues


tra condicion, que tienes, segun creo, los ojos abiertos, y
hablas respirando?» -

— Mis ojos, la dije, serán tambien cosidos aquí, pero por


poco tiempo, por ser pequeño mi pecado de envidia; en
cambio, sube de punto mi miedo cuando mi alma piensa en
el suplicio que se sufre en el círculo anterior, pareciéndome
que la carga que se lleva allí, pesa ya sobre mis hombros.»
— Y ella á mí: «¿Quién te ha conducido pues aquí ar
riba entre nosotras, si crees volver allí abajo?» Y yo: «Este
que ves conmigo sin proferir una palabra. Soy viviente;

rr). Ermitaño florentino.


19º EL PURGATORI0,

dime por lo tanto, espíritu escogido, si quieres que haga


mover por tí mis piés m les en el bajo suelo.»
— ¡Ah! es una cosa tan nueva la que me refieres, con
testó ella, que es una gran prueba de que Dios te ama; asi
pues, ayúdame con tus oracio
«Y te suplico en nombre de lo que mas deseas, que reha
bilites mi nombre entre mis prójimos, si pisas alguna vez la
tierra de Toscana. Les hallarás entre aquel pueblo vano que
fija toda su esperanza en Talamona, (1) por mas que haya
de quedar defraudada como cuando iba en busca del Dia
na. (2) Pero mas perderán aun los almirantes.»

CANTO XIV.

Continuacion del círculo de los envidiosos. — Páranse los poetas


para escuchar á messer Guido del Duca y á messer Rinieri de
Calboli. — Censura que hace el primero de las costumbres de la
Toscana y de la Romania. Luego continuando su camino, oyen
Dante y Virgilio en el aire varias voces que citaban ejemplos de
envidia. -

«¿Quién es aquel que recorre nuestro monte antes de que


la muerte le haya hecho levantar el vuelo, y que abre y
cierra los ojos, segun su deseo?»
— Ignoro quien es, pero sé que no está solo; pregúnta
selo tú que estás mas cerca, acogiéndole con benevolencia,
á fin de que no repare en hablarte.»
Asi hablaban de mí dos espíritus á mano derecha, apo
yándose mútuamente. Por fin, uno de ellos me habló de esta
manera: «¡Oh alma que encerrada en un cuerpo te diriges
al cielo! por piedad consuélanos y dinos de donde vienes y
quién eres; porque el insigne favor que has merecido nos
admira cual cosa enteramente nueva. »

(1) Se burla de los sieneses por haber comprado el puerto de Talamona


en el Mediterráneo.
(2) Rio que se suponia pasar por debajo de la ciudad de Siena.

« -----------
LA DIVINA COMEDIA, 199
Y yo: «Por en medio de la Toscana pasa un pequeño
rio que sale á Falterona, (1) y al que un curso de cien mi
llas no basta á saciar; junto pues á aquel rio recibí yo mi
cuerpo mortal. Deciros quien soy seria hablar en vano, por
no ser aun mi nombre muy conocido.»
—. A no equivocarme acerca del sentido de tus palabras,
me respondió entonces el alma que me habia preguntado
antes, hablas del Arno.»
A su vez la otra dijo: «¿Por qué ha ocultado el nombre
de aquel rio, como se oculta el de toda cosa horrible ?»
Y la sombra que habia sido interrogada acerca de ello,
contestó de esta manera: «No lo sé, pero es muy justo que
se extinga el nombre de semejante valle, porque desde el
punto en que nace (allí do se eleva tan alto aquel monte
del que se desprendió Peloro, (2) que en pocos puntos es
mayor la altura de aquella montuosa cordillera,) hasta el
en que el rio se pierde para reparar lo que el cielo sacó de
la mar, á la que todos los rios deben las aguas que o tenta
su curso, han pervertido de tal modo su índole los habi
tantes de aquel miserable valle, que parecen haberse ali
mentado de los pastos de Circeo.
«Sigue aquel rio su exíguo curso por entre sucios lechon
cillos, (3) mas dignos de comer bellotas, que de alimentarse
con las sustancias de que viven los hombres; luego encuentra
en su descenso unos perros mas quisquillosos de lo que exige
su fuerza, (4) por lo que con desden les vuelve el hocico
y á medida que se aumenta y que va siendo mas rápido el
curso de aquel maldito y desgraciado rio, mayor es tambien
el número de perros que encuentra que se convierten en
lobos. (5.
«Cuando mas tarde se arrastra por profundas geru -ºtas

(1) Fiasterona monte del Apenino.


(2 Peloro, promontorio de Sicilia.
(3) Los habitantes del Casentino.
(4) Los de Arezzo.
(5) Los florentinos, golosos y avaros.

* -- º *-- - - - --. --------


200 EL PURGATORI0,

encuentra zorras tan fraudulentas y astutas, que no temen


caer en lazo alguno. (1)
«No cesaré de repetir por mas que otro me oiga, lo que
puede será este útil, con tal que se acuerde de las cosas que
un espíritu recto me descubre.
«Veo á tu nieto convertido en cazador de aquellos lobos,
aterrados (2) al verle en las márgenes del espantoso rio; le
veo vender su carne antes de darles caza, luego los mata
como perros viejos, y al quitar á muchos la vida, se quita
la honra á sí mismo.
«Sale ensangrentado de la triste selva, 3) de tal modo de
vastada, que ni en mil años podrá brotar en ella su primi
tiva fuerza. »
Asi como se turba el rostro del que escucha el anuncio
de futuros males, cualquiera que sea el lado porque le ame
nace la desgrarºn, asi ví yo á la otra alma, que estaba vuelta
hácia nosotros, turbarse y entristecerse, al oir semejantes
palabras.
El lenguaje de la una y el rostro de la otra despertaron
en mí el deseo de saber su nombre, que les pregunté, des
pues de varias súplicas. Asi es , que el espíritu que antes
me hablára, continuó de esta manera:
«Tú quieres inducirme á hacer por tí lo que de ningun
modo quieres tú hacer por mí; pero ya que Dios quiere que
brille su gracia de tal modo en tí, no me mostraré a varo: se
pas pues que soy Guido del Duca. Hasta tal punto carbonizó
mi sangre la envidia, que ante la dicha de un hombre, ha
brias visto en mi rostro un tinte lívido.
«La paja que me ves segar es el fruto de mi sementera.
¡Oh raza humana! ¿por qué fijar tu corazon allí donde un
bien exige la exclusion del otro
1) L0s pisanos.
(2) El alma que habla aqui es Guido del Duca, de Brettinoro, y se dirlge $
Rinieri. Del Luca se refiere á Fulcieri, nieto de Rinieri, podestá de Florencia
en 1302, que sobornado por los Negros, mandó encerrar y dar muerte á lo
principales Blancos.
(3) Florencia.

--- • -------
LA DIVINA COMEDIA, 20
«Este es Rinieri, el tesoro y la honra de la casa de Calbo
li, en la que nadie despues ha sabido heredar su mérito. Y
no son tan solo sus descendientes los que están privados,
entre el Pó y montaña, el mar y el Reno, de las cualidades
necesarias para la verdad y el contentamiento de la vida;
sino que hasta en aquellos mismos confines, está el suelo
tan cubierto de retoños venenosos, que todo trabajo en cul
tivarle seria ya tardío.
«¿Dónde están el buen Licio 1) y Arrigo Manardi, (2) Pe
dro Traversaro (3) y Guido de Carpigna? (4 ¡Oh romañoles,
oh raza bastardeada, puesto que en Bolonia echa un forjador
sus raices, 5 y que en Faenza un Bernardino di Fosco, (6)
salido de una pequeña grana, se convierte en noble tallo!
«No te asombre el que llore, oh toscano, cuando recuerdo
á Guido de Prata, Ugolino de Azzo, coetáneo nuestro, Fe
derico Tignoso y todos los suyos, asi como tambien á la fa
milia Traversara y á los Anastagi. Ah estas dos familias
han perdido su herencia de virtud! -

«Si lloro al recordar á aquellas damas y caballeros, sus


obras y sus goces, es porque el amor y la cortesía excitaban
sus corazones, allí donde son hoy tan depravados.
«¡Oh palacio de Brettin oro! 7 ¿or qué no te desplomaste
cuando tu familia y tantos otros sucumbieron por no ser
criminales?
«Bien hace Bagna cavallo en no producir ya varones; asi
como mal hace Castocaro, y peor aun Conio, que se ocupa
en producir tales condes. Los Pagani podrán procrear cuan

(1) Licio di Valbona, hombre honrado. Su hija casó con Ricardo, despues
de habérsele entregado.
(2, Los comentadores están discordes acerca de este personaje.
3) Pedro Traversaro, señor de Rávena, dió la malo de su hija á Esteban,
rey de Hun-ria.
(4) Guido, noble de Montefeltro.
(5) Alusion a Lambertuccio, forjador de oficio, convertido en gran señcr
(6) Hombre esforzado y de humilde nacimiento.
(7) Castillo de Romaña, gobernado por tiranuel)s. — Fantoli hºmbre vir
llao so.
202 EL PURGATORI0s

do haya desaparecido su mal genio; con todo, nunca que


dará de ellos un recuerdo muy puro.
«¡Oh Ugolino de Fantoli tu nombre está seguro, puesto
que no se espera ya heredero, que, degenerándose, pueda
oscurecerle.
«Pero, déjame, oh Toscano, que mas gratas que las palal, re
me serán ahora las lágrimas, porque el recuerdo de muestro
pais me ha oprimido el corazon.»
Como sabíamos que aquellas almas queridas oian nuestros
pasos, era su silencio una seguridad acerca de nuestro camino.
Cuando despues de haber andado un rato nos encontra
mos solos, hé aquí que como el rayo que hiende el espacio,
viene hácia nosotros una voz diciendo:
« ¡El deber del que me encuentre es matarme !» (1) Y
desapareció como el trueno que se aleja despues de haber
rasgado la nube.
Apenas acababa de resonar en nuestros oidos el rumor de
aquella voz, estalló otra con tan gran estruendo, que pare.
cia un nuevo true no sucediendo al primero:
«Yo soy Aglaura, (2) la que fué convertida en piedra.»
Entonces para pegarme mas al poeta, dí un paso atrás y no
hácia adelante.
Ya se habia restablecido en todas partes la calma, cuando
Virgilio me dijo:
«Tal fué el duro freno que debería haber contenido siem
pre al hombre en sus límites; pero vosotros mordeis con tal
ardor el sebo, que el anzuelo del antiguo enemigo os atrae
siempre hácia él, sirviéndoos de muv poco el freno y las
inculpaciones.
«El cielo os llama y gira en torno vuestro, poniéndons de
manifiesto sus eternas bellezas; pero como vuestros ojos no
se fijan mas que en la tierra , sois castigados por aquel que
vé todas las cosas -

(1) Cain -

(2) Aglaula, hija de Cecrops, poseida de las Futas, se stricidó.

- - r --- -
----- º -
LA DIVINA coMEDIA. 203

CANTO XV.

Tercer recinto donde se purifica el pecado de cólera. — Subiendo


las gradas que un ángel les indicára llegan los poetas al tercer re.
cinto. —Arrobado en éxtasis, contempla Dante varios ejemplos de
mansedumbre. De repente una nube de humo envuelve á los dos
poetas, sin permitirles distinguir cosa alguna.

El tiempo que media desde que dá la hora tercera al


principio del día en la esfera, que, como un niño, juguetea
y se agita, era el que parecia emplear el sol en dirigirse
hácia la noche. Allí brillaba Vesper, y era acá en la tierra
media noche.
Los rayos nos daban en el rostro, porque habíamos dado
la vuelta á toda la montaña, y nos dirigíamos ya via recta
hácia el ocaso.
Al notar que turbaba mi frente una luz mucho mayor
que la de antes, me quedé asombrado entre tantas cosas que
me eran desconocidas; y levantando las manos sobre mis
párpados, me procuré un abrigo en el que fué á estrellarse
la escesiva claridad.
Asi como un rayo reflejado por el agua ó por un espejo
sube al lado opuesto, y sigue subiendo del mismo modo con
que ha descendido, al revés de la caida de la piedra que
está perpendicular, segun lo demuestran la esperiencia y
el arte ; así creí yo inundarme una luz reflejada delante de
mí, que procuró mi vista evitar prontamente.
Dulce padre mio, ¿cuál es ese resplandor del que no
puedo preservar mi vista, y del que estoy como inundado?
Paréceme, dije, que se adelanta hácia nosotros.»
— No te asombre, contestóme, el que la familia del cie.
aun te deslumbre: es un mensajero que viene á invitar a
hombre á subir.
«En breve, lejos de mortificarte estas cosas, gozarás cuan
to la naturaleza te permita sentir.»
204 EL PURGATORIO.

Cuando estuvimos bien cerca del ángel bendito, nos dijo,


en voz alegre: «Entrad por esta escalera que es menos recta
que las otras dos.»
Habíamos subido ya hasta salir del círculo, cuando detrás
de nosotros se cantó: Beati misericordes, (1) y Alégrate, tu
que eres vencedor. 2)
Mi maestro y yo, subíamos solos, pensando yo entretanto
aprovecharme de aquellas palabras; asi que, me dirigí á él
haciéndole esta pregunta: «Qué queria decir el espíritu
de la Romanía (3) al hablar de bienes que uno excluye á
otro?»
A lo que me contestó: «Ahora conoce el peligro de su
mayor pecado; no te admire pues el que le condene, á fin
de que otros no derramen tantas lágrimas. Si vais en pos de
bienes que puedan disminuirse por ser muchos los que as
pirais á ellos, os sentiréis excitados por la envidia; pero si
elevais vuestros deseos hasta el amor á la esfera suprema,
no abrigaria vuestro corazon semejantes temores.
«Cuanto mas en este recinto cada cual dice nuestro, mas
poseido está del verdadero bien, y mas arde en su pecho el
sacro fuego de la caridad.»
— Ansío mucho mas tus respuestas, le dije, de lo que las
ansiaría aun á haberme callado hasta aquí; y me parece que
abrigo mas dudas que antes.
«¿Cómo es posible que un bien dividido haga mas ricos á
los que le poseen, cuanto mayor sea su número?»
Y él á mí: « Como fijas siempre tu espíritu en las cosas
terrenas, de aquí las tinieblas que encuentras hasta en el
seno de la verdadera luz. Aquel bien infinito é inefable que
4º -", -- r
está en lo alto, se lanza al amor como un ra " " \,

cuerpo lucido; y se reful, de en él tanto mas, cuanv ina yo


es su ardor, de modo que á mediJa que la carida 1 se es
tiende, aumenta en ella la virtud etería.
(1) Palabras de Jesucristo Matth... c. v.
(2) Idem. -

(3) Guido del Duque. Lo que sigue pertenece á la escolástica.


La Divina comedia. 205
«Cuanto mayor es en lo alto el número de almas unidas
entre sí, mas se aman, y como un espejo, refleja cada una
de ellas su amor puro y vehemente.
«Si no te satisfacen mis razones, ya verás á Beatriz, que
calmará en tí ese deseo y todos los demás.
«No obstante, continua avanzando, para que se borren
prontamente, como lo están ya dos, aquellas cinco manchas
que solo desaparecen con las lágrimas.» (1)
Cuando iba á decirle: «Me has complacido» ví que ha
bíamos llegado al otro círculo, y mis ávidas y errantes mi
radas me hicieron callar.
De repente ví un templo conteniendo un gran número de
personas, sin cansarme de contemplar aquella vision extá
tica. Una mujer decia en la entrada, con la tierna actitud
de una madre: «Hijo mio, ¿por qué has obrado de esta ma
nera? Tu padre y yo te buscábamos (2) desechos en lágri
grimas. » Al callar ella, todo cuanto se me habia aparecido
desapareció enseguida.
Luego se mº apareció otra mujer, cuyas mejillas bañaba
el agua que destila el dolor cuando nace de un gran des
pecho contra otro, la cual decia: «Si eres señor de la ciudad
por el nombre de la cual hubo entre los dioses tantos deba
tes, y de la que brotan los rayos de toda ciencia, (3) vénga
te, (4) oh Pisistrates, del brazo audaz que circuyó el talle de
nuestra hija. »
Y aquel señor tierno y clemente parecíame contestarle
con rostro sereno: «¿Qué harémos al que nos quiere mal,
si el que nos ama está condenado por nosotros?»
Tambien víá unos hombres abrasados por el fuego de la
cv., era, matará un jóven á pedradas, gritándose desafora
damente unos á otros: «Martiriza Martiriza!» (5)
1) Las manchas del Orgullo y de la Envidia; solo quedan ya cinco P.P.
en la frente del poela.
(2) Palabras de María y de José al niño Jesus.
(3) Atenas,
(4) Valerio Máximo, lib. v.
(5) San Eshóban. Ejemplos de resignacion
206 EL PURC 3:1 ys

Y veia á la víctima encorva: se bajo la muerte que ya la


derribaba, convirtiendo sus ojos en puertas del cielo, y
suplicando al Dios supremo en su martirio, con aquella ac
titud que tanto excita á la piedad, que perdonára á sus per
seguidores.
Cuando mi alma pasó de aquellas visiones colocadas fuera
de su alcance á los objetos verdaderos, fuera de su alcance
tambien colocados, conocí que en sustancia no eran falsos
mis errores.
Miguia, que podia verme hacer lo que un hombre al sa
lir de un letargo, me dijo: «¿Qué tienes, cómo es que no
puedes sostenerte?
«Has andado mas de media legua cerrando los ojos y con
paso vacilante, cual hombre á quien el vino ó el sueño do
mina. »
— Oh dulce padre mio! si me escuchas, le dije, te refe
riré la aparicion que he tenido, cuando mis piernas vacila
ban de aquel modo.» -

Y él á su vez: «Aun cuando te cubrieses con cien más


caras, no se me ocultaria ni aun el menor de tus pensa
mientos.
«Todo cuanto has visto te ha sido revelado para que no
te niegues á abrir tu corazon á las aguas de la paz que ma
nan de la fuente eterna.
« Bienves que no te he preguntado: «¿Qué tienes?» como
lo hace el que solo mira por sus propios ojos, y que deja
de ver cuando el cuerpo yace inanimado. Solo te lo he pre
guntado para que tus piés recobrasen su fuerza; porque
debe excitarse á los perezosos, sobrado lentos en emplear
bien el tiempo de la víspera.»
Atentos seguíamos nuestro camino por haber ya oscure
cido, procurando describir el mayor trecho posible á través
de los brillantes rayos del astro nocturno, cuando insensi-,
blemente fué acercándose hácia nosotros una humareda os
cura como la misma noche, sin que hubiese medio ni sitio
alguno para preservarse de ella. En breve nos privó el aire,
y hasta el uso de la vista,
LA DIVINA COMEDIA, 207,

CANTO XVI.

Mientras iba siguiendo á su guia Virgilio, logra Dante descubrir entre


la densa humareda á las almas de los que cedieron ante la có
lera. — Todas aquellas almas dirigian tiernas preces al cordero ce
leste.—Una de ellas, Marco Lombardo, demuestra á Dante que no
es la influencia del cielo la que decide las acciones de los hom
DTeS, ))

Ni la oscuridad del Infierno, ni la de una noche sin estre


llas bajo un cielo nublado y tenebroso, habian presentado
á mi vista un velo tan denso como el humo que nos envol
via, ni eran sus tinieblas tan terribles.
Como no pudiese el ojo permanecer abierto, se acercó mi
sabio y fiel compañero para ofrecerme su hombro; y así
como el ciego sigue tras su guia por no extraviarse y chocar
con un objeto que le hiera ó le mate, seguia yo á través de
aquel aire denso y amargo, escuchando á mi conductor que
me decia: «Procura no separarte de mí.»
Oia varias voces, cada una de las cuales parecia estar
orando para alcanzar del Cordero de Dios que borra los pe
cados, paz y misericordia.
Agnus Dei, (1) era su exordio; todas ellas proferian aque
lla sola palabra en un mismo tono, de modo que parecia
reinar entre ellos una perfecta concordia.
«¡Oh maestro dije, ¿son espíritus los que estoy oyendo?»
Y él á mí: « Lo has acertado; se ocupan en deshacer el
nudo de la cólera. »
— «Quién eres, pues, tú, que asi atraviesas nuestro hu
mo y hablas de nosotras como si dividieses aun el tiempo en
calendas?». Asi habló una voz; por lo que me dijo el
maestro:
« Contesta, y pregunta si por aquí se sube á lo alto.»

(1) J0AN, l. 2).


208 EL PURGATORIO.

Y yo: «¡Oh criatura que te purificas para volverá presen


tarte hermosa ante el que te hizo oirás maravillas si quie
res seguirme.»
— Te seguiré mientras me sea permitido, contestó ella, y
si el humo no nos permite vernos, el sonido nos acercará á
falta de la vista. » -

Entonces empecé yo así: «Me voy á lo alto con esta for


ma que la muerte disuelve, y he llegado aquí al través de
las penas infernales. Ya que me ha recibido Dios en su gra
cia, de modo que me permite ver su corte por un medio tan
inusitado, no me ocultes tú quien fuíste antes de tu muerte,
antes bien dímelo sin demora; infórmame así mismo de si
es este el camino que debo seguir, y tus palabras serán mis
con duetores.»
— Fuí lombardo, y se me - o Marco. (1) Fuí sabio en
los negocios del mundo, y partidario de esa probidad hácia
la cual ahora nadie tiende arco. Para llegar á lo alto,
sigue via recta tu camino.» As. Lue respondió, añadiendo
luego:
«Te suplico que ores por mí cuando estés en lo alto. »
Y yo á él: «A mi vez te encargo hacer lo que me pides;
pero voy á verme envuelto en una duda, si no me es dado
aclararla. Antes era sencilla, mientras que ahora es ya do
ble , desde que uno tu opinion presente, que es para mi
muy cierta, á otra opinion que he oido fuera de este re
cinto .
« Así, pues, está el mundo falto de toda virtud, como me
anuncias, y cargado y lleno de malicia. Pero te suplico me
dés tan clara la razon de elº, que pueda verla y mostrarla
á los demás, porque unos colocan aquella razon en el cielo,
y otros aquí abajo.»
Empezó por exhalar el alma un profundo suspiro que el
dolor acabó en ay y luego continuó de esta manera:
« Hermano, el mundo es ciego, bastante conozco que tú
vienes de él.
(1) Neble Veneciano amigo de Dante.
LA DIVINA coMEDIA. 39
«Vosotros, los vivientes, no hay causa que no atribuyais
al cielo, como si todo tuviese necesariamente que proceder
de lo alto. -

«Si asi fuese, quedaria destruido en vosotros el libre, al ,


bedrio, y no habria justicia en recibir, por el bien, recom
pensa, por el mal, castigo. -

«El cielo ayuda el principlo de vuestros movimientos, si


bien no digo de todos; pero aun suponiendo que lo diga, se
os dispensa su luz para distinguir el bien y el mal.
«Se os ha dado tambien el libre albedrío, que, si bien, en
los primeros embates se opone á la influencia celeste, puede
en lo sucesivo, si se le dirige bien, vencerlo todo.
«Libres, estais sometidos á una fuerza mas grande y á una
naturaleza mejor, que es la que creó en vosotros el espíritu
que el cielo no tiene bajo su influencia. -

«Asi que, si el mundo actual se desvia, la razon está en


vosotros, debiendo buscarse en vosotros; y yo puedo serlo
de ello á estas horas una verdadera prueba.
«El alma sale de manos de aquel que la acaricia en su es
píritu antes de que ella exista, semejante á un niño que á la
vez sonrie y llora, balbucea y juega. Aquella alma sencilla
que nada sabe, sino que procede de un creador bienaven
turado, vuelve gustosa al que es su alegría y sus delicias.
«Primeramente apetece los bienes de escaso valor, y corre
engañada en pos de ellos, si un guia ó un freno no dirige su
amor.
«Se han necesitado leyes para servir de freno, se han ne
cesitado reyes, que, de la Ciudad verdadera, (1) supiesen
al, menos discernir la torre. (2)
a Las leyes existen, pero, ¿quién se encarga de hacerlas
cumplir? El pastor que precede al rebaño puede rumiar,
pero no tiene hendidas las uñas. Por esto la manada al ver
á su guia alimentarse de lo que ella es tan golosa, á su vez
lo devora sin pedir nada mas. -

(1) El clelo.
(º, los deberes sociales.
1A
20 EL PURGATORI0.

«Ya ves pues que la mala direccion es causa de que sea el


mundo culpable, y que no es la naturaleza la que está cor
rompida en vosotros.
«Roma, que mejoró al mundo, tenia antes dos soles (1)
que iluminaban una y otra via, la del mundo y a de Dios.
El uno de los dos soles eclipsó enteramente al otro: la es
pada fué unida al báculo pastoral; pero uno y otro unidos
por la fuerza, no podian conservar entre sí la armonía, por
que unidos, debian dejar de temerse. Si no das crédito á
mis palabras, fija tu pensamiento en la espiga, ya que toda
yerba se conoce por su semilla.
«En el pais que el Adigio y el Pó fecundan, (2) solo habia
valor y cortesía, antes de que Federico (3) tuviese sus que
rellas; mientras que ahora, podría recorrerle sin cuidado el
que por vergüenza evitára hablar y acercarse á los hombres
honrados.
«Con todo, hay aun tres ancianos (4) en quienes la mu
cha edad hace codiciar otra edad nueva, pues tarda la hora
en que Dios los llame á mejor vida!
«Tales son: Conrado de Palazzo, el buen Gerardo y Guido
da Castel, al que con mas razon se le llama en francés, Lom
bardo el Sencillo.
«Puedes decir desde ahora que la iglesia de Roma, para
reunir los dos gobiernos, cae en un rodazal, en el que ella y
su mision quedarán igualmente manchadas.»
— ¡Oh mi querido Marcos le dije, raciocinas perfecta
mente! Ahora comprendo porque los hijos de Leví fueron
excluidos de la herencia. (5)
Pero ¿quién es ese Gerardo que tienes por tan sabio, ese
resto de una raza extinguida que es un reproche para este
siglo bárbaro?»
-
º

1) El papa y el emperador.
(2) La Lombardía y la Romanía. - . . . .
(3) El emperador y Federico I.
(*) Alusion a Conrado de Palazzo, etc.
(º Porque Moises los consagró al sacerdocia, y - -. - - - --
- EL PURGAtoRio. - 211
—O tus palabras me engañan ó quieren tentarme, con
testó Marcos, puesto que al hablarme, toscano, parece que
nada sabes del buen Gerardo.
«No le sé ningun otro nombre, á menos que le dé el de
su hija Gajá. (2) Quedaos con Dios, puesto que yo no puedo
ir mas lejos.
«Mira como el alba brilla y blanquea ya al través del hu
mo. El ángel está aquí; y, preciso es que yo parta antes de
que él aparezca.»
Terminadas estas palabras, no quiso ya escucharme.

CANTO XVII.

Despues de haber salido con Virgilio de entre la densa humareda, ve


Dante con su pensamiento varios ejemplos de cólera. Luego los
dos poetas guiados por un Angel, suben las gradas que conducen
al cuarto circulo.- Pero como llega la noche, se paran.—Vírgilio
informa a Ratte de que en el cuarto círculo se puritica el peca,
do de Perena,

Acuérdate lector, si es que alguna vez te haya envuelto


en los Alpes una nube, de entre la cual solo vieses lo que el
topo al través de la película que cubre su vista, de cuan
débilmente penetran los rayos del sol en el seno de los hú
medos y densos vapores que empiezan á dilatarse; y pronto
comprenderas como yo volví á ver el sol poco antes de
ponerse. -

Asi que, igualando mi paso al paso fiel de mi maestro,


salí de entre aquella nube cuando los rayos estaban ya amor.
tiguados en la parte baja de la montaña. , , , , ,
... ¡Oh imaginacion! ¡que á veces arrojas al hombre tan le
jos, que no oye las mil trompetas que suenan en torno suyo
¿Quién te anima, cuando no te aguijonean los sentidos?
¡Ah! lo que te anima es una luz que se formó en el cielo,
, , , , ,, , ,, , , ,
(t) Era, dice Grangier, un gran espejo de castidad. - " (
212 EL PURGATORIO.

ó por sí misma, ó por la voluntad divina que la envia aqui


abajo l
El rostro de aquella que por su impiedad se vió trasfor
mada en la avecilla (1) que mas se complace en cantar, se
presentóá mi mente.
De tal modo se concentró entonces mi espíritu en sí mis
mo, que nada apercibió ya del mundo esterior; y en mi
exaltada fantasía, solo ví la imágen de un crucifijo desde
ñoso y altivo, (2) y tal le ví morir.
Habia en su derredor el gran Asuero, Esther sn esposa,
y el justo Mardoqueo, que, en sus obras y palabras, fué
siempre intaehable.
Y cuando aquella imágen se rompió por sí misma, cual
bula ó gorgorita á la que falta el agua en que se formára,
ví presentarse una jóven llorando que decia: «¡Oh reina
¿por qué tn cólera te impulsó á la nada?
Te diste la muerte por no perderá Lavinia (3) y, sin em
bargo, me perdiste; y yo, tu hija, lloro tu pérdida, oh madre
mia, mucho mas que la de otro. (Á)»
Asi como cuando una nueva luz hiere los párpados cer
rados, se interrumpe de repente el sueño, y aunque inter
rumpido, no desaparece enteramente, asi se desvanecieron
mis ideas tan pronto como hirió mi rostro una luz mayor
que la que nos está acordada.
Volvíme para ver, donde estaba, cuando una voz me dijo:
a Ah! ¡sube por aquí!» y de mi apartó toda otra idea.
Fué tal mi deseo de ver al que estaba hablando, que no
descansé hasta haberle descubierto; pero asi como nuestra
vista se debilita ante el sol que se vela bajo su luz, asi sentí
yo desfallecer mis fuerzas.
«Ese, dijo mi maestro, es un divino espíritu, que sin ha
bérselo pedido, nos indica la senda del monte, y se ocult
en su propia luz.
y tº) Filomela, hija de Pandion, rey de Atenas. .

tº) º aman. • 1.

(3) Hija del rey Latino y de Amata. (Virg., lib. xu)


(4) Turno.
LA DIVNA-COMED A. 215
Se porta con nosotros como debe portarse el hombre con
sus semejantes; porque aquel que espera una súplica, cuan
do vé una necesidad, se dispone maliciosamente á negar
todo socorro.
Que nuestros piés obedezcan á una tan grande invitacion;
procuremos subir antes de que sea de noche, puesto que no
podríamos hacerlo hasta que volviese el sol.»
Asi habló mi guia, y él y yo nos dirigimos hácia una es
calera; al asentar mi planta en la primera grada, sentí como
un movimiento de alas que aventaba mi rostro (1) y una
voz que decía: Beati pacifici! (2) que no conocen la mala
cólera
Ya los últimos rayos que preceden á la noche se elevaban
tan rectos er los bordes del horizonte, que las estrellas apa
recian en todas partes.
«¡Oh valor mo ¿por qué así te alejas?» decía en mis
adentros, por pedirme una tregua la fuerza de mis piernas.
Habíamos llegado al punto en que deja de subir la escalera,
parados cual a nave que llega á la playa.
Despues de haber escuchado un poco por si oia algo en el
nuevo círculo, me volví hácia mi maestro, y le dije:
« Dulce padre mio, ¿cuál es la ofensa que se purifica en
el círculo en que estamos? Si nuestros piés se detienen, que
u conversacion no se pare.
Y él á mí: «El amor del bien que no ha sabido cumplir
su deber, ha de continuar aquí su curso; el remo que ha
sido demasiado lento, ha de continuar aquí azotando las olas.
«Pero, á fin de que puedas aun mejor comprenderlo, fija
en mí tu pensamiento, y será este alto para tí de un gran
fruto.
«Hijo mio, repuso, ni el creador ni la criatura fueron num.
ca sin amor, natural ó voluntario, bien lo sabes. El amorº
natural estuvo siempre exento de error, pero el otro puede

4) El ángel borra la tercera P., que representaba el pecado de Colera.


' 4, San Mateo. -
a 14: EL PURGATORIOs

errar, ya porque sea su objeto culpable, ya por poco ó por


sobrado vigoroso.
«Mientras que este amor se dirige á los bienes primitivos ó
se modera á sí mismo en su apego á los bienes secundarios,
no puede ser objeto de un placer culpable; pero cuando se
inclina al mal, ó prosigue el bien con mas ó menos ardor
del que se debe, obra la criatura contra su Creador.
«De todo lo que puedes deducir que es el amor en vosotros
la semilla de toda virtud y de toda obra punible; porque asi
como el amor no puede ser i" diferente á la salva , ,, , su
objeto, asi es que todas las cosas deben estar preservadas de
su propio ódio.
«Y como no puede concebirse que ningun ser creado exista
por sí mismo, y separado del primer ser, es imposible en él
todo sentimiento que tienda á odiar á su Creador.
«De lo que resulta, á ser esta division exacta, que el mal
que se ama es contra el prójimo; y que aquel amor nace de
tres maneras en vuestro limo.
«La primera, es cuando en la caida del vecino se fija el
propio encumbramiento, y solo por esto se desea verle des
cender de su apogeo. La otra es cuando se teme perder el
favor, la honra y la fama al ver la prosperidad del prójimo,
y para evitar una profunda tristeza, se le desea todo lo con
trario. La tercera causa procede del furor que produce una
injuria cualquiera, y que en su ciega venganza el ofendido,
solo busca y procura dañará su ofensor.
«Tales son las tres clases de amor que nacen y se expian
allí abajo. Ahora quiero que comprendas tambien aquel otro
amor que busca el bien sin regla y sin medida.
«Cada cual concibe y desea confusamente algun bien en
el que pueda complacerse su espíritu; y por esto hace todos
los esfuerzos posibles para alcanzarle.
«Si es un amor sobrado lento el que os impulsa á alcanzar
aquel bien, este círculo, despues de un justo arrepentimien
to, será el lugar de vuestro martirio.
«Hay otro bien que no hace al hombre feliz, porque ne
LA DIVINA COMEDJA r 2l 5, y
es la felicidad ni la buena esencia de todo bien; ni es el
fruto ni la raiz. s

«El amor que sin medida se entrega á aquel bien, se espia


en tres círculos que hay bajo nuestros piés; pero uo te diré
como está aquel triple reparto establecido, á fin de que tú -

mismo lo indagues.

CANTOX VIII.

Virgilio, que al terminar el canto anterior habia dicho, que toda obra
buena y mala procedia del Amor, demuestra aqui lo que es propia
mente el Amor, y trata de la Libertad humana. —Almas de los
Perezosos que recorrian el circulo corriendo.—Los dos primeros
del grupo citaban ejemplos de Celeridad, y los dos últimos, ejem
plos de Pereza.—Dante sucumbe al sueño.
Terminado su razonamiento, contempló el sublime doc
tor atentamente mis ojos por ver si parecia yo estar conten
o; mientras que yo, abrasado de una nueva sed, callaba ..
exteriormente y en el interiorme decia: «Quizá mis so
bradas preguntas le fatigan.»
Pero aquel verdadero padre notando el tímido deseo que
me animaba sin manifestarse, me infundió aliento para has
blarle, hablándome. -

Asi que, yo: «Maestro, de tal modo mi vista se aviva á


tu luz, que claramente discierno lo que tu razon abarca ó
describe.
«Con todo, te suplico, dulce y querido padre, me mani
fiestes ese amor al que atribuyes toda accion buena y mala.
—Dirige hácia mí, dijo, los ojos penetrantes de tu inte
ligencia, y verás manifiesto el error de los ciegos que se
convierten en guias. (1)
«El corazon, creado para amar, se lanza hácia todo cuanto
le place, tan pronto como siente el atractivo del placer
(1) Coeci sunt et duces coecorum. (S. Mat, xv, vers. 1á,)
2r6. sL Uasaronto.
«Vuestra facultad aprehensiva os traza un ser real y lo
desenvuelve en vosotros con tal encanto, que vuestra alma
se vuelve hácia aquel objeto; y si al volverse se eleva sobre
él, es aquella inclínacion el amor natural, unido á vosotros
por medio del placer.
«Luego, como el fuego que va á lo alto por su forma, he.
cha para subir allá donde mas vive en su verdadero centro,
el alma enamorada se entrega al deseo, que es el movi
miento espiritual, y que nunca descansa hasta gozar de la
cosa amada.
«Ya ves, pues, cuanto se oculta la verdad á los que afir
man que todo amor es en si laudable, quizá por parece les
su orígen siempre bueno; pero no toda huella material será
buena, por mas que sea buena la cera en que esté impresa.»
—Tus palabras y mi espíritu atento en seguirlas, le con
testé, me han esplicado el amor; pero todo ello ha coptri
buido á despertar en mí grandes dudas. Porque si el amor
procede de los objetos exteriores, sin que el alma tenga en
él parte alguna, ningun mérito tendrá en seguir un camino
recto ó tortuoso. »
Y él á mí: «Solo puedo decírte lo que á nuestra razon es
dado comprender º rca de este punto; lo demas es una
obra de fé, y aguarua a que llegues hasta Beatriz, (1) puesto
que á ella pertenece.
«Toda forma sustancíal que es distinta de la materia, y que
sin embargo está unida á ella, tiene concentrada en sí una
virtud especial, que, sin sus obras, no puede ser sentida ni
esplicada; pero que se manifiesta por sus efectos, como per
sus hojas verdes la vida de la planta.
«De donde procede el conocimiento de aquellas primeras
mociones, el hombre lo ignora, asi como desconoce tambien
la fnclinaeion de sus primeros deseos, que son en nosotros
lo que en la abeja la pasion de hacer miel. sin que aquella
primera voluntad merezca reprension ni alabanza.

(1) La TeuJoaa.
LA DIvINA COMEDIA. 3
«No obstante, para combatir aquel primer deseo ó volun
tad nació en nosotros la virtud que acouseja (la razon) y
que debe estar siempre en el umbral del consentimiento.
«La razon es el principio de que emana el merecimiento,
segun acepte ó rechace los buenos ó los culpables amores.
«Los sabios que por medio de la reflexion llegaron al fondo
de las cosas, reconocieron aquella libertad innata, y lega
ron al mundo la moral.
«Si suponemos que todo amor que nace en vosotros tiene
por orígen la necesidad, debemos suponer tambien que hay
en vosotros poder bastante para reprimirla
«Tal es la noble virtud á la que Beatriz da el nombre de
libre albedrío; procura pues no olvidarla si es que te hable
de ella.»
La luna, que tardía empezó á elevarse como á media no
che, hacia que nos pareciesen mas raras las estrellas, y se
mejaba en el firmamento un sello enteramente inflamado.
Recorria en el cielo aquella via abrasada por el sol, cuando
el habitante de Roma le vé declinar entre Cerdeña y Córcega.
Y aquella sombra benéfica, merced á la cual Piétola (1)
es mas famosa que cualquiera otra poblacion del Mantuano,
habia librado á mi espíritu del peso enorme que antes le
abrumaba.
Despues de haberme dado razones tan claras y sólidas
sobre todas las cuestiones, estaba yo como el hombre que
sueña mientras descansa; pero de repente desvanecieron mi
somuolencia algunas almas que se adelantaban detrás de
DOsOtTOS.

Tal como en otro tiempo el Ismeno y el Asopo (2) vieron


correr de noche en sus riberas á una multitud enfurecida,
por tener los tebanos necesidad de Baco; asi ví yo en aquel
círculo adelantar cojeando, á los que una buena voluntad
y un justo amor conducian.
(1) Pequeña poblacion inmediata á Mantua, en la que nació Virgilio,
teutes Andes. -

(3) tios de Beocia y de Achata.


218 E, PURGATORIO.

Pronto tuvmnos á aquellas almas encima, por ir corriendo


la inmensa cohorte, ue la que las dos primeras gritaban
llorando:
« María corrió veloz á a montaña; César por sojuzgará
Lérida, abandonó á Marsella y corrió á España. (1)
« ¡Pronto! ¡ pronto que un tibio amor no nos haga per
der tiempo, gritaban las demás que seguian tras ellas; por
que el celo del bien hace reverdecer la gracial»
—«Almas en quienes un fervor ardiente quizá compensa
ahora el descuido y la tardanza, que en vuestra tibieza, em
pleasteis para el bien; este, que es aun viviente (y en ver
dad no os engaño), quiere ir á lo alto asi que brille 1ueva
mente el sol; asi, pues, decidnos cual es el paso mas inme
diato.»
Tales fneron las palahras de r al guse uno de aquellos
espíritus cent ( * u - u osotros, y hallarás la
abertura.
«Es tan vehemente en nosotres el deseo de adelantar, que
no podemos pararnos: si ese justo castigo te parece una
impolitica, dispénsanos.
«Fuíabad (2) en San Zenon y en Verona durante el im
perio del excelente (3, Barbarroja, al que Milan en su dolor
aun no ha olvidado.
«Tal hay que ticne ya un pié en el sepulcro, que llorará
por aquel monasterio, entristeciéndolo el poder que en él
tuvo; porque en vez del verdadero pastor, colocó allí á su
hijo, malo del cuerpo y peor aun del espíritu, y nacido de
una mala union. (4)»
No sé si el alma dijo mas ni si dejó de hablar, en tanto
estaba ya lejos de nosotros; pero si que oí estas palabras,
que me complací en recordar.
Y aquel que era mi amparo en todo apuro, me dijo:

(1) Ejemplos de celeridad opuestos á la Pereza


(2) Gerardo II.
(8} Epiteto irónico.
(A) El hijo natural de Alberto de la Scala, señor de Verona,
s-.

---------- --------- - — -- ----- T - e-ºrº - - º -


LA DIVINA COMEDA, 219.

«Vuélvete hácia aquella parte; ¿no ves á los dos que vienen
triturando á la pereza?»
Seguian dos almas detrás de las otras diciendo: , La na
cion para la cual se abrió el mar, murió antes de que sus
herederos viesen el Jordan; y aquella que hasta el fin no
compartió las fatigas con el hijo de Anquíses, se condenó á
sí misma á una vida sin gloria. » -

Cuando la distancia no me permitió ya verá aquellas dos


sombras, me asaltó una nueva idea de la que nacieron otras
muchas, enteramente distintas, que ocuparon mi mente,
hasta que al fin con placer cerré los ojos, convirtiendo mis
pensamientos en sueño.

CANTO XIX,

Quinto circulo donde se purifica el pecado de Avaricia. — Dante re


fiere una vision que ha tenido durante su sueño. — Despues de
haber salido el sol, siguen los poetas su camino, é instru, los por
un Angel, suben las gradas que conducen al círculo de los Avaros.

A la hora en que el calor del dia que acaba de apagarse ó


morir, vencido por el frio de la Tierra ó por el de Saturno,
no basta á temperar el de la Luna; cuando los geománti
cos (1) ven el signo que llaman su mayor fortuna elevarse
en Oriente antes del alba, siguiendo aquella via del cielo
que no quedará por mucho tiempo oscurecida, se me a pa
reció en sueños una muger tartamuda, de mirada bizca, pa
toja, manca y de color amarillento. (2)
Examinéla; y asi como el sol reanima los miembros en
tumecidos por el frio de la noche, dió mi mirada soltura á
su lengua; luego la hizo enderezar enteramente y colorar
su triste rostro, cual lo exige el amor. Al verse suelta la
(1) La geomancia es el arte de adivinar las cosas por medio de signos
hechos al azar en el papel ó en la arena.
(2) Lombardi cree que es la Mentira
936 EL PURGATORIO

lengua, empezóá cantar con tanta dulzura, que solo á duras


penas logré prescindir de ella.
«Yo soy, decia en su canto, la dulce sirena que, en me
dio de los mares, desvio á los marineros fascinados por el
placer de oirme.
«Con mi canto aparté á Ulises del camino de sus aventu
ras; el que se para junto á mí raramente me deja, en tanto
logro fascinarle.»
Aun no habia cerrado los labios, cuando apareció á mi
lado una muger santa (1) y resuelta á confundir á la pri
18T3 e

«¡Oh Virgilio, oh Virgilio! ¿quién es esa muger?» decia


con altivez; pero él se acercaba con los ojos fijos en la mu
ger santa. Cogió esta á la primera, y, degarrando sus ves
tidos, la descubrió por delante y me mostró su vientre; la
fetidez que este exhalaba me despertó en seguida.
Volví la vista, mientras que el buen Virgilio me decia:
«Te he llamado al menos tres veces. Levántate y ven; bus
quemos la abertura por donde has de entrar.»
Cuando me levanté, la luz del dia inundaba ya los círcu
los del monte sagrado, y al andar teníarnos el sol detrás de
mosotros.
Mientras le seguia con mi frente igual á la cabeza de aquel
que la tiene abrumada de ideas, y que con su cuerpo for
ma casi un arco, oí hablar de esta manera: «Venid, aqui es
por donde se pasa. » Fueron aquellas palabras pronunciadas
con una dulzura desconocida en aquella region de la muerte.
Con sus alas tendidas como las del cisne, nos condujo el
que acababa de hablar por entre las dos laderas del áspero
monte, y con la agitacion de sus plumas, aventó mi fren
te (2) afirmando: «Dichosos los que sufren, por tener con
que consolar sus bellas almas.»
Pues bien, si es así, ¿qué es lo que estás mirando en el
(1) La Verdad, segun el mismo,
(2) El ángel borra otra P (el pecado de Pereza), diciendo: Dichosos los
que lloran (S. Math , v.)
LA DIVINA COMIEDIA, 223.
suelo? empezó á decirme el guia, asi que el ángel se elevó
sobre nosotros.
Y yo: , Una nueva vision que me somete,á la tierra,
acaba de despertar en mí tales dudas, que no puedo menos
de pensar en ella.»
—Ya has visto, me dijo, á la antigua hechicera, que, en
los círculos de bajo nuestros piés, hace ella sola derramar
tantas lágrimas. ¿No has visto tambien como el hombre
puede desprenderse de ella?
«Pero basta. Pisa la tierra con tus piés y fija la vista en el
llamamiento que te hace el Rey eterno con sus grandes
ruedas.»
Cual halcon que mira antes sus garras, llega al grito del
cazador y luego tiende su vuelo, excitado por el deseo de la
presa que le atrae, recorrí yo la hendedura hecha en la peña
para servir de subida, y fuí hasta el punto por donde se
entra en el círculo.
Cuando hube penetrado en el quinto círculo, víá algunas
almas echadas boca abajo y llorando. (1)
« Adhaesit parvimento anima mea (2)» decian en voz casi
ininteligible y ahogada por los suspiros.
« 0h elegidos de Dios, en quienes la justicia y la esperanza
hacen menos sensible el sufrimiento, guiadnos hácia las
gradas superiores”
—Si venís aquí libres y exentos de estar echados, y que
reis hallar mas pronto el camino, que vuestra derecha siga
siempre el borde exterior del círculo.»
Tal fué la súplica del poeta, tal la respuesta que de un
poco mas adelante de nosotros le fué dada. En sus palabras
conocí que aquella alma ignoraba la mitad de mi suerte.
Fijé la vista en los ojos de mi maestro, que por medio de
un alegre signo consintió en lo que mis ojos le pedian con
tanto deseo.
Al ver que podia obrar loremente, me acerquéá aquells
(1) Las almas de los Awazos.
... (2) Salmo 118.
222 EL PUBGATORI0,

criatura, y á la que sus palabras me habian dado ya á co


nocor, diciendo: « Espíritu en quien las lágrimas madnrºn
la expiacion sin la cual no puede volverse á Dios, deja un
instante por mí tu gran cuidado.
«¿Quién has sido? Y, ¿por qué estais todos vosotros boca
abajo? Dímelo, y dime tambien sí quieres que obtenga algo
para tí en aquel mundo de que salí en vida.»
Y él á mí: «Ya sabrás porque el cielo quiere que tenga
mos la espalda vuelta hácia él pero antes scias quod ego fuí
sucesor Petri. (1) y

«Entre Sestri y Chiavari se engolfa un hermoso rio (2);


de su nombre deriva el título que ostenta mi familia.
* Un mes y algunos dias han bastado para probarme cuanto
pesa el gran manto en los hombros del que le preservó del
lodo: comparadas con él las demás cargas, son una débil
pluma.
«¡Ah! mi conversion fué tardía; solo cuando fuí nombra
do pastor romano, conocí lo engañosa que es la vida.
«Allí ví que no habia para el corazon descanso alguno, y
que no se podia ya subir á mas altura en esta vida mortal;
en cambio, se encendió en mí el fuego del amor á la vida
eterna.
«Hasta aquel momento fuí un alma miserable, apartada
de Dios enteramente avara; y, por lo que, como ves, se
me castiga aqui.
Lo que sigue á la Avatícia se demuestra aquí con la pu
rificacion de las almas aqui echadas boca abajo, suplicio el
mas terrible que hay en esta montaña.
« Como nuestros ojos siempre fijos en las cosas terrenas
no se elevaron hácia el cielo, les hace la justicia ahora ar
rastrar por el suelo.
«Como la Avaricia estinguió en nosotros el amor á todo

V ) Adriano V, papa. - «Sabe que fuí sucesor de Pedro. » Reinó un mes


y nueve dias. Era de la familia de los Fiesell de Genova.
(2) El Lavagno , , , , º
LA DiviNA coMEurA. 223
blen Verdadero, é hizo fracasar toda obra buena, la Justicia
nos condena aquí al tormento.
«Atados de piés y umanos, y presos, mientras le plazca al
Señor justo, permanecerémos aquí tendidos é inmóviles.»
Arrodilléme y queria hablar; pero como notase el espí
rítu, con solo escuchar, aquel acto de respeto, cuando em
pezaba;
«¿Por qué, me dijo, hincas la rodilla?» Y yo á él: «Ante
ruestra dignidad, la conciencia con justicia me obliga á
inclinarme.»
«Endereza tus piernas y levántate, hermano, contestó
me. No te preocupes; puesto que como tu y todos los de
más sirve al mismo poder.
«Si has llegado á comprender el pasage del santo Evan
gelio en que se dice: « Neque nubent (1), » sabrás porque
te hablo de esta manera.
«Ahora vete; no quiero que te detengas por mas tiempo,
porque tu presencia impide el llanto que procura la satis
faccion de que has hablado antes.
«Tengo allí abajo una sobrina que lleva el nombre de Ala
gia (2), que es naturalmente buena, si nuestra casa con su
ejemplo no la ha hecho mala.
Ella sola me queda ya allí abajo.»

CANTO XX.
Todos están allíllorando y tendidos en el suelo —El Papa Adrianov.
—Mientras va siguiendo á su guia, habla Dante con el alma de
Hugo Capeto que le cita varios ejemplos de Pobreza, de Liberali
dad y de Avaricia.
Contra una voluntad mejor no debe nunca luchar volun.
-
-

(1) «In resurrectione enim neque nubent neque nubentur, sed erunt si
cun angelit Dei in coelo.» (S. Math.)=gLo que indica que en la rida etorna
todo el mundo será igual.» No habrá esposo ni esposa-,
a) Esposa de Marcelo, prºtector de Dante. a
224 EL PURGAToR10.
tad alguna; asi que, para complacer aquel espíritu, aun
á expensas del deseo, saqué del agua la esponja de mi cur
riosidad antes de que estuviese saturada.
Continué mi camino, y mi guia siguió tambien recorrien
do los puntos que habia libres á lo largo de las rocas, como
se recorre un muro estrecho á lo largo de las almenas; por
que las almas que destilaban por sus ojos gota á gota el
mal que contiene el mundo todo, llenaban todo el borde
opuesto. -

¡Maldita seas tu, antigua loba (1), que con tu hambre


icsaciable produces mas plagas que todas las demás fieras
¡Oh cielo, que con tus movimientos cambias, como al pa
recer se cree, las cosas de aqui abajo; cuándo vendrá
aquel ante el cual debe huir ella? -

1bamos á paso lento, yo pensando tan solo en las som


bras que enternecido oia llorar y quejarse; cuando hé aquí
que al azar oí gritar delante de nosotros: «¡Oh dulce Ma
ría !» Siendo aquella voz quejumbrosa parecida á la de una
muger en el momento del parto. Luego continuó: «Tú
fuiste pobre, tan pobre como demuestra aquel pesebre en
que depositaste el fruto santo. »
Luego tambien oí: « ¡Oh buen Fabricio que preferiste
la virtud con la pobreza, al vicio con inmensas, riquezas. »
Eran aquellas palabras para mí tan gratas, que me ade
lanté para conocer al espíritu que parecia haberlas proferido.
Hablaba aun de la liberalidad con que Nicolás socorrió
á las vírgenes para que su honor no naufragára en el esco
llo de la juventud. (2) - -

« ¡Qh alma que hablas tan acertadamentel dime, ¿quién


has sido, le pregunté, y por qué eres sola en repetir aque
llas alabanzas merecidas?
«Tus palabras no quedarán sin recompensa, si yo regreso
al mundo para terminar el corto camino de esta vida que
Muela,á su término.» -

º (1) La Avaricia, -

(2) San Nicolas, espe de iltra. l.

y
& LA DIVINA (OMIDIA 23

Y ella á su vez: «Te contestaré, no por el socorro que


espero de allí abajo, sino porque brilla en tí una gracia tan
especial antes de tu muerte. A

«Yo fuí la raiz de la mala planta que proyecta una funes.


ia sombra en toda la tierra cristiana, y que solo muy rara
ímente produce buenos frutos.
«Pero si Douai, Gante, Lila y Bruges, tenian la fuerza
necesaria, pronto se ejerceria la venganza, que pido sin
cesar al Juez supremo.
«Se me llamó en la tíerra Hugo Capeto; de mí naciercn
los Felipes y los Luíses por quienes desde poco ha la Fran
cia es gobernada. (1)
«Fué mi padre un carnicero de Paris. Cuando faltaron los
antiguos reyes, escepto uno que vestia la túnica parda, em
puñaba yo las riendas del Estado; y, tenia tanto poder
en aquella nueva posicion, y estaba rodeado de tantos amí
gos, que fué mi hijo elevado al trono vacante; saliendo de
él los huesos sagrados de los nuevos reyes.
«Mientras aquella gran dote de la Provenza no hízo per
der el rubor á mi sangre, valia poco, pero no hacia ningun
mal; pero allí dió comienzo á sus rapiñas por medio de la
violencia y la mentira. Luego para enmendarse tomó al
Ponthieu y Normandía, y se apoderó tambien de la Gas
cuña.
«Cárlos (2) fué á Italia, y para enmendarse, hizo una
víctima en Coradino, (3) y arrojó á Tomás (4) al cielo,
para continuar siguiendo el camino de la enmienda.
«Veo un tiempo, no muy lejano, que impulsará fuera
de Francia á otro Cárlos (5) para dar mejor á conocer á él
y los suyos. Sale de ella sin mas armas que la lanza con que
-

(1) No puede el ardiente gibelino olvidar el apoyo que Felipe de Valois


restó á los güelfos. .
(2) Cárlos de Anjou, hermano de S. Luis.
(3) Coradino, hijo de Federico II.
(4) Santo Tomás de Aquino.
(5). Cárlos de Valois, hermano de Felipe el Hermoso.
22; EL PURGATORIO.

combatió Judas, aguzando de tal modo su punta, que tras


pasa el vientre de Florencia.
«No ganará allí nuevas tierras, pero sí un pecado y la
deshonra, tanto mas pesados, cuanto que le harán pare
cer mas ligera la mala accion cometida.
«Al otro (1), que salió ya preso de su buque, le veo ven
derá su hija, y regatear su precio cual lo hacen los corsa"
ríos con los demás esclavos.
«Oh Avaricia, ¿qué mas puedes hacer, cuando de tal
modo venciste á mi sangre, que no se cuida de su propia
carne?
«Pero á fin de que el mal futuro y el mal pasado parezcan
menores, veo á las flores de lis entrar en Anagni, y á Cristo
preso (2), en la persona de su vicario. Por otra vez lo veo
entregado al escarnio y la irrision; veo repetirse el vinagre
y la hiel; le veo morir entre dos ladrones vivos.
«Veo á un nuevo Pilato, tan cruel, que ni aun todo esto
puede saciarlo, y que sin la órden de los que tienen el po
der, lleva al templo sus inmoderados deseos (5).
«¿Cuándo seré, Dios mio, bastante dichoso para presen
ciar la venganza que, oculta en tus secretos, te hace grata
tu cólera ?
« En cuanto á lo que decia acerca de la única esposa del
Espíritu Santo, y que te ha hecho dirigir hácia mí por lo
grar una esplicacion, te diré que forma parte de nuestras
oraciones mientras dura el dia; pero cuando llega la noche,
sacamos á plaza ejemplos enteramente opuestos.
«Entonces citamos á Pigmalion (4) al que su ciega pasion
por el oro convirtió en traidor, ladron y parricida; asi como
tambien la miseria del avaro Midas, castigado por efecto de
su pe"cion, ávida, que merece eterna burla.

... ) Cárlos II, rey de Sicilia.


, (2) Bonifacio VII, fué hecho prisionero por Noraret y Estevan Colonna,
getes del ejército de Felipe el Hermoso, nuevo Pilato.
(3) Alude a la destruccion de la órden de los caballeros del Temple
. (4). Es el Pigmalion, hijo de Belo y hermano de Dido.
LA DIVINA comº DIA. 227
«Luego recuerda cada cual al loco de Acan (1) y el modo
con que robó los despojos del enemigo; de modo que aun
aqui parece perseguirle la cólera de Josué.
«Despues acusamos á Sáfira y á su esposo; alabamos á los
que pisotearon á Heliodoro, y en todo el monte resuena la
infamia de Polimnestor, que dió muerte á Polydoro. Fi
nalmente se esclama: «¡Oh Craso dinos, ya que lo sabes,
cual es el sabor del oro.
«A veces hablamos, uno en voz alta, otro en voz baja,
segun el sentimiento que nos espolea, y que tan pronto nos
obliga á andar apresurada como lentamente.
«No era yo solo el que recordaba ahora mismo el bien en
que nos ocupamos durante el dia; solo que ningun otro le
vantaba aquí tanto la voz. »
Nos habíamos separado ya de aquella sombra, y procu
rábamos subir lo mas pronto posible, cuando oí retemblar
el monte como al choque violento de algo que cae; el frio
que sentí solo puede compararse al que experimenta el que
va á morir. -

Eñ verdad no se estremecia Delos tan fuertemente antes


de que Latona hiciera en ella su nido para dar á luz los
dos ojos del cielo. (2)
Luego se elevó de todas partes un grito tal, que el maes
tro se v el 1ó hácia mí diciendo: «Nada temas mientras yo
sea u guia. »
Todos decian: «Gloria in eaccelsis Deo, » segun lo com
prendí por salir de un punto inmediato al en que yo esta
ba, y desde el cual se oia claramente el grito.
Nos quedamos-guspensos é inmóviles, como los pasteres
la primera vez que oyeron aquel canto, hasta que la osci
lacion cesó y quedó aquel terminado.
Emprendímos despues nuevamente nuestro santo viaje,

(1) Acan fué apedreado por haber robado una parte del hotin de Jericó.-
Saira y Ananias, Heliodoro, Polimnestor, Craso, etc. son otros tantos
ejemplos de avaricia castigada. e$:
(2) Apolo y Diana.
228 e. EL PURGATORIO,

mirando á las sombras echadas, que volvían á continuar


sus acostumbradas quejas.
Si no me es infiel la memoria, nunca me atormentó tan
cruelmente el deseo de saber lo que no bastaba á compren
der mi mente. Como era nuestra marcha tan precipitada,
no me atreví á preguntar; asi que, seguími camino tímido
y pensativo.

CANTO XXI.

La montaña del Purgatorio retiembla y las Almas se ponen a cantar:


«Gloria á Dios.»—Siguen los poetas su can ino y encuentran á un
Espíritu. - Pregúntanle la causa de aquel estremecimiento y de
aquel canto de glorificacion. — Les contesta el Espíritu que su
cede aquello cada vez que un Alma acaba de purificarse.— Final
inente el Espíritu se da á conocer, diciendo que es el poeta Stazio.

Aquella sed natural que no se apaga sino con el agua por


la cual la muger samaritana pidió gracia, (1) me atormen
taba é impulsaba á seguir á mi guia por aquel áspero cami
no, sintiéndome enternecido ante la justa venganza de Dios.
Del mismo modo que escribe Lúcas se presentó el Cristo,
al salir del sepulcro, á dos hombres que encontró en el ca
mino, se nos presentó una sombra, que venia detrás de
nosotros, mirando á sus plantas las almas tendidas, sin que
hubiésemos reparado en ella hasta que habló, diciendo:
«Hermanos mios, la paz de Dios sea con vosotros.» Nos
volvímos repentinamente; y despues de haberle hecho Vir
gilio una señal benévola, empezó de esta manera:
« ¡Que en el concilio bienaventurado te admita en paz
el tribunal de verdad que me condena al destierro eterno
— ¿Cómo es posible que andeis tan velozmente, conter
tó el espíritu, si sois una de las sombras que Dios no admite
en lo alto? ¿Quién os ha guiado pues hasta estas gradas?»
(1) Qul biberit ex aqua quam ego dabo el, non sitiet in aeternum. (Joann.)
LA DIVINA COMEDIAe 229
Y mi doctor: «Si miras los signos que este lleva y que el
ángel traza en la frente, verás que tiene el derecho de reinar
con los buenos. (1) V.

«Pero como aquella que hila noche y día no habia termi


nado aun respecto de este la husada que Clotho prepara é
impone á cada uno de nosotros, su alma, que es tu her
mana y la mía, no podia ir sola á lo alto, porque no puede
ver como nosotros. Por esto se me sacó á mi de la vasta
garganta del Infierno para que le mostrára el camino, y se
lo enseñaré mientras mi ciencia pueda guiarle.
«Pero dime, si es que lo sepas, ¿por qué ha esperimentado
el monte poco ha tan fuertes sacudidas, y, por qué desde
su cumbre hasta su base ablandada por el mar, todas las
almas que hay en él han parecido gritará la vez?»
Por medio de esta pregunta, Virgilio encontraba como
en una aguja el ojo de mi deseo, de modo que, merced á
la esperanza, fué mi sed menos abrasadora.
El espíritu empezó de esta manera: «No es cosa que haya
esperimentado sin órden la santa montaña, ó que esté fuera
de sus leyes.
«Este sitio está exento de toda alteracion. El rumor no
puede proceder mas que de lo que el cielo ha recibido en
él de la montaña, y no de otra causa alguna; porque no
llueve, ni cae granizo, ni nieve, ni rocío ni escarcha,
aquende la puerta de las tres pequeñas gradas. -

«Tampoco se ven en él nubes densas ni ligeras, ni rayos,


ni la hija de Thaumas, que con tanta frecuencia cambia
de sitio (2) allí abajo.
«No hay vapor que se eleve á mas altura de la de las tres gra
das que te he citado, allí donde asienta el vícario de San Pedro.
«Quizá mas abajo esperimenta la montaña sacudidas mas
ó menos violentas; pero no sé como estos altos sitios no re
tiemblan nuca á impulsos del viento oculto en la tierra.
«Solo retiemblan cuando un alma, al sentirse purificada,
(1) Los signos son las letras P. .

(2) El arco Iris.

-------------
230 EL PURGATORIO.
se eleva á se pone en movimiento para lanzarse á lo alto,
que es cuando la acompaña aquel grito unánime.
«La voluntad es la única prueba de la purificacion; ella
es la que excita al alma, libre ya de su terrible prueba, á
cambiar de morada; el alma goza de aquella justa voluntad.
«Bien quisiera el alma verse libre antes de aquella hora,
pero no se lo permite el deseo de purificarse; porque la
divina justicia la impone por castigo aquel mismo deseo que
ra impulsó al pecado.
«Y yo, que he estado tendida bajo el dolor por espacio de
mas de quinientos años, no he sentido hasta ahora mismo
la voluntad de una mansion mejor.
«Hé aqui porque has visto retemblar el monte, y has oido
á los espíritus piadosos alabar al Señor para que les admita
pronto en el cielo.»
Asi habló la sombra : « Y como se goza tanto mas en be
ber cuanto mayor es la sed, ímposible me seria decir el
contento que me dió. »
Y á su vez el sábio guia: «Ahora veo la red en que se
os coge, y el modo con que cada uno se libra de ella; por
que retiembla aquíelmonte, y de que os alegrais todos juntos.
«Permítame ahora saber quien has sido, y, ¿por qué du
rante tantos siglos permaneciste aquí tendido? Permítame
que lo deduzca de tus palabras.
—En tiempos en que el buen Tito, con el ausilio del gran
rey, vengó la herida de que brotó la sangre vendida por
Judas, contestó el espíritu, estaba yo allí abajo, llevando
el título que mas dura y mas honra (1), y era bastante cé
lebre, si bien me faltaba aun la fé.
«Fué tan dulce mi canto, que aunque Tolosano (2): Ro
ma me atrajo hácia sí, y merecí en ella que ornára"el mirto
1S S1816Se

(1). El título de poeta.


(a) Stasio, autor de la Tebaida y la Aguileida, era natural de Nápoles.
(Vid. Silv. lib.V.); pero Dante escribia antes de haber sido descubierta ó pu
blicada la última obra.
LA DIVINA COMíEtº IA. 231

«Stacio es el noombre que se me dá aun en la tierra; canté


á Tebas, y luego el granue Aquiles, pero caí en mi camino,
abrumado por el segundo peso.
«Mi ardor encontró chispas que le inflamáran en la divi
na llama, en que mas de mil se abrasaron. -

«Hablo de la Eneida, que fué á la vez mi madre y mi


nodriza en poesía, y sin la cual no habria escrito una idea
que pesará una dracma.
«Por haber vivido allí abajo en tiempos de Virgilio, con
sentiria en retardar de un año la salida de mi destierro.»
Aquellas palabras hicieron volverá Virgilio hacia mí,
con un aire que, aunque callándose, decia: «¡Nada di
gas!» Pero no siempre lo puede todo la voluntad que exige.
La risa y el llanto siguen tan de cerca á la pasion de que
está uno espoleado, que se someten menos a la voluntad de
los hombres mas sínceros.
Asi que, empecé á sonreir, como hombre que dá una
seña, de modo que la sombra se calló y mºróme en los ojos,
por ser donde mejor descubren los efectos del alma.
« ¡Ah dijo, oja , puedas llevar la gran empresa á fe
liz término! Pero, ¿cómo es que la sonrisa entreabria
ahora mismo tus labios ?»
Víme entonces en un doble apuro; puesto que el uno me
hacia callar, mientras que el otro me incitaba á que hablara;
al fin Virgilio comprendió mi tristeza.
« Puedes hablar sin temor, repuso mi maestro; pero
habla y dile lo que pregunta con tanto empeño.»
Asi es que yo: « Mi sonrisa tal vez te ha asombrado,
antio no espíritu, pero yo quiero que sea aun mucho na y or
tu asombro.
# Este que dirige allí arriba mis ojos, es aquel Virgilio del
que aprenderías á cantar con tanta fuerza á los hombes y á
los dioses.
«Si hascreido que mi sonrisa fuese debida á otra causa,
desvanece tu error, y cree que solo procedia de lo que tú
hahias dicho acerca de tuguia. » º.
ar
3.-
232 EL PURGATORI0,

Ya Stacio se inclinaba para abrazar las rodillas de mi


doctor, pero este le dijo: «Hermano, no obres de este mo
do, ya que eres una sombra ante otra sombra.»
Y la otra, levantándose: «Ahora puedes comprender la
inmensidad del amor que por tí me inflama, puesto que
olvido nuestra vanidad, al tratará una sombra como á un
cuerpo sólido.»

CANTO XXII.

Sexto circulo, en el que se purifica el pecado de Gula. — Los poetas


ven en él un árbol maravilloso, lleno de frutas odoríferas, y regado
por una límpida corriente que salia de la montaña. — Iabia en la
raiz del árbol una voz que recordaba ejemplos de Templanza.

Ya el ángel se había quedado detrás de nosotros: el án


gel que nos habia puesto en la via del sexto círculo, des
pues de haber borrado una de las manchas de mi frente. (1)
Y todos los que cifran sus deseos en la justicia nos ha
bian dicho en voz dulce: « Dichosos los que tienen sed (2)»
sin acabar el versículo empezado.
Mucho mas ágil que en las otras aberturas, llevaba yo,
sin cansarme, un paso tal, que seguia allí arriba á las le
ves sombras. (3)
Entonces Virgilio habló de esta manera: «El amor que
nace de la virtud inflama siempre otro amor, con tal que
su llama brille exteriormente.
«Desde la hora en que Juvenal descendió al limbo del In
fierno entre nosotros, y me dió á conocer el afecto que me
profesabas, fué tal mi benevolencia para contigo, que no
puede haber otra mayor por una persona que no se ha vis
to nunca, de modo que me parecerá muy corta la subida
de estas gradas.
(1) La mancha de Avaricia.
(2) Beati qui sitiunt et esuriunt justitiam. (S. Math. v. vers. 6.) 3
(3) Virgilio y Stacio.
LA DIvINÁ coMEDIÁ. 233

«Pero dime, y como amigo, perdona si la franqueza aflo


ja el freno de mi lengua; y como amigo, habla tambien
conmigo. ¿Cómo es que la avaricia logró anidar en tu se
no, á pesar de aquel recto sentido de que estabas poseido?»
Sonrióse Stacio al oir aquellas palabras, y luego contestó:
«Todas tus palabras son para mi una prueba muy grata
de amistad.
«Con frecuencia se ven cosas que dan un falso pretexto á
la duda, por estar ocultas las causas verdaderas.
«Crees, segun me lo demuestra tu pregunta, que fuí avaro
en la otra vida, quizás á causa del círculo en que estaba;
con todo, sabe que la avaricia estuvo harto lejos de mi y que
mis desórdenes fueron castigados con un millar de lunas.
«Y si no habia moderado mas mis deseos, al meditar
aquellos versos, en que tú casi indignado esclamas contra
la humana naturaleza:
«¡Oh execrable sed del oro á dónde no impulsas tu
el corazon de los mortales (1) ! Yo mismo al dar vueltas su
friré las luchas de los condenados. (2)
«Entonces pensé en que las manos podian abrirse dema
siado para gastar, y me arrepentí de aquel mal como de
todos los demás males.
«¡Cuándo resucitarán sin cabellos por la ignorancia que
os impide el arrepentimiento de aquel pecado, durante la
vida ó en su último trance
«Y sabe que la falta que está directamente opuesta á otro
pecado, seca aqui su veneno con aquel mismo pecado.
• Asi que, si yo he estado por purificarme con los que llo
ran su avaricia, ha sido por la falta opuesta.»
«Entonces el gran cantor de los versos bucólicos dijo:
« Cuando tu cantaste los crueles combates de que nació la
doble tristeza de Jocasto, no me parece (en los acentos en
que Clio prorumpe por tu boca) que entre los fieles te co
(1) ...... Quid non mortalia pectora cogis,
Auri sacra fames !
(AEneid., lib. III.)
(2) Infier. c. VII.

-T - -= - - - - - - - - - - - ---
234 EL PURGATORI0.
locára la fé, sin la cual las buenas obras son insuficientes.
«Si es así, ¿qué sol ó que luz disipó de tal modo tus ti
nieblas, que dirigieses despues tus velas hácia la barquilla
del pescador?»
Y él á él: «Tú fuiste el primero que me guió al Parnaso,
para beber en sus grutas, y el priuuero que me iluminaste
en el amor de Dios.
«Tú hiciste como el que va de noche, llevando tras él una
luz que no le sirve, pero que asegura en su camino á las
personas que siguen detrás, sobre todo cuando dijiste: «El
siglo se regenera, la justicia renace con los primitivos tiem
pos del género humano, y una nueva raza desciende del
cielo. (1)
«Por tífuí poeta, por tífuí cristiano. Para que mejor com
prendas mi obra, tenderé las manos á fin de darle colorido,
Ya el mundo todo estaba impregnado de la verdadera
creencia sembrada por los mensageros del reino eterno , y
tus palabras, antes citadas, se referian á los nuevos apósto
les: asi es que yo me acostumbré á visitarles.
«Luego me parecieron dotados de tal santidad, que cuando
Domiciano los persiguió, corrieron mis lágrimas confundi
das con las suyas. -

«Mientras permanecí en la tierra les presté mi apoyo,


haciéndome sus rectas costumbres despreciar las demás
"ectaS.
«Antes que en mi poema condujese los griegos al rio de
Thebas, habia recibido el bautismo; pero por miedo fuí
cristiano en secreto, y continué aun por mucho tiempo
ostentando el paganismo. Aquella tibieza fué la causa de
que haya recorrido el cuarto círculo por mas de cuatro si
glos.
«Tú, que rasgaste el velo que me ocultaba al bien supre
(º Magnus ab integro saeclorum nas itur Ordo.
Jam redit et Virgo, redeunt Saturn a rº na,
lam nova progenies caelo demittitur altº
\ Eclog., IV.)
LA DIVINA COMEDIA, 235
mo, ya que tenemos tiempo antes de llegar al término de
nuestro camino, dime si es que lo sepas, ¿dónde está nues
tro antiguo Terencio ? Y, ¿ Cecilio, Plauto, Varron, donde
están ? Dime si han sido condenados, y en que círculo.»
Todos ellos y Perso, y yo, y muchos otros, respondió
mi guia, estamos con aquel griego que las Musas lactaron
mas que ningun otro. Estamos en el primer círculo de la
negra cárcel; hablando aun muchas veces del monte en
que continuan permaneciendo nuestras nodrizas.
«Tambien hay allí con nosotros Anacreo ate, Simonides,
Agathon y otros muchos griegos, que ornaron en otro tiem
po con el laurel sus sienes.
«Allí se ven tus heroinas, Antigona, Deifila, Argia é Is
mena, tan triste como antes.
«Hay la que indicó Langia (1), la hija de Tiresias y The
tis, y Deidamia con sus hermanas.» -

Callados estaban los dos poetas para contemplar atentos


lo que habia en torno suyo, por haber subido ya la gradas
y salvado los muros.
Ya las cuatro siervas del dia (2) se habian quedado detrás,
y estaba la quinta en el timon del Carro, dirigiendo hácia
lo alto su punta inflamada, cuando mi maestro dijo: «Creo
que debemos volver nuestro hombro derecho hácia el bor
de del círculo, para dar la vuelta al monte como tenemos
costumbre de hacerlo.»
Aquella costumbre fué pues nuestra indicacion, y em
prendimos el camino con mas seguridad, despues de obte
nido el asentimiento de la otra alma virtuosa.
Ellas iban delante, y yo seguia solo detrás, escuchando
su conversacion que, tan claramente me daba á compren
der la poesía.
En breve, empero, interrumpió sus palabras la vista de
un árbol que encontramos en medio del camino, cargado
de suaves y adoríferos frutos.
(1) La fuente Langia, que Hypsipylo indicó á unos cazadores.
(2) Las cuatro primeras horas.
236 EL PRGATORIOs -

Y así como á medida que se eleva al cielo, vá el abeto


de rama en rama disminuyerdo su tronco, aquel le dismi
nuia á medida que se iba acercando á la tierra, sin duda
para que nadie subiese á él.
Manaba de lo alto de una roca un claro líquido, por el
punto en que estaba cerrado nuestro camino, que se esten
dia sobre las hojas.
Los dos poetas se acercaron al árbol , y de en medio del
follage una voz les gritó: «Os abstendréis de este alimen
to.»
Luego añadió: «María pensaba mas en que fuese la boda
completa y digna, de lo que pensaba en su boca, que ahora
intercede por vosotros. -

Las antiguas romanas se contentaron con beber agua;


Daniel despreció el alimento, y adquirió la ciencia.
El primer siglo fué hermoso como el oro; con el hambre
fueron sabrosas las bellotas, con la sed fueron un nectar
los arroyos.
La miel y la langosta fueron los alimentos del Bautista
cn el desierto; por esto fué tan grande y tan glorioso como
os lo presenta el Evangelio. (1)»

CANTO XXIII.

« Los tres poetas Dante, Virgilio y Stacio encuentran las almas de


los Golosos.- Extenuados por el hambre y la sed, continuan los
Golosos mascando en vano. — Buonagiunta, de Luca, Bonifacio,
messer Marchese y Foresio. — Apóstrofe de este último contra los
vestidos inmodestos de las damas florentinas.

Mientras estaba fijando mi vista en el verde follage, como


el que pierde el tiempo siguiendo á una avecilla, el que era
º) Vini usus olim Romanis foeminis ignotus fuit, ne scilicet in aliquod
deducus prolaberentur. (VALER. Max., lib. ll, cap. 1.)—Joannes locustas et
mel sylvestre edebat. (MARc., l, v. 6.
LA DIVINA COMIEDIA 237

para mí mas que un padre, decia: «Ven ahora á mí, hijo


mio, pues debe emplearse mas útilmente el tiempo que se
nos ha concedido.»
A un tiempo dirigí mi vista y mis pasos hácia los sábios
que hablaban tan acertadamente, y que, merced á ellos,
no me era el andar difícil; cuando hé aquí que se oyó llorar
y cantar: Labia mea, domine, (1) de un modo que hizo na
cer en mí el placer y el dolor.
«¡Oh dulce Padre mio exclamé, ¿qué es lo que oigo?»
y él: «A sombras que van á deshacer tal vez el nudo de
sus pecados.»
Cual peregrinos pensativos, que encuentran en su ca
mino á personas desconocidas, hácia las cuales se vuel
ven sin pararse, una cohorte muda y piadosa venia de
rás de nosotros con paso rápido, y al adelantarnos nos
miraba.
Cada uno de ellos tenia los ojos negros y cóncavos y la
faz tan pálida y descarnada, que su piel revelaba la forma
de sus huesos.
No creo que Eresichthon se viese reducido á una piel tan
seca, cuando mas tuvo que temer el hambre. Asi es que
yo decia, pensando en mí mismo: «Tal era la nacion que
perdió á Jerusalen, cuando María se comióá su propio hi
jo. (2)»
Sus ojos parecian anillos sin piedras; el que en el rostro
de los hombres lee las letras O. M.O., habria podido ver
muy bien en su semblante la letra M. 3) -

¿Quién habria podido creer, ignorando la causa que pro


ducia tal efecto, que el olor de una fruta y de un agua, ex
citase su deseo hasta el punto de atormentarles tan viva
mente?
(1) Domine, labia mea aperies, et os meum anuntiabit laudem tuam.
(Divio, Salm . 50.)
(2) Durante el cerco de Jerusalen por Tito.
(3) Segun algunos fisonomistas, puede leerse la palabra OMo, asi dis
puestus o o en las facciones de nuestro rostro. Las dos O son los ojos,
y la nariz, las cejas y las megillas forman la letra M.
238 EL PURGATORIO.º

Asombrábame yo el verles tan hambrientos, porque la


causa de su flaqueza y de sus tristes escamas no me era aun
conocida; cuando hé aquí que desde los huecos de su ca
beza volvió una sombra hácia mí sus ojos y me miró fija
mente, gritando luego con voz estentórea: ¿Qué gracia tan
singular se me concede?»
Nunca lo habria conocido por su rostro, pero su voz me
recordó todo lo que habian perdido sus facciones; y como
me demostrase aquel recuerdo lo que eran antes sus lábios
deformes, conocí el rostro de Foresio.
«Ah me decia, no te pares en esta seca lepra que me
descolora la piel, ni en la carne que me falta; dime tan solo
la verdad: ¿Cuáles son esas dos almas que te escoltan ?»
A lo que le contesté: «Tu rostro, al que lloré y a muerto,
no excita menos mi dolor y mis lágrimas el verle ahora tan
demudado.
«Dime, pues, en nombre de Dios, lo que causa en voso.
tros tanta flaqueza; no me hagas hablar de otra cesa ro.en
tras mi admiracion no cese, porque mal debe hablar aquel
á quien absorbe una idea distinta de la que se trata. »
Y él á mí: «De la justicia eterna emana una virtud sobre
el agua y ese suelo que hemos dejado detrás de nos es, y
es aquella virtud secreta la que nos extenua de esta ma era.
«Todas esas almas que cantan llorando por habes obede
cido á su boca con demasia, deben aquí santificarse de
nuevo por medio del hambre y la sed.
El olor que exhalan las frutas y el agua que se estiende
por ese verdor, enciende en nosotros el deseo de comer y
beber; sin que haya una sola vez que al dar la vuelta por
este sitio no se avive nuestra pena; digo pena, cuando de
beria decir consuelo, porque la voluntad que nos conduce
á aquel árbol es la misma que indujo al Cristo á decir lleno
de gozo: Eli cuando nos libró con la sangre de sus ve
nas.» (1)

(1) Eli, lamma sabacthani? Dios mio ¿por qué me abandonaste?


LA DIVINA COMEDIA, 239
Y yo á él: « Foresio, (1) desde el dia que trocaste el
mundo por una vida mejor, no han trascurrido aun cinco
años. Si el poder de pecar acabó en tí antes de que llegase
la hora del dolor saludable que nos reconcilia con Dios,
¿cómo veniste aquí arriba? Yo creia encontrarte aun allí
abajo, do el tiempo con el tiempo se repara.»
Y él á mí: «Es mi Nella la que con sus asíduas quejas
me ha hecho beber el grato ajenjo del dolor. Con sus pia
dosas súplicas y sus suspiros me sacó de la costa en que se
espera, y me libró de los demás círculos.
«Es tanto mas querida y agradable á Dios, mi buena vida,
á la que tanto yo amaba, cuanto que es la única en obrar
bien; porque la Barbagia de Cerdeña tiene mugeres mucho
mas púdicas que la Barbagia en que yo dejé la mia. (2)
«¡Oh dulce hermano mio! ¿qué quieres que diga? Se pre
senta ya á mi vista un tiempo futuro, tiempo para el cual
no será la hora presente muy antigua, y en el que se pro
hibirá desde el púlpito á las descaradas florentinas continuas
enseñando los pechos.
«¿Qué mugeres bárbaras ni que sarracenas hubo jamás,
que para obligarlas á cubrirse tuviese que apelarse á censu
ras espirituales ú otras disposiciones?
«Pero si aquellas descocadas supiesen lo que el cielo les
reserva para muy en breve, tendrian ya la boca abierta
para aullar; puesto que, si mi prevision no me engaña ,
estarán tristes antes de que el vello asome á las megillas del
niño mecido aun en la cuna al canto de su ama.
«¡Ah! hermano, no vuelvas á ocultártenos mas; bien ves
que no solo yo sino tambien todas esas almas están mirando
el punto en que tu cuerpo veló el sol. »
Entonces yo á él: «Si recuerdas lo que fuiste para mí y
como yo, me porté contigo, creo te será aquel recuerdo
(*) El florentino Foresio era hermano de Corso Donati y de la hermosa
Picarda, que volverémos á hallar en el canto IIIdel Paraiso.
(2) Monte de Cerdeña muy mal reputado.- La otra Barbagia significa
Florencia.
240 EL PURGATORIO,

muy pesado. El sábio que va delante de mí me sacó de


aquella vida el otro dia, cuando la hermana de aquel (mos
trándole el sol) estaba en toda su redondez. Ese sábio me
condujo al través de la profunda noche hasta los verdade
ros muertos, y con mi verdadera carne que le sigue.
«Su ausilio me ha sostenido hasta aqui en las gradas y los
recodos del monte, que os endereza á vosotros, por habe
ros torcido el mundo. Ha dicho que me acompañaria hasta
llegar al punto en que estará Beatriz. Entonces me que
daré sin él.
«Virgilio es quien me habló de esta manera (se le señalé
con el dedo); y aquel otro es la sombra por la cual ha re
temblado poco ha en todas sus bóvedas vuestro reino, cuan
do ha debido separarse de él.»

CANTO XXIV.

Los tres poetas, despues de haberse separado de Foresio, llegan


cerca de un segundo árbol del que sale una voz que recuerda
varios ejemplos de Gula. Finalmente, un ángel les indica las gradas
del séptimo y último circulo.

Ni por la conversacion nuestra marcha, ni por esta nues


tra conversacion languidecian; antes bien, hablando, an
dábamos rápidamente, cual buque que impulsa un viento
favorable.
Y las sombras, que parecian cosas ú objetos dos veces
muertos, me demostraban en los huecos de sus ojos toda
la admiracion que les causaba el verme vivo.
Y yo continuando mi conversacion, dije: «Esa sombra,
á causa de otro, se va quizás á lo alto mas lentamente de
lo que lo hiciera.
«Pero dime, si lo sabes, ¿dónde está Piccarda? (1) Dime
(1) Piccarda, hermana de Foresio.

- -- - -- -
LA DIVINA COMEDIA, 241

tambien si hay aquí alguna persona para mí notable entre


esa multitud que asi me mira. »
Contestó Foresio: «Mi hermana tan hermosa y tan bue
na (no sé lo que fué mas,) alegre triunfa ya de su corona
en el alto Olimpo.»
Despues de haber hablado de esta manera, añadió:
« Puede aqui llamarse á cada cual por su nombre, á causa
de lo mucho que el hombre alteró nuestra semejanza.
« Este (señalándomelo con el dedo) es Buonagiunta,
Buonagiunta de Luca, (1) y aquella alma que hay mas lejos
y que está mas flaca que las demás, tuvo á la santa Iglesia
en sus brazos. Era de Tours, y ahora expia por medio del
ayuno las anguilas de Bolsena, 2) que hacia guisar con
vino blanco.»
Me nombró á otros muchos, pareciendo todos ellos estar
conter.tos de que les nombrára, puesto que ni uno solo se
puso sombrio.
Ví entre aquellos hambrientos que gastan sus dientes
mascando en vano, á Ubaldino della Pila y á Bonifacio que,
alimentó á tantos con su roquete. (3)
Ví asi mismo á misser Marchese que tanto tiempo tuvo
para beber en Forli (4) y que á pesar de no atormentarle la
sed, nunca llegó á verse saciado.
Asi como el que empieza por examinar y acaba por tener
mas estima á uno que á otro, asi hice yo con el de Luca,
que parecia conocerme mas que los otros.
Murmuraba y parecia nombrará no sé que Gentucca, (5)
con aquella garganta en la que sin embargo sentia las lla
gas de la justicia que le consumian.
- (1) Buonagiunta, célebre poeta de Luca.
(2) El papa Martin IV, de Tours.
(3) Ubaldino della Pila y Bonifacio de Imola, arzobispo, todos ellos famo
SOS glolones.
(4) El marqués de Rgogliosi. Su sumiller le dijo en cierta ocasion que
públicamente se decia que no hacia mas que beber, á lo que el marqués
contestó riendo: ¿Por qué no dicen que siempre tengo sed?
(5) Hermosa jóven de Luca, á la que amó Dante en honor de Beatriz,
contenida en la Vita Nuova. v.

16
242 EL PURGATORIO,

«Oh alma, la dije, que pareces tan ávida de hablar cele


migo, haz de modo que pueda entenderte y que la conver
sacion nos satisfaga á todos.»
Empezó entonces de esta manera : « Ha nacido una mu
ger, que no ostenta aun el velo, que te hará encontrar
agradable mi ciudad, por mas que algunos se lo reprendan.
Te irás con esta prediccion; si has padecido algun error
en lo que yo murmuro, los acontecimientos te lo indi
carán,
«Pero, dime, ¿no veo acaso al que acaba de publicar los
nuevos versos que empiezan de esta manera? « Damas que
sabeis bien lo que es Amor.» (1)
Y yo á él: « Obro de modo cuando Amor me inspira,
que cuanto interiormente me dicta, lo revelo exterior
mente.»
— «¡Oh hermano dijo: Ahora veo el nudo que nos de
tuvo al Notario, á Guittone (2) y á mí, á tanta distancia de
aquel dulce y nuevo estilo que me reveló. Ahora veo como
vuestras plumas siguen fielmente á aquel que dicta tan
bien, lo que en verdad no pasó con los nuestros. El que
quiere subir mas alto, no distingue ya un estilo de otro; »
y como satisfecho, se calló.
Cual las aves que pasan el invierno junto al Nilo for- .
mando á veces una masa compacta, todas las almas que
habia allí volvieron el rostro, y adelantaron el paso, rá
pidas por su flaqueza y por su voluntad.
Como el hombre cansado de correr, que deja adelantar
á sus compañeros, y anda lentamente hasta calmar su res
piracion sofocada, dejó Foresio adelantar la santa cohorte,
siguiendo tras ella conmigo diciéndome: «¿Cuándo volveré
á Verte ?»
— « No sé el tiempo que me queda aun de vida, le con
testé; pero no será tan próximo mi regreso, que en alas del
(1) El Amor.
(2) Jacobo de Lentino, apellidado el Notario, Guittone de Arezzo, p0etas
de escasa fama.
LA DIVINA COMEDIA, 243
deseo no haya llegado ya antes á la orilla; porque el sitio
en que fuí colocado para vivir el dia al dia, se despoja cada
vez mas del bien, y parece estar destinado á una triste
ruina. »
—«Vé, repuso, veo al mas culpable de todos (1), atado
á la cola de una fiera que le arrastra al valle en que nin
guna culpa es perdonada.
«Cada vez es mas rápido el paso de la fiera que, conti
nuará aumentando aun la velocidad de su carrera hasta que
choque el cuerpo en todas partes y quede indignamente
destrozado.
«No deben girar ya mucho esas esferas (y levantó los ojos
al cielo, ) para que sea claro para tí lo que no pueden mis
palabras aclararte mas.
«Ahora te dejo, porque es el tiempo de gran precio en
este reino, y he perdido ya mucho andando asi contigo.»
Cual ginete que se lanza al galope de entre el escuadron
que avanza, para alcanzar el honor del primer choque,
se separó de nosotros el espíritu, quedándome yo en el ca
mino con aquellos dos que fueron en poesía tan grandes ca
pitanes. (2)
Y cuando estuvo ya bastante lejos para que pudiesen se
guirle mis ojos, como mi espíritu habia seguido sus pala.
bras, apercibí las ramas cargadas de frutas y vivaceas de
otro manzano, y no apartadas de mi, por estar entonces
vuelto hácia aquella parte.
Debajo de aquel árbol víá varias almas levantar las ma
nos y gritar no sé que hácia el follage, cual niños que posei
dos de vanos deseos, hacen muchas súplicas á los que no
contesta aquel á quien van dirigidas; y que para aguzar
mas su apetito, tiene pendiente sobre ellos, y sin ocultar
le, el objeto de su ardiente deseo.

(1) Corso Donati, gefe de los Negros y hermano de Foresio que, era del
artido de los Blancos, Corso Donati fué muerto en las calles de Florencia
pen 308.
(2) Virgilio y Stacio.
2. EL PURGATORIO,

Luego partió aquella multitud como desengañada, y vi


mos entonces el grande árbol que se niega á tantas preces
y abundantes lágrinas:
«Seguid adelante sin acercaros; mas alto es un árbol cuyo
fruto fué mordido por Eva, y del que es un retoño este
árbol. »
Así habló al través de las ramas no sé quien. Virgilio
Stacio y yo seguimos adelante codeándonos para acercarnos
mas hácia la parte en que se eleva el camino.
«Acordaos, decia la voz, de los malditos formados en las
nubes, que, repletos coru ha tieron á Theseo con su doble
pecho. Acordaos de los hebreos que demostraron su moli
cie bebiendo; por lo que Gedeon no los quiso por compañe
ros, cuando cerca de Madian bajó las colinas.»
De este modo al acercarnos á uno de los dos bordes, pa
sábamos oyendo los diferentes pecados de gula, seguidos en
otro tiempo de justas miserias. Despues de haber entrado
nuevamente en el centro del camino y de haber andado mas
de unos mil pasos, reflexionando cada cual sin hablar.
«¿Dónde vais los tres solos y tan pensativos?» dijo de
repente una voz que me hizo estremecer, cual se estremece
un animal espantado y miedoso.
Levanté la cabeza para saber lo que era, y jamás se vió
en la fragua ni vidrio ni metal tan brillante y enrojecido,
como lo era el espíritu que decia: «Si quereis subir, pasad
por aquí, por ser este el camino del que aspira á la paz.»
Cual brisa de mayo, mensagera de la aurora, que se di
funde y embalsama por estar impregnada de yerba y de
flores, sentí yo un aura acariciar mi frente, y sentí mo
verse distintamente la pluma que me hizo aspirar el olor de
la ambrosia. (1)
0í tambien que decian: « Dichosos los que están de tal
modo inspirados por la gracia, que el amor á la comida no
nace humear en su corazon sobrados deseos, y que solo
tienen hambre mientras es esta moderada.»
(1) Bl Angel borra en la frente del poeta la P, signo del pecado de la Gulas
LA pIVINA COMEDIA, 25

CANTO XXV.

Séptimo y último circulo, donde se purifica el pecado de Lujuria. —


Stacio esplica á Dante la obra maravillosa de la generacion, y de
que modo revisten las almas una forma visible.—Fspíritus que en
medio de las llamas recuerdan ejemplos de Castidad.— Continua.
cion.— Los poetas ven á otras almas de Lujuriosos que al través
de las llamas se adelantan hácia las primeras.- Al reunirse se
abrazaban citando varios ejemplos de Lujuria, y luego seguian su
C2 IIlll 0,

Era la hora en que para subir no admitia ya ningun re


tardo, porque el sol habia dejado el círculo meridional en
el Tauro, y la noche en el Escorpion. (1)
Así que, como hombre que no se detiene y sigue á todo
evento su camino, cualquiera que sea el aguijon de la ne
cesidad que le atormente, entramos en el pasage uno en
pos de otro, y tomamos la escalera que por su estrechez
obliga á separarse á los que la suben.
Es menos vivo el deseo de la tierna cigüeña que aletea
por abandonar su nido, de lo que lo era el mio por pre
guntar quien era el que de aquel modo se encendia y se
apagaba, llegando hasta hacer el movimiento del que se
dispone á hablar.
Por rápida que fuese nuestra marcha, no dejó de decirme
el dulce padre: « Tira el arco de tu palabra que tienes ten
dido hasta el hierro.»
Abrí entonces la boca con seguridad, y empecé de esta
manera: «¿Có no es posible enflaquecer allí donde no es el
alimento indispensable?»
—Si tu recordases como Meleagro se consumió á medida
que se iba consumiendo un tizon, contestóme, no te seria
ahora tan difícil comprender esto.

(1) Las dos de la tarde.


246 EL PURGATORIO.

«Y si considerases que al hacer deslizar vuestra imágen se


desliza en el espejo, lo que te parece duro te pareceria
blando.
«Pero á fin de que quede tu deseo satisfecho, hé aquíá
Estacio, al que invoco y suplico sea el médico de tus he «.
ridas.» -

— «Si allí donde tu eres, le descubro el reino eterno, res


pondió Estacio, sea mi disculpa el no poder decirte no.»
Luego continuó de esta manera: «Hijo, si tu espíritu re
cibe y guarda mis palabras, no dudes que te iluminarán
acerca de lo que hablas.
«Lo mas puro de la sangre que nunca absorvieron las ve
nas sedientas, y queda como los alimentos supérfluos que
son quitados de la mesa, (1) ejerce en el corazon una virtud
que le predispone á formar todos los miembros humanos;
como lo que para trasformarse en esos miembros, atraviesa
las venas. -

«Cuando está aun mas digerido, desciende á una parte que


es mejor callar que nombrar, y de allí se alambica sobre la
sangre de otro ser en el vaso natural, donde una y otra sus
tancia se unen; la una dispuesta á obrar por el efecto de la
perfeccion del punto de que mana.
«Entonces la sangre paterna empieza á obrar, primero
coagulándose, y luego revivando lo que con su materia ha
bia hecho consistente.
«La virtud activa de la sangre paterna, convertida en alma
vejetativa como una planta (con la sola diferencia de que
esta sigue su camino, mientras que aquella está ya en la
orilla, ) obra de tal modo que, desde luego empieza á agi
tarse y sentir como la esponja marina; y luego organiza las
potencias ó facultades del hombre de que es gérmen.
«Hijo querido, tan pronto se ensancha como se dilata la
virtud que procede del corazon del padre, y del que la na.

(1) véase en Guinguené (Histor. liter. de Italia) la critica de esta filoso


fía y física dantescas. -

- -----------, -—A -
LA DIVINA COMEDIA, 237
turaleza hace derivar todos los miembros; pero como de
animal pasa á ser racional, no puedes aun comprenderlo;
punto es este que hizo errar á otro mas sábio que tú (1);
contribuyendo con su doctrina á separar del alma el inte
lecto posible, por no ver en este ningun órgano particular.
«Abre tu corazon á la verdad que te presento, y sabe que
tan pronto como queda terminado en el fetus el articular
del cérebro, gozoso el Primer Motor se vuelve hácia aque
lla obra maestra de la naturaleza, y le inspira un nuevo
espíritu que rebosa de virtud; y que unido á su sustancia,
forma con lo que hay de activo en ella una sola alma que
vive, que siente y se agita.
«Y, á fin de que te asombren menos mis palabras, consi
dera el calor del sol, el cual se convierte en vino, si se und
al humor que despide la viña.
«Cuando Laquesis ha apturado el lino, el alma se separa
de la carne, llevándose contenidas en su virtud , las facul
tades divinas y humanas. Las facultades sensibles son casi
todas mudas; pero la memoria, la inteligencia y la volun-s
tad, tienen en su accion mas sutilidad que antes.
«Sin pararse llega al alma admirablemente por sí sola á
una de las riberas en que se le indica la via que debe seguir.
Luego que la sujeta el nuevo lazo, brilla la virtud infor
mativa en torno suyo del propio modo y con el mismo es
plendor de cuando vivió en sus miembros.
«Y, asi como cuando la atmósfera está lluviosa, por efecto
de los rayos del sol que se reflejan en ella, se presenta or
nada de diferentes colores; así la atmósfera en derredor to
ma la forma que le imprime virtualmente el alma que se
para en ella.
«Y, semejante á la llama que sigue al fuego en todos sus
movimientos, la nueva forma va siempre siguiendo al es
píritu.
«Finalmente como es aquella forma á la que debe el alma
su apariencia, se la llama sombra; luego organiza cada uno
(1) Averrhoes.
248 EL PURGATORIO. -

de sus sentidos, hasta el de la vista. Por esto hablamos,


por esto reimos, por esto derramamos lágrimas y gemidos
confor e has podido oirlo en el monte.
«Segun se agitan nuestros deseos y nuestras pasiones, va
la sombra cambiando de formas. Hé aquí la causa de lo que
tan o te admira. »
Habíamos llegado ya al último tormento y girado hácia
la derecha, cuando llamó nuestra atencion otro cuidado.
Allí el borde de la montaña lanzaba la llama hácia el exte
rior, y salia del abismo un viento que impulsaba la llama
hácia lo lejos; obligándonos á ir uno tras otro por el borde
del precipicio, por lo que temia yo por una parte el fuego,
y por la otra caer en el abismo.
Mi Mentor me decia: «Preciso es aqui enfrenar la vista,
cuando tan fácil es equivocarse.»
Summa, Deus clementiae, (1) oí entonces cantar en medio
de aquel gran ardor, lo que despertó en mí el deseo no
menos ardiente de volverme.
Víá varios espíritus recorriendo la llama, y si bien con
tinué mirándolos, fué fijando alternativamente la vista en
sus pasos y en los mios.
Despues de la estrofa que dió fin a aquel himno, gritaron
en voz alta : « Virum non cognosco, (2) y luego empezaron
nuevamente el himno en voz baja.
Al terminarlo, gritaron de nuevo: « Diana se quedó en
el bosque y arrojó de él á Helice que, habia probado el
veneno de Venus. (3)»
Y empezaban otra vez su canto; celebrando á las muge
res y maridos que fueron castos segun lo ordenan la virtud
y el matrimonio. Y esto á mi entender les basta por todo
el tiempo que el fuego les quema; puesto que tales son sus
cuidados, tales sus ejercicios.
Que su llaga, la última del Purgatorio, se cicatrice.
(1) Himno cantado en los maitines del sábado.
2) San Luc. I.
3) Nina de Diana, seducida por Júpiter.

---- r----------
LA DIVINA COMEDIA. 29

CANTO XXVI.

Dante habla con Guido Guinicelli, de Bolonia, y Daniel Arnault, de


Provenza — Aconsejados por un Angel, pasan los pnetas por en
tre las llamas y suben las últimas gradas.-Detiéneles la noche en
la cima.

Mientras íbamos á lo largo del borde siguiendo uno tras


otro, con frecuencia el buen maestro decia: «Ten cuidado
y ayúdate, puesto que te lo advierto.»
El sol, que ya irradiaba por todo el occidente cambiando
en blanco mate su color azul celeste, daba á mi hombro
derecho.
Como con mi sombra hacia parecer la llama mas rojiza, á
muchas almas que, al andar, estaban muy preocupadas;
Con este motivo se pusieron á hablar de mí, diciendo:
«Aquel parece no tener un cuerpo ficticio.»
Luego quisieron asegurarse de ello, acercándoseme todo
cuanto les fué posible, pero guardándose rvo y bien de pe
netrar allí donde no pudiese alcanzarles el fuego.
«Oh tú, que vas detrás de los otros dos, no por andar
menos listo, sino tal vez por respeto, dime quien arde en
la sed y el fuego. No solo para mí es tu respuesta una ne
cesidad, pues todos estos tienen una sed mucho mas abra
sadora que la que tienen de agua fria el indio ó el etiope.
a Dinos, ¿cómo es que formas con tu cuerpo un muro
que se antepone al sol, como si no hubieses caido aun en
las redes de la muerte?»
Así me hablaba uno de los espíritus, al que no habia
contestado aun, por estar atento á otra novedad que aca
baba de aparecerse ante mis ojos.
Por en medio del camino inflamado venia una segunda
cohorte, con el rostro vuelto hácia la primera, lo que me
excitó á la duda y el asombro.
Ví en uno y otro lado apresurarse las sombras, y abra.

--------- - - ---- "-" ---------rº ---".


250 EL PURGATORI0,

zarse una á otra sin detenerse, quedando al parecer satis


fechas de aquella corta muestra de aprecio; pareciéndose á
las hormigas que, en medio de sus negras legiones van á
encontrarse cara á cara, quizás por preguntarse acerca de
su camino ó de su botin.
Despues de aquella amistosa acogida, y antes de dar el
primer paso, cada una de las almas empezó á gritar con
todas sus fuerzas, las de la primera cohorte: «¡Sodoma y
Gomorra!» y la otra: «Pasife se cubrió con la piel de una
becerra para que el toro se echára sobre su lujuria. »
Luego como las grullas que se dirigiesen, parte hácia los
montes Rifeos, parte á los arenales, unas por temor al zelo,
otras por temor al sol, obraron las dos cohortes; yéndose
la una mientras venia la otra, y todas llorando empezaban
de nuevo sus primeros cantos y los gritos que mas les con
venian.
Entonces, como antes, se acercaron á mí las mismas al
mas que me habian interrogado, pareciéndome atentas y
dispuestas á escuchar.
Yo, que por dos veces habia visto su deseo, empecé de
esta manera: «Oh almas seguras de llegar algun dia al es
tado de paz. Mis miembros no han quedado allí abajo aun
verdes ni maduros, si no que están aquí conmigo, con su
sangre y sus junturas.
Voy allí arriba á fin de no ser por mas tiempo ciego; una
muger (1) que nos supera, es la que nos procura esta gra
cia. Hé aquí porque arrastro este cuerpo mortal en vuestro
mundo. -

Ojalá podais ver tan pronto satisfecho el mas ardiente


de vuestros deseos ! ¡Quiera el cielo, mas lleno de amor y
mas vasto, hospedaros bajo sus artesonados!
«Pero decidme, á fin de que pueda yo ponerlo por escri
to, ¿quiénes sois y cuál es aquella multitud que viene detrás
de vosotros?»

(1) Beatriz.
LA DIVINA COMEDIA . 251

Menos estupefacto se queda el montañés que, tosco y


salvaje entra por primera vez en la ciudad, de lo que quedó
cada cual de aquellas sombras, á juzgar por su actitud; pero
al verse libres de aquel estupor, que pronto se calma en
los corazones elevados:
« ¡Dichoso tú que, para vivir mejor, vienes á buscar la
esperiencia en nuestras regiones contestó la primera sombra
que nos habia interrogado.
«Las almas que no vienen con nosotros, cometieron el pe.
cado por el que César, durante su triunfo, fué objeto de
escarnio y oyó llamarse reina. (1)
«Por esto se alejan gritando Sodoma, haciéndose repro
ches conforme has oido y excitando con su rubor la fuerza
de la llama.
«Nuestro pecado fué aun mas contra naturaleza; pero co
mo no observamos la ley humana, saciando por el contrario
nuestro apetito como lo hacen las bestias; asi es que por
nuestro oprobio, preferimos al separarnos, el nombre de
aquella que se convirtió en bestia bajo una cubierta de
bestia.
«Ya sabes pues cuales fueron nuestras acciones y de que
somos culpables. Si por casualidad quieres saber nuestro
nombre, ni sabria decírtelo, ni tengo tiempo para ello.
«Sin embargo, satisfaré tu deseo de saber el mio: Soy
Guido di Guinicelli, (2) y ya me purifico por haberme ar
repentido antes de mi hora suprema. »
Cual se mostraron aquellos dos hijos al ver á su madre
espuesta á la cólera de Licurgo, (3) tal me mostré yo (pero
no con todo el entusiasmo que habria deseado), cuando le
o nombrase á él mismo, Guido, mi padre y el de muchos
otros mejores que yo, que han escrito rimas de amor dulces
y graciosas.
(1) Véase Suetonio.
(2) Poeta de Bolonia.
(3) Thoas y Eumenlo encontraron á su madre Hypsipile en el momente
en que Licurgo, rey de Nemea iba á condenarla á muerte.
e

252 EL PUERCATORI0,

Sin oir ni hablar, andé por largo rato contemplándolo,


sin que pudiese empero acercármele mas á causa del fuego.
Cuando estuve saciado de mirarle, me le ofrecí de todo
corazon con aquellos juramentos que hacen creer en los
ofrecimientos de otro.
Y él á mí: «Tú me dejas, porque oigo ya una huella tan
profunda y tan clara, que el Letheo no podria borrarla ni
aun oscurecerla.
«Pero si tus palabras han jurado la verdad, dime, ¿por
qué en tus acciones y miradas me manifiestas que te soy
querido?»
Y yo á él: «Vuestros tiernos versos, mientras dure el
lenguaje moderno, harán siempre grata la tinta que los
trazó.
«—Oh hermano, contestó, aquel que te indico con el dedo
(y me señaló con el dedo á otro espíritu que le precedia)
fué mejor operario en su lengua materna. (1)
«En versos de amor y en prosa de novelas, superó á todos
los demás, y deja hablar á los necios que suponen haberle
sobrepujado el Limosin. (2)
«Mas bien se fijan en el rumor que en la verdad, y por
esto fijan su opinion antes de oir el arte ó la razon.
«Asi obraron muchos de los antiguos respecto de Guelto
ne, dándole á voz en grito el primer puesto, hasta que le
venció la verdad proferida por boca de varias personas.
«Ahora si tienes el alto privilegio de poder penetrar en el
claustro en que el Cristo es el abad del colegio, (3) dile por
mí del Pater noster todo lo que se necesita en este mundo
donde no tenemos ya poder para pecar.»
Y luego tal vez para ceder su puesto á otro que seguia
tras él, desapareció en el fuego, como en el agua desapa
rece el pez al zambullirse.

(1) Arnaldo Daniel, p0eta provenzal.


(2) Geraldo Bertueil, mal poeta de Limoges
(3) El Paraiso.

* -- —- ----
- -
LA DIVINA COMEDIa. 253
Me adelanté un poco hácia aquel que me habian indica
do, y le dije que mi deseo se disponia á hacer á su nombre
una recepcion graciosa.
Y él empezó gentilmente á decir:
Tan m” abellis vostre cortés deman,
Ch”ieu no me puosc ni m” voil á vos cobrire;
Ieu sui Arnaut che plor é vai cantan;
Consiros vei la passada follor,
E vei jauzen lo joi qu” esperdenan.
Ara vos prec, per aquella valor
Que us guida al som sensfreich é sens caiina,
Sovegna vos atemprar ma dolor (1)
Y se ocultó en el fuego que les purifica.

CANTO XXVII.

Nueva vision de Dante. — Llegan los tres poetas á la cumbre del


monte del Purgatorio al romper el alba. — Allí Virgilio deja á
Dante la libertad de obrar, sin pedirle ya consejo.»

El punto desde el que arroja el sol sus primeros rayos


sobre la ciudad en que fué derramada la sangre de su Crea
dor (cuando el Ebro cae bajo el alto signo de la Balanza,
y el agua del Ganges se calienta al ardor del mediodia),
estaba ocupado por el astro, iba pues á desaparecer el da,
cuando alegre se nos presentó el ángel de Dios, y apartado
de la llama , se puso en la orilla y empezó á cantar: Beata
mundo corde, (2) siendo empero su voz mucho mas viva que
la nuestra.

(1) «Me complace tanto vuestra cortés pregunta, que ni puedo ni quiero
ocultármelos.
» Soy Arnaldo que llora y va cantando: veo el dolor de la locura pasadora,
pero contemplo alegre el placer que esper y en el purvenir.
». Ahora 0s su ºlico, por esa virtud que os guia sin frio y sin calor hasta
la cumbre, que os acordeis de endulzar mi dolor.»
(2) San Mateo.
254 EL PURGATORI0,

Luego continuó: «Almas santas, no podeis ir mas allá,


á menos de que el fuego os muerda. Penetrad en las llamas,
y no seais sordas al canto que llega de mas lejos.»
Asi habló el ángel cuando estuvimos cerca de él. Por
esto me volví al oirle, como aquel que ponen en la hoya.
Levanté mis dos manos juntas mirando el fuego, y re
presentándome con fuerza los cuerpos humanos que ya ha
bia visto quemarse.
Mis buenos guias se volvieron hácia mí, y Virgilio me
dijo:
«Hijo mio, aqui puede haber un tormento, pero no la
muerte. Recuerda, recuerda que te guié sano y salvo en
hombros de Geryon. Y ¿qué es lo que no haré ahora que
estoy mas cerca de Dios?
«Ten por cierto que aun cuando estuvieses mil años en la
cima de esas llamas, no te quemarian ni un solo cabello; y
por si acaso crees que te engaño, ponte cerca de ellas, y
como prueba, acerca con tus manos el borde de tu vestido
al fuego.
« Depon, pues, todo temor, dirígete hácia aquí y prosi
gue con seguridad tu camino.» Pero yo permanecia inmó
vil, á pesar de mi confianza.
Al verme de aquel modo inmóvil y obstinado, Virgilio,
algo turbado, me dijo: « Pues mira, hijo mio, entre tú y
Beatriz no hay mas que ese muro.»
Asi como al nombre de Thisbao, estando Pyramo para
morir, abrió los ojos y la miró bajo el moral que desde en
tonces dió colorada fruta, asi venciendo mi obstinada re
sistencia, me volví yo hácia el sábio guia, al oir el nombre
que resonaba a un en mi espíritu.
Entonces él meneó la cabeza y dijo « ¡Cómo! ¿si quer
remos quedarnos aquí?» y me sonrió como se sonrie al niño
que se deja dominar por una fruta.
Luego me precedió y se lanzó en medio de la llama, su
plicando á Stacio que siguiese detrás, él que durante un
largo trecho nos habia separado á entrambos.
LA DIVINA COMEDIA, 255
Cuando estuve en medio de las llamas, me habria arro
jado para refrescarme en medio del vidrio ardiente, tan
desmedido era el calor que sentia en ellas.
El dulce padre, para confortarme, iba hablándome de
Beatriz, diciendo: «Paréceme que estoy ya viendo sus ojos.»
Una voz nos guiaba cantando mas allá, y nosotros, aten
tos á ella, salimos del fuego allí donde debe subirse.
« Venite, benedicti patris mei, (1) decia en medio de un
resplandor tal, que mis ojos deslumbrados no podian mi
rarla. El sol se va y la noche se acerca; no os detengais,
antes bien adelantad el paso mientras el occidente aun no
se ha en negrecido.»
El sendero subia recto al través de la peña por la parte
de oriente; y yo interrumpia delante de mi los rayos del
sol , ya bajo y fatigado.
Pocas gradas habíamos subido, cuando mis sábios guias
y yo, notamos que nuestra sombra se desvanecia, y que se
ponia el sol detrás de nosotros.
Y antes de que en todas sus inmensas partes tomase el
horizonte el mismo aspecto, y que por do quiera tendiese
la noche su manto, cada uno de nosotros hizo de una gra.
da su cama, porque la índole del monte nos quitaba la fa
cultad mas bien que el placer de subir.
Cual las cabras que, antes de estar repletas, eran tan in
quietas y atrevidas en la cumbre de los montes, y que
cuando el sol brilla rumian dulcemente sin moverse en la
sombra, guardadas por el pastor que se apoya en su caya
do, y que de aquel modo apoyado las preserva; y tal como
el pastor que se queda á la intemperie
para velar de noche
en torno de su apacible rebaño, por temor de que alguna
fiera lo disperse, tal estábamos entonces los tres. Yo era la
cabra y ellos los pastores, do quiera circuidos por la gruta.
Podíamos descubrir poco cielo, pero no obstante veia en
él las estrellas mas claras y mayores de lo que acostumbran
serlo.
(1) San Mateo
256 EL PURGATORO,

( Asi rumiando y mirando, me cogió el sueño, el sueño


que con frecuencia tiene noticias de una cosa antes de qu
S03.

Creo que á la hora en que Cytherea, que parecia siem


pre poseida del fuego de amor, lanzaba desde el oriente
sus primeros rayos sobre la montaña, me pareció ver en
sueños á una muger jóven y hermosa, que iba cogiendo
flores en la campiña, y que cantando, decia:
«Sepa, cualquiera que pregunte mi nombre, que soy
Lia, (1) y que voy tendiendo por do quiera mis hermosas
manos para hacerme una guirnalda.
«Para agradarme delante del espejo aquí me adorno:
mientras que mi hermana Raquel (2) no se aparta del suyo,
permaneciendo sentada delante de él todo el dia.
«La complace tanto al ver sus hermosos ojos como á mí
el adornarme con mis propias manos; á ella, ver, á mi;
obrar me contenta.»
Ya ante los resplandores que preceden al dia (resplan
dores tanto mas gratos á los peregrinos cuanto que al rea
parecer están ya mas cerca de su pais, ) se desvanecian las
tinieblas, y con ellas mi sueño. Levantéme pues, al ver ya
levantados á mis grandes maestros.
«Aquella dulce fruta que la inquietud de los mortales va
buscando en todas las ramas, hoy saciará tu hambre. »
Tales fueron las palabras que me dirigió Virgilio, y á las
que dádiva alguna igualó nunca en placer.
Tal fué el deseo que vino á aumentar umi deseo de llegar
á lo alto, que ácada paso sentia crecer alas para mi vuelo.
Cuando debajo de nosotros estuvo la escalera entera
mente recorrida, y llegamos á la última grada, Virgilio fijó
en mi la vista, y me dijo:
« Has visto el fuego de un dia y el fuego eterno, y héte

(1) Lla, bija de Laban, primera esposa de Jacob, ó la vida activa,


(2) Raquel, otra hija de Laban, segunda esposa de Jacob, ó la vida Comº
templativa.
LA DIViNA COMa). A a 237 Y
aquí, hijo mio, legado ya á un punto del que á mi no me
es dado pasar.»
«Te he conducido aqui por medio de mi inteligencia y
mi arte, toma ahora tu voluntad por guia; salistes ya de las
escabrosas vias y de los angostos senderos.
« Mira el sol que brilla en tu frente; mira la yerba, las
flores y los arbustos que por sí sola produce esta tierra.
« Interin llegan, radiantes de dicha, los hermosos ojos
que, llorando, me hicieron venir á tí, puedes sentarte ó
bien recorrer esta mansion de delicias.
«No aguardes por mas tiempo mis palabras y consejos; tu
libre albedrío es recto y sano, y seria equivocarse el no
obrar segun tu juicio.
«Asi que, colocándote sobre tí mismo, te pongo la coro
na y la mitra.»

CANTO XXVIII.

Llegados á la cumbre del monte del Purgatorio, se adelantan los


tres poetas hácia el bosque del Paraiso terrenal.— Les detiene el
rio Letheo.— Aperciben en la orilla opuesta á Matilde que se ale
ja cantando y cojiendo flores.— A peticion de Dante, aclara Ma
tilde algunas de sus dudas.

Deseoso de observar el interior y la circunferencia del


divino bosque, de aquel bosque frondoso y vivo que mo
deraba á los ojos el albor del día naciente, (1)
Sin mas aguardar abandoné al borde, y me dirigí lenta
mente al través de la campiña, pisando do quiera un suelo
balsámico.
Un aire dulce y que no podia cambiar azotaba mi frente,
pero como hubiera podido azotarla un viento suave.
Las hojas, dispuestas á agitarse bajo aquel dulce céfiro,
(1) Llega el poeta al Paraiso terrenal, en la cumbrº d9l monte del Purº
gatorio,

17
258 EL PURGATORIOe

se inclinaban todas hácia otras en direccion al punto en


que el monte sagrado proyecta su primera sombra. (1)
Con todo no se separaban tanto de la línea recta, que
en sus copas dejasen las avecillas de ejercer su arte. Así es,
que cantando alegres, acogian las primeras horas en medio
del follage que confundia su zumbido con las rimas de las
3. VeS.

Tal es el rumor que de rama en rama se esparce por los


pinos de la ribera de Chiassi (2), cuando Eolo da libre
rienda al Sirocco. (3)
Por lentos que fuesen mis pasos, me habian conducido
ya tan al interior del bosque, que no me era posible ver
el punto por donde habia entrado.
Y hé aquí que no puede ir mas lejos, por impedírmelo
un arroyo, cuyas ondas encorvaban á mano izquierda las
yerbas nacidas de sus márgenes.
Todas las aguas que son aqui abajo mas puras, parece
rian tener alguna mezcla, comparadas con la que no oculta
cosa alguna; por mas que corra ennegrecida, en negrecida
por una sombra perpétua, que nunca deja brillar sobre
ella un rayo de sol ni de luna.
Paráronse mis piés, mientras recorrian mis ojos el pais
que se extendía allende del rio para admirar la gran varie
dad de sus verdes árboles.
Y allí se me apareció (como con frecuencia aparece una
cosa súbita que desvanece maravillosamente otra idea) una
Dama sola, que, se alejaba cantando y cogiendo una á una
las flores de que estaba sembrado todo su camino.
« ¡O hermosa Dama, que asi gozas á los rayos de Amor!
A juzgar por las facciones, que son generalmente un reflejo
del alma, dígnate, le dije, acercarte lo bastante á este rio
para que pueda oir lo que cantas. -

«Tú me has hecho recordar el sitio en que estaba Proser


(TJ Häcía el occidente,
2) Cerca de Ravena.
3) Viento sudeste.
LA DIVINA COMED1á. 259

pia, y lo hermosa que era cuando la perdió su madre, y


perdió ella sus flores primaverales.»
Cual muger que bailando da vueltas con los piés unidos,
poniendo apenas un pié delante del otro, asi se volvió ella
hácia mí, pisando las amarillas y encarnadas florecillas,
semejándose á una vírgen que inclina sus ojos modestos.
De tal modo me contentó accediendo á mis súplicas,
que se me acercó hasta el punto de permitirme oir distin
tamente sus dulces palabras.
Cuando llegó al sitio en que las yerbas son bañadas por
las ondas del hermoso rio, me hizo el obsequio de levan
tar los ojos.
No creo que brillára nunca tan viva luz bajo los párpa
dos de Venus, cuando por equivocacion la hirió su hijo.
Ella me sonreía desde la orilla derecha, mientras estaba
cogiendo las flores que aquella dichosa tierra produce sin
semilla.
El rio no nos separaba mas que unos tres pasos; pero el
Helesponto donde pasó Jerjes (freno que modera aun todo
orgullo humano), no fué mas odioso á Leandro, al nadar
entre Sestos y Abydos, de lo que me lo fué á mi aquel rio,
que me era imposible atravesar.
«Sois recien llegados, dijo ella, y quizás porque sonrio
en este sitio escogido por nido de la naturaleza humana,
os asombro y excito en vosotros alguna sospecha; pero el
salmo Delectasti (1) derrama una luz que puede disipar las
nubes de vuestro en tendimiento.
«Tú, que estás delante y que me has suplicado hablára,
dime si quieres saber algo mas, porque he venido dispuesta
á contestarte á todas las preguntas que me hagas.»
«El agua, le contesté, y el rumor del bosque combater
en mi una nueva fé, en una cosa que he oido y que es con.
traria á esta. »
A lo que repuso luego: «yo diré como nace de su causs
(1) º es el salmo 91, en el que el versículo 5 dice Deleclast me posa,
n6, el 8.
260 EL PURGATORIU,

lo que tanto te asombra, y disiparé la nube que te ciega.


«El soberano bien, que se complace á sí solo, hizo al hom
bre bueno y para el bien, y le dió este sitio en arras de la
paz eterna.
«A causa de su falta, permaneció el hombre aqui muy
poco (1); á causa de su falta, convirtió en quejas y tristeza
la inocente risa y los dulces placeres.
«A fin de que las tempestades excitadas mas abajo por las
exhalaciones del agua y de la tierra, que, en cuanto lo pue
den se escapan hácia el calor, no hiciesen al hombre
guerra alguna, fué, como es, este monte elevado hácia el
cielo, y está al abrigo de toda tormenta desde el punto en
que la puerta lo cierra.
«Sin embargo, como el aire se agita en circuito, im
pulsado por el primer móvil, si no se rompe el círculo en
ninguna parte, da aquel movimiento á esta altura que es
del todo libre en el aire vivo y puro, y hace mugir el bos
que, porque es frondoso.
«Las plantas, de aquel modo impulsadas, impregnan na
turalmente el aire de su virtud; y el aire en remoline, lo
esparce circularmente.
«La otra tierra, segun es digna de ello por sí ó por su cie
lo, concibe y hace brotar varios árboles de diferentes
clases.
«Sabido esto, ya no lo mirárás allí abajo como una mara
villa, por mas que nazcan allí plantas sin semillas aparentes.
«Debes saber que la campiña santa en que te encuentras,
está llena de toda clase de semillas, y que hay en ella fru
itos que no se recogen allí abajo.
«El agua que aquí ves no brota de ninguna vena alimen
tada por el vapor que el frio del cielo convierte en lluvia,
como un rio que se llena y pierde su agua; sino que sale
de una fuente regular y segura que toma de la voluntad de
Dios toda cuanta vierte por sus dos canales.
(1) Segun los comentadores, no estuvieron Adan y Eva mas que siete
heras en el paraiso terrenal: desde el alba al mediodia.

--------
LA DIVINA coMEDIA. 264
Por esta parte desciende con una virtud que quita la me
moria del pecado; por la otra devuelve el recuerdo de cada
beneficio. -

«A esta se le dá el nombre de Letheo (1), á aquella el de


Eunoè, y no obra hasta que se ha bebido de las dos.
«Su sabor supera en mucho al de las demás aguas; y
aunque tu sed esté lo bastante apagada para que no te de
tenga mas, por una gracia especial aun te daré un corola
rio, y no creo que mis palabras te sean menos gratas, aun
que por tí excedan en mucho á mis promesas.
«Los poetas que ponderaron antiguamente la edad de oro
y su dichoso, estado soñaban quizás con este sitio en el Par
laS0.
«Aquí el tallo humano se elevó inocente; aquí hubo eter
ma primavera y las frutas todas; aquí manó el néctar de qua
todos hablan. »
Entonces me volví enteramente hácia mis poetas (2), y
ví que esta última esplicacion les habia hecho sonreir; y vol
víá fijar la vista en la hermosa Dama,

CANTO XXIX.

Refiere el poeta que recorriendo con Matilde las orillas del rio Le
theo, vió en el bosque una luz resplandeciente, y oyó en los aires
una melodía suave; luego siguió una procesion en la que un Grifo
tiraba de un carro triunfal. Al llegar á presencia de Dante , paróse
el Grifo con todo su cortejo.

Cantando cual muger apasionada, y haciendo suceder un


nuevo versículo al que terminaba, entonó el Beati quorum
tecta sunt peccata. (3)
Luego, cual ninfas que se van solas por la sombra del
(1) An On, olvido; Eüvotz, Buen espíritu.
2) Virgilio y Stacio.
(3) Salmo xxxi: «Dichosos aquellos cuyos pecados son ocultos, esto es
perdonados;» porque han salido del Purgatorio. "
262 EL PURGATORIO,

bosque, deseosas, unas de huir, otras de ver el sol, se


adelantó ella contra el curso del rio siguiendo por la orilla,
y yo imitándolala seguia á paso corto.
Aun no habíamos dado ambos cien pasos, cuando las ri
beras giraron tambien, colocándome de nuevo hácia la par
te de levante.
Al poco rato de haber empezado nuestro camino, se vol
vió la dama enteramente hácia mí, diciendo: «Hermano
mio, mira y escucha.»
Y he aquí que un súbito resplandor recorrió el gran bos
que en todas sus partes; brillaba aquel resplandor de tal
modo que estaba en duda de si era ó no un rayo.
Pero como el rayo pasa con la misma prontitud que vie
ne, y aquella luz cuanto mas duraba mas resplandecia, yo
decia para mí: que es esto.»
Y una grata melodia poblaba la esfera luminosa; enton
ces un buen celo me hizo vituperar el atrevimiento de Eva;
puesto que allí donde la tierra y el cielo se prestaban á la
obediencia, solo aquella muger que, apenas acababa de
estar formada, no pudo resignarse á permanecer bajo algun
velo. Si reformada hubiese permanecido bajo aquel velo,
yo habria sentido antes y por mas tiempo aquellas inefables
delicias.
Mientras que al través de aquellas grandes primicias del
eterno placer, seguia yo en suspenso y deseaba aun mayor
goce, delante de nosotros el aire, semejante á un gran fuego,
se mostró abrasado bajo las verdes ramas, y el dulce soni
do que habiamos oido antes se convirtió en un canto distin
to y claro.
Oh vírgenes sacrosantas, si alguna vez he sufrido por vo
sotras el hambre, el frio y las vigilias, la necesidad me obli
ga á implorar vuestro ausilio. Preciso es que Helicon der
rame sobre mí sus aguas, y que el coro de Urania me ayu
de á escribir en verso cosas difíciles de concebir.
Luego, creí apercibir siete árboles de oro (1), engañado
(0) Simbolo de las siete gracias del Espíritu Santo,
LA DIVINA COMEDIA, 263

por la grande distancia que mediaba entre nosotros y el


nuevo objeto, pero cuando estuve ya lo bastante cerca para
que el objeto sobre el cual se engaña el sentido, no pu
diese á causa de la distancia, perder ninguno de sus efec
tos, la virtud, que une el discurso á la razon , me demos
tró que eran candelabros, y que las voces cantaban Ho
sanna. (1)
Los hermos muebles brillaban mas puros en un cielo se
reno que la luna á media noche y á mediados de su mes.
Lleno de admiracion me volví hácia el buen Virgilio, y
él me respondió con una mirada no menos llena de asombro.
Fijé de nuevo la vista en los altos candelabros que se ade.
lantaban hácia nosotros tan lentamente, que les habrian su
perado en velocidad las mismas desposadas.
Gritóme entonces la dama : «¿Por qué observas tan de
tenidamente aquellas vivas luces, que no miras siquiera lo
que sigue despues?»
Entonces ví detrás de los candelabros, y como detrás
estaban sus guias, venir personages vestidos de blanco (2);
nunca ha brillado aqui abajo semejante blancura.
A mano izquierda el agua resplandecia, reproduciendo
tambien mi costado izquierdo, al mirarme en ella, como
hubiera podido hacerlo un espejo.
Cuando por mi parte hube llegado á un punto en el que
solo el rio me separaba del cortejo, paréme para ver mejor.
Víá las llamas seguir adelante y dejar trás sí el aire pin
tado de hermosos colores; se parecian á otros tantos pince
les tirando líneas; de modo que en la parte superior que
daban siete líneas muy distintas (3), conteniendo en sí los
colores de que forma el sol su arco y la luna su cintura.
Aquellos estandartes iban alejándose de mi vista, de mo
do que me parecian estará unos diez pasos del último can
delabró visible los que seguian despues.
(1) Hosanna , que significa: Sálvanos ó vivifica.
(2) Los patriarcas.
(3) L0s siete Sacramentos.
264 EL PURGATORIO,

Bajo aquel hermoso cielo que describo, venian á dos de


fondo, veinticuatro ancianos coronados de flores de lis (1),
cantando á coro: «Bendita seas entre las hijas de Adan, y
benditas sean eternamente tus gracias.»
Despues que las flores y las frescas yerbas que habia de
lante de mí se vieron libres de aquellos escojidos, como la
luz sucede á la luz en el cielo, despues de los veinticuatro
ancianos, siguieron cuatro animales, cada uno de ellos co
ronado de hojas verdes. (2)
Cada uno tenia seis aías provistas de plumas, las cuales
estaban llenas de ojos, parecidos á los ojos de Argos si no
careciesen de vida. A

Lector, no emplearé mas versos para describir las formas


de aquellos animales; porque los muchos que tengo aun
que emplear no me permiten ser aquí mas pródigo.
Pero lee á Ezequiel que los pinta conforme los ve venir
de las frias regiones con el viento, la nieve y el fuego; y
tales como los encontrarás en sus libros estaban allí, excep
to en cuanto á las plumas, que Juan está conmigo y se se
para de él.
El espacio que mediaba entre los cuatro animales con
tenia un carro triunfal puesto sobre dos ruedas (3), y tira
do por un Grifo.
Tendia el Grifo sus dos alas por entre la línea del centro
y las tres y las otras tres, sin que al henderlas les causara
ningun deterioro.
Se elevaban á tanta altura, que en breve se las perdia
de vista. El Grifo tenia los miembros de oro en la parte del
cuerpo en que era ave; y en la parte restante, eran sus
miembros blancos y encarnados.
No solamente Roma careció de un carro igual para feste

(1) Los veinticuatro libros del antiguo y del nuevo Testamento.


(2) Los cuatro Evangelistas.
(3) Alegoría de la iglesia. La vision del carro y su cortejo recuerda á Eze
quiel y el Ap0calipsis. El carro es la Iglesia; las dos ruedas el antigu0 y el
nuev0 Testamento; el Grio, con su doble naturaleza, Jesucristo.
LA DIVINA COMEDIA 265

jar á Escipion el Africano y al mismo Augusto, sino que


hasta el del sol seria mezquino y pobre comparado con el
que nos ocupa;
El carro del sol que, al desviarse fué incendiado á peti
cion de la Tierra suplicante, cuando Júpiter fué justo en los
secretos de su cólera; hácia la parte de la rueda derecha
habia tres mujeres (1) que estaban bailando. La una estaba
tan colorada, que apenas se le habria distinguido en el fue
go; la otra parecia tener la carne y los huesos de esmeral
da, y era la tercera blanca como la nieve recien caida.
Tan pronto parecian guiadas por la mujer blanca, como
por la mujer colorada, y á cuyo canto adelantaban las de
más lenta ó rápidanuente.
A la izquierda del carro se holgaban cuatro mugeres ves
tidas de púrpura (2), acomodándose sobre una de ellas que
tenia tres ojos en la cabeza.
Despues del coro entrelazado que acabo de presentar, ví
á dos ancianos de trajes diferentes, pero iguales en la acti
tud, y cada uno de ellos venerable y tranquilo. (3)
El uno parecia ser discípulo del grande Hipócrates, que
creó naturaleza para los séres animados que le son mas que
ridos.
Parecia desempeñar el otro una mision contraria, pues
to que llevaba una espada brillante y afilada que me causó
miedo desde la parte opuesta del rio. Luego ví á cuatro
personajes de humilde apariencia (4) y detrás de ellos á
un anciano dormido, con rostro verdaderamente inspira
do. (5)
Los siete últimos vestian como la primera cohorte, con la
sola diferencia de que no estaban coronados de lis; y si de
(1) Las tres virtudes teologales: La Fé, color de nieve; la Esperanza, co
lor de esmeralda; la Caridad, color de fuego.
2) Las cuatro virtudes cardinales: la Templanza, la Fuerza, la Justicia
y la Prudencia con su triple vista.
(3) S. Lucas, que era médico, y S. Pablo.
(4) Los Santos Santiago, Pedro, Juan, y Judas, hermano de Santiago.
(5) S. Juan, á causa de su Apu calipsis. -
266 EL PURGATORIO,

rosas y otras flores encarnadas, que de lejos cualquiera ha


bria jurado formaban una llama sobre sus cejas.
Cuando el carro estuvo frente á mí, retumbó el trueno,
y como si se hubiese prohibido á los dignos personajes se
guir adelante, se pararon allí con los primeros candelabros.

CANTO XXX.

Beatriz desciende del Cielo. — A su vista, desaparece Virgilio. —


Sentada en su carro triunfal, empieza Beatrizá reprenderá Dante;
luego volviéndose hácia los ángeles, se lamenta de la vida que, á
pesar de sus consejos, ha seguido el poeta aquí abajo, abusando
de la naturaleza y de la gracia.

Cuando aquel septentrion del primer cielo (1) que nunca


tuvo occidente ni oriente, ni otra nube que el velo que so
bre él dejó el pecado; y que á cada cual indicaba allí su
deber, así como nuestro septentrion inferior instruye al que
conduce el timon para llegar felizmente al puerto, se hubo
parado, los santos personages que llegaron los primeros
entre los siete candelabros y el Grifon se volvieron hácia el
carro como hácia su paz constante.
Y uno de ellos, cual mensajero del cielo gritó por tres
veces cantando; Veni, sponsá, de Libano (2), y todos los
demás cantaron despues de él.
Asi como los bienaventurados se levantarán prontamente
de su tumba en el último Juicio, cantando Alleluna con su
voz al fin recobrada; asi en el carro divino se levantaron,
ad vocem tanti senis, cien ministros y mensajeros de la vida
eterna.
Todos ellos decian : Benedictus qui venis (3)» luego arro.
(1) El septentrion del primer cielo significa los siete candelabros del can
to precedente.
(2) Cantar de los cantares, cap. v.
(3) Palabras de los judíos cuando Jesus entró en Jerusalen.
LA DIVINA COMEDIA a 26.

jando flores al aire y en su derredor: Manibus ó date lilia


plenis. (1)»
He visto al principio del dia la parte oriental destilando
rocío, mientras habia en el resto del cielo una hermosa se
renidad, y la faz del sol salir cubierto de sombras, de mo
do que al través de los vapores que moderaban su resplan
dor podian contemplarle los ojos largo rato. Del propio mo
do al través de una nube de flores arrojadas por manos an
gélicas, que volvian á caer sobre el carro y á su alrededor,
y cubierta de un velo blanco y coronado de olivo, se me
apareció una mujer (2); llevaba un manto verde y tenia su
vestido el color de la llama.
Y mi espíritu , que desde mucho tiempo no se habia
visto dominado por el temor y el asombro en su presencia,
sin conocerlo con el auxilio de la vista, y sí por la virtud
oculta que procedia de ella, sintió el gran poder del anti
guo amor.
Así que contemplaron mis ojos aquella alta virtud, que
me habia herido antes de que yo saliese de la infancia, me
volví hácia la izquierda con aquel respeto del niño que cor.
re hácia su madre cuando tiene miedo ó está aflijido, á fir
de decir á Virgilio: toda mi sangre tiembla: conozco los sig
nos de mi antigua llama. (3)»
Pero Virgilio nos habia privado de su presencia (4), Vir
gilio aquel dulce padre, Virgilio á quien, por mi salvacion,
ella me habia dado.
Y hasta aquel paraiso terrenal, perdido por nuestra an
tigua madre, no impidió á mis mejillas, limpiadas por el
rocio, que fueran en negrecidas por mis lágrimas.
Dante, porque Virgilio se vá, no llores aun no llores
aun, mas bien debes llorar por otra herida.»

(1) Eneida, lib. v1.


(2) Beatriz ó la Teología,
(3) Agnosco veteris vestigia flammae.
ENEIDA, lib. v.)
(4) La Poesía desaparece ante la Teología. -
268 EL PURGATORI0.

Cual almirante que se dirige á la popa y la proa para


verá los hombres que mandan en los otros buques y alen
tarles á obrar bien , ví en el borde izquierdo del carro
(cuando me volví al oir mi nombre, que por necesidad de
be citarse aqui) á la mujer que ya se me habia aparecido
con el velo en medio de la fiesta angélica , dirijir hácia mí
sus ojos desde la otra parte del rio.
Aunque el velo que descendia de su cabeza, coronada de
hojas de Minerva, ocultaba en parte sus facciones, con su
actitud régia y activa, continuó de esta manera, semejante
á aquel que, al hablar, guarda para el final las palabras
mas enérgicas:
« Mírame bien , soy la misma, soy la misma Beatriz
¿Cómo te has dignado acercarte á este monte? ¿Acaso no
sabias que el hombre es feliz ?»
Mis ojos se inclinaron hácia las límpidas ondas, pero al
verme en ellas, los dirigí á la yerba, tal era el rubor que
humillaba mi frente.
La ternura acerba de Beatriz me la hizo parecer lo que
parece á un hijo su madre irritada.
Calló ella, y los ángeles cantaron repentinamente: «In te,
Domine, speravi (1)»; pero no llegaron mas que hasta Pe
des meos.
Asi como la nieve se hiela y se endurece entre los árboles
y montes que forman el dorso de Italia al soplo de los vien
tos de Esclavonia y que luego de derritida, mana tan pron
to como la tierra, que no tiene sombra, envia su aliento,
parecido al fuego que hace derritir la vela, me quedé yo sin
lágrimas y sin suspiros ante los cantos de aquellos cuyas no
tas responden siempre á las notas de las esferas celestes.
Pero al comprender por sus dulces armonias que compa
decian mi pena mas que si hubiesen dicho: « Muger, ¿por
qué le maltratas de este modo?» El hielo que se habia en
durecido en torno de mi corazon se convirtió en soplo y
(1) Principio del trigésimo salmo.
LA DIVINA COMEDIAe 269

agua, y empezóá desbordar la angustia por mi boca y mis


ojos.
Ella, entretanto inmóvil en el lado derecho del carro,
dirigió las siguientes palabras á las sustancias compasivas:
«Vosotros estais velando en eterno día sin que la noche
ni el sueño os oculten uno solo de los pasos que dá el siglo
en sus mortales vías; daré pues mi respuesta con mas cui
dado del que podeis desear, para que me oiga el que llora
en la opuesta orilla y á fin de que su falta y su dolor ten
gan ambos la misma medida.
«No solo por la influencia de las grandes esferas que di
rigen cada semilla hácia un fin, segun las estrellas que la
guian, sino tambien por el ancho don de las gracias divi
nas, que, al llover sobre nuestras almas, hacen brotar de
ellas vapores que suben á una altura que la vista no puede
seguir, aquel en su vida nueva fué tal virtualmente, que
toda recta costumbre habría producido en él admirables
efectos. Pero el suelo descuidado é inculto es tanto mas in
grato y malo, cuanta mayor es la fuerza que tiene.
«Algun tiempo lo sostuve con mis miradas, mostrándole
mis ojos de niña; lo llevé conmigo vuelto hácia el recto ca
mino; pero tan pronto como yo llegué al umbral de mi
segunda edad, y que cambié de vida, él se separó de mí y
se entregó á otras.
«Cuando subí de la carne al espíritu y aumenté en belleza
y en virtud, le fuí menos querida y menos grata.
«Dirigió sus pasos hácia el falso camino y siguió las men
tidas imágenes de un bien que nunca cumplió enteramente
ni una sola de todas sus promesas.
«De nada me sirvió obtenerle inspiraciones, por las cuales
le llamaba en sueños ó de distinto modo, en tanto hizo poco
caso de ello.
«Cayó en una abyeccion tal, que eran ya ineficaces todos
los medios á que apelaba por salvarle, si no le mostraba
las razas condenadas.
«Por esto recorrí la mansion de los muertos, y dirigí mi
270 EL PURGATORIOe

súplica y millanto al que le ha conducido aquí arriba.


«El alto decreto de Dios dejaria de cumplirse si pasase el
Letheo y probase tales manjares sin haber pagado el tribu
to del arrepentimiento que hace derramar las lágrimas.»

CANTO XXXI.

Nuevas reprensiones de Beatriz, á las que responde Dante con la con


fesion de todos sus errores. — Despues de aquella confesion, cae
sin sentido — Matilde sumerge á Dante en el rio Letheo y le hace
beber de sus aguas.

«Oh tú, que estás allende el rio sagrado» añadió Beatriz


dirigiéndose á mí con el mismo tono de reconvencion que
hasta allí usára y que me habia parecido tan amargo, « dí,
dí, ¿es esto verdad? Preciso es que tu confesion vaya uni
da á esta grande acusacion. »
De tal modo quedé confundido, que mi voz conmovida
quedó apagada antes de salir de sus órganos.
Despues de haber aguardado un rato, ella me dijo
«¿Qué piensas? Contéstame, ya que tus tristes recuerdos
no están aun borrados por las aguas del Letheo.
La confusion y el temor unidos arrancaron de mi boca
un sí tan débil, que fueron precisos los ojos para compren
derle.
Cual ballesta que harto tendida se rompe, y soltándose
el arco y la cuerda, llega la flecha con menos rapidez al
punto á que va dirigida, fuí yo derecho al peso de mi
enorme carga; y derramé tantas lágrimas y exhalé tantos
suspiros, que á su paso mi voz casi llegó á extinguirse.
Ella entonces á mí: «En medio de los buenos deseos
que de mi procedian, induciéndote á amar el bien , fuera
del cual nada hay de deseable, ¿qué abismos insuperables
ó qué cadenas has hallado que te hiciesen perder la espe
ranza de seguir adelante?
LA DIVINA COMEDA, 271

«¿Cuáles son las dulzuras ó las ventajas que has visto en


la frente de los demás para titubear de tal modo ante
aquellos objetos?»
Despues de un prolongado y amargo suspiro, apenas tu
ve voz para contestar, ni casi fuerza mis labios para profe
rirla, asi es, que sollozando dije : « Las cosas presentes
desviaron mis pasos, tan pronto como se ocultó vuestro
rostro. »
Y ella: «Aun cuando calláras ó negases lo que confiesas,
no me seria tu falta menos conocida: Un juez tan grande
lo sabe !
«Pero cuando la confesion del pecado sale de la misma
boca del pecador, se vuelve la muela en nuestra corte ce
lestial contra el filo de la espada.
«No obstante para que no te avergüence tanto tu error,
y para que seas mas fuerte otra vez al oir las sirenas, arroja
la semilla de tu llanto, y escucha: Bien sabes que mi carne
sepultada allí abajo, era la que debia dirigirte hácia un fin
enteramente distinto.
«Ni la naturaleza ni el arte pudieron ofrecerte nunca un
placer igual al de los hermosos miembros en que yo estuve
encerrada, y que se han convertido en polvo; y si mi
muerte te privó de aquel grandísimo placer, ¿qué cosa
mortal podia ya inspirarte un deseo?
«Al primer dardo que te arrojaron los mentidos bienes,
debias elevar tu vista al cielo, y seguirme á mí, que no era
ya cosa engañosa.
«No debias plegar tus alas para ser de nuevo herido en el
bajo suelo, ó bien por alguna niña (1) ú otra vanidad poco
durable.
«Puede la tierna avecilla recibir uno ó mas golpes; pero
en vano se tienden las redes y se lanzan las flechas (2) al
ave provista de plumas y que puede levantar el vuelo.»
Como el niño, que mudo de vergüenza y con la vista
(1) Alusion maligna á la Gentucca, jóven de Luca.
(2) Frustra jacitur rete ante occulos pennatorum. (SALeM0N.)
272 EL PURGATORIOe

inclinada, está de pié, escuchando y reconociendo las faltas


de que se arrepiente, estaba yo, cuando ella me dijo: « ya
que tanto dolor te causa el oirme, levanta tu barba y te
causará aun mas dolor el mirarme. »
Menos resistencia opone la robusta encina al ser arran
cada de cuajo por el viento norte, ó por el que procede de
la tierra de Jarbe, de la que opuse yo á su mandato de
levantar la barba; y como al decir la barba, era el rostro
lo que me exigia, sentí todo el veneno que contenian sus
palabras.
Finalmente, cuando levanté el rostro, ví que las her
mosas criaturas habian dejado ya de esparcir flores, y mis
miradas, aun bastante inseguras, vieron á Beatriz vuelta
hácia el animal sagrado que en una sola persona reunia dos
naturalezas.
Bajo su velo, y allende el rio de verdes y floridas márgenes
que nos separaba, me pareció tan superior á su antigua
belleza, que lo era aun mucho mas de lo que lo fué á to
das las otras mientras estuvo en la tierra.
De tal modo me picó la ortiga del arrepentimiento, que
lo que mas alcanzó mi amor, fué entónces para mí lo mas
odioso. -

Tan grande fué el remordimiento que me aguijoneó el


corazon, que caí sin sentido, lo que entónces fué de mi,
lo supo aquella que causaba mi desmayo.
Cuando recobré los sentidos exteriores, ví sobre mi á la
Dama (1) que antes habia visto sola, lo cual me decia :
« ¡Sostenme, sostenme »
Me habia arrastrado al rio hasta la boca, y al atraerme
tras sí, deslizábase como una barquilla por la superficie de
agua.
Cuando estuve cerca de la fortunada orilla, oí cantar con
tanta dulzura: Asperges me (2), que lejos de escribirlo, no
sabria siquiera recordarlo.
(1) Matilde.
(2) Psal. iv.
La olvuNA coal BDIA. 273
La hermosa Dama abrió los brazos, los pasó en derreuor
de mi cabeza, y me sumergió lo bastante para hacerme
beber de aquella agua.
Luego me sacó, y bañado como estaba, me ofrecióá las
cuatro hermosas danzantes 1), cada una de las cuales me
abrazó.
«Aqui somos ninfas, en el cielo estrellas; antes que Bea
triz descendiese al mundo, fuímos destinadas á ser sus don
cellas, y á nosotras toca presentarte á ella; pero á fin de
que puedas soportar su viva luz, las tres mugeres que hay
por allí (2), y que tienen la vista mas penetrante, aguzarán
la tuya.»
Asi me hablaron cantando; y luego me condujeron hasta
el Grifo (3), allí donde estaba Beatriz vuelta hácia noso
tros. Al llegar me dijeron: «No escasees tus miradas; te
hemos colocado ante las esmeraldas, desde donde amorte
ha lanzado ya sus dardos.»
Mil deseos mas ardientes que la llama nnieron mis ojos
á los ojos brillantes que se fijaban en el Grifo.
Como el sol que se refleja en un espejo, se reflejaba la
doble bestia en los ojos de Beatriz (4), tan pronto bajo
una forma, tan pronto bajo otra.
Piensa, lector, si debia maravillarme al ver la bestia tan
inmóvil en sí, y trasformarse en su imágen reflejada.
Mientras que lleno de asombro y de gozo, mi alma pro
baba aquel alimento que, saciando por sí mismo, por sí
mismo altera, las otras tres mugeres que indicaban ser de
mas alta gerarquía, se adelantaron cantando y danzando de
un modo angélico.
«Vuelve, Beatriz, vuelve tus ojos santos (tal era su can
cion) hácia tu fiel, que tantos pasos ha dado por verte.
«Por piedad, dígnate descubrirle tu boca, á fin de que
distinga la segunda belleza que ocultas.»
(1) La Templanza, la Fuerza, la Justicia y la Prudencia. º

(2) La Fé, la Esperanza y la Caridad. r.


é93) El Cristo.
(A) La Teología. - º,
19
274 EL PURATORIO

¡Oh esplendor de una luz eterna! ¡Quién es el que ha


biendo palidecido á la sombra del Parnaso, ó que habiendo
bebido en su cisterna, no se confundiria al intentar pre
sentarte tal cual te me apareciste allá donde el cielo te en»
vuelve en su armonía como en una sombra, cuando tu al
aire libre te me apareciste !

CANTO XXXII,

Sigue el divino poeta con Matilde y Stacio la procesion gloriosa, y


lega al pié del árbol de ta Ciencia del Bien y el Mal.—Mientras
los Bienaventurados cantan un himno, el poeta cede al sueño.

Mis ojos estaban tan fijos y atentos en calmar la sed de


diez años, que todos los demás sentidos estaban en mi ale
targados (1); y mis ojos, sin cuidarse de otra cosa, tenían
muros aquende y aller de en tanto la divina sonrisa de mi
Dama me atraía con sus antiguas redes.
Entonces mi rostro fué vuelto forzosamente hácia la iz
quierda por las diosas que decian: «¡Mira harto fijamente!»
Y aquella disposicion incómoda que experimentan los
ojos cuando acaban de ser heridos por el sol, me dejó un
rato sin vista.
Pero cuando se hubieron repuesto ante un pequeño res
plandor (digo pequeño al compararlo con la gran luz de que
me separaba á la fuerza ), ví que la gloriosa cohorte habia
cambiado la direccion por la derecha, y que marchaba te
niendo el sol y las siete llamas al frente.
Asi como bajo los broqueles que le protegen, se forma
un cuerpo de tropas, y varia poco á poco de direccion con
su bandera antes de que quede su evolucion enteramente
terminada, asi la milicia del celeste reino, que precedia al
carro, habia desfilado toda antes de que este hubiese girada
su lanza.

(4) Beatriz murió el año 1290, y Dante escribia en 1300,


LA DIVINA COMEDIA. gró
Luego las mugeres se colocaron cerca de las ruedas y
puso el Grifo en movimiento el carro bendito, sin que
por ello se agitase ninguna de sus plumas.
La hermosa Dama que me hizo pasar el rio, Stacio y yo,
seguimos la rueda que describia el círculo mas pequeño.
Mientras estábamos recorriendo la parte superior del
bosque (desierta por la falta de la que creyó á la serpiente),
resonaron cantos angélicos que ordenaron nuestro paso.
Libre una flecha del freno que la detiene, sin duda re
correria en tres veces el trecho que habíamos andado, cuan
do descendió Beatriz.
Entonces oí que todos murmuraban: «Adan. » Luego
circuyeron un árbol que carecia de flores y de hojas en
todas sus ramas. Su copa que se estiende tanto mas en
cuanto es mas alta, la admirarian los indios por su altura
en sus hermosos bosques.
« Grifo, bendito seas, por no haber desgarrado con tu
pico este árbol, dulce al paladar como noscivo para el vien
tre que se le acercó s
Tal fué el grito dado por el cortejo en torno del árbol
robusto; el animal de doble naturaleza contestó: «Asi se
conserva la semilla de toda justicia. »
Y volviéndose hácia la lanza del carro que tirára, la ar
rastró el Grifo hasta el pié del árbol sin hojas, y le dejó
el carro que era de su misma madera.
Asi como nuestras plantas, cuando cae la gran luz con
fundida con la que irradía tras el celeste Pez, se cubre
cada cual de botones y renueva su color, antes que el sol
unza sus corceles bajo otra estrella, asi recobró sus colo
res, menos vivos que los de la rosa, y mas que los de la
violeta, y se revivó aquel árbol cuyas ramas estaban tan
desnudas.
Nunca mas he oido el himno que se cantó entonces (no
se canta aqui abajo), y del que no pude soportar todo el
aire.
Si me fuese dado pintar cual se durmieron los ojos im
3,76 EL PURGATORIO,

pios de Argos al oir las aventuras de Syrinx, aquelios ojes


que tan cara pagaron su vigilancia excesiva, y como el pin
tor, pudiese presentar un modelo, os trazaría el modo con
que yo me dormí; hágalo empero aquel que tan bien sabe
representar el sueño.
(Voy á tratar pues del momento en que me desperté, di
ciendo que un resplandor atravesó el velo de mi sueño, y
que una voz me gritó: « Levántate ¿qué haces?»
Ni los ángeles al ver las gratas flores del manzano cuyo
fruto anhelan por hacer las perpétuas delicias del cielo; ni
Pedro, Juan y Santiago, conducidos á la cumbre del Thabor,
y derribados ante el resplandor celeste, se levantaron á la
voz que debia interrumpir sueños mas profundos, y vieron
que Moisés y Elias habian desaparecido, y que la túnica de
su maestro habia variado de color, quedaron mas sor
prendidos que lo que quedé yo al despertar de mi sueño.
Estaba inclinada hácia m aquella muger compasiva, que
habia guiado antes mis pasos á lo largo del rio.
Lleno de aprehension le dije: «¿ Dónde está Beatriz?»
y ella: «Mírala, está sentada en las raices del árbol de
nuevas hojas (1).
Mira la compañía que la cerca. Los demás siguen al Gri
fo al cielo cantando himnos mas dulces y misteriosos que
los que han entonado en estos sitios.»
Si su respuesta fué mas larga ó nó, lo ignoro, porque
estaba ya ante mis ojos la que habia cerrado mi espíritu á
todo otro objeto.
Estaba sola y sentada en el duro suelo, como si le hu
biese sido confiada la custodia del carro que yo habia visto
atar en el árbol por la bestia de dos formas.
Estaban las siete ninfas (2) en corro, teniendo en la
mano aquellas luces que no temen al Aguilon y al Austro,
y formándole con sus cuerpos un cláustro.

(1) El árbol de la ciencia del bien y del mal , vivificado por Jesucristo ó
el Grlf0.
(2) La8 siete virtudes.
LA DVINA COMEDIA, 277
«Habitarás por poco tiempo este bosque, y estarás eter
namente conmigo, ciudadano de aquella Roma cuyo Cristo
es romano (1); así que, en bien del mundo que vive mal,
fija la vista en ese carro, y al volver allí abajo, procura es
cribir lo que has visto.» •

Así me habló Beatriz; y como estaba yo enteramente sua


miso á sus órdenes dirigí la vista y el alma allí donde ella
quiso.
Nunca con mas rapidéz descendió el fuego de la densa
nube, aunque baje del punto mas alto del cielo, de la quo
se arrojó sobre aquel árbol el ave de Júpiter, rasgando su
corteza y arrancando sus flores y sus nuevas hojas.
Luego con toda su fuerza empujó al carro que zozobró,
cual buque en peligro, y fuertemente azotado por el mar.
Al poco rato ví penetrar en el carro triunfal una zorra
que parecia no haber tomado nunca un alimento bueno.
Mí dama, empero, le reprendió tan vivamente sus re
pugnantes faltas, que la obligó á huir con toda la velocidad
que le permitian sus descarnados huesos.
Luego, víá un águila descender al carro, que dejó lleno
de plumas; y, semejante á la voz que exhala un corazon que
sufre, salió del cielo una voz que decia: «Cuán mal car
gada estás, barquilla mia »
A poco me pareció ver que la tierra se abria entre las
dos ruedas, y ví salir de ella un dragon que hundió su cola
en el carro, y que cual avispa que retira su aguijon, re
tiró el dragon su funesta cola, arrancó una parte del fondo
del carro, y se fué contento, muy contento.
La parte restante del carro, parecida á la tierra vivaz que
se repara de la grama, se volvió á cubrir con la pluma que
le ofreció el águila, tal vez con una intencion casta y bené
vola.
Las dos ruedas y la lanza se cubrieron de ella en menos
tiempo, del que tiene un suspiro la boca entreabierta.

(1) Quella toma onde Cristo é Romano (EL PAnAnsº,)


278 U. PURGATORIO.

Asi trasformado, vísalir varias cabezas del santo edificio,


ó sean tres en la lanza y una en cada cual de sus ángulos.
Las primeras estaban provistas de cuernos como los de
los bueyes, y tenian las cuatro restantes un solo cuerno
en la frente; nunca se han visto mónstruos parecidos.
Segura cual fortaleza construida en la alta cumbre de
un monte, víá una prostituta enteramente escotada sen
tarse en el carro, y mirar con descaro en torno suyo.
i7, como para impedir que se la arrojase, víá un gigante
de pié junto á ella, abrazándose con frecuencia uno y
otro; pero habiendo vuelto ella hácia mí sus ojos ávidos
y errantes, el feroz amante la azotó de piés á cabeza; y,
lleno de desconfianza y de cólera, desató el carro mons
truoso, y lo arrastró tan léjos por el bosque, que sus árbo
les, como un broquel, me ocultaron á la prostituta y á la
nueva bestia (1)

CANTO XXXII,

Dante, guiado aun por Matilde y Stacio, va á beber las dulces aguas
del rio Funoé.— Purificado, podrá ya en lo sucesivo subir hácia
las estrellas.

Deus venerunt gentes (2), tal fué la dulce salmodia, que


tan pronto á tres como á cuatro voces, empezaron las mu
geres llorando; Beatriz los escuchaba con tan profundo
abatimiento, que solo María ante la Cruz fué por el dolor
algo mas demudada.
Pero cuando las demás vírgenes le dieron lugar á que
hablase, se puso de pié y encarnada como el fuego, res
pondió:
(1) Todo el final de este canto es una alegoría de las persecuciones sufri
das por la lglesia. El águila es la persecucion de los emperadores; la zorra
indica la de los herejes; el dragon la de Mahoma; el carro con las siete ca
bezas, es la Iglesia conducida por los siete pecados mortales, etc.
(2) Salmo xxVIII.
LA Dl VINA CO3l EDl A. 279
« Modicum, et non bidevilis me; et iterunn, hermanas que
ridas, modicum, el vos videbilis me. (1)
Luego hizo poner á las siete mugeres delante de ella,
y por medio de un solo signo, nos hizo colocar detrás, á
mí, á la Dama y al sábio que se habia quedado con noso
tros. (2)
Empezó á andar en aquel órden, pero no creo hu
biese asentado aun diez veces su planta en el suelo, cuan
do fijó su vista en la mia, y me dijo con aire tranquilo:
« Anda mas deprisa, á fin de que si te hablo, estés bien
situado para oirme.»
Cuando estuve cerca de ella como debia, me dijo: «ller
mano, ¿por qué yendo en mi compañía, no te decides á
hacerme alguna pregunta?»
Me sucedió lo que á los sobrado respetuosos al hablará
su superior, que no pueden proferir sus lábios ni una sola
palabra; puesto que por medio de sonidos casi inarticula
dos, empecé de esta matera: «Señora, vos sabeis mis ne
cesidades y lo que á ellas con viene.»
Y ella á mí : « Quiero que en lo sucesivo depongas todo
temor, toda vacilacion, de modo que no vuelvas á hablarme
cual hombre que está soñando.
«Sabe que el fondo del carro, que la serpiente ha roto,
fué y ya no existe (3), pero sepa el culpable que la ven
ganza de Dios no tene su sopa. (4)
«No estará siempre sin sucesores el águila que dejó en el
carro sus plumas, por las cuales se convirtió en mónstruo
y luego en presa.
«Veo claramente, y al partir lo refiero, algunas estrellas
ya próximas, al abrigo de todo obstáculo é impedimento,
y que con ellas vendrá tiempo en que el número quinientos

(4) San Juan, c. X v1.


í2) Stacio.
(3) Bestia quam vidisti fult el non est. (S. JUAN. Apocalipss.)
(4) Segun el pueblo de Florencia, bastaba comer una sopa sobre la tum
ba del que habia sido muerto para estar al abrigo de t0da venganza.
2ó0 EL PURGATORIU.

diez, y cinco (1), enviado de Dios, destruiráá la prostituta,


y á aquel gigante que pecaba con ella.
«Quizá mi predicacion oscura; como Themis y el Esfinge,
no te persuada, porque tambien turba la inteligencia; pero
pronto los hechos serán las Nayades (2), que desharán el
estrecho nudo de este enigma, sin perjuicio de sus rebaños
y sus mieses.
«Nota bien estas palabras; y como han salido de mi, en
séñalas á los que viven en aquella vida que es un viage há
cia la muerte. -

«Sobre todo, procura cuando las escribas, no ocultar


como estaba el árbol (3) que, por dos veces, ha sido pro
fanado aqui en tu presencia.
«Cualquiera que lo deshoje ó rompa ofende á Dios con
una blasfemia de hecho, porque Dios lo creó santo para su
solo uso.
«Por haber mordido su fruto, la primer alma aguardó en
el dolor y en el deseo por espacio de cinco mil años y mas,
al que castigó en sí mismo aquella mordedura. ()
Duerme tu espíritu si no comprende que por una catisa
singular es aquel árbol tan alto y tan frondoso en su copa.
Y si tus vanos pensamientos no hubiesen sido en derre
dor de tu espíritu como el agua del Elsa 5), y si al com
placerte en ellos, no hubieses manchado tu espíritu como
manchó Pyramo la fruta del moral; -

(1) Para comprender esta prediccion, debe saberse que Dantº quiere que
se escriba quinientos con la letra D, cinco con la letra V y diez con la letra
X. Estas tres letras forman la palabra Dua, general; de lo que se sigue que
un general destruiráá la prostituta y al gigante. Segun algunos comentado.
res, debia ser el emperador Enrique VII, segun otros, Can el Grande de
Verona.
(2) Alusion á estos versos de Ovidio:
« Carmina Naiades non intellecta priorum
Solvunt ingenis, etc. (Metam. vir.)
3) La Iglesia.
4) El Cristo que expió la falta de Adan.
(8). Pequeño rio de Toscana, que cubre de una densa capa de tártaro los
objetos sumergidos en él. -
LA" prvrNA coMEDIA. 284
«Solo por todas esas circunstancias conocerás, para tu
provecho espiritual, la justicia de Dios en el entredicho de
que rodeó aquel árbol.
«Pero, como veo que tu inteligencia es de piedra, y que
se ha oscurecido en el pecado hasta el punto de que te des
lumbra la luz de mis palabras, quiero que te las lleves,
si no escritas, al menos pintadas en tí, por la misma razon
que el peregrino lleva un bordon rodeado de palmas.».
A mi vez repuse: «Nunca la cera cambió la figura impre,
sa en ella; tampoco micérebro trasformará vuestra huella.
«Pero, ¿cómo es que vuestra palabra deseada vuela á tal
altura sobre mi vista, que cuanto mas procuran mis ojos
seguirla, mas facilmente a pierden?»
«Es para que conozcas, dijo ella, la escuela que has se
guido, á fin de convencerte que su doctrina puede seguir
mis palabras; y finalmente, para que veas que nuestra vida
se aleja de la divina, como se aleja de la tierra el cielo que
gira á mas altura. »
Entonces le dije: «No recuerdo haberme separado nunca
de vos, por lo que no me remuerde la conciencia en lo mas
mínimo.»
«Cabalmente no puedes acordarte de ello, me contestó
sonriendo; recuerda que has bebido las aguas del Letheo.
«Y si el humo prueba la existencia del fuego , aquel ol
vido demuestra claramente que tu voluntad preocupada ba
cometido otras muchas faltas.
«Desde ahora serán mís palabras tan claras cual conviene
á tu corta vista. »
Mas brillante y mas lento era á cada instante el sol al re
correr el círcs:lo del meridiano, que, cambia segun las di
ferentes situacio es de la tierra; cuando se pararon (como
se para la escolta ó guerrilla que precede á un cuerpo de
tropas, si ocurre alguna novedad en su camino) las siete
Damas al llegará un sitio umbrío que empezaba é ser ilu
minado y triste; pareciéndose su claridad á la que despiden
el verde follage y las negruzcas ramas de los Alpes sobre sus
frescos erroyos.
282 E, PURGATORIU),

ADte ellos el Eufrates y el 1 igris me parecian salir de una


misma fuente, y que como amigos verd. "eros, se separa
ban lentamente uno de otro. (1)
« ¡O luz, ó gloria de la raza humana ! ¿Cuál es el agua
que así brota de un mismo orígen, y luego se ensancha y
divide ?
Se contestó á mi pregunta: «Suplica á Matilde que te lo
diga. » Y la hermosa Dama contestó, como quien se dis
culpa:
«Esta y otras muchas cosas que le han sido dichas por mí,
de seguro no las ha borrado el agua del Letheo.»
Y Beatriz: «Quizás alguna de aquellas grandes preocu
paciones que con frecuencia nos quitan la memoria, hace
que su ofuscado espíritu no vea por sus propios ojos.
«Pero, mira el Eunoè que por allí se escurre; condúcele
al rio, y segun tu costumbre, que reviva su fuerza desva
necida. »
Como alma hermosa y tierna que nunca se excusa, y
que hace su voluntad de la voluntad de otro, asi que le ha
sido manifestada por un signo, echó á andar la hermosº
Dama al estar yo á su lado, diciendo á Stacio, cual lo acos
tumbran las mugeres: « ¡ Vente con él »
Lector, á no faltarme espacio para escribir, cantaria en
parte la dulce bebida, de la que nunca me habria saciado;
pero ya que está lleno todo el papel destinado á este se -
gundo canto, no me permite continuar el freno del arte.
Aquella agua santísima me rehizo como se rehacen las
plantas nuevas, renovadas en sus nuevas hojas, dejándome
puro y dispuesto á subir á las estrellas.
(1) Él fluvius egredit batur, de loco voluptatis ad irrigandum Paradisum;
gui inde dividitur in quator capita. ( Génesis, tap 11, v, 40.)

FN DEI, PURGATORIO.
EI, PARAISO."
---s-en- «¿? o so-s--------

CANTO I.

Dante, despues de la accion de gracias al genio de la Poesía que la


elevó gradualmente hasta la contemplacion de las cosas divinas,
refiere como guiado por Beatriz, ó la Teología, pudo desde el
Paraiso terrestre remontarse al cielo.

La gloria de aquel que lo impulsa todo (2} penetra en el


universo, mostrándose en una parte mas esplendente que
en otra.
Estuve en el cielo que recibe mas plenamente su luz, y
en él ví cosa que ni sabe ni puede referir el que desciende
de lo aito (3; porque á medida que nuestra inteligencia se
acerca al obieto de su deseo, penetra tan profundamente en
él, que le es á la memoria el retroceder de todo punto im
posible.
Con todo las bellezas del santo reino que he podido ateso
rar en mi espíritu, serán en lo sucesivo objeto de mi canto.
0h buen Apolo haz de mi para esta última obra un
vaso lleno de tu poder, tal cual tu lo pides para tu lauro
querido.

(1) El poeta dió al inflerno la forma de un embudo inmenso, en cuyo


fondo yace Satan; al Purgatorio la forma de un onte, desde cuya cumnre
el Alma se lanza á los cielos. El Paraiso contendrá diez esferas en lds que,
atraido por Beatriz, penetrara Dante sucesivamente; á saber: La Luna,
Mercuro, Vénus, el Sol, Marte. Júpiter, Saturno, la esfera de las Estrellas
fijas, el Primen-Movil: y el Empreo.
2) Stabilisque manens aal cuncta moveri. (Boecio.)
(3) Quoniam raptus est 1n parauisum et audivit arcana verba que non
cel hominl loqul. ( Cortnh. x11.)
984, EL PAR AS0,

Hasta aquí me bastó una de las cumbres del Parnaso,


mientras que ahora necesito las dos para continuar lo res
tante de mi carrera.
Penetra en mi seno é infúndeme el aliento de que estabas
poseido cuando sacaste de apuro los miembros de Marsyas.
Oh virtud divina, si á mi te entregas de modo que pueda
manifestar la sombra del reino bienaventurado, impresa en
mi mente, verás dirigirme á tu árbol querido y coronarme
con sus hojas, de las que el objeto y tu me habreis hecho
digno.
Tan raramente, oh padre mio, se recoje el laurel nor
triunfo, César ó poeta (1) (falta y vergüenza de la voluntad
humana), que cuando un espíritu le anhela, deberia el fo
llage del Peneo difundir la alegría en torno de la dichosa
divinidad de Delfos,
A la chispa imperceptible sigue la inmensa llama; quizá
despues de mi se sabrá orar con voz mejor, de modo que se
digne contestar Cyrrha. (2)
La luz del mundo llega á los mortales por distintas aber
turas; pero cuando brota de esta, en la que cuatro círculos
se unen formando tres cruces, su curso es mejor, y mejor
su influencia; modela y señala mejor á su modo la cera de
nuestro mundo.
El alba llegaba ya casi á lo alto por medio de aquella
a bertura, y la noche aqui abajo; de modo que el alto he
misferio era blanco y el otro hemisferio negro, cuando ví á
Beatriz mirar el sol, vuelta hácia el lado izquierdo: nunca
el águila lo miró tan fijamente.
Y asi como un segundo rayo sale del primero y se re
monta á lo alto, semejante al peregrino que quiere volver
se, asi la accion de Beatriz, penetrando por mis ojos en mi
mente, hizo nacer mi accion; y, contra nuestra costumbre
y potencia, fijé la vista en el sol.
(1) Cul geminae florent vatumque ducumque.
Certatim laurus. (Stat.)
(2) Cyrrha, por Apolo, al que esta ciudad estaba dedicada,
LA DIVINA CQMEDIA. º 285
Muchas de las cosas que hay allí, posibles dejan aqui de
serlo, por la virtud del sitio ó lugar creado para la especie
humana.
No pude soportar largo rato el resplandor del sol, pero
si lo bastante para verle despedir chispas en torno suyo, se
mejante al hierro que sale hirviendo de la fragua.
De repente me pareció que el dia iba uniéndose al dia,
como si el que puede (1), hubiese adornado el cielo con un
nuevo sol
Beatriz se mantenia, fijada por la vista, en las ruedas eter
nas (2); y yo fijaba en ella mis ojos apartados de lo alto; y
al contemplarla sucedió en mi lo que á Glauco al pronar
aquella yerba que le hizo compañero de los dioses del mar.
Aquel poder de trashumanar no podria expresarse per
verba; basta pues este ejemplo para aquel á quien la gracia
reserve el experimento.
Si yo fuese unicamente aquel á quien no ha mucho creas
te, y tu sabes, Amor que gobiernas el cielo, ó tu que me
elevaste para la luz!
Cuando el movimiento celeste que eternizas, ó espíritu
deseado, me hizo fijar la atencion en él por esa armonía que
temperas y disciernes, me parecio que se alumbraba á la
llama del sol una gran parte del cielo, y que nunca las llu
vias ó rios habian formado tan extenso lago.
, La novedad de los sonidos y aquella gran luz me abrasa
ron de tal modo en el deseo de saber su causa, que jamás
he sentido otro de aguijon tan vivo.
Asi es que ella, que me veia, cual yo mismo me veo, quiso
satisfacer mi conmovido espíritu, y antes que yo preguntára
abrió los labios.
Empezó de esta manera: «Tú mismo te retardas el com
prenderlo todo con tus falsas ideas, de modo que no ves lo
que habrias visto á haberlas desvanecido.
«No estás ya en la tierra, como tú lo crees: el rayo al
1) Dies,
3) a las esferas,
286 EL PARAISOe

desprenderse del sitio en que se forma, no es tan veloz ce


mo tú al elevarte á este sitio. »
Si me ví libre de mi primera duda, merced á aquellas
breves y tiernas palabras, quedé mas interiormente envuelto
en una nueva duda.
A mi vez la dije: «Ya contento me veo libre de migrande
admiracion; pero ahora admiro como he podido ir mas allá
de esos cuerpos aéreos. »
Ella entonces, despues de exhalar un piadoso suspiro,
dirigió hácia mí sus ojos con aquella actitud de una madre
ante el delirio de su hijo; y me habló de esta manera:
« Todas las cosas tienen un órden entre sí, y es aquel ór
den la forma que hace al universo semejante á Dios.
«Aqui las altas criaturas ven las huellas de la fuerza eter,
na, que es el fin para el cual se creó el órden antes ex
puesto.
« En el órden de que hablo, todas las criaturas tienen sus
lnclinaciones, y segun su suerte diversa, se acercan mas ó
menos á su principio.
«Asi es que tienden hácia puertos diversos por el gran
mar del ser, y cada cual con el instinto que le fué dado y
que lo guia.
«El uno de esos instintos lleva el fuego hácia la luna; el
otro es un motor en el corazon de los mortales; el otro conm
prime y amasa la tierra en sí misma.
«Y aquel arco no tan solo hiere á las criaturas que están
faltas de la inteligencia, sino tambien á las que tienen e,
intelecto y el amor.
• La Providencia que lo ordena tan sábiamente aclara
sin cesar con su luz el cielo en que rueda el primer móvil,
que es de la mayor rapidez;
«Y alli es donde ahora, como á un punto designado, nos
impele la virtud de aquel órden que dirige todo cuanto se
lanza hácia un objeto alegre.
• Es cierto que, como la forma no está siempre de acuerdo
on las intenciones del arte, porque la materia es sorda
LA DIVINA COM ROMA. 287

para contestar, con frecuencia se desvia de aquella direc


cion la criatura que tiene el poder, aunque impulsada de
aquel modo, de dirigirse hácia otro lado.
«Y cual puede verse caer el fuego de una nube, cae ella,
cuando su primer impulso se ve desviado hácia la tierra por
un placer falaz.
«No debes ya asombrarte pues de tu ascension, á no en
gañarme, mas de lo que te asombraria el ver descender un
rio de lo alto de un monte.
«Seria maravilla en tí, si libre de todo obstáculo, te hu
bieses sentado abajo, como lo fuera el que la llama viva es
tuviese en paz sobre la tierra.»
Y luego levantó sus ojos nuevamente al cielo.

CANTO .

Dante penetra con Beatriz en el cuerpo de la Luna, primera esfera...—


Accion de gracias á Dios. — Beatriz esplica al poeta la causa de
las manchas que se ven en la Luna.

Oh vosotros que, deseosos de escuchar, habeis seguido en


una barquilla mi buque que se adelanta cantando, volved
la proa para ver de nuevo vuestras riberas, no os interneis
en el mar, porque al perderme os podrias estraviar fácil
mente.
Las aguas en que voy á penetrar nunca han sido recor
ridas. (1) Minerva impulsa mi vela, Apolo me guia, y las
nueve Musas me muestran las Osas.
Vosotros, los pocos, que desde un principio tendísteis el
cuello hácia el pan de los ángeles, pan del que se vive aqui,
aunque sin poder saciarse de él, lanzad vuestro buque al
mar siguiendo mi estela sobre el agua que en breve volverá
á unirse.

(1) Avia Pieridum peragro loca nullius ante trita solo, etc.
(IUCRRT.)
288 EL PARA 180. , ,
Aquellos gloriosos Argonautas que pasaron á Colchos, se
admiraron menos de lo que os admirareis vosotros, cuando
vieron á Jason convertido en boyero, º " . . .
La sed perpétua y creada con el alma de llegar al reino
formado sobre Dios, nos llevaba con una rapidez casi igual
á la con que veis el cielo.
Beatriz miraba á lo alto, mientras estaba yo mirándola á
ella, y quizás en menos tiempo del en que se pone un dardo
en el arco, se desprende y vuela, me ví llegado á un sitio,
en el que una cosa admirable atrajo mis miradas. Entonces
aquella, á quien no podian ocultarse mis pensamientos se
volvió hácia mí, tan agraciada como bella:
« Eleva á Dios tu alma reconocida, me dijo, por habernos
trasportado á la primera estrella.»
Parecióme que estábamos envueltos en una nube lúci
da, densa, sólida y hermosa como un diamante herido por
el sol.
La perla eterna (1) nos recibió en su seno, como la su -
perficie del agua recibe un rayo de luz, permaneciendo
unida.
Siendo yo cuerpo, no se comprende aqui abajo como una
dimension puede admitir otra, ni lo que ha de suceder si
un cuerpo penetra en otro cuerpo; asi que, ardia en nos
otros el mas vivo deseo de ver aquella esencia en la que se
vé como nuestra naturaleza se une á Dios.
Allí se verá todo cuanto creemos por la fé, sin demos
tracion alguna; todo se manifestará por sí mismo, como la
verdad primera en que el hombre ha creido.
Yo contesté: «Señora, con todo el reconocimiento de que
soy capaz, doy gracias al que me elevó del mundo mortal.
Pero decidme: ¿cuáles son las manchas oscuras de este
cuerpo lugar que á tantas fábulas han dado lugar allí abajo
en la tierra con respecto á Gain? (2)»
(1) La luna,
(2) En las manchas de la luna, creia el pueblo ver a Cain llevando un
haz.
LA DIVINA COMEDIAs 299
Ella se sonrió y me dijo: «Si la opinion de los mortales
se extravía ante todo lo que no puede abrir la llave de los
sentidos, no deberian en verdad herirte tanto en lo sucesivo
los dardos del asombro; puesto que si sigue en pos de los
sentidos, bien vés que tiene tu razon cortas alas.
«Pero dime lo que tú piensas de ello.»
Y yo entonces repuse: « Lo que me parece aqui arriba de
forma diversa, debe de ser producido, á mi ver, por cuer
pos trasformados y por cuerpos densos.»
Y ella á su vez: «Verás de un modo cierto que tu creen
cia se basa en lo falso, si escuchas bien el argumento que
voy á opoherte.
La octava esfera presenta diferentes estrellas (1) que, por
la calidad y cantidad de la luz, puede notarse que son como
de distintos aspectos. Si los cuerpos trasformados y densos
produjesen aquellas diferencias, no habria en todas esas
estrellas mas que una sola virtud distribuida en mayor,
menor ó igual escala.
«Sin embargo, varias virtudes deben ser el fruto de prin
cipios formales, y todos esos principios, excepto uno solo,
serian destruidos por tu raciocinio.
«Además, si un cuerpo raro formase esas manchas negras,
de que me preguntas la causa, entonces el planeta estaria
en un punto ú otro privado de su material; ó como el cuerpo
de un animal, que tan pronto muestra su gordura como su
flaqueza, cambiaria de color el planeta en sus varias partes.
«Si los cuerpos raros formasen esas manchas, se manifes
tarian en los eclipses del sol, porque su luz pasaria al través
de la luna, como atraviesa los demás cuerpos raros, lo que
In O eS ASI.

«Por lo tanto debe examinarse la otra suposicion; y caso


de que llegue á destruirla, tu opinion será considerada co
mo falsa.
«Si aquel cuerpo trasformado ó raro no puede atravesar

1) Las estrellas fijas, segun la física de en tiempos de Dante.


- 19
u
290 L PARAIS0,

luna, preciso es que haya un punto en el que su contrario


lo le udeje pasar; y de ahí el que surta el rayo, como brota
el color de un vidrio ó cristal que contiene una capa de
plomo,
«Me dirás que el rayo de luz parece aqui mas oscuro que
en otras partes, porque tiene que reflejarse á mayor pro
fundidad; pero esta objecion tú mismo puedes desvanecerla
con la experiencia, esa fuente de que brotan los arroyos de
vuestras artes. (1)
«Tomarás tres espejos para colocar dos de ellos á bastanto
distancia de tí, y hacer que esté el otro mas lejos todavía,
y luego fijar la vista entre los dos primeros: -

«Vuelto de esta manera hácia aquellos espejos, procnra


que detrás de tí se levante una luz que ilumine á los tres y
vuelva á tí reflejada por los tres espejos; aunque el que
esté entonces mas lejos no esparza una luz tan extensa, ve
rás que alumbra tan vivamente como los dos restantes.
«Entonces, cual los sitios que cubiertos de nieve se ven
libres de su color y de su frialdad primitiva, merced á los
ardientes rayos del sol, desprendido tu espíritu de sus falsas
ideas, recib por mi voluntad una luz tan viva, que á su
solo aspecto la sentirás centellear.
«En el cielo de la paz divina, se mueve un cuerpo cuya
virtud encierra el ser de todo lo que el mismo contiene; y
el cielo, segun su número de estrellas, distribuye aquel ser
entre diversas entrellas, de él distintas y en él contenidas
«Los demas cielos disponen de diferentes modos las distin
ciones que contienen, conduciéndolas hácia los fines y ob
jetos á que están destinadas.
«Aquellos órganos del mundo, como lo ves ahora, des
cienden de grado en grado, por manera que toman en lo
alto la virtud que deben comunicar á bajo.
«Mira como por este camino me dirijo hácia la verdad que
deseas, á fin de que en lo sucesivo, puedas seguirlo tu solo
con planta segura.
(1) Experientía magistra rerum.
LA DIVINA COMEDIA, 291
«El movimiento y la virtud de las esferas sagradas, con
viene que los atribuyas á los motores bienaventurados, co
mo la obra de martillo debe atribuirse al albeitar.
«El octavo cielo, al que tantas luces hacen esplendente,
toma el aspecto de la ciencia profunda que le da el movi
miento y que se convierte en su sello.
«Y asi como el alma, sobre vuestro polvo, viene por dis
tintos miembros á confundirse con diferentes potencias, asi
la inteligencia desenvuelve su bondad multiplicada entre las
estrellas, girando siempre sobre su unidad.
«Cada virtud se une por diversos medios al cuerpo precioso
que vivifica, y al que se enlaza, como en vosotros la vida.
«Aquella virtud, confundida por los cuerpos, brilla por
la naturaleza gozosa de que deriva, como la alegría en la
vivaz pupila.
«De aquella virtud procede pues, y no de los cuerpos den
sos y trasformados, lo que parece desigual en la luz: ella es
el principio formal que produce, en conformidad á su po
der, lo que es oscuro y lo que es claro.»

CANTO III.

El poeta encuentra en la Luna las almas de aquellas que, habiendo


hecho voto de virginidad, fueron obligadas por la violencia á
faltará su voto.— Piccarda hermana de Foresio, manifiesta á Dante
que todos los Bienaventurados se contentan con el grado de gloria;
y luego la regla de la órden religiosa que ella y Constancia, hija del
rey Rojero, habian abrazado en la tierra. — Segun los comenta
dores, Dante elijió la Luna por morada de la virginidad, porque
siendo este planeta muy frio dispone á las almas para la castidad.
Además, ya se sabe que en la antigüedad, Diana ó la Luna era
la diosa de la virginidad.
Aquel sol (1) que en un principio inflamó mi corazon de

(1) Beatriz ó la Teología.


292 EL PARAIS0,

amor, me descubrió despues por medio de sus pruebas y sut


refutaciones, el dulce aspecto de la verdad pura.
Y yo por confesarme vencido y lleno de persuasion, co
mo debia, levanté la cabeza para hablar, pero se me apa
reció una vision que de tal modo me obligó á contemplarla,
que no volví á pensar ya en mi confesion.
Asi como por medio de cristales limpios y trasparentes,
ó por el de una agua clara y tranquila, cuyo fondo no esté
sombrío por su mucha profundidad, llegan á nuestra vista
los objetos tan debilitados, que una perla en una frente
blanca no se presentaria mas lentamente á nuestras miradas,
asi ví yo á varias figuras dispuestas á hablar. Por ello caí en
un error opuesto al que inflamó el amor entre el hombre (1)
y una fuente.
Como al descubrirlas creí que las reproducia algut, espe
jo, volví la vista para enterarme de donde procedian, pero
nada ví; dirigíla entonces á mi dulce guia, que me sonrió,
brotando fuego de sus santas miradas.
«No te asombre el que me ria de tu razonamiento pue
ril, me dijo Beatriz; tu planta no se asienta aun en el ca
mino de la verdad, y por esto tropiezas como de costumbre.
Las figuras ó formas que vés son verdaderas sustancias,
desterradas aqui por haber faltado á su voto.
« Puedes por lo tanto hablarlas, escucha y cree, porque
la verdadera luz que las regocija, no permite que sus pasos
se separen nunca de ella.»
Y yo me dirigíá la sombra que parecia estar mas dis.
puesta á hablar, y casi cual hombre cuya precipitacion le
embaraza, empecé de esta manera:
« Oh espíritu felizmente creado, que bajo los rayos de la
vida eterna, sientes en tí una dulzura que no se comprende
nunca antes de gozarla.
« Me harás reconocido si te dignas decirme tu nombre y
cual es vuestra suerte comun.» Y la sombra de repente con
alegres ojos:
1 Narcisos
- S. LA DIVINA COMEDIA, 293
- «Nuestra caridad no cierra nunca las puertas á un justo
deseo, antes bien se conforma con la de Dios, que, quiere
que toda su corte se le parezca.
«Fuí en el mundo una vírgen religiosa, y si tu memoria
se fija bien en mí, volverá á hallarme, aunque sea hoy mas
hermosa.
Reconocerás que soy Piccarda. (1) He sido destinada aqui
con esos otros séres bienaventurados, y bienaventurada soy
en la esfera mas lenta. (2)
Inflamados nuestros afectos por los solos goces del Espí
ritu Santo, se regocijan en el órden que él los ha estable
cido. Esta suerte que parece tan poco digna nos está dada
porque nuestros votos fueron descuidados y en parte rotos.
Y yo á ella: «En vuestros admirables rostros brilla algo
de divino, que cambia el primer aspecto que se tenia ó se ha
guardado de vosotras. Asi es que yo no he sido pronto en
acordarme; pero ayudado ahora con lo que, me dices, es
cosa fácil para mí el conocerte.
«Pero decidme, vosotras que sois felices en esta esfera,
¿no deseais un punto mas elevado para ver mejor á Dios,
para mejor amarle y ser de él mas amadas?»
Sonrióse un tanto con las demás sombras, y luego me
respondió tan gozosa, que parecia arder en el amor del
primer hogar.
« Hermano, una virtud de caridad calma nuestra volun
tad, y no nos hace aquella virtud desear mas de lo que
tenemos, por apagar en nosotras la sed de todo otro bien.
«Si deseáramos estar á mas altura, nuestro deseo disen
tiria de la voluntad de aquel que nos reune aquí; y no pue
den las esferas celeste. dmitir semejante desacuerdo.
«Si observas bien su naturaleza, verás que es mecesario
vivir aquí en la caridad; y que hasta es esencial en nuestra
existencia bienaventurada el atemperarse á la voluntad di

(1) Piccarda, de la famila de los Donati, natural de Florencia.


(2) La luna, segun el sistema de Ptolomeo.

- se - “N -------- si - s.
294 EL PARAI80,

vina, de modo que todas nuestras voluntades se convier


tan solo en una.
«Que estemos ordenadas por grados en este reino, com
place á todo el reino, asi como tambien al rey, cuya vo
luntad forma nuestra voluntad.
«En su voluntad está nuestra paz; ella es aquel mará que
vá á unirse todo, lo que ella ha creado y lo que es obra de
la naturaleza. »
Entonces ví claramente que todo punto en el cielo es Pa
raiso, por mas que la gracia del bien supremo no se derra
me sobre él de un modo igual.
Sucedióme á la sazon lo que acontece al que saciado de
un plato le aparta para tomar de otro que apetece, puesto
que con la actitud y la palabra procuré saber de aquella al
ma cual fué la tela que continuó tegiendo hasta el fin.
«Una vida perfecta, un mérito eminente, me dijo, colo
can á la mujer en un punto del cielo mas alto que el nues
tro, segun es el hábito de la órden que viste y el velo que
la cubre en vuestro mundo (1), para continuar hasta la
muerte ya en vela ó durmiendo con el esposo que acepta
todo voto que la caridad armonice con su deseo.
«Por seguirla me separé del mundo siendo muy jóven,
me encerré bajo su hábito y prometí seguir la via de su
órden ; pero algunos hombres, mas acostumbrados al mal
que al bien, me arrancaron de mi dulce claustro: Dios sa
be cual fué despues mi vida.
«En cuanto á ese otro esplendor que se te presenta é mi
diestra, y que brilla con toda la luz de nuestra esfera, dice
para sí lo que yo te he dicho de mí misma.
«Pero cuando volvió de nuevo al mundo, contra su volun
tad y sus buenas costumbres, no se vió nunca despojada del
velo de su cara.
«Es la luz de la gran Constanza (2), que despues del se
(1) Santa Clara, de la órden de religiosas Franciscanas, á la que pertC
neció Piccarda.
2) Hija de Rogero, rey de la Pulla y de Sicilia. Constanza fué sacada en
Palermo de su convento y casada con el emperador Enrique IV
LA DIVINA C0 MEDIA 295

gundo orgullo de la Suabia, engendró el tercero, y el último


poder de aquella raza.»
Así habló Piccarda; luego empezó á cantar el Ave María,
y cantando desapareció, como desaparece un objeto de pe
so al través del agua sombría.
Mis miradas, que la siguieron hasta haber desaparecido,
se volvieron hácia el objeto de un mayor deseo, fijándose
enteramente en Beatriz; pero despidió esta tales rayos de
luz ante mis ojos, que me fué posible soportar su vista. De
ahí mi lentitud en interrogarla.

CANTO IV.

Sigue Dante en el planeta de la Luna. — Beatriz le revela allí dos


verdades: la primera, respecto de la morada de los Bienaventura.
dos; la segunda se refiere á la diferencia que hay entre la voluntad
mixta y la voluntad absoluta. — El poeta pregunta á su guia si hay
un medio para reparar los votos que no han sido cumplidos.

Entre dos platos colocados á la misma distancia y que


fuesen ambos igualmente gratos, un hombre libre de esco- —
ger moriria de bººkraran el cordero colocado entre dos
lobos hambrientos, y el perro que estuviese entre dos ga
mos. (1) e

Por esto, aunque callaba, no me arrepiento de ello: sus


penso entre mis dudas, era aquel silencio preciso; con to"
do, no me glorío de haberle guardado.
Callaba, pero mi deseo se pintaba en mi rostro, y como
aparecia tambien en él mi pregunta, era esto mas enérgico
de lo que le habria sido por medio de las palabras.
(1) Imíta á Ovidio:
Tigris ut, auditis diversa valle du010m
Extimulata fame mugitibus armentorum 3

Nescit utro potius, ruat, etc. (Metam. lib. v.)

- -
s-- - \,
-
296 - EL PARAIS0.

Beatriz hizo lo que Daniel al librar á Nabucodonosor de


aquella cólera que se hizo tan cruel y tan injusto.
Entonces me dijo: «Veo que te atraen dos deseos dia
metralmente opuestos; es tanto mayor tu cuidado, en
cuanto no puede exhalarse exteriormente.
«Hé ahí como tu arguyes: si la buena voluntad perse
vera, ¿por qué motivo la violencia de otro ha de disminuir
mi propio mérito?
«Y tambien es para tí otro motivo de duda el que las al
mas parezcan volver de nuevo á las estrellas, segun la sen
tencia de Platon. (1) e»

«Tales son las cuestiones que posan con igual fuerza sobre
tu voluntad; así es que empezaré por aquella que tienen
mas hiel.
«Entre los serafines, el que mas penetra en Dios, sea
Moisés, Samuel ó uno de los dos Juanes (el que quieras,
no hablo de María, tiene su asiento en el mismo cielo en
que acaban de aparecérsete aquellos espíritus, y tiene los
mismos años de existencia.
«Todos aquellos serafines empero, embellecen el primer
círculo y es su vida mas ó menos dulce segun el grado en
«Aque las Athºvn o-Rsníritu.
esfera les esté destinada, sino para indicarreanorque esta
las esferas, la menos elevada.
«Tal es el modo con que debe hablarse á vuestro espíritu,
puestodeque
digno la solo comprende
inteligencia. (2) por el sentido lo que es luego o

«Por esto la escritura se amolda á vuestras facultades , y


atribuye á Dios piés y manos, mientras que ella lo vé de
muy distinto modo.
*Tambien la santa Iglesia os presenta bajo la apariencia
humana á Gabriel, Miguel y al otro que curó áTobias.
(1) Véase el Timeo. ,
(2) Nihil est in intellectu quid prius non fuerit in sensu.
LA DIVINA COMIEDIA, 297

«Lo que Timeo (1) piensa de las almas no tiene relacion


alguna con lo que se vé aquí, porque parece pensar como
habla. Dice que el alma vuelve á su estrella, creyendo
que fué desprendida de ella, cuando la naturaleza quiso
unirla á una forma.
«Quizá su opinion es distinta de la que indican sus pala
bras, en cuyo caso no debe su intencion ser despreciada.
«Si entiende que la honra y la vituperacion de la influen
cia vuelven á aquellas esferas, quizás ha dado su arco en
alguna verdad. -

«Ya aquel principio mal entendido ha estraviado á casí


todo el mundo, de modo que con igual ardor se ha adorado
á Mercurio, Júpiter y Marte.
«La otra duda que te agita es menos venenosa, puesto que
su malignidad no podria separarte de mí.
«Que nuestra justicia parezca injusta á los ojos de los mor
tales, es una cuestion de fé, y no de malicia herética. Pe
ro como nuestros entendimientos puede penetrar esta ver
dad, voy á complacerte, como tu deseas.
«Si la violencia acontece cuando el que la sufre no se opo
ne de ningun modo al que la ejerce, no servirá á aquella
alma de escusa la violencia; porque cuando la voluntad
no quiere nunca se apaga, al contrario, hace lo que la
... 2zº en el fuego, aun cuando la violencia la abata
mil veces.
«Hé aquí porque al doblarse la voluntau Pºvº 3 cavacho
cede ante la fuerza; así lo hicieron aquellas almas, puestº
que podian volver á la santa morada.
«Si su voluntad hubiese sido entera ó completa, como la
que tuvo Lorenzo en las parrillas, y lo que hizo á Mucio tan
duro contra sí mismo, (2) las habria conducido de nuevo,
tan pronto como estuvieron libres, al camino de que ha
¿ sido separadas; pero es muy rara una voluntad tan
S010a.
1) Esto es Platon en el Timeo. -

(2) Urere quam potuit contempto Mucius igne º

Hanc spectare manum Porsenna non p0luit. (Martial.)

se -s
298 EL PARAISO,

«Por medio de estas palabras, si las recojes como debes,


quedará destruido el argumento que te habria importunado
a 10 VariaS VeCeS.

«A estas horas, empero, se te presenta á la vista otro mal


paso, y del que no podrias salir tu solo; antes te sentirias
fatigado.
«He infundido como cosa cierta en tu espíritu que un
alma bienaventurada no puede mentir, porque está siempre
cerca de la verdad primitiva. .
«Como has podido oir de boca de Piccarda que Constanza
amó siempre el velo, de modo que en esto pareceria con
tradecirme: debes saber, hermano, que con frecuencia su
cede que para huir del peligro, hace uno, contra su volun
tad, lo que no se puede hacer. Véase sino lo que sucedió
á Alcmeon, que, instado por su padre, mató á su propia
madre, y que por no perder la piedad, se hizo impío. (1)
«Quiero pienses sobre esto que, si la fuerza y la voluntad
se aunan, resulta que las faltas no pueden escusarse.
«La voluntad absoluta no consiste en el mal, pero si con
sente en él mientras teme caer en un mal mayor, y cede
por evitarlo. -

«Asi pues, cuando Piccarda se ha espresado de aquel modo,


era porque hablaba de la voluntad absoluta, y yo me refiero
á la otra; de modo que ambas decimos la verdad. »
«Tal fué el desbordamienº, º "T —s , —-------

¿erdad deriva: así calmó uno y otro


a fuente a --Issº
de mis ardientes deseos. e e

«ol amante del primer amante ! (2) ¡oh Dama divina


esclamé de repente, cuya habla me inunda y alienta de
tal modo, que mas y mas me aviva; mi afecto no es tan
profundo que me permita volver gracia por gracia; pero
que el que todo lo vé y lo puede responda por mí. -

« Bien veo que nunca puede saciarse nuestrº entendi


1) Ultusque parente parentem -

(1) Natus erit facto pius et sceleratus e0dem. (ovid. Metam.)


(2) Beatriz, amante de DiOS.

-” -- /- - r -/ - - -/ - - - ---
- ---- r---,
- y --- - --- r
LA DIVINA COMIEDIA 299

riento, á no estar iluminado por la verdad, fuera de la


cual no brilla verdad alguna.
«Tan pronto como ha podido alcanzarla, descansa en
ella, como la fiera en su cubil; y es preciso que la alcance,
para que no sean vanos todos nuestros deseos.
«Por aquel deseo nace la duda al pié mismo de la verdad
como un retoño; y está en nuestra naturaleza el trepar
hasía la cumbre de colina en colina.
«Esto me invita, esto me alienta, oh señora, á pregun
taros con respeto acerca de otra verdad que me es oscura.
«Quiero saber si el hombre puede suplir los votos no cum
plidos por medio de otras buenas acciones que sean de un
gran peso en vuestra balanza.»
Beatriz me miró con ojos que brotaban chispas de amor,
con ojos tan divinos, que sintiéndome vencido, me volví,
quedando como anonadado y con la vista inclinada.

CANTO V.

Queriendo Peatriz resolver la duda expuesta por Dante en el canto


precedente sobre la esencia del voto, le indica el medio para aten
der á los votos que no han sido cumplidos. — Luego suben al se
gundo cielo en el planeta de Mercurio. - Un número infinito de
almas bienaventuradas se dirigen hácia el poeta, y una de ellas
º

le propone contestar á todas sus preguntas.

«Si en este foco del ardiente amor te parezco mas radiante


que todo cuanto hay en la tierra y hasta supero la fuerza
de tus ojos, no te asombres, porque esto depende de una
vista perfecta que, como abarque bien los objetos, los
examina rápidamente tan pronto como los apercibe.
«Veo claramente el modo con que resplandece ya en tu
mente la luz eterna cuya sola vista inflama en nosotros el
a In Ol”,

«Y si alguna otra cosa atrae despues vuestro amor, solo


300 EL PARAISO.

es un débil rayo de aquella luz que brilla al través del objeto


que os atrae.
«Quieres saber si por medio de otras buenas acciones pue
de cumplirse el voto á que se faltó, á fin de que quede el
alma libre de remordimientos.»
Beatriz empezó así su canto, y cual hombre que sin in
terrumpirse prosigue su discurso, continuó de esta manera
su santa enseñanza.
«El mayor de los dones, que en su liberalidad, Dios nos
dispensó al crearnos, el que está mas en armonía con su
bondad y el que tiene en mas estima, es la libre voluntad
de que únicamente están dotadas todas las criaturas inte
ligentes.
«Ahora conocerás si raciocinas sobre este principio, el
gran valor de un voto, si fué hecho de modo que Dios
consintiera cuando tú consentiste; porque una vez hecho
el pacto entre Dios y el hombre, se sacrifica aquel tesoro
de la voluntad de que hablo, y queda sacrificado por su
propio hecho.
«Siendo así, ¿qué es lo que puede darse en cambio ? Si
crees hacer un buen uso de lo que ya has ofrecido, es con
una cosa mal adquirida querer hacer una buena obra.
«Ya sabrás en lo sucesivo á que atenerte sobre el punto
principal. Pero como la santa Iglesia da en esto dispensas,
lo que parece contrario á la verdad que te he revelado,
preciso te será estar de sobre mesa un rato, para que pase
mejor el fuerte alimento que has tomado.
«Fija tu mente en lo que te presento y enciérralo en tí
mismo, porque el oir sin retener no enseña. (1)
«Dos cosas son necesarias para la esencia perfecta de aquel
sacrificio: la una es el objeto mismo que se sacrifica, la otra
el pacto en sí. Esta última no se borra jamás si deja de ser
observada; á ella me referia poco ha al hablar de un modo
tan terminante.
«Por esta causa, fué en los hebreos una necesidad el ofre
(1) Nihil Scimus nisi quod memoria tenemus. (CiceroN.)

y - ------- -- . - *- º * ---- --º º- --- * ---. y r


LA DIVINA COMEDIA. 3, .

cer, aunque con frecuencia la ofrenda sufrió un cambio


como debes saberlo. (1)
« En cuanto á la otra causa que te he mostrado como for
mando la materia del sacrificio, puede ser tal, que no se
falte al cambiarla por otra materia.
«Que nadie empero cambie por su propia autoridad el
peso de su hombro, sin una vuelta de la llave blanca y de
la llave amarilla. (2)
«Piensa que es todo canubio insensato, si la cosa que se
deja ó abandona no está contenida en la que nuevamente
se toma , como cuatro en seis.
«Además, toda cosa que pese tanto por su valor, que
atraiga hácia sí la balanza, no hay otra alguna que pueda
reemplazarla.
« ¡Dejen los mortales de convertir en juego el voto que
les obliga! Sed fieles, y al obligaros mo seais ciegos, como lo
fué Jefté en su primera ofrenda. Mas le habria valido decir:
«H ce mal, » que obrar peor cumpliendo su voto; y puedes
considerar igualmente insensato al gran gefe de los griegos,
que obligó á Ifigenia á llorar su hermoso rostro, haciendo
tambien llorar por ella á los locos y los cuerdos cuando
oyeron hablar de un culto tan bárbaro.
«Cristianos, sed mas lentos en moveros: no seais como
la pluma que vuela á merced de todo viento; no creais que
toda agua os lave.
«Teneis el Antiguo y el Nuevo Testamento, y el Pastor
de la Iglesia para guiaros: que esto os baste para vuestra
salvacion.
«Si os veis llamados á otra parte por un mal deseo, sed
hombres y no ovejas locas, á fin de que el judío no se ria
de vosotros, en medio de vosotros.
«No hagais como el corderillo que deja la leche de su ma
dre, y que sencillo y jugueton, combate contra sí mismo
solo por capricho.»
1). Véase al Levitico, cap I v VIII.
¿ecuerdense las dos llaves de la Iglesia en el canto IX del Pur
302 EL PARAIS0.

Tal como lo escribo, hablóme Beatriz. Luego se volvió


llena de deseos hácia aquel punto en que es el mundo mas
brillante.
Su silencio y el cambio operado en sus facciones, hallaron
la avidez de mí espíritu, ya dispuesto á presentarle nuevas
cuestiones.
Y cual flecha que da en objeto antes que la cuerda
Cese de agitarse, volamos al segundo reino. 1)
Ví á mi Dama tan deslumbradora al penetrar en la luz
de aquel cielo, que hasta el planeta fué por ella mas lu
IIll NOSOs

¡Y si la estrella se trasformó y rióse, que hice yo, que


por mi naturaleza, soy en todo inamovible
Así com o en un estanque de agua pura y tranquila acuden
solícitos los peces al objeto procedente del exterior por con
siderarle su pasto, así víº o á mas de mil esplendores acudir
á nosotros, o yendo como a da cual de ellos, gritaba: « Hé
aquí quien aumentará nuestros amores !»
Y mientras que cada cual se dirigia á nosotros, veíase
el alma llena de júbilo en Ine dio del vivo esplendor que
despedia.
Piensa, oh lector, que si lo que aqui empieza se parase,
cual seria el hambre angustiosa que tendrias de saber lo res
tante, y por tí comprenderás cuanto yo deseaba saber la
condicion de aquellos esplendores, desde el momento que
se me aparecieron.
« ¡Felizmente nació aquel á quien la gracia permite ver
los tronos del triunfo eterno antes de haber salido de la mi
licia de los vivientes; inflamados estamos de la luz que se
esparce por todo el cielo; asi que, si quieres iluminarte
acerca de nuestra suerte, puedes saciarte segun tu deseo.»
Así me habló uno de aquellos piadosos espíritus; luego
me dijo Beatriz: «Háblales, háblales confiado, y créeles
como dioses.
—Vee que habitas como en un nido , tº nido en tu
(1) En el cielo de Mercurio.
LA DIVINA COMEDIA. 303

propia luz, y que la trasmites por tus ojos, puesto que


brilla cuando sonries; pero ignoro quien eres, y porque
tienes, oh digna alma, el grado de la esfera que se oculta á
los mortales con los rayos de otra. (1)»
Esto dije á la luz que antes me hablára, y que desde que
le hablé empezó á ser aun mas brillante.
Como el sol que se oculta por sobrada luz, cuando el
calor ha disipado los vapores que le temperaban, se ocul
tó para mayor placer en su resplandor la santa figura, y de
aquel modo encerrada, contestóme lo que cantará el canto
siguiente.

CANTO VI.

El Espíritu que habia propuesto á Dante contestará todas sus pre


guntas, declara ser el emperador Justiniano, refiriendo luego to
das las glorias del Aguila romana. Moran en Mercurio las almas
que por sus bellas acciones supieron elevarse á la gloria. — Allí
brilla la luz de Romeo, ministro de Raimundo Berenguer, conde
de Provenza.

«Despues que Constantino hubo dirigido el águila contra


el curso del cielo que antes siguiera, tras el antiguo usur
pador de Lavinia (2), se quedó el ave de Dios por un pe
ríodo de mas de cien años en un extremo de Europa y junto
á los montes de que en un principio habia salido.
«Y á la sombra de sus sagradas alas, gobernó el mundo,
pasando de mano en mano; por manera que cambiando así,
vino á parar finalmente en la mia.
«Yo fuí César, y soy Justiniano, que por voluntad del
primer amor, de que siempre estoy poseido, cercené de las
leyes lo supérfluo y lo inútil.
(1) Los rayos del Sol.
(2) Esto es, despues que Constantino hubo conducido de Roma á Bizan
clo el aguila romaña que siguió a Eneas de Oriente á Occidente y al pais
de lavinia.
304 EL PARAISO.

«Antes de dedicarme á esta obra, creia haber en Cristo


una naturaleza, y no mas, y me contentaba con semejante
creencia; pero el bienaventurado Agapeto, que fué gran
pastor, me condujo á la verdadera fé con sus palabras.
«Creíle, y todo cuanto me decia lo veo claramente ahora,
como tú vés en toda contradiccion una parte falsa y otra
verdadera. Tan pronto como marché con la Iglesia, plugo
á Dios inspirarme en recompensa aquella obra, y á ella
me dediqué enteramente.
«Confié los ejércitos á mi Belisario, y de tal modo estuvo
con él la diestra de Dios, que fué para mí una señal de que
debia entregarme al descanso.
«Aqui mi contestacion se refiere á tu primera pregunta;
pero el asunto me obliga á hacerla seguir aun de otras es
plicaciones, para que veas si tienen razon los que se levan
tan contra el signo santo y sagrado, los que se lo apropian
y los que se oponen á él. (1)
«Considera la virtud sublime que le hizo digno de vene
racion, y que empezó su gloria el dia en que Palas (2) mu
rió para darle el imperio.
«Sabes que el Águila fijó su morada en Alba por espacio
de mas de tres siglos, hasta el dia que tres contra tres pe
learon por ella. (3) -

«Ya sabes lo que hizo desde el rapto de las Sabinas hasta


el dolor de Lucrecia, durante siete reinados, sojuzgando
en torno suyo las naciones vecinas.
«Sabes lo que hizo, llevada por aquellos insignes romanos,
contra Breno, contra Pyrrho y contra los demás príncipes
y pueblos aliados.
«Por ella Torcuato, y Quincio (4) que recibió un renombre
por su descuidada cabellera, los Decio y los Fabio, adqui
rieron una justa fama que me complazco en aumirar.
(1) Los güelfos y los gibelinos. -

(2) El hijo de Evandro.


(3) Combate entre los Horacios y los Curlaclos.
(4) Quincio Cincinato.
LA DIVINA COMIEDíA. 303
«Flla humilló el orgullo de los árabes, que tras Anibal
pasaron las rocas Alpestres, de las que tú, ó rio Pó, te
desprendes altivo.
«A su sombra triunfaron, jóvenes todavía, Scipion y Pom
peyo; y pareció amargo el triunfo adquirido en aquel monte
al pié del cual naciste. (1)
«Luego hácia aquella época en que el cielo quiso conducir
el mundo al estado sereno de que él es modelo, César la tomó
por la voluntad de Roma; y lo que ella hizo desde el Var
al Rhin, el Isere y el Saona lo vieron, y el Sena lo vió, así
como tambien todo el valle cuyas aguas hinchan el Ródano.
, «Lo que hizo despues de su salida de Ravena, y el paso
del Rubicon, fué de tan rápido vuelo, que les es á la len
gua y la pluma imposible seguirle.
«Ella fué la que dirigió sus tropas á España, luego hácia
Durazzo, y la que hirió tan rudamente en Farsalia, que hasta
el mismo ardiente Nilo sintió el dolor causado por su empuje.
«Antandre y Simois, desde donde se lanzára 2) volvieron
á verla, así como tambien el sitio en que Hector reposa;
luego, por desgracia de Ptolomeo, partió de nuevo.
«Desde allí cayó como el rayo en Juba; luego se dirigió de
nuevo á vuestro Occidente, donde oia resonar el clarin de
Pompeyo.
«Por lo que ella hizo con aquel que la lievó luego (3) es
tán Bruto y Cassio ladrando en el infierno (4); Módena y
Perusa sufrieron mucho de ello.
«Llora todavía, aquella triste Cleopatra, que al huir ante
el águila, recibió del áspid una muerte súbita y terrible.
«Con aquel voló el águila romana hasta el mar Rojo; con
aquel fundó en el mundo una paz tan grande, que fué cer
rado el templo de Jano.
«Lo que empero aquel signo, que me escita á hablar de
“1)"El monte de Fiesolo que domina á Florencia, patria de Dante. Fie
solo fué arruinado por las legiones romanas por haber dado asilo á Catilina
(2) Con Eneas.
3) Con Augusto.
(4) Recuérdese el último canto del Infierno.
20
306 EL PARAIS0.

él, habia hecho en un principio, no correspondió á lo que


debia hacer luego en el reino mortal que le está sometido,
puesto que en la apariencia fué, oscuro y mezquino, si se le
considera en manos del tercer César, con ojo iluminado y
una afeccion pura. Porque la eterna justicia que me inspira,
le concedió con el brazo del que cito, la gloria de vengar
la cólera divina. (1)
«Sin embargo, admírate aquí de lo que voy á repetirte.
«Luego el águila voló con Tito á vengarse de la venganza
del pecado antiguo. (2)
«Y cuando el diente lombardo se hincó en la Iglesia santa,
Carlomagno la ausilió, triunfando bajo las alas del águila.
«Ahora puedes juzgar á los de que hablé antes, y ver si
son sus faltas la causa de todos vuestros males.
«El uno opone al signo comun la amarilla flor de lis, e
otro se le apropia, sin pensar mas que en su partido; di
fícil es saber cual de los dos cometió mayor falta.
«Celebren los gibelinos, celebren los conciliábulos bajo
una nueva enseña; mal siguen á aquel de quien ella y la
justicia les separan.
«Aunque aquel nuevo Cárlos (3) no la abata con sus güel
fos, temer debe á los que arrancaron las crines á un leon
mas terrible.
«Los hijos lloran muchas veces la falta de sus padres, y
no se crea que Dios cambie sus armas por la flor de lis.
«Esta pepueña estrella (4) está poblada de buenos espíritus
que fueron activos en la tierra, á fin de que les sucedieran
la honra y la fama.
«Y cuando los deseos se elevan hácia esta estrella, des
viándose así, preciso es que los rayos del amor verdadero,
sean tambien menos vivos y mas lentos en elevarse.

(1) Tiberio, el tercer César, habria podido vengar la muerte de Cristo.


U2) La muerte de Cristo fué la venganza que Dios ejerció por la falta de
Adan, y Tito fué á castigar á los ejecutores de aquella venganza.
(3) Cárlos segundo rey de Pulla.
(4) Mercurio.
LA DIVINA COMEDI A. 307

«En la medida de nuestras recompensas y de nuestro mé


rito está una gran parte de nuestra alegría, porque nunca
la vemos ni menor a i mas grande. Así es que la Justicia vi
viente dulcifica de tal modo nuestro deseo, que le es impo.
sible fijarse en lo malo.
«Vias distintas signen los dos conciertos; por esto ros dife
rentes grados de nuestra vida forman una dulce armonía en
estas esferas.
«En esta perla brilla la luz de Romeo (1), cuya obºa her.
mosa y grande fué mal recompensada; los provenzales em
pero, que fueron contra él, pudieron reir por mucho tiempo;
á la verdad mal anda el que convierte en desgracia propia
los beneficios de otro.
«Raimundo Berenguer tuvo cuatro hijas, y cada una de
ellas fué reina, siendo hecho esto por Romeo, persona hu
milde y peregrino errante.
«Luego escitado Raimundo por torpes palabras, pidió cuen
tas á aquel justo que le volvió siete y cinco por diez lo que
le obligo á partir pobre y anciano. Si el mundo supiese
cual fué su valor al verse obligado á mendigar su sustento,
este mundo que tanto le alaba, le alabaría aun mucho mas.»

CANTO VII.

El emperador desaparece con los demás Espíritus.—Beatriz aclara


entonces las dudas que algunas palabras del emperador habian
hecho nacer en la mente del poeta, respecto de la redencion, la
inmortalidad del alma y la resurreccion de los cuerpos.

Hosanna sanctus Deus Sabaoth,


Superillustrans claritate tua
Felices ignes horum Malaboth /
Tal fué el canto que volviéndose bácia su esfera, me pa
(1) Véase en las crónicas la curiosa historia de aquel Romeo, que, exi.
Ciria una nota harto larga.
308 EL PARAI80,

reció entonar aquella sustancia (1), sobre la cual se difun


dió doble luz. (2)
Y ella y las demás volvieron á empezar su danza, y cual
rápidas chispas se ocultaron á mi vista en repentina y pro
longada lontananza.
Yo dudaba y decia para mí: « Díselo, díselo pues, me
repetia interiormente, díselo pues á la Dama que amas y
que apaga tu sed con el dulce rocío de sus labios.»
Pero aquel respeto que se apoderó de mí por B y por IZ,
me hacia inclinar como el hombre que dormita. (3)
No me dejó Beatriz por largo rato en aquella actitud,
puesto que me irradió con una sonrisa capaz de hacer feliz
á un hombre en medio de las llamas.
«Segun me lo indica mi razon infalible, estás pensando
como una justa venganza pudo ser justamente castigada.
Pero yo pronto despejaré tu espíritu, y tú escucha; porque
mis palabras te harán el rico presente de una gran verdad.
«Por no haber tolerado un freno útil para la facultad que
se llama alvedrio, el hombre que no nació (4), al conde
narse, condenó á toda su raza. De ello previno el que la
especie humana gimiese enfermiza allí abajo por algunos
siglos en un grave error, hasta que plugo descender al Ver
bo de Dios. -

«La naturaleza que se habia alejado de su creador, fué


unida entonces por él á su persona con el solo acto de su
amor eterno.
«Fija ahora tu espíritu, en mis razones. Aquella natura
leza unida á su creador, tal como fué creada , era síncera
y buena; pero ella misma se desterró del Paraiso, al salirse
de la via de la verdad y de la vida. (5)
«Por esto la pena sufrida en la cruz, si se considera la
(1) Justiniano.
(2) «Entiende que la luz ó esplendor de Justiniano se habla aumentadº
en una mitad por haber practicado la virtud de caridad respecto a Dante.
(3) Por Biz, diminutivo de Beatriz. l

(4) Adan,
(5) Ego sum via, veritas et vita (10AN., c. xiv.)
LA DIVINA COMEDIAs 309

naturaleza tomada por el crucificado, con mas justicia que


nunca otra alguna hizo sentir su peso; así como ninguna
otra será mas injusta si se atiende á la persona que la sufrió,
y á la cual se habia unido aquella naturaleza.
«Un solo acto produjo cosas muy diversas; porque la mis
ma muerte plugo á Dios y á los judíos; por ella retembló
la tierra y se abrió el cielo.
«Por lo tanto no debe ser ya para tí incomprensible el qu
te digan que un justo tribunal castigó una justa venganza.
«Ahora veo empero, que de idea en idea, ha ido tu
espíritu encerrándose en un nudo, del que ardientemente
desea verse libre.
«Dices para tí: «Comprendo lo que acabo de oir; pero
ignoro porque Dios quiso redimirnos de aquel modo »
«Hermano mio, aquel decreto es impenetrable para el
hombre cuyo espíritu no haya engrandecido la llama del
amor,
«Y como en verdad se examina mucho aquel punto y se
comprende poco, yo te diré porque fué adoptado, como
el mas digno, aquel modo.
«La bondad divina, que separa de sí todo rencor, chispea
ardiendo en si misma, de modo que hace brotar las eternas
bellezas, y solo produce lo que no tiene fin, puesto que nada
cambia la huella que se desprende de ella.
«Cuanto mas conforme le es el ser que produce, mas le
place; porque el ardor santo que brilla en todas sus obras,
es mas vivo e la que le es mas parecida.
«La humana naturaleza tiene sobre toda otra obra la ven
taja de aquellos dones inmediatos; pero si llega á faltarle
uno solo, debe decaer de su nobleza.
«Solo el pecado le quita su libertad y su semejanza con
el Bien Supremo, porque solo refleja ya muy pálidamente
su luz blanca y purísima; y nunca vuelve á su dignidad
natural, á no llenar el vacío abierto por su culpa, y á no
espiar con justas penas los malos placeres.
«Cuando vuestra naturaleza pecó toda entera en su gér
30 EL PARAIS0e

men, fué despojada de sus dignidades y arrojada del Pa


raiso, é imposible le era recobrarlas, si bien lo examinas,
á no ser por uno de estos dos medios.
«O por el de que Dios, en su bondad, perdonára el pe
cado, ó por el de que el hombre por sí mismo reparára su
locura.
«Y fija ahora tú mismo la vista en el arcano del consejo
eterno, y muéstrate en lo posible atento á mis palabras.
«Nunca el hombre podía, en sus límites naturales, pro
curar la satisfaccion debida, por serle imposible descender
por su humilde obediencia, tanto como habia aspirado á
elevarse por su desobediencia; y hé aquí la razon porque
el hombre era incapaz de dar la satisfaccion debida.
«Preciso era pues que Dios volviera al hombre á la vida
completa por sus propias vias; esto es, por una de aquellas
vias ó por ambas. -

«Pero como era la obra tanto mas querida al artífice,


cuanto que era la que mas revelaba la bondad del corazon
de que habia salido, la bondad divina que dió su imágen al
mundo, se complació en proceder para todas sus vias para
elevaros hácia ella,
«Tan grande y magnífico fué el progreso que entonces se
obró, que no volverá á obrarse otro igual por distinta via,
desde el primer dia hasta la última noche.
«Dios fué mucho mas generoso al darse él mismo para
hacer al hombre capaz de elevarse, que lo habría sido al
despedirle absuelto ó perdonado. A tras de que, todos los
otros medios eran insuficientes ante la justicia, si el Hijo
de Dios no se hubiera humillado hasta el punto de encar
I13 tS62,

«Para mejor llenar ahora todos tus deseos, retrocederé


un tanto y te aclararé algunos puntos, á fin de que veas
las cosas cual yo las veo.»
Dices para tí: «Veo el aire, el fuego, el agua y la tierra,
y á todas sus mezclas corromperse y durar poco, y sin em
bargo aquellas cosas han sido otras tantas criaturas; así que,
LA DIVINA COMEDIA. 311
á ser cierto todo cuanto me has dicho, deberian estar al
abrigo de la corrupcion. -

«los ángeles, hermano mío, y el pais libre y puro en


que te encuentras, pueden llamarse creados, como lo son
de hecho en su ser entero. Pero en cuanto á los elementos
que has citado y á lo que precede de ellos, te diré que solo
una potencia creada les dió su forma.
«Creada fué la materia de que están formadas, creado
fué tambien el poder informante en esas estrellas que giran
en torno de ellas.
«El alma de todos los brutos y las plantas compuestas de
diferentes materias, deben á las santas estrellas la vida y el
movimiento. (1)
«Nuestra vida empero aspira sin intermediario á la bondad
suprema, y se prende de ella con tanta viveza, que sin
cesar la desea.
«De todo esto puedes deducir tambien vuestra resurrec
cion, si piensas como fué creada la carne humana, cuando
los dos primeros padres fueron ambos creados.»

CANTO VIII.

Dante y Beatriz suben á la esfera de Venus (el tercer cielo) que por
su humedad, dicen aun los antiguos comentadores, predispone al
amor.- Esta influencia antes dañina, es hoy espiritual y pura...—
Cárlos Martel, rey de Hungría, manifiesta al poeta que de un pa
dre virtuoso puede nacer un hijo vicioso.

El mundo antes creia, con peligro de su alma que de los


ravos de la hermosa Cypris, que gira en el tercer epiciclo,
dmanaba el loco amor; y por esto los pueblos antiguos,
en su error antiguo, no solo la honraban con sacrificios y

(1) Segun los escolásticos, la naturaleza producia el alma de los brutas


Mientras que la de los hombres el a obra de Dios.
312 MiL PAlAIS0,

votos, sino que tributaban tambien un culto á Dionea y


Cupido, á la una como madre, y al otro como hijo, dicuen
do que estaba este sentado junto al seno de Dido. (1)
Y daban el nombre de aquella por la que empiezo mi
canto á la estrella de la que mira el sol con placer. tan
pronto sus rubias pestañas, como la cabeliera flotando á su
espalda.
No me sentí subir á aquella esfera (2) pero no dudé de
que estaba en ella al ver á mi dama embellecerse mas y
II13.S.

Así como en la llama se nota la chispa, y como en la voz


se distingue la voz, cuando la una sostiene un mismo tono
y va la otra recorriéndolos todos; así ví yo en aquella luz
á otros resplandores agitarse al rededor, mas ó menos
ágilmente, segun reflejaban, á mi ver, la clarid, eterua.
Nunca salieron del seno de una nube fria, visibles ó in
visibles, vientos tan rápidos, que no hubiesea parecido
lentos al que hubiera visto venir hácia nosotros las divinas
1uces, cuyo círculo empezaba en el alto cielo de los Sera
fines.
Detrás de las que se nos aparecieron antes resonaba un
IIosanna, tan melodioso, que siempre he deseado volver
á oirlo.
Entonces una de ellas descendió mas hácia nosotros, y
sola empezó de esta manera.
«Dispuestas estamos todas á complacerte, á fin de que te
regocijes en nosotras.
«Aquí giramos en el mismo círculo, con el mismo movi
miento circular y con la misma sed que los príncipes celes
tes á quienes dijiste ya en el mundo:
«Vosotros que por vuestra inteligencia haceis mover el tercer
cielo (3); » estamos tan poseidas de amor, que no nos será
2or complacerte, menos dulce un momento de reposo. »
(1) Eneida l. I.
(2) El planeta de Venus,
y (3) Principio de la primera cancone del Convivio amoroso de Danie 9 -
LA DIVINA COMEDIA, 31$.
Despues de haber fijado los ojos con repeto en mi Dama,
y que ella con su vista les hubo dado contento y seguridad,
los volví hácia la luz que con tanto amor acababa de ofre
cérseme, y la dirigí estas palabras: «Dime, ¿quién eres?»
revelando mi voz un afecto profundo.
¡Ah! vila entonces brillar mas y mas por la nueva alegría
que aumentaba su alegría, mientras yo la hablaba
- En el colmo pues, de su resplendor me dijo:
«Poco fué el tiempo que el mundo me tuvo allí abajo;
si hubiese permanecido en él algun tiempo mas, muchos
males habrá que no habria habido. (1)
«Me oculto á tus ojos por la alegría que me envuelve y bri
lla en torno mio, como envuelve al gusano la seda que le
cubre. -

«Mucho me amaste, y razon tenias para ello; porque si


hubiese permanecido mas tiempo allí abajo, no te habria
mostrado de mi amor mas que las hojas.
«Aquella márgen izquierda bañada por el Ródano, des
pues de haberse unido este con el Sorgue, esperaba á que
llegase el momento de admitirme como su señor; así como
tambien la punta de Ausonia, donde se elevan Bari, Gaeta
y Catona, y desde la que el Tronto v el Verde desembocan
en el mar.
«Ya brillaba en mi frente la corona de aquella tierra que
el Danubio baña (2), al abandonar las márgenes tudescas.
«La hermosa Trinacría (3) que se oscureció entre Pachino
y Peloro, y en el golfo que con mas violencia e Euro azo
ta, no a causa de Tyfeo (4), sino por el azufre que su suelo
exhala; la hermosa Trinacria habia aguardado á sus reyes,
por mi nacidos de Cárlos y Rodolfo, si el mal gobierno que
siempre alienta á los pueblos sometidos para la revuelta,

(1) Alma de Cárlos Martel, rey de Tiungría, al que Dante conocuá en


Florencia.
(2 La Hungría.
, (3) La Sicilia.
(4) Uno de los Titanes aplastados Dao-A Ea.
814 EL PARAIS0,

no hubiese excitado á Palermo á gritar: « 4 Muero, mue


ro!» (1)
«Yá ser previsor mi hermano, evitaria ya la sórdida ava
ricia de sus ministros catalanes, por no sufrir despues sus
COnSeCuen C18S.

«En verdad debe atender, nor sí, ó por otro, á que no


esté cargado su barco en demasía ó en mas de lo que puede
soportar. Su carácter, que de liberal pasó á a varo, necesi
taria servidores ocupados en otros cuidados que el de meter
dinero en sus cofres. (2)»
—Como yo pienso, dije entonces, ó señor, que la profun
da alegría de que tus palabras inundan mi alma, tú la ves,
como la veo yo, en aquel en quien toda alegría empieza y
acaba, me es esta alegría tanto mas querida, en cuanto
creo que al contemplar á Dios ves mi felicidad.
«Ya que te debo la dicha que siento, dígaate iluminarme,
puesto que con tus palabras has despertado en mi la du?:
de que de una dulce semilla puede salir un fruto amargo n
Como yo á él, me dijo él entonces: «Si me es dado demos
trarte una verdad, volverás la vista hácia lo que preguntas,
así como ahora le vueves la espalda.
«El bien, que pone en movimiento y alegría al reino qus
cruzas, hace de su providencia la fuerza motriz de esos
grandes cuerpos; y no solo todas las naturalezas estan abri
gadas en el seno de su pensamiento, que es la perfeccion,
sino que todas ellas á la vez encuentran tambien en él su
salvacion; porque todo lo que aquel arco dispara, va recto
á un fin previsto, como el dardo dirigido hácia un objeto.
«A no ser así, el cielo que pisas, en vez de efectos vivien
tes, no produciria mas que ruinas; lo que es imposible, sí
las inteligencias que mueven esas estrellas no son defectuo
sas, como no pueden serlo, atendido el primer espíritu que
las creó perfectas.

(1) Las vísperas sicilianas.


(2) Roberto hermano de Carlos Marte de lJungría, era hijo de Cárlos lla
LA DIVINA COMEDIa. 315
«¿Quiéres ver esta verdad aun mas clara ?» Y yo: «No
porque juzgo imposible que falte la naturaleza en lo que es
In62CeS3 T.J.O. º

Y el alma de nuevo: «Ea, dime: ¿habria para el hom


bre en la tierra un existencia peor que la de no vivir en
sociedad ?-Sí, le contesté, y no me pregunto sobre esto
la causa.
—¿Y, puede ser estó si vive el hombre allí abajo entre
gado á diferentes profesiones? No, si vuestro maestro ha
dicho la verdad en sus escritos.»
Prosiguiendo el alma en sus deducciones, me dijo: «Luego
vuestros efectos diversos deben tener causas diversas: Por
esto uno nace Solon, otro Jerges, otro Melquisedech y otro
que perdió á su hijo, como su hijo volaba en los aires.
«La naturaleza de los círculos celestes, que da su forma
á la cera mortal, hace muy bien su obra, pero la aplica
sin distincion alguna. -

«De esto depende que al salir de su madre Esau se separe


de Jacob, y que Quirino nazca de un padre tan vil, que
le haga remontará Marte. (1)
«La naturaleza engendrada seria siempre igual á la na
turaleza que engendra (2), si la providencia divina no fuese
la mas fuerte.
«Ya tiene ahora tu espíritu lo que antes no alcanzaba;
pero á fin de que sepas cuanto me complace instruirte,
quiero armarte todavía de este corolario:
«La naturaleza es siempre estéril si le es enemiga la for
tuna, como lo es toda otra semilla arrojada lejos del suelo
propio para su cultivo.
«Y si el mundo se apoyaba allí abajo, en los cimientos
que la naturaleza asienta, de seguro tendria habitantes me
jores; pero vosotros destinais para el templo al que nació
para ceñir la espada, y elegís por rey al que habria debido
ser predicador. Ved si os separais de la verdadera senda.»
(1) Rómulo, hijo de Rhea Sylvia y del dios Marte.
(2) La naturaleza del hijo sería igual á la del padre.
316 EL PA.A.S.O.

CANTO IX.

El poeta encuentra en el planeta de Venus á Cunizza, hermanada


Ezzelin da Romano, la cual le vaticina las desgracias que están re
servadas á la Marca de Treviso.- Luego habla con el trovador
Fulco de Marsella.

Hermosa Clemencia (1), despues que tu padre hubo aca.


rado mis dudas, me contó las traiciones que habia de su
frir tu raza; pero dijo:
«Cállate y deja correr los años; solo puedo decirte que
eguirá un justo arrepentimiento á todas vuestras desgra
cias.»
Y ya la viva y santa luz (2) se habia vuelto hácia el s
que lo llena, como hácia el bien que á todo basta.
¡Oh almas seducidas, impías y locas, que apartais vues
tra mente de semejante bien para fijarla en las vanidades i
Hé aquí que otro de aquellos esplendores descendió
hácia mí mostrando por medio de la luz en que estaba
envuelta, el deseo de agradarme
Los ojos de Beatriz, que estaban fijos en mi como antes,
me indicaron el dulce asentimiento que ella daba á mi
deseo.
«Ah cumple luego mi deseo, espíritu bienaventurado!
le dije, y dame la prueba de que todo lo que pienso puede
reflejarse en tí.»
Entonces la luz que era aun nueva para mí, desd la
profundidad en que antes cantaba, enpezó á decirme, como
el que se complace en obrar bien:
«En aquella parte (3) de la tierra depravada de Italia,
que está situada entre Rialto y las corrientes del Brenta y
el Piava, se eleva una colina (que en verdad no llega á
(1) Hija de Cárlos Martel rey de Hungrid , espesa de Luis el colóries
rey de Francia
(2) Cários Mallel.
(3) Venecia.
la DIVINA COMEDIA. 3:1.
mucha altura) de la que descendió una pequeña llama, que
causó en toda la comarca un gran desastre.
«Ella y yo salimos del mismo punto; á mí se me llamó
Cunizza (1), y estoy brillando aqui por haberme vencido la
luz de esta estrella. (2)
«Pero alegre y sin remordimientos, soy indulgente con
migo misma, respecto de mi suerte, lo que quiza os pa
rezca á vosotros sorprendente.
«Esa joya luminosa y rara (3) de nuestro cielo, que está
mas cerca de mí, dejó en la tierra una gran fama, y antes de
que muera su gloria, se unirán á este siglo otros cinco siglos.
«¡Mira si ha de procurar el hombre ser bueno, para que
su primera vida deje en la tierra otra segunda
«No piensa de este modo ahora aquella turba contenida
entre el Tagliamento y el Adigio, que no por ser vencida
se arrepiente.
«Pero en breve se verá que Padua y sus habitantes, sor
dos á la voz del deber, cambiarán el agua de la laguna que
baña á Vicenza. (4)
«Y allí donde el Sila y el Cagnano se unen, hay quien
domina y va con la cabeza erguida, mientras se está ya
haciendo la red para cogerio.
«Fieltro llorará aun el perjurio de su pastor impío, per
jurio tan horrendo, que nunca por otro igual se ha entrado
en Malta. (5)
«Muy ancha habria de ser la cuba que contuviese la sangre
ferrarense, y muy cansado para el que hubiese de pesar
onza por onza la sangre que cederá aquel sacerdote cortés
(6) por mostrarse adicto á su partido; tales cesiones estarán
(1) Cunizza era hermana de Ezzelin da Romano, tirano de Padua.
(2) «Y brillo aqui por habernue vencido la luz de dicha estrella de venus,
Cuya influencia nos I) llama de am0T.» (GRANGIER.) -

(3) Fulco de Marsella.


(4) Se refiere á la victora alcanzada el 17 de setiembre del año 1314 por
Can Grande della Scala contra Jacobo de Carrara, señcr de Padua.
(5) Torre que hay cerca del lago Bolsena, antigua cárcel de los papas.
(0). Alejandro, obispo de Placencia, que entregó los refugiados de Ferrara
el gobernador de la Pulla.
318 EL PARAISO.

en armonía con las costumbres de semejante pais.


«Hay allí arriba unos espejos, á los que vosotros dais el
aombre de Tronos, por medio de los cuales se reflejan en
nosotros los juicios de Dios; así es, que nuestras propias
palabras nos parecen verdaderas y buenas.»
Aquí se calló el alma, que me parecia volverse hácia la
esfera, en la que se colocó como antes estaba.
El otro alegre espíritu ó luz que me era ya conocido, se
presentó á mi vista como un fino rubí herido por los rayos
del sol.
Produce allí arriba la alegría un vivo esplendor, que es
eomo la risa entre nosotros; pero allí abajo se oscurece la
sombra á medida que se entristece el alma.
«Dios lo vé todo, esclamé, y tu vista le penetra, oh espí
ritu bienaventurado, de modo que no hay en él voluntad
alguna que pueda ocultársete.
«Así pues, ¿por qué tu voz (1) que recrea sin cesar el cielo
con el canto de aquellas llamas piadosas que se forman una
caperuza con sus seis alas, no satisface mis deseos Nc
aguardaria yo á que me la pidieses, si yo viese en tí como
tú ves en mí.»
El alma repuso: «La mas vasta concha ó valle en que se
esparce el agua salida de aquel mar que civcunda la tierra, se
prolonga de tal modo contra el sol entre dos opuestas riberas,
que coloca el meridiano allí donde estaba antes el horizonte,
«Yo fuí uno de los ribereños de aquel valle, entre el
Ebro y el rio Macra que, por un curso de poca extension,
separa á Génova de Toscana.
«Casi á la misma distancia de Oriente y de Occidente, es
tán situadas Bugia y la tierra en que yo nací, tierra que en
otro tiempo entibió con su sangre las olas de su puerto. (2)
«Fulco me nombró aquella nacion que tanto conoció ml
nombre y este cielo está fluminado por mí como yo lo fu
(1) Habla á Fulco de Marsella, célebre poeta provenzal y obispo.
(2) Marsella, que fué sitiada por César.- Frente á Marsella nay B18 la
en la Costa de Alrica.
LA DIVINA COMEDIAs 319

por él: porque ni esa hija de Belo (1), que olvidó á Siqueo é,
hizo olvidar á Creusis; ni aquella Rodopea que fué enga
fiada por Demofonte, ni Alcides cuando tuvo á Iola encer
rada en su corazon, ardieron en mas llamas que no ardí
yo, mientras me lo permitió la edad.
«Con todo, aquí se está con arrepentimiento, antes bien
uno se regocija, no por las faltas, que no vuelven á la
memoria, sino por la virtud soberana que prevé y ordena.
«Aquí se admira á aquel arte que produce tan hermosos
y grandes efectos, y se descubre el bien por el cual el mun
do de arriba obra en el mundo de abajo.
«Pero á fin de que te lleves, libres de toda incertidumbre,
las ideas que han nacido en esta esfera, preciso es que con.
tinue en mis instrucciones.
«Tú quieres saber quien está en esa luz que centelleatai,
cerca de mí, como un rayo de sol en el agua pura y cris
talina; pues bien, sabe que esa alma apacible, es el alma
de Rahab, unida aquí á nuestra órden, en la que brilla en
primer término.
«Se elevó al cielo desde el punto en que termina la sombra
producida por vuestro mundo, antes de que fuese ninguna
otra alma librada por el triunfo de Cristo.
«Justo era que la dejase en alguna esfera, como una pal
ma de la gran victoria que él alcanzó con sus dos manos
clavadas en la cruz; porque aquella muger favoreció las
primeras hazañas de Josué en la tierra santa, que tan poco
excitan la memoria del papa.
«Tu ciudad (2), retoño de aquel que fué primero en vol
ver la espalda á su Creador, y cuya vida fué un abundante
manantial de lágrimas, tu ciudad produce y esparce una
flor maldita (3), que h» hecho descarriará las ovejas y car
neros, por haber coávertido el pastor en lobo. Por ella han
sido olvidados el Evangelio y los grandes doctores, y solo
(1) Dido.
(2) Florencia.
(3) Los florines de oro, moneda toscana.
32u, EL PARAI80s

se estudian las decretales, como sobradamente se nota en


sus márgenes.
«En esto se ocupan el papa y los cardenales; sus ideas no
se dirigen ya á Nazaret, allí donde el ángel Gabriel abrió
sus alas. Pero el Vaticano y los demás santos lugares de
Roma que fueron el cementerio de aquella milicia de que
Pedro fué gefe, quedarán muy pronto libres del adúl
ero.» (1)

CANTO X.

Manifestacion del órden en que Dios creó el universo.—Beatriz (esto


es la teología), mas luminosa cuanto mas se eleva, lleva á Dan,
al cuarto cielo ó al Sol.—Almas que forman una corona y está
dando vueltas cantando.—Una de aquellas almas es santo Tomá
de Aquino.

Al considerar en su Hijo con el amor que uno á otro ex


halan eternamente, hizo el Poder inefable en un órden tan
grande y perfecto todo lo que nuestra inteligencia y nues
tros ojos aperciben, que nadie puede admirar la obra del
Creador sin participar de su virtud.
Eleva, puesº"iector, eleva conmigo tus miradas hácia las
altas esferas, por aquella parte en que un movimiento choca
con otro movimiento opuesto; y allí contempla el arte del
maestro que le amo hasta el punto de no apartar de él nun
ca su vista,
Mira como se desprende de allí el círculo oblícuo (2) lie
vando los planetas para complacer el mundo que les llama.
A no ser oblícuo su camino, habria en el cielo mas de una
influencia vana, y casi todo poder sería, muerto allí abajo.
(1) Parece vaticinar la muerte de Bonifacio, y nombra á este mal papa
adúltero, porque corrompia la verdadera esposa de Dios, que es la Iglesia.
(GaANGER.) -

(2) El Z0díacO. x.
... , r

2,
LA DIVINA COMEDIA, 3as
Por peco que se alejára de la línea recta, causaria arriba
y abajo una interrupcion en el órden del mundo.
Ahora lector, permanece en tu asiento, y piensa en las
cosas de que se da aquí una idea anticipada, si antes da
eansarte, quisieres llenarte de gozo.
Delante de tí he puesto el alimento, que ya de tí depende
el tomarlo; porque reclama para si todos mis cuidados la
materia de que me he hecho narrador.
El ministro mas grande de la naturaleza (1), el que im
prime al mundo la virtud del cielo y mide el tiemp, con
su luz, se volvia hácia aquel signo celeste que he o escrita
antes, hasta el punto en que las hores se presenta t, anes.
Yo estaba en él (2), sin haber notado mi asce son, como
no nota el hombre una idea antes de ou • y l ocurra
Y Beatriz, aquella muger á la qu s vs Da se oe bien
á un bien mayor tan súbitamente, que pc puede su pro
greso medirse en el tiempo; ella, tan brillante ya de sí,
ah! lo que fué en el sol donde yo entraba, lo que fué en
tonces, no por efecto de ningun color, sino por una luz
anas viva, nadie podria imaginarlo siquiera, aun cuando yo
por expresarlo apelase al ingenio, al arte y á todos sus re
eursos; pero puede creérseme y debe desearse verla.
No es estraño que nuestra imaginacion no llegue á tal
altura, porque nunca hubo mirada que penetrase mas allá
del sol. C,
Tal era la cuarta familia del Padre supremo, familia á la
que sacía sin hambre con mostrarle como de él dependen
el Espíritu y el Hijo.
Beatriz exclamó: «Da gracias, da gracias al sol de los
fíngeles que por su gracia te ha elevado á este astro visi
ble.»
Jamás el corazon de un mortal se vió tan pronto dispuesto
á la devocion y entregarse plenamente á Dios, como lo fut yº
al oir semejantes palabras: de tal modo mi amor se con
(1) El sol.
(2) Habia penetrado en el sol.
21
32 EL PARAISO,

eentró en él, que hasta Beatriz quedó eclipsada en el olvido


No pareció aquello disgustarla, pues empezo á sonreirse,
divisando el esplendor de sus ojos rientes, entre varios ob
jetos, mi pensamiento absorto en uno solo.
Ví á varias luces vivas y triunfantes hacer de nosotros un
centro, y de sí mismas una corona; era aun mas dulce su
voz, que brillante su rostro.
Tal vemos algunas veces á la hija de Latona (1), cuando
el aire impregnado de vapores, conserva el círculo de que se
forma su corona.
En la corte celestial de que regreso, hay diferentes joyas
tan raras y hermosas, que no se las puede sacar de aquel
reino.
Y era el canto de aquellas luces una de estas joyas: que
el que no pueda procurarse alas para volar á lo alto, escuche
lo que de aquel reino va á decirle un mudo.
Luego que cantando aquellos ardientes soles hubieron
formado por tres veces círculo en torno nuestro, como
las estrellas de los polos siempre fijas, me parecieron imitar
á las mugeres que sin dejar el baile, se paran en silencio
y escuchan haber oido bien las nuevas notas.
Luego oí á una de aquellas luces hablar de esta manera:
«Puesto que el rayo de la gracia en que se inflama el amor
verdadero que se aumenta amando, brilla de tal modo du
picado en tí, que te conduce á lo alto, por esta escala,
que sin volverla á subir, nadie baja, el que negase á tu sed
el vino de su redoma, no estaria en mas libertad que el
agua que no puede descender al mar.
«Quieres saber de que floridas plantas está entretegida
esa guirnalda que contempla al rodearla la hermosa Dama
que es tu guia y tu sostén en el viaje del cielo: Yo fuí uno
de los corderillos del santo rebaño que condujo Domingo
¿ el camino en que se fortifica el alma que no se extra
vía.

1) La lura.
LA DVINA COMEDIA- 323

«El que está mas cerca á mi derecha, fué mi hermano y


mi maestro: él es Alberto de Colonia, y yo soy Tomás de
Aquinº.
«Si quieres saber quienes son todos los demás, sigan tus
ojos mis palabras al recorrer la corona bienaventurada.
Aquella otra chispa brota de la sonrisa de Graciano (1),
quien por sus escritos fué tan útil á uno y otro derecho,
que se le agregó en el Paraiso.
«El otro que sigue en pos de él, ornamento de nuestro
coro, fué aquel Pedro (2) que, como la viuda, ofreció su
tesoro á la santa Iglesia.
«La quinta luz (3), la mas hermosa de entre nosotras, arde
en tal amor que todos allí abajo desean saber algo de ella.
Es el alto espíritu, en el que una ciencia tan profunda fué
infusa que, si la verdad es la verdad, no se elevó otro al
guno que aprendiese tanto.
«Ves luego la luz de aquel cirio que es el que mejor vió
allí abajo en la naturaleza de los ángeles y el que mas co
noció su ministerio. (4)
En el otro pequeño resplandor sonrie aquel abogado de
los templos cristianos, del que Agustin aprovechó la doc
trina. (5)
«Ahora sivas dirigiendo el ojo de tu espíritu de una á otra
luz, siguiendo mis elogios, debes tener sed de conocerá
la octava.
«Complácese en sí misma á la vista del bien supremo el
alma santa que muestra en toda su desnudez el mundo en
gañoso al que se digna consultarla. (6)

(1) Benedictino de S. Fellx, en Bolonia, autor de la Concorda de loº


cánones discOrdantes.
2) Pedro Lombardo, llamado el Maestro de las sentencias.
3) - Salomon.
y 4) Dionisio el Areopaglta, al que se atribuye el tratado De carleets he
- Parchia.
(5) Pablo Orosio.
(6) Boecio, con frecuencia consultado por Dante, está sepultado en la
iglesia de Cieldauro, en Pavia. ".
824, . EL PARAIso. ...
«El cuerpo de que fué arrojada reposa en Cieldauro, y
ella desde el martirio y el destierro, ha venido á esta man
sion de paz celeste.
«Mira como allá mas lejos está arrojando llamas el espíritu
ardiente de Isidoro, de Beda y de Ricardo (1) que en sus
contemplaciones fué mas que hombre.
«Esa, de la que se aparta tu mirada para fijarse en mí,
es la luz de un espíritu que, en sus graves ideas, parecíale
sobrado lenta la muerte: es el resplandor eterno de Seguier
2), que, al profesar en la calle de Fouarre, excitó la envi
dia con sus silogismos enteramente llenos de verdades.»
Como el reló que nos llama á la hora en que la Esposa de
Dios (3) se levanta para cantar maitines al Esposo y merecer
su amor, ó como cuando varias ruedas giran en sentido
opuesto formando un sonido con notas tan dulces, que
hinchan de amor el espíritu felizmente dispuesto, ví yo á
la gloriosa esfera moverse y dar á sus voces una tan dulce
armonía, que selo puede ser conocida allí donde es el goze
eternO, -

.gºse

CANTO XI.

El gran doctor santo Tomás disipa algunas dudas que ha descubierto


en el espíritu del poeta. — Luego refiere la vida seráfica de San
Francisco de Asis.

¡Oh ideas insensatas de los mortales Cuán defectuosos


son vuestros raciocinios, que os hacen bajar el vuelo hasta
rozar la tierra con vuestras alas Unos se dedicaban al de
echo, otros á los aforismos de la medicina; estos seguian

(1) Ricardo, canónigo regular de S. Victor,


(2) 0 Siger de Courtray, profesor en la calle de Fouarre, en Parls. La unl
versidad tenia antes varias clases en ambos lados de la propia calle. Tomó
el nombre de Fouarre, antigua palabra que significaba paja, porque los 93
*udiantes, en vez de ocupar bancos, estaban sentados sobre paja.»
3) La Iglesia.
LA DIVINA COMIDIAe 32
el sacerdocio y aquellos reinaban por medio de la fuerza y
los sofismas; algunos hurtaban, otros se consagraban á los
negocios públicos; muchos se enervaban en los placeres de
la carne y otros se entregaban á la ociosidad, mientras que
yo, libre de todo esto, habia subido con Beatriz al cielo,
donde me estaba reservada tan gloriosa acogida.
Cuando cada una de las almas volvió al punto del círculo
en que antes estaba, se paró como la vela en su candelabro,
y oí en aquel resplandor (1) que antes hablára, una voz
que empezaba de esta manera, siendo cada vez mas dulce
y pura:
«Así como yo me ilumino á los rayos de la luz eterna,
así al mirar tus pensamientos en su resplandor divino, aper
cibo las causas de que nacen.
«Tienes dudas y tienes tambien el deseo de que use mi
boca palabras tan claras y abiertas que pongan al alcance
de tu inteligencia aquellas otras palabras que proferí: Ca
mino en que uno se fortifica; y aquellas de: No se elevó otro
alguno. Pero es aquí preciso distinguirlo bien.
«La Providencia que gobierna el mundo con aquella
ciencia que confunde á toda mirada humana que intente
penetrarla, y para conducir á su Bien Amado (2) la esposa
de aquel que arrojando un grito hácia lo alto, se unió á ella
con su sangre bendita, para conducírsela mas confiada en
sí misma y mas fiel, la Providencia estableció en su favor
dos principios para guiarla, la caridad y la sabiduría: El
uno de ellos fué seráfico por su ardor (3), mientras fué el
otro por su gran sabiduría en la tierra un reflejo de la luz
de los querubines. (4)
«Me limitaré á hablar de uno solo, que será hablar de
ambos, cualquiera que sea el de que se trate; puesto que
todas sus obras tendieron á un mismo y esclusivo fin.
(1) Santo Tomás de Aquino. -----
(2) La Iglesia, espcsa de Jesucristo.
3) S. Francisc0.
(4) Santo Domingo. -
33, la PARAISO

«Entre el Tupino y la corriente que desciende de la cos


lina que escogió por morada el bienaventurado Ubaldo,
hay una costa fértil que depende de aquella alta montañas,
que anuncia á Perusa el frio ó el calor por la puerta del
Sol (1), mientras que tras la montaña lloran bajo un pesada.
yugo Nocera y Gualdo.
«En aquella costa, y allí donde es su vertiente menos rá.
pida, vino al mundo un sol, comparable al nuestro, que,
con frecuencia parece salir del mismo Ganges.
«Que los que quieran hablar de aquel sitio no le llamen.
Asis, por lo poco que esta palabra indicaria; pero llámenla
si Oriente, si quieren darle un verdadero nombre.
«Poco antes de que se levantára aquel sol, empezaba ya
á hacer sentir á la tierra un saludable efecto de su gran
virtud; porque desde muy jóven estuvo ya en guerra con
su padre por amará aquella muger (2) á quien, como á la
muerte, nadie abre la puerta con gusto.
«Unióse á ella en presencia de su corte espiritual, y la
amó cada dia mas tiernamente. Ella, viuda de su primer
esposo (3) hacia mas de mil cien años, oscura y despreciada
no se le habia presentado ningun otro hombre.
«De nada le sirvió el ver que aquel que causara espanto ar.
mundo, solo á ella le encontró sin miedo al primer llama
miento al lado de su caro Amyclas (4); de nada le sirvió
el haber sido constante y atrevida hasta el punto de que,
mientras que Maria permanecia al pié de la cruz, se subiese
á ella con el Cristo.
«Y por decirlo de una vez claramente, Francisco y la
Pobreza son los dos amantes que se pueden ver desde ahora
en mis palabras algo difusas.
«Su concordia y sus rostros llenos de alegría, su amora
su asombro, sus dulces miradas, eran para otro causada

Puerta de Perusa, que Conduce á Asis.


(2) La Pobreza.
(3) El Cristo.
(4) El pescador que en su barca pasóá César de El piro áitalia, y
LA DIVINA COMEDIAs 32,
santas ideas; en tanto, que el piadoso Bernardo fué en des.
calzarse el primero para correr en pos de tal premio, pa«.
reciéndole mientras corria ser su lentitud sobrada.
« ¡Oh riqueza ignorada, oh bien verdadero Egidio sa
descalzó, Silvestre se descalzó tambien en seguimiento del
Esposo, por lo mucho que á la esposa amaban.
«Desde entonces aquel padre y maestro se fué con su
Dama (1) y con aquella familia que anudaba ya el cordon
humilde.
«Y no fué una cobardía la que le hizo inclinar la vista,
por ser hijo de Bernardone (2), ni la que le obligó á presen
tarse tan admirablemente despreciable; puesto que comu
nicó régiamente á Inocencio su regla austera, y recibió la
primera aprobacion de su órden.
«Despues de haberse aumentado la pobre grey de aquel
pastor, cuya admirable vida seria mejor contada entre las
glorias del cielo, el Eterno Espíritu sirviéndose de Honorio,
adornó con una segunda corona la santa voluntad de ar
chimandrita. Y cuando, por la sed del martirio, hubo pre
dicado ante el soldan altivo á Cristo y los que le siguieron,
como viese á aquellos pueblos rebeldes á la conversion, por
no estar en inaccion, fuese á recojer el fruto de sus plantas
de Italia. -

«En una áspera roca que hay entre el Tiber y el Arno,


recibió del Cristo las últimas llagas que conservaron sus
miembros Jurante dos años.
«Cuando plugo al que le eligiera para obrar un olen tan
señalado, elevarlo á la recompensa que merecia por haberse
hecho tan humilde, recomendó á sus hermanos, como sus
legítimos herederos, su dama tan amada, mandándoles
además que la amasen fielmente.
«El alma hermosa quiso entonces desprenderse de su mor
(1) La Pobreza.
(2) Negociante en lanas. Nació S. Francisco en Asís el año de 18 a
de le dió el nombre de Francisco por lo muy bien que poseía la lengua
Esa de la Que 80 Servian los comerciantes italianº. . .. .
328 EL PARAISO

tal cubierta para volver á su reino y no escogió para su


cuerpo otro ataud que la pobreza.
«Ahora imagina cual fué el digno cólega de Francisco
encargado de conservar en alta mar la barca de Pedro, y
dirigirla hácia su objeto.
«Pues fué nuestro patriarca (1); por esto puedes ver que
el que sigue en un todo los preceptos de Domingo, hace
acopio de escelentes mercancías.
«Su grey empero ha llegado á estar tan ávida de un nuevo
alimento, que no bastan á saciarla otros varios pastos; y
cuanto mas se apartan de él las ovejas vagabundas, tienen
menos leche al volver al corral.
«Algunas de ellas temiendo el peligro, se agrupan en
torno del pastor, pero es tan escaso su número, que en poco
paño puede hacérseles el hábito.
«Al presente, si mis palabras no son oscuras, si tu aten
cion ha sido constante y si tu espíritu recuerda lo que he
dicho, debe estar en parte satisfecho tu deseo; puesto que
has visto á donde puede podarse la planta, y habrás com
prendido la restriccion contenida en mi anterior razona
miento, cuando decia: En el que uno se fortifica, si no se
Bactravía. »

CANTO XII.

Asi que Santo Tomás acabó de hablar, la corona de las Almas


luminosas empezó á girar de nuevo, apareciendo de nuevo una co
rona mucho mayor, compuesta de Bienaventurados. — Entre estos
habia San Buenaventura.

Así que la llama bienaventurada (2) acababa de proferir


aquellas palabras, empezó á rodar la santa muela, y antes
de haber girado una vez sobre sí, otra esfera la encerró
(1) Santo Domingo.
2) Santo Tomás de Aquino. - º* " "- -
LA DIV NA COMEOy Ar ass
en un círculo uniendo y regulando movímenfo á motíñbjes,
to y canto á canto.
Aquellos cantos sobrepujaban en dulce armonía á los de
muestras musas y de nuestras sirenas, como sobrepuja uór
luz directa á una luz reflejada. -

Cual se vé á dos arcos paralelos y del mismo color en


corvarse sobre una nubecilla cuando Juno espide ó envia
su mensajera, y que el del exterior nace del arco interior
(pareciéndose en esto á la voz de aquella ninfa errante que
el amor consumió como consume el sol los vapores (1),) cual
se vé, digo, encorvarse aquellos dos arcos que son un
presagio para los hombres, á causa de la alianza que Dios
hizo con Noé, de que nunca mas sufrirán el diluvio; así
las dos guirnaldas de aquellas rosas eternas giraban en torno
uuestro, y la guirnalda exterior dependia de la interior.
Cuando la danza y toda aquella gran fiesta de cantos y
llamas, confundidas entre sí por aquellas luces tiernas y
alegres, se pararon juntas y unánimemente, semejantes á
los ojos que juntos se abren y cierran, dóciles á la volun
tad que los mueve, salió de entre el coro de las nuevas lü
ces una voz (2) que, al volverme hácia el punto de donde salía,
me hizo el efecto que á la aguja el volverse hácia el polo.
Habló de esta manera: «El amorá que debo mi hermo
sura, me impele á tratar del otro gefe, con motivo del
cual se ha hablado de mi tan favorablemente.
«Justo es que allí donde haya uno de ellos, aparezca
tambien el otro, ya que han militado por la propia causa,
debe su gloria brillar á un mismo tiempo.
«El ejército de Cristo, que tan caro costó armarle de nue
vo, seguia su enseña, lento, tímido y en escaso número, cuan
de los peligros de aquella milicia alarmaron al Emperadº?
que reina siempre, no porque la cohorte fuese digna de eo
sino por un efecto de su gracia, envió, como se ha dichº,

(1) Eco.
(2) San Buenaventura.
330 EL PARAISO,

en ausilio de su esposa dos campeones á cuya palabra y


actitud se replegó el pueblo extraviado.
« E aquella parte del globo (1) en que sopla el grato
céfiro para abrir las nuevas hojas de que se viste Europa,
y no muy léjos del mugido de las olas, tras las cuales en
su prolongada fuga, se oculta el sol á veces para todos los
hombres, está situada la feliz Callaroga (2), bajo la protec
cion del grande escudo en que el leon vence y es á su vez
vencido. (3)
«En aquel sitio nació el amante apasionado de la fé cris
viana, el santo atleta tan benigno para los suyos, como
terrible para sus enemigos, y cuya alma, al ser ya creada,
tuvo una virtud tan viva, que en el seno de su madre ins
piró á esta el don de profecía.
« Despues de celebrados los esponsales entre él y la fé
en la sagrada pila, esponsales en que se dotaron de una
5 alud mútua, la dama que por él dió asentimiento vió en
sueños el fruto admirable que debia salir de él y de sus su
cesores; y para que fuese mas visible lo que él era, des
cendió un espíritu para darle el nombre del que le poseia
todo entero. Se le llamó (4) Domingo: y habló de él como
del agricultor que el Cristo escogió para ayudarle en su
Viña.
« Á todos pareció bien por enviado y familiar del Cristo,
porque su primer amor fué ya por el primer consejo que
el Cristo ha dado. -

«Varias veces su nodriza lo encontró despierto y arro


dillado, como si hubiese dicho en su silencio: «He venido
á este objeto. »
« Oh tú, su padre, llamado con justicia Félix, oh tú, su
madre, con razon llamada Juana, á ser verdadera la in
terpretacion que se dá á vuestros nombres. (5)
(1) Ea España.
(2) Donde nació Santo Domingo, en el año 1170. hoy dia Calahorra.
3) Las armas de Castilla.
(4) Domingo.
(5) Felix, esto es, dichoso. Juana en hebreo significa favorecida por la
Gracia.
LA DIVINA-COMIEDIA, 33
«Él no perteneció á este mundo, en el que se siguen con
afan las lecciones de Ostia y de Taddeo, pues solo pensó
en el amor del maná verdadero (1), y merced al cual fué
un gran doctor en poco tiempo. Entonces empezóá cultivar
la viña que tan pronto pierde su verdor si no cumple su
deber el encargado de su cultivo.
«Y habiéndose dirigido hácia esa sede, en la que era
antes mas socorrido el pobre (falta de que no acuso á la
santa sede, sino al que la ocupa y la denigra) (2), no pidió
dispensas á fin de dar dos ó tres por seis, no pidió el primer
beneficio vacante; non decimas que sunt pauperum Dei,
sino el permiso para combatir contra los hereges, del mun
do, para aquella semilla de que nacieron las veinte y cua
tro plantas que se elevan en torno tuyo. (3)
« Luego con su doctrina y su voluntad unidas, entró en
su oficio apostólico como el torrente que un alto manantial
arroja; atacando con mas ímpetu los retoños de la heregía
allí donde era mayor su resistencia.
«En breve salieren de él varios arroyos que fecundaron
el jardin católico y dieron nueva vida á sus arbustos.
«Si tal fué una de las ruedas del carro en que se defendió
la Iglesia y venció á los adversarios salidos de su propia
ciudad, sin trabajo verás la escelencia de la otra rueda (4),
de que antes de mi llegada te ha hablado Tomás con tanto
elogio.
«Pero el carril que abrió la parte alta de su circunferen
cia ha sido abandonado, por manera que adonde habia el
bien ahora hay el mal
«Su familia, que seguia fielmente las huellas de Fran
cisco, ha cambiado de tal modo su marcha, que ahora
pone la punta del pié adonde antes sentaba el talon. Pero
(1) El cardcual Ostiense, esto es, de Ostia, que escribió una obra sobre laa
Decretales. Tadeo, médico de Florencia.
(2) Bonifacio VIII.
(3)L0s veinticuatro Bienaventurados.
, ¿A) San Francisco de Asis.
332 EL PARAISO,

en breve se verá la miés nacida del mal cultivo, cuanda


se queje la zizaña de que no se la conduzca al granero.
«Convengo en que recorriendo hoja por hoja nuestro vo
lúmen, podria aun hallarse una página en que se leyese.
«Soy tal cual he sido.» Pero no seria ni en Casala ni en Aquas.
parta, de donde han venido dos hombres, que el uno afloja
y el otro estrecha sobradamente la regla.
« De mí sé decir que soy la vida de Buenaventura y de
Bagnoregio; en los grandes oficios en que fuí educado ol
vidé siempre los cuidados temporales. Iluminato y Agustin
están aquí (1): ellos fueron los primeros de entre los pobres
descalzos que, llevando el cordon, se hicieron los amigos
de Dios.
Hugo de San Víctor está aquí con ellos (2), así como
Pedro Mangiadore (3) y Pedro el Español, que brilla en la
tierra por sus doce libros. Tambien hay aquí el profeta
Nathan, y el metropolitano Crisóstomo (4), y aquel Donato
(5) que se dignó emprender la primera de las artes; sigue
luego Raban , y brilla á mi lado Joaquin, abad de la Cala
bria, dotado del espíritu profético.
«Preciso me ha sido alabar aquel gran paladin de la Igle
sia, tan conmovido estaba por la ardiente simpatía y dulce
acento de fray Tomás, que como á mi conmueven á toga
esta cohorte. »

(1) Dos religiosos de San Francisco.


(2) Prior de San Víctor, muerto en 1142.
(9) 0 Comestor, historiador eclesiástico, natural de Lonmbardua.
(A) Arzobispo de Constantinopla
15) Un gramático, maestro de San Gerónimo
UA DIVINA SOMFDIA. 38

CANTO Áll.

Refiere al poeta la vida de Santo Domingo, y le nombra las almas


que tienen el sol por morada.- Fodo este canto está consagrada
á la glorificacion de la vida religios.- El poeta describe nueva.
mente las brillantes coronas y sus danzas y conciertos.—Luego
pide á Santo Tomás de Aquino que Ie esplique el sentido de algu
mas palabras contenidas en el canto décimo. — El sábio rey Salo.
mon revela á Dante una verdad.

lmagínese el que quiera entenderme bien lo que víenton.


ces, y conserve mientras yo hable aquella imágen con la
fijeza de una peña. Figúrese, digo, quince estrellas ilumi
nando, con tal resplandor varios puntos del cielo, que
penetraban el aire mas denso y espeso; figúrese aquel carro
para el que el espacio de nuestro cielo es bastante extenso
á fin de que de dia y de noche vuelva su timon sin que des
aparezca. Figúrese la boca de aquel cuerno, que empieza
en la punta del eje en derredor del cual gira la primera es
fera; figúrese que aquellas estrellas, al reunirse, formaron
en el cielo dos signos iguales al que formó la hija de Minos
cuando sintió el frio de la muerte (1); luego que el uno de
aquellos signos confunde sus rayos con el otro, que ambos
giran de tal modo que van en sentido opuesto, y tendrá
como la sombra de la verdadera constelacion y de la doble
danza que habia en torno mio ó al rededor del punto en
que yo estaba. Lo que ví es tan superior á lo que vemos
comunmente, como el movimiento del cielo, que sobre
puja en rapidéz á todos los demás, es suoerior al movi
miento del Chiana. (2)
Allí cantaban, no á Baco y Pean sino á tres personas da
una naturaleza divina, y en una sola persona habia la union
de la naturaleza divina á la naturaleza humana.

(1) La corona de Ariana, puesta por Baco entre las constelaciones.


(OVIDio.)
(2) Rio de Toscana.
334 EL PARAISO,

El canto y las danzas terminaron, y hácia nosotros se


volvieron entonces los santos resplandores, felicitándose de
pasar de uno á otro cuidado.
Luego rompiendo el silencio que reinaba por el acuerdo
de aquellos dioses, la luz por la cual me fué contada la
vida del pobre de Dios (1), me dijo:
«Puesto que está ya trillada una parte del trigo (2) y está
reunido su grano, el dulce amor me invita á trillar la parte
que falta.
«Tú crees que en aquel costado del que fué sacada la cos
tilla para formar la hermosa boca cuyo paladar tan caro costó
al mundo (3), y que en aquel costado (4) que traspasó una
anzada, por lo cual satisfizo de tal modo la justicia de
Dios, que hizo esta inclinar la balanza hácia el lado de sus
méritos, á pesar del peso de nuestras faltas, fué derramada
una luz igual á la que se concedió á la naturaleza humana
por aquella gran virtud que hizo á uno y otro;
«De modo que te asombra cuanto he dicho, al referir
que el bienaventurado que encierra la quinta esfera es sin
segundo.
«Atiende ahora á lo que te respondo, y verás que tu
creencia y mis palabras son con respecto á la verdad, lo que
es el centro respecto de todos los puntos del círculo.
«Lo que no muere y lo que puede morir debe ser consi
derado como un esplendor de aquella idea que Nuestro
Señor engendra, amando; porque aquella viva luz (5) que
sale del Poder radiante, sin desprenderse de él mas que el
Amor, cuya relacion forma su trinidad, concentra por un
efecto de bondad sus rayos en nueve esferas, como en un
espejo, permaneciendo empero eternamente unida.

(1) Santo Tomás de Aquino, por quien fué referida la vida de San Fran
CSCO.
(2) Puesto que tu primera duda está aclarada.
(3) Eva.
(4) El costado de Cristo.
º (5) El Verbo.
LA DIVINA COMEDIA, s83
«Desde ahí desciende hasta los últimos poderes, dismi
auyendo de tal modo su fuerza por grados, que acaba por
srear séres efímeros. Y esos séres son á mi ver, las cosas
engendradas que el cielo en su movimiento produce con
gérmen ó sin él.
« La materia de aquellos séres y la causa que los produce
pneden obrar de distintos modos, y cualquiera que sea la
forma particular de cada uno, siempre la idea divina apa
rece en él mas ó menos: por esto sucede que un mismo
árbol, dá, segun la especie, frutos buenos ó malos, y que
vosotros naceis con inclinaciones distintas.
«Si la materia estuviese enteramente dispuesta y el cielo
en toda su virtud suprema, aparecería la belleza ideal mas
acabada, pero la naturaleza dá siempre una forma imper
fecta, pareciéndose en sus obras al artista que conoce e
arte, pero cuya mano tiembla.
«Así que, si el ardiente amor dispone y hace descender
los rayes de la virtud primera, tenemos ya la perfeccion en
este punto. Por esto un dia fué hecha la tierra de un modo
verdaderamente digno de toda perfeccion animal, por esto
la Vírgen concibió sin mancha.
«En tanto apruebo tu opinion, cuanto que jamás la huma
na naturaleza fué ni será la que llegó á ser en estas dos
personas. A no seguir mas adelante, ahora tú empezarias por
esclamar. ¿Cómo es que ese llegó á ser sin igual? (1)
«Pero, á fin de comprender lo que parece incomprensible
piensa en quien era y en la causa que le escitó á pecar
cuando le fué dicho : « Pide, »
« No he hablado de modo que no pudieses ver claramen
te que aquel hombre fué un rey que pidió sabiduría á fin
de ser un verdadero rey.
«No deseó saber cual es el número de las naturalezas celes
tes, ni si lo necesario con lo contingente producen lo nece
sario , ó bien si est dare primum motum esse, ó si en un se
1) Salomon
336 EL PARAIS0.

micírculo p.ede colocarse un triángulo que no tenga un


ángulo recto.
«Luego si has comprendido bien lo que he dicho y aun
esto, la sabiduría real verás que es la ciencia sin igual á
que me referia. Y si ademas fijas tu atencion en estas pala
bras: se elevó, verás que solo pueden referirse á los reyes;
sºn embargo, muchos son los reyes, pero pocos los que sean
uenos.
«Atiende á la distincion que te hago en mis palabras, y
podrás guardar asi tu creencia para el primer padre y
nuestro muy amado (1); sea todo esto un plomo para tus
piés, que te haga mover lentamente, cual hombre cansa
do, hácia el si y el no que no te es posible ver.
«Porque necio es entre los necios el que sin distincion
afirma ó niega, lo que hace con frecuencia que la opinion
general se extravie y que la pasion ofusque nuestra in
teligencia.
«Mas que en vano es que se aleje de la orilla, porque nun
ca vuelve á ella como antes, el que va en busca de la ver
dad sin saber su oficio. Pruebas evidentes de ello son en el
mundo Parmenides, Meliso, Briso y otros varios que no
sabian adonde iban
«Asi obraron tambien Sabellino y Arrio, y aquellos insen
satos que fueron para las Escrituras otras tantas espadas,
en los que al mirarse los rostros rectos parecian tortuosos.
«Que aun los hombres no se atrevan á juzgar, como re
gularmente lo hace el dueño de un campo de trigo antes
de que esté sazonado; porque he visto zarzal mustio y seco
en el invierno, ostentar despues rosas preciosas, y he visto
á un buque correr ágil y recto durante su viage, y naufra
gar á la entrada del puerto.
«Aunque Monna Berta y miser Martino (2) hayan visto
la una volar y el otro hacer ofrendas, no crean verlo ta

1) El Cristo.
(2) Berta y miser Martino, son nombres pertenecientes á la ínfima plebe,
y que por lo tanto significan personas ignorantes.
EA OIVINA LOMBIDIA. 33
eomo se ve en el consejo divino; porque puede el uno la
vantarse y caer el otro.»

CANTO XIV.

Cada vez mas fortalecido, sube el poeta con Beatriz al quinto cielo,
el cielo de Marte.— Cruz resplandeciente en la que estaba Jesu
eristo con las almas de los Bienaventurados que habian combatid
por la fé.— Celeste armonía. -

El agua contenida en un vaso redondo, va del centro


á la circunferencia y de la circunferencia al centro, (1)
segun el movimiento que la impulsa de la parte interior ó
esterior. Asi sucedió á mi espíritu tan pronto como el alma
gloriosa de Tomás cesó de hablar, por la semejanza que
habia entre sus palabras y las de Beatriz, á la que despues
de Tomás, plugo empezar de esta manera:
«Este necesita aunque no os lo indique con la voz ni atín
con el pensamiento, llegar á la raíz de otra verdad.
«Decidle si la luz con que se adorna vuestra sustancia
permanecerá eternamente con vos como está ahora; y ca
so de que permanezca, decidle lo que sucederá despues
que volvais á ser visibles (2), para que no os dañe la vista.»
Así como una explosion ó arranque de alegría agita y ar
rastra en un baile á las parejas que mas bulliciosas levantan
la voz y aumentan sus gestos, asi los círculos santos mos
traron mas ardor en sus danzas y sus maravillosos himnos
al oir la súplica expresiva y piadosa que se les dirigia.
El que se lamenta de que haya de morirse aqui abajo pa
ra vivir en lo alto, no ha visto desde aqui abajo la frescura,
divina de la lluvia eterna.
Aquel uno, dos y tres que vive y reina siempre en tres y,
(1) Guande Tomás le habla, Dante parece estar colocado en el centro de
un vaso de agua agitada, y cuando le habla Beatriz, en la turcunferencia ºe.
quel círcule.
(2) Despues de la resuresclon,

22
3.35 EL PARAISO,

dos y uno y que sin ser circunscrito lo circunscribe todo (1)


fué tres veces cantado por cada una de los espíritus con tal
melodia, que el oirlo seria para todo mérito bastante re
compensa.
Y entonces oí, en la luz mas divina del menor crculo,
una voz modesta (2) quizás como la del Angel á María, que
contestaba:
« Por todo el tiempo que dure la fiesta del Paraiso brilla
rá nuestro amor en torno de este vestido.
«Su claridad es igual al ardor de nuestro amor (3); el ar
dor depende de nuestras celestes visiones que serán tanto
mas elevadas, cuanto mayor sea la parte, que además de
su prepio mérito, tenga el alma en la gracia.
« Cuando vestirémos la carne gloriosa y santa, será nues
tra persona entera y mas fácilmente conocida. Entonces se
aumentará la luz gratuita que nos da el bien supremo, luz
que nos permite verla; y entonces deberá aumentarse tam
bien nuestra santa vision, aumentarse el ardor que en la
vision se inflama y aumentarse el rayo que del ardor des
ciende. s:

«Pero asi como el carbon que produce la llama, sobrepu


ja á esta de tal modo en deslumbrante blancura, que apa
rece en medio de ella, asi tambien este resplandor que ya
nos cerca, será vencido por el de la carne que la tierra aun
cubre.
«Asi ni aun aquel gran resplandor podrá cansarnos, por
que los órganos del cuerpo serán bastantes á todo lo que
pueda hacer nuestras delicias.»
Uno y otro coro me parecieron tan prontos y unánimes
en decir amen, que manifestaron hien claro su deseo de re
vestir sus cuerpos mortales; sin que quizás fuese por ellos

(1) La Trinidad.
(2) Aquella voz modesta es, segun Landino, Ma de Pedro Lombardo y se
gun 0tros autores, la de Salomon.
(3) Cuanto mas sabemos, mas amamos, y cuanto mas amam0s, mayor es
la luz en que estamos envueltos.
LA DIVINA (0M DIAs 339

y si por sus madres, por sus padres y por los séres que les
fueron queridos antes de ser llamas eternas.
Y hé aqui que en torno de aquellos resplandores nace y,
se añade una claridad igual á la de un horizonte luminoso,
y asi como al anochecer se empieza á entrever en el cielo,
resplandores nuevos que parecian ser y no ser, asi me pa
reció á mi ver nuevas sustancias que formaban un círculo
fuera de aquellas dos circunferencias.
¡Oh reflejo verdadero del Espíritu Santo! ¡Cuán brillant
se apareció de repente á mis ojos, que deslumbrados no pu
dieron resistirle! ,
Pero Beatriz se me mostró tan hermosa y riente, que
aquella vision debe quedar entre las que no ha podido re
tener mi memoria.
Sin embargo, mis ojos recobraron la fuerza necesaria pa
ra levantarse y me ví transportado solo con mi Dama al
cielo de una salvacion mas alta. (1)
Pronto noté estar mas elevado, merced á la sonrisa in
famada de la estrella, que me pareció mucho mas encar
nada que antes.
De todo corazon y con aquel acento que es el mismo en
cualquiera, ofrecíá Dios el holocausto de mi gratitud debi
da á aquella nueva gracia, y aun no se había extinguido en
mi corazon el ardor del sacrificio, cuando le sentí ya acep
tado y grato, porque se me aparecieron resplandores tan
deslumbrantes y encarnados entre dos rayos, que no pude
menos de esclamar: «¡Oh Helios, (2) cuanto les adornas!
Cual Galaxia (3) que sembrada de grandes y pequeñas
luces, extiende entre los polos del mundo una línea tan blan
ca que llena de duda á los mas sabios, formaban aquellos
rayos constelados en la profundidad de Marte, el signo verda
dero (4) que forma en el círculo la union de los cuadrantes.
(1) Fué transportado á un cielo mas alto, y por consiguiente mas cerca de
la vista de Dios, que es la salvacion verdadera.
(2) El sol.
(3) La Via láctea.
(4) La Cruz.
310 EL PARA30,

Aqui la memoria domina al talento, porque en aquella


resplandecia el CRISTo, y me es imposible encontrar una
comparacion digna.
Pero aquel que toma la cruz y sigue al CRISTo me perdo
nará aun mejor lo que aqui omito al ver un dia en aquel
árbol resplandecer el CRISTo.
De uno á otro lado de la cruz y entre su parte superior
y su base, se movian dos luces centelleando con mas fuerza
cada vez que se unian y pasaban á otro punto, tal como se
ven en la tierra á los átomos volando en línea recta ó curva,
ágiles ó lentos cambiando sin cesar de aspecto y agitándose
en el rayo que con frecuencia penetra en la sombra que el
hombre en su prevision se reserva contra el calor.
Y como el laud y el arpa que con sus numerosas euerdas
forman una dulce armonía hasta para el que no distingue
cada nota, aquellas luces que se me aparecieron allí, forma
ron sobre la cruz una melodia que arrobaba mis sentidos,
á pesar de no comprender su himno.
Oí que contenia altas alabanzas puesto que decia «¡Resu
cita y vence !» Pero me sucedió lo que al que no entiende
y oye.
Estaba de tal modo enamorado, que nada hasta enton
ces me habia atado con tan dulces lazos.
Quizás estas palabras serán consideradas como harto
atrevidas, por suponer inferior á aquel placer el de con
templar los hermosos ojos en que colmo todos mis deseos.
Pero el que sabe que las impresiones de toda belleza son
tanto mas vivas cuanto mas se eleva el que las siente, y que
yo entonces no me habia vuelto hácia los ojos de mi Dama,
podrá perdonarme aquello de que para excusarme me acu
so, al ver que digo la verdad, porque el santo placer que
nace de aquella mirada no se explica, puesto que á medi
da que nos elevamos es aquel placer mas puro,
LA DV1NA COMEDIA 341

CANTO XV.

vaociaguida, tarabuelo del poeta, lo acoge con la mayor ternura...—


Le espone la genealogía de los Alighieri.— Luego le habla de las
antiguas costumbres de Florencia.— Por último le refiere como al
aombatir contra los turcos murió por la fé de Jesucristo.

La buena voluntad por medio de la cual se manifiesta


siempre el amor cuyas aspiraciones son rectas, asi como la
concupiscencia se manifiesta por una voluntad infcua, im
puso silencio á aquella dulce lira, é hizo reposar las santas
cuerdas (1) que la mano del cielo sube y baja.
¿Cómo podrían ser sordos á justas súplicas, aquellas sus
tancias que para infundirme el deseo de dirigirles yo una
resolvieron guardar silencio?
Justo es que se lamente sin fin el que por amor a cosas
que no pueden durar eternamente se desprende de aquel
otro amor.
Cual fuego súbito que recorre un cielo tranquito y puro
y atrae nuestras miradas hasta allí indiferentes, pareciendo
una estrella que cambia de puesto y que de la parte en que
se inflama y dura poco, ninguna claridad se extingue, ví yo
desde el estremo derecho hasta el pié de la cruz, correr un
astro (2) de la constelacion que brilla en aquel cielo.
Lejos de desprenderse el diamante, fué recorriendo la
línea luminosa, pareciendo un fuego detrás del alabastro,
No menos piadosa apareció la sombra de Anquises (si debe
mos creerá la primera de nuestras musas) cuando percibió
á su hijo en los Campos Elíseos.
« 0 sanguis meus ó super infusa
Gratia Dei, sicut tibi, cui
Bis unquam coeli janua reclusa?»
Tal era la luz: asi es que fijé toda mi atencion en ella;
(1) Las almas de los bienaventurados.
(2) El alma de Cacciaguida, tatarabuelo del poeta.
342 EL PARAS0,

luego volví los ojos hácia mi Dama y entre una y otra me


quedé asombrado. Brillaba en sus ojos una sonrisa tal que
pensé ver por los mios el fondo de mi gracia y mi Pa
raiso. (1)
Luego aquel espíritu, al que era tan dulce oir y ver,
añadió á sus primeras palabras cosas que no comprendí,
tanta era la profundidad con que hablaba; no porque fuese
su intento ocultármelas, sino porque debia hacerlo por ne
cesidad, á causa de ser su concepcion superior á la inteli
gencia de los mortales.
Sin embargo, cuando el acto de su ardiente afecto se
hubo extendido lo bastante para que sus palabras descendie
sen hasta el límite permitido á nuestra inteligencia, hé
aquí lo primero que oí: « Bendito seas, trino y uno, que
tan propicio eres á mi sangre »
Despues prosiguió: «El deseo grato y prolongado que
hizo nacer en mí la lectura de aquel gran volúmen, en el
que nunca cambian lo blanco y lo negro, ha sido calmado
por tí, hijo mio, en medio de esta luz desde la que te ha
blo: gracias doy á aquella que te ha procurado alas para
volar hácia estas altas regiones. (2)
«Crees que tu pensamiento llega hasta mí por medio del
que es el primero, así como de la unidad conocida, proceden
el cinco y el seis; y por esto no me preguntas quien soy,
ni porque me he parado ante tí mas alegre que otro alguno
de toda esta alegre cohorte.
«Crees lo que es; porque en esta vida los pequeños y los
grandes miran el espejo en el que antes que pienses se re
flejan ya sus pensamientos.
«Pero, á fin de que el amor sagrado que contemplo con
vista siempre atenta, y que despierta en mí un dulce deseo.

, (1) Pensaba haber llegado al colmo de la felicidad.


"(2) Venisti tandem ruaque expectata parenti - -
Vicit iter durum pletas? datur ora tueri,
Nate, tua....
(ENEIDA, lib. v.)
LA DIVINA COMEDIA, 343
llegue al colmo de su contentamiento, manifiesta en voz
firme, libre y alegre tu deseo, que ya mi respuesta está
pronta.» -

Volvíme hácia Beatriz, y ella, que me habia compren


dido ya antes de que yo hablára, me sonrió de un modo
que hizo acrecentar las alas de mi deseo.
Entonces empecé de esta manera: «Desde que alcan
zasteis la igualdad primera, tienen el amor y el saber un
peso igual en cada uno de vosotros; porque en ese sol (1)
que os ilumina con su luz y os abrasa con su ardor, son
aquellas dos virtudes tan iguales, que todas las demás se
mejanzas serian insuficientes.
«Pero la voluntad y el poder en los mortales tienen, por
una razon que os es bien conocida, alas desiguales. Por
esto yo, que soy mortal, siento en mí aquella desigualdad,
y solo de corazon os doy gracias por vuestra acogida pa
lernal.
«Viviente topacio que enriqueces ese orecioso joyel (2)
te suplico me digas tu nombre.
— Retoño mio, en quien me complacia mientras te
aguardaba, yo fuí tu raiz —Tales fueron las palabras con,
que me contestó.
Luego me dijo: «Aquel de quien tomó el nombre tu raza,
y que cien años ha, y aun mas, está ocupado en daria
vuelta á la primera cuesta del monte, fué mi hijo y tu bi
sabuelo: preciso es que con tus obras abrevies su larga
latiga.
«Florencia vivia en paz sóbria y púdica, en el antigue
recinto desde el que oye sonar las horas tercia y nona: nº
tenia argollas, ni corona, ni apuestas mugeres, ni cinturo
nes mas hermosos que las personas que los llevaban; y la
hija al nacer no daba miedo á su padre, porque la hora de
tasarla y su dote no habían hecho rebosar aun toda medida
«Entonces no habia casas sin niños; ni Sardanápalo habia
(1) Dios. N.

(2) Aquella cruz de fuego.


344 EL PARAISO,

aparecido todavia en ella para demostrar lo que puede


hacerse en un aposento.
«Montemalo (1) no había sído vencido aun por vuestre
Uccellatojo, que así lo superará en pujanza como en deca
dencia.
«He visto á Bellíncion Berti (2) saur con su cinto de cuero
y hueso, y á su muger apartarse del espejo con el rostro
sin afeites.
He visto á los de Nerlí y á les del Vecchio contentarse
con una simple piel, y á sus mugeres dedicarse al huso
y á la rueca. Oh dichosas mugeres cada una de las cua
les sabia la que habia de ser su sepultura, y que ninguna
de ellas estaba sola en su lecho para la Francia.
«La una estaba velando su cuna y para cunsolar al peque
ñuelo, empleaba aquel acento que constituye la primera
alegría de los padres y las madres; mientras que la otra, ti.
mando de la blanca cabellera de su rueca, hablaba con su
familia acerca de los troyanos, de Fiesole y de Roma.
«Entonces un Cianghella y un Lapo Salterello habrian
causado el mismo asombro, que causarian hoy un Cinci
nato y una Cornelía.
Invocada á grandes gritos la Vírgen María, me hizo na
cer bajo uno de aquellos dulces techos, donde se gozaba
de una paz profunda y de una civilizacion leal; y en vues
tro antiguo bautisterio fuí llamado á la vez cristiano y Cac
ciaguida.
«Moronto y Eiseo fueron mis hermanos; mi muger pro
cedia del valle del Po, y de allí salió tu segundo nombre.
Despues seguí al emperador Conrado (3), que me condecoró
en recompensa de mis gloriosos hechos. A sus órdenes

(1) Montemalo por Monte Mario, monte situado cerca de Roma; Uccellato
10, moute de cerca de Florencia. Quiere decir que entonces Roma me había
sido vencida aun por Florencia en belleza, pero que pronto sesaria el es
plendor de csta.
(2) Padre de la hermosa, Sualdrada,
3) Conrado llI, muerto en 1152,
LA DIVfNA COMEDIA- 345
marché contra la ley perversa de aquel pueblo (1) que,
por culpa de vuestro pastor, usurpa vuestros dominios.
«Allí, aquella raza infame me libró del mundo engañoso
cuyo amor envilece tantas almas, y el martirio me procuró
esta paz.»

CANTO XVI.

Cacciaguida indica el punto y la época en que nació. — Dice cual


era entonces la poblacion de Florencia, cuales eran las familias
mas distinguidas de aquella ciudad, y por último, los desórdenes
que llevaron en pos de sí las nuevas costumbres.

¡Oh mezquina nobleza de la sangre, si es que seas la causa


de que por tí se enorgullezcan los hombres en esta tierra
do es tan débil nuestro espíritu, ya no volverás á ser para
mi objeto de asombro, puesto que allá donde no se sienten
apetitos mezquinos (en el cielo), me glorificaba de ello
Tú eres en verdad un manto que pronto se acorta, á
menos de alargarlo continuamente, por circuirle el tiempo
con sus tijeras.
Por la palabra vos, á la que Roma fué la primera, en
someterse, y en el empleo de la cual sus descendientes son
los que han preservado menos, volverán á empezar mis
palabras.
Entonces Beatriz, que estaba algo apartada, empezó á
sonreir, pareciéndose á la que tosió cuando la primera falta
de esa Ginebra de que habla la crónica. (2)
Empecé de esta manera : « Vos sois mi padre, y el que
me dais para hablar la fuerza necesaria; me elevais á tal
altura, que soy mucho mas de lo que era. Mi alma se vé
inundada por tantos arroyos, que se vé convertida en una
fuente de alegría que puede contener sin romperse.
(1) Los sarracenos que á la sazon devastaban la Italia.
(2) Recuérdese el episodio de Francisca de Rímini.
o 46 EL PARAISO.
«Decidme pues, tronco amado, cuales fueron vuestros .
abuelos, y cuales los años que formaron época en vuestra
infancia. -

«Habladme de lrebaño de San Juan (1); decidme lo que


era entonces y cuales eran sus hombres mas notables y los
que mas altos puestos ocupaban.»
Como el carbon que al soplo del viento se aviva en la
llama, ví á aquel resplandor brillar á mis caricias; y si
mas bello pareció á mis ojos, mas dulce y suave fué tam
bien su acento á mis oidos, cuando no en nuestra lengua
moderna, me dijo:
«Desde el dia en que fué dicho, Salve (2) hasta el parto
en que mi madre, que es ahora una santa, se libró de mí,
su peso, ese planeta (3) fué á inflamarse quinientas cin
cuenta y tres veces, bajo los piés de su leon. -

«Mis abuelos y yo nacimos en el sitio en que se encuentra


el último barrio de la ciudad (4) para el que corre en vues
tros juegos anuales.
«Conténtate con oir esto respecto de mis abuelos; lo que
fueron y de donde procedieron , vale mas callarlo que de
cirlo. -

«Todos los que entonces habia en estado de llevar las ar


mas, desde la estátua de Marte (5) hasta el Baptisterio,
formaban la quinta parte de los que al presente hay en
vida; pero la poblacion, que es ahora una mezcla de gentes
de Campi, Certaldo y Figghine, era entonces pura hasta
el último artesano.
«¡Ah! ¡Cuánto mas valdria tener por vecinos á los que
yo nombro, y que estuviese vuestra frontera en Galluzzo
y Trespiano, que tener á tales gentes dentro vuestros
muros y sufrir el hedor del aldeano de Aguglione y del
Signa, que abre ya el ojo para traficar ;

(1) De Florencia, que tiene á San Juan por patrono.


(2) Desde la salutacion del ángel hasta el año 1090 ó 1001.
(3) El planeta Marte.
(4) El barrio de San Piero,
(5) La estátua de Marte en el Ponte Vecchio. -
. LA DIVINA coMEDA" 3.
«Si la nacion que mas degenera en el mundo no hubisa
sido una madrastra para César, y casi una madre tierna
para su hijo, (tal habido florentino, y cambiste y mer
rader, que se habria vuelto á Simifonti, donde su padre
estaba pordio seando), los Conti estarian aun en Monte
murlo, los Cerchi estarian en Pievre de Ancona, y tal vez
los Buondelmontieu V aldigrieve. (1)
«Siempre la confusion de personas fué el principio delas
iesgracias de una ciudad, como lo es del cuerpo la sobrada
acmulacion dealimentos.
- «El toro ciego cae ante el cordero ciego, y una sola espada
córta á veces mas y mejor que cinco. Si te fijas en Luni 5
Urbisaglia, y en el modo con que han desaparecido, y como
siguen tras ellas Chiusi y Sinigaglia, no te parecerá estraño
ni duro el ver que las familias se deshacen, cuando hasta
las mismas ciudades tienen señalado un término.
” «Todas vuestras cosas mueren como morís vosotros, s.
bien se disimula en algunas de ellas, que parecen durar
mucho, en razon de ser tan corta vuestra vida.
«Como el curso del cielo de la luna, que cubre y descu
ore sin tregua las orillas del mar, hace la fortuna respecto
de Florencia. Así es, que no debe admirar lo que diga
de aquellos primeros florentinos, cuya fama está envuelta
en el brumazon de los tiempos. He visto á los Ughi, los
Catellini, los Filippi, los Greci, los Ormanni y los Alberi
chi, siendo ilustres ciudadanos en su decadencia; he visto
tambien junto con los de la Senella y los del Arca, á los
Soldanieri, los Ardinghi y los Bostichi, que eran tan gran
"des como antiguos.
«Cerca de la puerta, cargada al presente con una nuevº
felonía de tan gran peso, que pronto hará zozobrar Vuºs"
tra barca, estaban los Ravignani, de los que han descendide
el conde Guido y todos los que tomaron luego el nombre
del gran Bellincione.
a Della Pressa sabia ya como se debe gobernar, y Sº.
, (1) omitimos por oeiosa la esplicaciou de ivdas estas genealogíasñorrºtas.
38 EL PARA SO,

Gatígaio habia dorado en su casa la guarnicion y el pomo


de su espada.
«Grande era ya la columna del Vair (1), é ilustres eran
los Sachetti, los Guiochi, los Sifanti, los Barucci, los Galli
y aquellos que se ruborizan al recuerdo de la medida. (2)
• El tronco de que nacieron los Calfucci era ya grande,
y ya habian sido promovidos á las sillas curules los Siaii y
los Arrigucci.
« Ah Cuán poderosos ví á los que se destruyeron con
su propio orgullo! Brillaban las bolas de oro en todos los
altos hechos de Florencia.
«Tal hacian los padres de aquellos que, cada vez que
está vacante la sede episcopal, engordan asistiendo al con
sistorio. Aquella familia altiva (3), furiosa como un dragon
para el que huye, pero mansa como un cordero para el que
le enseña los dientes ó la bolsa, empezaba ya á surgir, pero
eran sus hombres tan pequeños que no plugo á Ubertino
Donato el que su suegro le hiciese emparentar con ella.
«Ya el Caponsacco habia descendido de Fiesole al mer
cado, y eran ya buenos ciudadanos Giuda é Infangato.
«Te diré una cosa increible y cierta; se entraba en el
pequeño recinto que formaba la ciudad por la pequeña
puerta que debia su nombre á la casa de la Péra.
«Cada uno de los que llevan las hermosas insignias del
gran baron (4) cuyo nombre y gloria se avivan en la fiesta
de Tomás, recibió sus órdenes de caballería y sus privile
gios, por mas que figurase en el partido del pueblo, aquel
que circuye sus blasones con un bordado de oro.
«Ya existian los Gualterotti y los Importuni, y seria aun
mayor la calma del Borgo, sino hubiesen hallado nuevos
VeC11OS,

(1) Escudo de los Billi.


(2) Los Chiaramontió los Tosingti, que habian alterado la medida del
gran0,
3) L0s Adiriam
1) Hugo, marqués de Toscana.
LA DIVINA COMIEDIAs 349

«La casa de que procedieron vuestros dolores, por la justa


cólera que os ha destruido y puesto fin á vuestra vida di
chosa, habia llegado con todos los suyos á los mas altos
honores. ¡Oh Buondelmonte Cuán mal hiciste en eviter
su union (1), cediendo á las instigaciones de otrol
«Muchos tristes estarian alegres, si Dios hubiese heche
don de tu cuerpo á Ema, cuando fuiste á la ciudad por vez
primera. Preciso era, empero, que Florencia sacrificase
una víctima sobre aquella piedra rota que está guardando
el puente, ya que acababa de desaparecer la paz.
«Con todas estas familias y otras muchas, he visto á Flo
rencia en tan profunda calma, que no tenia para llorar
ningun motivo; con aquellas familias he visto á su pueblo
tan glorioso y justo, que nunca la flor de lis que forma la
punta de la lanza se habia visto boca abajo ni enrojecida
por la civil discordia.»

CANTO XVII.

Cacciaguida recuerda á Dante las desgracias que le fueron vaticinadas


en el Infierno y en el Purgatorio.—A su vez predice al poeta su
destierro de Florencia, y el asilo que hallará entre los señores de
lla Scala.-Finalmente, le exhorta á escribir todo cuanto ha vis
to en su viaje, -

Como el que se dirigió á Climene para enterarse de lo


que habia oido contra él, y cuya imprudencia es aun la
causa de que los padres sean menos confiados respecto de
sus hijos (2) me quedé yo y tal parecí á Beatriz y á la luz
santa (3)que por mi cambiara antes de puesto.
(1) Y dar su mano á una Donati, de lo que procedieron las primeras que
rellas entre güelfos y gibelinos.
(2) Faetonte pidió á Climetie le dijese si era verdaderamente hijo de Apo
lo.-Era además tan imprudente y conducia tan mal el carro de su padre,
que informados los demás padres han sido desde entonces menos confiados
para con sus hijos.
(3) Caccia guida.
350 EL PA RAISO,

Por lo que entonces la Dama: «Exhala el ardor de tu de


seo, me dijo, á fin de que se vea bien impreso su sello in
terior; no porque tus palabras nos hagan conocerte mejor, ,
sino para que te atrevas árevelar tu sed y pueda otro ofre
certe la bebida que debe calmarla. º
«¡Oh tallo mio querido! Es tal la altura á que te elevas,
que asi como ven los espíritus terrestres que no hay trián
gulo capaz de contener dos ángulos obtusos, ves tú las co
sas contingentes antes de que sean, con solo mirar el punto
en que todos los tiempos son presentes.
«Mientras que bajo la direccion de Virgilio, estaba en el
monte do se estaban curando las almas y mientras descen
dia al mundo de los muertos, se me dijeron cosas tan gra-,
ves sobre mi vida futura, que aunque me considere ser un,
tetrágono contra los golpes del porvenir, quisiera saber cual
es la suerte que me está reservada, porque siempre es mas
lenta la flecha prevista.» -

Esto dije á la luz que antes me hablára para revelarla mi


deseo conforme lo exigió Beatriz. Y en vez de aquellas am
bigüedades en que se enviscaban los pueblos locos (1) antes
de que fuese inmolado el Cordero de Dios que redime los
pecados, me contestó en latin correcto y palabras claras
aquel amor paterno contenido en su luz que se me mani
festaba sonriéndome. -

« Las cosas contigentes que no se extienden hasta mas allá


de los límites de vuestra materia, están todas figuradas bajo
la mirada eterna; sin embargo, la necesidad solo depende
de la mirada de aquel que ve al buque descender por la
corriente.
« De ahí el que llega á mi vista el tiempo que para tí se
acerca, como llega á los oidos el armonioso acento del ór
gano.
«Hipólito partió de Atenas por la crueldad y perfidía de
su suegra, como partirás tú de Florencia. Eso es lo que se
quiere, eso es lo que ya se pide, y eso lo que no tardará en
(1) Los oráculos de las sibilas.
LA DIVINA COMEDIAe 351
hacerse por aquellos que se ocupan en ello, allí donde todos
los dias se trafica en el mismo Cristo. -

«El crímen será patrimonio del partido vencido, como


de costumbre; pero la venganza divina vendrá á atestiguar
la verdad, esa dispensadora de todas las venganzas.
«Te verás obligado á separarte de todos los objetos mas
amados; este es el primer dardo que arroja el arco del des
tierro; esperimentarás lo salado que es el pan ageno y lo
mucho que cansa el subir y bajar por la escalera de otro.
Pero lo que áun mas ha de pesar sobre tus hombros, será la
estúpida y mala compañía con que te dirigirás al valle; por
que ingrata, impia y locá se declarará contra tí, si bien
poco tiempo despues se avergonzará de ello.
«Su conducta será la mejor prueba de su bestialidad, de
modo que será honroso para tí el haberte formado tu solo
un partido. Tu primer amparo y tu primer asilo serán debi
dos á la cortesía del gran Lombardo que lleva sobre su es
cala el ave santa. (1)
« Fijará en tí tan benévola mirada, que entre vosotros
dos el favor y la súplica será primero el que entre los de
mas acostumbra á ser último. Cerca de él verás á aquel
que al nacer recibió una fuerza tal de aquella estrella que
llegarán á ser grandes todas sus acciones. (2)
«Todavía los pueblos no han tenido ocasion de notarlo,
á causa de su corta edad, puesto que solo nueve años que
giran estas esferas en torno suyo. Pero antes de que el gas
con (3) engañe al grande Enrique (4), empezará á brillar
ya la llama de su virtud en su desprecio al oro y las fatigas.
A tal punto llegará su magnanimidad, que ni aun sus ene
migos enmudecerán respecto de ello.
«Cuenta con él y con sus beneficios; por él muchos hombres
serán transformados y los ricos y los pobres cambiarán de
(1) Los comentadores no están de acuerdo acerca de este gran lombardo.
(2) Can el Grande, nacido bajo la influencia de Marte.
(8) El papa Clemente V.
(*) El emperador Enrique VII, muerto en 1313.
389 EL PARAISOe

condicion. A nadie reveles las predicciones que sobre él


acabo de hacerte, pero procura grabarlas en tu memoria.»
Díjome aun otras muchas cosas que parecerán increibles
aun á los mismos que las vean.
Luego añadió: «Hé aquí las causas, hijo mio, de lo que te
fué dicho; hé aquí los lazos que se te ocultan detrás de
pocos años.
«Quiero empero que tus vecinos no te exciten la envidia,
porque tu vida será mas larga que el plazo fijado para el
castigo de su perfidia. »
Cuando el alma santa demostró callándose, haber dado
fin á la trama de que necesitaba la tela que para su urdim
bre yo le presentára, empecé á fluctuar como el que desea
aconsejarse de una persona capaz de ver y amar con recti
tud y afecto.
«Bien veo padre mio que el tiempo espolea su corcel hácia
mí para asestarme uno de aquellos golpes tanto mas grave
cuanto mas fácilmente á ellos se cede, asi pues bueno será
armarme de prevision á fin de que si se me arrebata el sitio
ó punto que mas amo, no pierda todos los demas pará mis
versos.
«Allí abajo en el mundo eternamente amargo, y en la
hermosa cumbre de la montaña de donde me sacaron los ojos
de mi Dama para llevarme al cielo, he sabido tales cosas,
que el referirlas seria quizás para muchos sobrado duro. Pe
ro si soy un amigo tímido de la verdad, me expongo á con
fundir mi vida con la de los que darán al tiempo presente
el nombre de antiguo.»
La luz en que sonreia el tesoro contenido para mi en
aquella esfera, empezó por brillar como un espejo de oro.á
los rayos del sol y me respondió de esta manera:
«Solo una conciencia empañada por su propia vergüenza,
ó por la de otro encontrará violento tu lenguaje. Asi que
no incurras en mentira alguna, antes hien manifiestatu vi
sion, dejando al sarnoso el cuidado de rascarse donde mas
le pique. Si por de pronto tu palabra es ingrata al paladar,
LA DIVINA COMEDIAs 353
dejará en cambio un alimento vivificador cuando esté di

«Tu grito será como el viento, que azotá con preferencia


las mas altas cumbres; lo que será sumamente honroso. Por
esto únicamente te han sido presentadas en estas esferas
en el monte y en el valle de dolor, almas de reconocida
fama; porque el espíritu del que escucha no fija ni su aten
cion ni su fé en ejemplos de oscuro y desconocido orígen, ni
en acciones apenas visibles.» .

CANTO XVIII.

Cacciaguida designa al poeta varios de los Espiritus que componian


la Cruz de Marte.- Luego Dante, guiado aun por Beatriz, sube al
planeta de Júpiter, ó sea el sexto cielo. — Vé á las almas de los
Santos formando una grande Aguila; son los que en la tierra su
pieron administrar justicia.
Ya aquel espíritu bienaventurado se regocijaba en sus
"palabras, mientras que yo saboreaba tambien mis reflec
ciones, temperando lo dulce con lo amargo, cuando aquella
muger que me conducia á Dios dijo: «Cambia de idea, y
piensa que estoy cerca de aquel que nos libra del peso de
todas las faltas. »
Volvíme hácia la tierna voz de la que me conforta, y
renuncio á pintar aquí el amor que entonces ví en sus
santos ojos, no solo porque desconfio de mis palabras,
sino tambien á causa de la debilidad de mi espíritu, que
mal puede repetir lo que está fuera de su alcance, si otros
no le sirven de guia.
Solo puedo asegurar que al contemplarla, quedó mi
amor libre de todo deseo. Mientras que el placer eterno
que irradíaba en Beatriz y su hermoso rostro, me hacia
feliz con su aspecto inspirado, penetrándome ella con la
luz de una sonrisa, me dijo: , , , ,, º

«Vuélvete y escúchame, porque no está el Paraiso só


lamente en mis ojos.»
23
354 EL PARAISOe

Así como en la fisonomía se vé á veces la pasion vehe


mente que domina al alma, ví yo en las chispas del res
plandor santo, hácia el cual me volvia, el deseo de con
tinuar algo mas nuestra plática.
Y en efecto repuso: « En esa quinta rama del árbol que
se vivifica por la copa, dando siempre fruto sin perder
nunca sus hojas (1), hay espíritus dichosos que antes de
venir al cielo gozaron allí abajo de tan gran celebridad,
que no hay musa que no enriquecieran sus acciones.
Mira pues los brazos de la cruz, y los que te nombre
ahora, harán lo que en la nube su rápido fuego.»
Ví pasar sobre la cruz un resplandor con el nombre de
Josué, apenas fué nombrado, sin que su nombre me fue e
conocido antes de su paso.
Y al nombre del gran Macabeo ví moverse una luz dando
vueltas; la alegría era el látigo de aquel peon celeste.
A los nombres de Carlomagno y Rolando mi mirada si
guió atenta á dos luces, como sigue la del cazador al hal
con en su vuelo.
Luego pasaron á mi vista sobre aquella cruz Guillermo
y Ricardo, y el duque Godofredo (2) y Roberto Guiscardo.
La luz que antes me hablára se movió tambien, y con
fundiéndose con los demás, me mostró lo artista que era
entre los cantores del cielo.
Volvíme hácia el lado izquierdo para que Beatriz me
indicára con el gesto ó la mirada lo que debia hacer, y ví
que eran sus ojos tan puros, tan alegres y tan hermoso su
rostro, que sobrepujaba en belleza á todos los demás, y
hasta á la misma hermosura que poco antes yo admirára
en ella.
Y así como con placer creciente ve el hombre inclinado
al bien, que va adelantando cada dia en la virtud, noté
tambien yo que mi ascension circular describia en el cielo
(1) Esto es el planeta Marte, quinto círculo del Paraíso.
(2) Godofredo, duque de Lorena, que conquistó Jerusalen.-Guiscardo
duque de Normandia, conquistador de Sicilia.
LA DIVINA COMEDIAe 35
un arco mayor, al ver á Beatriz, aquel portento de her
mosura, cada vez mas resplandeciente.
Cual desaparece el rubor de la blanca mejilla de una mu
jer que ha perdido la vergüenza, reconocieron mis ojos,
al volverme, en la templada blancura del sexto planeta
(1), que acababa de recibirme este en su seno, y que el
amor que moraba en aquel faro de Júpiter, presentaba á
mis ojos nuestro alfabeto entre sus rayos.
Las aves que se elevan sobre un rio y que al divisar su
pasto forman rápidas una línea tan pronto curva como
recta, no pueden ser comparadas por su velocidad con las
santas criaturas que cantaban volando entre la luz, for
mando tan pronto una D, tan pronto una I, tan pronto
una L.
Primeramente se movian á compás mientras cantaban;
y luego de haber formado uno de aquellos caractéres, se
paraban y enmudecian.
¡Oh musa compañera de Pegaso, que cantas y eternizas
los espíritus, y haces inmortales como tú las ciudades y los
reinos, ilumíname para que pueda revelar aquellos rostros,
tales como los conocí, y haz que se noten tu fuerza y tu
poder en estos pocos versos
Las luces formaron por cinco veces siete vocales y con
sonantes; y fuí notando aquellos caractéres por su órden
ó segun el modo con que me eran presentados.
DILIGITE JUSTITIAM : hé aquí el primer verbo y el pri
mer nombre de toda la composicion; QUI JUDICATIs TERRAM:
hé aquí los últimos. Al formar la M de la última palabra
estaban aquellas luces dispuestas de modo, que Júpiter
parecia ser de plata y de oro.
Entonces ví descenderá otros resplandores sobre la parte
superior de la M, donde se paraban cantando: creo en el
bien que hácia él les atrae. -

Y así como del choque de dos ardientes tizones brotan


innumerables chispas, consideradas por los necios como
( ) El planeta Júpiter,
356 EL PARAISO.

otros tantos augurios, así entonces mas de mil resplando


res parecieron elevarse y subir, unas muy alto, otras no
tanto, segun las distrubuyera el sol que las ilumina. Cuan
do cada una de ellas estuvo en su puesto, ví que for
maban la cabeza y el cuello de un águila.
Nadie guia al que ha pintado esto, pero él mismo se
guia, y de él procede aquella virtud que dá la forma á los
nidos. Los demás bienaventurados, que al principio pare
cian contentarse con formar sobre la M una corona de lís,
hicieron despues un movimiento casi imperceptible y quedó
terminada la forma del águila.
Oh dulce estrella Cuántas hermosas joyas me mos
traron que vuestra justicia es efecto del cielo, de que eres
un diamante !
Por esto pido á la inteligencia, principio de tu movi
miento y de tu fuerza, que note de donde sale el humo que
oscurece tus rayos, á fin de que se irrite de nuevo contra
los compradores y vendedores del templo que fué cimen
tado por los milagros y la sangre de los mártires.
¡Oh milicia del cielo que estoy contemplando, adora á
Dios por los que hay en la tierra, todos extraviados á cau
sa del mal ejemplo !
Habia antes la costumbre de hacer la guerra con la es
pada; pero ahora se hace quitando aquí y allá el pan que
el padre compasivo dá siempre á sus hijos.
Pero tú, que solo escribes para borrar (1), piensa que
Pedro y Pablo que murieron por la viña que tú tanto des
cuidas, viven todavia. Puedes exclamar con verdad : Fijo
tanto mis deseos en el que quiso morir solitario (2) y fué
arrastrado al martirio, que no conozco ni al Pescador ni á
Pablo.

(1) Bonifacio VIll, al que acusa de lanzar entredichos solo por procu
rarse dinero al levantarlos.
(2) Esto es en los florines que tenian la efigie de S. Juan Bautista.
LA DIVINA COMEDIAe 357.

CANTO XIX.

Sátira contra la avaricia y las simonias de su tiempo.— Dante inter


roga á las Almas que forman el Aguila celeste, sobre si puede sal
varse ó no el que no haya conocido y practicado la fé cristiana.
Tenia ante mí con las alas abiertas á la hermosa imá
gen que con su dulce éxtasis aumentaba la dicha de las
almas reunidas. Cada una de ellas parecia un pequeño rubí
que reflejaba en mis ojos, herido por los rayos del sol mas
brillante.
Lo que debo pintar aquí, no lo ha cantado voz alguna,
ni ha sido escrito, ni siquiera concebido; porque ví y hasta
sí al pico hablar y decir en su propia voz: yo y mio, cuan
do en su pensamiento no tenía: nos y nuestro.
Y luego empezó de esta manera: «Por haber sido justo
y piadoso, se me ha elevado á esta gloria que no puede ser
vencida por ningun deseo.
« Es en la tierra tan digna mi memoria, que hasta las
gentes perversas la recomiendan, por mas que no sigan su
ejemplo.»
Así como es uno solo el calor qne producen diferentes
tizones, una sola era tambien la voz que salia de aquella,
á pesar de formarla diferentes amores.
A mi vez contesté: « Oh flores perpétuas del eterno goce,
que como un solo aroma me enviais todos vuestros perfu
mes, calmad, exhalándeos, el rigor del grande ayuno que
tanta hambre me ha hecho sentir allá en la tierra, donde
no habia para mí alimento alguno.
« Bien sé que si la justicia divina es un espejo para otra
esfera, deja de verla la vuestra á través de un velo; vos
otros sabeis cuán atento la escucho; vosotros sabeis la duda
que es para mí tan antiguo ayuno.»
Cual haleen que al verse libre de su capirota, agita la
cabeza y las alas y muestra sus dèseos pavoneándose, ví
yo agitarse el águila formada de Alahanzas de la gracia di
358 EL PARAIS0,

vina, y cuyos cantos solo comprenden los que pueden go


zar de ellos en lo alto.
Despues repuso: «El que volvió su compás hácia el con
fin del mundo, y que encerró en el vacío tantas cosas pa
tentes y ocultas, no podia dejar en todo el universo una
prueba tan grande de su poder que su Verbo no la supe
rase en mucho; la que nos demuestra que el primer orgu
lloso, á pesar de ser la mas alta de todas las criaturas,
cayó antes de alcanzar la madurez que dá la gracia, por
no haber aguardado á la luz.
« De ahí se sigue que toda criatura inferior á aquella,
es un receptáculo harto estrecho para contener un bien sin
fin y que solo puede medirse á sí mismo: así pues, nuestra
vista (que solo es uno de los rayos del espíritu que lo inun.
da todo), no puede por su naturaleza ser tan poderosa,
que vea su principio en los verdaderos límites.
« La vista concedida á vuestro mundo penetra en la jus
ticia eterna como el ojo en el interior del mar, el cital por
mas que vea el fondo cerca de la orila, en alta mar deja
de verle; y sin embargo, el fondo existe, pero la profun
didad le oculta.
« No puede haber luz que no proceda de este sítio sereno
que nunca se anubla; fuera de él solo hay tinieblas y las
sombras de la carne ô su veneno.
« Bastante ya te he descorrido el velo que te ocultaba á
la justicia viva, y acerca de la cual te hacias tantas pre
guntas, y decias: El hombre que nace en el Indostan,
donde nadie habla del Cristo, ni se lee ni se escribe acerca
de él, con tal que sus acciones y deseos sean buenos y se
funden en la sana razon, la vida y los actos de aquel hom
bre serán intachables; y aun que muera sin el bautismo y
sin fé, ¿qué justicia podrá condenarlo? ¿Qué culpa ten
drá en no creer?
« Sin embargo, ¿quién eres tú que pretendes formar
parte de aquel tribunal para juzgar á mil millas, cuando
tu vista no alcanza mas que á la distancia de un palmo?
LA DIVINA COMEDIA, 359

«En verdad habria para asombrarse y dudar el que fuese


sútil como yo, á no brillar en vosotros la escritura.
«¡Oh animales terrestres, ó espíritus menguados. La volun
tad primera, buena en sí misma, nunca se ha separado de
sí misma que es el bien supremo.
«Solo es justo aquello que le está conforme; no hay bien
creado que pueda atraerla; ella, en cambio, produce
aquel bien con sus rayos.»
Cual cigüeña que se revuelve en su nido despues de
haber alimentado á sus pequeñuelos, y como el de entre
estos que satisfecho la míra, hizo (y yo levanté los ojos)
la imágen bendita que movia sus alas agitadas por tantos
espíritus. -

M tras se estaban agitando, cantaba y decia: «Mis no


tas an inc(mprensibles para tí, como lo es para voso
tros s mortales la justicia eterna. »
Aquellos brillantes ardores del Espíritu Santo, conti
nuaro aun descansando en el signo (1) que hizo á los ro
manos tan temibles en el mundo todo; continuando así el
águila,
«Nunca subió á este reino el que no creyó en el Cristo,
antes ó despues de su crucifixion en el leño. Voces hay
que gritan: ¡Cristo, Cristo! que el dia del juicio estarán
menos cerca de él, que alguno que no conoció al CRISTo. (2)
«Y á tales cristianos el etíope les condenará cuando se
separarán los dos colegios, el uno eternamente rico, el
otro para siempre pobre.
«¿Qué podrán decir los persas á vuestros reyes cuando
vean abierto aquel libro en el que están escritas todas las
torpezas de aquellos reyes?
«Allí, entre los hechos de Alberto se verá á aquel que
pronto lanzará el águila bajo la cual el reino de Praga
Ino será ya mas que un desierto.
(1) El águila. —Vid. el Paraiso, canto VI, la historia del águila romana
(2) Non omnis qui dicit Domine, Domíne, intrabil in regnum coelorum
MATH. VIl).
360 EL PARAI80»

«Allí se vera el dolor que excitó en las márgenes del


Sena el que morirá de resultas de una herida causada por
un jabalí (1).
«Alli se verá el insaciable orgullo de los escoceses y de
los ingleses, enloqueciéndoles hasta el punto de no saber
contenerse en sus límites.
«Allí se verán la lujuria y la vida voluptuosa de aquel
rey de España y del de Bohemia (2), que no conoció ni
quiso apreciar el valor.
« Tambien se verá allí, marcada por una I, la bondad
del Cojo de Jerusalen (3), así como lo será por una M el
que estuvo en contra de su bondad.
«Se verán tambien allí la avaricia y villanía de aquel que
posee la isla de Fuego (4), en la que terminó Anquises su
larga carrera. Y para demostrar cuán poco vale, estará su
rótulo en letras truncadas, que contendrán muchas cosas
en un reducido espacio.
«Y en cada cual aparecerán las bajezas del tio y del her
mano, que han envilecido una nacion tan brava y dos co
ronas. Allí serán conocidos el rey de Portugal y el de No
ruega , y el de Rascio que alteró los ángulos de Venecia.
« Dichosa será Hungría si no se deja maltratar por mas
tiempo Dichosa será Navarra si se ampara en los montes
que la cercan
«Y crean todos que claman ya por la hora de aquella ven
ganza Nicosia y Famagusta, y se lamentan y gritan á causa
de la bestia que las rige (5), bestia que no se aleja de las
huellas de los demás brutos.»

(1) Felipe el Bermoso.


(2) Alfonso y Vencesla0.
(3) Cárlos, rey de la Pulla y de Jerusalea
(4) Federico, rey de Sicilia.
(5) Dos ciudades del reino de Chipre, sometidas áEnrique II.

- -
LA DIVINA COMEDIA. 361
CANTO XX.

Sitira contra las injusticias y los crímenes de varios príncipes cris


tianos. - El poeta apercibe en el Aguila celeste las Almas de di
ferentes reyes que practicaron la justicia y la virtud. — Como se
asombre de hallar en el cielo á dos personajes que no profesaron
la fé cristiana, el Aguila le explica como fueron salvados aquellos
espíritus.

Cuando el que ilumina al mundo todo desciende de nues


tro hemisferio, y se extingue el dia en todas partes, el cielo,
iluminado antes por él solo, aparece sembrado de luces,
entre las que solo resplandece una.
Y aquel estado del cielo me vino á la mente, cuando el
signo del mundo y de sus gefes volvió á cerrar su bendito
pico; porque brillando mucho mas aquellos vivos resplan
dores, empezaron de nuevo algunos cantos que se han
borrado ya de mi memoria. ¡Oh dulce amor que siempre
sonries, cuán ardiente me parecias en medio de aquellos
resplandores que solo respiran santas ideas !
Despues que aquellas preciosas y brillantes joyas, de que
ví la luz santa adornada, cesaron en sus cánticos angélicos,
parecióme oir el mugido de un rio que limpido descienda
entre rocas, mostrando el caudal de su curso.
Y así como toma forma el sonido al mas leve contacto
de una lira, ó al penetrar el aire en la churumbela, exha
ló un rumor el cuello del águila, como si fuese agugereado.
Aquel rumor pronto se convirtió en voz que saliendo por
su pico en forma de palabras, procuré grabar en mi co
razon, por ser las que con ansia tanto esperaba.
« Esta parte de mí misma que vé, y que en las águilas
mortales puede sostener el resplandor del sol, me dijo,
quiere que ahora se la mire fijamente; porque, de entre
los fuegos que forman mi rostro, los que hacen brillar el
ojo de mi cabeza, son los primeros de todos sus grados.
«El que brilla en el centro de la niña fué el gran cantor;
362 EL PARA1S0.

del Espíritu Santo, que trasportó el arca de ciudad en


ciudad (1); ahora conoce el mérito de su canto, y el efecto
de su voluntad por la recompensa proporcional que ha re
cibido.
«De los cinco que forman el arco de mi ceja, el que está
mas cerca de mi pico, consoló á la viuda cuando murió su
hijo (2); por la experiencia de esta dulce vida y de la vida
opuesta, sabe cuán caro cuesta el no seguir al Cristo.
«Y el que sigue en pos de él en proporcion ascendente
del arco de que hablo, retardó la muerte por medio de
una verdadera penitencia (3), ahora sabe que el arco eter
no no cambia, aunque allí abajo una plegaria ardiente
una la víspera al dia que la sigue.
«El otro (4) que sigue, trasfirió en Bizancio las leyes,
lo que, á pesar de su recta intencion, produjo amargos fru
tos, y se hizo griega para ceder el puesto al Pastor; bien
sabe ahora que el mal que resultó de su buena accion no
le daña, por mas que haya destruido el mundo.
«Aquel que vés en el declive del arco, fué Guillermo,
el cual echó aun de menos aquella tierra que llora en vida
á Cárlos y á Federico (5); ahora sabe cuánto el cielo apre
cia á un rey justo, conforme lo demuestra el resplandor
con que brilla. %

«¿Quién lo creyera allí abajo, en un mundo tan lleno


de errores, que Rifeo, el Troyano, es en este arco el
quinto de los resplandores santos? (6)
«Acerca de la gracia divina sabe ahora él mucho mas de
lo que el mundo pueda ver, por mas que su vista no dis
tinga aun su fondo.»
Como la alondra que se eleva en los aires cantando, y
(1) David.
(2) Trajano.
(3) Ezequías.
(4) Constantino.
(5) Guillermo II, rey de Sicilia, llamado el Bueno.
(6) Cadit et Ripheus, justissimus unus
Qui fult in Teucris, et servantissimus aequi.
(Eneid. lib. 11.)

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LA DIVINA COMEDIA, 363
de repente se calla satisfecha de la última melodía que la
ha saciado enteramente, me pareció la imágen del signo de
la voluntad eterna, á cuyo beneplácito cada cosa vuelve á
ser lo que es.
Y por mas que mi duda apareciese en mí como en el ví
drio el color que ostenta, no me permitió guardar por
mas tiempo silencio:
«¿Cuáles son pues esas cosas?» arrancó de mis labios
la fuerza de su peso, por ver grandes destellos de alegría.
Luego con ojo mas inflamado aun, me contestó el signo
bendito, por no prolongar mas mi asombro:
« Veo que crees esas cosas porque yo las digo, sin cono
cer su causa; de modo que, aunque proferidas, no dejan
de estar menos ocultas; haces como el que aprende por su
nombre y no comprende su creencia, si otro no se la es
plica.
« Regnum calórum cede al impetu de un amor ardiente y
de una esperanza viva que triunfan de la voluntad divina;
no como logra el hombre dominar al hombre; puesto que
solo triunfan porque aquella quiere ser vencida, y vencida,
triunfa por su bondad inmensa.
« Te admira al ver las almas primera y quinta de la ceja
en la region de los ángeles; pero no salieron paganas de
sus cuerpos, como tú crees, y sí cristianas, teniendo fé
viva, la una (1) en los piés que debian sufrir, la otra
(2) en los piés que habian sufrido.
«Una de ellas salió del infierno, del que no se vuelve
nunca con buenas intenciones, y volvió á tomar su cuerpo
en recompensa de una viva esperanza, sí, de una viva espe
ranza que dió tal fuerza á las preces dirigidas á Dios para
resucitarla, que logró inclinar su voluntad suprema.
« El alma gloriosa de que estoy hablando, unida otra vez
á la carne de que no tardó en separarse, creyó en él que
podia asistirla; y creyendo, se abrasó de tal modo en el
(1) Rifeo.
(2) Trajano.

----------
36 EL PARA SOa

fuego de verdadero amor, que despues de su segunda,


muerte fué digna de asistir á esta fiesta.
a La otra por una gracia que mana de una fuente tan
profunda, que nunca el ojo de la criatura pudo penetrar
mas allá de su superficie, estuvo en el mundo dotada de
un espíritu recto; y de gracia en gracia, Dios le abrió los
ojos que supo fijar en nuestra redencion futura, Despues
que creyó en ella, dejó de sufrir ya la infeccion del paga
nismo, y fué el azote de los hombres perversos.
«Aquellas tres mugeres (1) que has visto en la rueda de
recha del car o, le sacaron de pila mas de tres mil años antes
de que se bautizára.
«¡Oh predestinacion, cuán léjos está tu raiz de aquellos
ojos que no vén la gran causa primera
«Y vosotros, mortales, sed circunspectos en vuestros jui
cios, puesto que nosotros que vemos á Dios, no conocemos
aun á todos los escogidos. Y sin embargo, gozamos en nues
tra ignorancia, por consistir nuestra dicha en querer lo que
Dios quiere. »
Tal fué el dulce remedio que me dió la imágen divina
para aclarar mi corta vista.
Y así como un buen tocador de cítara hace seguir á la
voz del cantor la vibracion de la cuerda para que sea ma
yor el encanto, así mientras hablaba aquella santa imágen,
recuerdo haber visto las dos luces bienaventuradas que for
maban sus párpados, agitarse á un mismo tiempo, y acom
pañar con nuevo rayos sus palabras.

4) Las tres virtudes teologales.


1.A DIVINA COMEDIAs 365

CANTO XX.

Desde la esfera de Júpiter sube el poeta á la de Saturno, que es e


séptimo cielo.- Los que se consagraron á la via contemplativa
forman en él una inmensa escala. San Pedro Damian contesta á
todas las preguntas del poeta. — Satiriza la molicie y el lujo del
clero de su siglo. — Esfera de Saturno.

Mis ojos estaban nuevamente fijos en el rostro de mi Da


ma, y con ellos mi alma y todos mis sentidos, por no pen
sar ya en otro objeto; y ella sin embargo no se sonreia.
«Si llegase á sonreirme, al fin me dijo, seria de tí lo que
de Semelé, cuando fué reducida á cenizas; porque mi be
lleza, como has visto, se ilumina á medida que subimos los
grados del palacio eterno, y á no moderarla, llegaria á bri
llar de tal modo que tu fuerza mortal, expuesta á sus rayos,
se pareceria á la hoja que desgarra el trueno.
«Hemos llegado al séptimo esplendor (1) que colocado
bajo el pecho del leon ardiente, difunde ahora con él sus
rayos hácia la tierra, por temperar su ardor.
« Lanza tu espiritu en pos de tus miradas, y haz de tus
ojos dos espejos para la imágen que vá reflejarse en ellos.»
El que supiese cuanto mi vista se saciaba de aquel aspec
to bienaventurado, antes de verme obligado á fijarla en
otro objeto, comprenderia cuán grato me era obedecer á
mi celeste guía, y pasar de una dicha á otra.
En aquel planeta que, al girar en torno del mundo, lle
va el nombre de aquel rey querido bajo cuyo reinado quedó
el mal destruido, vi una escala del color de los que dora el
sol, la cual era tan alta, que no podia mi vista alcanzarla (2).
Vi tambien descender por sus escalones tantos esplendores,
que creí reunidas alli todas las luces que brillan en el cielo.
Y así como las cornejas tienen al romper el dia la cos
(1) saturno, morada de las almas que abrazaron la vida contemplativa
(a) La escala que habia visto Jacob.
366 EL PARAIS0,

tumbre de agitarse juntas para calentar sus alas, antes de


levantar el vuelo y seguir rumbos distintos, así hicieron
aquellos resplandores hasta ocupar cada uno el escalon
respectivo.
El que se quedó mas cerca (1) era tan resplandeciente,
que yo decia para mí: Bien hizo el amor que me anuncias.
Pero aquella de quien yo aguardaba la órden de hablar
ó callarme permanecia inmóvil; por lo que aunque á mí
pesar, me abstenia de hacer pregunta alguna.
Ella, empero, que veia mi silencio en los ojos del que
todo lo vé, me dijo: « Puedes satisfacer tu ardiente deseo.»
Entónces empecé así: « Por mas que mi mérito no sea
digno de tu respuesta, díme, en nombre de la que permite
preguntarte, alma bienaventurada que permaneces oculta
en tu alegria, ¿por qué motivo te acercas tanto á mí? ¿Y
por qué no se oye en esta esfera la dulce sinfonía del Parai
so, que tan devotamente resuena en las inferiores?
«Tu oido es mortal como tu vista, me contestó: aquí no
se canta por la razon misma que á Beatriz no permite son
reir. Si he descendido hasta este punto de la escala santa,
solo ha sido para halagarte con la palabra y con la luz de
que estoy revestida. No creas sea el amor lo que me ha
hecho tan solícita, porque se arde allá arriba en un amor tan
grande como el resplandor te indica.
«Pero la alta caridad que nos convierte en siervas atentas
á la voluntad que gobierna al mundo, nos coloca aquí en
el órden que admiras.»
—Bien veo, lámpara sagrada, la dije, que basta en esta
corte un amor libre para ser siervo de la Providencia eter
na; pero lo que me parece dificil de comprender, es, por
que tú sola, entre tus compañeras, has sido la destinada á
este cargo.
Aun no habia terminado la última palabra, cuando la
luz pareció concentrarse, empezando á girar como una rá
pida muela.
- (1) San Pedro Damian, ermitaño y despues cardenal.
LA DIVINA COMEDIA, 36

Luego el amor contenido en su centro contestó: « La luz


divina se refleja en mí, penetrando por entre la de que es
toy revestido.
«Tanto me eleva su virtud unida á mi vista, que veo hasta
la esencia suprema de que deriva. De allí procede la ale
gría que me inunda, porque la claridad de mi vista iguala
el resplandor de mis rayos. -

«Pero ni el alma que mas brilla en el cielo, ni el serafin


cuya mirada mas ha penetrado en Dios, podrian contestar
á tu pregunta; de tal modo se adelanta lo que tú pides en el
abismo del secreto eterno, que no hay inteligencia creada
que pueda comprenderlo.
« Refiéralo así cuando vuelvas al mundo perecedero, á fin
de que no siga por mas tiempo semejante camino. El espí
ritu que es luz aquí, solo es humo en la tierra; mal podrá
pues allí abajo lo que no puede, aunque el cielo lo eleve.»
De tal modo me cortaron sus palabras, que ya no pensé
en mi duda, limitándome humildemente á preguntarle
quién era.
«Entre las dos riberas de Italia, y no muy lejos de tu
patria (1), hay dos peñas tan altas, que el trueno con fre
cuencia retumba en su base; forman un picacho llamado
Catria, al pié del cual hay una ermita consagrada unicamen -
te al culto de latría. »
Así me contestó el alma por tercera vez, luego conti
nuando, me dijo: « De tal modo me consagré allí al servicio
de Dios, que solo con algunas viandas condimentadas con
el zumo de la oliva, pasaba felizmente el calor y el frio,
dichoso en mis ideas contemplativas.
«Aquel claustro producia en abundancia para esta pare
de los cielos, mientras que ahora está tan vacío, que se i
preciso revelarlo en breve.
« En aquel sitio me llamé Pedro Damian, y fuí Pedro a l
pescador en el convento que hay de Nuestra Señora á orillº
del Adriático,
(1) En el ducado de Urlino.
368 EL PARÁrso.
«Escasa era ya mi vida mortal, cuando fullamado pa
ra obligarme á aceptar el capelo que al trasmitir se va
siempre de mal en peor. -

« Vino Cefas y vino tambien el vaso elegido (1) por el


Espíritu Santo, y ambos estaban flacos, é iban desealzos y
tomaban ó recibian de mano agena el alimento. Los pasto
res modernos, ahora son tan pesados, que quieren se les
acompañe, se les sostenga y hasta que se les levante por
detrás. De tal modo cubren con mantas sus palafrenes, que
van dos bestias bajo una sola piel. (1)¡Oh paciencia que tan,
to toleras !»
A estas últimas palabras, víá varios resplandores bajar
y correr de grada en grada, siendo á cada movimiento que
hacian mas resplandecientes. Cuando estuvieron en torno
del otro espíritu que antes me hablára, se pararon, arrojan
do un grito tal, que no hay estruendo aquí abajo que pueda
comparársele: imposible me fué comprenderle por haberme
anonadado su retumbo.

CANTO XXII.

San Benito refiere al poeta que llevó el nombre de Jesucristo en el


monte Casino. — Desde allí sube Dante con Beatriz hácia el signo
de Géminis ó sea la última esfera.»

Mudo de asombro me volví á mi guia, como el niño que


siempre se ampara adonde encuentra mas apoyo; y ella,
como una madre que de repente acude en ausilio de su hi
jo azorado y pálido, con voz acostumbrada á calmarle, me
dijo:
«¿No sabes que estás en el cielo, que es todo seguridad,
y que cuanto se hace en él procede de un buen celo? ¿Có
mo habrias podido resistir el canto de las luces y mi sonri
sa, si te ha conmovido tanto un solo grito? A haber com
(2) San Pablo.
(1) Dicton florentino.
LA DIVINA COMIEDIA, 369

prendido las preces que contiene, sabrias la venganza que


verás antes de tu muerte.
«Nunca la espada de lo alto hiere ni harto pronto ni tar
de, en concepto del que lo espera con placer ó con temor.
Ahora vuélvete hácia otro lado, y verás á muchos espíritus
ilustres, si sigue tu mirada la direccion que te indico. »
En efecto, miré adonde ella quiso, y ví á cien pequeñas
esferas que se embellecian entre sí con sus mútuos rayos.
Mi situacion fué entonces la del que está animado de un
erdiente deseo y no se atreve á preguntar cosa alguna por
no extralimitarse. Pero la mayor y mas brillante de aque
llos perlas se adelantó despues para satisfacer mi curiosi-,
dad; oyendo luego en su interior. (2)
« Si tú vieses como yo la caridad que arde en nosotros
habrían sido manifestadas tus ideas; pero á fin de que por
tu silencio no llegues demasiado tarde al objeto sublime,
aclararé anticipadamente la idea que mas te preocupa,
«Aquel monte en cuya vertiente esta Casino, fué frecuen
tado en otro tiempo, particularmente en su cumbre, por
hombres extraviados y malos (3), siendo yo el primero en
llevar allí la verdad que aquí tanto nos eleva. De tal modo
brilló en mí la gracia, que arranqué las ciudades de sus al
rededores al culto impío que sedujo al mundo.
«Esos otrosfuegos fueron todos hombres que se dedicaron
á la vida contemplativa, abrasados en aquel ardor que hace
nacer las flores y los frutos santos. Aquí están Macario (4) y
Romualdo; y hay aquí tambien mis hermanos que se en
cerraron en el claustro con un corazon perseverante.»
Y yo á ella: «El afecto con que me hablas y la benevo
lencia que noto en vosotras, me inspiran la misma confianza
que inspira el sol á la rosa cuando se abre para recibirle;
así pues, padre mio, te suplico me digas si será mi gracia
bastante para permitirme contemplar tu rostro.»
(2) Aquel resplandor es San Benito, fundador, que vivió en el siglo v1.
(3) Habia un templo de Apolo.
(4). Hubo dos Macarios. Romualdo fundó la órden de los camaldulenses
en 952.

24
370 EL PARAlS0s

Y él, sobre esto: « Hermano, tus sublimes deseos se cum


plirán allá arriba en la última esfera donde se cumplen to
dos los demás y los mios, y porque todo voto es allí perfecto
y completo: solo allí está toda parte donde fué siempre. No
está aquella esfera en ningun punto que gire entre los po
ios; y nuestra escala va hasta ella, por lo que se oculta á
tu vista.
«El patriarca Jacob vió que su parte superior se dirigia á
lo alto, cuando le pareció tan cargada de ángeles. Pero na
die por subirla separa hoy los piés de la tierra; mi órden ya
solo sirve allí abajo para embadurnar papel.
«Los muros que constituian antes un monasterio, solo
forman ahora una caverna, y son las cogullas sacos de mala
harina. (1)
« Ni aun la mas ciega usura es tan contraria á la volun
tad de Dios, como lo es el fruto de esas riquezas que tanto
halagan el corazon de los monjes. Todo lo que la Iglesia
ahorra pertenece á los que piden en nombre de Dios, y no
á los parientes ni á otros mas infames.
« Es la carne de los mortales tan delicada, que no hay
buena institucion que dure desde el nacimiento de la en
cina hasta la formacion de la bellota.
« Pedro empezó sin oro ni plata (2), yo con la oracion y
el ayuno, y Francisco fundó su órden en la humildad. Si
consideras el orígen ó principio de cada órden y al punto á
que han llegado, verás lo blanco cambiado en negro.
«Seria mas sorprendente el ver corregir este abuso, que
debió serlo el ver retirar las aguas del Jordan y del mar
cuando Dios quiso.»
Terminadas estas palabras, fué el alma á unirse á su co
horte, que se concentró, elevándose como un torbellino.
La dulce Dama (3) me impulsó con un signo á subir tras
ella por aquella escala, tanto su virtud habia vencido mi
1) Feclstis illam speluncam latronum. (MArrh. 22.)
(2) Argentum et aurum, non estmihl. (Act. 3.)
(3) Beatriz.
LA DIVINA COMEDIA 371
naturaleza. Nunca acá en el suelo, donde se sube y baja,
hubo un movimiento tan rápido como lo fué mi vuelo.
Así pudiera, oh lector, alcanzar de nuevo aquel piadoso
triunfo, por el que lloro con frecuencia mis pecados gol
peándome el pecho, como es cierto que no habrias puesto
y apartado el dedo del fuego con mas rapidez que la en que
yo ví y penetré en el signo (4) que sigue el Tauro.
¡Oh gloriosas estrellas! oh luz llena de una gran virtud
de la que reconozco haber recibido mi ingenio, cualquiera
que sea, con vosotros nacia y se ocultaba el padre de toda
vida mortal (5), cuando respiré por vez primera el aire
toscano.
Cuando mas tarde se me concedió la gracia de penetrar
en la elevada via que os hace girar, recorrí vuestra region;
y por vosotras suspira ahora devotamente mi alma, á fin de
adquirir el valor que se necesita en el trance en que se
halla.
« Estás tan cerca de la salvacion verdadera, me dijo Bea
triz, que te es preciso tener los ojos penetrantes; así que,
antes de continuar mira hácia abajo, y verás á cuántos he
puesto bajo tus piés, á fin de que tu corazon se presente
gozoso á esa cohorte triunfante que tan alegre viene por
esta etérea bóveda. »
Dirigí mi vista al través de todas las siete esferas, y víá
nuestro globo de un modo tal, que me hizo sonreir su
triste aspecto; feliz del que le tiene en poca estima y del
que solo piensa en el otro mundo, que es el que en verdad
merece ser llamado hombre de bien.
Vi la hija de Latona (1) inflamada bajo aquella sombra que
me la habia hecho parecer dilatada y densa. Allí resistí el
aspecto de tu hijo, ó Hiperion (2), y ví como giran en tor
no y cerca de él Maya y Dionea. (3)
(4) Penetra en la Octa a esfera, que es la de las estrellas fijas.
(5) El sol.
(1) La luna.
* 2) El sol, hijo dc Hiperion.
(3 Mercurio era hijo de Maya, y Vénus hija de Dionea. Habla Dante de to.
das las esferas que recorrió. #d
372 EL PARAIS0,

Desde allí me pareció que Júpiter estaba temperando á


su padre y á su hijo; desde allí ví claramente sus cambios,
así como tambien la magnitud, la rapidez y la distancia
respectiva de los siete planetas.
Este pequeño punto que tanto nos enorgullece, solo me
hizo el efecto de unos cuantos peñascos salidos del seno del
mar, mirado de entre los eternos Gemelos con los que yo
giraba.
Luego fijé mis ojos en los hermosos ojos. (1)

CANTO XXIII.

El poeta refiere que vió al Cristo brillando como el sol sobre los Bie
naventurados.— Luego vió á la Vírgen María llevando un cordero
que cantaba en voz suave y tierna.

Como el ave que en la oscuridad de la noche se posa en


las ramas mas inmediatas al nido de sus queridos peque
ñuelos, por no perderles de vista y procurarles el alimen
to de que necesitan (penosas obligaciones que la halagan),
y que desde el follaje entreabierto hace ardientes votos por
a salida del sol, mirando fijamente si va á nacer el alba,
así de pié y atenta mi Dama estaba vuelta hácia la region
en que el sol tiene menor celeridad (2); mientras que yo, al
vera en suspenso y curiosa, me semejaba al que poseido
de un ardiente deseo, se calma esperando.
Corto, empero, fué el intérvalo que medió entre los dos
instantes, esto es: el de mi espera y el de ver que el ciele
iba resplandeciendo mas y mas. Beatriz entonces me dijo:
• Hé aquilas legiones triunfantes del Cristo y todo el
fruto recogido por el movimiento de estas esferas.»
Su rostro me pareció enteramente inflamado; brotaban
de sus ojos torrentes de alegría que renuncio á explicar.
(1) Beatriz.
l2) El Mediodía.
LA DIVINA COMEDIAs 373
Tal como sonrie Febo entre las ninfas eternas (1) que
iluminan el cielo en todas sus partes, tal ví yo sobre mi
llares de resplandores un sol, que como el nuestro, los in
flamaba con sus rayos celestes. Y al través de su viva luz
se me presentaba tan clara la brillante sustancia, que no
podian mis ojos soportarla.
«¡Oh Beatriz, dulce y querida guia!» Contestóme ella:
« Lo que te anonada es una virtud á la que nada resiste,
Allí hay la sabiduría y el poder que entre el cielo y la tier
ra abrieron las vias, que han sido objeto de tantos de
SeOS, ))

Como el fuego que rasgando la nube se dilata hasta el


punto de que no pueda esta contenerle, y contra su natu
raleza, se lanza hácia abajo, se desbordó mi espíritu, entre
tantas maravillas, sin que pueda recordar lo que fué de él.
«¡Abre los ojos y mira lo que soy ! Cosas has visto que
te han hecho capaz de soportar mi sonrisa. »
Estaba yo como el que se acuerda de una vision olvida
da, y que en vano intenta atraerla á su espíritu, cuando
oí aquel ofrecimiento tan digno de ser aceptado, y que no
será jamás borrado del libro en que se consigna lo pasado.
Aun cuando todas aquellas lenguas que Polimnia y sus
hermanas amamantaron con su mejor leche, resonasen aho
ra en mi ausilio, me seria de todo punto imposibie cantar
aquella sonrisa inefable y el puro resplandor que daba á
aquel santo rostro. Así que, para representar el Paraiso,
debe el poema sagrado saltar como el hombre que de re
pente ve cortado su camino.
«El que considere el peso del asunto y el hombro mor
tal que carga con él, de seguro no tachará al hombro aun
que tiemble debajo. No es rumbo para una barquilla y un
timido nauclero el que sigue mi atrevida proa.
«¿Cómo es que mi rostro te hechiza tanto que no te vuel
ves siquiera hácia el hermoso jardin que florece bajo los
rayos del Cristo?
(1) Las ninfas, esto es, las estrellas.
374 EL PARAIS0.

«Allí está la rosa (1) en que el Verbo divino se hizo car


ne, y allí están los lirios (2) cuyo aroma indica el buen ca
mino.»
Así me habló Beatriz, y yo, que solo deseaba seguir
sus consejos, puse nuevamente á prueba mis débiles par
pados.
Cual antes mis ojos rodeados de sombras vieron un pra
do florido, merced á un rayo de sol que atravesaba la des
garrada nube, así ví entonces una multitud de resplando
res iluminados en lo alto por ardientes rayos, sin ver el
principio de su luz.
¡Oh virtud benigna (3) que les iluminas de aquel modo,
cómo te elevaste para dejar libre el puesto á mis ojos harto
débiles para contemplarte l
El nombre de la hermosa flor (4) que invoco cada maña
na y cada noche, contuvo á mi espíritu de mirar el mayor
de aquellos resplandores. (5)
Y cuando mis ojos me hubieron pintado la belleza y la
estension de la estrella viviente, que así triunfa allá arri
ba como triunfa aquí abajo, se desprendió del fondo del
cielo un resplandor (6) que tenia la forma de un círculo ó
corona, y ciñó la estrella girando en su derredor.
La melodía mas dulce y que mas pueda atraer al alma
acá en el suelo, pareceria una nube que desgarra el true
no, comparada con el son de aquella lira que coronaba al
hermoso záfir con que el cielo mas esplendente se azura.
«Soy el amor angélico que gira en torno del gozo subli
me, nacido del vientre que fué la morada de nuestro de
seado; y continuaré girando, reina del cielo, mientras se
guirás á tu hijo y continuarás haciendo con tu presencia
aun mas divina la esfera suprema.»
(1) La Vígen., rosu myslica. - ----

(2) Los Apostoles, Floreve, flores, quasi lilium et dalc 0dorem. (Ecles
capit. ¿s
El Cristo.
4) La Virgen.
(5) La Virgen.
(6) El arcángel Gabriel.
LA DlVINA COMIELDIA. 37.
Al terminar así la melodía circular, tedos los resplan
dores profirieron el nombre de María.
El manto real (1) de todas aquellas esferas del mundo,
aquel manto que se inflama y anima aun mucho mas al
soplo de la influencia de Dios, tenia su borde interior tan
distante, que aunque colocado sobre nosotros, me era im
posible percibir su aspecto. -

Así que, faltó á mis ojos la fuerza necesaria para seguir


la llama coronada que se elevó en pos de su progenitura
divina. Entonces cada uno de aquellos resplandores se ele
vó á su vez; haciendo como el niño que despues de mamar
tiende los brazos á la jóven madre, revelando con aquella
prueba exterior el afecto de que está poseido.
Y despues de haberme dado á conocer tan claramente
la sin igual ternura que profesaban á María, se quedaron
aquellos resplandores en mi presencia, cantando tan dul
cemente Regina caeli, que nunca se borrará de mí aquella
santa melodía.
Ah Cuántos tesoros acumulados en aquellas ricas ar
cas que fueron en el mundo tan buenas para el gran cultivo!
Allí se vive y goza del caudal que llorando fué llevado
al destierro de Babilonia (2) donde se dejó el oro.
Allí se complace en su victoria bajo el alto hijo de Dios
y de María y con el antiguo y el nuevo concilio, el que tie
ne las llaves de la gloria.

CANTO XXIV.

Ceatriz, despues de haber pedido al colegio apostólico que fuese fa


vorable al poeta, suplica á San Pedro que le examine en materias
de Fé.—Hace el gran Apóstol á Dante diferentes preguntas.
«¡Oh compañía escogida en la gran cena del Cordero ben
dito, que os alimenta hasta el punto de que sea vuestra
(1) El primer móvil ó noveno cielo. «

(2) San Pedro con los Santos del Antiguo y Nuevo Teslamento.
376 EL PARAISO

voluntad siempre cumplida Si por la gracia de Dios lle


ga este á probar lo que cae de vuestra mesa antes de que la
muerte le precise el tiempo, acordaos de su ardor inmenso
y templadle un tanto, ya que bebeis en el manantial de
que mana todo cuanto él piensa!»
Así habló Beatriz; y aquellas almas gozosas se convirtie
ron en esferas sobre los polos fijos, brillando vivamente
á la manera de los cometas. Como las ruedas, que en el
mecanismo de los relojes se mueven de modo que a los ojos
del observador parece que la primera es inmóvil y que la
última vuela, giraban aquellos luminosos círculos entre sí,
baciéndome juzgar de la beatitud por la rapidez ó lentitud
de su curso.
A mas de aquella que habia notado ya por su belleza,
ví salir otro resplandor tan dichoso, que no habia otro
alguno que le superase en claridad; y el cual giró tres ve
ces en torno de Beatriz, cantando de un modo tan divino,
que no pudo mi mente retener su canto.
Tampoco podria mi pluma describirle, aunque así no
fuera; porque ni la imaginacion ni la palabra tienen para
ello el colorido necesario.
« Oh mi santa hermana, que te nos diriges tan devota
mente, sabe que con tu ardiente afecto me has hecho des
prender de aquella hermosa esfera.» (1)
Luego de haberse parado aquel fuego bendito, dirigió
hácia mi Dama su soplo, diciéndola lo que antes he dicho.
Y á su vez ella : « ¡Oh resplandor eterno del grande
hombre á quien Nuestro Señor dejó las llaves de esta ma
ravillosa alegría, que él llevó allí abajo; pregunta á este,
como mejor te plazca, sobre los puntos ténues ó graves,
relativos á la fé que te hizo andar sobre las olas !
«Tú sabes muy bien si ama, si espera, si cree, puesto
que tiene la vista allí donde va á reflejarse todo; y ya que
está este reino por ciudadanos de fé sincera, bueno es que
hables de él á este para glorificarle.»
(1) San Pedro que vá á interrogará Dante sobre la Fé.
LA Dl Wl NACOMEDl A. 377

Como el bachiller que sin hablar se previene, mientras


que el profesor propone la cuestion que ha de aprobar, pe
ro no resolver, buscaba yo razones mientras que él habla
ba, á fin de estar ante aquel examinador y para una con
fesion semejante.
« Buen cristiano, esplícate, dime: ¿Qué es la fé?»
Entonces alcé la frente hácia el resplandor del que aca
baba de salir la pregunta. Luego me volví hácia Beatriz, la
cual me hizo un rápido signo para que derramara el agua
de mi manantial interior.
«Que la gracia que me permite confesar con el primer
primipilar (1) haga que sean precisas mis ideas. »
Luego proseguí: «Como lo ha escrito, padre mio, la
pluma verídica de tu hermano querido (2), que hizo contigo
entrará Roma en el buen camino, la fè es la sustancia de
las cosas esperadas y el argumento de las cosas invisibles:
tal me parece su esencia. » (3)
Entonces oí: «Tu sentido es recto si entiendes bien por
que la colocó entre las sustancias y luego entre los argu
mentos.»
Y yo luego : « Las cosas profundas que aquí se me po
nen de manifiesto, están allí abajo de tal modo ocultas á
todos los ojos, que solo existen en la creencia sobre la que
se funda el alta esperanza; hé aquí porque es en vez de
sustancia; y como sin mas luz es preciso argüir sobre esta
creencia, en vez de argumento.»
Nuevamente oí: «Si todo lo que se adquiere allí abajo
por medio de la ciencia fuese tan bien comprendido, el es
píritu de sofisma no tendria allí cabida.»
Tal fué el soplo exhalado por el ardiente amor; luego
añadió: «Gran prueba de ello es la liga y el peso de la mo
neda en que entra aquella. Pero dime: ¿la contiene tu bol

(1) Primipular, gefe de la primera centuria entre los romanos.


(2) San Pablo.
(3). Estfides sperandarum substantia rerum, argumentum non apparentium,
( San Pablo. } .
37S EL PARAISO.

sa?» Y yo: «Si, la tengo tan brillante y completa, que no


tengo duda alguna acerca de su cuño.»
Luego salió del resplandor que allí brillaba lo siguiente:
«Esa preciosa joya en que vuestra virtud se funda ¿de dón
de te proviene?» Y yo: « La abundante lluvia del Espíritu
Santo que ha caido sobre las antiguas y las nuevas pá
ginas, es el silogismo que me ha convencido tan sútil
mente, que toda otra demostracion á su lado me pareceria
OSCUlta, º

Oí entonces de nuevo: «¿Por qué tienes por palabra


divina la antigua y la nueva proposicion que así te han
convencido?»
Y yo: La prueba que me descubre la verdad, se lus
obras subsiguientes por las cuales la naturaleza no calentó
nunca el hierro ni hirió nunca el ayunque. »
A lo que me fué contestado: «Dí, ¿quién te asegura
que aquellas obras fueron lo que se quiere probar ? Nadie
te lo jura.
— Si el mundo se convirtió al cristianismo sin que se
obraran milagros, digo, aquello solo fué un milagro tal,
que centuplica en portento á todos los demás.
«Porque tú entraste pobre y en ayunas en el campo para
sembrar la buena planta que antes fué viña y que ahora se
ha convertido en zarza. »
Terminadas estas palabras, la corte sublime y santa en
tomó en las esferas: «Alabemos á un solo Dios en la melo
día que se canta en lo aito.»
Y aquel varon (1) que, al examinarme, me habia atrai
do tan bien de rama en rama, que nos acercábamos ya á
las últimas hojas, volvió á empezar de esta manera: « La
gracia que galantea á tu espíritu, te ha abierto la boca has
ta el punto que debia esta abrirse, por manera que aprue
bo lo que ha salido de ella. Preciso es, empero, ahora es
plicar lo que crees y cómo ha podido ello ofrecerse á tu
CTeen Cl3. Nº

(1) San Pedro.

"*
LA DIVINA COMEDIA. 379
Oh santo padre, ó espíritu que ves lo que creiste tan fir
memente, que venciste el sepulcro, despues de haberle
salvado otra planta mas jóven (1), dije, quieres que mani
fieste aquí la fórmula de mi viva creencia, y me pre
guntas tambien la causa. A lo que respondo: Creo en un
Dios solo y eterno que, sin ser movido, mueve todo el cie
lo por medio del amor y del deseo; y tengo en apoyo de
esta creencia no solamente pruebas físicas y metafísicas, si
no que me dan tambien otras, la verdad que llovió de aquí
para Moisés, los profetas, los salmos, el Evangelio y todos
vosotros los que escribísteís, despues de haberos santificado
el ardiente Espíritu.
Creo además en tres personas eternas, y creo en ellas
una esencia, de tal modo una y de tal modo triple, que
admiten á la vez sunt y est.
La misteriosa naturaleza divina de que trato ahora, ha
sido grabada varias veces en mi espíritu por la doctrina
evangélica: tal es el principio, tal la chispa que se convier
te en llama, y que centellea en mí como una estrella en el
cielo.
Como dueño que al recibir de su siervo grata nueva,
abraza con efusion á este despues de habérsela dado, me
circuyó el resplandor apostólico que me mandó hablar, al
callarme, despues de haberme bendecido y cantado tres
veces, en tanto le habian complacido mis palabras.

CANTO XXV.

Oidas sus respüestas, el Santo aprueba la creencia del poeta. — El


apóstol Santiago le examina acerca de la Esperanza, haciéndole
tres preguntas.—Beatriz contesta á la primera y Dante á las otras
dos.—Luego San Juan Evangelista participa al poeta que su
cuerpo mortal ha quedado en la tierra.
Si el poema sagrado, en el que tanta parte han tenido el
(1) San Pedro entró en el sepulcro antes que San Juan, á pesar de haber
legado éste el primero.
380 EL PARA1S0.

cielo y la tierra, lo que me ha hecho enflaquecer por espa


cio de algunos años, (i) llega á triunfar un dia de la crueldad
que me tiene apartado del hermoso aprisco (2) en que dor
mia corderillo, enemigo de los lobos que le hacen la guerra,
aunque poeta de distinta voz y cabellera, iré á tomar en
tonces la corona sobre la pila en que fuí bautizado; porque
allí entré en la fé que da á conocer las almas á Dios, y por
la cual Pedro entonces circundó mi frente. (3)
Luego se adelantó hácia nosotros un resplandor que per
tenecia á la misma cohorte de que salió el primero de los
vicarios que dejó el Cristo en la tierra; diciéndome al pro
pio tiempo mi Dama irradiando de dicha: «¡Mira, mira!
Hé aquí el varon, por el cual se va allí abajo peregrinando
a Galicia. » (4)
Cual dos palomas que al juntarse se arrullan entre sí, ví
yo á aquellos grandes y gloriosos príncipes acojerse uno á
otro (5) alabando el alimento que los sacia en lo alto. Ter
minado aquel dulce cumplido, cada uno de ellos en silen
cio coram me se paró, siendo tan radiante, que deslumbraba
mi vista.
Entonces Beatriz sonriendo, dijo: «¡Alma ilustre que
has descrito la alegría de nuestra basílica, haz resonar la
esperanza en esta region. Bien sabes haberla figurado tan
tas veces como Jesus se presentó en todo su esplendor á los
tres discípulos.
— Levanta la cabeza y tranquilízate, porque es preciso
que el que venga aquí del mundo mortal madure al calor
de nuestros rayos. »
Tales fueron las palabras del segundo resplandor. (6)
Entonces levanté los ojos hácia aquellos montes (7) que me
los habian hecho inclinar con su inmenso peso.
(1) a Ut dignus venias hederis et imagine macra. » (JUVENAL. )
(2) Florencia.
3) Al final del canto anterior.
() Santiago, el cual va á interrogar á Dante sobre la Esperanza.
(5) San Pedro v Santiago.
(6 Santiago, simbolo de la Esperanza.
(7, San Pedro y Santiag0 : « LevaVi ocul0s me0s in m0ntes unde venie
auxillum mihl. » ( Ps. 120.)
LA DIVINA COMEDIA. 38
«Puesto que nuestro emperador (1) te dispensa la gracia
de dejarte penetrar antes de la muerte en la parte mas se
creta de su palacio con sus condes, á fin de que habiendo
visto lo verdadero de este palacio, fomentes en tí y en los
demás allí abajo la esperanza que ha de procurar su pose
sion eterna, y digas lo que es, como florece en tu espíritu
y de donde te proviene.» Así habló el segundo resplandor.
La mujer piadosa que habia guiado las plumas de mis
alas hasta tan alto vuelo, dispuso que fuese esta mi res
puesta.
«No tiene la Iglesia militante otro hijo que mas espere,
como está escrito en el sol que irradia sobre nuestra multi
tud; por esto le ha sido permitido venir de Egipto para ver
Jerusalen, antes de estar libre del servicio.
Acerca de los otros dos puntos por tí indicados, no por
que los sepa, sino para que te repita cuanto te es aquella
virtud querida, los dejo á su cargo, porque no le serán di
fíciles ni objetos de jactancia, permítale la gracia de Dios
contestará ellos »
Como el discípulo que con prontitud y gusto contesta
al maestro acerca de las preguntas que sabe, á fin de reve
lar su mérito, yo dije: « La esperanza es la espera cierta de
la gloria futura, producida por la gracia divina y por los
méritos anteriores: (2) he aqui la luz que proviene en mí
de las estrellas, siendo el primero que la derramó en mi
corazon el cantor soberano, (3) del soberano Maestro.
«Que esperen en tí, dijo en su canto, los que saben tu
nombre; y, ¿quién que tenga mi fé no lo sabe? De tal mo
do tu epístola me inundó con su onda, que estoy lleno de
ella, y hasta la hago refluir sobre otro.»
Mientras yo hablaba, ví en el seno vivo de aquel incen
dio oscilar una llama continua y rápida como el rayo, y la
cual despues me dijo: «El amor en que ardo todavía po
(1 Dios.
(2) Et spes certa expectatio futurae beatitudinis veniens ex Dei gratia e
meritis praecedentibus. (PEDRo L0MBARD0.)
(3) David: Sperent in te qui noverunt nomen tuum. (Ps. 9.)
382 zL PARAIso.
la virtud que me siguió hasta el martirio, y hasta salir del
campo de batalla, quiere que te hable, ya que tambien
lo quieres; mucho me complace que digas lo que la espe
ranza te promete. »
Y yo: «Las nuevas y las antiguas Escrituras determi
nan la suerte de las almas que Dios ha adoptado, y á mí se
me muestra aquella claramente.
Isaías dice que cada una de ellas vestirá en su patria un
doble ropaje, y su patria es esta dulce vida.
Y tu hermano (1) expone aun mas distintamente aquella
revelacion, cuando trata de las blancas túnicas.»
Y en el momento mismo de terminar las anteriores pa
labras, oimos sobre nosotros Sperent in te, á lo que contes
taron los círculos todos.
Hubo luego entre ellos un resplandor que brilló de tal
modo, que á tener el Cancer tal claridad, cada dia de in
vierno equivaldria á un mes.
Vi el esplendor iluminado dirigirse hácia los otros dos
que continuaban girando como conviene á su ardiente
amor, como se levanta y empieza á bailar una graciosa jó
ven, con el objeto de festejar á la hermosa desposada, y
no con el de cometer falta alguna.
Mientras aquella luz, unida á las demás, empezaba su
canto y balanceo, fijaba mi Dama en ellas sus ojos, como
una esposa silenciosa é inmóvil.
«Es aquel que descansó en el seno de nuestro Pelicano,
(2) y que desde lo alto de la cruz fué elegido para la gran
mision.» (3)
Así habló mi Dama, sin que sus miradas dejasen de ser
menos atentas de lo que lo eran antes de proferir aquellas
palabras.
Como el que mira y se figura ver que el sol se eclipsa un
(1) San Juan Evangelista.
(2, Jesucristo.
(3) Iste est Johannes Evangelista, qum rn cuena Domini supra pectus Jesu
Christi recubuit, cui Christus, incruce pendens, marem suam virginem vir
gini Commendavit. ( JohANN. 13.)
LA DIVINA COMEDIA, 383

tanto, y que á fuerza de mirar acaba por no ver, me que


dé yo ante aquella llama, miéntras que se decia: «¿Por
qué te deslumbras por ver una cosa que aquí no está en su
puesto?
«Tierra es mi cuerpo en la tierra, y tal será con todos los
demás, hasta que su número iguale al de los designios
eternos. Solo los resplandores que han levantado su vuelo
llevan dos vestidos en este bienhadado claustro: así lo repe
tirás en vuestro mundo. »
A estas palabras se paró el círculo inflamado, tan dulce
era el sonido de aquellas tres voces, así como para que ce
sen la fatiga ó el peligro, se paran los remos que azotaban
el agua á la señal de un silbato. ¡Ah! ¡Cuán profunda fué
la emocion de mi alma, cuando me volvíá Beatriz para
verla y no pude lograrlo, á pesar de estar cerca de ella, y
n el mundo bienaventurado!

CANTO XXVI.

Solo el Cristo y la Vírgen María subieron al cielo en cuerpo y alma.


—San Juan evangelista examina al poeta sobre la tercera virtud
teologal, sobre la Caridad.-Los Bienaventurados contestan con
un himno á las satisfactorias respuestas de Dante.—Luego Adan
refiere al poeta la época de su felicidad y la de su desgracia

Mientras vacilaba á causa de mi deslumbrada vista, salió


del seno de la llama brillante que la deslumbraba una voz
que me llamó la atencion, y que decia: « Hasta que reco
bres la vista que perdiste mirándome, bueno será que te
desquites de ello hablando: empieza, pues, y dime á lo
que atiende tu alma, y cree que está tu vista extraviada y
no perdida ó muerta, porque la mujer que te guia en esta
region, tiene en la mirada la virtud que tuvo la mano de
Ananías.» (1)
(1) Volvió la vista á San Pablo.
384 EL PARAIS0,

A mi vez dije: «Que á su voluntad, pronto ó tarde ven


ga el remedio á mis ojos, ya que fueron las puertas por
do ella entró con el fuego en que ardo siempre.
«El bien que hace esta alegre corte es el alfa ó el omega
que el amor me dicta, segun es fácil ó rudo.»
Aquella misma voz que me quitara el miedo causado por
mi súbito deslumbramiento, despertó aun en mí el deseo
de hablar cuando dijo: « Preciso es que te limpies en una
criba mas estrecha; presiso es que digas quién dirigió tu ar
co hácia tal objeto.» (1) -

Y yo: Los argumentos filosóficos y la autoridad que des


ciende de aquí, son los que deben haber grabado en mí
aquel amor; porque el bien en sí, enciende tanto mas el
amor, en cuanto es aquel bien mas inmenso.
«Así pues, es tanta la ventaja de aquella esencia, que
cuanto hay bueno fuera de ella, es un rayo de su luz, y
tendrá mas amor el espíritu de aquel que vea la verdad
en que se funda aquella prueba. Esta verdad me ha sido
patentizada por el que demuestra el primer amor de todas
las sustancias eternas; así como me la revelan tambien las
palabras del verídico creador, que dijo á Moisés hablando
de sí mismo: Te haré ver el bien supremo, (2) y tú me lo
demuestras tambien empezando el anuncio sublime que
proclama los secretos de lo alto mejor que cualquiera otro
heraldo. »
Y yo oí: «En nombre de la inteligencia humana y en el
de la autoridad que está de acuerdo con ella, guarda pa
ra Dios el mas poderoso de todos tus amores. Pero dí si te
sientes aun por otras cuerdas arrastrado hácia él, y con
cuántos dientes te muerde aquel amor.»
No se me ocultó la santa intencion del águila del Cristo,
(3) así como tampoco el punto scºre el que queria recayese
mi confesion; así es que repuse:
í1) San Juan vá á interrogar á Dante sobre el anor.
(2) Dixit Moyses ad Domínum: Ostende milhi gloriam tuam.-Ego ostendam
omne bonum tibi. Exord. 33.)
- lº y S 1 "an
LA DIVINA COMEDIA• 385
«Todas las mordeduras que pueden hacer dirigir el co
razon hácia Dios han contribuido á mi caridad; porque la
existencia del mundo y mi existencia, la muerte que sufríó
para que yo viviese, lo que espera todo fiel como yo, y el
vivo conocimiento de que antes se ha hablado, me sacaron
del amor malo para dejarme á orillas del amor perfecto.
Las hojas de que está cubierto el jardin del jardinero eter
no, son amadas por mí en proporcion del bien que él les
C011 U101C3 - ))

Proferidas estas últimas palabras, resonó en el cielo un


canto dulcísimo, y mi Dama decia con los demás: / Santo,
Santo, Santo l
Y así como el que despierta á una luz penetrante por el
sentido de la vista, que en pos de la claridad va de mem
brana en membrana, y que una vez despierto, le horrori
za lo que vé, tan repentino es el cambio sufrido, hasta que
la razon acude en su ausilio, así Beatriz disipó la nub le
mis ojos con el rayo de los suyos, que brillaba á mas de
mil millas.
Entonces ví mucho mas claro que antes, y con el mayor
asombro pregunté quién era un cuarto resplandor que ví
con nosotrOS.
Y mi Dama: « La primer alma (1) que fué creada por la
virtud primera, contempla á su creador con placer desde
el centro de esos rayos.»
Como el follaje que se inclina al soplo del viento , y que
por su propia fuerza vuelve á elevarse pasada la ráfaga,
hice yo maravillado, mientras Beatriz me hablaba; y cuan
do me colmó el vivo deseo de hablar á mi vez, empecé de
esta manera: » -

«¡Oh fruto único que llegaste á madurez completa, (2) oh


antiguo padre del que cada esposa es hija y nuera, con to
da la devocion posible te suplico me hables Ves mi deseo
que te callo para oirte antes. »
(1) Adan.
(2) Adan fué creado de la edad de 30 años, de estatura perfecta y con e
complemento y perfeccion de todos sus sentidos.

25
386 EL PARAISO,

Se agita á veces tan vivamente el animal bajo su piel,


que por esta pueden descubrirse todos sus movimientos in
teriores; tambien habrian podido notarse al través de mi
piel, los que yo sentia á medida que se me acercaba alegre
y revestida de luz el alma primera para complacerme.
Luego me dijo: «Aunque no me hayas manifestado tu
deseo, le discierno mejor de lo que disciernes tú la cosa de
que estás mas cierto, porque la veo en el espejo verídico do se
reflejan todas las cosas, y que es á su vez reflejo de cada una.
«Tú quieres saber desde cuándo me colocó Dios en el
alto jardin en el cual te dispuso esa para subir tan larga es
cala, por cuánto tiempo me fué aquel jardin querido,
cuál fué la causa de la gran cólera, el idioma que hablaba,
y lo que hice.
«Sin embargo, hijo mio, no fué por haber probado el
árbol que fué en tí la causa de tan largo destierro, y sí solo
por no haber cumplido la órden recibida.
«Allí, (1) de donde tu Dama ha hecho partir á Virgilio,
era donde yo deseé por espacio de cuatro mil trescientas dos
revoluciones solares, fijar mi morada; y por nuevecientas
treinta veces ví volver el sol hácia todas las luces que hay
en su carrera, mientras permanecí en la tierra.
« La lengua que hablaba fué enteramente extinguida an
tes de que los hombres de Nembrod (2) se dedicasen á la
obrº interminable. No hay efecto racional que dure siem
pre, á causa de la voluntad del hombre que se renueva
bajo la influencia del cielo.
« Que el hombre hable, es un acto natural, pero el que
lo haga de este ó de aquel modo, es lo que la naturaleza
deja despues á vuestra discrecion.
• Antes de que yo descendiese á las augustias infernales,
se daba en la tierra el nombre de El (3) al bien supremo de
quien me proviene el gozo que me inunda.
(1) El Limbo.
(2) Nembrod, nieto de Cam, que levantó la torre de Babel.
(3) San Isidoro dice en sus etimologias: «Primum apud Hebroeos Deinomea
El dicitur; secundum nomen ELo1 est.»
LA DINA COMIEDIAs 38
«Luego fué llamado Eli, lo que debió consistir en que los
usos de los mortales son como las hojas de la rama, que
se van y ceden su puesto á otras nuevas.
«En el monte que mas se eleva sobra la onda llevaba
yo una vida pura, que fué culpable desde la primera hora
hasta la que es segunda, cuando el sol cambia de sitio á
la hora sexta.»

CANTO XXVII.

Cólera de San Pedro contra los malos pastores. —Los Santos se ele
van y desaparecen.—Hasta el mismo Dante sube con Beatriz á la
novena esfera, llamada el Primer-Móvil.—La naturaleza y la virtud
de aquella esfera superior le son reveladas.

« Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloría al Espíritu San


to, fué el himno que entonó todo el Paraíso con tal dul
zura, que embargó todos mis sentidos.
Parecióme una sonrisa del universo lo que estaba vien
do; la embriaguez penetraba en mí por el oido y por la
vista.
¡Oh alegría Oh inefable alegría Oh vida entera de
amor y de paz Oh riqueza asegurada y sin deseo En
cendidas estaban ante mí las cuatro antorchas (1) y empe
zó á brillar la primera que se me apareció, siendo su as
pecto el que tendria Júpiter, si él y Marte fueran aves y
trocasen su plumaje.
La Providencia, que reparte aquí el tiempo y los desti
nos, habia impuesto en todas partes silencio al coro bien
aventurado, cuando oí lo siguiente: « No te asombre el
verme cambiar de color mientras te hable, porque tambien
verás como lo cambian todos estos resplandores.
«El que en la tierra usurpa mi puesto, mi puesto, mi
(1) San Pedro, Santiago, S. Juan y Adan. San Pedro habia sido el primere
en llegar.
983 EL PARAIS0e

puesto, que está vacante en presencia del Hijo de Dios, (1)


ha convertido mi cementerio en cloaca de sangre y podre
dumbre, que para el perverso, caido de aquí, es allí abajo
un motivo de consuelo. »
Entonces ví que el cielo todo ostentaba el color que da
el sol al ponerse y al nacer á las opuestas nubes. Cual mu
jer virtuosa, que segura de sí misma, se ruboriza con so
lo oir la falta de otra, ví yo á Beatriz cambiar de aspecto,
creyendo que debió verificarse en el cielo una eclipse igual
durante la pasion del bien supremo. (2)
Luego prosiguió en estos términos, siendo su voz tan
demudada, que no podia ser mayor el cambio sufrido en
su aspecto:
« La esposa del Cristo (3) no fué alimentada con mi san
gre, ni con la de Lino ni de Cleto (4), para que se la acos
tumbrara á adquirir oro, y sí para alcanzar aquella vida
dichosa por la que Sixto y Pio, Calixto y Urbano derrama
ron su sangre despues de tantas lágrimas.
«No fué nuestro intento el que una parte del pueblo
cristiano se sentase á la diestra de nuestros sucesores, y
una parte á la izquierda; ni que las llaves que me fueron
confiadas se convirtiesen en lema de una bandera levanta
da contra los que habian recibido el agua santa del bautis
mo; ni que sirviesen para sellar privilegios vendidos y fal
sos que me avergüenzan y me irritan :
«En traje de pastor se ven aquí lobos rapaces en todos los
pastos: ¡Oh justicia de Dios ¿por qué dormitas? (5)
«Las gentes de Cahors y de Gascuña (6) se disponen á be
ber nuestra sangre: oh buen principio, ¿á qué fin estás
destinado? La Providencia, empero, que con Escipion de
fendió en Roma el honor del mundo, muy pronto la so
correrá como yo pienso.
1) Bonifacio VIII, papa en 1300.
2) Jesucristo.
t3, la Iglesia.
(4) ..ino y Cleto, papas de los primeros tiempos.
5, Exsurge, quare odormis, Domine? ( Ps 43.)
6) suan XXIl era de Cahors, y Clemente V de Gascuña.
LA DIVINAC0MEDIAs 389
«Y tú, hijo mio, á quien el peso mortal conducirá nue
vamente allí abajo, abre la boca y no ocultes lo que yo no
oculto.»
Como fluctuan en nuestra atmósfera los vapores hela
dos, cuando el cuerno de la cabra celeste toca al sol, ví yo
allí fluctuar en el éter los vapores triunfantes, parados antes
con nosotros.
Mi vista fué siguiendo sus formas hasta el centro en
que la distancia ya no le permitió extenderse. Por lo que
mi Dama, al ver que habia cesado de mirar á lo alto, me
dijo : « Baja la vista y mira cuanto has girado.»
Desde el instante en que habia mirado por vez primera,
ví que habia recorrido todo el arco (1) que forma desde el
centro á su fin el primer clima, por manera que veia,
allende Cádiz, el paso insensato de Ulises, y aquende, mas
cerca, la ribera en que la Europa viene á ser tan grato
Y habria descubierto algo mas de aquel rincon de tierra,
p eSO.

á no adelantarse el sol bajo mis piés, apartado de un signo


y aun mas.
El amoroso espíritu con que adoro siempre á mi Dama,
ardia mas que nunca en deseos de dirigirla los ojos, Si es
que la naturaleza y el arte hayan apelado á encantos para
atraer el alma por los ojos, nada son todos ellos comparados
con el placer divino que me iluminó al volverme hácia su
rostro sonriente. La fuerza que me infundió su mirada me
arrancó del hermoso nido de Leda (2), transportándome al
cielo mas rápido.
Sus partes superiores y mas rápidas son tan uniformes,
que me es imposible decir cual escogió para que yo la ocu
para.
Pero Beatriz que veia mi deseo, empezó á hablar con tan
festiva sonrisa, que parecia que Dios se complacia en ella.
1) Hácía el trópico del Cáncer, segun Ptolomeo.
(2) El signo de Géminis, y desde donde la mirada de Beatriz le arras-,
tra
Otra,al antes
primerbien
móvil, ó novena esfera, que
lo comunica. no debe su movimiento á ninguna
se se º & . . . . . . ... e - -
90 - E, PARASOe

º «La naturaleza del mundo que para el centro de él y


hace girar todas las partes restantes en su derredor, ar
rancan de aquí como de su límite; sin que tenga este cie
lo otro espacio que el espíritu divino al cual se inflaman el
amor que le hace girar y la virtud que le obliga á llover.
« La luz y el amor le forman un círculo, como él los de
más; y solo comprende aquel círculo el que lo forma. Su
movimiento no está determinado por ningun otro, pero el
de los demás se rige por este, así como cinco es la mitad
de diez.
«Ahora puedes comprender que el tiempo tiene sus rai
ces en este tiesto y su follaje en los demás. Oh concu
piscencia De tal modo hundes á los mortales en tu seno,
que ninguno de ellos puede levantar los ojos fuera de tus
ondas l
«Mucho florece la voluntad en los hombres, pero la llu
via contínua cambia las verdaderas ciruelas en endrinas.
« La fé y la inocencia no se encuentran mas que en los
niños, porque huye cada una de ellas antes de que el vello
cubra las mejillas. Jóven hay tartamudo aun, que al tener
soltura en la lengua, devorará el alimento que se le pre
sente, no importa en que luna. Tartamudo hay tambien
que ama y escucha á su madre, y que al hablar despues
esta en vez alta, deseara verla sepultada.
«Por esto, de blanco que era antes pasa á negro el cutis de
la hermosa jóven (1) de aquel que lleva en pos de sí la ma
ñana y la noche.
« Cese tu asombro al saber que no hay quien gobierne
en la tierra; así es que la familia humana se desvía. Pero
antes de que salga del invierno todo el mes de enero, á
causa de estar el centeno tan descuidado allí abajo, los cír
culos superiores girarán de tal modo, que la fortuna , tan
vivamente esperada, volverá la popa hácia donde ahora
está la prºa, y bogará reeta la flota. Despues de la der ven
3rá el verdadero fruto.»
(1) La especie humana, hija del Sel.
LA Dl 171NA COI... DAs 39

CANTO XXVIII.

Anuncia el poeta haberle sido permitido ver la Esencia divina.—Aper


cibe un punto que despide rayos de la luz mas viva en derredor
del cual gran nueve círculos.—Entonces le explica Beatriz de qué
modo los nueve círculos de aquei modo ininteligible estaban en
relacion con las nueve esferas del mundo sensible; explicándole
despues la gerarquia de los Ángeles.»
Cuando la que guia mi alma al Paraiso me hubo reve
lado la verdad sobre la vida presente de los desgraciados
mortales, como vé en un espejo la llama de una bujía
el que está detrás, antes de verla y de pensar en ella, y
así como se vuelve por ver si el espejo la ha reproducido
exactamente, y ve que ambas concuerdan como la nota y
las palabras, recuerdo haber hecho yo, mirando los her
mosos ojos con qué amor formó el lazo que me sujeta, y
que al apartar de ellos los mios, apareció en el cielo lo que
aparece cada vez que uno observa su extension. Entonces
ví un punto (1) que irrad:aba un resplandor tan penetran
te, que, á no cerrarlos, hubiera quemado mis ojos.
Y la estrella que desde aquí parece la mas pequeña, pa
receria una luna colocada á su lado, como una estrella
cerca de otra estrella. Casi parece distar de su círculo la
luz que le traza, cuando es la eorona de vapores la mas
densa, como dista de enderredor del punto un círculo de
fuego, que gira con tal velocidad, que superaria en mu
cho al movimiento mas rapido en dar la vuelta al mundo.
Y estaba aquel círculo rodeado de otro, y seguian á es
te un tercero, un cuarto, un quinto y un sexto círculos,
girando sobre estos el séptimo, en una tan grande esten
sion, que la mensajera de Juno seria harto estrecha para
contenerle. Lo propio hacian el octavo y el nono (2); sien
do el movimiento de todos aquellos círculos mas lento á
1) D0s, -

2) Los nueve coios que clrcuyen su punto central ó Di)3.

—-------ºs- = x =---------- ----— -- -


392 EL PARAI60»

medida que estaban sus números mes léjos del primero; en


cambio, era su llama mas clara á medida que estaba mas
apartada de la luz purísima, por la razon, segun creo, de
asimilarse mas á ella.
Mi Dama, al verme preso de tan viva inquietud, me
dijo: «De ese punto dependen el cielo y toda la natura
leza. Mira ese círculo que está mas cerca, y sabe que es
su movimiento tan rápido á causa del amor ardiente que
le impulsa. »
Y yo á ella: «Si el mundo estuviera dispuesto en el ór
den en que lo están esas ruedas, la explicacion dada me sa
tisfaria; pero son en el mundo sensible las esferas tanto mas
rápidas cuanto mas distan de su centro. Por esto, si mi de
seo ha de quedar satisfecho en este templo admirable y
angélico que solo tiene por confines el amor y la luz, he de
saber porqué el modelo y la copia giran de distinto modo:
tal es la idea que me ocupa y que no puedo explicarme.
No es estraño que tus dedos sean insuficientes para un
nudo semejante, porque es muy estrecho por no haber si
do tocado. »
Así dijo mi Dama, luego repuso: « Recuerda lo que te
diré, si quieres ver satisfecho tu deseo, y aguza sobre ello
tu ingenio. »
«Los círculos materiales son largos y angostos, segun la
mayor ó menor virtud derramada sobre todas sus partes.
Cuanto mayor es el mérito, mayor es el bien que produce;
y cuanto mas grande un cuerpo, mayor es el bien que
contiene, á ser todas las partes de aquel igualmente per
fectas.
«Así es que este círculo que arrastra tras sí todo el alto
universo, corresponde á aquel que mas ama y que mas sabe
(1); por esto si mides por su virtud y no por su extension
esas sustancias que aparecen en tu derredor, verás una
relacion admirable y gradual entre cada cielo y su inteli
gencia.»
l Aquel noveno cielo ó primer móvil corresponde al círculo de los Seras
LA DIVINA COMIDIA. 395
Puro y sereno como el hemisferio al suave aliento de
Boreas, que dispersa y disuelve la niebla que todo lo oscure
cia, para hacer brillar nuevamente el cielo con todas sus be
llezas, quedó mi pensamiento despues de la clara respues
ta de mi Dama , brillando en él la verdad como la estrella
en el cielo.
Terminadas sus palabras, empezaron los círculos á cen
tellear como el hierro en la ardiente frágua; produciendo
cada chispa, al abrasarse, otras chispas, cuyo numero
superó en breve el de la multiplicacion de las casillas de un
tablero. -

Entonces oí cantar Hosanna de coro en coro hasta el


punto fijo que les tiene y tendrá ubi han estado siempre.
Aquella que veia las dudas de mi espíritu, me dijo: « Los
primeros círculos te han mostrado los serafines y los que
rubes. Siguen con esa rapidez su atraccion , á fin de asi
milarse en lo posible al punto de que derivan , lográn
dolo en proporcion á lo que descubren desde mas altura.
«Los demás amores que giran en torno suyo se llaman
tronos de la mirada divina, porque terminan el primer
ternario (1); sabe que es tanto su gozo, que penetra su
vista en la verdad do reposa toda inteligencia.
«De aquí puede deducirse que el estado de beatitud se
funda en la accion de ver , y no en la de amar que es des
pues de ella.
«Como es el ver la recompensa que engendran la gracia
y la buena voluntad, se procede por grados.
«El otro ternaric que así germina en esta primavera eter
na que nunca despoja el Aries nocturno, (2) canta perpé
tuamente Hosanna con tres melodías que resuenan en las
tres clases de gozo de que se compone.
«Pertenecen á esta gerarquía las altas diosas que son las
Dominaciones y las Virtudes: el tercer coro es el de las Po
(1) La primera de las tres gerarquías, cada una de las cuales contiene tres
COTO5. e.

(2) El 0toño que despoja nuestra primavera terrestre.

º
394, L PARAIS º,

tencias. Luego en los séptimo y octavo círculos, giran los


Principados y los Arcángeles. El último está consagrado á
los Juegos de los Angeles,
«Todas las miradas de esos círculos dependen de lo alto,
y tienen tanta influencia abajo, que son impulsados é im
pulsan á todos hácia Dios.
«Con tal ardor contempló Dionisio (1) esos círculos, que
los llamó y describió como yo lo hago; pero luego Grego
río se separó de él, por lo que se rió de sí mismo al entrar
en el cielo,
«El que un mortal haya revelado en la tierra una verdad
tan secreta, no quiero que te asombre; porque el (2) que la
habia visto aquí se la descubrió junto con otras muchas
verdades de este círculo »

CANTO XXIX,

Beatriz instruye á Dante acerca de la creacion de los Angeles. —


Luego clama contra los teólogos y predicadores de la época, que,
separándose del Evangelio se complacen en inventar fabulas. —
Por último, vuelve á hablarle de la sustancia de los Angeles.

Cuando los dos hijos de Latona cubiertos con los signos


del Aries y la Balanza, se forman juntos un cinto con el
horizonte (3); y desde el instante en que el zénit les equi
libra, basta el en que uno y otro, cambiando de hemis
ferio se desprenden de aquel cinto, por igual tiempo Bea
triz sonrió mirando silenciosa y fijamente el punto que ha
bia deslumbrado mi vista.
Despues empezó de esta manera: «Te diré (sin que me
(1) San Gregorio no describe el cielo como lo ha hecho Dante, pero sí Dio
misio el Areopágita. -

(2) San Pablo, que fué en éxtasis elevado al cielo, y que enseñó a San Dio
Bisio,
(3) Mientras el sol y la luna están, el une en Oriente y la otra en Oes,
dente. -
LA DIVINA COMEDIA, ssa
lo preguntes) lo que tú quieres oir, porque lo he visto allí
do va á parar todo ubi y todo quando; no por aumentar su
perfeccion (lo que es imposible) sino para que su esplen
dor pudo decir brillando: Yo existo.
« El eterno amor se abrió en su eternidad fuera de tiem
po, fuera del espacio, segun le plugo, y engendró nueve
órdenes de amores; y no porque fuese antes inactivo,
puesto que ni antes ni despues la palabra de Dios corrió
sobre las aguas. (1)
« La forma y la matería unidas y regularizadas, salieron
de aquel acto exento de imperfeccion, como salen tres le
chas de un arco de tres cuerdas. Y asi como en el vidrio,
el ámbar ó el cristal brilla un rayo, y que desde el momento
de llegará una de aquellas materias hasta el en que queda
en ella enteramente formado no media intérvalo alguno,
asi aquel efecto triforme irradió á la vez de su Señor y su
Dios, sin distincion en su principio. (2)
«Entonces fué concreado y establecido el órden de aque
llas sustancias, y ellas fueron la cima del mundo en que el
acto puro se produjo. La pura materia ocupó el puesto in
ferior; pero en el centro unió un nudo tal á la fuerza y la
materia, que nunca se desanuda.
« Gerónimo ha escrito que los ángeles fueron creados mu
chos siglos antes de que el otro mundo fuese hecho; pero
esta verdad, expuesta aquí en tu presencia, está escrita en
varios pasajes de los escritores del Espíritu-Santo, como
podrás verlo tú mismo si con determinacion lo miras.
«Y hasta la misma razon lo comprende en parte, porque
como se explicaria que los motores hubiesen permanecido
tanto tiempo sin su perfeccion. (3)
«Ahora sabes á donde, cuando y como fueron creados
(4) Spiritus Domini ferebaur super aquas. ( Gen. 1.)
(2) A. Mamlani della Rovere, y desterrado tambien como Dante, debe
agradecérsele el haberse dignado mas de una vez aclarar este trabato coa
su "0 DSºj08,
(3) llulleran quedado en la imperfecclon, á no haber tenido el poder ne
casarlo para mover los cielos. (Grangier.)
396 EL PARAl30e

esos amores; por lo que, tres son las llamas de tu deseo


que están ya extinguidas. Al cabo de menos tiempo del que
se necesita para contar veinte, una parte de aquellos án
geles turbó ya el mundo de vuestros elementos. La otra
parte permaneció fiel y empezó con tanto placer la obra
que tú admiras, que nunca deja de girar.
«El orígen de la caida fué el maldito orgullo del que has
visto aplastado por todo el peso del mundo. Los que ves
aquí fueron modestos y reconocieron la bondad que les
habia dispuesto admirablemente para tan altas compren
siones.
«Asi es que sus miras fueron de tal modo premiadas por
la gracia que ilumina y por su mérito, que ahora están do
tados de una voluntad plena y firme.
«Lejos de dudar, quiero que estés seguro de que el reci
bir la gracia es meritorio segun el afecto á que se debe.
«Desde ahora podrás contemplar á tu gusto, sin ausilio
de otro, todo este consistorio, si es que hayas fijado la aten
cion en mis palabras.
«Pero como en la tierra y en nuestras escuelas se lee
que es la naturaleza angélica tal, que entiende, que re
cuerda y que quiere, te hablaré aun para que veas la verdad
en toda su pureza, ya que se experimenta allí abajo alguna
cenfusion por los equívocos de semejante enseñanza.
«Aquellas sustancias, despues de haberse complacido en
la imágen de Dios, no apartaron la vista de esa faz á la
que nada se oculta; y como por lo mismo su vista no fué
interrumpida por ningun otro objeto, de ahí el que su pen
samiento no esté dividido y el que ninguna necesidad ten
gan de recordar. -

«Por esto allí abajo se sueña sin dormitar, los unos cre
yendo, y los otros por no creer que esto es la verdad; pero
hay en los primeros mayor falta y baldon. Nunca seguís
camino alguno al filosofar en el bajo suelo, tanto pueden
en vosotros la apariencia y sus quimeras.
« Sin embargo, es esta conducta mirada en lo alto con

---

---------------------- — --
---- ----- - -
LA DIVINA COMEDIA, 397.
menos rigor, que la del que altera ó rechaza la Sagrada Es
critura. No pensais en la sangre que ha costado el sembrarla
en el mundo, ni en lo grato que es el que humildemente
sigue con ella su camino.
«Solo por parecer, cada cual apela á su ingenio y hace
invenciones que sirven de texto á los predicadores, y el
Evangelio calla. El uno dice que la luna retrocedió cuando
la pasion de Cristo, y que se interpuso á fin de que la luz
del sol no pudiese descender á la tierra; el otro, que la luz
se ocultó por sí misma, de lo que resultó que aquel eclipse
fuese tan sensible para los españoles y los indios como para
los judíos.
«Son en Florencia menos numerosos los Lapi y los Bin
di (1) de lo que lo son las fábulas que por do quiera en un
año se refieren en el púlpito; así es que las pobres ovejas
vuelven á su corral hartas de verde, sin que por ello su
ignorancia les sirva de escusa.
«El Cristo no dijo á su primer convento: Id y predicad
al mundo sandeces, si no que dió á sus discípulos la verdad
por texto; siendo esta por ellos con tal fuerza pregonada,
que en sus combates por encender la fé, convirtieron el
Evangelio en escudos y lanzas.
«Hoy se predican cosas grotescas y bufonadas, con las que
solo se procura excitar la risa del auditorio, puesto que al
lograrlo la cogulla se hincha. En cambio, se anida un pája
ro (1) tal en la punta de la cogulla, que si el vulgo le viese,
negaria el perdon á los en que él tanto confia.
De tal modo la necedad está arraigada en la tierra, que
sin ninguna prueba se cree en todas las promesas; de ahí
el que engorde el puerco de San Antonio, y que engorden
tambien otros muchos, que son peores que los puercos:
pagan en una moneda que no tiene cuño.
«Vuelve, empero, despues de esta larga digresion, los
(1) Nombres muy comunes en Florencia; Lapo por Jacopo y Dindo por
Aldebrandino.
(2) El demonio.
398 E, PARA150»

ojos hácia el recto camino, para abreviar este y el tiempo.


« La naturaleza de los ángeles aumenta de tal modo en
número á cada grado, que no hay palabra ni inteligencia
mortal capaces de expresarlo.
« Si atiendes á lo que reveló Daniel, verás que en los
millares que cita no fija su número. (1)
«Solo la luz primitiva que irradía sobre toda su natura
leza, penetra su esencia de tantos modos cuantos son los
resplandores á que ella está unida. Asi que, como á todo
acto de intuicion sucede el afecto, la dulzura del amor es
en los ángeles mas ardiente ó mas tibia.
«Contempla desde ahora la altura y la extension del poder
eterno, puesto que hay tantos espejos en que se multipli
ca, sin dejar de ser único como antes.»

CANTO XXX.

Dante sube con Beatriz al décimo círculo, el Empíreo. — Beatriz se


reviste allí de una belleza maravillosa. — Despues de una vision
sobrenatural, le es dado al poeta ver claramente el triunfo de los
Angeles y de las Almas bienaventuradas. — Luego su guia le en
seña el número de los escogidos, y le hace contemplar la gran
deza de la ciudad de Dios.

Quizás á la distancia de seis mil millas de esta esfera, arde


la hora sexta (2) y este mundo inclinó ya su sombra casi
horizontalmente, cuando el centro del cielo que se eleva
sobre nesotros, empieza á ponerse de modo, que diferen
tes estrellas acaban por desaparecer en nuestras profundi
dades.
Yá medida que va viniendo la espléndida sierva del sol
se cierra el cielo de resplandor en resplandor, hasta el mas
bello; de modo que aquel triunfo (3) que se agita sin cesar
(1) , Millla millium ministrabant ei, et decies millies centena millia assis
ebant ei. (Daniel, 7.)
(2) Mediodía.
(3) El coro de los Angeles.
LA DIVINA COMEDIA, 399
en torno del punto que me habia deslumbrado, pareciendo
contenido en lo mismo que él contiene, por grados se ex
tinguió á mi vista; por lo que el disgusto de no ver ya cosa
alguna y mi amor, me obligaron á fijar los ojos en Beatriz.
Si todo cuanto he dicho de ella hasta aquí, pudiese reu
mirlo en una sola alabanza, fuera aun poco para ella en
este momento.
La hermosura que ví en ella no solo está fuera del alcan
ce de nuestras ideas, sino que creo firmemente que solo
su creador puede comprenderla del todo. Me confieso ven
cido por este pasage de mi tema, mas de lo que nunca lo
fué por punto alguno, autor trágico ó cómico.
Así como el sol fatiga al párpado que mas tiembla, así
paraliza mi espíritu el recuerdo de aquella dulce sonrisa.
Desde el primer dia que ví su rostro en este mundo, hasta el
en que gocé de aquella vista sublime, no ha sido interrum
pida la continuacion de mi canto; pero preciso es que mi
poema cese de pintar aquí la hermosura de mi Dama, como
ha de hacerlo todo artista que llega al último esfuerzo de
su arte.
Dejo pues á la gloria de otra trompa mayor que la mia el
dar cima á tan árdua empresa. Beatriz repuso con el ade
man y la voz de un guia solícito:
« Desde el mayor de los cuerpos celestes hemos subido
al cielo que es una pura luz (1), luz intelectual llena de
amor, amor del verdadero bien lleno de gozo, gozo supe
rior á todas las dulzuras.
Aquí verás una y otra milicia del Paraiso (2), y á la una
con el mismo aspecto que la verás en el último juicio.»
Como el rayo que de pronto disipa las facultades visuales,
quitando al ojo el poder de discernir los objetos mas mar
cados, envolvió mi vista una nueva luz, dejándome de tal
modo prendido entre el velo de su resplandor, que no se
me apareció cosa alguna.
(1) Desde el primer Móbil al Empíreo.
(2) La mllicia de los ángeles fieles y la de los escogidose
600 L PARAISO.

« El amor que serena este cielo acoge siempre al que


entra en él con una salutacion igual, á fin de disponer el cirio
para que pueda recibir su llama. »
Al llegar á mí aquellas breves palabras de Beatriz, me
sentí elevar sobre mi propia fuerza, encendiéndose desde
luego en mí una nueva vista tal, que no hubo ya pura clari
dad que no pudiesen soportar mis ojos.
Entonces ví una luz (1) en forma de rio, que deslumbra
dor se extendia por entre dos márgenes cubiertas de admi
rables belloritas, y del que brotaban chispas vivísimas que
como otros tantos rubies caian entre las flores.
Luego, como embriagadas por aquellas aromas, volvian
á zambullirse en aquel maravilloso abismo, en el que mien
tras una entraba, otra salia.
«El alto deseo que te inflama ahora y que te impulsa á
comprender lo que ves, me complace tanto mas en cuanto
te eleva: bueno será pues que bebas de esa agua, para que
se calme en tí tan gran sed.» Asi me habló el sol de mis
ojos, luego añadió:
«El rio, y los topacios que en él entran y salen y las rien
tes márgenes, son sombras y anuncios de la verdad; no
porque esas cosas sean en sí oscuras, sino porque la
falta está en tí, que no tienes aun la vista bastante atre
vida. » -

No hay infante que mas prontamente se arroje al pecho


de su madre, al despertarse mas tarde de lo que acostumbra,
de lo que yo hice (por convertir mis ojos en mejores espe
jos), para inclinarme hácia la honda que allí corre á fin de
que uno vaya á perfeccionarse en ella.
Y cuando el borde de mis párpados se hubo humedecido
en él, parecióme que de largo se convertia el rio en redon
ldo ó circular. Luego como los que bajo la máscara pare
cen distintos de lo que antes eran, y si se desprenden de
ella aparecen tales cuales son, así cambiaron las flores y
(1) Dios: Ostendit mihi flumen aquae vivae, splendidum tanquam crista
llum, discedens de sede Dei. (Apoc. 22.)
LA DIVINA COMEDIA. 401
las chispas, siendo tal su alegría, que ví manifestarse cla
ramente las dos cohortes del cielo.
¡Oh esplendor de Dios, por el que ví el gran triunfo del
reino de la verdad, dame la virtud de poder referirlo tal
cual lo ví!
Hay una luz en lo alto que hace al Creador visible á la
criatura, que solo en verlo cifra toda su paz. Aquella luz
se extiende en una forma circular tan inmensa, que seria
su circunferencia para el sol un cinto sobrado ancho.
Todo cuanto se vé de ella no es mas que un rayo refle
jado sobre la cumbre del Primer Móbil, que recibe de allí
su poder y su vida. -

Y así como en el agua de su base parece mirarse el co


llado para contemplar su aspecto y la riqueza de sus yerbas
y de sus florecillas, así suspendidas en torno del luminoso
rio, ví yo mirarse por mil y mil grados, todas las almas
que desde nuestro mundo han vuelto allí arriba.
Y si el grado mas humilde concentra en sí tanta luz,
¿cuál será el esplendor de aquella rosa en sus hojas mas
altas?
Mi vista no se extraviaba ante la inmensidad de la rosa,
que, en su cantidad y cualidad contenia aquella grande
alegría.
Allí lo mismo tiene estar cerca que léjos; porque donde
Dios gobierna sin agentes intermediarios, no tienen las le
yes naturales accion alguna.
Del dorado centro de la rosa eterna se exhala un perfume
de alabanzas dirigido al sol que produce aquella primavera
que no tiene fin.
Beatriz me impulsó como el que se calla y quiere hablar,
diciéndome: « ¡Mira cuan grande es la reunion de las blan
cas estolas (1), mira cuanta es la circunferencia de nuestra
ciudad Están tan llenas nuestras gradas, que pocos están
ya llamados á ellas !
«En ese trono que contemplas á causa de la corona co
(1) Datae illis singulae stolae albae. (Apocal, 6.)
26
02 EL PARAIS0,

locada sobre él , se sentará, antes que tu asistas á la boda,


el alma un dia augusta en la tierra del grande Enrique (1),
que irá á reformar la Italia, antes de que aquella tierra
esté dispuesta á acogerlo.
« La ciega codicia os embrutece hasta tal punto, que os
asemeja al niño que muere de hambre y rechaza á su no
driza.
«Será á la sazon prefecto divino (2) un hombre, que pu
blica y secretamenie seguirá un camino opuesto al de aquel
rey. Pero Dios le conservará poco tiempo en el santo oficio,
porque será sumido allí donde Simon el mágico está por sus
méritos, siendo él la causa de que descienda mas el de
Anagni (3).»

CANTO XXXI.

Continúa el poeta contemplando con arrobamiento la gloria del Pa


raiso. — Luego volviéndose hácia Beatriz (ó el Espíritu de la Teo
logía) que habia vuelto á ocupar su puesto celeste, le da gracias
por todos los beneficios que le ha dispensado. — Por mediacion
de San Bernardo, se le permite ver en su felicidad á la reina del
cielo la Vírgen María.
Asi que, bajo la forma de una rosa de una blancura des
lumbradora, se ofreció á mi vista la milicia santa que el
Cristo con su sangre convirtió en su esposa.
La otra milicia que en su vuelo vé y canta la gloria de
aquel que inflama su amor y cuya bondad hizo tan grande,
(como un enjambre de abejas que tan pronto se posa en las
flores como se vuelve allí donde el fruto de su trabajo exha
la su sabor (4), descendia á la gran flor adornada de otras
(1) Enrique VII.
(2) Esto es, soberano pontífice; se refiere á Clemente V.
(3) Bonifacio VIll.
(4). Qualis apes aestate nova per florea rura. -

Exercet sub sole labor, etc.


( Rnetd.)
LA DIVINA COMEDIA• M03
tantas flores, para lanzarse aun desde allí hácia el punto
donde su amor permanece eternamente.
Tenian aquellas almas la faz de llama viva, sus alas
eran de oro y lo restante de una tal blancura que en mucho
superaba á la de la misma nieve.
Mientras descendian á la flor por grados, agitaban sus
alas para derramar el ardor y la paz que acababan de adqui
rir. Y por mas que se interpusiera entre lo alto y la flor
aquella familia alada, no impedia el esplendor ni la vista,
porque la luz divina penetra en el universo con tal fuerza,
si es digno de ella, que nada puede servirle de obstáculo.
Aquel reino gozoso y tranquilo, rico en espíritus anti
guos y nuevos, tenia la vista y el amor dirijidos hácia un
solo punto. ¡Oh triple luz que centelleando en una sola
estrella, regocijas de tal modo la vista de aquellos espíritus,
mira la tempestad que reina aqui abajo
Si los bárbaros procedentes de aquellas playas que cu
bre diariamente Helice (1), girando con el hijo que sigue
amoroso , quedaban asombrados al ver Roma y sus altos
monumentos, entonces que Letran se elevaba sobre todas
las cosas mortales (2), cuanto mayor no habia de ser mi
asombro al pasar de lo humano á lo divino, del tiempo á lo
eterno, de Florencia á un gran pueblo justo y sabio Entre
mi asombro y mi gozo complacíame el no oir ni decir nada.
Cual peregrino que goza mirando con detencion el tem
plo en que acaba de cumplir su voto, esperando referir
despues como está construido, contemplaba yo la viva luz,
fijando la vista en las gradas de arriba á abajo y por los
lados.
Allí veia rostros que excitaban á la caridad, embellecidos
por la luz de lo alto y su sonrisa, en posturas adornados de
todas las gracias.
Mi mirada habia abarcado ya la forma del Paraiso, sin
(1) La Grande Osa.
(2) San Juan de Latran, la primera de las iglesias de Roma y del mundo
actóiclo: «Ecclesiarum urbis et orbis mater et caput.»
404 EL PARAISO.

haberse fijado empero en ninguna de sus partes, cuando


poseido de un nuevo deseo, me volví por preguntar á mi
Dama acerca de algunos puntos que tenian mi espíritu en
suspenso.
Esperaba una cosa, y me sucedió otra muy distinta, creia
verá Beatriz, y ví á un anciano vestido como la familia
gloriosa.
Brillaba en sus ojos un gozo benigno, y tenia su rostro
la dulzura y la benevolencia propias de un tierno padre.
«¿Dónde está ella?» le dije desde luego. El entonces:
« Beatriz me envia para que ponga término á tu deseo: si
miras allá arriba al tercer círculo (1) del supremo grado,
la verás ocupar el trono en que sus méritos, la han colo
cado.»
Sin contestar levanté los ojos, y la ví hacerse una corona
mientras reflejaban sobre ella los eternos rayos.
Desde la profundidad del mar hasta la region mas alta en
que el trueno retumba, hay menos distancia que la que me
separaba de Beatriz; nada empero me mortificaba, por lle
gar su imágen claramente hasta mí.
«Oh muger en quien vive mi esperanza, y que por mi sal
vacion te has dignado asentar tu planta en el Infierno, to
das las cosas que he visto, y que tanto han contribuido á
aumentar en mí la fuerza y la gracia, á tu poder y á tu
bondad las debo.
«Tú desde la esclavitud me conduciste á la libertad por
todos los medios y caminos que estuvieron á tu alcance: así
que, conserva para mí tu liberalidad, á fin de que mi alma
que sanaste, sea de tu agrado cuando se desprenda del
cuerpo.»
Terminada mi plegaria, Beatriz, que parecia estar tan
distante, me miró sonriendo, y luego se volvió hácia la
fuente eterna. -

Yá su vez el santo anciano: «A fin de que puedas com


pletar perfectamente tu viaje, me dijo, por lo cual una prez
«.(1) L0s trºpos ocupan el tercer círculo de la primera gerarquía.
LA DIVINA COMEDIAs 405
y un amor santo á tí me envian, vuele por este jardin tu
vista, puesto que el verle te inspirará despues mas fuerza
para subir hacia el rayo divino.
«Y la reina del cielo, por la que ardo en el mas completo
amor, nos acordará todas las gracias, porque yo soy su fiel
Bernardo. (1)»
Como el que viene desde la Croacia por verá nuestra
Verónica (2), y que no se cansa de contemplarla á causa de
su antigua fama, antes bien dice para sí mientras se la en
señan: Jesús mio, Jesucristo, rey verdadero, tal era vues
tra imágen contemplaba yo la viviente claridad de aquel
que durante sus contemplaciones habia gozado en este
mundo anticipadamente de la paz celeste
« Hijo de la gracia, me dijo, nunca comprenderás esta
existencia bienaventurada, si continuas teniendo inclinada
la vista. -

« Recorre los círculos mas distantes y no pares hasta des


cubrir el trono de la Reina á quien está este reino sometido
y consagrado.»
Levanté los ojos, y así como la parte oriental del hori
zonte sobrepuja por la mañana en resplandor á la en que
el sol se pone, así ví yo en el extremo un punto del cír
culo que superaba en resplandor á todos los demás.
Aquel lábaro de paz (3) brillaba en el centro eclipsando
el resplandor de las demás llamas, como eclipsa el de los
demás puntos del cielo, aquel donde se aguarda el carro que
tan mal guió Faetonte.
Y en aquel centro víá mas de mil ángeles que la festeja
ban con las alas desplegadas, teniendo cada uno de ellos
una actitud y un resplandor distintos. A sus juegos y can
tos ví tambien sonreir una beldad que alegraba la vista de
todos los demás santos.

(1) San Bernarde, modelo de la vida contemplativa.


(2) La Croacia, por todo pais lejano. — El santo sudario debido á saata.
Verónica.
(3) La Vírgen.
406 EL PARAlS0,

Aun cuando estuviera en mí adoptar todas las palabras


que la imaginacion pudiese concebir, no me atreveria á es
presar la menor de sus delicias.
Al verme mirar Bernardo tan atentamente el objeto de
su amor, volvió hácia él sus ojos con tal afecto, que au
mentó aun en los mios el ardor con que la contemplaban.

CANTO XXXII.

San Bernardo indica al poeta el órden en que están colocados los San
tos del Antiguo y del nuevo Testamento.—Le hace contemplar
sobre todo la gloria altísima de la Vírgen bienaventurada.
En medio de su dicha, tomó el contemplador (1) para sí
el cargo de maestro, y empezó por estas santas palabras:
« La herida que María restañó y curó, fué abierta y en
conada por aquella muger tan hermosa que está á sus
piés. (2)
« En la fila que forman los terceros puestos, hay, como
vés, sentadas debajo de ella Raquel y Beatriz; tambien hay
Sara y Rebeca, Judit y la bisabuela (3) del gran chantre que
en el dolor de su falta, dijo: Miserere mei.
«Al descender, verás las demás de trono en trono, á me
dida que en la rosa te las iré nombrando hoja por hoja; y
desde el séptimo grado para abajo, como desde lo alto hasta
l sép imo grado, se suceden las israelitas, formando todas
las ho, as de la flor; porque segun la mirada que la fé fijó
en el Cristo, son aquellas mugeres el marco por el cual
están separados los escalones sagrados.
«En la parte que está la flor provista de todas sus hojas,
están sentados los que creyeron en el Cristo que habia
de venir, en la otra parte en que los semicírculos son in
terrumpidos por algunos vacíos, están los que volvieron la
vista hácia el Cristo mientras permaneció en la tierra
1) San Bernardo,
V EVa.
(3) Ruth,
LA DIVINA C0MRDAe 407
«Y así como en esta parte el glorioso trono de la Reina
del cielo y los demás puestos inferiores están separados, así
en el lado opuesto el del gran Juan, que siempre santo,
sufrió la soledad, el martirio y el infierno durante dos
años (1), está separado del de Francisco, Benito, Agustin
y los demás, descendiendo hasta aquí de círculo en cír
culo.
«Asi que admira la gran Providencia divina, porque uno
y otro experto de la fé llenarán igualmente este jardin.
«Sabe que desde esa grada que corta por en medio las dos
divisiones hasta la grada mas inferior, ninguno hay que
esté sentado en ella por su propio mérito, y sí por el me
rito de otro bajo ciertas condiciones: son espíritus des
prendidos de la mortal cubierta, antes de que pudiesen es
cojer la fé verdadera.
« Fácil te será notarlo en su rostro y sus voces infantiles,
si es que atentamente les mires y escuches.
«Ahora dudas, y dudando guardas silencio; pero yo te des.
prenderé de los lazos en que te estrechan tus sútiles ideas.
«Es imposible que en este inmenso reino haya un caso
fortuito, asi como tampoco puede haber tristeza, sed ó
hambre; porque, segun una ley eterna, todo cuanto ves
está establecido de modo que, cada cosa está en su puesto
como el anillo en el dedo. Asi es, que esa cohorte que vino
tan pronto á la verdadera vida, no es sine causa mas ó me"
nos elevada.
«El Rey por el cual se conserva este reino en tan grande
amor y felicidad, que ningun deseo se atreve á ir mas allá,
al crear todos los espíritus bajo su dulce mirada, les dotó,
á su gusto, de una gracia diversa: bástate el efecto produ
cido. -

«Todo esto os está expresa y claramente probado en la


sagrada Escritura, por los gemelos que en el vientre de
su madre se estremecieron de cólera. (2)
(1) En el Limbo, donde aguardó dos años á que el Cristo fuera.
(2) Esau, que era rubio, y Jacob, moreno.

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408 EL PARAISO. -

«Pues segun el color del cabello debe la altísima luz con


ceder la corona de la gracia; por esto sin atenderse á sus
obras, han sido colocados en gradas diferentes, consistien
do su sola diferencia en la infusion de la gracia primi
tiva.
« Bastaba en los primeros siglos para la salvacion, tener
con la inocencia la fé de los padres. Cumplidas las primeras
edades, necesitaron los niños la circuncision para devolver
la fuerza á sus inocentes alas.
« Llegado empero el tiempo de la gracia, todos aquellos
inocentes que no habian recibido el bautismo perfecto del
CRISTo, quedaban detenidos en el Limbo.
«Contempla ahora el rostro que mas se parece al del CRIS
To; puesto que con su solo resplandor puede disponerte á
Ver el CRISTO. »
Ví llover sobre él tanta alegría, llevada por los santos
espíritus creados para volar hácia aquella sublimidad,
que todo cuanto habia visto hasta allí estaba muy lejos de
haberme causado una admiracion igual, por mostrarme de
Dios una verdadera semejanza.
Y aquel amor (1) que fué el primero en descender, can
tando Ave Maria gratia plena, tendió ante él sus alas. Y de
tal modo la córte bienaventurada contestó por do quiera al
cántico divino, que cada espíritu pareció mas radiante.
« Oh Santo Padre (2), que por mí te dignas estar aquí
abajo, dejando el sitio apacible que ocupas por toda una
eternidad, ¿cuál es aquel ángel que con tanta alegría con
templa los ojos de nuestra Reina, y que está enamorado
hasta tal punto, que parece ser de fuego?»
Tales fueron las preguntas que dirigí á aquel que se em
bellecia con el esplendor de María, como se embellece con
el del sol la estrella de la mañana.
Y él á mí: « La confianza y la gracia de que puede estar
dotado un ángel se encuentran en él; tal es nuestra vo
(1) El ángel Gabriel.
(2) San Bernardo.
LA DIVINA COMEDIA- - 409
luntad, por haber sido él quien llevó la palma á María
cuando el Hijo de Dios quiso cargar con nuestro peso.
«Pero ven ahora, y á medida que yo te hable, fija los
ojos en los grandes patricios de este muy justo y piadoso
imperio.
«Aquellos dos que hay sentados allí arriba, mas felices
por estar mas cerca de la augusta Dama, son casi las dos
raices de la rosa.
«El que está á su izquierda es el padre que, por haber
probado con avidez la fruta, hizo probar tanta amargura á
la especie humana. (1)
«A su derecha ves al antiguo padre de la santa Iglesia,
á quien el Cristo confió las llaves de esta flor de sin igual
belleza. (2) Y aquel que vió antes de morir todos los tiem
pos azarosos que habia de atravesar la bella esposa (3) con
quistada con la lanza y los clavos, está sentado no lejos de
aquel; habiendo tambien á corta distancia el gefe á cuyo
mando vivió del maná el pueblo ingrato, movible y obs
tinado.
«En frente de Pedro vés à Ana, tan arrobada en con
templar á su hija, que ni mueve los ojos al cantar Hosanna,
Y frente al gran padre de familia (4) está sentada Lucia (5),
a que te envió á tu Dama cuando cerraste los párpados al
borde del abismo.
« Pero conho tu sueño ya pasó, harémos aquí una pausa,
pareciéndonos al sastre que, hace el traje, segun el paño
de que dispone.
«Ahora elevarémos los ojos hácia el primer amor, á fin de
que al mirarle puedas en lo posible penetrar en su esplen
dor. Sin embargo, por temor de que al querer adelantar
no retrocedas, has de obtener la gracia con tus preces, al
gitar las alas; la gracia de la que puede ayudarte; y luego
(1) Adan.
(2) San Pedro.
(3) La Iglesia.
(4) Adan
(5) Santa Lucia de Sigamsa, símbolo de la gracia que ilumina.
410 EL PARAIS0s

me seguirás con el alma y la intencion, haciendo que en


nada tu corazon se separe de mi súplica.» Y en seguida
empezó esta santa oracion.

CANTO XXXIII.

En una ferviente oracion, San Bernardo pide á la Vírgen María que


alcance para el poeta la gracia de elevarse hasta la vision misma
de Dios. — Despues de lo cual iluminado Dante, penetra con la mi
rada la luz divina y la augusta Trinidad, y entrevé en la persona del
Verbo la Humanidad unida á la Divinidad. »

«Oh vírgen madre, hija de tu hijo, humilde y alta mas


que toda otra criatura, término fijo de la voluntad eterna,
tú eres la que de tal modo ennobleciste la naturaleza huma
na, que su autor no se desdeñó de convertirse en su propia
obra. (1)
«En tu seno se inflamó el amor cuyo fuego hizo germi
nar de este modo esa flor en la paz eterna. Tú eres aquí
para nosotros un sol de caridad en su mediodía, así como
eres allí abajo entre los mortales, un vivo manantial de es
peranza.
«Muger, eres tan grande y tienes tanto poder, que el que
pide una gracia sin acudir á tí, quiere que vuele sin alas su
deseo. º

«Tu bondad no solo socorre al que la implora, sino que


muchas veces se anticipa liberalmente á la súplica. En tí
hay la misericordia, en tí la piedad, en tí la magnificen
cia, en tí todo cuanto hay de bueno en la criatura.
«Por esto el que desde el profundo abismo del universo
hasta aquí, ha visto una por una las existencias de los es
píritus, te suplica le concedas la fuerza necesaria para ele
var mas su mirada hácia la felicidad suprema.
«Y yo, que nunca he deseado para mí mas ardiente
(1) Tu ad liberandum susceplurus homlnem non herruisti virginis ate
Ullº, "N
LA DIVINA COMEDIA. 411

mente aquella vista de lo que para él la deseo, á tí dirijo


mis preces todas, suplicándote no sean vanas, á fin de que
disipes todas las nubes de su mortalidad con tus súplicas, y
para que se le muestre la alegría soberana.
«Te pido así mismo, oh reina que puedes cuanto quie
res, que conserves íntegros sus afectos despues de semejan
te vision, y que tu proteccion triunfe de los impulsos hu
man OS.

«Mira como Beatriz y todos los bienaventurados juntan


las manos para unirse á mis preces.»
Los ojos que Dios ama y venera (1) fijos en el que por mi
estaba orando, nos demostraron cuán gratas le eran las ar
dientes preces. Luego se elevaron sobre la eterna luz, en
la que parece increible pueda clavarse tan penetrante el
ojo de una criatura.
A medida que me acercaba al término de todos mis votos,
extinguí en mí, como debia, el ardor del deseo.
Bernardo me indicaba sonriendo que mirase á lo alto,
pero ya estaba yo en la disposicion que él deseaba, porque
mi vista, cada vez mas pura, iba penetrando por grados en
la alta luz que por sí sola es verdadera.
Desde aquel instante mi vista fué superier á mis palabras,
puesto que ceden ante aquella vision, como cede tambien
la memoria ante tal portento.
Como el que vé en sueños, y que al despertar conserva
la impresion producida sin recordar lo restante, estoy yo
ahora por haber cesado mi vision casi enteramente; y siento
fluir aun en mi corazon la dulzura que nació de ella, der
ritiéndose como la nieve al sol, y desapareciendo como al
viento las ténues hojas que contenian los decretos de la si
bila.
¡Oh luz soberana que te elevas sobre el pensamiento de
los mortales, infunde en mi espíritu algo de lo que tú pa
recias, y haz que mi lengua tenga poder bastante para
dejar al menos un destello de tu gloria á las razas futuras l
(1) Los ojos de la Vírgen.
l.12 EL PARAISO.

Si logro recordar tu victoria y hacer que resuene en mis


versos, se podrá comprender mejor.
Ante la herida que recibí del vivo rayo, creo que me
habria vuelto ciego, apartando de él mis ojos. Recuerdo,
empero, que me decidíá persistir hasta que hubiese unido
mi mirada al poder infinito.
¡Oh gracia abundante, por la cual me atreví á fijar los ojos
en la luz eterna que abrasaba mi vista
En toda su profundidad, ví allí un tomo unido por los la
zos del amor, que contenia todas las hojas sueltas dispersas
por el universo: allí habia las sustancias, y los accidentes
y sus cualidades amasadas de tal modo, que cuanto yo pue
da decir será tan solo una pálida sombra.
Creo que ví la forma universal de aquel nudo, puesto
que al decirlo me siento poseido de mayor alegría.
Un solo instante causa en mí mas olvido que el que han
causado veinticinco siglos trascurridos desde la empresa que
hizo admirar á Neptuno la sombra de Argos.
Por esto mi espíritu en suspenso admiraba fija, inmóvil y
atentamente, y continuaba admirando con ardor creciente.
El efecto de aquella luz es tal, que no es posible apartar
la vista de ella para admirar otro objeto: porque el bien
que deriva de la voluntad se une enteramente á ella, y fue
ra de ella es defectuoso lo que es allí perfecto.
Mas impotente será aun mi palabra para esplicar lo que
recuerdo, de lo que lo fuera el niño que humedece aun la
lengua en el pecho materno; no porque tuviese mas de un
simple aspecto la viva luz que yo contemplaba, y que es
siempre tal como era antes; sino á causa de mi vista que al
mirarla se me fortificaba, y á medida que iba esta cam
biando se alteraba tambien aquella única apariencia.
Y el uno (1) parecia reflejado por el otro como el Iris por
el Iris, y el tercero parecia un fuego que de todas par
tes (2) á la vez brotaba.
(1) El hijo por el padre: « Lumen de lumine.»
(2) El Espíritu Santo: «Qui ex patre fluoque precedlt»

- ----------- -
---------
. LA DIVINA COMEDIA, 13
¡Ah! ¡Cuán impotente y ronca es mi voz para espresar
una idea Dista tanto de lo que ví, que no me basta el de
cir poco.
¡Oh luz eterna que resides sola en tí, que sola te com
prendes, y que comprendiéndote te amas y sonries! Aquel
círculo que parecia concebido en tí, como una luz reflejada,
cuando empezaron á recorrerla mis ojos, me pareció des
pues tener en su interior nuestra efigie ostentando su pro
pio color: por esto mi vista penetraba en él toda entera.
Como el geómetra que se dedica enteramente á medir el
círculo y no dá en su mente con el principio de que ne
cesita, estaba yo ante aquella nueva vista. Quise ver de
que modo la efigie estaba unida y adaptada al círculo; pero
mis alas no tenian para ello la fuerza necesaria, á no ha
berme iluminado un resplandor que satisfizo mi deseo.
Aquí mi alta imaginacion desfallece; pero ya mi deseo y
mi voluntad , como una rueda que se mueve acompasada
mente, giraban hácia el esterior, impulsados por el amor
que dá movimiento al sol y á las demás estrellas.

FN.
ÍINIDICIE.

EL INFIERN0.

CANTO primero.
segundo.
tercero. . .
Cuarto. .
quinto. .
Sexto.
séptimo..
Octavo. .
I10VenO..
décimo.. -

undécimo... . . .
duodécimo.. . . . . . . . "
décimo tercero. .
décimo cuarto.
décimo quinto.
décimo sexto. .
décimo séptimo..
décimo octavo.
décimo nono. . . . . . . .
vigésimo. . -

vigésimo primero. .
vigésimo segundo.
vigésimo tercero.
vigésimo cuarto.. . . ..
vigesimo quinto..
vigésimo sexto.-.
vigésimo séptimo.
vigésimo octavo..
vigésimo nono. .
trigésimo.. -

trigésimo primero. .
trigésimo segundo. .
trigésimo tercero. . . . . . . . .
trigésimo cuarto.
EL PURGAT0RI0.

CANTO primero. . . . *. . . . . . . . . . . . 145


« segundo... . . . . . . . . . . . . . . . 149
(( tercero. . . . . . . . . . . . . . . . . 152
(( cuarto. . . . . . . . . . . . . . . . . 157
(( quinto. . . . . . . . . . . . . . . . . 161
« Sexto. . . . . . . . . . . . . . . . . 165
(t séptimo... . . . . . . . . . . . . . . . 169
(( octavo. . . . . . . . . . . . . . . . . 173
º I10I10. . . . . . . . . . . . . . . . -

( décimo. . . . . . . . . . . . . . . . . 181
(( undécimo. . . . . . . . . . . . . . . . 185
(( duodécimo.. . . . . . . . . . . . . . . 190
« décimo tercero. . . . . . . . . . . . . . 194
(( décimo cuarto. . . . . . . . . . . . . . 198
« décimo quinto. . . . . . . . . . . . . . 203
(( décimo sexto... . . . . . . . . . . . . . 207
(( décimo séptimo. . . . . . . . . . . . . . 211
(( décimo octavo. . . . . . . . . . . . . . 215
“ décimo nono . . . . . . . . . . . . . . 2.19
(( vigésimo. . . . . . . . . . . . . . - - 223
( vigésimo primero. . . . . . . . . . . . . 228
(( vigésimo segundo. . . . . . . . . . . s - 232
( vigésimo tercero. . . . . . . . . . º e e 236
4. vigésimo cuarto. . e - . . . .

(( vigésimo quinto... , . . . . . . . . . e «. 245


º vigésimo sexto. . . . . . . . . . . . . . 249
« vigésimo séptimo. . . . . º • º e a e e

(( vigésimo octavo. . . . . . . . . . . . . 257


(( vigésimo nono. .
(C trigésimo. . . . .
º trigésimo primero. . e • • ,º « º « , e

º

trigésimo tercero.
trigésimo segundo. .. ,. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. 274
278
EL PARAIS0.

CANTO primero.
segundo.
tercero..
Cuarto. .
quinto. . 299
Sexto. .
séptimo..
Octavo.
I10V010. , 316
décimo. .
undécimo.
duodécimo..
décimo tercero.
décimo cuarto.
décimo quinto.
décimo sexto .
décimo séptimo. .
décimo octavo.
décimo nono. .
vigésimo.
vigésimo primero.
vigésimo segundo. .
vigésimo tercero.
vigésimo cuarto..
vigésimo quinto..
vigésimo sexto. .
vigésimo séptimo.
vigésimo octavo..
vigésimo nono.
trigésimo.
trigésimo primero.
trigésimo segundo. .
trigésimo tercero.
PAUTA PARA LA C0L00ACI0N DE LAS LAMINAS.

El Infierno.

º/Necesario es dejar aquí todo temor. . . . . . 13


VMe besó en la boca trémulo de emocion. . . . .
4. Al vernos se mordió con furia. . . º - e -
25
48
/ Oh Toscano, que has llegado hasta la mansion de los
tristes hipócritas. • • e º e º e e 95
v Y eran dos en uno y uno en dos. . . . . e º
118
v 0í á mis hijos que estaban conmigo. . . . . . . 137

El Purgatorio.

-7 "Los rayos de las cuatro luces santas. . - -


146
y El ángel de Dios me cojió y el del infierno me gri
taba: Oh tú del cielo. . . . . . . . 164
vVi que estaba sentado en la grada superior. 179
vQuién eres, pues, tú que así atraviesas. . . . . . 207
- 11 y Ví en uno y otro lado apresurarse las sombras y abra
zarse una á otra. . . . . . . . . . . . 249
— 12 v Y allí se me apareció una dama sola. . . . . 258

El Paraiso.

- 13 º Eleva á Dios tu alma reconocida. . . . . .


14 vY mientras que cada cual se dirigia á nosotros. 302
- - 15 v Así las dos guirmaldas de aquellas rosas eternas gi
raban en torno nuestro. 329
--16 VNunca la espada de lo alto.. 369
-- 17 v Gloria al padre gloria al hijo.. 387
y Recorre los círculos más distantes. . . . . . . M05

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