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Tomás

Rodríguez Rubí, «Poesías de Josefa


Massanés», Revista de Teatros, 1 de septiembre
de 1841
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El bello sexo, señores, ha sido arrojado a la tierra para personificar al
amor; el orgullo, la vanidad y las demás pasiones que dominan en su corazón,
están subordinadas a ésta, que es su todo. Cumpliendo con su apacible
destino, la mujer ama cuando niña a sus juguetes con mucho más cariño que
nosotros; ama cuando madre a sus hijuelos con fuego más ardiente que
nosotros.
Fernando Sabater, «La mujer»,
El Seminario Pintoresco Español, 1842
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Un año hace que visitando el excelentísimo señor don José de Zaragoza
las escuelas de esta Corte, halló una sin mesas; preguntó a la profesora dónde
escribían las niñas, y contestó que en ninguna parte, pues era cosa que no la
necesitaban por serles más perjudicial que útil.
Informe publicado en Álbum de Señoritas, Revista de
Literatura, Educación, Novedades, Teatros y Modas, 1852
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Si la petulancia elevase la conversación a cierta altura de la ciencia, el
silencio sin inquietud deberá ser en una señorita la demostración más propia
de su fina educación.
José de Manjarrés,
Guía de señoritas en el gran mundo, 1854
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Art. 5.°: En las enseñanzas elemental y superior de las niñas se omitirán
[la Agricultura, la Industria, el Comercio, la Geometría, el Dibujo Lineal, la
Agrimensura, la Historia y la Geografía], reemplazándose con:
Primero: Labores propias del sexo.
Segundo: Elementos de Dibujo aplicado a las mismas labores.

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