Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
CODIGO: 1090446554
1. Falta de tiempo
Esta es una de las objeciones de venta más comunes. Cuando el prospect utiliza este
argumento, está diciéndonos que no está dispuesto a oír ni a negociar.
Partiendo de la suposición de que este contacto ya habrá completado una parte de la jornada
del cliente y que estará siendo nutrido con contenidos relevantes, puedes entender que ya
conoce tu producto pero aún no identifica todas las ventajas que le ofreces, o no lo ve como
una solución para su problema.
En este caso puedes, por ejemplo, crear una presentación rápida sobre el producto, algo que
no supere los 2 minutos, que logre informar y mostrar el valor de lo que estás vendiendo.
2. Indecisión
En este caso, el potencial comprador puede hasta escuchar la presentación, pero aún no
considera que las informaciones ofrecidas sean las suficientes para finalizar la compra.
Por lo común, dirá que necesita pensar al respecto y que investigará un poco más antes de
tomar una decisión.
Cuando estos comentarios surgen en la conversación puedes intentar entender las dudas que
el cliente aún tiene. Preguntas como estas pueden ayudar: “¿tienes alguna duda sobre el
funcionamiento del producto?”, “¿la forma de pago está clara para ti?”, “¿has entendido
cómo el producto te puede ayudar?”.
Este abordaje refuerza el vínculo entre el profesional y el consumidor, pues muestra que la
marca no está buscando solo cerrar un negocio, sino también sanar todas las dudas e
inseguridades del prospect.
Así, con ello generarás más confianza para que el potencial cliente tenga la percepción de
que está haciendo un buen negocio.
3. Producto ya adquirido
Un buen vendedor sabe que esta objeción solo es el fin cuando el prospect ya ha adquirido
de hecho el mismo producto de otra marca. De lo contrario, podría tener un producto
parecido pero que no ofrece exactamente las mismas características y funcionalidades.
Para convencer a este potencial cliente, puedes utilizar datos de comparación específicos.
Así, lo más indicado será que conozcas a tus competidores y logres comparar tu producto
con los suyos, mostrándole la superioridad del tuyo.
Puedes incluso hacer una lista con los productos de la competencia y registrar sus aspectos
positivos y negativos para usarlos a la hora de la venta.
Si el posible cliente usa el argumento de que no necesita el producto, algo no anda bien. Si
llegó hasta ti y pasó por parte de la jornada de compras, quiere decir que conoce el
producto, se involucró con la propuesta y mostró interés en un determinado momento.
La mejor alternativa en este caso será recordarle el motivo de estar allí. Intenta aclararle
cómo tu producto o servicio puede ayudarlo a resolver un problema suyo y cómo dicha
alternativa ofrece beneficios que otras marcas no ofrecen.
En estas negociaciones vale la pena usar datos específicos que refuercen tu argumentación:
“este producto es un 30 % más barato que el de la competencia”, el “60 % de los
consumidores ya han adquirido más de un producto debido a nuestra calidad”, etc.
Esta objeción la utilizan los prospects que aún no comprenden el valor del producto o que
quieren obtener una ventaja a cualquier precio.
Por ello, antes de hablar de dinero debes mostrar todos los motivos que hacen tu producto
superior a los demás. Así, a la hora de tratar de precios, el porqué de su definición ya estará
claro.