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GUTIERREZ PILA ANTHONY JOEL


APORTES PARA LA ADMINISTRACIÓN EN BABILONIA, CHINA Y SUMERIA
Alrededor del año 4000 a.C., los asentamientos humanos se fueron condensando a las
orillas de los ríos y surgieron las primeras ciudades que originaron la primera civilización
de la cual se tiene noticia, Mesopotamia. Asentada en medio de los ríos Tigris y Éufrates,
la sociedad mesopotámica fue creciendo paulatinamente hasta convertirse en Uruk, la
primera ciudad de la historia. En esta ciudad, el vínculo religioso-político era fundamental
para mantener una determinada jerarquía social que iniciaba en la familia y terminaba con
el vicario o rey. Como indica Manzanilla (1991), “en Mesopotamia, el nomo estaba
constituido por un grupo de comunidades rurales formadas por familias patriarcales
agrupadas en clanes, que muy pronto coincidió con el territorio de la ciudad-estado” (p.
195). En esta estructura inicial, las familias que formaban los clanes estaban compuestas
por un varón, una mujer y varias concubinas que daban hijos a su señor en caso de que la
esposa fallara en esta tarea fundamental. El nomos se complejizó hasta que surgió la
necesidad de nombrar a un rey o vicario real para que gobernara la ciudad. La ciudad-
estado era gobernada por un vicario que, como indica Cabrales (1979), no era un
representante divino e irremplazable en sí mismo, sino una figura humana en la que
residía temporalmente el poder divino para gobernar a una ciudad, y podía perderlo. Al
igual que en Egipto, esta figura de autoridad tenía bajo su mando toda una pirámide de
clases menos poderosas, pero que desempeñaban labores importantes en la ciudad. Bajo
el mando inmediato del rey se encontraba el ejército, uno de los más temidos en la
antigüedad por sus distintas clasificaciones de guerreros formados en el uso de armas
específicas. Una de las diferencias fundamentales entre las ciudades mesopotámicas y
las egipcias consistía en que en Mesopotamia el poder estatal no estaba completamente
centralizado, sino bajo el mando de muchos gobernantes dispersos a lo largo del territorio
pero no más poderosos que el rey; mientras que en Egipto, el Faraón tenía mando
absoluto sobre sus tierras. Durante mucho tiempo Mesopotamia, como indica Cabrales
(1979),

Esto quiere decir que para el rey era imposible ejercer un mando directo sobre todo su
territorio, así que designaba gobernantes menores para que a su vez fueran
representantes de su poder real y mantuvieran el orden político y comercial. Bajo el
mando del rey también se encontraban muchas otras clases sociales como los nobles –
reconocidos por las grandes sumas de dinero que lograban acumular en los negocios–,
los cultivadores de la tierra que tenían un nivel de vida muy bajo, y los hombres esclavos
al servicio de un señor –quienes eran tratados como animales– (Cabrales, 1979, p. 7). Al
igual que ocurrió en Egipto, la organización social de la civilización mesopotámica permitió
el desarrollo de proyectos arquitectónicos de gran calado en muchas ciudades. El
surgimiento de la escritura, un hecho que cambiaría la historia del hombre, trajo a esta
cultura la posibilidad de guardar, organizar, revisar y multiplicar información; asunto que
tuvo grandes repercusiones en la realización no solo de estos proyectos arquitectónicos,
sino también de un comercio expandido por grandes zonas aledañas a los territorios de
Mesopotamia e inclusive, tierras lejanas. Como indica Yoffe (1995),
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Esto quiere decir que para el rey era imposible ejercer un mando directo sobre todo su
territorio, así que designaba gobernantes menores para que a su vez fueran
representantes de su poder real y mantuvieran el orden político y comercial. Bajo el
mando del rey también se encontraban muchas otras clases sociales como los nobles –
reconocidos por las grandes sumas de dinero que lograban acumular en los negocios–,
los cultivadores de la tierra que tenían un nivel de vida muy bajo, y los hombres esclavos
al servicio de un señor –quienes eran tratados como animales– (Cabrales, 1979, p. 7). Al
igual que ocurrió en Egipto, la organización social de la civilización mesopotámica permitió
el desarrollo de proyectos arquitectónicos de gran calado en muchas ciudades. El
surgimiento de la escritura, un hecho que cambiaría la historia del hombre, trajo a esta
cultura la posibilidad de guardar, organizar, revisar y multiplicar información; asunto que
tuvo grandes repercusiones en la realización no solo de estos proyectos arquitectónicos,
sino también de un comercio expandido por grandes zonas aledañas a los territorios de
Mesopotamia e inclusive, tierras lejanas. Como indica Yoffe (1995)

En la antigua China, tal como en India, se pueden rastrear figuras que contribuyeron de
manera contundente a la construcción de un pensamiento administrativo propio. Entre las
más destacadas se encuentran las de Confucio, su discípulo Micius y Chow. La China,
civilización milenaria y espiritual, tejió también un puente entre la espiritualidad propia de
la religión y la administración en los negocios y la sociedad de la vida cotidiana. En medio
de ambos intereses surge la filosofía de Confucio, erudito, profesor y cortesano que vivió
entre el siglo III y IV a.C. Para Confucio, la filosofía, la política y la religión estaban
íntimamente vinculadas; su pensamiento giró en torno a la vida del hombre poderoso, la
manera correcta de gobernar y ser gobernado y la rectitud en la propia vida, así como
también tuvo un gran interés por reflexionar sobre los negocios y cómo estos pueden
hacer rico a un hombre sin corromper su corazón, sino ennoblecerlo para que busque el
bienestar suyo y de los otros. Uno de los pilares más importantes de sus meditaciones se
encuentra en los cinco principios que deben guiar a la humanidad:
La dedicación sagrada al cultivo de las relaciones entre las personas era, para Confucio,
la clave de una vida guiada por la rectitud. Pero esta rectitud estaba cimentada sobre un
principio transversal, el de las responsabilidades individuales con el grupo, como indica
Witzel (2014). En efecto, las cinco relaciones que debían guiar a la humanidad habían de
mantenerse de este modo porque primaba el grupo sobre el individuo. El gobernado debe
pensar en el gobernante y viceversa, la esposa en su esposo para conservar la familia, el
hermano en su hermano y el amigo en su amigo. La estructura social para Confucio debe
estar basada en la reciprocidad y la conciencia grupal.

Además del pensamiento de Confucio, la China presenció el desarrollo de otro horizonte


de ideas no contrario, pero sí distinto, el taoísmo. Durante mucho tiempo se dudó que Lao
Tsé hubiera sido un hombre real, más bien, se trataba de un nombre bajo el cual se
reunían varios escritores durante varias épocas distintas y diferentes interpretaciones.
Inclusive, se habla de la existencia de hasta tres versiones distintas del Tao te Ching o
Daodejing. Sin embargo, no interesa aquí tanto abordar estas discusiones dadas al
detalle, sino evidenciar uno de los aspectos más relevantes que influyó directamente en la
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forma como en el taoísmo se concebía a un gobernante. En el libro del Tao te Ching se
expone una doctrina de carácter filosófico, pero también político y social que se denominó
como wu wei o inacción. De acuerdo con Román (2008), se trata “de no intervenir en el
curso natural de las cosas; no hacer nada que no sea espontáneo y natural (es decir,
exento de designio y no deliberado); no esforzarse de ninguna manera; ausencia de toda
actividad volitiva, intencional o forzada” (p. 49). Para el Tao, el buen gobernante no se
esfuerza por ser reconocido por sus súbditos ni tampoco realiza ninguna actividad de
manera forzada u obligatoria; su actitud pasiva, casi ataráxica, impide que las malas
consecuencias puedan llegar, pero también las buenas. Si su nobleza y rectitud son
naturales, prevalecerá victorioso sobre las adversidades sin esfuerzo alguno, pero si no
es un líder por naturaleza, tampoco tiene que esforzarse en demostrarlo, pues será
evidente para los súbditos. Como indica Witzel (2014), los taoístas proponían una
economía de no intervención gubernamental. El gobierno debía permanecer alejado lo
más posible de los movimientos naturales de la economía y la sociedad, con la finalidad
de que estas mismas se regularan y buscaran sus propias reglas en el libre juego. Este
modelo no tuvo demasiada acogida en los círculos de negociantes en la época en que fue
formulado debido a que no se veía beneficioso el actuar caótico de la economía para
mantener a flote la estructura social y las transacciones comerciales. Como aclara Witzel
(2014), “el gobierno y los negocios chinos le dieron la espalda por igual a este modelo de
liderazgo y optaron por algo más autoritario y estructurado” (p. 33). En efecto, la ausencia
de una administración explícita en el taoísmo lo excluyó como una teoría válida en su
tiempo, e inclusive en la contemporaneidad. No obstante, el confucianismo y el taoísmo
dan cuenta, como en las otras civilizaciones, de que los chinos de la antigüedad
estuvieron interesados en construir un sistema de pensamiento para organizar su
sociedad y su gobierno.

ADMINISTRACION EN PLENO SIGLO XXI

Los últimos avances tecnológicos y científicos, las aceleradas formas de producción,las


exigencias de competitividad, las dinamicas formas de transacciones comerciales de
bienes y servicios y la calidad en los mercados que actualmente se experimentan en
estas últimas décadas influyen directamente en la forma de administrar las
organizaciones. Estas requieren generar innovadores sistemas de administración pues el
contexto exige nuevas formas de capacitación, de tecnología, del trabajo en equipo, de
las funciones cruzadas, del liderazgo virtual. Hoy en día las empresas cuentan con
estructuras no burocráticas, donde la filosofía se enfoca totalmente en el servicio al cliente
y la calidad, con plantas flexibles, cadenas de valor perfectamente identificadas,
automatizadas y con capital intelectual. El propósito de este trabajo es identificar las
características de los nuevos enfoques en la administración utilizando el método
descriptivo para plasmar las características de dichos enfoques. Conclusiones: La
competitividad en los mercados es agresiva e intensa, las empresas tienen la necesidad
de cambiar las nuevas corrientes de la administración para poder mantenerse vigentes en
los mercados. Es necesario que las organizaciones hoy en día sean dinámicas,
competitivas, con altos rendimientos productivos, con estructuras de organización
delgadas y eficientes, que les permitan alcanzar los retos que establecen los mercados
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globalizados, enfrentando nuevos desafíos, con una cultura organizacional exitosa y con
la capacidad de adaptarse a los cambios acelerados que se viven en esta era de la
información, la tecnología y los avances científicos.
EFECTOS DE LA ADMINISTRACION EN EL SIGLO XXI
El siglo XXI se presenta como un cambio de época en todas las dimensiones humanas.
Esto fue visionado tempranamente por Peter Drucker como Era de la Información, con un
actor principal: el trabajador del conocimiento en una sociedad de organizaciones. Esta
nueva realidad es facilitada por la interconectividad de la plataforma internet, que permite
la proliferación de datos e información (Big Data), y la circulación de relaciones y
transacciones (internet de las cosas) en tiempo real y a costo tendiente a cero. A través
de la organización, los seres humanos transformamos los datos en información y luego en
conocimiento, para que luego la ciencia tome el conocimiento y a través de investigación y
desarrollo lo transforme en innovación. Algunas nuevas realidades relevantes son:  En lo
político, la globalización y la gobernanza multipolar (G-8, G-20, cumbres temáticas, etc.)
obliga a los poderes públicos a actuar con transparencia y ejemplaridad global. El
gobierno digital exige actuar con ética, o a pagar severamente las consecuencias de las
fallas o faltas.  En lo económico el mundo se ha transformado en un gran mercado en
búsqueda de nuevas instituciones e institutos que lo organicen y den viabilidad. Las crisis
sistémicas son cada vez más frecuentes.  En lo empresarial la gestión del cambio y de
los talentos son el factor crítico de éxito para una “organización que aprende” (Senge). La
innovación permanente ya no es una opción. Es condición necesaria del liderazgo  En lo
social el acceso a la información y las noticias en tiempo real, las redes sociales y las
corrientes migratorias y la búsqueda de paz o progreso determinan la necesidad de
anticiparse a las demandas sociales y acordar agendas internacionales con impacto en
los gobiernos locales.  En lo medio ambiental el calentamiento global determina
urgencias imprescindibles para evitar catástrofes de alto costo en vidas humanas y
deterioro de ecosistemas. 5 La gran paradoja de esta nueva época es que cuanto más
sabemos, menos sabemos. La frontera del conocimiento es móvil. Es un horizonte que se
aleja con con cada nueva conquista. Los cuatro actores/institución clave de esta nueva
realidad son: Estado (Gobierno), Mercado (Empresa), Sociedad Civil (organizaciones) y
Conocimiento (Universidad), y todos están en comunicación e interacción permanente.
1.2Nuevos valores en la administración Este trabajo pone el foco en el impacto en los
valores y en las nuevas técnicas de administración convenientes o necesarias para todo
tipo de organizaciones, sean éstas empresas industriales o comerciales con fines de lucro
u organizaciones de la sociedad civil sin fines de lucro. Provisoriamente vamos a
denominar a esta nueva teoría o escuela de administración como “Administración
Humanista”, como instancia superadora de la “Administración Científica” que iniciaran
Taylor y Fayol con sus investigaciones del trabajo y la organización a inicios del siglo XX.
El conocimiento (que es propiedad de las personas) es un factor crítico de éxito. Por ello
la gestión de las personas, sus competencias y sus talentos es una condición necesaria
para ser exitoso en forma duradera. Este nuevo mundo exige a las organizaciones dos
valores simultáneos: sostenibilidad (autonomía de recursos) y sustentabilidad (impacto
social y medioambiental positivo). No alcanza con satisfacer exclusivamente a
accionistas, clientes y/o consumidores. Todos los grupos de interés en los que impacta
directa o indirectamente una organización tienen una cuota de interés en los resultados, y
por lo tanto deben estar en el radar o tablero de comendo del administrador posmoderno.
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Valores clásicos y nuevos Durante el siglo XX, la imagen de las empresas y sus marcas y
la reputación de sus ejecutivos han tenido tradicionalmente sustento en virtudes clásicas
como la prudencia, justicia, veracidad, lealtad, integridad, austeridad, perseverancia y
generosidad. Sin embargo el ecosistema digital, por la velocidad y amplitud de difusión de
los problemas éticos que pueden presentarse, ha determinado una alta vulnerabilidad
ante eventos de desprestigio intencional o eventos reales. Por ello es necesario
recomendar nuevos valores, adaptados a las nuevas realidades. En este campo
axiológico el académico argentino Enrique Herrscher (2013: 21-23) 1 seleccionó de
distintos autores valores que pueden contribuir a dar sostenibilidad y sustentabilidad a las
empresas en el siglo XXI. A los tradicionales valores de la era de la administración
científica (responsabilidad, 1 Herrscher Enrique (2013) Negocios, Sociedad y Valores
EDICON Buenos Aires 6 confianza, reputación, innovación, persistencia) suma otros que
podemos agrupar según sea el foco: • ligados a la sociedad del conocimiento: Flexibilidad,
Anticipación, Innovación, Aprendizaje y Reconversión. • asociados a las nuevas prácticas
de transparencia: Reputación, Auditabilidad (accountability /GRI) , Responsabilidad Social
RSE, Ejemplaridad, Transparencia, Legalidad, Remuneración justa. • vinculados a la
globalización: Globalidad Multiculturalidad, Polifuncionalidad, Diversidad. • asociados a la
inteligencia emocional: Paciencia, Resiliencia,Persistencia. La visión axiológica de la
denominada Buena Gobernanza Corporativa es planteada por 3 autores con fuerte foco
en los valores necesarios en el mundo económico y empresario del siglo XXI: Adela
Cortina, Bernardo Kliksberg y Amartya Sen. Cortina (1994)2 , filósofa española, plantea
que no alcanza ni es justo adecuarse a normas o conductas frecuentes de una sociedad
concreta (con lo cual puede auto justificarse conductas no éticas generalizadas o
frecuentes en un contexto social). Para Cortina “es necesario adherir a principios,
derechos humanos y valores superiores de carácter universal” (Cortina 1994: 85). La
autora plantea que la ética empresarial está incluida en la ética universal y forma parte de
una “ética de las instituciones”, en la que la moral no es ajena a la actuación de la
empresa (Cortina 1994: 87-88). El tema de la Responsabilidad Social Empresaria (RSE)
en un mundo globalizado tiene como experto a Bernardo Kliksberg, catedrático y consultor
de ONU, también con un pie en el mundo real como integrante del Comité de RSE de la
empresa petrolera argentina YPF. Kliksberg (2014) 3 propone que el Buen Gobierno
Corporativo sea simplemente el cumplimiento de la Responsabilidad Social de la Empresa
(RSE) y que se considere cumplida la RSE con el cumplimiento de los siguientes puntos
clave (2014: 79-85) 1. Políticas de personal de avanzada (considerado como capital
humano) 2. Productos confiables y saludables 3. Políticas “proverde” (ecoamigables) 4.
Integridad, sin corrupción ni soborno a gobiernos 5. Compromiso con la comunidad y 6.
Coherencia (sin doble estándar ético). Kliksberg opina que el rol de la educación en ética
es clave, muy especialmente en las universidades (tanto en carreras de grado como
posgrado). Propone entrar al siglo XXI sin dogmatismos ni extremismos ideológicos,
midiendo el desarrollo de los países a través del capital social y el índice de desarrollo 2 .
Cortina Adela (1994) Etica de la empresa Ed.Trotta Madrid 3 Kliksberg Bernardo (2014)
Otra economía es posible - Desde el Consenso de Washington a la visión de una nueva
economía Editorial La Página SA Buenos Aires 7 humano como indicadores de calidad de
sociedad, exigiéndole también al Estado el cumplimiento irrestricto de su responsabilidad
de eficiencia y ética. Amartya Sen, Nobel de economía (1998) 4 , crítico pragmático de la
globalización, con visión racionalista y pragmática, privilegia dos valores por encima de
todo: justicia y libertad (Sen 2010:28). Su enfoque es optimista, pero fuertemente realista.
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No solamente ve a la RSE como una exigencia ética de la sociedad, sino que
investigaciones de todo orden dan cuenta que a más RSE, más competitividad, más
lealtad de los consumidores, atracción de talentos, productividad laboral y confianza de
los mercados. Es el modo más efectivo en que la empresa puede reciclarse para el siglo
XXI, un siglo en que deberá rendir cuenta no sólo a sus dueños sino a todos los grupos de
interés (stakeholders): (empleados, inversores; consumidores, opinión pública y sociedad
civil). El GRI (2009) ya planteaba que el triple balance económico, social y ambiental deje
de ser voluntario y pase a ser obligatorio (Sen 2010: 25). En el 1er. Congreso
Internacional de Responsabilidad Social (Buenos Aires 2013) 5 , Sen asignó un rol clave a
la interrelación entre el mundo académico, el gobierno, la empresa y la sociedad civil.
Consideró importante “no caer en contractualismos o legalismos que busquen hacer
obligatorio por ley lo que es una obligación moral”. Y también recomendó no llamar gasto
a lo que es inversión a largo plazo y no pretender resultados inmediatos de la educación.
(Sen 2013: 29). Para focalizarnos en las oportunidades que la Era del Conocimiento
presenta a las organizaciones, podemos recurrir a una obra de recopilación efectuada por
el Consejo Profesional de Ciencias Económicas de Buenos Aires en el año del
bicentenario de la independencia argentina. (Gilli J.J. y otros 2010)6 . En el capitulo La
administración en el siglo XXI, L.M.Gabancho sostiene 10 capacidades críticas para lograr
una administración exitosa (Gilli y otros 2010: 233-259)
Michael Porter 7 , luego de ser por décadas el mayor referente en competitividad
empresaria, en coautoría con su socio y colega de cátedra en la Universidad de Harvard
revisó sus consejos y recomendó que la estrategia correcta no debe ser buscar maximizar
la ganancia sino el “valor compartido” (“shared value”) comenzando a vincular el tema
social con el económico a través de la ventaja competitiva (Porter y Kramer 2006: 35).
Cinco años después ambos autores Porter y Kramer8 proponen la creación de “valor
compartido” (VC) para reinventar el capitalismo y liberar una oleada de innovación y
crecimiento. “El propósito de una corporación debe ser definido en torno a la creación de
valor compartido” (Porter y Kramer 2011: 5). Proponen los autores expandir la conexión
entre el progreso económico y social generando un círculo virtuoso: “el valor compartido
son las políticas y prácticas operacionales que mejoran la competitividad de una empresa
a la vez que ayudan a mejorar las condiciones económicas y sociales en las comunidades
donde opera (Porter y Kramer 2011: 6). La creación de valor compartido se enfoca en
identificar y expandir las conexiones entre los progresos económico y social. La creación
de VC se encara no como periferia de los negocios sino poniéndolo en el centro de ellos a
través de 3 estrategias clave (Porter y Kramer 2011: 3): 1. Reconcebir en forma amplia los
productos y mercados 2. Redefinir la productividad en la cadena de valor 3. Permitir el
desarrollo del cluster de apoyo local La comprobación de estas nuevas realidades se
puede verificar a través de las nuevas formas de certificar la calidad de gestión. Valgan
como ejemplo la auditoría de clima de trabajo realizada a través del sistema de empresas
mejores para trabajar (Best Place to work - BPTW) o las encuestas anuales de reputación
que realiza la empresa de investigación de mercado española Merco, especializada en
medir la reputación empresaria en base a valores clave consensuados como la calidad de
la oferta comercial (pondera 28%), resultados económico-financieros (18%), talento (15%)
ética y responsabilidad corporativa (12%) con puntaje máximo que puede alcanzar los
10.000 puntos. El ranking 2015 lo encabezó la empresa Arcor por sexto año consecutivo
con 10.000 puntos, seguido por Unilever (8.937), Techint (7.845), Coca Cola (7.587) y
Quilmes (6.910).Publicado Clarin Ieco 27-09-15 9
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2.1Escuela de Administración Científica (Taylor, Fayol) - Fordismo La escuela de
administración científica tiene a Frederick Taylor y Henri Fayol como sus exponentes
fundacionales más claros a inicios del siglo XX. Taylor realizó desde 1911 estudios muy
meticulosos acerca del trabajo y las formas de incrementar la productividad, estableciendo
bases para la administración científica. Los estudios fueron el resultado de su experiencia
personal en tareas manuales (comenzó como operario en plantas de acero) y sus
posteriores ascensos en la gran empresa de acero Bethelem Steel, sucesivamente como
capataz, jefe de taller, jefe de diseño y jefe de ingenieros. Su foco de estudio era la
productividad, pero su objetivo final era demostrar la interdependencia de ambas
prosperidades: la de la empresa y la del empleado. Con su método de “Organización
científica del trabajo” buscaba eliminar las pérdidas de tiempo, de dinero y de materiales
para así “aumentar la producción de cada hombre y de cada máquina hasta el doble”
(Taylor. 1994: 136) 10 pero aclarando que el objetivo final era lograr la mayor prosperidad
del empleado y del empleador ya que una mejor tarea permite una mejor remuneración
porque el obrero se transforma en un especialista. Taylor propone la “administración
científica” como una verdadera filosofía de administración de la empresa que reparte la
responsabilidad de la eficiencia entre la administración (prever la tarea con anticipación) y
el obrero (realizando el trabajo). Esto era opuesto a la “administración por iniciativa e
incentivo” vigente en la época, que reconocía responsabilidad por la eficiencia
exclusivamente al obrero. El obrero era remunerado estrictamente por su mayor o menor
esfuerzo con escasas categorizaciones (Taylor 1994: 148). El impacto económico más
visible de la aplicación del “taylorismo” fue el fenómeno denominado fordismo, el cual se
manifiesta del lado de la oferta por la fabricación en serie a costo bajo buscando la
máxima eficiencia; y por el lado de la demanda a través del consumo masivo de bienes
durables y no durables a precios accesibles para amplios segmentos de la población. Su
efecto social y humano admite dos interpretaciones opuestas. Por un lado, con visión
materialista eficientista, la búsqueda de la máxima productividad, obteniendo de cada
persona el máximo rendimiento a través de la división de la tarea en sus partes
constituyentes, logrando así la maximización del rendimiento por persona. Por otro lado,
con visión humanista, la jerarquización del trabajo y la aparición de distintas tareas
revalorizadas según sea la complejidad de tareas y conocimientos requeridos, lo cual fue
aprovechado por los sindicatos para lograr el pago de mejores salarios, en la medida que
las tareas comienzan a ser más especializadas. Este argumento es el que usaba Taylor
para defenderse de sus atacantes, quienes en muchos casos llamaban “taylorismo” a los
métodos de trabajo centrados exclusivamente en el máximo rendimiento a través de la

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