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1. Sociedad y derecho
Es afirmación universal la de que el hombre desde que comenzó a hacer historia
vive en sociedad. La epopeya humana, como registro de hechos, ha dejado
testimonios en el decurso del tiempo sobre los diferentes grupos humanos
primitivos (tribus, clanes, gens, fratrias, hordas). El derecho romano da cuenta
de la formación del derecho en estos estamentos primigenios y la importancia de
quienes, con criterio de autoridad, comenzaron a tomar decisiones en procura
de la armonía social y establecieron las primeras reglas coercitivas de la con-
ducta. Fueron los pater-familias, los ancianos de la tribu o de la gens, quienes
asumieron el papel protagónico de impartir justicia, imponer el derecho, dar a
cada cual lo que consideraba justo.
El pensamiento de los griegos, entre otras civilizaciones, sobre la peripe-
cia del hombre fue aportando importantes reflexiones sobre su comportamiento
primitivo en la sociedad y ello condujo a que el padre de la lógica, Aristóteles
(384-322 a.de C.)1 afirmara que “El hombre es un animal social”. Con ello
significó que no solamente elaboraba un juicio de valor, sino que también
expresaba la existencia de un hecho: el comportamiento humano a partir de
los primeros grupos sociales. El supuesto Robinson Crusoe2 es un mito, una
quimera o una consideración simplemente especulativa, sin fundamento ni res-
paldo histórico, de lo que hubiera sido el comportamiento humano en solitario
y la forma como dentro de tal hipótesis podía haberse construido la cultura.
Lo cierto es que siguiendo la afirmación aristotélica analizamos al hombre en
tanto que sea un atributo social o de lo social.
Observamos que el derecho es factor de regulación de la conducta huma-
na libre. Vale decir que fue un largo proceso histórico el que el hombre recorrió
para percatarse de la necesidad de crear mecanismos que hicieran posible su
convivencia social y someterse a las decisiones de terceros, los jefes de la tribu,
1
Aristóteles, La política, Buenos Aires, Espasa-Calpe, 1943, p. 24.
2
Daniel De Foe, Robinson Crusoe, España, Gráficas Lebrija, 1958.
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para dirimir sus diferencias. De esta manera comenzó la autoridad; se hizo posible
el reconocimiento paulatino de principios y valores que nacían de la entraña
social, de la angustia, de la necesidad por idear normas represivas e intimidantes
al comienzo; de carácter religioso, naturalmente, incipientemente moral y luego
de orden jurídico, de manera oral. Ello los hizo libres, porque nació una voz en
su conciencia que los llevaba al respeto a las decisiones de sus mayores en la
búsqueda de la convivencia pacífica.
De esta manera consideramos al derecho como una forma de la coexis-
tencia humana. El hombre, al vivir en comunidad, requiere al derecho para
realizar sus fines y es obligada la conclusión de que un presupuesto del derecho
es la vida en sociedad. De allí que no pueda concebirse una sociedad sin derecho,
como tampoco un derecho sin sociedad. El derecho es el elemento que aglutina
y da forma a la vida del hombre en una comunidad organizada.
En desarrollo de esta afirmación y dentro del criterio de ser conclusivos
frente al significado del derecho como institución reguladora de la conducta,
consideramos pertinente hacer unas expresiones puntuales de algunos trata-
distas que han intentado o logrado una definición sobre el tema:
Emmanuel Kant,3 al dar su noción sobre el Derecho, afirmó: “Es el
complejo de las condiciones por las cuales el arbitrio de cada uno puede
existir con el arbitrio de los demás, según una ley universal de libertad”.4
Rudolf Stammler 5 sostiene: “Derecho es el querer entrelazante,
autárquico e inviolable”. Se ha dicho que desbrozando este principio es un
querer, porque pertenece al reino de los fines, a un modo final, teleológico de
concebir determinados datos de la conciencia, por oposición a los concebidos bajo
la ley de la causalidad o reino de la naturaleza. Dentro del querer, el Derecho
está referido a la vida social y no a la de la conciencia; por eso se llama en-
trelazante o vinculativo, a diferencia de la moral que es el querer referido a la
vida interior del individuo.
3
E. Kant, citado en Ramírez Granda, Diccionario jurídico, 4ª ed, Buenos Aires, 1959, p. 95.
4
Se le ha criticado a esta definición que se refiere al derecho natural como ideal jurídico, por
cuanto que una definición lógica del derecho debe comprender todos los sistemas posibles del
derecho, habidos y por haber.
5
R. Stammler, Filosofía del derecho, 47, 1974, p. 117.
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6
G .Del Vechio, Filosofía del derecho, 6ª ed, Barcelona, Bosch, 1953, p. 20.
7
M. G. Monroy, Introducción al derecho, Bogotá, Temis, 2003, p. 3.
8
G. Radbruch, Filosofía del derecho, 4ª ed., Madrid, 1959, p. 11.
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9
F. Hegel, Filosofía del derecho, 4ª ed., Buenos Aires, Claridad, 1955, p. 61.
10
Diccionario Carrogio de la Lengua Española, II, Barcelona, 1982, p. 980.
11
M. T. Cicerón, La República, III, p. 22.
12
M. Villoro Toranzo, Introducción al estudio del derecho, México, Porrúa, 2000, p. 4.
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13
S. Nino, Introducción al análisis del derecho, Barcelona, Ariel, 1999, p. 195 y ss.
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cuando las normas del sistema jurídico de ese país prohíben las prácticas
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individual le dio cauce al nacimiento del grupo como estructura social de la cual
cada uno formaba parte de manera gregaria. Fue la integración de todos lo que
facilitó la convivencia y el surgimiento del clan, la gens, la tribu, por oposición
a la horda, de la que lentamente se iban separando, al guerrerismo salvaje y el
vandalaje, como denominador común de su comportamiento.
La apelación a la fuerza de las decisiones del pater familias, su aca-
tamiento, la asimilación social de lo determinado por él, el arreglo de la conducta
a las normas de la oralidad imperante, la paulatina construcción de costumbres,
la heterocomposición como resultado de un acuerdo de voluntades para solu-
cionar el drama de la vida cotidiana, puso en evidencia la necesidad de la
aplicación del derecho como elemento que le diera organización a la incipiente
sociedad humana.
Ya veremos cómo León Duguit (1859 - 1928) le dio al derecho el carácter
de función social, como con Maurice Hariou (1856 - 1929) nació la teoría de
la institución jurídica, o como Rudolf Von Ihering sostuvo que la finalidad del
derecho es la paz y el medio para alcanzarla es la lucha y, finalmente, cómo
el jurista español Recasens Siches afirmó que las funciones del derecho en la
vida social son la certeza y la seguridad.
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E. García Máynez, Introducción al estudio del derecho, México, Porrúa, 2000, p. 5.
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15
E. Kant, citado en Ramírez Granda, op. cit., 1959, p. 33.
16
J. Simmel, citado por Kelsen, Teoría general del Estado, México, Editorial Nacional, 1950.
17
E. García Máynez, op. cit., 1959, p. 8.
18
M.G. Monroy Cabia, op. cit., p. 15.
31
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19
Idem.
20
H. Kelsen, Teoría general del Estado, México, Editora Nacional, 1950, p. 150 y ss.
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por cuanto el derecho estudia el deber ser, como ciencia del ser, diferente de
las ciencias de la naturaleza.
c) La tesis jusnaturalista sostiene como aspecto central que el derecho positivo
debe ser estudiado y evaluado en concordancia con los ideales de la justicia.
Ángel Latorre21 comenta sobre el tema que “el derecho natural sirve para
elevarse en nombre de un derecho o de leyes superiores contra las leyes
positivas, permitiendo la ilusión de que la actitud revolucionaria no sólo
no es opuesta al derecho, sino, al contrario, se hace a su nombre.”
d) La tesis marxista, pregonada por Marx y Engels, arguye que la base
de la sociedad deriva de las relaciones de producción. Según la cita que al
respecto hace Ángel Latorre:22 “No es la conciencia de los hombres lo que
determina su forma de vivir y de pensar, sino al contrario, ¡su existencia
social es la que determina su conciencia!”, tesis claramente materialista que
se coloca al lado del positivismo y esta abiertamente opuesta a las tesis
del iusnaturalismo. Desde este punto de vista es el hecho social, el mundo
fenomenológico, lo que determina las reflexiones humanas, lo que significa
una toma de conciencia para expresar su pensamiento; de allí la frase de
la sabiduría popular: “Vive como piensas, para que no tengas que pensar
como vives.”
e) Ronald Dworkin23 ataca al positivismo a partir de la afirmación de que es
preciso hacer una distinción lógica entre normas, directrices y principios;
que el objeto del derecho no reside exclusivamente en el texto escrito, en
la norma, sino que es preciso, de manera fundamental, que se haga la si-
guiente consideración: “Mientras las normas se aplican o no, los principios
dan razones para decidir en un sentido determinado, pero, a diferencia de las
normas, su enunciado no determina las condiciones de su aplicación.”
Dworkin se opone así al positivismo y critica a representantes de esta
escuela de la talla de Bobbio, Ross, Hart y Raz, entre otros, quienes
lo calificaron como neo naturalista, lo que no es cierto, ya que Dworkin
21
A. Latorre, Introducción al derecho, 3ª ed., Barcelona, Ariel, 1971, p. 179.
22
Idem.
23
R. Dworkin, Los derechos en serio, Barcelona, Ariel, 1995.
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24
A. Ross, Los derechos en serio, Barcelona, Ariel, 1995.
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25
R. Badaracco, Teoría del conocimiento del derecho, Buenos Aires, 2ª ed., 1963, p. 18.
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M. Heidegger, citado por A. García Vilanova, Introducción al derecho, 6ª ed., Buenos Aires,
El Ateneo, 1960, p. 20.
27
M.G. Monroy Cabra, op. cit., p. 21.
28
G. Rojas, Introducción al derecho, Bogotá, Ecoe Ediciones, 2002, p. 15.
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la influencia más decisiva sobre este problema de los fines del derecho ha
29
A. Valencia, Derecho civil, tomo 1, Bogotá, Temis, 1957, p. 24 y ss.
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9. Lógica jurídica
Entendemos por lógica, en términos generales, a la ciencia que expone las
ideas, modos y formas del conocimiento científico. En la trayectoria de su
desenvolvimiento histórico ha recibido diferentes denominaciones según el
aspecto parcial del autor que a ella se refiera. Se le denominó mayéutica por
Sócrates para definir el arte de hacer concebir y producir el pensamiento.
Al separar de manera abstracta estas dos funciones se le denominó heurística
o arte de buscar la verdad y didáctica o arte de enseñarla. Para el idealismo de
Platón la lógica es la dialéctica, ciencia del pensamiento puro o racional,
definición de la cual Hegel sacó la última consecuencia al considerar la lógica
como ciencia de la idea, identificada con la metafísica. Aristóteles, reconocido
unánimemente como padre de la lógica, la concibió como ciencia de la demos-
tración y la denominó organón y también analítica; más tarde fue denominada
canónica y metodología y exagerado su carácter práctico y su aplicación a las
ciencias, fue estimada sólo en su formalismo durante la época de la escolástica.
No en vano se le ha catalogado como ciencia de las ciencias o como ciencia
de las formas del pensamiento, doctrina de la ciencia, higiene del espíritu y
disciplina de la inteligencia.30
Aplicada la lógica al derecho, esto es, hablando entonces de la lógica
jurídica, hemos de acudir al símbolo de la expresión del pensamiento por esencia:
la palabra. Y si entendemos el derecho como un imperativo categórico, como una
orden para cumplir con el contenido de una norma, cuando debemos hacer o
no hacer algo, estamos entonces ante ciertos principios o axiomas lógicos a los
que hemos de considerar como leyes del pensamiento. Según la lógica aristotélica
30
G. Rojas, Introducción al derecho, Bogotá, Ecoe Ediciones, 2002, p. 245 y ss.
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1.) Desde el punto de vista de los objetos a que se refieren se dividen en lógico-
jurídicos y ontológico-jurídicos. Los primeros se refieren al juicio o raciocinio
normativo y los segundos tienen por objeto relaciones objetivas, externas,
tales como los hechos jurídicos, los derechos o facultades para exigir una
conducta, las obligaciones, las relaciones jurídicas, la conducta y los sujetos
de dichas relaciones.
2.) Desde el punto de vista de su extensión se dividen en singulares y plurales,
según se refieran a uno o más objetos.
3.) Desde el punto de vista de su contenido se dividen en conceptos simples
y compuestos.
4.) Y desde el punto de vista de sus relaciones recíprocas considera que pue-
den surgir relaciones de dependencia o independencia, de compatibilidad o
incompatibilidad, de coordinación o de subordinación.
31
E. García Máynez, op. cit., p. 51 y ss.
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32
M.G. Monroy Cabra, op. cit., p. 70-71.
42
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33
A. Valencia, op. cit., p. 225 y ss.
34
H. Kelsen, citado por A. Valencia, op. cit., p. 227.
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cierta naturaleza. El derecho del acreedor es, por consiguiente, la norma jurí-
dica por la cual el deudor es obligado a devolver lo que debe; el derecho del
propietario es una norma jurídica por la cual otros individuos son obligados
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a. Definición
Los editores del Código Civil (Legis) al pie de este artículo hacen el siguiente
comentario:
La definición del artículo 633 del Código Civil no permite establecer una
clara diferencia entre persona natural y persona jurídica. Esta definición solo
sita siempre ser representada. También existe una diferencia clara respecto
de los derechos que pueden adquirir y ejercer. A las personas jurídicas les
civil. También es cierto que las únicas clases de personas jurídicas sean las
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El artículo 635 del Código Civil señala que las sociedades industriales
no están comprendidas en las disposiciones de la misma obra, por cuanto que
sus derechos y obligaciones son reglados según su naturaleza y por otras dis-
posiciones de este mismo código como también del Código de Comercio. Indica,
finalmente, que tampoco se extienden las disposiciones del Código Civil a las
corporaciones y fundaciones de derecho público, como los establecimientos que
se costean con fondos del tesoro nacional.
Toda asociación sin ánimo de lucro, llámese corporación o fundación,
como acto previo a su existencia legal deberá tener un cuerpo donde se re-
glamenten sus funciones, actividades, personas que la integran, afectación de
un capital a un objetivo determinado; si es fundación o la enumeración de las
personas naturales que vayan a hacer parte de la corporación, el valor de
sus aportes y demás aspectos legales, documento que recibe la denominación
de estatutos o reglamentos, ellos deben someterse a la aprobación del poder
ejecutivo en el nivel que la administración pública determine y según el objetivo
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ni actúa por sí misma, sino a través del vehículo forzoso de sus agentes sin
los cuales no pasaría de ser una abstracción. Por eso se ha dicho que su
El artículo 640 del Código Civil previene que los actos del representante
de la corporación, en cuanto no excedan de los límites del ministerio que se le
ha confiado, son actos de la corporación; en cuanto excedan estos límites sólo
obligan personalmente al representante.
b. La persona física
García Máynez35 señala: “Se da el nombre de sujeto o persona, a todo ente
capaz de tener facultades y deberes”. Indica también que la palabra perso-
na posee múltiples acepciones, siendo las más importantes la jurídica y la
moral. Agrega: “Desde el punto de vista ético persona es el sujeto dotado de
voluntad o razón”.
35
E. García Máynez, op. cit., p. 271 y ss.
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insiste en esta distinción, se está aún lejos de haber extraído de ella todas
físicas son los hombres y las personas jurídicas todos aquellos sujetos de
36
N. Hartmann, citado por E. García Máynez, op. cit., p. 274.
37
H. Kelsen, Teoría general del Estado, citado por E. García Máynez, op. cit., p. 276 y ss.
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derecho que no son hombres (...) Si el hombre ha de ser objeto del conoci-
miento jurídico, tiene que diluirse en el derecho. Pero lo que el orden jurídico
Y concluye:
38
E. García Máynez, op. cit., p. 276 y ss.
50
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39
F. Savigny, Sistema del derecho privado romano, citado por E. García Máynez, op. cit.,
p. 279.
40
F. Ferrara, citado por E. García Máynez, op. cit., p. 288.
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41
F. Savigny, op. cit., p. 279.
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F) Finalmente, comenta García Máynez que “esta teoría nos ofrece un cuadro
deficiente de los medios de extinción de las personas jurídicas porque todo
lo reduce a la destrucción por obra del legislador, y también aquí hace
dominar el arbitrio, ya que no pone ninguna condición ética para la supre-
sión de las personas jurídicas. Y esto puede presentar peligros para la
libertad de asociación. En tiempo de la Revolución Francesa, en efecto, se
trató de suprimir las asociaciones religiosas y de confiscar sus bienes, y la
teoría de la ficción fue el pretexto jurídico para justificar lo que se hizo.
Touret 42
decía a los constituyentes:
No hay que confundir a los individuos con las corporaciones. Los primeros
que las segundas no existen más que por la ley y de esta traen sus dere-
chos; ella puede modificarlos, destruirlos como le plazca; he aquí por qué
42
D. Touret, citado por E. García Máynez, op. cit., p. 282 y ss.
43
A. von Brinz, citado por E. García Máynez, op. cit., p. 282.
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colectivas reside en que “no hay en ellas un sujeto, sino un conjunto de bienes
destinados a un fin”.
Crítica a esta teoría: piensa García Máynez44 que no pueden existir
derechos sin sujeto, que todo derecho es facultad, deber u obligación. Facultad
como capacidad de ejercer un derecho, deber como conciencia de una conducta
debida y obligación como compromiso adquirido en contra prestación de un
acuerdo de voluntades o de la aceptación de una imposición superior, como la
del Estado frente al súbdito.
El jurista Bernardo Windscheid45 afirma que “el derecho permanece, sólo
la persona cambia, la persona es accidental, el derecho sustancial. El derecho es
un poder de voluntad no de una determinada persona, sino de un determinado
género. Si, pues, al derecho no le es esencial un determinado sujeto, no le será
tampoco en general esencial algún sujeto”.
Evidentemente, la circunstancia de que ciertos patrimonios se encuen-
tren destinados a fines específicos no significa que éstos sean sujetos de derecho;
es decir, como lo sostiene García Máynez, “se trata de patrimonios que tienen
autonomía y forman parte del patrimonio general del sujeto. Son patrimonios de
afectación y, sin embargo, no podemos considerarlos como sujetos jurídicos”.
44
E. García Máynez, op. cit., p. 283 y ss.
45
B. Windscheid, citado por E. García Máynez, op. cit., p. 283.
46
F. Ferrara, citado por E. García Máynez, op. cit., p. 186 y ss.
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beneficiada; pero este último patrimonio forma una masa distinta que se
¿Cómo se puede decir que el Estado es solo una masa de bienes y una masa
55
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del patrimonio destinado a un fin, porque cree que entre derecho privado
47
F. Ferrara y H. Kelsen, citados por E.García Máynez, op. cit., p. 283 y ss.
48
C. Bernard, citado por E. García Máynez, op. cit., p. 273 y ss.
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49
F. Ferrara, citado por E. García Máynez, op. cit., p. 288 y ss.
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50
E. García Máynez, op. cit, p. 293 y 294.
58
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51
Ibid., p. 37 y ss.
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• Elhombreesunserpolíticoysocial.
• ElEstadoesunacreaciónnatural.
• Aceptalaclasiicacióntripartitadelastresformassimplesdegobierno.
• Aceptayleparececonvenienteelrégimenmixtodegobierno,quecombina
la autoridad de la Monarquía, la prudencia de la aristocracia y la libertad
de la democracia.
• Encuentraquelamonarquíaeslaformaidealdegobierno.
• Aceptalaesclavitudperoconuncarácterhumanitario.
• Lapropiedadesunderechoalquetieneaccesoelhombreporreglamenta-
ción de la ley humana, subordinada esta a la ley natural.
52
Historia de las Ideas Políticas, Bogotá: Centro Editorial Universidad del Rosario, 1999, pp.
125-127.
60
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53
Ibid., p. 40-41.
54
A. Trujillo, El Estado y el derecho, Bogotá, Ediciones Academia Colombiana de Jurispru-
dencia, 2001, p.15-17.
61
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Este tratadista afirma que desde sus comienzos la doctrina del derecho
natural surge con tres características que no habría de perder en el curso de
la natural historia:
1) Como reflexión racional, por oposición a las especulaciones de carác-
ter religioso que habían ejercitado su predominio hasta entonces; 2) distingue
como elemento de la conducta humana el orden de la naturaleza (por eso se
llama “natural”) y 3) dicho criterio se encuentra, según palabras de Cicerón:
“En la recta razón escrita en todos los corazones”, es decir, es una exigencia
55
M. Villoro Toranzo, Introducción al estudio del derecho, México, Porrúa, 2000, p. 17 y ss.
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56
M. Villoro Toranzo, op. cit., p. 19.
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M. Villoro Toranzo, op. cit., 2000, p. 25.
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setenta (70) años le han permito gozar pacíficamente de los beneficios del
orden. Respecto de las leyes, dice, “Se puede tratar de persuadirlas en lo que
permita la justicia, mas no hacerles fuerza”.
Principio de certeza jurídica: la justicia no puede existir si no hay
estabilidad y uniformidad en la aplicación de las leyes; es decir, los súbditos
deben saber a qué se pueden atener, cuáles conductas son protegidas por
las leyes y cuáles otras son condenadas por las mismas. Sócrates reconoce que
existía certeza jurídica en Atenas porque durante setenta (70) años vio como
se administró justicia y cómo se gobernó a la ciudad.
Principio de seguridad jurídica: la justicia no puede existir si no se
obedecen las decisiones de los tribunales. Nos parece casi inútil observar que
la seguridad no aprovecha al condenado por la sentencia, sino a todos los
demás ciudadanos, para los cuales la seguridad de que las sentencias serán
obedecidas es la mejor garantía de que existe un orden bajo cuya protección
ellos podrán poner la defensa de sus intereses. Es el principio más explícito en
la argumentación socrática. “¿O crees que pueda persistir sin arruinarse aquella
ciudad en que las decisiones judiciales nada puedan y en que los particulares
las anulen y depongan de su señorío?”
Afirma Villoro Toranzo que estos tres principios pertenecen al derecho
natural y sirven para fundamentar filosóficamente el derecho positivo. Ellos
constituyen el más original aporte de Sócrates a la doctrina del derecho natural.
Gracias a ellos, desde Sócrates, aparece en el pensamiento jurídico la presunción
de justicia a favor del derecho positivo. El iusnaturalismo no será ya una mera
doctrina, sino que servirá en adelante como una base racional que destaca el
principio de autoridad de las decisiones judiciales.
Es necesario precisar, no obstante, que para fijar el pensamiento de
Sócrates en la historia y en su momento frente a la sentencia de muerte es
pertinente concebir una teoría del Estado y del derecho, obra que sería
desarrollada por posteriores pensadores. Sócrates nos dejó como legado el
ejemplo de su propia vida, por su heroica obediencia a la sentencia injusta,
por su actitud de ciudadano ejemplar, por su fidelidad a su ciudad aun a costa
de su propia vida.
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Manual de introducción al Derecho
Como hecho histórico hemos de registrar que setenta y seis (76) años
más tarde, en una circunstancia análoga, Aristóteles se desterró y entonces se
preguntó: “¿Por qué permitir que los atenienses cometan un nuevo crimen de
lesa filosofía?”. En el siglo v. a C., Anaxágoras y Protágoras habían tomado
similar determinación. Podemos deducir que no había nada deshonroso en su
conducta. El principio de la seguridad jurídica tiene por consiguiente límites.
¿Por qué, entonces, esa aparente obstinación de Sócrates en considerarse atado
por el principio? Ya respondimos a este interrogante: Sócrates se colocó en un
terreno de moral personal. En su conciencia moral. Se sentía vinculado a la ciudad,
en una sumisión vital en la que no era extraña la convicción de su misión
divina respecto de la misma. “No voy a desobedecer el mandato del Dios de
Delfos por temor a la muerte”. La misión divina que ha recibido no es un don
personal sino un don social y un beneficio para sus conciudadanos. Comenta
Villoro Toranzo que “esa misión consiste en señalar un camino, el de la razón,
hacia la Verdad y la Justicia, Ciudad, Patria, Leyes (así con mayúsculas y no
esta ley injusta y esta otra justa) forman una sola realidad, realidad vital, que
Sócrates ama con un amor más intenso que el filial”.
La historia habría de registrar posteriormente por expresión de los
ciudadanos atenienses y por sus testimonios legados a la cultura y al pen-
samiento universal, que las enseñanzas socráticas no eran corruptoras; había
que distinguirlas de las de los sofistas que atacaban las leyes. Concluye Villoro
Toranzo que “el único modo de abrir los ojos de sus conciudadanos era aceptar
las últimas conclusiones de esas enseñanzas: la muerte. Sócrates se inclina
ante la injusticia de los hombres para afirmar de una vez por todas la existencia
de una justicia absoluta. Es el testimonio final que se considera moralmente
obligado ofrecer como coronamiento de una vida de maestro”.
58
M. Villoro Toranzo, op. cit., 2000, p. 28 y ss.
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del mal gobierno era un fenómeno social ineluctable en toda cultura, lugar
los filósofos cuando llegaran al poder para instaurar una política fundada
Por ello y para ello dedicó su reflexión sobre tres aspectos puntuales con-
El mundo sensible, que se desliza entre el ser y el no ser, solo tiene rea-
lidad en cuanto participa del mundo inteligible de las ideas. Los sentidos
verdadero saber, sino una opinión, una doxa. El saber verdadero es una
ardua conquista de la razón cuando, en lucha con los sentidos, logra su-
sólo existe una verdadera y absoluta, aquella que conocen los verdaderos
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utilizado por Aristóteles para moldear los ideales platónicos dentro de los
principios científicos que aún perduran en nuestros días, especialmente en
la denominada cultura occidental, legataria del pensamiento griego y de las
instituciones romanas.
No obstante, la crítica general al pensamiento platónico se concreta en
la calificación de exceso de idealismo. El gobierno de los filósofos no es más
que un supuesto teórico noble pero irreal, como tampoco el derecho puede ser
un sueño de perfección social, sino que, por el contrario, debe tener raíces en
esa esfera de lo sensible que Platón despreciaba. Fue profunda la crítica de
Aristóteles al Estado platónico: “Bien está construir hipótesis a voluntad, pero
que estas no sean imposibles”. Nadie discute la prevalencia de la filosofía sobre
todos los juicios y conceptos humanos, pero orientada a la realidad objetiva del
mundo fenoménico y de la razón conciente sobre el mundo del ser o del deber
ser, pero en el marco de lo posible.
59
M. Villoro Toranzo, op. cit., p. 31 y ss.
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… pero donde Platón veía sólo sombras imperfectas de una realidad absoluta,
Aristóteles descubre formas que revisten las cosas, en un proceso teleológico,
ordenado por una causa suprema, que ha de culminar con la realización
plena de cada cosa en su propio fin. Todas las cosas existen para un fin y
a él se enderezan. El principio sustancial de cada ser propio específico (su
entelequia) es a la vez principio que explica todo obrar y cambio de esa
cosa y principio ordenador de la misma dentro del orden total de los seres.
a) “La ciudad es una de las cosas naturales y (…) el hombre es por naturaleza
un animal social. Esto significa que todo hombre necesita vivir en sociedad
para alcanzar su pleno desarrollo. Es exclusivo del hombre, frente a los
demás animales, el tener él solo el sentido del bien y del mal, de lo justo
y de lo injusto, etc., y la comunidad de estas cosas es lo que constituye la
casa y la ciudad”.
b) “El ciudadano sin más por nada se define mejor que por participar en la
administración de justicia y en el gobierno. La virtud del ciudadano consiste
precisamente en conocer el gobierno de los hombres libres desde ambos
puntos de vista (el del mandar y el del obedecer). El pleno desarrollo del
individuo no se hará sino por la práctica de las virtudes cívicas. Los ciu-
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sea pequeña y en cambio pueda ser funesto que los hombres se acostumbren
a cambiar fácilmente las leyes: es evidente que deberán pasarse por alto
algunos fallos de los legisladores y de los gobernantes, pues el cambio
no será tan útil como dañino al introducir la costumbre de desobedecer a
los gobernantes”.
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exigencia que debe realizarse aquí y ahora (hic et nunc), de conformidad con
las posibilidades y dependiendo de las circunstancias.
Tomás de Aquino explica la noción moral del derecho mejor que nadie:
60
M. Villorro Toranzo, op. cit., p. 39 y ss.
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61
Ibid., 2003, p. 39 y ss.
62
San Agustín, citado por M. Villoro Toranzo, op. cit., p. 30.
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63
M. Cicerón, citado por M. Villoro Toranzo, op. cit., p. 43 y ss.
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y comienzos de la presente centuria, que han llevado a retomar por los juristas,
iusfilósofos, académicos y jueces a la revaluación de estos principios. Queremos
apoyarnos en dos importantes profesores, como lo son H. L. A. Hart64, des-
tacado profesor de Filosofía del Derecho de la Universidad de Oxford, y quien
en la obra citada, afirma:
Para elucidar características distintivas del derecho como medio del control
social, hemos creído necesario introducir elementos que no pueden ser
elaborados a partir de las ideas de una orden, una amenaza, obediencia,
hábitos y generalidad. Mucho de lo que es característico del derecho queda
desfigurado por el esfuerzo de explicarlo en estos términos simples. Creí-
mos necesario distinguir, así, entre la idea de hábito general y la de regla
social, y subrayar el aspecto interno de las reglas manifestando en su uso
como pautas o criterios de conducta orientadores y críticos (…) debemos
examinar ahora la pretensión que, en el perenne debate sobre la “esencia”
o la “naturaleza” o la “definición del derecho”, ha sido opuesta con mucha
frecuencia a la teoría simple del imperativo que hemos considerado inade-
cuada. Se trata de la afirmación general de que entre el derecho y la moral
hay una conexión en algún sentido necesaria, y que esto lo que merece
noción de derecho.
64
H.L.A. Hart, El concepto del derecho, 2a. ed., Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 1961.
65
D. E. López Medina, Teoría impura del derecho, 3ª reimpresión, Bogotá, Legis, 2005.
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Manual de introducción al Derecho
derecho escrito a los casos particulares, los jueces deben tomar en cuenta
provistos para tal fin por la libre recherche scientifique. A través de esta
idea, se produce una nueva justificación con énfasis moral para los insti-
del impuesto”.
66
M.G. Monroy Cabra, op. cit., p. 123 y ss.
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mayorías, así como en Turquía habría debido decirse “moral islámica” por
Conclusiones
Luego de este recorrido puntual, desde la penumbra de la historia, cuando en
los pueblos primitivos la norma aún no existía y el derecho, la moral y la reli-
gión eran un solo concepto, la lenta, continuada, paulatina y pertinaz conducta
humana creó la costumbre como fuente del derecho. Es la presencia frente a
la necesidad, la búsqueda de soluciones para el drama cotidiano, el sentido
creativo que surge del líder comunitario, fruto del estudio de la cambiante
condición humana y de su entorno, de las fuerzas que influyen a partir de la
naturaleza. Comienza, como un ejercicio, a experimentar y a aplicar lo que
considera una idea de justicia ante la trasgresión de principios e ideales del
derecho y el deber; el persistente y deshilvanado desarrollo social, la costumbre
como actitud humana, hace presencia como fuente de derecho. Luego serían
las primeras codificaciones, el espíritu compartido por el sentimiento cristiano
en el devenir de los tiempos, la fuerza de las expresiones del derecho natural,
de la síntesis de los criterios de los grandes filósofos griegos, del ánimo que
inspiró la legislación del derecho romano, fundamento del derecho universal;
del pensamiento de Tomás de Aquino y de las invocaciones que se hacen a la
moral y a las buenas costumbres en la legislación nacional colombiana. Forzoso
es concluir, respecto del carácter secular e histórico de la moral y el derecho, de
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qué manera la primera es cavilación de las moradas interiores del hombre, freno
de su conducta, racionamiento axiológico unilateral, preámbulo del juicio, norma
interna del buen obrar, razón de las buenas costumbres y vigía insondable de
las voces de su conciencia.
En tanto, la norma jurídica, primero fundamentada en el derecho natural
y luego en su desarrollo histórico, enmarcada en las disposiciones del derecho
positivo, a nivel universal, o en el sistemático desarrollo del derecho consue-
tudinario en los países que practican el common law, constituye el principio
que dio marco a la conducta humana externa, volcada en su expresión social,
y por lo tanto, en la bilateralidad, creadora de argumentos, de hechos y actos
jurídicos, de instituciones, en el escenario de lo sensible y que para apuntar a
los fines de la justicia, la validez y la eficacia de la norma jurídica, ha de andar
pareja con los supremos conceptos de la moral, esta, incoercible a no ser que
lo sea por la intervención de la conciencia y este, el derecho, por los medios
coercitivos que le imprimen el carácter necesario que obligue o conduzca al
hombre a su cumplimiento.
Sobre este importante aspecto de la moral y el derecho, recordamos
una frase de David Hume, eximio filósofo e historiador inglés, cuando éramos
estudiantes de primer año de derecho: “La naturaleza humana no puede subsistir
sin la asociación de individuos y esa asociación no podría tener lugar sino se
respetan las leyes de la equidad y la justicia”.
Lecturas
Del profesor Marco Gerardo Monroy Cabra, en su obra Introducción al Derecho,
13 ed., Editorial Temis, Bogotá, 2003, pp. 44 y ss.
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67
Abelardo Torré. Introducción al Derecho, 5ª Ed. Buenos Aires. Editorial Abeledo Perrot,
1965, p. 225.
68
Carlos Cossio. La Valoración Jurídica y la Ciencia del Derecho. Buenos Aires, Ediciones
Acayú, 1954, pp.72 y ss.
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razón, siendo la libertad la esencia de la conducta, mal puede ser una cualidad
de la conducta misma”.69
Las características de los valores son esencialmente la bipolaridad y
la jerarquía; son a priori y objetivos. En efecto, la bipolaridad consiste en que
los valores se presentan desdoblados en un valor positivo y el correspondiente
valor negativo. Así, a la belleza se opone la fealdad; a lo bueno, lo malo; a lo
justo, lo injusto; etc. Los valores están, además, ordenados jerárquicamente,
esto es que haya valores inferiores y superiores. La clasificación más corriente
comprende los valores lógicos, los éticos y los estéticos.”
***
Vocabulario
Ontológico: relativo a la ontología.
Ontología: ciencia del ser en general, la ontología se confunde con la metafísica.
Teleológico: relativo o perteneciente a la teleología.
Teleología: doctrina de las causas finales.
Empírico: basado en la experiencia, sin teoría ni razonamiento.
69
Abelardo Torré. Obra citada, p. 228
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