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Proyecto socio integrador

Es un eje integrador que organiza la práctica profesional, la investigación y la


integración de saberes con la comunidad. Su aplicación en la resolución de
problemas, y el mejoramiento de la calidad de vida de las comunidades, las
regiones y el país.

Vinculación del proyecto socio integrador con el plan de desarrollo


económico y social.

El presente Proyecto Socio-Integrador referido a la evaluación de la filosofía de


gestión del frigorífico José Trinidad Moran, se vincula con el Plan de Desarrollo
Económico y Social de la Nación 2007-2013, específicamente con la Nueva Ética
Socialista debido a que a través del mismo se busca la superación del talento
humano, orientando y reforzando sus valores para qué surja una conciencia
revolucionaria con un sentido de pertenencia centrada en la organización.

A la par, se vincula con la Suprema Felicidad Social, ya que el presente Proyecto


Socio integrador de filosofía de gestión se diseña un modelo social incluyente que
beneficie a todos los actores sociales directos e indirectos; con el objeto de
superar las brechas y déficit presente, logrando la construcción de una nueva
estructura social. Además, el mismo busca satisfacer las necesidades sociales,
porque sólo en la medida en que los trabajadores tenga un sentido de pertenencia
positivo y contribuyan con la producción de la riqueza de nuestro país aumentan
las probabilidades de satisfacer las necesidades de las comunidades más
necesitadas.

En tal sentido, el presente Proyecto Socio Integrador busca generar en el


colectivo la transformación conjunta del entorno, el trabajar en grupo, sentirse
orgulloso de ser parte de la organización.

Ahora bien, en cuanto a las líneas de investigación del Programa Nacional de


Formación en Administración, el Proyecto Socio Integrador se vincula con la
Tercera Línea, referido a la Construcción de un Nuevo Modelo que facilite la
eficiencia de los procesos administrativos en el ámbito de la gestión pública. En
este sentido, la evaluación del proyecto.

Por otra parte, se vincula con los ejes transversales de la siguiente forma:

Eje de Trabajo Productivo (Hacer): Se propone Evaluar la filosofía de gestión


en el frigorífico con el propósito de solventar o resolver la problemática existente.
Con el desarrollo de técnicas y herramientas que ayuden a fortalecer el sentido de
pertenencia, que se realicen incentivos y se den conocer la visión y misión de la
empresa a sus trabajadores.
Eje Ético-Político (convivir): Se pretende realizar o consolidar los valores como
solidaridad, cooperación, responsabilidad, participación dentro de la Organización,
bajo un espacio de reflexión.

Eje Epistemológico (Ser): Se propone Evaluar la filosofía de gestión en el


frigorífico, con la finalidad de agilizar las actividades desarrolladas por cada
miembro que integra dicha Unidad, y dar respuesta inmediata a las necesidades
requeridas por parte de las demás Unidades que conforman la organización.

Proyecto socio integrador desde la perspectiva del alma mater

Para impulsar la transformación de la educación universitaria en Venezuela se


crea la Misión Alma Mater, rectora de los Programas Nacionales de Formación.
Entre los más significativos están la vinculación con el entorno, la democratización
del conocimiento y malla centralizada por los proyectos socio-integradores, que
buscan resolver los problemas de las comunidades, trabajando conjuntamente con
los vecinos y diversos entes, dando forma al “aprender haciendo”. El Instituto
Universitario de Tecnología de Cabimas (IUTC) asumió ese reto el año 2009,
cuando inician los PNF. El objetivo es analizar los Proyectos Socio-Integradores,
en relación a los principios de Alma Mater. Se fundamentó en: Ribeiro, (2006),
Gadotti (2011), Freire, (2009), Becerra y Moya (2010). Se analizaron los 57
proyectos presentados para obtener títulos de Técnicos Superiores en la sede de
Cabimas, información complementada con entrevistas a los coordinadores y
tutores de proyectos. Como resultado se obtiene que 47.36% de los proyectos
fueron ejecutados, dando respuesta a problemas reales, siendo las comunidades
educativas las mayormente abordadas. Se concluye que los proyectos realizados
en el IUTC cumplen los principios de Alma Mater, promoviendo la conciencia
colectiva, toda vez que se produjo la integración con el entorno.

Proyecto socio integrador desde unes y pedagógico

Cabe destacar, que el Proyecto Socio Integrador permite al uso de herramientas


necesarias para el desarrollo de la proximidad policial, el acercamiento directo a las
comunidades, donde estos jóvenes que hoy se forman bajos las líneas de estudio en
seguridad ciudadana, inician con esta experiencia desde el trayecto.

La propuesta educativa que se gesta en la UNES asume lo mejor de las corrientes


pedagógicas que han marcado el pensamiento emancipador latinoamericano,
desde Bolívar y la perspectiva robinsoniana de Simón Rodríguez, hasta el
pensamiento de Paulo Freire, pasando por Jesús Ribero. La Universidad concibe
la educación como un derecho humano y un deber social de toda persona, sin
discriminación alguna, que el Estado debe garantizar de forma gratuita y
obligatoria para toda la población, en especial para los sectores más vulnerables;
de allí su sentido de equidad. En UNES la educación asume como función
primordial la de fomentar y orientar la formación del nuevo ciudadano y ciudadana,
republicanos y republicanas en un sentido de desarrollo pleno de su personalidad,
del disfrute de una existencia digna, de la valoración de la ética del trabajo y con
conciencia de participación ciudadana.

El modelo educativo UNES asume al socialismo como valor fundamental de su


quehacer educativo, entendiéndolo como la continuación y profundización del
principio constitucional de democracia participativa y protagónica. Se asume como
un derecho, un proceso y un modelo en construcción, que apunta a establecer
interrelaciones justas entre los seres humanos, que favorezcan su desarrollo
integral mediante su protagonismo y la construcción del poder popular. La
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y el Proyecto Nacional
Simón Bolívar constituyen el punto de partida para la acción y el fortalecimiento de
las capacidades de los sujetos para participar en los asuntos públicos; conlleva
una praxis deliberativa y crítica para la participación permanente y profunda,
amplia y organizada, en torno a todo lo que, por hecho y derecho, le pertenece al
pueblo en los órdenes social, político, cultural, territorial, ético, económico y
productivo. En este sentido, el socialismo del siglo XXI es democracia social,
democracia económica y democracia cultural; entendido como política es
participativa y permanente.

En y para todos los procesos de construcción del poder popular, el socialismo es


sustantivo y transversal. La idea del socialismo se conecta, desde la UNES y el
desafío de la seguridad ciudadana, con la realización del autogobierno y la
construcción de una nueva forma de Estado –el Estado Comunal–; se materializa
en el impulso de vibrantes procesos de participación protagónica, organización
popular y construcción de poder del pueblo que genere mecanismos de
autoregulación y nuevas formas de relación Estado – sociedad.

En este contexto, la participación protagónica está orientada a ocupar y consolidar


los espacios legítimos y formales de intercambio, comunicación y expresión de la
ciudadanía con los órganos del Poder Público, para gobernar y compartir
responsabilidades en la gestión pública. Para el sujeto popular, la participación
protagónica se constituye en elemento fundamental para el ejercicio del poder en
diferentes instancias, y a través de diversos mecanismos institucionales para la
creación del autogobierno comunal. Por un lado, estos mecanismos institucionales
y sociales deben tensar y superar la democracia procedimental propia de la
sociedad capitalista. Por otro, en términos generales el socialismo como proceso
debe cuestionar y diferenciarse de la esencia autoritaria de las relaciones de poder
del capitalismo en lo económico, lo político, la pareja, lo generacional y el género,
entre otros.
El trabajo que adelanta la UNES en los procesos de formación, de creación
intelectual y vinculación social se inspiran en las siguientes bases y principios
filosóficos y político-pedagógicos:

La UNES asume radicalmente la dimensión política de la educación, la creación


intelectual y la vinculación social y, por ello, reivindica el rol político de los
discentes y trabajadores académicos en general, así como de todo actor social
comprometido en un proceso educativo. Este rol político se concibe como la
negación de la posibilidad de lecturas neutras del mundo y la decisión, elección e
intervención consciente y combatiente en el mundo, para transformar todo aquello
que niega la dignidad humana. Para ello, la práctica y el discurso educativo en
UNES debe “establecer una dialéctica entre la denuncia de la situación
deshumanizante y el anuncio de su superación, que es, en el fondo, nuestro
sueño”.

La permanente democratización del poder político, económico, de producción


cultural, de incidencia y definición de las políticas públicas es la apuesta del
modelo venezolano del socialismo. El presidente Chávez ha señalado que
“nuestra línea estratégica es la igualdad… [esa línea] debe servir de referencia a
todo lo que hagamos... ¿Cómo eliminar la pobreza?: dándole poder a los pobres.
Esa es una consigna estratégica que debe dominar todo plan, toda acción de
todos nosotros en cada ente, en cada ámbito, en cada espacio”. Por convicción, la
UNES asume esta línea, considerando que la formación que propone es un
proceso de construcción con los sectores populares, no solamente para contribuir
a reducir la violencia y mejorar la convivencia conjuntamente con los funcionarios
encargados de cumplir y hacer cumplir la ley, sino lograr esto a través del
fortalecimiento del protagonismo y el poder popular.

La filosofía que sustenta el modelo educativo UNES parte de una visión del ser
humano como sujeto político inacabado y, por ende, la educación es a lo largo de
toda la vida. El ser humano jamás deja de educarse, porque nunca deja de
preguntarse, nunca deja de encontrar nuevas respuestas, nunca deja de rastrear
ni de asombrarse frente a la novedad que le interpela. Así, siempre está
aprendiendo y no necesariamente en ambientes escolarizados sino en el barrio, la
ciudad, la nación, los grupos a los que pertenece, las fiestas, los rituales, las
prácticas culturales, los partidos políticos, las relaciones que sostiene, los libros
con los que se tropieza y decide leer o en su práctica social o política.

Sería impensable que un ser así –programado para aprender– inacabado pero
consciente de su inacabamiento y por eso mismo en permanente búsqueda,
indagador, curioso de su entorno y de sí mismo en y con el mundo y los demás; y
por histórico, preocupado siempre por el mañana, no se hallase, como condición
necesaria para estar siendo, inserto, ingenua o críticamente, en un incesante
proceso de formación (Freire, 1996).

Todas las personas, en todas las etapas de su vida, están aprendiendo. Ya Paulo
Freire (1996) lo decía: “no es posible ser humano sin hallarse implicado, de alguna
manera, en alguna práctica educativa”. Entendemos que el ser humano es un
aprendiz permanente, porque es esencialmente un sujeto inconcluso y, desde su
inconclusión, se aproxima a los conocimientos que, habiendo construido, se
reinstituyen o se deconstruyen a partir de su experiencia vital, para asirse de otros
que le permiten resignificar la vida cotidiana, los conceptos, las prácticas y el sí
mismo.

En UNES se asume que la educación, la creación intelectual y la vinculación social


son prácticas de leer el mundo para cambiarlo. La gente no llega a los procesos
educativos como tabula rasa, con mente vacía. Todo lo contrario, llega con una
historia personal, social e institucional desde la cual resignifica todos los
aprendizajes previos y construye los nuevos conocimientos. Por eso, hemos
entendido que la educación es el proceso mediante el cual los sujetos comienzan
a leer su propio mundo, de modo tal que esa percepción ingenua con la que se
suele entender el mundo como lo dado, y no como lo que está dándose
continuamente, comience a ser sustituida por una mirada crítica, que formula
preguntas develadoras, interpelaciones que movilizan nuevas formas de
comprender la vida y los contextos que parecen pero no son inexorables.

Leer el mundo es un proceso de decodificación de los símbolos, de los discursos


que circulan de forma dominante y de las representaciones sociales que están
históricamente instaladas, de modo que se pueda re-escribir o codificar una nueva
historia desde la certeza que da saber que los cambios, aun siendo difíciles, son
realmente posibles.

Me gusta ser persona porque cambiar el mundo es tan difícil como posible. La
relación entre la dificultad y la posibilidad de cambiar el mundo suscita la cuestión
de la importancia del papel de la conciencia en la historia, la cuestión de la
decisión, de la opción, la cuestión de la ética y de la educación y de sus límites”
(Freire 2001).

Leer el mundo es atreverse a examinar eso que nos pasa a diario, por eso no se
trata de un análisis en abstracto, con categorías genéricas, sino que se hace a
partir de la vivencia de todos los días, los pensamientos propios, las relaciones,
las estructuras, las creencias, los mitos, lo que se nos presenta como sentido
común pero que oculta esencias.
Como institución universitaria que nace y acompaña el proceso de cambios
sociales, económicos, políticos y culturales que llamamos Revolución Bolivariana,
la UNES asume responsablemente la intervención social transformadora. Para ser
consecuente con la misión de la UNES, “formar para transformar garantizando el
derecho a la seguridad”, desde una perspectiva filosófica –que se conecta con el
enfoque educativo UNES– se asume la necesidad de construir campos de
conocimientos. Estos se entienden como áreas de estudio de problemas de
abordaje inter y transdisciplinario, asociados con los temas de la seguridad;
ámbitos de problematizaciones –no autoreferenciales– en permanente
transformación, amplios, flexibles, abiertos y relacionales; educar a partir de
problemas sociales concretos mientras se aprehende su complejidad,
multidimensionalidad y situación relacional.

Constituyen terreno fértil para la generación de comunidades de pensamiento y


reflexión los campos de conocimientos que se orientan a trascender las
limitaciones artificiales de las disciplinas y apuntan a una ruptura con el lugar
desde donde tradicionalmente se realizaba la formación, la creación intelectual y la
vinculación social de las instituciones universitarias.

En UNES se asume que la educación, la creación intelectual y la vinculación social


son activadores del poder protagónico del pueblo. El ejercicio del poder no es más
que la capacidad que tenemos los hombres y las mujeres de actuar para influir
sobre las acciones y decisiones de los otros. Por ello, el poder no es
esencialmente el ejercicio de la prohibición, es un ejercicio de la seducción, la
inducción, sugestión, negociación. Estas relaciones aparecen en todos y cada uno
de los ámbitos en los cuales nos movemos, de modo que se naturalizan, y esas
formas cotidianas, en las que no fijamos nuestra mirada, forman parte de una
técnica específica del poder, son parte constitutiva del instrumental del cual el
poder echa mano para llevar a cabo, con éxito, su ejercicio.

El concepto de poder cambia substancialmente y se transforma en un poder que


despierta poderes. Por ello, el poder circula, tiene carácter provisorio, reclama
constantemente participación activa. La educación popular tiene entre sus
propósitos fundamentales promover experiencias que sirvan para que los sujetos
sociales descubran que el poder no lo ostenta un individuo ni un grupo de
individuos, sino que todos tenemos poder y que, su ejercicio tozudo, concertado,
crítico y ético puede cambiar las condiciones materiales y políticas del contexto
que viola los derechos humanos y nos enajena.

Es intención de la UNES organizar experiencias educativas que estimulen a los


sujetos para que asuman el ejercicio del poder desde la participación crítica en los
asuntos públicos; la deliberación colectiva en torno a los problemas comunes que
más nos aquejan, como la seguridad, la salud, la educación, los servicios públicos,
la tierra, la justicia; la posibilidad de influir en las políticas de Estado y controlar su
ejecución y gestión presupuestaria.

El desarrollo del pensamiento crítico es un elemento fundacional del modelo


educativo, de creación intelectual y vinculación social que propugna la UNES. Nos
remite al cuestionamiento de lo dado, de la realidad impuesta; se propone
visualizar distintas formas de poder y dominación, no sólo de “clase”, sino más allá
de ella: el género, lo etario, la raza, entre otros, como formas de opresión. Una de
las tareas primordiales que promueve la educación en la UNES es el rigor
metódico en el acercamiento al conocimiento, a través de la intervención en el
mundo. Para lograrlo se precisa de un ejercicio constante y sistemático de análisis
del mundo, el entorno, la propia realidad, superando las barreras de la “culpa
ideológica” que nos imponen las clases dominantes para condicionarnos a aceptar
la realidad como algo dado que no podemos transformar sino aceptar. Para ello se
fortalece en la práctica educativa de la UNES la reflexión – acción y la
investigación, elementos entendidos como un todo indisoluble en el desarrollo de
la curiosidad epistemológica, a partir de la cual se crean las opciones que
permiten ver esa realidad que queremos transformar con otra óptica e incidir en
ella para cambiarla.

En UNES se asume que la educación, la creación intelectual y la vinculación social


se hace desde un pensamiento glocalizado. Un mundo globalizado a pasos
acelerados convoca al reconocimiento de la diversidad que nos nutre como género
humano, superando las barreras de la superstición, el prejuicio y los anacronismos
chauvinistas, sin que ello signifique la pérdida de las identidades propias,
construidas como acervo cultural de nuestros pueblos desde las vivencias locales.
La glocalidad, entendida como forma de resistencia social ante la globalización de
corte neoliberal que nos impusieron con fuerza, es una invitación a vernos en la
dialéctica de lo cercano (local) y lo lejano (global), sin que esa tensión degenere
en minusvaloración de uno u otro componente de la relación. En términos
educativos, asumir la glocalidad implica para la UNES entender la lógica de la
formación, tomando en cuenta los grandes debates y procesos que se gestan a
nivel regional o mundial en el campo de la seguridad, las búsquedas de soluciones
a los problemas que en esta área afectan al género humano (las diversas formas
de la violencia, el crecimiento del delito transnacional, las redes informáticas como
vía para la acción criminal, la permeabilidad de las fronteras de los Estados
Nación para el contrabando en sus diversas formas, entre otras problemáticas) y
la posibilidad de enriquecernos en el intercambio de saberes con actores que
debaten y construyen, en sintonía, sobre los mismos problemas y necesidades
que, en nuestro contexto, nos afectan a nivel local.

La UNES asume la integralidad en las prácticas educativas, de creación intelectual


y vinculación social, entendiendo que la persona se constituye desde cinco
dimensiones (corporal, emocional, intelectual, social y trascendental) que
interactúan en un continuo de relaciones y que hacen a la misma persona. Cada
una de ellas afecta y es afectada por las otras dimensiones. La lógica de la
práctica educativa debe atender a esta multiplicidad, desde la cual las y los
discentes se vinculan, construyen relaciones y se insertan en el mundo. Esta
perspectiva formativa se vincula neuralmente con la propuesta integradora de los
saberes que propone la UNESCO, a saber: aprender a conocer, aprender a ser,
aprender a hacer y aprender a convivir con los demás (UNESCO 1996). En UNES
agregamos aprender a pensar y problematizar para intervenir las situaciones que
atentan contra la dignidad humana.

En UNES se asume que la educación, la creación intelectual y la vinculación social


tienen su asidero conceptual en el diálogo, porque partimos de la premisa freiriana
“el conocimiento no se transfiere, se crea mediante la acción sobre la realidad”
(1996-3). El diálogo no lo hemos entendido como una técnica, sino como táctica
eminentemente ética y epistemológica, cognoscitiva y política, como un proceso
de rigor, en el cual existe la posibilidad real de construir el conocimiento, aceptar al
diferente y asumir la radicalidad en el acto de amar. El diálogo es más que un
método, es una postura frente al proceso de aprender-enseñar y frente a los
sujetos: “unos enseñan, y al hacerlo aprenden y otros aprenden, y al hacerlo
enseñan” (Freire, 1993).

Asumimos con Paulo Freire que el diálogo es un proyecto de encuentros en el que


nadie educa a nadie, todos nos educamos entre sí, mediatizados por el mundo
propio y con posibilidad de producir acuerdos argumentados, entablar
negociaciones, formular propuestas y solucionar conflictos (1998). El diálogo no
existe fuera de una relación. Por ello, el proceso que se da en el diálogo de
reflexión común, de pensarse, explicarse, verse, leer el mundo y proyectarse es,
sin duda, relacional. El diálogo como encuentro entre hombres y mujeres para la
tarea común de saber y actuar (Freire, 1998). En UNES entendemos que el ser
humano no puede pensar (se) solo, sin los otros y otras y, en ese sentido, existe
un “pensamos” que antecede al “pienso”, y por ello cualquier acción educativa
centrada en el diálogo es contundentemente relacional (Freire, 1996), cuya
implicación, en este caso, está unida con la acción conjunta y solidaria que apunta
a la transformación del orden establecido que, lejos de dignificar, atropella y atenta
contra la humanidad. Entonces, la premisa es dialogamos para vivir viviendo y
transformando el entorno.

En UNES se asume que la educación, la creación intelectual y la vinculación social


es transdisciplinaria. El concepto de transdisciplinariedad hace referencia a
aquello que se manifiesta en un mismo estadio entre diversas disciplinas, a través
de ellas e incluso más allá de cada disciplina individual. La transdisciplinariedad
nos permite lograr una mejor y mayor comprensión del mundo en que nos
desenvolvemos y generar una concepción global del conocimiento. Psicología,
sociología, policiología, criminología, pedagogía, antropología, entre otras
disciplinas, van tendiendo puentes entre ellas y enlazándose en distintos niveles
de complejidad, para dar respuesta efectiva a las problemáticas de seguridad que
deben abordar.

La transdisciplinariedad tiene por objetivo la comprensión del mundo actual, que


no puede alcanzarse en el entramado de los estudios disciplinares. El enfoque
educativo que asume la UNES apunta a superar la fragmentación de los saberes.
La transdisciplinariedad juega un rol clave para la comprensión de la complejidad
de los temas de seguridad y su relación con la mejor calidad de vida de la
población, así como en la interrelación de los factores sociales, políticos,
económicos y culturales que se relación con esta comprensión supra disciplinar
del tema de la seguridad.

En UNES se asume la educación, la creación intelectual y la vinculación social


desde un enfoque de género. Para el modelo educativo que impulsa la UNES, el
respeto a la diversidad de hombres y mujeres, en su condición de seres humanos
iguales en dignidad y derechos es fundamental. Por esta razón, las prácticas
educativas deben apuntalar ese reconocimiento a la diversidad e igualdad en que
convergen ambos seres, eliminando toda práctica que, sobre la base de
postulados sexistas o discriminatorios, afecten el igual desarrollo de los procesos
educativos por parte de educadores y educadoras, discentes o cualquier otra
práctica social que desde la universidad se genere. Para el código ético UNES,
cualquier persona que asuma una postura sexista, machista, clasista, racista o de
cualquier otra índole, se constituye en un transgresor o transgresora de la
naturaleza humana. Tal como lo plantea Paulo Freire (2009): “cualquier
discriminación es inmoral y luchar contra ella es un deber, por más que se
reconozca la fuerza de los condicionamientos que hay que enfrentar”.

En UNES se asume que la educación, la creación intelectual y la vinculación social


tiene un enfoque de derechos. Los derechos humanos son considerados como el
resultado de luchas históricas por la protección de la dignidad humana y las luchas
mismas por el modo de entender esta dignidad y modificar las relaciones de poder
que la oprimen o excluyen. En este sentido, para la UNES el enfoque de derechos
humanos se constituye en el pilar axiológico sobre el cual se construye todo el
proyecto de país que estamos creando en Venezuela y es, a la vez, el referente
ético universalmente aceptado para medir los avances o retrocesos hacia una
condición de mayor felicidad, dignidad y justo desarrollo para los pueblos. En la
Venezuela bolivariana los derechos humanos son la base del modelo
constitucional y están plenamente reconocidos como objetivos y fines de la
educación. Así lo reconoce nuestra Ley Orgánica de Educación,13 al sostener que
uno de los fines primordiales de los procesos educativos es “Fomentar el respeto a
la dignidad de las personas y la formación transversalizada por valores éticos de
tolerancia, justicia, solidaridad, paz, respeto a los derechos humanos y la no
discriminación.”

Por otra parte, el derecho a la seguridad ciudadana está garantizado en la


Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV, Artc. 55) e implica
"...la protección por parte del Estado a través de los órganos de seguridad
ciudadana regulados por ley, frente a situaciones que constituyan amenaza,
vulnerabilidad o riesgo para la integridad física de las personas, sus propiedades,
el disfrute de sus derechos y el cumplimiento de sus deberes". Pero, dado que la
seguridad necesita un conjunto de otros derechos –amén de la protección por los
organismos de seguridad– que reduzcan las vulnerabilidades y empoderen a la
población más afectada por la violencia y la inseguridad, este derecho debe
interpretarse como articulado con el resto de los derechos humanos garantizados
en la CRBV y los tratados internacionales de derechos humanos. Es por ello que
lo entendemos, también, como seguridad de los derechos, desde un enfoque
holístico en función de la protección de la dignidad de las personas y los pueblos,
sin discriminación.
En UNES se asume que la educación, la creación intelectual y la vinculación social
apuntan a la idea de una sociedad ecosocialista. La educación como proceso
transformador y humanizador no puede concebirse sin una profunda comprensión
del ambiente como construcción cultural del ser humano. El ambiente expresa una
unidad que no puede ser reducida a lo “humano” y lo “natural” de manera
fracturada. Desde esta perspectiva es que entendemos la vinculación con la
realidad ambiental en que nos desenvolvemos, esa “inserción en el mundo” que
define la acción política como un hecho educativo. Por ello, las problemáticas
ambientales que afectan la glocalidad, producto de la actividad humana
desmedida en la búsqueda de satisfacer necesidades reales o inducidas,
producen una serie de cuestionamientos éticos que nos convocan a la reflexión
sobre qué tipo de seres humanos pretendemos ser, cuál es la forma de vida que
aspiramos para nosotros y nosotras y para las generaciones futuras, cuál es
nuestro lugar en la naturaleza y en qué tipo de mundo aspiramos desarrollarnos.
Todo esto desde una crítica fundada y radical del modelo de desarrollo imperante
en el mundo, producto del capitalismo expoliador, que impulsa al consumismo
inacabado de las riquezas del planeta y promueve irracionalmente la reproducción
del modelo de consumo de los países ricos en los demás países del mundo, sin
atender a la incuestionable limitación material del planeta para mantener ese ritmo
de consumo y degradación de la naturaleza que producen los seres humanos, lo
que afecta su hábitat, con toda la carga de cuestionamiento ético que ello implica.

Esa perspectiva ecológica y ambiental debe tocar medularmente la propuesta


formativa que brinda la UNES, toda vez que la seguridad de las personas se
vincula directamente con las condiciones adecuadas de vida para la especie
humana y para todas las demás especies que habitan el planeta. Problemáticas
tales como la contaminación de las cuencas (que afecta el acceso al agua
potable); la pérdida de reservorios naturales (que afecta la sostenibilidad
ambiental y provoca catástrofes naturales como deslaves, migraciones de
especies peligrosas para la salud humana, etc.); y la destrucción de los suelos,
que afecta la seguridad alimentaria, son ejemplos concretos de la dimensión que
toma este tema frente a la garantía de la seguridad de la población. Así mismo, la
sociedad venezolana –sobre la condición de ser Venezuela un país diverso,
amazónico, andino y caribeño, en permanente tensión y contradicción por su
condición petrolera– tiene en términos simbólicos un bagaje de códigos y
referentes que acompañan el potencial de problematización ecológica y un
sendero para la afirmación de una ética del cuido.
El modelo educativo, de creación intelectual y vinculación social de UNES pone
énfasis en la dimensión ética universal. La ética es una disposición racional
apropiada para la acción y la argumentación en tanto es un saber práctico. La
ética universal es la capacidad responsable de los seres humanos de tomar
decisiones sobre el proyecto moral con los afectados y jamás de espaldas a las
identidades y los intereses de los pueblos, de modo que sea incluyente, en una
suerte de pluralismo moral que facilite el diálogo en sociedades diversas y
pluriculturales como la nuestra, donde caben diferentes concepciones de la vida,
sin menoscabar unos principios mínimos de justicia: la libertad, entendida como la
capacidad de decidir por sí mismos desde un ejercicio reflexivo y de participar de
la vida política de las propias comunidades; la igualdad de condiciones para
desarrollar una vida digna; la solidaridad, entendida como una acción para apoyar
a los más vulnerables de la sociedad; la tolerancia, entendida como la capacidad
de aceptar, comprender y convivir con la diferencia; el diálogo, como la mejor
manera de resolver los problemas que supone la convivencia plural.

La ética universal debe estar presente en todo proceso de formación, tanto en el


discurso como en la práctica – testimonio, tomando distancia de la “ética”
acomodaticia constituida por el sistema explotador para favorecer los intereses del
mercado y justificar la visión utilitarista de las clases acomodadas. En este sentido,
UNES favorece la formación de sujetos de derechos que asuman un marco
axiológico en el cual la honestidad, el respeto, el reconocimiento de la dignidad
humana, el rechazo al burocratismo, la extirpación del clientelismo y el
cuestionamiento permanente y crítico a la ineficiencia e ineficacia son valores
prioritarios que deben internalizarse. De ahí que la lógica tradicional del
“funcionariado público” está llamada a desaparecer para dar lugar, desde esta
nueva perspectiva ética y política, a la figura de los servidores públicos y
servidoras públicas.

El llamado de la propuesta educativa UNES es a lograr la necesaria coherencia de


vida en el discurso y el modelaje que exige el servicio al pueblo al que nos
debemos, superando las prácticas y los vicios, que históricamente han marcado la
institucionalidad pública en nuestras sociedades con democracias de baja
intensidad e instituciones puestas al servicio del poder fáctico y no del poder
popular. En ese sentido, asumimos los lineamientos que emanan del Plan Simón
Bolívar, a propósito de la creación de una nueva ética socialista:

La construcción de un Estado ético, vale decir, de una nueva ética del hecho
público. Un Estado de funcionarios honestos, eficientes que más que un altar de
valores exhiban una conducta moral en sus condiciones de vida, en la relación con
su pueblo y en la vocación de servicio que prestan a los demás. Un Estado del
cual se sienta parte el ciudadano. El Estado está llamado a ser el espacio ético por
excelencia… (Plan Nacional Simón Bolívar 2007)

Políticas de vinculación social

El proyecto socio-integrador en la comunidad busca la integración multidimensional de


saberes y conocimientos, así como su contraste con la práctica en la resolución de problemas,
desarrollo de potencialidades y mejoras de la calidad de vida de las comunidades para
impulsar el desarrollo sostenible en las mismas y es por ello que en el ámbito policial no
puede escapar de esta realidad y es por ello se concibe como instrumento que permitirá
promover un cambio mutuo de actitudes, tanto de los funcionarios policiales como de la
comunidad dirigidas a un acercamiento que faciliten la relaciones directas entre policía y
comunidad, mediante la reciproca colaboración en la lucha para que el trabajo de
investigación de los resultados esperados.

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