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EMOCIONAL.
RESUMEN.
9-12m: Comunica y llama la atención sobre sucesos significativos y comparte
intencionadamente afectos (emociones anticipatorias).
10-14m: Regula su conducta a partir de señales emocionales.
12m: Búsqueda activa de señales emocionales para establecer significado
(especificidad referencial).
14m: Tiempo de efecto de la comunicación emocional sobre la regulación
conductual (60’).
16-18m: Diferencia emociones de una misma valencia (especificidad
emocional).
18-24m: Surgen emociones autoconscientes o conscientes del otro.
3.2 EL LLANTO.
Lester y LaGasse distinguen entre el llanto básico del bebé (hambre) y el de dolor (+
prolongado y seguido de un largo periodo conteniendo la respiración). Entre las 4-6
semanas ambos son reflejos, y es a esa edad cuando más lloran. A partir de ese
momento aprenderá a controlarlo y a utilizarlo para llamar a la madre (intencionado).
Forma parte del temperamento, en relación con los constructos de reactividad (mayor
cuando tiene una latencia corta de inicio del llanto) y regulación (peor en los que
tienen dificultad para tranquilizarse). Tiene la ventaja de poder utilizarse antes que
otras medidas temperamentales usadas a partir de los 3-4m; los niveles muy altos o
bajos de reactividad y mala regulación del llanto se asocian a dificultades de regulación
conductual o control inhibitorio durante la infancia.
La reacción de los adultos deprende de las características del que lo escucha: los
hombres y los progenitores + jóvenes tienden a percibirlo + aversivo e irritante; en la
madre evoca + conductas de cuidados que en el padre; a los progenitores les resulta
menos aversivo que a los que no son padres, y las madres identifican mejor el llanto de
dolor que las mujeres sin hijos. Aunque es universal, puede tener un significado
distinto en diferentes culturas.
3.3 LA SONRISA.
3.3.1 Sonrisa neonatal y temprana.
Surge entre 0-1 m de edad y no tiene un contenido emocional. Entre los 1-2m la
sonrisa se va enlazando poco a poco con la estimulación ambiental, primero con
estimulos auditivos, luego auditivos más visuales y finalmente con los visuales solos.
Entre las 4-8s, suele producirse un primer indicio de sonrisa social. Tras varios
segundos mirando la cara de la madre, el bebé sonríe.
3.3.2 Sonrisa social.
La tendencia a sonreír en respuesta a las sonrisas de los padres aumenta con la edad,
al igual que la propensión a iniciar sonrisas (incluso en ausencia de una sonrisa previa
de la madre). En torno a los 6m aumenta la probabilidad de que aparte la mirada
durante el curso de una sonrisa, para controlar su nivel de activación.
Kurkoki (2007) demostró que entre los 9-12m aumentaban las miradas sociales del
niño al cuidador, acompañadas de sonrisas.
Venezia et al. analizaron que le nº de niños con sonrisa anticipatoria aumentaba entre
los 8-12m.
3.4 EL MIEDO.
Los niños de 2-3 años son conscientes de sus sentimientos y saben también que los
cuidadores castigan determinadas acciones. Surge así el miedo a la desaprobación o al
castigo por no respetar las normas sobre comportamiento adecuado. Los de 3 años
también temen la desaprobación en situaciones en las que no ha habido castigo
previo. A los 4 años relaciona el pasado distante con el presente, de manera que siente
miedo si no comprende por qué ha ocurrido algo. A los 6 años son conscientes de las
categorías sociales a las que pertenecen (sexo, religión) y cualquier conducta
discordante les provocará inquietud.
Alrededor de los 15-24m, los niños son conscientes de los estándares parentales sobre
la conducta, de las reglas que se espera que sigan y de los objetivos deseables de
comportamiento.
No tienen unas conductas expresivas a lo largo del ciclo vital. Ej. Los niños menores de
42m que no hacen bien una tarea es más probable que aparten la mirada después del
fracaso, mientras que los mayores “hacen pucheros”.
Los bebés de 3-7m discriminan las expresiones emocionales faciales (alegría, tristeza o
enfado de la madre), cuando van acompañadas del correspondiente tono de voz.
También discriminan entre diferentes intensidades. Ej. En el video el bebé que tenía
que cruzar por un abismo.
Entre los 8-10m, con la aparición de los referentes sociales, se manifiesta claramente
su capacidad para interpretar las expresiones emocionales del otro. Ante una situación
ambigua o nueva, utiliza la expresión del cuidador para evaluar esa situación y regular
su conducta.
La felicidad es la emoción que el niño reconoce antes y con más exactitud, seguida de
la tristeza y de la cólera, y después de la tristeza o del miedo.
Alrededor de los 18-24m, los niños comienzan a hablar sobre las emociones y son
capaces de identificar y etiquetar algunas básicas (alegría, miedo, tristeza y enfado). Se
interesan por las emociones de los demás y los padres les explican sus causas,
contribuyendo así al desarrollo de la comprensión emocional y de la empatía.
A los 3 años conectan de forma primaria las emociones con determinadas situaciones
o sucesos (un regalo provoca alegría, la muerte de mascota provoca tristeza…). A partir
de los 3-4 años identifican las E. autoconscientes (turbación, culpa, orgullo,
vergüenza…).
A los 4-5 años entienden que los otros tienen intenciones, creencias y deseos propios
que influyen en las E (si alguien consigue algo que desea estará alegre).
Con la edad va aumentando la exactitud de las inferencias sobre lo que el otro está
sintiendo. Para los de 3-6 años las E más fáciles son las “+”, mientras que las “-“como
miedo, cólera, tristeza… son más difíciles de codificar. Los de 3-6 años identifican con
más facilidad las causas de las E “-“. Cuando la E se presenta de forma ambigua, los
preescolares tienden a atribuir cólera o disgusto a los niños varones y la tristeza o
miedo a las niñas, es decir, atribuyen E en función del sexo.
Desde los 3-4 años los niños pueden ocultar sus E reales (Ej. Cuando reciben un regalo
que no les gusta, responden con una tímida sonrisa).
Sin embargo, es a partir de los 6 años cuando, al ser más conscientes de la privacidad
de la experiencia emocional, son capaces de ocultar conscientemente sus verdaderas
E, comprendiendo que con esa conducta engañan al otro. Pueden hacerlo para
protegerse (evitar la burla), para mantener y fortalecer relaciones, por el bienestar del
otro (evitar dañarlo) o por respetar las normas (hay que sonreír cuando nos den un
regalo aunque no nos guste). Se ha informado de diferencias sexuales, tendiendo más
las niñas a ocultar la cólera y los niños el miedo y la tristeza para conservar su
autoestima. Comprenden igualmente que lo que uno ve en la cara del otro no es
necesariamente como se siente en su interior.
Fases de la autorregulación:
1. Fase de control. Desde los 9-12 hasta los 18-24m. Desarrolla otras estrategias
para disminuir la excitación “-“ (morder objetos, alejarse de la persona o suceso
que lo trastorna). Empieza a tener un control consciente, reconociendo las
exigencias de las personas de su entorno y respondiendo a ellas,
obedeciéndolas o desafiándolas.
2. Fase de autocontrol y progresión de la autorregulación. A partir de los 18-24m
se produce una mejora en las capacidades de regulación ante situaciones
desafiantes, gracias a su mayor capacidad para utilizar estrategias más
constructivas. No presta atención a los estímulos que lo trastornan y suprime
de forma activa el enfado o la tristeza provocada por la frustración (frunce las
cejas o aprieta los labios).
Es en la infancia media cuando los niños adquieren una concepción más psicológica de
la regulación emocional implicando sucesos mentales para manejar los sentimientos
(distracción interna, redirección de pensamientos, reestructuración cognitiva de la
situación, evocación de E contrarias…). La regulación emocional se consolidará sobre
los 8-10 años, manteniéndose estable.
Hessler y Katz demostraron que los niños con escasa consciencia y regulación de la
cólera era más probable que después tomaran drogas en la adolescencia. La dificultad
para regular la tristeza se asociaba con un mayor número de parejas sexuales y a un
intento por llenar el vacío emocional y el sentimiento de soledad utilizando la
sexualidad para conectar con los otros.