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La teoría neoclásica se caracteriza por destacar los aspectos prácticos de la administración, por el
pragmatismo y por la búsqueda de resultados concretos y palpables, aunque no descuida los conceptos
teóricos de la administración; los autores neoclásicos buscaron desarrollar sus conceptos en forma práctica
y utilizable, considerando principalmente la acción administrativa. La teoría sólo tiene valor cuando se pone
en práctica. Casi todos los autores neoclásicos enfatizan en los aspectos instrumentales de la
administración para referirse a esa práctica de la administración o a esa acción administrativa. Esta teoría
representa la contribución del espíritu pragmático estadounidense.
La teoría neoclásica es casi una reacción a la gran influencia de las ciencias del comportamiento en el
campo de la administración, en detrimento de los aspectos económicos y concretos que rodean el
comportamiento de las organizaciones. Dado que los autores neoclásicos pretenden poner las cosas en su
sitio, retoman gran parte del material desarrollada por la teoría clásica, lo redimensionan y lo reestructuran
de acuerdo con las circunstancias de la época actual para darle 49 una configuración más amplia y flexible.
El enfoque neoclásico utiliza la mayor parte de los conceptos clásicos: estructura de la organización lineal,
funcional y línea-staff, relaciones de línea y asesoría, problema de autoridad y responsabilidad, y
departamentalización.
Los autores neoclásicos establecen normas de comportamiento administrativo. Para el efecto retoman, con
criterios más o menos elásticos, los principios de administración que los autores clásicos utilizaban como
"leyes" científicas, en la búsqueda de soluciones administrativas prácticas. El estudio de la administración
para algunos autores, como Koontz y O'Donnell, Theo Haiman y otros, corresponde a la presentación y
discusión de principios generales sobre cómo planear, organizar, dirigir, controlar, etc. Los administradores
son esenciales en cualquier empresa dinámica y exitosa porque deben planear, dirigir y controlar las
operaciones del negocio. Cualquiera que sea la organización (una empresa, el gobierno, la iglesia, el
ejército, un supermercado, etc.) y las actividades involucradas, los problemas administrativos de
seleccionar gerentes y personal, establecer planes y directrices, evaluar resultados de desempeño y
coordinar y controlar operaciones para conseguirlos objetivos deseados son comunes a todas las
organizaciones.
Los autores neoclásicos se preocuparon por establecer los principios generales de administración capaces
de orientar al administrador en el desarrollo de sus funciones. Esos principios generales, presentados bajo
formas y contenidos variables por cada autor, buscan definir cómo debe el administrador planear,
organizar, dirigir y controlar el trabajo de sus subordinados.
Las organizaciones no existen en sí mismas, sino para alcanzar objetivos y producir resultados. La
organización debe estar determinada, estructurada y orientada en función de éstos. De allí nace el énfasis
en los objetivos organizacionales y en los resultados que deben alcanzarse, como medio de evaluar el
desempeño de las organizaciones. Los objetivos son valores buscados o resultados esperados por la
organización, que trata de alcanzarlos a través de la eficiencia de su operación. Si la operación falla, los
objetivos o resultados se alcanzan parcialmente o, simplemente, se frustran. Los objetivos justifican la
existencia y operación de una organización. Uno de los mejores productos de la teoría neoclásica es la
llamada Administración Por Objetivos (APO), que se estudiará más adelante.
Los autores neoclásicos, a pesar de basarse en la teoría clásica, son bastante eclécticos y recogen el
contenido de otras teorías administrativas recientes. Por este eclecticismo, la teoría neoclásica parece una
teoría clásica actualizada y se sitúa en el modelo ecléctico que define la formación del administrador en la
segunda mitad del siglo XX.
Los autores neoclásicos añadieron algunos elementos al concepto de organización formal y la definieron
como un conjunto de posiciones funcionales y jerárquicas, orientadas a la producción de bienes y servicios.
Los principios fundamentales de la organización formal son:
El objetivo inmediato y fundamental de cualquier tipo de organización es producir bienes o servicios. Para
ser eficiente, la producción debe basarse en la división del trabajo, que consiste en descomponer un
proceso complejo en una serie de pequeñas tareas. El proceso de división del trabajo comenzó a aplicarse
con mayor intensidad con la llegada de la Revolución Industrial, lo cual provocó un cambio radical en el
concepto de producción, al elaborar grandes cantidades de productos gracias al empleo de la máquina (que
sustituyó al artesano) y a la aplicación de la especialización del trabajador en la línea de montaje. La
importante era que cada persona pudiera producir la mayor cantidad posible de unidades dentro de un
estándar aceptable de calidad. Este objetivo sólo podía lograrse mediante la automatización relativa de la
actividad humana, basada en la repetición constante de la misma tarea.
2. Especialización
La especialización es consecuencia de la división del trabajo: cada órgano o cargo tiene funciones y tareas
específicas y especializadas. Los autores neoclásicos adoptan estos criterios, y pasan a preocuparse por la
especialización de los órganos que conforman la estructura organizacional.
3. Jerarquía
Este concepto es otra consecuencia del principio de división del trabajo y de la diversificación funcional en
la organización. La pluralidad de funciones impuesta por la especialización requiere el desdoblamiento de la
función de mando, cuya misión es dirigir las actividades para que cumplan en armonía sus respectivas
misiones. Esto significa que la organización necesita una estructura jerárquica, además de una estructura
de funciones especializadas, para dirigir las operaciones de los niveles subordinados. De ahí surge el
principio de jerarquía, también denominado principio escalar. En toda organización formal existe una
jerarquía por escalas, estratos o niveles de autoridad. A medida que se asciende en la escala jerárquica,
aumenta la autoridad del administrador.
4. Amplitud administrativa
Como consecuencia del principio de la distribución de autoridad y responsabilidad, los autores neoclásicos
analizan la amplitud administrativa (amplitud de mando o amplitud de control), que indica el número de
subordinados que un administrador puede supervisar. Cuando un administrador tiene muchos
subordinados, su amplitud de mando es amplia. En la práctica, 51 la amplitud de mando promedio
establecida por una organización determina la configuración general de su estructura organizacional. Una
amplitud promedio pequeña y muchos niveles jerárquicos, produce una estructura organizacional alta y
alargada; por el contrario, una amplitud promedio larga y pocos niveles jerárquicos produce una estructura
organizacional aplanada y dispersa horizontalmente. En la actualidad las organizaciones tienden a aplanar y
comprimir la estructura organizacional para acercar la base a la cúpula y mejorar las comunicaciones.
Fuente: REVISTA
https://esmirnasite.files.wordpress.com/2017/07/i-admon-chiavenato.pdf