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Publicaciones Académicas de la
Universidad Católica de Salta, vol. 7, 2014: 63-66
Marta B. Guberman1
Resumen
Este artículo se refiere a que los profesionales de la salud, al hacer un diagnóstico, creen que
deben describir, en términos «objetivos», el padecimiento de alguien. Todo diagnóstico es un
recorte posible sobre la realidad de un Tú, realidad cuya subjetividad cubre, y la subjetividad del
profesional intentará des-cubrir. Desde el humanismo, el diagnóstico pasa por tres momentos: a)
el genérico (si esta persona está sana o enferma). Involucra una definición de salud; b) si la
persona tiene restringida alguna o todas las libertades que lo definen desde la salud, se interroga:
¿de qué está enferma?, ¿por qué sufre?, ¿por qué ahora y aquí?; y c) momento de la personificación,
se llega si se partió de un encuentro intencional con el otro. Cuando esta relación sujeto-sujeto
está mediada por las técnicas auxiliares de diagnóstico, con su supuesta «objetividad», deben
ser neutralizadas por la comprensión del sentido, desde un Tú a un Tú.
Abstract
This article refers that the professionals of the health, having done a diagnosis, believe that they
must describe, in «objective» terms the suffering of someone. Every diagnosis is a cut as
possible about the reality of a Your; reality whose subjectivity covers, and the subjectivity of the
professional will try to des-cover. From the humanism, the diagnosis happens for three moments:
a) the generic (if this person is healthy or sick). It involves a definition of health. b) If the person
has restricted some or all of the freedoms that define it from health, is interrogated: what is
sick?, why is suffering?, why now and here?; and c) moment of personification, if it came from
an intentional encounter with the other. When this relation subject-subject is mediated by the
auxiliary technologies of diagnosis, with his supposed «objectivity», must be neutralized for the
comprehension of the sense, from You to You.
No es raro que los profesionales de la sa- nos resulta natural y «objetivo», porque a la hora
lud, como médicos, psicólogos, o psicopeda- de medir no recordamos que dicha medida
gogos, deban hacer un diagnóstico, o sea, des- resulta de un patrón de pesos y medidas deci-
cribir en términos «objetivos» el padecimien- dido en París después de la Revolución Fran-
to de alguien. Y aquí, para los que partimos de cesa. Seguramente los Mayas lo harían de otro
una concepción humanista de nuestro queha- modo. Dicho en otros términos, la objetividad
cer y de nuestro vivir, nos encontramos con el de las ciencias es una construcción del hom-
viejo problema de la «objetividad». bre. Por lo tanto, la realidad que revela (o inten-
Haré mías las palabras de Jaques Monod, ta revelar) dicha objetividad, no puede ser in-
Premio Nobel de Fisiología en 1971, cuando dependiente del hombre, ya que es la respues-
dice que una mirada ingenua puede alumbrar ta a una pregunta o a un problema planteado
con una luz nueva, viejos problemas (Monod, desde el propio sujeto.
1971). Yo creo que tal «solipsismo metodológico»2,
Empecemos por la definición: ¿qué se en- como llama Apel a esta metodología (Apel, 1973),
tiende por «objetividad»? no puede mantenerse en este nuevo siglo. Se-
De un modo general, puede entenderse «lo ría necio no reconocer que la participación del
objetivo» como aquello que se opone a «lo sub- observador modifica lo que intenta observar.
jetivo». Desde un abordaje humanista del diagnós-
Desde la Teoría del Conocimiento, la obje- tico (en cualquiera de los campos), partimos
tividad se refiere a aquello que resulta com- de la premisa de que toda observación va indi-
probable para todos, es decir, cuando diferen- solublemente ligada a la comprensión del sen-
tes observadores coinciden en lo observado. tido.
En síntesis, la objetividad es una forma de La Fenomenología afirma que la «objetivi-
intersubjetividad. dad» es el «no-cubrimiento» (Luypen, 1967)
Pero si vamos a hablar de intersubjetividad, de la realidad, y que es la subjetividad la encar-
sería interesante tener en cuenta una investi- gada de des-cubrirla. Des-cubrimiento que se
gación realizada en la Universidad de Cali- hace posible por medio de la sensopercepción.
fornia, Berkeley, EEUU, aparecida en marzo Pero para explicar mejor esto tenemos que
del 2001 en la revista Nature. Su título es «Los remontarnos un poco a la historia de la Psico-
ojos filtran las imágenes percibidas antes de logía.
enviar la información al cerebro». La conclu- Tradicionalmente se llamaba «sensación»
sión del artículo en cuestión pareciera sugerir a los procesos de recepción de la información,
que lo que uno ve y supone que los demás ven reservando la palabra «percepción» para el pro-
de la misma manera, en realidad, es una selec- cesamiento de dicha información.
ción de datos hecha por uno mismo. A mediados del siglo XX, Bellak (1944)3 pro-
Como afirma Denise Najmanovich (1996: pone el término «apercepción» para definir «la
10-23), la pretendida objetividad de la ciencia
sólo es posible sobre la base de una interacción 2 Citado por Habermas, 1988.
humana mediante la cual se consensúan de- 3 «On the concept of projection», Psychiatry Vol.
terminados conceptos, aunque luego se olvide VII, Núm. 4: 353-370. Citado por Van Lennep,
que fueron consensuados, y se toman como Proyección y Personalidad, en David, H. y col. Teo-
naturales. Por ejemplo, medir la capacidad de rías de la Personalidad. Buenos Aires: Eudeba,
una botella en litros o en centímetros cúbicos, 1977, cap. XV.
manera personal a su facultad para superarlo, Para ello es necesario que nos situemos un
y ambos, también, establecerán conmigo una paso anterior a la escisión «sujeto-objeto», un
relación única e irrepetible. paso desde donde solo se puede conocer al ob-
Dijimos que a este tercer momento no se jeto «estando junto a él» (Frankl [1949] 1987:
llega si no es partiendo de un encuentro con el 111). Este «estar-junto-a» es una relación
otro, es decir, de una relación sujeto-sujeto superadora del nivel cognoscitivo para inter-
unidos por la misma intencionalidad. Ahora narnos en la existencia del otro. Solo así será
bien, cuando esta relación sujeto-sujeto está posible «conocer» verdaderamente al otro.
mediada por técnicas auxiliares de diagnósti-
co, puede suceder que nuevamente corramos Referencias bibliográficas
el riesgo de quedar entrampados en la preten-
dida «objetividad» de ellas. Bräutigam, W. La Psicoterapia en su aspecto
Ya se trate de tests o técnicas psicológicas, antropológico. Madrid: Gredos, 1964.
como de técnicas por imágenes, o ya sean téc- Frankl, V. El Hombre Doliente. Barcelona: Ed.
nicas de laboratorio, si cualquiera de ellas las Herder, 1987.
abordamos exclusivamente desde lo intelectual, Habermas, J. La lógica de las Ciencias Socia-
estableceremos una relación sujeto-objeto. les. Madrid: Ed. Tecnos, 1988.
Kogan, J. y A. Aisenson de Kogan. «Imagina-
Una relación en la que alieno mi subjetividad
ción»; en Vidal, Alarcón y Lolas. Enci-
en las técnicas y, al mismo tiempo, cosifico la
clopedia Iberoamericana de Psiquiatría.
subjetividad del otro en el diagnóstico. Buenos Aires: Ed. Panamericana, 1995:
Por el contrario, el abordaje humanista del 772-776.
diagnóstico exige la conciencia de que por en- Luypen, W. Fenomenología Existencial. Bue-
cima de toda técnica hay una clínica, es decir, nos Aires: Ed. Carlos Lohlé, 1967.
un enfoque práxico que integra los datos cuali Monod, J. El azar y la necesidad. Ensayo so-
y cuantitativos a la totalidad que es el ser hu- bre la Filosofía Natural de la Biología
mano. Y la conciencia, también, de que por Moderna Breve. Barcelona: Barral Edi-
encima de toda clínica hay una metaclínica, o tores, 1971.
sea, el ámbito del ser-capaz-de-ser, el ámbito Najmanovich, D. «Los bordes subjetivos y ob-
de la posibilidad, la dimensión de lo específi- jetivos de la complejidad», Revista Psico-
camente humano que no es visible ni inteligi- diagnosticar, Vol. VI Año VI, 1996: 10-23.
ble, sino sólo accesible a través del encuentro. Ravagnan, L. M. La Psicología Fenomenoló-
En síntesis, como expresé al principio, hoy gica de M. Merleau Ponty. Buenos Aires:
en día el criterio de una pretendida objetivi- Paidós, 1974.
Van Lennep, D. «Proyección y Personalidad»;
dad no puede mantenerse por cuanto la obser-
en David, H y col. Teorías de la personali-
vación va complementada por la comprensión
dad. Buenos Aires: Eudeba, 1977, cap. XV.
del sentido. Y para poder comprender el senti-
do debe haber una actitud participante en el
observador, ya que el significado de toda con- Recibido: junio de 2014
ducta, sea ésta escrita, hablada, práctica u Aceptado: julio de 2014
onírica, sólo puede comprenderse desde aden-
tro. Como lo expresó V. Weizäcker, «para estu-
diar un ser viviente es preciso participar en la
vida»4. 4 Citado por W. Bräutigam, 1964: 28.