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Será dentro del entorno escolar donde comiencen a establecerse las primeras vivencias e
intercambios, por ello la importancia que tiene para los educadores de esta etapa el
utilizar recursos y metodologías que incentiven el desarrollo de los niños, promoviendo
un ambiente más positivo y enriquecedor.
De ahora en adelante, María ampliará todas sus ideas sobre la motivación para
incentivar el aprendizaje en el aula. Es lo que se conoce como técnicas o recursos que
todo educador debe poner en práctica cuando enseña.
La mayoría de las veces, los deseos humanos no tienen nada que ver con las
posibilidades reales de las que se disponga para su obtención. De esta forma, se cree que
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los deseos dependen de la suerte o de la confluencia de los astros, y en lugar de poner la
atención en lo que está a mano, se mira hacia arriba.
Trabajar la capacidad lúdica con los niños desde los primeros momentos consiste en
ayudarles a dar un sentido personal y satisfactorio a todo lo que hagan.
Colocarles en la cuna de la forma que más les agrade y hacerles notar lo bien que se está
de esa manera; darles agua cuando tienen sed y hacerles notar la sensación agradable de
calmarla; ayudarles a emocionarse con las nubes que corren por el cielo un día de
viento, o con la luna llena. Cuando no quieran hacer algo que se precisa, encontrar una
forma agradable para que acabe por gustarles hacerla. En todo momento subrayar los
momentos agradables a lo largo de la jornada, resaltar lo que agrada a cada una de las
personas que están con ellos.
Modificar los enunciados negativos para que descubran la posibilidad de estar mejor y
encontrarse a gusto consigo mismo y con los demás. De esta forma, el niño entiende que
esto y eso depende exclusivamente de ellos, y que no es cuestión de suerte.
Esta es la base del Modelo lúdico, que puede tener diferentes aproximaciones. Desde la
idea del juego como elemento de motivación hacia las tareas escolares, (resolución
imaginativa de problemas, música,..) a la concreción del juego como recurso didáctico,
donde se plantean las actividades educativas con apariencia de juego.
Pero el Modelo lúdico, tiene una visión diferente, el juego no es un mero recurso o un
medio para conseguir los objetivos, sino que es un ámbito y objetivo en sí mismo. Parte
de la idea de juego como actividad propia de la infancia y básica para el desarrollo
psicosocial de los niños y niñas, basta con que jueguen para que aprendan, no se juega
para aprender. El juego es una actitud de espontaneidad y entusiasmo. Es por ello que la
función básica como educadores desde el modelo lúdico es garantizar a los niños y
niñas el derecho al juego y concienciar sobre la importancia del papel educativo de éste.
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Precisa de un requisito, que una vez conseguido, se convierte en otra dimensión
que lo potencia: el ambiente de seguridad emocional que rodea la vivencia
placentera.
Evita la disociación entre trabajo-serio- aprendizaje y juego, porque se pretende
que el trabajo serio tenga un componente profundamente gratificante, y que
a su vez reúna las características coherentes con los valores de justicia y paz,
deseados para todos los seres humanos.
Presenta actividades atractivas, en un contexto de seguridad emocional, que
crea un "hábito de aprendizaje" donde adquiere sentido el conocimiento, que
es una de las mejores aventuras humanas.
Evoluciona y se adapta a nuevos requerimientos en etapas posteriores, con
tareas de ejercitación o repetitivas si se precisan, pero dentro de un marco de
satisfacción personal que conduce a la motivación por aprender.
1. Desde el punto de vista del niño y la niña: El principio básico del aprendizaje y
desarrollo infantil es su condición de placentero, lúdico.
2. Desde el propio juego: El juego es un principio psicopedagógico y no un mero
recurso, aunque utilizarlo como recurso potencia el valor educativo de la
actividad.
Así, la vivencia lúdica, repetida en las primeras experiencias espontáneas con las
personas de apego, el entorno y sus objetos crean en el pequeño hábitos de
investigación, descubrimiento y aprendizaje que generan la motivación por el
conocimiento.
Esta reflexión es una aportación interesante que plantea muchos interrogantes: ¿cómo es
posible entonces la escasa motivación y valoración de amplias capas de población hacia
el aprendizaje escolar?
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1.2.- CARACTERÍSTICAS Y ELEMENTOS DEL MODELO
LÚDICO: REPERCUSIÓN METODOLÓGICA.
¿Cómo influyen estas características en la metodología a utilizar?
Se considera que la metodología abarca el cómo se hace todo con los niños y niñas.
Para realizar la concreción de esta metodología, distinguimos en ella los siguientes
elementos:
El Técnico en Educación Infantil, tiene que estar convencido que a través del juego está
favoreciendo el desarrollo integral y tiene que disfrutar jugando.
Fue al principio del siglo XX, cuando el concepto sobre los modelos de la escuela
tradicional se empezó a cuestionar, surgiendo los movimientos pedagógicos que se
incluyen en la llamada "Escuela Nueva". La influencia de la Escuela Nueva, salvo
contadas y honrosas excepciones, ha llegado muy lentamente a España.
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La escuela de nuestros padres y no digamos abuelos, no había evolucionado con el
signo de los tiempos y seguía manteniendo una tradicional forma de hacer y de
configurar el pensamiento de quienes tenían la suerte de poder asistir a sus enseñanzas.
Este principio conserva su validez ya que sigue apareciendo como utópico ante muchas
situaciones que se mantienen anacrónicas.
Felizmente en la actualidad ese pasado se está superando y las investigaciones, así como
las nuevas orientaciones pedagógicas son una realidad a las que se pretende ajustar
nuestra nueva escuela.
Cualquier desarrollo curricular está influenciado por una serie de principios que aquí se
han simplificado en dos grandes tipos: unos son los principios éticos ( Principios éticos:
Fundamentos de la actividad educativa o de la ética que no pertenecen a teorías
determinadas, pero reflejan las orientaciones y enfoques que se consideran e identifican
como referencias pedagógicas y de valores aceptadas entre los profesionales de la
educación.), que responden a los valores asumidos por los adultos que los implementa y
también por quienes lo llevan a cabo. Desde la perspectiva educativa también es posible
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una interpretación diferenciada, en este caso, sobre los modelos explicativos de la
adquisición del aprendizaje, o principios cognitivos.
Los objetivos de los principios educativos giran en torno a los principios priorizados por
el educador, quien interpreta y llena de significación los objetivos definidos por la
Administración.
Entre los principios éticos se puede destacar aquél que deriva del marco de los
Derechos Humanos y Derechos infantiles:
Llegamos al tema central de esta unidad: la aplicación de una metodología para llevar a
cabo una acción educativa adecuada, a través del desarrollo de contenidos, y así
alcanzar unos objetivos determinados.
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A la metodología le atañe cómo hacer realidad la confluencia de variables, para
conseguir un enriquecimiento educativo a través de prácticas coherentes.
Busca orientar a las familias, que lo soliciten o precisen, sobre aspectos puntuales en
relación con sus hijos. Por último, esta metodología se aplicará en todas las actividades
concretas que se realicen y en la organización de los aspectos formales del
funcionamiento del aula.
Las teorías sobre el juego y las características que lo definen, aunadas a sus
posibilidades educativas, inciden en la evolución personal, en la cognición y en el juicio
moral de los niños y constituyen, al mismo tiempo, el conocimiento del educador sobre
el juego.
La metodología comprende:
A través del tratamiento metodológico y las experiencias que se originan, los niños
aprenden por lo que experimentan en ellas.
Para que la escuela pueda responder a los nuevos retos que se le presentan e incorporar
el juego en la actividad educativa, hay que superar dos falsas creencias:
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juego es adulterarlo, y aunque puede ser cierto con tendencias muy didactistas ("ahora
hacéis torres amarillas"), hay formas donde el adulto se encarga de ofrecer contextos
ricos en experiencias con intervenciones cercanas e individualizadas.
"El juego libre ofrece al niño la oportunidad inicial y más importante de atreverse a
pensar, a hablar y quizá incluso a ser él mismo" (Bruner, 1985).
Para esta etapa, la metodología implica una serie de aspectos que determinan su
importancia en el trabajo con los niños:
La seguridad del cariño es una necesidad básica infantil, sobre la que no hay que crear
nunca dudas. Los niños tienen que sentirse queridos y aceptados siempre; sus
comportamientos pertenecen a la esfera de lo que están aprendiendo a regular, tienen
que aprender a hacerlo sin relación con lo que se les aprecia.
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La confianza de que son capaces. De aprender y de actuar de forma adecuada;
de realizar lo que se les solicita y una disponibilidad del educador para ayudarles
si lo precisan.
Las expectativas positivas o contrarias, sobre las posibilidades de los niños, que
se expresan muy sutilmente a través de lenguajes, y que no le resultan
indiferentes, son una garantía que determina en alto porcentaje su éxito o
fracaso.
Bruner explica que un niño inicia los procesos de comunicación porque sus padres le
hablan desde un principio como si les entendiera y con la seguridad de que va a hacerlo.
Durante el juego las cosas varían y se envían mensajes contundentes que van
configurando una identidad en construcción para el interesado y también para el
resto del grupo. A estas edades la mayoría de los comportamientos son educables y una
condición fundamental para ello lo constituye la confianza que el educador o educadora
tenga sobre las capacidades de los interesados e interesadas. Es el llamado efecto
Pygmalión.
Por ello, nunca se debe, ni jugando, decirle a un niño que es agresivo, nervioso, inquieto
y mucho menos, malo. Es necesario aprender a nombrar sus acciones en relación al
"¿Estás?", "¿Qué te pasa?", "Vamos a ver qué puedes aprender a hacer para que no te
vuelva a suceder esto".
Posiblemente no se haya expresado la calificación de esta forma literal pero los niños
han comprendido lo que se estaba queriendo decir, porque entre educadores se comenta
"tengo un /dos/tres agresivos en clase que..."
Evitar una disyuntiva entre el bien y el mal; concretar la valoración de las actuaciones
en relación a sus consecuencias positivas o negativas.
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Los niños perciben muy temprano que cuando se les explica demasiado las cosas es
porque no están tan claras. Por ejemplo las normas de "no tocar los enchufes" no se
explica con grandes explicaciones sobre la electricidad, o los efectos de electrocutarse,
hay que decir que no se tocan los enchufes y no se permite que se toquen.
Tampoco se asocia a si está muy mal tocar lo enchufes o si es malo por tocarlo, porque
es un absurdo. Pero este absurdo se comete cuando va saltando por la calle y se le dice
"no seas malo".
Los comportamientos que se les solicitan se deben expresar de forma muy clara:
lo que se puede y no se puede hacer.
Expresar la norma y su fundamento lógico en positivo: "hay que quererse"
porque todos necesitamos cariño; en lugar de que "no hay que pegar" porque es
lo que nos gusta a todos. A veces tendemos a preguntar ¿a ti te gustaría...? Pero
a estas edades les resulta imposible elaborar una hipótesis de tal naturaleza.
Las consecuencias de sus acciones:
o Subrayar el beneficio de las acciones satisfactorias: qué bien se siente
quién las realiza y los que estamos a su alrededor y no sólo "qué
bueno..." o "qué bien ha hecho...".
o Subrayar el daño-pena-dolor producido, en la persona u objeto, en el
grupo y en el adulto cuando hay alguna acción transgresora. El juego
facilita unas relaciones que provocan muchas fricciones y precisamente
por eso es un lugar privilegiado para el aprendizaje del respeto mutuo.
Sabemos que los sentimientos de culpa o de no saber hacer bien las cosas impiden el
desarrollo de comportamientos adecuados, los mensajes pueden ser más positivos y
esperanzados que éstos: "¿No te he dicho mil veces...? ¿Es que no lo entiendes?
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Hay una gran diferencia entre autoridad y uso del poder, que a menudo se confunden.
Un adulto padre/madre/tutor/ encargado/educador, son figuras que para el niño tienen
que significar "autoridad".
Deben reconocer que les quieren, les cuidan y se encargan de satisfacer sus necesidades;
pueden recurrir a él siempre que lo desean; saben cómo desenvolverse en el entorno y lo
que en cada momento les conviene; les enseñan para que se hagan "mayores" y lo hacen
de forma honesta, sin imposiciones innecesarias.
Algunas de las actividades lúdicas que podemos plantear con los niños y niñas para
facilitar su seguridad emocional y por lo tanto la expresión de sus emociones son:
El cubo de las emociones: Esta actividad lúdica permite que el niño o la niña
identifique diferentes emociones en otras personas. Consiste en lanzar un dado
grande que contenga en sus caras diferentes emociones(alegría, tristeza,...). Cada
niño lo lanzará una vez y elegirá a un compañero que tendrá que imitar la
emoción que salga en el dado.
Rincón emocional: Será un lugar el que todos podemos expresar nuestras
emociones libremente. Lo podemos hacer mediante mensajes, dibujos o
pegatinas sonriendo, enfadado,..si los niños son pequeños.
El semáforo: Consiste en explicarle al niño o niña que cuando sienta que alguna
emoción le hace perder el control realice los siguientes pasos: rojo que significa
stop, pararse antes de actuar; amarillo que es inspirar y espirar varias veces y ver
cómo nos sentimos y verde que significa centrarnos en buscar una solución.
Asamblea: También podemos convocar una asamblea donde los niños y niñas
puedan expresar sus emociones y nosotros también planteándole cuestiones de la
vida diaria y cómo se sienten al respecto.
Los conflictos son parte intrínseca al desarrollo humano, desde el modelo lúdico se
ofrecen algunas formas de actuar, vamos a conocerlas....
Hay que preguntar cómo se puede solucionar este daño, primero a los
implicados y también al grupo. Escuchar los sentimientos de ambos. En primer
lugar hay que atender a las consecuencias reales para "compensarlas". Evitar el
"castigo" sin relación al daño causado.
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Después, hay que expresar el sentimiento satisfactorio que produce haber
solucionado el conflicto, por lo menos en parte, con las posibilidades que tenían
de hacerlo.
Por último, se debe reforzar la norma implicada en la situación de conflicto
presentada, con alguna estrategia que les ayude a autorregular sus impulsos.
Desde muy temprano hay que ofrecerles algún recurso para que aprendan a no
pegarse para coger un juguete. Por ejemplo: acordarse de hacer como una
tortuga que esconde las patas cuando den las ganas de pegar.
Para esto, se recomienda proponer actividades y sus reajustes con vista a solucionar los
conflictos que surjan en su desarrollo, como un proyecto en el que está implicado todo
el conjunto de la clase.
Cuando algo no funciona como debiera, se les permite que "piensen" y "ofrezcan las
soluciones" que se les ocurran. No porque las soluciones que propongan sean las más
adecuadas, con esto se busca que entiendan que es necesario pensar entre todos para
solucionar los problemas. Y sobre todo que cualquier problema que se produzca
deberá solucionarse en común porque afecta al grupo.
Un problema que haya provocado un niño, con mayor o menor responsabilidad, hay que
solucionarlo entre el grupo, porque todos necesitamos que no vuelva a repetirse y en la
medida de sus posibilidades, los niños tienen que exigir y colaborar en su solución.
Cuando alguien pega o muerde, entre todos se le explica que no queremos que nos
hagan daño y que no nos podemos lastimar unos a otros. Estos mensajes tienen que
aprender a exponerlos con decisión, de forma asertiva.
Además le damos ideas, por ejemplo: que se haga "la tortuga" y ponga los brazos muy
cerca del cuerpo, para que aprenda a regular sus impulsos agresivos, porque todos
queremos estar con él y no le podemos dejar que golpee al resto.
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resulta bastante fácil conseguir lo deseado cuando utiliza unos medios agresivos.
El perdón es una actitud adulta y una conquista para uno mismo, que nunca debe
beneficiar a quien no respeta los derechos de los demás.
También se puede pedir perdón, como una actitud personal, cuando se ha comprendido
que se ha hecho daño y saber que el agredido tiene derecho a negarlo.
Nuestra actual sociedad favorece la sobreprotección de los niños y niñas, pero como
verás ofrecerles autonomía es necesario para una formación personal plena.
La autonomía que se le otorgue, siempre dentro de los límites razonables y legales para
evitar riesgos.
Cuando el educador entiende que hay que evitar las consecuencias de sus acciones:
evitar que se caiga (que no corra, que no ande, que no suba y baje escaleras), que se
roce las rodillas (pantalones largos, suelos protegidos), que derrame un líquido (vasos
tentetiesos, manteles plastificados) tiene resultados muy negativos posteriormente por
no haber permitido adquirir la conciencia de riesgo. El papel adecuado y regulador del
educador es el de limitar los riesgos pero no evitarlos todos, hay riesgos físicos
"medidos" que deben afrontar desde sus primeros movimientos y cuando se desplazan
andando.
Hay otros que pertenecen a contextos de higiene tienen que mancharse las manos,
aunque luego haya que aprender a lavárselas (en lugar de ofrecerles ceras que no
manchan, arcilla blanca que no se pega a las manos, tijeras que no cortan, los patios
están cubiertos de cemento y al arenero no se lleva agua).
En el juego, tanto una como otra van a depender de la orientación del adulto que las
posibilita. Es el educador quién determina el nivel de autonomía que se ofrece en el
juego infantil.
En todo juego hay que posibilitar un margen de riesgo protegido que les permita
experiencias de autonomía y de "conflicto" personal sobre el hacer o no hacer, hacer
así o de otra forma.
Un niño sin experiencias de hacerse daño en la rodilla, de haberse manchado las manos
habitualmente en los juegos de patio o en las actividades de plástica; que no haya
derramado un vaso de agua o no haya roto algún objeto "rompible", como las páginas de
un cuento, está privado de la noción del riesgo como consecuencia de su acción.
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Conviene reflexionar sobre estas experiencias, que pueden resultar escandalosas cómo
son propuestas, para ajustarlas a un tratamiento equilibrado y consciente por parte del
educador y de la familia, con quienes es necesario compartir las diferentes
orientaciones.
Otros se refieren al cuidado del entorno y al valor de lo que les rodea, que por
supuesto hay que mostrarles que se debe cuidar el entorno, para que sientan una
sensibilidad por éste y una posterior valoración y respeto. Son las experiencias por
ejemplo con el agua en los aseos: salpicarla o inundar-mojar el suelo.
Los grifos son inasequibles o se les deja creer que están solos, lo mismo que aquello del
ojo de Dios que todo lo ve y que controla desde fuera las acciones de los eternos
inmaduros adultos, a los niños se les hace creer que el educador siempre ve lo que están
haciendo para controlarlos; Hay que subrayar, para una comprensión ajustada sobre este
apartado, que no se está preconizando que se hagan daño, se ensucien y rompan y
destrocen. Esto nos colocaría en una postura educativa absurda. Lo que desde aquí se
realza es la conveniencia de que los niños y niñas experimenten los riesgos medidos y
consecuencias protegidas de sus acciones.
Antes de los 3 años cuando el dolor de caerse hace que sientan un dolor limitado pero
que como asusta tanto, más adelante les ayude a poner los medios para no hacérselo ni a
sí mismo ni a los demás.
La interpretación del sentido que el educador tenga de su rol, durante las primeras
edades, condicionará los elementos que diferencian prácticas muy similares.
Este resultado se explica porque el sentido que se otorga a las características de:
valoración - importancia - interpretación difieren de unas personas a otras y, sobre
todo, son vividas en relación al proyecto y expectativas personales de formas diversas.
Por esto y dada la sensibilidad de los sujetos que asisten a la escuela infantil, conviene
cuidar y atender las expectativas personales en relación al papel que se desempeña en
ella.
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La educación, y más a estas edades, precisan de una buena dosis de "vocación", que es
la adecuación de los deseos propios con las características que profesionalmente ofrece
la escuela, para poder vivirla con buen humor y espíritu positivo, lo que sin duda
también agradecerán los compañeros y los propios interesados.
Las características personales juegan un papel importante, por ello es necesario saber
ajustarlas a los requerimientos propios de la relación con la infancia; siempre con unos
límites flexibles, pero dentro de un marco respetuoso con los derechos de unos y otros.
En primer lugar se analizará el papel del educador como adulto mediador, cuya
función consiste en poner en contacto cada contenido de aprendizaje con el niño para su
aprendizaje.
El término "adulto mediador" aparece con Vygotsky como referencia de la función del
adulto que enseña y que desempeña un papel de intermediario entre el conocimiento
histórico-social y cultural, así como las posibilidades de aprendizaje del alumno a quién
enseña. El adulto mediador "ajusta" el contenido a la zona de desarrollo formada por los
conocimientos previos, posibilidades y situación del pequeño. En la medida que lo
"nuevo" se proponga de forma adecuada, incidirá en la estructura de pensamiento y se
incorporará de forma significativa, modificándola.
En el modelo lúdico, el educador se vale del juego para realizar esta mediación; son el
juego y la actividad lúdica, los recursos que facilitan y potencian el aprendizaje por las
posibilidades que brinda al niño.
No hay que olvidar que será la manera en cómo el educador lleve a la práctica el juego,
lo que convertirá la actividad de aprendizaje en vivencia lúdica y gratificante, para el
grupo y para sí mismo.
Es fácil suponer que en dos aulas que realicen la misma actividad, con la misma
planificación y siguiendo las mismas pautas de desarrollo, las experiencias de
aprendizaje lúdico sean diversas.
En cada una de ellas, la situación anímica del educador y la relación que habitualmente
establece con los niños no son las mismas, y el ambiente creado proporciona mayor o
menor seguridad afectiva.
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Controlar los gestos con las manos y brazos: para evitar sorpresas y sustos
estos gestos tienen que ser pausados y suaves.
Quedarse en un lugar determinado: para facilitar que puedan recurrir a
menudo a él, mientras se controla y establece un mensaje de seguridad a los
pequeños. o acercarse a mirar a los pequeños. No perder de vista a todo el grupo
facilita la toma de decisiones con un mínimo margen de tiempo, en lugar de
tener que hacerlo con inmediatez, lo que crea una tensión añadida.
No centrarse en un solo grupo o dejarse acaparar la atención: hay que mirar
a menudo a todos los grupos, esto facilita el poder intervenir desde el principio
en las situaciones que vayan apareciendo.
Dedicar momentos de atención individualizada y personal: pueden ser
intercambios de miradas; decir su nombre con cariño o recordándoles lo que les
gusta; los roces cariñosos al pasar por su lado. Muchas conductas disruptivas
están originadas por la necesidad de llamar la atención. Esto implica un difícil
equilibrio profesional que deberá considerar el educador, al tener que repartir su
atención entre todos y cada uno de los miembros del grupo.
El educador tiene que recordar su infancia y asumirla desde la nueva perspectiva que le
otorga su experiencia. Convertirse en el adulto que esperaba encontrar en cada uno de
los que conoció entonces, y si tuvo suerte, asemejar sus actuaciones a las de aquel
educador que recuerda con cariño.
Así tendrá una referencia segura para acercarse a los niños y representar su papel, jugar
a ser "el mayor", pero asumiendo su rol muy en serio.
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Reflexión personal y en equipo por parte de los educadores, para incorporar
modos de actuación que favorezcan la seguridad y naturalidad.
Complicidad, que significa comprender lo que les ocurre para atenderles, así
como permitirles o exigirles según corresponda.
Como conquistas personales, de cada una de sus identidades, para adquirir una idea
positiva de sus posibilidades.
Por ejemplo, saludar por la mañana a cada niño de una manera especial (con un ripio
con su nombre); encender una vela y oscurecer un poco la luz para contar un cuento;
cantar canciones inventadas para cambiar de actividad, para recoger los juegos o
alistarse para la salida.
Para conseguir algo de los niños es mejor un tratamiento indirecto, a modo de juego.
Del tipo: "yo quiero"-"pues no lo vas a hacer". En su lugar el mensaje debe ser: "Vamos
a hacer" "¿Te ayudo de esta forma o de esta otra?"
"Es la hora de ir a la cama, ¿prefieres que te cuente un cuento o que te cante una
canción?"
El docente no deberá predisponerse con la idea de que existen ciertos niños que no
pueden ser controlados, asumiendo con ello una actitud menospreciante.
Siempre se deberá tener presente que cada niño es un individuo, con sus diferencias de
tiempos de aprendizaje y atención. Por ello nunca se deberá distinguir entre el grupo y
menos transmitir esta diferencia mediante comparaciones.
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evadiendo las tareas que se han marcado.
Las orientaciones respecto al modelo lúdico encuentran aquí una de sus posibles
aplicaciones. El educador que propone un modelo lúdico es porque sabe incluirse en él
y participar con los niños, encontrando placentera su actividad.
Todo dependerá del cómo se le ofrezcan esos cuidados y ese conocimiento, es decir
desde una perspectiva lúdica que experimentan a la vez el educador y el pequeño, en el
proceso que recorren juntos.
Junto con las características propias de la inmediatez y sorpresa habrá que saber
responder simultáneamente a las exigencias personales de cada pequeño, ya que es
imprevisible controlar la demanda en un momento determinado.
La relación con los niños representa una continua demanda de disponibilidad, para
solucionar conflictos, obligando a mantener una atención que destaca sobre cualquier
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otro interés.
Existen tres aspectos básicos en la organización del trabajo del educador infantil que
apuesta por el modelo lúdico. Estas son el trabajo en equipo, la reflexión de su práctica
profesional y una planificación suficiente.
Algunos educadores piensan que es más fácil trabajar con los niños y niñas que con sus
padres, ¿tu qué crees?
Como hemos visto dentro de los aspectos claves de la figura del Técnico Superior en
Educación Infantil, es clave la colaboración con la familia. A continuación te ofrecemos
algunos ejemplos prácticos.
No podemos olvidar la repercusión que ejerce en los niños la opinión familiar sobre el
educador.
Uno de los principales problemas a los que se enfrenta el educador son las llamadas
conductas disruptivas (Conductas disruptivas: Son todas las que impiden el normal
desarrollo de cualquier actividad. Pueden ser molestas o claramente agresivas. En
cualquier caso, suponen la interrupción de lo que se esta haciendo.), que tienen ciertos
niños. Son todas aquellas que impiden el normal desarrollo de cualquier actividad. La
principal tarea del educador será captar la atención de quienes se distraigan durante la
clase.
Las relaciones que se establecen con las familias o tutores de los niños responden a
necesidades de la escuela infantil, en la que es preciso iniciar una colaboración entre
criterios educativos.
Crear una línea de actuación coordinada entre la familia y la escuela. Que facilite
orientaciones similares respecto a los valores que se trasmiten, al tratamiento y
actuación sobre las normas y su cumplimiento, así como la creación de hábitos
fundamentales para incidir en la educación de los más pequeños.
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renunciar. Se debe concienciar a las familias de la necesidad que tienen de adquirir
criterios educativos.
Organizar talleres con padres. Hay escuelas que organizan "talleres de padres" con
cierta periodicidad; si bien resulta una experiencia enriquecedora para las familias y
para los educadores hay que resaltar que para los niños son experiencias de
socialización, implicación de los mayores en los temas que les conciernen a ellos y
especialmente la comprobación de que forman una comunidad que les educa.
Existen muchas actividades que se pueden hacer en los talleres de padres, pero en
relación con el juego hay dos actuaciones que pueden resultar interesantes:
Este trabajo, que a menudo resulta costoso, da unos resultados satisfactorios con la
creación de un verdadero equipo y la seguridad de sentirse con un respaldo profesional
entre iguales.
Como colofón nunca habrá que olvidar que tanto el educador como los niños se
estresan, por la expresión de la continua evaluación y corrección de sus actuaciones.
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Durante el trabajo con los niños se descubre muy pronto que la trasgresión de la
norma emociona, ya que se elabora con la tensión entre la obediencia, la libertad y el
riesgo. Por ende, es una situación placentera que hay que comprender.
Junto con una evaluación del trabajo, es importante estar abiertos a un reciclaje continuo
a través de diferentes vías de formación, tanto para reafirmar acciones como para poner
en práctica acciones innovadoras que favorezcan el proceso de enseñanza-aprendizaje.
En cada una de ellas la relación que tienen los pequeños con el juego es diferente y
responde a varios estímulos, bien del entorno afectivo bien del entorno social. Por ello
será necesario regular las intervenciones del adulto en cada una de ellas, utilizando los
recursos y técnicas más adecuadas, con el objetivo de estimularles debidamente. Por
otra parte también podemos proponer actividades según los aprendizajes.
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A continuación se presentan una serie de juegos en relación con los aprendizajes que
promueven, con la confianza de que contribuyan a facilitar la labor del aula.
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o Las nociones temporales: antes, después, luego y las asociaciones a las
actividades correspondientes.
La utilización simbólica de los objetos. Disponer de material de desecho para
que puedan encontrar objetos que sustituyan las funciones o los usos cuando no
tienen los verdaderos.
Es posible que uno de los impedimentos para utilizar el recurso del juego sea
precisamente el desconocimiento de la enorme cantidad de juegos que ofrece la
tradición oral en nuestro país.
Hasta el tercer mes de vida, el bebé realiza ejercicios que son eminentemente
funcionales sin obtener una sensación lúdica.
En esta etapa el bebé no juega si no puede establecer una relación muy personal e íntima
con el adulto.
Los primeros juegos los realiza el educador o sus familiares y tutores, entre los que
destacan:
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Muecas, gestos muy forzados que le hacen gracia y le producen risa.
Canciones tradicionales o inventadas sobre lo que se realiza, explicando lo que
está pasando; asociadas a las actividades y objetos utilizados.
Aparece el cucú- trastras. Siempre es un buen momento, siempre responden.
Juegos con las manos: palmas palmitas.
Los juegos de balanceo: "Aserrín, aserrán" y "Las campanas de Montalbán".
Las voces de los animales asociados a los peluches y/o imágenes que se les
presentan.
Permitirle piezas que encajen, que entren unas en otras, también las cajas
sonoras.
Darle envases, bolsas y esconderle objetos: ¿Dónde está? O esconderlos a su
vista: ¿Qué ha pasado?
Estimular los juegos de guardar, esconder, buscar, lanzar, apretar.
Enseñarle cuentos con imágenes coloristas de animales u objetos cotidianos.
Señalarle y nombrar lo señalado, pasar las páginas y dejarle hacerlo al pequeño.
Usualmente a partir de esta edad el niño se puede sostener en pie, por ello deberá ser
precavido con su espalda.
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5.2.- INTERVENCIÓN ENTRE 1 Y 2 AÑOS Y 2-3 AÑOS.
Es en estas etapas donde se dan los cambios más significativos del desarrollo, de 1 a 2
años los niños y niñas ya pueden dar sus primeros pasos, comienzan a explorar el
mundo.
En estos momentos desde los 2 a 3 años los pequeños comienzan a asimilar los juegos
simbólicos. Entre las actividades más características de esta etapa junto con el educador
se pueden destacar:
Uno de los juegos simbólicos más usuales es la representación por parte del
educador de un personaje, que le sirva como intermediario para participar con el
menor de manera indirecta. Gracias a este tipo de juegos los niños desarrollan su
imaginación, permitiendo al adulto participar desde una perspectiva
externa.Juego de la oca con el educador.
Juegos con animales (muñecos) o siluetas recortadas: una zona de la clase es una
granja. A los muñecos se les ata un hilo o cuerda para que cuando sea el
momento del recreo, los saquen al patio a pasear.
Juegos de palabras ecolalias, repeticiones; se incorpora la memorización de
canciones.
Canciones rimadas "La tía Mónica".
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6.- Planificación y desarrollo de actividades lúdicas.
La incorporación del juego dentro del aula de Educación Infantil, pasa por la necesidad
de planificar adecuadamente estas actividades con objeto de potenciarlas y analizar
poder evaluar su proceso a través de los niños y niñas así como la propia práctica
profesional.
Para poder realizar una preparación exhaustiva del espacio, tiempo, materiales y
transmisión de normas básicas durante el juego.
Para dar seguridad durante el juego con su presencia disponible.
Para poder dejar que los niños y niñas repitan los juegos que conocen. La
repetición de los juegos les ayuda a resolver conflictos, es placentero por
ejercitar lo que ya se ha adquirido y les reporta seguridad.
Para poder ofrecer variantes de los juegos cuando observe una disminución del
interés.
Para ayudar a resolver conflictos durante el juego.
Para respetar las preferencias de cada niño y niña.
Para promover valores de igualdad y coeducación.
Para Incentivar el interés de las familias por los juegos de los niños y niñas.
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La actitud y presentación del educador o educadora ante el juego. Papel de la
educadora.
Agrupamientos (todo el grupo, individual, pequeños grupos,..).
Evaluación del desarrollo de la actividad y de los niños.
Al principio, lo que se les ocurre es fantástico, sin relación lógica con lo que se
pretende, pero las preguntas tienen la intención de hacerles entender la necesidad de
planear y prever algo antes de realizar cualquier actividad. Progresivamente, es de
esperar que anticipen propuestas más ajustadas en las siguientes etapas educativas.
Las situaciones vivenciales representan una evolución de los llamados "centros de
interés" y se adaptan mejor a la espontaneidad de esta etapa infantil. En ella, los
intereses de los niños muy a menudo derivan hacia aspectos imprevistos. Las
situaciones vivenciales engloban estos intereses, encuadrándolos en marcos
significativos.
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