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BARBERO y otros –

HISTORIA ECONÓMICA MUNDIAL, del Paleolítico a Internet.

Capítulo 3:

“El significado de la Revolución Industrial”

Desde mediados del S XVIII se inició una etapa de profundas transformaciones -económicas, sociales y culturales- que
dieron nacimiento a las sociedades industriales. La Revolución Industrial fue un proceso que comenzó en Inglaterra y
desde allí se fue difundiendo, primero hacia Europa continental y los EEUU, y luego hacia otros países y regiones.

En el mundo preindustrial: la principal actividad económica era la agricultura; la mayoría de la población vivía en los
campos, dedicándose a tareas rurales; las innovaciones tecnológicas fueron muy lentas hasta el s XVIII.

En la sociedad industrial: la principal actividad económica va estar centrada en la industria y los servicios; debido a las
mejoras en las técnicas de cultivos se va a necesitar menos gente para realizar el mismo trabajo; las masas rurales se
desplazan hacia las ciudades, aumenta la población urbana y también el número de ciudades; los vertiginosos cambios
tecnológicos permitieron fuertes incrementos en la producción y productividad.

Desde el S XI la economía europea asistió a una serie de cambios económicos, sociales, institucionales, políticos y
culturales, que fueron preparando el terreno para la Revolución Industrial:

- Transformación de la Agricultura: entre los s XI y XIII se produjeron importantes transformaciones en la agricultura, que
permitieron incrementar la producción y productividad: perfeccionamiento en los sistemas de barbecho (período de
descanso de la tierra); mejora en los instrumentos de labranza; mejor rotación de cultivos; difusión en el uso del
caballo. Hacia el s XVI la “labranza convertible” implicó la supresión del barbecho, e introducirá nuevas variedades de
cultivo para la rotación, el forraje, lo que permitirá combinar agricultura con ganadería.

- Revolución Comercial: entre los s XII y XIII, el comercio será la actividad en que se especialice la Europa de la Baja Edad
Media. Se generará una expansión de los intercambios intereuropeos e internacionales. Esto traerá aparejado el
nacimiento de distintos dispositivos institucionales que posibilitaron el desarrollo comercial, como letra de cambio, las
operaciones de descuento, los bancos, la contabilidad por partida doble, los seguros, las sociedades comerciales, el
derecho mercantil. En el s XV nace el servicio postal, además en este siglo se inicia la expansión oceánica y las conquistas
de territorios de ultramar. En el s XVI nacen las bolsas comerciales y financieras. En el s XVII los derechos de patente.

- En cuanto a la Industria: hacia finales de la Edad Media comenzó a difundirse el uso del molino de agua, que se irá
perfeccionando para adecuarse a otros usos, por ej. la molienda de granos. La expansión de la industria artesanal en los
centros urbanos, y hacia el s XVI el crecimiento de la “industria a domicilio” que se realizaba en las zonas rurales. Entre
los s XVI y XVIII se produce la primera fase de la industrialización europea, que se denominará
“PROTOINDUSTRIALIZACIÓN”, caracterizada justamente por esta expansión de la industria a domicilio.

Sin embargo los cambios económicos y tecnológicos durante la Edad Media y Moderna no fueron exclusivos del
continente europeo. China vivió una etapa de gran expansión y de innovaciones desde comienzos de la era cristiana, y
sobre todo entre los S X y XV. Muchos de los adelantos tecnológicos adoptados por los europeos a fines de la Edad
Media y comienzos de la Edad Moderna llegaron desde China. Hacia comienzos de la Edad Moderna, China estaba
experimentando un crecimiento intensivo y estaba lista para iniciar un proceso similar al de la Revolución Industrial de
Gran Bretaña, sin embargo este no se produjo. Si bien la economía china siguió creciendo hasta el S XIX, el impulso
innovador se detuvo a causa de la invasión mongol y de problemas internos.

En Europa los cambios económicos y tecnológicos fueron acompañados por un proceso de transformaciones sociales,
políticas y culturales: el avance de la urbanización, el nacimiento y desarrollo de la burguesía comercial, la consolidación

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de los Estados Nacionales, la formación de imperios coloniales, el nacimiento de las universidades, la Revolución
Científica del S XVII, y una paulatina tendencia a la afirmación de los derechos individuales.

Con la sociedad industrial nacieron nuevas formas de organización del trabajo y de la familia, nuevas clases sociales,
nuevos modos de actividad política. Con el desarrollo de los transportes y de las comunicaciones se incrementó el
contacto entre las diversas regiones del planeta, creció la actividad social y se incrementó el movimiento de las
personas. La aparición de la imprenta a vapor y de otras innovaciones en la industria editorial, propicio la circulación de
libros y periódicos entre los distintos sectores de la sociedad; esto también ampliará las posibilidades de acceso a la
educación.

Si bien la Revolución Industrial dio origen a una nueva economía y a una nueva sociedad, este proceso de cambio fue
gradual, en el que lo nuevo y lo viejo se combinaron de forma diversa según las regiones y los ámbitos en que se iban
produciendo las transformaciones. Es por esto que no se puede hablar de una ruptura abrupta, ni de una transformación
radical de una sociedad preindustrial a industrial, sino que en este proceso gradual existen elementos de continuidad
entre ambas sociedades.

1) Concepto de Revolución Industrial

El término “revolución” utilizado por primera vez en el S XVIII. Se utilizó para comparar las transformaciones en la
economía y sociedad británica, con la revolución social y política que se estaba produciendo en Francia.

Hacia finales del siglo XIX y durante las primeras décadas del siglo XX, el tema central que ocupaba a quienes estudiaban
la Revolución Industrial, eran las consecuencias sociales del proceso de industrialización, centrándose en sus efectos
negativos sobre las condiciones de vida de las clases trabajadoras.

A medida que la historia económica fue consolidándose como disciplina, la Revolución Industrial comenzó a ser
abordada desde otra perspectiva, en la que el estudio del pasado podía brindar algunas claves para lo comprensión de
los problemas económicos del presente. Esto no significó que se perdiera interés por los aspectos sociales de la
industrialización, sino que quedaron enmarcados dentro de un proceso global.

La historiografía de la Revolución Industrial

A la hora de buscar una definición de la Revolución Industrial, surge el problema de que no hay una, sino muchas.

Los distintos enfoques se pueden comparar desde dos perspectivas, distintas pero complementarias. La primera
perspectiva considera cómo la imagen de la revolución y los temas seleccionados para su estudio se fueron modificando
a lo largo del tiempo, desde fines del siglo XIX hasta el presente. La segunda pone énfasis en como los diversos
estudiosos han privilegiado en su investigación y en su reflexión determinados aspectos específicos de la revolución, ya
sea el cambio tecnológico u organizativo, el cambio social o el ritmo del crecimiento económico.

Un historiador establece 4 etapas, en las que los temas dominantes fueron sucesivamente:

- Una es las consecuencias sociales: el énfasis estuvo puesto en las consecuencias sociales de la industrialización,
producto de las nuevas condiciones de trabajo y del proceso de urbanización.

-Las fluctuaciones cíclicas: en ella predominó el análisis de los ciclos económicos, en gran medida porque la crisis de
1929 y la depresión de los años 30 impulsaron a los estudiosos a interesarse por las fluctuaciones cíclicas en un
perspectiva histórica.

-El crecimiento económico: son 2 las circunstancias contribuyeron al crecimiento económico, la expansión económica de
los países industriales, y el problema del sub desarrollo, más visible a partir del proceso de descolonización y de la
emergencia del tercer mundo.

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-Los límites al crecimiento: la realidad de los países más ricos hacía dudar de que la industrialización hubiera resuelto de
una vez y para siempre los problemas económicos y sociales. La crisis económica que produjo el alza de los precios del
petróleo a principio de los años 70, puso en evidencia los límites de la expansión iniciada con el fin de la guerra, y las
economías de los países más desarrollados se enfrentaron a la recesión, desocupación y la inflación. En la relación del
hombre con la naturaleza, las renuncias de los ecologistas revelaron las consecuencias no deseadas que el desarrollo
económico podía generar al poner en peligro al medio ambiente.

La Revolución Industrial comenzó a ser mirada desde otra perspectiva, desde la cual empezaron a considerarse no solo
los éxitos sino también los fracasos. La industrialización pasó a ser observada como una progresión unidireccional, a ser
observada como un proceso cíclico.

¿Revolución o evolución?

Entre los estudiosos actuales que coinciden con la visión graduadista de la Revolución Industrial podemos distinguir 2
posturas. Una de ellas ofrece un enfoque cuantitativo de la industrialización (se interesan por la medición del
crecimiento económico usando técnicas sofisticadas) y la otra centra su atención en las transformaciones cualitativas
(ponen el énfasis en la lenta difusión que dichas transformaciones tuvieron a partir del S XVIII).

Mientras algunos historiadores económicos presentan a la industrialización como un proceso de cambio acumulativo e
incluso algunos de ellos han negado la existencia de la Revolución Industrial; otros consideran como un proceso
económico y social que dio un resultado mucho mayor que la suma de las partes.

¿En qué consistió la Revolución Industrial?

David Landes propone 3 definiciones

a) El término “revolución industrial”, en minúsculas suele referirse al complejo de innovaciones tecnológicas que, al
sustituir la habilidad humana por maquinaria y la fuerza de energía animada por inanimada, provoca el paso desde la
producción artesanal a la fabril, dando lugar a la economía moderna.

b) Cuando el término se utiliza para referirse a cualquier proceso de cambio tecnológico rápido e importante.

c) El mismo término con mayúscula, se refiere a la primera circunstancia histórica de cambio desde una economía
agraria y artesanal a otra dominada por la industria y la manufactura mecanizada.

Peter Mathias señala 2 criterios centrales para definir la Revolución Industrial: la aceleración del crecimiento de la
economía en su conjunto (debe darse en el largo plazo y responder a un aumento de la productividad, que se traduzca
en un incremento del producto per cápita) y la presencia de cambios estructurales (incluyen la innovación tecnológica y
organizativa, modernización institucional, desarrollo de un sistema de transportes y movilización de la fuerza de
trabajo).

Wrigley señala que la característica distintiva de la Revolución Industrial a sido el aumento amplio y sostenido de los
ingresos reales per cápita.

Combinando estas definiciones podemos sostener que la Revolución Industrial consiste en un proceso de cambio
estructural en el que se combinan:

-Crecimiento económico: aumento de la productividad de la economía gracias a la innovación tecnológica y organizativa.

-Innovación tecnológica y organizativa: el uso de máquinas en reemplazo a la habilidad humana y la utilización de


energía inanimada en reemplazo de la animada; nacimiento del sistema de fábricas como alternativa a las formas de
producción artesanal.

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-Profundas transformaciones en la sociedad: disminución de la participación en la agricultura, proceso de urbanización,
crecimiento del número de ciudades, sub dimensiones y la proporción de población urbana en relación con la rural.

El hecho de que se haya tratado de un proceso gradual no invalida la existencia de la Revolución Industrial entendida
como el punto de partida para el nacimiento de un nuevo tipo de sociedad.

Revolución tecnológica y Revolución económica

Se considera una Revolución Tecnológica, según los parámetros históricos, por tratarse de un cambio tecnológico y
acelerado sin precedentes. Y lo que la hace tan importante es que fue también una Revolución Económica.

Dichas transformaciones fueron producto de un largo proceso que se inició en Europa a fines de la Edad Media en el que
se combinaron cambios económicos, tecnológicos, institucionales, sociales y culturales. Las nuevas condiciones se
fueron difundiendo a un ritmo que varió según las regiones y los países. A mediados del S XIX era evidente que estaban
en marche modificaciones estructurales que justifican el empleo de la palabra Revolución, dada la profundidad y la
persistencia de sus efectos.

2) El nacimiento de la Industria Moderna

Industria significa cualquier transformación de la materia prima llevada a cabo por el hombre, existe desde los tiempos
prehistóricos y es un rasgo distintivo del género humano.

A lo largo de la historia se van a ir sucediendo distintos modos de producción industrial, analizarnos nos permitirá
comprender cuál fue la transformación que se produjo a partir de la Revolución Industrial del S XVIII.

 Las formas tradicionales de producción industrial:

LA INDUSTRIA ARTESANAL

Se utilizan herramientas manuales que exigen una alta dosis de habilidad. Puede ser doméstica o llevarse a cabo en un
taller. Desde fines de la Edad Media creció la industria artesanal urbana: pequeños talleres, que funcionaban en las casas
de los maestros, con una organización jerárquica (oficiales y aprendices) basada en el sistema de aprendizajes.

Esta actividad estaba fuertemente regulada por los gremios, que establecían desde las normas de calidad hasta las
cuotas de producción.

LA INDUSTRIA A DOMICILIO

Fue desarrollándose de forma paulatina entre los siglos XVI y XVIII. Sistema descentralizado de producción, los
trabajadores realizaban el trabajo en sus domicilios y utilizando sus propias herramientas. El comerciante-empresario les
suministraba la materia prima y luego retiraba las piezas elaboradas por las que pagaba a destajo. Algunos productos
eran terminados de elaborar en los talleres urbanos. Luego eran comercializados por el empresario.

Este sistema de trabajo era realizado generalmente por los campesinos y como complemento a sus actividades agrarias,
sobre todo en las zonas agrícolas menos fértiles. Era un sistema de trabajo más flexible que el urbano. La producción era
regulada por la demanda. No existía un vínculo permanente ni obligatorio entre empresario y trabajador. Los costos fijos
eran mínimos y los salarios más bajos. A diferencia de la industria urbana, en la manufactura rural también trabajaban
mujeres y niños, pero percibían un salario aún menor que el de los hombres. No había una regulación gremial.

En esta modalidad, la industria textil fue la que más se extendió. Sin embargo, había otras ramas, como la industria
metalúrgica, la fabricación de vidrios y la de relojes.

LA PROTOINDUSTRIALIZACIÓN

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Para algunos autores este concepto hace referencia a la primera fase del proceso de industrialización, otros van a
sostener que no es una etapa sino una forma de producción que coexistió con las otras en los siglos previos a la
Revolución Industrial.

La protoindustrialización se caracterizó por la difusión del sistema de trabajo a domicilio, en la producción de bienes
para mercados no locales. Esta actividad estableció nuevas relaciones entre los centros urbanos y las áreas rurales; si
bien la mayor parte de producción se llevaba a cabo en el campo, en la ciudad solían realizarse algunas actividades
industriales, sobre todo procesos de preparación o acabado.

Al ofrecer un medio de subsistencia complementario a la agricultura, la protoindustria contribuyo a mejorar las


condiciones de vida de los campesinos, reduciendo el impacto de las tradicionales crisis de subsistencia y estimulando el
crecimiento demográfico.

En algunas regiones la protoindustria condujo al nacimiento de la industria fabril, mientras que en otra el proceso de
industrialización quedó trunco.

LA MANUFACTURA CENTRALIZADA

Este tercer tipo de organización industrial, caracterizada por las empresas que poseían mayores dimensiones, a las que
suele denominarse “protofábrica”. Según algunos historiadores se pueden distinguir tres clases de protofábricas,
aunque los límites entre ellas no son siempre precisos:

- Talleres centrales que preparaban y terminaban el trabajo de los trabajadores rurales a domicilio,
principalmente sector textil.

- Aquellas unidades que tenían que ser bastante grandes o que requerían mucho capital por razones técnicas, ej
metalurgia, minería, etc.

- Agrupación de talleres por una razón que no es económica ni técnica, y como consecuencia de un monopolio
o la iniciativa de algún magnate territorial. Manufacturas o empresas reales, fabricas establecidas por nobles,
por ej las creadas en Prusia en el s XVIII (fundiciones de hierro, fábricas de armas, de textiles, de porcelana).

 El sistema de fábrica:

Con la Revolución Industrial nació el sistema de fábrica, sistema que se caracteriza por la mecanización de la producción,
por el uso de la energía inanimada en reemplazo de la energía humana o animal (las primeras formas de energía
inanimada que se utilizaron en una fábrica fueron la hidráulica y la del vapor), y por la presencia de mano de obra
asalariada sometida a un régimen de estricta disciplina.

EL MAQUINISMO

El sistema de fábricas constituye lo que se denomina “industria moderna” que se contrapone a la “industria tradicional”.
Desde el punto de vista de la producción, un rasgo central del proceso de modernización de la industria fue la paulatina
difusión del uso de máquinas activadas por energía inanimada.

En primer lugar hay que diferenciar una máquina de una herramienta. Ambas permiten economizar el trabajo manual,
ya que potencian la actividad humana.

Las herramientas son un instrumento en manos del trabajador y su uso requiere de una habilidad específica para llevar a
cabo el proceso de producción.

Las máquinas son artefactos que disponen de mecanismos que reemplazan a la habilidad humana y pueden ser
impulsadas por energía animada (humana o animal) o inanimada (hidráulica, vapor, eólica, motores a explosión, etc.)

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Ejemplo de la industria del hilado:

Desde tiempos remotos se usaron herramientas como el huso. En la Edad Media la más difundida en Europa fue la rueca;
su manejo requería de un alto grado de habilidad para sostener y retorcer el vellón que se va transformando en hilo,
mientras con los pies se accionaba un pedal que hacía girar la rueda.

Hacia 1765 se creó una maquina relativamente sencilla que recibió el nombre de “spinning-jenny”. Se derivaba de la
rueca y consistía en de un marco rectangular montado sobre cuatro patas en el que se colocaban los husos para enrollar
los hilos y dos barras de madera montadas sobre una especie de carro que se deslizaba manualmente e iban estirando el
hilo.

Esto tenía una ventaja clave, y era que un solo obrero podía producir varios hilos a la vez, con lo cual el trabajo humano
se multiplicaba. Las primeras jennies tenían 8 canillas, husos, por lo cual una sola persona hacía el trabajo de 8.

Estas máquinas, al igual que la rueca, se utilizaban en las casas de los hilanderos, con lo cual el sistema de organización
del trabajo no se modificaba, pero aumentaba notoriamente la producción.

Tiempo después se patentó otra máquina de hilar, la “wáter frame”, que en lugar de utilizar energía animada, era
impulsada por energía hidráulica. Esto no solo amplió la escala de producción, sino que modifico la organización del
trabajo, dando así nacimiento al sistema de fábricas.

Es rasgo dominante de la industria moderna fue la difusión de las máquinas accionadas por energía inanimada, en un
primer momento hidráulica y más adelante a vapor.

El tamaño y costo de las maquinarias hicieron imposible que fueran propiedad de los trabajadores, además de la
complejidad que revestía el uso de energía inanimada. El hilado pasó de ser una actividad doméstica a convertirse en un
trabajo realizado en fábricas.

LAS NUEVAS FUENTES DE ENERGÍA

Una de las claves de proceso de industrialización fue el acceso de nuevas fuentes de energía calorífera y mecánica, y el
símbolo de los nuevos tiempos fue la máquina a vapor.

Una característica distintiva de la Revolución Industrial fue el paso de una economía orgánica avanzada a una economía
sustentada en la energía de uso mineral. La utilización de la energía calórica y mecánica proveniente del carbón mineral
incrementó notoriamente la productividad del trabajo.

La difusión de las innovaciones fue lenta, y recién alcanzará amplios sectores de la economía a mediados del siglo XIX. En
las primeras décadas de la revolución industrial se combinó el uso de la fuerza hidráulica y de la energía del vapor.

La máquina de vapor de Watt fue patentada en 1769, sus primeros usos fueron en las minas (desde el siglo XVII se
utilizaron en Inglaterra máquinas precursoras a la de Watt). El invento de Watt introdujo mejoras decisivas: redujo el
consumo carbón, minimizó los costos y disminuyó su tamaño; su uso se extendió de las minas a la industria
manufacturera. Al poder independizarse de la geografía (ya no era indispensable instalar las fabricas a la vera de los ríos)
las industrias se fueron localizando paulatinamente en los centros urbanos, dando nacimiento a las sociedades
industriales.

La máquina a vapor fue perfeccionándose a lo largo del siglo XIX y eso permitió que pudiese usarse para impulsar
medios de transporte. A parir de la década de 1820 se construyeron los primeros ferrocarriles y barco a vapor que
revolucionaron las comunicaciones.

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Además de la energía del vapor durante todo el siglo XIX siguió utilizándose la energía hidráulica, sobre todo en aquellos
países y regiones donde era muy escaso y caro el carbón, y abundaban los cursos de agua (Suiza). También la tecnología
hidráulica se fue perfeccionando.

Una de las características distintivas de la Revolución Industrial fue que el uso de estas fuentes de energía inanimadas,
posibilitaron el aumento de la productividad a volúmenes insospechados.

LA DISCIPLINA Y ORGANIZACIÓN DEL TRABAJO

La productividad también creció como producto de las nuevas formas de organización del trabajo que acompañaron al
sistema de fábrica y del nuevo tipo de empresa que iba surgiendo con la Revolución Industrial.

-Disciplina:

Con el surgimiento de las fábricas se produjo una intensificación del trabajo. A diferencia de la industria a domicilio, la
fábrica exigía a los obreros un horario estricto y una actividad constante.

El trabajo humano debió adaptarse al ritmo impuesto por las máquinas, y exigía acostumbrarse a una precisión a la cual
no estaban acostumbrados. Previo a este sistema el trabajo era muy irregular, y en general se combinaban momentos
de trabajo intenso con períodos de ociosidad. La entrada de los obreros en la fábrica, sus comidas y su salida tenían
lugar a una hora fija, pautada por el toque de una campana o sirena. Cada uno tenía un puesto determinado y una tarea
asignada; debían trabajar regularmente, sin detenerse y en silencio bajo la mirada del capataz. Dichas jornadas eran tan
intensas como extensas. A comienzos del S XIX se extendían por un promedio que sobrepasaba las 14 horas.

Para disciplinar a los trabajadores, los empresarios recurrían a los castigos, los más utilizados eran el despido y las
multas. Estas últimas eran muy elevadas y no guardaban proporción con las faltas.

A quienes más costaba adaptarse a esa nueva disciplina eran los trabajadores adultos. Esto explica en parte que en la
Revolución Industrial se haya recurrido al empleo de niños en las fábricas, otra razón era que cobraban salarios mucho
más bajos.

-División del trabajo:

Una segunda característica de las fábricas fue la intensificación de la división del trabajo. Esta innovación permitió
aumentos muy grandes de la productividad e implicó la especialización de los trabajadores en una o varias tareas
determinadas.

La introducción de las máquinas tuvo varias consecuencias, muchas tareas se simplificaron, ya que los mecanismos
fueron reemplazando a la habilidad de los trabajadores, por lo cual ya no era indispensable contratar personal calificado
para controlar una máquina. Además, muchas tareas dejaron de requerir no solo habilidad, sino también fuerza. Ambas
condiciones llevaron a que en las fábricas se contrataran cada vez más mujeres y niños, a los cuales se les pagaba
salarios mucho más bajos y se sometían a la disciplina con mayor facilidad.

La división del trabajo en las fábricas no implicó necesariamente la pérdida de calificación, en la mayor parte de los
sectores de la industria los trabajadores de oficio siguieron teniendo un papel significativo, por lo menos hasta fines del
S XIX. Siguieron diferenciándose las tareas entre trabajadores calificados y peones, y las máquinas generaron también un
nuevo tipo de obrero especializado: el de los mecánicos responsables de su manutención y reparación.

Hacia finales del S XIX podemos relacionar la producción en masa con la difusión del Taylorismo y el Fordismo.

Capítulo 4:

“Los factores condicionantes de la industrialización”

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La dinámica de la historia económica es producto de la interacción de diversos factores, entre los cuales se incluyen
variables de orden económico y no económico. El proceso de industrialización es un aspecto de dicha dinámica.

Existen diversas circunstancias que contribuyen a poner en marcha o a obstaculizar un proceso de industrialización.

Uno de los temas más de debatidos en la historiografía de la revolución industrial ha sido el de sus causas, tanto a lo que
refiere a la revolución industrial inglesa como a la de los demás países. Entre las que han identificado los distintos
autores podemos mencionar:

 acumulación de capital
 innovación y cambio tecnológico
 cambio demográfico
 crecimiento de la demanda
 expansión de los mercados
 cambios en el contexto social
 transformaciones institucionales
 otras

Este es un debate sin fin, y que está condicionado por los marcos teóricos a los que adscribe cada autor, su formación
académica, al avance del conocimiento y a las condiciones específicas de cada momento histórico. Mientras los
economistas se inclinan por las explicaciones monocausales, los historiadores recurren a explicaciones pluricausales:

LA POBLACIÓN:

Desde el punto de vista económico, la población de un país constituye un factor clave, ya que condiciona la oferta de
mano de obra y la demanda interna de bienes y servicios.

Si bien la cantidad de población incide en la demanda interna, no basta para generar un gran mercado para la
producción industrial. Además para que esto suceda se deben dar otras cuestiones: que los consumidores dispongan de
suficientes ingresos, y que estén acostumbrados a comprar en el mercado los productos que no puedan o no quieran
elaborar por sí mismos.

Cuando la mayoría de la población vive en el nivel de subsistencia, apenas puede satisfacer las necesidades básicas, y no
dispone de excedentes que pueda destinar a la adquisición de bienes industriales. En estas circunstancias las familias
campesinas elaboran en sus hogares ciertos productos básicos como alimentos y vestimentas.

El incremento de la población puede ser producto del crecimiento vegetativo tanto como de la inmigración (en muchos
lugares la inmigración jugó un papel central a lo largo del siglo XIX y a lo largo del siglo XX).

Sin embargo la escasa población no es un obstáculo para el desarrollo de la industrialización, si los países están
integrados al comercio internacional, la producción puede destinarse a la exportación. El mismo proceso de
industrialización puede ir generando una mayor demanda interna a medida que crece el ingreso de la población local.

Gran Bretaña contaba con ambos mercados, interno y externo. La población inglesa creció aceleradamente a lo largo
del siglo XVIII, y en general sus condiciones de vida eran mejores que la del continente. El mercado interno se había
consolidado gracias al desarrollo del comercio de ultramar, a la conquista de territorios coloniales y al poderío naval
británico. Esos factores le otorgaban una considerable superioridad sobre sus competidores.

LOS RECURSOS NATURALES:

Este es otro condicionante de los procesos de industrialización, en la medida en que garantiza, o no, la provisión de
materias primas y energía necesaria para la actividad industrial.

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Algunos de esos recursos naturales son:

 la cantidad de tierra disponible,


 fertilidad del suelo o los recursos naturales tradicionales,
 el clima,
 la topografía,
 la disponibilidad del agua,
 la posición geográfica,
 otros.

Gran Bretaña y Bélgica son dos regiones provistas de carbón mineral, que gozaron durante décadas de amplias ventajas,
ya que este mineral fue el combustible que se utilizaba para las máquinas a vapor y para la fundición de metales. Otros
países favorecidos con una gran variedad de recursos naturales fueron Estados Unidos y Rusia, pero sus trayectorias y
procesos de industrialización fueron muy diferentes.

Sin embargo las ausencias de recursos naturales pueden ser suplidas si se cuenta con mercados externos que los
provean y recursos monetarios para pagarlos.

Asimismo la falta de dichos recursos tampoco es un obstáculo insalvable para el desarrollo del proceso de producción.
De hecho muchas de las regiones que contaban con abundancia de recursos, que se valorizaban mucho en el mercado
internacional, tardaron mucho tiempo en industrializarse (ej: la mayor parte de los países latinoamericanos
exportadores de bienes primarios en el siglo XIX).

LA TECNOLOGÍA:

La permanente innovación tecnológica es uno de los rasgos sobresalientes de la revolución industrial, que ha hecho
posible tanto el incremento sostenido de la productividad como la producción de nuevos bienes.

La innovación tecnológica abarca desde la introducción de nuevas maquinarias, hasta la reorganización del trabajo y la
adopción de prácticas gerenciales.

Tres tipos de factores explican el hecho de que algunos países inventen y adopten métodos mecánicos antes que otros:

- Las influencias sociológicas

El valor otorgado a la invención; la capacidad inventiva de la sociedad; la vinculación entre esa capacidad
inventiva y el ámbito de la producción industrial; las características del empresario y su disposición para la
innovación.

- El volumen de acumulación de capital

Cuando ya existe una capacidad creada, los empresarios tienen mayores oportunidades para adoptar nuevas
técnicas, desarrollar nuevas ideas y aplicar mejoras a las ideas llevadas a la práctica (acumulación de pequeñas
modificaciones)

- La acumulación de capital

Cuando la reducción de la tasa de ganancia, consecuencia del incremento de los costos de producción, busca y
favorece la innovación por parte de los empresarios y estimula el progreso técnico.

La innovación tecnológica refleja un estado determinado del conocimiento, un entorno institucional y productivo, una
cierta disponibilidad de aptitudes para definir un problema técnico y resolverlo, una mentalidad económica para lograr
que la aplicación sea rentable y una red de productores y usuarios.

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La innovación puede generarse de forma endógena o trasmitirse vía difusión. La revolución industrial inglesa fue un
proceso endógeno, sin modelos para copiar; en cambio la industrialización del continente europeo comenzó a través de
la imitación de la tecnología británica, pero también fue generando sus propias innovaciones o utilizando de una manera
particular de la nueva tecnología.

La Primera Revolución Industrial se basó más en el ingenio mecánico que en la ciencia. Desde mediados del siglo XIX el
desarrollo tecnológico pasó a depender en forma creciente de la investigación científica.

 INVENCIÓN: hace referencia fundamentalmente al acto creativo.

 INNOVACIÓN: hace referencia a su difusión en la esfera de la actividad económica.

 MACROINVENCIONES: son aquellos inventos de los que emerge una idea nueva, sin precedentes. Son esenciales
en la historia de la tecnología.

 MICROINVENCIONES: son pequeños pasos progresivos que mejoran, adaptan y modernizan técnicas existentes
que ya están en uso. Se producen con mayor frecuencia.

Macroinvenciones y Microinvenciones no se sustituyen, sino que se complementan.

LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL Y LA INNOVACIÓN TECNOLÓGICA

Desde el punto de vista tecnológico, la Primera Revolución Industrial implicó:

a) La utilización de nuevas fuentes de energía inanimada, gracias a la invención y difusión de la máquina de vapor y
al mejor aprovechamiento de fuentes de energía tradicionales como la hidráulica.

b) La utilización de maquinarias destinadas a la producción, y más tarde, al transporte. Desde comienzos del siglo XVIII
se inició una etapa de innovaciones que continúa hasta el presente.

c) La utilización de sustitutos para las materias primas de origen animal y vegetal, cuya disponibilidad era limitada. Ej. el
carbón y el hierro (si bien sus reservas son amplias, son recursos no renovables que pueden agotarse).

d) Nuevas formas de organización de la producción y del trabajo (el sistema de fábricas). Con la Segunda Revolución
Industrial nacieron el TAYLORISMO y el FORDISMO, y nuevas formas de organización y gestión de la empresa.

LOS FACTORES INSTITUCIONALES:

Las instituciones juegan un papel relevante en los procesos de crecimiento económico y de industrialización,
combinándose e interactuando con los otros factores mencionados.

Las condiciones políticas, la legislación, las políticas públicas, el sistema educativo, las características de los grupos
empresarios y los rasgos culturales de una sociedad contribuyen activamente a acelerar o retrasar el crecimiento
económico.

El MARCO JURÍDICO:

Las instituciones son las limitaciones ideadas por el hombre que dan forma a la interacción humana, y la manera
en que son impuestas y respetadas. Incluyen los condicionamientos formales (reglas, leyes, constituciones), los
condicionamientos informales (normas de comportamiento, convenciones, códigos de conducta
autoimpuestos).

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Las instituciones son un condicionamiento básico del desarrollo económico.

Las diferencias institucionales son las que explican las diferencias en la performance económica de las naciones.

Los derechos de propiedad condicionan el crecimiento económico porque al garantizar expectativas de ganancia
fomentan la inversión.

EL PAPEL DEL ESTADO:

En aquellos países en los que el sector privado no protagoniza los procesos de industrialización y desarrollo, el
Estado puede asumir ese rol, impulsando mediante políticas públicas activas los cambios requeridos.

Hay grandes debates respecto al papel del Estado en los procesos de industrialización y su intervención en la
economía:

La tradición liberal considera que la economía debe estar librada a las fuerzas del mercado, mientras el Estado se
mantiene lo más al margen posible.

Los economistas clásicos y neoclásicos también fueron partidarios de un Estado mínimo, que se limitara a
garantizar la defensa, la ley y el orden, y proporcionara algún bien público considerado esencial (ej: dinero).

La teoría keynesiana sostiene que el Estado debe implementar políticas monetarias y fiscales activas para
contrarrestar los efectos de los ciclos económicos y mantener el pleno empleo.

A partir de postulados de teóricos marxistas, también se va a proponer diversas economías totalmente


reguladas por el Estado, el Estado máximo, en las cuales se eliminó la propiedad privada de los medios de
producción y se planificaron todas las actividades económicas (Unión Soviética).

Al margen del debate sobre el papel del Estado en la economía y en los procesos de desarrollo, la historia ofrece
abundantes ejemplos en los que la acción estatal impulsó la industrialización. Lo hizo a través de medidas como:
la protección aduanera, los incentivos a la inversión, la construcción de infraestructura de transportes y
servicios, o la participación directa en la actividad empresarial. También hay países que lograron un desarrollo
sostenido con un mínimo de protección estatal.

El Estado también puede asumir un papel más indirecto como promotor de la industrialización, fomentando: el
sistema educativo, la investigación científica. También puede redistribuir el ingreso mediante políticas sociales.

La historia económica sirve para mostrar que hay multiplicidad de caminos, y q no existen recetas infalibles.

LAS INSTITUCIONES FINANCIERAS:

Para el proceso de industrialización es fundamental la inversión. La industria necesita un tipo de inversión


distinta que la actividad comercial o agropecuaria (en éstas últimas los créditos son generalmente a corto plazo,
ya que se destina a operaciones cuya inversión se recuperan en un lapso breve).

En la industria se utilizan dos tipos de crédito: a corto plazo (financiar operaciones como el pago de salarios o
compra de materia prima) y a largo plazo (compra de inmueble, maquinaria y equipos). El crédito industrial
implicó un cambio sustancial en la actividad financiera.

Al analizar la financiación de los procesos de industrialización surgen dos cuestiones aunque diferenciadas,
relacionadas entre sí:

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LA ACUMULACIÓN DE CAPITAL: la existencia de un stock de capital (producto de la capacidad de ahorro
de una sociedad, o de origen externo) disponible para ser prestado e invertido.

LAS VÍAS: a través de las cuales el ahorro se transforma en inversión productiva.

A medida que avanzó el proceso de industrialización, las condiciones se fueron modificando y las necesidades de
capital fijo fueron aumentando. Para entonces se fueron desarrollando diversas instituciones financieras y
nuevas formas de organización de la empresa, y comenzó la exportación de capitales.

EL SISTEMA EDUCATIVO:

¿En qué medida la educación contribuye a sustentar los procesos de crecimiento e industrialización?

La educación masiva es aquella que alcanzaba al conjunto de la población, y que se mide a través de la tasa de
alfabetización y de la escolaridad. No es posible establecer una correlación directa entre las variables y el
desarrollo, pero desde el punto de vista cualitativo no puede ignorarse que un país con un buen sistema de
educación básica debería contar con ventajas a la hora de emprender un proceso de industrialización. Sin
embargo en el siglo XVIII en Inglaterra la Revolución Industrial tuvo lugar con una población con un nivel de
educación muy bajo. Pero a medida que la industrialización avanza, la capacitación se va convirtiendo en un
requisito indispensable, ya que se eleva el grado de instrucción requerida para los trabajadores.

Además la educación para este conjunto de la población sirve como experiencia de disciplinamiento y que
facilita la incorporación al mundo de trabajo. Mientras tanto la educación de las elites garantiza la formación de
los cuadros técnicos y empresariales, y permite sustentar el desarrollo científico y tecnológico.

Capitulo 5 – La Revolución Industrial en Gran Bretaña

La revolución Industrial comenzó en Inglaterra y desde allí se difundió hacia el continente, afectando a las distintas
naciones y regiones con ritmos diversos.
Los países continentales que primero transitaron el camino de la industrialización fueron Bélgica, Francia, Suiza y
Alemania.
Fuera de Europa, el único país que se industrializó tempranamente fueron los Estados Unidos, donde el proceso se inicio
ya en las primeras décadas del siglo XIX.

¿Qué factores explican que Inglaterra haya sido la primera “ la primera nación industrial”?¿ Por qué ella y no otros
países que en el siglo XVIII le disputaban la primacía comercial y económica, como Holanda y Francia?
Ciertas condiciones específicas de Gran Bretaña y la combinación de todas ellas dieron como resultado la primera
revolución Industrial.
Inglaterra era uno de los países más ricos del mundo al iniciarse la Revolución Industrial, y su situación era muy diferente
de la de los países subdesarrollados del siglo xx.

La población

Desde fines del siglo XVII, la población inglesa comenzó a aumentar a un ritmo acelerado, muy superior al de los países
de Europa Occidental.
En las primeras décadas del siglo XIX creció más de prisa que en cualquier periodo anterior o posterior de la historia
Inglesa.
El crecimiento demográfico tuvo como causa inmediata principal el aumento de la fecundidad, a su vez, consecuencia
del incremento de la nupcialidad y de la reducción de las edad del matrimonio.
¿Por qué creció el número de matrimonios desde fines del siglo XVII? Ello tuvo que ver fundamentalmente con las
condiciones económicas favorables de la economía.

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En los siglos precedentes, todo aumento de la población generaba a la larga un alza de los precios en alimentos, al
tiempo que la capacidad productiva de la economía llegaba a sus límites. Cuando el crecimiento demográfico superaba
dicha capacidad, el precio de los alimento se elevaba. Con ello se generaba un desequilibrio que desembocaba en un
aumento de la mortalidad, una reducción de la fecundidad y el posterior descenso de la población.

Las transformaciones en la agricultura


La principal actividad económica en la Inglaterra del siglo XVIII era la agricultura, cuya actividad creció de modo
constante en los siglos XVII y XVIII gracias a la introducción de mejoras en las técnicas de cultivo.
El incremento de la producción agrícola permitió no solo que la población creciera a un rito acelerado sino también que
una proporción cada vez mayor de ella pudiera trabajar en actividades no agrícolas, con lo cual aumentó la oferta de
mano de obra para la industria y los servicios.
Diversos autores han sostenidos que la Revolución Industrial no hubiera sido posible sin una precedente Revolución
Agrícola, que al incrementar la producción agraria habría permitido y fomentado un desarrollo sin precedentes de los
sectores industrial y minero.

La palabra “Revolución” da la idea de cambios acelerados, mientras que la difusión de las innovaciones en las técnicas
agrícolas fue my gradual.

El sistema de rotación que se utilizaba desde la edad media dejaba en cada estación un tercio de la tierra en barbecho,
es decir, sin cultivar para evitar su agotamiento.
Un problema grave era que si la población crecía a tasas muy elevadas, la producción de alimentos no podía hacerlo al
mismo tiempo. Ello generaba un desequilibrio entre población y recursos que desembocaba en periodos de caristia, de
hambre de elevada mortalidad.
La nueva agricultura consistió en la combinación de tres elementos que se reforzaron mutuamente: la introducción de
cultivos novedosos, la alimentación de la ganadería en establos y la supresión del Barbecho (rastrojo).
El resultado fue que los campesinos pudieron tener más ganado y alimentarlo mejor, lo cual aumentaba el suministro de
productos animales. De animales mejor alimentados se obtenía mas abono, lo que contribuía a aumentar la producción
de cereales.
Las nuevas cosechas de forraje, como la alfalfa, el trébol, los pastos artificiales, los nabos y las remolachas, resultaron
ser cultivos útiles para alternar con los cereales en los sistemas de rotación.
A los nuevos sistemas de rotación se agregaron mejoras en las herramientas.
Desde mediados del siglo XVII comenzaron a utilizarse arados de hierro, que eran más difíciles de manejar y requerían
menos animales de tiro.
La agricultura permitió romper con el círculo vicioso de la contraposición entre agricultura y ganadería.

No todos los suelos eran aptos para los nuevos cultivos, pero la difusión de las innovaciones se veía también trabada por
la falta de capitales, la dispersión de las parcelas y la resistencia de los campesinos a las prácticas innovadoras.
Desde principio del siglo XVII las nuevas técnicas agrícolas comenzaron a difundirse fuera de los Países Bajos, en primer
lugar, a Inglaterra, luego, a Francia. Y más tarde, a otros países de Europa Occidental.

Los cercamientos

La desaparición de los campos abiertos se dio como consecuencia de las leyes de cercamiento, que establecían la
obligatoriedad de cercar tierras que podían ser de cultivo, de pastoreo o incultas. Las antiguas parcelas alargadas,
distribuidas entre las tierras de cultivo, eran reemplazadas por nuevas parcelas en las que los propietarios concentraban
la superficie de tierra que antes tenían repartida.
Estas leyes, que habían comenzado en el siglo XVI, se multiplicaron en la segunda mitad del siglo XVIII, en general, por
presión de los grandes propietarios, en un contexto de laza de precios del grano, consecuencia, a su vez, del crecimiento
de la población y del desarrollo de las ciudades.
El resultado de los cercamientos fue que una proporción muy alta de los pequeños propietarios de vio obligada a vender
sus tierras, que fueron compradas por grandes propietarios locales o inversores provenientes de otras áreas.

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Los campesinos expulsados de sus tierras se transformaron, en su mayoría, en jornaleros o arrendatarios con contratos
de corto plazo.
La concentración de la propiedad de la tierra generó una mayor desigualdad social, pero contribuyó a incrementar la
producción agraria, sobre todo, porque creció la superficie de terreno cultivado, al incorporarse a la agricultura tierras
comunales y baldías.

Las industrias

La producción tenía lugar a través de distintas formas organizativas, coexistiendo la producción artesanal, el sistema de
trabajo a domicilio y la manufactura centralizada.
La producción artesanal se llevaba a cabo, sobre todo, en los centros urbanos y los suburbios.
El sistema de trabajo a domicilio tenía como principal ventaja su flexibilidad. El capital podía circular fluidamente de una
industria a otra, ya que la parte movilizada en inversiones fijas era muy reducida.
Los salarios eran muy bajos, inferiores en la mayoría de los casos a los salarios de subsistencia, en parte porque para los
trabajadores constituían un ingreso suplementario.
El desarrollo del trabajo a domicilio contribuyó por diversas vías al crecimiento industrial. Permitió la capacitación de los
trabajadores, y la acumulación de capital y de experiencia empresarial por parte de los comerciantes empresarios.
También favoreció el desarrollo de una infraestructura comercial en el mercado nacional e internacional. Por último,
ayudo a sostener el crecimiento demográfico, al ofrecer mayores oportunidades de trabajo a la población rural.
Otra forma de producción era la manufactura centralizada, difundida en la minería, la metalurgia, algunas ramas de la
industria textiles, el vidrio, de la cerveza, del papel, de la sal y de otros rubros. En general, se basaba en técnicas de
trabajo intensivo, en la disciplina de los trabajadores y en la maximización de las habilidades como resultado del trabajo
artesanal.

Debemos remarcar que las formas tradicionales de producción industrial sobrevivieron a la Revolución Industrial y se
combinaron con el sistema de fábrica. También fueron el punto de partida para la acumulación de capital, para la
capacitación de la mano de obra, para la constitución de un sector empresario y para la conformación de redes
comerciales.

El Mercado

Mercado interno
La conformación de un mercado interno en Gran Bretaña a lo largo del siglo XVIII se vio favorecida por una serie de
factores.
En primer lugar, por el crecimiento de la población, que de menos de 6 millones en 1700 paso a casi 9 millones en 1800.
En segundo término, por la ausencia de fronteras internas y de cargas feudales.
Estas condiciones eran complementadas por el sistema de trasportes y comunicaciones. Desde mediados del siglo XVII
se había destinado fuertes inversiones públicas y privadas a la extensión del sistema fluvial (a través de la construcción
de canales) y la construcción de nuevos puentes y carretas.
En la Inglaterra del siglo XVIII, los transportes eran relativamente fáciles y baratos: ningún punto del país dista mucho
más allá de los 100km del mar, y menos aun de algunos canales navegables.

El incremento de la demanda interna se debió sobre todo a las necesidades y pautas de consumo de consumo de
sectores urbanos, en especial las clases medias.
Los mercados de artículos extranjeros, como las telas de algodón estampadas y la decoración chinesca, crecieron
rápidamente, estimulados por la prosperidad de los sectores medios y los pequeños comerciantes.

Mercado externo

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Justamente con el mercado interno, Inglaterra contaba con la ventaja de poder acceder a un amplio mercado externo.
Se había desarrollado su flota hasta transformarse en la principal potencia marítima mundial en el siglo XVIII. Poseía
importantes territorios coloniales, sobre todo, las trece colonias de América del Norte, pero además de ello tenía
relaciones comerciales, gracias a la extensión de su poderío naval y a su política exterior, con las colonias españolas y
portuguesas en América, y con otras áreas de ultramar.
Desde el siglo XVI, el Estado había sustentado, mediante su política exterior, la expansión económica y comercial.

Una sociedad abierta al cambio

Las características de la sociedad inglesa del siglo XVIII sin duda favorecieron el proceso de industrialización. Se trataba
de una sociedad menos rígida que las de la mayoría de los países del continente, más abierta a los cambios y a las
innovaciones.
En general las barreras a la movilidad social eran más bajas que en el continente, y la distribución de la renta, más
equitativa. Eso insidia en las pautas de consumo y creaba condiciones favorables para la producción de bienes de
consumo masivo, pero también favorecía la versatilidad y el movimiento de las personas hacia nuevas ocupaciones.

La periodización

Existen fuertes discrepancias acerca de la cronología. Convencionalmente se la ubica a la Revolución inglesa entre 1760
– 1780 y 1830 – 1850.
También en ella pueden distinguirse dos fases: la primera entre 1760 – 1780 y 1800, y la segunda entre 1800 y 1830 –
1850.
En la primera etapa tuvo lugar un acelerado proceso de innovación en algunos sectores clave, que fueron la industria
textil y la metalurgia. Este proceso generó cambios en la organización y un rápido aumento de la producción, a partir de
los cuales la economía inglesa comenzó a diferenciarse de las economías de Europa continental.
La etapa que trascurre entre 1800 y 1830 – 1850 fue el periodo de difusión de la mecanización y del sistema de fábrica.
El incremento del uso del vapor como fuente de energía permitió que la industria se concentrara cada vez más en las
ciudades, dejando de depender de la existencia de cursos de agua.
El proceso de innovación tecnológica continuo, sobre todo, en la industria metalurgia y en la de maquinarias. Al final de
esta fase comenzó la construcción de los primeros ferrocarriles.
Para mediados del siglo XIX, Gran Bretaña se había transformado en el taller del mundo.
Los costos de producción de habían reducido, convirtiendo a la industria en la más competitiva de mundo.

El cambio tecnológico
Se combinaron dos factores: Los inventos y la iniciativa de los empresarios para adoptarlos. Schumpeter distinguía
invención de innovación. La invención es el descubrimiento, el acceso al conocimiento teórico o práctico que hace
posible un cambio en los métodos de producción. La innovación es la aplicación de este nuevo conocimiento o el
empleo de la nueva máquina en la actividad económica practica; es ella la que multiplica la posibilidad de producción.

Hubo dos sectores que experimentaron los primeros cambios revolucionarios en la tecnología y en la organización
económica: la industria del algodón y la industria del hierro.

La industria del algodón


Esta industria paso, en pocas décadas, de tener un papel insignificante a ser la principal actividad industrial, y fue el
primer sector que utilizo maquinas a gran escala.
Desde el punto de vista tecnológico, se prestaba mejor que la lana a la mecanización, porque era más resistente. Tenía
un mercado de consumo más amplio, por la diversidad de usos que se le daba y por ser adecuada para todo tipo de
clima, y la elasticidad de la oferta de materia prima era mayor que la de la lana.

Una de las características del sector textil es que se trataba de una industria trabajo – intensiva, que no requería altas
inversiones de capital. Ello facilito el proceso de innovación, en la medida en que los empresarios pudieron disponer de
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capitales suficientes, provenientes de su actividad en la industria a domicilio, de las utilidades obtenidas en las fábricas o
del crédito comercial.

La industria de metalurgia

El sector metalúrgico tuvo un crecimiento mucho menor que el del algodón, aunque debido a su importancia posterior
se le ha atribuido un papel más significativo que le que merece.

Los productos que se obtienen del tratamiento del mineral son el hierro fundido, el hiero forjado y el acero, que se
diferencian entre sí por la proporción de carbono que contiene y por su dureza. El hierro fundido es el que posee más
carbono y menos resistencia, y el acero, el que tiene menos carbono y más resistencia.
Tradicionalmente, para la fundición del hierro se usaban: la madera y el carbón vegetal.
La utilización del coque (derivado del carbón vegetal) fue fundamental para el desarrollo de la industria metalúrgica por
diversas razones. En primer lugar, porque la disponibilidad de hulla era mucho mayor que la madera, que estaba
comenzando a convertirse en recurso escaso. En segundo término, el coque genera una cantidad de energía superior a
la del carbón de leña, lo cual facilita el proceso de fusión del mineral. Por último, la difusión del uso del coque exigió y
estimuló el uso de hornos de fundición cada vez mayores, lo cual redundó en economías de escala que permitieron
abaratar los costos.
Otras dos innovaciones clave en la metalurgia del hierro fueron el pudelado y el laminado, y ambas tuvieron lugar en la
década del siglo XVIII. El material obtenido por la fundición (el hierro fundido) debía ser sometido a una serie de
procesos que eliminaran las impurezas, para convertirlo en producto moldeable y resistente (el hierro forjado). En los
sistemas de producción tradicionales se los golpeaba con martillos, manuales o hidráulicos.

Parte de la producción se destinó a la fabricación de instrumentos agrícolas, cuya demanda era creciente como
consecuencia de la modernización de la agricultura. El hiero sirvió también de base para la fabricación de la maquina
industrial; en primer término las maquinas de vapor, y luego la maquinaria textil.
Desde las décadas iniciales del siglo XIX se fue ampliando el uso del hierro en la construcción – por ejemplo de puentes –
y fue esencial para el desarrollo de los nuevos sistemas de transporte, en primer lugar, los ferrocarriles.

Las nuevas fuentes de energía

La Revolución Industrial se baso en el uso de dos fuentes de energía: la energía hidráulica y la de vapor. En ambos casos
se trataba de energía inanimada, que reemplazo a la del hombre y a la de los animales, y que permitió multiplicar la
productividad de la industria.
La energía hidráulica era un recurso que se había utilizado desde muchos siglos atrás, ya que os molinos de agua se
difundieron en Europa a partir de la Edad Media. Pero desde el siglo IX comenzaron a ser usados en actividades
industriales.

A lo largo del siglo XIX, el aprovechamiento de la energía del agua se incrementó significativamente gracias a una seria
de innovaciones tecnológicas, de las cuales la más importante fue, la turbina hidráulica, que abrió a su vez el camino
para el nacimiento de la energía hidroeléctrica.

La otra gran fuente de energía fue el vapor, que se utilizo tanto para la producción manufacturera como para los medios
de trasporte: los ferrocarriles y los barcos.
Aunque su difusión no haya sido inmediata, la máquina de vapor fue uno de los inventos que transformó más
profundamente a la industria. En primer lugar porque permitió que esta pudiera desarrollarse de forma creciente en las
ciudades, librándola de la dependencia con respecto a los cursos de agua: las modernas ciudades industriales fueron
hijas del vapor.
En segundo lugar, porque al utilizar como combustible el carbón mineral hacia uso de un recurso y barato, y ofrecía la
posibilidad de librarse de las fuentes orgánicas de materias primas, que comenzaban a ser escasas, como en el caso de la
madera.
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El uso más intensivo de la energía hidráulica, y, sobre todo, el uso del pavor proporcionaron enormes incrementos en la
productividad. Las maquinas pudieron funcionar más rápido y por más tiempo, multiplicándose muchas veces la
cantidad de trabajo realizado por cada trabajador.

El carbón

Tuvo una importancia decisiva en la Revolución Industrial, ya que se utilizó como combustible en las maquinas de vapor
y como fuentes de calor y de transformaciones químicas en la industria del hierro.

Aunque en el largo plazo se trataba de un bien no renovable, los yacimientos de carbón mineral eran tan vastos que la
demanda resultó pequeña en comparación con las reservas disponibles. Es paradójico que la utilización de un recurso no
renovable (el carbón de piedra) permitiera a la industria liberarse de los limites de un recurso renovable (la madera)
pero por cierto, renovable a un ritmo muy lento.

Wrigley presenta como característica distintiva de la Revolución Industrial el paso de una economía orgánica avanzada a
una economía basada en la utilización de energía de origen mineral, y habla de una “revolución energética” en la
industria manufacturera.

Al ser un producto con costos de transporte elevados, generó una fuerte presión para el mejoramiento de las
comunicaciones. En Inglaterra la demanda del carbón estuvo en la base de la extensión de la red de canales de la
década de 1760, en el que fue el principal producto transportado.

Consecuencias sociales de la industrialización

Entre 1751 y 1851, la población de Inglaterra y Gales paso de 6,5 millones de habitantes a casi 18 millones. Ello fue
consecuencia principalmente del incremento de la fertilidad, vinculada, a su vez, a las nuevas condiciones económicas.
Dos factores que influyeron significativamente en el incremento de la población fueron el crecimiento de la economía y
las nuevas posibilidades de empleo, tanto en el campo como en la ciudad, que favorecieron el matrimonio temprano y el
aumento de la natalidad.

Si bien la economía creció a un ritmo sostenido, la nueva riqueza se repartió en forma muy desigual, sobre todo en los
primero tiempos de la industrialización.
La ruptura con las viejas formas de organización del trabajo, y en general, con las formas de vida tradicionales es
percibida como menos violenta y menos costosa para los protagonistas.

El sistema de fábrica conllevó un nuevo tipo de disciplina y largas jornadas de labor con bajos salarios y gran
inestabilidad. Implicó cambios muy grandes en el trabajo femenino e infantil, todo ello con altísimos costos sociales.

Con el desarrollo urbano y la expansión de los servicios privados y públicos fue creciendo también la clase media urbana,
otro de los sectores característicos de los nuevos tiempos.
La expresión “clases medias” engloba a diversos grupos sociales, y en Inglaterra suele usarse como sinónimo de
burguesía. Junto a los propietarios de empresas y a los profesionales fue creciendo el número de empleados, que se
diferencian de los obreros industriales porque no desempeñan trabajos manuales. Son los trabajadores “de cuello
blanco” (tareas intelectuales) por oposición a los de “cuello azul” (obrero no calificado).
(Nace una nueva clase social: el obrero industrial)

La formación de la clase obrera

Junto a la fábrica nació un nuevo tipo de trabajador, el obrero industrial, cuyas condiciones de trabajo se diferenciaron
marcadamente de las de los oficios manuales tradicionales.

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El moderno obrero industrial recibe también el nombre de proletario. El proletariado industrial se caracteriza por no ser
propietario de los medios de producción, y por vender su fuerza de trabajo en el mercado, a cambio de un salario.
Desarrolla su actividad en las fabricas, trabajando con maquinas y sometido a una estricta disciplina.

De todos modos, durante la primera mitad del siglo XIX los empleos tradicionales estuvieron permanentemente
amenazados por la innovación tecnológica y la competencia del trabajo no calificado. Ello generó la radicalización
política de artesanos y trabajadores a domicilio, así como movimientos de resistencia contra las nuevas formas de
producción, que incluyeron la destrucción de maquinas, fenómeno que alcanzo mayor virulencia a comienzos de la
década de 1810.
Más allá de la supervivencia de los oficios tradicionales, la extensión del sistema de trabajo de fábrica constituye unos de
los rasgos más destacados de la Revolución Industrial.
Las nuevas condiciones de trabajo

El sistema de fabrica implicó una nueva forma de organización del trabajo, caracterizada por la concentración de gran
número de trabajadores en un mismo espacio para cumplir sus tareas bajo vigilancia y según una estricta disciplina.

Los trabajadores habituados a otras formas de trabajo, con horarios irregulares y sin supervisión directa, debieron
adaptarse a las nuevas condiciones. La resistencia de los obreros a aceptar la nueva disciplina explica que las nomas
establecidas por los patrones de las fábricas fueran tan estrictas, y que se castigaban severamente el ausentismo, la falta
de puntualidad y cualquier distracción durante el tiempo del trabajo.
El uso de las maquinas fue modificando también el grado de calificación requerido a los obreros para realizar su trabajo.
Al mismo tiempo, surgieron nuevos trabajadores calificados, los mecánicos, encargados de la reparación y el
mantenimiento de las fábricas.

El trabajo de las mujeres y los niños

Con el sistema de fábrica se incrementó el trabajo de las mujeres y los niños, para quienes se reservan las tareas menos
calificadas y que recibían una paga menor que la de los hombres adultos, con respecto a los cuales eran además más
disciplinarios.

Con la difusión de la industria domestica en el siglo XVIII se había extendido el empleo de mujeres y niños, y sus ingresos
eran generalmente imprescindibles para la subsistencia de la familia.
La actividad más característica de las mujeres era el hilado, y podían utilizar la rueda mientras desempeñaban otras
tereas, como vigilar los rebaños o cuidar a los niños.

En la práctica, las consecuencias de la mecanización fueron otras. Las mujeres pasaron a trabajar en otras industrias
rurales o en los nuevos oficios urbanos que florecieron desde la década de 1830.
La división sexual del trabajo había estado relacionada, desde sus orígenes, con las diferencias de fuerza y de destreza
entre hombres y mujeres, lo que implicaba que ciertas tareas podían ser desempeñadas por los hombres. Al mismo
tiempo, los oficios específicamente femeninos, que requerían una habilidad características en las manos, como el hilado
u otras tareas, eran consideradas por los hombres como inferiores a los oficios masculinos, y esta es una razón por la
cual las mujeres recibían una paga mucho menor por su trabajo.

Cuando comenzaron a utilizarse las maquinas, las mujeres pudieron desempeñar tareas antes reservadas para los
hombres, pero como el trabajo femenino se consideraba inferior, siguieron recibiendo salarios menores. En primera
mitad del siglo XIX, la mayor parte de las mujeres trabajaban en la industria textil y la del vestido, que eran las
principales ocupaciones junto con el servicio domestico. En la industria del hierro y en la minería las mujeres trabajaban
muy poco, salvo en la fabricación de clavos o seleccionando o clasificando los minerales en la superficie de la mina.
En general estaban excluidas de los oficios artesanales y de las organizaciones de trabajadores masculinos calificados.

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El trabajo de las mujeres en las fábricas tuvo un fuerte impacto sobre la vida familiar. A diferencia de las otras formas de
actividad industrial, implicaba la ausencia del hogar por larguísimas horas y la imposibilidad de cuidar de los hijos
durante ese tiempo.

En la época preindustrial los niños trabajaban, pero lo hacían en general dentro de la unidad domestica, ayudando a los
adultos en las tareas agrícolas e industriales, o bien ene l ceno de otro grupo familiar en el cual realizaban el aprendizaje
de un oficio. Sus condiciones no eran las mejores, y había muchos casos abuso y explotación, pero en comparación con
los primeros tiempos de la industrialización la brecha es enorme.

Con la Revolución Industrial, los niños comenzaron a trabajar masivamente en las fábricas. Eran más dóciles que los
adultos, recibían un apaga mucho menor e incluso eran mucho más adecuados para algunas tareas que requerían
manos pequeñas o baja estatura, por ejemplo el manejo de las maquinas de hilar o ciertos trabajaos en las minas.
El horario de trabajo era el mismo que el de los adultos, entre 14 o 16 horas por día.
El trabajo infantil constituye, sin duda, el aspecto más negro de la Revolución Industrial.

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