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Desde el periodo del siglo XVIII se inicio una etapa de profundas transformaciones (económicas, sociales,
culturales) que dieron nacimiento a las sociedades industriales. Allí comienza el proceso que recibe
genéricamente el nombre de “Revolución Industrial” en Inglaterra. En contraste al mundo preindustrial
donde la principal actividad era la agricultura y en el que la gran mayoría de la población vivía en el campo
dedicándose a dichas actividades, en este periodo el peso del sector primario fue reduciéndose al tiempo que
se incremento el de la industria y los servicios, y su sociedad se caracteriza por un alto grado de
urbanización ya que no solo se incremento el numero de población urbana sino también el numero de
grandes ciudades.
Otra diferencia entre el mundo preindustrial y el industrial radico en el ritmo de la innovación tecnológica, el
cual fue muy lento hasta el siglo XVIII pero a partir de entonces se acelero notablemente lo que permitió
fuertes incrementos en la producción y la productividad. En el sector industrial los incrementos de la
producción y productividad fueron mucho mayores que en la agricultura razón por la cual hubo un
crecimiento significativo en la oferta de bienes manufacturados.
Entre los cambios sociales de este periodo se pueden encontrar nuevas formas de organización del trabajo y
de la familia, nuevas clases sociales, nuevos modos de actividad policía. Con el desarrollo de los transportes
y las comunicaciones se incrementosel contacto entre diversas regiones del planeta, creció la actividad
comercial y se incremento el movimiento de las personas, a la vez que con la aparición de la imprenta a
vapor y la circulación de libros y periódicos en sectores mas vastos de la sociedad estuvieron ampliadas las
posibilidades de acceder a la educación
Esta comparación entre sociedad industrial y preindustrial es resultante de dos siglos de industrialización
anteriores al siglo XVIII. Por lo cual dicha ruptura no fue repentina sino que tuvo lugar a lo largo de un
proceso que abarco muchos daciones en los que convivieron elementos del pasado con los del nuevo
presente. La ruptura no fue total en la medida en que existen elementos de continuidad entre ambas
sociedades. Si bien la Revolución Industrial dio origen a una nueva sociedad fue a la vez un proceso de
cambio gradual en el que lo nuevo y lo viejo se combinaron de forma diversa según las regiones y los
ámbitos en los que se iban producción las transformaciones.
La expresión Revolución Industrial fue utilizada por primera vez a fines del siglo XVIII en referencia a la
transformación que se estaban produciendo en ese momento en la economía británica. El término
“revolución” se utilizaba en comparación a la situación de Francia donde se estaba llevando a cabo una
revolución social y política. En el mundo académico la expresión es de uso tardío ya que empezó a utilizarse
entre 1880 y 1881 en las clases del historiador ArnoldToynbee, en este momento el tema central que
ocupaba a los estudios de la Revolución Industrial eran las consecuencias sociales del proceso de
industrialización. En losprincipios del siglo XIX la expresión Revolución Industrial fue perdiendo su
significado restringido al proceso que se había dado en Inglaterra para dar paso a la designación del proceso
de nacimiento de la industrial moderna, el cual era aplicable a cualquier sociedad.
Entre mediados de los años 50 y 70, el tema central de los estudios sobre la Revolución Industrial fue el
crecimiento económico. Dos circunstancias contribuyeron a ello: por un lado la expansión económica de los
países industriales y por otro el problema del subdesarrollo, el cual fue más visible a partir del proceso de
descolonización y la emergencia del Tercer Mundo. En dicho contexto la industrialización aparecía como
una clave del desarrollo y la historia podía servir tanto para entender el éxito de los países ricos como para
proponer recetas a los países pobres, con el fin de que salieran del atraso. Todo esto influyo en la forma de
pensar de los historiadores económicos que consideraron la revolución industrial como la fase inicial del
proceso de desarrollo, y el caso ingles, como el primero de crecimiento económico sostenido. La Revolución
Industrial en vez de ser vista como la causa de los problemas de las sociedades contemporáneas aparecía
como la guía para la aspiración del futuro, el cual se percibía en término optimistas. Una obra paradigmática
de esta etapa fue la de W.W Rostow, uno de los primeros economistas en plantear la teoría del desarrollo. En
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su obra Las etapas del crecimiento económico propuso un modelo para el estudio de la transición de la
sociedad tradicional hasta la sociedad industrial de consumo masivo. Según Rostow, existían cinco etapas: la
sociedad tradicional, las condiciones previas para el impulso inicial, el impulso inicial, la marcha hacia la
madurez y la era del alto consumo en masa. Esquema que veía aplicable a todos los países y que consideraba
a los países subdesarrollados estancados en las fases iníciales de las que podrían salir aplicando las políticas
económicas adecuadas
En análisis de la obra de Rostow refleja con claridad el tipo de intereses con el que los economistas se
aproximaban a la historia económica en una etapa en la teoría del desarrollo estaba en expansión y porque en
esta obra se expresan algunas nociones muy difundidas en la historiografía de su época, sobre todo, la idea
de un salto brusco y repentino hacia la industrialización, en un lapso breve e identificable con facilidad, a
partir del cual se rompe radicalmente con el pasado. Además esta obra genero discrepancias y debates desde
su publicación. Uno de los mayores discrepantes de esta teoría fue Alexander Gerchenkron quien discutía la
idea de una uniformidad en los procesos de industrialización, tampoco creía en la inevitabilidad historia de la
industrialización ni que el camino para alcanzarla estuviera predeterminado. Consideraba que el proceso de
industrialización en los países atrasados era más acelerado por contar con la posibilidad de utilizar las
tecnologías fabricadas en los países desarrollados, y que este proceso podía serreforzado por el uso de
determinados instrumentos institucionales y por la aceptación de ideología de industrialización especificas
(indica naciones en las que el estado había sido el impulsor de la industrilizacion, como Rusia)
Landes ve a la Revolución Industrial como una gran ruptura que en el lapso de menos de dos generaciones
ha cambiado al mundo para siempre y la considera el inicio del proceso de modernización.
Desde mediados de los años 70 comenzó a ser discutida la visión de Revolución Industrial que se desprendía
de los trabajos publicados en las dos décadas anteriores. En general en las ciencias sociales se iba
disminuyendo el optimismo que había predominado desde el fi de la Segunda Guerra Mundial y la teoría del
desarrollo se vio seriamente cuestionada. La realidad había demostrado que la aplicación de recetar
propuestas por los economistas no daba necesariamente los frutos esperados y que la mayor parte de los
países del Tercer Mundo no había logrado salir del subdesarrollo y por otro lado que el desarrollo económico
no siempre se traducía en la mejora de vida de la población. Además la realidad de ese momento en los
países ricos hacía dudar de que la industrialización hubiera resuelto de una vez y para siempre los problemas
económicos y sociales. La crisis económica que produjo el alza de los precios del petróleo a principios de los
años 70 puso en evidencia los límites de la expansión iniciada con el fin de la guerra, y las económicas de
los países más desarrollados debieron enfrentar problemas como ladesocupación, la recesión y la inflación.
Al mismo tiempo de que se comenzó a replantear la relación del hombre con la naturaleza por grupos
ecologistas que revelaron las consecuencias no deseadas que el desarrollo económico podía generar al poner
en peligro el medio ambiente.
Con todo este panorama, la industrialización paso a ser observada ya no como una progresión unidireccional
sino como un proceso cíclico; como un proceso a largo plazo, más que como un acontecimiento a corto
plazo; como un modelo de carácter muntidimensional, más que como un modelo único. Por lo que en
general existe hoy una tendencia a ver la Revolución Industrial como un proceso lento y no como una
ruptura identificable en el término de pocas décadas. En su libro MaxineBerg brinda una imagen de la
industrialización inglesa como un proceso en el que conviven, durante décadas, formas tradicionales y
formas nuevas de producción. Sin negar la existencia de la revolución industrial como fuente de profundas
transformación, propone que la consideremos un fenómeno mas complejo, plurifacetico y vasto de lo que
han supuesto recientemente los historiadores económicos. Incluso hay historiadores como Joel Mokyr que
afirman que Gran Bretaña era durante la Revolución Industrial una economía dual, en la que coexistían un
sector tradicional que se desarrollaba gradualmente y de manera convencional y un sector moderno en el que
se estaban produciendo las transformación más significativas.
La contraposición entre interpretaciones gradualistas y rupturistas se remontan a la década de 1920.
Al no haber un consenso en cuento a la definición de Revolución Industrial, David Landers propone tres
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definiciones que se refieren a los distintos usos que se le suelen atribuir:
El termino revolución industrial suele referirse al complejo de innovaciones tecnológicas que , al sustituir la
habilidad humana por maquinaria y la fuerza humana y animal por energía mecánica , provoca el paso desde
la producción artesanal a la fabril, dando así lugar a la economía modera.
El significado del término es a veces otro. Se utiliza para referirse a cualquier proceso de cambio tecnológico
rápido e importante
El termino REVOLUCION INDUSTRIAL (con mayúscula) tiene otro significado. Se refiere a la primera
circunstancia histórica que cambio desde una económica agraria y artesanal a otra dominada por la industrial
y la manufactura mecanizada. La Revolución Industrial se inicio en Inglaterra en el siglo XVIII y se
expandió desde allí y en forma desigual por los países de Europa continental y por algunas otras pocas áreas
transformo, en el espacio de menos de dos generación, la vida del hombre occidental, la naturaleza de su
sociedad, y su relaciones con los demás pueblos del mundo.
A su vez el historiador ingles Peter Mathias la define como “las fases iníciales del proceso de
industrialización en el largo plazo”, y señala que los dos criterios centrales para definir la Revolución
Industrial son la aceleración del crecimiento de la economía en su conjunto y la presencia de cambios
estructurales. de la economía en su conjunto y la presencia de cambios estructurales. Pone énfasis en que
dicho crecimiento debe darse en el largo plazo y responder no a un incremento de los factores de producción
sino a un aumento de la productividad que se traduzca en un incremento del producto per capital. Los
cambios estructurales que acompañan dicho crecimiento incluyen, la innovación tecnológica y organizativa,
la modernización institucional, el desarrollo de un sistema de transportes y la movilización de la fuerza de
trabajo. Este proceso genera a su vez modificaciones en la estructura de la economía, en particular, la
reducción de la participación sectorial de la agricultura en el empleo y en el total de la producción
E.A Wrigley señala que la característica distintiva de la Revolución Industrial que ha transformado las vidas
de los habitantes de las sociedades industrializadas ha sido un aumento amplio y sostenido de los ingresos
reales per capitana aumentar la productividad del trabajo, gracias al proceso de innovación, se incrementa el
producto por habitante,
Combinando estas definiciones Barbero sostiene que la Revolución Industrial consiste en un proceso de
cambio estructural en el que se combinan: el crecimiento económico, la innovación tecnológica y
organizativa y las profundas transformaciones de la sociedad. El rasgo más característico de dicho proceso
es el nacimiento y el desarrollo de la industrial fabril. El crecimiento económico se debe principalmente al
aumento de la productividad económica y dicho aumento de la productividad es posible gracias a la
innovación tecnológica y organizativa
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XVIII. Establecían la obligatoriedad de cercar tierras que podían ser de cultivo, de pastoreo o incultas. Las
antiguas parcelas alargadas, distribuidas entre las tierras de cultivo, eran reemplazadas por nuevas parcelas
en la que los propietarios tenían concentrada la superficie de tierra que antes tenían repartida.
El resultado de los cercamientos fue que una proporción muy alta de los pequeños propietarios se vio
obligada a vender sus tierras, que fueron compradas por grandes propietarios o inversores provenientes de
otras áreas. También se vieron fuertemente perjudicados los campesinos sin tierras que ocupaban tierras
comunales, y en general todos los campesinos que perdieron la posibilidad de utilizar esas tierras para el
pastoreo. Los campesinos expulsados de sus tierras se transformaron en su mayoría en jornaleros o
arrendatarios con contratos de corto plazo.
Otra forma de producción era la manufactura centralizada, difundida en la minería, la producción de metales,
algunos ramos de la industria textil, la industria del vidrio, de la cerveza, del papel, de la sal y algunos otros
rubros. En general se basaban en técnicas de trabajo intensivo, en la disciplina de los trabajadores y en la
maximización de las habilidades como resultado del trabajo artesanal.
Desde mediados del siglo XVII se habían destinado fuertes inversiones públicas y privadas a la extensión del
sistema fluvial (a través de la construcción de canales) y a la construcción de nuevos puentes y carreteras.
Este proceso se aceleró desde mediados del siglo XVIII, lo que contribuyó a que los transportes fueran
relativamente fáciles y baratos.
Además del mercado interno, Gran Bretaña contaba con la ventaja de poder acceder a un amplio mercado
externo. Desde el siglo XVI había ido desarrollando su flota hasta transformarse en la principal potencia
marítima mundial en siglo XVIII. Poseía importantes territorios coloniales, sobre todo las trece colonias de
América del Norte, pero además de ello tenía relaciones comerciales, gracias a la extensión de su poderío
naval y a su política exterior, con las colonias españolas y portuguesas en América y con otras áreas de
ultramar.
Las barreras a la movilidad social eran más bajas que en el continente y la distribución de la renta más
equitativa. Ello incidía en las pautas de consumo y creaba condiciones favorables para la producción de
bienes de consumo masivo. Pero también favorecía la versatilidad y el movimiento de las personas hacia
nuevas ocupaciones.
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El impacto de la industrialización
La industrialización fue modificando profundamente la sociedad británica a través de un proceso largo y
complejo, cuyos efectos se hicieron visibles sobre todo a partir de mediados del siglo XIX. Las
consecuencias de la industrialización no fueron uniformes en todos los sectores sociales. Aunque la
economía creció a un ritmo sostenido, la nueva riqueza se repartió en forma muy desigual, sobre todo hasta
la década de 1850.
Es evidente que la industrialización fue introduciendo profundas modificaciones en las condiciones de
trabajo. En primer lugar, el sistema de fábrica conllevó un nuevo tipo de disciplina y largas jornadas de labor
con bajos salarios y gran inestabilidad. Implicó también cambios muy grandes en el trabajo femenino e
infantil, todo ello con altísimos costos sociales. Al mismo tiempo, el debilitamiento de los antiguos
mecanismos de protección social redundó en un empeoramiento de las condiciones de vida de los sectores
más vulnerables.
La proporción de población empleada en la agricultura fue descendiendo desde principios del siglo XIX,
pasando del 35,9 por ciento en 1800 al 21,7 en 1851 y a aproximadamente el 8 por ciento en 1901. La
población rural excedente emigró hacia las ciudades o hacia destinos transoceánicos. En el censo que se
realizó en 1851 en Gran Bretaña la población urbana superó a la rural, y a fines del siglo XIX casi el 80 por
ciento de la población vivía en áreas urbanas.
Junto con las fábricas nació también un nuevo tipo de trabajador, el obrero industrial, cuyas condiciones de
trabajo eran muy diferentes de las de los oficios manuales tradicionales.
El moderno obrero industrial se caracteriza por no ser propietario de los medios de producción -las fábricas y
las máquinas, que pertenecen a los capitalistas- y por vender su fuerza de trabajo en el mercado, a cambio de
un salario. Desarrolla su actividad en las fábricas, trabajando con máquinas y sometido a una estricta
disciplina.
Todavía en 1830 el obrero industrial característico no trabajaba en una fábrica sino en un pequeño taller o en
su propia casa (como artesano o trabajador manual) o como peón, en empleos más o menos eventuales.
El sistema de fábrica transformó también las condiciones de trabajo de los obreros que seguían realizando
oficios manuales, ya que se vieron expuestos a permanentes reducciones salariales para competir con la
producción mecanizada y a trabajar para agentes de las fábricas o intermediarios. En la industria del tejido,
el bajo precio y la abundancia de la mano de obra retrasaron la mecanización, pero al costo del
empobrecimiento y la explotación de los tejedores manuales.
El trabajo femenino e infantil no era una novedad, ya que en la sociedad preindustrial también trabajaba todo
el grupo familiar, pero lo que fue cambiando radicalmente con la industrialización fueron las condiciones
laborales.
La división sexual del trabajo había estado relacionada, desde sus orígenes, con las diferencias de fuerza y de
destreza entre hombres y mujeres, lo que implicaba que ciertas tareas sólo podían ser desempeñadas por los
hombres. Al mismo tiempo, los oficios específicamente femeninos, que requerían una habilidad
característica en las manos (como el hilado), eran considerados por los hombres como inferiores a los oficios
masculinos, y peor remunerados que éstos.
Cuando comenzaron a utilizarse máquinas accionadas por energía inanimada la situación en parte se
modificó. Las mujeres pudieron desempeñar tareas antes reservadas a los hombres pero, como su trabajo se
consideraba inferior, siguieron percibiendo salarios menores. En la primera mitad del siglo XIX la industria
textil y la del vestido eran, junto con el servicio doméstico, las principales ocupaciones femeninas.
Desde comienzos del siglo XIX se incrementó el número de hogares en los que junto a un matrimonio y sus
hijos vivía alguna persona anciana -en general la madre de uno de los cónyuges- que se ocupaba de las tareas
domésticas y del cuidado de los niños mientras la mujer trabajaba en la fábrica. De todos modos, era más
habitual el trabajo en fábrica de las mujeres solteras que el de las casadas.
Sus condiciones no eran las mejores, y había muchos casos de abuso y explotación, pero en comparación con
los primeros tiempos de la industrialización la brecha es muy grande.
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Con la revolución Industrial los niños comenzaron a trabajar masivamente en las fábricas. Eran más dóciles
que los adultos, recibían una paga mucho menor e incluso eran más adecuados para algunas tareas que
requerían manos pequeñas o baja estatura. Las condiciones del trabajo infantil eran muy duras. En primer
lugar se redujo la edad mínima del ingreso al mercado de trabajo y disminuyó la importancia del
aprendizaje. En la industria algodonera los niños comenzaban a trabajar desde muy pequeños, desde los seis
u ocho años. El horario de trabajo era el mismo que el de los adultos, entre catorce y dieciséis horas por día.
Los salarios eran irrisorios y la disciplina muy dura, recurriéndose en muchos casos a los castigos
corporales. Además de todo ello, las condiciones insalubres de trabajo en las fábricas tenían efectos muy
negativos para la salud y el desarrollo de los pequeños.
Aunque ya en 1802 el Parlamento aprobó una ley para proteger a los niños que trabajaban como aprendices
en las fábricas, recién a partir de la década de 1830 el Estado comenzó a penalizar en forma efectiva los
abusos cometidos por los empresarios y poner en vigencia nuevas reglamentaciones dirigidas a regular el
trabajo infantil. Al avanzar el siglo XIX la situación fue mejorando paulatinamente, aunque pasaron muchas
décadas hasta que se prohibió el empleo de menores.