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El análisis en los bordes: Apuntes estructurales y clínicos

SILVIA AMIGO

(*) Reunión Lacanoamericana de Psicoanálisis: Buenos Aires; 1995.

Le debo al pasaje por el hospital el haberme puesto en contacto desde el inicio


con una clase de pacientes que provocaban no pocos transtornos en la
cotidiana rutina de atención.

Molestos, muy riesgosos en su evolución inclasificables, locos sin ser por ello
psicóticos, generadores de toda clase transtornos en el cotidiano ajetreo
institucional sin ser por ello perversos, demesiado alterados en ciertos
parámetros - detallaré cómo más adelante- para poder ser abordados como
neuróticos. A falta de un nombre con que distinguirlos se los llamaba -y se los
llama aún hoy - "caños".

Bien lejos de "hacerle falta" al Otro que podría encarnar el equipo profesional,
resultaban una suerte de sobrante apto como objeto de burlas piadosas o
crueles en los pasillos o en el bar. Para los caños no había turnos,
disponibilidad ni paciencia.

Pero sucedió que para un grupo de nóveles analistas los enigmas que
representaban nos hicieron falta. Comenzamos a ocuparnos de ellos. A
atenderlos y a hacernos un tiempo para intercambiar ideas acerca de lo que su
clínica nos suscitaba.

Este contacto asiduo forzó el límite de muchos conceptos que guiaban nuestra
praxis, llevándonos a reinterrogar lo sabido, a suspender certezas, a la
necesidad de construir hipótesis -a inventar pues- a equivocarnos sin dudas, a
comenzar a acertar.

Entonces, no me tomó desprevenida la cada vez más frecuente consulta en el


consultorio. El suelo cultural de este fin de siglo parece empujar a la producción
de patologías de borde.(1)

Cómo se presentan estos pacientes?

Por un lado, con relaciones calificables de "locas" con su propio cuerpo: Comen
peligrosamente de más o de menos, ingieren sustancias -alcohol o drogas- en
dosis apenas tolerables en términos fisiológicos, padecen enfermedades de
causa misteriosa para el orden médico, atentan contra su vida en forma
reiterada.
Es frecuente también que hagan de su cuerpo una suerte de letra portátil a
utilizar en los escenarios que, de acting out en acting out, montan para mostrar
obstinadamente lo que no termina de inscribirse con eficacia para ellos (2).

CONSIDERACIONES ESTRUCTURALES

Para comenzar, una pregunta: el universo que configura la tripartición freudiana


neurosis-psicosis-perversión, ¿hace lugar a las formas de manifestación del
sujeto en la situación que describo? O acaso descompletan ese universo
tripartito?

A diferencia de los psicóticos, su discurso no se ha desamarrado del capitoné


que le otorga la direccionalidad significativa que posibilita el lazo social -lazo
que a pesar de poder estar afectado- no se ha perdido en ellos.

Pero este discurso que emiten - diagnosticable por lo que antecede como
"neurótico"- aparece desligado de sus acciones, separado de ellas por una
brecha insalvable, no mostrándose capaz de organizar el cotidiano y el cuerpo
con el que se transita por la vida.(3)

Esta brecha impide el diagnóstico de neurosis.

Su presentación doliente, su autofracaso confesado, a veces incluso


impúdicamente proclamado, están bien lejos de evocar ese soberbio saber
hacer sobre el goce que caracteriza al perverso.

Entonces ¿dónde situar a estos pacientes? No se trata de un prurito de


diagnóstico, sino de cruciales consideraciones de estructura (4), de las que
depende la adopción de la estrategia clínica.

LA CUESTION DE LA CASTRACION

Estamos acostumbrados a definir a las tres estructuras según el modo en que


se tramita en cada una la marca de la operación del Nombre del Padre .

Para la psicosis: forclusión del Nombre del Padre, con su correlato de


inadvertibilidad subjetiva de la castración.

Para la perversión: renegación de la marca.

Y para la neurosis: represión fundante.

La represión opera el borramiento- esto es, la transformación significante- de la


huella de la pérdida de objeto que impone la función de lo simbólico. Pero para
que ésto se torne advertible y para que tome cuerpo para el sujeto, se impone
una traducción en términos de castración fálica. Y ésta... se logra en un solo
tiempo?

Para responder tomaré apoyo en una frase de Lacan que cierra bellamente su
artículo sobre la subversión del sujeto:
"La castración quiere decir que el goce debe ser rechazado para que pueda ser
re-alcanzado en la escala invertida de la ley del deseo."(5)

Esta frase parece indicar una eficacia lograda en dos tiempos.

El primero: el rechazo del goce.

El segundo: un re-alcanzar el goce en la escala invertida de la ley del deseo.

Qué del goce debe rechazar la castración fálica si el incesto es imposible por
estructura? Qué falta haría la castración si el mero funcionamiento de lo
simbólico impone la ausstosung del objeto? Pero resulta que sin la marca-
Bejahung- de la pérdida que dona el Nombre del Padre al imponer que la falta
que evoca el deseo de la madre deba ser traducida en términos de significación
fálica, no habría posibilidad de que el sujeto se oriente en la falta. Dicho de otro
modo: que pueda tramitar la demanda de goce de la madre -la pulsión- como
no pudiendo ser satisfecha. Valga ésta como una intervención puntual en una
controversia que habita el campo lacaniano acerca de la vigencia o no de la
necesidad de la introducción de los diferentes modos de presencia paterna que
induce el mito edípico para poder situar con eficacia las anotaciones literales de
lo perdido.

Estamos especificando entonces que el goce a rechazar de la frase antecitada


de Lacan es el pulsional. Y este rechazo se cumple en el tiempo represivo de la
pulsión.

LA COMPLICACION NARCISISTA

Pero este destino pulsional -la represión- no es, Freud lo subraya el


lógicamente primero, sino que cae sobre una pulsión ya tomada por los dos
destinos pre-represivos: la transformación en lo contrario y la vuelta contra sí
mismo. Para obtener este "sí mismo" se precisa un nuevo acto psíquico. Éste,
el narcisismo, imprimirá al conjunto del cuerpo, fundacionalmente, la impronta
de la medida fálica del Otro.

Del Otro llegan formas muy variables de sellamiento de esta primera matriz
yoica.

Podemos aceptar al "His majesty the baby" freudiano, como enunciado


normativo que diseña el lugar de la primera captación dado que contiene un
grado aproximadamente adecuado de engaño amoroso (6), velando
necesariamente el hecho de que esa primera matriz yoica está destinada a ser
objeto de la pulsión en la "vuelta contra sí mismo". La frase parental -His
majesty...- debiera velar, bien-dicha,la cara real, de objeto, que configura en en
principio el yo.

Pero hay casos en que esta frase no se dice bien, más bien se dice mal,
maldice al niño en una atribución primera injuriante.
Puede serlo levemente, y Massota hya consagrado a su "salame de mamá"
como una forma bastante corriente de asunción narsicista.

Pero está también Kafka, quien nos recuerda que "cucaracha" puede configurar
con trazos siniestros el destino en que un sujeto se ve reflejado como obscuro
objeto a ser aplastado o rechazado -destino de la cucaracha- por el Otro.

El trabajo asiduo con estos pacientes de borde me ha hecho constatar en


forma repetida y regular que hayan configurado el acto psíquico del narcisismo
según una frase parental que no guarda el adecuado respeto por la necesaria
dimensión de engaño amoroso.

En ellos, I'a no parece dibujar en el espejo del Otro el agujero de - (PHI).

Escuchemos un relato clínico.

Susana (7) consulta tras reiterados intentos de suicidio que comete ante su
impotencia para ejecutar la decisión de dejar la casa materna. Se alcoholiza,
ingiere tranquilizantes, engorda, se siente permanentemente triste.

Trabaja, sin embargo, incansablemente en una profesión de muy alto riesgo,


mucho más allá de sus fuerzas. Los beneficios económicos de este esfuerzo
van a parar a manos de su madre, mujer voraz que ha logrado un nada
desdeñable ascenso social basado en la extenuación de su hija.

Esta joven no es, pese al dramatismo y al riesgo real vital en que se encuentra
cuando consulta, psicótica.

Su ordenado discurso, su adecuado capitoné, no extienden sus efectos al


cuerpo de Susana ni a los actos que ejecuta... o que no puede ejecutar -tal su
mudanza postergada, su postergado encuentro con un hombre.

Esa chica no ha recibido en la etapa fundacional el engañoso pero normativo


"his majesty...", sino una constelación diferente: fea, torpe, de mal carácter,
pero muy inteligente, daba justo el perfil para el "burro de carga" con que
reconoce su captación yoica.

Del engaño amoroso, sólo algunas hilachas en ese "inteligente" que va a ser
proferido para luego ser utilizado en el abuso económico.

La injuria demostrará su devastación de mal-dicción. Desfeminizada y sometida


a un ritmo de trabajo extenuante y enloquecedor, quedará reducida a ser
instrumento de la provisión perpetua del Otro.

Este tipo de mal-dicción primera nombra gozando un lugar para el sujeto, pero
al no guardar respeto por esa dimensión de engaño amoroso se revela como
no respetuosa de uno de los nombres-del- padre , deficitario en el campo
imaginario del narcisismo.(8)
El "His Majesty.." parece llevar puesto desde el inicio el puntuado por donde ha
de pasar luego la línea de corte. La frase injuriosa resulta endemoniadamente
inhoradable, resguardando tenazmente su destino oscuro de objeto a gozar.

Un niño dicho bonito, inteligente, encantador -en medio de la ceguera amorosa


de la crianza- puede duelar su posición de apósito del Otro, ya que una vez
efectuado el corte, puede ilusionarse con llevar puesto algún atributo que le
permita un tránsito por la vida.

Pero, qué queda para la cucaracha? Qué la haría interesante más allá del
Otro?

Ante esta situación de la deriva en el tiempo lógico anterior a la castración, qué


sucederá cuando intente el golpe represivo caer allí?

Este golpe de corte es necesariamente atribuido al padre -sí, aunque baste el


automaton simbólico para excluir la satisfacción completa puesto que este
automaton no puede conectar al cuerpo con la marca, no puede hacer letra que
haga mella en el cuerpo.

Pero en estos pacientes va a converger la descripta configuración narcicista


mal-dicha con una peculiar falla de la presencia paterna.

Como es observable en esta grilla (notas de lectura de los desarrollos de Lacan


sobre los tiempos de la falta (9)) el objeto que comienza como real identificado
al niño-falo a ser frustrado, deberá ser simbolizado -esto es, negativizado en su
valencia de goce- por la vía del padre ideal, privador, para recién luego poder
ser imaginado y recuperado como "subrogado" en la escena del mundo y más
allá del padre.

En el pasaje R S a nivel del objeto se pone a prueba la función del padre en


tanto Un Padre en el sentido de si puede o no privar que en el campo del goce
se reúnan madre e hijo.(10)

Para poder operar esta privación debe poder asumir él el riesgo del goce del
Otro materno, canalizándolo a través del atributo fálico. Este toma su brillo y su
prestigio por operar la sustitución de un goce (el que debe ser rechazado) por
otro (el que puede ser realcanzado en la escala invertida de la ley de deseo).
Así, coordina el objeto a con el hueco de - . Esa coordinación otorga al objeto a
brillo agalmático, dignidad.

Que el padre ofreazca o no cuerpo, ponga o no el cuerpo a la vehiculización del


rol privador resultará crucial. Se trata de ver si el padre puede abrir paso a la
eficacia del corte fálico en el campo imaginario-yoico, haciendo surco en el
cuerpo del Otro materno, donde puede alojarse el falo sí y sólo sí un deseo ha
hendido en el cuerpo de mujer.

Volvamos a nuestra jóven analizante.


El padre de Susana, honesto, querido y respetado en su trabajo, era
considerado un funcionario ejemplar.

El dinero que ganaba así, era pasado sin dilación a manos de su mujer, de
quien toleraba -como más tarde lo haría su hija- un indisimulado abuso
económico. Murió hastiado a los 18 años de Susana.

Esta mujer sumaba a este cuadro de por sí denigrante para su hombre un


ostensible desinterés sexual. Del falo, no quería saber nada. Esta denigración
era tolerada por el padre con la ayuda del alcohol -ayuda a la que también
acudiría su hija- con el que reducía al sueño la mayor parte del tiempo que
pasaba en la casa.

Susana había logrado preferir amorosamente al padre por sobre la madre, y


había incorporado sus emblemas éticos. Pero quedaba en la estacada cada
vez que le dirijía la vital y feminizante demanda de falo. Así devaluado, no
sabría tomar no sabría tomar consistencia como hendidor y ordenador para
esta hija.

Si el padre no avala, sosteniendo la dignidad del atributo, la formulación de


esta demanda- aval percibido subjetivamente como amor del padre- sobreviene
el sentimiento de desamparo profundo, de falta de Dios.

Así, el rol privador del padre queda constreñido a la pura interdicción,


normativa vacía de cuerpo, impidiendo coordinar al cuerpo con la letra de esta
operación. A nivel de lo imaginario se suma la mal-dicción primera constitutiva
del un yo ideal inhoradable luego, con la carencia paterna de penetrar y hendir
fálicamente ese registro que, congelado en su normativización, detiene en el
borde de una escritura inconclusa al sujeto que la reclama.

Bajo estas condiciones, cómo transitar el camino por el cual la pulsión


devendrá fantasma? Pasaje de la predominancia del goce hacia el tiempo de
prevalencia de la ley fantasmática del deseo,(tiempo de recuperación del goce
de la frase da Lacan) que impone entre ambos el tiempo represivo de la pulsión
eficazmente logrado en los tres registros. (11)

Tiempo del deseo que permitirá recuperar el goce según su ley. Ley de
castración que incluye como paso conclusivo que se pueda recubrir la falta, el
agujero de goce, fantasmáticamente.

Si esta cobertura fracasa, no habrá recuperación de goce según ley -


habiéndola mediante la ruina impulsiva cuando el retorno de lo reprimido haga
emerger al goce que pulsa sin hallar letra que lo encauce.

La letra del objeto pueda deducirse -en el sentido de que tenga ex-sistencia
eficaz para el sujeto - como operatorio de la división del sujeto en el fantasma,
una vez agujereado con borde a cuenta del sujeto el campo gozoso de
lalangue.

Esa letra precisa ser escrita con las tres cuerdas que hacen nudo en el parletre.
De carecerse de la participación del tramado imaginario de la letra del objeto
fantasmático, la falta que afecte a ese registro será causada por el mero
embate superyoico -a falta del Ideal que haga surco en el yo atenuando su
fiereza y su obcenidad - operando un desgarro, una efracción, "boquete abierto
en lo imaginario por todo rechazo de los mandamientos de la palabra", herida
abierta y dolor crónico intramitable. Hueco sin borde que drena
improductivamente la libido.(12)

El cuerpo, nombrado simbólicamente pero partícipe privilegiado de los registros


imaginario (en el yo, por ejemplo, proyección de su superficie) y real (en el
goce que habita su realidad física) padece electivamente de la falta de trazo
que lo agujeree tendiendo a quedar rehén del goce mal-dicho de la atribución
de estilo kafkiano que lo ha configurado.

Al carecer de borde de corte, el intento espontáneo del sujeto por vaciarlo de


esa pesada carga es eliminado en masa, lo que explica la reiteración de los
intentos de suicidio.

Intento de supresión alternado por una suerte de entrega al goce sin letra ni
ley: ingestas maníacas - ciclo impotente de salida de la melancolización,
ilusorio triunfo "del yo" sobre el objeto- de alimentos, de alcohol, de fármacos,
de nada -para no obviar tema específico de la anorexia.

Otras veces el sujeto de borde intenta por la vía de la reiteración "loca" del
acting out convocar al Otro, forzando y fracasando, a colocarse de una manera
más propicia para dar superficie a la escritura faltante.

EL QUE HACER CLINICO EN LOS CASOS DE BORDE

Estos análisis funcionan en la medida de lograr en su transcurso escribir los


trazos faltantes de la letra que aloje al sujeto. Se considera un punto de llegada
al logro de la constitución fantasmática(13), como se vé, dissímil del fin del
análisis de las neurosis. Allí se espera el atravesamiento fantasmático,
haciendo que el deseo del sujeto se pueda sostener en el objeto por fuera de la
caja paterna. En las neurosis se espera operar la disyunción del a y del - ,
mientras que en los casos de borde se intenta lograr que pueda coordinarse el
objeto a con el hueco de - .

Sólo el tiempo dirá si esta constitución en medio del análisis muestra una
eficacia estructural sostenida en el tiempo. Sería lícito entonces pensar que el
análisis opera la finalización del segundo tiempo necesario para la asunción de
la castración.

Se sostendría así la hipótesis de que estos pacientes habitan el "costado real


de la neurosis"(14).

Si el tiempo demostrara otra eficacia de esta letra escrita en análisis ya


prescrito el tiempo estructural de la inscripción normativa, que debiera ser
sincrónica con el resto del movimiento estructurante, estaríamos ante la
posibilidad de hallazgo de una nueva presentación de la estructura del sujeto
(15).

Creo que se necesita tiempo de comprender para poder concluir una afirmación
realmente fuerte.

A pesar de estas incertidumbres, todo indica que vale la pena seguir apostando
a lo que el análisis se demuestra capaz de hacer allí.

Notas

(1) Fin de siglo y producción de estas patologías pueden ser puestos en


relación. Puede consultarse mi artículo "Veinte años después. La práctica del
psicoanálisis y sus interrogantes en el fin de siglo". Ficha en biblioteca de la
EFBA.

(2) Puede consultarse, de Isidoro Vegh "Apres-coup". Se encuentra la ficha en


la biblioteca de la E.F.B.A.

(3) María del Carmen Meroni desarrolla esta cuestión en su artículo "Litura".
Ficha en la biblioteca de la E.F.B.A.

(4) Pura Cancina, "...Un pecado, una pizca de locura, o una verdadera
pincelada de lo real?" Se encuentra la ficha en la biblioteca de la E.F.B.A.

(5)Jacques Lacan "Subvertion du sujet et dialectique du desir..." Ecrits. Ed. du


Seuil.

(6) Haydée Heinrich en su libro "Borders de la neurosis" acentúa lo


imprescindible de esta dimensión de engaño amoroso como tiempo fundante
para un sujeto.

(7) Podrá seguirse el recorte clínico de este caso en el artículo "Mediaciones


narcisistas en la conformación del objeto" hallable en "De la práctica analítica.
Escrituras" de SIlvia Amigo. R. Vergara Ediciones.

(8) Pura Cancina desarrolla luminosamente esta divergencia entre el Padre que
nombra y el Nombre del Padre en el artículo citado en la nota Nro. 3.

(9) En particular las 10 primeras clases del Seminario V, que reciben la


influencia retroactiva de los desarrollos acerca de la función paterna en el
Seminario 17, la tematización del objeto en el Seminario X y los señalamientos
acerca del registro imaginario de "L'insu...".

(10) Las reflexiones sobre esta aparición de Un padre bajo la égida del padre
privador pueden seguirse en el artículo de David Krezes " Algunas
consideraciones sobre de la werverfung" en la revista Redes de la letra. Se
pueden leer también allí reflexiones sobre la estructura de estos casos de
borde.
11) Puede consultarse el artículo "Pulsión urverdrangung fantasma", hallable en
"De la práctica analítica. Escrituras" de Silvia Amigo, R. Vergara Ediciones.

(12)Jacques Lacan. Variants de la cure type. Ecrits. Ed du Seuil.

(13) Pura Cancina desarrolla largamente el tema de las maniobras constitutivas


en su libro "El dolor de existir...y la melancolía" Ed. Homo Sapiens.

(14) Esta tesis es la sostenida por Haydée Heinrich en su libro "Borders de la


Neurosis" Ed. Homo Sapiens.

(15) Esta tesis fué sostenida en varias ponencias presentadas en la riquísima


Jornada dedicada a la clínica en los Bordes a la que convocara la Escuela
Sigmund Freud de Rosario. Se pueden consultar las actas de ese encuentro.

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