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El alcance de este ejemplo llegó veinte años después, en 1983, de la mano de Jacques-
Alain Miller cuando lo leyó con el fondo de una nota en "De una Cuestión Preliminar a
todo tratamiento posible de la psicosis", que mostraba cómo el objeto, en tanto
estructura de pérdida vital, se encontraba presente en este caso y, también, cómo el
campo de la realidad se constituye a partir de la extracción de la mirada como objeto . [2]
Por otro lado, la observación de Lacan aparece tras un comentario sobre el sueño del
hombre de los lobos: "Si esta observación tiene para nosotros un carácter inagotado e
inagotable, es porque se trata esencialmente, de cabo a rabo, de la relación del
fantasma con lo real. ¿Qué vemos en el sueño? La hiancia súbita de una ventana. El
fantasma se ve más allá de un cristal, y por una ventana que se abre. El fantasma está
enmarcado" .[3]
En este sueño, "el marco son los lobos en las ramas". En el caso de Isabella, prosigue
diciendo: "lo que desempeña el papel que desempeñan los lobos para el hombre de los
lobos, son significantes. Más allá de las ramas del árbol, ella ha escrito la fórmula de su
secreto, “Io sono sempre vista".
Detengámonos, por un instante, en el dibujo de Isabella. Nos invita a ello la frase que
envuelve el árbol y, además, el comentario que Freud hace en La Interpretación de los
sueños, a propósito de los medios de representación del sueño ("Die Darstellungsmittel
des Traumes"). Freud establece allí una analogía entre sueño y dibujo: "La falta de esta
capacidad de expresión (de los sueños) debe depender del material psíquico con el que
el sueño es elaborado. A una análoga limitación se hallan sometidas las artes plásticas,
comparadas con la poesía, que puede servirse de la palabra, y también en ellas depende
tal impotencia del material por medio de cuya elaboración tienden a exteriorizar algo.
Antes de que la pintura llegase al conocimiento de sus leyes de expresión, se esforzaba
en compensar esta desventaja haciendo salir de la boca de sus personajes filacterias en
las que constaban escritas las frases que el pintor desesperaba de poder exteriorizar con
la expresión de sus figuras" . En ésta se atisba la esquicia existente entre sonido y voz.
[4]
Como esas filacterias en las que estaban escritas las frases que el pintor desesperaba de
poder extraer, "Io sono sempre vista" es lo que –como lo señala Lacan- Isabella nunca
había podido decir hasta entonces. Isabella permanece en un mutismo aterrado y, a
través del dibujo, lo infigurable aparece en la figura, una enunciación silenciosa es
puesta en el dibujo. Es la voz inaudible pero que se muestra en un objeto en sí mismo
irrepresentable. Lo que no se puede figurar –la voz- vuelve en el cuadro como figurable
y, sólo por abuso de términos, se diría que "da voz a la mirada".
caso que Freud publica en "Un caso de paranoia contrario a la teoría psicoanalítica"
donde el ruido de un clic (das Geräusch des Abdrückens), desencadena la sospecha de
detrás de la cortina está oculto alguien que espía. La vergüenza por la desnudez de "la
belleza expuesta" retorna en el sentimiento de ser atrapada por la mirada del otro . [6]
Por su parte, la voz tiene una temporalidad distinta de la mirada. En la misma sesión de
su Curso, Miller los señala: "en el objeto mirada, hay una suspensión temporal", es decir,
la mirada está en el registro de la duración, de un "no sabía cuánto tiempo miraba eso",
sin embargo, respecto a la mirada, siempre estamos en el registro del instante. Sin
embargo, con la voz estamos atrapados en la duración. En la voz "hay envolvimiento –
señala Miller- hay modulación". El obstáculo principal para captar el lugar de la voz está
en el hecho de que "estamos obnubilados por la función del sonido, por la función
fónica".
Esta es la razón por la que, Jacques-Alain Miller concluye que "la voz está hecha de un
vaciamiento de la sustancia sonora" .Es esto de lo que Antonin Artaud testimonia en
[7]
L’Omblic des limbes: una voz que no pasa por las rutas del sonido ("esa carne que no se
siente más en la vida, esta lengua que no llega a salir de su corteza, esa voz que no pasa
más por las rutas del sonido") . Pero este "vaciamiento de la sustancia" es generalizable
[8]
a todos los objetos (a): "el vaciamiento de la sustancia es precisamente uno de los rasgos
de los objetos (a)" . Es lo que pone de manifiesto el recuerdo infantil de un sujeto que
[9]
de su sustancia sonora.
Hace unos años, tuve la ocasión de presentar el caso de una parafrenia para ilustrar este
aspecto de la tesis de Lacan. Se trataba de un ejemplo de "máquina de influir" en el que
un sujeto, Orlando, relataba cómo "el Aparato fija planos, haciendo aparecer a las
mujeres con la piel especialmente blanca y brillante, las imágenes proyectadas en
planos fijos, intercala colores (…): los labios aparecen muy rojos y marcadamente
voluminosos, una luz da un brillo espectacular a la mirada, hasta el punto de sentir
miedo (...) Entonces, la mirada hablaba". Se ve bien que la voz sonoriza la mirada en el
momento en que las imágenes quedan congeladas o, como el sujeto aclara, "proyectadas
en planos fijos".
Fuente: psicoanalisislacaniano.com