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Las hemorragias del tercer trimestre complican el 3,8% de todos los embarazos y constituyen una
de las tres primeras causas de mortalidad materna en el ámbito mundial. El sangrado vaginal en el
tercer trimestre se puede dividir según su etiología en: de causa obstétrica y de causa no
obstétrica. Las primeras con frecuencia ocasionan una pérdida sanguínea abundante a
consecuencia del gran flujo uterino, por lo que es indispensable la toma de decisiones acertadas
para preservar la vida de la madre y del feto.
PLACENTA PREVIA
INCIDENCIA
La placenta previa conlleva una importante morbilidad para la madre derivada del aumento de la
necesidad de transfusiones, del aumento de la tasa de cesáreas, de la mayor necesidad de realizar
histerectomía postparto, así como de complicaciones infecciosas y tromboembólicas. La
morbimortalidad fetal se debe sobre todo a la prematuridad debida a la necesidad de finalizar la
gestación antes del término por metrorragias cuantiosas. La edad media del parto en pacientes
con placenta previa se estima en 34,9 ± 3,9 semanas.
DEFINICIÓN
Se define la placenta previa como la inserción total o parcial de la placenta en el segmento inferior
del útero.
La definición de placenta previa se ha complicado porque las descripciones originales aludían a la
localización de la placenta en relación con el cérvix dilatado (es decir, durante el parto) según el
tacto vaginal. Esta técnica diagnóstica permite establecer:
Una placenta previa completa: cuando la placenta se extiende por encima y supera el
orificio cervical interno.
Una placenta previa parcial: es la que tiene un margen parcialmente situado por encima
del cérvix dilatado, lo que quiere decir que al visualizar el cérvix por el espéculo se podría
ver algo de tejido placentario por encima de una parte de la región del cérvix dilatado,
pero no cubriéndolo entero.
La placenta previa marginal: corresponde a una placenta, cuyo margen se localiza muy
cerca y hasta alcanzar el margen del orificio cervical, pero sin cubrir nada del cérvix
dilatado.
Esto ha generado confusión con la terminología. En este momento, cualquier placenta con
sospecha de inserción baja en la ecografía transabdominal, debería ser valorada con una ecografía
transvaginal para determinar la distancia entre el margen de la placenta y el orificio cervical
interno.
Cuando el margen de la placenta cubre por el completo el orificio cervical interno, se considera
una placenta previa completa, y cuando el margen placentario se localiza a la altura del orificio
cervical interno, se considera una placenta previa parcial o marginal, dado que es imposible
determinar si este tipo de placentas seguirán tapando el cérvix dilatado durante el parto o si
quedaran en el margen del cérvix dilatado.
Los casos en que el margen de la placenta se localiza a 1-2 cm del orificio cervical interno son los
más confusos. Los estudios que han valorado pacientes con el margen de la placenta a menos de
1cm del orificio cervical interno, indican que suelen acabar en un parto por cesárea porque
clínicamente se parecen más a la placenta previa (es decir, con sangrado y necesidad de cesárea).
Los pacientes cuyo margen placentario se encuentran situados a más d 2 cm del orificio cervical, se
consideran con placentas normales, no previas.
Sin embargo, existe una zona gris, constituida por las pacientes con placentas con márgenes
localizados entre 1 y 2 cm del orificio cervical interno. Estos pacientes se benefician de un doble
planteamiento en el momento del parto o de una observación estricta durante el parto con
intento de parto vaginal sino sangran.
Las relaciones y definiciones usadas para clasificar algunos casos de placenta previa dependen en
gran medida de la dilatación del cuello del útero en el momento del examen. Por ejemplo, una
placenta con implantación baja a los 2 cm de dilatación quizá se convierta en una placenta previa
parcial a los 8 cm de dilatación porque el cuello uterino en dilatación ha descubierto la placenta.
Por el contrario, una placenta previa que parece ser total antes de la dilatación del cuello uterino
puede convertirse en parcial a 4 cm de dilatación porque el cuello uterino se dilata más allá del
borde de la placenta (fig. 35-12).
La palpación digital para tratar de verificar estas relaciones cambiantes entre el borde de la
placenta y el orificio interno a medida que se dilata el cuello del útero suele provocar
hemorragia grave.
FISIOPATOLOGÍA
La placenta previa cursa con una implantación anormal (es decir, en el segmento inferior del
útero, en lugar de en la región corporal o fúndica). La fisiopatología exacta se desconoce, pero
puesto a que se observa con más frecuencia en las mujeres de mayor edad, multíparas y con
antecedentes de partos por cesárea previos o legrados uterinos, se considera consecuencia de la
cicatrización del endometrio. Se ha propuesto la teoría de que estos fenómenos determinan
alteraciones del tejido endometrial, con mala vascularización, adelgazamiento del miometrio y una
localización menos favorable para la implantación.
Es presumible que el embrión sea atraído hacia el tejido más sano, que sería el endometrio no
afectado del segmento uterino inferior. Si esto fuera así, cabría pensar que el segmento uterino
anterior, es un lugar poco adecuado para la implantación tras una cesárea; sin embargo, por
motivos que no están claros, los antecedentes de traumatismo uterinos por cesáreas previas en
realidad aumentan el riesgo de sufrir una placenta previa hasta seis veces.
CLASIFICACIÓN
DURANTE EL EMBARAZO:
• Tipo II. Placenta marginal. La placenta llega justamente al borde del orificio cervical
interno, pero no lo sobrepasa.
• Tipo III. Placenta oclusiva parcial. El orificio cervical interno está cubierto de manera
parcial por la placenta.
• Tipo IV. Placenta oclusiva total. El orificio cervical interno está totalmente cubierto por la
placenta.
Se han descrito varios factores asociados a placenta previa. El más importante de forma
aislada es una cesárea previa (uno de cada 200 parto; la incidencia es mayor cuando la mujer
ha sufrido dos cesáreas o más). Las pacientes negras o de minorías étnicas parecen tener un
riesgo aumentado, igual que las mujeres mayores de 35 años. Otros factores de riesgo, son el
mayor número de gestaciones y de paridad, y el tabaquismo que aumenta el riesgo entre 2,6 y
4,4 veces. Es interesante destacar, que los metaanálisis han demostrado un predominio de
fetos varones en los casos de placenta previa, aunque se ignora el posible mecanismo. Los
antecedentes de aborto no se han relacionado de forma constante con el mayor riesgo de
sufrir una placenta previa.
Raza negra y minorías étnicas
Edad materna avanzada
Muchos embarazos previos
Abortos previos, inducidos o espontáneos
Antecedentes de parto por cesárea
Tabaquismo
DIAGNÓSTICO
CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS
En Obstetricia hay un aserto que señala que “Toda hemorragia del tercer trimestre es una
placenta previa mientras no se demuestre lo contrario”.
Las pacientes con placenta previa suelen estar asintomáticas hasta que presentan sangrado
vaginal. Muchos casos se detectan en la en la ecografía de control del segundo trimestre, aunque
sigan asintomáticas. Cada vez es menos frecuente que se presente una paciente en el tercer
trimestre con un diagnóstico de novo. No existen medios para valorar que paciente va a sangrar y
cual no, ni cuando lo va hacer. Un 25% de las pacientes no sangran antes de las 36 semanas de
embarazo. En general el primer episodio de sangradp, no se asocia a un acontecimiento
precipitante, aunque el coito y el ejercicio enérgico pueden ser factores desencadenantes.
La placenta previa completa suele asociarse a un sangrado más temprano que la parcial o
marginal.
En la mayoría de los casos, el segmento uterino inferior adelgazado, se desgarra hacia el espacio
intervelloso de la placenta. Esta hemorragia puede provocar irritabilidad uterina y en ocasiones
contracciones prematuras. La cantidad de sangre perdida en este primer episodio de sangrado es
variable, desde leve hasta intensa, aunque en general no suele ser lo suficientemente abundante
como para precipitar el parto. Sin embargo, la intensidad de los sangrados posteriores suele
aumentar conforme el cérvix y el segmento uterino inferior se va modificando al progresar el
embarazo. Si la sangre llega a los zapatos de la paciente la hemorragia vaginal es grave. La
mayoría de las pacientes dejan de sangrar con el reposo en cama, sobre todo durante el segundo
trimestre. Muchas reciben la indicación de reposo en cama en su domicilio o en el hospital hasta
que se resuelve el sangrado.
El episodio de sangrado de sangre roja suele acabar con un manchado pardo. Sin embargo, en el
tercer trimestre la intensidad de la hemorragia aumenta y con frecuencia el parto se tiene que
provocar tras una hemorragia masiva que aparezca tras varios episodios de sangrado de menor
intensidad. La sangre es típicamente de origen materno y el feto no suele estar en peligro aunque
el sangrado sea masivo. Sin embargo los registros de frecuencia cardiaca fetal suelen mostrar
sufrimiento, en general desaceleraciones tardías de repetición. Las pacientes con placenta previa
tienen riesgos de desprendimiento de placenta, parto por cesárea, mala presentación del feto y
hemorragia post parto.
EXPLORACIÓN FÍSICA:
– El examen del abdomen releva un útero blando e indoloro, al no existir normalmente dinámica
uterina.
– El tacto vaginal, en principio, está prohibido, dado que puede movilizar cotiledones y coágulos
formados e incrementar la hemorragia. No obstante, si el tacto fuera necesario, se puede efectuar,
contando con que se dispone de los métodos quirúrgicos adecuados al alcance inmediato,
poniendo de manifiesto el tacto lo que los obstetras clásicos definieron como “almohadillado
placentario”.
RECORDAR:
Siempre debe sospecharse placenta previa o desprendimiento prematuro de placenta en mujeres
con hemorragia uterina durante la segunda mitad del embarazo. La posibilidad de placenta previa
no debe desecharse sino hasta que una valoración ecográfica apropiada descarte con claridad su
ausencia. El diagnóstico de placenta previa rara vez puede establecerse con certeza mediante el
examen clínico, a menos que se introduzca un dedo por el cuello uterino y se palpe la placenta.
Dicho examen del cuello uterino nunca es permisible a menos que la mujer esté en un quirófano
con todas las preparaciones para cesárea inmediata; incluso el tacto vaginal más suave puede
causar hemorragia torrencial.
ECOGRAFÍA:
– Numerosos estudios confirman que la ecografía transvaginal es segura como método diagnóstico
de placenta previa. Su utilización no incrementa el riesgo de hemorragia y tiene mayor sensibilidad
que la ecografía abdominal para localizar la placenta.
– Para establecer el diagnóstico de placenta previa es necesario demostrar la presencia de tejido
placentario en la región del segmento inferior del útero, anterior, posterior o lateralmente.
El hallazgo de una placenta previa parcial o marginal antes de la semana 24 debe interpretarse con
precaución, más aún si la paciente está asintomática. Lo más probable es que la placenta previa
deje de serlo al avanzar la gestación, sobre todo si el borde craneal se extiende hasta el fondo del
útero. En estos casos, debe realizarse un seguimiento ecográfico hasta el tercer trimestre, antes
de establecer un diagnóstico definitivo. Cuando el grueso de la placenta se localiza ocluyendo el
orificio cervical interno en el segundo trimestre es muy probable que persista siendo previa en el
momento del parto.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL:
Bajo Arenas JM, Melchor Marcos JC, Mercé LT. FUNDAMENTOS DE OBSTETRICIA (SEGO). Pág 459.
TRATAMIENTO
Debemos valorar:
• El estado materno: si la hemorragia es intensa debemos reponer las pérdidas y hacer una
cesárea.
El estado del feto: actuaremos igual que en el caso anterior añadiendo la indicación de
cesárea si aparece algún signo de sufrimiento fetal. Se puede optar por la vía vaginal en
caso de muerte fetal siempre que no peligre la vida de la madre.
Variedad anatómica de la placenta: en las placentas de tipo oclusivo (TIPO III-IV) para
finalizar la gestación se optara por una cesárea. En las placentas no oclusivas (TIPO I-II)
puede valorarse la vía vaginal aunque si tras amniorrexis persiste la hemorragia se debería
realizar una vía alta.
ACTITUD DURANTE LA GESTACIÓN
• La hemorragia no es grave.
• El estado hemodinámico materno es estable.
• La edad gestacional es inferior a 36 semanas o hay inmadurez pulmonar fetal.
• La paciente no se encuentra en fase activa del parto.
• Feto vivo, sin signos de pérdida del bienestar fetal, ni malformaciones incompatibles con la
vida
• No existen otras complicaciones médicas u obstétricas del embarazo que contraindiquen la
prolongación de la gestación.
• Estabilización hemodinámica
• Control del bienestar fetal
• Maduración pulmonar con corticoides en fetos ≤ 34 semanas
• Reposo
• Evitar los tactos vaginales
• Mantener el hematocrito materno > o = 30% y la hemoglobina > o = 10 g/l
Con este manejo conservador se intenta alcanzar la madurez pulmonar fetal en ausencia de
compromiso hemodinámico para la madre y con vigilancia estricta del bienestar fetal. Si la
hemorragia compromete el estado hemodinámico materno y/o fetal, el tratamiento será la
finalización de la gestación con independencia de la edad gestacional. Con los datos disponibles
en la literatura, actualmente parece más adecuado el control intrahospitalario de las pacientes con
placenta previa sintomática en el tercer trimestre de la gestación. El tratamiento domiciliario sólo
está justificado en casos seleccionados.
El manejo hospitalario de la placenta previa se basa en:
• Reposo absoluto
• Evitar los tactos vaginales innecesarios.
• Control de constantes maternas.
• Control de pérdidas
• Controles analíticos
• Control periódico del bienestar fetal. Control periódico del bienestar fetal.
• Tratamiento de la amenaza de parto pretérmino si fuera preciso.
• Aceleración de la maduración pulmonar con corticoides si fuera preciso según las pautas y
protocolos habituales.
Una vez haya cedido la hemorragia, si el estado materno-fetal es adecuado, podemos plantearnos
el manejo ambulatorio tras 48-72 horas de ausencia de hemorragia.
Sin embargo, tras el episodio inicial, la hemorragia se suele repetir, siendo imposible predecir el
momento en que ocurrirá el nuevo episodio hemorrágico, su cuantía y frecuencia, aunque existe la
tendencia a que progresivamente sean más intensos y frecuentes, disminuyendo la duración de
los periodos sin hemorragia.
Por ello es importante que la paciente esté correctamente informada de estos aspectos,
comprenda y acepte los beneficios y riesgos del alta hospitalaria. La paciente debe acudir al
hospital si presenta un nuevo episodio hemorrágico, por pequeño que sea.
Consideraciones generales:
• En pacientes con placenta previa sintomática y tratamiento conservador expectante, se
finalizará la gestación de forma electiva en la semana 37.
• En pacientes con placenta previa asintomática:
– Cesárea electiva a las 37-38 semanas si es “oclusiva”.
– Si es una placenta “no oclusiva”, se puede esperar al inicio del parto y decidir la vía
del parto en función de la evolución del caso.
• Antes del parto, la paciente debe ser informada de las diferentes alternativas (parto vaginal o
cesárea) en función del tipo de placenta previa que presente. Igualmente debe de conocer la
posibilidad de precisar una transfusión.
• Se debe disponer de sangre cruzada en cantidad suficiente.
PARTO VAGINAL
En los casos de placenta baja (que llega a 2-3 cm del orificio cervical interno) o de placenta
marginal, el riesgo de sangrado durante el parto es significativo. Sin embargo, en estas
pacientes se puede realizar un intento de parto vaginal si se dispone de personal y medios
para realizar una cesárea de emergencia si fuera preciso. En muchos casos, la cabeza fetal
al descender, comprime la zona de placenta sangrante y se consigue el cese de la
hemorragia. Debe informarse a la paciente de las ventajas y riesgos asociados y disponer
de todos los medios adecuados para realizar una cesárea urgente en caso de necesidad.
Las complicaciones más importantes de la placenta previa incluyen las placentas accreta, percreta
e increta, sobre todo en pacientes con antecedentes de cesáreas previas.
Cuando se producen alteraciones en el desarrollo de la decidua basal junto con una deficiente
formación en la membrana de Nitabuch pueden favorecer que las vellosidades coriales lleguen a la
capa muscular del útero y en algunos casos sobrepasarla.
La prevalencia de aparición es de 1/2000-11000 partos. Determinadas condiciones favorecen este
proceso como son las placentas previas o la inserción placentaria en zonas de cicatrices uterinas o
en miomas submucosos. Esta prevalencia esta aumentada en casos de endometritis, multíparas,
gestaciones múltiples o malformaciones uterinas. Se dividen en totales cuando afectan a toda la
superficie placentaria o parcial cuando solo afectan a una parte de la superficie. Según el grado de
penetración se clasifican en:
La placenta Accreta alude a la inserción directa de la placenta en el miometrio, sin decidua
interpuesta, pero sin invasión muscular. Es decir, vellosidades que contactan con el
miometrio pero no lo invaden.
La placenta previa en una paciente con antecedentes de cesárea se asocia a placenta
accreta en el 10% a 35% de los casos. Cuando las cesareas han sido varias el riesgo puede
llegar a 60-65%.
Se habla de placenta Increta: Penetración de las vellosidades en el miometrio, cuando las
vellosidades coriónicas invaden el miometrio
Y placenta Percreta, las vellosidades perforan el miometrio llegando a la serosa uterina y con la
posibilidad de extensión a órganos vecinos. C uando las vellosidades atraviesan toda la pared
uterina y alcanzan la vejiga o el recto.
El diagnóstico de placenta percreta mediante RM puede ser bastante exacto, pero el de placenta
accreta (que implica una menor invasión miometrial) es menos preciso. Se han publicado algunos
trabajos sobre la RM con contraste de gadolinio, que permite distinguir mejor la placenta accreta
de la percreta. No se dispone todavía de suficiente información para decidir si la RM es mejor que
la ecografía en el diagnóstico diferencial de estas dos clases de placenta.
Otras complicaciones secundarias a un sangrado importante por una placenta previa incluyen las
asociadas a la hipotensión, como la necrosis tubular aguda y el síndrome de Sheehan o infarto
hipofisiario. Aunque la mortalidad materna no llega al 1% y la perinatal no alcanza el 5%, en ambos
puede tener una morbilidad importante. Entre las complicaciones menores se encuentra el riesgo
de histerectomía, la hemorragia anteparto, el sangrado durante o después del parto, la transfusión
de sangre, la septicemia, y la tromboflebitis. Se han publicado casos de rotura espontánea de
útero por una placenta percreta sin antecedentes de cesárea.
BIBLIOGRAFÍA DE PLACENTA PREVIA
INCIDENCIA
Muchos factores pueden causar un desprendimiento placentario y parece que su incidencia está
aumentando. La incidencia actual es de 0,5% al 1%. Es una causa fundamental de mortalidad
perinatal y ocasiona entre el 10 y 15% de todas las muertes perinatales, aunque esta tasa puede
disminuir al mejorar la asistencia neonatal.
DEFINICIÓN:
Todas estas sustancias tienen capacidad citotóxica e inducen hipoxia e isquemia. Una de las
acciones citotóxicas de la endotoxina es inducir la actividad de la oxido nítrico sintasa (NOS), lo
cual produce, óxido nítrico (NO), un potente vasodilatador e inhibidor de la agregación
plaquetaria. Cuando él NO se metaboliza, se genera peroxinitrito, que es un oxidante de larga
duración, capaz de producir isquemia e hipoxia por sus acciones sobre el endotelio vascular.
Cuando los efectos beneficiosos del NO son superados por la infalmación, aparecen isquemia e
hipoxia y esto ocasiona la muerte celular y el sangrado. Los mecanismos específicos implicados en
este paso final se están investigando activamente.
UTERINOS
Miomas
Tabique uterino
Malformaciones uterinas
DEMOGRÁFICOS/SOCIOECONÓMICOS
Elevada paridad
Madre sin pareja (soltera)
Poca educación
MÉDICOS
Infertilidad
Incremento no explicable de AFPSM (alfa fetoproteina sérica materna) y hCG
Reducción de la inhibina A
Sindrome antifosfolipídico
Diabetes previa a la gestación
Hipertensión, crónica y gestacional
Rotura prematura de membranas pretermino con corioamnionitis
TROMBOFILIAS
Mutación 20210A de la protrombina
Hiperhomocisteinemia
Mutación del factor V de Leiden
RPCA (Resistencia a la proteína C activada)
Deficiencia de proteínas C y S
Mutación de MTHFR (metilentetrahidrofolato reductasa)
Disfibrinogenemia
YATROGÉNICOS
Descompresión súbita del útero (amniocentesis)
Versión cefálica externa por parto de nalgas
Tabaquismo
Abuso de cocaína
Traumatismos cerrados
Colocación inadecuada del cinturón de seguridad
Colocación de catéter de presión intrauterino
Actividad física intensa
ETIOLOGÍA
La causa primaria del DPPNI se desconoce. Existen una serie de condiciones o circunstancias que
están asociadas a esta patología que se exponen a continuación:
1. Enfermedades vasculares: diabetes, nefropatías, HTA, preeclampsia.
2. Tabaco, alcohol, cocaína.
3. Edad avanzada de la madre y multiparidad.
4. Carencias nutritivas: ácido fólico, vitamina A, anemia.
5. Traumatismos externos: accidentes de tráfi co, caídas.
6. Yatrogenia: versión externa, administración errónea de ciertas sustancias, pruebas de
estrés.
7. Malformaciones uterinas (mioma retroplacentario).
8. Brusca descompresión uterina al evacuar un hidramnios.
9. Cordón umbilical corto.
10. Hipofi brinogenemia congénita.
11. Síndrome supino-hipotensivo.
CLASIFICACIÓN
Se han propuesto varias clasificaciones, pero las más utilizadas son la de Page (1954) y la de Sher
(1978).
Grado I (leve): corresponde a los casos donde el diagnóstico se realiza de manera retrospectiva.
Estas pacientes suelen presentar hematomas retroplacentarios de aproximadamente 150 ml, que
en ninguno de los casos supera los 500 ml de volumen. Esto no supone riesgo alguno para el feto.
Grado III (severo): se presentan las mismas circunstancias del grado II, pero, además, se confirma
muerte fetal. Puede subdividirse en 2 categorías, dependiendo de la presencia o ausencia de
coagulopatía.
CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS
Dolor abdominal: síntoma menos frecuente que la hemorragia genital. A veces sólo está
presente en menos del 60% de los casos. Se debe fundamentalmente a la irritación miometrial
y la extravasación sanguínea. Se presenta como un dolor lancinante de aparición brusca y con
evolución variable.
Si el caso es leve el dolor suele ser intermitente y de difícil diferenciación con la dinámica
uterina. En los casos más severos aparece de forma aguda, intensa y brusca desde el principio
y suele evolucionar hacia un dolor sordo localizado en hipogastrio y zona lumbosacra. En
muchas ocasiones hay asociación con nauseas, vómitos y sensación de mareo.
Hipertonía uterina: La dinámica uterina está presente en la mayor parte de los casos y se
aprecia que no hay una relajación uterina completa. Presente en el 50% de los casos. En casos
graves el útero se hace leñoso y duro, sobre todo en la zona de inserción placentaria, por lo
que no se puede auscultar el latido fetal.
En general, la hemorragia propia del desprendimiento prematuro de placenta se filtra entre las
membranas y el útero, y luego escapa por el cuello uterino y causa hemorragia externa (fig. 35-3).
Con menor frecuencia, la sangre no sale al exterior, sino que queda retenida entre la placenta
desprendida y el útero, lo que da pie a hemorragia oculta (fig. 35-3).
Como se muestra en las figuras 35-4 y 35-5, el desprendimiento prematuro de placenta puede ser
total o parcial. La hemorragia oculta conlleva mucho más peligro para la madre y el feto. Esto no
sólo se debe a la posibilidad de coagulopatía de consumo, sino también a que no se aprecia con
facilidad la magnitud de la hemorragia y el diagnóstico casi siempre se retrasa.
Los síntomas clínicos incluyen hipersensibilidad e irritabilidad uterina. El tono uterino
puede estar aumentado y resulta difícil distinguirlos de las contracciones.
Debido al volumen del coagulo retroplacentario, las mujeres con desprendimiento pueden
sufrir con rapidez una coagulopatía de consumo bastante importante, que debe ser
atendida con urgencia.
La sintomatología será diferente de acuerdo con el tipo de desprendimiento y la
intensidad de la hemorragia. Cuando la separación se inicia por la zona marginal de la
placenta, la sangre desciende entre las membranas y la pared uterina y sale por el cuello.
Si por el contrario, el desprendimiento se inicia en la zona central, la sangre se acumula
por detrás de la placenta y en consecuencia, no se preséntala hemorragia externa. Esta
variedad reviste una gravedad mayor.
En los casos leves no existe alteración de los signos vitales y la paciente se queja de un
dolor suave en la región anterior del abdomen y en la región lumbar, con o sin
contracciones uterinas; si éstas ocurren, la amplitud está disminuida y el tono aumentado;
esto dificulta la palpación de las partes fetales. La hemorragia es escasa, y casi siempre la
sangre es negruzca.
Cuando el abruptio es moderado, el dolor abdominal se aumenta en forma gradual y la
hemorragia puede alcanzar 1.000 cc. El útero se encuentra duro y no se relaja. El abruptio
es la principal causa de hipertonía primaria.
En los casos severos el dolor es intenso, súbito y sin pródromo. El útero se palpa de
consistencia leñosa como consecuencia de la hipertonía por el aumento de la presión en la
zona retroplacentaria y no hay expulsión de sangre al exterior. Ocurre parto pretérmino, el
feto casi siempre está muerto al ingreso y la placenta se ha desprendido en más de las 2/3
partes. Cuando sobrevive, el recién nacido presenta retardo en el crecimiento
intrauterino.
ANATOMÍA PATOLÓGICA
Para diferenciarlo de los coágulos fisiológicos del alumbramiento en que estos últimos son de
color rojizo, consistencia blanda y no se adhieren. Puede que sea un proceso rápido y por lo tanto
puede que no se pueda apreciar el hematoma si se ha producido una disección placentaria
completa. A nivel microscópico se observan hematomas en la zona decidual con zonas de necrosis
focal junto con infartos hemorrágicos. En ocasiones se evidencia arteriolitis degenerativa e infartos
organizados con presencia de restos de fibrina en los espacios intervellosos. La alteración más
frecuente es la presencia de trombosis de las pequeñas venas retroplacentarias.
Si el caso ha sido grave se puede apreciar una hemorragia a través del miometrio y de la serosa
con disección hacia los ligamentos anchos y bajo el peritoneo pélvico dándole un aspecto violáceo
oscuro y un útero calificado como atigrado, con zonas claras y oscuras. Esto se debe al infiltrado
hemático con edema en toda la capa muscular, siendo más intenso en la zona donde se localizaba
la placenta. A este fenómeno se le conoce como Útero de Couvelaire. (Figura 7)
DIAGNÓSTICO
Se establece por el dolor abdominal, la hipertonía uterina y la metrorragia con shock o sin él.
Se presentan dos situaciones:
A) En caso de hemorragia externa o mixta (fig. 8-30), el diagnóstico diferencial presenta escasas
dificultades, puesto que si no se trata de un proceso ginecológico, que siempre se debe investigar,
la única metrorragia de gran frecuencia que al final del embarazo puede inducir duda es la de la
placenta previa. Pero la hemorragia y los síntomas acompañantes son en una y otra distintos
Ecografía: Muy útil en el diagnóstico diferencial de Placenta previa debido a que su presentación
también es como hemorragia genital. Para el diagnóstico de DPPNI es útil en 30-50% de los casos.
Los signos que se presentan son de hemorragia aguda (imágenes iso e hiperecoicas y la presencia
de hematomas (imágenes hipoecoicas). La ecografía resulta muy útil en el seguimiento de
hematomas retroplacentarios debidos a desprendimientos asintomático en mitad del embarazo.
DIAGNÓSTICO ECOGRÁFICO
Otros: los datos de laboratorio no son poco específicos pero nos informan del estado materno y
pueden ponernos de manifiesto una coagulación intravascular diseminada. Hay que tener en
cuenta que la elevación de D-Dímeros tiene una especificidad del 93% y un valor predictivo del
91%. La trombomodulina es un marcador de destrucción de las células endoteliales que existen en
gran cantidad en el sincitiotrofoblasto.
Tanto la R.M.N como el Doppler tienen poca utilidad práctica actualmente aunque el doppler tiene
valor en el seguimiento de pequeños hematomas y su evolución.
TRATAMIENTO
El estado materno y la viabilidad fetal son las consideraciones más importantes que van a influir
sobre la decisión a tomar.
MEDIDAS GENERALES:
Se procederá al ingreso de la paciente y a una monitorización tanto fetal como materna intensa.
Primero se ha de valorar el estado materno mediante constantes vitales como tensión arterial,
pulso, saturación de oxigeno. Se solicitará analítica completa que debe incluir hemograma,
bioquímica y hemostasia. Especial atención debemos poner en el hematocrito, plaquetas e Índice
de Quick. Se han de cruzar y reservar como mínimo dos unidades de concentrado de hematíes.
Hay que realizar una exploración obstétrica que incluya la valoración de la hemorragia genital y
evidenciar que el sangrado es de cavidad, y la dureza uterina y su capacidad de relajación.
Cuando el estado materno lo permita se ha de practicar una ecografía para descartar placenta
previa y en la medida de lo posible confirmar el diagnóstico de abruptio.
Ante la sospecha de hipovolemia se ha instaurar una perfusión intravenosa en cada brazo y control
de monitorización central. El control de la diuresis es muy importante para valorar la función renal.
La oxigenoterapia se ha instaurar si el estado de la paciente así lo precisa. Ante un deterioro
importante del estado materno, fetalo ambos se ha de proceder inmediatamente a quirófano y
valorar la transfusión de hematíes.
CONDUCTA OBSTÉTRICA
Tras la estabilización de la paciente tenemos que tomar una actitud de acuerdo con las
posibilidades de madre y feto. Hay que tener en cuenta que en muchos casos se nos plantea el
problema de la prematuridad fetal lo cual nos va a influir de manera importante en nuestra actitud
obstétrica.
A pesar que hay estudios en marcha para valorar la seguridad de la tocolisis en el desprendimiento
de placenta, se considera que estos fármacos están contraindicados ya que empeoran el cuadro
debido a que retardan la aparición de síntomas por lo que retarda su diagnóstico.
TRATAMIENTO CONSERVADOR:
Ante un desprendimiento leve con feto pretérmino, con ausencia de compromiso materno y con
una buena monitorización fetal, el comportamiento suele ser igual que una A.P.P:
• Reposo absoluto. Control de constantes intenso. Perfusión intravenosa, dieta absoluta y
control de diuresis.
• Cardiotocograma continúo y si no hay alteraciones realizar controles cada 8-12 horas.
• Control ecográfico del hematoma cada 12-24 horas.
• Proceder a la maduración pulmonar con glucocorticoides según pauta estándar.
TRATAMIENTO ACTIVO
Ante una gestación a término, desprendimiento moderado o severo, compromiso fetal o materno
se ha de terminar con la gestación.
• Se puede intentar el parto vaginal cuando no haya compromiso vital para la madre y el
Cardiotocograma sea satisfactorio ya que no se ha evidenciado un aumento de la mortalidad fetal.
Se han de considerar factores importantes como son la paridad, Índice de Bishop, presentación
fetal. No se ha de prolongar el trabajo de parto más de 5 horas. Precaución con el uso de oxitocina
ya que hay predisposición a la aparición de hiperdinamia e hipersistolia.
• Ante un feto muerto algunos autores remiendan el parto vaginal excepto ante complicaciones
maternas. Hay que tener en cuenta que los efectos de la prematuridad asociada a estos casos son
impredecibles y devastadores por lo que algunos autores fijan el límite de la edad gestacional de
28 semanas en adelante.
MANEJO POSTPARTO
El control postparto se ha de basar en el control hemodinámico, coagulación y hemostasia.
Especial vigilancia se ha de tener en el control de la función renal y pulmonar. En el caso que la
paciente sea Rh negativo se procederá a la administración precoz de inmunoglobulina anti-Rh.
COMPLICACIONES
Casi todas las complicaciones maternas del DPP se producen como consecuencia de la
hipovolemia. Una de ellas es la insuficiencia renal (IR) que se produce cuando la hipovolemia
es severa y se trata de forma tardía o incompleta. La IR por necrosis cortical aparece en casos
mortales, es más precoz y lleva a la muerte por uremia en 1 o 2 semanas, a menos que se
inicie diálisis constante.
La necrosis tubular aguda es más común, aparece más tardíamente y es reversible en la
mayoría de los casos. La causa exacta de IR no está bien establecida, pero se cree que se
produce por ladisminución de la perfusión renal a causa de disminución del gasto cardíaco y
por espasmos de vasos intrarrenales como consecuencia de hemorragia masiva. La prevención
consiste en la administración rápida de sangre y soluciones cristaloides.
La coagulopatía de consumo se produce por una liberación masiva de tromboplastina a la
circulación que induce la formación intravascular de fibrina, el agotamiento de los factores de
coagulación y la consiguiente activación del sistema fibrinolítico. El sistema hemostático se
evalúa mediante el estudio de los niveles de fibrinógeno, tiempo de tromboplastina parcial,
tiempo de protrombina, concentración de dímeros D, recuento plaquetario y niveles de
productos de la degradación de la fibrina. Estas pruebas son muy útiles para evaluar y
controlar la CID.
El parto vaginal se puede realizar en presencia de concentraciones extremadamente bajas de
factores de la coagulación; sin embargo, es más seguro reponer estos factores particularmente
las plaquetas y el fibrinógeno. Después del parto, la coagulopatía se resuelve en unas horas
con la reposición adecuada de sangre y manteniendo el volumen intravascular. Ante la
presencia de CID, se debe evitar en lo posible cualquier intervención quirúrgica.
Como consecuencia de un DPP se puede producir el llamado útero de Couvelaire, que consiste
en la extravasación de sangre dentro del miometrio y debajo de la serosa del útero que
ocasiona atonía uterina en el puerperio inmediato. También puede haber extravasación
sanguínea al nivel de las trompas y ligamentos anchos.
La embolia del líquido amniótico, que tiene una mayor incidencia cuando se produce el DPP,
es otra de las complicaciones catastróficas e imprevisibles. Es importante recordar que las
madres Rh negativo con DPP, pueden tener una transfusión feto-materna masiva y requerir
dosis mayores de inmunoglobulina anti-Rh para evitar la isoinmunización.
Con respecto al feto, la mayoría de las complicaciones son consecuencia de la prematuridad y
de la hipoxia. Los desprendimientos subagudos asociados con infartos placentarios también
pueden provocar hipoxia fetal crónica y restricción del crecimiento intrauterino.
DEFINICIÓN Y ETIOLOGÍA
Vasa previa es una entidad en la cual los vasos umbilicales transcurren por las membranas
sin la protección del cordón umbilical o de tejido placentario, y atraviesan el segmento
uterino más inferior por delante de la presentación, en contacto con el OCI (Orificio
Cervical Interno) o en su región circundante.
La lesión de los vasos en el momento del parto, por la presentación fetal o por la
amniorrexis espontánea o artificial, ocasiona una hemorragia fetal con elevada mortalidad
perinatal, mayor del 75%.
Su presencia se asocia a una inserción velamentosa de cordón, a una placenta bilobulada o
a un lóbulo accesorio. La palpación ocasional del vaso o su visualización por amnioscopia
permiten el diagnóstico.
La existencia de una inserción velamentosa del cordón y la otra es la placenta con un
lóbulo succenturiado; en ambos casos, los vasos fetales no protegidos que quedan dentro
de las membranas pueden no ser diagnósticados, y cuando se rompen las membranas de
forma artificial o al evolucionar el parto, se pueden romper los vasos fetales, y el feto
muere desangrado.
Inserción velamentosa: Este tipo de inserción tiene importancia clínica considerable. Los vasos
umbilicales se abren dentro de las membranas a cierta distancia del borde placentario, el cual
alcanzan circundados sólo por un pliegue de amnios (fig. 27-6).
Como resultado, los vasos son vulnerables a la compresión, lo cual puede inducir anoxia fetal.
Aunque su incidencia se acerca al 1%, la inserción velamentosa se desarrolla con más frecuencia
en caso de placenta previa y gestaciones múltiples.
En algunos casos de inserción velamentosa, los vasos placentarios se ubican por encima del cuello
uterino, se mantienen entre el cuello y la parte fetal que se presenta, y sólo se encuentran
sostenidos por membranas. El resultado es que los vasos son vulnerables no sólo a la compresión,
que podría conducir a anoxia fetal, sino también a laceración, que puede desencadenar
exanguinación del feto.
FACTORES DE RIESGO
Los pacientes de riesgo son los que tienen placentas bilobuladas, placentas succenturiadas,
placenta previa en el segundo trimestre, con o sin migración posterior, placentas de inserción baja,
embarazos por fecundación in vitro (se cree que esto se debe a las tasas más altas de inserción
anormal del cordón en los embarazos obtenidos por esos métodos) y gestaciones múltiples. Estos
procesos aumentan el riesgo de que los vasos fetales de las membranas se sitúen sobre el orificio
cervical interno.
INCIDENCIA
Por fortuna, los vasos previos son infrecuentes, se produce vasa previa en una de cada 1000 a
5000 gestaciones, y es un trastorno con una elevada mortalidad fetal, que va del 33% al 100%.
Este cuadro aparece cuando un vaso fetal atraviesa y cubre el orificio cervical interno. Por su parte
Lee et al. (2000) identificaron la anomalía en uno de 5200 embarazos.
CLÍNICA
El diagnóstico prenatal permite una tasa mayor de sobrevivencia fetal que el diagnóstico
establecido durante el parto. Por eso, sería ideal que los vasos previos fueran identificados en
forma oportuna y se programara una cesárea. En términos
clínicos, el explorador puede en ocasiones palpar u
observar de manera directa un vaso fetal de forma
tubular dentro de las membranas que cubren la parte que
se presenta. Mediante la ecografía vaginal, es posible
identificar el vaso como una línea ecogénica, paralela o
circular ubicada cerca del cuello uterino (fig. 27-7).
Dr. Juan Aller; Dr. Gustavo Pages. Obstetricia Moderna. 3ra Edición.
M Perelló, R Mula, M López. ANOMALÍAS PLACENTARIAS (PLACENTA PREVIA, PLACENTA
ACCRETA Y VASA PREVIA) Y MANEJO DE LA HEMORRAGIA DE TERCER TRIMESTRE). Servicio de
Medicina Maternofetal. Instituto Clínico de Ginecología, Obstetricia y Neonatología. Hospital
Clínico de Barcelona. 2012.
M.L. Cañete Palomo. URGENCIAS EN GINECOLOGÍA Y OBSTETRICIA. Editorial SHERING
OBSTETRICIA Y GINECOLOGÍA DE DANFORTH. CAPÍTULO 21: PLACENTA PREVIA Y
DESPRENDIMIENTO DE PLACENTA. Pág. 391
Williams Obstetricia. 23 Edición. Editorial Mc Graw Hill. Pág 583
GENERALIDADES
La rotura del seno marginal de la placenta o hematoma decidual marginal. Es una rara
complicación en placentas de inserción normal. Generalmente es debido al sangrado del seno
venoso marginal de la placenta (hematoma de baja presión), lo cual supone una diferencia
fundamental con respecto al hematoma retroplacentario central, cuyo sangrado presenta
componente arterial. La morbilidad fetal depende del volumen del hematoma, que si es
importante puede estar asociado a parto prematuro por su efecto irritante sobre el útero. Suelen
asociarse a tabaquismo materno.
DEFINICIÓN
El seno marginal es un canal venoso que se encuentra en el borde placentario. Su cara interna está
en relación con el corion y la externa, con la caduca interúteroplacentaria. Rara vez es completo y
en la actualidad se duda de su existencia. Los que defienden su presencia le asignan la función de
comunicar la sangre venosa del espacio intervelloso, (EIV), con las venas uterinas.
El seno marginal se puede romper durante el embarazo y, con mayor frecuencia, durante el parto.
El mecanismo se relaciona a un exceso de tensión vascular por estancamiento del aparato venoso
uterino y a una degeneración prematura de la placa decidual, que al menor estiramiento de las
membranas ovulares ocasiona la rotura del seno marginal.
FRECUENCIA Cuando se realiza el estudio sistemático de todas las placentas, su hallazgo puede ser
frecuente y se dan cifras hasta de 34%. Es posible que la incidencia sea la misma de la placenta
previa.
CUADRO CLÍNICO La hemorragia indolora es el principal síntoma; puede ser oculta, externa o
mixta. La pérdida sanguínea puede ser abundante.
Es otra de las causas de hemorragias del tercer trimestre y el síntoma principal es la hemorragia
vaginal de moderada intensidad, de sangre roja sin coágulos que ocurre durante el reposo o el
sueño y que se puede detener en forma espontánea al formarse el coágulo que obtura el
desgarro. En algunos casos el episodio se puede repetir con sangrado más abundante. La revisión
posterior de la placenta muestra antiguos coágulos adheridos al borde placentario, pero puede
suceder que no se encuentre ninguna explicación para la hemorragia anteparto.
EVOLUCIÓN La mayoría de las veces es favorable. El sangrado se detiene espontáneamente
cuando el coágulo que se forma, tapona el sitio del desgarro.
TRATAMIENTO El reposo absoluto y la observación de los signos vitales es la medida más benéfica.
Si la ruptura ocurre durante el parto se debe practicar la amniotomía.
Generalmente no se afecta el estado materno por lo que el tratamiento es expectante y se basa en
reposo absoluto y mantenimiento del estado general de la paciente. En el momento del parto se
realiza amniorrexis y transfusión de hemoderivados en caso de ser necesario.
Dr. Juan Aller; Dr. Gustavo Pages. Obstetricia Moderna. 3ra Edición.
M.L. Cañete Palomo. URGENCIAS EN GINECOLOGÍA Y OBSTETRICIA. Editorial SHERING.
Obstetricia y Ginecología de Botero. 7ma Edición. Pág 205
ROTURA UTERINA
Es la solución de continuidad de la pared uterina que ocurre durante el embarazo, una vez que el
feto ha alcanzado su viabilidad y que pone en peligro la vida de la madre, del producto o la de
ambos. La incidencia de la rotura uterina (RU) es de 0,02% a 0,08%. Para obtener resultados
favorables se debe hacer el diagnóstico temprano, laparotomía exploradora inmediata y
reposición adecuada de hemoderivados y soluciones cristaloides.
La rotura del útero puede aparecer como resultado de una lesión o anomalía preexistente,
relacionarse con traumatismo o complicar el trabajo de parto en un útero sin cicatrices
previas
La causa más frecuente de rotura uterina es la separación de una cicatriz de histerotomía
por cesárea previa
La mortalidad fetal se acerca al 70% con la rotura espontánea o traumática del útero.
ETIOLOGÍA
Los factores que intervienen en la rotura uterina son heterogéneos y las causas más frecuentes se
señalan a continuación.
1. Cesárea o histerotomía previa.
2. Presión excesiva sobre fondo uterino (maniobra de Kristeller).
3. Legrados uterinos a repetición.
4. Fórceps e intervenciones destructoras.
5. Uso inapropiado de oxitócicos.
6. Gran multiparidad.
7. Anomalías uterinas.
8. Acretismo placentario y DPP.
9. Mola invasora y carcinoma cervical.
10. Fetales: macrosomía, malformaciones.
Uno de los factores etiológicos más importantes es el antecedente de cesárea anterior que
aumenta 8 veces la posibilidad de rotura uterina, en comparación con las pacientes sin cicatrices
uterinas. El riesgo depende del tipo de incisión en el útero, cuando es corporal longitudinal es 10
veces más frecuente que cuando la incisión es transversal.
El uso y duración de la oxitocina no intervienen en la frecuencia de la rotura, siempre y cuando se
vigile su administración. Esta entidad guarda más relación con la duración del trabajo de parto que
con el empleo de la propia oxitocina. En las grandes multíparas existe una disminución de la
resistencia que la hace más vulnerable a desgarros o rotura que en las mujeres nulíparas.
Las maniobras obstétricas traumáticas son responsables de 13% al 17% de las roturas uterinas y la
mayoría se relacionan con partos instrumentales y colocación de fórceps medios. También se ha
señalado que la manipulación uterina en los casos de versión externa o gran extracción podálica
produce 4% a 6% de las roturas.
CLASIFICACIÓN
La rotura uterina se puede clasificar de acuerdo a su extensión, su forma de presentación y
antecedente obstétrico.
Según su extensión se pueden clasificar en:
Rotura completa: cuando la lesión abarca todo el espesor de la pared uterina e involucra
al peritoneo visceral.
Rotura incompleta: cuando la lesión se extiende sólo al músculo uterino quedando el
peritoneo intacto.
ASPECTOS DIAGNÓSTICOS
La RU va precedida por signos y síntomas que hacen pensar que en poco tiempo va a ocurrir. El
más común es el sufrimiento fetal en el trabajo de parto y le siguen en orden de frecuencia: dolor
abdominal, hemorragia vaginal, falta de descenso de la presentación, hipertonía uterina y
alteración del contorno uterino.
El dolor se inicia a nivel del segmento uterino y se caracteriza porque persiste ente contracciones,
se acentúa con la palpación y, en ocasiones, se acompaña de los signos de Bandl y de Frommel. La
coexistencia de ambos signos se conoce como síndrome de Bandl-Frommel y asociados con
sufrimiento fetal agudo conforman el cuadro clínico de inminencia de rotura uterina.
El diagnóstico definitivo de rotura uterina se establece por medio de la visión directa durante el
acto operatorio o con la revisión manual de la cavidad uterina. Las roturas uterinas de la pared
posterior no son infrecuentes y, en muchas ocasiones, son difíciles de diagnosticar si el
examinador es inexperto.
ASPECTOS TERAPEUTICOS
Si se sospecha de Rotura Uterina (RU) se debe practicar una laparotomía para valorar la severidad
de la misma y decidir la conducta. La histerorrafia se usa en pacientes jóvenes, que deseen
preservar su fertilidad, se encuentren hemodinámicamente estables al momento de la
laparotomía y donde la reparación sea técnicamente factible. Se ha señalado una tasa de rotura
uterina recurrente de 4% a 10% en pacientes con histerorrafia previa, por lo que se recomienda la
cesárea electiva tan pronto se confirme madurez fetal. La histerectomía se recomienda en
pacientes añosas, que hayan completado el número deseado de hijos, cuando la rotura es muy
amplia y anfractuosa o cuando se comprometa el futuro obstétrico.
PRONÓSTICO
La rotura uterina se acompaña de un incremento notable en el índice de complicaciones y muerte
materna. El diagnóstico precoz, la intervención rápida, la disponibilidad de sangre y la
antibioticoterapia han mejorado de manera considerable el pronóstico materno. El pronóstico
fetal es malo porque en las etapas previas a la rotura uterina el feto puede fallecer por el
síndrome de hiperdinamia y en los casos de rotura completa la muerte fetal es casi segura.
Dr. Juan Aller; Dr. Gustavo Pages. Obstetricia Moderna. 3ra Edición. Pág. 257
Williams Obstetricia. 23 Edición. Editorial Mc Graw Hill. Pág. 784