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Grado en Filosofía
Debates Éticos Contemporáneos
Curso 2019/2020
Maite Menéndez 09/01/2020
Debates Éticos Contemporáneos Grado en Filosofía
Índice
Introducción.............................................................................................................3
Bibliografía............................................................................................................10
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Maite Menéndez 09/01/2020
Debates Éticos Contemporáneos Grado en Filosofía
Introducción
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Tras los sucesos de la Segunda Guerra Mundial, esta máxima se vio reforzada, y se
plasmó en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948, su expresión
legal más conocida y extendida. En este documento se define la vida como algo valioso
por sí mismo, con un valor intrínseco. En esta lectura, todo acto de interrupción de la
vida de un ser humano es un atentado contra los derechos que le corresponden por ser
humano, sin importar las circunstancias que se den. En esta postura se han mantenido
los representantes del cristianismo en todo debate que haya abierto la cuestión del valor
de la vida. En el caso de la eutanasia o el suicidio asistido, antes que considerarlo como
un acto para acabar con el sufrimiento en vida de una persona, únicamente se percibe
como un tipo de homicidio, como la interrupción voluntaria de la vida, algo que atenta
contra su concepto sagrado de la vida, que abarca desde el momento de la concepción
hasta el de la muerte por causas naturales. En esta concepción de la vida, la dignidad y
el sufrimiento no parecen tener mucho que decir, solo importa que sea dios (en estos
casos) el que otorgue y arrebate la vida. La vida es en última instancia un don divino,
más que un derecho.
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sufrimiento es suficiente para rendirse ante la muerte. La vida es un don, un regalo
divino, pero un regalo que no podemos rechazar. Y si no se puede rechazar, ¿sigue
siendo un regalo? ¿no se convierte en una obligación?
Acatando firmemente las doctrinas del cristianismo, no hay demasiado espacio para
la libertad y la decisión, y menos aún para la dignidad. Lo que tiene importancia es la
vida biológica, el acto de vivir el tiempo natural, se den las condiciones que se den.
Pero estos valores se han empezado a cuestionar a lo largo del siglo XX, hasta llegar
a tambalearse como lo están haciendo ahora a comienzos del siglo XXI. Los términos
“calidad de vida” y “vida digna” han impregnado nuestro día a día, a medida que se ha
ido creando y afianzando el estado de bienestar en los países desarrollados. Ya no solo
preocupa la mera supervivencia, la mera conservación de la vida en las condiciones que
sean. Ahora lo que queremos es vivir bien. Pero como todo concepto, no existe una
única definición para el concepto de vivir bien. (Mismamente, el modo de vida
anteriormente citado es la definición de buena vida del cristianismo).
Para tratar de definir cómo queremos vivir, mejor comenzar por cómo no queremos
hacerlo. Algo en lo que la mayoría de la gente está de acuerdo, incluso gran cantidad de
cristianos aunque vaya en contra de su código ético, es que no queremos sentir dolor o
sufrir. El dolor se refiere a una aflicción física aguda y se manifiesta de muchas
formas2, y el sufrimiento se refiere a un estado de preocupación o agobio psicológico,
típicamente caracterizado por sensaciones de miedo, angustia o ansiedad3.
2
Definición de “Determinación de los fines de la medicina” en Los fines de la medicina (p. 40).
3
Ibid., p. 40.
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aliviar el sufrimiento humano, ya que con frecuencia se ha atendido esa necesidad con
el uso de fármacos, y no con la atención psicológica y humana que el paciente necesita.
Podemos afirmar que nadie querría vivir una existencia dolorosa, pero ante la
presencia de casos en los que la vida se da de esa desagradable manera, lo mejor que
podemos desear es acabar con ella de forma también indolora. Ante esta situación, y en
el caso de las enfermedades terminales, donde muchas veces el sufrimiento del paciente
no cesa aunque el dolor haya sido aliviado, ¿es correcto continuar la trayectoria que la
medicina ha seguido hasta ahora?
Muchos han sido los casos que se han mediatizado en los últimos 50 años en los que
este debate ha sido el tema central. En España mismamente, los casos de Ramon
Sampedro en 1998 y María José Carrasco en 2019 han sido objeto de debate y de
posicionamiento tanto en medios de comunicación como por parte de los representantes
políticos del país.
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de ingerir alimentos por sí mismo, hasta llegar de esta manera a una muerte agónica y
dolorosa, está en su pleno derecho.
No lo está sin embargo si su deseo es una muerte indolora en el momento que él vea
preciso, antes de tener que llegar a esos extremos que se podrían considerar fácilmente
como una vida indigna. Y en estos casos ni si quiera es necesaria la distinción entre
suicido asistido o eutanasia (activa o pasiva), pues cualquier intervención está penada
por la ley. La vida como derecho inviolable se vuelve una obligación, retoma como
nunca su concepción de sacralidad por encima de todas las cosas, y se impone a
aquellos que no quieren continuar viviendo y quieren hacerlo de como ellos deseen.
4
España. Ley orgánica 10/1995, de 23 de noviembre del Código Penal, artículo 143.
5
Testamento de Ramón Sampedro, 1998.
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merece la pena luchar cuando hay alguna posibilidad de ganar, pero no entiende por qué
debe hacerlo cuando no tiene ninguna. Lamenta que su deseo de morir se vea
penalizado por la ley y que, como muchos otros, tenga que esperar a morir por culpa de
su enfermedad sufriendo hasta el final de sus días. Si hay algún enfermo que por sus
creencias o por el motivo que sea quiere morir así, perfecto, pero que no se imponga
como el único final posible para todos los que se encuentran en su situación.
Creo que el derecho a la decisión sobre la propia vida puede ser un buen comienzo
para el debate sobre la eutanasia y el suicidio asistido. Las fronteras que dividen la
legalidad de la ilegalidad en esos ámbitos son muy borrosas, como sucede con la
aplicación de eutanasia a terceros incapaces de decidir. Tal vez la sociedad no está
preparada aún para determinar la legislación sobre la toma de decisiones sobre la muerte
piadosa hacia terceros, pero sí creo que debería estar preparada para asumir la voluntad
libre y razonada de una persona sobre su propio cuerpo y, en última instancia, su propia
vida.
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Artículo de Eldiario.es “El apoyo social a la eutanasia en España es muy alto y sigue creciendo”
https://www.eldiario.es/sociedad/apoyo-social-eutanasia-Espana-creciendo_0_885412147.html (Revisado
08/01/2020).
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De hecho, en España es uno de los puntos que llevaban en sus programas los
partidos que han formado este último gobierno en 2019, algo que lleva luchándose
desde finales del siglo pasado. Tal vez podamos vivir próximamente una respuesta legal
ante tantas peticiones que a lo largo de los años han sido ignoradas. Ni la Iglesia como
institución tan bien asentada en España, ni aquellos que profesan dicha fe deberían tener
la capacidad de imponer su modo de vida, aunque más bien modo de muerte en este
caso, a la totalidad de la población. Como se olvida en muchos casos, la despenalización
de un acto mediante una ley no implica necesariamente la obligación de realizar ese
acto. Que sea legal auxiliar a aquellos que desean morir no significa que se vaya a
realizar una eutanasia a todo el mundo. El peligro de la pendiente resbaladiza es
minúsculo si se comienza contemplando únicamente los casos en los que el solicitante
es el propio paciente, y se dan ciertas condiciones.
Cada vez es más usual que los individuos realicen un testamento vital, que
especifique hasta qué punto quieren ser tratados si se dan situaciones irreversibles o la
pérdida irrecuperable de la consciencia. Que este acto se haya vuelto cada vez más
común implica, por un lado, que la población no apoya totalmente las condiciones en las
que generalmente se llega a la muerte, y por otro lado, que apreciamos nuestra libre
voluntad hasta el punto que queremos que esté presente cuando nosotros no seamos
capaces de manifestarla.
No queda más remedio, pues, que asumir el punto de inflexión en el que nos
encontramos, en el que la calidad de vida tiene más defensores que la sacralización de la
vida, pero esta última sigue estando blindada en la mayoría de las legislaciones del
mundo. Espero que poco a poco vayamos ampliando miras y encaminándonos más
hacia sociedades como Holanda, donde el derecho a la muerte está ya casi igualmente
blindado que el derecho a la vida.
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Bibliografía
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