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Autores

Maritza Verdaguer Pubillones (Santia- Raúl Ibarra Albuerne (1901-1966). Histo-


go de Cuba, 1949), arquitecta, dibujante, riador de la ciudad de Santiago de Cuba
pintora y artesana. Se inicia en el dibujo ar- desde 1945 hasta 1959. Periodista. Autor de
tístico en la década del 80. Ha preferido el numerosos artículos y del libro Narracio-
dibujo como medio de expresión, utilizando nes y Leyendas de Santiago de Cuba.
el tradicional blanco y negro. Ha publicado
en su colección Piedras y Sombras, Plazas
de la Habana Vieja, libro premiado en la Fe-
ria internacional del Libro de 2015 en su versión e-book. Ha
realizado varias exposiciones personales y colectivas.

Colaboradores
Ana Rebeca Muñoz López (Santiago de José Carlos Martínez de Pinillo ­(Santiago
Cuba, 1965). Graduada del Instituto ­Superior de Cuba, 1963). Promotor cultural, colabora-
Pedagógico Frank País García, en la espe- dor del grupo y la revista Excelencias, donde
cialidad de Español y Literatura. Master en ha publicado artículos, así como en periódi-
Museología en la Universidad de Oriente. Especialista cos y revistas internacionales.
­principal del Museo Castillo del Morro.
Julio Corbea Calzado ( Santiago de Cuba, Marcial Rueda Limiñana (1950). Historiador
1956). Graduado de Licenciatura en Historia de El Caney. Lic. en Historia y Ciencias Socia-
en la Universidad de Oriente. Fundador y les, decimista, narrador y actualmente instruc-
coordinador editorial de la Casa del Caribe. tor de literatura de la Casa de la Cultura Ama-
Historiador de la comunidad de El Cobre. dor Montes de Oca. Corresponsal de radio.

Edición y corrección
Pilar Sa Leal (La Habana, 1938). Graduada de Ana Maria Lorenzo García (Santiago de
Ingeniería Eléctrica en el Instituto Electrotéc­nico Cuba, 1949) Graduada del Instituto Superior Pe-
de Leningrado en 1968. Editora y traductora de la dagógico Frank País García (ISP), Santiago de
Editorial de Ciencias Sociales. Fundadora de Ma- Cuba. Premio del ICP y del ministro de Educa-
gín, Asociación de mujeres comunicadoras. ción por su trabajo docente y metodológico.
Edición y composición: Pilar Sa
Diseño interior: Maritza Verdaguer, Pilar Sa
Corección: Ana María Lorenzo
Diseño de cubiertas y portadillas: Maritza Verdaguer
© Maritza Verdaguer Pubillones
© Sobre la presente edición: Editorial Universitaria, 2015
e-ISNB (PDF) 978-959-16-2517-5
MENSAJE AL TERMINAR EL LIBRO

A Santiago de Cuba y sus habitantes,


ciudad para vivir...
A los miles de cubanos, españoles, franceses,
africanos, haitianos, dominicanos, chinos y de
otras nacionalidades
que de una manera u otra, contribuyeron a la
historia
del Santiago de Cuba actual.
Los agradecimientos de este libro son extensos, y el orden no implica diferencia en su importancia,
porque cada contacto, cada ayuda, han sido eslabones imprescindibles
para organizar toda la información existente.
Quiero empezar por Pilar Sa, editora, sin cuyos conocimientos y orientación
no habría podido realizar este libro. Ha sido mi contraparte
en esta aventura desde las primeras versiones de la colección Piedras y Sombras.
Para continuar, en estos momentos cronológicamente, debo nombrar a mi amiga de infancia Georgina Botta,
que me presentó a Rafael Duharte, quien a su vez me recomendó a varios historiadores y amantes de la historia.
A Omar López, conservador de la ciudad, por su magnífico trabajo en pro de la restauración y conservación
de la ciudad con los pocos recursos de que dispone, así como el haber realizado una guía del urbanismo santiaguero
a través de los años, que es La Cartografía de Santiago de Cuba. Una fuente inagotable,
y otros libros y folletos más, que han sido muy orientadores en mi labor
como dibujante y organizadora de este libro.
A Olga Portuondo Zúñiga, historiadora de Santiago de Cuba que con gran generosidad y modestia
me permitió fotografiar libros antiguos de su biblioteca personal.
A Flora Morcate, presidenta de la comisión de Patrimonio de la ciudad, que amablemente ha revisado el
contenido histórico del libro y me ha dado muchos consejos sobre la organización de este volumen.
Raúl y Reri Ibarra Parladé han autorizado que yo incluya las narraciones y leyendas escritas por su padre en 1945.
Ana Rebeca Muñoz ha llevado sobre sus hombros una de las tareas más importantes: el capítulo acerca
de las fortificaciones, uno de los de mayor importancia de este libro y además, ha participado
en la estructura y contenido del libro en su totalidad, así como ha escrito
la introducción del capítulo de La Ciudad Histórica.
Raquel Blanco me brindó información sobre las edificaciones de la ciudad histórica,
así como me mostró residuos arqueológicos que yo ni imaginaba que existían.
Los historiadores de El Cobre y El Caney, Julio Corbea y Marcial Rueda han escrito o
revisado las informaciones históricas de las respectivas poblaciones a su cargo y además, han
analizado el contenido y claridad de esos capítulos.
José Carlos Martínez Pinillo ha escrito bellos textos para el cementerio de Santa Ifigenia,
El Tivolí y el Ayuntamiento, además de ser un promotor imprescindible
para que este libro pueda realizarse.
Ana María Lorenzo García ha revisado más de una vez las narraciones y textos del libro.
Rolando Vueltas Urdaneta me ha dado frases e informaciones importantes que me ha permitido usar,
aunque no quiere aparecer como autor de ellas.
Natacha Font Salmón, de la dirección provincial de Planificación Física, ha brindado una excelente información gráfica y escrita
que me ha permitido completar datos significativos del crecimiento urbano de la ciudad.
Roberto Roldós, del Arzobispado de Santiago de Cuba, ha aportado información sobre las iglesias
de Santiago de Cuba y ha revisado el contenido de lo que se expresa en este libro.
Doy gracias al padre Rovira, de la iglesia de Vista Alegre,
por facilitar que pudiera contactarlo.
...alba y ocaso del imperio español

José Agustín Fernández Cano, archivero y guía del museo Arquidiocesano me ha mostrado reliquias importantes de dicho museo.
Vivian Suárez Reyes, guía del Museo Casa de Heredia, ha contribuido con el conocimiento sobre dicha casa.
Lupe, tecnóloga jubilada del combinado poligráfico, me dio oportunos consejos.
Muchas personas contribuyeron anónimamente en el traslado operativo de las versiones intermedias y finales del libro.
Aimara Vera y Consuelo Hernández, de la editorial Oriente, me animaron de inmediato desde las primeras versiones del libro.
Por último, quiero agradecer a mi familia de La Habana que siempre me ha apoyado: mi esposo, Vladimir Svoboda,
mi hijo Serguei Svoboda Verdaguer, mi nuera Carolina Arteaga y mi hijo político Vladimir Svoboda Rovira.
Santiago de Cuba,

Mi hermana, Zurina Verdaguer, gastó muchas horas de su precioso tiempo


tratando de obtener información de Internet.
Pero a quienes voy a levantar un monumento en mi corazón es a mi familia de Santiago, que ha ayudado
paso por paso a que este libro sea posible: obtener información que ya no es accesible en bibliotecas,
facilitarme contactos que han representado mucho para este libro, alojarme en su casa,
en mis frecuentes viajes a esa ciudad y garantizar el traslado y entrega de las versiones intermedias y final:
Esther Verdaguer Soto, Madeline Hernández Verdaguer y su esposo, Enrique Zaldívar,
así como sus hijos Enrique y Leonardo; Lilian Hernández Verdaguer, su esposo
y sus hijas Liliana y Beatriz; Ernesto Hernández Verdaguer e hijo
así como Lyudmila Verdaguer Pérez y su madre, Luisa Pérez.
Si omito a alguien, discúlpeme, ha sido sin intención.
VIII
VIII
Al terminar el libro IX

Al terminar el libro
Alba y ocaso
Es imposible decir categóricamente que un imperio nace o muere en algún sitio específico. Las estructuras
de poder se forjan lentamente, y de la misma forma, se destruyen. Es la ley de la naturaleza: todo tiene
un principio, un desarrollo y un fin. Así, la metáfora de que Santiago de Cuba constituye el alba y
el ocaso del imperio español, solamente indica la importancia crucial que tuvo la ciudad en algunos
momentos históricos muy significativos del auge y la caída del imperio español.
Las primeras décadas de existencia de Santiago de Cuba están estrechamente ligadas a Diego Velázquez,
nacido en Cuéllar, España, en 1465 y fallecido en Santiago de Cuba en 1524 y a quien califican como el
primer hispano­‑cubano. Participó en el segundo viaje de Colón y en la llamada pacificación de las islas
de Cuba y La Española hasta 1509. Fue Adelantado y gobernador español de la Isla de Cuba hasta su
muerte. Ejerció su poder desde la ciudad de Santiago. Fundó las siete primeras ciudades españolas de
Cuba: Nuestra Señora de la Asunción de Baracoa, en 1512, que fue la primera villa y primera capital de
la isla; San Salvador de Bayamo; Santísima Trinidad; Santa María de Puerto Príncipe; Sancti Spíritus;
San Cristóbal de La Habana; San Juan de los Remedios y Santiago de Cuba, hacia donde trasladó la
capital procedente de Baracoa. Santiago de Cuba se mantuvo como capital de Cuba hasta 1607, fecha en
que se dividió el territorio en dos departamentos. San Cristóbal de La Habana fue nombrada entonces
capital de la isla y Santiago de Cuba permaneció como cabecera del departamento oriental. Pero desde
su fundación en 1515, Santiago de Cuba fue centro de los intereses imperiales, aunque los barcos salieran
de otros lugares.
De Santiago de Cuba partieron las primeras expediciones a Yucatán y México, por iniciativa de Diego
Velázquez, que patrocinó varias de ellas. La existencia de oro y culturas avanzadas avivaron la codicia
de los españoles y a finales de 1518, Velázquez se unió a Hernán Cortés para organizar una expedición,
en la que Velázquez era el armador y Cortés, el capitán general. La conquista se expandió sobre América
y contribuyó al auge del imperio español durante siglos, hasta que se desgajaron de España las colonias
con excepción de Cuba y Puerto Rico.
En 1868 comenzaron las guerras por la liberación de Cuba, aunque ya había habido rebeliones de esclavos
y conspiraciones fallidas. En 1895 se inició la guerra que concluyó la presencia española en la isla. En 1898,
Estados Unidos entró en el conflicto bélico, donde Santiago de Cuba fue escenario de las principales
batallas entre cubanos, estadounidenses y españoles: El Caney, la loma de San Juan y la entrada de la
bahía de Santiago de Cuba, fueron lugares clave que marcaron la derrota de las tropas españolas, con el
descalabro de la escuadra de Cervera. A grandes rasgos, esta es la parte histórica general más importante
del dominio del imperio español en Cuba, pero existe otro dominio, más emocional, que caracteriza la
magia y arraigo de la ciudad de Santiago tanto en las personas que nacieron en ella como en los que la
visitan.
...alba y ocaso del imperio español

A pesar de haber sido destruida por piratas y terremotos, y haber sido reconstruida con diferentes
estilos, que la convierte en una urbe principalmente ecléctica, Santiago mantiene una unidad espiritual,
un aire misterioso y pintoresco que va más allá de su aspecto físico y le confiere una personalidad
propia, arreciada por las luchas de las que ha sido testigo. Grandes hombres y mujeres han nacido o
vivido en ella, entre ellos, generales de la Guerra de Independencia e importantes personalidades de las
artes y las letras. Por eso permanece en los corazones de quienes como yo, emigraron a otros lugares de
Cuba, pero que de una manera u otra hemos mantenido nuestros vínculos.

Dibujos, historia, narraciones y leyendas


Santiago de Cuba,

He dibujado los lugares de mayor relevancia de la época colonial y de los primeros años de la república,
algunos desaparecidos, otros aún en pie. He agregado algunas fotos antiguas e incluido un poco de
historia de las edificaciones más importantes de la ciudad, para que se pueda tener idea de la época de
construcción y los acontecimientos más importantes que ocurrieron en ellas, o simplemente, el uso para
las que fueron creadas.
Las narraciones y leyendas corresponden a la autoría de Raúl Ibarra Albuerne, vecino de mi familia
y amigo de mi padre y autor de Narraciones y leyendas de Santiago de Cuba. El primer tomo se publicó
en 1945, pero el segundo nunca vio la luz. Me impresionó tanto, cuando lo leí siendo muy joven, que
X
cincuenta años después todavía lo recordaba y decidí buscarlo. Lo encontré en la biblioteca de la antigua
Universidad de Oriente. Fue difícil transcribir sus páginas, ya que por su estado al libro no se le podía
XI
aplicar técnica digital.

Al terminar el libro
Lo que impacta de esta obra —como el propio autor señaló—, es que personajes comunes sin importancia
histórica, dan una idea de cómo era la vida en esa ciudad en el período colonial. La mayoría de las
narraciones versan sobre momentos trágicos de los protagonistas, o simplemente explican costumbres
de la época y cómo surgieron diferentes dicharachos callejeros que se han convertido en parte del
refranero popular y que han llegado hasta nuestros días. Su hijo, Raúl Ibarra Parladé, escritor y guionista
santiaguero, escribió acerca de su padre:

“Soy de mi infancia como de un país”, decía Saint Exupery, y como él, somos muchos los que
repetimos la frase del autor de El pequeño príncipe. Aunque en mi caso, ese país estuvo, y sigue
estando, habitado por una sola persona: mi padre. Fue un hombre de su época, provinciano y
santiaguero hasta la médula, y como tal, dedicado a nosotros, sus hijos. Un excelente profesional
del periodismo de nuestra ciudad, formado a lo largo de años de trabajo en muchos periódicos
locales, trocado en historiador de Santiago de Cuba por amor y profundo conocimiento de
cuánto hay de tradicional y glorioso en el agitado devenir de siglos de esta capital oriental, que
él asumía como si fuera el devenir de su propia vida. Nunca se apartó de ella, fue generoso hasta
lo indecible de su talento y de su trabajo para con su ciudad, que fue su modo de insertarse con
la mayor fuerza posible en el espacio en que le tocó nacer, crecer y ser útil. Con todos tenía
palabras de afecto, una idea ingeniosa, una broma simpática; en el fondo, como suele suceder
con las personas de buen humor, era sensible, tierno y muy triste. Para mí, el mejor padre que
me pudo deparar el destino.

Espero con estas páginas contribuir a que la gente común que ama la lectura, encuentre un
testimonio fidedigno acerca de la ciudad de Santiago de Cuba, resumido y organizado de la manera
más amena y bella que me ha sido posible, extraído de la inmensa información que existe acerca
de esta ciudad.
Así que empiezo y termino cronológicamente este libro al revés: lo que escribí en 2013 para darle inicio,
unido al clásico dibujo de la escalinata de Padre Pico, construida en 1899 por iniciativa del alcalde Emilio
Bacardí, así como un dibujo de mi casa natal, son las palabras finales de Piedras y Sombras, alba y ocaso
del imperio español, que en algún momento intermedio llamé también Piedras y Sombras. Santiago de
Cuba, una historia de amor.
Después de haber tenido que estudiar de nuevo la historia de Santiago y conocer un montón de personas
interesantes, reencontrarme con mis ancestros y con muchos amigos, comienzo este texto que más que
inicial es realmente lo último que he redactado y que tiene para mí un alto valor emotivo.
...alba y ocaso del imperio español

Maritza Verdaguer,
en Cuba, 2015
Santiago de Cuba,

XII
Ciudad vieja
Santiago de Cuba y su historia
En el verano del año 1515, navíos comandados por el conquistador español Diego Velázquez de Cuéllar, arri-
baron a una hermosa bahía ubicada en la parte suroriental de la isla de Cuba. Mostraban el pendón de Cas-
tilla y también una bandera verde con una cruz negra en el centro y a los lados una las iniciales de los Reyes
Católicos Fernando e Isabel.
Según cuenta la leyenda, en las tierras que circundaban dicha bahía se encontraba un asentamiento indígena,
donde en los últimos días de julio, decidió Velázquez fundar la séptima y última villa de la isla de Cuba,
la cual nombró Santiago en honor al Santo Patrón de España. En sus
...alba y ocaso del imperio español

inicios estuvo ubicada hacia el oeste de la rada, desde donde fue necesario
trasladarla debido a la aparición de una plaga de insectos con la que no era
posible convivir y quedó situada para siempre al fondo de la profunda y
resguardada bahía, hacia la ribera este.
La ciudad comenzó a germinar de modo semicircular con la traza de
las ciudades castellanas, cuyo eje principal está compuesto por la pla-
za mayor, rodeada del ayuntamiento, el cabildo civil y la iglesia. Su
primer alcalde fue Hernán Cortés, quien años más tarde partió de su
puerto a conquistar el imperio azteca.
Santiago de Cuba,

Entre 1522 y 1523, recibió el título de ciudad y fue la capital efectiva de la


isla, donde radicó el teniente gobernador y la sede de obispado. En 1607
pasó a ser la ciudad principal del Departamento Oriental, cuando La
Habana se convirtió en capital.
Las costas santiagueras estuvieron amenazadas desde temprano por la
aterradora y reiterada presencia de corsarios y piratas, lo que propició
Planta del Morro y Ciudad de Santiago
la construcción de importantes fortificaciones, entre las que se desta-
de Cuba. Plano de 1669. Juan de Císcara o
ca el Castillo del Morro que comienza a edificarse en 1638, durante el Síscara. Sevilla. Archivo General de Indias
gobierno de don Pedro de la Roca y Borjas.

2
En 1704, Juan Barón de Chávez, gobernador de la ciudad, organizó una expedición contra las Bahamas,
la cual resultó exitosa y motivó que en 1712 se otorgara a la ciudad el título de “Muy Noble y Muy Leal”, 3
que a partir de entonces quedó grabado en la orla que rodea el escudo de la ciudad.

Ciudad vieja
La independencia de Saint-Domingue (hoy Haití) en 1804, trajo consigo la llegada a las costas santiagueras
de miles de colonos franceses que ejercieron una importante influencia en el desarrollo posterior de esta
región del país.
Santiago de Cuba posee costas de gran acantilado y una bahía de bolsa con un canal estrecho y de difícil
acceso. Está rodeada por la Sierra Maestra, macizo montañoso donde se encuentra la Gran Piedra, un
atractivo de la geografía cubana. La irregular topografía del relieve, le confiere a esta región del país una
estructura de ciudad mirador, en la cual convergen avenidas, calles y callejones ondulantes, escalinatas
y un sistema de plazas donde resaltan los parques con árboles que la abanican y ventilan.
En la ciudad coinciden diferentes estilos arquitectónicos y desde un balcón colonial o un edificio
moderno se observa el paisaje que la instala entre el mar y las montañas.
La historia y la cultura cubana tienen profundas raíces en Santiago, donde nacieron la
mayoría de los generales de las guerras independentistas cuyos bustos esculpidos
en bronce se encuentran en la Avenida de los Libertadores, para rendirles
merecido homenaje y entre los que se encuentran Antonio Maceo, Flor
Crombet, Guillermón Moncada, Mayía Rodríguez, Quintín Bandera y
Donato Mármol.
También es la cuna de José María Heredia, considerado el primer poeta
romántico de América y de compositores musicales mundialmente
conocidos como Sindo Garay, Miguel Matamoros, Pepe Sánchez y
Compay Segundo.
Es imposible hablar de esta ciudad y no mencionar algunas de sus
tradiciones como la Fiesta de La Bandera, actividad patriótica que surge
a principios del siglo xx, por iniciativa de don Emilio Bacardí Moreau,
...alba y ocaso del imperio español
Santiago de Cuba,

La ciudad actual con los núcleos de El Caney y El Cobre

4
para recibir cada año nuevo, así como sus espectaculares carnavales, caracterizados por sus carrozas y
comparsas que incitan a bailar al compás de la música contagiosa de las congas. 5
Santiago de Cuba posee numerosos monumentos y museos que testifican su acontecer histórico cultural y

Ciudad vieja
preservan su patrimonio, uno de ellos es el cementerio Santa Ifigenia, sitio de veneración perenne y lugar de
reposo eterno de innumerables personalidades cubanas, como Carlos Manuel Céspedes y José Martí.
En los alrededores de la ciudad hay poblados con interesantes historias y leyendas, como El Caney, antigua
comunidad indígena de San Luis de los Caneyes y El Cobre, donde aún existen vestigios arqueológicos de la
existencia de una mina que le dio nombre en el siglo xvi, cuando era escenario de sublevaciones de esclavos,
enclave del Santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, donde creyentes de todas
latitudes acuden a venerar su imagen.
Santiago de Cuba posee gran riqueza histórica y cultural con elementos del patrimonio local, nacional y
mundial, todo lo cual puede comprobarse al transitar sus calles donde es frecuente encontrar a cada paso
museos, monumentos o simplemente ruinas arquitectónicas que cuentan la historia de una ciudad que
cumple 500 años de fundada y donde al llegar se siente la mágica sensación de que Santiago, el apóstol
guerrero, ha abierto su manto protector para recibir al visitante.
Ana Rebeca Muñoz López
Cómo creció la ciudad vieja
El espacio comprendido entre el Paseo de Martí, la avenida 24 de Febrero, más conocida por Trocha, la
bahía con la avenida Jesús Menéndez y el comienzo de la avenida Garzón, en la plaza de Marte son los
límites de la ciudad vieja.
En la actualidad es la zona urbana con mayor densidad de población del país. Las altas pendientes, los
terremotos y las altas temperaturas propiciaron el desa-
rrollo de una urbanización caracterizada por calles
empinadas, muros de contención que confor-
...alba y ocaso del imperio español

man terrazas para adaptar las viviendas,


patios interiores, fachadas sencillas,
corredores, balcones con barandas de
madera torneada o de hierro, pare-
des de adobe y cujes en las edifica-
ciones más antiguas, así como ladri-
llo y piedra en las menos antiguas.
Es una ciudad ecléctica, con una
alta influencia de la arquitectura
Santiago de Cuba,

colonial española en gran número


de edificaciones.
Se ha reedificado ­varias veces sobre
sus propias construcciones, no solo debido
a los frecuentes temblores de tierra, que han
destruido numerosos inmuebles, sino tambien
debido a la actividad humana, que sencillamente a
veces no ha valorado el acervo cultural que represen-
tan los edificios antiguos.
La ciudad histórica en la actualidad
6
Siglos xvi y xvii
Según el historiador Raúl Ibarra Albuerne, los fundadores de esta ciudad, o mejor dicho sus primeros
7
vecinos permanentes fueron Diego Velázquez de Cuéllar, Gonzalo de Guzmán, Amador de Lara,

Ciudad vieja
Hernán Cortés, Pánfilo de Narváez, Bernardino Velázquez y Pedro de Barba.
Sus límites se mantuvieron aproximadamente en los alrededores del actual parque Céspedes, que en
aquel momento era la plaza de armas. Su población máxima no rebasaba unos pocos miles de habitantes.
La costa o límite marítimo se encontraba más al este, de manera que gran parte de lo que ahora es la
zona portuaria y la Alameda Michaelsen estaba ocupado por el mar.
Era considerada una ciudad fortificada, en la que existió el llamado Revellín del Adelantado, ahora Balcón
de Velázquez, al oeste y la fortaleza de San Francisco al este.
Durante estos dos siglos, la ciudad creció y decreció física y
económicamente en períodos sucesivos. Los factores que
influyeron en estos avances y retrocesos fueron la
extracción de oro y cobre en las minas cerca-
nas, la casi desaparición de la mano de obra
indígena, la entrada de los primeros escla-
vos negros y los efectos de terremotos que
destruyeron varias veces las edificaciones
de la ciudad.
Al finalizar el siglo xvii, aunque la ciudad
había crecido numéricamente, tenía poca actividad
económica que permitiera su desarrollo, salvo las
plantaciones y la industria extractiva del cercano
pueblo de El Cobre.

La fundación
Siglo xviii
A principios del siglo xviii la ciudad contaba solamente con unos tres
mil habitantes y en 1712, la vida se desarrollaba alrededor del actual
parque Céspedes, la plaza de la Picota o parque Serrano, la zona de la
placita de Santo Tomás y la cuesta de Dolores. La actividad comercial
creció, y la ciudad se expandió grandemente hasta ocupar el espacio que
muestra el plano de 1751.
Datos de 1778 nos informan que la población era en aquellos momentos
...alba y ocaso del imperio español

de algo más de diecinueve mil personas y se incrementó mucho más


en 1795 cuando comenzaron a llegar miles de inmigrantes franceses
y dominicanos a causa de la revolución de Haití, de manera que se
desarrollaron los cultivos de algodón, caña de azúcar y café. También
creció la ciudad hacia el puerto y se dio un gran impulso al comercio.

Siglo xix
Santiago de Cuba,

Entre 1823 y 1833 existió un crecimiento económico muy fuerte


por el desarrollo de la industria cafetalera, la algodonera y de la
minería del cobre. Se incrementó la mano de obra esclava, que
constituyó más del cincuenta por ciento de la población total, que
era de alrededor de veintisiete mil habitantes en 1827.
Se habían construido varios edificios públicos, cuarteles, nueve
iglesias y más de cuatrocientas edificaciones particulares. El límite
construido se acercó gradualmente a la ciudad histórica actual, tal
como se observa en el plano de 1831. Ya existían dos vías de salida
importantes: una hacia El Cobre y otra hacia El Caney.
8
Si la primera mitad del siglo xix es importante para la ciudad de Santiago
de Cuba, la segunda mitad se caracteriza por los avances en la minería 9
del cobre y el desarrollo cafetalero y azucarero.

Ciudad vieja
Siguió creciendo la ciudad. Los planos de 1858 y 1883 muestran
el crecimiento de la ciudad hacia el puerto y hacia los límites de
la ciudad histórica actual.
Pero esta segunda mitad del siglo se caracteriza por las luchas
independentistas y antiesclavistas que aunque habían comenzado en
épocas anteriores, tuvieron su mayor fuerza en este período. La Guerra
de los Diez años (1868-1878) provocó un
efecto terrible en la economía agraria.
Se rodeó la ciudad cada vez más de fuertes, forti-
nes y cuarteles para protegerla de los insurrectos.
A fines del siglo xix, la ciudad histórica ya estaba totalmente
ocupada y una buena parte de la población vivía fuera de esos
límites. En 1899 contaba con más de cua-
renta y tres mil habitantes, y algo
más de cuarenta mil resi-
dían dentro del llama-
do casco histórico.

Desarrollo de la ciudad desde sus inicios hasta el siglo xix, según datos y
planos de la Dirección Provincial de Planificación Física de Santiago de Cuba
Parques y calles principales del centro histórico
Desde la fundación de la ciudad, la vida social, política, administrativa, cultural y comercial se realizó
a lo largo de las calles José Antonio Saco (Enramadas), Aguilera (San Tadeo o calle de la Marina),
Heredia (Catedral) y Félix Pena (calle Estrada Palma, calle del Adelantado, o Santo Tomás) y de las
plazas y parques ubicados a lo largo de ellas.
El parque Céspedes, antigua plaza de Armas, se encuentra entre las calles Aguilera y Heredia, Santo
Tomás y San Pedro, el parque Serrano, conocido en 1700 como plaza de la Picota, se encuentra
en la calle Enramadas; la Plaza de Dolores, actualmente parque Aguilera, se sitúa en la calle del
...alba y ocaso del imperio español

mismo nombre; y la Plaza de Marte o de la Libertad interrumpe la calle Enramadas y es bordeada


por la calle Aguilera, vías que actualmente se prolongan mucho más allá del casco histórico.
La placita de Santo Tomás se ubica en la calle de igual nombre. Tanto las calles como las plazas
surgieron y se desarrollaron en la misma medida en que se produjo el crecimiento urbano, y de esa
manera, trataremos de hacer nuestro recorrido por ellas.
Las calles principales se hicieron cada vez más largas. La plaza de Armas y el parque Serrano fueron las
primeras plazas en desarrollarse, luego la plaza de Santo Tomás, la de Dolores, y por último, la plaza
de Marte.
Santiago de Cuba,

A lo largo de la bahía se fue formando también, aledaño al puerto, un espacio que fue ganado poco a
poco al mar. La calle es la actual avenida Jesús Menéndez. Es en su parte sur una gran plaza, la Alameda
Michaelsen, nombre original de esta, y en su parte norte se fue poblando de almacenes y oficinas del
puerto, con un gran movimiento comercial.
Existieron y existen otras calles y plazas, pero no tuvieron la importancia de las que nombramos.

10
Parques y calles principales
El parque Céspedes y sus alrededores
Al fundarse la villa en 1515, este parque no era más que un espacio sin
pavimentación alguna, alrededor del cual se edificaron construcciones
de guano muy rudimentarias que albergaron la casa de gobierno o
cabildo, la iglesia y las viviendas de los primeros colonizadores.
Años después, en el mismo siglo xvi, se empezó a utilizar como plaza
de Armas y los soldados españoles comenzaron a efectuar allí sus
ejercicios militares.
...alba y ocaso del imperio español

Durante un tiempo recibió el nombre de Plaza de la Reina Isabel en ho-


menaje a la reina de España. Esta plaza alcanzó cada vez mayor jerarquía,
y se mantuvieron alrededor de esta, los edificios del cabildo, la catedral,
la casa de los gobernadores y las de otros personajes importantes de la
época, los cuales fueron reedificados cada vez con mejores materiales.
En estos momentos se llama parque Céspedes en honor del Padre de
la Patria Carlos Manuel de Céspedes, que fue el líder de los indepen-
dentistas cubanos y se levantó en armas el 10 de octubre de 1868 en
Santiago de Cuba,

su finca La Demajagua concediéndole la libertad a sus esclavos e


iniciando así la Guerra de los Diez años.
Fue el primer presidente de la República en Armas. Existe
un monumento a su memoria en el centro de la plaza.
A su alrededor continúan existiendo relevan­tes edifica-
ciones ­administrativas, religiosas, culturales y de ser-

Monumento a Céspedes en el parque

12
vicio como son el Ayun-
tamiento, la Cate­ dral, el 13
museo de Ambiente His-

Ciudad vieja
tórico o Casa de Diego
Velázquez, el hotel Casa
Granda y lo que fuera el
antiguo Club San Carlos,
ahora sede de una galería
de arte y de otras institu-
ciones culturales.
Otras edficaciones de
importancia cercanas a
ese parque son: el lla-
mado Balcón de Veláz-
quez, el seminario de
San Basilio Magno y la
Real Cárcel, todas situa-
das en las cercanías de
las calles principales.
A pesar de ser de dife-
rentes épocas, están em-
plazadas en lo que fue el
espacio del asentamien-
to original.

El parque Céspedes y su entorno


Santiago de Cuba,

14
...alba y ocaso del imperio español

La casa del Adelantado don Diego Velázquez


La casa de don Diego Velázquez 15
Esta edificación se considera la más vieja construcción

Ciudad vieja
colonial española en Cuba y en América Latina. Su
probable fecha de construcción fue el mismo 1515,
cuando se fundó el poblado. Fue la vivienda del
colonizador Diego Velázquez, conquistador de
Cuba y fundador de las siete primeras villas, entre
ellas, Santiago Apóstol, que después se conoció como
Santiago de Cuba, donde fijó su domicilio.
Además de hogar del Teniente Gobernador Diego
Velázquez de Cuéllar, en ella se fundía el oro que se
sacaba de las minas cercanas, por lo que también fue
la Casa de Contratación y Fundición de Oro.
En 1519 se completó la construcción de la planta baja.
No fue hasta 1530 cuando la planta alta fue construida
por el gobernador del momento, Gonzalo Guzmán.
Fue residencia de los diferentes gobernadores que les
sucedieron.
En el siglo xix se convirtió en hotel, luego en cuartería,
comercios, talleres, logia masónica, Centro Republicano
Español, y otras oficinas. Esta situación se
mantuvo hasta 1965, cuando se restauró la casa
bajo el asesoramiento técnico del Dr. Francisco
Prat Puig.

Ventana de la casa de Diego Velázquez


El primer médico municipal de Santiago de Cuba:
María Nava

E
...alba y ocaso del imperio español

ra el año del Señor de 1604. Los habitantes de esta Muy Noble y Muy Leal
Ciudad de Santiago de Cuba, vivían y se reproducían por un verdadero mila-
gro. Las enfermedades tropicales se curaban no sabemos a tenor de qué pro-
digio, ya que solo las curanderas indias o negras de África eran a las que se les daba
la alternativa, pues según el decir de la época, ninguna persona decente era capaz
de dedicarse a esa profesión de drogar a sus semejantes. Por estas precauciones ya
podemos imaginarnos cómo vivían nuestros ilustres abuelos, aunque hay algo in-
cuestionable e irrebatible y es que, a pesar de cuantas barbaridades hacían cuando
se enfermaban… subsistían o sobrevivían a todos los menjunjes, filtros y yerbajos
Santiago de Cuba,

de “ñá” Tomasa o “ña” Francisca o la bárbara que estuviera de moda.


Había en esa época en esta ciudad un gobernador nombrado don Juan de ­Villaverde
y Uzeta, capitán de los Reales Ejércitos, persona muy enfermiza. Siempre estaba
nuestro gobernador con calenturas y males intestinales como consecuencia del fie-
ro sol de estos lares y de los atracones que se daba nuestro capitán, amén de su
edad bastante avanzada. En una de las enfermedades de Su Excelencia, como quiera
que las tisanas con que se intentaba curar no echaban fuera de su gastada anatomía
las calenturas, uno de los miembros de su séquito, le recomendó a una india ya en-
trada en años, que hacía curaciones maravillosas, por lo que se dieron las órdenes
oportunas para que la curandera fuera a asistir al señor gobernador.
16
Lo cierto fue que la curandera Mariana Nava, logró hacerle refrescar la calentura al gober-
nador Villaverde y este sanó rápidamente y en recompensa, propuso al Ayuntamiento que 17
Mariana Nava ejerciese el destino de médico con el sueldo de cincuenta ducados men-

Ciudad vieja
suales, fuera de la gratificación que le abonara el paciente, pero con la precisa obligación
de que la mencionada Mariana no podría bajo ningún concepto salir de la ciudad. El Ca-
bildo estaba muy renuente a tal designación, pero ya sea por la presión de Villaverde
o lo que sea, en su sesión del día 3 de noviembre de 1609 acordó que:
a virtud de no haber médicos ni cirujanos latinos en esta ciudad, y existiendo
una mujer honrada llamada María de Nava que sabía hacer buenas curas de diver-
sas enfermedades, ejerza el destino de médico con el sueldo de 50 ducados y que
para obtenerlos se haga un repartimiento entre todos los vecinos.
Así, María o Mariana de Nava fue la primer “médico” municipal de Santiago de Cuba. La
fama de esta curandera salió de Santiago de Cuba y como demostración, copiamos del
Diccionario Biográfico de Calcagno, página 448, edición del año 1878, la siguiente nota:
NAVA MARÍA. De raza india, famosa curandera de Santiago de Cuba, llamada por
algunos “La Bruja”. Curó a don Juan Villaverde y Uzeta, gobernador de la provin-
cia, por los años de 1600, y este por gratitud y por no haber médicos ahí, con-
tribuyó a designarla para ejercer el cargo de tal, lo que contribuyó a su grande
popularidad, al extremo que el vulgo, crédulo e ignorante siempre, le atribuía mi-
lagros y de ahí el dicho vulgar que se usaba por la región oriental de Cuba: “Mas
sabihondo que la Nava”, cuando se quería demostrar la sabiduría de cualquier
habitante de la ciudad de Diego Velázquez.

Raúl Ibarra Albuerne


El Ayuntamiento en las primeras décadas del siglo xx
El Ayuntamiento 19
A lo largo de la historia desde su surgimiento hasta la actualidad, el ayuntamiento de Santiago de Cuba ha

Ciudad vieja
desempeñado un papel importante en el desenvolvimiento de la vida económica, política y social de la región
y sus ciudadanos.
Durante casi cinco siglos el edificio ha sido reconstruido y rediseñado en siete ocasiones con proyectos
constructivos que lo han ido dotando de más dureza, fortaleza y prestancia, hasta llegar al edificio que todos
conocemos manteniendo su arquitectura auténticamente santiaguera.
Una vez fundada la villa de Santiago de Cuba en 1515 por el teniente gobernador don Diego Velázquez, fue
tarea inmediata la creación del cabildo, institución responsabilizada del gobierno local y la unidad política y
administrativa; se escogió como sitio la Plaza Mayor, céntrico lugar donde se concentraron los edificios mas
representativos del poder colonial español.
A lo largo de la historia sus funciones po-
líticas y administrativas se han manteni-
do; pero su nombre, así como su desarrollo
arquitectónico, sufrió variaciones. Se le
ha nombrado Cabildo, Casa Consistorial,
Palacio Municipal, Gobierno Municipal,
Junta de Coordinación, Ejecución e Ins-
pección, Consejo de la Administración
y Poder Popular Municipal, y han sido
ejercidas siempre desde allí las funciones
básicas de analizar, discutir y tomar deci-
siones que determinan la vida ciudadana
de los pobladores de Santiago de Cuba. El
edificio actual fue construido en la década
del 50 del siglo xx.
El ayuntamiento a partir
de la década del 5o del siglo xx
Club San Carlos
La institución se fundó en el siglo xix. Tomó el
nombre de Club San Carlos en 1864 y radicó en varios
lugares hasta que se estableció en la residencia del
marqués de las delicias del Tempú. Enarboló, primero
que todos, la bandera cubana en 1898. En 1909 se
comienza la construcción del edificio actual, que contó
primeramente con tres plantas. El terremoto de 1932
...alba y ocaso del imperio español

afectó seriamente su tercera planta por lo que se decidió


su demolición. Su arquitecto fue Carlos Segrera.
Ha tenido diferentes usos entre los que se encuentran
palacio de los matrimonios, sala de conciertos, galería Vista de la Catedral y del Hotel Venus, destruido
por el terremoto de 1932, desde el Club San Carlos
de arte, oficinas y casa de la Cultura.
Santiago de Cuba,

Hotel Casa Granda
Obra también del arquitecto
Carlos Segrera, es el hotel más
viejo de la ciudad. Se inauguró
en 1914 y conserva toda su
estructura y aspecto original.

Hotel Casa Granda y el antiguo Club San Carlos en la actualidad.

20 La parte superior dibujada fue la demolida tras el terremoto de 1932


El Club San Carlos a finales del siglo xix y principios del xx
Santa Basílica Metropolitana Iglesia Catedral
El primer templo fue la ermita de Santa Catalina, levantada de paja en la actual esquina de Aguilera y
Padre Pico, donde posteriormente se construyó la Real Cárcel.
Incendiada en 1516, fue levantada nuevamente de guano. El 28 de abril de 1522, el papa Adriano VI autorizó
el traslado de la capital desde Baracoa a Santiago y se le dio el título de ciudad a Santiago de Cuba,
ascendiendo la iglesia de Santa Catalina a la dignidad de Catedral y centro religioso de Louisiana y Florida,
con carácter de obispado. De esta manera, se erigió en 1526 el primer templo expresamente construido
para catedral en territorio cubano. Debido a reiterados ataques corsarios y a los frecuentes terremotos ha
...alba y ocaso del imperio español

sido reedificada en cuatro ocasiones. Tuvo varias reconstrucciones y nuevas versiones hasta 1555, fecha en
la cual se termina la segunda catedral; en 1713 se realiza la tercera, y en 1810 se culmina la actual catedral,
que se remodeló en 1916.
Posee un museo Arquidiocesano
con importantes obras de arte sa-
cro, entre las que se encuentran las
pinturas del Ecce H­ uomo y piezas
de significativo valor usadas por el
arzobispo de Santiago de Cuba san
Santiago de Cuba,

Antonio María Claret. En su ar-


chivo documental está un singular
conjunto de partituras musicales del
insigne maestro de capilla Esteban
Salas, Padre de la Música Cubana.

Dibujo de la época de la iglesia de Santa


Catalina. Grabado original del siglo xvi
en el Archivo de Indias
22
23

Ciudad vieja
La Catedral antes del terremoto de 1852. Grabado de la época La catedral reparada después del terremoto de 1852. Grabado de la época

La Catedral a principios del siglo xx La Catedral a principios del siglo xx


La Catedral vista desde la esquina de Santo Tomás y Heredia
25

Ciudad vieja
El asesinato de Belén Peralta

L a ciudad se preparaba para celebrar las fiestas de su santo patrón en el año de


1804. La inmigración francesa había hecho de nuestra ciudad un emporio de ri-
queza. Las parrandas, numerosas ese año, tenían como sede sus lugares clásicos:
Los Hoyos, La Rusia —San Agustín y Trocha— y comenzaba a fomentarse El Tivolí
en los terrenos de Loma Hueca, o sea, por los alrededores de nuestro actual instituto.
En una casa que había precisamente en lo que hoy es General Torres y Princesa, se
había formado en el patio una amplísima valla en la cual ensayaba todas las noches
de siete a doce, una parranda que habían titulado Los Prietos de Martinica. Esta pa-
rranda era una mezcla de franceses de Martinica, negros esclavos y libertos cubanos
y algún “blancón” enamorado de alguna lindísima mulatica que tanto abundaban en
aquella época de tan gloriosa recordación. La jefa de la parranda era Belén Peralta.
Como chapurreaba el francés patuá que hablaban los negros de Martinica y Haití, se
hizo la capitana de aquella tribu, cuyas tumbas se hicieron célebres por su perfecta
uniformidad en el ritmo semibárbaro que producían.
Había un español nombrado Perfecto Carreño, uno de esos tipos brutos y díscolos,
que estimaban que todo había de arreglarse a golpes, quien asistía todas las noches a
la tumba para cortejar de amores a Lolita, sobrina de Belén, una morenita que era una
belleza. Belén sabía que Perfecto era un perfecto vago. Como seguía molestando a Lo-
lita, que no lo quería para nada, le llamó la atención primero en buenas formas, y otra
noche con una sonora bofetada que hizo época por las bromas que levantó y porque al
parecer, acabó con la bravuconería de Perfecto, quien después de aquel “Waterloo” no
se apareció más por los alrededores del Tivolí. Los ensayos siguieron con el entusiasmo
de siempre y ya nadie se acordaba de Perfecto. Llegó el tan esperado día de Santiago, y
Los Prietos de Martinica, como a las once de la mañana, se lanzaron a las calles cau-
sando la admiración general y hasta el gobernador les dio ponche y algunas monedas.
Belén Peralta, como jefa, iba vestida con una bata que era una maravilla de elegancia, de
paciencia, por los intrincados bordados que tenía; no se sabía si elogiar más la belleza
del conjunto o la bata blanca de Belén. Dicen los cronicones de entonces, que aquella
mujer era realmente una estatua viviente, tal era su belleza y su escultural apostura.
...alba y ocaso del imperio español

Anochecía. La parranda de Belén Peralta había obtenido en el consenso popular, el pre-


mio de aquellos carnavales y en plena apoteosis se retiraba al Tivolí. Como a las siete
de la noche y cuando pasaba por Santo Tomás y San Basilio, precisamente frente a la
farmacia, como un rayo veloz, el puñal de Perfecto Carreño se clavó una y mil veces en
el ebúrneo cuerpo de Belén. Murió instantáneamente. Ni siquiera gritó. La bata maravi-
llosa se convirtió en un sudario rojo. Indescriptible el tumulto por del asesinato preme-
ditado de Belén. Perfecto Carreño quedó destrozado ahí mismo. Nadie sabe quién vengó
la muerte de Belén. Perfecto Carreño tenía más de cien puñaladas y navajazos.
Fue la única vez que los mamarrachos se terminaron el día de Santiago. Nadie celebró
Santiago de Cuba,

el día de Santa Ana, pues día más de cinco mil personas ese día acompañaron el cadá-
ver de Belén Peralta hasta el cementerio de Santa Lucía. Así murió Belén Peralta, por
haberle cortado en seco unos amores que para ella eran imposibles…

Raúl Ibarra Albuerne

26
27
La esquina del “enganchado”

Ciudad vieja
F inalizaba el año 1768 y era gobernador de esta región el excelentísimo señor bri-
gadier don Fernando de Cagigal y de la Vega, Marqués de Casa-Cagigal, y alcalde
de la ciudad, el subteniente don Luis González de Arredondo. Se había anuncia-
do, como de costumbre, la solemne Misa de Gallo en la Catedral donde oficiaría
de pontifical el arzobispo don Santiago José de Hechavarría y Elguezúa, que precisa-
mente acababa de tomar posesión de la mitra y además, era hijo de esta ciudad.
La noche del 24 de diciembre de 1768, la catedral estaba atestada de selectísima con-
currencia, entre la que sobresalían los títulos de Castilla y todo lo que valía en la so-
ciedad de esa época. Serían aproximadamente las once y veinte minutos de la noche,
cuando en una de las puertas de la Basílica se produjo un pequeño tumulto que pasó
inadvertido para la mayor parte de la concurrencia de fieles ahí reunida; pero el tu-
multo se debía a la brutal agresión de que había sido víctima María Caridad, una linda
jovencita, parda clara, que residía en la honorable casa de la familia Palacios.
Resulta que a esa muchacha la cortejaba de amores un apuesto galán, de su misma
raza, nombrado Feliciano Martínez Calzado, de oficio carpintero, y con fama de buen
ebanista. María Caridad, al parecer, no tenía ninguna inclinación por su galanteador
y en más de una ocasión le hizo saber que no pensaba casarse por el momento y que
la dejara tranquila. Pero Feliciano, perdidamente enamorado de la bellísima mulati-
ca, resolvió apoderarse de ella a las buenas o a las malas y enterado de que asistiría
a la Misa de Gallo la aguardó, frenético y brutal. Cuando hizo su entrada en el atrio
de la Catedral la linda María Caridad y casi en la puerta del templo el feroz Feliciano
se le encimó y materialmente, la cosió a puñaladas. La muchacha cayó bañada en
sangre, mientras Feliciano, favorecido por las sombras de la noche, se daba a la fuga.
Pero el destino, la fatalidad o lo que se desee intervino. Cuando el público se dio cuenta del
crimen y acudió a socorrer a María Caridad, la infeliz había expirado; pero unos muchacho-
nes habían visto correr al criminal, y señalaron el rumbo que había tomado. Procedieron a
su persecución y cuál no sería el asombro de los polizontes al encontrar a Feliciano tras-
pasado de por un agudo poste! Al darse a la fuga, saltó del atrio hacia la calle de San Pedro,
junto a unos escombros que habían sacado de una casa vecina a la Catedral, con tan poca
...alba y ocaso del imperio español

suerte que cayó de bruces para encontrar una muerte atroz.


Como en aquella época se les sacaba lasca a todos los sucesos que se estimaban sobrenatu-
rales, se dio en achacar la muerte de Feliciano al rayo divino y mientras tanto, el vulgo dio en
llamar a esa esquina “la esquina del enganchado”; nombre que subsistió hasta muchos años
después en que aquel venerable sacerdote que se llamó don Bernardo Antonio del Pico y Redín,
a la sazón Medio Racionero de la Catedral, en sus charlas sabatinas predicaba que era inmoral
y hasta sacrílego aludir a sucesos de sangre en las cercanías de la Santa Iglesia Catedral. Y ante
la admonición del justo varón, fue la costumbre borrándose hasta entrar en el olvido.
Santiago de Cuba,

La gran cena de Nochebuena preparada en la casa de los Palacios fue suspendida por el
trágico suceso y todos los exquisitos manjares preparados fueron a parar donde los pre-
sos de la cárcel. Así fue, pues, el célebre crimen de Nochebuena de 1768 y por qué se lla-
mó la esquina de San Pedro y San Basilio “la esquina del enganchado”. 

Raúl Ibarra Albuerne

28
29

Ciudad vieja
El fondo de la Catedral, en la calle San Basilio, escenario de historias de amor y muerte en la etapa colonial
Primera obra defensiva de la ciudad: Revellín del Adelantado,
hoy Balcón de Velázquez
Diego Velázquez solicitó en varias ocasiones al rey la construcción de un fuerte o baluarte en
Santiago, pero murió sin poder lograrlo. En 1538, catorce años después de su fallecimiento, cuando
llegó a la ciudad Hernando de Soto con su armada, nombrado por el rey de España Adelantado y
Gobernador, encontró la ciudad aún desamparada, por lo que se propuso realizar rápidamente una
obra defensiva.
...alba y ocaso del imperio español

En 1540, muy cerca de la Plaza Principal de la ciudad (hoy Parque Céspedes), se erigió una pequeña
y sencilla fortificación, llamada revellín por sus características. Se nombró Fuerte de Hernando de
Soto o Revellín del Adelantado y se ubicó en una terraza que dominaba el puerto y la bahía. Hoy
subsisten algunos restos de esta primera obra defensiva, fundamentalmente muros que muestran el
empleo de técnicas constructivas muy antiguas, típicas de las construcciones militares españolas de
la época.
Actualmente, donde convergen hoy las céntricas ca-
lles San Basilio y Mariano Corona, sitio don-
de estuvo el Revellín del Adelantado, existe
Santiago de Cuba,

un estupendo mirador, llamado Balcón de


Velázquez, donde además de contem-
plarse un extraordinario panorama de
la ciudad colonial en constante diá-
logo con la bahía, se puede tener un
encuentro con la génesis de la villa, a
través de un conjunto de paneles que
muestran la fundación de Santiago
de Cuba.
El Balcón de Velázquez desde la calle San Basilio

30
El Balcón de Velázquez, inicialmente llamado Revellín del Adelantado
La Real Cárcel
La Real Cárcel de Santiago de Cuba,
conocida posteriormente como el Vivac,
fue construida en 1845 sobre los terrenos
de la antigua iglesia de Santa Catalina. En
la actualidad alberga al Archivo Histórico
Municipal y la Sede de la Oficina del
Historiador de la Ciudad. Se encuentra
...alba y ocaso del imperio español

en la calle Aguilera que fue llamada en


sus primeros años, Cuesta de la Marina,
cercana al parque Céspedes.
En esta cárcel guardaron prisión por sus
labores en pro de la independencia nacio-
nal Perucho Figueredo, y Emilio Bacardí
­Moreau.
Se convirtió en Cárcel Provincial de Orien-
te en los primeros años del siglo xx, y l­uego,
Santiago de Cuba,

en Vivac, donde muchos jóvenes revolucio-


narios de la década del 50 estuvieron reclui-
dos.
Sus gruesas paredes, su patio cuadrado con
corredores enrejados y colgadizos que lo
dominan, indican claramente el uso para el
cual fue creado. Fue declarado Monumento
Nacional en 1998.

Interior del Vivac

32
Tarja de la esquina

El antiguo vivac en la esquina


de las calles Aguilera y Padre Pico
Colegio Seminario San Basilio Magno
Fue una de las instituciones más antiguas en Santiago de Cuba. Se fundó en 1722 y radicó en el edificio que
hoy ocupa la Oficina del Conservador de la ciudad, en la calle Corona entre San Basilio y Santa Lucía. Fray
Gerónimo de Nosti, Obispo de Santiago de Cuba en aquel entonces, ordenó su construcción, y los que
redactaron sus estatutos y crearon las ordenanzas fueron Pedro Agustín Morell y Toribio de la Bandera.
En el siglo xviii, en los tiempos de los Obispos Morell y Hechavarría, a pesar de las dificultades eco-
nómicas, era una institución cultural de importancia que formó no solamente sacerdotes nativos, sino
también tuvo en sus aulas a personalidades de la política y la cultura, entre ellos, José Antonio Saco y
...alba y ocaso del imperio español

Juan Bautista Sagarra. Se mantuvo hasta


la primera mitad del siglo xx, pero con
métodos y cátedras escolásticos. En este
centro, no podían estudiar negros, mu-
latos, hijos ilegítimos, descendientes de
judíos o moros, recién convertidos al ca-
tolicismo o penitenciados, es decir, casti-
gados por la Inquisición.
Se ubica en la calle Corona cuyo nombre
Santiago de Cuba,

de la época colonial era San Juan


Nepomuceno, que no ha perdurado y
la calle Bartolomé Masó, que no es más
que la calle San Basilio, que es como la
identifica el santiaguero.
Está comunicado con un edifico de la
primera mitad del siglo xx que fue una
ampliación realizada por la misma orden
de los Hermanos de La Salle.
San Basilio Magno desde el Balcón de Velázquez

34
Patio interior de San Basilio Magno.
La fuente es producto de remodelaciones posteriores
La calle Aguilera
Fue llamada en otros momentos, calle de los Aguadores, San Tadeo y calle de la Marina.
Es una de las más largas de Santiago de Cuba. Como la calle Enramadas, nace frente a la bahía, atraviesa
todo el centro histórico, bordea la plaza de Marte y continúa hacia el este.
La calle Aguilera debe su nombre al patriota bayamés Francisco Vicente Aguilera y Tamayo, que
apoyara a Céspedes en sus luchas por la independencia y fue vicepresidente de
la República en Armas. El monumento que existe en la plaza en ho-
...alba y ocaso del imperio español

menaje a este prócer de la guerra de independencia, se realizó


entre 1912  y  1913.
Esta vía une las tres plazas principa-
les de la ciudad histórica: el parque
Céspedes, la plaza de Dolores o
parque Aguilera y la plaza de
Marte.
A lo largo de ella existen
importantes ­edificaciones
Santiago de Cuba,

como son el Vivac, el Museo


Emilio Bacardí, el ­gobierno
provincial y otros. Posee nu-
merosas viviendas que datan
del siglo xix o anteriores, pare-
cida a la que se muestra en el
dibujo.

36
Casa típica santiaguera en la calle Aguilera. Siglo xx
Museo Emilio Bacardí Moreau 37
El Museo Provincial de Santiago de Cuba comenzó como museo

Ciudad vieja
y biblioteca pública en 1899. Radicó primeramente en la calle Santo
Tomás, hasta que en 1915 se encargó al arquitecto Carlos Segrera el
edificio actual, cuya construcción comenzó en 1922 y se inauguró en
1928. Al morir don Emilio Bacardí en 1922, su viuda, Elvira Cape,
continuó la labor y en 1927 donó el edificio. De ahí que el ayuntamiento
decide nombrar el museo con el nombre de quien lo promovió y cedió
muchas de sus colecciones.
Primer museo en Cuba, fue declarado monumento nacional en 1999.
Atesora valiosas muestras de la historia nacional, del arte y la cultura,
entre ellas, la pinacoteca más importante de Cuba, una momia egipcia y Museo Emilio Bacardí Moreau
objetos personales de diferentes próceres de las luchas independentistas.
Tuvo la mascarilla de Napoleón, donada por su médico, Francisco Antonmarchi Mettei,
quien falleció en Santiago de Cuba y donó esta reliquia a la ciudad. Actualmente es
la que se encuentra en el museo Napoleónico en La Habana. Cuadros de pintores
santiagueros, que pertenecieron a
este museo, actualmente forman
parte la colección del Museo de
Bellas Artes en La Habana.
Emilio Bacardí Moreau fue el pri-
mer alcalde de la ciudad. Una de
sus principales preocupaciones
fue crear un ambiente de cultura
y desarrollo espiritual en Santia-
go de Cuba.
Entorno colonial frente al museo Emilio Bacardí
Santiago de Cuba,

38
...alba y ocaso del imperio español Callejón junto al museo Emilio Bacardí
El Baluarte. Mudo testigo de la existencia del Fuerte de San Francisco. 39
En la segunda mitad del siglo xvii, siendo gobernador de Santiago Don Pedro Bayona y Villanueva, se

Ciudad vieja
construyó el Fuerte de San Francisco muy cerca del convento e iglesia del mismo nombre y de la Plaza
de Armas. La obra estuvo a cargo del ingeniero militar español Juan de Císcara Ibáñez.
El Castillo de San Francisco fue una fortificación militar edificada para proteger el centro urbano de
la ciudad de los corsarios y piratas, esencialmente por la amenaza
que representaban los ingleses, instalados en la cercana isla de
Jamaica. A finales de 1700 fue demolido quedando restos de
sus baluartes y muros, que fueron aprovechados para la
construcción del Cuartel de Dolores.
El castillo estuvo ubicado en lo que es hoy una céntrica
manzana de la ciudad, en el perímetro que ocupa hoy
La Escuela de Comercio, la sede del Gobierno Provincial
y el Museo Emilio Bacardí y edificios colindantes, pues
ese tramo de la calle Aguilera se construyó a principios
del siglo xx, encima de las ruinas del antiguo cuartel.
Como testigos mudos de ese momento
histórico, existen tramos de
muro, que sirven de con-
tención a las edificaciones
modernas. Tal es elcaso del
que puede verse en el Restau-
rante El Baluarte, ubicado en la
calle San Félix entre Enramadas
y Aguilera, el cual tiene inscripta la
fecha de 1884.
Restos de muralla que posiblemente pertenecieran
Fecha impresa en el muro al Fuerte de San Francisco o a un cuartel construido en su lugar
La calle Enramada o de las Enramadas
La calle Enramada o de las Enramadas, actualmente José Antonio Saco, comienza al oeste de la ciudad,
en las inmediaciones de la bahía, asciende una empinada cuesta, atraviesa toda la ciudad histórica, se
intterrumpe en la plaza de Marte para continuar después hasta el reparto Santa Bárbara.
En sus inicios, solo fue una vereda que conducía hasta la playa, se extendía desde la calle Padre Pico hasta
Gallo y se conocía con el nombre de Camino de la Playa o del Mar. Posteriormente se le llamó San Luis.
Fue en 1603 cuando se hizo el trazado inicial de la calle, con el objetivo de unir la
...alba y ocaso del imperio español

ermita de Santa Ana, que se encontraba aproximadamente donde ahora se


encuentra la iglesia de Dolores, con la Catedral, bordeando el Fuerte de
San Francisco, construido en 1542. En sus inicios se le llamó Calle
Ancha y por ella transitaba la procesión católica del Corpus
Christi. Fue en 1845 cuando se empedró el primer tramo.
Siempre fue una calle significativa de la ciudad,
no solo por las procesiones, sino porque en
ella se ubicaron los principales comer-
cios y teatros, como el teatro Here-
Santiago de Cuba,

dia (ya inexistente en esa zona) y


el de la Reina (hoy cine-teatro
Oriente). Allí se presentaron
las mejores compañías de ­ópera
y teatro. El actual parque Se-
rrano existió desde el siglo xvii.
Aunque en su parte comercial más
importante, las sucesivas remode-
laciones han hecho que predomine la
Casa colonial en la calle Enramadas

40
a­ rquitectura moderna, todavía en las zonas este y oeste dentro
de la ciudad histórica, pueden verse casas típicas san- 41
tiagueras del período colonial que, con sus

Ciudad vieja
altos portales y escaleras estrechas, resuel-
ven los desniveles de la gran pendiente de la
calle.
El nombre de Enramada, con el que la
reconoce casi todo santiaguero, posiblemente
respondiera a la costumbre de cubrirla con
toldos y ramas de árboles para resguardar a
los transeúntes del intenso sol, costumbre
que todavía existe en muchas ciudades
antiguas de España.

El Hotel Imperial
Construido en las primeras décadas
del siglo xx, el Hotel Imperial es un
exponente del eclecticismo de Santiago
de Cuba. El arquitecto que lo ideó fue
Carlos Segrera.
Fue una de las primeras edificaciones que se
arriesgaron a alcanzar cierta altura a pesar
de los frecuentes temblores de Santiago.

Calle Enramadas con el hotel Imperial a la izquierda


El parque Serrano con el monumento a Juan Gualberto Gómez,
...alba y ocaso del imperio español Miguel Figueroa y Rafael M. de Labra
Santiago de Cuba,

42
El parque Serrano 43
Casi en el mismo cen-

Ciudad vieja
tro de la zona comer-
cial más importante de
la calle Enramadas, se
encuentra el parque Se-
rrano, cuyo nombre ha
perdurado desde la etapa
colonial.
El General Francisco Se-
rrano (1810-1885) fue un
destacado militar espa-
ñol que fue Capitán Ge-
neral en Cuba entre 1859
y 1862. A pesar de tener
algunas ideas liberales,
permitió el tráfico de es-
clavos y se enriqueció
con ello. Después de 1867
participó en una conspi-
ración para destronar a
Isabel Segunda, por lo que
fue desterrado a Canarias.
Colindando con el callejón
del Carmen, detrás de la tarja anterior, se encuentra un
monumento erigido en 1950 a la memoria de Juan Gualberto
Gómez, Miguel Figueroa y Rafael M. de Labra, luchadores La tarja que se erige en su centro nos informa
antiesclavistas nacidos en el siglo xix. de los diferentes usos que tuvo este espacio
Calle Heredia
Es otra de las principales calles de la ciudad histórica, originalmente se
llamó Catedral, ya que pasa frente a esa iglesia. Como dato curioso,
el nombre de Calle Heredia se decidió el 29 de abril de 1889, todavía
durante el período colonial, como homenaje al insigne poeta y
revolucionario José María Heredia, que en su corta y prolífica
vida creó hermosos poemas como la Oda al Niágara, el Himno del
desterrado y otros muchos.
...alba y ocaso del imperio español

En el tramo de Corona hasta Calvario existen insti-


tuciones importantes como el antiguo colegio La Sa-
lle, que da entrada al antiguo Seminario San Basilio
Magno y que actualmente pertenece a la oficina del
Conservador de la ciudad.
Además, al este del parque Céspedes, muy cercano a
él, por el costado del Hotel Casa Granda, hay excelen-
tes exponentes de la arquitectura colonial de la ciudad
en el museo Casa de Heredia, en la Casa de la Tro-
Santiago de Cuba,

va, las sedes


de las institu-
ciones ACAA,
UNEAC y mu-
seo del Carnaval
así como numerosas
viviendas que conser-
van su arquitectura original y la
Biblioteca Elvira Cape, en un edificio mo-
derno.
44
La vivienda donde nació el poeta y revolucionario
cubano José María Heredia
Patio interior de la casa natal
de José María Heredia
Casa del poeta José María Heredia 47
En esta casa nació el poeta José María Heredia el 31 de diciembre

Ciudad vieja
de 1803. Una tarja indica en la casa la habitación donde vio la luz.
Vivió muy corto tiempo en ella ya que su familia se trasladó a Santo
Domingo y Venezuela por el trabajo de su padre.
En 1818 regresó a Cuba y comenzó a estudiar Leyes en La Habana,
carrera que terminó en México. En 1821 regresó a Cuba y se estableció
como abogado en Matanzas. Se vio envuelto en la conspiración de
Soles y Rayos de Bolívar, por lo que tuvo que huir a Estados Unidos. Pasó la mayor parte de su corta
vida fuera de Cuba. Murió en Toluca el 7 de mayo de 1839 a la edad de treinta y seis años.
Se considera que la casa natal fue construida en el primer cuarto del siglo xviii. Además de utilizarse
como vivienda, esta casa tuvo otras funciones a través del tiempo. Fue hospital y luego un barracón
de esclavos. En el siglo xix estaba en muy mal estado y pudo rescatarse por la acción de un grupo
de santiagueros que conocían la obra del poeta. El 4 de noviembre de 1889 este museo fue declarado
monumento nacional. En 1893 lograron comprar la casa y en 1903, con la república, fue donada al
ayuntamiento.
Fue sede de la escuela de Bellas Arte hasta 1959, fecha en la que se restaura nuevamente y se convierte
en Museo.
Actualmente es sede del Centro de estudios Heredianos,
institución dedicada a la promoción de la vida y obra del
poeta.

Tarjas conmemorativas
La calle y la placita de Santo Tomás
Aunque su nombre actual es Félix Pena, cada
santiaguero la conoce con el nombre viejo,
o sea, Santo Tomás. También se nombró
Estrada Palma, en homenaje al primer
presidente de Cuba, don Tomás Estrada
Palma.
Es una de las calles más antiguas de la ciudad,
...alba y ocaso del imperio español

que atraviesa de norte a sur el centro histórico.


En la actualidad es una vía comercial por
excelencia, sobre todo desde la calle
Enramadas hasta la calle de San Francisco.
Aunque la plaza se conformó en el si­
glo xviii, al construirse la iglesia, desde la
fundación de la ciudad en el siglo xvi, existió un
primer tramo de vía que también delimitó
la plaza de Armas. En la actualidad esta calle
Santiago de Cuba,

une el parque Céspedes con la placita de Santo


Tomás y se extiende desde la calle Trocha
hasta el paseo de Martí.
El nombre oficial es parque Flor Crombet, en
honor a un general de la guerra de independencia.
Las edificaciones más importantes a su
alrededor son la iglesia del mismo nombre y
el Teatro Martí.

48
La iglesia de Santo Tomás Apóstol 49
Es uno de los templos más antiguos de la ciudad, situada en la placita de Santo Tomás, hoy Parque de Flor

Ciudad vieja
Crombet. Fue construida en 1715, según la tarja que figura sobre su puerta principal, por el maestro Francisco
Toledano. Es la sede de la parroquia del mismo nombre. No se conoce hasta ahora, si fue erigida por devoción
o a expensas de algún benefactor como era usual en esa época, pero se sabe que en el siglo xvii hubo una
ermita en el mismo lugar que hoy ocupa.
En las crónicas de la ciudad no se men-
ciona su afectación por los terremo-
tos que hicieron estragos en otras
edificaciones religiosas de la ciudad,
lo que hace que todo lo relacionado
con este templo tenga escaso apoyo
­documental.
En sus libros de sacramentales figuran
muchas personalidades importantes
de la historia cubana, como el bautizo
de Antonio Maceo, el de su madre Ma-
riana Grajales y el matrimonio de sus padres,
entre otros.
El templo contiene una imagen de la Virgen
de la Caridad muy antigua y particularmente
importante en la devoción del pueblo cuba-
no; La Mambisa o Virgen Peregrina, como
se le conoce popularmente, que recorrió todas
las poblaciones de la Isla en 1952 y 2012.

Iglesia de Santo Tomás


El entierro de Timbolo

A
A
mediados del siglo  xix, ya fuera por lo reducida que era nuestra población o
por las costumbres que prevalecían entonces, la defunción de cualquier per-
...alba y ocaso del imperio español

sona era motivo de alboroto, carreras y nerviosismo en toda la barriada en


que ocurriera el fallecimiento.
Mujeres, bastante numerosas, conocidas por lloronas o plañideras se alquilaban
para llorar a los muertos; eran bien pagadas y tenían sus pleitos y broncas entre
ellas, cuando discutían sobre cuál gritaba más, o cuál lloraba mejor, o cómo se
podrían producir las lágrimas más aprisa, a fin de dar mayor sensación de vera-
cidad a la comedia a que se prestaban, pero de la que sacaban muy relucientes
doblones y peluconas.
Santiago de Cuba,

Una de esas mujeres, nombrada Brígida Mesa, oriunda de Santo Domingo, parda achi-
nada, como de unos cincuenta años, se distinguía por su descaro manifiesto y su
fuerza hombruna. Se le respetaba como jefa del cónclave de las lloronas, pero tuvo la
desgracia de que se le muriera el marido.
De inmediato, cuando se corrió por su barrio, San Fermín entre Habana y Provi-
dencia, la fatal nueva, se llenó la accesoria donde vivía Brígida, un pretorio pin-
tado de rojo y de muy poca capacidad y menor limpieza, el vecindario acudió a
acompañarla en su dolor.

50
Brígida estaba desconsolada con la muerte de Manuel Dolores Fernández, más
conocido por Timbolo, que la aventajaba en unos quince años y que también era 51
nativo de San Francisco de Marcorís, en la actual República Dominicana. A la ca-

Ciudad vieja
sita acudieron las compañeras de la mujer, que entraron formando gran algarabía
y escándalo, para dar carácter al velorio con sus alaridos, llantos y gemidos, todo
fingido, como era de esperarse.
Brígida, que de verdad estaba adolorida por la muerte súbita de su marido, aga-
rró un jan para cerrar la puerta del patio, lo blandió en alto y con feroces gritos y
una brillante colección de palabrotas, echó a la calle a sus colegas, en medio del
asombro que la actitud de Brígida les producía.
El escándalo tomó proporciones y fragores de combate. Una lluvia de piedras de
todos los calibres cayó sobre la casa de Brígida Mesa, al punto que tuvo que in-
tervenir el orden público, un alcalde corregidor y un miembro del obispado, para
poner coto a los desmanes del populacho enfurecido.
Ante el alcalde, Brígida declaró que aquel bando de degeneradas había ido a profa-
nar el velorio de su marido. Al responderle el funcionario que bien habían podido
ir de buena fe a cumplir con ella, ofendida por las palabras, Brígida le dio un em-
pujón al alcalde, que cayó en tierra y sufrió algunas lesiones.
A causa del atentado, Brígida fue conducida a la comisaría y remitida a la
­C ampana,   mbre que se le daba al departamento de la cárcel habilitado para
mujeres.
La Santa Hermandad tuvo que hacerse cargo de enterrar a Timbolo, quien fue
conducido en la Lechuza o carro fúnebre, hasta el cementerio de la iglesia de
Santo Tomás. El suceso fue motivo de comentarios en la ciudad por muchos
días.
Algunas personas respetables acordaron no volver a utilizar el concurso de
aquellas bandoleras cuando tuvieran un difunto; aunque hasta casi finales
del siglo xix hubo en Santiago de Cuba mujeres dedicadas a llorar y gritar
cuando sacaban un cadáver de la casa mortuoria, episodios que duraban cin-
co o diez minutos y que se cobraban de acuerdo con la calidad del muerto y
la duración de la farsa.

Raúl Ibarra Albuerne


...alba y ocaso del imperio español
Santiago de Cuba,

52
53

Ciudad vieja
La venganza de Rimbau

A
ño de 1807, Santiago de Cuba languidecía después de la expulsión de los fran-
ceses, y su población de 20,000 habitantes había vuelto a decrecer, de tal forma
que realmente esta parecía desconocida a sus propios primitivos habitantes.
­Corría el mes de junio de ese año, cuando la ciudad fue estremecida por un
­terrible asesinato. En las cercanías de la iglesia de Santo Tomás, precisamente en el
lugar en que existe una especie de callejón en la calle San Fermín, detrás de la men-
cionada iglesia, y donde estaba el cementerio de esta, apareció materialmente cosida
a puñaladas una bella joven, de unos diez y ocho años, blanca, de ojos azules, que los
tenía espantosamente abiertos. Parecía como si en sus pupilas muertas viviera aún el
momento en que fue asesinada.
Huelga decir el revuelo que se formó cuando el sacristán de la iglesia, un buenazo
nombrado Pedro Manuel Queralta, se dio con el cadáver de la joven. Desde el gober-
nador hasta el último polizonte se personaron en el lugar del macabro hallazgo. Y
como es natural, comenzaron las investigaciones, las habladurías de las comadres del
barrio y las historietas más o menos aceptables de los sabelotodos de aquella lejana
época.
Serían como las cuatro de la tarde, cuando ya se sabía todo lo ocurrido. He aquí la do-
lorosa historia de sangre y odio, que conmovió a nuestra tranquila urbe en la mañana
del día 16 de junio de 1807:
En la esquina que forman las calles de la Santísima Trinidad —hoy General Portuon-
do— y la del Gallo —hoy 10 de Octubre—, había una casucha, donde habitaba el isleño
Mariano Martínez Murillo, hombre de unos cincuenta años, casado con una criolla,
cuyo nombre no cuenta en los legajos, pero que era conocida en el barrio como doña
Panchita. Tenía este matrimonio tres hijos: dos varones y una hembra. Dedicábanse
los primeros a faenas del campo en un cafetal de El Cobre, y la hembrita, que tenía
19 años exactamente, era la que ayudaba a la madre en los quehaceres de la casa. Era
ella la idolatría del matrimonio, el ángel bueno de la casa: hacendosa, dócil, virtuosa,
en fin, poseía todas las virtudes que se pueden desear para el ser más querido.
...alba y ocaso del imperio español

Don Mariano, que por sus reumas estaba casi baldado, en otra época había tenido
negocios de compra y venta de café, en el término de El Cobre, y en este negocio, por
cuestiones inherentes a la compra del precioso grano, había tenido diferencias con
más de un caficultor; pero el tiempo había ido borrando aquella época turbulenta y al
parecer poco escrupulosa de don Mariano. Su situación económica no diremos que
era la de un hombre rico, pero tenía una vida holgada, sin preocupaciones inmediatas
y con algunos ahorros, posiblemente en botijuelas o en casas de comercio amigas. Se
desprende de las investigaciones que se hicieron en aquella época, que don Mariano
le había hecho una trastada a un agricultor de El Cobre nombrado Pablo Rimbau, y
Santiago de Cuba,

este, que por ese mal negocio o por la mala que le dio el mencionado don Mariano ha-
bía quedado en la miseria, juró vengarse del que le había acarreado la ruina.
Rimbau, hombre sin grandes sentimientos humanitarios, que había fundado una fa-
milia disgregada por los distintos caminos del vecino término, elucubró una feroz,
una diabólica venganza contra don Mariano. Pensaba el asesino que el dolor más in-
tenso que podría sufrir el hombre que tanto odiaba, era arrancarle lo que más quería,
y así fue. Apostado esa mañana de junio en la calle de la Trinidad, en un solar que
había cerca de la callejuela del Toro, aguardó a que la hija de don Mariano fuera a la
misa de Santo Tomás, como hacía todos los días al amanecer, la piadosa muchacha.

54
No se tiene noticia de cómo fue el brutal ataque del asesino. Ningún vecino oyó grito
alguno, pero lo cierto es que allí mismo Rimbau, con un enorme cuchillo francés, lo 55
hundió infinidad de veces en el cuerpo de la infeliz y desdichada joven y no confor-

Ciudad vieja
me con ello, la arrastró por los cabellos hasta el sitio donde el sacristán encontró el
cadáver. Pero lo asombroso de esto es que nadie vio nada y todo se supo luego por
el propio criminal, que atenazado por la conciencia, se presentó a las autoridades y
confesó su horrible delito que, de otra forma seguramente nadie lo habría descubier-
to. Por las declaraciones de Rimbau se supo el origen de todo el proceso de su odio y
de la brutal venganza.
Sometido a juicio, Rimbau fue condenado a muerte en el garrote vil, aunque no hubo
que aplicárselo; pues tres días antes de la ejecución amaneció muerto en su celda.
¿Un síncope, un envenenamiento? Nadie dijo nada. La ciudad no presenció el espec-
táculo de la ejecución. Dios se había encargado de adelantarse a la justicia de los
hombres.
Este fue el crimen y sus motivos, así fue el terrible acontecimiento que consternó a
nuestra ciudad en el mes de junio del año del Señor de mil ochocientos siete.

Raúl Ibarra Albuerne


Los teatros de Santiago de Cuba
El primer teatro de esta ciudad fue construido en el siglo xviii y era de madera y guano. Estuvo
ubicado en la calle Santo Tomas, o sea, la misma del teatro Martí, pero entre San Gerónimo y San
Francisco o sea unas dos cuadras escasas de este teatro y más cerca del parque Céspedes.
En 1822 se abrió el teatro Coliseo, en la calle San Basilio. En la misma época también se inauguran
el Teatro del Centro en la calle San Félix y el Conservatorio Cubano, en la calle Enramadas.
Se conoce que en la zona conocida
...alba y ocaso del imperio español

por Loma Hueca, en el barrio del Ti-


volí, se daban funciones; pero no ha
llegado a nuestros días ningún vesti-
gio constructivo de su existencia.
En 1830 se inician funciones en el tea-
tro de la Reina Isabel Segunda, en la
calle Enramadas, que luego se llamó
teatro Oriente y que se ha reconstrui-
do varias veces y perdura en la actua-
Santiago de Cuba,

lidad con una arquitectura Art Deco.


El teatro Martí, como otros en la
ciudad vieja, existe desde la prime-
ra mitad del siglo xx y es uno de
los más viejos que todavía se con-
serva.

El teatro Oriente, que ocupa el lugar que antes


fuera el teatro de la Reina Isabel Segunda
56
57

Ciudad vieja
El Teatro Marti frente a la placita de Santo Tomás,
el más viejo que se conserva en la actualidad
Los ricos de antaño

S antiago de Cuba, que llegó a ser una población donde había una gran mayoría
de personas adineradas, tenía fama en toda la Isla de ser igualmente una de las
...alba y ocaso del imperio español

poblaciones más cultas. Un solo ejemplo de aquellos ricos y de aquella cultura


vamos a demostrarlo en esta crónica para que las generaciones de ahora se den cuen-
ta de lo que era nuestra ciudad en aquella gloriosa etapa de su existencia.
En febrero de 1839, los distinguidos y ricos caballeros don Manuel Villalón y Pera, don
José López Domínguez, don Miguel Bueno y don Domingo Gola, personas cultísimas
y entusiastas admiradores del arte musical, deseando presentar a esta sociedad algo
grande y único, enviaron al señor Pedro Alcántara Busquier, un conocido actor a quien
denominaban “Barba” y que trabajaba en la Compañía de Martínez en esta ciudad, para
Santiago de Cuba,

que se trasladara a Italia y sin omitir gastos contratara una compañía de ópera com-
pleta, con partes dobles y primeros cantantes costara lo que costara. Huelga decir que,
para diciembre de ese año, ya estaba en Santiago de Cuba la mejor compañía de ópera
que ha visitado a Cuba en todos los tiempos, con un estupendo cuerpo de coros de uno
y otro sexo, maestros de pintura escenográfica y una orquesta de primo cartello.
El día 21 de diciembre de 1839 debutó la compañía con la sublime ópera Norma, en
la que participaron artistas del calibre de María García Ruiz, de la célebre Malibrán,
la señorita Ellerman, el tenor Ceresini, el bajo Valtellina , y entre los músicos de la
orquesta venían el famoso violinista José Puerta, concertino de extraordinarias fa-
cultades, el notable violoncellista Palazzi, el inspirado autor y clarinetista maestro
58
Fernando Macagnani, el fagot Antonio Chabao y el flautista Joaquín Soret, este último
de Barcelona, que dejó familia en esta ciudad. 59
Puede decirse que aquella temporada de ópera ha sido el espectáculo artístico más

Ciudad vieja
deslumbrador que se ha presentado en Cuba. Se dieron a conocer infinidad de óperas
como el Barbero de Sevilla, Norma, I Puritani, Belisario, Faliero, Otello, Lucrecia
Borgia, I Capulleti, y otras. La temporada terminó al final de 1840 con una represen-
tación de El Barbero de Sevilla, cantado por Mariana Pancaldi, que había eclipsado a
la García Ruiz, y que fue su consagración.
Ante el éxito de esa compañía, en 1840 los citados caballeros enviaron nuevamente a
Busquier a Italia para traer otra compañía; y en esa nueva etapa, llegaron estrellas de
la calidad de Esther Corsini, que después fue de gran renombre en la Scala de Milán,
el dulce tenor Zambiati, el célebre bajo Ferreti, el insigne escenógrafo Francisco Be-
cantini, que luego no quiso marcharse de Cuba, y se estableció en Manzanillo donde
murió, y otros artistas notabilísimos.
En esa temporada se pusieron en escena además de las óperas de la anterior com-
pañía, La Sonámbula, Il Pirata, Beatrice di Tenda, Lucía de Lamemmour, Elixir de
Amore, Ana Bolena, Clara de Rosenberg, Gemma di Vergi, Parisina, Fausto, Ilegonda
y Capuleti. Así eran nuestros ricos de antes… Más de cien mil pesos costaron esos
esfuerzos magníficos, pero como decían ellos: “Bien vale pagar ese dineral, por el te-
soro musical que nos regalaron”.

Raúl Ibarra Albuerne


Amores imposibles

E n los lejanos tiempos del siglo xix, nuestra isla estaba llena de prejuicios. Las
cosas que hoy vemos como lo más natural, por ejemplo, el matrimonio de per-
...alba y ocaso del imperio español

sonas de diferentes razas o diferentes religiones, era en aquellos tiempos una


monstruosidad, y la Santa Hermandad - la Inquisición-, hacía verdaderas filigranas de
martirios a los que contravenían “el orden natural de las cosas y de Dios”.
Fue precisamente en esa época, sobre el año 1799, que ocurrió este drama que vamos
a contar, en que un prejuicio arrebató dos vidas; aunque sirvió de ejemplo a los des-
carriados y a los enemigos de la religión.
La calle de San Tadeo —hoy Aguilera— era conocida entonces por la vereda de Los
Santiago de Cuba,

Aguadores, porque precisamente por allí transitaban los que buscaban agua y las la-
vanderas que iban a los ríos cercanos a lavar las ropas. Esa vereda cambió el nombre
por San Tadeo, debido a que don Tadeo de las Cuevas hizo su casa de campo en la
loma que existía frente a la ermita de Santa Ana -Iglesia de Dolores hoy-, y el asien-
to de la casa veraniega de don Tadeo era precisamente el sitio que ocupaba el teatro
Aguilera, ya desaparecido también, lo que puede demostrar el tamaño de nuestra ciu-
dad en aquel tiempo.
Pues bien, como a unos 500 metros de la casa de don Tadeo, fabricó la suya un abogado
de los tribunales del Reino, nombrado don Cristóbal Ramírez y Usatorres, que había ve-
nido de costa firme cargado de riquezas, a tal extremo que nunca ejerció aquí. Ese don
60
Cristóbal casó con una dama de muy linajuda estirpe de esta ciudad, doña María de los
Dolores Regüeiferos y Portuondo, de la que existe mucha descendencia. Tenía numerosos 61
esclavos, y entre ellos había una esclavita como de diecisiete años, que realmente era una

Ciudad vieja
mujer de extraordinaria belleza. Era de un color trigueño claro, una india lavada, como di-
cen por esos lares. Su cuerpo era escultural y sus facciones finísimas. Era realmente algo
excepcional esta mujer joven y pura. María Isabel se llamaba, y era la compañera obligada
de doña Dolorita Regüeiferos en sus diarios viajes a las iglesias y alguna visita a casa de
don Tadeo. Y ocurrió en una hermosa y clara mañana de junio que, cuando doña Dolorita
y su bellísima esclavita salían de la Ermita de la Santa Ana, pasaba por allí una compañía
de lanceros, al frente de la cual iba un joven y apuesto capitán, nombrado don Prudencio
Vázquez y de la Torre, ayudante de campo del gobernador don Sebastián Kindelán.
Ver el capitán a la bellísima esclavita y quedar preso en las redes de esa excepcional
mujer, no es para contarlo. Y aquí comienza el drama. El capitán, apuesto mocetón,
se valió de todos los medios a su alcance para conocer quién era aquella belleza, y
una vez impuesto de todo, se valió de todos los recursos imaginables para entrar en
trato con la mujer que lo enloquecía, y la pasión, que en un principio fue puramente
donjuanesca, se convirtió en pasión avasalladora.
María Isabel era casta y pura, religiosa y muy apegada a su familia. A los primeros requie-
bros del capitán por poco muere del susto, sabiendo ella la enorme distancia que había
entre un ayudante del gobernador y una infeliz esclavita. Pero tanto pudo la vehemencia
del capitán que, poco a poco, la lindísima esclavita fue también reconociendo que había
amor en ella y surgió el idilio, un idilio que era un secreto impenetrable y que de ser des-
cubierto podría traer males insospechados a los amantes. La vida transcurría plácida para
ambos. En aquella época, como ahora, había cómplices que tapaban las cosas mal hechas,
y por mucho tiempo no llegó la noticia triste a los amos de María Isabel.
Pero en una tarde de diciembre, oscura y fría, después del toque del Ángelus, fueron des-
cubiertos los amantes por un fraile amigo de la familia. Este fue el comienzo del calvario.
Enterados don Cristóbal y doña Dolorita, como primera providencia, le dieron una terrible
paliza a la joven esclava, que no había cometido otro delito que el de querer a un hombre.
El gobernador Kindelán, impuesto de los indignos devaneos de su ayudante, lo arrestó y
dio cuenta a la Santa Hermandad. Y el escándalo flotaba por toda la ciudad con el consa-
bido rosario de comentarios, como es natural, condenatorios para ambos amantes.
Esos amores imposibles había que terminarlos. Kindelán apreciaba a su ayudante,
pero sus convicciones religiosas y el buen nombre de la ciudad le obligaban a proce-
der con energía.
Y pasaron los meses. María Isabel, castigada siempre por el feroz don Cristóbal, lan-
...alba y ocaso del imperio español

guidecía rápidamente. Era una sombra de aquella belleza única que cautivara al ca-
pitán. Una tisis, corolario natural de tanta perversidad y tanto maltrato, destrozó
aquel cuerpo escultural. El capitán enloquecido por el desconocimiento de la suerte
que hubiera cabido a su idolatrada Isabelita, al conocer el triste fin que había tenido,
dicen que logró escapar de su prisión y apareció ahorcado en un tejar que había en
las calles de San Francisco y San Fernando —así se llamaba la calle Santo Tomás,
después Estrada Palma y más tarde Felix Pena— y el tejar donde se suicidó el capitán
estaba donde en 1945 había una peletería nombrada La Ideal.
Santiago de Cuba,

Y así, trágicamente, terminó aquel idilio, casto, puro, que en esta época hubiera sido
felicidad infinita para los dos amantes.

Raúl Ibarra Albuerne

62
La plaza de Dolores 63
La plaza de Dolores o plaza Aguilera, constituye la segunda plaza en importancia del centro de Santiago

Ciudad vieja
de Cuba. A fines del siglo xvii constituía el límite de la ciudad y allí existía la ermita de Santa Ana, lugar
de procesiones religiosas, donde se construyó posteriormente la iglesia de Dolores.
En 1776 esta plaza fue convertida en mercado, por lo que com-
partió las actividades religiosas con las comerciales hasta 1859,
año en el que se le hicieronimportantes y
positivas transformaciones y se con-
virtió en espacio de recreación. Ya
en ella se habían establecido edifica-
ciones de personas importantes de
la ciudad, como las viviendas de
los marqueses de Yarayabo y de los
condes de Santa Inés, que han sido
...alba y ocaso del imperio español

ocupadas por restaurantes, en la par-


te norte de la plaza, así como la casa
del patriota Don Francisco Vicente
Aguilera en el lado sur, que es hoy
la Taberna de Dolores y en el lado
oeste, la antigua casa de Doña An-
tonia Santa Cruz Pacheco, otra adi-
nerada habitante de la ciudad.
En 1908 por ella circulaba el tranvía
Santiago de Cuba,

eléctrico. Entre 1910 y 1913 se realizó otra


transformación por el arquitecto Carlos
Segrera, en la que se colocó, además, el
monumento a Aguilera.

Monumento a Francisco Vicente Aguilera


en la plaza del mismo nombre
64
La iglesia de Nuestra Señora de los Dolores 65
Construida en 1722 sobre las ruinas de la antigua Ermita de Santa Ana, la cual había sido edificada en

Ciudad vieja
el siglo xvii y destruida por terremotos y ataques piratas. Con la ayuda de vecinos y el impulso del
sargento Tomás Cortés fue erigida en la intersección de las calles Aguilera y Mayía Rodríguez (antes
San Tadeo y Reloj).
...alba y ocaso del imperio español

Fue la sede de la parroquia auxiliar del mismo nombre, Nuestra Señora de los Dolores, desde 1803
en que fue creada, junto a la de la Santísima Trinidad, hasta 1908 cuando el templo fue entregado al
Colegio Dolores, y pasó a ser capilla de este. El culto fue trasladado a la Iglesia de Santa Lucía en esa
misma fecha.
El 4 de mayo de 1975, un voraz incendio destruyó el techo
y varios altares y retablos. El entonces Arzobispo de
Santiago de Cuba donó el local al Estado cu-
bano, para su uso, a fin de facilitar su
reconstrucción. Desde entonces
el lugar se utiliza como una
Sant iago de Cuba,

sala de conciertos, conser-


vando el mismo nombre:
“Dolores”.

La iglesia de Nuestra Señora de los Dolores en el siglo xix

65
La iglesia de Dolores en la actualidad
67

Ciudad vieja
Cómo murió Cafuinga

Existe en nuestra ciudad un viejísimo adagio que dice: “Murió como Cafuinga”, para
demostrar que murió de forma irregular, en ridículo; en fin, se le espanta el refranejo
a cualquier persona a quien, hasta en el supremo trance, se le endilga una frase bur-
lona y vulgar.
Alrededor del origen de esta frase, se han tejido infinidad de inexactitudes. Se le atri-
buye múltiples motivos, pero la más absoluta realidad es la siguiente:
Allá por el año del Señor de 1823, existía en Santiago de Cuba un mal llamado tendu-
cho de pulpería -mezcla diabólica de toda clase de suciedad y fetidez- propiedad de un
catalán a quien decían don Severo y que estaba situado en lo que hoy es la esquina
de Santa Lucía y Carnicería. El mandadero de dicha tienda era un moreno como de
cincuenta años, que se las daba de sabihondo, de joven presumido y de “don Juan”;
aunque podíamos asegurar que este individuo por más señas nombrado Pedro Alcán-
tara Carvajal, conocido cariñosamente por “Cafuinga”, era un verdadero campeón del
disparate. Presumía también de cantante y como siempre se ha conocido el género de
canción que no es acompañado de instrumento alguno como cantaleta, nuestro héroe
siempre se quejaba de los espantos y acosos que el tranquilo vecindario le daba, cada
vez que quería demostrar sus facultades ante alguna niña, objeto de sus requiebros y
desplantes.
Resulta que en cierta ocasión, el amigo Cafuinga tuvo la mala suerte de enamorarse
perdidamente de una jovencita como de diez y seis años, nombrada María Rita, de
origen dominicano, y que servía junto con su madre esclava en la residencia del pro-
hombre citadino don Francisco Mancebo, una de las personalidades más conspicuas
de la urbe. La muchachita al principio no se dio por aludida, ya que estimaba que “Ca-
fuinga”, por la edad que tenía, podía ser su padre; pero nuestro hombre con una in-
sistencia digna de mejor empresa, insistía en seguir persiguiendo como una sombra
a la apetitosa y núbil joven quisqueyana. Era una pasión la de Cafuinga muy pacífica
al principio, y las pocas personas a las que había impuesto de su amor sonreían con
cierta lástima, amén de que alguna le hiciera comprender el contrasentido que signifi-
...alba y ocaso del imperio español

caba ello, por el desnivel de edades. En esta lucha pasó un año. Sucedió lo que tenía
que suceder. María Rita se enamoró de un joven de su igual condición nombrado Ra-
món, muchacho que era el prototipo de la salud, de la juventud, de lo que podríamos
llamar belleza masculina. Y fueron unos amores puros, fogosos, de esos que no admi-
ten para el feliz prometido ni la más fugaz mirada por parte de cualquier intruso que
pusiera ojos de envidia sobre el casto cuerpo de la diosa de su vida.
La pasión senil de Cafuinga, que por su edad no podría ser más ardiente que la llama
de un modesto reverbero, tomaba caracteres de volcán. Su lujuria ponía en la flac-
Santiago de Cuba,

cidez de sus carnes fofas, eléctricas sensaciones desconocidas antes para él. Y su
impertinencia y perpetuo asedio a la jovencita llegó a tomar caracteres tan insopor-
tables que Ramón tomó la determinación de llamarlo a contar y dar fin a tan molesta
situación en cualquier forma.
Cafuinga ignoraba los planes del joven novio de María Rita; pero cuando los supo,
comenzó a decir simplezas y amenazas mortales para su rival, y más de una vez, en
coloquios con el dueño de la tienda, don Severo, contaba con lujo de detalles en la
forma que iba a matar, a destripar, a pulverizar, al atrevido jovenzuelo que le había
robado su amor.

68
Vivienda del período colonial en la plaza de Dolores
Pero es lo cierto, y aquí viene lo bueno de esta historieta, que el domingo 26 de mayo
de 1824, aproximadamente a las nueve de la mañana, estaba Cafuinga haciendo una
narración a un grupo de cocineras viejas que estaban comprando en la tienda y la
mayoría de las cuales, creyendo en los heroísmos de nuestro hombre, le aconsejaban
calma y serenidad; entonces se presentó Ramón, que dejó hablar al viejo enamorado,
y cuando este hubo terminado, le gritó con enérgicas palabras:
-Oiga, usted, viejo mentecato, acabe pronto, que lo estoy esperando para acabar
de una vez con tanta majadería y amenazas.
Cafuinga, que de valiente nada tenía, al oír la voz y notar la presencia de Ramón,
...alba y ocaso del imperio español

palideció intensamente, perdió hasta el habla, y en un movimiento realmente mara-


villoso, de un salto fue a dar a la calle, y sacando fuerzas de flaquezas, emprendió
veloz, centelleante carrera por toda la calle de Santa Lucía, mientras el joven Ramón
lo perseguía y detrás quedaban las risas de los que presenciaban la jocosa escena. Y
para no cansarlos más, debo manifestar que fue tal la carrera, el susto, la sofocación,
el miedo que experimentó Cafuinga, que cayó cuan largo era, cuando en su loca fuga
pasaba frente a la iglesia de Dolores. Había muerto; parece que un síncope lo mató.
Y así fue cómo murió Cafuinga, convertido tan grotesco fin luego en frase popular, que
Santiago de Cuba,

ha venido cabalgando en el lomo de los siglos hasta nuestros días…

Raúl Ibarra Albuerne

70
La Taberna de Dolores 71
Ubicada en el parque Aguilera o plaza de Dolores, esta construcción del siglo xviii fue residencia de don

Ciudad vieja
Sebastián Kindelán y Oregón, gobernador del Departamento Oriental entre 1800 y 1813.
Posteriormente fue también residencia de santiagueros ilustres, como el patriota Francisco Vicente
Aguilera, por el cual tanto la plaza como la calle llevan ese nombre.
Fue en la década del 60 del siglo xx que se convierte en restaurante.

La Taberna de Dolores
...alba y ocaso del imperio español
Santiago de Cuba,

Casa posiblemente construida a finales del siglo xviii

72
en la plaza de Dolores. Actualmente en ella radica un café
La plaza de Marte o plaza de la Libertad 73
A medida que la ciudad se desarrollaba, fueron haciéndose más largas las calles y apareciendo nuevos espacios

Ciudad vieja
públicos. El nombre de Plaza de Marte se debe a que era lugar de prácticas militares del ejército español a
mediados del siglo xviii. Se sabe que allí se colocaba la horca a fines del mismo siglo, pero en 1833 se elimina
esa costumbre.
Está situada en la parte más alta de la ciudad histórica. La calle Aguilera la bordea y la de Enramadas se
interrumpe en ella y continúa su recorrido hacia el este. Fue lugar de recreo de jóvenes y niños a partir de la
segunda mitad del siglo xix. En ella también se reunieron conspiradores por la libertad de Cuba.
En esta plaza se realizó por primera vez la celebración del 10 de octubre de 1868.
El 12 de junio de 1899 se le llamó Plaza de
la Libertad y en 1902 se erigió la columna
de los Veteranos, de 20 metros de altura,
como homenaje al Ejército Libertador.
En ella hay monumentos a diferentes
próceres de la guerra por nuestra indepen-
dencia, como son: Perucho Figueredo,
José Martí y el general Castillo Duany,
entre otros. Es en la década del cuarenta
del siglo xx cuando se construyen las pér-
golas y el hemiciclo.
La Plaza de Marte, como la sigue
llamando el pueblo santiaguero, es un
elemento de tránsito, un eslabón, entre la
ciudad histórica y la parte más nueva de
la ciudad.
La columna conmemorativa está coronada por un gorro
frigio y tiene cuatro tarjas. Está flanqueada por cuatro
cañones de la época de la guerra de independencia. La base
de cada cañón tiene estampado el escudo cubano.
...alba y ocaso del imperio español
Santiago de Cuba,

Columna conmemorativa en la plaza de Marte

74
Pérgola de la plaza de Marte
Las iglesias de la ciudad vieja
Durante la colonización, la iglesia desempeñó un importante papel, ocupándose no solamente de la salud
espiritual de la población tanto española como indígena, sino también quedaron en sus manos la educación y
las instituciones de beneficencia. La construcción de iglesias estuvo muy ligada al desarrollo de la ciudad. Es
en el siglo xviii cuando se erigen la mayor cantidad de iglesias: podemos enumerar las de Santa Lucía (1701),
Santo Tomás (1715), Nuestra Señora de los Dolores (1722), San Francisco (1745), de la Santísima Trinidad
(1787) y Nuestra Señora del Carmen (1796). La actual catedral ya existía desde siglos anteriores.
En muchos casos, los terremotos y destrucciones ocasionadas por corsarios y piratas obligaron a su
...alba y ocaso del imperio español

reconstrucción, por lo que existieron adaptaciones arquitectónicas a través del tiempo. En general, son
construcciones modestas, que se edificaban a expensas de benefactores y
vecinos.

Iglesia de Nuestra Señora del Carmen


Ubicada en la esquina de Félix Pena (Santo Tomás) y Tamayo Fleites
Santiago de Cuba,

(Callejón del Carmen) fue construida a mediados del siglo xviii por licencia
concedida al deán don Torivio de la Vandera el 30 de octubre de 1750. Se
concluyó en 1766 pero fue destruida por el terrible terremoto del 11 de junio
de ese mismo año. Se reconstruyó nuevamente y se inauguró el 13 de julio
de 1794.
El 27 de febrero de 1802 el culto y el Cabildo de la Catedral se trasladaron a
este templo por reparaciones en aquella.
En este templo reposan los restos de Esteban Salas Montes de Oca, considerado
como el padre de la música cubana, desde su muerte el 14 de julio de 1803. Es una
edificación de una sola nave, única en su estilo en la ciudad.
76
Iglesia de Nuestra Señora del Carmen
Iglesia de San Francisco
El Convento de San Francisco y su Iglesia fue uno de los monumentos religiosos más antiguos
que tuvo Santiago de Cuba, después de la Iglesia de Santa Catalina (1514).
Inicialmente estuvo enclavado en la cercanía de la fortaleza de San Francisco, donde hoy radican
el Palacio Provincial y el Museo Emilio Bacardí.
Esta ubicación trajo problemas entre frailes y soldados, por lo que en 1744 se compró en el punto
conocido como “Plazoleta del Coco” un terreno para construir la nueva edificación y mientras tanto,
...alba y ocaso del imperio español

se levantó una iglesia provisional en un solar de un individuo llamado Pavía.


Dicha iglesia fue destruida por el terremoto grande de 1766, luego se empezó a construir otro más
sólido, que en 1798 estaba bastante avanzado.
Lo que es seguro es que en 1804 estaba concluida la construcción del templo porque, a falta de Catedral
(destruida por el citado terremoto), fue en este templo de San Francisco donde recibió el Palio el
Ilustrísimo Señor Arzobispo Monseñor Don Joaquín Osés de Alzúa.
Después del terremoto de 1852 se hicieron muchas reparaciones y se habilitó toda la parte contigua
para vivienda de la comunidad.
Santiago de Cuba,

Más tarde ocuparon el convento los Padres Paúles que tuvieron la tutela espiritual de las “Hijas
de María”, la Beneficencia, Belencito y la Capilla del Sanatorio de la Colonia Española. En 1851 se
introdujo el culto a la Virgen conocido como “el mes de María”, que luego se propagó a los demás
templos de la ciudad.

78
Iglesia de SanFrancisco 79

Ciudad vieja
Iglesia de la Santísima Trinidad
Su construcción se debe a la dedicación y aporte monetario de don Bernardo Portuondo Bravo y ­Gabriela
María Rizo y Sevedes Ordóñez, que fueron los fundadores del templo y los impulsores de la creación y
erección canónica de la parro­quia. De ellos se conservan sendos cuadros en la sacristía del templo.
La primera piedra del templo
se colocó en la tarde del
17 de febrero de 1784 y se
concluyó su fabricación el
...alba y ocaso del imperio español

1º de junio de 1787. Don


Bernardo murió en 1785
y no pudo ver la obra
terminada.
La Parroquia fue erigida en
Auxiliar en 1803 y como Pa-
rroquia de Término a media-
dos del mismo siglo xix. Su
historia está vinculada al Ar-
Santiago de Cuba,

zobispo Antonio María Cla-


ret y Clará y la religiosa Ma-
ría Antonia París y en su pila
bautismal fueron bautizados
algunos personajes y patrio-
tas como Quintín Bandera y
Mayía Rodríguez.

Iglesia de la Santísima Trinidad

80
81

Ciudad vieja
Chivo que rompe tambor...

H ay infinidad de refranes, dichos, dicharachos, que se han popularizado enorme-


mente; pero como casi siempre sucede, nadie sabe por qué se dicen ni cómo se
originaron. Precisamente, esas frases, ese argot popular es el alma misma del
pueblo. Esas frases demuestran la agudeza, la facilidad del cubano para hacer frases
que se convierten en refranes, y que al correr del tiempo llegan hasta a formar parte
de nuestro idioma, por derecho propio.
Hay una frase popularísima: “Chivo que rompe tambor, con su pellejo paga”. ¿Cómo
se originó? He aquí, precisamente, el objeto de esta crónica:
A mediados del siglo pasado, las guarniciones españolas que había en esta parte de
la Isla, no tenían grandes bandas de música. Por lo regular eran modestos conjuntos
musicales a los que se les daba el nombre de charangas. Más tarde tuvimos, sin em-
bargo, la banda del regimiento de Cuba, dirigida por el ilustre músico don José Arroyo
Coca, la cual tuvo justísima fama. Pues bien, en la charanga del regimiento de Sici-
lia, había un tambor —ya sabemos que al instrumento se le dice igual que al que lo
toca, aunque al tambor no se le puede propiamente decir propiamente instrumento,
pero estamos hablando en… cubano— nombrado Dositeo Muguercia, un gallego fuer-
te como un toro y terco como él solo. Un día de Reyes, en que salieron por las calles
las fanfarrias militares, fue la charanga en cuestión a dar un concierto o lo que fuere,
en la casa del comandante del batallón nombrado don José Manterola . En uno de los
intermedios, Muguercia junto con los demás músicos fueron a tomar un refrigerio,
dejando en la sala de la casa todos sus instrumentos. Un hijo del comandante Mante-
rola, en unión de un negrito de la casa, por hacer esas maldades que los muchachos
no piensan, comenzaron a tocar el tambor; pero al darse cuenta de que Muguercia
regresaba salieron corriendo, con tan mala suerte que el jovencito Manterola cayó al
tropezar con una silla arrastrando al tambor, que sufrió la destrucción de uno de sus
parches. Al regresar el iracundo Muguercia, fue informado que unos chivos habían
cometido la desgracia; por lo que el músico, lleno de furor, de un feroz silletazo mató
al chivo que había en el patio, que estaba amarrado e inocente de todo lo ocurrido. El
gallego iba diciendo para sus adentros: “Er chivo que rumpe el tambor paga con su
piel”, frase que ha sido modificada luego por los cubanos.
...alba y ocaso del imperio español

Y se formó la de San Quintín y hasta preso fue Muguercia por haber matado al animali-
to mimado de la casa del comandante, pero la frase siguió, se generalizó, se modificó,
se musicalizó, y así en diversas formas llega hasta nuestros días… Todo esto se pro-
dujo en Santiago de Cuba, en la casa del comandante de infantería don José Mantero-
la, sita en la calle de San Pedro y Trinidad, el 6 de enero de 1847.

Raúl Ibarra Albuerne


Santiago de Cuba,

82
83

Ciudad vieja
El crimen de la Trinidad

L anguidecía el mes de noviembre del año del Señor de 1788. Nuestra ciudad,
una aldea poco más o menos, honraba con devoción absoluta, por hacer
algo, el mes de los difuntos. Todos los cementerios se veían concurridí­
simos, cada parroquia tenía su cementerio. Y sucedió que el veintiséis de dicho
mes, poco antes del anochecer, se produjo la truculenta escena que vamos a
narrar.
Juventino Linares era un joven español que había venido muy pequeño a nuestra
ciudad en unión de un tío que tenía una tienda en las cercanías de la Plaza de la
Maloja —Carnicería y San Antonio— y desde hacía tiempo, estaba locamente ena-
morado de una pardita nombrada Mariana Almenares, mujer de unos diez y siete
años, de singular belleza, pero de una cabeza no muy asentada, más por ignoran-
cia que por instinto de maldad.
Mariana había visto con agrado al principio a Linares y hasta según los minucio-
sos informes de la policía, casi llegaron a ser novios; pero la muchacha, en un
momento dado, le dio un esquinazo al joven galán, para hacer caso a las palabras
prometedoras y dulzonas de un conocido militar español, que luego fue grande
entre los grandes en la milicia de la Metrópoli.
Todo transcurría en calma aparente; pero en el cerebro del joven enamorado iba
tomando formas, vagamente al principio y luego ya de manera definitiva, el evitar
por todos los medios imaginables, que su querida Mariana se fuera con el militar,
sin saber, el infeliz, que ya este mandaba a su gusto y con prerrogativas únicas
sobre la bellísima joven en cuestión. Linares había visto a Mariana el 23 de no-
viembre, a la salida de la iglesia de la Trinidad y la joven le despidió con cajas
destempladas, significándole que no la molestara más, pues ella había resuelto
enderezar su vida hacia otros derroteros más provechosos y seguros.
Por muy poca que fuera la intención de Linares sobre lo que estas palabras signi-
ficaban, sintió que ellas caían en su rostro como un latigazo sangriento... Sintió
el escozor de una puñalada en sus entrañas, y el cerebro se le nubló. Pero… no
...alba y ocaso del imperio español

quería, no podía matar a la que era ansia, aspiración y objeto mismo de su vida.
Ya Linares ni comía, ni dormía, ni podía trabajar. Era algo automático, algo que no
sabía cómo vivía, tal era el enamoramiento que sentía por Mariana, y seguramen-
te, si él hubiera tenido unos años más, hubiera meditado y quizá si enderezado
sus pasos hacia otra mujer más digna de amor tan grande…
El día 26 de noviembre fue su hecatombe. Serían las seis de la tarde, pero estaba
muy oscuro. Mariana y el militar estaban en el cementerio de la Trinidad, al parecer
honrando la memoria de algún difunto, pero en realidad, era una cita para llamar
Santiago de Cuba,

menos la atención. Linares se había convertido en una sombra de la muchacha


y cuando esta, aprovechando que no había nadie por ahí, se besaba apasionada-
mente con su amante, saltó Linares como una fiera, puñal en mano, para asesinar
al militar que le robaba su amor, su vida. Y aquí intervino la mano del destino, de
esa fuerza que rige la vida de los hombres y de las cosas. El puñal de Linares iba
dirigido contra el militar, pero al saltar para cometer su crimen, tropezó su mano
sobre una cruz y el puñal impelido por una fuerza secreta, cayó de las manos de
Linares y dando en otra cruz, se fue a clavar en la espalda de la joven Mariana, que
durante ocho días estuvo sufriendo las consecuencias de la herida, hasta fallecer
de una infección, en manos de curanderos y enfermeros de aquella época.

84
El militar, hombre de grandísima influencia, no permitió que a Linares se le apre-
sara. Dejó que huyera del teatro de su crimen, pero… dos días después el joven 85
mancebo apareció muerto en las afueras de la ciudad. Lo habían matado a palos.

Ciudad vieja
El cráneo, según dice el parte policíaco, “estaba como papilla y se le salían los
sesos por la parte izquierda”.
Y como era de esperarse, el crimen quedó sin sanción; pues jamás la policía pudo
dar con el criminal que todo el mundo y… nadie conocía.
Por años, entre los vecinos de las cercanías del cementerio de la Trinidad, circu-
laba el rumor de que en horas del atardecer flotaba el espíritu de Linares sobre la
tumba donde se desarrolló la escena de sangre… Pero esto último nos parece una
fantasía más de aquellos tiempos simplistas, de disciplinas religiosas.

Raúl Ibarra Albuerne


Iglesia de Santa Lucía
Es una de las iglesias más antiguas de Santiago de Cuba que se conserva con su estructura original
casi sin cambios. Su construcción comenzó en el año de 1698 con el apoyo de gran cantidad de vecinos,
cuando era solo una ermita en las afueras de la ciudad. Su inauguración data de 1701.
En 1871 se convierte en Auxiliar
de la Parroquia de Nuestra Se-
ñora de los Dolores.
...alba y ocaso del imperio español

En 1908 se estableció en ella la


sede de la mencionada parroquia
al cederse el templo de Dolores
a la Compañía de Jesús (padres
jesuitas) que quedó como capilla
del Colegio Católico Dolores.
Fue el lugar de fundación de va-
rias hermandades y cofradías
como la del Cristo de la Miseri-
Santiago de Cuba,

cordia, encargada de socorrer es-


piritualmente a los condenados
a muerte.

La iglesia de Santa Lucía en el siglo XIX

86
87

Ciudad vieja
Iglesia de Santa Lucia
Logias masónicas
Aunque la masonería no es, desde luego, un invento cubano, tuvo una gran repercusión
en las luchas independentistas.
Desde fines del siglo xviii esta asociación secreta tuvo una gran
influencia en Cuba. Aunque existió y existe en toda Cuba, fue
en Santiago de Cuba y en La Habana que alcanzó su máxima
expresión.
Los Maceo, Martí, Máximo Gómez y Narciso López
...alba y ocaso del imperio español

fueron masones, para citar solamente algunos.


Se dice que Narciso López, el creador de la
bandera cubana, la pensó como resultado
de los números tres, cinco y siete que son
los años que un masón dedica al
aprendizaje, a la sociedad y a
la maestría.
Es una fraternidad que
Santiago de Cuba,

siempre ha trabajado en pro


de proyectos humanitarios
y benéficos.
Las primeras logias se fun-
daron en 1798 con la emigración
francesa, lo cual está corroborado por
los nombres en ese idioma de las primeras lo-
gias. En el siglo xix no había ninguna logia legalmente esta-
blecida en Cuba, debido a la prohibición del gobierno español, ya que
Hospital creado por una logia
masónica y donado a la ciudad en 1922
88
­ ernan­do VII había declarado la francmasonería como
F
un delito. No obstante, al ser masones la mayoría de los 89
patriotas, se fue gestando a través de ellas el movimien-

Ciudad vieja
to que culminó en la ­guerra de independencia de 1868.
Uno de los sucesos más tristes y violentos contra
los masones ocurrió precisamente en Santiago de
Cuba. El Gran Maestro, el tesorero y varias figuras
prominentes fueron llevados por los voluntarios
españoles hasta el ingenio San Juan de Wilson, y
fueron asesinados durante los días 13, 14 y 15 de febrero
de 1870. El cementerio de Santa Ifigenia guarda una
tumba para los mártires de San Juan de Wilson.
A pesar de esto, la francmasonería continuó viva y
desempeñó un papel importante en la formación
de personalidades que serían luchadores por la
causa de la independencia.

Edificio que alberga más


de una logia de Santiago de Cuba
Santiago de Cuba,

90
...alba y ocaso del imperio español
Irrupción
franco-haitiana
La Isabélica, museo etnográfico
La influencia francesa y haitiana 93
Sería justo, cuando hablamos de la influencia francesa en Santiago de Cuba, hablar más bien de

Irrupción franco-haitiana
la influencia franco-haitiana.
Cuando estalló la Revolución Haitiana en 1791, comenzó un flujo de franceses que se hizo más fuerte en
los primeros años del siglo xix. Viajaron miles de franceses de diferentes profesiones, con sus familias
y esclavos. Se establecieron en Santiago de Cuba, Guantánamo y Baracoa principalmente, pero fue en
Santiago de Cuba donde esta influencia tuvo una gran importancia.
La cultura francesa de los amos y la cultura de origen africano con influencia francesa de los esclavos se
mezclaron y dejaron una huella imborrable en la ciudad y en los campos.
En el aspecto económico, la ciudad flo-
reció. Se crearon comercios y escuelas.
Se hablaba mucho francés en las calles
y existía al menos un periódico llama-
do El Redactor que publicaba noticias y
avisos en francés.

® Miguel Angel Verdaguer Vendrell


Se fundaron numerosas plantaciones,
sobre todo de café y caña de azúcar.
Se crearon jardines llenos de ­árboles
frutales y flores. Se trajeron espe-
cias ­ desconocidas hasta el momento
en Cuba. Las haciendas tuvieron una
significación mayor que la económi-
ca. Llegaron a convertirse en lugares
­donde se veraneaba, se hablaba de polí-
tica, de moda, arte y economía. Entorno natural donde se desarrollaron las haciendas. La Gran Piedra 1940
En el aspecto cultural, establecieron escuelas de
idiomas, baile, piano, dibujo y otras. Fundaron
un teatro en la calle Santo Tomás y un café
concert en el lugar conocido por Loma Hueca,
al que llamaron Tivolí, por lo que la zona

® Miguel Angel Verdaguer Vendrell


adquirió también ese nombre.
Los esclavos también trajeron sus instrumen-
tos musicales, bailes y cantos, ya influidos por
la cultura francesa. La tumba francesa es un
...alba y ocaso del imperio español

­ejemplo de esta fusión. Es patrimonio de la hu-


manidad en la cultura inmaterial. La Tumba
francesa influyó en los ritmos cubanos poste-
riores, desde el danzón a la trova.
En las inmediaciones de la Gran Piedra, El
Cobre y El Caney se fundaron muchas haciendas.
Particularmente grandes fueron las que se asen­
taron cerca de la Gran Piedra: La Idalia, Santa
Sofía, Mont Roux, El Olimpo, la Isabelica,
Santiago de Cuba,

entre otras. Muy bien conservada se encuentra


La Isabelica, a unos veinticuatro kilómetros de

® Miguel Angel Verdaguer Vendrell


Santiago, la cual se ha restaurado y convertido
en museo etnográfico.
El 29 de noviembre de 2000 se declaró la
­región Patrimonio Mundial, con el nombre
Sitio Cultural Paisaje Arqueológico de las
Primeras Plantaciones Cafetaleras del Su-
deste de Cuba.

94
El Tivolí 95
Hay barrios que marcan con su historia y su cultura a todo un pueblo. Entre los barrios que han dejado

Irrupción franco-haitiana
su huella en la ciudad está El Tivolí: balcón de Santiago de Cuba desde donde se disfruta el hermoso e
impresionante paisaje de la bahía y sus alrededores.
La llegada de hacendados franceses con sus esclavos, a la parte oriental de Cuba, desde finales del siglo xviii
debido a la Revolución Haitiana (1791-1804), se hizo sentir en la esfera económica y cultural del territorio,
donde se estableció el barrio francés. Los inmigrantes ejercieron una notable influencia. Las modas, las
costumbres y el estudio del idioma francés se hicieron populares y su actividad cultural dio renombre a la
barriada de El Tivolí. Elementos de la cultura dominante francesa por decantación pasaron a la nuestra.
Los franceses fundaron el Café Concert Tivolí en lo alto de Loma Hueca, donde se estrenaron obras de
teatro en la lengua de Molière pues era de amplio dominio de la población.
No se puede andar por aquí sin apreciar la famosa escalinata de Padre Pico y en la parte alta del Tivolí,
el antiguo Hospital de la Caridad (donde en 1873 fue velado en uno de sus salones el cadáver de Carlos
Manuel de Céspedes) y el Museo de la Lucha Clandestina, otrora Estación y Jefatura de la Policía
Nacional de la dictadura batistiana, escenario del combate donde cayeron los jóvenes revolucionarios
Pepito Tey, Tony Alomá y Otto Parellada, el 30 de noviembre de 1956.
Construida sobre un muro en la histórica calle Rabí, la Casa de las Tradiciones, de peculiar encanto,
encarna el espíritu de una comunidad que ofrece lo más auténtico de las tradiciones musicales, bailables,
plásticas y literarias, preservadas y cultivadas por varias generaciones de santiagueros.
El barrio francés de Santiago de Cuba es hoy apenas perceptible en las fachadas de algunas de sus
antiguas viviendas y cuando se camina por sus calles, de repente se siente la posibilidad de tropezar con
algún actor de los acontecimientos históricos o culturales ocurridos allí.
José Carlos Martínez Pinillo
Curiosidades
de El Tivolí
Donde estaba el antiguo Instituto
de Segunda Enseñanza, se
llamaba Loma del Tívolí, pero
anteriormente la denominaban
de Los Colorados, por haberle
...alba y ocaso del imperio español

donado el Ayuntamiento una


parcela de terreno a una mujer
nombrada María y que llamaban
La Colorada.
Lo que hoy es la calle del Gene-
ral Rabí, antigua Gral. Torres se
conocía por Loma Hueca y era el
lugar que se escogió para hacer el
cementerio, cosa que nunca se lle-
Santiago de Cuba,

vó a efecto.

Raúl Ibarra Albuerne

96
El Tivolí o Loma del Intendente, como también es conocida
La antigua estación de policía, ahora Museo de la lucha clandestina
99

Irrupción franco-haitiana
Tragedia en el Tivolí

C
omo es conocido de todos los santiagueros, la prominencia donde está encla-
vado el edificio del Instituto, antiguo Hospital Civil San Juan de Dios, y todos
los lugares cercanos es conocido por la loma del Tívolí, nombre que lleva desde
que en esa eminencia de terreno estrenaron un teatro los emigrados franceses en los
albores del pasado siglo, y como le pusieron Tívolí, toda la barriada desde entonces
fue conocida por ese nombre.
Pues bien, el “cronicón” de hoy trata sobre un hecho de sangre y celos ocurrido allí y
que consta en el no. 178 del legajo 6 del archivo de la Jefatura de Vigilancia ­adscrita
al Muy Ilustre Cabildo de la Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Nuestra Señora de la
Asunción de Santiago de Cuba (Ahí van todos nuestros títulos citadinos).
Conocemos la fama que siempre han tenido las mulatas orientales, tipo acabado de
belleza, simpatía, gracia y refinamiento en el vestir. En época de España, los militares
metropolitanos que se enloquecieron con ese tipo extraordinariamente magnífico de
mujer cubana, escribieron más de una página de celos y sangre, por el amor de algu-
nos de esos selectos ejemplares humanos…
Había una mulata, como de veintitrés años, nombrada María Caridad, que tenía por
apellido el de Logás o Logar (ambos se ponen en el texto de donde extraemos los datos)
que vivía como a dos cuadras del teatro de los franceses y que era una de las más asi-
duas concurrentes a las funciones, aunque no entendía una palabra de francés, pero
iba por pasar el rato y distraerse. Esta mujer, de un color de canela, pelo negrísimo y
ondeado, facciones perfectas, cuerpo tentador y simpatía arrebatadora, inspiró a un
sargento de lanceros llamado Juan de Santa Cruz, una pasión de esas que transfor-
man a los hombres, que cambian su fisonomía, que les hace perder la noción de lo
que son, para convertirse en parte integrante del objeto amado. Santa Cruz vivía para
María Caridad. Era no solo su amor, era su todo. Ambos se querían. La bella joven veía
posibilidades de mejoría en todos los aspectos, soñaba con el viaje a España, con salir
de la pobreza en que estaba y, repetimos, esta idea era más lo que en el fondo le ha-
cía ligarse con el sargento, que un amor parecido al que ella le inspiraba. El sargento,
...alba y ocaso del imperio español

sabiéndose o creyéndose amado, vivía en el mejor de los mundos, hasta que en su ca-
mino se mezcló un soldado de su mismo regimiento, un muchacho andaluz nombrado
Joaquín Urbano Cáceres, natural de Sevilla, como de veinte años, alto, trigueño, buen
tipo, gracioso y simpático hasta la exageración. Ver Joaquín Urbano a María Caridad y
enamorarse los dos fue como algo previsto por el destino, que había señalado al ena-
morado sargento con su índice de tragedia y muerte.
María Caridad, por medio de esas artes sutiles que solo tienen algunas mujeres para
saber engañar, logró capear el “toro” por algún tiempo, pero fueron tantos los conse-
jos que le daban al Sargento, tales las risitas y codazos de sus compañeros cuando él
Santiago de Cuba,

pasaba, que llegó el momento del azoramiento, la duda, la sospecha y en el fondo de


su corazón germinó la tragedia como una planta de maldición, cultivada por el destino
y abonada por el desenfreno de las pasiones.
Y una noche de febrero, cuando en el “coliseo” se aplaudía el couplet de alguien que
con pretensiones de artista ahí actuaba con éxito, Santa Cruz pudo ­percatarse de su
desgracia, viendo cómo María Caridad y Joaquín Urbano, juntos y enamorados, ocupa-
ban una de las primeras filas de taburetes. Santa Cruz fue caballeroso hasta en la hora
de su trágica muerte, y lo único que deseó fue inmolarse ante los ojos de la ingrata que
pisoteaba su amor, sus ilusiones, su vida. Se adelantó hasta donde estaban los tórto-
los, que al verlo tuvieron un movimiento de estupor por creer que serían agredidos por
100
el sargento, pero paralizados por el temor, fueron testigos de la trágica escena. Santa
Cruz, sacando un filoso cuchillo, se acercó a María Caridad, que palidecía de terror y 101
le dijo: “¡Mira lo que hace tu traición, infame!”. Y sin que nadie pudiera evitarlo, se

Irrupción franco-haitiana
enterró el cuchillo en el pecho. Un torrente de sangre salió en seguida de la herida y el
cuerpo del suicida caía en tierra, en medio de la natural algarabía que se formó en el
teatrillo aquel, los desmayos más o menos reales de algunas mujeres y los numerosos
militares que se llevaron el cuerpo de su compañero, agonizante.
En un bolsillo de la guerrera se encontró una carta, cuyas primeras líneas no pudie-
ron leerse por haberse teñido de sangre y destruido el papel en parte, pero se podían
leer las que decían:
… porque ella absorbió mi vida. No debo matarla porque al engañarme prueba que
no me quiere y yo no sacaría nada, pero me mato, porque soy la verdadera víctima;
ya que no puedo vivir sin ella. Que la perdone el Santísimo. Perdón mi capitán este
escándalo, pero fíjese, que lo pago con mi vida. Si mis padres indagan mi triste fin,
dígales que morí de muerte natural, de fiebre, de… cualquier cosa. Perdone, mi ca-
pitán, al hombre que siempre le ha sido fiel y leal. Pero así es la vida de quebradiza
y voluble. Hasta que nos veamos en el más allá. Juan de Cruz y S.
Ocho días después de la tragedia, sosegados los ánimos, y pasado el primer ­chaparrón
de dimes y diretes, volvía María Caridad al Tívolí con su andaluz, precisamente a
presenciar la misma obra interrumpida por la tragedia del sargento. Y si sobre el am-
biente flotaba el recuerdo de la tragedia, los dos enamorados se aislaban en su amor
fogoso, ajenos por completo al recuerdo y a la obra que se representaba.

Raúl Ibarra Albuerne


La escalinata de Padre Pico desde lo alto de la Loma del Intendente
103
El precursor de los garroteros

Irrupción franco-haitiana
D
on José Antonio Cardona y Salazar era un vecino de esta ciudad que siempre
estaba en contrapunteo con la justicia y con los alcaldes -antes había dos a un
mismo tiempo-, allá por el año de gracia de 1821. Era grueso. Su vientre, de
prodigioso volumen a consecuencia de las digestiones fuertes y lentas, jamás sintió
la tiranía opresora de un cinturón. Nuestro héroe fue el primero que estableció en
esta ciudad el negocio de prestar dinero con interés, popularmente garrote, y de ahí
que tuviera más de un dolor de cabeza, amén de los que daba él en su afán desmedido
de esquilmar al infeliz que cayera entre sus garras. Fue una vez procesado por negar-
se a pagar contribuciones y a servir en la militancia, por lo que hubo de obligársele
a servir en mar y tierra, cosa que no podían evadir los vecinos de esta noble urbe.
Vivía en una casita ubicada cerca de Loma Hueca —hoy calle del Gral. Rabí—, que había
obtenido por medio de una celada que le pusiera a una anciana dama que tuvo un día la
fatalidad de pedirle presta­dos 200 pesos. Cobardón y charlatán, como la mayoría de los
de su clase, a las siete de la noche ya estaba nuestro hombre encerrado y costaba Dios
y ayuda encontrarlo después de esa hora, lo que siempre significaba un rédito mayor
si se le encontraba y algunas malacrianzas por añadidura. Una leyenda de riquezas
fabulosas flotaba sobre este individuo como una amenaza permanente. Los amigos de
lo ajeno, de la categoría de los que van hasta el crimen, pusieron la vista en este viejo
avaro y solitario, y se decretó su muerte, en un plan audaz y bien planeado.
La noche del 24 de abril de 1821, se pusieron de acuerdo unos malhechores conocidos
por “Nandito” y Luis “El Chino”, y como a las ocho y media se dirigieron a la residencia
del usurero dispuestos a todo. El Chino, que conocía a Cardona, fue el encargado de
llamarlo por la ventana. Cuando salió la presunta víctima y se aseguró de que era Luis
que llegaba, lo recibió con palabras soeces, lo que al Chino tenía sin cuidado. Se decidió
Cardona a abrirle, pero para que se fuera en seguida, porque tenía mucho sueño y esta-
ba cansado. Fue su perdición. Nandito esperaba esa ocasión para entrar en funciones y,
rápido como un relámpago, al abrir la puerta el usurero, entró como una tromba. La casa
estaba algo retirada y los vecinos más cercanos nada oyeron, La lucha debió ser breve,
violentísima, sangrienta, mortal. El viejo Cardona defendía más que la vida las buenas
piezas de oro y plata que guardaba en su casucha. Luchó como un león, pero… cayó.
...alba y ocaso del imperio español

A la mañana siguiente descubrieron a Cardona, que con el cráneo destrozado y con


una puñalada en el corazón yacía sobre sangre coagulada. Los ojos desmesuradamen-
te abiertos del cadáver eran aterradores. La casa fue saqueada. Los criminales carga-
ron con cuatro o cinco mil pesos. No hubo frases de conmiseración para la víctima
sino alegría en el barrio. Se dice que los vecinos participaron en el saqueo.
Así cayó don José Antonio Cardona y Salazar, ilustre precursor de los garroteros. Vi-
vió como un ogro. No tuvo más pensamiento que el dinero. Acumuló una fortuna y la
perdió trágicamente en unos segundos. Triste fin de los avaros…
Santiago de Cuba,

Cuentan las viejas consejas que por las noches, en altas horas, se ve una luz en la
casa vacía de Cardona y se oyen gritos ahogados… ¡Sabe Dios qué sinvergüencería ha-
bría en la casita de marras y para ahuyentar a los mentecatos inventaban esos cuentos
que producían escalofríos y puntos de terror en las almas ingenuas de la época!

Raúl Ibarra Albuerne

104
105

Irrupción franco-haitiana
La calle de la virgen

N
uestra vieja ciudad bullía de júbilo y de alegría infinita. Era el año de 1824 y
estábamos en pleno período de mamarrachos, es decir, las fiestas de carnaval
ahora. Era día de Santa Cristina y el pueblo se prestaba a celebrar dignamente
la fiesta, así como las subsiguientes de Santiago y Santa Ana.
Entre las comparsas que se estaban preparando para salir por nuestras calles había
una que tenía su sede en el Alto de los Colorados, hoy el Tivolí. Esta comparsa tenía
el poco sugestivo nombre de La Caza del Verraco. Consistía la comparsa, después de
los naturales cantos y pregones, en organizar delante del gobernador una cacería de
jabalíes o machos cimarrones y el cazador que mataba al macho —que era otro mo-
reno vestido de sacos y que hacía el papel de víctima—, se daba por muerto. De esta
parranda o comparsa es que viene el viejo refrán: “Yo no hago el papel de verraco”, tan
usado aún en nuestros días.
Una vez que se terminaba la cacería, el gobernador, que por lo regular veía a “los in-
dígenas” como gente de baja estofa a la que había que contentar con ron, obsequiaba
a los dirigentes de la comparsa con bebidas y les daba permiso para que siguieran
presentando el espectáculo, cobrando a quien quisiera pagarles.
Las comparsas del día de Santa Cristina habían recorrido la ciudad en plena armo-
nía y se esperaba que el día de Santiago la fiesta llegara al colmo, estando las calles
adornadas y especialmente, la calle Ancha o de Las Enramadas, donde había muchas
La escalera del callejón de Santiago
casitas de palmas de coco, donde se vendía ponche de leche, lechón tostado, agualoja,
catibía, sin contar bebidas espirituosas y especialmente, ron de Jamaica; pues no 107
había en nuestra ciudad fábricas de bebidas como hoy.

Irrupción franco-haitiana
Cerca de la casa de donde partía a sus recorridos la comparsa La Caza del Verraco, vi-
vía una parda nombrada María Rosa González, a la que se le conocía por Chinola, cuyo
pasado era oscuro y nadie trataba de averiguar, aunque se decía que había tenido amo-
ríos en su juventud con algunos militares españoles. Sea cierto o no este extremo, lo
que sí era evidente que tenía dos hijas nombradas Conchita y Rosa Luisa, pardas casi
blancas y bellas, de una belleza extraordinaria.
Conchita tenía su novio, que era un carpintero al que utilizaban en los cuarteles por
su habilidad para hacer muebles. Estos felices enamorados tuvieron la desgracia de
participar en la comparsa a la que hemos aludido en esta crónica, y decimos la des-
gracia, porque fue donde un oficial de ingenieros del ejército español, nombrado don
Segundo Mantilla, vio a la bellísima criolla y ya no tuvo otra idea que poseerla. Sabía
que su novio, el joven carpintero nombrado Andrés, trabajaba a la sazón en el cuartel
de San Francisco y allá fue el capitán Mantilla a interesarse por la muchacha, su re-
sidencia, etc. Andrés contestaba orgulloso al capitán, creyendo que le elogiaban a la
novia, pero sin interés bajo cuerdas, como vulgarmente se dice. El capitán se había
prendado de Conchita sinceramente. Era uno de esos amores a primera vista y como
en aquel tiempo, un capitán era un capitán y si español, era entonces un recapitán.
Lo cierto es que, a los pocos días, ya Mantilla era amigo de la familia y como Chinola
recordaba sus amoríos con otros militares hispanos, vio en seguida con buenos ojos
que su hija le gustara al capitán; aunque la muchacha no tenía intenciones de despe-
dir a Andrés, que era su verdadero amor.
Andrés nada veía. Con esa seguridad, esa nobleza, esa confianza que solo anida en las
almas sencillas y puras, no se daba cuenta de la tragedia que se venía incubando con-
tra su felicidad. Lo cierto es que entre los regalos de Mantilla, las insinuaciones de
la madre y las intrigas del barrio contra Andrés, el capitán triunfó estrepitosamente y
fue novio de Conchita. Andrés sufrió primero un ataque de melancolía y abandonó su
trabajo. Era una ruina humana al cabo de un mes del rompimiento. Pero la melancolía
se transformó en locura. Ya era peligroso, ya amenazaba, ya constituía una verdadera
preocupación para el capitán y para Conchita. Hubo que internarlo en un hospital.
Mas contra el destino nadie puede interponerse. Cuentan las crónicas de aquella épo-
ca que un 23 de diciembre, víspera de Nochebuena, mientras Mantilla en la puerta de
su novia hacía proyectos de un próximo casamiento, Andrés, que se había fugado del
hospital que estaba cercano, se apareció como furia del Averno y hundió una daga en
...alba y ocaso del imperio español

el corazón del capitán Mantilla. Este cayó bañado en sangre y como fulminado por un
rayo. Conchita echó a correr por una cuartería que daba para un callejón existente en
la Loma de los Colorados, dando gritos de auxilio, mientras el orate seguía tras ella
para exterminarla. La infeliz muchacha no se dio cuenta que el final del callejón era
un barranco y al llegar a su borde, como no podía avanzar, se dio a pedir misericordia
a la Virgen, que el loco no tuvo y ahí mismo acabó con Conchita a cuchilladas. Una vez
terminado su doble crimen, Andrés no hacía más que reírse. Cuentan que lo mataron
a palos los soldados que acudieron a vengar la muerte de su capitán.
La callejuela donde cayó muerta la bellísima e infeliz Conchita, se llamó desde aquel
Santiago de Cuba,

tiempo el callejón y luego calle de La Virgen, que perdura hasta nuestros días.

Raúl Ibarra Albuerne

108
Cementerio de Santa Ifigenia
Plano general del cementerio
El cementerio de Santa Ifigenia 111
Inaugurado el 22 de abril de 1868, es uno de los cementerios más antiguos de Cuba y debe su nombre a una

Santa Ifigenia
santa etíope. El cementerio de Santa Ifigenia constituye un verdadero encuentro con la historia cubana
y universal, un homenaje a quienes dieron su vida por causas justas y, al mismo tiempo, es un museo a
cielo abierto de la arquitectura funeraria, donde mármoles de origen francés e italiano se convierten en
verdadero arte. Madonas y ángeles velan el descanso eterno de hijos naturales y adoptivos de esta ciudad.
El mausoleo de José Martí se construyó con hormigón y
mármol de cantería, tiene más de 23 metros de altura. Al frente
permanece encendida la llama eterna, como homenaje a los
caídos en defensa de la patria. Alrededor de este monumento,
se ejecuta la guardia de honor con impecable marcialidad.
Impresionantes diseños tienen la tumba de Carlos Manuel de
Céspedes; Emilio Bacardí y don Tomás Estrada Palma. Los
panteones de los Veteranos, de los mártires del Virginius, de
San Juan de Wilson, el de los Mártires de la Revolución y el
Retablo de los Héroes son sitios de inevitable visita.
“La página más hermosa de la historia de los pueblos es
honrar a sus héroes”, dice la lápida de una hermosa bóveda
donde descansan los restos de cuatrocientos ochenta y un
soldados españoles caídos en los combates de San Juan y El
Viso, en el año 1898.
El Sendero de los Trovadores ha traído a su descanso eterno
a personalidades de la cultura, como es el caso de Pepe
Sánchez; Ñico Saquito; Miguel Matamoros y recientemente Ubicación del cementerio
los ha venido a acompañar Francisco Repilado (Compay
Segundo).
Reposa además en esta área del Campo Santo el polaco Nicolay Yavorky, profesor de danza de Alicia
Alonso, directora general del Ballet Nacional de Cuba.
Casi a la entrada se encuentra ubicada la bóveda no. 116, propiedad de los Marqueses de las Delicias
de Tempú, donde se encuentra enterrado el doctor Francisco Antonmarchi Mettei, prestigioso médico
nacido el 6 de julio de 1789, en Córcega, Francia y quien fuera el último médico del emperador Napoleón.
Por los valores patrimoniales que atesora Santa Ifigenia, cuyo legado se extiende desde la época colonial
santiaguera hasta nuestros días, y por sus valores arquitectónicos, donde predomina el neoclasicismo,
fue declarado el 7 de febrero de 1937, y ratificado el 20 de mayo de 1979, Monumento Nacional. Título
merecido para un sitio que representa importantes páginas de la historia de la isla y donde se ha infiltrado
...alba y ocaso del imperio español

también una parte de la historia universal.


José Carlos Martínez Pinillo
Santiago de Cuba,

La entrada al cementerio

112
113

Santa Ifigenia
¿Por qué se llama Santa Ifigenia?

M uchas son las versiones que se conocen en esta ciudad sobre el nombre del
cementerio general de Santa Ifigenia. Sin embargo, la más corriente de esas
versiones es que se debe a una morenita llamada Ifigenia, fue la primera per-
sona enterrada en el cementerio. Nada más absurdo ni nada más lejos de la verdad que
semejante idea. El primer enterramiento en este cementerio fue el de don Antonio Vin-
net y Gola, marqués de Palomares del Duero, procedente del cementerio de Santa Ana.
Después fueron sepultados el día de su inauguración cinco cadáveres procedentes del
hospital militar que obvviamente no podían ser de mujeres.
Pero hay algo más: el antiguo cementerio de Santa Ana tampoco se llamaba así, sino
también de Santa Ifigenia y que el público le dio en llamar de Santa Ana, porque edi-
ficaron en sus cercanías la ermita de Santa Ana; pero el cementerio tomó su nombre
de la devoción que tenían los donantes de las capellanías para honrar a dicha Santa
Ifigenia.
La calle de San Jerónimo, desde Reloj hasta donde hoy está la clínica Los Ángeles,
se llamaba Cuesta de Santa Ifigenia y de ahí también tomó el nombre el cementerio
aludido. Designaremos al hacer nuestras narraciones, Santa Ifigenia el cementerio
moderno, y antiguo, de Santa Ana.
El cementerio edificado en Boca-Hueca, en terrenos del demolido ingenio San Nicolás
de Espanta Sueño, expropiado forzosamente a doña Bárbara Monsalveytía, viuda del
teniente coronel don José Ferrer, era ya demasiado pequeño para las necesidades de
la población. De ahí que, previos los informes de los facultativos de medicina de la po-
blación, el cabildo acordara la construcción de otro cementerio, y se escogió, después
de muchas consultas, un lugar en el noroeste de la ciudad, en los campos del tejar de
San ta Elena, conocido por La Venta, por una casa de expendios que ahí había. Estos
terrenos se compraron al señor Buenaventura Bravo en la suma de $11,469.30. Los
trabajos de acondicionamiento del lugar tardaban demasiado.
El 25 de mayo de 1866, terminados los fondos existentes y estando el cabildo sin fon-
dos, acuerda incluir una suma para la terminación del cementerio, a lo que se opuso
...alba y ocaso del imperio español

tenazmente el alférez real, señor conde de Duany, por estimar que siendo un cemente-
rio que iba a ser administrado por la iglesia, fuera la fábrica del clero quien pagara los
gastos, haciendo entonces una colecta para allegar fondos, en la cual se suscribieron
los siguientes caballeros: don Buenaventura Bravo, 510.00; don Manuel de la Torre,
1,000.00; don Salvador Alberni, 1,000.00; D. Antonio Norma, 1,000.00; Lic. Manuel
Cisneros, 204.00; y D. Andrés Vaillant, 500.00.
Aunque el cementerio no estaba terminado, el ayuntamiento, en vista de las urgentes
necesidades de la población, abrió al servicio público el cementerio Santa Ifigenia el
Santiago de Cuba,

día 22 de abril de 1868, siendo los primeros en ser sepultados ahí los cadáveres de
varios soldados españoles, sin filiación y procedentes del hospital militar y ese mis-
mo día también fueron sepultados los cadáveres de Encarnación Ramos, blanca, de 28
días de edad y Gerardo, moreno, esclavo, de 18 años y propiedad de don José Ramón
Villalón.
El 11 de agosto de 1876, el ayuntamiento pagó al clero 10,000 pesos por la propiedad
del antiguo cementerio enclavado en Boca-Hueca, cerca de la ermita de Santa Ana, y lo
entregó al ramo de guerra, ordenando al mismo tiempo que, procesionalmente y con
responsos cantados en las iglesias de Dolores, Catedral y Santo Tomás, se traslada-
ran al nuevo cementerio los restos que había en el antiguo y se designó una comisión
114
de concejales integrada por Juan Pérez Dubrull, Eusebio Faustino Capaz y Fernando
Rosillo Alquier, para que resolviera los problemas que pudieran presentarse en dicho 115
traslado.

Santa Ifigenia
La capilla de entrada de esa necrópolis, se comenzó a construir a iniciativas del con-
cejal inspector del cementerio, doctor José Joaquín Navarro y Villar. Se colocó la
primera piedra el domingo 4 de marzo de 1880, con numerosa concurrencia. Bendijo
la citada piedra el arzobispo don José María Martín de Herrera y amenizó el acto la
música de Vergara.
El capitán general de la isla donó quinientos pesos para dicha obra. Esta capilla no
fue terminada hasta 1921 en que se le pusieron los techos y acondicionaron los pisos.
Ha tenido múltiples reformas hasta presentar el aspecto severo que hoy tiene.
En nuestra crónica próxima vamos a dar otros detalles interesantes de nuestra necró-
polis, de un valor histórico incalculable, especialmente, en la parte relativa a nuestras
luchas por la independencia.

Raúl Ibarra Albuerne


Mausoleo de nuestro apóstol José Martí

Los restos del Apóstol reposaban anteriormente


en este mismo cementerio pero en una tumba
mucho más humilde. En la década del cuarenta
se comenzó una colecta pública para el inicio de
un nuevo panteón y se realizó un concurso para
su proyecto. El proyecto ganador se comenzó a
construir en 1947.
...alba y ocaso del imperio español

En este edificio de 26 m de altura reposan los


restos de José Martí Pérez, el apóstol de la inde-
pendencia cubana, que cayó en Dos Ríos el 19 de
mayo de 1895. Tiene la forma de un prisma de base
hexagonal que protege una urna de bronce con sus
restos. En sus esquinas posee seis esculturas que
simbolizan las provincias en las que se dividía po-
líticamente nuestro país en la década del cincuenta
Santiago de Cuba,

y está decorado interiormente con una escultura de


José Martí hecha de mármol de Carrara y con escu-
dos de veinte repúblicas de América.
Fue inaugurado el 30 de junio de 1951 por el
presidente de la república, Carlos Prío Socarrás
y asistieron reconocidos personajes de la política
y la intelectualidad del momento, como Ramón
Grau San Martín, Eduardo Chibás y Juan La tumba original de Martí en 1936
Marinello.
Desde 2002 se le rinde homenaje permanente con
la llama eterna y una guardia de honor.
116
117

Santa Ifigenia
Tumba de José Martí, apóstol de la independencia de Cuba
Tumba de Carlos Tumba de Perucho Figueredo
y los mártires del Virginius
Manuel de Céspedes,
el Padre de la Patria
...alba y ocaso del imperio español
Santiago de Cuba,

Tumba de los mártires de Wilson


en el panteón de la familia Bravo
Correoso

118
Tumba de Federico Capdevila, el defensor de los estudiantes
de medicina fusilados el 27 de noviembre de 1871 119

Santa Ifigenia
Panteón de los Veteranos
de la Guerra de Independencia
...alba y ocaso del imperio español Tumba del historiador Raúl Ibarra Albuerne
Santiago de Cuba,

Tumba de Emilio Bacardí y su esposa Elvira Cape, cuyos


restos fueron trasladados desde Arizona, por encargo de
sus familiares. Al fondo la tumba de María Cabrales, viuda
delAntonio Maceo y el mausoleo de los veteranos de las
guerras de Independencia

120
121

Santa Ifigenia
Tarjas de Mariana Grajales, la madre de los Maceo
y de Dominga Moncada, madre de Guillermo Moncada

Tumba de don Tomás Estrada Palma, primer


presidente de la República de Cuba
...alba y ocaso del imperio español
Santiago de Cuba,

Una profunda muestra de respeto por nuestra historia: la tumba de los españoles
caídos en las batallas de San Juan y El Viso en 1898, cuya lápida dice “La página más
hermosa de la historia de los pueblos es honrar a sus heroes”

122
La tumba del médico de Napoleón 123

Santa Ifigenia
Ubicada a la entrada de este cementerio se encuentra la bóveda No 116,
propiedad de los marqueses de las Delicias de Tempu, sitio en el que descansan
los restos del doctor Francisco Antonmarchi Mettei, nacido el 6 de julio de
1789 en Córcega, Francia.
Estudió medicina en Florencia,
Italia, y ejerció como médico en
el Ejército Imperial Francés. Su
prestigio profesional unido a su amistad
con el cardenal Fech, tío paterno del emperador Napoleón,
lo hicieron llegar a la isla de Santa Elena donde se encon-
traba exiliado el emperador francés, y se convirtió en su
médico. Llegó a ser su amigo y de este modo el 5 de
mayo de 1821 el doctor Antonmarchi cerró los ojos
a uno de los hombres más enigmáticos y famosos
de la historia: el gran Napoleón. A su regreso el
médico encontró un ambiente de discordia e in-
comprensión. Sumado a esto, las influencias de las
corrientes migratorias francesas hacia Cuba lo hi-
cieron decidirse a probar suerte en la isla. Llegó a La
Habana, pero allí no encontró una atmósfera pro-
picia para su estancia y se trasladó a Santiago de
Cuba a finales de 1837. Se le reconoció en esta ciu-
dad por su incesante labor profesional, pero cuan-
do mas comprometido estaba, enfrentando una gran
epidemia de fiebre amarilla, se contagió y murió en
esta ciudad la mañana del 3 de abril de 1838. La tumba del médico de Napoleón

Cómo se acabó “El Escuadrón”

H
ace ya más de un siglo que comenzaron a ocurrir las cosas que hoy vamos
...alba y ocaso del imperio español

a contar en esta historia del Santiago de antaño, de aquella época en que,


pese a su simplicidad, se vivía como en familia, felices todos, satisfechos
en medio de sus estrecheces y sin que el odio brutal que hoy nos abruma,
hiciera presa de aquella población que tanto añoramos.
Los carnavales de 1852 se preparaban con un embullo como hacía muchos años que
no se veía. Desde los últimos días de marzo, había numerosas comparsas ensayan-
do y alguna que otra había acordado “romper el fuego” el día 24 de junio, primer día
de fiestas, o sea, el día de San Juan.
Santiago de Cuba,

Hay que hacer constar que antaño como ahora, las comparsas que se respetan algo
no hacen su aparición hasta el 24 de julio, día de Santa Cristina, para seguir el 25
y el 26, o sea en la fiesta de Santiago y Santa Ana; pero siempre salían algunas en
junio como también gotean algunos mangos antes de tiempo en las tierras benditas
de El Caney.
Entre las que salieron el 24 de junio, había una comparsita compuesta casi siempre
de “gente de bronce”, organizada por Lico Burgos, quien viendo lo reducido de su
gente la nombró El Piquete; pero, por protesta general de los componentes, se acor-
dó que se denominara “El Escuadrón”, como para dar la sensación de que había
más “cobios”.

124
Todos los dirigentes o plana mayor de El Escuadrón eran gente de pelo en pecho,
de esas que “escupen por un lado de la boca y comen gente”. Una relación sucinta
125
de los elementos podrá dar a conocer la categoría de estos.

Santa Ifigenia
Hela aquí: en primer término Burgos, el gran Lico Burgos, experto conocedor de to-
das las cárceles cubanas; “Panchón”, un gigante de ébano de más de siete pies de
altura, algo colosal y único, con la fuerza de un Hércules; Isidra Mineto, conocida
por “Candelita”; una parda rolliza cuarentona a quien llamaban “La Lechuza”; una
tal “Yaquita”; otra morenita conocida por “Juana la Ronca”, y como final, un mucha-
chón a quien el público conocía por “Pan Viejo”.
Con este cuadro descriptivo del personal se podrá comprender o hacer deducciones
de lo que era El Escuadrón.
Pues bien, esos vagabundos sacaron una cancioncita, con una música fácil y pega-
josa, y que pronto fue el estribillo de aquellos carnavales, canción agorera y fuera
de toda lógica, como podrá verse por la letra que en seguida copiamos:

¡Ay!, ¡Ay!, ¡Ay!


¿Quién me llorará?
Ahí va, ahí va,
“¡La Lola” ahí va!

No es posible encontrar letra más sin sal; pero de las incongruencias, de los contra-
sentidos, de la glorificación del disparate es de donde, casi siempre, emerge la musa
de aquellos mamarrachos. Esta tamaña idiotez fue el canto de guerra de aquellas
fiestas de 1852.
Debemos hacer constar que “La Lola” era el carretón donde se conducían los muer-
tos al cementerio, nombre que se le debe porque en 1837, cuando se puso en cir-
culación el de los pobres de solemnidad, y ese carrito de marras, era un viernes de
Dolores y lo bautizaron con ese nombre, para parodiar al que se le puso en 1812 a
la constitución española que, por haberse puesto en vigor un 19 de marzo, día de
San José, fue conocida como “La Pepa”.
Así, cuando se cometía cualquier barbaridad y se aducía a la nueva constitución
decía la gente: “¡Arriba con La Pepa!, o ¡Viva la Pepa!” refrán que ha llegado hasta
nuestros días.
...alba y ocaso del imperio español

Pero volvamos a nuestro Escuadrón. Después del éxito glamoroso que obtuvo su
cancioncita, llegaron días trágicos. Al mes siguiente de los carnavales, o sea el 29
de agosto de 1852, Santiago de Cuba sufrió los efectos de un horrible terremoto,
que dejó arruinada a la población y para colmo de males, en octubre del mismo
año, una epidemia de cólera morbus, diezmó a los habitantes con un rigor nunca
visto. Las defunciones se producían por segundos.
Y Panchón, el gigantesco Panchón, dirigente del Escuadrón, se dedicaba a llevar
cadáveres al cementerio de Santa Ana gratis, con el cinismo de ir siempre borra-
Santiago de Cuba,

cho y cantando “Y a mí, quién me llorará?”.


Se ponía un ataúd sobre la cabeza con la facilidad de una canasta de verduras.
Hacía, en su tremenda ignorancia, una obra de misericordia. Pronto tuvo Pan-
chón que llevar los cadáveres de Burgos, Yaquita, Juana la Ronca e Isidra Mineto,
al cementerio.
A la vuelta de dos meses, el célebre Escuadrón había sido segado por la muerte.
Y, una tarde gris y triste, una tarde plomiza de noviembre, subía trabajosamen-
te “La Lola” por la calle de San Tadeo, llevando un cadáver enorme, cuyos pies

126
sobresalían de las puertas del carromato. Era el cadáver de Panchón, que también
había pagado su tributo a la muerte.
127
Algunos muchachos al ver el fúnebre espectáculo gritaban:“¡Solavaya, ahí va

Santa Ifigenia
Panchón!”.
Nadie lo lloró, tal como él lo decía en sus estribillos… Y en esa forma desapareció,
a los tres meses escasos de su formidable éxito, el célebre Escuadrón de Lico
Burgos.

Raúl Ibarra Albuerne


Nadie sabe para quién trabaja

L
a epidemia de cólera morbus, que flagelaba sin misericordia a nuestra ciudad
allá por el año 1870, se había recrudecido. El vecindario encendía fogatas para
...alba y ocaso del imperio español

purificar la atmósfera y espantar el terrible mal que diezmaba a la vieja ciudad


de Velázquez. Y era natural que, enloquecidos los habitantes, fueran objeto
de todos los chantajes y engaños, con que un grupo de vivos abusaba de la buena fe
de nuestros desgraciados antecesores.
Cuando los sepultureros del cementerio de Santa Ifigenia, recién inaugurado, no da-
ban abasto para sepultar la interminable cordillera de cadáveres que allí eran lleva-
dos, y día y noche se veía el rojizo resplandor de las piras que se hacían para quemar
los cadáveres, aparecieron dos individuos en esta ciudad nombrados Fermín Toracio,
Santiago de Cuba,

de origen italiano, y Marcelino Balbuena, un vivo de esos que hacen época, quienes
comenzaron a propagar que ellos sabían cómo curar el terrible mal asiático con yer-
bas y brebajes, y cobraban una crecida suma por sus servicios profesionales.
Fuera por casualidad o por obra del destino, lo cierto fue que estos dos individuos
curaron varios casos de cólera y demás está decir que a los pocos días de conocerse
su calidad de curanderos afortunados, no dieron reposo a sus idas y venidas por toda
la ciudad, al extremo de que un morenito nombrado Zacarías llevaba un saco donde
depositaban Fermín y Marcelino las monedas de oro que iban cobrando a los acomo-
dados vecinos que necesitaban de sus servicios, porque a los pobres, entonces como
ahora, tenía “que partirles un rayo”.
128
En casas de familias tan linajudas y de prestigio, muchos de cuyos descendientes
aún viven en esta ciudad y pueden dar fe de ello, por tradiciones y conversaciones
129
antañonas, se volcaron en el insaciable saco de los curanderos, doradas y relucientes

Santa Ifigenia
peluconas; aunque, por lo regular, casi todos los enfermos de esas familias fallecieron
víctimas del terrible azote.
Cuentan los cronicones ante los cuales hacemos estas líneas, que Fermín y Marce-
lino en menos de cuatro meses lograron reunir una fortuna superior a sesenta mil
pesos. Cuando la epidemia iba decreciendo, ambos dichosos acordaron marchar a la
Península a disfrutar de sus onzas, hechas a fuerza de todos los descaros imagina-
bles, y por la candidez de nuestros vecinos.
Era el mes de febrero de 1871. En el puerto se encontraba el bergantín El Audaz, que
estaba alistándose para zarpar hacia puertos del Cantábrico. El mejor camarote era de
los socios afortunados. El capitán del bergantín anunció que partiría el 13 de febrero
a las cuatro de la tarde, por lo que Fermín y Marcelino acordaron embarcarse el día 13
por la mañana y mientras tanto, prepararon un festín para despedirse de algunos ami-
gos, en una fonda de primera calidad que se nombraba La Aurora y que estaba junto
a la cárcel de esta ciudad. Entre manjares muy aceptables y libaciones muy continua-
das y pródigas, los dos amigos se retiraron a la una de la tarde a sus habitaciones para
“echar el último sueño en tierra, ya que en la tarde partirían para España”.
Pero ese índice del destino, esa justicia divina que está por encima de todas las leyes
de los hombres, había señalado a los dos héroes de nuestra historia. El día 13 de fe-
brero de 1871, a las dos de la tarde, o sea, dos horas antes de que el bergantín saliera,
Fermín y Marcelino, víctimas de un fulminante ataque de cólera, eran llevados en “La
Lola”, el carretón donde se conducían los muertos al cementerio, hacia la zanja en el
cementerio de Santa Ifigenia…
Y… ¿el saco de oro? ¿Qué se hizo de la enorme montaña de onzas almacenadas?.
Aquí entramos en una sombra profunda… Se dijo que la policía en un registro hecho
en el cuarto de las víctimas había ocupado el dinero, pero no aparecía este por ningu-
na parte. Dos días después, en las cercanías del Farol Colorado, aparecieron muertos
los sargentos de policía Ciriaco Hernández y Rafael Desdín, que habían intervenido en
el caso de los curanderos fallecidos…
Y dicen que un señor coronel de ingenieros, Roca de apellido, pudo disfrutar del di-
nero de los curanderos…
...alba y ocaso del imperio español

¿Fue venganza de los muertos aterrados, o castigo de los vivos?... Del dinero, jamás
volvió a hablarse… ¡Si parece que fue ayer!...

Raúl Ibarra Albuerne


Santiago de Cuba,

130
Muros sangrientos
Santiago de Cuba,
...alba y ocaso del imperio español

132
El muro del matadero 133

Muros Sangrientos
Esta y otras tarjas, inadvertidas para el caminante, están sobre una modesta pared, en un sencillo y
humilde entorno al final del Paseo de Martí. Es el muro del matadero, tristemente célebre por ser lugar
de fusilamiento de luchadores por la independencia.
Perucho Figueredo, que guardó prisión en la Real Cárcel de Santiago de Cuba, conocida después como
VIVAC, fue fusilado en este sitio el 17 de agosto de 1870.
Otro hecho trágico fue el fusilamiento de cincuenta y tres pasajeros de los ciento cincuenta y cinco que
viajaban en el buque Virginius. El barco fue capturado cerca de Jamaica el 31 de octubre de 1873 por una
corbeta española y se les acusó de ser piratas. Durante los días 4, 7 y 8 de noviembre fueron fusilados
tanto cubanos como estadounidenses y británicos sin juicio alguno. En diciembre, fue devuelto el resto
de la tripulación y pasajeros a un buque norteamericano por los españoles. En 1875, España pagó una
indemnización a los gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña.
Santiago de Cuba,
...alba y ocaso del imperio español

134
El muro del matadero en la actualidad
135

Muros Sangrientos
El cabo Antonio

L a ciudad estaba alarmadísima. Cada casa era centro de nerviosismos, de exa-


geraciones, y muchas, de imprecaciones, maldiciones, contra esos ingratos
que traicionaban a la patria… Era el mes de noviembre de 1868.
Hacía pocos días que Carlos Manuel de Céspedes se había lanzado a la lucha por la li-
bertad. Había efervescencia en los círculos militares de la ciudad. Todo eran rumores,
bolas, lo mismo que hoy.
Un cabo del ejército español, nombrado Antonio Lienza, que prestaba servicios a las
órdenes del gobernador don Simón López de la Torre, muchacho simpático, bien pa-
recido, como de 22 años, natural de Teruel, y que llevaba tres años prestando servi-
cios aquí, tenía amores con una preciosa mulatica que residía en la casona señorial
de los Vaillant y Téllez de Girón, que está frente al parque Aguilera. La muchachita
se nombraba Isabel Rosa García, y se aseguraba que era producto de los amores de
una joven esclava y un señorito de esa respetabilísima familia, en cuyo escudo de
armas figuraban las del marqués de Yarayabo, las del mariscal Berthier y los blasones
de los Téllez de Girón, oriundos de Yucatán, en México, glorificados en la batalla de
Albuera, en España…
Pues bien, Isabel Rosa, aunque prestaba servicios en la casa de una familia que, por
su estirpe y sus tradiciones, tenía necesariamente que estar junto al gobierno de la
colonia, era allí la representación de la insurrección, la representación de Cuba libre,
y quiso ganarse para la causa a su joven y lindo cabo, a pesar de que lo arrojaba a la
traición de su patria y su bandera.
El trabajo de Isabel fructificó. La indignación del cabo Lienza a los primeros requeri-
mientos de su novia fue absoluta; pero las caricias de la hembra linda, provocativa,
tentadora, pudieron más que las tradiciones militares del joven cabo. Y una noche del
mes de noviembre de 1868, Antonio Lienza, después de amoroso coloquio con su ado-
rada, partió con armas y bagajes para la revolución. Isabel Rosa le había conseguido
credenciales, recomendaciones… El cabo Lienza había obtenido que lo incorporaran
a uno de los regimientos que iban a ser enviados a la zona de Manzanillo y Bayamo
...alba y ocaso del imperio español

para combatir la insurrección, y conseguido esto, abandonaría a sus compañeros y


engrosaría las filas de los soldados de la libertad de Cuba. Así lo hizo, y dos meses
después de su partida, ya luchaba en las fuerzas cubanas al mando del bravo domini-
cano Manuel Marcano, en las cercanías de Manzanillo.
De la actuación de Lienza en las filas cubanas basta decir que en un parte de operacio-
nes de Marcano, relatando una acción de guerra, había estas líneas: “…Es necesario
hacer constar la valentía y sobresaliente comportamiento del joven Antonio Lienza,
el excabo del Regimiento de la Corona que se nos incorporó el dos de diciembre en
Santiago de Cuba,

Veguitas”…
Isabel Rosa, que conocía las hazañas de su hombre, se sentía más orgullosa que nun-
ca. Tenía una alegría, un alborozo, algo nuevo que florecía en su vida, que eran conta-
giosos… Mas el destino acechaba brutal, inmisericorde. Los cubanos, después de las
primeras fáciles victorias, tenían que ceder terreno ante la superioridad de las tropas
hispanas, y amarga decirlo, por algunas traiciones y confidencias de guerrilleros y
malos cubanos. En una escaramuza cerca de Yara fue hecho prisionero por fuerzas
de su antiguo regimiento el excabo Lienza, quien reconocido, fue objeto de los más
vituperables atropellos y vejámenes. Amarrado como una bestia, lo condujeron a esta
ciudad y tras un consejo de guerra sumarísimo, celebrado en el cuartel de Dolores,

136
fue condenado a muerte y fusilado por la espalda en los muros del Matadero, el 6 de
marzo de 1869. 137
La linda Isabel Rosa, que se había enterado de la tragedia de su adorado, fue la prime-

Muros Sangrientos
ra en llegar a las cercanías del lugar del suplicio. Ella pensaba poder irrumpir en el
momento que le tiraran a Lienza para morir allí con él, pero, como era de esperarse,
el cuadro formado por los batallones de voluntarios, la alejó del lugar y solo pudo la
infeliz oír la horrible descarga que arrancó la vida a su hombre y la razón a ella…
Desde aquel día, enloquecida por el dolor, la linda Isabel Rosa se fue marchitando. Al
mes, parecía ya otra persona… Al año, era una anciana de veinticuatro años, flaca,
sucia y… demente.
Y así vivió muchos años, muchos… Murió cuando el bloqueo de esta ciudad en 1898,
treinta años después de su hecatombe moral. Dicen que murió de hambre… En su
deambular por las calles solo se le entendían las palabras “Antonio” y “asesinos”. Lo
demás de su lenguaje era ininteligible, inspiraba lástima y dolor…
Esa fue la intensa tragedia de Isabel Rosa, la preciosa mulatica de los Vaillant, y su
aporte a la causa de Cuba Libre; ¡su amor, su hombre adorado y su razón! Ese es uno
de los tantísimos sacrificios, de los tantísimos dramas ignorados, precio a que tuvo
que pagarse la independencia que hoy disfrutamos y que muchas veces creemos has-
ta no merecerla…

Raúl Ibarra Albuerne


La tapia del cementerio de Santa Ana
En este lugar estaba el muro del cementerio de Santa Ana.
En él fusilaron a Cornelio Robert Sagarra, Aurelio Castillo y Félix Tejada, el sábado 27 de marzo
de 1869.
Cornelio Robert Sagarra era un
negro esclavo, muy estimado por
su dueño, que vivía como si
...alba y ocaso del imperio español

fuera libre, ya que contaba


con la confianza de este.
Su amo, don José
Robert y Sagarra
estaba vinculado a
la causa recién ini-
ciada el 10 de octubre
de 1868 y en su casa
Santiago de Cuba,

de la calle Jagüey
no. 20, se reunían
frecuentemente los
conspiradores, en-
tre los que se encontraba
también, Cornelio.

Lugar donde fueron fusilados los primeros

138
mártires por la independencia de Cuba
En una de esas reuniones se decidió dar un grito de rebeldía en la procesión del retiro del Viernes Santo
del 26 de marzo de 1869. 139
Cornelio se brindó para llevarlo a cabo y así, en el medio de la muchedumbre que se dirigía a la iglesia

Muros Sangrientos
de Nuestra Señora de los Dolores, se escuchó el grito de ¡Viva Cuba Libre!
Cornelio fue reconocido entre la multitud y
huyó desesperadamente por varios lu-
gares de la ciudad, pero al final fue
detenido. Al día siguien-
te fue fusilado junto a
Aurelio Castillo y Félix
­
Tejada.
Según el historiador Emi-
lio Bacardí, la acusación
fue solamente el pretexto
por no haber denunciado
a su amo. En el mismo
artículo, se señala que Te-
jada era un joven blanco
que había llegado hacía
poco de España y Castillo
era un mulato de cincuen-
Monumento conmemorativo a los primeros fusilados
ta años. por la independencia de Cuba

¿Cuántos más fueron fusilados en este sitio?


No lo sabemos, pero quizás este muro que ya no existe tenga una historia sangrienta similar a la del
muro del Matadero...
Santiago de Cuba,
...alba y ocaso del imperio español

140
Las fortificaciones
Santiago de Cuba, ciudad fortificada
Historias y leyendas cuentan que durante los primeros años de la colonización, aventureros asediaban las
costas del puerto de Santiago de Cuba, centro de actividades comerciales. Muchas familias aterrorizadas
emigraban hacia otras ciudades orientales no portuarias en busca de sosiego, estabilidad y tranquilidad.
Por esta época el gobierno español decidió construir una estructura defensiva para proteger la ciudad
ante la aterradora y reiterada presencia de corsarios y piratas en el Mar Caribe, lo que trajo consigo un
estatus de seguridad y proporcionó a los pobladores de Santiago de Cuba un momento de bonanza.
La construcción de las fortificaciones militares coloniales santiagueras se desarrolló durante casi
trecientos años. Tuvo diferentes etapas: durante los siglos xvi y xvii; en el siglo xviii y en el siglo xix.
...alba y ocaso del imperio español

Esas obras militares para salvaguardar la entrada a la bahía y la ciudad se consideraron importan-
tes componentes del sistema defensivo, no solo de la isla, sino del Caribe. Al concluir el dominio
español en América, Santiago de Cuba contaba con numerosas fortalezas, fuertes, fortines y bate-
rías, cuyos restos aún testifican el desarrollo y perfeccionamiento de la arquitectura e ingeniería
militar española.
Santiago de Cuba es una ciudad marcada con huellas de conmovedoras historias y aventuras de asaltos
e intentos de invasiones y saqueos. En el interior de la ciudad, no es difícil encontrar reliquias que
Santiago de Cuba,

atestiguan la presencia de una arquitectura militar bien diseñada.


En su litoral la flora y la fauna se entre-
tejen con extraordinarias ruinas de cons-
trucciones defensivas erigidas en épocas
anteriores y con la monumental fortale-
za que ha llegado intacta al siglo xxi.

Grabado antiguo de la entrada


de la bahía de Santiago de Cuba

142
Sitio histórico San Pedro de la Roca 143
Este sitio histórico es el sistema de defensa de la entrada de la bahía de Santiago de Cuba, compuesto por la

Fortificaciones
fortaleza San Pedro de la Roca, los restos de la fortaleza de La Estrella, el fuerte de La Avanzada, la casamata
de Las Comunicaciones, los fortines I y II y las baterías de La Socapa; exponentes de la ingeniería militar de
los siglos xvii al xix. Dentro de área protegida del sitio histórico también se localiza la batería de Punta Gorda.
Actualmente es la entrada principal a la ciudad por vía marítima y aérea. Este paisaje fortificado ostenta des-
de 1997 la categoría de Patrimonio de la Humanidad, lo que confirma su significado histórico y cultural y la
necesidad de conservarlo para las futuras generaciones.

Vista aérea de la entrada de la bahía de Santiago de Cuba,


con el sitio histórico Castillo de San Pedro de la Roca
Faro de Santiago de Cuba
Vista aérea de El Morro
A este sitio de la ciudad se llega por una ­carretera que con la ubicación del faro
accede a un camino peatonal que conduce hasta la
fortaleza San ­ Pedro de la Roca, con inmuebles
ubicados en su e­ xplanada frontal, que comparten
su valor patrimonial, como el Faro del Morro.
Construido en 1842, el faro en sus inicios
era de hierro fundido y madera y utilizaba
quinqués de aceite de oliva para alumbrar.
Fue destruido durante la batalla naval
...alba y ocaso del imperio español

ocurrida el 3 de julio de 1898. Se reconstruyó


en 1920 con el diseño actual.
Está en la cima de una torre de trece me-
tros de altura, situada sobre una colina.
Alcanza 82 metros metros sobre el nivel
del mar. Es el faro más alto de Cuba.
La cúpula es metálica
Santiago de Cuba,

­sobre una máquina


de rotación fran-
cesa con lentes
El faro ­Fresnel y un sis-
tema de cuerdas
similar a un
reloj de pén-
dulo. Su alcance
lumínico es de 45
millas náuticas.
144
Fortaleza San Pedro de la Roca El Morro visto
desde el mar 145
Tras un extenso proceso constructivo que co-

Fortificaciones
menzó en 1638 y se extendió hasta fi-
nales del siglo xvii, quedó edifica-
da esta fortaleza en la entrada
de la bahía. Su traza se adapta
perfectamente a la topografía
del terreno, lo que le confie-
re una forma escalonada. Sus
plataformas se enlazan me-
diante rampas y escaleras para
salvar el relieve desigual, que
comienza a partir de los 10 me-
tros sobre el nivel del mar has-
ta aproxi­ madamente setenta
y cinco metros de altura. El
ingeniero militar italiano Juan
Bautista Antonelli lo diseñó
con dos estilos arquitectóni-
cos: medieval y renacentista.
La fortaleza de San Pedro de la
Roca fue la primera construc-
ción del sistema fortificado
para la defensa de la bahía y se
ubica sobre un promontorio ro-
coso a la entrada del canal de la rada,
por lo que también se conoce como Castillo del
­Morro. El nombre de la edificación se debe al entonces gobernador de la ciudad, don Pedro de la Roca y Borja.
Primer tramo del camino sinuoso que conduce
al Castillo de El Morro
147
Último tramo del sinuoso
camino que lleva al castillo

Fortificaciones
El
frente de
tierra del Cas-
tillo posee carac-
terísticas propias
de una edificación
militar renacentista, por
lo que no es posible visua-
lizarlo en su totalidad desde el camino
peatonal, porque delante está el glacis o talud de
tierra, dividido por un camino empedrado y cubierto que
lleva hasta el portón que da entrada a la majestuosa edificación.
...alba y ocaso del imperio español

Tras
el
portón está
un pequeño
Santiago de Cuba,

puente levadi-
zo de madera que
impide el paso hacia
un elemento defensivo en
Entrada al Castillo de El Morro, vista desde lo alto
forma triangular llamado reve- de la fortaleza, con los puentes, el foso, los muros y el revellín
llín, ubicado delante de la fortaleza, el
cual se enlaza con la entrada principal del inmueble a través
del puente principal, que comienza fijo y al final es móvil, gracias a un mecanismo que permite elevar el
último tramo desde el interior del castillo para cerrar su entrada principal y aislarlo por su frente de tierra.
El puente tiene como objetivo principal salvar el foso.
148
El puente fijo y el último puente levadizo
...alba y ocaso del imperio español

Un ­elemento pecu­liar en los basamentos pétreos del


puente son unos ­antiguos ­grafitis muy bien de­li­
neados, probable­mente traza­dos por soldados espa-
Santiago de Cuba,

ñoles, que al dibujar naves con las velas izadas, tal


vez quisieron refle­jar la nostalgia que sentían lejos
de su país natal sirviendo a la Corona ­española.
El foso que bordea el c­ astillo ubicado aproxi­ma­damente a
­setenta metros sobre el nivel del mar nunca tuvo agua.
­Posee en el muro de ­facha­da que ­bordea la ­es­carpa
del foso, una ­ce­nefa deco­rativa al ­estilo ­mudéjar
a dos ­colores, ele­mento or­na­men­tal po­co usual en
construcciones militares.

150
La puerta de acceso al castillo
posee un arco carpanel que 151
en la parte superior tiene es-
culpido en piedra un ­ escudo

Fortificaciones
con figuras a relieve de los reinos
de Castilla y León, como prueba
de lealtad a la corona española. A
la derecha, en el muro de fachada
hay una tarja de bronce fundido que
acredita la fortaleza como princi-
pal exponente del sitio histórico,
declarado por la UNESCO Pa-
trimonio Cultural de la Hu-
manidad, por considerarlo el
ejemplo más vasto y más com-
pleto de la de ingeniería mili-
tar renacentista en el Caribe.

Escudo del castillo


de San Pedro de la Roca Entrada al castillo
Vista parcial
Plaza de Armas de la Plaza de Armas

Traspasando la entrada se llega al


cuerpo principal, correspondien-
te con los espacios del cuerpo de
guardia y los cuarteles, el cual
tiene dos niveles divididos por
un entrepiso de madera pre-
ciosa, por el cual se llega al
primer sistema de rampa y
escalera para la comunica-
...alba y ocaso del imperio español

ción con la plaza de armas,


que da una perspectiva de
gran atractivo pues tiene
una estructura peculiar,
formada por pequeñas te-
rrazas vinculadas por de-
clives y escalones.
Santiago de Cuba,

Al recorrer las diferentes


plazas de armas y platafor-
mas de defensa, se descubren
otros espacios que ratifican el valor
arquitectónico del castillo y la con-
formación de su historia a través
del tiempo como son: el polvorín,
la capilla, los calabozos y balcones
miradores, entre otros.

152
El polvorín es el lugar que se destinaba a almacenar
las municiones. Se le adicionó en su centro un 153
plano inclinado de madera, con un mecanismo de
rodamiento. Esta estructura solucionó la diferencia

Fortificaciones
de  niveles existente en la edificación y facilitó
el traslado de la pólvora y municiones hasta la
plataforma de la Santísima Trinidad, que era la
más alta, para abastecer las piezas de artillería allí
emplazadas.
Los calabozos testifican la etapa en que la fortaleza
San Pedro de la Roca funcionó como prisión mili-
tar. Durante la lucha por independizarse de la Coro-
na importantes patriotas y personalidades estuvieron
detenidos en ese lugar: Bartolomé Masó, Flor Crom-
bet y Mayía Ro-
dríguez así
como don Emilio
Bacardí. El general José Ramón Leocadio
Bonachea fue fusilado en el foso. En la imagen se ob-
serva la entrada a la celda común y a
la izquierda, a la de castigo,
donde solo se podía estar
sentado o en cuclillas.
También desde la plaza
de Armas se llega a
la capi­lla destinada a
actividades re­ligiosas.
El local exhibe un
Cristo tallado en
madera, original del
siglo xvii.
Llaman la atención los balconcillos, muy bien aprovechados como miradores,
entre los que se destaca el balcón de la Reina, un añadido arquitectónico de
la época de la restauración, ubicado en la parte interior del castillo,
excelente para visualizar la entrada de la bahía. Su nombre ha
dado origen a numerosas leyendas de princesas y reinas, pero
ciertamente fue denominado así,
por considerase el panorama
que desde él se percibe, digno
de ser admirado por una reina.
Se accede a través de la plaza
de Armas.
...alba y ocaso del imperio español
Santiago de Cuba,

En la plataforma de Aden-
tro, muy cerca de la capitanía del cas-
tillo, está un pequeño balcón mirador
desde donde se divisa toda la plaza
de armas. ­Posiblemente fue utilizado
por el jefe de la guardia para diri-
girse a la tropa en formación.

154
Plataformas de Nápoles y de Adentro 155

Fortificaciones
Existen dos
pla­ta­for­mas
de ­defensa inter-
medias ubicadas al
mismo nivel: la de
Nápoles en el late-
ral izquierdo de la
fortaleza, que mira
al mar Caribe. La otra
plataforma, que llaman
plataforma de Adentro, domina el interior de la bahía. Ambas ­están casi al ­mismo ­nivel y rodean la pla­
za de Armas, junto a la plata­foma de la Santísima ­­Tri­nidad.
Plataforma del Aljibe
La plataforma más baja en el cuerpo principal del castillo es la conocida como del Aljibe, debido a la
existencia de un aljibe recolector de las aguas que en ella convergen a través de un sistema de canales
procedentes de las plataformas altas.
...alba y ocaso del imperio español
Santiago de Cuba,

156
Plataforma del Santísimo Sacramento 157
Desde la plataforma del Aljibe, se llega a una escalera que permite acceder a la plataforma del

Fortificaciones
Santísimo Sacramento, que es amplia y está dotada de cuevas excavadas a
todo lo largo, que se utilizaron como
cuarteles subterráneos para prote-
ger a los soldados, la artillería y El Morro desde la plataforma
las municiones. En su pavimen- del Santísimo Sacramento

to los cañones otro-


ra emplazados allí
han dejado sus
marcas.
Plataforma de El Morrillo
Una ondulada escalera une la pla­ta­forma del
Santísimo Sacramento con El Morrillo,
nombre que recibe la defensa más baja y
pequeña.
Esta plataforma se ubica a diez
metros sobre el nivel del mar,
con un puesto de vigilancia
en forma de caseta
rectangular.
...alba y ocaso del imperio español

En la etapa co-
lonial, cuan-
do la ciu-
El Morrillo visto
dad aún estaba de frente
germinando, el principal
acceso a la fortaleza era
por esta plataforma, que al encon-
trarse tan aislada, se llegaba en la mayo-
ría de los casos en embarcaciones que
Santiago de Cuba,

atracaban por El Morrillo.

Plataformas del Santísimo


Sacramento y El Morrillo

158
Plataforma de la Santísima Trinidad 159
En el contorno de la plaza de Armas se delimitan las

Fortificaciones
plataformas de defensa adaptadas a la irregularidad
del terreno, con garitas en los laterales, que
demuestran la función de vigía de la fortaleza. La
más alta es la Santísima Trinidad, que domina
el resto de las plataformas aproximadamente a
setenta y cinco metros de altura sobre el nivel
del mar. La campana en el lateral que mira hacia
la bahía no es original de la fortaleza.

Campana de la plataforma Interior de la plataforma


de la Santísima Trinidad de la Santísima Trinidad
...alba y ocaso del imperio español Planta general de la fortaleza
Santiago de Cuba,

Simbología:

1. Plataforma de la Santísima Trinidad


2. Plaza de Armas
3. Plataforma de Adentro
4. Plataforma de Nápoles
5. Plataforma del Aljibe
6. Plataforma del Santísimo Sacramento
7, Plataforma de El Morrillo
8. Foso

160
Cómo se convirtió en museo 161
El 3 de julio de 1898 el Castillo del Morro de Santiago de

Fortificaciones
Cuba atestiguó el combate naval ocurrido justamente
en el canal de la bahía entre la escuadra española
comandada por el Vicealmirante Pascual Cervera y
una armada norteamericana, al mando de William
Thomas Sampson, hecho histórico que puso fin al
dominio español en América. En la plaza de armas una
tarja develada en el centenario de este acontecimiento
histórico, rinde tributo a los marinos españoles que
murieron en esa batalla.
Al concluir la Guerra Hispano-cubano-norteameri-
cana, el Ejército norteamericano ocupó la fortaleza y
en 1904 se registró como propiedad del Estado cubano.
Luego de años de abandono, se materializó su restau-
ración en 1962, dirigida por el doctor Francisco Prat
Puig. El 23 de julio de 1978 se inauguró dentro del
edificio un museo, en cuyas salas se narra la historia
de la piratería en el Caribe, la evolución constructiva
de la fortaleza, el sistema defensivo de la ciudad, la
batalla naval que señaló el ocaso del imperio español,
así como aspectos vinculados con los patriotas que
guardaron prisión en las mazmorras del castillo. Se
exponen armas originales de los siglos xvi, xvii, xviii
y xix, así como objetos y documentos de valor históri-
co. También están presente historias y leyendas que han
tenido como centro esta monumental fortaleza de signifi- Tarja situada en la plaza de Armas
cativo valor arquitectónico, histórico y cultural. que conmemora la batalla naval de julio de 1898
No lo quiso Dios

La historia que hoy vamos a contar ocurrió allá por el año 1839. Resulta ser que un
jovencito nombrado Mariano Regüeiferos y Hechavarría, de una principal familia de
esta ciudad, se prendó locamente de una jovencita española, nombrada María de la
...alba y ocaso del imperio español

Luz Palacios y del Corral, hija de un humilde cabo del ejército destacado en el regi-
miento de España, que estaba de guarnición en la plaza.
De cómo se conocieron y de cómo llegaron a quererse locamente, es cosa que solo
ellos supieron; pero es lo cierto que esos amores desiguales en aquella época no
podían bajo ningún concepto tener la aprobación de los familiares de él, hombre de
nobleza de sangre, lo que en aquella época era considerado demasiado serio para pa-
sar por alto, pues de no haber igualdad no se le daba permiso eclesiástico para con-
Santiago de Cuba,

traer nupcias a nadie. Para Mariano Regüeiferos su linaje era nada comparado con la
inmensidad de su amor, y fue ese amor puro y sincerísimo el que trajo el calvario de
ambos jóvenes.
La familia Regüeiferos, escandalizada por lo que juzgaba una locura del muchacho,
resolvió poner mar entre los amantes, y en un bergantín de los que hacían la trave-
sía hacia España resolvieron embarcarlo, no sin antes hacer llegar al cabo, padre de
María de la Luz, la advertencia de que su hija no estorbara los planes de la principal
familia Regüeiferos, pues lo pasaría mal.

162
Era el mes de octubre de 1839. Una tarde otoñal, plomiza, pesada, una de esas tardes
melancólicas y tristes, era la designada por el capitán del bergantín El Audaz para 163
hacerse a la vela rumbo a España. En el barco marcharía, para olvidar a su muchacha,

Fortificaciones
el pobre joven enamorado. Serían las cuatro de la tarde del 26 de octubre de 1839 cuando,
en calesas y volantas, llegaba hasta el plan de la marina y de allí se dirigió a pie hasta el
muelle real, toda la familia Regüeiferos, que era muy numerosa, a despedirse de Mariano
que, pese a todo, no parecía triste. Entre llantos de madre y hermanas y seriedad paterna,
subió a bordo Mariano. Diez minutos ­después, majestuosamente, salía del muelle El Au-
daz rumbo al Atlántico inmenso…
Mariano y María de la Luz habían combinado un plan: él marcharía en el bergantín y
cerca del Morro, se lanzaría al agua para ganar la costa y unirse a ella. Luego verían
lo que harían. Y así fue. Cuando El Audaz, casi de noche, enfilaba el canal de la boca
del Morro, precisamente cerca de lo que hoy es el balneario de Ciudamar, Mariano
se lanzó al agua, sabiendo que su adorada lo esperaba cerca, en la orilla de un sa-
liente de la Ensenada del Níspero. Pero la fatali-
dad tenía también su parte en el plan
de los amorosos enamorados; al
saltar Mariano por la borda,
tuvo la desgracia de darse
un fuerte golpe con el
ancla de popa, que le
destrozó el crá-
neo y cayó
al agua sin que nadie se diera cuenta. El bergantín salió y la pobre María de Luz, can-
sada de esperar al ingrato que ella creía la había engañado, marchó de nuevo hacia la
ciudad, llorosa y triste, como si viniera del entierro de su felicidad.
¡Cuál no sería la sorpresa de la sociedad de Santiago de Cuba cuando unos pescado-
res recogieron y llevaron hasta la jefatura del puerto el cadáver del joven Regüeiferos,
ya sin ojos por habérselos comido los peces!... Primero se pensó que era un crimen;
pero María de Luz, al conocer el fin trágico de su adorado, se presentó en la casa de
los padres del joven y les contó el plan que ambos habían fraguado, con el fin desas-
troso que se evidenciaba ahora.
María de la Luz murió al principio de la guerra de 1895 a una avanzadísima edad, loca,
pidiendo limosnas, y son muchas las personas que aún viven que recuerdan a la vie-
...alba y ocaso del imperio español

jecita aquella que pedía: “Una calderilla para el pobre Mariano” y extendía su mano
sarmentosa y arrugada en un gesto baldío de misericordia…
De la familia de Mariano aún quedan muchísimos descendientes en esta ciudad y en
La Habana. Y en estas líneas, el recuerdo de aquel amor rubricado por la locura y la
muerte!
Santiago de Cuba,

Raúl Ibarra Albuerne

164
Fuerte de La Avanzada Fuerte de La Avanzada
165
Con el objetivo de apoyar las

Fortificaciones
defensas de las fortalezas San Pedro
de la Roca y la Estrella, en 1977 se
construyó el fuerte de La Avanzada,
situado hacia el exterior del Morro,
con el cual forma una línea defensiva
de mutuo apoyo entre las fortalezas.
Su diseño original correspondió al ingenie-
ro militar español Agustín Cermeño y es un expo-
nente de la arquitectura militar en Santiago de Cuba. Su cons-
trucción, posterior a la fortaleza San Pedro de la Roca, denota su importancia dentro del sistema defensivo de
la bahía, por lo que fue motivo de preocupación para los gobernantes, mantener su emplazamiento y uso hasta
finales del siglo xix.
En la actualidad se accede al fuerte
desde los restos de la fortaleza La Es-
trella o desde El Morro, por un cami-
no que permite transitar con suficien-
te protección hasta un puente que en
sus inicios fue de madera y que pudo
ser levadizo o durmiente que permitía
la entrada a la edificación militar. Los
senderos originales de la época colonial
entre las fortalezas se distinguen por su
adaptación a la topografía del ­terreno.

Vista de los fuertes de La Avanzada y Las


Comunicaciones desde la playa La Estrella
Fuerte de Las Comunicaciones
También proyectado por el ingeniero militar Agustín
Cermeño, el fuerte de Las Comunicaciones ya estaba
construido en 1777. Se ubica en un punto aislado y forma
una línea defensiva o circuito para lograr tiros cruzados
entre la fortaleza La Estrella, el fuerte de La Avanzada, y
la fortaleza de San Pedro de la Roca, además de facilitar
el dominio visual de la bahía y su entorno.
Se sitúa en el interior de una caverna natural, a un lateral
del peñasco, adosado al accidentado relieve, de manera que El fuerte perdido en la vegetación
...alba y ocaso del imperio español

resulta una sorprendente obra del arte militar.


Se trata de una construcción defen-
siva soterrada de planta irregular.
Consta de dos recintos: uno natural,
que utiliza la caverna para su empla-
zamiento y el otro, un añadido cua-
drado de pequeño perímetro, del cual
Santiago de Cuba,

existen evidencias arqueológicas de


que tuvo una cubierta.
Su diseño y ubicación permiten afirmar
que tuvo la función vital de hacer
resistencia a cualquier ataque enemigo por
mar que pudiera burlar las defensas costeras
frente a la entrada de la boca del puerto.

Vista parcial de la bahía, el cayo y la antigua fortaleza de


La Estrella desde una ventana del fuerte de Las Comunicaciones

166
Restos de la fortaleza de La Estrella 167
En 1655 durante el mandato de Pedro Bayona, en la reta- Garita de la antigua fortaleza

Fortificaciones
guardia del Castillo San Pedro de la Roca, se erigió la de La Estrella en la carretera
de Ciudamar
fortaleza La Estrella con el objetivo de reforzar la línea
costera y apoyar la defensa de la entrada de la bahía y
cubrir los laterales del Morro.
El proyecto inicial de la fortificación corres-
pondió al ingeniero militar
español Juan de Císca-
ra. En 1740 se recons-
truyó bajo la dirección
del militar don
Francisco Cajigal
de la Vega, quien
lo nombró La Es-
trella, por la forma
de su di­seño.
La fortaleza La Estrella mantuvo su efec-
tividad, tanto por el frente de mar como por
el de tierra, hasta el siglo xviii y conservó su es-
tructura arquitectónica casi íntegra durante cen-
turias, seún consta en los documentos.
En la década del 50 del siglo xx se construyó una carretera turística cuyo trazado pasa por la edificación, lo que
trajo consigo que las plataformas de defensa intermedias quedaran sepultadas. A ambos lados de la carretera
se observan vestigios de la antigua fortificación que atestiguan su extensión y majestuosidad. Desde el Morro
también se accede a ellos por un camino parapetado que lo enlaza con una playa que todos llaman La Estrella,
porque está ubicada en la zona donde estuvo esta construcción militar.
Ruinas de La Estrella
en la actualidad
La Socapa y Punta Gorda Cañón González Hontoria
en Punta Gorda 169
En la colina denominada La Socapa,

Fortificaciones
ubicada frente al Castillo del Morro, al otro
extremo del canal de entrada a la bahía,
se construyó una batería llamada Batería
Alta de La Socapa, ubicada en el punto más
alto de la elevación. En la falda de la colina,
casi a nivel del mar, se montó otra batería,
la batería baja de La Socapa. El objetivo de
ambas era apoyar las defensas de El Morro.
En la actualidad solamente quedan algunos
restos arqueológicos de esa batería y algunos
cañones González Hontoria como testigos
mudos de la historia.
Al final del canal que da acceso a la bahía,
se situó la batería de Punta Gorda encima
del promontorio de igual nombre, ubica-
do a unos cuarenta y cinco metros sobre
el nivel del mar. La única evidencia de su
existencia es un cañón González Hon-
toria en buen estado de conservación,
ubicado exactamente en el sitio que
ocupó la obra defensiva.

Batería Alta de la Socapa


Fortalezas fuera del sitio histórico: Juraguá y Sardinero El fuerte de Juraguá

El gobierno de España construyó fuera del Sitio histórico


San Pedro de la Roca, a lo largo de la costa, puestos defen-
sivos y baterías con el objetivo de proteger todo el terri­
torio del enemigo que intentara penetrar por el litoral.
Pequeños fuertes y baterías con un diseño sencillo
adaptados a la topografía del terreno sin la majestuosi-
dad del Castillo del Morro o la fortaleza La Estrella.
Una de ellas fue es la batería de Juraguá edificada
en las primeras décadas del siglo xviii y ampliada
...alba y ocaso del imperio español

en 1863, a unos veinte kilómetros de la ciudad, en la


playa del mismo nombre.
Santiago de Cuba,

Con esas mismas características se eri-


gieron Juraguacito, Aguadores, Sardinero,
Cabañas, Someruelos, entre otros fuertes,
cuyos vestigios han llegado al presente en
muy mal estado de conservación.

El fuerte de Sardinero

170
Plano topográfico e ilustrado de la ciudad de Santiago de
Cuba. Litografía de 1883 en el museo Emilio Bacardí
Protección de la ciudad en el siglo xix
En 1898 Estados Unidos organizó una amplia política internacional, con vista a lograr la neutralidad europea
y por consiguiente declararle la guerra a España, acompañado de una serie de actividades que se agudizaron
con la explosión en la bahía de La Habana, del buque acorazado norteamericano Maine, que motivó el inicio
de la guerra Hispano-cubana-norteamericana.
La inminente conflagración obligó a las autoridades españolas a tener en cuenta las obras defensivas construidas
en los siglos xvii y xviii para la defensa de la ciudad y ante la posibilidad real de ataque que evidenciaba el
bloqueo naval a Santiago de Cuba, se comenzaron obras para instalar otras baterías de costa.
El anillo defensivo incluía además el cuartel Nuevo Presidio, destinado a servir de cárcel departamental en
...alba y ocaso del imperio español

Santiago de Cuba. Se construyó en 1859 bajo la dirección del mariscal de campo don Carlos de Vargas Machu-
ca, gobernador del Departamento Oriental de la isla. Concebido como un amplio cuadrilongo de unos ciento

Cuartel Nuevo Presidio


Santiago de Cuba,

172
ochenta metros de frente por setenta y siete de fondo, contaba con una planta baja, varias habitaciones con
ventanas amplias al Este y Sur y calabozos en el sótano. Teniendo en cuenta su estratégica posición geográfica
173
en los límites de la ciudad, y los requerimientos militares del momento, el régimen colonial decidió convertir-

Fortificaciones
lo en una gran fortaleza militar.
Durante la Guerra de los Diez Años se le cambió el nombre y se comenzó su reconstrucción como Cuartel
Reina Mercedes, en honor a la esposa del Rey Alfonso XII de España. Era considerado el bastión principal
para la defensa de la ciudad ante un ataque insurrecto y el segundo de mayor importancia del país, con
capacidad para un regimiento y destinado al alojamiento de la infantería del ejército. Al concluir la guerra
en 1878, culminó también su construcción, con una ampliación considerable del proyecto original y nuevas
instalaciones.

Cuartel Reina Mercedes


A partir de 1902 fue sede del
Regimiento no. 3 Maceo de
la guardia rural y el 20 de
mayo de 1909, es nombrado
Cuartel Moncada, en honor
al patriota Guillermo Mon-
cada, que en 1893 estuvo pri-
sionero en las mazmorras de
la fortaleza.
En 1937 la edificación fue
destruida por un incendio y
...alba y ocaso del imperio español

Arco del cuartel Reina Mercedes


se reconstruyó con un estilo
arquitectónico Art Decó ca-
racterístico de esa década.
En 1953 el ataque al cuartel dio inicio a la última etapa de lucha
por la liberación definitiva en Cuba.
Actualmente la edificación mantiene intacta su arquitec-
Santiago de Cuba,

tura, como exponente del Art Decó en la ciudad. A partir


del triunfo de la Revolución Cubana en 1959, es sede de la
Ciudad Escolar 26 de julio, función que comparte con el
museo del mismo nombre en el cual se narra la historia
del cuartel.

Cuartel Moncada en la actualidad

174
El fuerte de Yarayó 175
El fuerte de Yarayó se construyó en 1874. Está situado hacia el norte en las márgenes del Río Yarayó,

Fortificaciones
camino al cementerio Santa Ifigenia.
Consta de una planta cuadrada, con gruesos muros de mampostería y tejas criollas y dos niveles en el
primero de los cuales se ubicaban aspilleras para la defensa con fusilería y en la otra, la superior, una
caseta mirador. Podía albergar hasta veinte hombres y no contaba con cañones. Estaba preparado para
vigilar el acceso a la ciudad, en las guerras de 1868 y 1895 funcionó como punto de registro para salir del
perímetro urbano.
En 1941 la junta de gobierno acordó un presupuesto para su restauración, ejecutada al año siguiente.
cuando Luis Casero Guillén era alcalde de la ciudad, en 1946 la
comisión Pro-Monumentos, Edificios y Lugares históricos
de Santiago de Cuba, colocó en su puerta de
entrada una tarja de bronce explicativa: “Fortín
Yarayó. Construido conjuntamente
con otros de su clase por el Gobierno
español, para defender a la ciudad
de los ataques de los patriotas
cubanos alzados en armas por la
independencia”.
Este fuerte es el único recinto que se
ha conservado íntegro, ha sido sometido
a diferentes procesos de restauración
y se mantiene el interés de conservar
este reducto como huella del pasado
colonial.
El fuerte de Yarayó
Loma de San Juan
Está al este de Santiago de Cuba, en una
colina denominada Loma de San Juan.
Se accede a través de la carretera de Si-
boney, cercano al reparto Vista Alegre y
al Zoológico.
Debe su importancia al hecho de haberse
desarrollado allí una de las batallas más
cruentas de la guerra Hispano‑Cuba-
no‑Norteamericana, el 1ro de julio
de 1898.
Como en el caso del combate
de El Caney, fue una batalla
muy desigual en cuanto a la
cantidad de soldados es-
pañoles y las fuerzas
invasoras.
En algunos docu-
mentos aparece la
cifra de quinientos
veintiún soldados es-
­

Parque Loma de San Juan


y ubicación del Árbol de la Paz
pañoles, en otros se dice que fueron sola-
mente ­trescientos, que resistieron durante 177
un día entero una fuerza estadouniden­se
de unos quince mil o veinte mil hombres.

Fortificaciones
Incluso después de una retirada, el ejército
español trató de recuperar la colina en ho-
ras de la noche.
El resultado final fue de unas seis-
cientas bajas españolas y dos mil
norteameri­canas.
La colina de San Juan solo con-
taba con unas cuantas trin-
cheras.
El pequeño fuerte que
existe actualmente es
solo un monumento
recordatorio de la ba-
talla.
En 1920 este peda-
zo de tierra cu-
bana fue conver-
tido en parque
conmemorativo.

Una de las trincheras que han llegado a


nuestros tiempos en la colina de San Juan.
Santiago de Cuba,
...alba y ocaso del imperio español

178
El fortín construido como monumento
El árbol de la paz 179
Bajo una ceiba similar a la existente se firmó la capitulación

Fortificaciones
de las fuerzas españolas en Santiago de Cuba, el 17 de
julio de 1898.
Durante los muchos años que vivió la ceiba original
se convirtió en un símbolo que fue conocido como el
Árbol de la Paz.
Rodeada de cañones y hermosos libros de piedra donde
figuran los nombres de los caídos cubanos, españoles

y norteamericanos, rinde homenaje a un pedazo


importante de la historia cubana.
En 1998 fue sometido a una renovación integral y
actualmente tanto el parque de la loma como la nueva
ceiba, constituyen un lugar de importancia histórica
para nuestro país.
Fuerte El Viso
Fuerte de El Viso 181
Está situado en una elevación al este del poblado de El Caney. Fue construido por el gobierno colonial español

Fortificaciones
como parte de las defensas de la plaza militar. Se trata del fuerte principal, ya que también existieron otros de
madera que no han llegado a la actualidad.
El momento de más esplendor de este fuerte ocurrió
el 1ro de julio de 1898 cuando fue testigo de una
cruenta batalla: el enfrentamiento entre las tropas
aliadas cubano-norteamericanas y las españolas, como
parte de la guerra Hispano-Cubano-Norteamericana.
Allí perecieron el 90 % de las tropas españolas. Después de
más de doce horas de batalla, el fuerte resultó tomado y las tropas
aliadas atacaron el poblado, que fue tomado también después de
una enorme resistencia militar española. El fuerte, ya restaurado,
es un sitio histórico de importancia nacional.

El interior del fuerte de El Viso


...alba y ocaso del imperio español El fuerte de El Viso visto desde el antiguo cuartel español en el parque de El Caney
Santiago de Cuba,

182
El Caney
Santiago de Cuba,
...alba y ocaso del imperio español

184
El Caney 185
El Caney de Oriente es un pueblo de frutas, leyendas y amor. Se fundó en 1539 con el nombre de Comunidad

El Caney
India de San Luis de los Caneyes, decisión tomada por el rey de España, Carlos V, y ejecutada por el gobierno
colonial español de Cuba.
Inició esta comunidad el cacique bautizado Alonso Rodríguez. Su esposa fue María de la Ma Cubá. Los
indios siboneyes, que fueron los pobladores más antiguos, vivieron en las laderas que limitan el arroyo El
Jigüe, aledaño al poblado.
Posteriormente, se incorporaron taínos y subtaínos de los más avanzados llegando a convivir con los
españoles. Se han encontrado residuales de asentamientos en la zona Ducureaux-Tropicana que muestran
una cerámica india con motivos españoles, reflejo de un marcado proceso de transculturación.
La loma del Bonete, perteneciente a las estribaciones de la Sierra Maestra y que tiene 127 metros de altura,
se encuentra al norte del pueblo. Existe una leyenda sobre la aparición de la virgen de la Guadalupe en dicha
loma en el siglo xvii, en tiempos de esplendor de la comunidad india en el territorio. Esta leyenda es del mismo
período en que ocurrió el hallazgo de la virgen de la Caridad del Cobre, con posterioridad patrona de Cuba.
El Caney posee las frutas más dulces de Cuba. Sus mangos, sobre todo los de bizcochuelo, tienen un color y
sabor especial. La piña del Caney, ya muy disminuida su producción,tiene una gran popularidad.
Su relieve es irregular, custodiado por las elevaciones de El Bonete que, a su vez, son estribaciones de la
Sierra Maestra y en las cuales se tejen numerosas leyendas.
Sus pobladores son alegres y sociables, les gusta cantar y bailar el son cubano y otros ritmos caribeños, como
el merengue, la cumbia y el reguee. En ellos se aprecia significativamente la mezcla étnica cubana. Con
facilidad se advierten los rasgos indios, africanos y españoles en cuerpos y almas cubanas de pura cepa.
Entre sus personajes destacados figuran Bertha, la pregonera mayor de Santiago de Cuba y del Caribe, así
como Alexei Bell, que es considerado uno de los mejores peloteros del país. En El Caney nació Amador
Montes de Oca, poeta de la vanguardia artística cubana de la década de los años treinta del siglo xx.
Entre los lugares de interés de este poblado figura el propio parque de El Caney, alrededor del cual se organizan
las principales edificaciones. La arquitectura colonial cubana es evidente en el antiguo cuartel español, la casa
de Vara del Rey, la iglesia católica y numerosas viviendas del poblado.
Algunas de sus calles tienen nombres significativos de la cultura e historia de Cuba: Cacique, Colón, La
Avellaneda, Fe del Valle, José Martí y Padre las Casas.
El fuerte de El Viso es un sitio histórico nacional. Se conoce también el lugar donde fue enterrado el brigadier
Joaquín Vara del Rey Rubio, natural de Ibiza y del Mediterráneo español, oficial que murió en combate el
primero de julio de 1898 en enfrentamiento entre el ejército español y las tropas mambisas cubanas.
...alba y ocaso del imperio español

El Jardín de los Helechos es de nueva creación, y es visitado tanto por visitantes nacionales como extranjeros.
Su vida cultural se dedica en gran medida a los niños, para los cuales existe el taller Letra y Verso que rescata
las tradiciones de décima y repentismo tradicionales, así como otros en las especialidades de danza, teatro y
música..
Félix B. Caignet, autor musical y narrador, de la comunidad de San Luis, también en la provincia de Santiago
de Cuba creó la canción pregón Frutas del Caney , que dice así:

Frutas, quien quiere comprarme frutas


Santiago de Cuba,

mangos de mamey y bizcochuelo


Pina, piña dulce como azúcar
cosechadas en las lomas del Caney.
Vendo rico mango de mamey
Piñas que deliciosas son como labios de mujer
Caney de Oriente, tierra de amores
Cuna florida donde vivió el siboney
Donde las frutas son como flores
llenas de aromas y saturadas de miel
Caney de Oriente, tierra divina
donde la mano de Dios echó su bendición
Quién quiere comprarme frutas sabrosas
marañones, mamoncillos del Caney.
Marcial Rueda Limiñana

186
El parque de El Caney 187
Durante el período colonial,

El Caney
fue la plaza militar del terri-
torio. Se convirtió en el par-
que del poblado y recibió la luz
eléctrica en 1914. Su glorieta
tiene 300 años. Todos sus po-
bladores lo han visitado des-
de niños y guardan profundos
sentimientos de empatía hacia
sus bancos, pasillos y flores, ya
que ha sido centro no solamen-
te de sus juegos infantiles, sino
de paseos y enamoramientos.
Lleva el nombre de Los Maceo,
en honor a Antonio y José
Maceo, quienes estuvieron con
sus tropas en las cercanías y
libraron honrosas batallas por
la independencia nacional.
El parque de El Caney ha formado parte 1.- Glorieta del parque
del festival de San Luis de los Caneyes, 2.- Iglesia
3.-Antiguo cuartel español
primero y del festival de las frutas, 4.-Casa del Brigadier Joaquín Vara del Rey
5.- Casa de la cultura
después. En él se celebran veladas, actos, 6.- Fruticuba
tertulias y peñas culturales.
Santiago de Cuba,
...alba y ocaso del imperio español

188
La glorieta tricentenaria del parque
189

El Caney
Santiago de Cuba en 1700

G obernaba a esta región el valiente capitán de dragones don Juan de Chávez


y Becerra, barón de Chávez, quien acababa de sustituir a don Mateo de Pala-
cios y Bruñeda, muerto a consecuencia de “un mal de la vejiga”. El Alcalde de
la ciudad era don Diego Alonso de Betancourt y como pastor de almas, aquel ilustre
arzobispo que nunca vino a Santiago aunque esta era el asiento de su diócesis, don
Diego Evelino de Compostela.
La ciudad en ese año de gracia de 1700 bullía de júbilo, debido a que por gracia del
soberano Don Felipe V y por hechos de guerra que había lidiado el barón de Chávez,
se le concedió a nuestra ciudad, por real orden firmada en San Lorenzo, el título de
“Muy Noble y Muy Leal”.
La vida que se hacía en ese tiempo, repetimos que era realmente simplista. Las úni-
cas festividades grandes eran las diversas fiestas religiosas, que se observaban con
un rigor monástico, las elecciones de alcaldes que se celebraban todos los años y los
mamarrachos que eran como en la actualidad, para los días de san Juan, san Pedro,
santa Cristina, Santiago y santa Ana.
No se conocía la moda. Las mujeres vestían sencillamente aunque con géneros de
seda, batista u holán muy fino, no había joyas ni coloretes. Los hombres usaban
chaquetillas bordadas, con chalecos largos también bordados y calzones cortos con
hebillas.
La juventud tenía inocentes diversiones. Una de ellas era, por ejemplo, elevar cometas
o papalotes y llevarlos mantenidos hasta las manos de la mujer amada en un gesto
de galantería muy fino. Las orquestas que había se componían de violines, clarinetes,
violas y tambores. Cualquier santo en una familia, era festejado por todo el barrio y se
repartía la rica malarrabia, agualoja, pastel de catibía y frutas. La bebida era casi pro-
hibida y el café, nuestro aromático café, solo se usaba como medicina, para una fuerte
jaqueca, o para un bochornoso caso de beodez. ¡Feliz Santiago de Cuba de 1700!
Una procesión religiosa era un acontecimiento y la Semana Santa se observaba con
tal rigor, que hasta se rompían las cazuelas de barro donde pudiera cocerse carne,
...alba y ocaso del imperio español

para no caer en la tentación de comerla.


Esos paseos a las estancias cercanas, especialmente a las del Caney… eran la deli-
cia de la juventud. En esos paseos era donde se arreglaban las querellas de amor, de
donde salían noviazgos que eran atendidos con un rigor exagerado y sin embargo, se
cuentan muchos y variados escándalos de esa época y no precisamente entre gente
baja y de no noble calidad.
Y es que el mundo siempre será así, pese a los rigores de cualquier época, pese a los
frenos de todas las edades y todos los frenos religiosos y sociales.
Santiago de Cuba,

Cómo añoramos aquella época, patriarcal, cuasi bucólica, gloriosa, cuando la ciudad,
pobre, humilde, apartada del mundo, era una grande y noble familia, sin odios ni ren-
cores para nadie!

Raúl Ibarra Albuerne

190
El cuartel español de El Caney 191
Está situado frente a la antigua plaza militar, hoy parque de El Caney. Inicialmente fue una edificación

El Caney
de paredes de mampostería y techo con estructura de madera y tejas criollas. El techo original fue
destruido por el huracán Sandy en octubre de 2012 y se le sustituyó por uno de tejas metálicas. El
edificio tiene amplios corredores, habitaciones grandes, patio y área donde se situaban las caballerizas.
El edificio, además de cuartel ha sido una escuela primaria y una secundaria desde la segunda mitad del
siglo xx.

Cuartel español del siglo xix


La loma de El bonete desde la esquina del parque
193

El Caney
Creer en los marañones de la estancia

C omo en anteriores relatos que he venido publicando, hurgando en el viejo


arcón de aquel Santiago tan amado que se fue, convenimos en que la vida de
Santiago de Cuba allá por los años de 1700 al 1800 era verdaderamente sim-
plista. Una vida sin alicientes, sin fiestas, sin alegría, una vida que para nuestra gene-
ración resultaría imposible y que relatándola aun a retazos, como lo publico en esta
sección, entra en la mentalidad de nuestro pueblo necesariamente por la vía de la
leyenda, ya que no es posible para los santiagueros de hoy, comprender aquel género
de existencia.
¡Pobre de aquel que no asistiera a las fiestas de tabla —de obligación— de la iglesia!
Y ¡cómo se observaban y con qué rigor esas festividades sacras!
Aquellos padres de familia llenos de prejuicios, con un concepto del honor y de la dig-
nidad, imposible no ya de comprender, sino de analizar en la frívola mente de nuestra
generación, esos jefes de familia, eran el terror de la juventud. Y de ahí que, haciendo
toda clase de triquiñuelas, con ayuda de las chaperonas y correveidiles que han exis-
tido en todos los tiempos, la juventud inventara paseos a las estancias vecinas, espe-
cialmente en El Caney. Después de una festividad religiosa, se acordaba casi siempre
el paseo a tal o cuál estancia o cafetal, y en esos paseos se organizaban juegos, suer-
tes, tonterías que hoy nos parecen contraproducentes y de una ridiculez extrema…
Por lo regular las parejas de jóvenes -mujeres y hombres- solían apostar cuál recogía
más frutas de esa o aquella especie y especialmente había la de recoger marañones.
Eran propicios esos infantiles e inocentísimos juegos para los enamoramientos o
para disimular situaciones surgidas en alguna acaramelada parejita y casi siempre,
nacía un nuevo compromiso amoroso.
Para este último aspecto, llegaron a tomar tal importancia los mencionados paseos
y había en la juventud tal fe en que en esa recogida de marañones todo se soluciona-
ra, que las mencionadas giras tomaban caracteres de acontecimientos sociales de
primera magnitud. Y como es natural, surgió de ahí el refrán, que ha venido rodando
a través de los años y que aún subsiste y se usa frecuentemente en nuestra ciudad,
...alba y ocaso del imperio español

cuando por ejemplo una persona confía o espera resolver cualquier problema en de-
terminada fecha. Aquí, al criticar a tal ingenuo o ingenua persona, decimos: “Ese está
pensando en los marañones de la estancia¨, como queriendo decir: ese no es más que
un simple, un iluso, que cree poder arreglar ese o aquel asunto con sueños más o
menos posibles.
Y ese es el origen de la tan popular frase de “creer en los marañones de la estancia”.

Raúl Ibarra Albuerne


Santiago de Cuba,

194
195

El Caney
Crímenes famosos

L a distinguida escritora americana I.Wright, en su Early History of Cuba,


habla en uno de sus artículos de un horrendo crimen que se produjo en
esta ciudad, allá por los años de 1798 a 1800. El crimen repercutió hasta
en España y trajo como consecuencia una serie de reformas para esta ciudad y
hasta el envío en calidad de arrestados, de algunos caracterizados jefes militares
que prestaban servicio en esta zona.
El crimen a que se refiere la distinguida escritora norteamericana, acaeció no
precisamente en esta ciudad, sino entre esta ciudad y el Caney, el 19 de diciembre
de 1799, como a las diez u once de la noche, según consta en las investigaciones
que se hicieron por la Inquisición en esa fecha, y en notas dejadas por el que fue-
ra cura por más de treinta años en el Caney, don Fernando Eduardo Ortiz.
En una casucha de guano situada como a unas treinta varas del antiguo camino
real de El Caney, y donde posteriormente existió una finca denominada El Cristo,
propiedad de la sucesión de don Joaquín Gorgas y Ávila, vivía un anciano labra-
dor de origen mexicano, nombrado Casimiro Portales. Este buen hombre, de una
rusticidad y capacidad mental negativa contrajo matrimonio al llegar a Cuba con
una muchacha medio india y de tal matrimonio, nacieron cuatro hijos, tres va-
rones y una hembra. Los muchachos salieron muy trabajadores, aunque no muy
inteligentes, y toda la viveza y natural comprensión del cubano fue heredada por
Agustina, la única hija, quien además era de una belleza tentadora.
Gente ingenua, Agustina era de las que iban a lavar al río hasta muy ligera de
ropas, ajena a las malas ideas que se concentraban en las señoras de la ciudad,
donde más de un escandaloso suceso acaeció sin que se hundiera el cielo. Como
pasa siempre, la muchacha que no se reunía con nadie, sintió un día, por esa
inmutable ley de la naturaleza, una atracción personal hacia un joven mancebo
nombrado Juan y vecino de una finca cercana a la de Agustina. Relaciones ocul-
tas, pero que, precisamente, al descubrirse y saber la familia que Agustina estaba
...alba y ocaso del imperio español

próxima a ser madre, produjo una gran conmoción en los cerebros primitivos de
padre e hijos. Uno de los hijos, nombrado Antonio, explicó “que para evitar el es-
cándalo con el cura y los vecinos, lo mejor era matar al novio de Agustina y cuando
ésta diera a luz, matar igualmente al muchacho y así nadie sabría nada”. ¡Cuánta
ignorancia y simpleza!. Aprobado por el padre y demás hermanos tal disparate,
acordaron que cuando Agustina hablara con Juan, se pusiera en práctica la idea.
Y así fue el crimen de la noche del 19 de diciembre. Apostados los hermanos de la
manceba, aguardaron a que llegara el despreocupado galán y saltando sobre él, le
dieron tremendo garrotazo que lo hizo caer moribundo. Agustina por defenderlo
Santiago de Cuba,

se abrazó a él y de otro garrotazo también fue muerta, aunque no hubo intención


de matarla, pues el segundo golpe lo habían lanzado para rematar a Juan.
Ahora se les presentaba a los criminales el problema de los cadáveres. A cualquie-
ra se le habría ocurrido enterrarlos, y más en esa fecha en que era monte firme
todo lo que por ahí había, pero resolvieron hacer pedazos los cadáveres y llevár-
selos lejos.
En sacos con tierra fueron depositando los miembros de ambos cadáveres y re-
partiéndolos en distintos lugares, pero ya sea porque los perros jíbaros dieron
con tanta carne, o por obra del destino, pronto se supo del doble crimen y como
196
noticia truculenta, en las cercanías de la iglesia de El Caney apareció la cabeza
de Juan, llevada ahí seguramente por algún perro. 197
Para abreviar diremos que en un abrir y cerrar de ojos todo se descubrió formán-

El Caney
dose la natural algazara en aquella sociedad de hace mas de doscientos años. To-
dos los acusados fueron condenados a muerte y ahorcados, pero como la finca de
Casimiro era una hacienda bellísima y muy bien cultivada, se acordó igualmente
rematarla, para el pago de responsabilidades, etc., adjudicándosela a un coronel
español por una suma irrisoria y dando motivo a un pleito con un magistrado de
la audiencia de Santo Domingo y con el gobernador, pleito que trajo como conse-
cuencia que se sacaran al sol contrabandos, violaciones, abusos, etc., y que tanto
el gobernador como el oidor y el coronel que compró la finca, fueran enviados bajo
partida de registro a España.
Y, de la mujer de Portales ¿qué diremos? Unos creen que enloqueció, se perdió
por los montes y murió de hambre, pero lo cierto fue que jamás se supo de ella.
Siete años después de este crimen, todavía los montunos no pasaban de diez a
once de la noche por el camino real de El Caney, porque decían que todas las no-
ches “se reproducía la tragedia por medio de fantasmas” -esta es la parte simplis-
ta de la leyenda, muy natural en aquellos tiempos…

Raúl Ibarra Albuerne


Santiago de Cuba,
...alba y ocaso del imperio español

198
de El Caney
La pequeña iglesia
La iglesia de San Luis de los Caneyes 199
La historia de esta parroquia se inicia ya en el siglo XVII cuando era una

El Caney
pequeña ermita a partir de la cual se fue mejorando la construcción y
amplitud.
Se le dedicó un altar en la iglesia existente a la virgen
de la Guadalupe, después de la aparición de esta
virgen, en la fuente de la Cristalina, en la loma de
El Bonete. Posteriormente ese altar fue trasladado
a Santiago de Cuba.
En este pueblo existe la tradición, que cuando
alguien fallece y va a ser enterrado, las campanas
de la iglesia son tocadas en honor al difunto, al
paso del carro funerario. La iglesia a fines del siglo XIX

Durante la batalla de la toma del fuerte de El Viso, por parte de las fuerzas
aliadas, fue dañada seriamente y reparada con posterioridad.
Esta iglesia fue utilizada por los soldados españoles como parte del
sistema defensivo español en la batalla de El Caney, sirviendo como
hospital.

Antigua iglesia de El Caney,


casi destruida durante la batalla
La casa del brigadier Joaquín Vara del Rey
Esta antigua casa frente al parque de El Caney, fue la morada del jefe de esa plaza militar hasta el primero
de julio de 1898. Está situada en la intersección de las calles Roberto Lamela y Joel Jordán. Es una casa de
corte colonial de techo de tejas, con un portal o corredor al frente. Las paredes son de mampostería y el techo
tiene una estructura de madera cubierta de tejas criollas. Delante de esa casa fue herido Joaquín Vara del
Rey Rubio, el primero de julio de 1898. El Brigadier Joaquin Vara del Rey Rubio fue un militar de carrera, que
tiene en su historial el haber sido capitán General en Filipinas y gobernador de las Islas Marianas. En 1895
se presentó como voluntario para servir en Cuba.
...alba y ocaso del imperio español

En 1898, El Caney era una pequeña guarnición de 550 hombres, sin artillería ni ametralladoras, defendida solo por el
pequeño fuerte de El Viso y algunos fortines de madera. Durante el desembarco norteamericano de 1898, la misión
de atacar El Caney fue dada a la segunda división del general Henry Lawton, con 6899 hombres. Los norteame-
ricanos creyeron que por la superioridad numérica, la victoria sería muy fácil; pero la batalla, planeada para una o
dos horas por Lawton, duró mas de doce horas, por la resistencia de los españoles, bajo el mando de Vara del Rey.
Serían aproximadamente las tres de la tarde, cuando se incrementó la partici-
pación de las tropas mambisas al mando del Mayor General
Santiago de Cuba,

Calixto García con su batallón Baconao y fue cuan-


do pudo ser tomado el fuerte de El Viso
y el poblado, al final de la tarde. Vara
del Rey fue herido en ambas piernas y
fue muerto junto con sus dos camille-
ros, mientras era retirado de la línea de
combate. En la batalla también mu-
rieron sus dos hijos. Por los servicios
prestados a España, le fue erigido un
monumento en Ibiza, su isla natal.
Vivienda del brigadier
Joaquín Vara del Rey

200
201

El Caney
Ferocidad, sangre y amor

D on Antonio María Cagigal y Mendoza era uno de esos tipos indescifrables, que
nadie sabe de dónde había venido, cómo vivía ni de qué modo o arte se valía.
Este tipo huraño, siempre huidizo, según los chismes y bretes de la época, se
decía era pariente del marqués de Casa Cagigal, gobernador de la provincia; pero lo
cierto era que nadie podía asegurar la certeza de la versión.
Había una cosa que no podía negarse: que este don Antonio María, de unos setenta o
setenta y dos años, era hombre correcto, de pocos amigos, que no hacía vida social,
y que era un asiduo concurrente a las diversas iglesias de la ciudad. Este misticismo
verdadero o calculado de don Antonio, hacía que todas las leyendas que sobre él cir-
culaban tuvieran un freno en la lengua del beaterio, que lo veía con cierto respeto por
el solo motivo de frecuentar los sacramentos.
Pues bien, esta leyenda que vamos a contar hoy ocurrió por el año 1739. Era preci-
samente Semana Santa, o Semana Mayor, que en aquellos remotos tiempos era algo
muy serio, algo que de repetirse en esta época nuestra tendría aspectos inverosímiles,
insospechados. No solo la Semana Santa, sino toda la Cuaresma, eran días de recogi-
miento absoluto, días de poner toda la mente en la oración, y llevar punto a punto la
reconstrucción de la pasión y muerte del dulce rabí de Galilea.
Nuestras iglesias, de bote en bote, constituían en esa época, el obligado lugar de reu-
nión de toda la sociedad, o mejor dicho, de toda la ciudad; eran esos días en que, las
preeminencias, clases, linajes, se borraban para aparentar esa igualdad que hoy es
felicidad de nuestros pueblos; pero que en aquel tiempo era casi una profanación.
Era un miércoles santo. Las procesiones que al día siguiente deberían recorrer la ciu-
dad, como es natural, constituían el afán y toda la atención de nuestros ilustres y sen-
cillísimos abuelos, y ponían emoción suprema en el corazón beato de tantas mujeres y
tantos hombres, que anteponían la celebración de los divinos oficios a todo lo demás.
Don Antonio María vivía en una casa amplia, una casona situada en las cercanías de
la iglesia de Santa Lucía, en la calle de Santa Lucía casi esquina a la de San Félix.
...alba y ocaso del imperio español

Aproximadamente a las ocho de la noche de ese miércoles santo, después de los ofi-
cios divinos que se habían efectuado en la Catedral, don Antonio regresaba a su hogar,
dispuesto a acostarse para preservarse de pecado; pero cuál sería su horror, al encon-
trar en un zaguán que tenía dicha casa, el cadáver de su esposa, degollada y en medio
de un asombroso charco de sangre.
Nadie sabía a fondo quién era la esposa de don Antonio, se sabía que era como veinte
y cinco o treinta años más joven que él y que había venido a esta ciudad procedente
de Costa Firme, como se le llamaba en aquel tiempo a Venezuela, al istmo de Panamá
y parte de los territorios de Colombia, pero nada más. No tenía amistades, no frecuen-
Santiago de Cuba,

taba iglesias ni lugares públicos. Era un enigma, era como una nebulosa para aquella
sociedad pendiente de todo. Se decía que era trigueña y muy bella; pero, a ciencia cier-
ta, nadie podía dar detalles concretos.
Las personas que salían de la Catedral y las que lo hacían de la iglesia de Santa Lucía,
sintieron ese raro escalofrío que recorre la columna dorsal poniendo puntos de pavor
en los espíritus timoratos. Aquel descubrimiento tuvo caracteres de trascendencia
extraordinaria. Desde el gobernador Cagigal, hasta el deán de la Catedral, don Andrés
de Olmo y Zapián, virtuoso y querido sacerdote, se personaron en la casa de don Anto-
nio para las averiguaciones del asesinato. El estremecimiento que sufrió la ciudad en
general no es para describirlo. Comenzaron las actuaciones. Las autoridades con las
202
escasas referencias que daba el aterrorizado don Antonio iban hilando o hacían que hi-
laban cabos para llegar al esclarecimiento del crimen. Registraron toda la casa y… nada. 203
Ni huellas del asesino. Nadie había visto ni sentido nada. El misterio más impenetrable

El Caney
rodeaba el caso. En este ir y venir, en suposiciones, amanecía cuando se produjo el
bombazo: un amigo íntimo de don Antonio, un español andaluz, por más seña nombra-
do Pedro García Baza, más conocido por Peruchito, y que tenía una talabartería en la
esquina de Hartman y Santa Lucía, apareció ahorcado en un callejón que se producía
al final del patio de la casa del crimen con un martillo de cuartos de la casa contigua.
Por la carta que copiaremos más abajo, se dedujo que Peruchito, mocetón de unos
treinta años, había estado cortejando a la esposa de don Antonio y si habían tenido o
no relaciones íntimas, no podía aclararse; pero la carta que vamos a copiar, con todos
sus disparates, podía dar alguna claridad:
“Ar jue o ar que encuentre esta carta:
La e matado por engrata y porque no quería que yo me la llebara. No queremos
mucho pero siempre con er miedo ar viejo, me tenia mu cansado, canzadisimo.
Despué de matarla me he dao cuenta que no pueo vivil sin ella y me ullo de
la via pa no sufri.
Que er señó nos perdone, si quiere.
Perucho Garcia
Talabartero”.

Pues bien, la señora tenía su mancebo en este joven andaluz y se comprobó toda la
tragedia. Nunca se supo si realmente sentían miedo al vejestorio marido de la víc-
tima; o porque esta se negaba a seguir robándole a don Antonio para los vicios del
andaluz.
Don Antonio, cubierto de vergüenza por acontecimientos tan tristes y que ponían en
solfa su reputación, liquidó sus negocios a centavo el peso y se marchó…qué barba-
ridad!... Al Caney!
Liquidar todo un capital para trasladarse a dos leguas de la ciudad, insigne locura,
solo concebible en aquella época. Pero así fue y así consta en los datos manuscritos
que tenemos del que fue cura de aquel poblado y tío abuelo de mi abuelo, el presbítero
don Eduardo Ortiz, manuscritos que conservo como verdadero tesoro.
Y dicen los legajos aquellos que una mañana don Antonio salió del Caney a dar un
...alba y ocaso del imperio español

paseo por una de sus cercanas lomas y jamás regresó. Fue como si la tierra se lo tra-
gara. Meses después, había guajiros inocentones y fatuos que decían haber visto a
don Antonio con un bonete puesto en la cabeza y que en las noches, ya tarde, gritaba:
Perucho, Perucho, ¿Por qué la mataste?
De ahí uno de los motivos por el cual llaman a ciertas lomas de El Caney, las Lomas
del Bonete, aunque su verdadero nombre era en aquel tiempo Bonete de don Antonio.
Persona de saber, nos decía hace pocos días, que ese nombre se les daba a esas
lomas porque desde lejos parecían un bonete. Así es como se escribe la histo-
Santiago de Cuba,

ria.!. El nombre de esas lomas viene de nuestra leyenda y lo atestigua un hombre


de cuyos labios siempre salió palabra de verdad: el presbítero don Eduardo Ortiz,
que además, vivió aquellos días en El Caney.

Rañul Ibarra Albuerne

204
El Cobre
Santiago de Cuba,
...alba y ocaso del imperio español

206
El Cobre: misterio y tradición 207
Se afirma con absoluta pertinencia, que mientras exista Cuba como nación, la comunidad de El Cobre

El Cobre
será uno de esos nudos que explican y exaltan el misterio de su existencia como pueblo. Misterio hay
allí entre las desnudas rocas y el brillo espléndido de las venas afloradas de mineral de cobre. Misterio
hay, pese a que historiadores y antropólogos se afanen en desentrañar por qué esta diminuta esquina de
la geografía cubana gravita de modo tan inusual en la espiritualidad de la nación.
Podemos asumir que en este lugar los accidentes de la historia juntaron la materia nutricia, que precipitaría
lo criollo y luego lo cubano. Aceptemos que allí se forjó una cubanidad en miniatura. Admitamos sin
replicar, que la imagen de la Madre que se venera y atesora allí bajo la advocación de la Virgen de la
Caridad y de los Remedios, es ya parte inseparable del capital simbólico de los cubanos. Ninguna de
estas afirmaciones diluye el misterio esencial. Al contrario, lo densifican, lo convierten aún más en una
sustancia perenne y elusiva.
Una tradición de casi cuatro siglos convirtió en habitus, congregar a los cubanos de todas las estirpes,
clases y colores a los pies de la Virgen de la Caridad para clamar por la justicia, la libertad, la paz, la
concordia y la felicidad.
Con no poca frecuencia, nuestro sueño de nación se concibe y se alienta ante los ojos amorosos de
esta virgen morena. Quizás, porque ella nos recuerda, más que cualquier otro símbolo, que somos en
tanto pueblo encarnado: una amorosa, diversa, frágil, accidentada y hasta terca humanidad que navega
solitaria, buscando su destino en un mar no pocas veces de encrespadas y traicioneras olas.
Bella metáfora sin duda, la de un pueblo todo, resumido en tres hombres sobre una barca, desafiando la
tormenta y encontrando al amainar, una promesa de caridad y esperanza flotando entre las aguas. Su
aparición en el mar en el año de 1612, tiene el carácter de mito fundacional de nuestra cultura. Ninguna
de estas aseveraciones apaga el misterio. En nuestro modo de ver las cosas, lo cualifica.
Calidad de un misterio, que sorprende cuando descubrimos que hombres de­sarraigados, esclavizados,
sufridos hasta quebrar su humanidad curan sus llagas y su dolor ante su presencia, sin perder su ham-
bre de libertad y justicia. Misterio acrecentado cuando contemplamos al padre fundador de la Patria, al
hombre del gesto viril que desafió a siglos de poder colonial, de rodillas ante la imagen de la esperanza,
orando frente a ella por la libertad y la justicia para su pueblo.
No podemos más que perpetuar nuestro asombro, cuando los curtidos guerreros de la Patria, negros,
blancos y mestizos van a rendir ante su ara sus espadas libertarias y solicitan en 1915 al Papa que la
declare Reina y Patrona del pueblo cubano. Casi todos los mandatarios de la nación, vienen de igual
modo a tributar su mirada estremecida y la reverencia de su silencio; quizás rindiendo cuenta ante sus
conciencias de cuanto se alejaron o acercaron del sueño de una Patria con todos y para el bien de todos.
Detengámonos con igual asombro ante los miles de exvotos de marinos, artistas, soldados, deportistas,
científicos, obreros, médicos, maestros, y el pueblo llano, dejados con fe entrañable. Una persistente
...alba y ocaso del imperio español

ofrenda de amor que atraviesa los siglos.


Insistimos que la sola razón no nos ayuda a comprender. Hay un misterio que sólo puede ser atrapado
por vía emotiva.
Propongo llegar a este pueblo al atardecer. Subir por la empinada calle que lleva a su ecléctico templo.
Desde el atrio, sentir el viento suave que satura de un aliento dulce esta elevación. Contemplar el
horizonte de palmas, el verde que tiñe las siluetas recortadas de la Sierra Maestra. Coincido con quien
afirmó que no hay mejor trono para una reina que esta colina. A esta hora, el silencio suele hacerse
abundante en el templo, quizás roto solo por el leve murmullo de una oración, las luces ya moribundas
Santiago de Cuba,

y en fuga de los vitrales, el calor parpadeante de algún cirio y el llamativo color de las flores llevadas
en ofrenda. Para poder atrapar entonces el misterio queda únicamente buscar la pequeña imagen y
abandonarse en su contemplación. Y aclaro que no se necesita fe religiosa para acceder al milagro, basta
como dijo el poeta, experimentar ante la virgen morena, cómo se nos arrodilla el corazón.
Julio Alfredo Corbea Calzado

208
El Cobre 209

El Cobre
Grabado antiguo con la iglesia
vieja junto a las minas

Enclavados en una región montañosa, al noroeste de Santiago


de Cuba, se encuentran una mina de cobre, un pueblo y
Antiguo plano de la villa una iglesia que tuvieron y tienen una enorme importancia
de El Cobre
no solamente para Santiago de Cuba, sino para todo el país.
La mina ya no se explota, pero la iglesia que alberga a la
santa patrona de Cuba, nuestra señora de la Caridad del
Cobre, es visitada día a día por innumerables visitantes y le
da una importancia especial a este pequeño pueblo.
Las minas de cobre
El nombre original del actual poblado de El Cobre fue Santiago del Prado y Real de
Minas, fundado por el capitán de artillería español Francisco Sánchez de Moya en
enero de 1599, al descubrirse mineral de cobre en cantidades suficientes para
fomentar la industria extractiva. El trabajo en las minas comenzó desde las
primeras décadas del siglo xvi. La mina comenzó a ser explotada con partidas
de esclavos traídas en su mayoría, de Angola. Desde el
siglo xvii esta comunidad fue importante en la
historia de Cuba por haber sido

La antigua mina de cobre con el monumento


al cimarrón en su cúspide
escenario de numerosas insurrecciones de esclavos mineros, que los llevó a obtener su libertad en
1801, mucho antes de que se decretara la abolición de la esclavitud en Cuba. 211
En el siglo xix, las minas se explotaron de modo sub­terráneo. Desde el primero de noviembre de

El Cobre
1844 existió un ferrocarril que las unía con el puerto de Santiago de Cuba. Lo que queda de la mina
son terrazas a cielo abierto a distintas alturas, residuos de arena, algunos túneles y el fondo de
esta se ha convertido en una laguna.

Los residuos de arena


Santiago de Cuba,
...alba y ocaso del imperio español

212
La laguna en lo que fuera la mina
213

El Cobre
El grito del arriero

E sas viejas leyendas tan santiagueras, en que siempre existen aparecidos, sui-
cidios, cosas fantásticas, se han inculcado tanto en el alma de muchos san-
tiagueros, natural reminiscencia de aquellos convecinos de antes que creían
ciegamente en cualquier cuento o historia.
Pero precisamente de ahí es que surge la leyenda, que ya con visos de verdad o de
fantasía, constituye el alma misma del pueblo, y hace bello y romántico ese historial
que, de siglo en siglo, va rodando como recuerdo hecho oro de amor y recordación.
El cúmulo de leyendas que existe en esta ciudad es innumerable. Las hay bellísi-
mas, con visos de posibilidad; las hay fantásticas, pero todas hablan muy hondo
al alma del pueblo, y de ahí nuestro interés en publicarlas y recordarlas a nues-
tros queridos convecinos de hoy.
Cuentan las viejas consejas que una vez había dos arrieros de un cafetal de El
Cobre que, por cuestiones de trabajo, estaban disgustados. Ya sabemos cómo em-
piezan estos disgustos en Cuba que terminan siempre en tragedia.
Esas primeras rencillas se fueron convirtiendo entre ellos en un abismo de odio
y llegó el momento en que, por habladurías, chismes, enredos, se produjo el
chispazo de dirimir, de una vez y para siempre, aquella cuestión, y se desafiaron
para cuando se encontraran acabar aquello como hombres.
Pasaron los meses y no se habían encontrado, hasta que el destino, con su índice
infalible, señaló el momento en que la tragedia debía abrirse como rosa de sangre
en la vida de esos dos campesinos.
Y una noche de diciembre, con frío intenso, venían las arrias por el antiguo ca-
mino de El Cobre, Y cerca de la Loma de la Cruz surgió la tragedia. Antonio Her-
nández, que venía con su arria del cafetal La Gloria, y Casiano Castillo, del cafetal
Solís, se hallaron frente a frente.
...alba y ocaso del imperio español

Como dos tigres saltaron de sus cabalgaduras y machete en mano, como fieras,
como seres infernales, se entraron a machetazos y, a los pocos segundos, Castillo
quedaba herido de muerte. Hernández, como era natural en plena madrugada, se
fue con su arria tratando de huir del campo de la acción.
Los mulos de Castillo, cargados de café, se disgregaron por aquellos sitios y a los
pocos días fueron todos encontrados y reintegrados a la finca de su procedencia,
y lo que es extraño, sin faltar un solo saco de café, según consta en el acta oficial
Santiago de Cuba,

levantada por el alcalde de El Cobre, en esa época don José Sarmiento y Casey; el
matador de Castillo fue apresado al descubrirse la trama y condenado a presidio
donde posiblemente murió, pues jamás se volvió a saber de él.
Pero aquí viene la leyenda. El hecho de sangre que fue motivo de toda suerte de
comentarios, décimas, guajiras, tuvo necesariamente que convertirse en historia
de terror y de cosas sobrenaturales, y dicen que, por el camino antiguo de El Co-
bre en horas de la madrugada, se oye el grito del guajiro muerto llamando a sus
mulos y hay hasta quien dice que se sienten los cencerros de los mulos…
¿Quién pasaba por aquel lugar a esas horas de la madrugada cuando surgió ese
cuento? Nadie.
214
Solo cuando la Guerra de Independencia se destruyó la leyenda por las constantes
caminatas de tropas mambisas y españolas; pero aún hoy día, hay viejos guajiros 215
de la zona, que no pasan por ese antiguo camino de El Cobre ni así los maten.

El Cobre
Y es que el alma de leyenda subsiste, se reproduce y engrandece pese a esta época
de civilidad y sapiencia que nos tortura y asfixia!

Raúl Ibarra Albuerne


Puente sobre el río Senserenico
El poblado de El Cobre 217
El poblado de El Cobre se inició primeramente con los trabajadores de las minas. En 1601 ya Santiago

El Cobre
del Prado tuvo su primera iglesia bajo la advocación de Santiago el Mayor. En el siglo xvii la mayoría
de los vecinos vivían en bohíos de pisos de tierra con paredes y cubiertas de madera y yaguas.
En el poblado original se conservan todavía los restos de la planta de procesamiento de mineral de
cobre, que funcionó hasta 2001 y una edificación del siglo xix.
La emigración francesa de fines del siglo xviii estimuló las plantaciones cafetaleras
y de caña de azúcar, por lo que la villa de guano comenzó a transformarse.
En 1868 el poblado fue atacado por fuerzas mambisas al mando de
Máximo Gómez, Donato Mármol y Félix Figueredo. Se dice que
en esa ocasión el patriota Carlos Manuel de Céspedes oró
en la capilla por la liberación de Cuba.

El camino de las minas con el antiguo correo en primer plano. Este barrio
se denominaba en el siglo xix Cauto Abajo
Destino siniestro

L a mañana del 30 de diciembre de 1816 entró en nuestro puerto, después de una


...alba y ocaso del imperio español

travesía de tres meses, el bergantín español Domador, procedente de puertos del


Cantábrico. Además de mercancías en abundancia, venían unos pocos pasajeros re-
cogidos en las Islas Canarias, todos con destino a esta plaza, quienes llegaron con el
ánimo de mejorar su existencia, pese a los trabajos y vicisitudes que deberían correr.
Entre los pasajeros venía un honrado campesino isleño nombrado Pedro María Rosillo y
López en unión de su esposa y sus dos hijos, Manuel y Lorenzo, de 17 y 15 años respecti-
vamente Unas pocas pesetas, varias recomendaciones y un equipaje raquítico, era todo el
caudal de esta familia que llegaba con ánimos de enriquecerse en esta dorada Cuba.
Santiago de Cuba,

Cuatro días después de su llegada, ya iban juntos a una finca del término municipal
de El Cobre, un cafetal semiderruido por el camino de Solís, que habían abandonado
unos franceses que lo estaban fomentando cuando se les mando a evacuar la isla.
Después de tres años escasos de trabajo, la finca La Candelaria ya estaba producien-
do infinidad de frutos menores. Ya se recogía “grapillé,” las primeras pariciones de
los cafetos; como era de esperarse, en 1824, o sea ocho años después de la llegada
de Rosillo y su familia, La Candelaria era un emporio de riqueza. Los árboles frutales
daban la gloria de sus mieles a los que allí iban de paseo: zapotes, nísperos, caimitos,
guayabas del Perú, tan grandes como aguacates, ciruelas, higos, uvas de parra, en fin,
todo aquello que produce nuestra tierra; pero en grado superior a toda imaginación.
218
En esta ciudad, Rosillo tenía un paisano, establecido en el comercio y hombre de vastos
recursos: don Aureliano Monterde, quien puesto de común acuerdo, y por tener a una hija
219
algo débil de los pulmones, enferma de tuberculosis, resolvió ir a pasarse un tiempecito

El Cobre
en la maravillosa finca de Rosillo. Y allá fue la familia Monterde en busca de salud para
Isabel, joven de 20 años que era un prodigio de belleza, pero en cuyo rostro se dibujaba
la huella mortífera de la enfermedad que le iba destruyendo los pulmones. Isabel, dulce
y buena, se daba cuenta de su drama interior, veía que la vida se le iba poco a poco, pero
fervorosa creyente, confiaba en la Virgen de la Caridad y tenía lo que a muchos enfermos
le falta: fe, absoluta fe en que pudiera surgir el milagro y conseguir su curación.
Los aires puros de la sierra de El Cobre, las aguas tibias y cristalinas del río Tempú, aque-
llas frutas, aquel trato amabilísimo de la familia Rosillo, que se desvivía por agradar y dar
gusto a la encantadora enfermita, fueron transformando a Isabelita. Y aquella tez pálida
fue sonrojándose, aumentaba de peso, la alegría volvía a florecer en la grana de sus labios
con la gloria de sonrisas de felicidad; ya en su corazón latían como retoños de vida nueva
las más fuertes esperanzas; ya la vida le hacía guiños de perspectivas de óptimas prome-
sas. El milagro estaba hecho: ¡Isabelita había recuperado la salud!
Lorenzo, el segundo hijo de Rosillo, era un bello ejemplar de hombre. Sin ser muy alto,
era proporcionado, fuerte, hercúleo, rebosante de salud, y además, era bueno, noble,
puro… Él había acompañado a Isabelita a recoger berro para que todos los días se to-
mara dos vasos de zumo de esa legumbre, que le fue cicatrizando los pulmones; él era
quien, con agilidad única, trepaba el más alto frutal para darle a Isabel una naranja, un
zapote, en fin, lo que a ella se le ocurriera. Y de ese trato diario, de esa amistad sencilla,
fue germinando el amor. Y se amaron locamente ambos jóvenes. Y la felicidad en la más
amplia acepción del vocablo cantó en esas dos vidas nuevas su triunfal canción…
Con el consentimiento de los padres de ambos, quedó fijado el matrimonio de Isabel y Lo-
renzo. Sería en el Santuario de El Cobre, porque ella le había prometido muchas cosas a
la Virgen y quería cumplirlas. Isabel se trasladó a Santiago de Cuba para preparar la boda,
que iba a ser de alto rango, y se fijó la fecha para el 7 de enero de 1826. Lorenzo dio una
fiesta a sus empleados en La Candelaria el día 6, o sea el Día de Reyes, y el día 7 muy
temprano salió para Santiago de Cuba, donde iba a hacer realidad sus sueños de amor
y felicidad. Pero… Martillo, el magnífico caballo dorado de Lorenzo, brioso y jugue-
tón, al cruzar por un paso del río Cañas, cerca de una finca conocida por San Bartolo
situada en el camino de Dos Palmas, dio un tropezón y cayó el jinete, con tan mala
suerte que fue a destrozarse el cráneo con una piedra. Y allí quedó muerto en medio
de un charco de sangre. Toda la felicidad, todos los afanes, todo había quedado allí
destruido en un momento por la mano del destino!
...alba y ocaso del imperio español

Isabel, a quien poco a poco se le fue dando la noticia, sufrió una especie de ataque de
nervios que la privó del habla. Tres días estuvo así la infeliz muchacha. Cuando recu-
peró el habla fue para decir únicamente: “Lorenzo… ¡Mamá!”, y un torrente sanguíneo
empurpuró sus labios.
La fuerza de la emoción le rompió de nuevo los pulmones y tres horas después, cuatro
blandones encendidos indicaban que allí había una virgen muerta, precisamente junto al
altar preparado para inaugurar una enorme imagen de la Virgen de la Caridad… Antigua-
mente, entre los campesinos de esa parte de El Cobre, existía la leyenda de que en horas
Santiago de Cuba,

de la madrugada se sentía por el camino de Dos Palmas el galopar de un caballo y como


que tropezaba con unas piedras y caía… ¡Era el alma de Lorenzo en busca de Isabel!... Así
fue la tragedia que conmovió a nuestra ciudad en la primavera de 1826 y que muchos años
después se recordaba con verdadero espanto, como lo que puede el destino…

Raúl Ibarra Albuerne

220
221

El Cobre
Casas antiguas cercanas al parque, en la prolongación
de la calle Aurelio Fernández
La esclavita Leonor

S antiago de Cuba, que a principios del año de gracia de 1800 era una aldea
...alba y ocaso del imperio español

grande, aumentó considerablemente su población con la llegada de la emigra-


ción francesa, que significó un verdadero emporio de riqueza, no solo para esta
ciudad, sino para la mayor parte de la provincia. En pocos meses, grandes porciones
de terrenos, especialmente en la parte de El Cobre, se vieron convertidos en fincas
limpias y sembradas de muchos árboles frutales y a la vuelta de un par de años, ya
había magníficos cafetales, muchos de los cuales se recuerdan con cariño por la ac-
tual generación, amén de los que aún quedan en explotación, aunque nunca como
aquellos famosos. Hoy habrá cafetales más grandes, maquinarias modernas para des-
cascarar el café, carreteras magníficas, en fin, todo lo que significa la modernización;
Santiago de Cuba,

pero el alma, el romanticismo de aquellos tiempos tan amados, eso, quedó grabado en
la leyenda y en el pasado lleno de bellezas insospechadas.
Había un cafetal, en el término de El Cobre, en lo que hoy es el camino de Dos Palmas,
propiedad de un rico colono francés nombrado Monsieur Gastón Doforneaux y se de-
nominaba Le Patriot, desaparecido hoy en la segregación de fincas como Hicotea,
San Bartolo, Solís, etc. Ese cafetal, donde el inmensamente rico don Gastón había
sentado sus reales, se convirtió en poco tiempo en un verdadero paraíso.
Basta decir que los infinitos esclavos de don Gastón sembraron las cercas con rosales
—muchos de los cuales aún subsisten con troncos retorcidos y de un grosor

222
extraordinario— y árboles frutales que la feracidad de aquel suelo virgen, hizo crecer
en forma maravillosa con increíble rapidez. 223
Aquel cafetal era punto de reunión de muchos prominentes franceses residentes aquí

El Cobre
a la fuerza, y durante el mes siempre había diez o quince días en que las fiestas y los
banquetes hacían pensar, a los que de ellos disfrutaban, que aquello era Jauja, tal era
la esplendidez y la abundancia que de todo había. De los asiduos visitantes de Mon-
sieur Gastón, había un paisano suyo que había sido comandante en el ejército francés
del general Leclerc en la fracasada expedición de Haití, nombrado M. Dulot, quien
asistía en unión de sus dos hijas y un joven hijo de 16 años a las fiestas del cafetal
Le Patriot. En ese tiempo, un joven de 16 años era casi un niño de biberón, en com-
paración con los de hoy, que sientan plaza de hombrones y de un atrevimiento único,
y como era natural, una vez que el padre y las hermanas ya señoritas llegaban al cafe-
tal, él se iba a jugar con los de su edad, entre los cuales había hembras y varones, la
mayoría de los cuales, o por no decir todos, eran hijos de los esclavos y quizá alguno
del propio M. Gastón, pues trajo de Haití a algunos de esos infelices hombres-bestias.
Una esclava que tenía para don Gastón preferencias especiales, de ahí que surja la
duda de que esa mujer podría ser manceba del rico francés, tenía dos hijas de cator-
ce y quince años respectivamente, nombradas María y Leonor. El hijo de Mr. Dulot,
nombrado Armand, sentía predilección por su compañera de juegos que era Leonor,
afecto sincero, puro, sin la sombra de una mala idea, y guardando siempre la distan-
cia entre sus condiciones de blanco rico y las de la linda y acanelada esclavita. Pero
pasaron los años y Armand, hecho un guapo mozo, fuerte y lleno de salud, y Leonor,
hecha una maravillosa flor de encantos y de ensueños, se dieron cuenta de que aquel
afecto de niños se había convertido en algo más. Y el amor, que no reconoce catego-
rías, ni colores, ni fronteras, fue una llama abrasadora que envolvió a los dos jóvenes,
surgiendo un idilio sincero, purísimo, bajo aquellos cielos maravillosos, en aquellos
campos ubérrimos, que eran como una invitación a la dicha y a la felicidad.
Naturalmente, aquellos amores, que de haberse descubierto hubieran significado un
rápido y drástico alejamiento de la pareja enamorada, permanecieron en el más abso-
luto secreto con la complicidad de los propios esclavos, que sentían aquel amor como
si fuera de todos. La vida de los amantes se deslizaba en la más absoluta felicidad.
Si la complicidad de los esclavos para preservarlos era absoluta, tuvo Armand hasta
la suerte de haberle caído bien a Mr. Gastón, que lo nombró encargado de los embar-
ques del café en las arrias innumerables. Pero la desgracia acechaba. Era ya el año
de 1808. Los ejércitos franceses habían invadido a España. La guerra civil ardía en la
Madre Patria contra la audacia y la ambición desmedida del emperador Napoleón Bo-
...alba y ocaso del imperio español

naparte. Restablecida la Casa de Borbón en el trono español, se ordenó la expulsión


de los franceses de todas las posesiones españolas, dándoseles libertad a los escla-
vos que no hubieran sido vendidos festinadamente por los ricos hacendados, quienes
vieron en un instante perderse el fruto de sus labores, sus ilusiones, su capital, ya
que los obligaban a abandonar todo lo que tuvieran. Mr. Dulot y sus hijos fueron de
los primeros en tener que salir de Cuba rumbo a New Orleans. Armand no tuvo tiem-
po de despedirse de su amor, de su Leonor, y con el alma hecha pedazos abandonó la
campiña cubana que le había visto hacerse hombre, amar y triunfar.
Los esclavos de Mr. Gastón quedaron casi todos en el cafetal, ya que el viejo francés
Santiago de Cuba,

en combinación con influyentes españoles de esta ciudad, hizo un simulado traspa-


so de propiedad para no perder sus bienes y marchó con su familia también para la
Louisiana.
Leonor, que idolatraba a Armand, sola, abandonada por el hombre de sus ilusiones,
fue presa de una inmensa tristeza, que la iba acabando poco a poco. Y una noche de
julio, sin una lágrima en los ojos, secos ya de tanto llorar, en una poceta del río Ca-
ñas, conocida por La Tinaja, la pobrecita Leonor, se dejó caer con la resignación de
aquellas almas para las que no existe la esperanza. Y todavía entre los guajiros de
esos contornos, -y me consta porque en ellos existe una finca propiedad de mi fami-
lia- existe la leyenda de que en las claras noches de julio y en horas avanzadas de la
224
noche, se ve sobre las aguas del río el alma de la esclavita Leonor, siguiendo el curso
de la corriente en dirección al cafetal, donde supo de lo más grande que hay en el 225
mundo: ¡Amar!

El Cobre
Como final de esta leyenda, debemos decir, como un nuevo dato de su autenticidad,
que el joven Armand Dulot, que regresó años más tarde a su Francia adorada, recibido
de abogado en París, entró en la política, fue diputado y luego, senador bajo el reina-
do de Luis Felipe de Orleans.
Estos datos, como los de su permanencia en Santiago de Cuba y luego en Nueva Or-
leans, constan en la obra Las Emigraciones Francesas, publicada en 1867 por Mr.
Paul Descamps, también diputado y emigrado a Nueva Orleans.

Raúl Ibarra Albuerne


La Basílica de Nuestra Señora
de la Caridad del Cobre
El Santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre
227
Quizás la mayor importancia de El Cobre es que en él se levanta la Basílica Santuario Nacional de

El Cobre
Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, el hogar de la patrona de Cuba no solamente para los católicos,
sino que es un símbolo para cualquier cubano.
En el sincretismo con la santería orisha se identifica como Oshún. Su día de festividad anual es el 8 de
septiembre, fecha en que feligreses tanto católicos como de otras religiones realizan peregrinaciones al
templo.
Desde 1916 es la patrona de Cuba, y en 1935 fue coronada canónicamente en la Alameda Michelsen, en
Santiago de Cuba.
Una reproducción de esta virgen, la mambisa, se guarda en la iglesia de Santo Tomas, en el propio
Santiago de Cuba. Entre 2011 y 2012 recorrió todo el país con motivo de los 400 años de su aparición.
Numerosas fábulas se tejen alrededor de la Virgen de la Caridad del Cobre; sobre su aparición hay
varias leyendas, una de las cuales dice que allá por 1612 0 1613, tres hombres, dos blancos y uno negro,
navegaban en la bahía de Nipe. Una tormenta hizo naufragar su bote y se salvaron gracias a una imagen
de madera que apareció flotando y a la cual se aferraron y así llegaron hasta la orilla. La tradición los
llamó los tres Juanes.
Esta imagen primeramente tuvo un albergue de yaguas en la propia bahía de Nipe, luego fue llevada
hasta El Cobre y desde entonces está allí haciendo milagros.
En las imágenes clásicas de la representación de esta virgen siempre aparecen los tres náufragos en el
bote, y sobre ellos, la virgen.
En la información más documentada que aparece en el Archivo de Indias se expresa que la imagen de
madera posiblemente la tallaron en Toledo y así llegó a la isla.
La historia se mezcla con la leyenda cuando un muchacho negro llamado Juan Moreno, y dos hermanos
indios llamados Juan y Rodrigo de Hoyos, que fueron a buscar sal a la bahía de Nipe, encontraron
la imagen flotando sobre una tabla que decía: yo soy la virgen de la
Caridad. La declaración fue hecha por Juan Moreno setenta y cinco
años después, bajo juramento eclesiástico.
Desde entonces la virgen ha sido objeto de veneración y respeto,
se le adjudican innumerables milagros de lo cual son testigos
las ofrendas, entre las cuales hay numerosas medallas de los
veteranos de la guerra de independencia y la medalla del premio
Nobel de literatura Ernest Hemingway.
Proliferan leyendas de curaciones y apariciones, algunas de las
...alba y ocaso del imperio español

cuales son reflejadas por el historiador Raúl Ibarra Albuerne en


Narraciones y leyendas de Santiago de Cuba, publicado en 1945, y del
cual reproducimos algunas en este libro.
El lugar donde se enclava actualmente el santuario se nombra Cerro
de Maboa. Originalmente fue solo un bohío de yaguas y guano del
que se desconoce el lugar exacto de localización, pero se conoce
que estaba cerca de la ubicación actual. En el siglo xvii el primer
santuario se construyó muy cerca de la mina y se desplomó
Santiago de Cuba,

en 1906 producto de las excavaciones y explosiones. El actual


santuario se inauguró el 8 de septiembre de 1927.
Desde su aparición, numerosos artistas han reproducido
la imagen de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, de
muchísimas y variadas formas.
La que aparece a continuación es la versión de la autora, que
muestra cuán profundamente enraizado está el culto de esta
virgen en la isla de Cuba.

228
La Basílica de Nuestra Señora de la
Caridad del Cobre
Un milagro de la Virgen de la Caridad del Cobre

A ño de gracia de 1811. El mal llamado camino de esta ciudad al vecino pueblo


...alba y ocaso del imperio español

de Santiago del Prado, El Cobre, estaba materialmente lleno de vehículos y ca-


ballos, amén de una interminable multitud que ese atardecer del 7 de septiem-
bre, víspera de la fiesta de la milagrosa Virgen de la Caridad de El Cobre, iba a rendirle
el homenaje ferviente de su devoción. La caravana romántica, piadosa, devota, se en-
caminaba lentamente por el camino haciendo verdaderos prodigios de equilibrio para
no despeñarse en aquellos farallones.
Serían aproximadamente las siete de la tarde de aquel memorable 7 de septiembre
de 1811 cuando ocurrió este suceso, este milagro que todavía, en muchas casas de
Santiago de Cuba,

nuestra centenaria ciudad, es cuento magnífico de las abuelas a los nietos. En una
carretilla se dirigía al poblado tantas veces mencionado, con la atención de pagar una
promesa a la virgencita de El Cobre, una familia distinguida de esta ciudad: don Ma-
nuel Perozo y Portuondo con su esposa doña María de la Candelaria Rizo y Ramírez,
tres niños y una anciana tía de la señora Rizo de Portuondo, nombrada doña Julia
María Ramírez y Miranda.
Los múltiples obstáculos que presentaba el camino iban siendo salvados por verda-
dero milagro por el apuesto carretillero, un pardo de edad madura nombrado Marcos,
esclavo o hijo de un esclavo de la familia Portuondo, que tenía muchísimos; pero te-
nía que suceder lo imprevisto y aquí viene el milagro:

230
Al cruzar el río Senserenico, una piedra de canto hizo dar un tremendo tumbo a la ca-
rretilla y fue de tal violencia, que la anciana doña Julia María, que iba dormitando, cayó 231
de bruces sobre un charco del río, de escasísima profundidad; pero como quiera que la
anciana cayó privada del sentido, el accidente tenía mayores motivos de gravedad. Pero

El Cobre
no es esto todo: la carretilla cargada con el resto de la familia le pasó por el pecho a doña
Julia, y cuando entre la algarabía y los gritos de auxilio que daban los familiares de la
anciana esperaban rescatar el cadáver malamente magullado, ¡oh milagro!, doña Julia no
presentaba ni la más leve lesión, aunque tenía sobre el pecho la marca de la rueda de la
carretilla, huella que le duró toda la vida, o mejor dicho, los pocos años que vivió luego;
pues falleció en esta ciudad en la tarde del viernes santo, 14 de abril de 1820. Y era de
ver lo imponente del espectáculo a esas horas de la noche cuando toda la caravana, de
rodillas, daba gracias a la Virgen por el milagro, por el portentoso milagro.
La fiesta de la Virgen ese año revistió caracteres de solemnidad extrema. Muchas
familias subían de rodillas los altos escalones del Santuario y luego, la Muy Noble
y Muy Leal Ciudad de Santiago de Cuba, por meses, por años, tenía como palpitante
actualidad el milagro de la Virgen en doña Julia.
Esta familia Perozo-Rizo, vivió mucho tiempo en un amplio caserón colonial, que
existía en la calle de la Santísima Trinidad entre Carnicería y San Salvador -hoy Gral.
Portuondo entre Pío Rosado y Moncada.

Raúl Ibarra Albuerne


La hospedería
Desde la erección del Santuario en el período colonial, siempre ha estado acompañado de una hospedería o casa
para romeros. Al inaugurarse el actual en 1927, no tenía lugar de hospedaje para los miles de simples vistantes y
romeros en pago de promesas. No fue hasta el año de 1952 que se contó con la hospedería que hoy se erige al lado
del Santuario. Este sitio tiene un singular valor tanto por los miles de visitantes que por allí han pasado como
por los hechos que han tenido lugar en sus predios. Una personalidad intimamente asociada a la hospedería
lo fue la hermana social Nicoletta Schekey, quien tomó parte activa desde su construcción hasta la creación de
un servicio gastronómico
...alba y ocaso del imperio español

de excelencia. Ella dejó


una profunda hue-
lla en la vida de esta
comunidad por su
­extraordinario afán
de servicio social.
Pintora, diseña-
dora, enfermera
y música, puso
Santiago de Cuba,

todo su carisma
en ayudar a los
más desprote-
gidos y a exal-
tar los valores
cristianos de
la caridad, la
piedad y la so-
lidaridad entre
­vecinos y feligre-
ses que venían al santuario. Hospedería para peregrinos, inaugurada en 1952

232
233

El Cobre
Dicen que se murió de amor

E n la señorial residencia de Don Pedro Pablo Balbuerna y Gil de Aballe y Marqués


de Villa de Lores, en la Villa y Corte de Madrid, habitaba, por ser el mayordomo
de ese aristócrata, un hombre como de cuarenta años nombrado Agustín Ló-
pez de la Bandera, quien, favorecido por un premio de la Lotería, abandonó su ­cargo y
con cartas de recomendación de su Señor, vino a Cuba para “redondear” su fortuna…
como tantos hacían en aquella época.
Instalado en una casa, entonces nueva, situada en Sagarra y Estrada Palma, pronto
logró organizar un negocio de compras de frutos del país para su embarque rumbo a
Europa. En los frecuentes viajes que hacía por cafetales y haciendas, cerrando trato
de sus múltiples compras, el López de la Bandera adquirió a un negrito en la suma
de trescientos pesos, en un cafetal nombrado, “La Fortune”, en tierras de El Cobre,
negrito que condujo a esta ciudad, lo instaló en su casa y le puso por nombre Sebas-
tián. Este esclavito tenía a la sazón 13 años. Era bien conformado, de una salud a toda
prueba, pero tenía un temperamento triste y retraído. En su alma parecía haberse
concentrado todo el dolor del infortunio de su raza, en sus ojos vivísimos flotaba la
tristeza infinita de aquella esclavitud bárbara e inhumana. Los demás miembros de la
servidumbre pronto, le apodaron con el sobrenombre de “El Poeta”.
Sebastián nunca cambió de carácter. Era trabajador y diligente, no reía casi nunca
y su seriedad no cuadraba a su edad. Tenía ya veinte años. Era un joven ebánico de
proporciones atléticas, era lo que podíamos decir un tipo perfecto de hombre. Y pre-
cisamente, fueron esas cualidades las que le acarrearon su desgracia.
Una hija de Don Agustín, nombrada María de las Nieves, blanca, sonrosada, bellísima,
como un hada de ensueño, que durante años fue la compañera inseparable de juegos
de Sebastián, llegó a quererlo intensamente, locamente, borrando con cariño las fron-
teras abismales que los separaban: esclavitud, color, preocupaciones sociales, etc.
Sebastián, si se dio cuenta de la pasión que inspiraba, jamás lo demostró. Ceremonio-
so y delicado hasta el extremo con todos, se superaba con la niña Nieves, no solo por
su mayor afecto, sino por un sentido innato de caballerosidad e hidalguía.
...alba y ocaso del imperio español

Nieves languidecía en medio de sus amores imposibles. Desesperada, un día le hizo


saber al esclavito adorado su amor, su desesperación, toda la gama diabólica de sus
ansias y de sus amores. Sebastián sintió como si lo hubieran tocado con una braza de
fuego. No salía de su estupor ante el amor que inspiraba, pero comprendiendo lo que
significaría para él dar calor a esa locura de la niña Nieves, una noche huyó de la casa
solariega, huyó lejos, muy lejos y jamás se pudo saber de él.
Nieves se moría. Sus colores maravillosos se tornaron en palidez mortal y el sufri-
miento en aumento fue minando su existencia, y pocos meses después de la huída
Santiago de Cuba,

de su ídolo adorado, moría dulcemente, como una flor que se mustia suavemente,
delicadamente…
En el cementerio que existía detrás del curato de la Iglesia de Santo Tomás, fue
sepultado el cadáver de la niña que murió de amor, y cuentan cronicones de la
época, que tres años después de la muerte de Nieves, una mañana, sobre su tum-
ba, apareció un ramo enorme de rosas rojas, cosa extrañísima en aquellos tiem-
pos, y junto a las rosas un papel que decía:
—“Niña Nieves: tú moriste de amor y eres ya polvo en la tierra y un ángel en el cielo…
¡Yo morí, pero vivo!, vivo al calor de un recuerdo, pero no sé si podré seguir viviendo…”
234
No había firma. Ese papel por mucho tiempo estuvo en manos de los párrocos de
Santo Tomás, y me aseguraba Don Vitaliano Martínez, que lo vio en poder del pa-
235
dre Soseliac que lo guardaba como una curiosidad.

El Cobre
El día 23 de octubre de 1828, en el cafetal La Fortune, barrio Río Frío, término mu-
nicipal del Cobre, junto a la tumba de una esclava que había tenido el propietario
de ese emporio de riqueza, esclava nombrada Marie, y que fue la madre de Sebas-
tián, apareció muerto el joven esclavo con un enorme cuchillo francés clavado en
el pecho…
Convencionalismos sociales fueron la causa de esta doble tragedia que, con cari-
ño y emoción, nos contaba ese santo varón, ese gran maestro y excelente ciudada-
no que fue don Vitaliano de Jesús Martínez y Rodríguez, íntimo amigo de un nieto
del propietario de La Fortune, Monsieur Hippolit Duverger, muerto en esta ciudad
el primero de abril de 1880 y quien le hizo la historia que acabamos de contar.

Raúl Ibarra Albuerne


Santiago de Cuba,
...alba y ocaso del imperio español

236
Al comenzar
el libro
Santiago de Cuba,
...alba y ocaso del imperio español

238
Mis recuerdos 239

Mensaje al comenzar el libro


En esta típica vivienda santiaguera, contemplé yo por primera vez una techumbre de madera y tejas en
la mañana del 16 de diciembre de 1949. No fue el sol lo que vi, ni un frío cielo raso de una sala de partos
de un hospital, sino el techo de esta casita, quizás del siglo xix, en San Basilio 114 del viejo Santiago de
Cuba. No fue una parecida ni reconstruida, sino exactamente esta misma casa.
Esa debe haber sido la estrella con la que me ha marcado la naturaleza para hacer que me guste
extraordinariamente el dibujar edificios viejos.
A los pocos meses de vida, mi familia se trasladó media cuadra más arriba, a causa de la cercanía de
la llamada zona de tolerancia, lugar poco apropiado para criar a dos niñas. La zona de tolerancia era
en aquella época un espacio de recreación de los marinos mercantes y militares que transitaban por la
ciudad, con la consecuente secuela de prostitutas, chulos y delincuentes.
En esta nueva casa en la misma calle San Basilio viví los siete primeros años de mi vida. Realicé los
estudios primarios en la escuela más cercana que era el Colegio Belén, que se encuentra enclavado
en lo alto de la escalinata de Padre Pico, posiblemente el lugar más pintoresco de la ciudad vieja para
ser visitado por turistas. Por esos escalones subí y bajé durante años varias veces al día. Fui testigo
diariamente, por tanto, del más atrayente espectáculo de vida cotidiana del Santiago de Cuba de la
década del 50.
Después la familia continuó prosperando y mudándose hacia barrios más nuevos hasta echar raíces
en 1960, en la Avenida del Río, una calle rodeada por una increíble vegetación, que desemboca en la
carretera del Caney, en la que se habían construido pequeñas casitas modernas.
Tuve, por tanto, una infancia feliz y llena de ilusiones, visitando los lugares históricos y pintorescos de
la ciudad.
Después me trasladé a La Habana a continuar estudios.
Cuando regresé a Santiago de Cuba a realizar mi servicio social, deambulé mucho por las calles
tradicionales, volví frecuentemente a ver el hogar donde había nacido y para sorpresa mía, el barrio
cambiaba y se modernizaba, pero esa casita continuaba con su vieja fachada en pie exactamente como
estaba cuando yo la contemplaba de niña. Volví a La Habana en 1976 a trabajar y solo fui a visitar a mi
familia de Santiago algunas veces.
Hace pocos años, después de haber dejado pasar más de quince años sin volver a mi ciudad natal, he
vuelto de nuevo a la calle San Basilio, y he encontrado la centenaria fachada ahí, erguida, indiferente al
paso de los años, con la misma pesada puerta, las mismas rejas, con la techumbre ahora medio podrida.
La nostalgia de los años más felices de mi vida me ha llevado a concebir y realizar este libro.
Sirvan estas líneas de tributo a la ciudad que me vio crecer, que forjó en mí los principales valores de
los que hoy me enorgullezco y que he tratado de trasmitir a mi familia, después de más de seis décadas
...alba y ocaso del imperio español

de ver Santiago de Cuba por primera vez.

Maritza Verdaguer,
en Cuba, 2013
Santiago de Cuba,

240
Mensaje al comenzar el libro
241
Tuve la oportunidad, de niña, de leer Narraciones y leyendas de Santiago de Cuba
porque su autor era vecino de nuestra familia. Este libro fue publicado por Raúl
ibarra albuerne, utilizando sus propios medios en 1945, pero el segundo nunca
vio la luz. Me impresionó tanto, que cincuenta años después todavía lo recordaba y
decidí buscarlo. Tarea difícil. Finalmente lo encontré en la biblioteca de la antigua
Universidad de Oriente y con ayuda de mis familiares y amigos, lo rescaté. De
sus cuarenta narraciones, he elegido veintiseis más algunos fragmentos de sus
Curiosidades, que considero son las más representativas que ilustran la vida del
Santiago de ayer. Lo que impacta de esta obra —como el propio autor señala—,
es que personajes comunes sin importancia histórica, dan una idea de cómo era la
vida en esa ciudad en el período colonial.

Realizado en forma de historieta, este precioso libro de dibujos de Roberto


Caminos recorridos

Rodríguez Valdés, con textos de Noemí Bárzana Rodríguez; Flora Morcate


Labrada; Omar López Rodríguez Y Roberto Rodríguez Valdés quizás no fue
publicado nunca por editorial alguna. Su nombre es Apuntes sobre la arquitectura
santiaguera y y es posterior a 1994. He podido conocerlo gracias a la cortesía de
Flora Morcate, coautora de este libro.

Omar López Rodríguez, logró una colección de mapas que nos permiten ver
la evolución de Santiago durante el período colonial hasta 1960. Su nombre es
La Cartografia de Santiago de Cuba. Una fuente inagotable, Editorial, Santiago de
Cuba, 2005. Le doy las gracias a Omar por haberme hecho el honor de regalarme
un ejemplar de su libro.

242
Los siguientes libros los he recibido también digitalmente como cortesía de la arquitecta Flora Morcate,
coautora de varios de estos libros: 243

Caminos recorridos
La casa colonial Santiaguera, es una Flora Morcate Labrada; Noemí
panorámica que abarca los siglos Bárzana Rodríguez; Omar López
xvi hasta el xix del domicilio san- Rodríguez; Milene Soto Suárez y
tiaguero, de Bárzana Rodríguez, Mónica Cabrera son los autores de
Noemí; Flora Morcate Labrada, Santiago de Cuba y sus monumentos,
Omar López Rodríguez, Milene que publicó la Editorial Oriente de
Soto Suárez, Salvador Nacer Santiago de Cuba en 1996.
Veiga, publicada por la Editorial
Oriente de Santiago de Cuba en 1995.

Un colectivo de Autores elaboró


Omar López Rodríguez es el
la Guía de Arquitectura, Oriente
­autor de Santiago de Cuba. Valo-
de Cuba, que publicó la Junta de
res monumentales, publicado por
Andalucía, en 2002.
la Editorial Publicigraf, de La
Habana en 1994

Omar lópez rodríguez, es el Esas leyendas que a veces imagino es


autor de Santiago de Cuba. Tres un poemario de Eliana Cárdenas
tiempos y una imagen, publicado Sánchez, que bajo la colección
por la Editorial Publicigraf de La Plegable, publicó la Dirección sec-
Habana en 1994. torial de cultura, Asesoría de litera-
tura y publicaciones municipal de
Santiago de Cuba en 1979
Roberto Roldós Lirio es el
autor de Otra mirada a la his-
toria de la Virgen de la Cari-
dad del Cobre, publicada por
el RCI Comitato Regionale
Toscano, Santiago de Cuba,
posterior a 2012
EcuRed es la enciclopedia en red cubana, como Wikipe-
dia, desarrollada y administrada por los Joven Club de
Computación y Electrónica, lanzada oficialmente el 14
de diciembre de 2010. Gran parte de la información ha
sido tomada de los libros anteriores y en algunos casos,
de la propia Wikipedia.
Olga Portuondo Zúñiga,
es la autora de La virgen de la Artículos de ECURED consultados en 2014:
Caridad del Cobre. Símbolo de • Arquidiócesis de Santiago de Cuba.
• Balcón de Velázquez.
Caminos recorridos

cubanía, publicado por la Edi-


• Cabildo.
torial Oriente en Santiago de • Cafetales de Oriente.
Cuba en 2014 • Calle Padre Pico.
• Casa natal José María Heredia.
• Casco histórico de Santiago de Cuba.
• Castillo de San Francisco. Santiago de Cuba.
• Catedral de Santiago de Cuba.
• Cementerio de Santa Ifigenia.
• Club San Carlos Restauración.
Memoria del Plan Director • Crimen de San Juan de Wilson.
de la ciudad de Santiago • Cuartel Moncada.
de Cuba, posterior al año • Diego Velázquez de Cuéllar.
2000 fue elaborada por • El Cobre.
• El Cobre. El paisaje de la mina.
la Dirección Provincial • El Cobre. Santuario de Nuestra Señora de la
Planificación Física De Virgen de la Caridad del Cobre.
Santiago De Cuba • Emilio Bacardí.
• Fuertes de Santiago de Cuba.
244


Fundación de la villa de Santiago.
Gobernadores coloniales de Cuba.
Artículos de WIKIPEDIA consultados en 2014:
245
• Gobernadores coloniales de Cuba: Anexo. • Francisco Serrano y Domínguez.

Caminos recorridos
• Historia del Virginius. • Gobernadores coloniales de Cuba.
• Hotel Casa Granda. • Gobernadores coloniales de Cuba, anexo.
• Hotel Imperial.
• Joaquín Vara del Rey y Rubio.
• Iglesia catedral de Santiago de Cuba
• Iglesia de El Caney: 2014. • José González Hontoria.
• Iglesia de la Santísima Trinidad. • La batalla de las lomas de San Juan.
• Iglesia de Nuestra Señora del Carmen. • La batalla del Caney.
• Iglesia de Santo Tomás.
• José María Heredia.
Artículos de Internet:
• Masonería en Cuba.
• Museo Provincial de Santiago de Cuba. • “Arzobispado de Santiago de Cuba”, en www.
• Palacio de Gobierno Provincial. arzobispadosantiagodecuba.org , visitado en
• Parque Aguilera. 2014.
• Parque Capdevila. • Marta Lora Álvarez: Los antiguos cafetales
• Parque Histórico de San Juan y Árbol de la Paz. francohaitianos: Paisaje arqueológico de la
• Parque Serrano. humanidad, en www.revistaexcelencias.com
• Placita de Santo Tomás. visitado en 2014.
• Plaza de Dolores Santiago de Cuba. • Marta Rojas: Recuerdos y hechos históricos: el
• Plaza de Marte Santiago de Cuba. Caney no es solo frutas, en www.lajiribilla.co.cu,
• Plazuela de Trinidad. Santiago de Cuba. 2011, visitado en 2014.
• Real Cárcel de Santiago de Cuba.
• Santiago de Cuba.
• Sistema defensivo de Santiago de Cuba, 2014.
• Sitio Web de los Joven de Computación y
Electrónica El Caney.
• Sociedades culturales santiagueras.
• Taberna Dolores.
La ciudad vieja
En la página 16 usted puede conocer cómo era la salud de la ciudad en el siglo xvii y de cómo pudo
una india anciana llegar a ser considerada como médico en El primer médico municipal de Santiago
de Cuba: María nava El fondo de la Catedral fue testigo de más de una tragedia: El asesinato
de Belén Peralta, la reina de una comparsa, en la página 25 y La esquina del enganchado en la 27 El
entierro de Timbolo en la página 50 ilustra lo que fueron las “plañideras” Cuán terrible puede
ser una venganza muestra La venganza de Rimbau en la página 53 y como una suerte de crónica
social del período colonial son Los ricos de antaño en la página 58 Amores imposibles en la página 60 muestra
las diferencias sociales en el período colonial Cuál es el origen de ese dicharacho se explica en Como murió
Cafuinga en la página 67 y en la 81, lo que le ocurre al Chivo que rompe tambor… El trágico triángulo amoroso
de El crimen de la Trinidad está la página 83
Las narraciones

La irrupción franco-haitiana
Algunas Curiosidades de la loma del Intendente o Tivolí aparecen en la página 96, así como
historias de amor, pasión, locura y muerte de ese barrio: Tragedia en el Tivolí en la
página 99 y la terrible muerte del avaricioso precursor de los garroteros, en la 103
Cómo se originó el nombre de La calle de la virgen a principios del siglo xix está en la
página 105

El cementerio de Santa Ifigenia


¿Por qué se llama Santa Ifigenia? ese cementerio se aclara en la página 113 Cómo se acabó el Escuadrón
en la página 124 muestra personas que asumen la muerte divertidamente, como un hecho inevitable,
además de contarnos de los carnavales de 1852, de la Lola y de la Pepa Sobre la epidemia del
cólera de 1870 que diezmó la población santiaguera y permitió a algunos vividores lucrar con la
desesperación de la población conoceremos en Nadie sabe para quién trabaja en la página 128
Muros sangrientos

Las narraciones
Hay un lugar en la ciudad que recuerda el deber de honrar a quienes lucharon por el ideal de
una patria mejor El cabo Antonio en la página 135 muestra que no fueron solo cubanos de
nacimiento los que lucharon y ofrendaron su vida por la independencia de Cuba

Las fortificaciones
No lo quiso Dios es una trágica historia de amor cuyo infeliz final ocurrió cerca de El Morro que
aparece en la página 150

El Caney
Visitar El Caney como entretenimiento para los santiagueros de antaño narra Santiago de Cuba en
1700 en la página 177 y en la 181, Creer en los marañones de la estancia designa a alguien distraído
Crímenes famosos, en la página 183 y Ferocidad, sangre y amor en la 189 hablan de pasión, habladurías
y leyendas, además de explicar por qué la loma se llama así: El Bonete

El Cobre
El Cobre misterioso y tradicional está lleno de leyendas como El grito del arriero en la página 201
y Destino siniestro en la página 206 La esclavita Leonor en la página 210 cuenta de amores entre
personas de diferente color de piel y una leyenda sobre milagros de la virgen aparece en la página
218 con Un milagro de la Virgen de la Caridad del Cobre Otra historia de amor frustrado por
convencionalismos sociales es Dicen que se murió de amor, en la página 221
Los dibujos y la historia
Al terminar el libro
Alba y ocaso IX
Dibujos, historia, narraciones y leyendas X

La ciudad vieja
Santiago de Cuba y su historia 2
Cómo creció la ciudad vieja 6
Siglos xvi y xvii 7
Siglo xviii  8
Siglo xix  8
Parques y calles principales del centro histórico  10
El parque Céspedes y sus alrededores 12
La casa de don Diego Velázquez 15
El Ayuntamiento  19
Club San Carlos  20
Hotel Casa Granda  20
Santa Basílica Metropolitana Iglesia Catedral  22
Pimera obra defensiva de la ciudad: Revellín del Adelantado,
hoy Balcón de Velázquez 30
La Real Cárcel 34
34 Colegio Seminario San Basilio Magno 34
36 La calle Aguilera

Los dibujos y la historia


37 Museo Emilio Bacardí Moreau
39 El Baluarte. Mudo testigo de la existencia del Fuerte de San Francisco
40 La calle Enramada o de las Enramadas
41 El Hotel Imperial
43 El parque Serrano
44 Calle Heredia
47 Casa del poeta José María Heredia
48 La calle y la placita de Santo Tomás
49 La iglesia de Santo Tomás Apóstol
56 Los teatros de Santiago de Cuba
63 La plaza de Dolores
65 La iglesia de Nuestra Señora de los Dolores
71 La Taberna de Dolores
73 La plaza de Marte o plaza de la Libertad
76 Las iglesias de la ciudad vieja
76 Iglesia de Nuestra Señora del Carmen
78 Iglesia de San Francisco
80 Iglesia de la Santísima Trinidad
86 Iglesia de Santa Lucía
88 Logias masónicas
La irrupción franco-haitiana
Los dibujos y la historia La influencia francesa y haitiana 93
El Tivolí 95
Curiosidades de El Tivolí 96

Santa Ifigenia
El cementerio de Santa Ifigenia 111
La tumba del médico de Napoleón 123

Muros sangrientos
El muro del matadero 133
La tapia del cementerio de Santa Ana 138

Las fortificaciones
Santiago de Cuba, ciudad fortificada 130
Faro de Santiago de Cuba 132
Fortaleza San Pedro de la Roca 133
Plaza de Armas 140
Plataformas de Nápoles y de Adentro 144
Plataforma del Aljibe 145
Plataforma del Santísimo Sacramento 146
Plataforma de El Morrillo 147
Plataforma de la Santísima Trinidad 148
Planta general de la fortaleza 149
149 Cómo se convirtió en museo 149
153 Fuerte de La Avanzada 153
154 Fuerte de Las Comunicaciones 154
155 Restos de la fortaleza de La Estrella

Los dibujos y la historia


157 La Socapa y Punta Gorda
158 Fortalezas fuera del sitio histórico: Juraguá y Sardinero
161 Protección de la ciudad en el siglo xix
163 El fuerte de Yarayó
165 Loma de San Juan
169 El árbol de la paz
170 Fuerte de El Viso

El Caney
173 El Caney
175 El parque de El Caney
179 El cuartel español de El Caney
187 La iglesia de San Luis de los Caneyes
188 La casa del brigadier Joaquín Vara del Rey

El Cobre
195 El Cobre: misterio y tradición
197 El Cobre
198 Las minas de cobre
205 El poblado de El Cobre
215 El Santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre
220 La hospedería

Al comenzar el libro
127 Mis recuerdos
230 Los caminos recorridos

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