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Johannes Vermeer
Lectora en blau, 1662-65
Amsterdam, Rikjsmuseum
Dario de Regoyos
Carta a Leopoldo Gutierrez Abascal.ms.1908
Pasquino
Pasquino i Alexandre Magne?
Àiax i Pàtrocle ?
Roma, al peu del Palazzo Braschi,
darrera Piazza Navona, tal com
ja hi era al segle XVII.
«… El Caballero nombró después el
Torso de Belvedere y dijo que se
sabe que es un Hércules descansando,
aunque no tenga ni cabeza, ni brazos
ni piernas. Se dice que [esta figura]
nunca fue acabada y que esto se ve
patentemente. Añadió que estándo un
día Miquel Angel estudiándola […]
dijo: Questo è l’opera d’un uomo che a
saputo piú della natura; è sventura
grandissima che sia perso [Esto es la
obra de un hombre que conoció la
naturaleza mejor que nadie; es
verdaderamente una lástima que esté
mutilada]…»
Chantelou, Diario del viaje a Francia (ed.
1986), p. 22.
Laocoont
Museus Vaticans
París
Place Dauphine
1607
Diario del viaje del caballero Bernini a Francia por Paul Fréart de Chantelou (ed. 1986, p. 81)
«...le señaló que desde aquella altura donde estábamos, no se veía en París nada más que un montón
de chimeneas, y que aquello parecía un peine de cardar. Añadió que Roma tenía verdaderamente
otro aspecto, que se ve allí San Pedro en un sitio, el Capitolio en otro, Farnesio más allá, Monte-Cavallo,
el palacio de San Marcos, el Coliseo, la Cancillería, el palacio de los Colonna y otros numerosos edificios
diseminados aquí y allá, que tenían grandeza y una apariencia sobremanera suntuosa y soberbia.
Interviene para decir que aquellos palacios eran grandes en verdad por cuanto tenían grandes espacios
que les servían como de campos; que no sucedía lo mismo en París, donde las casas, por muy bellas que
fuesen, al estar apretadas unas con otras, no se pueden distinguir bien; que los espacios aquí eran
escasos y las plazas pequeñas, lo que hacía que buen número de edificios se taparan los unos a los
otros, y que de lejos no tuvieran ninguna apariencia»
Johann Heinrich Wilhelm Tischbein: Goethe en la campiña romana (1787)
Elisabeth Vigèe Le Brun
Souvenirs. 1789
Lione Pascoli, Vite de’ pittori, scultori ed architetti moderni, 1730 [Vida de Francesco Borromini]
Vid. “Fuentes y Documentos”, Barcelona, Gustavo Gili, 1983, pp 133-139.
«18.1. Entre los profesores de cualquier especialidad y de
cualquier arte reina una emulación que la mayoría de las
veces se convierte en envidia. La cuestión no sería
peligrosa si no pasara de aquí. Pero a menudo se alcanza el
odio, el rencor, la enemistad, la pelea e incluso hasta el
derramamiento de sangre. Es muy conocida la mala relación
que hubo entre Borromini y Bernini, y demasiado famosas
las peleas continuas que tuvieron estos dos valiosos
hombres por culpa de su profesión. Compitieron durante
años sobre quien era capaz de hacer los más bellos
edificios. Y al igual que ellos discrepaban de su ideario
artístico, también los entendidos se agrupaban en
facciones a favor de uno o del otro... »
Lione Pascoli, Vite de’ pittori, scultori ed architetti moderni, 1730 [Vida de Francesco Borromini]
Vid. “Fuentes y Documentos”, Barcelona, Gustavo Gili, 1983, pp 133-139.
«18.6. De regreso en Roma le volvió de nuevo la melancolía por lo que estaba
semanas enteras encerrado en casa sin salir, dedicado a hacer nuevos diseños de
grandes edificios por capricho y por genio. Así se distraía y cultivaba su ingenio
con nobles ideas peregrinas, invenciones y elegantes y extraños pensamientos.
Hizo con estos diseños una numerosa colección que decidió hacer grabar para que
los émulos y la posteridad pudiera siempre contemplar sus obras. Mientras se
dedicaba a estos grabados, algunos de los cuales vemos hoy que circulan, fue
asaltado con mayor violencia por la hipocondría, que en pocos días lo dejó en un
estado tal que nadie lo reconocía como Borromini, con el cuerpo deshecho y el
rostro desfigurado. Torcía la boca en mil muecas horribles, a veces ponía los ojos
en blanco de forma espantosa, y de cuando en cuanto, como un león enfurecido
gritaba y rugía. Su sobrino llamó a consulta a los médicos, oyó el consejo de los
amigos, lo hizo visitar por religiosos y todos unánimemente concluyeron que no
debían dejarlo sólo, que se le suprimiese toda ocupación y que sobre todo se
procurase hacerle dormir con el fin de volver la calma a su espíritu. Estas fueron
las órdenes precisas que dio su sobrino a sus sirvientes, y esto es lo que hicieron.
Pero esto, que debería haber aliviado su mal, lo agravó, porque al ver que no se le
obedecía, pues todo lo que pedía se lo negaban, creyó que en vez de ser por su
bien era para dañarle; por lo que cayó en manías mayores y la hipocondría
degeneró en opresión pulmonar, en asma y en una especie de frenesí.»
Lione Pascoli, Vite de’ pittori, scultori ed architetti moderni, 1730 [Vida de Francesco Borromini]
Vid. “Fuentes y Documentos”, Barcelona, Gustavo Gili, 1983, pp 133-139.
18.7. Finalmente una noche en mitad de la canícula acostado en su lecho, pero sin
dormir ni una sola hora, llamó al sirviente y le pidió luz y algo para escribir. El
sirviente le dijo que esto estaba prohibido por los médicos y por su sobrino.
Borromini se acostó de nuevo y trató en vano de dormirse, por lo que comenzó a
revolverse en esas horas calurosas y ofuscado con las manías de siempre se le oyó
exclamar: “¿Cuándo dejareis de afligirme, oh! funestos pensamientos míos?
¿Cuándo mi alma dejará de agitarse? ¿Cuándo me abandonarán tantas penas?
¿Busco el sueño y no lo encuentro, hablo con mi familia y no me escucha, pido la
luz y no la veo, quiero escribir y me es negado, anhelo levantarme y no puedo, amo
la paz y no me la espero, veo la muerte y no me toma! ¿Qué hago, pues, en esta
cruel y execrable vida?” Se levantó furioso, tomó una espada que, para su
desgracia y por el poco cuidado de quien lo servía, estaba encima de una mesa, y
con el plomo sobre el pavimento, sin más discursos ni reflexión, se abalanzó
bárbaramente sobre la punta y se atravesó de parte a parte desde el pecho hasta
la espalda. El sirviente acudió con el ruido y al ver la cruenta escena pidió ayuda a
los demás que lo pusieron de nuevo sobre el lecho medio muerto, desmayado y
cubierto de sangre. Vio él entonces que había llegado el fin de su vida y, aterrado
por la muerte que antes veía lejana, ordenó que se llamase al confesor, luego hizo
testamento y después de pocas horas, con muestras de santa contrición, el día
tres de agosto de 1667, pasó a mejor vida».
Lione Pascoli, Vite de’ pittori, scultori ed architetti moderni, 1730 [Vida de Francesco Borromini]
Vid. “Fuentes y Documentos”, Barcelona, Gustavo Gili, 1983, pp 133-139.
Francisco de Milizia: Arte de ver en las Bellas Artes del Diseño, según los principios de Sluzer y
Mengs. De orden de Su Magestad, Madrid, en la Imprenta Real, año de [1781] 1827 :
Basilica de Sant
Andrea della Valle
Roma
Varis arquitectes,
1608-1665
Pla Regulador de Roma,
1931 i projecte del futur
Corso del Rinascimento